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Detrás de la mascara familiar


La familia rígida. Un modelo de psicoterapia
Detrás de la mascara familiar relacional

M. Andolfi, C. Angelo, P. Menghi,


A. M. Nicolò-Corigliano

Amorrortu editores
Buenos Aires
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Índice general
Directores de la biblioteca de psicología y psicoanálisis,
Jorge Colapinto y David Maldavsky
La familia rígida. Un modelo di psicoterapia relazionale,

M. Andolfi, C. Angelo, P. Menghi, A. M. Nicolò-Corigliano


© M. Andolfi, C. Angelo, P. Menghi, A. M. Nicolò-Corigliano

Primera edición en italiano, 1982 9 Palabras preliminares, Maria Cristina Ravazzola


Primera edición en castellano, 1985; primera reimpresión,
1989; segunda reimpresión, 1995 11 Prefacio
Traducción, José Luis Etcheverry
15 Introducción. Familia e individuo: dos sistemas en evolución.
Unica edición en castellano autorizada por los autores y debidamente 29 1. El diagnostico: una hipótesis para verificar en la intervención.
protegida en todos los países. Queda hecho el depósito que previene la ley nº 46 2. La redefinición como matriz de cambio.
1 1.723. © Todos los derechos de la edición castellana reservados por 56 3. La provocación como respuesta terapéutica.
Amorrortu editores, S. A., Paraguay 1225, 7º piso, Buenos Aires. 86 4. La negación estratégica como refuerzo homeostático.
105 5. Metáfora y objeto metafórico en la terapia.
La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada 124 6. La familia Fraioli: historia de una terapia
por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación (al cuidado de Katia Giacometti)
o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, no
autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización 164 Conclusiones
debe ser previamente solicitada.
169 Bibliografia.
Industria argentina. Made in Argentina.

ISBN 950-518-477-8

Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia
de Buenos Aires, en junio de 1995.

Tirada de esta edición: 1.500 ejemplares.


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terapéutico como una propuesta menos heroica y más efectiva en este terreno,
tan difícil y tan fructífero, de la salud mental.
La aplicación de esta forma de trabajo, de pocas intervenciones, muy
Palabras preliminares movilizadora, tendiente a que la familia recupere con rapidez sus recursos
autonómicos, resulta ideal para la instrumentación institucional dentro de una
política sanitaria que valorice la eficacia y el cambio, y dé primacía a la
confianza en los recursos propios de los sistemas consultantes, más que a la
delegación en «expertos ». Por el contrario, no favorece ni la economía ni el
narcisismo del terapeuta que trabaja privadamente. Cada intervención
Existen en el mundo algunos terapeutas familiares (como Minuchin, Whitaker,
constituye una terapia en sí misma, y en consecuencia, ahí puede concluir el
Sluzki, Palazzoli, Haley, Satir) con extraordinaria habilidad para mover y conmover
trabajo del terapeuta consultado. Por otra parte, este no alienta en absoluto el
la rígida estructura que presenta una familia que consulta por un miembro
reconocimiento hacia sí mismo por los cambios logrados, de acuerdo con su
sintomático —lo que acostumbramos llamar un «psicótico», un «neurótico» o un
idea de que ellos se deben a la capacidad de la familia para obtenerlos.
paciente «psicosomático»—. El grupo de Roma (Maurizio Andolfi, Paolo Menghi,
Si bien el libro se refiere al trabajo con familias rígidas, en las que el miembro
Anna Nicolò, Carmine Saccu, Claudio Angelo, Katia Giacometti, entre otros)
sintomático aparece firmemente designado y clavado en su función, la
pertenece a una segunda generación de terapeutas familiares; personas jóvenes en su
construcción del modelo de intervención define alternativas del accionar
mayoría, participan de la creatividad de aquellos geniales precursores, a la que
terapéutico aplicables también a familias menos rígidas (véase verbigracia, el
añaden otra cualidad más difícil de encontrar entre los primeros: la capacidad de
uso de la metáfora y de los objetos metafóricos, etc.).
explicar y de sistematizar ordenada y precisamente las estrategias que ponen en
Por último, la casuística y las experiencias citadas en la obra remiten a familias
juego y los criterios que las sustentan.
de una idiosincrasia muy semejante a la de las que nos consultan en la
Quizá, dentro de la corriente sistémica, sorprenda la perspectiva en la que se
Argentina, de estructura asimilable por ser muchas veces familias de origen
apoyan ideológicamente, claramente articuladora del individuo-sujeto con la
migratorio, provenientes de Europa meridional. La investigación clínica
totalidad, y que es a su vez coherente con el modelo de intervención que describen,
permitirá delimitar los alcances de su aplicabilidad a grupos familiares de otros
el cual apunta al cuestionamiento de cada miembro de la familia y su compromiso orígenes étnicos y culturales, así como la discusión y la crítica seguirán
con su propio momento vital.
enriqueciendo este fecundo lugar científico constituido por la terapia familiar.
Andolfi y sus colaboradores fundan el desarrollo de su intervención terapéutica
en la evaluación adecuada de las interacciones entre familia y terapeuta (lo que M. S.
Palazzoli llama «el sistema terapéutico», desplazando el foco diagnóstico desde la
María Cristina Ravazzola
familia hacia una articulación relacional en la que también el terapeuta está incluido,
Buenos Aires, enero de 1985.
debiendo percibir la función que aquella le «prescribe» desde los mensajes de
algunos de sus miembros y, a la vez, asumirse a sí mismo en condiciones de
diferenciación personal suficientes como para resignificar críticamente los pactos
vigentes acordes con el statu quo.
Jerarquizan permanentemente la presencia de un equipo

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de un modo de vida relacional que, aunque inadecuado y disfuncional en cierto


Prefacio nivel, podía interpretarse, en otro, como adecuado y funcional.
Llevamos la indagación tras la fachada de la familia y así comprobamos que
enfrentar y poner en peligro de manera directa los equilibrios sistémicos que se
habían consolidado con el paso del tiempo sólo tenía por consecuencia reforzar
la estabilidad de la «fortaleza» familiar.
En cambio, si en el sistema terapéutico neoformado nos convertíamos nosotros
mismos en guardianes de la homeostasis familiar, conseguíamos liberar a la
familia de la responsabilidad de enfrentar nuestras tentativas de cambio; en
Este volumen es reflejo de la evolución de un grupo en el lapso de ocho años a otras palabras: si nos volvíamos «más rígidos», permitíamos a la familia
contar desde fines de 1974, cuando comenzó la actividad del Istituto di Terapia hacerse «más flexible».
Familiare de vía Reno. Primero nos empeñamos en buscar objetivos y contenidos Esta idea se inspiraba en un filón de pensamiento paradójico que había tenido
comunes entre nosotros; en esta primera fase nos pareció conveniente adoptar un aplicación clínica a la familia de interacción esquizofrénica, primero con
modelo teórico de tipo «estructural», es decir, un esquema que nos permitiera Watzlawick, después con Haley y, de manera todavía más elaborada, con
simplificar la realidad descomponiendo la unidad familiar en sus subunidades Selvini Palazzoli y sus colaboradores.
significativas. Las enseñanzas de Salvador Minuchin y su capacidad para observar la En una tercera fase, la tentativa de comprender y de utilizar en sentido
peripecia dramática en el escenario terapéutico fueron los fundamentos sobre los que terapéutico la complejidad del mundo familiar acicateó nuestra curiosidad y
empezamos a elaborar un modelo de terapia en que diagnóstico e intervención nos llevó a examinar más a fondo cada uno de los componentes del sistema
dejaban de ser operaciones separadas para convertirse en ingredientes esenciales del terapéutico.
proceso terapéutico. Entonces consideramos las funciones desempeñadas por los miembros de la
Si al comienzo nos dedicamos a la observación de perturbaciones leves o moderadas familia como el lugar de encuentro privilegiado entre el individuo y el sistema
en niños y adolescentes, trasladamos después nuestra atención a patologías más de que forma parte, y así comenzamos a observar con mayor atención el
graves y de carácter crónico, que en este libro definimos «con designación rígida». intrincado juego de interacción entre las misiones y los roles que el sistema
En esta segunda fase, advertimos que el significado-función del comportamiento familiar atribuye a sus componentes.
perturbado era en muchos casos oscuro y nos obligaba a una investigación mucho Particularmente iluminadora en estos últimos años fue para nosotros la
más circunstanciada. enseñanza de Carl Whitaker, porque nos refirmaba en nuestros propios intentos
Así, del lenguaje del niño pasamos a escuchar el lenguaje del psicótico. Si bien de descubrir una metarrealidad terapéutica en que se revelaran los potenciales
descubrimos cierta semejanza entre ambos, el lenguaje del psicótico nos pareció más individuales de cada uno de los participantes.
rico en connotaciones metafóricas, de más difícil interpretación y, sobre todo, Este libro es el resultado de la trayectoria que acabamos de exponer, pero
incompatible con el deseo de asimilarlo a nuestro universo lógico. El fracaso también servirá de punto de partida para nuevas investigaciones sobre el
constante y repetido de nuestro empecinamiento en conseguir «el cambio a toda individuo observado en su proceso de desarrollo en el seno de la familia.
costa» despejó el camino para nuevas reflexiones. De este modo, dimos en El material clínico incluido en el volumen proviene en gran parte de Maurizio
preguntarnos si era realmente útil considerar irracionalidad, contradictoriedad, Andolfi; en cambio, la elaboración teórica y la organización del libro son fruto
violencia y exclusión como «deficiencias a corregir», o si estos rasgos se debían de un debate y de un intercambio dinámico entre los cuatro autores, cuyo
interpretar más bien como elementos constitutivos propósito ha sido ofrecer una contribución diferenciada en su estilo, pero
orgánica en su estructura.

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De ese intercambio fecundo participó también Katia Giacometti, quien tuvo a su Introducción. Familia e individuo:
cargo el capítulo 6, donde se esbozan las etapas principales de un proceso terapéutico
acorde con los presupuestos conceptuales expuestos.
dos sistemas en evolución
En primer término, debemos agradecer a nuestros discípulos, que siguen su
formación en el Istituto di Terapia Familiare de Roma, por las sugerencias y críticas
con que acompañaron nuestros trabajos para la elaboración de este Aunque la familia es la unidad de observación que sirve de sustento a
volumen; además, estamos en deuda con nuestros colegas del Instituto, que no sólo nuestras indagaciones, el principal interés que nos mueve es investigar al
nos brindaron sus consejos, sino que debieron «refrenar» nuestro afán productivo. individuo y la complejidad de su conducta por medio de la comprensión
Tenemos que mencionar en particular a Carmine Saccu, quien no intervino de su desarrollo en el seno de aquella. La posición de la familia como
directamente en la confección del libro, pero nos acompañó en todas las etapas de punto de encuentro entre necesidades individuales e instancias sociales,
nuestra evolución, estimulando y enriqueciendo nuestras reflexiones con el aporte de justamente, es lo que nos ha llevado a integrar diversas modalidades de
su experiencia clínica. Marcella de Nichilo realizó la revisión literaria del manuscrito interpretación del comportamiento humano.
con espíritu crítico y competencia.
En este sentido, por un lado decidimos observar la familia como un
sistema relacional que supera a sus miembros individuales y los articula
entre sí, para lo cual le aplicamos las formulaciones de los principios
válidos para los sistemas abiertos en general (Andolfi, 1977). Por otro
lado, situamos en el centro de la investigación de la familia al individuo
y su proceso de diferenciación, según lo propusieron Bowen (1979),
Whitaker y Malone (1953), y Searles (1974). Todo lo contrario de
ahondar el foso entre lo individual y lo relacional, exagerado por
muchos de los que se dedican a las disciplinas atinentes a la familia,
utilizamos el método relacional con el propósito de obtener una mejor
comprensión del hombre y su ciclo evolutivo.
Es probable que en la tentativa de integrar lenguajes y métodos
diferentes las cosas se hayan complicado en lugar de simplificarse, pero
nos pareció que valía la pena correr este riesgo en aras de un objetivo
fundamental, a saber, el intento de proporcionar una visión dinámica del
individuo en su contexto familiar.

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dos interactuantes consigue definir con respecto a quién se debe producir la


Procesos de diferenciación en el interior diferenciación. Sería el caso de un navegante que pretendiera definir su
posición sobre la base de un único punto de referencia. Aun en las situaciones
del sistema familiar en que la relación parece diádica, por ejemplo en las familias de un solo
progenitor o en las parejas, comprobamos que cada uno de los miembros forma
Nuestra investigación parte del supuesto de que la familia es un sistema activo en parte de una amplia red de relaciones que incluye a las respectivas familias de
trasformación constante; dicho de otro modo: un organismo complejo que se origen.
modifica en el tiempo a fin de asegurar continuidad y crecimiento psicosocial a los En la relación más circunscrita se reflejan los innumerables triángulos que cada
miembros que lo componen. Este proceso doble de continuidad y de crecimiento individuo integra en aquellas.
permite que la familia se desarrolle como un «conjunto» y al propio tiempo asegura Toda familia va creando y deshaciendo sus propios triángulos relacionales, y
la diferenciación de sus miembros. estas peripecias condicionan la evolución de su estructura. En virtud de
La necesidad de diferenciación, entendida como necesidad de expresión del sí- interacciones que permiten a los miembros experimentar lo que está permitido
mismo, de cada quien, se integra entonces con la necesidad de cohesión y de en la relación y lo que no, se forma una unidad sistémica gobernada por
mantenimiento de la unidad del grupo en el tiempo. De esta manera se hace posible modalidades de relación que son propias del sistema como tal y susceptibles de
que el individuo, con la seguridad de su pertenencia a un grupo familiar nuevas formulaciones y adaptaciones con el paso del tiempo, según cambian
suficientemente cohesionado, se diferencie poco a poco en su sí-mismo individual; las necesidades de los miembros individuales y del grupo como un todo. La
en este proceso se volverá cada vez menos esencial para el funcionamiento de su posibilidad de variar estas modalidades relacionales permite a cada quien
sistema familiar de origen, hasta que al experimentar nuevas partes de sí mismo, en que se espeja el grado de
fin se separe de este y pueda constituir a su vez, con funciones diferentes, un sistema diferenciación adquirido en el interior de la familia.
nuevo. Cabe suponer que, para diferenciarse, cada miembro tendrá que ensanchar y
Diversos autores han descrito en el desarrollo psicológico del individuo la progresión deslindar un espacio personal por la vía de los intercambios con el exterior; así
gradual de un estado de fusión -indiferenciación a un estado de diferenciación y de definirá su identidad.
separación cada vez mayores. Hoy sabemos que este camino no sólo está Esta se enriquecerá en la medida en que el individuo aprenda y experimente
determinado por estímulos biológicos y por la peripecia de la diada psicológica nuevas modalidades relacionales que le permitan variar las funciones que
madre-hijo (Mahler et al, 1978), sino por el conjunto de los procesos de interacción cumple dentro de los sistemas a que pertenece, en momentos evolutivos
que tienen por teatro un sistema de referencia significativo más amplio, como lo es la diversos y con personas diferentes, sin perder por ello el sentido de su personal
familia. A juicio de algunos investigadores, por ejemplo Bowen (1979), la impronta continuidad (Menghi, 1977).
familiar es tan determinante que el nivel de autonomía individual se puede definir La capacidad de trasladarse de un lugar a otro, de participar, de separarse, de
muy precozmente en la infancia, y es previsible su historia futura, «sobre la base del pertenecer a subsistemas diversos permite desempeñar funciones diferentes de
grado de diferenciación de los progenitores y del clima afectivo dominante en la las que otros cumplen, trocar unas funciones por otras y adquirir nuevas,
familia de origen». proceso en el cual se expresarán aspectos más y más diferenciados del propio
La unidad estructural que contribuye a determinar la autonomía individual de cada sí-mismo. Esto enfrenta a la familia con fases de desorganización, necesarias
quien es la relación triangular que se instaura entre progenitores e hijo; en esta, el para modificar el equilibrio de un estadio y para alcanzar un equilibrio más
tercer elemento, que cada uno de los tres representa por turno, constituye el término adecuado. En este proceso se pasa por períodos de inestabilidad en que son
de cotejo para cualquier interacción entre los otros dos. Y en efecto, en una relación reajustadas las relaciones de cohesión-diferenciación entre los miembros. Son
dual exclusiva es imposible la diferenciación si ninguno de los fases caracterizadas por la confusión y la incertidumbre, y por

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ello mismo señalan el paso hacia nuevos equilibrios funcionales que se alcanzarán quien, la individuación de los miembros tropezará con serios obstáculos. Por
sólo si la familia puede tolerar el acrecentamiento de la diversidad entre sus ejemplo, si los padres obligan a un niño a comportarse de continuo como una
miembros. persona madura, exigiéndole las prestaciones de un adulto, el pequeño deberá
La analogía con los fenómenos biológicos es sorprendente. hacer un esfuerzo para adecuarse a esa demanda; este empeño será el precio
En efecto, los miembros de un sistema se comportan como las células de un que tiene que pagar para mantener una relación en que le va mucho. Ahora
organismo en el curso de la evolución embriogenética. Un conjunto indiferenciado y bien, el resultado final será una progresiva alienación en la función que le
confuso se convierte poco a poco, sobre la base de informaciones provenientes del asignaron; el desequilibrio entre la prestación que le demandan y la madurez
núcleo y de los tejidos circundantes, en un órgano específico compuesto por células emotiva que debería acompañarla, pero que él no tiene, asimilará su conducta a
que poseen características y funciones diferentes. De esta manera, la función cobra un recitado automático. Su situación se agravará con posterioridad si en algún
una dimensión doble: es una característica de cierta célula, pero al mismo tiempo el momento se le requieren prestaciones contradictorias con la conducta adulta;
producto de la interacción con otras células y con el patrimonio genético. Del mismo por ejemplo, que siga siendo pequeñito y no alcance la maduración sexual.
modo, en la evolución del ser humano, en virtud de un intercambio continuo de Esto inevitablemente disminuirá su posibilidad de diferenciarse en todos los
conductas- informaciones, cada individuo, al par que se diferencia, adquiere una campos en que las demandas son conflictivas o, por lo menos, muy
identidad específica y funciones peculiares que evolucionan en el tiempo. Estas desequilibradas.
funciones, que los miembros de un sistema han negociado tácitamente, permiten la Si la función representa el conjunto de las conductas que dentro de una relación
adaptación al ambiente y el despliegue de la vida de relación. La mudanza en las satisfacen las demandas recíprocas, es evidente que, según las familias, puede
funciones de uno de los miembros produce el cambio contemporáneo en las cobrar una connotación positiva o una negativa. En el primer caso, cada quien
funciones complementarias de los demás, y es lo que caracteriza tanto al proceso de adquiere poco a poco una imagen diferenciada de sí mismo, de los demás y de
crecimiento del individuo cuanto a la continua reorganización del sistema familiar en sí respecto de los demás, que puede ser «proyectada» en el espacio. Esto
el curso del ciclo vital. supone que cada uno sabe que puede compartir su espacio personal con el de
Pero no siempre esta evolución se puede producir. En efecto, a veces sucede que las los demás, pero sin sentirse constreñido a existir sólo en función de ellos. Para
reglas de asociación que gobiernan al sistema familiar impiden la individuación y la que el encuentro produzca un enriquecimiento recíproco, es necesario que no
autonomía de los miembros. Esta falta de autonomía, expresada en la imposibilidad se lo viva como una injerencia, sino que ocurra sobre la base de un intercambio
de modificar las funciones con el paso del tiempo, determina que las personas real en que cada participante da y recibe al mismo tiempo.
coexistan sólo en el nivel de funciones, esto es, las constriñe a vivir solamente en En cambio, la función cobra una connotación negativa cuando su asignación es
función de los demás. En una situación así, todos los miembros experimentan la rígida e irreversible o cuando entra en contradicción con la función biológica;
dificultad de afirmar y reconocer la identidad de sí mismos y de los demás; ninguno es el caso en que la función paterna se asigna a un hijo y no al padre.
podrá elegir libremente entre poner en escena ciertas funciones o dejar vacío el Esto determina una alienación progresiva del individuo más involucrado, a
papel, sino que estarán constreñidos a ser siempre como el sistema lo impone expensas del desarrollo de su sí-mismo y de su espacio personal. Cuando este
(Piperno, 1979). proceso tiende a hacerse irreversible, rígido e indiferenciado, se engendra la
Si de hecho los procesos de diferenciación se tienen que efectuar dentro de un situación patológica. Si el hijo asume la función del padre —y no en momentos
sistema en que preexisten expectativas específicas con respecto a las funciones de de imperiosa necesidad, sino de manera indiscriminada y sin límites
cada temporales—, esa función se convertirá en una cárcel para él y

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para los demás. En estos casos, cada uno se erige en el artífice y la víctima de Por otro lado, si uno de los recipientes consiguiera soltarse y definir con nitidez
idéntica «trampa funcional». sus propios límites, los otros correrían el riesgo de irse al fondo (figura 2 ).
La falta de confines interpersonales nítidos que deriva de esta modalidad de relación
se traduce en la imposibilidad de participar libremente en relaciones de intimidad o
de separación. Mantener de manera continua una distancia de seguridad o, por el
contrario, determinar relaciones fusionales, he ahí las conductas más comunes en
estos sistemas, en los que se confunde el espacio personal con el espacio de
interacción, el individuo con la función que desempeña, ser por sí mismo y ser en
función de los demás. La injerencia en el espacio personal ajeno y la simultánea
pérdida del propio se pueden convertir entonces en la única posibilidad de
coexistencia. La actitud protectora, la indiferencia, el rechazo, la victimización, la
locura, son primero atributos individuales constantes, y se vuelven después roles
estereotipados en un libreto siempre idéntico. Si esta modalidad relacional es la
principal o la única posible, el sistema se hará rígido en esa misma medida; la
necesidad vital de vivir en función recíproca hace más y más estériles los
intercambios de interacción, y menos definidas las fronteras, al tiempo que el espacio
personal se reduce hasta confundirse con el espacio de interacción.
Los miembros de estas familias se pueden comparar con un conjunto de recipientes.
Sumergidos en un líquido, sólo podrán flotar si las superficies que presentan
soluciones de continuidad permanecen soldadas entre sí (figura 1 ).
Figura 2.

En estas condiciones, el problema más grande no es tanto cómo diferenciarse


(proyecto este ya demasiado ambicioso), como el peligro de que otro
constituya su propia autonomía «antes que yo esté en condiciones de establecer
la mía». Está claro que, en un sistema donde prevalecen estos mecanismos de
funcionamiento, la regla fundamental es la imposibilidad de «abandonar el
campo». Esto engendra la necesidad de controlar de continuo que nadie
consiga definirse con nitidez; en efecto, se lo viviría como un acto de
independencia v, por lo tanto, de traición.
Una vez aprendidas las reglas del juego y la necesidad de no modificarlas,
hasta es posible remplazar los jugadores o trocar sus roles. También en la
elección de nuevos miembros del sistema (p. ej., un compañero o amigos), se
privilegiará a personas que ofrezcan garantías de perpetuar los juegos
aprendidos anteriormente, mientras que se excluirá a las que no brinden esa
seguridad (Piperno, 1979).

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Una hipótesis de cambio: flexibilidad cios y de relaciones emotivas en el nivel de la pareja parental, y entre cada
cónyuge y sus propios progenitores.
y rigidez de un sistema Es que un sistema familiar no constituye una realidad bidimensional simple,
sino una realidad tridimensional más compleja, en que la historia de las
relaciones del pasado se encarna en el presente para que se pueda desarrollar en
En toda familia, la diferenciación individual y la cohesión del grupo están el futuro. En las familias en que los cambios de relación se perciben
garantizadas por el equilibrio dinámico entre los mecanismos de diversificación y los amenazadores, se introduce una rigidez en los esquemas de interacción
de estabilización. presentes y en las funciones desempeñadas por cada miembro, que después
Los primeros propenden a acrecentar la variedad de las interacciones, mientras que cristalizan en relaciones estereotipadas, a expensas de experiencias-
los segundos son idóneos para promover la consolidación y la repetición de informaciones nuevas y diferenciadas.
soluciones consabidas. Por eso se puede formular la hipótesis de que el proceso de Flexibilidad o rigidez de un sistema no son características intrínsecas de su
cambio y el paso de un estadio evolutivo a otro sobreviene cuando la relación de estructura, sino que se manifiestan ligadas con el dinamismo y las variaciones
fuerzas entre las tendencias a la conservación y las tendencias al cambio de los de estado en un espacio y en un tiempo definidos; se las puede especificar por
equilibrios alcanzados se modifica en favor de estas últimas. Así, todo cambio y todo referencia a la capacidad de tolerar una desorganización temporaria con miras a
ajuste estarán precedidos por un desequilibrio temporario de esa relación. Ese una estabilidad nueva.
desequilibrio será tanto más considerable cuanto más significativos hayan sido el Un sistema que era flexible en el estadio A, acaso se vuelva rígido en el estadio
cambio y la desestabilización consiguiente (Andolfi et al., 1978). B (Andolfi et al., 1978). En este sentido cabe conjeturar que una patología
Entonces, la familia se puede considerar como un sistema en trasformación individual se manifestará a raíz de modificaciones o presiones intrasistémicas o
constante, que evoluciona en virtud de su capacidad de perder su propia estabilidad y intersistémicas de determinadas entidades que corresponden a fases evolutivas
de recuperarla después, reorganizándose sobre bases nuevas. de la familia; estará entonces destinada a garantizar el mantenimiento de los
Su carácter de sistema abierto nos permite individualizar dos fuentes de cambio; una equilibrios funcionales adquiridos. De este modo, es posible que el sistema se
interior, que se sitúa en sus miembros y en las exigencias mismas de su ciclo vital, y trasforme para no cambiar (Ashby, 1971); es decir, es posible que utilice el
una exterior, originada por las demandas sociales (Andolfi, 1977). Los estímulos input nuevo para introducir variaciones que no cuestionen ni modifiquen su
internos y externos, y las consiguientes demandas de cambio, obligan a renegociar de funcionamiento.
continuo la definición de las funciones de interacción y a rever, por lo tanto, el nexo Ya hemos dicho que toda tensión, se origine en cambios intrasistémicos (el
mismo entre cohesión y crecimiento individual. nacimiento de los hijos, su adolescencia, su alejamiento del hogar, la
Sobre este proceso influyen diversos factores que derivan de la experiencia pasada y menopausia, la muerte de un familiar, el divorcio, etc.) o intersistémicos
presente de la familia y de cada uno de sus miembros. En realidad, en la familia (cambios de domicilio, modificaciones del ambiente o de las condiciones de
coexisten numerosos niveles de interacción: el de la pareja, el de la familia nuclear, trabajo, profundas trasformaciones en el nivel de los valores, etc.), gravitará
el de la familia extensa y aquellos que cada individuo por su cuenta mantiene fuera, sobre el funcionamiento familiar requiriendo un proceso de adaptación, es
en el ambiente más vasto que lo rodea. Esto explica, por ejemplo, que nos resulte decir, una trasformación de las reglas de asociación, susceptible de asegurar la
imposible analizar la desvinculación de un adolescente si no advertimos que, en el cohesión de la familia, por un lado, y de promover el crecimiento psicológico
momento de descubrir él funciones nuevas en el exterior, las variaciones de su de sus miembros, por el otro (Andolfi, 1977).
espacio personal en el interior de la familia provocan inevitablemente una variación Frente a una posibilidad de cambio que el sistema en su conjunto percibe
de espacios traumática, una reacción es obrar de

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modo que uno de sus miembros asegure la mitigación del stress que aquella produce, del niño representarán una válvula de seguridad para la pareja, que de este
y lo asegure por la expresión de una sintomatología. Entre las familias que utilizan la modo podrá mantener a salvo la «armonía conyugal» . El hermano quizá se
designación como respuesta a una demanda de cambio se pueden distinguir dos sienta más autónomo fuera de casa, pero estará constreñido a desempeñar una
tipos: función limitadora en el subsistema de los hermanos; si la distancia entre su
manera de obrar como persona «grande» y la conducta infantil del hermano
1. Familias en riesgo menor es amplificada por las necesidades de los adultos, no podrá satisfacer sus
2. Familias con designación rígida demandas de adolescente. Por otro lado, el paciente estará dispuesto a sacrificar
parte de su propia autonomía para llevar adelante, con su función de miembro
Familias en riesgo. En estas familias la designación es una respuesta provisional a designado, la tarea de atraer sobre sí las dificultades de interacción de la
un suceso nuevo, una tentativa de solución que no se ha vuelto definitiva. El familia.
comportamiento sintomático del miembro escogido contribuye a catalizar sobre él la Este tipo de designación permanece fluctuante, por así decir, hasta el momento
tensión, en un momento particularmente riesgoso para la estabilidad del grupo en su en que la trayectoria vital de la familia pueda pasar de una persona a otra o de
conjunto. una expresión sintomatológica a otra. Esto permite a los miembros del sistema
Mediante este recurso de atribuir al paciente designado una función temporaria que experimentar todavía una alternancia de funciones en virtud de la
mantiene estable y cohesionado el sistema, también las funciones de los demás se reversibilidad de la relación normalidad-patología. No obstante, si este
modelan y se integran con la suya. Tratemos de mostrarlo en un ejemplo. mecanismo de designación, reversible y temporario, no consigue asegurar a la
La muerte de un abuelo materno y la consiguiente introducción de la abuela en el familia la formación de ordenamientos estructurales satisfactorios, amenazará
núcleo familiar de la hija pueden producir una tensión que amenace en niveles con trasformarse en un mecanismo rígido, en que la identidad del paciente
diversos a tres generaciones y que requiera un nada fácil proceso de adaptación para designado y de los demás miembros de la familia será remplazada poco a poco
que no se reduzca el espacio de autonomía de cada individuo. Si el desequilibrio que por funciones repetitivas, previsibles en alto grado. En esta trasformación del
sobreviene por la inclusión de un miembro nuevo es percibido como una amenaza mecanismo de designación, que de fluctuante se hace fijo, pesan sin duda los
para la estabilidad de la familia, es posible que un hijo, acaso un pequeño portador de influjos externos que pueden obrar como un refuerzo, confirmando a la familia
una perturbación orgánica y por eso mismo más apto para reactivar un circuito de en el carácter ineluctable de sus propias soluciones.
protección, manifieste un comportamiento regresivo. Por ejemplo, se negará a ir a la Es muy frecuente que se demande terapia en esta fase de transición, a saber,
escuela y mostrará actitudes tiránicas e infantiles en la casa. Si la tensión es cuando aquel riesgo parece trasformarse en una certeza incontrovertible. En
trasladada de la trama relacional de la familia a una sola malla de la red (el este momento la intervención terapéutica puede promover un redescubrimiento
comportamiento sintomático del niño), la abuela podrá encontrar por fin un espacio de potencialidades vitales dentro de un grupo familiar que se ha vuelto rígido,
dentro de la familia «en bien del nieto». pero, como cualquier otro input externo, puede por el contrario contribuir a
Este, por ejemplo, abandonará el cuarto que comparte con el hermano mayor para reforzar la condición estática de la familia, haciendo su aporte para que el
dormir con la abuela, quien de esa manera podrá velar su sueño y vigilarlo mejor. proceso se vuelva cronico (haley, 1980).
Los padres, preocupados por la conducta del hijo, podrán dejar para después resolver Familias con designación rígida. En este tipo de familia puede suceder que se
su disyuntiva entre dos lealtades: de la pareja, que excluye a la abuela, y de madre e perciba catastrófico el paso de un
hija, que excluye al marido. Así las cosas, los síntomas

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estadio evolutivo al siguiente. En ese caso, la necesidad del cambio se traduce en la Según lo que llevamos dicho, el comportamiento sintomático cobra un doble
adopción de una solución consabida, que es aplicada en el presente y es significado; en efecto, si por una parte representa una trasformación funcional
«programada» para el futuro, con el bloqueo de toda tentativa de experimentación y para la cohesión, por la otra es señal de malestar y de sufrimiento a causa de las
de aprendizaje (Watzlawick et al.,1974). Esto significa que una solución adecuada restricciones que impone a todos los miembros del sistema. Es la tentativa de
para determinada fase se repropondrá de manera rígida en otras. fusionar aspectos contradictorios de la realidad familiar; es la expresión de un
La adopción de soluciones previsibles e inmodificables lleva a un doble resultado: conflicto entre las tendencias al mantenimiento y las tendencias a la ruptura de
por una parte, reduce y congela el espacio personal de cada miembro, porque vuelve los equilibrios adquiridos. Pero justamente en esta tentativa de «congelar», en
hiperfuncionantes las funciones recíprocas (en este caso tienden a coincidir función e sus aspectos contradictorios, procesos que evolucionan en direcciones
identidad), y por la otra inmoviliza opuestas, el síntoma puede ser interpretado como metáfora de inestabilidad,
el tiempo, es decir, provoca su detención en una fase del ciclo vital que corresponde como señal que indica la fragilidad del sistema. Por ello, la utilización del
a la solución aprendida. síntoma se convertirá en uno de los objetivos prioritarios de la intervención ya
Así, la designación tiende a ser irreversible, porque se la considera indispensable no en la fase de formación del sistema terapéutico (Andolfi y Angelo, 1980).
sólo para evitar el riesgo de inestabilidad en ese estadio específico, sino para la
evolución ulterior de la familia. La designación del que debe hacer las veces de
regulador homeostático o, mejor dicho, su investidura en el proceso de designación,
se hace ahistórica, o sea que deja de ser adecuada a las exigencias del momento.
De este modo, un síntoma disociativo, un comportamiento anoréxico o depresivo
pueden ser programados para enfrentar el peligro de inestabilidad del momento (p.
ej., la emancipación de un hijo), o para «sobrellevar» la desvinculación de otros
hijos, la muerte de un progenitor y el consiguiente vacío funcional que ese suceso no
podrá menos que producir. En un caso así, la designación habrá dejado de ser
fluctuante para hacerse fija y producirá una cristalización cada vez mayor, no sólo de
la función sintomatológica que desempeña el paciente designado, sino de las
funciones interrelacionadas de los demás miembros del grupo.
Este proceso de estabilización utiliza las energías del sistema para mantener
funciones rígidas que embretan los intercambios en esquemas repetitivos de
interacción. Así, a una patología-función más y más irreversible en un familiar,
corresponderá una salud-función crecientemente irreversible en los demás. Esta
condición estática tenderá a impregnar también las relaciones con el exterior, cuya
influencia será filtrada y orientada al mantenimiento de los mismos equilibrios.

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1. El diagnóstico: una hipótesis para


verificar en la intervención

Sistema familiar v sistema terapéutico

Si la propuesta consiste en evaluar la flexibilidad o la


rigidez del sistema familiar partiendo de la hipótesis de
que el terapeuta puede situarse en el «exterior», en calidad
de observador de fenómenos objetivos, neutral y desape-
gado, en ese caso los objetos primarios de la apreciación
serían el carácter repetitivo y la estereotipia de las pau-
tas de interacción entre los miembros del sistema.
Pero se nos ofrece una perspectiva por entero diferente
si ponemos en observación el supersistema familia-terapeu-
tas, esto es, la resultante sistémica de la interacción entre
los dos subsistemas en el contexto del tratamiento (Selvi-
ni Palazzoli, 1980). Ahora bien, una unidad de observa-
ción que abarque a todo el sistema terapéutico nos impo-
ne la necesidad de reformular el concepto mismo de diag-
nóstico y de cambio. En esta perspectiva, la observación
se dirigirá tanto a la trama funcional que la familia pre-
senta cuanto al «papel» que ella asigna al terapeuta, quien
inevitablemente se convierte en elemento activo al par
de los demás, dentro de un sistema que lo comprende.
Entonces formará parte del proceso diagnóstico apreciar
adonde apunta la intervención del terapeuta, de qué modo
opera y cómo es utilizada esa intervención por la familia
(Haley, 1980). Esta podrá utilizarla para volver a pro-
poner su propia estructura, con lo que determinará la for-
mación de un sistema terapéutico igualmente rígido; o
bien, si consigue fracturar la rigidez del sistema, la in-
tervención del terapeuta obrará como input desestabili-
zador, y así provocará una redistribución de las funciones
y de las competencias de cada miembro. Por lo dicho,
el diagnóstico depende de la capacidad del terapeuta para
observar desde fuera las interacciones en que está en-
vuelto; obrará como el miembro de una orquesta que al
tiempo de tocar su instrumento dirigiera a la orquesta

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misma: para una ejecución lograda será necesario que la nes y de los problemas familiares muy diversas y contra-
orquesta lo siga y que su entrega a la función que se le puestas. No es sino contraponiendo el terapeuta una ima-
atribuyó no le impida contribuir con su instrumento al gen diferente de la que proporciona la familia como con-
desarrollo del tema musical. sigue que aflore la tensión sustentadora del proceso te-
El terapeuta enfrenta tres dificultades: la primera atañe rapéutico.
a la necesidad de individuar la función que la familia pre- Para los fines diagnósticos, también la reunión de infor-
tende atribuirle. Así como no pocos padres anticiparon maciones adquiere, por lo mismo, una estructura diferente
en su fantasía la misión y la función del hijo cuyo naci- de la tradicional: las preguntas ya no se hacen siguiendo
miento esperan, de igual manera la familia fantasea la la inspiración del momento, para obtener una masa de
tarea y la función del terapeuta aun antes de que empiece informaciones en que se confunden datos importantes con
el tratamiento. Si el terapeuta no quiere quedar prisio- los triviales; apuntan a los elementos que son testimonio
nero de las expectativas que en él se depositan, debe tener del conflicto entre tendencia a la cohesión y tendencia
la capacidad de deslindar sus propias fronteras de las fron- a la diferenciación. La nueva imagen que se crea se con-
teras de la familia, oponiéndosele desde el comienzo en vierte en el lugar de definición de las relaciones del siste-
la definición de la estructura terapéutica (Whitaker, 1977). ma terapéutico. Si la familia sigue reproponiendo infor-
La segunda dificultad atañe a la búsqueda de imáge- maciones ligadas con la imagen que se ha formado de sus
nes y definiciones que correspondan a las funciones des- propios problemas, al terapeuta le incumbe crear otra
empeñadas por cada uno de los miembros de la familia, imagen capaz de romper los circuitos repetitivos del sis-
así como a la trama en que se insertan; sólo así se logrará tema familiar.
penetrar en lo vivo de las perplejidades familiares. Em- El terapeuta utilizará entonces esta nueva imagen como
pero, no se trata de identificar los lazos, las reglas o las input desestabilizador, para investigar el modo en que el
funciones «verdaderas» que cada uno cumple, sino de cons- sistema reacciona frente a ella. La respuesta de la familia
truir en el contexto terapéutico una «verdad propia» que a esta operación terapéutica, y su capacidad para iniciar
cuestione a la programada por la familia. Al terapeuta le o no un cambio, proporcionan indicaciones importantes
toca, por medio de su percepción de lo que sucede en el para evaluar su grado de rigidez. El peligro de que la
momento mismo de su interacción con el grupo familiar, familia eventualmente reabsorba la intervención nos obliga
inventar con este una verdad nueva. a redefinir de continuo nuestra hipótesis diagnóstica, en
La tercera dificultad proviene de la necesidad de eva- lugar de aferramos a una definición. Debemos ser capa-
luar la intensidad, la fuerza con que se debe introducir ces de conceder valor parcial a nuestra hipótesis (Selvini
el input desestabilizador para que las intervenciones del Palazzoli, 1980), no afirmarla como verdad, sino utilizarla
terapeuta sean aceptadas por la familia. Importa mucho para introducir una complejidad nueva que ponga de ma-
la respuesta de la familia a la imagen que aquel le propo- nifiesto posibilidades y alternativas ya presentes en el sis-
ne tras recoger algunos elementos contextuales que aflora- tema. Con este procedimiento, el terapeuta introduce
ron en la interacción. De hecho, de la masa de informa- imprevisibilidad y alternativas, pero es la familia la que
ciones verbales y no verbales, el terapeuta escoge los ele- «verificará» la hipótesis diagnóstica reorganizándose sobre
mentos que sobresalen por su riqueza de significado. Se contenidos y valores que forman parte de su patrimonio
trata de elementos referibles a interacciones, actitudes o existencial.
conductas a menudo ambiguas y contradictorias. Por ello Trataremos de explicarnos mejor describiendo primero
mismo, al terapeuta le resulta más fácil escoger una ima- lo que a nuestro parecer mueve a la familia a demandar
gen diferente de las que tienen presencia habitual en la terapia, y después las posibles respuestas del terapeuta
familia. Ciertos datos que esta aporta, en el nivel tanto a las expectativas del sistema familiar.
verbal como no verbal o contextual, se pueden volver muv Ya dijimos que en las familias en que los cambios re-
significativos justamente porque chocan entre sí; de ese laciónales impuestos por el proceso de des'arrollo se per-
modo se prestan para construir imágenes de las relacio- ciben como una amenaza, se genera una rigidez cada vez

