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SEGUNDA CATEQUESIS

LA CONSAGRACIÓN A MARÍA

¡ MUJER, AQUÍ TIENES A TUS HIJOS !

"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de


su madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al
ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su
madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí
tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió
en su casa"

1. QUÉ ES LA CONSAGRACIÓN

Consagrarse a María significa ponernos en sus manos, a su servicio y


disposición. Y Ella nos guiará hacia Jesús. Consagrarnos a Ella significa dejarse llevar
sin condiciones, sabiendo que Ella es el camino para llegar a Dios. Consagrarse a María
significa vivir permanentemente en su Inmaculado Corazón, y dejar que Ella actúe por
medio de nosotros; es vivir en unión total con María para que podamos llegar a decir:
Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí por medio de María. Por eso, un consagrado a
María debe confiar plenamente en Ella y dejarse llevar por Ella sin condiciones.

Consagrarse a María ha sido una práctica constante en la Iglesia, tanto para las
personas a título individual como para las familias, comunidades y naciones. Los Papas,
en varias ocasiones, en momentos claves de la vida de la Iglesia, han dado ellos mismos
el ejemplo de esta práctica. A ese respecto, he aquí lo que dijo el Papa Pablo VI:

“Y como este año celebramos el vigésimo quinto aniversario de la


consagración solemne de la Iglesia y del género humano a María, Madre de
Dios y a su Corazón Inmaculado, hecha por Nuestro Predecesor de santa
memoria, Pío XII, el 31 de octubre de 1942, con motivo del mensaje por radio
dirigido a la nación portuguesa, consagración que nosotros hemos renovado el
21 de noviembre de 1964, exhortamos a todos los hijos de la Iglesia a renovar
personalmente su propia consagración al Corazón Inmaculado de la Madre
de la Iglesia, y a poner en práctica este acto tan noble del culto llevando una
vida cada vez más conforme con la voluntad divina, dentro de un espíritu de
servicio filial y de santa imitación de su Reina del cielo”.

Por esto yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo.


Por eso tú eres mi señora, porque eres esclava de mi Señor.
Por esto yo soy esclavo de la esclava de mi Señor,
porque tú, mi señora, has sido hecha Madre de mi Señor.
Por esto yo he sido hecho esclavo,
porque tú has sido hecha Madre de mi Hacedor.
(San Ildefonso de Toledo)

2. ALGUNOS ASPECTOS DE LA CONSAGRACIÓN

María nos ha entregado a Jesús, el fruto bendito de tu purísimo vientre, el Verbo


hecho carne, el Redentor del mundo, quiso Jesús que ella nos condujese hacia él, al
hacerla Madre nuestra estando al pie de la cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”.

Al encomendarla al apóstol Juan, y con él a los hijos de la Iglesia, más aún a todos
los hombres, Cristo no atenuaba, sino que confirmaba, su papel exclusivo como
Salvador del mundo. María es el esplendor que no ensombrece la luz de Cristo, porque
vive en Él y para Él. Todo en ella es “Fiat”: Ella es la Inmaculada, es transparencia y
plenitud de gracia.

Con la confianza que brota de sabernos hijos suyos, los miembros del Movimiento
Familiar Cristiano y todas las demás familias que quieran acompañarnos, nos
reuniremos junto con nuestros Pastores en torno la venerada imagen del Pilar, buscando
su amparo, su materna protección e implorando su intercesión ante los desafíos ocultos
del futuro.

Con nuestra peregrinación queremos confiarle el futuro que nos espera, rogándole
que nos acompañe en nuestro camino. Somos hombres y mujeres de una época
extraordinaria, tan apasionante como rica de contradicciones. La humanidad posee hoy
instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un
cúmulo de escombros. Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las
fuentes mismas de la vida: Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral,
o ceder al orgullo miope de una ciencia que no acepta límites, llegando incluso a
pisotear el respeto debido a cada ser humano. Hoy, como nunca en el pasado, la
humanidad está en una encrucijada. Y, una vez más, la salvación está sólo y
enteramente en Jesucristo, hijo de María Virgen.

