MORIR POR SER MUJERES

Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

Femicidio/Feminicidio
La violencia máxima

MORIR POR SER MUJERES

Adriana Gómez

“Debemos entender que muchos homicidios son, en efecto,

femicidios. Debemos reconocer la política sexual del asesinato.
Desde la quema de brujas, pasando por la más reciente costumbre
de infanticidio femenino, hasta las matanzas por honor. Sin
embargo, debido a que involucra a meras mujeres, no existía una
palabra que lo describiera hasta que se inventó el término
femicidio”. Diana E. H. Russell, Ph.D., profesora emérita de
sociología, Colegio Mills, Oakland, California.

4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 27
 N
o hay país ni región del mun-
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

do que esté libre del fenóme-

no de la muerte de mujeres
por razón de su sexo. La visi-
bilidad de lo que hoy se conoce como
femicidio, o feminicidio como lo designan
algunas autoras cual es el caso de Marcela
Lagarde, es relativamente reciente. Corres-
ponde a un aporte de la experta Diana
Russell, cuya cita reproducimos al comien-
zo. Ella colocó el necesario acento en las
muertes violentas de mujeres como resul-
tado final de un continuo de agresiones y
abusos, el que además no discrimina en
cuanto a condición social, edad, nivel edu-
cativo, raza/etnia, opción sexual u otra va-
riable que defina la vida de la mujer. Es
decir, cualquiera puede ser una potencial
afectada por este fenómeno.

A pesar de lo extendido del fenómeno, sin

duda los casos que han cobrado mayor
relevancia pública han sido los ocurridos
en Ciudad Juárez, México, y en Guatema-
MORIR POR SER MUJERES

la, donde las mujeres asesinadas por ra-

zón de su sexo suman ya varios centena-
res en los últimos años. Incluso en México
no se limitan a Ciudad Juárez, sino que cual
epidemia se han extendido a otras zonas
del país. Pero es un hecho que no hay lo-
calidad que esté exenta de este tipo de
muertes las que, hasta hace poco, no eran
identificadas como violencia sexista sino
que se incluían dentro de una gran cifra total
de muertes violentas, sin desagregación de
sexo ni de otros factores tales como edad,

Adriana Gómez
oficio o condición social de la víctima.

El año 2006, con motivo de la Audiencia

sobre “Feminicidio en América Latina” ante
la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (OEA, 27 de febrero al 17 de
marzo de 2006, Washington DC), se pre-
sentó un informe sobre feminicidio en la
región, cuyo texto introductorio señaló:
Con gran preocupación se han identificado
en diversas partes de nuestra región ase-
sinatos de mujeres que, con característi-
cas distintas relativas a la edad, la etnia,
las relaciones de parentesco o las condi-
ciones particulares de cada país, tienen en
común su origen en relaciones desiguales
de poder entre hombres y mujeres que ge-
nera una situación de mayor vulnerabilidad
y de limitación para las mujeres en el dis-
frute de sus derechos humanos, en espe-
cial el derecho a la vida, a la integridad
personal, a la libertad y al debido proceso.
Enmarcados en la violencia contra las mu-
jeres definida en la Convención Interameri-
cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia Contra las Mujeres (Conven-
ción de Belem do Pará), estos asesinatos
se han nombrado de manera particular en
algunos países como femicidio y en otros
como feminicidio. Esta modalidad de vio-
lencia contra las mujeres, que en diversos
casos ha sido sistemática, solo se ha iden-
tificado por el trabajo de familiares de las
víctimas, de organizaciones de mujeres, fe-
ministas y de derechos humanos. La ac-
tuación de organismos internacionales
como la Comisión Interamericana de De-
rechos Humanos (CIDH), que produjo el
Informe sobre la Situación de los Derechos
de la Mujer en Ciudad Juárez, México: El
Derecho a no ser Objeto de Violencia y Dis-
criminación, ha sido importante para
visibilizar el problema.
No obstante la gravedad de la situación,
los Estados incumplen con su obligación
de debida diligencia en la prevención, aten-
ción, investigación, judicialización, sanción
y reparación del feminicidio/femicidio.
Por otra parte, la Relatora Especial sobre
Derechos de la Mujer de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, en
su informe del año 2004 relativo a la situa-
ción del femicidio/feminicidio en Guatema-
la, señaló a su vez que la incidencia y con-
secuencias de estos asesinatos “han pro-
ducido un enorme daño a la democracia y
a sus instituciones, afectando la credibili-
dad y la eficacia de los Estados que han

28 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
demostrado ser incapaces de ejercer justi-
cia, brindar seguridad a las mujeres y en-
frentar fenómenos como los conflictos ar-
mados internos, la inmigración y tráfico de
personas, la prostitución, el narcotráfico, y
el uso y abuso de armas de fuego que nu-
tren el femicidio y que atentan contra la con-
vivencia pacífica”. Recalcó, asimismo, que
el aumento de los casos es una parte del
problema, pero el ensañamiento y grado de
violencia exhibidos en estas muertes, in-
cluyendo violencia sexual y tortura, sobre-
pasan lo imaginable.
Tomando en cuenta la gravedad de este
contexto regional, hemos creído necesario
abordar el tema del femicidio/feminicidio,
para aportar con la difusión de información
especializada respecto de lo que ocurre en
algunos países afectados por este flagelo.
De esta forma complementamos el trabajo
de la Red de Salud en la coordinación de
campañas de activismo para el 25 de No-
viembre, Día Internacional de la No Violen-
cia contra las Mujeres, y apoyamos la próxi-
ma campaña regional que impulsará tam-
bién la Red en países de la región, desti-
nada a desafiar la aceptación social de la
violencia en contra de mujeres y niñas.
La impunidad prevalece
El femicidio/feminicidio constituye la for-
ma más grave del ejercicio de poder ma-
chista sobre el cuerpo y sexualidad de las
mujeres y, como tal, requiere urgentes es-
fuerzos para su documentación, denun-
cia, sanción y erradicación.
Por lo tanto, Revista Mujer Salud conti-
nuará aportando información sobre esta
problemática. Nuestra próxima edición in-
cluirá el Informe “Una mirada del femini-
cidio en México: 2007-2008”, elaborado
por el Observatorio Ciudadano Nacional
de Feminicidio (OCNF), en el que partici-
pa un colectivo de organizaciones con el
fin de contribuir a la detección de los ase-
sinatos cometidos por razones feminici-
das. Para ello construyeron una base de
datos sobre cinco estados de la Región
Norte, de seis estados de la Región Cen-
tro y Bajío, y de dos estados de la Región
Para profundizar en el tema, acudir a: Banco de Datos de Feminicidios. América Latina y el Caribe http://www.feminicidio.cl/rec/rec.php
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
Para ello, incluimos en primer lugar el do-
cumento de la investigadora mexicana Ju-
lia Monárrez Fragoso titulado “El inventa-
rio del feminicidio juarense”, en el cual pro-
fundiza sobre la realidad de las muertes de
mujeres en Ciudad Juárez, las cifras y las
características de las mismas, y las res-
puestas sociales e institucionales que se
han desarrollado. Además, aportamos la
mirada de Giovanna Lemus, socióloga
guatemalteca, quien en una entrevista se
refiere a la reciente aprobación de la Ley
contra el Femicidio y otras Formas de Vio-
lencia contra las Mujeres en su país, la cual
tipifica los asesinatos de mujeres por cau-
sas de género, la violencia sexual y la vio-
lencia económica, entre otros delitos. Su
aprobación constituye un logro principal de
las organizaciones y redes de mujeres que
desde hace años enfrentan este fenómeno
en Guatemala. De hecho, desde el año
2000 a mediados de 2008, se han re-
gistrado cerca de 3.500 casos de
femicidio en este país, la mayoría de
ellos sin ser resueltos.
Por último, ofrecemos el texto de la aboga-
da chilena Patsilí Toledo, titulado “¿Tipifi-
car el Femicidio?”, donde analiza el proce-
Sur. Los resultados de la observación
muestran un registro de 1.014 homicidios
dolosos de mujeres en los trece estados,
en el periodo de 1 enero de 2007 al 31 de
julio de 2008, estando mayormente repre-
sentado el grupo etáreo entre 21 y 40
años, y con una alta incidencia de asesi-
natos en mujeres entre los 11 y los 20
años. Uno de los hechos más graves,
además de las muertes de mujeres y su
significado real y simbólico, es la dificul-
tad evidente para que la justicia haga lo
que corresponde, manteniéndose la impu-
nidad respecto de centenares de casos.
También presentaremos una entrevista
con la ex parlamentaria guatemalteca
Alba Estela Maldonado, quien se referirá
a la extensión de este delito en su país y
los efectos que se esperan con la apro-
bación de la Ley contra el Femicidio y
so que ha llevado a impulsar en Chile una
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
legislación que sancione este delito
gravísimo, y se refiere al alcance de la pro-
puesta. Aunque sin duda Chile no presen-
ta las mismas características de lo que su-
cede en México o Guatemala, las crecien-
tes muertes violentas de mujeres revelan
la necesidad de actuar para prevenir un
mayor incremento.
Sin duda hay pocas naciones en la región
y en el mundo que cuentan con legislacio-
nes que sancionen específicamente el
femicidio como delito, como también son
escasas las leyes que denominen “con
nombre propio” la violencia contra las mu-
jeres, cual es el caso de España, México,
Costa Rica y ahora Guatemala. Este sin
duda es un paso adelante, pero la letra no
tendrá nunca el peso suficiente si no se
propician paralelamente los cambios socia-
les y culturales necesarios para romper con
la histórica, perversa y profunda discrimi-
nación y violencia contra mujeres y niñas
MORIR POR SER MUJERES
por ser tales.◆


otras Formas de Violencia contra las Mu-
jeres. Guatemala, al igual que México, es
una de las regiones del mundo más afec-
tadas por estos crímenes de odio, los que
se estima alcanzarán a cerca de 700 a
fines de 2008. Al igual que en México, en
este país la falta de justicia y sanción de
estos crímenes es un hecho significativo.
En el caso de Chile, hasta la fecha de ela-
boración de esta edición (diciembre 2008),
los femicidios/feminicidios alcanzaban a
56, cifra que revela un sostenido creci-
miento respecto de años anteriores, de-
mostrando la necesidad urgente de que
el Estado y todos los actores sociales in-
tervengan efectivamente, como por ejem-
plo, avanzando en legislaciones más ade-
cuadas y en una efectiva administración
de justicia.
29
 El inventario del feminicidio juarense
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

Por Julia E. Monárrez Fragoso

Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, México
Presentada en: Seminario Interdisciplinario de Estudios de Género
Organizado por El Colegio de la Frontera Norte a través del Departamento
de Estudios de Población y el Departamento de Estudios Culturales
26 de septiembre de 2008, Tijuana, Baja California

La falta de estadísticas precisas sobre el
feminicidio en Ciudad Juárez ha dado como
resultado que el problema sea manipulado
y carezca de dimensión real para contra-
rrestarlo. En esta ciudad, desde el año 1993
hasta el año 2007, hay una confusión con
relación a la forma en que se refieren al
feminicidio, homicidio y/o asesinato de
mujeres. Esto es inexacto y es necesario
MORIR POR SER MUJERES
se ocupara solo de la investigación de es-
tos actos y no en la significación que tie-
nen estas acciones para los agentes, sería
incompleta (Taylor, 1987, 48-51).
1. Desde la teoría y la
etimología hasta la práctica
acuerdo a la periodista Margarita Cordero-
la expresión feminicidio se utilizó dentro del
movimiento feminista y de mujeres organi-
zadas desde mediados de los ochenta
(Pola, 2002, 29). En México, el concepto
fue introducido a la academia en 1994 por
Marcela Lagarde (1997).
Para esta investigación se decidió utilizar