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mayor de los esquemas interactivos y de las funciones le asignarán en el interior de la nueva estructura terapéu-
que cada miembro desempeña, hasta llegar a la expresión tica. También él debe entrar en la representación de los
de una patología individual tanto más acusada e irrever- papeles como un actor más en quien se puedan proyectar
sible cuanto más indispensable se experimente la estabili- algunas de las funciones originariamente encarnadas por
dad del sistema en su conjunto. En efecto, este se trasfor- un miembro de la familia (Andolfi y Angelo. 1980). El ob-
ma para no cambiar. Los roles, las funciones, las relaciones, jetivo es el mismo: evitar también en la interacción tera-
los espacios de interacción se vuelven rígidos. El sistema péutica las contradicciones que cada uno teme vivir en el
remplaza el stress propio de todo cambio evolutivo por nivel personal.
una tensión de otro tipo, la que gira en torno del comporta- Contactos telefónicos con este o aquel miembro del sis-
miento sintomático de uno de sus miembros, el paciente tema, cartas de presentación, comunicaciones directas o in-
designado, en quien se canalizan las preocupaciones y las directas de otros profesionales, instituciones asistenciales o
angustias de todos (Nicoló Saccu, 1979). El paciente desig- amigos de la familia, he ahí algunos de los instrumentos,
nado representa de este modo la imposibilidad del cambio en apariencia neutros, con que el sistema familiar puede
y al mismo tiempo la única fuerza para este. Su comporta- planificar anticipadamente las reglas de la relación y los
miento obtiene el resultado de congelar, en sus aspectos papeles que cada uno deberá representar. Esta programa-
contradictorios, procesos que evolucionan en dirección opues- ción será tanto más previsible cuanto más rígida sea la
ta, pero a la vez da ocasión a un input nuevo, la interven- trama relacional del grupo familiar, que tenderá a encasi-
ción terapéutica. Garante de la estabilidad del sistema y llar al terapeuta en su propia estructura de reglas y fun-
potencial punto de ruptura de ella, la conducta del paciente ciones aun antes del primer encuentro. Si lo que la fa-
designado representa una suerte de metáfora del dilema de milia teme es cambiar y no lo contrario, paciente y fami-
una familia que querría moverse permaneciendo inmóvil. liares se presentarán unidos en la propuesta de un progra-
A la luz de estas premisas es más comprensible la con- ma de trabajo que no modifique los equilibrios adquiridos.
tradicción que la familia trae consigo a la terapia: la de- Si el terapeuta lo acepta, o si de algún modo se enreda
manda de intervención parece brotar del dilema que aca- en él, terminará por ser un elemento de refuerzo de la
bamos de describir, pero con el agregado de una entidad condición estática-patología de la familia. Por otro lado,
nueva, el terapeuta, que debería hacer suya la paradoja cada vez estamos más convencidos de que la facilidad con
presentada por la familia y, por lo tanto, ayudarla a mo- que muchos terapeutas caen en el juego de los papeles
verse haciendo que permanezca inmóvil (Angelo, 1979). asignados no obedece sólo a su inexperiencia, sino, en
muchos casos, a exigencias del terapeuta semejantes a las
Ahora bien, para aprehender la complejidad de la situa-
exigencias de la familia; nos referimos o la programación
ción terapéutica debemos imaginar que dentro de familias
de una relación estable en grado sumo, que no ponga en
con designación rígida se genera en cada miembro una in-
peligro sus propias inseguridades. Con este proceder la
capacidad para reapropiarse de condiciones conflictivas y
familia no aprende nada sustancialmente nuevo: sólo utiliza
de contradicciones (moverse o permanecer inmóvil, depen-
con mayor refinamiento sus propios esquemas disfunciona-
der o separarse), temibles a punto tal que requieren su
les, manteniendo intactos los roles asignados a cada miem-
negación. En esa situación, cada miembro se adapta a una
bro. Esto en perjuicio de la identidad personal de todos,
visión de la realidad que es complementaria de la visión
que es sustituida por funciones repetitivas y previsibles
de los demás: existen el enfermo y el sano, el agresor y
en alto grado (Piperno, 1979). En un contexto así, será
la víctima, el sabio y el incompetente, y existen de manera
también repetitiva y previsible la función desempeñada
rígida y al mismo tiempo armónica, tanto por lo que toca
por el terapeuta si siente parecido temor de cambiar y de
a los momentos como a los lugares en que las funciones
descubrir en sí mismo expresiones nuevas que pueda repre-
respectivas se deben cumplir. Así como en la familia está
sentar en la relación con los demás.
el que actúa la tendencia a moverse y el que en cambio
personifica la inmovilidad, del mismo modo se prefiguran En otros casos, el ámbito en que se desenvuelve el en-
los papeles que el terapeuta deberá desempeñar y que se cuentro puede definir de manera tan rígida las reglas

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contextúales y, por lo tanto, las funciones por desempeñar,


decir al terapeuta un fracaso si toma iniciativas o forzarlo
que tanto la familia como los operadores queden impedi-
a intentar lo imposible si se declara impotente. La expe-
dos de empeñar partes vitales de sí mismos en la relación
riencia nos ha enseñado que el primer escollo que se debe
terapéutica. Esta modalidad es la norma en todas las
salvar no es descubrir la manera de defendernos de una
instituciones que fundan la intervención en presupuestos
familia a todas luces manipuladora, sino evitar la tentación
«asistenciales», esto es, donde la terapia es definida como
de recurrir a la defensa. En efecto, defensa y ataque son
hacer algo en lugar de otro (se trate de un individuo o de
aspectos complementarios de una misma modalidad rela-
un grupo familiar) que se presenta como incapaz o que
cional que inevitablemente desemboca en un antagonismo
es así rotulado.
estéril. Numerosísimos errores que hemos cometido en el
Es claro que también el sistema terapéutico puede ser curso de los años, apreciables por la incapacidad de «al-
evaluado con los mismos criterios de flexibilidad y rigidez canzar» a la familia en lo vivo de sus aprietos, nos han
aplicados al sistema familiar. Un sistema terapéutico se convencido más y más de que el terapeuta, si en lugar
puede calificar de flexible si en la trayectoria de la terapia de reaccionar en alguno de los niveles con que la familia
es capaz de variar la relación entre las funciones desempe- entra en relación con él, se apropia de su íntegro meca-
ñadas por sus miembros (terapeuta y familiares), así como
nismo paradójico, no tendrá necesidad de defenderse de
el nivel de individuación de cada uno en el curso del pro-
las respuestas de signo contrario de la familia, porque esta
ceso terapéutico. En cambio, se vuelve rígido (lo que
quedará automáticamente privada de la única posibilidad
puede ocurrir en cualquier estadio del proceso, aun al co-
que tiene de contradecirlo (Andolfi y Menghi, 1977). Si
mienzo) si no es capaz de ofrecer a sus miembros la
no es posible entrampar al terapeuta en un juego tan inú-
oportunidad de librarse de expectativas y funciones está-
til como paralizante, la familia quedará desarmada y de-
ticas en favor de niveles funcionales nuevos y más inte-
berá descubrir otras modalidades de relación o interrum-
grados, que permitan la diferenciación de los individuos
pir enseguida la terapia. En cualquiera de los dos casos
(Andolfi et al, 1978).
sobrevendrá una situación de incertidumbre que puede
representar un punto de ruptura para la condición está-
tica del sistema familiar. Si prescindimos de la forma
en que se realiza la intervención, nuestra línea estraté-
La utilización de las defensas familiares gica recoge entonces en sí misma la contradicción de las
demandas, con lo que fuerza al sistema terapéutico a ope-
Al comienzo del capítulo dijimos que el objetivo de la rar en un nivel diverso, en que las contradicciones pueden
intervención es trasladar el problema de la familia al sis- ser comprendidas y resueltas.
tema terapéutico y, en consecuencia, hacer que el tera- Como lo expuso brillantemente Selvini Palazzoli en su
peuta participe de las dificultades que eran exclusivas de
artículo «Why a Long Interval between Sessions?» (1980),
la familia hasta el momento de la consulta. Trataremos
también nosotros hemos introducido una notable variación
ahora de exponer en concreto el modo en que ello sucede
en el intervalo entre las sesiones con respecto a nuestra
y la razón por la cual esta redefinición del vínculo puede
práctica anterior, en que la terapia se prolongaba a veces
llegar a ser una primera respuesta terapéutica a las ex-
mucho en el tiempo, y el intervalo entre una sesión y otra
pectativas contradictorias de las familias con designación
era muy pequeño «porque la familia no se podía arreglar
rígida.
sola». En esa época no advertíamos que nosotros mismos
Si partimos de estas expectativas, justamente, podemos obrábamos como refuerzo de la condición estática de la
enfrentar una primera tarea que suele poner en dificulta- familia, y en consecuencia promovíamos la formación de
des al terapeuta: el modo de hacer que se empeñe en la sistemas terapéuticos en que el terapeuta terminaba por
terapia una familia que se presenta con una demanda con- erigirse en guardián de la estabilidad emotiva de todos,
tradictoria, y de lograrlo sin correr el riesgo de quedar incluida la propia.
atrapado en el mecanismo de la familia, que parece pre- Hoy la marcha de nuestras terapias es muy diferente

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porque la relación se define mucho más rápidamente: si misma línea de la demanda de la familia, puede determi-
el terapeuta consigue «entrar», ello sucede en las prime- nar el nacimiento de un fuerte vínculo: el terapeuta en-
ras sesiones o aun en la primera consulta. Y si no con- trará en los ámbitos más privados de la familia justa-
sigue entrar en relación con partes vitales de la familia, mente porque es capaz de neutralizar sus defensas sin
sea porque están demasiado escondidas o por el miedo quedar prisionero de ellas.
que él tiene de arriesgarse en su trama relacional, es pro- Si el terapeuta elige hacer terapia contemplando los
hable que el sistema terapéutico no se forme o que la fa- problemas de la familia desde adentro, deberá entrar en
milia no regrese. En algunos casos, esta interrumpirá pre- los espacios familiares más recónditos pero también tomar
cozmente la terapia aunque el terapeuta haya logrado al- distancia y regresar a sus propios espacios. Este entrar y
canzar en lo vivo condiciones de conflicto y contradiccio- salir, participar y separarse, empleado como modelo de en-
nes importantes, como si temiera más los efectos de la cuentro, exige del terapeuta que se sienta a la vez entero
redescubierta vitalidad de sus miembros que los de su y divisible, y que madure técnicas y estrategias en el in-
aparente muerte psicológica. terior de sí en lugar de emplearlas para evitar individuarse
Si la rapidez y la intensidad de la relación que propo- en el contexto terapéutico (Whitaker et al., 1969). Esto
nemos a la familia aumentan el riesgo de una interrupción significa colocarse en el nivel de la familia o bien en un
precoz, disminuyen la probabilidad de que el terapeuta metanivel respecto de ella; significa ejercitar una función
quede entrampado en una relación completamente impro- terapéutica sin estar identificado con ella.
ductiva: cuanto más rápida sea su acción redefinidora, Tratemos de hacer más concreto, con un ejemplo, cuan-
más incisiva será la intervención reestructurante. I Salvo que to venimos diciendo. Tony era un adulto joven puesto en
demorarse en detalles inútiles persiga el propósito de con- terapia porque presentaba un comportamiento psicótico con
fundir a la familia o de distraer su atención de otras ma- fases alternadas de catatonía. La madre, en un primer
niobras terapéuticas, mantenerse a la espera de «momen- contacto telefónico, refirió eme desde hacía algunos meses
tos mejores» hará previsibles los pasos del terapeuta, lo él había adoptado una actitud muy extraña: no salía de
que impedirá el aumento de la tensión. Tanto es así, que casa, rehusaba toda relación con ella y con los hermanos
se puede suponer que para cada sistema existe un límite hasta el punto de refugiarse en un mutismo total. La
de tiempo dentro del cual puede alcanzar éxito una in- madre presentó la situación como desesperada, pero de-
tervención determinada. Traspuesto ese límite sin que me- claró confiar en que «el terapeuta lograría convencer al
dien cambios, se admitirá que la velocidad con que la fami- hijo de que volviera a la normalidad». En la entrevista
lia es capaz de aprender y prever las reglas con las cuales participaron Tony, la madre, el hermano mayor, dos her-
se mueve el terapeuta, y las contramaniobras consiguientes, manas y la hija de cinco años de una de ellas. Tony asu-
alcanza para anular cualquier efecto desestabilizador. mió enseguida el papel central de paciente designado:
Comoquiera que fuere, aclaremos que adoptar la lógica empezó a recorrer la sala de arriba abajo, lentamente, a
que aprisiona a la familia y que impide a sus miembros la vez que de tiempo en tiempo, con los ojos desorbita-
crecer e individuarse no es sólo una técnica, un sis- dos, arrojaba miradas a sus familiares, que permanecían
tema meramente eficaz para responder con una contra- sentados en un diván, acurrucados, como a la espera de
paradoja a la paradoja de la familia, sino más bien el re- una respuesta resolutiva de parte del terapeuta. Este, en
sultado del modo en que el terapeuta concibe su práctica lugar de ignorar el ostentoso paseo de Tony, prefirió per-
de relación con el prójimo (Minuchin y Fishman, 1981). manecer de pie en un ángulo de la sala, como queriendo
Si logra aceptar la exigencia de la familia de cambiar comunicar a los presentes que sólo Tony tenía el derecho
y no cambiar, de pedir avuda y al mismo tiempo negarlo, de decidir cómo y cuándo podía comenzar la consulta.
es probable que la expresión paradójica de la familia se De hecho, el comportamiento del terapeuta tenía por efec-
vuelva más comprensible y se convierta en ocasión de to amplificar la tensión ya presente y trasformarla en
encuentro, más que de juicio. Al mismo tiempo, una res- un stress de interacción; en lugar de sufrirla o distenderla,
puesta en dos niveles («Sí, te ayudo sin ayudarte»), en la él mismo se convertía en su sostenedor.

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Tras unos minutos de silencio cargado de significados se habría reforzado la expectativa familiar, que quiere ver
recónditos. Tony decidió tomar asiento; de vez en cuando fracasar al terapeuta para confirmar la ineluctabilidad de
arrojaba penetrantes miradas a sus familiares, cada vez la situación. En cambio, si se hubiera puesto a hablar
más acoquinados en el diván. Fue entonces el turno del de Tony con la madre y los hermanos, inevitablemente
terapeuta, quien se sentó frente a él en el lado opuesto habría ahondado el foso entre los normales —los que ha-
del diván. Rompió el silencio, y volviéndose a los fami- blaban— y el atípico que se negaba a hablar. Con su pe-
liares de Tony declaró con tono decidido: «Tengo un pro- dido de ayuda dirigido a los familiares, y justamente en el
blema y no creo poder ser útil si antes no me ayudan a campo en que se perfilaba su fracaso, el terapeuta desarti-
resolverlo: quiero que cada uno de ustedes trate de en- culaba cualquier programa que la familia pudo pretender
tender bien lo que Tony está diciendo». Los invitó en- poner en escena en la sesión. De este modo, la negativa
tonces, empezando por la madre, a buscar una posición de Tony a hablar se definía implícitamente como un modo
mejor para entrar en contacto visual con Tony de manera diferente de comunicarse el muchacho; en consecuencia,
de escuchar lo que quería decir. Y todos debían desempe- se obligaba a los demás a renunciar al papel de especta-
ñarse en esta tarea sin recurrir a palabras. dores para convertirse en protagonistas de una acción que
¿Qué propósito buscaba el terapeuta con este comienzo? exigía de ellos una exposición directa. «Escuchar» aten-
Tras convertir en interactiva una tensión que inicialmente tamente a Tony, que no hablaba, y referir después al tera-
sólo apuntaba a él, se hizo todavía más impredecible presen- peuta lo comprendido, constreñía a los demás miembros
tándose como una persona que tenía un problema. Si su de la familia a sacar a luz sus fantasmas personales, en
problema precedía a todos los demás, tocaba a la familia lugar de atrincherarse en informaciones prefabricadas e
ayudar al terapeuta, y no a la inversa (Andolfi y Angelo, impersonales, limitadas a la conducta del joven.
1980). Es un ejemplo de adopción de la lógica paradó- Pedir a los familiares que colaboraran, y pedírselo uti-
jica de la familia; así se declaraba la disposición a ayu- lizando los mismos instrumentos que traían apercibidos
darla, pero sin ayudarla, a saber: por el recurso de rede- para la defensa del statu quo, era un modo de romper los
finir las expectativas hasta el punto de invertir los papeles esquemas rígidos que impedían a cada uno de ellos indi-
entre quien se suponía debía ayudar y quien, en cambio, viduarse, y que no permitían que el paciente designado
debía ser ayudado. Si el terapeuta no auiere permanecer se librara del papel de centinela de la fortaleza familiar.
enredado en una trama de final ya contado, debe partici- Por otra parte, esto mismo es lo que la familia querría si
par en la acción cambiando la definición del rol de cada no tuviera miedo de perder las seguridades adquiridas
quien, incluido el propio. merced a la artificiosa descomposición de la realidad en
recuadros separados.
Su acción es aceptada por el grupo familiar si atina a Si los familiares se resistían declarando que era impo-
discernir en la sesión los elementos nodales que le permi- sible comunicarse con Tony sin utilizar palabras, el tera-
tan proponer una estructura de remplazo. Esos elementos peuta habría podido replicar que, si Tony era capaz de
se pueden tomar de los datos contextuales que atañen a hablar con la mirada, ellos también podían aprender algo
la trama funcional del sistema y a la relación que cada que él parecía hacer con tanta facilidad. En este sentido,
miembro trata de establecer con el terapeuta. Ahora bien,
el problema del rehusamiento a hablar se redefiniría como
este rastreo no es fácil, porque a menudo la familia se des-
una capacidad, esto es, hablar sin palabras, que también
vive para definir como significativas las informaciones en
los demás podían aprender. Nadie podría negarse a hacer
mayor medida predecibles y a sugerir nexos que eviten
la prueba, porque ello significaría asumir un papel explí-
un compromiso personal (Andolfi y Angelo, 1980).
cito de no colaboración, contrario al deseo de cambiar.
En el caso de Tony, nos pareció elemento nodal el he- En este nuevo contexto, tampoco el paciente designado
cho de que el joven se rehusara a hablar, y el pacto de quedaba en libertad de representar su propia negativa a
silencio de todo el grupo familiar. Si el terapeuta se hu- hablar; en efecto, el terapeuta le habría podido pedir lo
biera vuelto hacia Tony y él también recibía un rechazo. mismo que pidió a los demás, a saber, que «se comuni-

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cara sin palabras», es decir, que representara en virtud de


cesos familiares más significativos en la trayectoria del
una orden su conducta sintomática. Así Tony, tanto si
ciclo vital (Andolfi y Angelo, 1980).
hablaba como si se negaba a hacerlo, empezaría a perder
Para ejemplificarlo referiremos la primera sesión con la
su función de controlador oficial de la familia.
familia de Giorgio, un paciente psicótico de 26 años. Ade-
Así como en la recomposición de un mosaico el agre-
más de él, se encontraban presentes en la entrevista su
gado de nuevos fragmentos al conjunto permite unirle
padre, de 72 años, que llevaba un audífono y se sentó
otros, en el escenario terapéutico cada uno de los actores
aparte, encorvado el cuerpo y con la expresión de alguien
de la familia es llamado a representar justamente las par-
que se da por muerto bajo el peso de la edad; la madre,
tes de sí mismo que había previsto mantener ocultas por
que se sentó cerca del paciente y tenía aire muy afligido;
ser afectivamente comprometedoras. Para que este juego
y el hermano mayor y su mujer, que tomaron a su cargo
de recomposición se lleve a cabo, también el terapeuta
presentar el «historial de la enfermedad». Destacaron el
debe «arriesgar en la relación» las fantasías que le son su-
aspecto orgánico, remitiendo sus primeras manifestaciones
geridas por los elementos que la familia aporta; las puede
al período que siguió a un trauma cerebral del enfermo
reproponer entonces en forma de imágenes, acciones o es-
a consecuencia de un accidente que tuvo en la calle. Con
cenas, susceptibles a su vez de estimular a cada uno a
actitud idónea y un lenguaje rico en terminología psiquiá-
proporcionar datos nuevos o asociaciones ulteriores. Esto
trica («síndrome disociativo», «temáticas paranoides», etc.),
lleva a una intensificación de la relación terapéutica, por-
el hermano refirió los diagnósticos que se habían hecho y
que si los elementos nodales de la trama familiar son re-
enumeró los fármacos prescritos, al par que preguntaba
cogidos y reorganizados en las sugestiones del terapeuta,
una y otra vez, junto con la madre, cuál podía ser la me-
este queda incluido de manera definitiva en el nuevo sis-
dicina más adecuada para Giorgio. El contexto que se
tema.
delineaba era de tipo «médico», con una connotación
Como advertimos en el ejemplo de Tony, el terapeuta orgánica de los síntomas. En ese punto el terapeuta inte-
utiliza muy precozmente algunos elementos contextuales rrumpió la secuencia, con una pregunta que trastornó el
que la familia aporta y los exacerba hasta convertirlos en libreto que la familia proponía para la entrevista.
la estructura portadora de un libreto de remplazo. Para
ello es preciso traer al primer plano las funciones de los T. (terapeuta) (dirigiéndose a Giorgio, que hasta ese mo-
diversos miembros, manifestadas en la comunicación no
mento había mantenido una expresión obtusa): ¿Cuándo
verbal: la actitud, las características físicas, la posición
murió tu padre, antes o después que empezara tu enfer-
espacial del paciente y de los familiares. También los ele-
medad?
mentos históricos que han contribuido a definir las fun-
Giorgio (a todas luces perplejo, busca subterfugios, pide
ciones de cada miembro harán su aparición a medida que
explicaciones; al fin, suspirando): . . . M e ha puesto en un
cobre profundidad la investigación de su significado en
aprieto... verdaderamente en un aprieto, sí, porque... (Si-
el ciclo de desarrollo de la familia. Es entonces esta la
lencio.) Disculpe, debo ir al baño un momento.
que aporta el «material», en tanto el terapeuta coloca las
Madre: Sí, anda; primero debes i r . . .
señales indicadoras para el trayecto de las asociaciones.
T.: A mí me parece que puedes responder antes.
Giorgio: Sí, puedo decir esto... (divaga).
T.: ¿Antes o después?
Giorgio: Bueno, fue después que me atacó la enfermedad.
El terapeuta, escenificador del drama familiar
En ese momento el terapeuta hizo la misma pregunta
Lo que importa no son los hechos en sí, ni su historia a los familiares.
cronológica, sino la interpretación personal del mundo en
que cada uno se articula a sí mismo, sus propias necesida- Hermano: El hecho es, a mi juicio, que él dejó de sentir
des, las funciones que desempeña en la relación, los su- a mi padre como una persona a la que...

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do las funciones de cada miembro en el interior del sistema.


T.: Pero si yo no estoy hablando de Giorgio; estoy tra- ¿Cómo consigue el terapeuta intuir rápidamente la distri-
tando de saber desde cuándo está muerto papá. bución y las características de las funciones recíprocas?
En el momento en que la familia se presenta, él recoge
Terció la madre: que iban para cuatro años que no ati- una cantidad de elementos que extrae de actitudes ver-
naba a nada, que las preocupaciones... bales y no verbales y de estructuras relaciónales repetiti-
vas; ellos le proporcionan la percepción de una Gestalt
Hermano: Hace más o menos un año; digamos, desde el abarcadora que tomará como término de referencia para
momento en que perdió casi completamente el oído. su trabajo de redefinición. En el caso que ahora consi-
T.: Entonces, ¿fue después? deramos, la actitud del padre y su posición espacial, la
Hermano: Sí, sí. conducta del hermano mayor, la proximidad del paciente
Madre: Después. (Silencio.) a la madre y su expresión obtusa, la ubicación de aquella
T.: ¿Murió de tristeza? entre sus dos hijos: todos estos elementos, pues, indicaban
Madre: Bueno, es cierto... después, ¿entiende?, poco a que el padre desde hacía tiempo había perdido su puesto
poco. en la familia, y los dos hijos, con las funciones contra-
T.: ¿Y tienen ahora un nuevo jefe de familia? puestas de «sabio» y de «tonto», habían sido comisionados
Madre: Bueno, no sabemos qué debemos hacer. Hay que para cubrirlo. Entonces el terapeuta organizó activamente
encontrar una medicina que lo cure. (Habla de lo difícil los elementos proporcionados por la familia y construyó
que le resulta soportar la situación.) una trama que poco a poco se iría enriqueciendo en el cur-
T. (toma un recetario y se inclina hacia la madre como si so de la sesión. Es como si en el material que la familia
fuera a complacerla en la prescripción de un fármaco): presenta existieran elementos de significado particularmen-
Para que yo pueda prescribir el fármaco apropiado, usted te rico a los fines de la definición de las relaciones entre
debe ayudarme a comprender si tiene que ser una me- los componentes; estos elementos nodales constituyen los
dicina para un tonto que de repente debió ocupar el puntos de intersección de escenificaciones diversas que el
puesto de su papá, o una medicina para un tonto que terapeuta y la familia, cada uno por su lado, tratan de
decidió hacer morir al padre para ocuparle el puesto. hacer representar, y en cuyo interior son alojados los datos
Creo que este es un problema y que no podemos seguir históricos.
adelante hasta que no lo hayamos aclarado. Para aclarar mejor el concepto recurramos a la figura 3,
donde, en un espacio limitado, compartido parcialmente,
El lenguaje adquiere una importancia fundamental, co- se representan dos diferentes modelos de vestido. Imagi-
mo se advierte en el pasaje trascrito: por medio del len- nemos que el círculo que los contiene encierra todos los
guaje, el terapeuta operó una integración de algunos ele- datos disponibles de la historia familiar. Si partimos del
mentos nodales, anticipando nexos que la familia no había presupuesto de que el modelo proporcionado por la fami-
establecido aún y acerca de los cuales era de ese modo lia corresponde al vestido entero con falda, deslindado por
constreñida a proporcionar informaciones. Ahora bien, en los círculos llenos y las líneas continuas, el construido por
el acto mismo de proporcionarlas no podía menos que el terapeuta corresponde al vestido en piezas, de blusa y
aceptarlas en su fuero interno, lo cual creaba las premisas pantalones, representado por los puntos citados, y por los
para un cambio. círculos blancos y las líneas quebradas: como se advierte,
En este caso, como en el anterior, se puede advertir basta la introducción de algunos puntos «nodales» suple-
que entre todos los elementos de su historia la familia es- mentarios para trazar contornos que modifiquen la Gestalt
coge los que mejor armonizan con el guión que trae con- y el significado de conjunto del dibujo. Valiéndose de los
sigo, y que forman su esquema: el diagnóstico, los medi- puntos nodales como elementos estructurantes, la familia
camentos, el trauma cerebral, etc. Por su parte, el tera- tratará de proponer su propio «vestido»; .empezará enton-
peuta procura cambiarles el significado y proponer otros ces a describir sus características y demandará del tera-
elementos que modifiquen el esquema originario, definien-

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limitar a reestructurar los elementos que le ofrecen (Men-


ghi, 1977); pondrá de relieve los menos manifiestos, rele-
gará a un segundo plano otros que aparecían destacados,
o modificará las secuencias en que se asocian. La estruc-
tura de remplazo se va encarnando en imágenes aisladas
y apenas definidas, que hacen las veces de estímulo para
enriquecimientos que aportará la familia hasta que ter-
mine por construir una nueva «armazón». Es justamente
la utilización de los datos ya presentes en la historia fa-
miliar lo que promueve la formación de un estrecho víncu-
lo asociativo entre terapeuta y pacientes, sin el cual la
terapia no podría proseguir. Algunas intervenciones que
parecen totalmente arbitrarias y quiebran las secuencias
interactivas no hacen otra cosa, en realidad, que traducir
al plano verbal cuanto el terapeuta ha percibido en el
nivel no verbal o en el nivel asociativo. Está claro que
la organización del material es un proceso activo del tera-
Figura 3. peuta y por ello mismo recibe la influencia de su propia
historia y personalidad. En esté sentido se puede decir que
peuta que la siga en su propio marco de referencia. Si el terapeuta y su modo de percibir la realidad son los
este se deja envolver en la operación, corre el riesgo de «elementos externos» introducidos en el sistema.
hacer suyo el modelo propuesto. Si, por ejemplo, en la Si preguntamos qué es lo que el terapeuta pretende al-
situación que acabamos de exponer, el terapeuta se hu- canzar, la respuesta espontánea será que intenta modificar
biera demorado en solicitar informaciones sobre todos los las reglas de la familia. Sin embargo, e! que tiene expe-
exámenes y consultas a que el paciente se había sometido, riencia en sistemas rígidos sabe cuan difícil es compro-
de hecho habría contribuido a reforzar la imagen del «pa- bar ese cambio en el curso de la terapia; lo que se observa
ciente enfermo». Por eso es decisivo que sepa recoger es, a lo sumo, una variación de la intensidad con que ac-
con rapidez los elementos significativos del marco que túan las reglas y, sobre todo, una trasformación de las fun-
le proponen, y los organice en una trama de remplazo. ciones asignadas a cada miembro. Si la terapia tiene éxito,
Del éxito de esta operación dependerá no sólo el control la rigidez inicial de la trama funcional de la familia es
del proceso terapéutico, sino la posibilidad de producir un remplazada poco a poco por una mayor elasticidad en
brusco desequilibrio en la rígida definición de las funcio- la atribución de las funciones singulares. Una estructura
nes asignadas a cada uno, que estorbe eventuales tenta- familiar altamente estable es sustituida en el tiempo por
tivas de compensación homeostática. una organización nueva, la terapéutica, inestable y provi-
Lo que llevamos dicho puede dar lugar a equívocos: sional. El proceso llegará a su término cuando los com-
en efecto, podría nacer la sospecha de que el terapeuta ponentes de la familia sean capaces de elegir, esto es,
trata de imponer a la familia una realidad propia, total- cuando estén en condiciones de aceptar lo «imprevisible»
mente arbitraria y ajena a los problemas que esta le pre- y esto forme parte de sus «reglas» (Andolfi y Angelo, 1980).
senta. Y esta sospecha podría reforzarse además por el Para conseguirlo, tendrán que aprender a aprender, es
hecho de que el comportamiento del terapeuta es activo, decir, modificar los esquemas sobre cuya base se desarro-
tanto que se lo podría definir como «manipulatorio». En llaba hasta ese momento la elaboración de sus experien-
nuestra opinión, el terapeuta no introduce elementos «ex- cias. Tamaño suceso explica las resistencias que la familia
ternos» si cuanto dice o hace en la sesión es fruto del ma- opone; el problema principal es «cómo superarlas»: el
terial que ha surgido en su trascurso. En efecto, se debe método que exponemos es una de las respuestas posibles.

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2. La redefinición como matriz evolución de la relación (Whitaker, 1977). En la prácti-


de cambio ca, si se quiere evitar que cada información nueva sea
organizada dentro de esquemas consabidos, la «lectura»
de las relaciones requiere nuevas y nuevas definiciones a
medida que se avanza.
Para definirse a sí misma, la familia utiliza modalidades
explícitas e implícitas; estas últimas consisten en todas
las actitudes y conductas no verbales que califican las
interacciones entre los familiares y entre estos y el tera-
Redefinición de la relación terapéutica peuta. Este, a su vez, puede redefinir las relaciones en
el nivel explícito (casi siempre verbal) o implícito (casi
Como se expuso en las páginas anteriores, la formación
siempre no verbal); es lo que muestra el siguiente frag-
del sistema terapéutico es un proceso que prevé continuas
mento de sesión.
intervenciones del terapeuta en el sentido de la redefini-
Era la familia de un paciente psicótico de 14 años; la
ción. Este parte de la definición más o menos explícita
componían la madre, el padre, el paciente designado y su
que la familia hace de sí, y procura modificarla cambian-
hermano mayor, que en esa primera sesión no estuvo pre-
do el significado de las interacciones entre sus miembros
sente. Desde el comienzo el paciente polarizó sobre sí la
o entre estos y él mismo. La redefinición tiene el propó-
sito de trastornar las pautas de comunicación entre los di- atención con un comportamiento extravagante y un len-
versos subsistemas, hasta que su mantenimiento se vuelva guaje incongruente, frente a lo cual los padres reacciona-
imposible y se engendre una modificación suficientemente ban con angustia y turbación.
estable de la trama relacional y de los valores que la
sustentan. T.: ¿Cuánto tiempo por día tienen que soportar esta mú-
Como estas familias se empeñan de continuo en asimi- sica en casa?
lar a los esquemas habituales cualquier información nue- Padre: Continuamente.
va, cada redefiriición corre el riesgo de ser englobada en T.: ¿Cuántas horas, más o menos? (Hace esta pregunta
pautas consabidas, lo que la volverá inoperante. En efec- dirigiéndose al paciente.)
to, la familia intentará extender al sistema terapéutico sus Carlo: Depende de ellos, según cómo me irriten.
propias reglas, porque buscará el mejor modo de enredar T.: Es decir que si te cansan demasiado, respondes «con
al terapeuta en su propio juego. El terapeuta se ve enton-
música».
ces, desde la primera sesión, en la necesidad de redefinir
las relaciones dentro del subsistema «familia», y entre él Carlo: Así, así; es cuestión de puntos de vista. Cuando
y uno o más miembros de ella. El resultado final es el tienen que hablar conmigo, ellos dicen «eres siempre exa-
mismo, porque el cambio de una sola relación influye por gerado, dices siempre las mismas cosas, tienes una idea
vía de consecuencia sobre las demás; en efecto, todas con- fija». ¿Y qué? ¿Quiénes van al paraíso? ¡Los que tienen
tribuyen al equilibrio del sistema en su conjunto. De he- una idea fija!
cho, cualquier estímulo significativo introducido en el Padre: Pero, ¿eso qué significa?
interior del sistema tenderá a modificar la relación entre Cario: Y bueno, en el paraíso... la justicia, la verdad,
sus miembros, pues pondrá de manifiesto características ¿saben ustedes dónde están? ¿De parte de quiénes están?
nuevas. Pero si el terapeuta advierte que su nuevo input T. (con aire de indiferencia, haciendo como que no escu-
es utilizado para recrear en una forma diferente un equi- cha, toma un cenicero de pie y se lo alcanza al paciente):
librio tan rígido como el anterior, deberá cambiar su re- ¿Puedes tenerlo un momento mientras hablo?
definición o ampliar la complejidad de esta, de manera Carlo: Con mucho gusto. (Toma el cenicero y lo sostiene
de mantener el grado de incertidumbre que promueva la un poco levantado con una mano, con expresión de des-
concierto, todo lo cual le hace adoptar una pose absurda
y ridicula.)
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T.: Pero no, debes apoyarlo en el suelo, así. (Corrige un consiguiente, ya la modalidad de recopilación de las infor-
poco la posición del paciente, volviéndola más innatural maciones importa una tentativa de redefinición.
todavía.) Los diálogos que hemos reproducido ponen de mani-
T. (a los padres): ¿Quién de ustedes dos piensa que este fiesto que, a diferencia de otras técnicas, el objetivo no
hijo es más un actor o más un tonto? ¿Cuál de las dos es lograr que los miembros de la familia se comuniquen
cosas? mejor entre sí o de manera más comprensible; en efecto,
Padre: En este momento está... la comunicación siempre es mediada por el terapeuta,
T.: No, le pido una respuesta simple. quien escoge el input que introducirá, recurriendo a pre-
Padre: Bueno, mitad v mitad, porque esperamos que sea guntas que lo vehiculizan. No consideramos necesario un
algo pasajero. Porque antes estaba bien, hace dos años cotejo o un diálogo entre las personas que asisten a la
era normalísimo. sesión, como no sea para permitir al terapeuta recopilar
T.: Sí, ¿pero hoy? (Repite la pregunta.) datos con miras a sus intervenciones o para imprimirles
Padre: Tenemos casi la misma opinión. mayor fuerza, utilizando lo que ha salido a la luz en el
Madre: Pero quizás él es más optimista. curso de las interacciones. Es posible que los intercam-
T.: ¿Qué significado tiene ese optimismo? ¿Se inclina más bios más útiles se produzcan de manera espontánea fuera
al tonto o al actor? de las sesiones, por vía de la elaboración posterior de las
Padre: Al actor, sin duda. «definiciones» que el terapeuta dio de lo sucedido. De
hecho, el cambio consiste en el trabajo continuo que cada
Como se advierte, la redefinición del terapeuta no ten- miembro realiza para definirse respecto de la definición
día sólo a ridiculizar la conducta del paciente y a disipar dada por el terapeuta, lo que llevará a una mudanza de
el clima de tragedia y de angustia con que se la vivía en los modelos de relación y de los valores en juego. Esto
la familia, sino, además, a crear un contexto que diera importa modificar la distribución y la amplitud de los es-
congruencia a sus acciones, confiriendo un significado pre- pacios personales, y liberar las valencias que hasta ese
ciso y una connotación de conducta voluntaria a sus ex- momento permanecían ocupadas en funciones estereotipa-
travagancias. Y al mismo tiempo, demandaba al paciente das de interacción.
que definiera su relación con el terapeuta; por vía indirec-
ta le comunicaba: «Si quieres establecer una relación fe-
cunda conmigo, debes explicarte más, debes hablar de tus
problemas de manera comprensible, sin recurrir a estrata- Redefinición del contexto
gemas infantiles. Si has conseguido engañar a tus padres,
has de saber que no lograrás lo mismo conmigo». Este Cada uno da una definición de sí no sólo por lo que
mensaje alcanzaba al propio tiempo a los padres en la dice, sino por las acciones que realiza, los instrumentos
forma de una invitación implícita a no dejarse «tomar el o los objetos que emplea, el modo en que los usa o el sig-
pelo», moviéndolos a que apreciaran de otra manera la acti- nificado que les atribuye: todos estos ingredientes con-
tud del hijo. tribuyen a la creación del contexto en que se desenvuelven
Aun en los casos en que la demanda del terapeuta de los intercambios de interacción, al par que, de rechazo,
obtener informaciones diferentes de las proporcionadas en son condicionados por este.
ese momento por los pacientes parece solamente destina- Esto es válido también en terapia, y se puede ob-
da a precisar un problema o una determinada conducta, servar que conductas, objetos de uso común o personal,
en realidad pone esa conducta en relación con el modo en así como actos ritualizados, se utilizan para manifestar las
que actúan los demás. Por medio de preguntas que se propias intenciones, comentar conductas de los demás y,
insertan en una «sintaxis» relacional, las diferencias entre en definitiva, proponer contextos para la inserción de los
los diversos miembros del sistema adquieren un valor im- intercambios relacionales. En ocasiones basta con introdu
portante como informaciones (Selvini Palazzoli, 1980). Por cir un elemento nuevo —p. ej., realizar una acción diferen-

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te, producir un desplazamiento espacial de las personas, Madre: Justamente, todo es una gran confusión.
modificar el ritmo de las interacciones intercalando silen- T.: Pero, ¿por qué en vez de hablar no desmenuza? ¿Se
cios o proponer intercambios entre ciertos miembros del sirve otra? (le ofrece, en la palma de la mano, otras colillas).
sistema— para obtener un cambio del contexto (Selvini Madre: Entonces, ¿qué deben hacer estas personas además
Palazzoli, 1970; Andolfi, 1977); y este cambio, a su vez, de pedir asistencia?
condicionará las interacciones posteriores. De este modo, T.: Desmenuzar...
actuando sobre esos elementos y por medio de ellos, el Madre: Pero en algún momento se termina de desme-
terapeuta tiene la posibilidad de redefinir las relaciones nuzar. ..
en diversos niveles. Veamos un ejemplo. T.: No; de estas hay muchísimas, se las encuentra por
Era una sesión con la familia de una paciente anoré- todas partes. Y están los que desmenuzan con las manos,
xica de veinte años, que participaba en la terapia junto los que desmenuzan con el cerebro, desmenuzan siempre.
con sus padres y una hermana menor. El contexto era de Están los que han desplazado todo dentro de las células
falsa colaboración, y la familia utilizaba un repertorio cerebrales. (Indica a la paciente anoréxica, y alude al he-
«interpretativo» adquirido en el curso de una experiencia cho de que «se hace la intelectual».) Hasta el punto de
terapéutica anterior; esto creaba un clima de debate for- comer con las células cerebrales, orinar con las células ce-
mal. La madre era quien se mostraba más empeñada en rebrales, defecar con las células cerebrales y lamer las mi-
esta actividad, al tiempo que controlaba que no afloraran gajas de los otros con las células cerebrales.
emociones demasiado intensas. Hacia la mitad de la se-
sión, el terapeuta empezó a juguetear con el cenicero que Por medio de una conducta no verbal, poco a poco se
tenía junto a sí; tomó unas colillas de cigarrillo, empezó modificó el contexto en que se desenvolvía la sesión, lo
a desmenuzarlas lenta y metódicamente, sin hablar, y con que hizo que las interacciones posteriores cambiaran de
aire absorto dejaba caer los pedacitos al suelo; la familia significado. Las colillas en las manos del terapeuta y lo rít-
continuaba hablando, pero sus miembros prestaban aten- mico de su desmenuzamiento ponían de manifiesto la
ción, como fascinados, a lo que sucedía, y lo hacían por verbosidad de la familia y revelaban una dimensión tem-
períodos cada vez más prolongados. Sobrevino un car- poral que por su lentitud determinaba una atmósfera de
gado silencio. mortal aburrimiento. En el momento mismo en que cabía
esperar que prestara la máxima atención a los esfuerzos
T. (dirigiéndose a la madre, pero con la vista fija en las que la familia hacía por parecer convincente y coopera-
colillas que desmenuza): ¿Por qué no prueba de hacer lo dora, el terapeuta se abstrajo de lo que ocurría y se dedicó
que yo hago? Si lo hiciera, quizá lograría sentir en lugar a una operación aparentemente sin sentido, desligada por
de permanecer prisionera del mar de palabras que viene completo del contexto planteado. Era como si comunica-
vomitando desde hace tantos años. (Le alcanza una coli- ra, por el canal no verbal: «No me interesa absolutamente
lla de cigarrillo, que la madre empieza a desmenuzar au- nada lo que están diciendo, porque sé que no corresponde
tomáticamente.) a los sentimientos reales de ustedes y, sobre todo, no es lo
Madre (tras un largo silencio): ¿Que lo estoy desmenu- que en este momento los preocupa principalmente. Los
zando todo? ¿ E s lo que quiere decir? discursos de ustedes dejan traslucir que han perdido la fe
T.: Es lo que yo siento si me pongo en su lugar. en la posibilidad de tener una relación satisfactoria con
Madre: Justamente, que se está desmenuzando todo. Que los demás. Sólo si aceptan vivir su sentimiento de impo-
todo lo que digo es inútil; que está equivocado lo que tencia pueden esperar obtener algún elemento útil de esta
digo, que quizá sin darme cuenta de lo que hago, sólo terapia».
pienso en mí misma y no en los demás. Que entonces voy El nuevo contexto no sólo redefinía las relaciones en el
por un camino equivocado, no s é . . . interior del sistema familiar, sino las relaciones entre este
T.: Pero vaya a descubrir cuál es el pedacito que perte- y el terapeuta. Este recurrió a un quehacer marginal para
nece a la mamá, cuál al papá, cuál a las hijas. escapar del contexto inicial y crear uno diferente, en que

