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DOCTORADO EN EDUCACIÓN
ARTICULO TEORICO
LA ESTADISTICA APLICADA HERRAMIENTA CLAVE EN LOS PROCESOS
DE FORMACION DOCENTE.
ASIGNATURA
ESTADISTICA APLICADA A LA CIENCIAS
La situación actual del mundo demanda fortalecer mucho más estos procesos de
formación y profesionalización a fin de ir articulando un número determinado de
competencias que permitan hacer mucho más dinámico el conocimiento de acuerdo al
avance significativo que ha tenido el desarrollo de la tecnología. Es imperante hablar de
reconocimiento de contexto, actores, actualizaciones pedagógicas, curriculares que
permitan salirle al paso a las exigencias del mundo de la academia, pero también de las
sociedades abiertas, complejas y cambiantes como las actuales donde el desarrollo de
competencias, habilidades y manejo de recursos digitales del aprendizaje pareciera ser
uno de las mayores exigencias y necesidades.
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN.
que el simple hecho de estudiar; y más aún, si nos referimos a la “Formación Docente”,
el término formación implica un sinnúmero de cualidades que tiene inmersas, formación
es sinónimo de dar forma y asociándolo a la educación que en la actualidad exige cada
vez más, seres capaces, aventajados, críticos, sociables, creativos, autónomos, líderes,
entre otras competencias que se deben inculcar y fortalecer desde la escuela, desde los
primeros años de escolaridad; Pero para que esto sea posibles es indispensable contar
con docentes actualizados, que estén al día con las exigencias educativas y más que eso
con las exigencias del nuevo siglo, de la sociedad como tal. En este sentido un estudio
de Bonilla, N, L y otros (2018), basados en registros del MEN en Colombia; sugieren
que de 318.655 docentes vinculados al magisterio “el 91,9% de los docentes tienen un
título profesional (9% son normalistas y técnicos o tecnólogos), el porcentaje de
docentes con posgrado es de 41,1%”
Dejando ver así que un docente que se capacita, que se forma, es un docente
abierto al cambio, innovador, un docente que no tiene miedo a replantear su currículo,
su forma de enseñar, no tiene miedo a auto-evaluarse y re-pensar el acto educativo y de
ser necesario modificar aquellos procesos que de una u otra manera no han sido
productivos dentro del aula escolar. Es un docente crítico y abierto al cambio, dispuesto
a dejarse permear por las nuevas exigencias de la sociedad y los requerimientos del
ministerio de educación Nacional (MEN); es un docente que está en constante cambio
y/o actualización, lo que se verá reflejado en sus prácticas de aula, y por supuesto en su
quehacer docente.
Y, es que no se trata solamente de saber, es saber hacer algo con lo que sabe; la
verdadera razón del maestro debe evidenciar la capacidad para ser competentes;
entendida ésta, como la posibilidad de usar lo que sabe para resolver situaciones
cotidianas en múltiples contextos, es la capacidad para aprender, para compartir, para
llevar a la práctica y poder multiplicar lo que sabe; es poder enfrentar con inteligencia
los diferentes retos del día a día, sin dejarse abrumar porque algo no salió como se había
planeado, es ser capaz de propiciar ambientes que favorezcan y potencien el aprendizaje,
teniendo en cuenta las exigencias del contexto y las necesidades de cada uno de sus
aprendices. Por lo que, en palabras de Escribano H, E. (2018).
Lo que convierte la labor de formar una tarea cada vez más difícil para docentes,
para entes gubernamentales y sobre todo, para IEs encargadas de ofrecer procesos de
formación a maestros; ya no es aceptable que una persona que culmina su primaria se
encargue de la formación de otros, como ocurría en décadas pasadas; ahora todos deben
capacitarse y demostrar sus habilidades a través de concursos docentes que le permitirán
el ingreso a la carrera docente o al magisterio; además de estar obligado a permanecer
en constante proceso de actualización y formación profesional. Es así, como las
normales y otras instituciones encargadas de la formación de formadores se han visto
obligadas a replantear sus planes de estudio y ofertas de capacitación, a ser más
competentes y exigentes al momento de asignar cupos y otorgar títulos de formación; ya
que “La expansión de la educación superior provocó una caída en el estatus del
magisterio normalista y, al mismo tiempo, hizo visible a los estudiantes y a los maestros
ya egresados que sus estudios no eran de nivel superior” Arnaut, A. (2003). Obligando
a las instituciones a modificar sus propuestas y ofrecer una verdadera educación de
calidad.