Hasta hace pocos años, el término homici-

precisar que –desde la teoría feminista-
toda violencia que ocasiona la muerte de
una niña o mujer por ser mujer cometida
por un hombre por motivos de género es
un feminicidio; sin embargo, hay asesina-
tos de mujeres que no pueden ser llama-
dos feminicidio. El objetivo de este trabajo
es presentar desde el aporte de la teoría
feminista lo que es y no es un feminicidio
por razones de discriminación de género1.
Este trabajo se cimentó en la “Base de
Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio
de la Frontera Norte”. Toma en cuenta la
causa o el motivo del victimario para asesi-
nar a la víctima y la relación de parentesco
entre ellos para categorizar la cifra de 494
niñas y mujeres asesinadas en esta ciudad.
El asesinato de mujeres en Ciudad Juárez
ha puesto la palabra feminicidio en el dis-
curso público, social y político por el dere-
cho a la vida de las niñas y mujeres en esta
comunidad y a nivel internacional. Si bien
desde lo general el feminicidio comprende
todo asesinato de mujer cometido por un
hombre y sustentado en la discriminación
de género, desde lo particular hay diver-
sas formas en que se presenta. Por eso,
con el fin de diseñar políticas públicas que
prevengan y erradiquen la violencia letal,
es necesario entender la dinámica que
subyace en el hecho de que algunos hom-
bres -y también algunas mujeres- maten a
las mujeres y a las niñas en esta comuni-
dad, porque una ciencia de lo social que
dio se utilizaba para referirse tanto al ase-
sinato de hombres como mujeres. La dife-
rencia de los sexos, dice Sylviane Agacins-
ki, está sustentada en el principio de exclu-
sión del otro. Con esta óptica discrimina-
toria se podría pasar gran parte del tiempo
-más del necesario- desplegando dosis de
imaginación, tratando de encontrar el nú-
mero de mujeres comprendidas dentro de
la palabra hombre. A los humanos y huma-
nas les cuesta trabajo pensar que hay dife-
rencias sexuales que se esconden tras ese
pretendido universalismo del concepto
hombre (1999, 26).
Eso mismo sucede cuando se habla de ho-
micidios: generalmente se viene a la men-
te el asesinato de hombres. La diferencia
de los sexos se pierde en esta palabra, pa-
reciera que solamente los hombres son
asesinados; la realidad muestra que no es
así (Monárrez y Fuentes, 2004). Por eso,
es necesario analizar el asesinato desde
un enfoque de género, que permite diferen-
ciar entre el uso de la palabra homicidio que
se refiere al asesinato de hombres y el de
feminicidio (Radford y Russell, 1992), que
se refiere al asesinato de mujeres.
En la década de los noventa las feministas
anglosajonas introdujeron el paradigma teó-
rico de femicide (Radford y Russell, 1992),
mientras en los países de habla hispana
se utilizó el término femicidio (Sau, 1993) o
feminicidio. En República Dominicana -de
feminicidio y no femicidio, tampoco femeni-
cidio, mucho menos homicidio, por las ra-
zones que se abordan enseguida2.
Para definir el término feminicidio se parte
de sus raíces etimológicas. Las dos raíces
latinas de la palabra que nos ocupan son
fémina -mujer- y caedo, caesum -matar–.
La palabra en latín para mujer no es feme-
na, sino fémina, con “i”. Al unirse dos pala-
bras para formar otra, se respetan las raí-
ces de las dos y no solo se pegan, sino
que se pueden poner vocales de unión se-
gún el caso en el que estén las palabras.
Por eso, se dice biología y no bioslogía y
también homicidio y no homocidio. La “i”
es una letra de unión de las dos palabras
que viene de la tercera declinación del la-
tín. Feminis quiere decir “de la mujer”; en-
tonces la muerte de la mujer sería feminis-
cidium, y de allí pasamos a la palabra fe-
minicidio, que es perfectamente correcta
para el español. Ahora bien, la palabra fe-
menino es un adjetivo y no un sustantivo.
En latín, ese adjetivo -también proveniente
de la palabra fémina- se decía femininus,
pero pasó al español como femenino por-
que nos resulta así más fácil de pronun-
ciar. Ese cambio de vocales se llama afé-
resis que significa eliminación o supresión.
Femenicidio significaría entonces la muer-
te del ser femenino o con características
de mujer, sea o no una mujer. La palabra
femicidio no existe, porque para hacer nue-
vas palabras se toma la raíz completa; la

30 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
 Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
raíz completa es femina. Si no se hace así,
femicidio podría significar, por ejemplo, el
asesinato del fémur. Además, no tenemos
por qué utilizar neologismos si tenemos las
reglas claras en español3.

Los victimarios tienen motivos para asesi-

narlas y estos están sustentados en las re-
laciones inequitativas de género, en la es-

MORIR POR SER MUJERES

tructura de poder y el control que tienen
los hombres sobre las niñas y mujeres para
que ellos dispongan el momento de su
muerte. Con este objetivo, se presentan las
siguientes categorizaciones (ver cuadro 1).

La primera de ellas comprende el feminici-

dio íntimo. Este término se utiliza para des-

rebelArte, uruguay.indymedia.org
articular las definiciones de crímenes u ho-
micidios de mujeres por violencia domésti-
ca, violencia intrafamiliar o crímenes pasio-
nales. Con estos términos, se invisibiliza el
sexo de la víctima y el victimario y se ocul-
ta también el uso intencional de la violen-
cia por parte del hombre para poner térmi-
no a la vida de las niñas y las mujeres.

2. Feminicidio íntimo
El asesinato de mujeres por sus compañe-
ros y ex compañeros íntimos requiere de
un análisis distinto. Estos asesinatos co- Los victimarios tienen motivos para asesinarlas y
mienzan a ser parte del análisis académi- estos están sustentados en las relaciones
co de autoras de diversos países. Entre
algunos estudios mencionamos el de Karen inequitativas de género, en la estructura de poder
D. Scout, quien lo llama feminicidio íntimo y el control que tienen los hombres sobre
y lo define como “mujeres asesinadas por
sus parejas masculinas íntimas” (2001, 41).
las niñas y mujeres para que ellos dispongan el
Landau y Hattis lo definen como “el asesi- momento de su muerte.
nato de mujeres por sus parejas o ex pare-
jas masculinas” (2001, 115). La definición
de Ana Carcedo y Montserrat Sagot (2002)
es más inclusiva ya que abarca más va-
riantes de las relaciones que se estable-
cen entre mujeres y hombres que intiman.

4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 31
 MORIR POR SER MUJERES Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

32
Cuadro 1. Categorías del Feminicidio y los asesinatos de niñas y mujeres en Ciudad Juárez 1993-2007
Categoría 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 Total de casos %
Feminicidios
Feminicidio íntimoa 8 5 7 7 10 8 7 13 10 16 16 5 14 11 13 150 30.4
Feminicidio sexual
sistémicob 9 7 20 22 17 17 7 9 15 6 7 6 8 2 7 159 32.2
Feminicidio por
ocupaciones
estigmatizadasc 3 2 3 3 0 2 4 0 3 1 0 2 2 1 0 26 5.3
Asesinatos
Crimen organizado
y narcotráfico 1 1 5 4 4 2 1 8 4 5 0 3 3 2 4 47 9.5
Violencia comunitariad 0 4 8 3 3 8 3 2 5 9 4 2 4 6 1 62 12.6
Imprudenciale 0 0 2 0 1 0 0 1 2 1 1 0 1 1 0 10 2.0
Sin especificar 3 2 4 5 5 2 3 4 1 3 0 2 2 0 4 40 8.1
Total por año 24 21 49 44 40 39 25 37 40 41 28 20 34 23 29 494 100
Fuente: Elaboración propia. Base de datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la Frontera Norte.

Notas

infantil y el familiar.

REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
robo, riña y violencia juvenil.
centros nocturnos, bailarinas y prostitutas.

desvanezca conforme avance el proceso judicial.

a la mujer, aunque es posible que esa presunción se
e. Hasta donde permiten suponerlo los datos disponibles, en
estos asesinatos no ha habido una premeditación para matar
b. Comprende la subdivisión de organizado y desorganizado.

d. En esta categorización se encuentran los asesinatos por

c. Comprende a las mujeres que trabajan como meseras, en
a. En esta categorización se encuentran también el feminicidio
M.A., www.elmundo.es
Para ellas, el feminicidio íntimo es el asesi- Gráfico 1. Motivos, causas y disparadores para el feminicidio

Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

nato de mujeres “cometidos por hombres íntimo, 1993-2007 (número de casos = 110)
con quien la víctima tenía o tuvo una rela-
ción íntima, familiar, de convivencia o afi-
nes a estas” (2002, 18). En Ciudad Juárez
el feminicidio íntimo comprende 110 vícti- 30
mas. El feminicidio íntimo se subdivide en 28
27
infantil, con 24 casos, y familiar, con 16
muertes. En su conjunto suman un total de 25
150 casos, el 30.4%.
20 20

Número de casos
Los motivos por los cuales se asesina a las
110 mujeres en la categoría del feminicidio
íntimo se presentan en el gráfico 1. Los mo- 15
tivos, de orden subjetivo, fueron explicados
por el victimario o por testigos que cono-
cieron a la víctima y publicados por la pren- 10 9
8
sa, ya que, evidentemente, la víctima no 7
pudo hacer su defensa ni dar su versión. 5
Igualmente, los motivos se encuentran en 3 3 3
2
menor medida, en “las circunstancias del
hecho delictivo” de los cuatro informes de 0
la Fiscalía Especial para la Atención de
a/o

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Delitos Relacionados con los Homicidios de
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MORIR POR SER MUJERES

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Mujeres en el Municipio de Juárez, de la

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ola
ba
pa
motivos se presentan algunas veces como
nti

ter

Tra

Vi
Se
Co

disparadores de orden coyuntural o como

Pa
causas de orden estructural.

Esta información únicamente se recuperó
para 82 de los 110 asesinatos. Los restan-
tes 28 se definieron íntimos porque fueron
descritos como “pasionales” o por la rela-
ción entre la víctima y victimario. En 27 ca-
sos, las mujeres son asesinadas por celos
y en ocho por infidelidad. Wilson y Daly ci-
tan “la apropiación masculina” como la cau-
sa o el motivo predominante en el asesina-
to de mujeres a través de las culturas y las
épocas. De acuerdo a esto, los hombres que
asesinan tienen la tendencia a visualizar y
pensar en las mujeres como parte de la ad-
quisición de derechos masculinos sobre la
sexualidad y la capacidad reproductiva de
las mujeres (Wilson y Daly, 1992, 85-86).
En uno de estos casos participa una mujer,
quien asesina a otra mujer por celos, ya
que su ex pareja prefirió a la víctima4.
En los ocho casos de infidelidad, el asesi-
nato obedece, en dos de ellos, a una rela-
ción extramarital comprobada; los seis res-
tantes son sospecha de engaño por parte
de los compañeros. Si la pareja descubre
o sospecha que la mujer le ha sido infiel,
esto se toma como una provocación extre-
ma, por la cual un hombre se considera con
todos los derechos para responder con la
violencia mortal, independientemente de
Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la
Frontera Norte.
que haya o no haya pruebas que susten-
ten la desconfianza (Wilson y Daly, 1992,
83-84).
Tres de ellas son asesinadas cuando se
puso en duda la paternidad de la pareja,
se rechazó la misma o no se quiso conti-
nuar la relación a pesar de que la mujer es-
taba embarazada de él. Otras tres mujeres
son ultimadas cuando descubrieron una vio-
lación a hijas o hijos de ella por la pareja.
Con relación al asesinato por amenaza de
muerte, en uno de los casos el asesino
declara que ella tenía planeado asesinarlo
y él lo hizo primero. En el otro él ya la ha-
bía amenazado con anterioridad y cumple
su promesa. El último se refiere a una jo-
ven que sufrió amenazas por parte de sus
victimarios, ya que la víctima, según infor-
mes de la Fiscalía Especial, había señala-
do que ella quería pertenecer a la pandilla
de “Los Ortices”, además de que la tenía
amenazada diciéndole que la iban a matar
si faltaba tres días a las reuniones del gru-
po, donde ella les cocinaba.
La separación, o dar por terminada la rela-
ción por parte de la mujer, representan nue-
ve de los motivos para que haya sido ase-
sinada. El esposo, u otro, consideran el
despido, la deserción, la huida, o el térmi-
no de la relación por parte de la mujer como
violaciones a sus derechos de propiedad
(Wilson y Daly, 1992, 90). En esta catego-
rización destaca el caso de una mujer ase-
sinada por rechazar el acoso del hombre
que la perseguía. Cuando el hombre que
acosa es rechazado, cuando la mujer lo
“remedó” (lo imitó de una manera sarcásti-
ca), cuando ella rechaza su regalo o lo in-
sulta, estos disparadores son suficientes
para asesinarlas. Los hombres no dejan ir
fácilmente a las mujeres. Ellos buscan a
las mujeres que los han dejado, para im-
plorarles y amenazarlas y también para ma-
tarlas (Wilson y Daly, 1992, 89).
En 20 casos, el asesinato se produce por
una discusión. Es casi imposible saber si
esta es la primera discusión o es parte de
un continuo de violencia que desencadenó
otra discusión y finalmente la mujer es ase-

4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 33
 Por otra parte, el continuo de violencia re-
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

presenta siete casos y significa que la mu-

jer ha sufrido diferentes maltratos por par-
te del compañero antes de ser ultimada.
Esto de ninguna manera afirma que en los
casos anteriores no haya habido un conti-
nuo de abusos contra las mujeres. Esta vio-
lencia que inflige la pareja contra la mujer,
también está representada en la violencia
económica, que limita el desarrollo de la
mujer en el mercado de trabajo y en el uso
de su tiempo de manera autónoma. Dos
mujeres son asesinadas por esta causa: los
motivos son que una de ellas trabaja en la
maquiladora y la otra porque llega tarde de
su trabajo. En esta categoría vale mencio-
nar que 13 hombres se suicidan después
de haber matado a la mujer. Además, ocho
www.darsecuenta.es

de las mujeres son asesinadas por co-

nexión. Al respecto, Sagot y Carcedo ex-
plican que el feminicidio por conexión o
conexo “es el asesinato de una mujer co-
metido por un hombre que buscaba a otra
mujer para matarla y que, al no encontrar-
sinada. En estos casos se encuentra una
MORIR POR SER MUJERES

la, la asesina a ella”. Este “error en perso-

sutil culpabilización de las mujeres asesi-
na” se da de manera intencional y volunta-
nadas, cuando las noticias las reportan
ria de parte del feminicida” (2002).
como parte de la violencia doméstica, de
las riñas, o de los problemas sentimenta- 2.1 Feminicidio infantil
les. Esta forma de presentar la información
oscurece las dinámicas y los motivos del Los asesinatos de niñas son una práctica
feminicidio íntimo (Campbell, 1992, 110). común en la cultura patriarcal a través de
la historia (Warren, 1985, 32). Las niñas
también son asesinadas en sus hogares,
Gráfico 2. Motivos, causas y disparadores para el feminicidio por padres y/u hombres cercanos a ellas y
infantil en Ciudad Juárez, 1993-2007 (número de casos = 24) en menor medida por madres y/o mujeres
que las cuidan. Estas pequeñas son el blan-
co de la ira y los maltratos que se dan al
10
9 interior de las familias. La escalada de vio-
9 lencia contra ellas resulta en su muerte5.
8 Algunas especialistas afirman que no es
especulación el clamar que en el mundo
Número de casos

7
6 millones de niñas no deseadas sufren, son
6
abusadas o son asesinadas debido a su
5 5
sexo (Warren, 1985, 175). La niñez maltra-
4 tada (Robles, 2004) tiene su origen en la
3 forma como se organizan las relaciones en-
2 tre los hombres y las mujeres. Esta violen-
2 cia es sistémica, se produce y se reprodu-
1 1 1
ce en relaciones diferenciadas de poder
0 entre hombres y mujeres, entre adultos y
menores. No obstante, es el hombre quien
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la ejerce mayoritariamente con consecuen-

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En esta categoría se contabilizan 24 casos

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de feminicidio infantil (ver gráfico 2). En nue-

ve casos, la menor presenta el síndrome
Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la de la niña maltratada; dos mujeres están
Frontera Norte.

