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TRASTORNOS ASOCIADOS A NECESIDADES BIOLOGICAS Y ADICCIONES

Trastornos del sueño en la niñez


Los trastornos del sueño en la niñez suponen un problema de salud pública por su prevalencia.
La proporción de niños que los padecen de forma transitoria es muy elevada, pero además se
estima que hasta el 30% de la población infantil tiene alteraciones crónicas del sueño y los
pacientes con patología neurológica tienen mayor riesgo de padecerlos (Stores y Wiggs 2001). El
sueño es un estado fisiológico activo cuya ausencia o alteración produce efectos adversos
significativos. La deprivación o la mala calidad del sueño en el niño repercute en el rendimiento
escolar y en estado de humor (Meijer et al 2000) y la alteración crónica puede tener también
repercusiones físicas, especialmente fallo de medro, por lo que es importante diagnosticar el
trastorno a tiempo y realizar el tratamiento adecuado.
CLASIFICACIÓN
La Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño Revisada (CITS-R) proporciona un
esquema homogéneo para la clasificación de los trastornos del sueño en el niño y el adulto. Es
preciso conocer que los trastornos del sueño en el niño son diferentes a los del adulto en
frecuencia, causas y consecuencias:• Los patrones y necesidades del sueño cambian
evolutivamente y hay que tener en cuenta variaciones interindividuales y culturales.• Los
trastornos más frecuentes hacen referencia al hábito del sueño.• Hay factores causales y del
tratamiento que dependen de los padres y no del niño.• Los efectos de la falta o mala calidad del
sueño tienen repercusiones sobre el des-arrollo cognitivo y físico del niño.• Las apneas del
SAOS son menos perceptibles que en el adulto, con mayor frecuencia son hipopneas y pueden
no acompañarse de ronquido. Su causa y tratamiento difieren de los del adulto.• La irritabilidad e
hiperactividad son síntomas más frecuentes de la deprivación de sueño que la somnolencia• El
tratamiento es eficaz en la mayoría de los trastornos del sueño en el niño.
DIAGNÓSTICO
La herramienta más útil para el diagnóstico de los trastornos del sueño en el niño es la recogida
adecuada de datos mediante la historia clínica. Para hacer una anamnesis útil es imprescindible
conocer la patología más frecuente en el niño y reconocer los síntomas. La historia permite
diagnosticar la mayoría de parasomnias y disomnias extrísecas.
hasta en el 10% de la población infantil. En ese caso es preciso acudir a otros exámenes
complementarios, como la polisomnografía (Brietzke et al 2004).El despistaje de la patología del
sueño en el niño debería realizarse en las revisiones periódicas de puericultura. Hay cuatro
preguntas básicas cuya respuesta positiva permite sospechar la existencia de un problema y
exigen continuar la indagación. Deberá entonces realizarse una historia clínica más detallada,
para la que pueden ser de ayuda algunos cuestionarios sobre la conducta del sueño. El Pediatric
Sleep Questionnaireha sido validado en población española en su versión reducida y está
traducido en su versión completa (Tomás Vila et al 2007).
Los trastornos del sueño o desórdenes del sueño (también conocidos con el nombre
de enfermedades del sueño o incluso trastornos del dormir, según el país hispano hablante de
que se trate) son un amplio grupo de padecimientos que afectan el desarrollo habitual del ciclo
sueño-vigilia. Algunos trastornos del sueño pueden ser muy graves e interferir con el
funcionamiento físico, mental y emocional del individuo.
Descripción breve de los trastornos del sueño más frecuentes en la niñez
Narcolepsia se caracteriza por somnolencia y episodios incoercibles de sueño de aparición
súbita. Asocia cataplexia (pérdida súbita y bilateral del tono muscular en situaciones
emocionales intensas) y otros fenómenos de sueño REM, como las alucinaciones hipnagógicas o
la parálisis del sueño. Se diagnostica con el test de latencias múltiples. Síndrome de apneas
obstructivas del sueño (SAOS): episodios repetidos de obstrucción de vías respiratorias
superiores, generalmente acompañados de desaturación de oxígeno sanguíneo. El diagnóstico de
certeza se realiza con polisomnografía.
Síndrome de movimientos periódicos de las piernas: episodios periódicos de movimientos
estereotipados de las extremidades, generalmente las piernas, que ocurren durante el sueño.
Trastorno ambiental del sueño: alteración del sueño producida por un factor del entorno
(ruido,luz, temperatura) que lo impide o dificulta.
Trastorno del establecimiento de límites: alteración del sueño del niño caracterizada por el
rechazo a irse a la cama en el momento adecuado, con fallo por parte del cuidador en el modo de
inducir al niño a hacerlo.
Trastorno de las asociaciones al inicio del sueño: se produce cuando el sueño se altera por la
ausencia de un objeto o circunstancias que el niño asocia con el inicio del sueño. El problema se
acentúa cuando se asocia el inicio del sueño con la actuación o presencia del adulto.
Retraso de fase de inicio del sueño: trastorno del ritmo circadiano del sueño con incapacidad de
conciliarlo a horas convencionales, lográndolo más tarde, con dificultad para despertarse a las
horas convencionales.
Despertares confusionales: estado de confusión, con desorientación temporoespacial al
despertar, generalmente de sueño profundo, en la primera mitad de la noche. Ocurren en casi
todos los niños menores de 5 años y el curso es generalmente benigno.
Sonambulismo: conducta compleja que incluye generalmente caminar, que se inicia durante el
sueño lento, por lo que es más frecuente en el primer tercio de la noche. Es más prevalente entre
los 4-8 años y el curso suele ser benigno
Terrores nocturnos: despertar brusco que se produce desde fases 3 ó 4 de sueño lento
acompañado de grito y síntomas vegetativos y conductuales de miedo intenso. Suelen ocurrir en
el primer tercio del sueño nocturno y la persona no recuerda el episodio.
Movimientos rítmicos del sueño: conjunto de conductas estereotipadas con movimientos
repetitivos de tronco, cuello, cabeza que ocurren inmediatamente antes de iniciar el sueño y se
mantienen durante el sueño ligero. Es frecuente en lactantes y niños hasta el 2º-3er año de vida,
pero puede persistir hasta la edad adulta en algunos casos.
Somniloquia: emisión de palabras o sonidos durante el sueño sin conciencia subjetiva del
evento.
Pesadillas: Sueños que producen sensación de miedo al sujeto que los padece y que
generalmente lo despiertan desde sueño REM, por lo que son más frecuentes en la 2ª mitad del
sueño nocturno.
Enuresis: micción involuntaria recurrente durante el sueño que persiste más allá de una edad en
la que hay madurez para controlarlo (5 años), en ausencia de otra trastorno urológico, médico o
mental que lo justifique.
Mioclonías del sueño: contracciones sincrónicas de las extremidades o del tronco que ocurren
durante el sueño tranquilo en neonatos.