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Laura, enviada a consulta por problemas de «depresión y


su. picpia acción adquiría una posición más v más central,
auorexia». Desde el estallido de los primeros trastornos,
y cargada de significado.
la familia, con el pretexto de la enfermedad de la hija,
Como en el caso de los demás procedimientos que per-
vivía prácticamente separada; por consejo de una psicó-
miten redefinir el problema, también en este, de la modi-
loga, la niña había sido trasladada, con su madre, a casa
ficación del contexto, las intervenciones más eficaces se
de unos parientes. Desde ese momento Laura obligó a
sitúan en un nivel implícito; casi siempre utilizan comu-
sus padres a turnarse a su lado. En la sesión estaban
nicaciones no verbales, que resultan menos manipulables
presentes la paciente, sus padres, y sus hermanas Marina,
y están menos expuestas a respuestas defensivas.
de 9 años, y Carla, de 5. En la primera parte de la en-
trevista se había hablado de la importancia de la abuela
materna, que tenía una actitud «dulce» hacia Laura, afir-
mación por otra parte desmentida por la paciente.
Redefinición del problema
Madre (dirigiéndose a Laura): ¿ L e puedo contar al doctor
La redefinición del problema que la familia trae y, por
que antes de estar mal eras muy apegada a la abuela?
lo tanto, de su/demanda de terapia, no se podrá llevar a
Laura: Sí, sí.
cabo mientras la conducta sintomática del paciente per-
T. (a la madre): Disculpe usted, pero, ¿siempre pide per-
manezca artificiosamente aislada del contexto de las re-
miso a su hija cuando quiere manifestar algo que usted
laciones donde tiene su sitio naturaíf sería como confun-
piensa?
dir un cristal mineral con la sustancia química de que
se compone, cuando en verdad sólo representa una de sus Madre: Antes no pedía permiso a nadie-, ahora, desde que
posibles expresiones estructurales. se ha creado esta situación en casa, por temor de herir
la susceptibilidad...
^Nuestro objetivo es, en consecuencia, trasferir el sín-
Ixiura (interrumpiendo): Sin embargo, lo acabas de decir.
toma a un plano relacional, haciendo de manera que a los
Madre: . . . le pido permiso.
ojos de todos se revele funcional para el mantenimiento
T.: ¿A quién más le pide permiso cuando quiere manifes-
de las relaciones. Se trata, entonces, de analizar la estruc-
tar su opinión sobre algo?
tura de la que el problema es manifestación, y de redefi-
Madre: A nadie; a mi marido no.
nir las relaciones que lo originan. Si conseguimos quitar
Laura: No; ahora, a todos.
a la «perturbación» las connotaciones reductoras y desva-
lorizantes que en general se le atribuyen, podremos situar- Madre: Puede ser que ahora pida permiso a todos porque
la en una dimensión relacional diferente que nos permita me siento la persona acusada, si se puede decir a s í . . .
procurar modalidades nuevas de relación]! Así, la conduc- T.: ¿ E s así como usted se siente?
ta sintomática, que por lo común es considerada un pro- Madre: Sí, me siento así; antes de abrir la boca lo pienso
blema individual, se convierte en un problema de todos bien porque siempre temo equivocarme.
los miembros de la familia, en una realidad más compleja. T.: Vava una posición la suya... (Se dirige al padre:) ¿Tam-
Desde luego que no alcanzaremos este resultado con sólo bién el papá pide permiso a Laura cuando quiere decir
explicar a la familia los conceptos de la circularidad; es algo?
preciso redefinir en la práctica las relaciones y el con- Padre: Normalmente no, ni siquiera ahora; a menos que
texto en que se desenvuelven. Por esta vía se alcanzará, me equivoque, pero... a veces digo lo que pienso. (Mira
junto con la familia, una descomposición y una reestruc- a Laura.) ¿No es cierto?
turación de los elementos constitutivos del problema, los T. (se dirige a la madre): Me parece que su marido la
mismos que permitirán observarlo en una dimensión di- imita muy bien, ¿sabe usted?
ferente. Madre: ¿Dice que mi marido me imita?
A título de ejemplo reproduciremos un fragmento de la T.: En cuanto a pedir permiso, sigue los pasos de usted.
entrevista inicial con la familia de una niña de 12 años. Madre: Hav que ver desde qué punto de vista se lo mira...

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T. (se dirige a Laura): Trasládate aquí con la silla, pero


justo a mitad de camino entre mamá y papá. (Laura se tras- der sobre qué podríamos trabajar juntos, porque todavía
lada y se sienta exactamente en medio de sus padres.) no lo tengo en claro.
Maáte: Bueno, en este período creo que ocurre justamen-
te eso. Como se advierte, el problema expuesto por la familia
T. (habla a Laura con tono resuelto): Laura, ¿eres una niña fue redefinido por medio de una lectura diferente de los
de 12 años o King Kong? roles atribuidos a cada miembro. La figura de Laura, a
Laura: Una niña de 12 años. quien inicialmente habían presentado como una niña nece-
T. (sigue dirigiéndose a Laura): ¿Y por qué entonces en tu sitada de asistencia y de afecto porque se sentía deprimida
casa te tratan como a King Kong? Pero, ¿sabes tú quién e impotente, adquirió, a medida que se sucedían las pre-
es King Kong? guntas y las respuestas, connotaciones por completo diferen-
Laura: Sí, sí. tes, hasta que su rol cambió totalmente. Merced a una
T. (ahora se dirige a las hermanitas): ¿Y ustedes saben quién serie de preguntas y de observaciones, se subvirtió el sig-
es King Kong? (Y ante el gesto de negación de ellas:) Ex- nificado de la relación entre la paciente y sus padres: la
plícaselo tú, Laura. «pobre niña» agobiada por la enfermedad se convertía
Laura: Es un mono enorme, fuerte: hasta han hecho una en la poseedora de atributos de fuerza sobrehumanos; era
película. la persona que dominaba todas las comunicaciones intra-
T. (se va de la sala y regresa con una pila de almohadones familiares. Al parecer, ello sucedía sobre la base de nece-
que coloca en la silla de Laura, quien entonces sigue en sidades de las que ella se hacía intérprete por delega-
medio de los padres, pero en posición mucho más elevada): ción voluntaria de todos los miembros de la familia. Para
Mira, no quiero decir que te parezcas a un mono, sino reforzar la «nueva» imagen de Laura, el terapeuta recu-
sólo que pareces una persona muy alta, que está por encima rrió primero a un desplazamiento espacial, con lo cual
de todos, y de la que todos tienen miedo. ¿Has visto cómo reestructuraba visualmente la relación entre la niña y los
te miran papá y mamá cuando hablas tú? Dime un poco, padres; después echó mano de objetos (los almohadones)
¿cómo has hecho? Porque yo a los 12 años no tenía en por medio de los cuales exageró el papel de Laura hasta
casa toda la importancia que tienes tú. Explícame el se- volverlo ridículo.
creto. ¿Cómo has hecho para adquirir tanta importancia? En estos pasajes asistimos a un progresivo cambio del
Laura (desde lo alto de su posición, con ira): No soy im- contexto, que poco a poco se expandió hasta rozar lo gro-
portante ni siquiera ahora, soy normal. tesco cuando se propuso la imagen de King Kong: en ese
T. (a Laura): ¿Papá y mamá te piden permiso más a ti o proceso la angustia iba creciendo, para desahogarse al fin
se lo piden más a la abuela? en una risa liberadora.
Laura: C r e o . . . que a ninguna de las dos.
T.: ¿Cómo? ¿No has advertido que mamá apenas abre la Resulta evidente que la subdivisión que hemos estable-
boca teme equivocarse, y por eso está siempre turbada? cido entre los diversos tipos de redefinición persigue sobre
Laura: Yo no lo creo. todo un objetivo didáctico. En la práctica, la redefinición
T. (a la madre): Observe, señora; no sólo se siente atribu- explícita, la implícita y la de contexto se producen casi
lada, sino que ni siquiera le creen. siempre de manera simultánea y se refuerzan unas a otras.
Madre: Así es. La redefinición explícita es preparada, modulada, precisa-
T. (al padre): ¿Usted cree que su esposa se siente en difi- da por la implícita, y a la inversa; el contexto es modifi-
cultades en este período? cado por las redefiniciones verbales y no verbales, y a su
Padre: Sí, creo que sí. vez las puede volver más eficaces o absolutamente inútiles.
Laura (con aire resentido): ¡Epa, epa!
T.: He prestado mucha atención a lo que ustedes dicen,
pero sinceramente me gustaría que me ayudaran a enten-

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ya gastados, con mayor razón en este momento, frente a la


3. La provocación como respuesta necesidad de una terapia, la familia se sentirá amenazada
terapéutica y unida más que nunca para evitar una crisis tan deseada
como temida.
Lo expuesto nos lleva a contemplar desde dos ángulos
diversos la necesidad de la intervención terapéutica. Por
un lado tenemos el sufrimiento real y, por el otro, la lógica
del funcionamiento familiar. Si para mantener la invaria-
bilidad de este última ya no basta la función del chivo
emisario, será preciso reunir fuerzas nuevas. Para conse-
La inducción de una crisis guirlo, el sistema familiar utiliza un viejo esquema: cen-
tralizar a un solo individuo, con el fin de hacerle asumir
En las familias con designación rígida, el temor de que las tensiones de todos. Con un mecanismo semejante al
un miembro pueda poner en peligro los esquemas de in- empleado con el paciente, estas familias son capaces de
teracción habituales sustrayéndose de las reglas del jue- trasferir sus tensiones a otra persona, situada fuera de su
go hace que cada uno ejerza un control más y más es- núcleo, englobándola en la lógica de «ayúdanos porque ya
tricto sobre el otro, y genera una fuerte tensión emotiva. no sabemos qué hacer».
En la vida cotidiana, los miembros de estas familias eli-
A menudo estas familias ya han buscado y encontrado
gen no elegir, justamente sobre la base de una tensión y
entre parientes y amigos, a los individuos más aptos para
de una angustia que los constriñen a obrar siempre según
proporcionar una asistencia que refuerza la estructura fa-
las modalidades impuestas por un cristalizado mito de
miliar de siempre; pero en la mayoría de los casos, esos te-
unidad (Ferreira, 1963). Es decir que la tensión hace las
rapeutas improvisados abandonan precipitadamente el cam-
veces de combustible para ese continuo ajetreo que lleva
po cuando la carga de las tensiones familiares se hace
a modificar mucho para no cambiar nada.
gravosa. Es el momento en que se advierte la necesidad
Pero si por un lado la tensión es funcional para la ho- de un genuino «profesional», uno que no abandone fácil-
meostasis, por el otro su intensidad puede alcanzar con el mente la lucha. Es decir, de alguien que por definición
tiempo un nivel tan elevado que se constituya en acicate se ocupe de curar al enfermo mental. Hete aquí, pues,
para el cambio. Esto no significa que, en el momento que la presencia del terapeuta permite a la familia des-
en que estas familias se deciden a demandar terapia, viar, con un mecanismo análogo al empleado en el pa-
estén dispuestas a cuestionar sus propias relaciones, sino ciente, la tensión que ella ya no puede contener en su
que la tensión interna ha llegado a un punto en que ya interior. De hecho, se pedirá al terapeuta que adminis-
no puede ser contenida por la función que el paciente tre esa tensión de manera de no cuestionar los ordena-
designado desempeña. No obstante su presencia, en el mientos precedentes, y todavía menos la definición de en-
momento de iniciar una terapia aumenta de nuevo la ame- fermedad del paciente. Si el terapeuta se deja enredar en
naza de descompensación de los equilibrios actuales y, con la lógica familiar que discierne en el paciente la única
ella, la posibilidad de tener que volver a pactar las reglas, fuente de dificultades, él mismo se asemejará al enfermo:
las funciones y los espacios de cada miembro. Reaparece será el portador de un malestar cuya correlación con los
entonces el peligro de una variación descontrolada del problemas de los demás será de difícil averiguación.
status de cada uno, que en un tiempo lejano o reciente
Es así como designación del paciente y demanda de
había hecho necesaria la designación de un chivo emisario.
terapia resultan ser dos momentos distintos en el tiempo,
La sintomatología del paciente designado representa las
pero análogos por su significado funcional; en efecto, en
dos instancias que la familia expresa al terapeuta: por un
uno como en el otro la familia trata de evitar la tensión
lado, una demanda de asistencia, y por el otro el temor
entre sus miembros eligiendo un portador oficial. En los
de una crisis. Pero si en el pasado la amenaza de una
dos casos, el sistema familiar en su conjunto, justamente
crisis había dado nuevo impulso a esquemas de interacción

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por estar en peligro, se empeña en sostener más activa-


trictiva que hace la familia, sino que dondequiera que
mente que de costumbre su propia estructura disfuncional.
preexista una inestabilidad, nuestro objetivo será acentuar-
Lo paradójico es que debe mostrarse más fuerte en el
la; y en su ausencia, intentaremos sacarla a la luz. La fa-
mismo momento en que se siente más débil. De esto se
milia demanda estabilidad y nosotros le inducimos un
infiere que la familia, cuando demanda terapia, presenta
desequilibrio: una bomba en lugar de un remiendo.
una rigidez mayor que la habitual. Junto a la demanda
de terapia como tal, se manifiesta de manera implícita
La posibilidad de determinar una crisis en la familia
una modalidad de interacción que tiende a trasferir esa
está estrictamente ligada a la intensidad de la interven-
rigidez al sistema terapéutico en su conjunto. Aunque la
ción. ¡Cuántas veces en el pasado pretendimos derribar
sintomatología del paciente es la señal más visible de que
paredes a golpes de mondadientes! En la revisión de al-
ha llegado la hora de enfrentar el sufrimiento de todos,
gunas de nuestras propias terapias, nos vimos como perso-
el miedo de hacerlo moverá a la familia a desear que el
najes patéticos en aquellos intentos de «respetar a la fa-
terapeuta se limite a rellenar con la mayor rapidez las grie-
milia y sus ritmos»; no advertíamos la desproporción entre
tas abiertas en el interior de su organización, esto es, que
nuestros nobles intentos y la rapidez con que la familia
intervenga en una situación de emergencia, en lugar de
neutralizaba toda nuestra estrategia.
enfrentar una crisis que se dibuja incontrolable y amena-
zadora para el mantenimiento de la estructura familiar Una paciente anoréxica de 18 años refiere con tono mo-
(Minuchin y Barcai, 1969). nótono el sufrimiento que le produce sentirse escindida en
dos partes, una que quiere crecer, mientras la otra quiere
Jackson y otros terapeutas habían observado ya cuán
permanecer niña. Si nos pasara inadvertido el absoluto
inútiles son las tentativas de provocar bruscos cambios en
dominio que la muchacha ejerce sobre padres y hermanos,
familias que no están en crisis, y cuán eficaz resultaba
y lo poco que ellos hacen para impedírselo, podríamos
en ocasiones obrar de manera que «el sistema familiar se
sentirnos apenados por su dilema y creernos en la obliga-
salga de los límites que se ha impuesto a sí mismo»
ción de adquirir más informaciones sobre este punto ha-
(Jackson, 1957). También Haley (1980) ha puesto de re-
ciendo más preguntas, a ella y a sus familiares. Si se nos
lieve la importancia de intervenir en familias en un mo-
escapara la palmaria incongruencia entre la gravedad de
mento de desequilibrio, y señalado que es mucho más
la sintomatología de la muchacha y el tono de intelectua-
trabajoso producir cambios en su organización cuando el
les de salón de los miembros de la familia, acaso espera-
tratamiento ya contribuyó a atenuar el malestar. Hoffmann
ríamos a que cada uno formulara sus hipótesis sobre la
(1981) nos ha proporcionado otra confirmación: explicó
cuestión; nos guiaría en ello el propósito de hacer aflorar
que a menudo la terapia puede no traer consigo una res-
después eventuales discordancias; también podríamos dejar
tauración del orden, sino introducir complejidad. En otras
que la paciente se desfogara a su gusto, con la esperanza
palabras, frente a un sistema familiar que demanda asis-
de que al fin dijera algo resolutivo que hiciera explotar
tencia para resolver sus dificultades circunscribiéndolas,
un conflicto real.
puede convenir una respuesta que aumente las variables
en juego hasta el punto de provocar una pérdida de con- Quienquiera que tenga experiencia en estas familias sabe
trol sobre los equilibrios preexistentes. muy bien que eso nunca ocurrirá, sino que se entraría en
un laberinto interminable en que todos verificarían su
La experiencia clínica nos ha llevado a compartir las
satisfacción consigo mismos por descubrir que eran pro-
citadas observaciones; hemos llegado a la conclusión de
fesores en una materia tan interesante, y sin verse obliga-
que la mejoría necesariamente debe pasar por un estado
dos a arriesgar nada en planos mucho más quemantes.
de crisis del funcionamiento familiar. Por lo tanto, nuestra
Nuestra paciente habría seguido sintiéndose bien protegi-
tarea será la opuesta de la que espera la familia: procu-
da en ese mecanismo familiar que, a cambio de su rehu-
raremos inducir ese mismo desequilibrio que ella querría
samiento a la vida, le daba la posibilidad de no hacer
evitar (Searles, 1974). No sólo nuestra lectura de los tras-
nunca elecciones autónomas, y permanecer siempre, no
tornos será mucho más amplia que la interpretación res-
obstante ello, en el centro de la escena. Los padres ha-

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estas últimas nos permite apreciar las que podrían po-


brían seguido evitando un cuestionamiento que nunca ha-
nernos en mayores dificultades, y «devolver» a la familia
bían emprendido, mientras la hermanita menor habría per-
mensajes que no la enfrenten a nosotros en esos planos,
manecido aferrada a la ilusión de que podía llevar a cabo
sino que más bien calquen con fidelidad su estructura.
su desvinculación a la sombra de la hermana enferma.
Las familias nos han enseñado la inutilidad de entrar
Y todo esto, con el consentimiento y el apoyo de un tera-
en competencia sobre «quién tiene más razón»; por eso
peuta «respetuoso».
hemos elaborado una lógica de intervención que da la
En estos años trascurridos, pues, hemos caído en la
razón a la familia en la incongruencia de sus mensajes,
cuenta de que la familia se siente sostenida sobre todo
de modo de constreñirla a soportar íntegramente su peso
por la intensidad del influjo terapéutico. Se siente encau-
(Andolfi y Menghi, 1977). En ese momento los propios
zada y socorrida justamente por la capacidad y la rapidez
iniembros del grupo familiar sentirán menos amenazadora
desplegadas por el terapeuta para tomar el control de la
y más liberadora una crisis real de sus relaciones recíprocas.
relación y romper los esquemas de interacción habituales.
En efecto, si es cierto que en la batalla por el control
de esa relación terapéutica no resignará fácilmente las ar-
mas, es también cierto que en esa pugna valorará la se-
guridad que el terapeuta demuestre no dejándose enredar El paciente designado: puerta de entrada
y, en consecuencia, la posibilidad de aceptar los riesgos. en el sistema
de un cambio con la guía de aquel. Pero si nuestro primer
objetivo es inducir una crisis, deberemos preocuparnos El comportamiento sintomático, que por lo común es
por reunir la fuerza que nos permita provocarla y actuar considerado expresión de sufrimiento del individuo y de
de manera que la intensidad de esa crisis sea directamen- los demás miembros del sistema familiar, ofrece ganancias
te proporcional al grado de rigidez del sistema familiar. indudables a uno y otros. Suele cometerse el error de des-
Nuestra intervención se plantea entonces como una res- cuidar este aspecto y no advertir entonces la función del
puesta a los inputs que nos son enviados por la familia. chivo emisario y el enorme poder que se le asocia; en
:

Desde la primera relación que ella trata de establecer con efecto, el carácter involuntario del síntoma permite al que
nosotros, es decir, desde el momento en que es enviada a lo presenta definir y controlar sus relaciones con los de-
consulta y citada (el llamado telefónico anterior a la se- más y regular las relaciones de los demás entre ellos. En
sión, las manipulaciones emprendidas en torno de la pre- consecuencia, el gran acuerdo que por lo común borra
sencia o ausencia de sus miembros, los primeros minutos toda divergencia dentro de estas familias consiste en que
de la primera entrevista), apreciamos la posibilidad de ser el enfermo, la persona que se debe curar, es sólo el pa-
reabsorbidos en el interior de las reglas familiares (Selvi- ciente designado. Su presencia es esencial para todos, por-
ni-Prata, 1981). Sobre la base de nuestra vulnerabilidad, que hace las veces de regulador homeostático de la in-
que es desde luego subjetiva y está ligada a la relación teracción familiar y porque su misma atipicidad les per-
irrepetible entre este terapeuta y esta familia, calibramos mite cristalizar en el tiempo todas las relaciones de fun-
la intensidad de la intervención. ción-dependencia recíproca que los encadenan entre sí. En
virtud de su presencia adquiere una justificación más que
Por la observación de la intensidad y la índole de las
verosímil el «estar constreñidos a ser» y la imposibilidad
comunicaciones que la familia nos envía, hemos aprendido
de quebrar el despiadado control que cada uno ejercita
a responderle con una modalidad casi mimética, a saber:
sobre los demás.
imitando ciertos mensajes y acentuando su intensidad de
manera proporcional a la intensidad con que nos llegan. La enorme importancia de la función de chivo emisario
Si la intensidad de la intervención es directamente pro- explica que las tentativas de cuestionar su centralidad y
porcional a la rigidez del sistema familiar, la índole de de extender de manera explícita la problemática a todas
nuestras respuestas lo será respecto de las comunicaciones las relaciones del grupo familiar resulten tan arduas, cuan-
que la familia nos envía. En efecto, una lectura atenta de do no terminan en el fracaso. En efecto, aceptar una redefi-

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Sobre la base de esta situación, el sistema familiar hace


nición de ese alcance significaría para la familia perder sus demandas: «Ayúdennos a cambiar al paciente, sin in-
el instrumento más eficaz que le permite mantener su terferir en las relaciones en que participa. Ayúdennos a
circuito habitual. Significaría enfrentar demasiado precoz- curarlo aunque sea imposible».
mente la pobreza de sus intercambios de interacción, la No hace mucho tiempo, la madre de un paciente esqui-
impermeabilidad de las fronteras recíprocas y la estrechez zofrénico llamó por teléfono a nuestro Instituto para soli-
del espacio personal concedido a cada miembro. Signifi- citar terapia. Tanta fue la urgencia que supo comunicar,
caría, en la práctica, abandonar la terapia o iniciar con que la secretaria que la atendió se sintió obligada a in-
el terapeuta una polémica tan interminable cuanto inútil. terrumpir la sesión de uno de nosotros para que la señora
Para mavor confirmación de lo que llevamos dicho, re- pudiera hablar inmediatamente con un terapeuta. Le so-
paremos en que las más de las veces el paciente desig- licitó una entrevista ya mismo, al tiempo que le comuni-
nado es «traído» a la terapia; es que nadie le puede reco- caba que la situación se arrastraba sin cambios desde hacía
nocer, en su condición de paciente, poder alguno de de- unos once años. Declaró además que había consultado
cisión —que por otra parte él tampoco reclama—. Y aun tantas clínicas y a tantos terapeutas que ya no tenía fe en
en los casos en que él mismo es quien pide la intervención que su hijo curara. Agregó que esperaba que el doctor
y hace las veces de elemento de unión para el resto de no se pondría a indagar la relación de ella con sus hijos.
la familia, se lo consienten en función de su diversidad. Dijo que se había hecho ya esa tentativa en Suiza, donde
Su comportamiento en la sesión parece reforzar por lo me- no habían solucionado nada. Concluyó afirmando que
nos cinco aspectos fundamentales que la familia en su por lo menos en ese país se habían mostrado humanos,
conjunto muestra al terapeuta: mientras que en Italia todos habían dado muestras de un
cinismo increíble. Preguntada si el hijo había participado
1. La centralidad absoluta de su función de enfermo, que en la decisión de emprender una nueva terapia, respondió
en lo sucesivo ocupa el universo de la familia, anulando que nunca reaccionaba juiciosamente y que, si lo consul-
cualquier otra problemática. Ha dejado de ser una per- taran, era probable que no consintiera y se podría haber
sona; es sólo una enfermedad, al tiempo que los demás mostrado agresivo con ella.
miembros se han convertido en médicos y enfermeros.
No reparar en la incongruencia entre una demanda apa-
2. La imprevisibilidad y el carácter ilógico de sus comu- rente de cambio y una demanda sustancial de inmutabi-
nicaciones, aun las más trivialmente congruentes. lidad, entre una demanda de curación y una definición
más o menos explícita de incurabilidad, significa invaria-
3. El carácter involuntario de toda su conducta. Cuantas blemente caer en el juego homeostático que determina el
acciones lleva a cabo son miradas con melancólica resig- mantenimiento del paciente designado en la función de
nación. «No es él quien lo quiere, sino su enfermedad», enfermo. ¿De qué manera curaríamos al paciente si no
parece el convencimiento de todos. Y con la cobertura podemos modificar las reglas que sostienen su conducta?
de ese supuesto, el paciente designado se puede permitir Todas las veces que, ignorando las comunicaciones contra-
cualquier conducta. dictorias que nos enviaron, aceptamos sin prevenciones un
4. Las consecuencias nocivas que la enfermedad del pa- papel terapéutico, la incurabilidad del paciente y la nor-
ciente designado produce en toda la familia. «A no ser por malidad de la familia se convirtieron, tarde o temprano,
esta cruz, la nuestra sería una familia feliz.» en un motivo de lucha entre dos bandos: por una parte,
el terapeuta empeñado en empujar al sistema a un cambio
5. La inutilidad de los esfuerzos de todos (familiares, ami- más amplio, y por la otra la familia, empecinada en demos-
gos, parientes y médicos) para modificar su comporta- trar su buena voluntad y el fracaso del terapeuta.
miento. En esta manifestación de buena voluntad mal co- La tensión y la agresividad que estas situaciones suelen
rrespondida está implícita la idea de que habiéndolo in- generar en el terapeuta nos movieron a reparar en un he-
tentado tantos, ya no se puede esperar que alguien obtenga cho asaz evidente: en el interior de las comunicaciones
mejores resultados.

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que estas familias nos hacen están presentes elementos al- llamado telefónico es un ejemplo de lectura selectiva, co-
tamente provocadores. Si analizamos las secuencias del mo la que decidimos hacer. En efecto, en ella se esco-
ejemplo anterior, advertiremos que el terapeuta se puede gieron sólo los elementos que consideramos provocado-
sentir intensamente provocado, sobre todo en su propio rol. res; se dejaron de lado todos los demás, que el llamado
En efecto, la madre del paciente solicita la asistencia de ofreció en abundancia. Y al mismo tiempo que el terapeu-
un experto, pero al propio tiempo lo priva de los atributos ta los seleccionaba, los mensajes se utilizaron hasta con-
que esa calificación implica. En esencia, demanda ayuda vertirlos en la estructura vehiculizadora de la nueva in-
porque se siente impotente, pero a la vez es ella la que teracción entre él y la madre.
define los tiempos y modos de la intervención. Prevé inú- Puesto que el carácter provocador de ciertas comunica-
tiles las eventuales iniciativas espontáneas del terapeuta: ciones familiares está expuesto a una valoración absoluta-
«No habían solucionado nada», o peligrosas: «Se podría mente subjetiva, entendimos que cada terapeuta podía res-
haber mostrado agresivo». Por su planteo de un problema ponder a la familia trabando con ella una relación perso-
de urgencia, ejerce una presión emotiva sobre el terapeu- nal (Menghi, 1977). Como fruto de una relación entre
ta, al que empero le comunica la inutilidad de una parti- terapeuta y familia original e intensa desde todo punto de
cipación más solícita, en vista del carácter crónico de la vista, consideramos que nacería un nuevo esquema de co-
situación. Acto seguido, insinúa una calificación de cinis- municación, del cual el terapeuta, al tiempo que lo inte-
mo para el terapeuta: «Por lo menos en Suiza se habían graba como una de sus partes, tendría empero el control.
mostrado humanos... en Italia en cambio...». Ya todo Resolvimos entonces que nuestra respuesta de contrapro-
esto no dejaba de manifestar su poca fe en el éxito de una vocación utilizaría como punto de ataque del sistema jus-
terapia tan solicitada. tamente al paciente designado: si la familia provocaba al
Era en sí mismo algo natural que reparásemos en los terapeuta y controlaba el sistema terapéutico por la vía
mensajes provocadores entre los que la familia nos envia- del paciente designado, también el terapeuta trataría, por
ba; pero al mismo tiempo esto nos sugería una primera el mismo canal, de provocar a la familia y de controlar el
hipótesis de trabajo: ¿por qué no focalizar justamente el sistema terapéutico. En lugar de luchar contra la centrali-
aspecto provocador de las comunicaciones que estas fa- dad, nos pareció que debíamos tratar de utilizarla. Pen-
milias nos hacían, e imaginar intervenciones estratégicas samos que un procedimiento eficaz para alcanzar el inte-
que fueran respuestas a esos mensajes? rior de estos sistemas familiares podía consistir en mante-
Al comienzo no reflexionamos en esta hipótesis, y menos ner y acentuar la posición del chivo emisario, que sería
aún nos esforzamos por procurarle una teorización adecua- nuestra puerta de ingreso al sistema. Si este último lo había
da; de todas maneras, representó el punto de partida de comisionado para llevar todo el peso del fardo familiar y
una serie de tentativas. Así, decidimos seleccionar algunas lo había elegido mediador de toda interacción, lo mismo
comunicaciones entre las que nos enviaban las familias, y haríamos nosotros, inmovilizándolo en su función. Así su
responder a ellas de manera de poner de relieve ciertos comportamiento, definido como involuntario, se volvería a
elementos. Nos pareció, en efecto, que podíamos relegar los ojos de la familia absolutamente voluntario. El que por
muchas informaciones a una posición secundaria al par que definición ocupaba una posición tan central a causa de su
empujábamos al primer plano otras, justamente las que incapacidad para desplegar una conducta adecuada y au-
más nos impresionaban por su carácter provocador. Se tónoma, debía ser enfrentado por el terapeuta en un
trataba de fragmentar el complejo esquema comunicativo franco desafío que lo remacharía en su centralidad, a la
de la familia en partes, de las que utilizaríamos sólo al- vez que la hacía aparecer enteramente intencional.
gunas, las más intensamente provocadoras. En lugar de De este modo, la visión del problema y la relación tera-
recurrir a la defensa o de enfrentar a la familia, convenía peuta-familia experimentaban una radical redefinición en el
que el terapeuta valorizara e hiciera propios los compo- interior de una provocación tan intensa cuanto desequili-
nentes provocadores que podrían enredarlo en posiciones bradora de todo el sistema familiar. La redefinición se in-
improductivas. El modo en que presentamos el anterior tegraba en la provocación y era su resultado último.

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Marcos tenía 16 años. Desde hacía unos meses hablaba No sé como se hace el saludo piel roja; me parece a mí que
de manera extraña, decía ser un piel roja y adoptaba las es así: ¡Huh jujú! (Emite un alarido de piel roja.)
actitudes del caso. En la escuela se aislaba más y más. Marcos: Pero, ¿quién se atreve a burlarse?
Con frecuencia, cuando oía ciertas palabras se tapaba los T.: ¡ A h ! . . . ¿no hacen así?
oídos y, llorando, profería invectivas contra su padre y su Marcos (con voz gutural): ¡No hacer bromas!
madre. Esta, por teléfono, declaró que la conducta de su T. (con ademán burlón): ¡Nooo! Pero si es una voz de
hijo la paralizaba. Se mostró en extremo preocupada, pero cowboy, no es la voz de un piel roja. (El padre y la ma-
al mismo tiempo parecía participar visceralmente de esa dre ríen.)
conducta: abundó, con morosidad, en detalles sobre las ac- Marcos: ¡Sí que lo es! Esta es una voz de piel roja.
titudes excéntricas del muchacho; describió con minucia T.: En mi opinión no tienes gran competencia en la mate-
sus gestos y su vocabulario de «apache». El terapeuta que- ria. Debo decirte que durante doce años he visto filmes
dó impresionado por la actitud contradictoria de la madre: de pieles rojas, y te aseguro que esa es la voz del viejo
por un lado su preocupación por el hijo, por el otro la del Oeste, y mal imitada, por añadidura.
familiaridad y la vivacidad con que se internaba en sus Marcos: Pero y o . . .
«aventuras de piel roja»; la monotonía con que proporcio- T. (interrumpiéndolo): ¿Cómo te llamas? No te pregunto
naba informaciones sobre su vida familiar presentaba un por tu nombre artístico, sino por el otro.
franco contraste con la vitalidad con que entraba en los Marcos: Nada de nombre artístico. Yo tengo dos nombres.
detalles de la sintomatología de Marcos. Al terapeuta, el T.: Dime el primero.
requerimiento de la madre le sonó más o menos así: «Mar- Marcos (con tono enfático): Es el nombre del Santo Evan-
cos y su imitación de los pieles rojas son para mí el único gelista San Marcos.
motivo de interés y de vida; ayúdeme a hacer que cambie T.: ¿Cuál es tu característica más importante... San
su conducta». No hace falta explicar la difícil posición en Marcos?
que se veía el terapeuta. Marcos: ¡Ninguna característica!
En este punto se podían hacer varias hipótesis y conje- T.: Oye, mi nombre es el de un santo mártir y virgen.
turas sobre el significado relacional de las informaciones ¿Tú qué eres?
recogidas por teléfono. ¿ E n qué medida la sintomatología Madre (a Marcos): ¡Qué bien recitas hoy!
del muchacho camuflaba las necesidades de los demás? T.: No señora, no me parece nada bien, es ridículo. (A
¿Cuáles serían estas necesidades? ¿Por qué Marcos, justa- Marcos:) Sabes, a nuestro instituto viene mucha gente in-
mente, debería proteger una relación de pareja empobre- teresante, pero tú ni siquiera eres interesante, sólo eres
cida por la monotonía? ¿Por qué era imposible admitir aburrido. Me habían dicho que eras imaginativo con los
esto último? apaches, tu mamá me había mencionado a los pieles rojas,
Había tantas hipótesis como caminos que pudieran llevar y en cambio te dedicas a los santos, a los temas clásicos.
a verificarlas. Se trataba entonces de descubrir la vía más Un aburrimiento mortal.
directa para entrar en la familia utilizando las informacio-
nes ya obtenidas. Trascribiremos las escaramuzas iniciales «Un aburrimiento mortal». El tema del aburrimiento,
de la primera sesión: nunca admitido en esta familia, era introducido por el te-
rapeuta por la vía del paciente designado. Desde el co-
Madre (en el momento en que entra el terapeuta): Buenas mienzo de la sesión, Marcos había sido el medio funda-
tardes. mental con que familia y terapeuta trataban de alcanzar
T. (le da la mano): Mucho gusto en conocerla... ¿Ya hablé idéntico resultado: el control del sistema terapéutico. Pero
con usted por teléfono? como en ese empeño el sistema familiar, ya por teléfono
Madre: Sí, fue conmigo. en la persona de la madre, había proporcionado al tera-
T. (señala a Marcos, que permanece de pie, con un brazo peuta una serie de preciosas informaciones, él pudo utili-
levantado y una pose teatral): ¡Ah! Tú tres Toro Sentado. zarlas ganándoles de mano al paciente y su familia.