34 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
involucradas en estos decesos: la madras- Gráfico 3. Motivos, causas y disparadores para el asesinato

Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

tra que participa en el asesinato de su hi- por motivos familiares en Ciudad Juárez,
jastra y la madre por omisión de cuidados
a su hija. En cinco de los casos, el asesino
1993.2007 (número de casos = 16).
declara que la niña lloraba y por tal motivo
4.5
se desespera. En un caso, el asesino ex-
4 4 4
presa que la mató porque no se quería dor-
mir, en otro porque no le obedecía. En dos 3.5

Número de casos
casos, las menores fueron asesinadas al 3 3
nacer, ambas tiradas a la calle y golpea-
das, una se encontró en una bolsa de plás- 2.5
tico y la otra en el basurero municipal. 2
1.5
En los seis restantes infanticidios, la in- 1 1 1 1 1
formación que se pudo recuperar fue la si- 1
guiente: dos de ellas son asesinadas por 0.5
sus madres; otra es asesinada por su veci- 0
na. Tanto la vecina como una de las ma-

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fantes y matan a una niña y un niño. Una ción

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pequeña murió entre las llamas de una vi-

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vienda mientras la madre estaba ausen-

MORIR POR SER MUJERES

te, aunque la autopsia reveló que el dece-
so se dio por estrangulamiento y no a cau-
sa del fuego. Por último, lo único que se
conoce de una pequeña es su cuerpo vio-
lado y su cadáver con signos de maltrato y
abandonado.
El que estas pequeñas sean víctimas de
feminicidio por su padre o su madre “es el
final trágico de un largo proceso de des-
trucción de los vínculos parentales, algo así
como una escenificación del terror por el
que han debido pasar y que no han podido
sortear, simplemente por su escasa edad y
posibilidades” (Kalinsky, s/f). No obstante,
aclara Deborah Cameron (1996, 1997), si
la motivación o la causa del abuso emergen
en una relación equivocada entre la ma-
dre/padre y la pequeña, entonces se esta-
ría hablando de “familias disfuncionales”,
término rechazado por el feminismo ya que
oculta el rostro de quien ejerce la violencia
y el rostro de quien la recibe. Por lo tanto,
el padre y la madre, al igual que las y los
desconocidos, deben ser analizados como
hombres y mujeres que hacen uso de una
conducta abusiva en contra de menores.
2.2 Feminicidio familiar
El feminicidio familiar (ver gráfico 3) es el
asesinato de uno o varios miembros de la
familia cometido por un hombre y está ba-
sado en relaciones de parentesco entre la
o las víctimas y el victimario (Russell, 2001).
Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la
Frontera Norte.
En el familiar se presentaron 16 asesina-
tos. En un caso -aunque son dos víctimas
mujeres- presumiblemente el detonador es
el siguiente: el hombre ingirió alcohol, mata
a la esposa, cuatro hijos, una hija y luego
se suicida. Dos elementos están presen-
tes en este asesinato: el abuso del poder y
el abuso de las sustancias alcohólicas para
fortalecer el estatus masculino y la violen- Los asesinatos de
cia que se ejerce contra los miembros fa-
miliares subalternos (Johnson, 2000). Esta niñas son una práctica
autora invita a repensar el consumo del al- común en la cultura
cohol como causante o disparador princi-
pal de la violencia contra las mujeres y, en patriarcal a través de la
cambio, explorar las causas en las estruc- historia. Las niñas
turas sociales y la hegemonía masculina
que perpetúa el uso de sustancias alcohó- también son asesinadas
licas para fomentar la violencia del hombre en sus hogares, por
contra la mujer.
padres y/o hombres
En otro caso, un hombre mata a su esposa cercanos a ellas y en
y tres hijos y posteriormente se suicida.
Presumiblemente, la causa se debió a la
menor medida por
pobreza en que vivían. Probablemente la madres y/o mujeres que
situación de penurias económicas, desde
el modelo del hombre proveedor que falla
las cuidan.
en el sustento familiar, empuja al hombre a
tomar la vida de su familia. En el otro, un
joven mata a su padre, madre y a su her-
mana por celos. Solamente en un caso está
presente el asesinato de una hermana por

4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 35
 otra. Los motivos son los celos que tiene la 3. Feminicidio por
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

asesina de su pariente. En este último caso, ocupaciones estigmatizadas

Russell (2001) sostiene que se trata de
Las mujeres son victimarias feminicidas que actúan por su
asesinadas por ser propia cuenta motivadas por celos. Luego
mujeres... hay otras tenemos a los hijos que matan a madres y/
o abuelas. Un hombre mata a la abuela
que lo son por la porque le dijo que estacionara su camión
ocupación o el trabajo en otra parte, y otro a su madre luego de
que esta le dijo que se recostara y él se
que desempeñan. molesta. Este victimario es descrito como
Bajo este criterio se psicótico y adicto a las sustancias tóxicas.
Un hombre mata a su madre por no darle
encuentran aquellas que dinero para pagar la renta. En el último de
trabajan en bares los casos, un hijo mata a su madre a
martillazos y luego se suicida.
y en “night clubs”.
Ellas son las bailarinas, En esta categoría es muy difícil establecer
o poder siquiera vislumbrar los vínculos fi-
las meseras y las liales que se establecieron entre las vícti-
trabajadoras sexuales. mas y los victimarios, máxime cuando hay
un suicidio. No obstante, estos asesinatos
Son agredidas porque no parecen obedecer solo a un momento
son mujeres, pero de enardecimiento, frustración o desencan-
MORIR POR SER MUJERES
Como se ha referido anteriormente, las
mujeres son asesinadas por ser mujeres.
Sin embargo, hay otras que además lo son
por la ocupación o el trabajo que desem-
peñan. Bajo este criterio se encuentran
aquellas que trabajan en bares y en “night
clubs”7. Ellas son las bailarinas, las meseras
y las trabajadoras sexuales. Son agredidas
porque son mujeres, pero lo que todavía
las hace más vulnerables es su ocupación
desautorizada. Estos dos elementos cons-
tituyen el feminicidio por ocupación estig-
matizada. Ellas son una desviación de la
normatividad “femenina”, son mujeres “ma-
las”, son mujeres que ocupan los espacios
proscritos (Russo, 2001). El total de estos
casos suma 26 asesinatos, el 5.3% del to-
tal (ver gráfico 4). En cuatro de ellos, las
asesinan porque al requerir la paga de su
trabajo, los hombres se niegan a hacerlo.
Otra es asesinada porque el sujeto quería

lo que todavía las hace to con la vida o con la familia. Es necesario
un análisis más detallado que permita co-
más vulnerables es nocer cómo se distribuye el poder entre los
su ocupación miembros familiares y por qué se manifies-
ta la agresión por parte de algunos contra
desautorizada. las y los otros.
que permaneciera con él toda la noche.
Mary Daly (1985) afirma que la trabajadora
sexual se ha considerado como una “vícti-
ma profesional” estigmatizada y hecha
blanco de las definiciones imposibles e
irreales de “las mujeres buenas” y aquellas
que son percibidas como esencialmente
“mujeres malas” y que pueden ser victima-
das y asesinadas.

Gráfico 4. Motivos, causas y disparadores para el feminicidio Cameron y Frazer (1987) afirman que hay
por ocupación estigmatizada, Ciudad sentimientos de ambivalencia que se tejen
en torno a las relaciones de género en es-
Juárez, 1993-2007 (número de casos = 26). tos encuentros que se establecen entre
estas mujeres y los clientes que solicitan
14
12 sus servicios. Hay una mezcla yuxtapues-
12 ta de placer y peligro, deseo y disgusto, los
Número de casos

10 cuales se proyectan en la figura de la tra-

8 bajadora sexual, objeto de deseo y objeto
de desprecio. En estos feminicidios de ocu-
6 5 paciones estigmatizadas se encuentra una
4 4
combinación de sexo, trasgresión, odio y
2 2 muerte.
1 1 1
0 En cinco casos, las asesinan sus parejas
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por problemas por su ocupación. Esta mis-

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senta una ingesta de drogas y alcohol por

ambos (víctima-victimario). Es así como la
Fuente: Elaboración propia. Base de datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la
asociación entre hombría y alcohol susten-
Frontera Norte.
ta la violencia del hombre; no es él quien

36 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008

Armando Aragon
muere, ella es la asesinada. En un caso,
después de haber convivido, se da una dis-
cusión por el auto. En otros 12 casos no se
cuenta con información de la causa, el
motivo o el hecho detonador, solo la ocu-
pación de la víctima y su cadáver con hue-
llas de violencia sexual y de otro tipo.
En este escenario político de quienes me-
nos tienen y son asesinadas, hay un valor
diferente para ellas. La prensa refuerza las
jerarquías sociales de poder y control de la
violencia contra la mujer estigmatizada; los
medios de comunicación dicen por quién
se debe de tener compasión y por quién
no (Russo, 2001, 32). Las niñas que son
asesinadas, sea por parientes o por extra-
ños, reciben la atención y el consuelo de
los periódicos. Son “buenas víctimas”, pero,
para aquellas que trabajan en ocupaciones
estigmatizadas, los medios de comunica-
ción las presentan como “malas víctimas”
y merecedoras de su asesinato. La postu-
ra feminista (Monárrez, 2005b) es que to-
das ellas son víctimas porque son muje-
res, no por su papel dentro del contexto
familiar o por su presunción de víctima ino-
cente o víctima mala.
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
4. Feminicidio sexual sistémico
Hay una imagen que recorre el mundo: los
asesinatos de niñas y jóvenes mujeres que
han sido secuestradas, violadas, tortura-
das, mutiladas y cuyos cadáveres son de-
positados en lotes desérticos o parajes bal-
díos en Ciudad Juárez8. Si bien no todas
las mujeres han sido asesinadas de este
modo, un número muy revelador entra en
esta categoría: 115 casos. Hay una forma
similar y continua en la que se han encon-
trado los cadáveres de algunas jóvenes
desde el año 1993, y ello apunta hacia un
patrón sistemático en la forma en que son
exterminadas; también habla de posibles
asesinos que actúan de una forma persis-
tente y constante cuando atacan y matan.
Existen casos paradigmáticos que se con-
servan en la memoria colectiva de esta
comunidad: los cadáveres encontrados en
el Lote Bravo (1995), Lomas de Poleo
(1996), el Lote Algodonero (2001), y el Ce-
rro del Cristo Negro (2002-2003). Sin em-
bargo, no hay que olvidar los cuerpos en-
contrados en el cerro Bola, en el Valle de
Juárez, en la carretera Juárez-Casas Gran-
des, así como en otros sitios de la ciudad.
A esta forma de asesinar se le conoce como
crimen sexual y está presente en los casos
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
MORIR POR SER MUJERES
en que el o los asesinos son motivados por
impulsos sexuales sádicos y la víctima se
convierte en un objeto sexual para los
victimarios (Cameron y Frazer, 1987, 17-
19). Al mismo tiempo, la tortura y la dispo-
sición del cuerpo son parte de una sexuali-
zación y erotización del crimen. Estos ase-
sinatos de ninguna manera carecen de
motivación ya que el secuestro, la violación,
la tortura, la mutilación y finalmente el ex-
terminio de las víctimas hablan de un “ase-
sinato sexual” contra las mujeres (Caputi,
1987). Esta forma de asesinar niñas y mu-
jeres en Ciudad Juárez la he definido como
feminicidio sexual sistémico.
El feminicidio sexual es un sistema que
muestra la lógica irrefutable del cuerpo de
las niñas y mujeres que son secuestradas,
torturadas, violadas y asesinadas. Sus ca-
dáveres, semidesnudos o desnudos son
arrojados en las zonas desérticas, los lo-
tes baldíos, en los tubos de desagüe, en
los tiraderos de basura y en las vías del
tren. Los asesinos, por medio de estos ac-
tos crueles, fortalecen las relaciones socia-
les inequitativas de género que distinguen
los sexos: otredad, diferencia y desigual-
dad. Al mismo tiempo el Estado, secunda-
do por los grupos hegemónicos, refuerza
el dominio patriarcal, y a las familias de las
37
 sospechoso de varios crímenes. Se dice
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