Somnolencia durante el día


Es la forma más habitual de hipersomnia. Este trastorno se caracteriza por una somnolencia más
o menos permanente, en el cual, el paciente se queja de no estar nunca verdaderamente despierto
o de estarlo en muy pocas ocasiones. Duerme largos períodos durante el día, y, cuando se
despierta, se encuentra en un estado de somnolencia aún más evidente, en algunos casos, que
antes de dormirse; experimenta este sueño como no reparador. Por la noche, duerme largo
tiempo y se despierta tarde y con dificultad. El paciente tiene la impresión de funcionar «con
radar»; piensa y habla lentamente. A veces, su conducta resulta inadecuada. También puede
sufrir dolor de cabeza o accesos de calor.
Desafortunadamente, es una enfermedad que si no es detectada a tiempo puede causar un grave
daño en su aspecto social y familiar, ya que su convivencia disminuye, así como su desarrollo
escolar y laboral, pues no capta de la misma manera la información.
Otros trastornos del sueño
Hipersomnia idiopática: Se trata de una alteración en el curso de la cual el paciente, además de
dormir durante la noche, duerme de 1 a 4 horas durante el día.
Hipersomnia recurrente: Es un trastorno menos frecuente que el anterior. Se caracteriza por
episodios de sueño de 18 a 20 horas durante 3 a 10 días, en los cuales el paciente no se levanta ni
para comer.
Insomnio idiopático.: Esta forma de insomnio es bastante infrecuente; puede manifestarse desde
el nacimiento. Se debe a un trastorno neurológico del sistema de control vigilia/sueño
(hiperactividad del sistema de despertar, hipoactividad del sistema de regulación del sueño).
Generalmente los pacientes acuden al médico por tres razones principales:
 incapacidad crónica para dormir adecuadamente durante la noche;
 fatiga crónica;
 una manifestación conductual anormal en el sueño mismo
En la evaluación y posterior diagnóstico es importante seguir un registro cuidadoso de la historia
del paciente, donde la estimación del paciente, y la de los compañeros de cuarto es esencial para
el diagnóstico.
Las personas privadas del sueño se vuelven agresivas, y sufren episodios de alucinaciones,
olvidos y delirios.
Otros Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) engloban varias enfermedades crónicas y
progresivas que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad
consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que prevalece una alteración o
distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie
de valores a través de una imagen corporal.
Vigorexia
La vigorexia es un trastorno caracterizado por la preocupación obsesiva por el físico y
una distorsión del esquema corporal (dismorfofobia) que puede presentar dos manifestaciones: la
extrema actividad del deporte o, la ingesta compulsiva para subir de peso ante la percepción de
estar aún demasiado delgado. Aunque los hombres son los principales afectados por
la vigorexia, es una enfermedad que también afecta a las mujeres.
Implica una adicción a la actividad física (especialmente a la musculación): los vigoréxicos
suelen realizar ejercicio físico excesivo, a fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo
normal, pues de lo contrario se sienten débiles o enclenques. A esta exigencia se suma
un trastorno en la alimentación que se hace patente en una dieta poco equilibrada en donde la
cantidad de proteínas y carbohidratos consumidos es excesiva, mientras que la cantidad
de lípidos se reduce. Esto puede ocasionar alteraciones metabólicasimportantes, sobre todo
cuando el vigoréxico consume esteroides (que ocasionan cambios de humor repentinos), además
de diarrea instantánea.
Megarexia
La megarexia es un trastorno opuesto a la anorexia nerviosa. Descubierto y denominado
«megarexia» por el Dr. Jaime Brugos (PhD), en su libro Dieta isoproteica (editado en 1992) y
ampliado en su libro Isodieta (en 2009). Suelen ser personas obesas que se miran al espejo y no