Sin embargo, no ha sido tarea fácil, se requiere un trabajo arduo con parámetros
claros que establezca criterios y condiciones de exigencia académica y curricular, ya
que “La proliferación de programas de actualización en la última década ha planteado
severas dificultades en su gestión para garantizar su calidad y pertinencia, derivadas
de un marco normativo deficiente que no distribuye con claridad y precisión las
competencias”; además, de evitar caer en el error de que las normales se convirtieran en
“fábricas de desempleados”; que poco o nada apunten a las exigencias de la sociedad y
la era actual. Parafraseando Arnaut, A. (2003).
Morín, 2003, en su obra de Educar para la era planetaria afirma que: “La misión
de la educación para la era planetaria es fortalecer las condiciones de posibilidad de la
emergencia de una sociedad-mundo; compuesta por ciudadanos protagonistas,
conscientes y críticamente comprometidos en la construcción de una civilización
planetaria”; es entonces evidente, que apremia la creación de propuestas
interdisciplinarias que involucren al sujeto educable en los diferentes contextos y, que a
la vez favorezcan un pensamiento en complejidad que posibilite la naturaleza de la
sociedad, como conocimiento de la otredad basada en procesos de socialización e
interacción con el otro, con el entorno y consigo mismo; proceso llamados a promover
y potenciar en las aulas escolares, de la mano de otros dos propósitos que favorecen los
procesos de comunicación e interacción y exploración con el otro y con el medio que lo
rodea, procesos iniciales e indispensables para construir sociedad, que dejen ver el
verdadero valor del docente como pilar formador y transformador de sociedades, que
cuente con las garantías necesarias dentro de su profesión, que le permitan estabilidad y
movilidad, así, el docente también se sentirá motivado y animado a fortalecer su que-
hacer diario y a demostrar sus cualidades de manera competente, apto para
desenvolverse como su labor diaria lo exige.
Obligando a pensar en un sujeto orientador que hile y enlace con otros espacios
formando nódulos en los que de una u otra manera se involucre en la diversidad de
relaciones, de sucesos, de socializaciones y hábitos; cautivando otras visiones,
valorando y reconociendo al otro como un reflejo de sí mismo, y como el inicio para
vislumbrar el mundo no desde el yo, sino como el nosotros, desde la otredad como tal,
base fundamental para la interiorización del saber. Tarea retadora y exigente que deben
afrontar en primera instancia el gobierno desde las reformas a las políticas educativas,
que se orienten en torno al mejoramiento de la calidad de la educación y las
organizaciones escolares que deben estar a la vanguardia de las nuevas exigencias que
en torno a la educación puedan derivarse, como resultado de las reformas que se
propongan e implanten a nivel nacional, además, de brindar a los docentes las
condiciones necesarias en cuanto a estabilidad y movilidad en el escalafón docente,
condiciones óptimas que involucren salarios acordes a las exigencias de la actualidad,
que no se hable solo de exigencia, sino que exista a su vez, las motivaciones pertinentes.
Solo así se hablará de una verdadera calidad educativa, con metas claras, parámetros y
responsabilidades definidos y delimitados para los diferentes actores que en ella
intervienen de manera activa en forma directa e indirecta.
La carrera docente, tiene que tornarse atractiva y seductora para que jóvenes con
capacidades excepcionales se sientan atraídos por dicha profesión, que deje de ser el
escampadero de muchos profesionales en diferentes áreas del conocimiento que poco o
nada tiene que ver con la docencia, entre ellos se pueden mencionar agrónomos,
ingenieros, técnicos y tecnólogos, quienes han ingresado al ejercicio docente por
coincidencia, por salir de paso, y, que además, nada de pedagogía y didáctica conocen,
no han sido formados como maestros, se han enfrentado a la difícil tarea de educar con
un simple curso de inducción que en la mayoría de casos ha durado solo un par de
meses, desempeñan un ejercicio ajeno a su profesión solo por tener un empleo que de
cierto modo ofrezca condiciones como estabilidad económica y laboral, situaciones que
ha llevado al fracaso escolar; condiciones que se deben replantear si se quiere cambiar el
rumbo de la educación y llegar a una verdadera calidad educativa.