que es el autor material e intelectual de por

lo menos 25 de estos (Rodríguez, 2003);
sin embargo, solo se le adjudicó responsa-
bilidad por un asesinato por el cual purga-
ba una condena de 26 años y 8 meses de
prisión (Estrada, 2003). En el mes de junio
de 2006, este hombre murió en prisión. En
su caso hay inconsistencias que él mismo
señaló. En el año 1996 se detuvo a un gru-
po de hombres jóvenes conocidos como la
pandilla de “Los Rebeldes”. Se les acusa-
ba de 17 asesinatos (Aragón, 2002). En el
mes de enero del año 2005 se les dictó auto
de formal prisión. A José Luis Rosales
Juárez, “El Sinaloa”, lo sentenciaron a 24
años por el homicidio y violación de Rosa-
rio García Leal. A Sergio Armendáriz Díaz,
alias “El Diablo”, Romel Omar Ceniceros
García, alias “Charly”, Carlos Barrientos
Vidales, alias “El Bailarín”, Gerardo
Fernández Molina, alias “El Flaco”, y a Juan
Jorge Contreras Jurado, alias “El Grande”,
se les asignó una pena de 40 años por el
MORIR POR SER MUJERES

homicidio y violación de Verónica Castro y

dos mujeres más identificadas como Lucy
y Tanya (Zubía, 2005).
www.deia.com

En 1999 se aprehendió a la banda de “El

Tolteca y los Ruteros”. Fueron acusados por
siete asesinatos, aunque también se les
mencionó como responsables de otros 12
víctimas y a todas las mujeres las obliga a
(Ramos, 2002). Ellos son Jesús Manuel
una inseguridad permanente e intensa a tra-
Guardado, alias “El Tolteca”, Agustín Toribio
vés de un período continuo e ilimitado de
Castillo, alias “El Kiani”, José Gaspar
impunidad y complicidades, al no sancio-
Ceballos Chávez, alias “El Gaspy”, Bernar-
nar a los culpables ni otorgar justicia a las
do Hernández Fernández, alias “El Sam-
víctimas (Monárrez, 2005, b,c).
ber”, y Víctor Moreno Rivera, alias “El Nar-
co”. En el mes de enero de 2005 se les dic-
Los cadáveres de estas mujeres deposita-
Los asesinatos dos en serie o individualmente en estos lu-
tó formal prisión.
sexuales no solo son gares solitarios, son la prueba irrefutable
A Jesús Manuel Guardado lo sentenciaron
de que hay una forma organizada y siste-
cometidos por asesinos mática de asesinarlas. Por lo tanto, los ase-
a 113 años por la muerte y violación de cin-
co mujeres: Nancy Villalba González,
seriales o por sinos pueden actuar como una red organi-
Brenda Patricia Méndez Vázquez, Irma
zada de feminicidas sexuales con un mé-
desconocidos. También todo conciente y sistemático a través de un
Angélica Rosales Lozano, Elena García
Alvarado y otra no identificada. A José
los esposos, padres, largo e indeterminado período, dirigido a la
Gaspar Chávez, Víctor Manuel Moreno Ri-
amantes, parientes identidad de sexo y de género de las ni-
vera y a Agustín Toribio Castillo, se les dio
ñas/mujeres; también pueden ser asesinos
y vecinos participan en una sentencia de 40 años por las muertes
que imitan esta forma de asesinar muje-
de Brenda Patricia Méndez, Irma Angélica
el crimen sexual. res. A esta clase se le define como femi-
Rosales Lozano, Elena García Alvarado y
nicidas organizados (Monárrez, 2005, b).
otra mujer identificada. Bernardo Her-
nández Hernández fue absuelto (Cruz y
En la actualidad se encuentran sentencia-
Rodríguez, 2005).
dos varios hombres a los cuales se les se-
ñala como los autores materiales e intelec-
El año 2001 se detuvo a Víctor Javier
tuales de los mismos. En 1995 se detuvo a
García Uribe, “El Cerillo”, y Gustavo Gon-
Abdel Latiff Sharif, conocido como “El Egip-
zález Meza, “La Foca”. Este último murió
cio” por su nacionalidad, como el principal

38 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
Gráfico 5. Motivos, causas y disparadores para el feminicidio
sexual sistémico desorganizado en Ciudad Juárez
1993-2007 (número de casos = 44)
30
25
20
Número de casos
15
10
5 5
5 4
2
0 munitaria. “La violencia comunitaria se pro-
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Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la
Frontera Norte.
en la cárcel en circunstancias que han de-
jado dudas sobre la causa del fallecimien-
to. Ellos fueron acusados de los ocho ase-
sinatos de las jóvenes encontradas en El
Lote Algodonero en noviembre de 2001.
Víctor Javier García Uribe fue liberado el
año 2005 (CPEVMCJ, 2005).
Estas sentencias, así como la culpabilidad
de los sentenciados en los nueve asesina-
tos dejan incertidumbres9. En el año 2005
fue aprehendido José Luis Hernández Flo-
res, “El Chivero”. A él se le imputa el asesi-
nato de María Sagrario González Flores,
victimada en 1998. En sus primeras decla-
raciones, dijo que actuó acompañado de
otros sujetos; luego se desmintió y solo él
permanece detenido (Huerta, 2005). En los
103 casos restantes no se sabe nada.
La otra categoría de victimarios del
feminicidio sexual sistémico son los
feminicidas desorganizados. Pueden ser
asesinos que matan por una sola vez, en
un período determinado; y pueden ser hom-
bres cercanos o parientes de las víctimas
que en algunas ocasiones las privan de la
libertad, las torturan, las violan, las asesi-
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
De los 44 casos, 22 personas cumplen sen-
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
tencia y entre ellas se cuentan dos muje-
res. La relación de parentesco o conoci-
miento entre la víctima y el victimario que
se pudo recuperar es la siguiente: un pa-
drastro, dos tíos, una tía, un hijastro, un
26 amigo, un novio, tres vecinos y tres guar-
dias de seguridad.
5. Violencia comunitaria
Los asesinatos de mujeres tienen también
un sustento en la violencia interpersonal.
Esta fue definida por la Organización Pa-
namericana de la Salud, como la violencia
infligida por un individuo o un grupo peque-
ño de individuos que pueden ocasionar
daños a otras personas o a ellos mismos
2 (OPS, 2002). La violencia interpersonal
comprende la subcategoría de violencia co-
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duce entre individuos no relacionados en-
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tre sí y que pueden conocerse o no; ocurre
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generalmente fuera del hogar” (OPS, 2002).
Fa
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MORIR POR SER MUJERES
El objeto de esta violencia por parte de sus
ma
cti
autores, es lograr objetivos económicos o
Vi
sociales. Esta violencia toma en cuenta la
importancia del entorno en que se produce
la agresión, la relación entre el autor y la
víctima y sus posibles motivos (OPS, 2002).
En Ciudad Juárez, la violencia comunitaria
nan y las depositan en parajes solitarios o
tiene diferentes disparadores, entre los cua-
en el interior de sus domicilios (Monárrez,
les se encuentran los desacuerdos, las dis-
2005, b). Al respecto, cabe mencionar que
cusiones, las riñas, las venganzas y los ro-
los asesinatos sexuales no solo son come-
bos entre conocidos y desconocidos. Los
tidos por asesinos seriales o por descono-
posibles motivos no siempre son el asesi-
cidos. También los esposos, padres, aman-
nato de las personas, en este caso de las
tes, parientes y vecinos participan en el cri-
mujeres; sin embargo, indirecta o directa-
men sexual (Caputi, 1989,39), y combinan
mente este es el resultado. La categoría
el deseo del placer y el abuso sexual en
de violencia comunitaria comprende las
contra de las niñas y las mujeres.
subcategorías de violencia juvenil, y los
asesinatos por riña y robo. Estos casos
Todos ellos están dentro de la categoría de
suman 62 y representan el 12.6% del total
asesinos sexuales del feminicidio sexual
de los asesinatos.
sistémico. Desde 1993 hasta el año 2007,
se contabilizan 44 casos de estos. Los
5.1 Asesinatos por violencia juvenil
motivos se presentan en el gráfico 5.
Por lo que respecta a la niñez y a la gente
En cinco casos las víctimas son asesina-
joven, la Organización Panamericana de la
das por celos, en dos casos por un conti-
Salud reconoce a la violencia como una
nuo de violencia ejercida por su pareja. En
amenaza de las más urgentes en cuestión
cuatro casos, los victimarios no soportan
de salud y seguridad pública para el conti-
el rechazo por parte de la mujer. En dos
nente americano. Entre las causas que se
casos, la intención del ataque sexual está
mencionan como factores y disparadores
acompañada del robo a las pertenencias
que propician la violencia entre la juventud
de la víctima. En cinco casos solo se tiene
se encuentran la agresión temprana de que
la información de que el victimario se en-
han sido objeto por parte de sus familias,
cuentra bajo los efectos de alguna droga.
por parte de extraños, en las escuelas y en
Para 26 casos no hay información precisa.
los establecimientos judiciales (OPS, 2000).
39
 Los ambientes donde ellos habitan, y que En la violencia comunitaria que se registra
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

tienen que ver con el grado de urbaniza-
ción y las estructuras donde el poder y los
Cada lugar de recursos están distribuidos de manera des-
la ciudad (Juárez) está igual, son también causas estructurales que
asociado con riesgos sustentan la violencia juvenil. En América
Latina, el desarrollo económico y la crecien-
para las mujeres y te urbanización han traido riqueza a algu-
esto depende del grado nos sectores pero las condiciones margi-
nales de vida para una gran mayoría son
de seguridad para cada vez más peligrosas (OPS, 2000).
transitar por los espacios
Otro de los factores que impulsan a los gru-
públicos y del grado pos juveniles a delinquir es la posesión de
de violencia comunitaria, armas, la inseguridad y desconfianza que
se tiene en la disponibilidad y calidad de
que repercute tanto los sistemas judiciales y la mediación que
en la vida de los estos ofrecen. Junto a estos elementos,
también se cuenta como generador de vio-
hombres como de las lencia el mercado negro de productos como
mujeres. alcohol, tabaco, mariguana y cocaína. Sin
embargo, los esfuerzos de prevención de
la violencia suponen el enfrentamiento de
los problemas inequitativos del desarrollo
MORIR POR SER MUJERES
en Ciudad Juárez también aparecen los
grupos juveniles como protagonistas de la
misma. Los casos que se presentan en esta
sección no muestran que el ataque haya
sido dirigido a ellas por ser mujeres; no obs-
tante, fueron asesinadas porque en el mo-
mento en que se enfrentan diferentes gru-
pos de jóvenes ellas pasan por el “campo
de guerra” y sus asesinatos corroboran que
la inseguridad es una de las mayores li-
mitantes en la vida de las personas y mues-
tra el rasgo más preocupante de la convi-
vencia social fracturada en esta ciudad.
Cada lugar de la ciudad está asociado con
riesgos para las mujeres y esto depende
del grado de seguridad para transitar por
los espacios públicos y del grado de vio-
lencia comunitaria, que repercute tanto en
la vida de los hombres como de las mu-
jeres. Al respecto Massolo confirma que:
“La ciudad como espacio construido no es
neutro de género, sino que contiene y ex-

económico (OPS, 2000). presa las relaciones sociales entre hombres

El homicidio es la cuarta causa principal de
muerte, a nivel mundial, entre los adoles-
centes cuyas edades fluctúan entre 10 y
14 años; a la vez, es la segunda entre jó-
venes de 15 y 24 años. Las víctimas y agre-
sores son más frecuentemente hombres
que mujeres (OPS, 2000).
Gráfico 6. Motivos, causas y disparadores para el asesinato
por violencia juvenil en Ciudad Juárez, 1993-2007
(número de casos = 24)
12
10 10
Número de casos
y mujeres que se construyen y transforman
a lo largo del tiempo sobre los espacios,
así como dentro de determinados espacios”
(2005, 8).
Los asesinatos de mujeres por violencia
juvenil representan 24 decesos. En diez ca-
sos se debe a un enfrentamiento entre gru-
pos rivales. En uno de los casos los jóve-
nes disparan al aire para asustar a la gen-
te. En otros diez casos se debe a que la
víctima acompañaba al sujeto en el momen-
to que fue agredido. Mientras que en tres
casos no se cuenta con datos para expo-
ner los motivos o disparadores del evento
(ver gráfico 6).

10
8 Los jóvenes que se enfrentan en los espa-
cios públicos delimitan y avanzan en el
6 dominio de sus territorios por medio de las
4 3 armas y a través del asesinato de los con-
2 trarios. Esto refuerza su poder y su perte-
1
nencia al grupo. Así, las muertes de estas
0 mujeres no deben ser analizadas como
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contingencias, sino como resultado de una

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violencia más amplia que muestra las

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asimetrías entre hombres armados, muje-

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res desarmadas y un Estado que necesita

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urgentemente garantizar el derecho a la vi-

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da de todas las personas de la comunidad.