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El terapeuta advirtió enseguida el aspecto provocador tan caras a toda la familia. Además del carácter volunta-
de la sintomatología de Marcos, y lo convirtió en el ins- rio de su conducta, será preciso entonces atribuirle una
trumento esencial para su contraprovocación. De ese mo- nueva función que lo señale como el controlador oficial de
do privaba al muchacho del habitual dominio que ejercía la familia, como aquel sin cuyos afanes esta no se podría
sobre las relaciones familiares, dirigidas por él en virtud manejar.
de su conducta. El carácter voluntario de esta se exageró ¿Pero de dónde proviene esta idea de atribuir al pacien-
hasta el punto de hacerla mucho más incómoda, tanto te designado esa función de regulador homeostático del
para él como para los demás. sistema familiar? Las propias familias nos la han indicado.
¿Qué habría sucedido si el terapeuta no aceptaba el Nos han traído siempre la realidad de uno de sus miem-
reto por el paciente designado y prefería evitar su sinto- bros, que inmoviliza a los demás en torno de su propia
matología o restarle importancia? Con seguridad el pro- enfermedad. Pero la ambigüedad del mensaje familiar con-
ceso se habría alargado y se habrían reducido las posibi- siste en justificar este resultado como fruto de la enfer-
lidades de éxito. medad del paciente. Por eso mismo, nuestro objetivo prin-
No creemos que este sea el único procedimiento para cipal consiste en redefinir su comportamiento como vo-
entrar en una realidad familiar compleja, pero podemos luntario. Después será mucho más fácil traer a luz su
tener la certeza de que simplifica mucho las cosas y nos función dentro de la familia, puesto que es algo que ya
pone por sí mismo al resguardo de «correr por delante pertenece al patrimonio cognoscitivo de esta.
de la familia» sin respetar sus tiempos, estando ella, como En síntesis, el terapeuta escinde en dos partes el men-
en efecto lo está, encadenada a la ostensible sintomatolo- saje de la familia: « E l nos inmoviliza, pero no lo hace
gía del paciente. Intervenciones que pretendieran evitar adrede»; sólo admite la primera parte, y pone de relieve
el encontronazo con la sintomatología y desplazar el pro- su importancia. Si la función de «inmovilizar» se define
blema del paciente designado, probablemente serían fre- como necesaria e insustituible («Ningún otro en la casa
nadas por este mismo o por alguno de los miembros de sabría desempeñarla tan bien»), el sistema quedará priva-
la familia, quienes en un momento «difícil» podrían recla- do de su excusa para continuar un juego relacional que
mar un diagnóstico, un pronóstico y una terapia para el necesita de un chivo emisario para mantenerse. « E l pa-
pobre Marcos. ciente designado es tan importante porque de manera
La función estable del paciente designado, expresión voluntaria y lógica lleva a cabo acciones útiles para el fun-
final de una organización familiar rígida, constituye el cionamiento familiar.» No es, desde luego, una frase má-
punto de partida de nuestro trabajo. Si iniciamos nuestro gica que podamos propinar al final de la sesión, sino que
camino terapéutico atacando la función del paciente desig- representa el resultado último del trabajo realizado por el
nado, obraremos en armonía con el mecanismo que llevó terapeuta ya durante la primera entrevista. Esta inter-
a la designación de un chivo emisario. vención por un lado repropone provocadoramente al pa-
ciente en su papel de centinela oficial del sistema y, por
el otro, subvierte implícitamente sus características.
Por medio de un esquema enteramente arbitrario, el te-
De la función del paciente designado a la red rapeuta atribuye con exclusividad al paciente designado
de las funciones familiares la tarea de poner a la familia a salvo de variaciones in-
deseadas. Con la caricatura y el refuerzo de su función,
La intervención provocadora debe llevarnos a entrar en obtiene las informaciones sobre la organización familiar
comunicación con todos los miembros de la familia por el que son necesarias para llevar la intervención más a fondo.
mismo camino que ellos utilizan habitualmente para co- Observando la modalidad con que el sistema trasmite su
municarse entre sí: el paciente. Para conseguirlo, es esen- propia problemática, sea de manera espontánea o durante
cial que se confiera a este una función diversa que rede- la provocación del paciente designado, el terapeuta puede
fina de manera radical sus características de enfermo, vislumbrar la trama de interacción de la familia y formu-

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lar una hipótesis parcial de funcionamiento. Antes de Marcos (interrumpiéndolo): ¡Oh, depende d e . . .
la sesión o en el curso de ella, cada miembro envía men- T.: Disculpe, pero querría una respuesta de él. (Señala
sajes al terapeuta y responde a los de este según esque- a Marcos.)
mas pieordenados por la organización familiar. Al mismo Marcos: Depende de ellos... si me irritan.
tiempo que el paciente designado desempeña «juiciosa- T.: Es decir que si te cansan demasiado, respondes...
mente» su función y el terapeuta empieza a provocarlo
a lo piel roja.
en ella, la familia actúa ostensiblemente las conductas
Marcos: B u e n o . . . no justamente...
que le son más peculiares.
T.: Entonces, si haces el papel de Toro Sentado es porque
De hecho, si es cierto que la provocación dirigida al ellos, en tu opinión, hacen algo que todavía no sabemos.
paciente designado es sólo un medio para desequilibrar Marcos: Ellos dicen... entre ellos dicen muchas cosas...
el sistema familiar en su conjunto y para obtener infor- Madre (interrumpe al hijo y se dirige con afabilidad al
maciones privilegiadas sobre su funcionamiento, también marido): Siempre ha sido un poco raro Marcos, ¿no crees?
es cierto que para conseguirlo el terapeuta tiene que ha- Se parece a tu mamá...
ber vislumbrado algún elemento referido a las funciones T. (a Marcos): Pero tú, ¿te haces más el piel roja cuando
de otros miembros del sistema, y concebido hipótesis sobre crees que tu mamá ya no soporta a tu padre, o cuando ella
la trama relaciona! que las une. Llegado a este punto, po- se pone la máscara de la resignación?
drá vincular la función del paciente designado con las fun- Padre: Mi mujer considera que yo debería ser más enér-
ciones de los demás y, entonces, atacarlo en su papel de gico con Marcos.
sostenedor de ciertas modalidades de interacción. Así, el T.: Por la manera en que se agita Toro Sentado, como
paciente designado no será provocado como individuo ais- mínimo está pensando que su esposa lo considera un fra-
lado, sino como integrante de un sistema más amplio. casado... ¡qué más enérgico!
En todo este proceso, el terapeuta se toma la libertad Padre: Nunca me ha tenido en mucho.
de indicar en el paciente designado la causa de muchos Marcos (se pone a gritar): Esta es seriedad, querido mío,
acontecimientos, aun sabiendo que, si es lícito hablar de querido mío. No saben... son superficiales, son ateos.
causa, sólo se la podría imputar al funcionamiento del sis- El gobierno italiano... los comunistas...
tema familiar en su conjunto. Es que el paciente desig- T. (a Marcos): Linda tarea la que haces. Pero, ¿cómo se
nado, en virtud de lo inescrutable de su conducta, se presta te ha ocurrido que a tu padre no le basta la máscara del
para ser señalado como el artífice de muchos aconteci- fracasado deprimido y a tu madre la de resignada sonrien-
mientos, y es posible atribuir a su voluntad ya las prime- te. ¿Desde cuándo empezaste a creer que si no haces tus
ras hipótesis que el terapeuta ha formulado sobre el fun- tristes caricaturas, ellos se destruirían?
cionamiento de la familia; así se las podrá expresar y ve- Madre: Efectivamente, Marcos siempre fue muy apren-
rificar sin correr el riesgo de atribuir culpa alguna a la sivo. Cuando pequeño tenía la idea fija de que yo me
familia ni de apartar al paciente designado de la aten- pudiera i r . . .
ción general.
T. (a Marcos): ¡Ah! Fue entonces cuando empezaste a
Continuemos con el caso de Marcos. pensar que eras esencial para la familia. Quizá no tuviste
toda la culpa... Si estás tan convencido, tendrás tus bue-
T. (a Marcos): ¿Cómo es que prefieres el papel de Toro nos motivos. No creo que te convenga cambiar de idea
Sentado a hacer lo que hacen tus compañeros de 16 años?
y descansar, ni siquiera un momento.
¿O algunas veces te olvidas de los pieles rojas y te tomas
algún descanso?
Dijimos ya que la familia se relaciona con el terapeuta
Padre: Siempre. Siempre con la historia de los apaches. sobre la base de las expectativas que se ha formado de
T. (con un gesto indica a Marcos que espera una res-
su función profesional, y que en cambio, justamente por
puesta de él.)
la previsión de estas expectativas, a aquel le conviene
Padre: Algunas veces...
presentarse con una función enteramente imprevisible. Así,

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mientras los padres esperaban una indagación sobre las T. (indicando con la mano, sin volverse, a la paciente que
causas de la conducta patológica del hijo, el terapeuta tiene a sus espaldas): ¿Cómo se llama?
lanzó el grito de guerra de los pieles rojas, invadiendo Madre: Donatella.
desde el primer minuto el territorio del paciente. No sólo
no contrarió la conducta de Marcos, sino que la anticipó En este caso, el ataque a la paciente designada se hacía
y provocó. La redefinición de la relación terapéutica así por medio de su exclusión. La centralidad que Donatella
producida tiende a desequilibrar enseguida el esquema mantenía por el recurso de su ostensible rehusamiento de
organizativo de la familia. comer y de hablar le fue prescrita y teatralizada. En lo
Ya en esta fase inicial, sobre la base de la relación que sucesivo, Donatella sería provocada de continuo con una
los miembros de la familia querrían establecer con el te- suerte de exclusión-inclusión. Si por una parte se la había
rapeuta y de las primeras reacciones frente a su interven- apartado físicamente, por el otro se la incluiría una y otra
ción desestabilizadora, aquel obtiene informaciones especí- vez en el discurso, sin darle ocasión de intervenir.
ficas sobre la programación de la familia y sobre las fun-
ciones que se asignan a cada uno de sus componentes. T. (mirando en derredor): ¿Cuál es la persona a quien Do-
Los ejemplos expuestos hasta ahora revelan que se pue- natella ha conseguido preocupar más?
de provocar al paciente designado enfrentándolo de manera Madre (tras un instante de silencio): A la mamá. (Alcanza
directa, cara a cara. Con el siguiente ejemplo mostraremos una carpeta al terapeuta:) Son los análisis que se ha hecho.
que esa misma maniobra se puede llevar a cabo con la T. (tomando la carpeta): Esto me hace ver que es usted
exclusión ostensible de ese enfrentamiento. Es importante la persona a quien su hija ha logrado angustiar más.
observar que en ambos casos la centralidad del paciente Padre: Verdaderamente nos ha preocupado a todos.
designado se acentúa, no se contraría. Como de costum- T.: Pero usted parece más resignado, me da la impresión
bre, la elección entre las dos estrategias nos es sugerida de que tuviera poca fe en que esta situación pueda cam-
por la familia, cuya tendencia procuramos respetar, acen- biar. Por su expresión me parece que Donatella ha con-
tuándola. Cuando el paciente designado tiende a con seguido preocupar mucho a la mamá, pero que a usted lo
trolar los circuitos familiares incluyéndose de manera abier- ha hecho sentir absolutamente impotente.
ta y activa en todo intercambio, optaremos por la primera; Padre: Efectivamente...
y nuestra elección recaerá en la segunda si el control y la T. (lo interrumpe y se vuelve al marido): ¿ E s usted el ma-
centralidad se actúan por la vía de la autoexclusión y el rido?
rehusamiento (de la sexualidad, del alimento, de hablar ). Madre (entremetiéndose): Sí.
El padre, la madre y el hermano de Donatella eran T.: ¿Cuánto lleva de casado?
oriundos de Calabria, y de Cerdeña el marido. La traían Madre (entremetiéndose otra vez): Dos años y un poco.
de Reggio Calabria, donde en los dos últimos meses había Marido: Se cumplen dos años en mayo.
sido atendida y alimentada por los padres. Donatella era T.: ¿Donatella comenzó enseguida a hacerle sentir que se
anoréxica: medía 1,70 m y pesaba 28 kg. En la primera había casado con media persona y no con una persona
sesión, entró sostenida por su madre y sú hermano Nun- entera?
zio, sin decir palabra; la seguían, a distancia, padre y Marido: Pero en verdad soy yo quien se siente medio hom-
marido. bre. Lo cierto es que en Cerdeña, Donatella y yo estuvi-
mos juntos poco o nada, porque casi todo el tiempo estuvo
T.: Buen día. (A Donatella.) Parece muy fatigada, tenga la con ellos y no conmigo, que soy el marido. El último
bondad de sentarse ahí. Si se cansa permaneciendo de pie, año se sintió muy mal y pasó todo el verano en Reggio...
después estará demasiado fatigada para hablar. (La hace yo me quedé solo.
sentar a sus espaldas, excluyéndola totalmente del círculo T.: Opino que Donatella está convencida de que esta parte
(¡ue en cambio formó con el resto de Ja familia.) de la familia (indica a los padres y al hermano) nunca se
Padre: No está bien. podrá separar de ella.

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Madre: Entonces no se habría debido casar. .. porque no T. (al hermano): Vea, ha logrado que su madre, que tiene
fuimos nosotros (señala a su marido) los que quisimos el 58 años, se sienta como si tuviera 88... Su madre habla
matrimonio. Lo quisieron ellos dos, contra nuestra volun- como si tuviese un pie en la fosa.
tad. Y sí vo acepté, fue porque me convenció mi hijo.
El terapeuta había observado que el hermano se situaba
Las preguntas, destinadas a diferenciar a los miembros de continuo como intermediario entre instancias diversas,
de la familia, se hicieron de suerte que se entendiera que y que esta función suya, de «puente», se activaba cada vez
Donatella lo había hecho todo voluntariamente. Por las que aparecían tensiones. Entonces sugirió la idea de que
informaciones de que ya disponía, v por las continuas in- era víctima de un circuito que creía controlar. De ese modo
terrupciones de la madre, el terapeuta conjeturó que la su función de puente se veía como un medio que Dona-
función de Donatella era mantener unidas las dos familias, tella empleaba a su gusto para sus propios fines. Los pa-
la nueva y la antigua: «Media persona» podía significar peles se invertían por completo: no era la familia la que
que era muy delgada, o que una mitad estaba en un lado había llevado a Donatella a poner en peligro su vida, sino
y una mitad en el otro. ella quien, con su síntoma, amenazaba la vida de los demás.
La provocación dirigida a Donatella fue el recurso que
permitió alcanzar a otros familiares, en este caso el mari- T.: (dirigiéndose otra vez al hermano): Pero a mí me pare-
do, quien fue justamente el que ligó cuanto decía el te- ce que aquí la persona más engañada por Donatella es
rapeuta con algo que lo afectaba en primera persona. En usted (lo señala con el dedo), porque lo ha convencido
este momento se podía decir que el terapeuta había en- de que podía tranquilamente tomar el puesto de ella en
trado en la familia. En efecto, se hablaba de problemas la casa. Su hermana no creyó ni por un segundo que po-
reales; no sólo aceptaban el hecho de que estaban atados día ser remplazada por usted, pero se lo hizo creer así.
a la enfermedad de Donatella, sino además que esta podía Hermano (con tono grave): Tengo la sensación de haber
ser la responsable. La madre dejó de hablar de carpetas sido usado con frecuencia por mi hermana.
y de síntomas, y abordó problemas internos familiares. T.: No con frecuencia: ¡siempre!
Hermano (a la hermana): ¿O me equivoco?
T.: ¿Qué fue lo que hizo su hijo? T. (le impide, con la mano, ver a Donatella): No, no se lo
Madre: Un trabajo de persuasión. pregunte porque ella nunca le dará una respuesta de
T, (al hermano Nunzio): ¿Cómo hizo para cometer un error persona adulta. El problema es que lo ha engañado do-
tan fiero? ¿Cómo pudo creer que su hermana de verdad blemente porque, por una parte, le hizo creer que podía
podía separarse del resto de la familia? ocupar en su casa el lugar de Donatella v recibir el mismo
Hermano: Ella me dijo que se realizaba de esa manera, afecto de su padre y su madre, y por otra parte consiguió
casándose... ella todavía más cariño que antes, con esa historia de no
T.: Lo engañó a usted. comer. Apuesto a que en este momento sus padres no tie-
Hermano: Me pareció oportuno convencer a mi madre. En nen ni un minuto para dedicarle, porque continuamente
el fondo, el matrimonio era una elección importante para están con la cabeza puesta en la que se muere de hambre.
la vida de mi hermana. Madre: Dice la verdad, porque Donatella siempre me dice:
T.: Pero, ¿no había comprendido usted que su hermana «Quieres más a Nunzio que a mí». Es totalmente cierto lo
está habituada a jugar con la vida de los demás? que dice el doctor. Es claro que yo tengo el pensamiento
Hermano: No, no me había dado cuenta. (Sobreviene un en mi hijo, pero sin duda la que más nos tiene ocupados
silencio de varios minutos.) es ella, que está en esas condiciones.
Padre: Es probable que juegue con nuestra vida. (Llora.)
Madre: ¡Me quiero morir yo! No mi hijo... ni mi hija... Con esta intervención, el terapeuta pasaba a indagar la
Quiero morir yo porque ya tengo 58 años. Es mejor morir, relación entre hermano y hermana, y entfe estos y los pa-
no ver, no sentir. dres. Al hermano se le atribuía la característica de no

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ser nunca el artífice de sus propias acciones, sino que ac- se tiende a considerar a las personas como víctimas de
tuaba siempre en relación con las exigencias de los demás. poderes incontrolables.
¡No había escapatoria para él! Si esta era la situación Sigamos con la sesión de Donatella.
en que se encontraba, no podía seguir con la ilusión de
que se evadiría alguna vez; pero esta misma ilusión era Donatella: Estoy harta de estar siempre en el centro de
la que le impedía cambiar. A Donatella se le refirmó la todo (comienza a llorar) ...Quiero una vida que sea mía
prohibición de hablar, pero con el mensaje implícito: «Si . . . déjenme en paz. ¿Por qué están siempre pendientes
quieres hablar, deberás hacerlo con modalidades diversas de mí? Siento un peso tremendo. (Prorrumpe en llanto
de las empleadas hasta ahora». con abundantes lágrimas.)
La función de Donatella salía a la luz en toda su com- T. (se acerca a Donatella y se sienta a su lado poniéndole
plejidad. Empezaban a dibujarse sus lazos con las fun- una mano en la espalda): Mira, Donatella, yo percibo tu
ciones que desempeñaban los demás familiares. peso, pero también percibo tu terror... (Sobreviene un
Con este ejemplo hemos intentado esclarecer el hecho largo silencio.) . . . El terror que te llevó a hacer siempre
de que para inducir una crisis terapéutica y empujar al esta farsa del palo de escoba (señala el cuerpo de Donatella).
sistema más allá de su esfera de estabilidad, el terapeuta Donatella (esboza una sonrisa): Pero a mí no me gusta...
debe atribuir a la conducta sintomática una función sus- T.: Lo sé, lo sé, pero si de esa manera arriesgas la vida,
ceptible de ligar entre sí a, los miembros de este sistema; es el precio que te crees en la obligación de pagar. Tanto
así se vuelve interactiva la tensión que hasta ese momento más si arriesgando la vida obligas a los demás a no discu-
volcaban sobre la paciente designada. El stress, del que tir nunca nada. Se han quedado inmóviles como esta-
Donatella se había convertido en la única depositaría, se tuas . . . pero este es el único modo que conoces para man-
redistribuyó finalmente entre todos. La cerrazón que la tener alejado el terror.
familia había establecido para mantener a salvo sus propias Donatella asiente.
interacciones fue utilizada por el terapeuta de un modo
diametralmente opuesto. La paciente designada, que siem- Tras un silencio de algunos minutos, el terapeuta des-
pre había servido para cerrar, se convertía en el medio pide a la familia fijando la próxima reunión.
principal para abrir. En este último extracto se advierte claramente la im-
portancia del paciente designado como modulador de la
intensidad de la contraprovocación terapéutica. En efecto,
el terapeuta puede calibrar la relación establecida con el
Desafío a la función y apoyo a la persona paciente sobre la base de las confirmaciones de este a sus
intervenciones. En una primera fase, el terapeuta negó
Cuando la familia llega a la primera entrevista, tratamos toda posibilidad de diálogo, pero aceptó el intercambio
de que sus miembros se empeñen enseguida en el trabajo cuando la paciente introdujo elementos menos manipu-
terapéutico. Cada uno debe sentirse lo suficientemente ladores y más ligados con su sufrimiento.
motivado a regresar para participar en algo que lo toca Algunos de los requisitos prácticos insoslayables para
en primera persona. empeñar a los miembros de la familia en la terapia han
El objetivo y la principal dificultad consisten, entonces, sido expresados con brillo por Farrelly y Brandsma (1974):
en alcanzar individualmente a cada uno de los miembros
para ponerlo en condiciones de elegir entre lo que suele « E l terapeuta lo hace todo de manera más acentuada
hacer y lo que querría hacer, entre lo que es y lo que de lo que se estila en la vida cotidiana. La intensidad
querría ser. De acuerdo con otros psicoterapeutas, en par- de la voz es mayor que en la conversación normal, y todo
ticular Farrelly y Brandsma (1974), creemos que la idea resulta amplificado. En la terapia debe existir un fuerte
de la responsabilidad por las propias opciones puede ser aspecto dramático e hiperbólico. [ . . . ] No sólo el tera-
muy útil en psicoterapia, en la que demasiado a menudo peuta elaborará las respuestas del cliente, sino que también

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echará mano de sus reacciones subjetivas, sus intuiciones Por su alianza con la mitad negativa de la ambivalencia
y fantasías, sus asociaciones internas e idiosincrásicas co- que las personas nutren hacia sus propias funciones, el
mo material para construir sus propias respuestas». terapeuta la lleva hasta sus extremas consecuencias, mo-
viendo a cada uno de los miembros a adentrarse de una
Con un lenguaje a veces desacralizador, intuye y verba- vez por todas en las limitaciones y los sufrimientos que
liza dudas y tabúes que los miembros de la familia ni se esas funciones traen aparejados. Sólo así se vuelve posible
atreven a considerar; de esta manera reduce ese espeso optar por el cambio. Esta decisión, como por otra parte la
manto de solemnidad que tan a menudo envuelve todo, de no cambiar, es de índole emotiva, una suerte de reac-
impidiendo a los individuos mostrarse claros y explícitos. ción instintiva insoslayable en ese momento. La claridad
He aquí una frase dirigida en sesión a un famoso cirujano y la conciencia acerca de la razón por la cual se elige una
que disimulaba tras la fachada del prestigio profesional conducta y no otra llegan después, si es que llegan.
su propio sentimiento de inferioridad: «Pero ¿por qué es La provocación es un instrumento extraordinariamente
preciso que se sienta siempre una mierda cuando no tiene poderoso para crear estas condiciones emotivas porque
un bisturí en la mano?». Tengamos en cuenta que suscitar promueve la tensión en el interior de la familia. Posterior-
enojo por las propias debilidades suele ser un estímulo mente es tarea del terapeuta ligar esta emotividad con algo
constructivo para que alguien deje de sentirse víctima y distinto de aquello a lo que antes adhería. Con anteriori-
llevar a cabo opciones. Provocar una reacción emotiva dad, cada uno de los miembros de la familia se sentía
inmediata, aunque sea desagradable, permite a los pacien- constreñido a representar únicamente las funciones que
tes responder al terapeuta de modo más acorde con sus condecían con las funciones de los demás, y ese constre-
propias emociones; así evitan la discrepancia entre lo que ñimiento se mantenía por el miedo a tener que separarse.
se siente y lo que se dice, que es el principal impedimen- Ahora el terapeuta crea una intensidad emotiva todavía
to para el cambio. más fuerte, justamente porque la liga con el sufrimiento y
El modo en que el terapeuta, por medio de la provoca- la carga que esas funciones determinan en el que las in-
ción, puede activar a una persona para que se haga cargo terpreta. Los actores de este recitado con libreto fijo son
de sus problemas se resume en la etimología de la pala- provocados en el mismo terreno de sus caricaturas más es-
bra «pro-vocar»: llamar para que salga, hacer salir. En tereotipadas; por eso se ven en la imposibilidad de culti-
una suerte de desafío a la función del paciente y, por var la ilusión de que podrán desenvolverse dentro de las
medio de este, a las funciones de los demás miembros funciones que se les han ido atribuyendo con el paso del
del sistema familiar, se hace aflorar una definición más tiempo. Cada uno de los miembros de la familia debe en-
clara de las exigencias y potencialidades de cada quien. tonces definirse con respecto a su propia ambigüedad, y
Cuando esto empieza a ocurrir, se vuelve inevitable la elegir. Ante todo, el paciente designado deberá hacerlo
crisis tan temida. En los sistemas rígidos es tarea ardua, entre dos caminos: mantenerse coherente hasta el final con
porque se ejerce un control estricto sobre la emotividad el papel de paciente, que sólo se puede diferenciar de los
individual, por lo común sacrificada en nombre de una demás por su enfermedad, o propender a su propia di-
indiferenciada emotividad familiar. En estos casos, sobre ferenciación, posible por la expresión de instancias inde-
todo, no se avanzará mucho si no se logra crear un stress pendientes de las funciones que tiene asignadas.
suficiente para constreñir a alguno de los miembros a Daremos un ejemplo en que la función del paciente de-
quebrar la «lealtad familiar» (Boszormenyi-Nagy y Spark, signado, unida a la de los demás familiares, se convirtió
1973). Es preciso entonces que uno de los miembros sienta en el instrumento emotivamente más idóneo para moverlos
que es más fácil reaccionar de modo diferenciado y per- a definirse. Alberto, heroinómano de 20 años, permanecía
sonal a la provocación del terapeuta, que seguir siendo el sentado en silencio entre sus padres, con una expresión de
fiel ejecutor de un recitado repetitivo. La mayor facilidad culpa y de vergüenza. Con su actitud impedía que el pa-
de la primera opción no se debe a que el terapeuta allana- dre, la madre y la hermana mayor desplazaran a otra parte
la esa vía, sino a que hizo mucho más dificultosa la otra. su eje de atención: parecían paralizados por su presencia.

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T.: (extrae del bolsillo una jeringa de plástico, y la muestra nes de las personas y las mueve a identificarse con estas,
a Alberto): ¿A quién ayudas más con esta? los miembros de la familia ya no pueden seguir confun-
Alberto (tras un largo silencio): No entiendo. diendo la conducta con el individuo que la manifiesta. En
T. (le pone la jeringa en la mano): ¿A quién ayudas más esa situación, ellos mismos reivindicarán una autonomía y
con esta? (Sobreviene en la sala un silencio tenso que dura una dignidad que hasta ese momento habían sofocado.
varios minutos.)
Alberto: A mi padre.
Padre: ¿Así me ayudarías?
T. (toma la jeringa de la mano de Alberto y se la entrega ¿Somos o no somos sistémicos?
al padre): ¿Cómo?
Padre (colérico): ¿Cómo, qué? Como nuestra intervención provocadora ha recibido en
T.: Su hijo ha dicho creer que lo ayuda a usted. ¿Cómo alguna ocasión la crítica de ser «asistémica», creemos que
cree que su hijo pretende ayudar? vale la pena recapitular algunos aspectos ilustrativos de
Padre: No creo tener necesidad de su ayuda... nuestro modo de provocar a las familias.
T. (entregando la jeringa a la madre): Parece que su marido El terapeuta remplaza al paciente designado, quitán-
me ha tomado ojeriza... no tiene ninguna intención de dole su centralidad. Los ejemplos que hemos referido
ayudarme a comprender. muestran con claridad que el terapeuta le arrebata lite-
Padre: Pero si y o . . . ralmente su puesto de administrador de la operación fa-
T. (interrumpiéndolo): Su turno ya pasó... escuchemos a miliar, a la espera de tiempos mejores en que la familia
su esposa. ya no tenga necesidad de un director de orquesta para
Madre: Quizás... Alberto piensa que mi marido... sabe sobrevivir. Pero hasta que ese momento llegue, el tera-
que en casa yo siempre he corrido con todo... El no me peuta seguirá siendo el tramitador funcional de las ten-
escuchó ni cuando tenía necesidad de é l . . . (Se echa a siones familiares, como lo había sido el paciente designa-
llorar.) do, con la diferencia de que este contribuía a mantener la
T. (alcanza la jeringa a la hertnana): Te oímos. organización de la familia, mientras que aquel se pro-
Hermana (agitando la jeringa en lo alto): Sobre todo ayuda diga para quebrarla. Si el primero era previsible en su
a papá haciéndole comprender que cuando usa esta... es atipicidad, el segundo defrauda toda expectativa. En efec-
lo mismo que cuando él bebe. to, cuando le proponen asociarse en el plano de la com-
prensibilidad racional y responder con un diagnóstico a
. Está claro que la familia tenía en ese momento motivos los problemas de la familia, el terapeuta —que no quiere
válidos para regresar a la sesión siguiente. El consultorio caminar por un terreno que se ha vuelto ambiguo, a causa
terapéutico se había convertido en un lugar en que habían de la definición de irracionalidad asignada a la conducta
aflorado diferencias y tensiones que no se podían recupe- del paciente— se empeña, en intervenciones imprevisibles
rar con la facilidad habitual; menos aún podían haber re- para la familia. Justamente esta imprevisibilidad suya im-
suelto los problemas de todos. En suma, en un lugar que pide la estructuración de funciones interrelacionadas está-
difícilmente se pudiera abandonar antes de alcanzar una ticas. Por eso su posición central no se convierte en el apo-
solución. yo de la estaticidad del sistema, sino que es uno de los
La familia queda atrapada justamente por la fuerza con elementos más desequilibradores.
que sus miembros son provocados personalmente en un En las fases iniciales e intermedias (con las que coin-
desafío tan atractivo que son incapaces de rehuirlo. Ese cide aproximadamente la provocación), el terapeuta trata
atractivo deriva del hecho de que pacientes y familiares de hacer todavía más gravosa la situación de incomunica-
se ven imposibilitados de mantener la confusión que de bilidad que reina en la familia; para ello, en lugar de pro-
ordinario generan entre ellos mismos y las funciones que mover la interacción verbal, la impide. Mientras por un
desempeñan. Toda vez que el terapeuta ataca las funcio- lado hace que se sienta la necesidad de un sinceramiento

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directo entre sus miembros, por el otro lo impide mante- sonas con tres definiciones arbitrarias de las funciones de
niéndose como el interlocutor único de cada uno. Esto cada una.
podría sugerir la idea de que nuestro abordaje sería pol- Bien sabemos que la elección de las definiciones depen-
lo menos irrespetuoso de una teoría que discierne en la de de la específica personalidad del terapeuta, pero justa-
interacción la clave principal de interpretación y de in- mente esta abre la posibilidad de asociarse con la familia,
tervención. Sin embargo, en toda relación diádica entre el participando en el proceso terapéutico. En efecto, el tera-
terapeuta y un componente de la familia se insertan ele- peuta participa sobre la base de los elementos que ha re-
mentos provocadores también para los demás familiares. cogido de cada uno de los miembros de la familia, de las
Por ejemplo: «A Anna se le ha metido en la cabeza que emociones que estos le suscitan y de la intensidad de su
usted (se dirige a un hermano de la paciente) tiene un contacto personal con todo ello. Si después consigue con-
terror pánico de asumir sus responsabilidades fuera de jugar los datos recogidos de otra manera que la familia,
casa, lejos del afecto de sus padres». Con lenguaje fuer- pero con no menor credibilidad e intensidad emotiva, te-
temente provocador, el terapeuta ataca al hermano de rapeuta y familia participarán juntos en la construcción
Anna en una problemática de desvinculación pero al mis- de un sistema nuevo.
mo tiempo: Muchas veces hemos oído decir que cierta intervención
es sistémica y otra no; más aún, que una es «más sistémi-
1. mantiene su provocación dirigida a Anna, a quien le ca» que la otra, en una lógica en que el juicio sobre «lo
atribuye pensamientos y acciones sin consultarla; sistémico» parece derivar más del grado de asepsia del
2. formula una definición diversa de la relación de Anna terapeuta hacia los componentes de la familia, que de la
con su hermano; obediencia a un modelo circular. El presupuesto de ciertas
3. incluye en el mecanismo a los padres, quienes, aunque afirmaciones parece consistir en que mientras más distante
«con buena intención», sostienen esta situación. se mantenga el terapeuta de las emociones que experimenta
en la sesión, menor riesgo correrá de enredarse en una ló-
Todos recibían lo suyo. En una relación presuntamente gica lineal. Tememos, por nuestra parte, que esa actitud
diádica entre terapeuta y hermano, de la que parecían ex- no provenga del deseo de ser coherente con un modelo sis-
cluidos los demás, cada uno sin embargo era provocado en témico, sino del miedo de no conseguirlo. En efecto, puede
cuestiones que lo ponían en estrecha relación con los de- suceder que esas reflexiones deriven de una escisión entre
más. Pero se trataba de una interacción silenciosa, tanto un «pensar sistémico» y un «sentir lineal», en verdad poco
más intensa cuanto más había sido solicitada e impedida compatibles.
al mismo tiempo. Si antes la familia, en el intento de con- Sólo si consideramos al individuo como un proceso emer-
tener la tensión dentro de límites aceptables, evitaba gente que siempre tiene la posibilidad de manifestarse de
interactuar en problemáticas sustanciales, ahora será ella maneras diversas, podremos utilizar con libertad nuestras
misma la que reivindique el derecho a hacerlo. emociones frente a la conducta de alguien; y esto, con
Recordemos el caso de Marcos: «Pero tú, ¿te haces más arreglo al criterio de provocar la manifestación y no el ob-
el piel roja cuando crees que tu mamá ya no soporta a tu jeto (Dell, 1980). Pero si, por desdicha, aun declarándonos
padre, o cuando ella se pone la máscara de la resigna- sistémicos, confundimos las manifestaciones con los objetos,
ción?»; y un poco más adelante: «Pero, ¿cómo se te ha recalaremos en la convicción de que las manifestaciones de
ocurrido que a tu padre no le basta la máscara del fra- un individuo son inherentes sólo al individuo mismo; en-
casado? . . . ¿Desde cuándo empezaste a creer que si no tonces intentaremos hacerlo cambiar, en lugar de modificar
haces tus tristes caricaturas, ellos se destruirían?». O en las funciones que desempeña o lo que dice o hace; de este
el caso de una familia con el padre alcoholista. «¿Cuándo modo quedaremos definitivamente bloqueados en un siste-
empezó a preocuparte que tu madre se desespere si tu ma de referencia digital en que el objeto ha cambiado, o
padre bebe?». He ahí otros tantos ejemplos de una silen- no lo ha hecho. Pero si realmente sentimos la enorme dife-
ciosa activación triádica en que cada frase liga a tres per- rencia entre decir que cierto individuo es tonto y decir que

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su conducta es tonta, podremos atacar con tranquilidad su y apoyar a los individuos, evitando cuidadosamente hacer
función sintomática y las funciones a ella ligadas, sin lo contrario (Menghi, 1977).
temor de que juzguen que no somos bastante... sisté-
micos o, peor aún, sin quedar tristemente enredados en un « E n un lecho yacían dos personas o, por mejor decir,
circuito causa-efecto. un hombre y su enfermedad. El médico entró en la estan-
Si nuestro modo de hacer terapia se puede valer de la cia, los ojos vendados, armado de un grueso bastón. Una
imitación de tantas actitudes familiares es justamente por- vez próximo al lecho, empezó a dar palos de ciego sobre
que el obrar de la familia no es lineal ni circular; la in- el enfermo y la enfermedad. No recuerdo exactamente
terpretación que ella hace de su funcionamiento se puede quién murió a consecuencia de los golpes... me parece
llamar lineal, mientras que la nuestra se definirá como que fue el enfermo» (Alarcón, 1978).
circular. En consecuencia, no vemos motivo para renunciar
a esos instrumentos de control de la relación que tanto He aquí quizás el riesgo más común, y el más grave.
poder confieren a la familia. No sólo no renunciamos a
ellos, sino que tratamos de apropiárnoslos para incremen-
tar la flexibilidad de nuestra panoplia de recursos al ser-
vicio de una clave de lectura circular y de una consiguien-
te lógica de intervención. Si los gestos, el lenguaje, los si-
lencios, el humorismo, el dramatismo, etc., pueden ser ins-
trumentos de manipulación en manos de la familia, ¿poi-
qué razón nos presentaríamos desarmados nosotros? Si Mar-
cos nos pone en situación difícil con su papel de piel roja,
¿por qué podría avergonzarnos responderle de la misma
manera? Si el paciente se pasea por la sala amenazando
a su padre con el dedo, lo mismo podemos hacer nosotros
con él, siempre que se inserte en un proyecto terapéutico.
Es evidente que esto reclama un alto grado de exposición
personal y, en el fondo, de riesgo. Pero, si el terapeuta
no arriesga, ¿cómo arriesgaría la familia?
Otra objeción nos hacen quienes, preocupados por el ni-
vel de tensión que se crea en la sesión, se preguntan si no
puede resultar destructivo para la familia y, en particular,
para el paciente. A estos objetores respondemos que nues-
tro trabajo consiste en orientar de manera diferente la ten-
sión que la familia ya trae consigo, redistribuyéndola entre
sus miembros. Por eso, si la tensión aumenta en cierto pla-
no, se la puede contener con más facilidad en otro, por
el hecho mismo de que el terapeuta modifica su índole.
Además, ya no se nos ocurre ver en el paciente la perso-
nificación de la fragilidad, ni consideramos que ciertas fun-
ciones desempeñadas por él y por sus familiares puedan
evolucionar en virtud de una postura protectora. El pro-
blema, si lo hay, se plantea en el sentido, ya señalado, de
no confundir las funciones con los individuos que las
desempeñan. Por eso nuestra tarea es atacar las funciones

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4. La negación estratégica como Zen en que el discípulo, en el primer grado de su apren-


dizaje, recibía del maestro una tarea imposible: «Si man-
refuerzo homeostático
tienes la cabeza baja te azotaré; si la alzas te azotaré».
Así como negar toda solución posible opera la metamor-
fosis del discípulo, de igual modo la negación estratégica
mueve a la familia a desafiar la posición homeostática
adoptada por el terapeuta. En el afán de demostrarle
que es capaz de evolucionar en una perspectiva menos
pesimista, puede llegar a cuestionar y reestructurar defini-
¿Participar o apartarse? ciones y reglas que mantenían el statu quo.
La formación de la relación terapéutica, la mejoría del
La intervención provocadora tiene la característica de ser paciente designado, la modificación de la trama funcional
explícitamente activa y de empeñar al terapeuta en un en- intrafamiliar, el final de la terapia o el requerimiento de
frentamiento directo con la familia; la experiencia nos ha una intervención nueva tras una interrupción, he ahí otras
demostrado que es útil alternar esta actitud con otra de tantas etapas de un proceso en que la negación puede obrar
signo en apariencia opuesto, que permite anticipar las po- a modo de estímulo para reconsiderar lo que se ha con-
sibles retroacciones de la familia y restarles eficacia. seguido, como punto de partida para una indagación ul-
El mensaje en dos niveles («Sí, te ayudo no ayudándo- terior. Si esta intervención ha de resultar eficaz, es in-
te»), que era nuestra hipótesis como respuesta terapéutica dispensable que se vehiculice en una relación intensa en-
a la demanda paradójica de la familia, se puede traducir tre terapeuta y familia. Esta relación debe entonces servir
en una intervención específica que bautizamos «negación de marco esencial a la negación estratégica (Napier y W h i -
estratégica». Se trata de una técnica paradójica: el tera- taker, 1981), que desprendida del lazo terapéutico puede
peuta se alía con la parte homeostática del sistema, desocul- resultar una mera acción mecánica y hasta nociva si la
tando y amplificando las razones que están en la base de familia entiende que el terapeuta es indiferente a sus pro-
la imposibilidad de cambiar. Por ejemplo, ante un paciente blemas o incapaz de comprenderlos.
que ha experimentado una notoria mejoría, el terapeuta Para un terapeuta que haya decidido contemplar desde
puede afirmar: «Es muy peligroso lo que ahora sucede. Su adentro los problemas de la familia, entrar en los espacios
hijo quiere darles a entender que ya no tiene necesidad de familiares y distanciarse de ellos son momentos inevitables
delirar. Pero la situación parece todavía más grave ahora e inescindibles. Negar la terapia o el objetivo que se aca-
que antes, porque él sabe muy bien que no podrá renun- ba de alcanzar son medios que permiten al terapeuta se-
ciar por mucho tiempo a su conducta. Es comprensible pararse de cuanto él mismo ha activado, dejando en manos
que tú (al paciente) quieras confundir a los tuyos; lo que de la familia un trabajo que ya no estará mediado directa-
no me gusta es que pretendas confundirme también a mí». mente por su presencia. Así como en la provocación parti-
De este modo la familia se ve frente a un terapeuta que se cipó para construir la relación con el paciente, igualmente
ha apropiado de sus temores y terrores, y que toma el par- ahora parece separarse de cuanto ocurre, pero en realidad
tido de la imposibilidad de cambiar negando la oportunidad no hace más que modificar su modalidad de participación;
de la mejoría. El terapeuta condensa diversas operaciones de hecho hace ver que comprende las dificultades de la
en esta negación de la mejoría: recalca el significado fun- familia, pero se niega como agente de cambio, con lo que
cional del síntoma, vuelve a lanzar la provocación al pa- desafía a aquella a retomar la administración de sus pro-
ciente designado para destacar su posición de polo ho- pios problemas. Así se determina una inversión de la ten-
meostático del sistema terapéutico y, sobre todo, prevé dencia: de protagonista que era, el terapeuta se convierte
las retroacciones de la familia, anticipándose a su tenta- en espectador de las iniciativas de la familia.
tiva de reinstalarse sobre los equilibrios anteriores. En este La alternancia de momentos de participación, en que el
sentido, la negación se asemeja a aquel koan del budismo terapeuta entra en el espacio emotivo de la familia (pro-

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vocación), y de separación, en que parece salir de él (ne-


ferenciación en el ámbito del sistema terapéutico, hasta
gación), se asemeja al movimiento del péndulo: las dos
que se llega a la separación final, es decir, a la escisión
oscilaciones, de sentido opuesto, son complementarias por-
del sistema terapéutico.
que la oscilación en un sentido tiene un significado en sí
De lo contrario, la familia podría negar de antemano
misma, pero también es indispensable para la oscilación
la eficacia de las sesiones o el valor de los objetivos al-
contraria. Esta marcha en ciclos es reflejo especular de la
canzados (p. ej., la mejoría de los síntomas), y delegar
marcha de la tensión en el interior del sistema terapéutico.
por completo en el terapeuta la responsabilidad del cam-
En efecto, si en la fase de la provocación el terapeuta man-
bio; de esta manera se presentaría de nuevo como objeto
tiene un enfrentamiento directo con el paciente designado
pasivo en manos de alguien que mientras más se afana en
y la familia, por la negación abandona su posición de cen-
el sentido del cambio, más contrariado es por un grupo
tralidad para moverse en un espacio más externo, desde
que se cohesiona para demostrar su propia impotencia.
donde podrá observar los movimientos de aquella. La ten-
Se llegaría a una suerte de tironeo de una misma soga con
sión, que en la fase provocadora se actuaba en el interior
el terapeuta, en que la inmovilidad obedecería a la posi-
de la relación terapeuta-familia, es ahora redistribuida
ción igual y contraria de los dos contendientes. Si aquel,
totalmente en el interior del grupo familiar, con lo que
haciendo suya la lógica paradójica de la familia, suelta im-
desplegará todas sus potencialidades de trasformación y
previstamente la presa, la familia se encontrará desequi-
diferenciación (Nicoló y Saccu, 1979). En la intervención
librada y movida a adoptar las posiciones de participación
provocadora el terapeuta modificó la cualidad de la ten-
activa que un momento antes pretendía delegarle. La ne-
sión; por eso justamente la familia puede ahora, con más
gación estratégica tiene justamente el significado de hacer
facilidad, contenerla y elaborarla.
que el terapeuta «afloje la cuerda», anticipándose así a los
Mostremos en un gráfico la marcha cíclica de la relación movimientos que la familia se preparaba a hacer.
participación-separación. Advertimos que el punto B, que
representa el punto máximo del movimiento de participa-

La negación de la terapia
En general, las fases iniciales de un pioceso terapéutico
son un período de adaptación recíproca entre familia y
terapeuta. Como hemos visto en los capítulos anteriores,
esta adaptación está predeterminada por las expectativas
que cada parte se forma sobre la otra. La misma deman-
da de terapia, como motivación, es presentada por la fa-
milia con una cohesión ficticia que se alcanza a expensas
de las motivaciones personales de sus miembros. Así, tras
la presencia física de los familiares se puede esconder una
ción del terapeuta en el interior del sistema terapéutico, escasa disponibilidad personal para participar y, por lo
y que corresponde al pico máximo de la tensión, es tam- tanto, una negativa a considerarse parte activa en las
bién el momento en que comienza bruscamente su sepa- modificaciones posibles. No pocas familias trasmiten esta
ración de la familia. El carácter secuencial de la relación información ya desde la demanda telefónica.
de participación-separación en el tiempo es la expresión La madre de un tóxicodependiente de 18 años nos llamó
de ese tránsito evolutivo en que el ciclo posterior ( A , B ,
1 1 por teléfono para solicitar una cita. Anticipó que la suya
A ) representa un progreso respecto del anterior (A, B, A ) ,
2 1 era una familia unida y feliz, pero que el marido, un im-
y así sucesivamente. El paso de uno al otro se caracteriza portante hombre de negocios, declaraba no poder partici-
por un progresivo aumento de la complejidad y de la di- par en las sesiones, aunque él mismo había solicitado la

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terapia. Nos dijo que le parecía una violencia exponer a to a hacer todo lo posible para obtener lo imposible, y
la hija de 12 años a las «repercusiones» de una terapia por eso mismo redefine las expectativas de todos.
familiar, y concluyó preguntándonos si dadas todas esas Ilustrémoslo con un ejemplo. La familia Giovine (pa-
circunstancias, juzgábamos oportuna una sesión. Le res- dre, madre y dos hijos) demandó terapia porque los pa-
pondimos que n o . . . y que por lo demás su pregunta nos dres, médicos los dos, estaban preocupados por su hijo
asombraba. Le dijimos saber que, de haberlo querido, de 21 años, que había interrumpido los estudios y no
ella habría sido capaz de convencer a los demás. Pero trabajaba. Habían andado mucho tiempo en busca del
como se trataba de una familia tan feliz, por sí solo el pro- «mago», pero enseguida descalificaban y rechazaban en
blema de la hija desaconsejaba una intervención nuestra, bloque cuantas experiencias terapéuticas habían empren-
que no sería violenta, pero resultaría inquietante. La se- dido. Todos afirmaban que el único lunar que turbaba
ñora, desconcertada con nuestra respuesta, replicó que si su paz idílica era la actitud de Ferdinando. Negaban la
lo considerábamos oportuno se empeñaría en traer a toda existencia de cualquier conflicto en la familia o expresa-
la familia. Otra vez negamos la terapia diciendo que sólo ban este convencimiento de modo eufemístico con gran
un llamado telefónico en primera persona de todos y cada despliegue de modales educados y recíproca condescen-
uno de los miembros de la familia nos podría convencer. dencia. El acuerdo para acudir a la terapia parecía el
Que nosotros mismos haríamos de abogados del diablo, y máximo de los esfuerzos de que era capaz la familia, guia-
desaconsejaríamos vivamente a cada uno emprender la ex- da por la madre, jefe indiscutido de la situación. El diá-
periencia, salvo que expusiese sólidas motivaciones para logo se entabló después que la madre había hablado con
ello. Y en efecto, todos los miembros nos llamaron por tono competente acerca de la depresión del hijo, sus so-
teléfono y fijamos la primera sesión sólo después que hu- inatizaciones y su hipocondría.
bieron manifestado las razones personales que los lleva-
han a interesarse en la terapia. Esas repetidas negacio- Madre: Me siento culpable porque es como un niño
nes, practicadas desde el primer contacto, tuvieron el efec- anoréxico. Se le dice «¡come, come!», y él no lo hace. Mi
to de ligar fuertemente a cada uno de los integrantes de hijo no estudia. Tiene períodos de depresión. Quizá la
la familia con nosotros y de modificar completamente una culpa es mía. ¿Qué cree usted, doctor?
situación que parecía perdida desde el principio. T.: No me interesa el discurso sobre las culpas. Lo que
Señalamos ya que mientras más rígida sea la organiza- no consigo entender es por qué han venido a Roma.
ción familiar, más útil será la negación temprana. En Madre: No comprendo lo que quiere decir. No sabemos
efecto, hemos hecho la experiencia de que es peligroso nada. Díganos qué debemos hacer, en este punto nosotros
entrar en connivencia con las familias y posponer para la no sabemos qué hacer.
primera entrevista una definición más clara: nos pueden T.: Desde cierto punto de vista es mejor no saber nada.
dar la espalda en el momento mismo en que intuyen la No creo que yo pueda ayudar, porque no soy un mago.
necesidad de un compromiso individual. Negar asistencia Por otra parte, si me ayudaran a entender mejor o hacer
desde el comienzo puede parecer prematuro y violento, pero algo por ustedes, se verían obligados a volver a casa me-
en realidad anticipa los tiempos de la terapia, porque deja nos unidos de lo que llegaron. Y ese es un gran riesgo.
en claro que no estamos dispuestos a aceptar demandas Padre: Esta discusión es interesante. Ferdinando decía que
delegatorias y contradictorias. Por otra parte, si intentá- se dejó arrastrar hasta aquí. Siempre se deja arrastrar.
ramos reconsiderar el problema desde otro punto de vista, T.: Y en esto, ¿a quién se parece de ustedes dos?
a saber, consintiendo en satisfacer las expectativas de la Padre: A mí. Mi mujer es la que dirige.
familia, no haríamos más que reforzar los mecanismos Madre (irritada): Hay personas que tienen un carácter, y
tendientes a reconsolidar la estabilidad preexistente. Ne- otras un carácter distinto.
gar estratégicamente la terapia por ser «demasiado peli- Ferdinando: Vea, en esta familia uno nunca puede decir
grosa para un equilibrio familiar tan bien consolidado» lo que piensa. Mis palabras son interpretadas como una
es imprevisible para quienes esperan un terapeuta dispues- agresión. Vale más quedarse callado.