Vamos al Pilar, a la casa de la Virgen para pedirle que nos acoja y para también
nosotros acogerla en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ella a ser como su
Hijo. Vamos a decirle: ¡“Mujer, aquí tienes a tus hijos”!.

Nos ponemos en camino para confiar a sus cuidados maternos a nosotros mismos, a
nuestras familias, a la Iglesia y al mundo entero. Le pediremos que ruegue por nosotros
a su querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de
verdad que es fuente de vida. Pediremos que el Espíritu abra los corazones a la justicia y
al amor, guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un
firme deseo de paz. Le encomendaremos a todos los hombres, comenzando por los más
débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la
pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas que no tienen
trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad. Le encomendamos a las familias
rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

Ella es la Madre de Misericordia, que conoce los sufrimientos y las esperanzas de la


Iglesia, de las familias y del mundo, por eso, ayudará a tus hijos en las pruebas
cotidianas que la vida reserva a cada uno y hará que, por el esfuerzo de todos, las
tinieblas no prevalezcan sobre la luz. A ella, aurora de la salvación, confiaremos nuestro
camino para que bajo su guía todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y
único Salvador.

"A quien Dios quiere hacer muy santo,


lo hace muy devoto de la Virgen María".
(San Luis María Grignon de Montfort)

3. EL TESTIMONIO DE LOS SANTOS

A continuación ofrecemos dos breves textos de dos conocidos santos y del ya casi
Beato Juan Pablo II sobre la consagración a la Virgen y su poderosa intercesión.

3.1. San Bernardo

"¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este
mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar, no
quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!.

"Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de


las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María.

"Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la


ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, llama a María.

"Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de


tu alma, mira a María.

"Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la


vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio,
comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza, en los abismos de la
desesperación, piensa en María.

"En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a
María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir
los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud.

"No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si


en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que
temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara.

3.2. San Luis María Grignon de Monfort

Consagrarse a Jesús por María es escoger un camino de perfección. Nuestras


buenas acciones, por dignas que las creamos, quedan siempre imperfectas y manchadas,
indignas de que las mire y acepte Dios, ante quien no son puras las mismas estrellas (Jb
25,5).
Entreguemos a María nuestro obsequio para que ella lo purifique, santifique,
perfeccione, embellezca y haga digno de Dios.

Todos los haberes de nuestra alma son ante Dios, el Padre de familia, menos de
lo que sería para un rey la manzana agusanada que para pagar el arriendo le presentara
un pobre colono de su majestad. ¿Qué haría éste, si fuera listo y tuviera cabida ante la
reina? Acudiría a ella que, llena de bondad con el pobre campesino y de respeto para
con el rey, embellecería la fruta, quitándole lo dañado y colocándola en una bandeja de
oro, rodeada de flores. ¿Cómo no aceptaría el rey condescendiente y hasta gustoso, de
manos de la reina, el obsequio de su arrendatario?

Lo poco que puedas ofrecer a Dios, dice san Bernardo, ofrécelo por manos de
María, si no quieres ser rechazado.

¡Ah! Dios mío, ¡cuán poco es lo que hacemos! Pero cuánto aumentará el valor si
lo confiamos a María con plena disponibilidad. Ella tan generosa como es, conforme al
dicho popular, por un huevo te dará un buey, es decir, corresponde a nuestro obsequio
comunicándose del todo a nosotros con sus méritos y santidad. Colocará nuestros
presentes en la bandeja de oro de su amor, nos revestirá de Jesucristo como Rebeca a
Jacob con los vestidos de su primogénito. De suerte que, tras renunciar a nuestro
egoísmo y autosuficiencia para honrarla, nos encontraremos revestidos de dobles
vestiduras (cfr. Prov 37,21), es decir, de los méritos de Jesucristo y de María y seremos
para los demás como el buen olor de Jesucristo.