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5.2 Asesinatos por riña/venganza

Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la
La fractura de la convivencia social tam-
Frontera Norte.
bién se expresa en los 16 asesinatos de

40 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008

www.darsecuenta.es
mujeres catalogados como producto de una
riña o de venganza. Es difícil aseverar que
en estos hechos no haya un motivo de gé-
nero. Sin embargo, los datos que se en-
contraron no son lo suficientemente espe-
cíficos para llegar a tal afirmación. De los
nueve asesinatos de mujeres por riña, en
cuatro de los casos, la información es la
siguiente: una mujer dispara un arma para
disolver un enfrentamiento entre pandillas;
en el segundo, un hombre le dispara a una
mujer desde un carro en movimiento; el
tercer incidente se debe a que un grupo de
hombres y mujeres les echaron humo a víc-
tima y esposo en un centro de diversión, la
pareja les reclama y son agredidos, la mu-
jer muere. En otro centro de diversión hay
una riña entre varias mujeres y una de ellas
asesina a la víctima. Para los dos faltantes
la información no es precisa.
Con relación a los siete asesinatos por ven-
ganza, la información es la siguiente: en uno
de los casos es en represalia contra su tía
ya que fue denunciado por ella, luego él le
quema una casa que ella renta y mata a
dos personas: una mujer adulta y una niña.
Otro asesinato es porque la mujer no les
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
quiso devolver un objeto dejado como ga-
rantía a su esposo y la asesinan; otra mu-
jer le reclama a un tendero por un producto
en mal estado. En tres casos se descono-
cen los motivos. Al respecto, cabe señalar
que ninguno de estos conflictos interper-
sonales son motivo o razón suficiente para
terminar con la vida de otra persona. Lo que
sí ponen en evidencia es una socialización
precaria de los individuos con relación a la
contención de la ira, la intimidación y los
desacuerdos en las relaciones sociales que
se encuentran profundamente enraizadas
en la convivencia comunitaria.
5.3 Asesinatos por robo
El robo a casa habitación y a transeúntes
es otra manifestación de la violencia comu-
nitaria y de la inseguridad pública. En esta
subcategoría se presentaron 22 casos de
mujeres asesinadas después de ser roba-
das. En seis casos el crimen es en casa
habitación. En seis casos son asesinadas
cuando los victimarios asaltan un negocio.
Otros dos asesinatos son por robarle el
vehículo a la víctima. Dos asesinatos ocu-
rren cuando las víctimas van saliendo de
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
MORIR POR SER MUJERES
un negocio. Una más por quitarle el dinero.
Y en cinco casos se desconocen los datos.
Solo un comparativo con los asesinatos de
hombres por robo podría arrojar más clari-
dad respecto a esta violencia y especificar
las dinámicas que subyacen para que las
mujeres sean robadas10. Lo que es nece-
sario mencionar es que el 50% de las vícti-
mas son mayores de 50 años. Una tenía
80 años.
6. Asesinatos por narcotráfico
y crimen organizado
El narcotráfico y el crimen organizado -la-
vado de dinero, extorsión por intimidación,
tráfico de personas y mercancías (Calvani,
2005)-11, así como el robo de automóviles,
afectan negativamente el desarrollo social
de la comunidad y tienen efectos devasta-
dores en la vida humana. La producción, el
tráfico y el consumo de drogas en esta fron-
tera, igual que en el resto del continente
“afectan la calidad de vida de la población,
están ligados a formas de exclusión social
[y] generan mayor inseguridad y violencia”
(Arriagada y Hopenhayn, 2000).
41
 De hecho, en América Latina existe un re- 7. Asesinatos imprudenciales
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima

lativo consenso en que el fuerte crecimien-

to de esos índices [de violencia] tuvo un
La presencia del origen claro: el auge del narcotráfico, que
narcotráfico y del crimen pasó a financiar gradualmente todas las
formas de violencia, las degradó y desbor-
organizado en Ciudad
dó a las autoridades policiales y judiciales
Juárez, no es un proceso (Ocampo, 2003).
libre de violencia con
La presencia del narcotráfico y del crimen
relación a las mujeres. No organizado en Ciudad Juárez no es un pro-
solo los hombres son ceso libre de violencia con relación a las
mujeres. No solo los hombres son asesi-
asesinados, también las nados, también las mujeres, sean o no parte
mujeres, sean o no parte de estas redes delincuenciales. A esta ca-
tegoría corresponden 47 asesinatos, el
de estas redes 9.5% de los casos (ver gráfico 7).
delincuenciales.
En 10 casos las mujeres estaban en com-
pañía del sujeto que era el blanco del ata-
que. Otras 12 mujeres son asesinadas por
deudas relacionadas con el mercado de las
drogas, sea esto en pequeña o mediana
escala. Cuatro son asesinadas cuando se
MORIR POR SER MUJERES
En los asesinatos por imprudencia se con-
sidera que, hasta donde permiten suponerlo
los datos disponibles, no ha habido una
premeditación para asesinar a la persona,
aunque es posible que esa presunción se
desvanezca conforme avance el proceso
judicial. No obstante, es innegable que se
dan en medio de condiciones que propician
la violencia, tales como la presencia de ar-
mas de fuego o de alcohol. En esta cate-
goría se contabilizaron 10 casos de muje-
res asesinadas, que constituyen el 2.0%.
En siete de ellos, el victimario manifestó que
se le disparó accidentalmente el arma. Otro
fallecimiento se debió a que varios sujetos
adictos le inyectaron droga a una mujer que
también era drogadicta. Un hombre con
problemas de salud mental asesinó a una
mujer a golpes. Y por último, una mujer
muere mientras conduce, cuando inespe-
radamente recibe un balazo en el cuello sin
saber de dónde proviene la bala.

inició la balacera entre grupos rivales y ellas

pasaban por ese lugar. Tres más por de-
nunciar asuntos relacionados con estos de-
litos. En 10 eventos no se encuentran da-
tos y ocho son definidos como resultado
del narcotráfico o del crimen organizado.
El uso y manipulación de armas de fuego
pone de manifiesto que estas no solo se
usan y cobran víctimas en conflictos béli-
cos; también tienen costos humanos en la
población civil en la vida cotidiana, donde
generan inseguridad y crean tensión entre
la ciudadanía12.

Finalmente, en 40 casos, el 8.1% del total

Gráfico 7. Motivos, causas y disparadores para el asesinato de mujeres asesinadas, no fue posible en-
por crimen organizado y narcotráfico en Ciudad contrar el motivo y tampoco la relación en-
Juárez, 1993-2007 (número de casos = 47) tre víctima y victimario, por lo tanto, se cla-
sificaron en sin especificar.
14
12 Reflexiones finales
12
Número de casos

10 10 10
Las diferentes expresiones de los asesina-
8 8 tos de mujeres muestran dos patrones gra-
6 ves: los que se dan en el feminicidio íntimo
4 y en el feminicidio sexual sistémico. El pri-
4 3 mero de ellos está relacionado con el ase-
2 sinato de mujeres cometido por hombres
0 cercanos a ellas, con 110 víctimas. En esta
categoría aparecen también dos subcate-
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gorías: feminicidio infantil, con 24 casos, y

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el familiar, con 16. Todas estas muertes pro-

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vocadas suman 150 casos.

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El segundo, el feminicidio sexual sistémico,

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De

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se refiere a los asesinatos sexuales, llama-

dos también seriales, con 115 casos. Hay
otros asesinatos sexuales -44- que no pre-
Fuente: Elaboración propia. Base de Datos Feminicidio 1993-2007, El Colegio de la sentan un patrón serial. La combinación de
Frontera Norte. violencia sexual contra las niñas y mujeres

42 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
representa 159 casos. No menos preocu-
pante -con 26 casos- es el feminicidio por
ocupaciones estigmatizadas, el cual se re-
fiere a las mujeres que trabajan en el co-
mercio sexual, en los bares y las que se
desempeñan como bailarinas. Estas tres
expresiones de violencia de género, de ase-
sinatos de niñas y mujeres por ser muje-
res, comprenden el 67.9% de los asesina-
tos en esta comunidad. Sin embargo, aun-
que según los datos obtenidos en una pro-
porción significativa del 32.2% no todo ase-
sinato de niña o mujer es un feminicidio,
definitivamente es un asesinato y es una
responsabilidad del Estado y de las institu-
ciones encargadas de la integridad y la
seguridad prevenirlo, sancionarlo y erradi-
carlo. Solo añadiré que si estos últimos no
se consideran –teóricamente hablando–, yo
prefiero llamarlos a todos feminicidios des-
de su origen etimológico.◆
Notas
1. Esta presentación es una versión modifi-
cada de la autora, y se encuentra en “Las
diversas representaciones del Feminicidio
y los asesinatos de mujeres en Ciudad
Juárez, 1993-2005”, capítulo cuatro del vo-
lumen II Violencia infligida por la pareja y
Feminicidio, Julia Monárrez, et. al., Violen-
cia contra las mujeres e inseguridad ciuda-
dana en Ciudad Juárez. En prensa. Tam-
bién se encuentra en Sistema Socioecono-
mico y Geo-referencial sobre la Violencia
de Género en Ciudad Juárez. Análisis de la
Violencia de Género en Ciudad Juárez,
Chihuahua: Propuestas para su prevención,
El Colegio de la Frontera Norte, y Comisión
Para Prevenir y Erradicar la Violencia Con-
tra las Mujeres en Ciudad Juárez, 2006, pre-
sentación en CD. Se puede consultar en
http://www.comisioncdjuarez.gob.mx/Portal/
PtMain.php?&nIdPanel=38&nIdFooter=40.
Agradezco la eficiente asistencia y comenta-
rios de la Mtra. Liliana Chaparro Vielma. Tam-
bién a la Mtra. Rosalba Robles Ortega. Los
errores y omisiones son mi responsabilidad.
2. Esta temática ha sido abordada con ma-
yor amplitud por Julia Monárrez (2005).
3. Corresponde al Dr. Martín González de
la Vara el análisis de estas palabras.
4. Mención aparte merece la inclusión de
11 mujeres como victimarias en los 494 ase-
sinatos. No obstante, aunque la cifra es pe-
queña con relación a los varones victima-
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
rios, es necesario prestar atención a los ca-
sos en los cuales las mujeres participan co-
mo agresoras ya que la negación del uso y
abuso de la violencia por parte de las muje-
res contribuye a la construcción de sujetos
femeninos que no utilizan la violencia. No
obstante, hay que tener cuidado con esta
afirmación, ya que en algunos casos no que-
da claro cómo fue la participación de la mu-
jer en el asesinato; sobre todo cuando se
encuentra involucrado un sujeto masculino.
5. Se tomaron en cuenta niñas de 0 a seis
años. Esto no quiere decir que no haya otra
niñas asesinadas, ellas se encuentran en
otras categorías.
6. Esto sitúa la comisión del asesinato de
estas dos mujeres en otra significación di-
ferente al feminicidio.
7. Centros nocturnos sería la traducción del
término, aunque hoy los lugares en donde
las mujeres dan espectáculos de baile, son
conocidos como “teibols”, expresión que a
su vez proviene de “table dance”. Las que
trabajan en esos sitios son conocidas como
“teiboleras”.
8. Esta forma de feminicidio la aborda Julia
Monárrez (2002, 2005a, 2005b, 2005c).
9. Para un análisis técnico sobre la investi-
gación, impulso, y procesamiento de cau-
sas a través del examen de los expedien-
tes judiciales de estos sentenciados, ver:
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
impunidad.blogspot.com
MORIR POR SER MUJERES
Informe de la Comisión de Expertos Inter-
nacionales de la Organización de las Na-
ciones Unidas, Oficina de las Naciones Uni-
das contra la Droga y el Delito, sobre la Mi-
sión en Ciudad Juárez, Chihuahua, Méxi-
co, 2003.
10. César Fuentes afirma que “Por sexo,
las mujeres tienen una mayor prevalencia
que los hombres en lo que se refiere al robo
a casa habitación, estos hallazgos apuntan
hacia una discriminación de género del vo-
lumen II I Inseguridad pública en Ciudad
Juárez, Julia Monárrez, et. al., Violencia con-
tra las mujeres e inseguridad ciudadana en
Ciudad Juárez. En prensa.
11. No se puede hacer una separación de
los distintos componentes que están den-
tro del crimen organizado, porque los pe-
riódicos solo reportan los asesinatos como
resultado de este.
12. Por esto, la Asamblea General de las
Naciones Unidas, en su resolución 53/77 T,
del 4 de diciembre de 1998, pidió al Secre-
tario General que celebrara consultas am-
plias con todos los Estados Miembros, las
organizaciones regionales y subregionales
interesadas, los organismos internaciona-
les y los expertos en la materia, sobre la
magnitud y el alcance del fenómeno del trá-
fico ilícito de armas pequeñas, el cual se
hace en la clandestinidad y al margen de la
ley (Naciones Unidas, 1999).
43
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45
 GUATEMALA
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
Urge capacitar a los
operadores de justicia
Entrevista con Giovanna Lemus
Giovanna Lemus, socióloga
feminista, integrante del Grupo
Guatemalteco de Mujeres, de la
Red Feminista Centroamericana
contra la Violencia y de la Red
Feminista Latinoamericana por
una Vida Libre de Violencia para
las Mujeres, entre otras
organizaciones, ha estado
involucrada en la investigación
sobre la violencia sexista y el
MORIR POR SER MUJERES
femicidio/feminicidio en su país, y
también en acciones de
interpelación frente a los poderes
públicos para lograr una acción
más efectiva para su
erradicación. En entrevista
realizada por Sandra Castañeda
y Andrea Aranda, Coordinadora
Programática y Administradora de
la RSMLAC, respectivamente, se
refiere al logro obtenido con la
aprobación de la Ley contra el
Femicidio y otras Formas de
Violencia contra las Mujeres en
su país, y los desafíos que esto
implica.
46 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
¿Cuál ha sido el trabajo de monitoreo
desde organizaciones de la sociedad
civil respecto de la acción del Estado
frente al femicidio en Guatemala, consi-
derando la grave extensión del mismo?
- En una primera fase, y como Grupo Gua-
temalteco de Mujeres, iniciamos hace
aproximadamente11 años el trabajo de do-
cumentar los casos que iban ocurriendo y
también cuál era la acción de las institucio-
nes preocupadas de la violencia contra las
mujeres. Luego ordenamos estos datos,
constatando que no había sistemas de aco-
pio en el país para una información
confiable al respecto, y solo ahora se está
iniciando un esfuerzo mayor en este aspec-
to. Teníamos una Ley de Violencia Intra-
familiar, como en muchos otros países, pero
no había entonces una correlación de fuer-
zas favorable para obtener una legislación
específica sobre violencia contra las muje-
res, tal como ahora la logramos. La docu-
mentación que reunimos, la información y
la síntesis de la misma, la pudimos transfor-
mar en una herramienta de exigencias fren-
te al Estado para reclamar nuestro dere-
cho a una vida libre de violencias. Esta au-
ditoría social que impulsamos como Grupo
Guatemalteco de Mujeres nos permitió, por
ejemplo, comprobar numerosos homicidios
de mujeres pero también tuvimos el hallaz-
go de que al intentar confirmar los datos
de esas muertes, no estaban desagregadas
ni por sexo ni por grupo étnico, ni menos
por oficio u ocupación de la persona.
- Fue así como buscamos alianzas y, como
integrantes de la Red por la No Violencia
en Guatemala, hicimos un llamado amplio
buscando apoyos para profundizar esta
acción y seguir avanzando dado que el pro-
blema es tan grave que requiere de la co-
laboración de todas y todos. Empezamos,
por lo tanto, a hacer un esfuerzo conjunto
con las organizaciones miembras de la Red
y luego con otras expresiones del movi-
miento de mujeres, para presentar la exi-
gencia al Estado en el sentido de que este
debe documentar lo que sucede con las
muertes de mujeres en el país, tiene que
dar la información a la sociedad en su con-
junto, y visibilizar los femicidios, lo que pa-
ralelamente también comenzamos a hacer
nosotras.
- En el año 2001 ya teníamos información
consistente sobre este delito en Guatema-
la, y aprovechando una reunión regional
sobre violencia contra las mujeres convo-
cada por agencias de Naciones Unidas, nos
articulamos varias organizaciones integran-
tes de la Red Feminista Latinoamericana y
del Caribe contra la Violencia Doméstica y
Sexual en un taller de trabajo, donde com-
partimos los hallazgos de las muertes de
mujeres de Ciudad Juárez, de Guatemala
y también lo que estaba ocurriendo en Cos-
ta Rica, ya que allí se realizó una investi-
gación de 10 años sobre el tema con resul-
tados muy consistentes. En ese contexto,
se decidió lanzar la campaña regional “Por
la Vida de las Mujeres, Ni una muerta +”,
que detonó una acción conjunta de gran
impacto para seguir denunciando la violen-
cia contra las mujeres, y en especial su for-
ma más extrema, el femicidio. Con el lema
señalado, se desarrollaron acciones loca-
les, regionales y subregionales, sumando
esfuerzos entre organizaciones de todos los
países. Pienso que ese fue uno de los pun-
tos de partida para llevar a la agenda mun-
dial esta temática y también para hacer vi-
sible la necesidad de contar con leyes es-
pecíficas, pues si bien la mayoría teníamos
leyes de violencia intrafamiliar, el enfoque
se reducía a la violencia al interior de la
familia y sin la especificidad en la mujer.
Eso contrasta con el hecho de tener una
Convención Interamericana tan adelanta-
da e incluyente como la de Belem do Pará,
ratificada por la mayoría de los gobiernos.
 Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
Ahora ya cuentan con esta legislación
en Guatemala...