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T.: Estoy de acuerdo contigo. Vale más que se queden peuta a entrar en colusión con la regla de «fingir educa
todos callados. No me parece que en estas condicio- damente el intento de modificar la situación», puso a la
nes sea posible una terapia porque tú (a Ferdinando) te familia en una encrucijada: ayudar de verdad al terapeu-
debes convencer de que si tienes dificultades, puedes ta o interrumpir las sesiones.
también somatizarlas. En el fondo te gusta el papel que
lias adoptado, y además no hay nadie que pueda desem-
peñarlo en tu lugar. ¿Quién si no tú, podría ocupar tu
puesto? La negación de la mejoría
Ferdinando (con acrimonia): P e r o . . . quizá mi padre, se
me parece más. La mejoría expresa un momento de gran inestabilidad
Padre: Yo en general hago las cosas para no causar fas- en el curso del proceso terapéutico; el equipo de terapeu-
tidio y . . . tas se podría sentir inducido a estabilizar la evolución del
T.: Creo que es verdaderamente inútil proseguir. No pue- proceso en esa fase. En efecto, puede ocurrir que la rela-
do contar sólo con la vitalidad de la mamá... En efecto, ción de participación-separación se desequilibre a favor
si aceptaran el fracaso en la vida de Ferdinando, podrían de una participación activa y de continuación del tera
mantener para siempre esta situación en que la mamá peuta, quien así correrá el riesgo de sustituir a la familia
es una persona tan vital; papá en el fondo tiene su hobby, en la iniciativa y quedar enredado en las mallas seducto
su profesión; y la pequeña María Licia tiene su escuela, ras de una mejoría temporaria y parcial.
etcétera, etcétera. La familia en ese momento ya no se presenta como un
Madre: Sabe, doctor, mi marido hace seis años que está frente único, sino que pone en escena una nueva incon-
enfermo y muy nervioso: parece Parkinson, no sé cómo gruencia: si el paciente manifiesta una mejoría sensible,
dividirme entre estas dificultades. los demás familiares pueden en ciertos casos marcar un
Padre (visiblemente agitado): ¡Desmintámosla de una vez empeoramiento, en neto contraste con la evidencia de los
por todas! La verdad es que mi mujer me consideró siem- hechos. Por un lado, la familia señala progresos mediante
pre un cero a la izquierda, profesionalmente no me tiene su portavoz oficial, y por el otro, expresa la imposibilidad
ninguna estima. Desde la universidad, donde nos conoci- de admitir la mejoría.
mos, ella era «la buena». Yo rendía los exámenes porque De estas premisas nace la estrategia terapéutica desti-
ella me empujaba; mi mujer pretende meterse en todo nada a reforzar la mejoría por medio de su negación. Lo
y se siente superior. Digamos las cosas como son, de una que ocurre es redefinido como un empeoramiento de la
vez por todas. No sé si esto le resulta útil, doctor, pero situación; esto confirma la tesis de que es mejor no cam-
es "rarísimo que nosotros cuatro hablemos como lo hace- biar nada. La intervención terapéutica consiste, en efecto,
mos hoy. en solicitar a la familia que mantenga estable la situación
en el preciso momento en que se verifican los primeros
Negar repetidamente la utilidad de la terapia tuvo el cambios. Para ello se le mostrarán, por ejemplo, los peli-
efecto de desorientar las expectativas de la familia y de gros inherentes a una modificación de las reglas. Una vez
anticiparse a una conducta repetitiva: descalificar e inte- más el ataque al sistema se produce por medio del pa-
rrumpir toda experiencia terapéutica. El terapeuta hizo ciente designado, a quien ahora se desafía en su mejoría.
como que aceptaba el nivel literal de las comunicaciones: Concretamente, este desafío produce el efecto de reforzar
« E n esta familia reina la paz y la armonía» y se demostró la tendencia al cambio del sistema por vía de la no acep-
poco dispuesto a trabajar sin la autorización y la ayuda tación explícita de la mejoría (Searles, 1961).
«necesarias para arruinar la paz de la familia». La antici- Hemos observado que reconocer de manera explícita la
pación y la desorientación creadas por la negación arre- mejoría del paciente designado, en esta fase, suele empujar
bataron a la familia el poder habitual y le hicieron tocar a la familia a negar los resultados alcanzados y a destacar
el fondo de una situación ambigua. La negativa del tera- con renovada insistencia cada mínima dificultad del pa-

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ciente. Después de preguntarnos por la razón de estas ciente en su función de vínculo entre los padres y de con-
respuestas, hicimos la hipótesis de que derivaban de la sen- tinuidad histórica respecto de la familia paterna. Los
sación de peligro que la familia vive a causa de la ame- elementos de muerte que su sintomatología simbolizaba
naza que la mejoría le plantea en el nivel de la interacción eran, en efecto, un modo de expresar tanto la grave en-
(Searles, 1961). Pero si también esta vez el terapeuta se fermedad del padre, que todos conocían, pero de la que
pone de parte de la homeostasis aun antes de que haya te- no se podía hablar, como la arterioesclerosis de la abuela,
nido tiempo de hacerlo la familia, esta en lo sucesivo se punto de apoyo primario de ese sistema. Y todo había
sentirá obligada a retomar su propio camino, aunque deba coincidido con un reacercamiento de la madre al padre
enfrentar conflictos diferentes y el surgimiento de proble- y a la familia de él. Así, se estaban constituyendo fron-
mas nuevos. teras nuevas entre familia nuclear y familia extensa, y en-
Otra táctica que se ha revelado útil consiste en definir tre la pareja parental y Elsa. Las sesiones habían produ-
como peligrosa la mejoría. En esta fase delicada, la ambi- cido una mejoría sustancial en los síntomas de la mu-
valencia respecto de la doble posibilidad de cambiar (di- chacha, así como en las relaciones familiares y de pare-
ferenciación) o de permanecer inmóvil (cohesión) ya no se ja. En este punto, el terapeuta decidió negar la mejoría
encierra solamente en el paciente designado y en su sín- y, para conferir más peso al aspecto paradójico de esa ne-
toma, sino que se sitúa en el nivel de las funciones de gación, la escenificó en el ámbito de una sesión de al-
cada uno de los miembros. Por ello, hablar de los riesgos muerzo. Toda la familia sintió curiosidad y participó
inherentes al cambio y convocar en la sesión los fantas- activamente en la preparación de esa comida especial.
mas, y los temores consiguientes, permite dar cuerpo a Elsa se puso a ostentar su hambre como si pretendiera
esas fantasías y hacerles perder su carácter destructivo comunicar que todo su problema era cosa del pasado. La
(Napier y Whitaker, 1981). observación de esa actitud movió al terapeuta a intervenir
A veces las intervenciones que acabamos de exponer enseguida:
se pueden acompañar con la prescripción de no cambiar,
de este modo: se solicitan las conductas que acentúan T.: Este, en el fondo, no es un almuerzo serio, sino sólo
las reglas disfuncionales del sistema y la función sintomá- de prueba. (Se dirige a Elsa.) ¿Y eso qué es?
tica. A esta estrategia, ya descrita por muchos autores Elsa: Es el segundo plato; me lo como todo.
(Haley, 1976; Watzlawick et al, 1971; Selvini Palazzoli et T.: ¿Entonces comes pastas y segundo plato?
al., 1975), se la presenta como una indispensable precau- Elsa: Los como por separado, primero las pastas y des-
ción destinada a evitar un cambio peligroso para la familia. pués el segundo plato.
Paradójicamente, produce el efecto de sustentar la mejoría T.: Ciertamente, ya entiendo. Pero, ¿vas a vomitar antes o
ya en curso, porque estimula una cohesión nueva en el seno después de comer?
del grupo familiar, que ahora debe demostrar con hechos Elsa: No, no vomito; más bien debo decir que últimamen-
su capacidad de cambiar. te algo ha cambiado, en realidad si siento una languidez
Consideremos un ejemplo. Elsa era una anoréxica gra- voy...
ve de 15 años. Hija única de un político, hacía cuatro T.: ¡Hum! Lo que pensaba. La verdad es que no me
años que se abstenía de comer, de continuo tomaba emé- convences.
ticos y se había encerrado por completo en su casa. Sólo Elsa: Me he comido el pastel dulce, la pizza...
se trataba con su madre, mujer muy inteligente, pero T.: ...Nunca te había visto tan indisciplinada como hoy.
frustrada en sus relaciones con el marido. Dos íncubos Habrás aumentado unos gramos, ¿o me equivoco?
pesaban sobre la familia: la decadencia mental de la abue- Elsa: Sí.
la paterna, centro y alma de la familia del padre (una T. (en tono irónico): ¡Muy bien!
familia patriarcal de origen meridional) y la decadencia Elsa: Gracias. (Los familiares ríen.)
física del padre, afectado de leucemia crónica. En las se- T.: No entendiste el modo en que dije ¡muy bien!
siones anteriores, el terapeuta había provocado a la pa- Elsa (con un hilo de voz): ¿Por qué?

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T.: Porque no estoy convencido de que lo hagas como lo Madre: Tú me consideras obligada, pero a mí me fastidia
haría tu tío si tiene ganas de gustar unos tallarines: se los esa obligación.
come, y no le importa nada si cría pancita. En cambio; Padre: Si Elsa se queda sola en casa, mi mujer a las 22.20
tú aumentaste unos gramos para confundir las cosas, y no empieza a decirme «debemos volver»; eso me causa pe-
sería la primera vez. ¿Por qué debías comer de más hoy, sadumbre, y entonces prefiero salir solo.
cuando sientes esa languidez? Entrarías en el terreno de T. (a Elsa): ¿Comprendes ahora por qué es una tontería
lo que hacen las personas adultas, y tú no te lo puedes que hagas intentos para sanar, aunque sean tan míseros
permitir, bien lo sabes. como estos? ¿Comprendes por qué debes seguir siendo
Elsa: Sin embargo, aunque usted diga que no, yo espero estúpida y pensar sólo en cuántos gramos incorporas o
estar en vías de curarme. cuánto vomitas? Nadie en esta casa está en condiciones
T.: ¡ E l milagro de San Genaro! Permíteme: ¿qué ha cam- de prescindir de ti.
biado para que te puedas curar, para que puedas dejar
de hacer lo que por tanto tiempo has hecho? En este fragmento de sesión, el terapeuta efectuó una
Elsa: Por ejemplo, también reanudé la relación con mi pri- serie de negaciones que utilizaban el mismo material que
ma. Cuando estaba mal tendía a aislarme mucho. En cam- la paciente alegaba como prueba de su mejoría. Desde el
bio ahora me trato con muchachos de mi edad y soy más comienzo declaró no aceptarlo («Nunca te he visto tan
abierta. indisciplinada como hoy»), lo que estimuló a Elsa en la
T.: Eso es secundario, no ha sucedido nada contigo aquí defensa de sus logros («No, no vomito; más bien debo
dentro. (Señala al resto de la familia.) decir que últimamente algo ha cambiado»; «Aunque us-
Elsa: No creo que las relaciones de familia puedan cam- ted diga que no, yo espero, creo que estoy en vías de
biar. .. curarme»). La pregunta provocadora que el terapeuta hizo
T.: ¿Y entonces? Te veo más tonta ahora que antes. Por- («¿Cómo harán para hablarse tu padre y tu madre sin ti?»)
lo menos antes tenías una lógica. Eras la única que habías daba por cierta la improbabilidad de un cambio ligado
comprendido enseguida, y bien, lo necesaria que eras para al vínculo de todos los miembros del sistema. Pero esta
tu familia y el modo en que todos te utilizaban. Tienes una misma pregunta fue la que movió a la pareja a poner so-
función importante, hacerte pelotear de una parte a la bre el tapete sus propios problemas. Acaso en otro contexto
otra. ¿Cómo harán para hablarse tu padre y tu madre la pregunta habría parecido acusadora, pero en este caso
sin tí? ¿Y me quieres hacer creer que tus problemas des- expresaba la aceptación emotiva del terapeuta hacia cual-
aparecieron y andas mejor? quier elección que hiciera la familia, aun si era una elec-
ción sintomática.
Elsa: No desaparecieron, pero algo está cambiando.
T.: No debe suceder más, y tú sabes por qué. Sabes que
no ha cambiado nada en el almuerzo de ustedes, en casa.
¿No es así? (Hace esta pregunta a los padres.)
Madre: Mi marido es una persona que come rápido, lo hace Hacia la escisión del sistema terapéutico
con velocidad porque tiene necesidad d e . . .
Padre: Como rápido para correr a echarme una siestita. En cierto momento, la familia advierte la necesidad de
Madre: A él le interesan las cosas simples, veloces, que le verificar su propia autonomía con independencia del apo-
permitan irse enseguida a la c a m a . . . yo del terapeuta; el proceso terapéutico puede entonces
Padre: En verdad, algunas veces me gustaría salir de no- encaminarse hacia una resolución gradual. Cuando esto su-
che a tomar aire. Por eso voy a un bar. Pero a menudo cede, el terapeuta se puede declarar con franqueza en
salgo solo, porque Elsa emplea mucho tiempo para comer. favor del cambio y reasegurar a la familia en las posicio-
Normalmente invito a mi mujer a que me acompañe, pero nes alcanzadas. Pero como en cada estado de transición
cuando está Elsa mi mujer se siente obligada a quedarse el miedo a lo desconocido y las dificultades reales pueden
con ella en casa. promover el regreso a situaciones anteriores, es posible

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que la familia se oponga a la escisión del sistema tera- dos meses, pero únicamente si son capaces de salir ade-
péutico y presente recaídas que justifiquen nuevas deman- lante solos y si el paciente está bien»; en la sesión que
das de intervención, pero que bloquearían el proceso de siga, la enfermedad dejará de ser el canal privilegiado por
independencia en curso. Si el terapeuta aceptara, no haría el cual la familia mantiene relación con el terapeuta.
más que convertirse en un elemento estabilizador. Consideremos el caso de una familia cuya terapia, al
La cohesión que antes se producía en torno del paciente, cabo de unos cuatro meses, parecía encaminada hacia una
en el curso del proceso terapéutico se ha ido tramando conclusión satisfactoria. Reconsiderada la situación y eva-
en torno del terapeuta, vivido como nuevo regulador ho- luados los resultados, el terapeuta pidió a la familia que
meostático del sistema. Por esa razón puede ocurrir que volviera pasados tres meses; el intervalo se debía utilizar
la familia se oponga a la escisión del sistema neoformado, para consolidar las posiciones alcanzadas y resolver algu-
en el intento de estabilizar su nueva organización. nas dificultades señaladas por la propia familia en las úl-
Trataremos de ilustrar mediante un gráfico la evolución timas reuniones. Pero esa sesión sólo se realizaría si cada
uno de los miembros juzgaba positivo el empeño demos-
trado por los demás para el logro de lo acordado entre
todos. En caso contrario, se pospondría. De esta manera,
se solicitaba a la familia que volviera a presentarse ante
el terapeuta sólo para comunicarle que de hecho ya no
tenía necesidad de él. Trascribiremos algunos pasajes de
esa reunión final.

Padre: Nos vimos...


Madre: En noviembre...
Laura: Sí, a comienzos de noviembre.
T.: Quiere decir que pasaron tres meses. ¿Respetaron la
regla de volver sólo si cada uno de ustedes estaba satis-
fecho con las mejorías obtenidas?
Padre: Por mi parte diré que s í . . . (se ríe) como personas
serias.
T.: ¿Puede darme alguna prueba de esta seriedad?
de las interacciones dentro del sistema, según sus fases. Padre: Las mejorías han sido...
La familia que en la fase A se organizó en torno del pa- Laura: ¿Las puedo escribir en el anotador?
ciente designado, en la fase B se reorganiza en torno T.: ¿Por qué no?
del terapeuta. Si no es capaz de alcanzar la fase C, que Padre: Sobre todo, anota, nuestras relaciones. Las relacio-
supone la separación de este último, tratará de estabili- nes entre mamá y papá. (A su esposa.) Entre nosotros se
zarse en el punto B. En ese caso la terminación del pro- ha producido una mejoría clara porque hay más compren-
ceso terapéutico debe ser promovida por el terapeuta por sión. Todos los problemas que surgen se hablan, se discu-
medio de la ruptura de la organización anterior (fase B ) . ten, se resuelven. Mi mujer y yo tenemos ahora una ma-
Frente al deseo de la familia de proseguir con las sesio- durez emotiva que quizás antes no teníamos... Ahora me
nes, que a menudo se expresa en la afirmación «todavía parece que casi la he alcanzado, c a s i . . . Estamos en la
quedan cosas por resolver; si no permanece con nosotros, buena senda.
el paciente puede sufrir recaídas», el terapeuta tiene la T. (al marido): No corra demasiado ahora, por favor. Has-
posibilidad de mantener la coherencia y continuidad de ta este momento hemos hablado de las relaciones entre
la relación por la negación misma de su función terapéu- ustedes. (Se dirige a la esposa.) Señora, ¿usted cómo se
tica. Entonces podrá responder: «Sí, los veré dentro de sitúa en este discurso?

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Madre: Estoy de acuerdo con mi marido, sobre todo aho- La propia familia, como a menudo sucede, pareció su-
ra que hablamos mucho más. gerir el rumbo por medio del paciente designado. Acordar
T.: Pero, ¿antes hablaban menos? una nueva reunión para después de algunos meses le per-
Madre: Muy poco, ya fuera de cosas triviales como de mitía sentir que el sistema terapéutico seguía vivo, con
cosas importantes. Ahora, aunque tenemos distinta opinión la diferencia de que ahora el «terapeuta» era algo de lo
sobre muchos puntos, llegamos a un arreglo, salimos ade- que el sistema familiar se había apropiado; así, poco a poco
lante. desaparecía la necesidad de buscarlo fuera.
T. (con aire de incredulidad): ¿ E n tres meses consiguieron Si el terapeuta tiene el convencimiento de que la familia
esto? alcanzó una organización nueva que le permite adminis-
Padre: Sí, y también hemos logrado tomar una decisión trar sus problemas de manera autónoma, ni siquiera una
para los domingos: yo con las niñas más grandecitas voy recaída será motivo suficiente para reiniciar las sesiones.
al partido, o bien vamos todos a la montaña. En efecto, nos parece desaconsejable que el terapeuta
T. (a Laura y Marina): ¿A ustedes les gusta ir al partido? muerda el señuelo de sentirse tan necesario para un grupo
Luura y Marina (al mismo tiempo): Sí, sí, nos divertimos familiar de cuya evolución constituye un momento impor-
muchísimo. tante por el hecho mismo de ser temporario. En estos
T.: En cambio, antes no iban al partido ni a la montaña. casos nos parece conveniente negar la reanudación de la
¿Es así? terapia definiendo la recaída como un intento de la familia
Padre: Yo iba al partido... de volver a confiarle un rol ya superado.
Madre: Y vo me quedaba luchando... El caso que a continuación expondremos ilustra la ne-
T,: ¿Y en la montaña cómo andan, siempre juntos? gación de la recaída, procedimiento por el cual el tera-
Laura: No, con gente. Pero antes andábamos solos. Está- peuta procura reforzar los resultados ya alcanzados movien-
bamos sólo los de la familia y nos divertíamos menos. do a la familia hacia la escisión definitiva del sistema te-
T. (a Laura): Porque tú antes sólo tenías amigos más pe- rapéutico.
queños que tú, ¿o recuerdo mal? Esta familia había realizado una terapia familiar durante
Laura: Sí, es cierto. unos dos años y medio a causa de la sintomatología esqui-
T.: ¿Y ahora? zofrénica que presentaba María, la segunda de tres hijos.
Laura: Tengo amigos, muchachos y chicas. En el momento de la primera intervención, la situación
T.: Temo que este anotador no te alcance. Han estado parecía desesperada: la madre y los tres hijos, desde la ma-
desaforados este último tiempo. yor, Giovanna, de 32 años, hasta Franco, el menor, de 18,
Madre: Desde la Navidad, el mes pasado. dependían totalmente de los padres, y su vida emotiva y
T.: Eso es, porque recuerdo un llamado telefónico que no de relación era confusa y se encerraba entre las cuatro
me gustó nada. ¿Cuándo fue? paredes de la casa. En la primera fase de la terapia, María,
Madre: A comienzos de diciembre. en una suerte de pulseada con los terapeutas, había hecho
Padre: Un momento no muy simpático. una fuerte regresión y pasado dos largos meses en cama;
T.: Estoy contento de no haber aceptado el pedido de asis- en ese período debían darle de comer en la boca, era enco-
tencia que me hicieron. Los habría privado de la satis- prética y enurética. Este estadio dejó paso, poco a poco,
facción de superar con sus propias fuerzas un momento a una serie de progresos, hasta que se produjo un genuino
difícil. cambio en la vida familiar. Los padres, que empezaron a
Laura (recogiendo la insinuación): ¿Debo anotar los pro- percibir su pensión jubilatoria, mantenían una relación más
gresos ya hechos o los que quedan por hacer? serena y de tiempo en tiempo se permitían salir de va-
T.: Haz esto: traza una raya en el anotador. Arriba están caciones. Los tres hijos habían enfrentado, cada uno per-
los ya hechos; abajo puedes anotar los que todavía restan. sonalmente, problemas de inserción social y laboral, y ha-
Así tendremos un cuadro bien hecho y simple para verifi- bían tomado decisiones importantes: Giovanna, la mayor,
carlo juntos dentro de cinco meses, antes del verano. comenzó a dictar clases en una comarca lejos de Roma,

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T. (a Giovanna): Pero, ¿cuándo sucederá que en esta fa-


donde se había establecido. Franco se había dedicado a
milia alguien se interese por ti?
la militancia en un partido político, mientras María reto-
Giovanna: No sé. Es posible que no haya hecho nada para
maba los estudios universitarios, y desde hacía un año se
llamar la atención.
desempeñaba con satisfacción en un empleo de medio día.
T.: ¿Cuántos siglos crees que pasarán hasta que lo hagan?
Habían trascurrido dos años desde la última sesión de con-
Madre: Yo la ayudé cuando estuvo mal, por eso mismo
trol, cuando de repente Giovanna llamó por teléfono para
quedé mal yo después de la muerte de Antonio.
solicitar asistencia a causa de una «recaída de María, que
T.: Bla, bla, bla. Una persona no se siente mal por estar
estaba muv nerviosa v pedía con insistencia poder recupe-
cerca de la hermana o de su novio que muere. Estos mo-
rarse en una clínica psiquiátrica». El padre había llamado
tivos son sanos y normales. (A Giovanna.) Siempre en
a Roma con urgencia a la madre, que estaba de vacaciones
esta familia hay alguien que pasa por una situación más
en su pueblo natal.
difícil que la tuya, ¿te has dado cuenta? ¿Por qué no
Una indagación telefónica más detenida reveló un suceso pruebas de cambiar de lugar para ver cómo estás tú en
inesperado: Giovanna había tenido durante dos años una esa silla una vez al menos? ¿O tú (a María) tienes siem-
relación con un colega, y proyectaban casarse en poco tiem- pre necesidad de hacer el papel de tonta?
po más, pero una afección cancerosa maligna y rápida ha- María: No, por cierto, es mejor que ella haga el papel de
bía determinado la muerte del novio unos meses antes. tonta. Y por otra parte yo no soy tonta, sólo estoy deses-
Giovanna reaccionó con mucha reserva y dominio de sí, pero perada.
después del suceso María había vuelto a estar «nerviosa».
T.: Me gustaría saber si Giovanna no ha estado más deses-
El terapeuta, convencido de la eficacia del trabajo cum-
perada una vez.
plido en el pasado, concibió la hipótesis de que si aceptaba
María: Ella dice que no. La reina de estar mal soy siem-
la «recaída» de María, como la habían definido, no haría
pre yo. No es culpa mía. No sé por qué Giovanna quiso
más que «exhumar» la antigua designación de la hermana
venir aquí; no sé si estaba preocupada por ella o por mí.
para encubrir un problema real, con lo cual impediría a la
T.: Es el gran enigma; ¿qué crees tú?
familia y a Giovanna elaborar el dolor de aquel terrible luto.
María: Creo que está preocupada por ella misma y de
Aceptó entonces ver a la familia por una sesión, y la propia
buena gana le cedo esta silla. (A Giovanna.) Te cedo esta
familia lo confirmó en sus hipótesis.
silla si la quieres, porque ya estoy harta de este papel de
Todos estuvieron presentes en la reunión; al sentarse de-
primera actriz. ¿Quieres sentarte aquí?
jaron en el medio una silla vacía, hecho que el terapeuta
Giovanna: No lo sé. En mi opinión, cuando una persona
recogió en la dimensión de un mensaje metafórico de la
ha pasado los treinta años, como es mi caso, no debe ocu-
familia.
par el centro de la atención en medio de la familia.
María: Entonces, ¿qué querías hacer aquí?
T.: ¿Saben ustedes de quién es esta silla? Giovanna: Sobre todo quería venir porque se habla de
Padre: Del doctor, ¿no? ciertas cosas que de otra manera nunca se enfrentan. Por
T.: ¡Pero no! El doctor se sienta en esta otra. Esa es la lo menos nos miramos a la cara. Pero yo no quiero esa
silla del que está peor. El que sufre más se debe sentar silla, me resulta incómoda porque quiero resolver de otro
ahí. (El terapeuta se refiere a un sufrimiento, no a una modo mis dificultades. No veo por qué hay que ser siem-
enfermedad. María se levanta y lentamente se sienta en pre una actriz en medio de la familia.
el puesto vacante.) Franco (es el hermano): Lo ves, Giovanna, siempre hay
Madre (tras un largo silencio): A punto estuve de ocuparla alguien más dispuesto que tú a ocupar ese lugar.
yo. Me sentía incómoda y había pensado en trasladarme. Giovanna: Eso forma parte de la vida.
María: Yo estoy incómoda aquí en el centro. Quizás es T.: ¡Justamente porque forma parte de la vida! En la vida
mejor que vuelva al lugar de antes. las emociones de las personas tienen una importancia muy
Padre: El primer impulso es el que vale; ahora ya estás diversa; aquí, si María hace el teatro napolitano (eleva la
ocupando la silla.

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voz), todos acuden y «¡Alá, Alá es grande!»; pero si tú


tienes un amor y lo pierdes, a nadie le importa nada. (A
5. Metáfora y objeto metafórico
Giovanna.) Si acepté verte fue porque imaginaba lo que en la terapia
para ti significaba haber encontrado una relación impor-
tante fuera de casa y haberla perdido, y no por desave-
nencias, sino porque se produjo una muerte... ¿Qué sig-
nificado tiene esto para ti a los 34 años? Esperaba que
se llegase a hablar de esto hoy, de problemas reales. Por
eso me siento confundido y desilusionado.
Franco: En efecto, Giovanna estuvo mal, ha sufrido mucho. El lenguaje metafórico
María: A mí me parece, en cambio, que ha reaccionado
muy bien. Tiene un carácter que reacciona bien. O qui- La metáfora está ampliamente presente en el lenguaje
z á s . . . ahora empiezo a creer que también ella hizo el re- cotidiano, donde, por la evocación de imágenes de seme-
citado, lo mismo que yo durante tantos años. Yo recitaba janza, permite reproducir la realidad y los objetos del
el papel de la tonta, ella ha recitado otro papel. mundo circundante, como podría hacerlo un mapa en re-
T.: Eso es cierto. ¿Cómo has recitado tú, Giovanna? lación con un territorio. Ahora bien, a diferencia del mapa,
Giovanna: ¿Cómo he recitado? Traté de hacerte, María, el lenguaje y sus imágenes metafóricas cambian de sig-
un discurso muy claro. Vi que participaste mucho en todo nificado no sólo según el contexto en que se sitúan, sino
lo de Antonio. Entonces te dije: la situación es así, trate- según las connotaciones que se agregan en virtud de las
mos de superarla. Pero está claro que dentro de mí no la circunstancias de su empleo (Eco, 1975; Conté, 1981). Ello
había superado. Y después, cuando mamá volvió, ¿acaso implica que, según los casos, cobrará mayor relieve esta
se habló de lo ocurrido? ¡No! Yo me lo guardé adentro o aquella característica del objeto, de la situación o de
mientras recitaba ante ustedes el papel de la que finge la acción a que la metáfora se refiere, como si un objeto
que nada ocurrió. Ese es el recitado que yo hice, y no cualquiera revelara características diferentes bajo la ac-
pretendía que los demás se molestaran por lo que me ción de un haz de luz que explorara su superficie desde
había sucedido a mí. diferentes ángulos.
Madre: ¿Tú crees que guardándolo para ti nosotros no nos Así se explica que la metáfora se preste a que la utili-
dolíamos? Yo me dolía lo mismo, aunque tú no lo dijeras. cen los miembros de la familia para expresar estados de
ánimo o situaciones de vínculo; o el terapeuta, para llevar
El terapeuta recogió desde el comienzo el mensaje adelante su trabajo de análisis y de reestructuración. Pa-
que la familia le envió: «Hay una silla vacía entre nos- rece que la metáfora brotara de nuestro común reclamo
otros». Pero, ¿qué representaba? La silla del que está de detener el perpetuo fluir de la realidad y apropiár-
peor, respondió él; y enseguida redefinió como sufrimiento noslo; sería el intento de recuperar lo que se pierde en la
lo que la familia se aprestaba a presentar como enferme- experiencia de todos los días por medio de algo que lo
dad. Bajo la letra de la redesignación, el terapeuta intuyó recuerde. El mismo síntoma que el paciente o la familia
el sufrimiento de Giovanna. Negó entonces a María el presentan se puede convertir en la metáfora de un pro-
derecho de volver a centralizar la atención, porque era blema relacional, el intento de conciliar exigencias con-
1
otra persona quien lo tenía y porque había otro motivo tradictorias por medio de un símbolo polivalente.
más lógico que el de «hacer el papel de comodín». Así,
1
negándole esa centralidad, le propuso desempeñar un pa- Esto explica que no baste la pesquisa del suceso o de los sucesos
«traumáticos», y de la vivencia que se tuvo de ellos, para resolver
pel diferente en la familia. La brusca negación de la re- el problema existencial del individuo o de la familia; en efecto, el
caída, y el hecho de apuntar con el dedo a un dolor real, momento de su reevocación pertenece a un contexto diferente y se
tuvo el efecto de sacudir a la familia y de hacer que cada inserta en una estructura cognitiva que les imparte una connotación
de algún modo distinta. Por ejemplo, cuando un adulto recuerda
miembro sintiera el derecho al propio sufrimiento. en la terapia las emociones asociadas con el trauma de la separación

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Así, un paciente desavenido con su cónyuge, pero de- En la metáfora, pues, tanto si es expresada por los pa-
pendiente de él, puede manifestar con un vómito irrepri- cientes en sus síntomas como si es el terapeuta quien los
mible su imposibilidad de tragar lo que anda mal en la enfrenta a ella, observamos operar mecanismos análo-
relación; acaso este síntoma se convierta en el medio para gos a los que se activan en cada uno de nosotros cuando
poner de manifiesto su exasperación, al tiempo que le se infringen las reglas que mantienen la coherencia de los
permite mantener una relación de dependencia. Es como mensajes enviados por el interlocutor. En efecto, si a) yo
si el aspecto metafórico del síntoma lograra conciliar la- b) digo algo c) a alguien d) en una situación específica,
dos contrapuestos de la realidad, y obtuviera su simul- puedo evitar definir la relación negando uno de estos ele-
tánea cristalización. En efecto, si el síntoma no es re- mentos, o los cuatro. Puedo: a) negar que personalmente
suelto, con el tiempo se puede convertir en el cruce de comuniqué algo; b) negar que algo haya sido comunicado;
caminos en que confluyen situaciones muy distantes en- c) negar que haya sido comunicado al otro, y d) negar el
tre sí. Para retomar el ejemplo anterior: el vómito del contexto en que se lo ha comunicado (Haley, 1974). Esto
paciente expresará los problemas conyugales, pero además no sólo es válido para el lenguaje verbal, sino para el no
se convertirá en la metáfora de otros problemas de rela- verbal, en que cada elemento puede ser respetado en un
ción, por ejemplo con las familias de origen, en una con- nivel y negado en otro.
tinua caza de imágenes que se reflejan unas en otras En el caso del paciente sintomático, es manifiesto que
como figuras en un salón de espejos. De ese modo se formalmente no envía mensaje alguno, puesto que su con-
habrán creado una superposición y una condensación de ducta no es voluntaria y, en consecuencia, «no es él»
situaciones que se manifestarán por el mismo símbolo. E n - quien comunica algo; no se establece una comunicación
tonces el síntoma puede perder poco a poco sus caracte- estructurada de manera explícita y, por lo tanto, no se la
res de especificidad: el símbolo del malestar específico puede reconocer formalmente como tal; menos aún cuando
se convertirá en el síntoma en sentido generalizado, ajeno no está dirigida manifiestamente a la persona con quien
al espacio y al tiempo, y válido en cualquier circunstan- interactúa el paciente. Por otra parte, cuando el terapeuta
cia; será sólo la historia personal la que confiera un tiem- emplea la metáfora para responder al paciente, utiliza ese
po y un espacio particulares a sus manifestaciones. mismo tipo de procedimiento, y la negación puede recaer
Por lo general, en el momento de intervenir el tera- sobre uno o más aspectos formales de la comunicación.
peuta, la evolución de la «metáfora» del paciente hacia La metáfora es trasmitida del mismo modo en que el pa-
características cada vez más abstractas e inespecíficas ha ciente manifiesta el síntoma; en virtud de su contexto y
llegado a su culminación; por eso mismo, él se encuen- de su forma, se afirman y niegan al mismo tiempo el con-
tra en la necesidad de iniciar un proceso opuesto a fin de tenido del mensaje o su destinatario (Bateson, 1976).
redescubrir en el interior de la imagen presentada los
elementos históricos y relaciónales originarios. Podrá en-
tonces condensar en una metáfora propia los datos de ob-
servación recogidos en el curso de las interacciones entre La metáfora literaria
los miembros del sistema terapéutico; en ese caso utilizará
imágenes genéricas y adaptables a muy diversas situacio- Para que se comprenda mejor lo que llevamos dicho,
nes, pero que contengan elementos singulares que se pue- lo ejemplificaremos con un extracto de la primera sesión
dan superponer perfectamente a la situación en examen. con una anoréxica de 15 años; participaron los padres, la
abuela paterna y otros parientes del padre. En la primera
parte de la reunión habían aflorado notables diferencias
de uno de sus progenitores, se encuentra de hecho en una con- entre los padres, sobre todo acerca de la centralidad de
dición muy diversa de la situación originaria, porque en su historia la abuela, al par que la posición de la madre se presen-
personal intervinieron muchísimos factores desde aquel momento.
Por eso, el significado que atribuya al episodio en cuestión será taba más bien marginal, porque na se sentía aceptada
fruto de numerosas interacciones de su experiencia pasada, que, por por la familia del marido. El nacimiento de Carla, la pa-
su repetición, concurrieron a plasmar su actual estructura cognitiva.