3.3. Juan Pablo II

San Luis María Grignion de Montfort constituye para mí una significativa figura de
referencia, que me ha iluminado en momentos importantes de la vida. Cuando trabajaba
en la fábrica Solvay de Cracovia siendo seminarista clandestino, mi director espiritual
me aconsejó meditar en el "Tratado de la verdadera devoción a la santísima Virgen".
Leí y releí muchas veces y con gran provecho espiritual este valioso librito de ascética,
cuya portada azul se había manchado con sosa cáustica.

Al poner a la Madre de Cristo en relación con el misterio trinitario, Montfort me


ayudó a comprender que la Virgen pertenece al plan de la salvación por voluntad del
Padre, como Madre del Verbo encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo.
Toda intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no está en
competición con Cristo, sino que deriva de él y está a su servicio. La acción que María
realiza en el plan de la salvación es siempre cristocéntrica, es decir, hace directamente
referencia a una mediación que se lleva a cabo en Cristo. Comprendí entonces que no
podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin dejar de cumplir la voluntad de Dios
trino, que quiso "comenzar a realizar" los grandes misterios de la historia de la
salvación con la colaboración responsable y fiel de la humilde Esclava de Nazaret.

Asimismo, ahora doy gracias al Señor por haber podido experimentar que la acogida
de María en la vida en Cristo y en el Espíritu introduce al creyente en el centro mismo
del misterio trinitario.

4. Para reflexionar y comentar en el equipo/grupo


- ¿Qué exige de nosotros la consagración a María? ¿Qué sentido descubrimos
en la consagración a Jesús por María?
- ¿Qué lugar ocupa María en la vida de fe de nuestras familias? ¿Cómo
vivimos en la familia nuestra devoción a la Virgen?
- ¿Cuál es el papel de la Virgen María en la obra de la salvación? ¿Qué
significado tiene eso para nuestra vida?
- Señala alguna idea que te ha llamado la atención de los textos prpuestos.
ORACIÓN

Queremos ser tu manto, María


para estar siempre cerca de tu Santo Pilar,
para vivir unidos a Cristo,
para vivir la fe, la esperanza y la caridad,
para hacer de nuestras familias columnas de la sociedad.
Queremos ser tu manto, María,
para que por nuestra vida y testimonio,
arropes y cobijes en tu amor,
a tantas familias que buscan ser,
esperanza y futuro de nuestra sociedad
testigos y trasmisoras de la fe.
Sí, María, Madre y Señora de las familias
queremos ser tu manto,
y acudimos a ti, con gozo y confianza,
porque sabemos que eres
madre y amiga que siempre espera,
consuelo e intercesora, faro y guía.
Las familias del Movi, venidas de toda España
desean ser tu manto para irradiar tu esperanza.
Acoge nuestro deseo, y muéstranos a tu Hijo,
para que todos nosotros vivamos en plenitud nuestro bautismo.
Que vivamos nuestra vocación al amor
sabiendo que tu primero, nos diste el modelo
de una vida abandonada en los planes del cielo.
Queremos ser tu manto,
vivir el silencio de Nazaret y hacer de nuestras familias
nuevos portales de Belén.
Queremos ser tu manto, María,
niños, jóvenes, padres y abuelos,
manto de experiencia y futuro
de sabiduría y oración
de solidaridad y educación
de entrega y comunicación.
Queremos ser tu manto, María
para estar unidos a tu Santo Pilar
para dejarnos habitar por Aquel que en tus entrañas
dijo SI al hombre y al amor
y al encarnarse en una familia
hizo de las nuestras
escuelas de humanidad, de fe y verdad.
Queremos ser tu manto, María,
para estar siempre cerca de tu Santo Pilar,
para vivir unidos a Cristo,
para vivir la fe, la esperanza y la caridad,
para hacer de nuestras familias columnas de la sociedad.

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