lo perciben; por eso no hacen ninguna dieta; por eso se atiborran decomida basura (calorías
vacías). Ellos se perciben sanos. Son en cierta forma, personas obesas que se ven delgadas a
causa de la distorsión de la percepción que caracteriza a los trastornos alimentarios, cuando la
desnutrición que padecen (son obesos desnutridos por falta de nutrientes esenciales en su
alimentación), llega a afectar a su cerebro, momento en el que, como sucede con la anorexia, su
trastorno alimentario se convierte en una grave enfermedad.
Consideran que el exceso de peso es sinónimo de fuerza y vitalidad. Comen de todo y en
cantidades abismales, pero muy pocos "nutrientes esenciales" y una altísima proporción
de azúcares, féculas, almidones, etc. Comida basura, dulces, frituras, alimentos grasos, postres,
etc. son algunos de los platos principales en la dieta de los megaréxicos (de los que padecen
megarexia, megarexia no es la persona, es su enfermedad).
Permarexia
Afecta a las personas que al estar obsesionadas con el sobrepeso y con el miedo a engordar se
someten a dietas permanentes (de bajo contenido calórico, ya que su principal obsesión son las
calorías que aportan los alimentos) y que podrían terminar padeciendo anorexia o bulimia en un
futuro más o menos cercano. No se preocupan solo de ingerir productos saludables, sino que su
atención se centra en el valor energético de los alimentos. Además no llegan a extremos como
dejar de comer o recurrir al vómito, ni a la utilización de fármacos, diuréticos o laxantes, pero su
obsesión les lleva a serias descompensaciones en el organismo.

 El perfil de las personas que padecen esta enfermedad es el siguiente:

1. Baja autoestima
2. Autoexigencia
3. Relaciones sociales inestables
4. Problemas emocionales
5. No reconocen su enfermedad
6. Preocupación por conocer y llevar a cabo varios tipos de dietas
7. Obsesión constante por las calorías que poseen los alimentos (controlan cada alimento que
comen y miran en el envase las calorías que contienen)
8. Nunca terminan de estar a gusto con su físico
9. Suelen presumir de entender mucho de nutrición para justificar que siguen esas dietas por
motivos de salud
Las consecuencias de este trastorno alimenticio son el mal funcionamiento de la
glándula tiroides, acelerándola y desembocando en hipertiroidismo. Otras enfermedades que
pueden surgir son la hipoglucemia, trastornos digestivos variados como úlceras gástricas o
estreñimiento y alteraciones nutricionales debidas a la falta de vitaminas, proteínas,
minerales e hidratos de carbono.
Ebriorexia
Este trastorno consiste en dejar de comer para compensar las calorías obtenidas luego del
consumo de alcohol. Suele darse en personas entre los 18 y 30 años. Además del abuso de
bebidas alcohólicas, la ebriorexia se conjuga con otras conductas dañinas como realizar
“atracones”, para luego provocarse el vómito. De allí que se afirme que es una extraña mezcla
entre anorexia, bulimia y adicción al alcohol.

 Los síntomas son:

1. Consumo de alcohol. Es desmedida y generalmente se hace a escondidas.


2. Atracones. Debido a la ausencia de calorías para brindarle al cuerpo la suficiente energía para
funcionar adecuadamente. Quien padece de ebriorexia suele tener atracones de comida.
3. Hinchazón de la cara y deterioro físico. Esto es un efecto de la inducción del vómito.
4. Características específicas de la bulimia y anorexia. Las personas que padecen de ebriorexia no
suelen consumir alimentos delante de las personas, tienen una autoimagen desvalorizada, y
tienen miedo al aumento de peso.
5. Pérdida de cabello y problemas dentales. Debido a la ausencia de vitaminas y a la incitación del
vómito.
6. Debilidad corporal y mal aspecto de la piel. También debido a la mala alimentación.
7. Conductas de aislamiento social y agresividad.
8. Pérdida de conciencia o desmayos.