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ciente anoréxica, parecía haber contribuido a desplazar logras llorar quiere decir q u e . . . es menos seguro que
el eje del equilibrio familiar en el sentido de un reacerca- tendrás el fin de Don Quijote.
miento entre los padres, a expensas de quedar ella como
la intermediaria «oficial» de todas sus relaciones. Como lo muestra el análisis del fragmento reproducido,
por medio de la imagen de Don Quijote se conseguía
T.(al padre): ¿Entonces Carla los ayudó a unirse y a se- figurar en concreto una serie de conductas y de funciones
pararse al mismo tiempo? ¿Quiere decir que lo que no de la paciente, al tiempo que se le atribuían las connota-
hizo usted por su esposa, lo pudo hacer por su hija? ciones que caracterizaban al personaje, que entonces re-
Padre: En cierto sentido fue así. presentaba un término de cotejo. De esta manera, Carla
T.(a la paciente): Tú, bella señorita... No logro enten- ya no debía buscar una definición de sí en una realidad
der por qué esta bella señorita se ha sentido tan gran- en movimiento y en relaciones continuamente mudables;
diosa, t a n . . . ¿Conoces a Don Quijote? Don Quijote creía en efecto, esos procesos quedaban fijados en una imagen
siempre que vencería; en cualquier empresa, él siempre que en sí misma contenía una definición y una historia,
se entremetía... pero al cabo era un pobre Cristo que que obraban como elemento de comparación «externo» a
recibía palos a diestra v siniestra... En apariencia un la paciente. Este es un punto muy importante, porque
gran personaje, pero en el fondo uno q u e . . . ni siquiera una de las mayores dificultades con que cada persona tro-
sabía quién era. ¿No? ¿Estás de acuerdo? pieza en su proceso evolutivo y en su afán de cambiar
Carla: Yo me debo... es, justamente, no poder salirse de sí misma para cote-
T.(interrumpiéndola): Pero era un poco como tú. Tenía jarse con la propia imagen. Ahora bien, el cambio sólo
tu apariencia, tenía todo esto. (Indica la figura de la pa- puede brotar de un cotejo, es decir, de la apreciación de
ciente.) Siempre un atuendo perfecto, con su rocín, su la diferencia entre un estado y otro, de una discontinuidad
escudo... Tú en lugar de la espada y del escudo tienes y una esquematización arbitraria del continuo fluir de la
una linda carterita, un vestidito de damita, pero tengo la experiencia.
sensación de que por dentro te pareces a Don Quijote, La imagen proporcionada define no sólo al miembro de-
porque se te ha puesto en la cabeza que vencerás, como él signado, sino a las relaciones e interacciones que mantiene
lo creía; que puedes tomar sobre ti todas las tensiones con los demás, situándolas en una atmósfera irreal y fan-
que por aquel lado (señala a los padres) no se pueden ad- tástica. Así, aunque el mensaje representativo se envía
ministrar; el odio feroz que tu mamá sigue alimentando, en apariencia a una sola persona, su estructura incluye de
pero que debe negar siempre... Y entonces te has hecho manera indirecta a las demás en la medida en que están
cargo de odios, de extorsiones y de alguna otra cosa que en relación con aquella. Es como si se les dijera: « E n el
todavía no tengo clara, y te has puesto a dirigir el trán- momento en que aceptan el intercambio con Carla, entran
sito con tu rocín... Noble gesto, pero ciertamente... ustedes en un mundo de fábula». También este mundo
Carla: No sé si he hecho esto, pero si lo h i c e . . . en cuanto pierde las características espaciales y temporales específi-
a mí lo hice inconcientemente. cas, a la vez que mantiene los atributos de universalidad
T.: ¡Hum!, con ese «inconcientemente» no cambia el gui- ligados con el personaje literario. Es este el que establece
sado . . . porque si lo empezaste a hacer inconcientemen- el marco en que se desenvolverán los intercambios poste-
te, ahora lo sigues haciendo con conciencia (Carla intenta riores, mientras que los detalles, y por lo tanto también
replicar, pero su padre la hace callar.)... Sabes muy bien su situación espacial y temporal específica, serán propor-
que tu mamá nunca fue aceptada, que tu mamá tiene la cionados por la posición de Carla en la historia familiar
sensación de que lo que ha conseguido lo consiguió por- y por la definición que los demás dan de ella, y ella de
que estabas tú y no por ella misma, y acaso alguna vez sí misma por sus propias acciones. Por otra parte, el
ha pensado que mejor sería que no hubieras nacido... mundo de la literatura y el teatro nos proporciona un
(Carla prorrumpe en llanto.) La única diferencia está en ejemplo de este proceder cuando nos propone la reedición
que Don Quijote nunca lloraba, y esto me consuela; si de un personaje clásico en un drama moderno.

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La metáfora contextual el sillón.) Esta reunión será útil únicamente si ustedes,


o alguno de ustedes, logra salir del maleficio... ¿O todos
El empleo de la metáfora no se limita a una situación han renunciado y a . . . ?
como la que expusimos, en que el terapeuta hizo explícita Primer marido (con aire sorprendido): No entiendo.
la referencia a la persona, operando él mismo la ligazón T.: ¿Hay esperanza para ustedes? ¿Para quién hay más,
con la imagen metafórica. En otras situaciones, esto mis- para quién menos?
mo se lleva a cabo de manera mucho más sutil, por la Giulia (de 27 años, primogénita del primer matrimonio,
amplificación de expresiones singulares de significado me- con tono fúnebre): Creo que cada uno de nosotros trata de
tafórico de los pacientes mismos, que pasarían inadverti- hacerse un camino para vivir bien.
das si no se las extendiera de suerte que dejen de ser un T.: Sí, tú hablas de lo que uno busca, pero yo me refería
elemento del discurso para convertirse en su marco con- a lo que uno tiene. ¡No es lo misino!
textual, según lo veremos con más detalle cuando tratemos Giulia; Creo que cada uno de nosotros v i v e . . . buscando.
del objeto metafórico. T.: ¿Usted, por ejemplo, se ha librado del maleficio?
En otros casos, el terapeuta puede condensar en una Giulia: ¿Qué entiende usted por maleficio? E s t e . . . este
metáfora muchos elementos que pudo observar en el curso malestar a causa de ciertos hechos de carácter familiar...
de las interacciones familiares, haciendo de manera que la No, no me he librado; seguramente que no.
ulterior definición de los rasgos de detalle de la metáfora T.: ¿Es usted la que está más adentro?
se produzcan por obra de los pacientes, como en el ejemplo Giulia: Sin duda que estoy muy mal. Hay cosas que pue-
que a continuación referiremos. den ocurrir ahora pero que pueden traer consecuencias
La paciente, deprimida desde hacía muchos años, se después. Ella, la más pequeña, por ejemplo. (Mira a Sa-
presentó en la sesión con su actual marido y con el ante- bina, la hernuinita de once años.)
rior, que seguía administrando los bienes de la familia; T.: ¿Eso es como si pudiera producir daños a distancia?
además estaban sus hijas, de los dos matrimonios. Era Giulia: No lo sé, quizá los haya producido ya, pero los pue-
todavía atractiva, a pesar de su edad y su «depresión»; de haber peores más adelante. Además de todo, siento
esmerada en su aspecto exterior y atenta a la impresión que también la responsabilidad por ella. En cierto sentido es
causaba, por su modo de presentarse y de hablar im- una niña.
ponía a todos la centralidad de su persona. El cabello T.: ¿Que usted le haga de mamá a Sabina, forma parte
arreglado en forma de turbante y una larga boquilla en la del maleficio?
mano daban el toque que completaba su imagen de mujer Giulia: No es que le haga de mamá... a veces me preocu-
fatal. Los dos maridos tenían aire más bien distraído y po por todo lo que le sucede, además de lo que me toca.
ausente, como si estuvieran ahí por pura casualidad; las T.: ¿Tiene hijos usted?
hijas parecían pobres huérfanas en busca de un punto de Giulia: No, no tengo. . . Creo que no quiero tenerlos por-
referencia; la atmósfera general era de un grupo de per- que no estoy en condiciones... no tendría serenidad de
sonas sobre las que pesaba el hechizo de un «hada ma- ánimo, no podría dar nada de bueno a mis hijos, creo.
léfica». T.: Quiere decir que el maleficio le ha llegado hasta el
útero. (Se dirige acto seguido a Grazia, la primogénita del
T. (en el momento de iniciar la sesión, aun antes de sen- segundo matrimonio.) ¿Y tú cómo estás? ¿Tienes más es-
tarse): ¿Tendrían la amabilidad de dejar libre un sillón peranzas de escapar del maleficio?
para la mamá? (Indica un sillón situado en un ángulo, Grazia: Más o menos como ella. (Mira a Giulia.)
donde hay amontonados objetos personales. A la paciente.) T.: Es decir que tampoco tú tendrás hijos.
Señora, ¿querría usted sentarse ahí? (A los demás.) ¿Pue- Grazia: Más o menos como ella. (Mira a Giulia.)
den ustedes cerrar el círculo y olvidar la presencia de T.: ¿Cuánto tiempo hace que actúa en ti el maleficio?
Tiziana? Todos saben que no hay esperanza alguna de Grazia (con una mezcla de ira y resignación): Bueno, creo
aquel lado. (Señala a Tiziana, que permanece sentada en que desde siempre o c a s i . . . ¡bah!, no lo sé con precisión.

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Como se advierte, el terapeuta obligó a sus interlocuto- T. (en el momento de entrar): Ahora quiero jugar con us-
res a cotejarse con la imagen que les habría proporcio- tedes. Dejemos las sillas y sentémonos en el suelo. (Todos
nado (el maleficio), que se fue definiendo más y más en lo hacen, riendo.) El juego será así: los grandes cuentan
los detalles, adquiriendo connotaciones personales a medi- un cuento a los niños... empiezo yo.
da que se avanzaba en las respuestas. En el momento Madre: ¿Y quién sigue?
mismo en que todos aceptan la metáfora, esta se convierte T.: Decidan ustedes... Había una vez un niño que no
en la estructura vehiculizadora del discurso y toda afir- sabía bien si papá tenía el hace-pipí o si lo tenía ma-
mación se sitúa de manera implícita en su interior. Por lo m á . . . ¿Quién sigue, mamá o papá?
tanto, el terapeuta señala la vía para el curso de las aso- Madre: Marco, debes escuchar.
ciaciones, mientras que la familia provee el «material». Padre (a Marco): Entonces... Este niño que no sabía si
En este proceso se integran dos mundos de percepción, papá tenía el hace-pipí o la hace-pipí, ¿cómo se las arre-
que derivan de dos diversas historias personales: el mundo gla para saber lo que tiene papá? Se dice: «Si lo voy a
del terapeuta y el de la familia; el producto de esta inte- mirar cuando se desviste, lo averiguo. Pero si lo quiero
gración pasa a formar parte de la cultura del sistema te- saber sin verlo desvestido, ¿qué hago?».
rapéutico y de este modo se erige en un poderoso factor T.: ¿Continúa mamá?
de asociación entre los elementos que lo componen. En el Marco: Continúo yo. Ya lo sé: ¡es el hace-pipí!
ejemplo que acabamos de dar, el signo de que se había Madre: ¿Quién lo tiene?
producido esa asimilación al patrimonio cultural común Marco: ¡Lo tiene papá, lo tiene papá!
fue proporcionado por el uso espontáneo que uno de los Madre: Entonces este niño, en la duda, se pone los vesti-
miembros de la familia hizo de la misma imagen que el dos de mamá y la ropa de papá, pero la ropa de papá
terapeuta había propuesto antes. se la pone debajo, y encima el vestido de mamá.
En ocasiones, el terapeuta se sirve de continuas metá- Marco: ¡No!
foras hasta llegar a un discurso alegórico en que a me- T.: Y tanto se empeña en ponerse los vestidos de mamá
nudo la conexión con el sujeto real a quien apunta es encima y la ropa de papá debajo que consigue confundir
establecida sólo por el contexto en que se desenvuelve el las ideas de todos; justamente porque sabe que si quiere
diálogo. En estos casos, el terapeuta puede traer a cuento que todos se queden tranquilos, es mucho mejor usar la
fantasías que se le ocurrieron o relatos sobre otros pacien- pollera sola o los pantalones solos.
tes, en que, para evitar eventuales objeciones, el nexo con Padre: No lo sé, pero como usa la pollerita y los panta-
las personas directamente interesadas puede ser negado lones, hace papel de hombre cuando le conviene, y papel
con frases del tipo «Pero no me refería a usted», o «Este de mujer cuando le resulta cómodo, ¿o no?
detalle evidentemente no tiene nada que ver con usted». T.: Eso es, sí.
La idea del símil, aunque se la niegue formalmente, es
empero propuesta por vía implícita, como veremos en el
ejemplo que sigue. En él, la familia fue invitada a crear
un cuento que contenía alusiones evidentes a su proble- El objeto metafórico: «invención» del terapeuta
ma; este procedimiento se justificaba por la edad del pa-
ciente designado, Marco, un niño de cinco años que había Hemos visto que una de las características de la metá-
sido puesto en terapia por problemas de «identidad se- fora es que consigue crear una imagen de las emociones,
xual». El objetivo era volver explícita la relación entre de la conducta, del carácter o las relaciones que una
la función de los síntomas de Marco y las funciones de persona tiene dentro de un sistema. En la práctica, los
los padres, en un clima en que estos pudieran expresar objetos representables son infinitos, aunque para nuestros
sus propios conflictos sobre su sexualidad. Era preciso fines sólo nos interesan algunos. Hablamos de «objetos»
dar una respuesta a este interrogante: ¿quién tiene el pene porque toda representación es una «fotografía» de la reali-
en la familia, papá o mamá? dad, es decir, una cristalización arbitraria de esta; por eso

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mismo ofrece la ventaja de presentarse como un elemen- del dormitorio si es que está cerrado con llave; las llaves
to observable, sustancialmente exterior al fluir de los su- del necessaire...
cesos; y podemos cotejarla con ese fluir porque, fijándolos Madre: Eso es; varios tipos de l l a v e . . .
en el tiempo, confiere «realidad» a una serie de procesos T. (continuando): Puede dar o no dar las llaves a los de-
que de otro modo serían indefinibles. más . . . ¿Ha entendido ahora lo que le pido?
El terapeuta puede también, en el curso de la sesión, Madre: Qué papeles tengo, en suma...
elegir los objetos materiales que le parezcan más aptos T.: Eso es, qué cosas abre usted y qué cosas cierra...
para representar comportamientos, relaciones, interaccio- Madre: Las llaves las administro yo. (Se ríe.)
nes actuales o reglas de la familia en tratamiento. En ese T.: ¿Cuáles?
caso deberá observar con particular atención las interac- Madre: Las llaves de casa.
ciones familia-terapeuta (y las repeticiones de comunica- T.: Sí, pero yo no conozco la casa. Podría tener veinte
ción que presentan), donde él mismo se inserta con su habitaciones o sólo d o s . . . yo no sé. También, algunas
modo de presentarse, su personalidad y sus vivencias emo- llaves podrían ser más importantes que otras...
tivas. La elección del objeto metafórico es por lo tanto un Madre: Déme un punto de apoyo, porque n o . . . (Risas.)
acto de su inventiva, con el que introduce un nuevo «có- Padre: La llave es figurativa.
digo» que define e interpreta cuanto está sucediendo; so- T.: Usted quiere un punto de apoyo... ¿No tiene un
bre la base de este código se empezarán a redefinir las manojo de llaves en su bolso?
relaciones entre los diversos miembros de la familia, y en- Madre: S í . . . (Hurga en el bolso, y extrae un mazo de
tre estos y el terapeuta (Angelo, 1979). llaves.)
Daremos un ejemplo tomado de la misma sesión de la T.: ¿Por qué no toma estas llaves y las distribuye... ?
que trascribimos un fragmento al comienzo del capítulo 2 Vaya dando algunas llaves a los demás, y diga qué habi-
(pág. 47). Estamos en la segunda parte de una entrevista; taciones abren. Conserve las llaves que esté segura de
se analizaba la función de la madre de Carlo (el paciente poseer, y dé a los demás las restantes. Al que no tenga
designado, de 14 años) y el modo en que esa función se nada, no le dé nada.
articulaba con la de los demás componentes. Alguien Madre (empieza a desprender las llaves y a distribuirlas,
acababa de decir, refiriéndose a la madre, que quizás ella haciendo comentarios en voz alta): La llave de la cocina
era la «clave de bóveda» para comprender la situación la guardo para mí, sin discusión, porque a esta no me la
familiar; el terapeuta se apropió en el acto de esa imagen quita nadie... (Risas.) La llave de la sala por mitades,
metafórica. porque una mitad es propiedad de mi hijo (el hijo mayor),
que no permite que se entre en cierto lugar de la habi-
T. (a la madre): No sé dónde, en qué cerradura da vuel- tación. ..
tas esta clave o llave. ¿Qué puertas abre, qué puertas T.: Muy bien. Entonces dé media sala a Gianni.
mantiene cerradas? ¿Cuáles son los registros?... Si usted Madre (continúa): A este señor (señala al paciente) le doy
tuviera que hablar de sí misma, ¿cómo describiría sus lla- la llave de mi dormitorio porque es su amo y propie-
ves y sus puertas? tario . . . A mi marido no sabría qué darle, porque...
Madre: Qué le puedo decir... Todo bien mirado, una Padre: Soy un desterrado... (Sonrisa intencionada.)
mujer que vive bastante... con los pies sobre la tierra, Madre: ¡Ah! Bueno, sí, él tiene su escritorio, un escritorio
para las cosas de orden práctico... donde hay mucho desorden y donde yo no puedo meter
T.: Pero las llaves... los pies porque se me ponen los pelos de punta...
Madre: Mi Dios, ¿en qué sentido? T.: ¿A quién no le conviene la llave que tiene, y querría
T.: Toda persona tiene llaves, ¿no? De la casa, del auto- otra?
móvil . . . Padre: Yo ¡ejém!, la llave que ya no tengo, esa querría...
Madre: Y . . . s í . . . T.: ¿Qué llave querría?
T,: Una persona puede tener la de la puerta principal, la Padre: La del dormitorio.

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T.:Discuta si se la pueden conceder. mo tiempo se pone de relieve un sólido punto de refe-


Padre: Debería dármela él. (Señala al paciente.) rencia sobre el cual se puede volver al cabo de cada
T.: Tómela. paréntesis de interacción.
Más que en la metáfora, en el objeto metafórico se evi-
Este fragmento muestra cómo es posible valerse de una dencia la coexistencia de varios niveles de comunicación:
imagen expresada por uno de los participantes para am- el predominio de informaciones en los planos visual y tác-
plificarla, trasformándola en el eje en torno del cual girará til hace que se acentúe la contraposición entre el signifi-
toda la sesión. La ventaja que tiene la utilización de una cado literal y material, y el simbólico del medio utilizado,
metáfora tomada directamente de los pacientes consiste lo que produce confusión en el destinatario del mensaje,
en el hecho de que así se reduce la posibilidad de even- que ya no sabe con exactitud a cuál de los dos niveles se
tuales resistencias, puesto que la imagen ya forma parte tiene que referir. Y como al mismo tiempo se le da tam-
de su patrimonio perceptivo y simbólico y, por lo tanto, es bién la posibilidad de hablar sobre aspectos significativos
muy difícil que se la niegue. Pero en este punto deja de de sus relaciones, se siente tan animado a enfrentarlas
ser exclusiva de los pacientes; en efecto, el relieve que se como dueño de calibrar su intensidad. Esto es evidente
le confiere deriva de una percepción del terapeuta y de en particular cuando se utilizan como objetos muñecos,
un acto creador de este, que la convierte en el lugar de cuya función de pantalla de proyección hemos mencionado
encuentro de dos mundos diversos (Nicoló, 1980). Ade- muchas veces. Por eso es importante que la elección del
más de constituir un importante elemento de relación, la medio representativo admita una referencia al mismo tiem-
metáfora se vuelve el punto de partida de un movimiento po muy precisa y muy vaga: un objeto será tanto más
circular en que cualquier respuesta a la imagen que el eficaz cuanto más evoque algunos detalles de la situación,
terapeuta o su interlocutor propusieron es un estímulo para de la relación o del personaje que está destinado a repre-
la producción de nuevas imágenes. sentar; y por otra parte, cuanto más apto sea para propo-
poner un contexto genérico y ambiguo. Esto aumentará
Por el hecho mismo de escoger las llaves de la madre,
el grado de tensión y de confusión del interlocutor, que
la metáfora se materializa en el uso de un objeto que no
es el presupuesto indispensable para la búsqueda de sig-
sólo refuerza la imagen, sino su significado de algo que es
nificados y de comportamientos diferentes.
propiedad de la familia. Es como si en las llaves de la
madre se encarnaran relaciones, hábitos y reglas existen-
tes en el interior del grupo.
El objeto metafórico, más aún que la metáfora, permite
al terapeuta descentralizarse: dejar de ser el punto de refe- El objeto metafórico: elemento de dramatización
rencia, el foco de la atención, lugar que ahora ocupa el
elemento material que está en medio del grupo, que pasa El hecho de que la metáfora puede hallar su apoyo ma-
de mano en mano, y es sopesado, contemplado, como si terial en el objeto metafórico permite utilizar este para
fuera el depositario de un secreto por descifrar (Angelo, dramatizar las relaciones, sea por medio de un diálogo
1979). Siempre nos ha llamado la atención la semejanza directo —si se trata de un muñeco o al menos de un objeto
entre el objeto metafórico y los objetos empleados por los que represente a una persona—, o del pasarse el objeto
chamanes en sus ritos de curación, cuando «extraen» la de una persona a otra, en que la acción misma es la que
enfermedad del paciente y la hacen así visible en una adquiere un significado simbólico, mientras que para el
imagen concreta. objeto queda la misión de vehiculizar todas las connota-
El objeto puede ser un modo muy eficaz de «tomar dis- ciones que los participantes, incluido el terapeuta, le atri-
tancia» cuando la situación se vuelve confusa o se está buyen.
en un punto muerto; con el uso del objeto metafórico se En el caso que a continuación referimos, el terapeuta
recrea, en efecto, la oportunidad de arrojar la pelota a la entró a la sesión con una pelota que en su interior tenía
familia y de observar desde fuera lo que sucede. Al mis- una bolsita de arena, lo que volvía imprevisible su trayec-

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toria; y en efecto, en la superficie se leía, estampada, la
T.: Muy bien; tómela entonces. (La madre toma la pe-
frase «crazy ball».
lota y la mira, perpleja.) Quizá debiera usar un poquito
esta pelota. Si la usa, puede que se le ocurra con más
T. (en el mismo momento de entrar, se dirige a Carla, la facilidad. ¿Por qué no se la arroja a su marido o a su
paciente, señalando la pelota que lleva consigo): Esta hija? Verá que le acude alguna i d e a . . . Hay tanto espa-
eres tú. cio aquí, hagan lo que les parezca. (Los miembros de la
Carla (mirando la pelota, y en voz baja): ¡Hermosa! familia empiezan a jugar entre ellos arrojándose la pelota,
T.: La traje deliberadamente. Pero es una pelota espe- que casi siempre se desvía de su trayectoria.)
cial . . . ¿Sabes por qué es especial? Carla (al cabo, dirigiéndose al terapeuta): ¿Será porque,
Carla: No. al contrario de las otras pelotas, esta pelota se mueve un
T.(se la alcanza): ¿Quieres mirarla, quieres probarla? poco como ella quiere y no como uno lo espera?
Carla: No. T.: No me debes convencer a mí; trata de hablar con tus
Padre (a su hija): ¿No te causa curiosidad? padres.
Carla: No quiero.
Carla: Yo no lo sé; le pregunto a usted si es verdad. . .
T.: ¿Alguien siente curiosidad? (Al padre:) ¿Siente usted
T.: Yo te he pedido respuestas, no te pedí que me hagas
curiosidad por saber a qué se parece su hija? (Le da la
preguntas.
pelota.)
Madre: Lo único que puedo decir es que esta es una pe-
Padre (perplejo, hace dar vueltas a la pelota entre sus ma-
lota fuera de lo común, una pelota diferente de las demás,
nos y mira lo escrito en la superficie): Sé qué quiere de-
que tiene reacciones diferentes de las d e m á s . . . Enton-
cir «crazy», porque «crazy horse» significa «caballo loco»;
ces, esa es una semejanza con Carla y su conducta .. .
por lo tanto, es «pelota loca».
Quizá, muchas veces ha reaccionado frente a los proble-
T.: Empiezo a entender por qué se parece a su hija. mas, a las cosas... de manera diferente de lo que se suele
Padre: No, no consigo descubrir una conexión. reaccionar.
T.: Puede lanzársela a su hija, quizá de esa manera uste-
Carla (al terapeuta): ¿Esta pelota tiene algo adentro que
des dos lo comprendan . . . ¡Arrójela!
la hace moverse así?
Padre (a la hija, después de arrojarle la pelota, que des-
Padre: Prueba, oye. (La hija obedece, dando golpecitos
cribe una trayectoria caprichosa, y con tono burlón): ¿ L o
en la pelota.)
ves? ¿Has visto qué extrañas trayectorias describe... no
Carla: ¿Es otra pelota? ¿Y también yo tengo adentro algo
te parece? Si juegas con una pelota así, te toman por P e -
que me hace mover de manera tan extraña?
l é . . . Pelé hacía estas cosas con una pelota normal...
Padre: ¿ E n qué sentido?
T.: ¿Y ella (señala a Carla) consigue hacer que las pelo-
Carla: No lo sé, la pelota... es ella la que dirige el jue-
tas normales hagan cosas locas?
go; por mi parte, a veces creo ser grande y poder jugar
Carla: ¿Por qué se me parece?
sola, a veces me engaño.
T.: ¿ L o sabes?
Padre: Si aceptamos esta versión, sería como decir que
Carla: No.
nosotros nos engañamos con ella y es ella la que juega
T.: Quieres hacer siempre el papel de Pierino, pero no eres
con nosotros .. .
Pierino, ¿sabes?
Padre (a la hija): ¿Averiguaste en qué se te parece?
El fragmento que hemos reproducido introduce una di-
Carla: ¿Que tiene actitudes extrañas?
mensión nueva en el uso del objeto metafórico y de la
Padre: ¿Por qué, tú tienes actitudes extrañas?
metáfora en general: tras la equivalencia inicial pelota lo-
Carla: Porque la pelota no es una pelota común, hace co-
ca-paciente y las primeras tentativas de interpretación, el
sas diferentes, no te lo esperas, no s é . . .
terapeuta invitó a los miembros de la familia a empeñarse
T. (a la madre): ¿Y usted, señora, nos puede avudar?
en una interacción en que el objeto imprevisible se vol-
Madre: Lo estoy pensando...
vía, al mismo tiempo, estímulo para la acción y clave de

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un significado que se debía averiguar. Así, cada uno de T.: ¿Nunca le da nada de comer al papá?
los miembros tuvo la oportunidad de actuar sus propias Padre: ¿Sabe usted?, conmigo esas cosas no caminan; yo
relaciones con la paciente y, por medio de ella, con los no come, yo no soy tragón. El puede hacer lo que quiera,
demás, al tiempo que conseguían distanciarse y mirarse yo sigo siendo así.
desde afuera. A menudo, este es un prerrequisito para que T. (a Paolo): ¿Nunca se te ocurre dar a otro la última
se produzca un vuelco en la visión que cada uno tiene de cosa que te queda para comer? (Paolo tiene en la mano
la realidad; lo confirman las últimas palabras del padre: una banana; ante la pregunta, ofrece la banana a la madre.)
«Sería como decir que nosotros nos engañamos con ella y Madre (con expresión de ligero fastidio): No, a mí se me
es ella la que juega con nosotros». También en este caso pasa totalmente el hambre; en suma, no p u e d o . . .
se lo consiguió amplificando una de las características de Padre (al hijo, señalando la banana): Llévatela a casa, llé-
la función del paciente designado, que de esa manera co- vatela a casa.
bra dimensiones tan grandes que vuelven grotesca esa T.: Entonces el problema que los trajo aquí es que los
característica o las relacionadas con ella. adultos no quieren el alimento de los niños...
Madre: El problema es otro; estamos aquí porque nues-
tros niños son tragones, y cuando paseamos por la calle
la gente se ríe viéndolos tan gruesos...
El objeto metafórico: «invención» de la familia T.: Es claro; si los padres no comen nada, ¿cómo podrían
disminuir de peso los hijos, en vista de que ellos se lo
Otro modo de utilizar objetos en la terapia es valerse comen todo? (Al padre:) ¿Papá no puede comer ni si-
de los que la familia trae consigo a la sesión y que emplea quiera un trozo de banana?
con un significado inicialmente diverso del que le atri- Padre: ¿Debo comer ahora la banana?
buirá el terapeuta. Cada quien, en la vida de todos los T.: Sí.
días y dentro de los diversos sistemas en que participa, Madre: ¿Hemos venido aquí para tomar la merienda? (Se
está rodeado de objetos que contribuyen a definir el con- ríe.)
texto de las interacciones o a calificar las características T.: Me gustaría saber qué les sucede a los hijitos si papá
de las personas que los utilizan, y sus modalidades de se come un trozo de banana. ¿Les preocupa que papá se
relación. Por ello, es posible utilizar los objetos, de ma- ahogue, si come la banana?
nera más o menos deliberada, como instrumentos de co- Madre (sonríe): Me parece que usted nos pone en ri-
municación (Miller, 1978). Daremos un ejemplo tomado dículo . . .
de la terapia con la familia de dos niños obesos: Paolo, de T.: Bueno, todos nosotros tenemos una parte ridicula, y
doce años, y Franca, de diez. Se presentaron en la sesión puede ser entonces que usted tenga razón. Pero lo que a
con una bolsa de frutas, que comían con avidez, sin cui- mí me parece ridículo es que en esta familia sólo los hijos
darse de los circunstantes, pero situándose en el centro de coman, y los adultos no.
la atención general. El padre se sentó un poco apartado,
mientras la abuela parecía mantener una relación privi- En este caso el terapeuta utilizó la comida que los ni-
legiada con la madre. El cuadro de conjunto hacía pen- ños habían llevado a sesión y que los progenitores toma-
sar en una inversión de los roles entre padres e hijos: el ban como punto de referencia para sustentar su defini-
terapeuta decidió señalarlo. ción del problema (la obesidad de los hijos); la utilizó,
decimos, para redefinir su significado y conferirle un va-
Padre: Los niños son niños y no padres... lor metafórico. La comida se convirtió en mediadora de
T.: Depende, parece que él (señala a Paolo) hace el papel las relaciones familiares, de las que así se investigaban los
de padre, puesto que trae la comida para todos. nexos y las posibilidades de interacción. El recurso de
Padre: Tiene razón, se llena continuamente, c o m e . . . co- poner de relieve la inversión jerárquica permitió al tera-
me . . . es un tragón. peuta desplazar la atención sobre problemas diferentes de

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los propuestos al comienzo. Por último, haciendo que la ciones y sentimientos reales, etc. En fin, construimos con
alusión a estos problemas se mantuviera encubierta, se nuestro interlocutor un juego en que poco a poco se deli-
dificultaban eventuales cuestionamientos. nean articulaciones precisas que forman los puntos de re-
La tradición y la cultura ofrecían la posibilidad de aso- ferencia en torno de los cuales nos podemos mover en las
ciar la comida con los demás aspectos de la vida de rela- ulteriores exploraciones. Es un modo de percatarnos del
ción (relaciones sexuales, intercambios afectivos, relacio- valor relativo de las cosas y de la realidad, y que en defi-
nes de poder, etc.); esto la volvía apta para llevar ade- nitiva nos permite «reírnos» también de lo que es «serio»
lante un diálogo sobre esos aspectos, sin tener que recurrir o . . . «debería serlo». Si conseguimos hacer humorismo
de manera expresa a preguntas embarazosas. En este sen- sobre nosotros mismos, nos redimensionaremos y podre-
tido, el objeto-alimento se convertía en un verdadero cali- mos observarnos, lo que lleva a la aceptación de nues-
ficador de mensajes. tras inevitables contradicciones y es la premisa para su
Tanto en el uso de la metáfora como del objeto meta- superación.
fórico, y quizás en cualquier forma de terapia, es posible Es fácil advertir, en las situaciones de que hemos infor-
que surjan elementos de juego (Bateson, 1976; Andolfi, mado, que las extravagancias que contenían y el humoris-
1977; Keith y Whitaker, 1981). Arduo sería señalar la mo que de ellas brotaban pudieron convertirse en instru-
importancia del juego para cada uno de nosotros; lo cierto mento de conocimiento. Si la realidad, y el sentimiento
es que toda persona, en el curso de su existencia, debe de lo trágico que en ocasiones lleva adherida, se puede
pasar de continuo por un «juego» a fin de alcanzar un trasformar en juego, quizá sea posible desatar el lazo de
equilibrio en las relaciones con la realidad y las perso- las funciones estereotipadas de los diversos miembros del
nas con quienes vive. Desde niño, cada quien juega con sistema, y liberar potencialidades creadoras.
los coetáneos recreando situaciones de vida o procuran-
do interpretar roles que corresponden a los ideales que
los adultos le trasmiten. Por medio del juego experimenta
la realidad de manera paradójica; en efecto, cumple actos
reales, pero en un contexto que niega su realidad, al par
que los objetos mismos que utiliza adquieren caracterís-
ticas multiformes; en efecto, al mismo tiempo «son y no
son» lo que representan. Esto permite a cada persona
verificar la visión que tiene del mundo y de las rela-
ciones con los demás en una situación ficticia, pero que
en buena parte se puede superponer a la real, y en la
cual la distinción entre uno y otro plano está dada sobre
todo por elementos contextúales.
Estas situaciones se repiten permanentemente en la vida
adulta en el curso de las relaciones cotidianas, en que el
significado de lo que se dice y hace se mantiene a me-
nudo en un. nivel implícito o, todavía más, es negado. Si
queremos «comprender mejor» a nuestro interlocutor res-
pecto de un asunto que nos interesa particularmente, po-
demos adoptar una conducta bromista, dejar caer una ob-
servación y esperar la reacción del otro antes de decidir
la dirección en que proseguiremos: utilizar un lenguaje
alusivo o serio, negar lo mismo que acabamos de decir
asegurando que «bromeábamos», o admitir nuestras inten-

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seguido por fantasías sexuales y de muerte; se masturbaba


6. La. familia Fraioli: historia de manera ostensible, excitándose con ropas íntimas de la
de una terapia* madre; había expresado el deseo de mantener relaciones
sexuales con ella. Su designación era de antigua data y
(al cuidado de Katia Giacometti) estaba documentada por un gravoso currículo, que com-
prendía diversos tipos de psicoterapia (desde la interven-
ción farmacológica hasta la psicoanalítica), realizados por
conspicuos profesionales. No alcanzaron esos intentos pa-
ra evitar varias internaciones en una clínica psiquiátrica.
La vida familiar hacía tiempo que estaba dominada por la
enfermedad de Giuseppe, que de continuo reclamaba
Trataremos de ilustrar cuanto llevamos dicho valiéndo- la atención de la madre y las intervenciones moralistas
nos del caso de una familia con paciente esquizofrénico, del padre.
que tratamos en nuestro Instituto en 23 sesiones, una cada
quince días.
La familia Fraioli acudió a nuestro consultorio tras años
de infructuosas intervenciones, efectuadas en distintas épo- La intervención como proceso desestabilizador
cas y con diversos métodos. El núcleo familiar vivía en
una pequeña ciudad de la Italia del Norte, y su nivel socio- Apenas diez minutos habían trascurrido desde el co-
cultural era de clase media. El padre, médico, era un mienzo de la primera sesión, de la que participaban el pa-
hombre severo, con una educación rígidamente católica y dre, la madre y el paciente designado. Giuseppe, sentado
sexofóbica; la madre, ama de casa consuetudinaria, admi- entre los padres, se veía muy tenso, tija en el suelo la
nistraba subterráneamente un rol dominante en la orga- mirada, casi inexpresiva, mientras los padres hablaban so-
nización de la vida familiar. Una gran diferencia de edad, bre él; continuamente se interrumpían uno al otro y ha-
de trece años, separaba a los padres. De los cuatro hijos, blaban al mismo tiempo.
tres varones y una mujer, la más joven tenía 22 años y
vivía fuera del hogar, como los otros dos hermanos, de Madre: El es el penúltimo; el primero tiene 36 años y
36 y de 34 años. Sólo Giuseppe, el tercero en el orden trabaja como abogado en Génova; el segundo tiene 34
cronológico, y que era el paciente designado, vivía con años, y trabaja en un banco, en Ferrara . . . La más pe-
los padres. queña . . .
Giuseppe tenía 28 años; unos años antes, se había em- Padre (habla al mismo tiempo que su mujer): . . . El tiene
pezado a aislar más y más, al punto que ya no salía de la posibilidades óptimas, pero . . . ahora se enterará usted de
casa. Su retraimiento progresivo de la realidad externa, sus problemas... Esta es la razón por la que se ha des-
su depresión, su agresividad administrada dentro de la casa viado . . . Nosotros estamos dispuestos a todo sacrificio . . .
culminaron en preocupantes crisis de agitación psicomo- Sabe usted, es llevar una cruz ver a un hijo empequeñe-
triz, en fabulaciones de sesgo sexual o religioso, y aun en cido de ese modo . . .
tentativas graves de suicidio. El joven, no obstante ha-
berse graduado en leyes con brillantes calificaciones, ha- [El padre proponía la centralidad de Giuseppe, quien,
bía abandonado toda esperanza de trabajo y pasaba el a medida que sus padres hablaban, parecía empequeñe-
tiempo en su habitación o merodeando por la casa, per- cerse más y más, como si redujera su espacio físico.]

*En este capítulo retomamos el caso Fraioli, que ya se publicó Madre (habla al mismo tiempo): Como él fue el tercer va
en forma resumida en un artículo anterior (Andolfi et al., 1978) y rón, yo esperaba una h i j a . . . y como a diferencia de los
que aquí reelaboramos, enriqueciéndolo con partes significativas para
la comprensión del proceso y completándolo con un seguimiento.
otros tenía un carácter más dócil y sensible, lo tuve más

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apegado a m í . . . También él mostraba preferencia para en mis puterías, me puedo arreglar solo perfectamente
estar conmigo, por ejemplo para que pasáramos juntos las bien.
vacaciones, cosa que los dos mayores prácticamente nunca
hicieron. [El paciente responde de manera provocadora para el
Padre (habla simultáneamente): No es que se lo considere terapeuta, al tiempo que los padres adoptan la actitud pre-
la oveja negra . . . Modestamente hablando, mire usted, yo ocupada, dolorida y resignada de quien tiene un hijo en-
soy cristiano hasta el punto de sostener que se debe de- fermo. La familia desafía así al terapeuta a probar fuerzas
cir: «Señor, Señor, haz la voluntad del Padre nuestro que en una causa perdida.]
está en los c i e l o s . . . »; a mí me ha enviado un hijo así
y yo lo cuido, trato de ayudarlo, y él, en cambio, rehúsa T.: Dame un ejemplo de putería; porque es posible que
esta ayuda. el modo de emplear este término en Roma sea diferente
T. (al padre): Me gustaría saber lo que le ocurre ahora del uso que le dan en tu tierra . . . Puede ocurrir que ha-
a Giuseppe, porque yo en su lugar me sentiría muy in- bles de cosas diferentes de las que yo podría imaginar.
cómodo.
[El terapeuta no emprende la retirada ante el lenguaje
[El terapeuta recibe y hace explícitos los mensajes no provocador de Giuseppe; al contrario, fija en ese lenguaje
verbales que Giuseppe enviaba. Su actitud se podría in- la atención y lo retoma. La tranquilidad con que se re-
terpretar como incoherente; el terapeuta, en cambio, la toma y analiza la frase del joven confiere a su conducta
«lee» como la manifestación de un estado de ánimo com- una connotación de normalidad.]
prensible. El terapeuta hace ver que se interesa por el
paciente como persona, por sus sentimientos y por todo lo El terapeuta aceptaba el desafío de todo el sistema y
que dice más allá del síntoma. De esta manera acepta utilizaba la centralidad del paciente para introducir una
la centralidad de Giuseppe, pero se asocia con él de ma-
nueva esquematización: «El paciente tiene importancia tan
nera imprevisible respecto de las expectativas del sistema.]
grande porque de manera "lógica" y "voluntaria" cumple
acciones "esenciales" para el funcionamiento de la fa-
Giuseppe: No me siento para nada incómodo . . . (Farfulla
milia».
palabras inconexas.)
T.: Pero en este momento pareces estar muy incómodo...
Giuseppe (con aire provocador): Me gustaría darles por el
se ve por la postura que has adoptado.
culo a las mujeres, pero nunca he hecho nada.
[El acento recae sobre el espacio físico del paciente, que
se muestra notablemente encogido, invadido por el espa- [El paciente repropone su centralidad con expresiones
cio verbal y emotivo de los padres.] provocadoras.]

Giuseppe: En este momento estoy con bronca. T.: ¿Dices que querrías . . . ?
T.: ¡Hum!... con b r o n c a . . . ¿Es por estar aquí? Giuseppe: Darles por el c u l o . . . pero nunca he hecho
nada.
[El terapeuta conecta con él mismo el estado emotivo T.: ¿Quieres decir que nunca les diste por el culo o que
del paciente, introduciendo un elemento de definición ex- nunca tuviste relaciones sexuales?
terno al sistema.]
[El terapeuta insiste en obtener respuestas precisas y
Giuseppe (con tono más decidido): No, estoy con bronca concretas, lo cual resta «originalidad» a la actitud de Giu-
porque las mías son todas puterías, no necesito que nadie seppe. Esto quita poder al paciente designado, y drama-
me tenga consideración, no necesito que nadie me ayude ticidad al contexto.]

