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Alicia E. C. Ruiz
Professora de Filosofia do Direito na Universidad de Buenos Aires,
Juíza do Superior Tribunal de Justicia de Buenos Aires.
pusiéramos entre paréntesis las cualidades hacer, decir o pensar, y opera, casi imper-
que definen lo que somos y a la sociedad ceptiblemente, naturalizando ciertos vín-
que nos rodea, emergerían aspectos hasta culos y relaciones, a través del mecanismo
ahora invisibles, que alterarían nuestra pro- de la legitimación selectiva de unos y no de
pia configuración y la del paisaje social. otros. Define cómo calificamos nuestras
Como dice Mary Dietz, es innegable que conductas y las de los que nos rodean. Y lo
los contextos en los que vivimos nos con- hace sin permitir opciones, sin dar oportu-
dicionan, pero también lo es, que somos los nidad de elegir unas razones mejores que
creadores de nuestras construcciones polí- otras para actuar y decidir. Es un discurso
ticas y sociales y que podemos cambiarlas, complejo, opaco, paradojal, enunciado por
si estamos resueltos a hacerlo. (Dietz, actores diversos, cada uno de los cuales
M:1990) agrega, modifica, elimina sentidos.
En forma coincidente con Dietz, Las calidades de mujer y de hom-
Bocchetti advierte acerca de los efectos que bre, están siempre jurídicamente estableci-
los movimientos de mujeres producen en das (lo que, en el marco de una teoría
la percepción social de lo femenino, posi- crítica, significa más que normativamente im-
bilitando que su sentido cambiar. ... veni- puestas), porque el derecho instituye, al
mos a afirmar que en lo que en nuestro estar menos en parte, las subjetividades y las iden-
en el mundo parece evidente, en lo que tidades sociales.
suele definirse como nuestra dimensión
El mecanismo de institución subjeti-
natural, hay sentidos ocultos que se deben
va es infinitamente sutil. Somos mencio-
descubrir (Bocchetti, A.: 1995).
nados en muy distintos textos, identificados
Tomar distancia de las imágenes por medio de rituales, aludidos indirecta-
recibidas, dejar de aceptarlas como natu- mente, silenciados y desconocidos. Así el
rales y necesarias, importa empezar a discurso jurídico deja su huella en la con-
crear otros sentidos, a delinear nuevos es- formación de la identidad, a través de infi-
pacios y a dibujar figuras diferentes a través nitas interpelaciones que se articulan con
de operaciones simbólicas en las que se in- relativa sólo relativa estabilidad.
tegran lenguaje, ritos, mitos,
Las diversas posiciones que a cada
racionalizaciones e imaginerías. Sin embar-
uno corresponde, como las de mujer u hom-
go, habrá que tomar en consideración que
bre, víctima o victimaria, hija o madre, her-
si bien hombres y mujeres son producidos
mana, esposa, etc, no suponen un vínculo
por formaciones sociales dadas, los proce-
necesario que las preceda o que las coloque
sos inconscientes vinculados a la diferen-
en una secuencia preestablecida (salvo
cia sexual juegan su papel (Lamas, M.:
cuando el mismo derecho impone cierta
2000).
prelación, como por ejemplo no podemos
El derecho participa en la construc- ser madres legítimas antes de ser esposas,
ción de la realidad. En tanto orden impues- ni suegras antes que madres). Una postura
to, prescribe lo que se debe y no se debe antiesencialista y crítica denuncia la ficción
que subyace a la repetida fórmula que re- sino que, así como no eran consideradas
coge el art. 30 del Código Civil argentino: agentes sociales y culturales, se las miraba
persona es todo ente susceptible de adqui- y ellas se reconocían en el papel de guar-
rir derechos y contraer obligaciones. La dianas de un mundo que no constituían ni
expresión ente parecería indicar que hay modificaban.... (Collin, F.:1992).
algo anterior y propio del ser sujeto de de-
3. Negar cualquier forma esencial de
recho que precede al sujeto construido
lo femenino no conlleva la imposibilidad de
desde los distintos niveles del discurso jurí-
actuar para cambiar lo dado.La constitución
dico.