 Las consecuencias son

1. daños cognitivos como el deterioro de las neuronas


2. dificultad en la concentración
3. Pérdida de la capacidad de estudiar
4. Alteraciones en la actividad de los neurotransmisores
5. Problemas a la hora de tomar decisiones
6. Comportamiento arriesgado y/o violento
7. Daños en los órganos vitales a edades
8. Enfermedades crónicas.
9. Problemas gastro-intestinales
Otros trastornos

 Ortorexia: Es aquel trastorno donde la persona come alimentos que ella considera saludables,
pero que en realidad no lo son.
 Pica: ingestión de alimentos no comestibles.
 Diabulimia: el enfermo de bulimia, también diabético, manipula las dosis de insulina que debe
inyectarse, para adelgazar o compensar los atracones. Aparte de las complicaciones de la
bulimia, se añaden las complicaciones mortales a medio plazo, de no inyectarse las dosis
correspondientes.
 Hiperfagia: Exceso de comida, llegar a consumir grandes cantidades de alimentos seguido de
haberse alimentado adecuadamente.
TRASTORNOS FÓBICOS
La reacción fóbica es un síndrome caracterizado por la presencia de una o más fobias. Estas
fobias son temores exagerados frente a ciertos elementos del ambiente y surgen de
problemas emocionales inconscientes. Las fobias han sido calificadas como la neurosis
normal de la niñez que se produce en casi todos los niños, especialmente entre los 5 y 7
años de edad.
Muchos niños normales de cuatro cinco años de edad contraen fobias transitorias que no
pueden interpretarse como representativas de estados psicopatológicos graves, estas fobias
normales van perdiendo intensidad a medida que el niño los supera y avanza el período de
desarrollo. El niño que padece fobia psiconeurótica típica son más numerosas, más
prolongadas o más exageradas de lo normal. Para calificarlo como fobia, el miedo debe
tener un carácter exagerado que exceda en gran medida las expectaciones realistas (Finch,
1970).
Cobos (1972) señaló que las manifestaciones fóbicas son muy frecuentes en la niñez y
abarcan una escala muy amplia de posibilidades. En el extremo más cercano a la
normalidad, la manifestación fóbica se confunde con los temores infantiles, elementos
considerados normales dentro de ciertos límites relacionados con la edad. La manifestación
fóbica puede alcanzar grados variados de intensidad más o menos bien catacterizados.
La situación fóbica puede agravarse hasta el punto de hacer del niño un verdadero inválido.
En algunos casos el niño afectado de una fobia trata de evitar la situación temida, esto se
pueda dar por que no ha sido capaz de alcanzar la situación deseada y por miedo a la
situación o repetición de todo el proceso.
En 1977, Duche conceptualizó que las fobias se caracterizan por el temor a cosas, personas,
seres o situaciones que en sí misma no son peligrosas, a diferencia del adulto, y por su
inexperiencia, casi no puede comprender el carácter absurdo, injustificado, de este temor. A
esta edad todo puede ser fobógeno.
Los miedos se manifiestan en forma de síntomas aislados, a menudo pasajeros, a veces
repetitivos que plantean el proceso patológico en vías de estructuración. Las fobias están
centradas esencialmente en miedos que aparecen de un objeto o de una situación
habitualmente caracterizada. El niño es consciente de estos miedos y trata de dominarlos
mediante conductas de evitación y de huida o comportamientos denominados anti - o
contrafóbicos (Lang, 1985).
En las fobias, la angustia se concentra sobre personas, cosas o situaciones que se convierten
en un temor paralizante. Las fobias infantiles son bastantes frecuentes si se manifiestan con
carácter leve y de forma transitoria que pueden ser respuestas normales a algunos miedos.
El contacto con el objeto o situación fóbica desencadena un ataque de angustia y el niño
tiene a desarrollar conductas de evitación; en el niño algo mayor surgirá un sentimiento de
vergüenza o culpabilidad, que le llevará a adoptar conductas de ocultamiento de su
problema ante los demás (Lluis, 1986).
Las fobias disminuyen con la edad. Casi la mitad de los niños experimentan alguna fobia
identificable entre los 6 y 12 años de edad. Los niños al nacer muestran respuestas de
miedo pronunciado ante un ruido fuerte y repentino, a los seis meses presenta miedos a los
movimientos repentinos en su periferia y a las alturas, en los siguientes seis mese de vida
desarrollan el miedo a los extraños, al primer año de edad a la novedad y hacia los 4 años
de edad miedo a seres imaginarios, a la oscuridad, a estar solos y a las pesadillas. Las
