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EL HOMBRE EN LA SOCIEDAD1

YESID ARIZA OSORIO2

El hombre hace parte y está inmerso en un océano de vibraciones, vibraciones de carácter energético,
cultural, filosófico y conductual: el hombre, a través del proceso de socialización encuentra un lugar
en la maraña y amasijo de vibraciones, pues desde pequeño es acostumbrado a hacer parte de un
sistema. Lévi-Strauss (1979), expresa que la búsqueda de la proyección de lo social sobre lo
individual debe examinarse al fondo de las costumbres y de las conductas, pues en este campo nada
es fútil, ni gratuito, ni superfluo; la educación del niño está llena de lo que se llaman detalles, pero
que son esenciales, implicando que: miles de detalles inobservados, pero que deben ser objeto de
observación, componen la educación, cualquiera que sea la edad y el sexo.

Implicaciones como las de Lévi-Strauss (1979) y Mauss(1979), puede hacer penar que el grupo, en
este caso, la sociedad, tienen y usan algunos mecanismos para modelar el individuo a su imagen. De
hecho, puede hacerse una descripción e inventario de los usos que los hombres han hecho y hacen de
su cuerpo a lo largo de la Historia y en todo el mundo, trabajo que Mauss (1979) consideraba, a través
de los productos de la industria humana, textos orales o escritos para identificar las diferentes
disposiciones de cada uno para usar su cuerpo de manera que contribuya a la conducta grupal. Por
ejemplo, las capacidades de excitabilidad, los límites de la resistencia en diferentes culturas; los
esfuerzos irrealizables, los dolores insufribles, los placeres extraordinarios están en función de la
aprobación o desaprobación colectiva. (Erickson, 1993)

Está en la naturaleza de la sociedad el expresar sus instituciones por medio de símbolos (Lévi-Strauss,
1979), mientras que las conductas individuales normales no son por sí mismas jamás simbólicas; el
autor considera las conductas anormales, aquellas que se proyectan a sí mismas en el individuo, por
ejemplo patologías esquizofrénicas ; por supuesto, para el autor, estas conductas son de un nivel
inferior, en un orden diferente y dentro de una medida totalmente diversa a aquella en que se expresa
el grupo. Respecto a los individuos que no quieren seguir el camino propuesto por la sociedad,
considerados anormales; Erickson (1993) referencia a Freud y su terapia de psicoanálisis, y después

1
Informe de lectura presentado en el módulo Seminario de Profundización I, Doctorado en Administración,
Uninorte.
2
Docente universitario y Consultor Empresarial. Contacto: yesid_ariza@hotmail.com
refiere su experiencia con los Sioux sobre la búsqueda de la visión, en el sentido de guiar al joven
con base en sus sueños, a encontrar su lugar en la sociedad.

Más fuerte aún Mauss (1979), manifiesta que cada sociedad posee sus formas preferidas de trastornos
mentales, y que tanto éstas como las formas normales son producto de un orden colectivo, al cual la
excepción misma no deja indiferente. Por ejemplo, el comportamiento, obviamente diferente de los
indígenas en relación con los citadinos y de éstos en relación con las personas del campo. Es posible
que un campesino sin contacto con la ciudad considere delirante el uso de la tecnología a través de
aparatos como los celulares. En el anterior sentido, Erickson (1993), explica, a partir de su experiencia
con los Sioux, que pareciera como si fuera posible apretar determinados botones en el sistema de
educación de un niño para fabricar ésta o aquélla clase de carácter nacional o tribal; aunque, dice el
autor, no es literal, si es definitivo que las metas, valores y a la energía que los sistemas de educación
infantil ponen a disposición del infante, desencadenante para que sus valores persisten porque el ethos
cultural sigue considerándolos “naturales” y no admite alternativas.

A partir de Lévi-Strauss (1979), Mauss (1979) y Erickson (1993), puede decirse que la cultura se
considera un conjunto de sistemas simbólicos; por ejemplo, el lenguaje, las reglas matrimoniales, las
relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. Según los autores, la finalidad de estos sistemas
es expresar aspectos de la realidad física y social, asimismo, la relación o relaciones entre estos dos
tipos de realidades. Lo anterior puede implicar que el pensamiento normal es aquel que se define
como en una sana relación del YO con los demás. Erickson (1993), muestra un ejemplo sobre la
manera como empiezan a controlar las funciones excretoras los niños Sioux, lo cual reafirma la
relación cultural sólida a partir de las relaciones del niño con otros niños y los adultos; este ejemplo,
muestra como el YO emerge para situarse en una posición dentro de la cultura de la tribu. Asimismo,
el autor muestra un ejemplo sobre como los niños Yurok aprenden a excretar o miccionar fuera de
los ríos o sus afluentes, aprenden a construir una presa en el rio; adoptando la costumbre a través de
símbolos y siguiendo una conducta aprobada en relación con los cánones de la cultura de su tribu.