- Así es, en Guatemala lo logramos gracias

al esfuerzo de muchos años y de numero-
sas organizaciones involucradas. Sin em-
bargo, aunque tenemos esta legislación
contra el femicidio, todavía nos falta mu-
cho en sistemas de acopio de información,
que en el país son muy débiles. Como Gru-
po Guatemalteco de Mujeres, hacemos
mucho énfasis en este aspecto y trabaja-

MORIR POR SER MUJERES

mos para el manejo de una información
confiable y además seguimos haciendo in-
vestigaciones. Nos interesa aportar en el
tema para hacer una lucha común con otras
organizaciones.

Adriana Gómez
¿Cómo ha ido evolucionando este fenó-
meno y cuáles son las cifras que mane-
jan actualmente?

- En realidad, como ya he señalado, en el Mujeres de la Comisión Interamericana de Giovanna Lemus, durante

país no existen sistemas de acopio, esta
es una gran falencia, o por lo menos lo que
existe no es confiable. En cuanto a las ci-
fras, como Grupo no tenemos información
de 1999 hacia atrás. Contamos con datos
desde el año 2000 en adelante, documen-
tando las muertes violentas de mujeres, de-
nominándolas como tales, desde una pers-
pectiva sociológica, y evitando que su cali-
ficación sea de asesinato o de parricidio.
Por supuesto, eso era antes de que existie-
ra la figura legal del femicidio que ahora
quedó definida en la ley. Y de las muertes
violentas indagamos cuáles eran femi-
cidios. Las cifras nos dicen, por ejemplo,
que el año 2000, por cada 100 mil mujeres
habían tres femicidios, y en 2008 ya vamos
en 10. La tasa se comprueba claramente
que va subiendo. Ante esta situación, el
movimiento de mujeres ha realizado diver-
sas acciones públicas de denuncia, inclu-
so se pidió la visita de la Relatora de la ONU
por los Derechos Humanos, al igual que la
Relatora de los Derechos Humanos de las
DD.HH. Entonces acusamos al Estado de reunión organizada por la
Guatemala por la violación de los derechos RSMLAC en Guatemala.
humanos de las mujeres y por las muertes
que estaban ocurriendo. De esta forma,
incluso utilizando los mecanismos que nos
ofrece la institucionalidad, hemos deman-
dado vigilancia internacional.
- Como se puede ver, las acciones de las
organizaciones de la sociedad civil han sido
importantes y aunque hay respuestas des-
de el Estado, por ejemplo la dictación de la
ley, estimamos que no han sido contunden-
tes ni suficientes, ya que el número de
muertes de mujeres sigue creciendo. Has-
ta el día de ayer (entrevista realizada el 7
de noviembre, 2008) había 593 mujeres con
muertes violentas, todavía hay que deter-
minar con toda claridad cuáles fueron
femicidios, pero creemos que llegaremos
a fin de año con una cifra de más o menos
700 mujeres asesinadas, crímenes de odio,
como también se les ha calificado.

4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 47

Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
Walter Astrada
MORIR POR SER MUJERES
La Ley contra el Femicidio y otras
Formas de Violencia contra las Mujeres,
señala, entre otras cosas, que:
• El femicidio será castigado con penas
de entre 25 y 50 años de prisión, sin
derecho a redención. Se trata de la
muerte violenta de una mujer, ocasio-
nada en el contexto de las relaciones
desiguales de poder entre hombres y
mujeres; un homicidio calificado por el
poder de género ejercido en contra de
las mujeres.
• La denegación del uso de métodos de
planificación familiar, tanto naturales
como artificiales, también se considera
violencia.
48 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
- Otro problema que debe abordarse con
urgencia es la ausencia de formación y ca-
pacitación de los operadores de justicia so-
bre lo que es un femicidio, sus causas y
condicionantes, entonces eso dificulta la
medición y el enfrentamiento del problema.
Hay ocasiones en que ni siquiera están re-
gistrados los casos, precisamente por la fal-
ta de sistema de acopio. Esto contrasta, por
ejemplo, con lo que ocurre en Costa Rica,
pues allí incluso antes de la existencia de
la ley que aborda específicamente la vio-
lencia contra las mujeres, ya tenían el sis-
tema de registro con la especificidad nece-
saria, mientras que en Guatemala aun con
la ley siguen existiendo dificultades respec-
• Se crean hogares para atender a las víc-
timas de violencia.
• Quien cometa violencia psicológica con-
tra una mujer o contra sus hijos será cas-
tigado con cinco a ocho años de prisión.
• Se tipifica el delito de violencia econó-
mica, como el menoscabo de los bie-
nes de la mujer o la retención de docu-
mentos que acrediten sus propiedades.
La pena es cárcel de cinco a ocho años.
• Se crea una fiscalía y juzgados especia-
les para conocer los delitos mencionados.
to de la forma en que se recaba la informa-
ción. Por ello es difícil saber si los números
corresponden a un crecimiento de las muer-
tes por femicidio, si ahora se registran me-
jor, o qué es lo que está sucediendo.
¿Se puede describir un perfil de las
víctimas?
- Según nuestros datos, los femicidios co-
rresponden mayoritariamente a mujeres de
15 a 40 años, quienes son el mayor núme-
ro; la ocupación lamentablemente no se re-
gistra en forma certera, Guatemala es un
país de tránsito, hay tendencia a registrar
a las mujeres con documentos falsos, pue-
den ser de otros países de la subregión
pero tienen documentación guatemalteca.
La mayoría aparecen como amas de casa,
pero también hay estudiantes, trabajado-
ras de casa particular, trabajadoras del
sexo, incluso profesionales.
¿Hay desafíos pendientes luego de tra-
mitada y aprobada la ley?
- La ley es un paso importante, costó mu-
cho su aprobación por los conceptos implí-
citos, pues no todas las personas entien-
den que el femicidio es la forma más extre-
ma de violencia contra las mujeres, que la
violencia es un continuo que puede culmi-
nar en la muerte de la mujer, y también está
el riesgo de que otras violencias queden
en cierta forma invisibles. Afortunadamen-
te, en su aprobación prevaleció el conoci-
miento y experiencia de las organizaciones
de mujeres, para reorientar el abordaje e
incluir el femicidio y otras expresiones de
violencia sexista.
- También es relevante el hecho de que ya
no se pueden retirar las denuncias por par-
te de las víctimas, y esto es muy importan-
te para el rol de otros actores involucrados,
porque muchas veces la Policía Nacional
Civil no interviene porque aduce que las
mujeres se desisten de las denuncias y los
hace vulnerables para actuar. Esta parte de
la ley, entonces, es muy importante. Exis-
te, sin embargo, una actitud muy negativa
a nivel de sectores sociales, cuestiona-
mientos y negativa de aplicar la ley por parte
de los operadores de justicia, la misoginia
detonó rápidamente en el proceso de la dis-
cusión y aprobación de la ley, fue algo in-
creíble. Pero las defensoras de los dere-
chos humanos, en cambio, tenemos mu-
chas esperanzas en este instrumento, y re-
chazamos cualquier intento de decir que es
 inconstitucional, pues hasta eso han dicho
esos sectores misóginos respecto de su
articulado. Es una acción positiva para no-
sotras, una herramienta de lucha y de pro-
tección para las mujeres.
- Paralelamente, hay que destacar que todo
este proceso ha sido de aprendizaje y unión
de esfuerzos. Nosotras, como Grupo Gua-
temalteco de Mujeres, hemos desarrollado
modelos integrales de atención a la violen-
cia de género, no solo prevención y aten-
ción, y eso ha sido muy valioso. También
hemos trabajado en la construcción de
alianzas estratégicas, antes estábamos
muy solas, mientras que ahora hay una
constante reflexión e intercambio de cono-
cimientos, incluso con redes y organizacio-
nes de otros países.
Por último, ¿hay trabajo de las organi-
zaciones de mujeres respecto de la vio-
lencia estructural y cómo esta afecta a
las mujeres en particular?
- Por supuesto que reconocemos que la
situación de extrema pobreza que sufren
muchos sectores del país tiene efectos y
empeora la violencia contra las mujeres. Sin
embargo, la violencia contra las mujeres es
un fenómeno de relaciones de poder, inde-
pendiente del modelo económico vigente
en un país. Las mujeres con mayores re-
cursos también sufren violencia de género
y también se enfrentan con un sistema de
justicia inoperante. O sea, la pobreza es
un factor adyacente, pero no es la causa
de la problemática.◆
Walter Astrada
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
¿Tipificar el Femicidio?
Patsilí Toledo Vásquez
La autora es abogada chilena,
investigadora invitada del
Departamento de Ciencias
Penales de la Facultad de
Derecho de la Universidad de
Chile. Es alumna de Doctorado
en Derecho Público de la
Universidad Autónoma de
Barcelona. Este artículo apareció
en el Anuario de Derechos
Humanos 2008, del Centro de
Derechos Humanos, CDH, de la
Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile. Este trabajo
también fue presentado en el
Seminario “Femicidio en Chile;
tipificar para erradicar”,
organizado por la Red Chilena
contra la Violencia Doméstica y
Sexual, el 13 de noviembre de
2008.
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
1. Femicidio, violencia
contra las mujeres,
violencia de género
En los últimos años, junto con la mayor sen-
sibilidad de la opinión pública frente a la
violencia contra las mujeres –en particular
la que se produce al interior de relaciones
de pareja, actuales o pasadas– y la reac-
ción del sistema judicial frente a ella, se ha
debatido con mayor intensidad en torno a
la revisión del marco jurídico-penal apli-
cable a la sanción de estas conductas en
Chile. Durante el año 2007, entre las di-
versas propuestas presentadas a tramita-
ción legislativa frente a esta problemáti-
MORIR POR SER MUJERES
ca, una de las más controvertidas en el pla-
no político y jurídico, ha sido la que prevé
la creación de un tipo penal especial para
la sanción del femicidio1, concepto bajo el
cual se comprenden los homicidios de mu-
jeres cometidos por sus parejas actuales o
pasadas.
El concepto de femicidio o feminicidio, sin
embargo, ha sido ampliamente utilizado en
la literatura feminista2 y en el movimiento
de mujeres por más de una década, para
aludir a –e inicialmente, hacer públicamen-
te visibles– los homicidios de mujeres por
el hecho de ser tales en un contexto social
y cultural que las ubica en posiciones, ro-
les o funciones subordinadas, contexto que,
por tanto, favorece y las expone a múlti-
ples formas de violencia. De hecho, el re-
ciente debate mediático y político nacional
tiende a restringir el concepto al llamado
femicidio íntimo, que comprende el come-
tido por el hombre con quien la víctima te-
nía o tuvo una relación íntima, familiar, de
convivencia o afín; la noción política de
femicidio ha tenido y tiene un alcance mu-
cho mayor. Así, figuras como el femicidio
sexual en que –sin existir aquellos víncu-
los– el elemento común a los homicidios
de mujeres es la violencia sexual ejercida
contra las víctimas, como ocurre en los ma-
sivos y conocidos casos de México –Ciu-
dad Juárez– y Guatemala, en los que se
suma la impunidad de facto que los rodea,
como consecuencia de las graves deficien-
49
 cias o negligencias de la actividad estatal.
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
En todo caso, esta figura también es ex-
tensiva, en general, a los homicidios pre-
cedidos de violación y otras formas de vio-
lencia sexual3, incluyendo los que se pro-
ducen en tiempos de conflicto armado, los
homicidios de trabajadoras sexuales, etc.
La noción de femicidio incluye, entonces,
tanto los crímenes cometidos dentro de la
llamada esfera “privada” como “pública”, tal
como lo hace la definición de violencia con-
tra la mujer contenida en la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Con-
vención de Belem do Pará). En su artículo
1º, la Convención señala que “debe enten-
derse por violencia contra la mujer cualquier
acción o conducta, basada en su género,
que cause muerte, daño o sufrimiento físi-
co, sexual o psicológico a la mujer, tanto
en el ámbito público como en el privado”
(destacado nuestro).
MORIR POR SER MUJERES
El concepto dado por la Convención de
Belem do Pará incorpora la expresión gé-
nero y, en efecto, esta Convención fue el
primer tratado internacional de derechos
humanos en utilizar este término –en el
sentido que venía utilizándose en las cien-
cias sociales desde la década de 1970–,
aunque sin dotarlo de una definición. En el
sistema universal, el Estatuto de Roma de
la Corte Penal Internacional incorpora la voz
género y la define, indicando que “se refie-
re a los dos sexos, masculino y femenino,
en el contexto de la sociedad”4. Si bien esta
limitada definición ha sido criticada desde
diversas perspectivas5, en ella se enfatiza
el elemento común a las diversas elabora-
ciones teóricas sobre el concepto de géne-
ro: la construcción social que subyace al
entendimiento de la feminidad y la mascu-
linidad en un contexto dado.
Por ello la violencia de género, basada en
el género o por razones de género es una
categoría que comprende la violencia con-
tra las mujeres –la forma más masiva y
persistente de violencia de género– pero
que no se limita a ella6. Comprende tam-
bién aquella dirigida, de la misma manera
por razones de género, a quienes poseen
orientación o identidades de género distin-
tas a las dominantes en nuestras socieda-
des, como ocurre con lesbianas, homo-
sexuales, personas intersex, transgénero
o transexuales, así como ciertas formas de
violencia que incluso pueden afectar a hom-
bres que siguen o deben seguir los patro-
50 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
nes de género dominantes (como en ca-
sos de reclutamiento de niños en Fuerzas
Armadas).
En cualquier caso, la violencia de género,
en sus diversas manifestaciones, incluida
la sexual, afecta desproporcionadamente
a las mujeres. Por ello el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer ha señalado que la violencia contra
las mujeres –en la medida que se dirige a
ellas, por el hecho de ser tales o porque
las afecta en forma desproporcionada– es
también una forma de discriminación con-
tra la mujer7.
2. La “sexualización de la
respuesta punitiva”8 frente
a la violencia de género
La obligación general de garantizar los de-
rechos humanos que emana de los trata-
dos internacionales sobre la materia, inclu-
ye la obligación de adoptar las medidas le-
gislativas que tiendan a asegurar su goce.
Estas se concretan a través de la adopción
de nuevas leyes, así como la derogación o
reforma de las normas existentes que re-
sulten incompatibles con el tratado. Estas
medidas legislativas, en particular cuando
se trata de los derechos a la vida y a la
integridad física y psíquica de las perso-
nas, incluyen también las normas penales
destinadas a sancionar los actos que cons-
tituyen atentados contra estos derechos.
Frente a la violencia contra las mujeres y
sus múltiples manifestaciones, dado su re-
lativamente reciente reconocimiento como
forma grave de violación de derechos hu-
manos, las medidas legislativas se encuen-
tran aún en plena evolución. Estas, en lo
penal, abarcan desde la derogación de dis-
posiciones penales de contenido discrimi-
natorio –lo que ha ocurrido en especial en
materia de delitos sexuales así como en
figuras que expulsaban parcialmente cier-
tas formas de violencia contra las muje-
res9–. A la sanción específica de conduc-
tas de violencia al interior de relaciones de
familia (como actos de ‘violencia intrafami-
liar’ en nuestro país y otras legislaciones) y
también en la comunidad, como ha ocurri-
do con figuras como la trata de personas y
el acoso sexual10.
La mayor parte de estas nuevas leyes pe-
nales son neutras en cuanto a género, es
decir, a pesar de que abordan formas de
violencia que afectan principalmente a
mujeres, las conductas se tipifican de modo
tal que tanto el sujeto activo como pasivo
del delito puedan ser mujeres u hombres.
En el caso de los delitos sexuales, por ejem-
plo, y aunque las cifras evidencian que las
principales víctimas son mujeres y niñas,
los tipos penales no exigen que los sujetos
pasivos lo sean.
Sin embargo, en los últimos años, algunas
legislaciones comienzan a plantear alter-
nativas que abandonan la tradicional neu-
tralidad de género de los tipos penales, en
relación a la violencia contra las mujeres,
especialmente respecto de la violencia en
el espacio privado, doméstico o intrafa-
miliar, dada la magnitud y gravedad de este
tipo de violencia y sus consecuencias.
Dentro de estos modelos normativos, la
opción seguida por el Código Penal sueco,
ya desde 1998, fue la incorporación de un
tipo penal denominado “grave violación de
la integridad de la mujer”, en el Capítulo 4,
relativo a los “Delitos contra la libertad y la
paz” en los siguientes términos:
Sección 4 a
Una persona que cometa alguno de los
actos criminales definidos en los Capítu-
los 3 (Delitos Contra la Vida y la Salud), 4
(Delitos contra la Libertad y la Paz) o 6
(Delitos Sexuales) en contra de otra per-
sona que tenga, o haya tenido, una rela-
ción cercana con el perpetrador y si el acto
forma parte o es un elemento de una vio-
lación sistemática de la integridad de esa
persona y constituye un severo daño psi-
cológico para su autoestima, será senten-
ciada por grave violación de la integridad
a presidio por no menos de seis meses y
hasta un máximo de 6 años.
Si los hechos descritos en el primer pá-
rrafo son cometidos por un hombre con-
tra una mujer con quien está, o ha estado
casado o con quien está, o ha estado con-
viviendo bajo circunstancias comparables
con el matrimonio, será sentenciado por
grave violación de la integridad de la mu-
jer, al mismo castigo (Ley 1998:393)11.
La opción planteada por el legislador sue-
co prevé un tipo penal especial para abor-
dar únicamente la violencia contra las mu-
jeres en relaciones de pareja heterosexua-
les, sin alterar la penalización, que es idén-
tica para cualquier otro caso de violencia