verdaderas fobias de los niños parecen relacionarse con exigencias de rendimiento fuera de
casa (Ollendick y Hersen, 1986).
A veces los miedos infantiles no son fáciles de explicar. Muchos padres saben que no hay
que asustar a los niños en vano, los miedos infantiles aparecen incluso en los niños
cuidadosamente protegidos ante cualquier amenaza, sin que sea posible que tenga una
experiencia desagradable primaria cuya reaparición fuera temida por el niño.
Shirley señaló que así se le considere a la fobia como una reacción de miedo condicionado,
o como el desplazamiento del miedo a un objeto o a una situación específica hacia otra
situación más inofensiva o como la concretización de situaciones generales son productores
de ansiedad (véase en De Ajuariaguerra, 1993).
En relación con la fobia, el sujeto adulto o niño, tienden a utilizar una estrategia defensiva,
siempre idéntica o variable. En la mayoría de los casos, las fobias se atenúan o desaparecen,
al menos en apariencia, hacia los 7 y 8 años. La actitud del medio tiene un papel
predominante en la fijación o no de estos comportamientos. A menudo uno de los padres es
fóbico a su vez que con su excesiva comprensión o con actitud provocadora ayuda a
organizar la conducta patológica del niño (De Ajuriaguerra et al, 1986).
TRASTORNOS OBSESIVOS – COMPULSIVOS
Puede aparecer en niños y en adultos. Las obsesiones son pensamientos insistentes y
desagradables que ocurren en el niño a pesar de sus intentos por combatirlos. Las
compulsiones sin gestos o rituales mágicas repetitivos que el niño realiza para prevenir
algún peligro imprevisto desconocido; el niño que cree que evita alguna catástrofe se
realiza estos movimientos o rituales específicos. Las obsesiones y compulsiones están
emparentadas con la superstición, que es la creencia en la magia (Finich, 1970).
Muchos niños con trastornos emocionales exhiben síntomas obsesivo compulsivo que no se
dignifican con tal nombre, ya que el niño raramente adquiere la rigidez del neurótico
adulto. Ordinariamente la obsesión única, en el niño, es considerada como terror morbido y
la compulsión simple es tomada como un trastorno de los hábitos. En el estado obsesional
el paciente se ve amenazado, contra su voluntad, a tener pensamientos que le son
desagradables pero de los cuales no se puede librar. El estado compulsivo, en
contraposición, encierra una acción directa, el sujeto siente la necesidad de ejecutar una
serie de actos determinados; el niño compulsivo esta claramente consciente de que su
conducta es completamente absurda (Cobos, 1972).
El obseso es consciente del carácter patológico de los desórdenes que la atacan; pero no
puede con ellos. En el niño se observan muy precozmente ciertos juegos cuyo carácter
obsesivo es evidente, y que son muy importantes para su desarrollo, uno de ellos consiste
en hacer caer un objeto para que su madre se lo devuelva a dar, y así sucesivamente
(Duche, 1977).
La neurosis obsesivo es muy frecuente en los niños pequeños, pero el llamado obsesivo –
compulsivo se ha observado en niños entre los seis y los diez años, aumentando su
incidencia en la pubertad y la adolescencia. Los niños obsesivos son perfeccionistas,
ordenados y meticulosos en exceso, están sujetos a un rígido autocontrol y presentan rasgos
compulsivos como ritualizaciones en la limpieza, repetición de tareas, etc. (Lluis, 1986).
Las repeticiones, perseveraciones y conductas rítmicas son un placer normal de los niños
pequeños y encajan en los recuerdos más primarios de sus padres; estas conductas son casi
instintivas en los niños pequeños. Debido a la alta densidad de esta conducta obsesiva; esta
muy predispuesto a iniciar alguna forma de conducta repetitiva (Ollendick et al, 1986).
Las características esencial consiste en la presencia de obsesiones o compulsiones de
carácter recurrente que consumen mucho tiempo y causan un deterioro notable o malestar,
importante. Es más frecuente en los niños y adolescentes de lo que se creía con
anterioridad. Durante la adolescencia; el trastorno presenta una frecuencia igual en ambos
sexos. En los niños de menor edad es ligeramente más frecuente en el sexo masculino; este
trastorno se caracteriza por un curso oscilante, con unos síntomas que se agravan con
el estrés.
 TRASTORNOS HISTÉRICOS
En los niños, las manifestaciones histéricas no suelen conjugarse como un cuadro clínico
unitario, lo que hace dificultar su diagnóstico. La neurosis histérica se caracteriza por
diversas manifestaciones somáticas, sin causa orgánica verificable; se registran en
