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crescencio tiene aproximadamente 54 años y en su vida ha tenido muchos

oficios: ha sido sacerdote, contador, profesor, zapatero, músico, mecánico


dental, y otros oficios más.

La gran variedad de sus oficios y empleos ha hecho que en las últimas


empresas donde ha trabajado-sobre todo en la última, donde ya tiene 8 añosno
lo tomen en serio, lo minimicen, lo califiquen de "bruto" y le den únicamente
labores operativas. Por ejemplo, en la empresa donde trabaja actualmente,
cuando compraron un equipo de cómputo no enviaron a Crescencio a seguir un
curso; solo le dijeron: "así se hace una factura", y nada más.
Hace algún tiempo, en la empresa donde trabaja actualmente, la persona que
llevaba la caja chica salió de vacaciones por una circunstancia de fuerza
mayor. Entonces se la encargaron a Crescencio, quien lo hizo muy bien -la caja
chica tiene que repartirse con gotero, y además, con gotero obstruido
-.Adicionalmente, como era contador, había generado una serie de cuentas que
le permitieran saber a fin
de mes cuál de los rubros estaba generando gastos excesivos. Esta iniciativa
agradó a su jefe, por lo que le dejó la caja chica.
Crescencio empezó a notar que cuando la caja chica no tenía fondos, todo el
personal "se le iba encima", y cuando había fondos sucedía lo mismo porque
todos querían obtener lo máximo posible. Entonces se dio cuenta de que con la
caja chica obtenía reconocimiento y ya no era el personaje Olvidado y relegado
-lo coqueteaban por el manejo del dinero-, se dio cuenta de su poder y
comenzó a manejar aun mejor su caja chica.
La caja chica se renovaba cada tres días, al término de los cuales se tenía que
hacer la liquidación correspondiente. El jefe dio orden de que todas las salidas
fueran facturadas por cheque y que el mismo Crescencio efectuara el cobro en
el banco. Crescencio se pasaba toda la mañana en el banco; por tal motivo no
tenía motivación para trabajar y dejó su puesto totalmente abandonado.
Entonces el jefe lo amonesto, y finalmente le quitó la caja chica por no tener las
facturas al día. El resultado fue que Crescencio nuevamente decayó y volvió a
su trabajo de facturación. Sin embargo, como era inteligente y había aprendido
computación, trababa la máquina y desconcertaba al jefe de Cómputo. Cuando
éste encontraba la falla, reclamaba a Crescencio, quien le respondía que él no
sabía cómputo y que, por consiguiente, no tenía la culpa.
Cuando lo cambiaron de jefe, el nuevo jefe lo invito a conversar. Pero
Crescencio era tan hábil que sólo cuando hubo tomado muchos tragos su jefe
pudo enterarse de todos sus traumas.
El lema de Crescencio era trabajar lo mínimo indispensable, pero haciendo
parecer que trabajaba, pues lo que le pagaban era nada comparado con su
potencial. En esa compañía todos los meses evaluaban al personal, y a
Crescencio lo evaluaban y lo remuneraban lo mínimo indispensable.
-Yo he visto pasar muchos jefes -dijo a su jefe en esa ocasión-, y estoy seguro
de que usted va a ser uno más que pase, pero yo todavía me quedaré. Ganaré
poco, pero me quedo.
Al día siguiente, su nuevo jefe lo llamó y le dijo que se hiciera cargo de la caja
chica "de la forma inteligente como tú me has dicho que sabes". Crescencio
introdujo la caja chica a la computadora y logró tener todos los vales al minuto.
Hacía los asientos contables en el computador y ya
ni siquiera necesitaba papel.

El jefe pidió aumento de sueldo para Crescencio al jefe de Personal, pero éste
se lo negó. El jefe se encontró ante un dilema: "Pelearse con el jefe de
Personal o quedarse con un empleado insatisfecho”. Fue hablar con el gerente
general, pero no pudo conversar sobre el tema.
Llegado el fin de mes, el jefe dijo a Crescencio que para poder solicitar un
aumento para él tenía que presentar una evaluación. Le mostró la que estaba
haciendo y le pidió su conformidad. Crescencio estuvo de acuerdo
-Yo no sé cómo has sido antes, Crescencio -le dijo- ¿Qué te parece si nos
trazamos objetivos y vemos si hasta fin del próximo mes los cumples? Por
ahora no puedo pedir que te aumenten de sueldo, dentro de un mes veremos
qué pasa.
De esa manera el jefe ganaba tiempo para tomar una decisión. Al cabo de ese
mes Crescencio logró sus objetivos, pero a todo el personal le aumentaron
20% mientras que a él le correspondió mucho menos.
Para compensar este malestar de Crescencio, el jefe le dijo:
-Haz un vale de taxi para ti. Todos los días vas al banco y regresas.
-Pero no puedo ir al banco fuera de horas de trabajo -le contesto Crescencio
-No vas a ir a ninguna parte, Crescencio. El vale es sólo para compensar la
injusticia cometida por el jefe de Personal.
Al cabo de un mes, Crescencio cobró un aumento similar al anterior y su jefe le
propuso que él mismo sugiriera que más podia hacer para merecer un aumento
acorde con el del resto del personal.
Crescencio le contestó que para facturar el sólo necesitaba dos horas diarias -y
se lo demostró, el resto del día lo pasaba ayudando a sus compañeros. Le
dieron el aumento y Crescencio empezó a sentirse "por las nubes". Cambió su
forma de vestir y su semblante: era otro. Ya no era un renegado y empezó a
generar dependencia hacia él. Al segundo mes le otorgaron otro aumento y se
sintió feliz. Al tercer mes, su jefe fue enviado al extranjero a capacitarse.
A su retorno, el jefe encontró todo abandonado. Crescencio estaba totalmente
desmotivado, y en el departamento ya no lo respetaban. ¿Que había sucedido?
El nuevo jefe no quiso involucrarse y decidió evaluar a Crescencio con el jefe
de Personal, quien recomendó una mala evaluación y ningún aumento.
Crescencio fue lapidado. El jefe pensaba "...y ahora qué hago, yo lo levanté y
ahora lo encuentro así"; era una lucha contra el sistema.
El jefe dispuso que cada área llevara una caja chica, con la intención de que
cada jefe -sobre todo el de Personal- realizara su liquidación cada tres días. No
lo pudieron hacer y se dieron cuenta de que esa labor no era fácil. Tuvieron
que reconocer las habilidades de Crescencio y le retornaron la caja chica.
Como el jefe había ido a la casa matriz, ya tenía poder dentro de la empresa.
Crescencio le estaba muy agradecido y le dijo -con el corazón en la mano, que
se quedaría allí mientras él estuviera de jefe, porque en realidad no necesitaba
trabajar. Era cierto, Crescencio demostró a su jefe que era accionista de tres
empresas y asesor de otras dos. Le explicó que su desesperación por irse a las
cinco de la tarde se debia a que tenia que atender las empresas que le
generaban suficientes ingresos como para no trabajar, y que se quedaba en la
compañía sólo porque quería recuperar su orgullo que allí había sido
pisoteado.
El jefe se quedó perplejo porque resultaba que Crescencio le podía dar trabajo
a él mismo. Entonces se dijo "...y ahora qué hago, tengo un empresario acá y
no sé qué hacer". Por otro lado, el jefe de Personal era una guapa y joven
mujer que no quería saber nada acerca de una promoción o aumento para
Crescencio.

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