Adriana Gómez
ejercida dentro de relaciones ‘cercanas’
actuales o pasadas. Esta alternativa privi-
legia, por un lado, el efecto simbólico de la
ley penal, haciendo visible la particular vio-
lencia que afecta a las mujeres en relacio-
nes heterosexuales –dada su masividad,
severidad e impacto social– y la importan-
cia de la reacción penal frente a ella. Y por
otro lado, también permite lograr efectos de
carácter más bien práctico pero no por ello
menores, ya que al existir una disposición
‘especial’ se simplifica la generación de in-
formación estadística desagregada, junto
con facilitarse el seguimiento de la acción
del aparato de justicia y de la jurispruden-
cia frente a esta forma de violencia contra
las mujeres. Estos aspectos ‘prácticos’ re-
sultan fundamentales considerando que la
información estadística es imprescindible
para la elaboración de políticas de preven-
ción adecuadas frente a la violencia contra
las mujeres, incluyendo determinación de
factores de riesgo vital, entre otros12, a lo
que se suma la cada vez más reconocida
relevancia del derecho procesal penal y de
la aplicación del derecho penal sustantiva
en la efectiva y adecuada persecución y
sanción de los delitos de violencia contra
las mujeres.
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
Más recientemente, destaca en cambio la
opción seguida por la normativa española
a partir de la Ley Orgánica de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de
Género, de 200413. Esta ley –que compren-
de medidas de carácter laboral, educativo,
sanitario y publicitario, entre otras–, en lo
referido al ámbito penal, ha incorporado al
Código Penal disposiciones que prevén una
penalización agravada en ciertos actos de
violencia cuando han sido cometidos por
un hombre contra “su esposa, o mujer que
esté o haya estado ligada a él por una aná-
loga relación de afectividad aun sin convi-
vencia”14, en lo que se ha llamado una
“sexualización de la respuesta punitiva”.
En esta normativa, entonces, no solo se
caracteriza por la especificación del géne-
ro de sujeto activo y pasivo –como en el
modelo sueco– sino que además sanciona
más severamente la conducta violenta co-
metida por un hombre contra una mujer de
quien es o ha sido pareja o cónyuge, que
la misma conducta cometida por una mu-
jer en contra del hombre del que es o ha
sido pareja, o los casos en que esta con-
ducta se produzca al interior de una preja
o matrimonio de homosexuales o lesbia-
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
MORIR POR SER MUJERES
nas15. En efecto, estos casos no quedan
comprendidos en la ley por lo que solo se
les aplicará, cuando corresponda, la legis-
lación penal común. Respecto de la justifi-
cación de esta medida, la Exposición de
Motivos señala que “[p]ara la ciudadanía,
para los colectivos de mujeres y específica-
mente para aquellas que sufren este tipo
de agresiones, la Ley quiere dar una res-
puesta firme y contundente y mostrar firme-
za plasmándolas en tipos penales especí-
ficos”16. Por cierto, la ley no solo crea tipos
penales específicos –como también lo hace
el legislador sueco– sino que además im-
pone penas diferenciadas en base única-
mente al género del sujeto activo y pasivo,
lo que ha dado origen a un debate sobre la
constitucionalidad de sus disposiciones17.
El proyecto de ley en tramitación en Chile
para penalizar el femicidio, en cambio, pare-
ce responder a un criterio similar al segui-
do por la legislación, ya que solo escinde
del tipo penal de parricidio la figura de fe-
micidio, aplicándose la misma pena en am-
bos casos18, con lo cual se evita la discu-
sión sobre la constitucionalidad de una pe-
nalización diferenciada, manteniendo los
efectos simbólicos y formales deseados por
51
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
MORIR POR SER MUJERES
quienes promueven la normativa. En ello
es también similar a la forma en que se ha
tipificado el femicidio en Costa Rica –hasta
ahora el único país que ha penalizado ex-
presamente esta figura–, en que, a pesar
de contemplarse el tipo en una ley espe-
La obligación de cada cial19, se sanciona este nuevo delito con la
misma pena que el Código Penal costa-
Estado de actuar con rricense prevé para el homicidio calificado
la debida diligencia frente por razón de parentesco o concubinato20,
a la violencia contra operando solo una extensión en lo que
dice relación con las uniones de hecho o
las mujeres, comprende convivencia.
la adopción de todas
3. Protección específica:
las medidas adecuadas
¿protección excluyente?
para hacer frente a
Las opciones legislativas señaladas prece-
esta violencia, teniendo dentemente coinciden en la inclusión de
en consideración delitos específicos para sancionar la vio-
lencia contra las mujeres en las relaciones
las particularidades que de pareja heterosexuales, abandonando el
se presenten en el modelo tradicional, formalmente neutro, de
la formulación de los tipos penales. La jus-
país de que se trate.
tificación de todos estos tipo de legislación
especial –ya sea a través de leyes espe-
ciales, como en España y Costa Rica, o de
tipos penales específicos incorporados al
Código Penal, como en Suecia y el proyecto
52 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
Adriana Gómez
chileno– se encuentra por cierto en la mag-
nitud, severidad o gravedad de las conse-
cuencias de esta particular manifestación
de la violencia de género contra las muje-
res. La necesidad de una reacción penal
específica, dadas estas consideraciones,
no parece presentar mayores inconvenien-
tes a menos que se prevea una penalidad
diferenciada, como es la controversial si-
tuación del modelo español.
Pero en el caso del feminicidio o femicidio
es relevante considerar, además, otro fac-
tor en el análisis jurídico y político: la con-
veniencia o no de legalizar estos concep-
tos y los efectos de esta legalización en el
uso político de los mismos. Esto, especial-
mente considerando que ciertas definicio-
nes legales apuntarán a fenómenos dife-
rentes. En este sentido, por ejemplo, tanto
la ley costarricense como el proyecto de
ley en Chile solo abordan –parcialmente–
lo que se ha denominado femicidio íntimo,
excluyendo de la denominación tanto las
muertes causadas por otras personas del
entorno cercano a la mujer, como las ocu-
rridas en otros contextos. Esta noción de
femicidio es distinta, en efecto, del fenó-
meno ya referido en México y otros países
centroamericanos –femicidio sexual–, cuya
expresa penalización también se pretende,
desde hace algunos años21. En el caso de
México, además, el Comité para la Elimi-
nación de la Discriminación contra la Mujer
ha recomendado acelerar la aprobación de
la enmienda al Código Penal que tipifica el
feminicidio como delito22.
No cabe duda que la obligación de cada
Estado de actuar con la debida diligencia
frente a la violencia contra las mujeres,
comprende la adopción de todas las medi-
das adecuadas para hacer frente a esta
violencia, teniendo en consideración las
particularidades que se presenten en el país
de que se trate. Es evidente, entonces, que
frente a los asesinatos de mujeres en Ciu-
dad Juárez y en Guatemala, caracteriza-
dos tanto por la excepcional brutalidad con
que han sido cometidos, así como por la
impunidad de hecho que rodea a los res-
ponsables, se exijan de los Estados in-
volucrados respuestas adecuadas a esa
realidad, incluyendo el fortalecimiento del
ordenamiento jurídico y los procesos judi-
ciales para la investigación y sanción de
los crímenes; del mismo modo que en otros
contextos –como en Chile o Costa Rica–
las prioridades pueden apuntar a otros gru-
pos de casos.
Sin embargo, el riesgo de una tipificación
que busque establecer una penalización
especial de solo ciertas formas de violen-
cia contra las mujeres, sin que exista una
disposición que –en términos más genera-
les– sancione la misma conducta dirigida a
otros sujetos, puede eventualmente dar lu-
gar a restricciones o exclusiones de difícil
justificación. Así, por ejemplo, en el caso
de la legislación española, que restringe la
“violencia de género” a aquella que tiene
lugar dentro de una relación de pareja he-
terosexual, actual o pasada, por el hombre
en contra de la mujer, la violencia que ocu-
rre al interior de parejas de homosexuales
y lesbianas –que además en España pue-
den estar casadas– no se sanciona de la
misma manera, a pesar de tratarse tam-
bién de relaciones de pareja y de formas
de violencia en la esfera íntima. En este
sentido, resulta atractiva la propuesta del
Código Penal sueco, que contiene ambas
disposiciones en un mismo artículo, dotan-
do de visibilidad especial la violencia con-
tra las mujeres en relaciones de pareja ho-
mosexuales, pero sin excluir de la misma
protección penal otras formas de violencia
en esta esfera.
4/2008 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC
El mismo riesgo conllevan los tipos pe-
nales sobre femicidio íntimo ya señalados
–de Costa Rica y el proyecto de ley chile-
no–, en términos que pueden dar lugar a la
exclusión de protección respecto de otras
relaciones de pareja y de familia. En parti-
cular, en el caso de Chile, nos encontraría-
mos con una legislación relativa a actos de
‘violencia intrafamiliar’ cuyo alcance com-
prende también, por ejemplo, relaciones
homosexuales23, mientras que el tipo pe-
nal encargado de sancionar la forma más
extrema de esta violencia excluiría a las
parejas de este carácter. De igual modo,
las propuestas legislativas que pretenden
la sanción del feminicidio sexual contienen
la misma restricción, con lo cual los asesi-
natos de travestis, por ejemplo, quedarían
excluidos de esta normativa, debiendo ser
juzgados como delitos comunes, a pesar
de tratarse de una forma clara de violencia
de género.
Estas consideraciones revisten una impor-
tancia sustantiva, y debieran dar lugar a
formulaciones penales que –junto con re-