ocasiones alteraciones de la consciencia (alucinaciones, desmayos, etc.), como los
trastornos sensoriales (ceguera), motores (parálisis, tic) etc. La histeria infantil prevalece en
niños de más de siete años, con una mayor frecuencia a partir de los nueve a diez años, y se
trata en general de sujetos muy sugestionables muy sensibles, inseguros y dependientes de
los padres en exceso (Lluis, 1986).
La histeria se manifiesta bajo diferentes formas clínicas, es más fácil reconocerla en el
adolescente que en el niño. Se habla más de niños histéricos que de histeria. Es difícil
hablar de histeria pura, porque se presentan algunos síntomas fóbicos por eso también se le
llama manifestaciones pre-histéricas.
Los caracteres histéricos aparecen como formaciones secundarias, de sobrecompensaciones
buscando ocultar los defectos parciales con la ayuda de aparatos lábiles y fácilmente
utilizables. El histérico hace más que representan la enfermedad, la vive trasfigurándola. El
histérico habla con su cuerpo, ya que para él es su instrumento (De Ajuriaguerra, 1993).
Al hablar de la histeria se debe distinguir entre los síntomas histéricos (conversiones, crisis,
fuga etc.) y los rasgos de la personalidad llamada histérica, cuya delimitación en el año y en
la vida en particular, es cuando menos imprecisa. Los síntomas histéricos son raros en el
niño, no parece haber prevalencia de uno a otro sexo en niños menores de 10 años, y la
frecuencia aumenta a partir de los 11 – 12 años, especialmente en los niños a partir de los
14 – 15 años; se puede encontrar sintomatologias histéricos parecidas a las halladas en el
adulto.
Cualquier niño enfermo obtiene beneficios de su enfermedad y por este comportamiento
aparecen cambios importantes en la familia. Si al niño que tiene la necesidad de ser amado,
atendido, pasando con rapidez de la risa al llanto y exigente de afecto se le considera
histérico, entonces cualquier niño entre los 3 y 5 años es histérico (De Ajuriaguerra et al,
1966).
 TRASTORNO DEPRESIVO
La reacción depresiva es un tipo de psiconeurosis que lo asocia con los adultos, también se
observan muchas manifestaciones depresivas en la niñez. Estas manifestaciones pueden
comenzar en la lactancia con una depresión infantil que se debe a la prolongada ausencia de
la figura materna; en los adultos y otros niños los prerequisitos son rigidez e infantilismo,
mucho de los depresivos no tienen noción del peligro, es así que los accidentes fatales de la
niñez surge de elementos depresivos no reconocidos en los niños; por lo general los adultos
tienden a atribuir dichos accidentes a la inexperiencia infantil, pero no se dan cuenta que el
niño se ha colocado voluntariamente en muchas situaciones que los niños de su edad
habrían evitado y por último le ocurrió un desastre (Finch, 1970).
El componente fisiológico, pérdida de peso, deshidratación, etc. , pueden ser síntomas de
depresión. La teoría del duelo ha puesto presente la pérdida del objeto que es representante
de la depresión, el cual presenta tres etapas, la de protesta, de desesperación y de
reparación. Si la pérdida del objeto ha sido transitoria el individuo contiene en sí mismo no
solamente su propia individualidad sino también la del objeto abandonado. En tales
condiciones el niño deprimido se siente insignificante y sin valor, como si hubiese perdido
lo más valioso de sí mismo.
La depresión puede llevar al niño al suicidio. Se ha considerado que el gesto suicida se da
con más frecuencia en las niñas que en los niños, debido a la presencia de un trastorno
emocional, porque no son amados o por tener un sentimiento de culpabilidad. La depresión
está considerada entre las diez causas más importantes de la muerte (Cobos, 1972).
La depresión es propia de los niños de corta edad sujetos de carencias afectivas. Los
trastornos depresivos pueden producirse en sujetos propensos a raíz de las crisis
de identidad propia de la adolescencia. La evolución normal del niño comporta una serie de
pérdidas y renuncias a objetos placenteros, para acceder a otros más elaborados. Lo que
diferencia al niño normal del depresivo es que éste reacciona frente a tales pérdidas con una
actitud de excesiva resignación que demuestra dificultades para canalizar su agresividad y
que acaba convirtiéndose en abulia, apatía y autodesprecio (Lluis, 1986).
La depresión puede ir acompañada con una gran variedad de trastornos físicos y psíquicos.
Abdreasen (1982) señaló que la depresión gira con el entorno afectivo (Consúltese en
Cantwell y Carlon, 1987).