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Giuseppe: Relaciones sexuales he tenido a veces . .. pero peuta tiene firmemente la iniciativa en sus manos, e invita
solo con ciertos métodos... en todo caso siempre con al paciente a un enfrentamiento directo.]
prostitutas.
T.: Bueno, esas están más dispuestas, ¿no? ¿Dónde está Giuseppe: Creo que es una cosa que nunca obtendré . ..
el problema? Me refiero a darles por el c u l o . . . T.: ¿De ti mismo o de las mujeres?
Giuseppe (con expresión de sorpresa): ¿Cómo dice? Giuseppe: ¿Cómo dijo?
T.: Quiero decir... en la práctica están más dispuestas, T.: ¿De ti mismo o de las mujeres?
¿no? En el fondo tienen una percepción más desenvuelta
de su propio cuerpo... ¿o también has tenido problemas [El contexto se ha vuelto ahora absolutamente «normal»;
en ese caso? poco a poco pierde solidez la diferencia entre el «atípico»
y los demás. Las respuestas son de una total coherencia.]
[La implícita redefinición de la conducta incoherente,
aceptada como normal, es una contraprovocación para el Giuseppe: De las mujeres.
paciente designado y su familia. Frente a ella, Giuseppe T.: ¿Estás seguro?
responde con sorpresa. Aquí empieza lo que podríamos Giuseppe: Creo que sí.
llamar «la caricatura de la patología». El uso del humo- T.:Porque por el modo en que hablas parece que tuvie-
rismo, que encontraremos también en otros pasajes, tiende ras problemas contigo mismo, que te causan pesadumbre.
a desdramatizar el contexto y a crear una mayor distancia
respecto del problema.] [El terapeuta recoge de continuo la actitud de sufri-
miento que deja ver la conducta no verbal del paciente,
T.: No he comprendido dónde está la putería si no es en más allá del contenido provocador.]
el sentido literal de andar con putas; pero no he entendido
lo que querías decir con esto . . . ¿Me lo puedes explicar Tras la posterior intervención del padre y de la madre,
un poco mejor? que insistieron en la gravedad de la conducta de Giuseppe,
Giuseppe: Tengo un sentimiento de vergüenza que me el terapeuta comentó:
inhibe, me inhibe siempre . ..
T.: ¿Quieres decir que te inhibes en el deseo de darles T.: No consigo entender... ustedes han hecho un viaje
por el culo o en el de tener relaciones sexuales más am- larguísimo en tren, pernoctaron en Roma para venir aquí...
plias? No lo tengo en claro. Si el problema es ese de dar por el culo, no alcanzo a ver
Giuseppe: He hecho este año, quizá también el año pa- la gravedad de la situación.
sado, alguna propuesta fuera de lugar a alguna mujer,
con resultados siempre negativos. [El terapeuta niega de manera explícita la enfermedad
T.: Sí, pero no está claro en qué consiste la putería. e implícitamente comunica, separándose del sistema por un
Madre (con voz persuasiva): P u e d o . . . momento, que no está dispuesto a permanecer dentro de
T. (a Giuseppe): Me has dicho que estás con bronca por las reglas de relación que mantienen el statu quo. Está
tus puterías... Creo que hay infinidad de jóvenes de tu dispuesto a entrar, pero en un nivel diferente.]
edad que desean darles por el culo a las mujeres; no veo . . .
en qué eres tú tan especial. ¿O querrías un súper-darles Padre: Pero por este problema ha intentado suicidarse . . .
por el culo. .. una cosa muy especial? ¿Será esto lo que T.: De acuerdo, pero todavía me faltan las transiciones, no
te pone mal? me parece que este problema de dar por el culo merezca
tanta atención, la intervención de tantos profesores.
[Por el recurso de privar a Giuseppe del apoyo de los
familiares, se vuelve más incómoda su posición y se evita Los padres narraron diversos episodios con el fin de
que esta se inserte en el juego familiar... Ahora el tera- aclarar el decurso de la locura de Giuseppe, pero el tera-

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peuta los interrumpió y retomó la provocación al joven. Giuseppe: Mi estado emotivo depende . . .
En efecto, no se trata de recoger informaciones al azar, en T.: Quizá te lo debo explicar mejor: una persona puede
una masa en que se confunden los datos pertinentes con estar deprimida, preocupada, triste, pero si está con bronca
los triviales, sino de acoger los elementos (verbales, y so- es seguro que no ha de colaborar. ¿Comprendes lo que
bre todo no verbales) que son expresión de un conflicto quiero decir? Esto es lo que me preocupa: si estás con
entre necesidad de diferenciación y necesidad de cohesión, bronca no nos puedes ayudar. Papá, mamá, y o . . . si cual-
y que representan la tentativa de fusionar aspectos contra- quiera de nosotros estuviera con bronca no podría ayu-
dictorios de una misma realidad (Andolfi y Angelo, 1980). dar . . . Si no enfrentamos el problema de la bronca no
Cuando el terapeuta interrumpió a los padres y retomó puedo seguir adelante. ¡Hasta debí interrumpir a mamá,
la provocación a Giuseppe, perseguía un doble objetivo: que me hablaba de lo que sucedió en 1972!... Puede
desbaratar el guión que la familia traía a la entrevista, y ocurrir que estés con bronca conmigo . . .
procurar la formación del sistema terapéutico tomando co-
mo eje un input que resultara desestabilizador para las [Es un mensaje definido para Giuseppe y el resto de la
expectativas del sistema familiar (Andolfi et al, 1978) y familia: «Aquí es necesaria la colaboración de todos». El
cerrara el paso a cualquier tentativa de manipulación por terapeuta muda su posición: de observador externo se con-
medio del síntoma. vierte en miembro participante; por el hecho de poner el
acento en la «relación con él», produce un desplazamiento
T.: Un momento, señora; el caso es que Giuseppe sigue con de la patología, que deja de tener su sede en el individuo
bronca y yo no logro trabajar con una familia que tiene para instalarse en sus relaciones (Andolfi, 1977). El tera-
un hijo de . . . ¿cuántos años? (Dirige la pregunta a Giu- peuta se sitúa como punto de referencia en el que la fa-
seppe.) milia debe buscar una organización nueva. Una de las
reglas nuevas consiste en que cada quien se debe indivi-
[El terapeuta impide que los familiares repropongan a duar como elemento activo y participante. Y efectivamen-
Giuseppe en su designación de paciente. A la vez, centra te, el proceso de diferenciación de cada uno de los miem-
en él mismo la atención de la familia, que resulta desco- bros toma como punto de partida la relación con el
locada respecto del estereotipo de reunión que tenían pre- terapeuta.]
visto.]
Giuseppe (con voz animada): Sí; la verdad es que mien-
Giuseppe: Veintiocho. tras esperaba para venir a verlo, yo decía: «Y encima ten-
T.: De veintiocho años. Si tuvieses diez años, yo podría go que ir a lo de ese hinchapelotas».
aceptar que permanecieras aquí en silencio, con cara de
bronca, mientras tus padres hablan acerca de ti; pero co- [Giuseppe retoma la provocación.]
mo tienes veintiocho, no puedo aceptarlo. En consecuen-
cia, o nos vemos obligados a interrumpir o es preciso que T.: Me gusta que digas las cosas con las palabras justas;
hablemos del motivo por el cual estás con bronca. eres sincero.

[Si no se acepta mantener al paciente designado en su [El terapeuta redefine lo dicho de manera positiva y
papel especial de enfermo que es preciso proteger, signi- lanza un desafío a la regla del sistema que sacrifica toda
fica que tampoco se puede aceptar su silencio. Por eso el manifestación emotiva individual a una emotividad fami-
terapeuta definió como voluntario el silencio de Giuseppe, liar (Bowen, 1979). ]
lo mismo que a sus demás niveles de participación en la
sesión. El esquema de ataque al síntoma (y por lo tanto Giuseppe: Tanto es a s í . . .
a la organización disfuncional del sistema), sostén de la T.: Pero yo quiero entender una cosita... por qué estás,
persona, se mantendría constante en toda la terapia.] con bronca aquí hoy.

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[El terapeuta vuelve a invitar al paciente a que se en- Giuseppe: ¿Cómo dijo? ¿Que mis padres temen . . . ?
frente con él de manera directa y concreta. El hecho de T.: Tus padres en el fondo están preocupados porque no
negarse como agente de cambio es paralelo a una acción eres capaz de ser adulto, de ser autónomo, y piensan que
de diferenciación que, tomando como punto de partida al si te mandan a la mierda podrías empeorar.
terapeuta, no cuestiona abiertamente los equilibrios intra-
familiares.] [El terapeuta no ataca directamente a los padres, sino
que destaca que su actitud protectora y su estigmatización
Giuseppe: ¿Por qué tengo rotas las pelotas? de Giuseppe nacen de su amor y de su preocupación.]
T.: Sí, eso justamente.
Giuseppe: Porque para mí esta situación es un peso, un En esta primera sesión, el terapeuta desbarató las expec-
peso tremendo. Tengo los huevos rotos, tengo una bronca tativas que la familia traía, en el sentido de reconsolidar
bestial porque... Por ejemplo yo continuamente les rom- la estabilidad del sistema. Por el recurso de aceptar la
po las pelotas a mis padres... cosa que naturalmente no centralidad del paciente, pero negando estratégicamente la
hago con mis hermanos y mi hermana, porque sin duda patología y el carácter involuntario de su conducta, deter-
tengo miedo de que me tomen por tarado... Entonces con minó que fueran vanos todos los intentos de reproponer
ellos no lo h a g o . . . las viejas reglas de relación (Haley, 1974). Al situarse
T.: Un momento; lo he comprendido todo hasta cierto pun- como punto de referencia emotiva para todos los miem-
to, y desde ahí ya no entiendo; porque a mi parecer no te bros del sistema, el terapeuta comunicaba a la familia que
tomarían por tarado, sino que te mandarían a la mierda. no estaba dispuesto a dejarse enredar en su juego rela-
cional. Al tiempo que desafiaba a la organización disfun-
[El terapeuta retoma el lenguaje del paciente, con lo cual cional por medio de la provocación dirigida al paciente,
redefine su conducta como adecuada. En este punto co- no aceptaba ninguna respuesta que se ajustara al libreto
mienza la diferenciación entre la conducta protectora de repetitivo de la familia. Así consumaba una acción de
los padres, que presupone la existencia de un enfermo, y diferenciación entre los diversos miembros con respecto a
la conducta no protectora de los hermanos, que presupo- él, por la vía de impedir cualquier comunicación que no
ne el carácter voluntario de cuanto Giuseppe hace o dice, pasara por su persona.
y su responsabilidad.] Redefinir la conducta del paciente como lógica, volun-
taria y útil representaba un desafío a la estabilidad del
Giuseppe: Sí. sistema, cuyas retroacciones estarían dirigidas a demostrar
T.: No es lo mismo que tomarte por tarado. que el paciente designado no se podía conducir de manera
Giuseppe: ... por tarado y al mismo tiempo me mandarían lógica ni voluntaria, ni, mucho menos, útil para la familia.
a la mierda. Reproduciremos algunos pasajes de la sesión que siguió;
nos mostrarán las retroacciones familiares con respecto a
[Es interesante observar que Giuseppe tiende a repropo- las intervenciones cumplidas en la sesión anterior (Haley,
ner su definición de patología y la indiferenciación de los 1970):
demás miembros.]
Madre: Es probable que usted no esté informado, pero
T.: No, creo que te mandarían a la mierda porque no se después que lo vimos, en los días que siguieron... miér-
les ocurriría considerarte tarado. Es una diferencia grande coles, jueves, viernes, Giuseppe estuvo peor que antes,
con tus padres, que te protegen porque están preocupa- siempre mal dispuesto, encerrado en su habitación...
dos y temen que seas tarado, por lo cual no te pueden
mandar a la mierda. [La familia hace ostentación de un gran empeoramiento,
que es atribuido a la sesión anterior. El mensaje es claro:
[El terapeuta repropone la diferenciación subsistémica.] «Esta terapia no sirve; más aún, es nociva ... pero . . . ]

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Padre: Permaneció aislado... díganos qué debemos hacer. Giuseppe: Pero, ¿de qué manera embromaría?
T.: Embromar en el sentido de que tus padres tendrán
[ ... asístanos igualmente».] que acudir, llamar por teléfono, ocuparse de muchas co-
s a s . . . permanecer todo el tiempo alrededor t u y o . . .
Madre: Se quedó mucho tiempo en casa, tirado en la ca-
ma . . . Hablamos con el profesor Rossi sobre la posibili- [Por medio de la conducta del paciente designado, el
dad de internarlo en su clínica por algún tiempo. terapeuta comienza a individuar y definir los espacios y
Giuseppe: Me he llevado a la clínica el código, el manual las funciones de los demás.]
de procedimiento penal; trataré de estudiar algo porque a
fines de octubre tendré que prestar juramento como pro- Giuseppe: Pero me parece que ellos de todas maneras es-
curador legal... y en ese período pensaba seguir desarro- tán preocupados cuando permanezco en casa, tanto que
llando actividades con mi hermano, que es abogado. muchas veces . . .
T.: No les atribuyas cosas . . .
[La conducta y los mensajes de Giuseppe siguen tras-
mitiendo las partes contradictorias de una misma realidad: [El terapeuta prosigue su operación destinada a privar
necesidad de diferenciación y necesidad de cohesión. En al paciente del control sobre las relaciones familiares y a
efecto, emerge una conducta autónoma de Giuseppe (pen- impedir que estas invadan los espacios del paciente.]
sar en los exámenes y en su futuro laboral como abogado),
que empero se inserta en un contexto que la niega, la in- Giuseppe: Mi madre me ha dicho muchas veces que esta
ternación «planificada con miras a un período normal de situación es insoportable.
estudio». El terapeuta tratará de descomponer este men- T.: No atribuyas cosas a m a m á . . . eres tú quien eligió
saje doble; acogerá el aspecto homeostático, pero para re- internarse en la clínica.
definirlo en la lógica de la voluntariedad, logicidad y uti-
lidad.] [Se machaca sobre el carácter voluntario de la conducta
de Giuseppe.]
T.: No entendí quién es el que opina que en esta situación
estás mejor en la clínica. Giuseppe: No es que lo haya elegido; yo no quería inter-
Giuseppe: ¿A mí me lo pregunta? narme, pero a fuerza de romperme las pelotas...
T.: Sí, porque tengo la impresión de que quieres dar a T.: Sabes, estoy dispuesto a aceptar tu falta de colabora-
entender que tu familia querría apartarte, mientras que a ción, me atengo a ella. Pero creo que en la ocasión ante-
mi parecer es tu manera de intentar ganar para ti la vic- rior eras más sincero . . .
toria de Pirro. Giuseppe: ¿ E n qué sentido está dispuesto a aceptar mi
falta de colaboración?
[El foco se mantiene de continuo sobre el paciente de- T.: En el sentido de que haces el papel del que tiene que
signado.] ser sostenido con las muletas, y obligas a tus padres a
hacer el papel de los que te deben convencer para que
Giuseppe: ¿ E n qué sentido? ¿ M e lo puede usted decir? tengas ánimo... ¿Pretendes insinuar que se deben sentir
T.: Embromar, que quieres entrar en la clínica para em- culpables por tu conducta? En este momento me parece
bromar. ¿Está claro? que ustedes (a los padres) están muy alarmados por la ex-
torsión de Giuseppe, que intenta matarse si no le andan
[El terapeuta insiste en el carácter voluntario de la hos- suficientemente alrededor. No creo que se pueda iniciar
pitalización de Giuseppe. Este es el que ha elegido ingre- una terapia a menos que ustedes dejen esta situación exac-
sar en la clínica, y no porque esté enfermo, sino a fin de tamente como está; de ninguna manera se debe desequili-
concentrar sobre él la atención de los demás.] brar una situación reglada por un acuerdo tan perfecto.

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[El terapeuta afirma, de una vez por todas, que en un [El terapeuta insiste en la negación estratégica de la te-
juego de articulaciones, cada miembro de la familia tiene rapia. De este modo obliga a los miembros del sistema
su rol y su función, y estos roles y funciones se integran a buscar, individuar y experimentar nuevas configuraciones
entre sí. Por ello, justamente, el cambio es algo temible; relacionales y personales, que por el momento lo tienen a
por ello la terapia puede ser muy peligrosa a menos que se él como punto de referencia.]
haga frente común con la homeostasis del sistema. Esto
equivale a una negación estratégica de la terapia: «Hago la Franco: ¿Las condiciones adecuadas?
terapia para no hacerla».] T.; Sí, las condiciones adecuadas. En el caso de ustedes
no me parece que se pueda comenzar la terapia familiar;
sobre todo porque considero . . . considero que los padres
se sienten en una situación extorsiva, de extremo malestar.
Franco: . . . P e r o yo creo... tengo la impresión de que es
El terapeuta como regulador homeostático y agente acaso la familia la que lo ha perjudicado... con cierta
de diferenciación al mismo tiempo educación . . . cierta formalidad . . . quizás inadecuada para
estos tiempos.
Por el recurso de reforzar de continuo la vertiente ho- T.: ¡Ah!, pero entonces . . . ¡un momento!... entonces la
meostática, el terapeuta introduce un input imprevisible, historia es diferente . . . Usted considera que la familia pro-
no sólo respecto de la lógica familiar, sino de una lógica duce un malestar en Giuseppe, y no Giuseppe el que lo
«social» de intervención psicoterapéutica. En esta línea, produce a la familia . . .
pidió a Giuseppe que hiciera venir a la sesión siguiente
a sus hermanos; justificó la necesidad de su presencia con [El terapeuta acoge esta esquematización del problema
el empeoramiento que había sufrido y la urgencia de brin- y pone de relieve su valor diferenciador:]
dar apoyo a los padres. Con esta ampliación del sistema,
el terapeuta se proponía no sólo una redefinición del pro- Franco: Bueno, digamos que ahora es Giuseppe el que
blema por referencia a la autonomía de los padres respecto produce malestar a la familia... sin embargo, en el pa-
de los hijos, sino además una descomposición del conflic- sado . . . por cierto que mi hermano no nació a y e r . . . con-
to concentrado en el comportamiento sintomático del pa- sidero que al principio ha sido la familia la que lo per-
ciente. Así empezaba a delinearse la redistribución de la judicó . . .
atención y de los conflictos en los espacios personales y T.: En ese caso también sobre usted debió de influir.
de interacción de cada miembro.
En esa sesión estuvieron presentes, además de Giuseppe, [El terapeuta trata de investigar, en clave diferenciada,
el padre y la madre, los dos hermanos y la hermana: Fran- el subsistema de los hermanos.]
co, de 36 años, que vivía en la misma ciudad donde ejer-
cía la profesión de abogado; Andrea, de 34, casado, que Franco: Bueno, puede ser que cada uno de nosotros haya
residía en otra ciudad, donde trabajaba en un banco, y reaccionado de manera diferente... Andrea y yo nos he-
Giovanna, de 22, que concurría a la universidad y pasaba mos apartado de cierta formalidad . . . En cambio él es
en el hogar todos los fines de semana. menor, se encontró en condiciones diversas... quizá más
próximo a Giovanna . . .
Franco: Creemos que podría ser útil que se alejase del Padre: No quiero entrar en polémicas... pero sufro con
ambiente familiar... pero no sé ahora, con esta terapia la sola idea de enviarlo fuera de c a s a . . . En sus actuales
familiar que se ha iniciado . . . condiciones no sé . . .
T.: La terapia familiar en verdad no está encaminada, ni
siquiera se ha iniciado... Aquí sólo iniciamos el trabajo [El padre repropone la centralidad de Giuseppe como
con las familias que presentan las condiciones adecuadas. paciente.]

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Franco: Mi padre quiere decir que no es partidario de tiría muy bien sin Giuseppe, con mi marido y mi hija, si
apartarlo de la vida familiar. ella se quisiera quedar . . .
Andrea: Pero recuerda que también y o . . . en aquel pe- T.: Y en esta situación, ¿cómo cree usted que se sentiría
ríodo, cuando estaba en Genova . . . su marido?
Padre: Es cierto que se puede hacer la prueba, pero hasta Madre: Bueno, en esta situación quizá se sentiría peor que
que no haya recuperado un poco el equilibrio... no sé. y o . . . El no ve tan bien el alejamiento de Giuseppe.
¿Qué opina usted? Padre: No, no, en estas condiciones, con tres tentativas de
suicidio... es preciso que alcance el mínimo de equili-
[En el conflicto, padre y madre buscan la mediación del brio . . .
terapeuta.] T.: Muy bien, oigamos a los hermanos.

Madre: Sí, ¿qué nos aconseja usted, profesor? [El terapeuta trabaja en la diferenciación en el interior
T.: No logro entender qué ventaja tendría para todos us- de los subsistemas.]
tedes acudir a sesiones familiares . . . no veo ninguna ven-
taja porque esta es una familia que en ciertos planos no Franco: Estoy bien a s í . . .
tiene posibilidad de cambiar ciertas actitudes, pero no es T.: ¿Crees que Giuseppe te crearía los mismos problemas
por culpa de nadie. que crea a tus padres?
Franco: No, seguro que no.
[La negación de la utilidad de la terapia introduce un T.: Has hecho una afirmación grave . . . es muy peligrosa . . .
input imprevisible y desestabilizador. La familia no tiene Yo no creo que sea la familia la que vuelve extraño a Giu-
más alternativa que continuar en sus tentativas de tras- seppe . . . pero de lo que él dice se podría sacar la conclu-
formación.] sión de que si Giuseppe estuviera alejado, se comportaría
de manera enteramente diversa . . .
Franco: Entonces usted debería explicarme dónde falla- Giuseppe: Pero vea usted, mi situación es un gran despe-
mos . . . en qué sentido no somos adecuados. lote . . . no atino a hacer nada . . .

En este momento el terapeuta procuró dramatizar la si- [El paciente designado repropone su centralidad ante la
tuación en que se encontraba la familia; sus miembros amenaza de una situación conflictiva (Haley, 1974).]
debían reconsiderar las cosas y tener bien presente «lo
bien que esta familia funciona unida». Por lo tanto, de Franco: La única posibilidad de que alcance cierto equili-
cada miembro se pedía que se mantuviera junto a los de- brio está en que nos pongamos de acuerdo sobre ciertos
más y al mismo tiempo se alejara de ellos. Ante la de- errores cometidos (a los padres) por ustedes, permítanme
manda de romper el círculo, el subsistema de la pareja que lo d i g a . . . porque ciertamente no he sido yo quien lo
y el de los hijos se separaron, pero, terminada esta secuen- educó . . . Ciertas restricciones . . . la religión . . .
cia, se retomaron las posiciones anteriores y el paciente Giuseppe: Disculpa, no . . . no empecemos ahora . . . porque
designado volvió a ocupar su puesto entre los padres. Sin cuando yo tenía aquellas crisis . . .
embargo, todos habían experimentado la diferencia que
supone ocupar posiciones diversas y, por la vía de esta [La tensión ha aumentado; el conflicto entre el subsis-
diferenciación metafórica, la posibilidad de cambiar. El tema de los padres y el de los hijos se agudiza, y el paciente
trabajo del terapeuta prosiguió con la señalada intencio- designado se propone como el elemento salvavidas... ]
nalidad.
Franco: Bueno, déjame hablar, después dirás que no es
T. (a la madre): ¿Estaba mejor antes o lo está ahora? verdad, pero lo harás por cortesía. El hecho es que uste-
Madre: Sin Giuseppe, profesor, en este momento me sen- des nos consideraban ovejas negras... papá y mamá, por-

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que vivíamos por nuestra cuenta, mientras que a ti te con- una terapia... Sobre todo temo por ti (señala a Giuseppe),
siderabas la oveja buena... Y como tú también te sentías porque no querría que hicieses cosas aventuradas, que cam-
la oveja justa, te veías reforzado en esa orientación, pero biases tu conducta . . . eso sería muy peligroso. Podría su-
en cierto momento eso mismo te paralizó. ceder que papá y mamá de repente se encontraran ante
un abismo . . . Papá podría sufrir un colapso o mamá caería
[... pero Franco se lo impide. Ahora es un miembro de en una depresión . . . Acaso Franco se sintiera reabsorbido
la familia el que trata «normalmente» a Giuseppe, y evita por la familia, y comenzaría a descuidar su trabajo . . . Gio-
la actitud habitual, de falsa protección.] vanna podría perder su actitud reflexiva, descubrir que ya
no se siente capaz de llevar adelante las tareas en que se
Padre: Es verdad, Giuseppe... ¿tú qué dices? ha comprometido, entrar en crisis con su novio y experi-
Giuseppe: Pero no, no . . . mentar la necesidad de volver a casa para permanecer junto
Franco: Entonces yo quiero hacer una pregunta... ¿ E s a m a m á . . . Andrea podría angustiarse con la idea de que
o no es verdad que a él lo consideraban el bueno y nos- no consigue mejorar las cosas, y sentirse culpable.
otros éramos los de mala conducta? ¿O pretenden negar
también esto? [Es evidente que, aun manteniéndose estratégicamente en
T.: Avizoro grandes peligros en esta familia si hiciéramos el polo homeostático, él terapeuta ha dado comienzo a un
una terapia familiar... avizoro muchos peligros porque es trabajo de individuación de las áreas de conflicto e insatis-
una familia en que hay muchas energías y posiciones di- facción ligadas con las funciones que cada miembro de-
vergentes entre ustedes . . . Por eso, si hiciéramos una tera- sempeña en este juego relacional rígido. En un contexto
pia, saldrían a la luz estas diferencias... sería muy peli- tranquilizador, en que el terapeuta se erige en garante de
groso. la homeostasis, se introduce la anticipación de fantasías
catastróficas respecto de un cambio.]
[El terapeuta parece impedir el proceso de diferenciación
por ser peligroso para el equilibrio familiar. Después de Coherente con la posición que había asumido, el tera-
haber convocado las diferencias y ayudado a que salieran peuta insistió en sus dudas sobre la utilidad de llevar ade-
a la luz, destaca su peligrosidad. Por el recurso de negar lante una terapia y prescribió a Giuseppe que «se mantu-
estratégicamente la terapia, se sitúa activamente en el polo viera alerta v conservara su función como garantía para el
homeostático y obra de manera que la familia se desequi- terapeuta».
libre.] En la sesión que siguió, se declaró satisfecho con Giu-
seppe porque había conseguido mantener con rara cohe-
Como el enfrentamiento entre padres e hijos se hacía más rencia su función.
riguroso, Giuseppe intervino de pronto para reproponer el
problema de dar por el culo a las mujeres y su miedo de T.: Antes de empezar, quiero felicitar a Giuseppe por las
morir e irse al infierno. Pero puesto que el terapeuta se garantías que me está dando. Ahora veamos el modo en
situaba de continuo como el garante más estable de la que los demás pueden ayudarlo también en esto...
homeostasis, las contradicciones condensadas en el compor- Franco: Oiga, doctor... yo tenía la intención de introdu-
tamiento sintomático de Giuseppe podrían convertirse poco cirlo en un empleo... Como es el momento oportuno para
a poco en los contenidos (sexualidad-religión-moralismo) presentarse en un concurso, hice que preparara la solici-
de un conflicto generacional y de pareja, en que la función tud...
del paciente se hacía menos necesaria y eran más raros los T.: Pero, ¿sabe usted que su hermano tiene un compro-
momentos en que se lo triangulaba. miso en este momento?
Franco: Sí, un compromiso con esta terapia . . .
T.: Me parece que todavía, aunque poseemos algunas in- T.: No, no me entienda m a l . . . Giuseppe tiene un com-
formaciones más, estamos bien lejos de poder comenzar promiso con la familia, una función que nadie más puede

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desempeñar . . . Lo habrá mirado bien . . . ¿no le impresio- los demás tuvieran más libertad . .. Era, por así decir, el
na como una persona que en este período está muy ocu- punto de apoyo, mientras nosotros hacíamos en mayor me-
pada? dida lo que queríamos.
T.: ¿Quien de ustedes corre el riesgo de empeorar más si
Las garantías consistían en mantener las cosas como esta- la situación cambia?
ban. Aferrado a este supuesto, el terapeuta hizo actuar en Franco: Bueno, quizá mis padres.
la sesión los fantasmas sobre lo que sucedería si Giuseppe Giovanna: Por lo menos papá tiene una profesión para
abandonaba la función que le incumbía. De esta manera desahogarse . . . Creo que sería mamá . . .
introdujo el «fantasma del cambio», simbolizado por la Giuseppe: P e r o . . . ¿cómo explica usted mi conducta de
muerte del paciente, y verificó el miedo v las fantasías que loco?
a él se anudaban en los dos subsistemas, de los padres y de
los hermanos. [El paciente designado repropone su centralidad.]

T, (a la pareja): ¿Cuál de los dos cree que la muerte de T.: Aunque Giuseppe siga ayudándome con garantías, que-
Giuseppe lo desequilibraría más? rría tener más. Me gustaría que ustedes, junto con papá y
Madre: El remordimiento me torturaría toda la vida . . . mamá, discutieran para evaluar a fondo quién podría sufrir
Padre: El dolor sería inconmensurable... pero yo no expe- un empeoramiento mayor por el hecho de venir a q u í . . . y
rimentaría sentimientos de culpa . . . que después evalúen las energías y la ayuda que, llegado
T.: Usted, señora, ¿me está diciendo que Giuseppe conti- el caso, los demás podrían proporcionar a esa persona . . .
nuaría manteniendo su función? Porque yo no creo que sea posible aceptar una terapia que
Madre: Sabe, profesor, sobre aquellos hechos . . . los proble- llegue a provocar la ruina de uno de los participantes.
mas sexuales... Quizá debí haber hablado con mi mari-
do . . . y en cambio sólo atino a llorar.. lo resuelvo todo
El hecho de que el terapeuta asumiera la función de ga-
con el llanto.
rante de la homeostasis familiar, y el hecho de que la ten-
T.: ¿Sobre los problemas sexuales de Giuseppe?
sión se redistribm era por los espacios interactivos subsiste-
Padre: Sí, los nuestros han terminado hace tiempo...
micos v por los espacios personales de los diversos miem-
Madre: Naturalmente, han terminado . . . entre otras cosas
bros, hicieron posibles algunos movimientos de Giuseppe
porque los hechos de Giuseppe influyeron también sobre
hacia su autonomía. En efecto, el mes que siguió, al tiempo
las relaciones matrimoniales . . .
que proseguía la colaboración de los hermanos y la pro-
Padre: Sí, produjeron frialdad . . .
fundización del enfrentamiento generacional entre los dos
Madre: Vea, haber oído a Giuseppe hablar de esas activi-
subsistemas (Minuchin, 1976), Giuseppe empezó a salir y
dades sexuales . . . hasta la posibilidad de que se pusiera a
a ocuparse de sus estudios. Más y más cobraba realce el
espiar...
problema de la desvinculación recíproca de los padres y
Padre: Acabó por liquidarlo todo . . .
el hijo. Pero el terapeuta sabía que la familia no podía re-
T.: Si he comprendido bien, usted dice que Giuseppe ter- conocer esa mejoría porque ello requeriría la modificación
minó por reunir en él toda la sexualidad de la familia. de reglas que, disfuncionales en un nivel, eran protectoras
de la integridad de la familia en otro. Por ello, a los pocos
Después el terapeuta se dirigió a los hermanos, indagó
segundos de iniciada la sesión siguiente, centrada de nuevo
sus fantasías y puso de manifiesto la función del paciente
en la tríada padre-madre-paciente designado, el terapeuta
designado con relación a la desvinculación de ellos.
tomó la iniciativa descalificando la evidente mejoría. Para
hacerlo recurrió al humorismo, con lo cual, por un lado, ne-
Franco: . . . Entiendo la raíz de la situación... él siempre
gaba la mejoría y, por el otro, reproponía un nivel de enten-
estuvo más con los padres, era el hijo modelo, el predilecto.
dimiento y complicidad.
Giovanna: Quiere decir que en definitiva él ayudaba a que

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T.: Giuseppe, me gustaría preguntarte ya mismo si hubo Giuseppe: Sé perfectamente que si un día me pusiera a
algún inconveniente esta semana. Veo en tu cara que estás hacer lo que hacen mis hermanos, lo lograría muy bien,
menos alerta de lo habitual. pero debería renunciar a . . .
Giuseppe: ¿Qué quiere decir? T.: A la función.
T.: Menos alerta. ¿Qué ha sucedido de nuevo? Giuseppe: No sé a q u é . . . debería renunciar a un mundo
Giuseppe: He embromado un poco. fantástico. ..
T.: No, las cosas normales no me interesan, me refiero a T.: A la función; y me parece que eres muy ingenuo cuan-
inconvenientes graves, cosas extraordinarias. do adoptas una conducta diferente. Ingenuo, porque te en-
gañas creyendo que alguien pueda o quiera tener la función
[El terapeuta quiere ir más allá de las fantasías más ne- que desempeñas t ú . . . ¿Tienes algún nombre para su-
gativas de la familia. Cualquier cosa que sus miembros gerir?
digan sobre empeoramiento, siempre estará por debajo de
sus previsiones.] [Es evidente el aspecto provocador del mensaje, tanto
para el paciente como para el sistema en su conjunto.]
Giuseppe (sorprendido): No, inconvenientes graves, no.
T.: Entonces me equivoqué; sin embargo . . . Giuseppe: ¿Cómo dijo? No oí.
Padre: Tuvimos una enorme dificultad para traerlo aquí, T.: ¿Tienes algún nombre para sugerir, alguien que pueda
porque entre otras cosas esta mañana . . . ocupar tu puesto en la casa, desempeñándolo con la aten-
T.: De acuerdo, pero eso se cuenta en las dificultades nor- ción debida, como lo haces tú?
males . . . yo sigo con la impresión de que tú, Giuseppe,
estás menos alerta . . . El terapeuta siguió redefiniendo la actitud diferente de
Giuseppe: No entiendo lo que quiere decir. Giuseppe como inoportuna y peligrosa para la estabilidad
Madre: Me permito inmiscuirme, pero acaso el doctor se de la familia. Concluyó la sesión con una prescripción que
refiere al hecho de que hayas desarrollado actividades que tendía a reforzar las reglas disfuncionales del sistema (An-
no son las habituales, ¿no es verdad, doctor? dolfi y Menghi, 1977):

[La madre, con esta intervención suya, proporcionó al a. Los padres debían observar con extrema atención toda
terapeuta una realimentación importante respecto de una conducta «anómala» que Giuseppe tuviera en el curso del
comprensión de la lógica y de las funciones. Así se invierte día y por las noches discutirlo entre todos y trascribirlo
el proceso de asociación. Al comienzo era el terapeuta el prolijamente en un cuaderno.
que se asociaba con la familia; ahora esta se asocia con b. Giuseppe debía permanecer siempre en la casa duran-
él, utilizando su lógica y su esquematización.] te las dos semanas siguientes, sin modificar su conducta
habitual. Todo comportamiento adulto, fuera voluntario o
T.: Usted, señora, tiene un sexto sentido. solicitado por los padres, se debía considerar incorrecto,
Madre: Sobre esto deberías decir (se dirige a Giuseppe) porque representaría un intento de Giuseppe de sustraerse
que has logrado permanecer ante la mesa de trabajo... de su «función» esencial en el interior de la familia.
T.: ¡Por eso es que me impresionas menos alerta! c. Giuseppe por un lado, y por el otro los padres, debían
garantizar la ejecución correcta de esta tarea mediante el
[El terapeuta sigue redefiniendo la mejoría con califica-
procedimiento de poner por escrito cualquier incorrección
ciones peyorativas.]
en que se incurriera.
d. La sesión siguiente sólo se produciría a condición de
Padre: Aunque después dijo que todo es inútil, que todo
que cada uno de los miembros presentara el material es-
eso no sirve para nada; lo dijiste a continuación, ¿no? D i -
jiste que atentarías contra ti mismo. crito requerido.

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Esta redefinición de los eventuales movimientos autóno- almuerzo se puso a estudiar y fue al campo de deportes.
mos de Giuseppe como incorrectos respecto de la función De regreso, retomó el estudio. Salió después de cenar, y
que él desempeñaba en la familia reafirmaba la alianza del volvió a eso de las 24. Traía un humor aparentemente nor-
terapeuta con la tendencia homeostática del sistema; esta mal, pero a la una de la madrugada vino a despertarnos
última era «convocada», además, por la prescripción de la para que le diéramos un somnífero porque no podía dor-
conducta sintomática y de algunas reglas familiares, repre- mir, estaba agitado. [ . . . ]
sentadas por el control exasperado de los movimientos indi- »Ausencia de mi esposa, que ha ido a visitar a su sobrina.
viduales que los padres y Giuseppe ejercían recíprocamen- Entonces me quedé en casa con Giuseppe. Preveía pasar
te. De esta manera, el terapeuta se proponía hacer explí- horas difíciles. En cambio, extrañamente, Giuseppe se vio
cito el funcionamiento de esta familia y aumentar la carga más distendido que de costumbre y por momentos hasta
que cada uno de sus miembros debía sobrellevar. Esta lí- en actitud de colaboración. Estuvo en su habitación, estu-
nea tendía a una mayor separación de los espacios gene- diando. Yo no fui a verlo. No obstante nada sucedió. A la
racionales y a una autonomía individual creciente. noche cenamos juntos y hablamos sobre asuntos triviales.
En la sesión que siguió, los padres y Giuseppe se presen- Esto me lleva a la conclusión de que quizá nuestra insis-
taron con una serie de anotaciones que expresaban, de di- tencia con él lo induce a menudo a manifestaciones que
ferentes modos, el desacuerdo con el terapeuta en lo que crean en nosotros, los familiares, un estado de preocupación
se refería a la importancia de la «función» Giuseppe siguió y de inquietud».
saliendo y empezó a enviar al terapeuta mensajes en los
que se hacía cada vez más manifiesta su impaciencia ante Madre: «Esta mañana salió durante una hora más o menos,
la aprensión de los padres. con mameluco, para ir al campo de deportes (incorrección).
A título de ejemplo, y en sucesión temporal, reproduci- A la siesta estuvo fuera cerca de una hora. De regreso te-
remos extractos del material escrito que llevaron a la se- nía aspecto agitado. Le pregunté enseguida si le había
sión, respectivamente, el padre, la madre y Giuseppe: pasado algo, y me respondió que lo seguía persiguiendo la
idea de suicidarse. Como se había metido en la cama, el
Padre: «Se muestra con evidencia la contraposición entre padre lo exhortó a no permanecer ahí y a leer algunas pá-
la actitud negativa de Giuseppe, que usted define como ginas del libro de estudio (incorrección de parte del pa-
"coherente", y el intento de construir algo con miras a su dre). [...]
existencia autónoma. Por lo que toca a la idea recurrente »Fugaz y reducida al mínimo su colaboración con el her-
del suicidio, se muestra cada vez más extorsiva. Interro- mano. A la siesta hizo intentos ocasionales e intermitentes
gado sobre esto en alguna ocasión, responde que su con- de estudiar, sin eficacia ninguna. La expresión de su ros-
ducta está destinada a lograr que los padres le tengan con- tro era más bien sombría. Después salió (incorrección).
miseración. [ . . . ] Estuvo fuera unas dos horas, y yo sentí gran angustia. De
»Aislamiento total. A la noche encontró fuerzas para estu- regreso a casa no quiso cenar, pero cenó después, so-
diar. Frente a sus discursos destructivos yo reacciono tra- lo. [ . . . ]
tando de desarmarlo. Le hago exhortaciones continuamen- »Pasó casi toda la mañana en cama en estado depresivo
te. [ . . . ] Mi reacción es casi instintiva. [... ] (como de costumbre). A mediodía vino el amigo Fede-
»Esta mañana estuvo en los tribunales con el hermano, pero rico. Cosa extraña, Giuseppe lo quiso ver y habló con él
cuando volvió declaró que seguía perdiendo su tiempo. A durante una hora y media. Después del almuerzo salió para
la siesta se quedó en la cama, para salir después sin meta encontrarse con un ex compañero de estudios. Regresó a
fija. Volvió a las 21.30 y durante la cena habló con su eso de las 15 y tornó a salir (incorrección). A la hora vol-
madre acerca de los hijos de Andrea, mostrando cariño ha- vió a casa, se dio una ducha, se cambió y se puso a estudiar
cia ellos. Pero después se ensombreció, y fueron vanos mis desde las 16 hasta las 19 (incorrección). El estado de áni-
intentos de averiguar qué le ocurría. [ . . . ] mo de Giuseppe ha cambiado. No parece deprimido, sino
»Por la mañana fue de nuevo a los tribunales. Después del bastante activo. Después de la cena llamó por teléfono a

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dos conocidos y aceptó la invitación de Franco, el her- Sólo que no se puede resistir pasivamente en una situación
mano, para que se presentara la mañana siguiente en la absurda».
sala de los abogados a fin de prestar juramento.
»Esta mañana no pude evitar regañarlo y exhortarlo a Al final de la sesión, el terapeuta se declaró muy afec-
reaccionar contra su depresión (incorrección de mi parte) tado por la escasa colaboración en la terapia y por la lige-
[...] reza con que Giuseppe descuidaba su vigilancia.
»Por la mañana, después de mantener un breve contacto
con su hermano por unas cuestiones legales, salió para en-
contrarse con un amigo (incorrección). Se acostó a la siesta,
y se levantó a las 18 con un humor negro. Repitió una vez El cambio como desafío al terapeuta
más que debía resignarse a proseguir su existencia con el
ritmo habitual y con la tentación de robar revistas porno- En este punto se inició una fase nueva, caracterizada por
gráficas. Después salió y poco después llamó por teléfono la progresiva descentralización del terapeuta, que culmina-
diciendo que se quedaría a cenar en casa de un amigo ría con la escisión del sistema terapéutico. La descentra-
(incorrección). [... ] lización se produciría de manera progresiva hasta la verifi-
«Durante casi todo este día. Giuseppe descuidó su función. cación de los espacios de interacción de la nueva estructura
Durante la mañana acudió a los tribunales a prestar el ju- del sistema (Menghi, 1977).
ramento reglamentario para presentarse al próximo examen Al comienzo, sin embargo, la manifestación de una indi-
de procurador legal (incorrección). A la siesta se quedó viduación mayor de los espacios de pareja y personales
un rato en casa y traté de hablarle y de alentarlo a reac- mantenía al terapeuta en la posición de garante de la ho-
cionar, de infundirle confianza. Salió a eso de las 19. Des- meostasis familiar y, en consecuencia, centralizado en su
pués de la cena, no obstante que tenía una cita para ir al función de regulador homeostático en remplazo del pa-
cinematógrafo, no lo hizo. Lloraba y me decía que, cuando ciente designado. La familia reivindicaba la mejoría to-
yo ya no esté, no tendría ninguna persona a quien hacer davía en relación con el desafío iniciado con el terapeuta,
confidencias». y que había culminado en la negación estratégica de aque-
lla, Por su parte, el terapeuta, aunque profundizaba los
Giuseppe: «No se puede escapar de la realidad de la vida. espacios personales y subsistémicos, permanecía en la po-
Por eso, sea que prosiga con este lío de terapia familiar, sición del que niega la utilidad de un cambio y pone de
sea que no lo haga, seguramente que no se puede escapar. manifiesto sus dificultades y sus riesgos: y en este punto
Los demás no cometen incorrecciones conmigo. [... ] los riesgos habían dejado de ser genéricos porque se liga-
»En este período he vivido como he podido. La mañana ban con las demandas concretas que cada miembro empe-
del miércoles fui a casa de mi amigo Mateo. Yo lo había zaba a hacer por sí mismo y con relación al otro. Por eso
llamado por teléfono para pedirle que me ayudara a poner la intervención no contenía amenazas a la homeostasis fa-
el barco en condiciones. Después fui al estudio de mi her- miliar, que en cambio representaba un obstáculo y al mis-
mano Franco. Pero en realidad todo es inútil, no se puede mo tiempo una garantía para las primeras instancias de
escapar de la realidad. Sin duda que puedo ir a ver a mi cambio; justamente en virtud del proceso de desmantela-
hermano, pero esto no cambia nada . . . Llegados a este pun- miento de estos obstáculos, para demostrar al terapeuta lo
to, quizá sería mejor acabar, en lugar de continuar con infundado de sus temores, la familia adquiría una autono-
todas estas puterías. [ . . . ] mía más grande. Reproduciremos fragmentos de la sesión
»Seguí yendo a encontrarme con Franco, me quedé a cenar 13ª con los padres:
en casa de un amigo, un ex compañero de escuela, [ . . . ]
pero quizá lo único que debería hacer sería tomar nota Madre: Ahora me siento un poco cansada, «aplastada», ¿me
pasivamente de esta situación, inclinar definitivamente la entiende usted? Pero en la incertidumbre me he concedido
cabeza y seguir yendo a Roma, aun si eso no cambia nada. un descanso.