de una identidad supone un juego con otras
Las identidades individuales y socia- identidades. En ese juego todas ellas se
les, que el discurso del derecho contribuye resignifican. Ninguna esta garantizada en
a definir son operaciones de asignación de lo que es, no es permanente ni invaria-
sentido que se producen en el cruce de lo ble. Si aparecen nuevas identidades, las que
jurídico con lo social, lo político, lo cultu- ya están dadas se transforman, aún cuando
ral. Siempre, como dice Mary Dietz, se pien- resistan para preservarse sin mácula. Si
sa y se actúa al interior de situaciones algunas desaparecen o son destruidas, la
históricas y sociales determinadas que ha- supervivencia de las demás se ve, cuanto
bilitan la creación de nuevos sentidos, pero menos, amenazada.2
que son, al mismo tiempo, un límite a nues-
tra capacidad creativa. Y que llevan las mar- En el par hombre/mujer, ambos ele-
cas de la contingencia y el azar mentos son condición necesaria de las res-
pectivas identidades masculina y femenina,
Aunque las identidades no tienen y de cómo cada una de ellas quede configu-
consistencia fuera de las construcciones rada. Hombres y mujeres son, recíproca-
históricas en que fueron inventadas, los mente el outro al que se reconoce en su
relatos sobre identidades deberían tomarse diferencia, sin el cual ni esos hombres ni
muy en serio porque mucha gente los usa esas mujeres existirían, o cuanto menos
para guiar su conducta y hasta morir por no serían lo que son (para bien o para mal).
ellos (García Canclini, N:1999). Desde
esta perspectiva, la observación de F. Collin Así, sucede, por ejemplo, que las cua-
respecto a que la transmisión a través de lidades que definen a la mujer honesta no
las mujeres, y entre mujeres, funcionó du- son ajenas a la relación hombre/mujer acep-
rante mucho tiempo más en la forma de la tada, legitimada. No están, en realidad, es-
repetición que en la de la innovación..., critas en la ley, pero es la honestidad
adquiere una especial significación. No es jurídicamente valorada la que determina-
que el carácter de las mujeres fuera, natu- rá que una mujer de carne y hueso, como
ralmente, más conservador que innovador, decíamos al comienzo, sea o no alcanzada
2 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe proponen un sugerente análisis de la identidad que sigo en este punto y cuyas referencias
bibliográficas incluyo al final de este trabajo.
Otro sólo una presencia a fin de confirmar distintas de los hombres; ni, tampoco, acep-
sus propias premisas (y prejuicios) tar que lo que las distingue las coloca en un
(Chambers, I: 1995). lugar subordinado o inferior. Tampoco se
trata de proclamar que es lo que las dife-
Abandonar la singularidad no es un
rencia, lo que las hace ser mujeres (recaí-
simple juego de palabras, es hacerse cargo
da esencialista), porque eso sería tanto
de que la emancipación significó en el pro-
como afirmar que son lo que son, que están
yecto de la modernidad, eliminar las dife-
donde están (o donde deben estar) y que
rencias entonces relevantes y proponer la
toda pretensión de cambio es puramente
concreción de una sociedad reconciliada, a
ilusoria. Se trata, más bien, de sostener la
través de la realización de una pura esencia
diferencia con el otro, asumiendo los ries-
humana. Hoy, en cambio, y como dice
gos inevitables del antagonismo y aún de la
Laclau, la emancipación importa la afirma-
negación, en un intento de inaugurar un
ción simultánea del carácter constitutivo e
espacio en el cual converjan sin imponerse
inerradicable de la diferencia.
nuevas formas de reconocimiento que va-
Es aquí donde identidad y ciudada- yan más allá del reconocimiento simétrico
nía convergen, porque la ciudadanía impli- de la igualdad formal de la ley (Mouffe,
ca el debate acerca de la igualdad. La Ch.: 1998).
pregunta pertinente es si puede construirse
un concepto de ciudadanía desde la dife- Los filósofos del derecho (los filóso-
rencia, una ciudadanía que incluya la di- fos críticos del derecho) han contribuido, y
versidad sin pretensiones hegemónicas, que aún tienen mucho por agregar a una pro-
pueda percibir, por ejemplo, la puesta de este tipo, porque el discurso jurí-
irreductibilidad de nuestro cuerpo y la re- dico incide fuertemente en la ampliación y
levancia originaria de lo femenino y lo mas- radicalización de un espacio social común
culino. en el que la igualdad implique la posibili-
dad de ser legítimamente diferentes. Para
La modernidad es una época signada las mujeres este modo de plantear la rela-
por la idea de igualdad, y en ella los temas ción entre igualdad y diferencia puede te-
de la ciudadanía y los derechos se convier- ner, ...consecuencias muy importantes en
ten en representaciones complejas de nue- lo que se refiere a la manera como formula-
vas formas de sociabilidad en las que mos nuestras luchas políticas. Las pregun-
cambian las formas, la semántica y donde tas centrales vienen a ser: ¿cómo se
los espacios de la experiencia se transfor- construye la categoría mujer como tal
man en horizontes de expectativas (Res- dentro de diferentes discursos?, ¿cómo se
ta, E.: 1994). En ese horizonte, en el que convierte la diferencia sexual en una dis-
también cuentan las expectativas de las tinción pertinente dentro de las relaciones
mujeres, es preciso asumir las diferencias y sociales?, y ¿cómo se construyen relaciones
preservar la igualdad. Pero, ¿cuál igualdad?. de subordinación a través de tal distinción?