Un docente que tiene a cargo aulas multigrado, difícilmente podrá ofrecer una
educación de calidad, considerando que ha sido la estrategia de enseñanza del área rural
en el caso de Colombia; donde un docente tiene la tarea de ofrecer procesos de
enseñanza en todas las áreas a estudiantes de los diferentes grados, que además, se
atienden en un mismo salón estudiantes desde pre-escolar a grado quinto de básica
primaria, sin contar con las condiciones favorables para tal fin, además, se suma otro
factor como lo es la escases en recursos y apoyo por parte de entes gubernamentales, y
más aún, si se hace referencia a la poca formación en pedagogía que, en muchos casos
prima en éstos centros educativos lo que hace más evidente la brecha existente entre lo
urbano y rural, claramente las estadísticas muestran que
“en la zona rural el 77,6% de los docentes de primaria están nombrados en propiedad,
en contraste con el 90,9% de aquellos nombrados en la zona urbana. La diferencia es
aún más grande en secundaria, en donde del porcentaje de nombrados es del 63,7% en
zonas rurales y de 82,1% en zonas urbanas” Bonilla, N, L y otros (2018), basados en
registros del MEN en Colombia
La falta de estrategias a la hora de integrar la tecnología a la labor docente, y por
qué no, convertirla en un aliado dentro del proceso, la falta de oportunidades y
posibilidades de formación in-situ que brinde a docentes la posibilidad de capacitarse,
de ejercer su carrera con condiciones óptimas, posibilidades de ingreso a la carrera
docente y el apoyo de los entes gubernamentales. La formación de docente, debería
entonces, brindar la oportunidad a los futuros maestros, de enfrentarse a través de la
práctica a la realidad educativa, a las condiciones de la labor docente y a sus múltiples
implicaciones de campo, y, no consentir a los docentes llegar con una venda en sus ojos,
sin conocer el panorama al cual se enfrentarán, así llegarían con herramientas que les
permitirá contra-restar las dificultades de su labor y acordes a las necesidades y
exigencias del contexto; en palabras de Correa M, E. (2011).
Para que no existan “escuelas del siglo XIX con maestros del siglo XX y niños y
jóvenes del siglo XXI”, Arnaut, A. (2003). Se debe invertir más en la educación, en lo
que concierne tanto a reformas educativas y curriculares, con criterios y condiciones
claras para las diferentes organizaciones escolares encargadas de la formación de
formadores, como en el favorecimiento de los escenarios necesarios en torno a salarios,
escalafón, movilidad y permanencia docente. Además, de posibilidades y oportunidades
en temas concernientes a garantías frente a ofertas de profesionalización con
oportunidades para el magisterio.
Teniendo en cuenta este punto de vista se hace necesario precisar que las
organizaciones no son un punto a parte de los integrantes y que por ende se debe llegar a
un mutuo acuerdo desde quienes dirigen dichas organización hasta los que son participes
diarios y activos de las diferentes actividades que allí se desarrollan; esto con el fin de
obtener un bien común, un libre desarrollo, una construcción de conocimiento, de
crecimiento personal y laboral; que contribuya no solo al bien personal, al de la
institución educativa sino también de toda la comunidad que se encuentra involucrada
en la misma, en un contexto próximo e inmediato, en una familia, en una sociedad;
delimitando con claridad cada uno de las funciones y responsabilidades que
corresponden a cada actor del proceso según su nivel de influencia y corresponsabilidad
en él, con objetivos específicos y tareas diferenciadas.
Lo que indica la necesidad que todos los actores del proceso educativo hablen
el mismo idioma, que estén en sintonía; y, para lograr esto se requiere que el currículo
este ajustado a las necesidades y exigencias del entorno, a las particularidades de su
población, que se elabore de manera conjunta, que en este proceso de construcción se
tenga en cuenta la participación y opinión de los padres de familia, estudiantes y demás
integrantes de la comunidad educativa como tal; que se incluyan procesos formativos
acordes a la actualidad y realidad del entorno, a las particularidades del contexto y las
que exigencias de la nueva era. Lo que reflejará unos propósitos claros, y coherentes;
evidenciados en prácticas de aula acordes a los procesos de enseñanza – aprendizajes
que se impartan y a los niveles de formación de sus docentes. Según Martinez, M. 2017.
En este sentido, se puede concluir que el reto más grande para las IEs, docentes,
directivos docentes, secretarías de educación y entes gubernamentales, es entonces, el
hecho de pensar en la manera de fortalecer las prácticas de aula y saber pedagógico de
los docentes, a partir de los procesos de formación de los cuales hace parte activa a lo
largo de su vida y los diferentes métodos de profesionalización; más aún, cuando el
tema de profesionalización ha ganado mayor interés por parte de los actores educativos
que hacen parte de la carrera docente o que de una u otra manera se encuentran inmersos
en dichos procesos; ya que se ha caído en el gran error, de pensar solamente que el estar
más preparado es automáticamente sinónimo de gozar de más y mejores beneficios
dentro del sistema, además de permitirles estar mejor ubicados y con un mejor salario;
que es sin duda el mayor aliciente para pensar en capacitarse, en prepararse más, en
obtener muchos títulos, en no quedarse solamente con un técnico, pregrado o
especialización, aunque la mayoría de veces estos procesos de formación poco o nada
ofrecen al quehacer docente, como consecuencia de la falta de compromiso frente a su
labor.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.