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Padre: Pero yo le puedo hacer la síntesis. En estos últimos ce: «Yo no me fío«, y puede ser que tenga sus razones.
tiempos, efectivamente Giuseppe se ha movido... no ha Tanto más cuanto que el propio Giuseppe declara «Me ten-
permanecido en cama. Fue un poco a los tribunales con go que poner a trabajar»; y después «No lo consigo».
su hermano, se puso a estudiar algo, lleva consigo libros... Madre: Sobre eso debo decir algo que he notado en él del
15 al 26 . . . Ha pasado esos días positivamente; frecuentó
[En esta fase de la terapia el padre es mucho más activo todas las mañanas el estudio de su hermano y permaneció
y responsable.] poco tiempo en casa.
Padre: ...¿no podemos fiarnos? De acuerdo; este mucha-
T.: ¿Libros para niños? cho puede hacer una locura mañana, pero, en efecto...
entre las demás cosas ha ocurrido también un hecho posi-
[El estilo sigue siendo provocador, aunque a la vez es tivo. Giuseppe ha triunfado en una causa, y nosotros nos
burlón y humorístico.] enteramos casualmente por los diarios... ni siquiera sa-
bíamos que se ocupaba de esa manera del asunto... En
Padre: No, libros de derecho . . . En efecto, se ha produ- definitiva, creo que aun no haciéndonos ilusiones, como us-
cido una tentativa de inserción. Es verdad que si después ted decía . . . El mismo Franco, que siempre es objetivo y
se le pregunta, dice: «Yo lo hago, pero estoy convencido de nunca se desequilibra, ayer le dijo a mi esposa . . .
que para mí todo está terminado». Salvo el hecho de que
antes era coherente con esta postura absolutamente nega- [Se tiene la impresión de que los padres intentan conven-
tiva y se quedaba en casa; ahora, si su hermano lo llama cer al terapeuta de la mejoría producida. Pero dar crédito
al juzgado, él va . . . a sus argumentos podría ser la señal para que se batieran
T.: No me fío. Me sorprende que usted, después de tantas en retirada en este esfuerzo familiar hacia la «curación»;
experiencias, se confíe tan ciegamente. el mantenimiento del polo homeostático por parte del tera-
peuta es un punto firme y un factor tranquilizador que per-
[ ... pero el terapeuta deja entender al mismo tiempo: mite al sistema desequilibrarse hacia ulteriores cambios.]
«No obstante que haya tenido tantas experiencias negati-
vas, espero que usted no haya perdido todo optimismo».] Madre: . . . que notaba que Giuseppe se interesaba más en
su trabajo . ..
Padre: Yo no me fío; yo consulto, se lo cuento a usted. Padre: ... notaba que había cierto interés.
T.: Le digo que no me fío. Hoy no esperaba saber de me- No me fío de todo esto, es demasiado riesgoso . . . Giu-
jorías. A lo sumo, teatralizaciones . . . Es decir, algo que seppe no puede abandonar así su función. No me han dado
no fuera tan riesgoso para todos ustedes.
garantías suficientes.

[El terapeuta pone el acento en la necesidad de que ellos [El terapeuta da a entender que sólo abandonará sus re-
mismos asuman los riesgos inherentes al cambio.] servas en caso de comprobar cambios más sustanciales.]

Madre: A mí también me parece que Giuseppe da pasos No obstante que dejó entrever la posibilidad de ulterio-
adelante... res cambios, el terapeuta dedicó el resto de la sesión a
reproponer una inmovilidad absoluta en las funciones res-
[Ahora la mejoría es compartida explícitamente por los pectivas y en las modalidades de relación que se habían
dos padres. Parece que la incredulidad, que el terapeuta puesto de manifiesto en las sesiones anteriores. En parti-
ostenta tiene el poder de reforzar su convicción.] cular, invitó a Giuseppe a mantener su rol de «centinela»,
que tan útil era para todos y que con tanta abnegación
Padre: ¿Pero no oíste al doctor hace un momento decir que desempeñaba. El carácter repetitivo de las conductas pres-
no se fía de esta tentativa de inserción? Lo afirma él; di- critas por el terapeuta aprisionaba a cada quien en el espa-

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cio limitado de su función y creaba un creciente malestar.
Los padres empezaban a sentir la carga del control que gados a este punto, que se vayan todos a la mierda, yo
ejercían sobre Giuseppe: en la misma medida en que era acepto mi vida como es, y no me rompan más las pelotas;
traído a la luz y prescrito por el terapeuta, se vivía con en suma, maldita sea, yo no les rompo las pelotas a los
cierto «sentido del ridículo», atestiguado por el siguiente demás y que los demás no me las rompan a mí. Así esta-
episodio, que refirió la madre: remos a mano.
T.: Me parece que Giuseppe a su modo dice que esta tarde
«A las 17.30, Giuseppe salió para ir a la misa vespertina no tiene ganas de lloriquear. Me complace. No esperaba
diciendo que enseguida volvería. Pero eran las 19.30 y no esto.
había vuelto; yo estaba muy inquieta, entre otras cosas
porque sospechaba que eso ocurriría. En consecuencia, des- [El terapeuta define positivamente las afirmaciones de
pués de haber llamado por teléfono al amigo Mateo, mi Giuseppe, que demuestran su capacidad de poner límites
marido fue a inspeccionar el puente ferroviario que Giu- entre él y los demás o su tentativa en ese sentido. «No es-
seppe había mencionado más de una vez. Cuando el padre peraba esto» significa: «No esperaba que él expresara tan
ya había salido, Giuseppe volvió y contó que se había ido francamente su sufrimiento por tener que presentar siem-
a encontrar con un amigo. Al enterarse de que el padre pre la parte más pobre y monótona de sí mismo.]
había salido para buscarlo, cobró una expresión sombría
y se recluyó en su silencio. Sólo después que volvió el pa-
dre, que estaba un poco turbado, dijo algo para repro-
charnos nuestra aprensión. En efecto, repensándolo, nos pa- Una nueva estructura
reció todo desproporcionado y hasta un poco . . . ridículo si
no fuera por los antecedentes. En este mismo momento en La ausencia física de Giuseppe en las sesiones siguientes
que escribo me pregunto por cuánto tiempo todavía tendré fue considerada positiva por el equipo terapéutico, pues
(pie seguir poniendo por escrito las veces que Giuseppe sancionaba en la práctica un cambio en la estructura fami-
hace esto o lo otro, entre otras cosas porque él cada vez liar. Por primera vez, el input desestabilizador partía del
está más "rebelde" e "incorrecto"». sistema familiar mismo. Con anterioridad no se soportaba
la menor distancia entre Giuseppe y los padres, sobre todo
Por su parte, Giuseppe, que adoptaba una actitud más y la madre; ahora, la constante participación en la terapia
más «rebelde», enviaba mensajes de impaciencia más cohe- de la pareja sola era indicio de una modificación impor-
rentes: tante. En efecto, los padres admitían acudir solos sin que
los paralizara la angustia que los movilizaba en torno del
«Si por lo menos cada uno pudiera permanecer en su pro- hijo. También habían conseguido salir una noche dejando
pia esfera sin tener siempre encima los ojos de los demás. solo a Giuseppe. Así refirió la madre el episodio:
De hecho, parece imposible conseguirlo. Pero a mí me
rompe las pelotas, que así sí, que así no . . . ». «Mi marido y yo salimos después de la cena dejando solo
en casa a Giuseppe, que no estaba del todo tranquilo y
Todo esto llevó a un aumento de la tensión, que el sis- tenía en sus manos la soga para hacer gimnasia. Volvimos
tema expresó por medio del paciente en la sesión 14ª. a medianoche. Giuseppe ya estaba en la cama. Tenía la
Reproduciremos la explosión final, que tuvo por resultado luz encendida y fuimos a darle las buenas noches. Cuando
la ausencia constante de Giuseppe en las sesiones que si- se enteró de que habíamos ido al cinematógrafo, dijo que
guieron: debía de haber pasado mucho tiempo desde la última vez
que habíamos hecho una cosa así».
Giuseppe: Esta ambivalencia sustancial de tener que ir a
un psiquiatra para contarle las propias puterías. ¡No! Lle- Al mismo tiempo se tuvo noticia de un aumento notable
en la autonomía de Giuseppe. Después de algunas sesio-

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nes, utilizadas sobre todo para consolidar las distancias ad- La carta reforzaba y sancionaba la línea estratégica de
quiridas, el terapeuta envió una carta a Giuseppe. Los pa- esta fase. Redefinía la conducta de Giuseppe calificándola
dres fueron sus portadores. de creadora, y traía a la luz, por el hecho de prescribirlas,
las características funcionales del sistema familiar. Además,
Con esta comunicación al paciente designado se buscaba: presentaba una semejanza formal con los mensajes del pa-
ciente designado, que hacía una cosa positiva pero simul-
a. Dar un reconocimiento a los esfuerzos que hacía Giu- táneamente sentía la necesidad de definirla como negativa;
seppe para consolidar su autonomía; que tenía una conducta autónoma, pero enseguida debía
b. reproponer una prescripción sintomatológica con proce- compensarla con una conducta sintomática. Por otra parte,
dimiento provocador (Andolfi v Menghi. 1976. 1977); sólo formalmente la carta se dirigía a Giuseppe. El verda-
c. reforzar una clara división subsistémica entre la pareja dero destinatario era todo el sistema familiar, y de hecho
y Giuseppe, y todo el sistema respondería a ella después. La tercera con-
d. poner en relación la autonomía del hijo con la de los dición, la que indicaba que en ausencia de Giuseppe los
padres. padres realizarían la lectura fuera de la casa, determinaba
para el padre y la madre una ocasión más para cotejarse
Reproducimos íntegramente el texto de la carta: y reforzar su espacio de pareja, desvinculándose del hijo.
En efecto, los crecientes movimientos de Giuseppe en el
«Querido Giuseppe: Me hago cargo de los esfuerzos que sentido de la autonomía exigían que paralelamente se
haces en estos últimos tiempos para volver más productiva pudiera reestructurar el subsistema de la pareja. En las
tu participación en la terapia familiar. Y tanto más produc- posteriores reuniones con el marido y la esposa, el terapeu-
tiva porque se produce a distancia, sin el riesgo de asumir ta, por el recurso de llevar hasta la exasperación la impo-
actitudes dependientes y pasivas. Sin embargo, te solicito sibilidad de un encuentro de pareja que no pasara por la
que no renuncies a la creatividad contenida en tus conductas triangulación de Giuseppe (hecho reforzado por la lec-
habituales (como permanecer mucho tiempo en cama, mas- tura de la carta en la casa), traía al primer plano la exi-
turbarte repetidamente, romper las pelotas, amenazar con gencia de reencontrar espacios personales y espacios com-
atentar contra ti mismo, no desempeñarte en una actividad partidos que ya no se limitaran a conversaciones sobre la
laboral) hasta que no te hayas asegurado perfectamente patología del hijo.
de que tus padres están en condiciones de caminar solos En ese momento el terapeuta se valió de un abordaje
sin que necesiten de tu función». más típicamente estructural. En efecto, la verificación de
una estructura nueva está caracterizada por el abandono
Junto con la carta se impartieron a los padres estas ins- de la función de regulador homeostático que el terapeuta
trucciones: había desempeñado hasta ese momento, y por la capaci-
dad de la familia para reorganizarse sin necesidad de uti-
a. La carta debía ser leída todos los días en voz alta por lizar la patología. En esta fase, la intervención estructural
el padre o la madre en presencia de los otros dos; consiste en supervisar las interacciones alternativas que la
b. de tiempo en tiempo debía seguir a la lectura una dis- familia actúa de manera autónoma en procura de un nuevo
cusión sobre las reflexiones que la carta provocaba en cada equilibrio dinámico (Andolfi, 1977).
uno de ellos; De uno de los informes escritos tras la lectura de la
c. en el caso de que Giuseppe se rehusara a participar, la carta, se infería que los padres habían alcanzado una com-
lectura debía ser hecha por los padres solos en el horario prensión más clara. En efecto, observaba la madre:
establecido, pero en una habitación diferente o fuera de la
casa; y « . . . s e podría deducir que somos nosotros los que nos
d. sólo habría una sesión siguiente si se cumplía con esta beneficiamos con la función de Giuseppe para salir ade-
prescripción. lante por nuestra cuenta. Al contrario, me parece que es-

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tamos enredados y condicionados por nuestro hijo; este Padre: Tal vez ahora que nuestros hijos son grandes nos
condicionamiento dejaría de existir si él adoptara actitu- podamos permitir un poco de tranquilidad, un poco de des-
des adultas y lógicas. En todo caso, yo, la madre, llego en canso . . . Efectivamente, yo siempre he sido un poco jan-
concreto a la conclusión de que nosotros, los padres, de- senista.
bemos esforzarnos para no dejarnos condicionar por su
función. Por otra parte, nos parece entrever en sus mani- Como cierre de la sesión, después que marido y mujer
festaciones externas un intento tolerado de inserción. Por hubieron evocado el pasado y reanimado, por los recuer-
ejemplo, la noche que volvimos de Roma observamos que dos, un interés recíproco, el terapeuta les pidió, «aun sa-
Giuseppe se había preocupado por prepararse la cena. Esto biendo que no serían capaces de hacerlo», que llamaran
llevaría a inferir que él podría adquirir cierta autonomía por teléfono a Giuseppe para decirle que regresarían a la
en caso de que nosotros nos desengancháramos». mañana siguiente y se quedaran en Roma esa noche, «no
con el propósito de hacer algo determinado, sino como en-
Los padres, al parecer, habían tomado la valiente de- trenamiento, como esfuerzo para no dejarse condicionar por
terminación de luchar, con la ayuda del terapeuta, contra la conducta del hijo (y por el miedo de ellos)». La pare-
la necesidad de la función. Reproduciremos extractos de ja recibió esta prescripción (Andolfi y Menghi, 1976) con
dos sesiones con los padres solos, significativos porque se- perplejidad; el padre habló de compromisos de trabajo, la
ñalan el paso de la triangulación de Giuseppe al cotejo de madre de los problemas de la atención del hogar. Salieron
pareja y a una diferenciación mayor dentro de ella. Se diciéndose que acaso sería posible, acaso no. En la sesión
observará que en el curso de este proceso la posición del siguiente, la madre empezó diciendo que habían ido al tea-
terapeuta se descentralizaba más y más. tro después de tantos años.

Madre: ¿Sabe usted?, tengo la sensación de que al fin de Madre: Estoy convencida de que nosotros, los padres, de-
cuentas Giuseppe termina... terminaba un poco por se- bemos iniciar este desenganche de los hijos... La vía para
guir mi propia senda. obtenerlo es por cierto larga y difícil... pero yo creo en su
T.: ¿En qué sentido? real eficacia... Por mi parte, quizás es ridículo... pero me
Madre: En las relaciones sociales... Me parece que tam- inscribí en el Instituto Italofrancés para retomar el estu-
bién él tiene ese tipo de malestar, de temor a tratar con dio de la lengua francesa y asistir a las conferencias. Así
los demás, que yo tenía... tuve la posibilidad de volver a ver personas que ya conocía,
Padre: Pero conmigo eras extravertida... sólo hacia el exte- por ejemplo una ex compañera de escuela que ahora es
rior eras más cerrada, pero en fin de cuentas también a mí profesora de letras.
me venía bien e s o . . . Sabes, quizá por mi carácter... todo Padre: Y además... después de tantos años hemos deci-
este ajetreo, este andar saliendo, nunca me gustó mucho. dido hacer un viaje este verano..
Madre: Tampoco a mí, pero en cierto momento advertí T.: Tengo la impresión de que si quieren hacer este viaje
que no era bueno para los hijos... Además de que quizá tendrían que lograr primero credibilidad ante sus hijos.
tampoco era bueno para m í . . . porque muchas veces me (Sale.)
reproché no haber cultivado amistades... haber sido un Madre: Quizá sea verdad, también Giovanna dijo «Espero
poco cerrada... que lo hagan». Quizá sería necesario empezar con alguna
Padre: Pero cuando encontraste al sujeto que andaba lo- pequeña excursión...
quito te abriste... T. (entra): Mis colaboradores me hicieron notar que ese
T.: ¿Loquito era él? viaje es sólo una hipótesis de trabajo, no una certeza.
Padre: Loquito era yo. Padre: Creo que el viaje se hará ciertamente.
Madre: Pero no hemos realizado... Sí, nos hemos queri- T.: Pero, ¿qué sucede si alguien de la casa arroja un sal-
do bien, hemos tenido estos hijos... pero hemos realizado vavidas. .. al que se pueda aferrar el que tiene miedo de
poco para nosotros... ahogarse? Giuseppe, o también Giovanna, podrían arro-

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jar uno de estos salvavidas para ver si ustedes se aferran veces había ido de visita a casa de su hermano mayor, que
a él... vivía en una ciudad vecina y con quien había establecido
Madre: ¿Cuál podría ser, por ejemplo, uno de esos sal- una relación significativa. Hacía proyectos de vacaciones
vavidas? para el año siguiente; en particular, programaba con de-
Padre: Por ejemplo, Giuseppe podría tener una de aque- talle un viaje por el Lazio y la Umbría.
llas crisis... ¡pero esta vez no tendrá efecto! En una sesión de control, después de las vacaciones, los
Madre: No, no, no sucederá... padres afirmaron que habían aflorado tensiones a causa de
la «diversidad tan grande de nuestros caracteres», pero
también declararon que se sentían revitalizados por estas
discusiones. El padre sostuvo «haber redescubierto a Gio-
Escisión del sistema terapéutico vanna», la hija menor, y que había recuperado con ella
una relación que, sin quererlo él y sin advertirlo, se había
En la sesión que siguió, marido y mujer reafirmaron su perdido prácticamente. Fue también el padre quien hizo
voluntad de emprender el viaje; en ese sentido, trajeron reflexiones sobre esta experiencia terapéutica cuando había
un programa detallado. Las garantías ya no eran para el trascurrido un año, en una carta dirigida al terapeuta:
terapeuta, sino que cada uno se comprometía con el otro
y con su deseo de hacer la experiencia. Por otra parte, los « . . . Con sinceridad le debo decir que nuestras experien-
informes sobre la lectura de la carta se habían convertido, cias con usted en esas veintitrés sesiones fueron muy
para los miembros de la pareja, en motivo de reflexión exigentes y de gran tensión, pero sin duda hemos logrado
sobre su vida pasada, sobre las relaciones con los hijos y una fe renovada en nosotros mismos y en nuestra capaci-
con la familia de origen de cada uno. Declararon haber dad para enfrentar los problemas que vendrán, sobre todo
observado con sorpresa y satisfacción que lograban no ha- por el avance de la edad. [... ] Giuseppe sigue insegu-
blar de Giuseppe, sin sentirse culpables. Además, destaca- ro sobre la elección profesional que hará. [... ] Giovanna
ron el hecho de que este había mejorado a consecuencia pasa por su propia crisis, pero tengo mucha fe en sus dotes
del distanciamiento de ellos. Dijeron haber quedado con- de inteligencia v en el diálogo que se ha iniciado entre
fundidos porque Giuseppe se había desenganchado ha- nosotros. [... ] Mi mujer y yó hacemos augurios para
ciendo una excursión a Asís antes que ellos emprendieran que continúen los signos de este renacimiento; yo perso-
su viaje; se sintieron como si les hubiera «ganado de mano». nalmente garantizo mi compromiso. [... ] Habrá adverti-
Giuseppe proporcionaba continuas noticias de sus propios do usted que le hablo como a un amigo, y este me parece
progresos y definió su conducta diciendo que «ahora [es] un punto muy positivo... >.
normal». La sintomatología anterior no se había vuelto a
presentar, aunque afirmaba no haber resuelto todavía sus El alejamiento gradual de la terapia confirió a los miem-
problemas, que, empero, él mismo definía, en una carta bros de la familia Fraioli una mayor independencia y los
dirigida al terapeuta, como «dificultad para decidir, auto- puso en la necesidad de hacerse cargo de los cambios
determinarse e insertarse en la vida adulta». En ocasio- sobrevenidos y asumirlos con plena conciencia. En este
nes manifestaba cierta preocupación por el futuro, pero se sentido, todos, el terapeuta incluido, hicieron un balance.
empeñaba en actividades en lugar de refugiarse en las ac- En esta última fase de separación de la familia, el tera-
titudes regresivas de antaño. Había pasado con buen re- peuta tiene que ser capaz de producir justamente el cam-
sultado un examen de habilitación profesional; colaboraba bio atestiguado por el señor Fraioli, el abandono de la fun-
en la administración del estudio de su hermano y estudiaba ción de terapeuta para encontrarse como persona que pue-
a fin de mantenerse actualizado. Para las vacaciones, hizo de tener un intercambio con otra persona sobre problemas
viajes con amigos y se declaró satisfecho con la nueva ex- que ya no se esconden tras la patología.
periencia. Había trabado amistad con un joven de su Reproduciremos algunos pasajes de una conversación en-
edad, y pasaba parte de su tiempo libre con él. Algunas tre el terapeuta y Giuseppe en las fases finales de la tera-

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pia. El propio Giuseppe fue quien solicitó el encuentro a mujeres —casi todos las tienen—; el problema está en que
solas, declarando la necesidad de un cotejo directo. esperas no sé qué cosa de las mujeres. Quizás entonces
te conviene masturbarte con Playboy... Claro es que qui-
Giuseppe: A mi juicio, en este punto es necesario ser con- zá no sea satisfactorio...
cretos. Se trata de decidirse entre no poder y no querer. Giuseppe: Diría que en modo alguno lo es.
Sin embargo, creo que en la vida una persona no se auto- T.: Entonces el problema está justamente en la insatisfac-
determina nunca del todo por sí misma... se determina ción de que has hablado.
sólo en parte, porque también hay otros factores que la Giuseppe: S í . . . permanente insatisfacción.
obligan, le facilitan las cosas, la obstaculizan... En otras T.: Sabes, en Playboy hay mujeres especiales. ¿Has visto
palabras, las cosas son a s í . . . Debo decir con claridad en mujeres con celulitis en Playboy?
este momento que en las relaciones con el otro sexo no Giuseppe: No.
doy pie con bola, en el sentido de que hoy es difícil trabar T.: .. .¿o una mujer que muestre los primeros signos de
una relación seria con las muchachas... la vejez?
T.: Cuando iba a la escuela, tenía un amigo que decía Giuseppe: No, no, es evidente.
que para hacer algo era necesario recurrir a putas. Noso- T.: Entonces, esas son supermujeres. A ti te gustan más
tros le decíamos que era una cosa triste. Al final lo lle- que las reales. Tienes un poco esa tendencia a ser «súper»
vamos, y entonces él se echó atrás... De esa manera, me y extraordinario.
parece que armas un discurso para negártelo en el mo- Giuseppe: Admito que es verdad lo que usted dice, que
mento mismo en que lo haces... Es como si dijeras « E l yo quiero demasiado... Pero yo ahora... querría... Me
verdadero problema es con el otro sexo», pero no está del explicaré con un ejemplo concreto...
todo claro si no puedes o no quieres, y después declaras:
«Pero en el fondo la culpa es de las muchachas». Me pa- Giuseppe empezó a contar un encuentro que tuvo con
rece que continuamente descubres justificaciones para no una muchacha en el tren, su turbación, el descubrimiento
enfrentar el problema... Es como aquello de dar por el de intereses comunes, la agradable sorpresa de que ella
culo... ¿te acuerdas? debía tomar de regreso el mismo tren, y después sus vanos
intentos de volver a encontrarla en la misma estación los
[Ahora el terapeuta puede hablar abiertamente de las con- días siguientes.
tradicciones presentes en los mensajes de Giuseppe.]
Giuseppe: Quiero decir q u e . . . digamos... Me parece que
Giuseppe: La primera sesión, de setiembre de 1977. en teoría las ocasiones se podrían presentar... pero des-
T.: ¿Te acuerdas, entonces? ¿Cuál era la diferencia que pués puede resultar difícil encontrar un enganche prác-
tuvimos tú y yo sobre esto? tico. .. Este es un caso particular, porque, aunque me ocu-
pé de lograrlo, no la vi m á s . . .
[El contexto es intenso. Se trasunta la complicidad propia T.: Pero en este caso, ¿no pudiste o no quisiste?
de dos personas que tienen una historia común. El cotejo Giuseppe: No, en este caso quería, por lo menos desea-
es directo, de persona a persona.] b a . . . pero, repito, no conseguí reencontrarme con ella...
T.: Es probable que se trate todavía de esa disyuntiva en-
Giuseppe: No me acuerdo con precisión... tre poder y querer, en el sentido de que subsista alguna
T.: Tú hablabas de dar por el culo, y en cambio a mí me función que debes desempeñar... y por eso no te lo pue-
parecía que la cosa era con una pequeña palabrita an- des permitir... Todavía subsiste mucho de esa disyunti-
tepuesta. va. Si hasta hace poco tiempo no sólo no podías tener una
Giuseppe: Un súper-dar por el culo. relación con una mujer, sino probablemente ni siquiera
T.: Justamente, un dar por el culo muy especial... por- una relación adulta con cualquiera... ponerte a conver-
que mi impresión no es que tengas dificultades con las sar con personas adultas sin necesidad de lloriquear...

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Es probable que quede todavía alguna función que debes 1


culación de los hijos, debían enfrentar problemas viejos
desempeñar... a la que te hayas aficionado... y a causa y nuevos, pero sin necesitar ya de triangulaciones patoló-
de la cual tienes dificultades para sentirte Giuseppe. Cuan- gicas. En ese momento el terapeuta pudo por fin declarar-
do venías aquí hace un año no eras Giuseppe... eras una se abiertamente favorable al cambio producido y felicitarse
masa de cosas... atentar contra ti mismo, ideas fijas... de manera explícita con los miembros de la familia por
extorsiones... ¿Te acuerdas? Era una masa de funciones los esfuerzos hechos y los resultados conseguidos. Había
que debías desempeñar. No sé exactamente en qué punto concluido su obra de desmantelamiento de la rigidez del
estás ahora... sistema, así como la simultánea apertura de alternativas
nuevas; pero la verificación última de la estructura nueva
[El estilo sigue siendo provocador, pero ahora al tera- compete a la familia y a los individuos que la componen
peuta le es posible reconocer abiertamente los cambios so- (Menghi, 1977).
brevenidos.]

Giuseppe: No s é . . . sin duda las cosas han cambiado...


pero no es fácil enfrentar los problemas que existen...
Quizá los demás... Yo me siento desarmado... sobre todo
con las mujeres...
T.: Justamente por eso me pregunto para qué abandona-
rías las funciones en que eres experto... para convertirte
en un adolescente o un preadolescente que hace sus pri-
meras armas y que quizás hasta se ruboriza si habla con
una chica... Y después tengo la impresión de que todavía
estás demasiado interesado en lo que debes responder a
los demás, en lugar de pensar en lo que te importa decir.
Pero tú, ¿qué quieres para ti?
Giuseppe: Es probable que yo ni siquiera sepa lo que ver-
daderamente quiero...
T.: Lo que me interesa saber es si quieres hacer alguna
cosa por ti o si todavía estás empeñado en tus funciones...
Giuseppe: No creo... pero en este momento no tengo
todavía una respuesta... es difícil comenzar... Pero sin
duda ahora logro reírme más de mí mismo... tomarme
menos en serio...

Aunque el terapeuta sigue utilizando un estilo provoca-


dor a fin de sondear la capacidad de Giuseppe para con-
servar sus propias fronteras, por su modo de comunicarse
se muestra más dispuesto a discutir las dificultades del
joven, que en ese momento se presentaba como un ado-
lescente turbado que debía enfrentar sus insuficiencias, sin
sentir la necesidad de esconderse tras una patología. Acaso 1
En los últimos años hemos asistido con cierta frecuencia a
Giuseppe ya estaba en condiciones de hacer demandas más terapias familiares exitosas que después llevaron a demandas de te-
individualizadas. rapia individual por parte del paciente designado o de algún otro
miembro. Consideramos esta evolución un resultado positivo del
Lo mismo valía para los padres que, producida la desvin- trabajo realizado en el conjunto de la familia.

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Conclusiones d. vuelve difícil o hasta imposible toda respuesta que


tienda a reproponer viejas reglas y comportamientos repe-
titivos;
e. impide a la familia estabilizarse en torno de un equi-
librio nuevo que sólo represente una trasformación funcio-
nal idéntica a la precedente (Ashby, 1971);
f. trae a la luz fantasmas y miedos referidos al cambio,
atenuando su valor destructivo, y
Con la reconstrucción longitudinal de la terapia de la fa- g. activa el cotejo y la renegociación de deseos y ne-
milia Fraioli hemos intentado recomponer en sus partes cesidades individuales que ya no se enmascaran tras la
el abordaje que en este libro presentamos. Si bien es po- patología de uno de los miembros.
sible distinguir una parte más estratégica, que apunta a
la ruptura de la rigidez disfuncional del sistema familiar, En el curso de este proceso, el terapeuta inicialmente
y otra que se podría llamar más estructural, orientada a la ocupa el lugar del paciente designado y se centraliza, con
reorganización de una nueva estructura familiar (Stanton. lo cual mueve a cada uno de los miembros a definirse
1981), en realidad en cualquier fase se puede observar la respecto de él. Es decir que convoca aquellas demandas
afirmación de un mismo proceso: la progresiva diferencia- que nacen del cotejo de cada quien con su función; puesto
ción de los espacios de los individuos y la consiguiente que esta ya no se actúa en el espacio de interacción,
pérdida de rigidez del sistema como un todo por la vía del pierde el valor de conducta compartida con un objetivo;
acrecentamiento de sus potenciales de información. La de esa manera pone de manifiesto una identidad em-
ruptura de la rigidez del sistema familiar, que impedía pobrecida y reducida a una sola dimensión. Estas mis-
un intercambio satisfactorio de informaciones, coincide con mas demandas, aunque se expresen a menudo en un nivel
la activación de potencialidades individuales escondidas tras fantaseado, y siempre dentro de una estructura de con-
las funciones reductoras del libreto familiar. De hecho, la tención en que el terapeuta es garante, en primera per-
liberación y el redescubrimiento de los espacios personales sona, de la homeostasis familiar, representan por sí mis-
de cada miembro de la familia constituyen el resorte más mas una información nueva y desestabilizadora.
poderoso para descubrir las posibilidades de nuevas confi- Por el hecho de centralizarse y mantenerse de manera
guraciones relaciónales en el interior del sistema. coherente en el polo homeostático, el terapeuta modifica
El terapeuta, por vía de la redefinición, la provocación de hecho la configuración interactiva del sistema, pero al
y la negación estratégica (Andolfi, 1977; Andolfi et al.. mismo tiempo niega estratégicamente la posibilidad de
1978), ejerce una acción desestabilizadora sobre el sistema cambio. Lo que se persigue es abrir una brecha en la
familiar, obrando en diversos niveles: rigidez del sistema familiar, el abandono de sus certezas
y el comienzo de una búsqueda y una experimentación
a. Acepta la centralidad del paciente designado, con de configuraciones nuevas en el orden personal y de re-
lo que subvierte por completo su razón de ser, porque lación. El terapeuta opera redefiniciones continuas que
redefine su comportamiento como lógico, voluntario y útil; impiden al sistema familiar estabilizarse en torno de una
b. constriñe también a los demás miembros a su res- definición única; de ese modo, no permite que los miem-
tringido espacio personal, que coincide con la función bros de la familia inserten la intervención terapéutica en
asignada por la específica lógica familiar; los antiguos esquemas de referencia. Simultáneamente se
c. pone de manifiesto y separa las contradicciones y descubren espacios personales nuevos y se reabren cana-
los conflictos condensados en la conducta sintomática, re- les de interacción, los que constituyen un acrecentamiento
distribuyendo así tensiones y conflictos por los espacios per- de los potenciales informativos y, por lo tanto, de las po-
sonales y subsistémicos de cada miembro; sibilidades de reestructuración.

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En este punto es posible proceder a la verificación de a activar esquemas nuevos de relación, sean internos o ex-
la estructura nueva, lo que marca el paso de un abordaje ternos, y a idear soluciones futuras practicables, de las que
estratégico a uno más típicamente estructural. Este paso se podrá constituir en el punto de referencia con miras a
se caracteriza por la progresiva descentralización del tera- una verificación periódica.
peuta, hasta que se llega a la escisión del sistema terapéu- La aparente simplicidad de las líneas terapéuticas y la
tico. inteligibilidad de las intervenciones características de esta
En una primera fase, mientras los miembros de la fa- fase podrían inducirnos a no valorar su importancia e in-
milia reivindican los cambios sobrevenidos en función del currir en errores por precipitación y superficialidad. Los
terapeuta y del desafío con él iniciado, este responde con movimientos del terapeuta, en efecto, deben favorecer aho-
la negación estratégica de la mejoría. Es decir que mani- ra el alejamiento progresivo y, por lo tanto, una disminu-
fiesta una disponibilidad mayor para aceptar los movimien- ción gradual del poder que antes había sido menester para
tos del sistema familiar, pero la subordina a una verifica- la intervención.
ción concreta; para ello reclama una acción que lleve a La escisión del sistema terapéutico trae aparejado, por
resultados visibles en orden a los cambios de que los miem- último, el redescubrimiento, en el interior de la familia,
bros de la familia se vanaglorian. Esa verificación se pro- de sus valencias autoterapéuticas, su capacidad para utili-
duce en la sesión, para que sea después continuada en la zar los nuevos inputs, provenientes de su interior o del
casa, lo que refuerza la tendencia al cambio y amplifi- exterior, como oportunidades de cambio y de crecimiento.
ca el proceso terapéutico más allá de la hora de reunión. El objetivo final es que el proceso iniciado continúe sin
Con este procedimiento el terapeuta pone el acento en la que sean ya necesarios los apoyos terapéuticos.
necesidad de que sea la familia la que se haga cargo de Para volver al caso de la familia Fraioli, nos parece pa-
los riesgos inherentes al cambio. Si la familia es capaz de radigmático el modo en que poco a poco se redefinió el
poner en práctica, con miras al terapeuta, modalidades comportamiento sintomático del paciente. Al comienzo, el
nuevas de comunicación, podrá al mismo tiempo experi- terapeuta, desde una posición central, lo redefinió como
mentar entre sus propios miembros las ventajas del cambio lógico, voluntario y útil. Después, por una ampliación de
y aprender a funcionar de manera autónoma. En este es- la tríada padre-madre-hijo al sistema familiar, que incluía
tadio, el terapeuta conserva su posición central de regula- a los otros dos hermanos varones y a la hermana, redefinió
dor homeostático, y manifiesta su duda y su perplejidad pragmáticamente el problema por referencia a un conflic-
hacia las demandas de cambio, cuyos riesgos sigue desta- to generacional. Se pasó así de una indiferenciada emo-
cando. Esto permite a la familia ulteriores desequilibrios tividad familiar en tomo del síntoma, a una mayor dife-
en el sentido del cambio, que se manifestará como una renciación de los conflictos. La vuelta a la tríada permitió
acrecentada capacidad de cada miembro para individuar- poner en relación la autonomía del hijo con la de los pa-
se en el interior del sistema. dres, y esta redefinición del problema fue reforzada por
una clara división subsistémica entre la pareja y Giuseppe.
Comienza entonces una segunda fase, que coincide con
la progresiva descentralización del terapeuta y la verifica- Todos estos cambios sobrevienen en un contexto en que
ción, por la propia familia, de la mudanza sobrevenida en el terapeuta se mantiene en el polo homeostático y pres-
la relación entre espacios personales y espacio de interac- cribe en clave provocadora las reglas disfuncionales del
ción. Esto no significa ausencia de conflictos y de proble- sistema, al tiempo que niega estratégicamente cualquier
mas, sino capacidad para enfrentar esos conflictos sin ex- mejoría producida. El momento de giro fundamental en el
perimentar la necesidad de esconderse tras una patología. proceso terapéutico es aquel en que los miembros de la
Los cotejos en el interior del sistema familiar se vuelven familia modifican su percepción de la conducta del pa-
más directos, y el terapeuta mantiene la posición de su ciente, es decir, cuando dejan de poner el acento en la
activador. Ahora sus intervenciones, más típicamente es- patología para considerar su significado relaciónal. Se pue-
tructurales, apuntan a ayudar a los miembros de la familia de iniciar entonces una búsqueda de autonomía, pero se
para que definan sus fronteras individuales y subsistémicas, presentan junto a ella el miedo del cotejo y de la verifica-

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ción. Es la primera realimentación indicadora de que advi- Bibliografía *


no el proceso de redefinición, de la nueva visión concep-
tual y emocional de los problemas, que ahora se pueden
enfrentar, en lugar de eludirlos (Watzlawick et al., 1974).
Ahora las demandas son más personales y ya no se deben
esconder tras la sintomatología. Los diarios que la madre
llevaba, iniciados en forma impersonal y centrados en la
conducta patológica del hijo, se convirtieron en ocasión
para reflexionar sobre su propia vida, sobre la relación
entre la autonomía de la pareja en el interior de ella misma Alarcón, P. A. de (1978) L'amico della morte, Milán: Ricci.
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* Una bibliografía más amplia sobre los temas tratados, al cuida-


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