No se trata de que para ser iguales Todo el falso dilema de la igualdad versus
las mujeres deban resignar lo que las hace la diferencia se derrumba desde el momen-
to en que ya no tenemos una entidad ho- palabras. Dice Simone Weil: ¿Qué es exac-
mogénea mujer enfrentado con otra en- tamente lo que perecerá y lo que subsistirá
tidad homogénea varón, sino una de la civilización actual? ¿En qué condicio-
multiplicidad de relaciones sociales en las nes, en qué sentido se desarrollará después
cuales la diferencia sexual está construida la historia? Son cuestiones insolubles. Lo
siempre de muy diversos modos, y donde la que sabemos de antemano es que la vida
lucha en contra de la subordinación tiene será menos inhumana, en la medida en que
que plantearse de formas específicas y dife- nuestra capacidad de pensar y de actuar sea
renciales. La pregunta de si las mujeres tie- mayor. La civilización actual de la que, sin
nen que volverse idénticas a los hombres duda, nuestros descendientes recogerán su
para ser reconocidas como iguales, o la de herencia en totalidad, al menos, de sus frag-
si tiene que afirmar su diferencia al precio mentos, contiene, lo sentimos demasiado
de la igualdad, aparece como una pregunta bien, con qué aplastar al hombre, pero con-
tiene, también, por lo menos en germen,
sin sentido, una vez que las identidades
con qué liberarlo (Weil, Simone : 1996).
esenciales son puestas en duda (Mouffe,
Ch.:1998).
Bibliografía
Sostener la diferencia significa, pues,
BERGER, PETER y LUCKMANN, Th. La constitu-
rechazar la identificación unitaria que nie- ción social de la realidad, Editorial Amorrortu,
ga y anula la existencia del otro. Significa Buenos Aires, 1984.
también determinar de nuevo un espacio BOCCHETTI ALEXANDRA y SARASINI; El
común. sujeto inaudito. Breve diálogo sobre la diferen-
cia sexual, en Debate Feminista, Año 6,
Una última reflexión. La calidad de Volumen 12, Octubre 1995.
mujer está jurídicamente construida, tan-
COLLIN, Francoise. Historia y memoria o la marca
to en sus derechos como en las discrimina- y la huella, en El género de la memoria, (Fina
ciones que la signan. No depende Birules, comp. ) Ed. Pamiela, Barcelona, 1992.
únicamente del derecho, es cierto, pero es CHAMBERS, Ian. Migración, cultura e identidad,
innegable la fuerza prescriptiva y legitimante Buenos Aires, Amorrortu, 1995.
de este discurso social que, en la moderni- DIETZ, MARY G. El contexto es lo que cuenta:
dad desplazó a otros discursos sociales (o se Feminismo y teorías de la ciudadanía, en De-
apropió de ellos) y se autonomizó de la bate Feminista, Año 1, Volumen 1, Méjico,1990.
moral y de la religión. Progresos y aporías GARCÍA CANCLINI, Néstor. La globalización ima-
de la modernidad que no pueden separar- ginada, Bs As, Paidós,1999.
se. La cultura que heredamos y que LAMAS, Marta. Género, diferencias de sexo y dife-
internalizamos nos limita, nos crea prejui- rencia sexual, en (Alicia E. C. Ruiz, comp)
Identidad femenina y discurso jurídico, Buenos
cios y, al mismo tiempo, nos abre ventanas. Aires, Facultad de Derecho Universidad de
Tenerlo presente es decisivo, en especial en Buenos Aires, Editorial Biblos, 2000.
los lugares de la autoridad y del saber. LACLAU, Ernesto. Nuevas reflexiones sobre la
Quisiera concluir evocando a una revolución de nuestro tiempo, Nueva Visión,
Buenos Aires, 1990.
mujer excepcional a través de sus propias
__________. Revista Internacional de Filosofía Po- __________. Feminismo, ciudadanía y política de-
lítica N*5, Madrid, 1995. mocrática radical en El retorno de lo políti-
co, Buenos Aires, Paidós,1998.
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Buenos Aires, 1996. de la Cátedra Francisco Suarez, 31, Granada,
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(mimeo) 1995
LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal. Hegemo-
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MOUFFE, Chantal. Deconstrucción, pragmatismo Derecho Universidad de Buenos Aires, Editori-
y la política de la democracia en Deconstruc- al Biblos, 2000
ción y Pragmatismo, Paidós, Buenos Aires, 1998.
WEIL, Simone. Reflexiones sobre las causas de la
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