Levi-Strauss (1979), considera que hay una complementariedad dinámica de lo psíquico y lo social;
pues el individuo parte de una experiencia física, mediante el símbolo, pero su significante lo
desborda y entonces, el único medio de verificación es el significado, construido en una realidad
simbólica y colectiva. Complementario a lo que Durkheim piensa sobre el hecho social, como es:
comportamiento o idea presente en un grupo social, sea respetado o no, y sea compartido o no; Mauss
(citado por Lévi-Strass, 1979), considera que el DON o el regalo es un fenómeno social de dar, recibir
y devolver. Lo anterior implica un donante, un receptor y un objeto circulante; entre ellos una tensión
que es un nivel de obligación de dar, devolver y recibir. El sistema es obligatorio, según Mauss (2009)
por el MANA (alma, poder, prestigio); pues el regalo es la base de la vida social, pues los objetos
poseen un "alma", una espiritualidad. Aunque los seres humanos tienen su espiritualidad (Mana), son
también objetos que, por consiguiente, pueden formar parte del sistema de intercambio. Este
pensamiento también lo plantea Erickson (1993) con la experiencia del nacimiento de los niños Sioux
y la primera comida que recibe el recién nacido.

El trabajo de Mauss hace referencia a la construcción de la sociedad, por consiguiente es colectiva la


visión; Winnicott (1967), por su parte, hace una detallada explicitación del desarrollo de la vida del
individuo, en especial, el profundo cambio que se observa en el primer año de vida apunta al logro
de la independencia del individuo.

Según Winnicott (1967), la integración aparece gradualmente a partir de un estado primario no


integrado. Al principio, el niño muestra una serie de fases de motilidad y percepciones sensoriales.
El autor considera que el descanso significa para él un regreso al estado no integrado que se percibe
seguro debido a la sensación de seguridad, que le proporciona la madre. Esta seguridad hace que el
niño desarrolle su mente, la cual hasta ese momento es rudimentaria; mientras la Psiquie se relaciona
con el soma3 y el funcionamiento corporal, y la mente depende de la existencia y el funcionamiento
de esas partes del cerebro; por eso, es vital el proceso de adaptación de la madre. Según Winnicott
(1967), la buena madre es aquella que se adapta a las necesidades del niño, a fin de que éste desarrolle
la personalidad sin distorsiones.

El niño nace inmaduro, es decir, dependiente y precisa de una figura de amparo y protección
constante, esta figura está representada por la madre. La adaptación activa de la madre a las
necesidades del bebé es completa; es decir, cubre las necesidades fisiológicas y con actitud empática.
La adaptación depende de la devoción al bebé y no de la cognición o inteligencia. La consecuencia
de la adaptación de la madre, resulta en la integración sensorial y motriz, además de la ilusión del
bebé de ser omnipotente. La ilusión es compartida, ambos creen que el otro es parte de sí mismo.
(Winnicott, 1967).

El niño se va desilusionando y enfrenta pequeñas frustraciones relativas al destete. Estas frustraciones


van integrando al niño a la realidad objetiva, pues ésta siempre, pone frenos al deseo del niño. Esta
frustración del niño está relacionada directamente con el apego. El apego es el primer vínculo que un
individuo establece con otro (Bowlby, 1993), está relacionado con la dependencia y la supervivencia.

3
Alma, relación del cuerpo y el espíritu.
El apego está presente durante toda la vida, sobre todo en el peligro. Hay 3 tipos de apego, seguro,
ambivalente y evitativo. Según Bowlby (1993) y Moneta (2014), son:

 Apego seguro, confía que la otra persona va a estar disponible y va a mostrar sensibilidad
cuando se necesite. Adultos seguros, sin incomodidad con proximidades y alejamientos.
 Ambivalente, no es seguro de la otra persona; busca cuidado y afecto. Adultos, necesitan
continuas muestras de afecto de los otros, necesitan la proximidad.
 Evitativo, no confía en otros para buscar ayuda; siempre busca una actitud de autosuficiencia,
son niños sin experimentar respuesta accesible ni sensible a pedir la ayuda. El adulto percibe
rechazo a casi todo y siente incomodidad a la proximidad emocional.
 Confuso o desorganizado: mezcla con el ambivalente o Evitativo, trauma por la figura de
apego, por violación, violencia doméstica o miedos de los padres pasados a los hijos.

Por lo anterior, a manera de conclusión, la sociedad como conjunto de símbolos y conductas aceptadas
y consensuadas por el colectivo es el océano en el que está inmerso el individuo, éste ha desarrollado
su personalidad y desarrollo cognitivo y sicológico y espiritual a partir de una madre y en la familia.
Puede hacerse una analogía en el desarrollo de las organizaciones, las cuales, inmersas en el océano
de simbolismo, arrancan como embrión y van desarrollando su personalidad.

El individuo dentro de la organización vive un proceso similar; si bien es cierto que llega maduro,
desarrollado y crecido a la empresa, su mente es incipiente en relación con la cultura organizacional,
precisa de una buena madre en términos de Winnicott para consolidar su desarrollo en este particular
mar, dentro del océano organizacional.

REFERENCIAS

 BOWLBY, John. (1993). El Apego. Paidós Ibérica. ISBN: 9788449306006


 ERICKSON, E. (1993) Infancia y sociedad, Ediciones Hormé, Buenos Aires, pp. 119-140;
149-167.
 LÉVI-STRAUSS, C. “Introducción a MAUSS, M.”, En Sociología y antropología, Editorial
Tecnos, Madrid, pp. 13 - 42.
 MAUSS, Marcel (2009). Ensayo sobre el don. Katz Editores.
 MAUSS, Marcel (1979). Sociología y Antropología. Editorial Tecnos, Madrid.
 MONETA, María Eugenia. (2014). Apego y perdida: Redescubriendo a John Bowlby.
Revista Chilena de Pediatría 2014; 85 (3): 265-268
 WINNICOTT, D.W., (1967) La familia y el desarrollo del individuo, Ediciones Hormé,
Buenos Aires, pp. 15-35.

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