conocer la necesidad de legislar ‘sexuali-
zando la respuesta punitiva’ para efectos
simbólico-penales y la mejor actuación y
supervisión del funcionamiento del apara-
to de justicia en estos casos– contengan
de manera comprensiva los supuestos de
violencia de género que se busca sancio-
nar. En la medida que se reconoce la vio-
lencia contra las mujeres como una forma
de discriminación, la legislación que busca
sancionarla es legislación antidiscrimi-
natoria, por lo cual debe extremarse el cui-
dado en su elaboración, a fin de evitar que
estas normas, llamadas a contribuir a su-
perar la discriminación en contra de las
mujeres, puedan a su vez reproducir nue-
vas formas de discriminación, también por
razones de género, esta vez en contra de
colectivos más reducidos: contra quienes
poseen una orientación o identidad sexual,
simplemente, disidente.◆
Notas
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
1. El proyecto de ley que “Modifica el Códi-
go Penal y el Decreto Ley Nº 321, de 1925,
para sancionar el ‘femicidio’, y aumentar las
penas aplicables a este delito” (Boletín:
4937-18) fue presentado a tramitación le-
gislativa en abril de 2007. En este artículo
solo abordaremos lo referido a la tipificación
del femicidio, sin examinar otros aspectos
del proyecto de ley.
2. El uso generalizado de este neologismo
se produce especialmente a partir del libro
Femicide: The Politics of Woman killing, de
Jill Radford y Diana Russell (Twayne
Publishers, Nueva York, 1992). Hacia el fi-
nal de este artículo, utilizamos especialmen-
te la expresión femicidio (contenida en el
proyecto de ley que motiva este comenta-
rio) equivalente a la inglesa femicide, a pe-
sar que en diversos países latinoamerica-
nos se prefiere la palabra feminicidio. En
países de la región existe debate a nivel
teórico sobre la pertinencia del uso de la
expresión femicidio en relación a estos crí-
MORIR POR SER MUJERES
menes, ya que para ciertas autoras esta
palabra solo aludiría al acto de dar muerte
una mujer (equivalente a homicidio), en tan-
to la expresión feminicidio permitiría incluir
la motivación basada en el género o miso-
ginia. Otras autoras agregan como elemento
del feminicidio la impunidad (de hecho) o
inacción estatal frente a los crímenes,
enfatizando la responsabilidad del Estado
en ellos, o extienden su uso a agresiones
que no necesariamente provocan la muer-
te de las víctimas. Sobre las diversas pos-
turas al respecto, ver: Consejo Centroame-
ricano de Procuradores de Derechos Hu-
manos. I Informe regional: Situación y aná-
lisis del femicidio en la región centroameri-
cana. Instituto Interamericano de Derechos
Humanos. San José, Costa Rica. 2006. pp.
33 a 41.
3. En este sentido, cabe recordar los
femicidios ocurridos en Chile en Alto Hospi-
cio, Iquique, entre 1999 y 2000, en que tam-
bién la reacción policial y judicial inicial frente
al caso fue fuertemente cuestionada. Al res-
pecto, ver Silva, Jimena. Ángeles del De-
sierto. Implicancias de los contratos socia-
les-sexuales en los crímenes de la comuni-
dad Alto Hospicio, Iquique, Chile. Universi-
dad José Santos Ossa. Antofagasta. 2003.
4. Art. 7.3 del Estatuto.
5. Al respecto ver Oosterveld, Valerie, The
Definition of “Gender” in the Rome Statute
of the International Criminal Court: A Step
Forward or Back for International Criminal
53
Femicidio/Feminicidio. La violencia máxima
Justice? Harvard Human Rights Journal,
Volume 18, Spring 2005.
6. Un concepto restringido es el que contie-
ne, por ejemplo, la Ley de Medidas de Pro-
tección Integral contra la Violencia de Gé-
nero, de España, de 28 de diciembre de
2004. En Art. 1.1 señala: “La presente Ley
tiene por objeto actuar contra la violencia
que, como manifestación de la discrimina-
ción, la situación de desigualdad y las rela-
ciones de poder de los hombres sobre las
mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de
quienes sean o hayan sido sus cónyuges o
de quienes estén o hayan estado ligados a
ellas por relaciones similares de afectividad,
aun sin convivencia”. Esta normativa se li-
mita, entonces, a la violencia de género
contra las mujeres, en ciertas relaciones pre-
cisas y determinadas.
7. Recomendación General Nº 19 del Co-
mité para la Eliminación de la Discrimina-
ción contra la Mujer.
MORIR POR SER MUJERES
8. En términos de María Acale Sánchez, en
su libro “La discriminación hacia la mujer por
razón de género en el Código Penal”. Edi-
torial Reus. Madrid, 2006. p. 11.
9. Tales como tipos penales de acuerdo a
la buena o mala ‘fama’ de la mujer víctima,
los efectos penales del matrimonio poste-
rior del ofensor con la ofendida, la sanción
del delito de adulterio de la mujer, etc.
10. Aunque no tipificado como delito en
Chile, sí lo ha sido en países tales como
España, México, República Dominicana,
Honduras, Ecuador, Venezuela y Brasil.
Anuario de Derechos Humanos 2008.
11. Traducción libre. Versión en inglés del
Código Penal sueco disponible en http://
www.legislationline.org/upload/legislations/
59/94/4c405aed10fb48cc256dd3732d
76.pdf.
12. Sin embargo, este es un déficit en la
mayor parte de los países latinoamericanos,
incluido Chile.
13. Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre.
14. En los delitos de lesiones agravadas
(Art. 148), malos tratos (Art. 153), amena-
zas de un mal no constitutivo de delito (Art.
171) y coacciones (Art. 172).
54 REVISTA MUJER SALUD / RED DE SALUD DE LAS MUJERES LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE RSMLAC 4/2008
15. En este punto resulta interesante cons-
tatar que en nuestro país, la actual legisla-
ción penal sobre violencia intrafamiliar no
solo no plantea una penalización diferente,
sino que tampoco existe restricción respec-
to de los sujetos activo y pasivo, por lo cual
esta legislación también ha sido aplicada a
relaciones de convivencia de parejas homo-
sexuales. En este sentido, la sentencia de
8 de enero de 2007 de la Corte de Apela-
ciones de La Serena al rechazar un recur-
so de nulidad interpuesto en contra de la
sentencia condenatoria por el delito de mal-
trato habitual, dictada por el Juzgado de
Garantía de Combarbalá en contra de un
sujeto por agresiones a su pareja homo-
sexual y al hijo discapacitado de éste (RUC
060028438-K).
16. Exposición de motivos de la Ley Orgá-
nica 1/2004. III parte.
17. Respecto de cuya constitucionalidad
deberá pronunciarse el Tribunal Constitu-
cional español, dados los múltiples requeri-
mientos de inconstitucionalidad planteados
hasta la fecha. En todo caso, es previsible
que este pronunciamiento pueda tardar un
par de años más.
18. El proyecto propone el reemplazo del
actual Art. 390 del Código Penal, por el si-
guiente: “El que, conociendo las relaciones
que los ligan, mate a su padre, madre o hijo,
a cualquier otro de sus ascendientes o des-
cendientes o la que dé muerte al varón con
que esté o haya estado ligada como cónyu-
ge, conviviente o a través de otra relación
afectiva, incurrirá en el delito de parricidio y
será castigado con la pena de presidio ma-
yor en su grado máximo a presidio perpe-
tuo calificado. Asimismo, con la misma pena
será sancionado, como femicida, el que, co-
nociendo las relaciones que los ligan, mate
a la mujer con la que esté o haya estado
ligado como cónyuge, conviviente o a tra-
vés de cualquiera otra relación afectiva”.
19. En el Art. 21 de la Ley Nº 8589, de Pe-
nalización de la Violencia Contra las Muje-
res (2007).
20. El Art. 21 de la Ley de Penalización de
la Violencia contra las Mujeres señala:
“Femicidio. Se le impondrá pena de prisión
de veinte a treinta y cinco años a quien dé
muerte a una mujer con la que mantenga
una relación de matrimonio, en unión de he-
cho declarada o no”. El Código Penal, en
tanto, señala en su Art. 112: “Homicidio ca-
lificado. Se impondrá prisión de veinte a
treinta y cinco años, a quien mate: 1. A su
ascendiente, descendiente o cónyuge, her-
manos consanguíneos, a su manceba o
concubinado si han procreado uno o más
hijos en común y han llevado vida marital
por lo menos durante los dos años anterio-
res a la perpetración del hecho. [...]” (des-
tacado nuestro). Anuario de Derechos Hu-
manos 2008.
21. En México, la iniciativa de Decreto ‘que
adiciona al Libro Segundo del Código Pe-
nal Federal el Título Vigésimo Octavo, “De
los Delitos de Género”, y los artículos 432,
433 y 434, para tipificar el delito de fe-
minicidio; y adiciona un numeral 35 al artí-
culo 194 del Código Federal de Procedi-
mientos Penales y una fracción VI al artícu-
lo 2 de la Ley Federal contra la Delincuen-
cia Organizada’ fue presentada el 7 de di-
ciembre de 2004 y aprobada (sin votos en
contra) por la Cámara de Diputados en abril
de 2006. La tipificación del feminicidio se
encontraba también en la iniciativa de ‘Ley
General de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia’, sin embargo, esta
norma finalmente fue aprobada (en febrero
de 2007) habiéndose eliminado la penali-
zación especial del feminicidio, y contenien-
do, en cambio, otras medidas frente a la ‘vio-
lencia feminicida’.
22. El Comité de la Convención para la Eli-
minación de Todas las Formas de Discrimi-
nación contra la Mujer (CEDAW), en sus
Observaciones Finales al 6° Informe Perió-
dico de México, señaló: “15. A la luz de su
recomendación general 19, el Comité insta
al Estado Parte a que adopte sin demora
todas las medidas necesarias para poner
fin a la violencia perpetrada contra la mujer
por cualquier persona, organización o em-
presa, así como a la violencia cometida por
agentes estatales, o derivada de sus accio-
nes u omisiones, a todos los niveles. El Co-
mité insta al Estado Parte a que acelere la
aprobación de la enmienda del Código Pe-
nal para tipificar el feminicidio como delito,
y a que proceda a la aprobación sin demo-
ra del proyecto de Ley general para el ac-
ceso de las mujeres a una vida sin violen-
cia (...)”.
23. Ver nota 15.