Algunos trastornos de aprendizaje


Apraxia
Alteración de la capacidad de realizar con destreza movimientos voluntarios, coordinados.
Este trastorno es provocado por alteraciones graves de la organización psíquica que consiste
en movimientos simétricos asociados.
Se presenta cuando los movimientos del niño son lentos y mal coordinados; también si no
puede reproducir figuras gráficamente o con el gesto y cuando hay una desorganización del
esquema corporal.
Se manifiesta por la dificultad de imitar gestos simples o complejos y el desconocimiento
de las partes de su cuerpo.
Para su tratamiento de sugiere la utilización de ejercicios motores frente a un espejo,
imitando al terapeuta, quien en casos muy severos puede usar abatelenguas o manipular los
labios del enfermo, para tratar de acomodarlo en la posición correcta.
Afectan especialmente al aprendizaje de la escritura y de la geometría. Ambos aspectos
solo pueden manejarse a partir de un cierto grado de la organización de la motricidad.
Dispraxia
Según el vademécum la dispraxia es una debilidad motriz generalizada o circunscrita a ciertas
habilidades. Si además existe algún problema en el área buco-linguo-facial puede haber
trastornos en el lenguaje. Dispraxia se le llama algunas veces al "síndrome de niño torpe". El
niño (o adulto) con dispraxia puede ser crónicamente torpe, o propenso a accidentes, y también
puede ser de movimientos motores muy pobres. Por ejemplo, al niño se le puede dificultar
mucho tomar un lápiz entre sus dedos y batallar tremendamente con la escritura. Precisamente
por su pobre coordinación motriz, el niño también pueda encontrarse con que le es imposible
andar en bicicleta o agarrar una pelota.
Los síntomas asociados a la dispraxia suelen ser los siguientes: equilibrio pobre, postura
torpe, pobre coordinación manos-ojos, falta de ritmo, torpeza, dificultades en motricidad fina,
falta de coordinación, dificultad para expresarse por escrito, dificultad en concentración,
dificultad para procesar información, pobres habilidades de organización, pobres habilidades
sociales, cansancio extremo, dificultad para realizar multiples tareas.
Alexia
Es una alteración de la comprensión de letras, sílabas, palabras y frases, no obstante es más
importante el trastorno de la identificación de letras que palabras, cuando la lectura es posible
es una lectura global.
Esta desorganización funcional origina el hecho de que, contrastando con la relativa
facilidad para la escritura espontánea y al dictado, el paciente no puede leer su propia
escritura.
La escritura espontánea del paciente presenta numerosos errores de ortografía y sintaxis,
mostrando la naturaleza de los trastornos que han afectado los valores simbólicos del código
gráfico y sus valores semánticos.
El paciente presenta una perturbación importante del reconocimiento de palabras y frases,
mientras que la identificación de las letras aisladas aparece más conservada.
El tratamiento de ésta tiene por objeto hacer recordar al paciente el procedimiento e
interpretación de los símbolos gráficos de lenguaje que ya ha olvidado.
El afectado puede ser incapaz de deletrear la palabra que acaba de leer correctamente de
manera global, este a su vez duda, vacila y puede emitir la palabra deformada, o sustituirla por
otra con relación conceptual con la palabra correcta.
Agnosia
Incapacidad de reconocer cosas y personas, a pesar de funcionar bien los órganos sensoriales.
Es causado por falta de atención y poco nivel mental. Este trastorno se manifiesta cuando
un niño es incapaz de recordar o dar un significado, no lo comprende.
Se ayuda al paciente a recordar y afianzar las asociaciones mentales que dan al lenguaje
oral un significado, concepto e interpretación.
En sí, si no se trata, puede producirse una alteración al querer reconocer ciertas palabras,
siempre y cuando en el tratamiento se relacionen la lectura con escritura para lograr superarlo.
Agrafía
Trastorno caracterizado por la organización de las capacidades para la expresión escrita,
exceptuando los trastornos puramente motores, que lógicamente interfieren en la escritura.
Imposibilita la comunicación por escrito, con independencia del nivel mental y de los
antecedentes escolares.
Este trastorno, muy a menudo se presenta asociado con trastornos afásicos. Puede ser innata
o adquirida.
El aprendizaje de la escritura en el niño se dificulta, pues se tendrán que formar centros
psicomotores en el lado opuesto a los que funcionaban antes de su enfermedad.
A través de la reeducación de la escritura, se van a fijar nuevamente los modelos de los
mecanismos motokinestésicos y mentales que deben funcionar durante la realización de este
acto.
Por lo que toca a las técnicas aplicadas a este fin, hay que contar con la imposibilidad física
de muchos pacientes para usar su mano derecha, debido a la hemiplejía que padecen.
Discalculia
Problemas para la ubicación de los números dimencionales. Es un trastorno que proviene de
dificultades específicas en el aprendizaje del cálculo. Se desempeña mal en aritmética, no
comprende la explicación oral del maestro, los problemas que se plantean y las instrucciones
del caso.
El origen de esta trastorno generalmente se atribuye a déficit verbales, espaciales,
secuenciales y cognitivos. Como en el caso de disfasias y dislexias, la discalculia puede ser
adquirida o del desarrollo.
Se manifiesta por un debilitamiento o pérdida de la capacidad de calcular, manipular los
símbolos numéricos o hacer operaciones aritméticas simples.
Las perturbaciones del pensamiento cuantitativo o discalculia, abarcan la comprensión de
los propios principios matemáticos. El niño logra leer y escribir, pero no calcular.
La discalculia está asociada con un cierto tipo de disfunción neurológica que interfiere con
el pensamiento cuantitativo.
Disfasia
Es una alteración grave del desarrollo sintáctico y conceptual del lenguaje. Suele acompañarse
de dificultades articulatorias y semánticas, y tiene una grave repercusión sobre el aprendizaje
escolar. Debe remitirse al especialista sin demora.
Falla la correcta integración de los fonemas que componen una palabra, su ordenación,
sucesión y calidad, de lo que resulta un lenguaje bien construido gramaticalmente pero que
cuesta de entender.
No suele acompañarse de errores sintácticos y cede hacia los cinco años. Si no es así será
necesario un tratamiento.
Disfunción cerebral mínima o lesión cerebral mínima
Existe una alteración funcional, como trastornos del aprendizaje como irritabilidad,
hiperestesia, tendencia a la convulsión. Es el comportamiento anormal o imperfecta de un
órgano.
Es causado por desempeño neurológico subóptimo (por debajo de lo normal) que pudiera
causar deterioro dentro de las áreas del funcionamiento cerebral, se producen manifestaciones
de dos tipos: abiertas o grandes y limítrofes o mínimas.
Se manifiesta principalmente si el niño manifiesta signos abiertos, es prueba sólida de
disfunción cerebral; la presencia de signos limítrofes no se considera suficiente para ese
diagnóstico. Al igual si muestra ataques epilépticos, movimientos torpes, poco lapso de
atención, perseverancia y berrinches.
Según el grado de los trastornos, estos pueden variar de mínimo a grave, y precisamente
una gran mayoría de los problemas de aprendizaje corresponde a manifestaciones limítrofes o
mínimas, razón por la que se asegura que la disfunción cerebral mínima es una causa primaria
probable de este tipo de dificultades.
La memoria defectuosa para formas o trazos, el concepto espacial defectuoso y la
inatención visual o táctil, corresponden a manifestaciones limítrofes dentro del área de función
cerebral sensorial; y por último, la epilepsia sin ataques, es una manifestación mínima dentro
del área convulsiva.
Dislexia
Dificultad para interpretar o generar el lenguaje, especialmente el lenguaje escrito. Es una
confusión que el niño presenta al escribir y se da, por ejemplo, en la posición de algunas
consonantes, confundiendo la d por la b o la p con q.
Déficit en la recepción, expresión y/o comprensión de la información escrita que se
manifiesta en dificultades persistentes para leer. Si bien no tiene causa orgánica, se observan
asimetrías entre los hemisferios del cerebro, siendo el izquierdo el que se encuentra más
deteriorado y es justamente el encargado de asociar el fonema al grafema correspondiente.
Esto último indica la dificultad de los niños disléxicos para poder leer. Existen dos tipos
diferentes de dislexia, que se diferencian por utilizar distintas estrategias para leer: perceptivo-
visual, y auditivo-lingüístico.
Disgrafía
Incapacidad de reproducir total o parcialmente rasgos escritos. Se trata de un trastorno en el
que el niño tiene fuertes dificultades para escribir inteligiblemente. Este problema suele tener
una base ansiosa aunque en ocasiones puede tratarse de una verdadera dispraxia: en estos
casos la dificultad motriz no sería simplemente "tensional", es decir, debida a un bloqueo
psicomotor de origen emocional, sino expresión de un bloqueo ideopráxico de base
neurológica.
Se recomienda la derivación de estos niños a un equipo multi profesional para diagnóstico
y seguimiento, desde el momento en que se observen dificultades de aprendizaje o trastornos
de conducta social y de relación.
Retraso mental
El retraso mental es un trastorno definido por la presencia de un desarrollo mental incompleto
o detenido, caracterizado principalmente por el deterioro de las funciones concretas de cada
época del desarrollo y que contribuyen al nivel global de inteligencia, tales como las funciones
cognoscitivas, las del lenguaje, las motrices y la socialización. El retraso mental puede
acompañarse de cualquier otro trastorno somático o mental. De hecho, los afectados de un
retraso mental pueden padecer todo el espectro de trastornos mentales y su prevalencia es al
menos tres ó cuatro veces mayor en esta población que en la población general. Además de
esto, los individuos con retraso mental tienen un mayor riesgo de sufrir explotación o abusos
físicos y sexuales.
La adaptación al ambiente está siempre afectada, pero en un entorno social protegido, con
el adecuado apoyo, puede no ser significativa en enfermos con un retraso mental leve. Puede
recurrirse a un cuarto carácter para especificar el deterioro comportamental presente, siempre
que no sea debido a un trastorno concomitante.

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