Está en la página 1de 13

1

ASIGNATURA: HISTORIA DE LA LENGUA PROFESORA: LILIANA BELMAR B.

ESPAÑOL DE AMÉRICA
El español de América es la lengua extendida en América por los inmigrantes españoles,
fruto de la colonización, no de la evolución como lo son las lenguas amerindias y el
español mismo; es “el conjunto de variedades dialectales del español habladas en
América, que comparten una historia común, por tratarse de una lengua trasplantada a
partir del proceso de conquista y colonización del territorio americano” (Fontanella, 1992:
15). Cuando se habla de español de América se habla de “un territorio enorme, donde el
español se desarrolló en circunstancias muy diferentes de una zona a otra, con distintas
fechas de introducción, distintas lenguas con las que entró en contacto, distintas
geografías y una historia diferente en muchas naciones con variedades cultas a veces bien
diferenciadas” (García Mouton, 2001). La división en zonas dialectales del español de
América se ha realizado atendiendo a diversos criterios, por esto se lo ha dividido en
cuatro, cinco, ocho, veintitrés o más zonas, y dependerá de si se considera, por ejemplo,
el factor (isoglosas) fonético y fonológico, el morfológico, el léxico o el de sustrato
indígena para determinar las diferentes zonas dialectales que existen en Hispanoamérica.

Por otra parte, mucho se ha comentado respecto de las similitudes que existen entre los
procesos de hispanización de América y romanización de Europa, tanto desde el punto de
vista histórico, cultural como lingüístico, puesto que en el Nuevo Mundo se producen y
han ocurrido fenómenos y procesos lingüísticos con el español, similares a los que antaño
sucedieron al latín cuando romanizó Europa occidental (Lipski, 1996).

Está, por ejemplo, la superposición del español a los distintos sustratos amerindios;
son cientos de lenguas y pueblos americanos nativos los que encuentran los
conquistadores a su arribo a América –se cuentan más de 120 familias de lenguas
indígenas de las cuales muchas de ellas poseen decenas o incluso cientos de lenguas y
dialectos, constituyéndose en un verdadero enramado etimológico-. Algunas lenguas
tuvieron gran influencia en el español como el arahuaco (Antillas), náhuatl (México),
otras, no tuvieron mayor peso en la constitución del español de América como el yagán
(zona austral de Chile) o el mapuche (sur de Chile y de Argentina) cuya real influencia
aún se discute. Otro factor es la distinta intensidad en la colonización española, en
México fue muy intensa, lo que trajo la rápida incorporación del español en esa zona,
mientras que en Paraguay fue menor y el trato a los indígenas fue completamente
diferente que en otras regiones lo que ha permitido la fuerte conservación del guaraní
como lengua materna hasta estos días; o en Haití y Curaçao donde han surgido lenguas
criollas (crèole y papiamento, respectivamente). Las diferencias socioculturales de los
colonizadores fue variada, porque a unas regiones vinieron como conquistadores y
colonizadores personas de cultura, nobleza desposeída y soldados de rango (México y
Lima) y a otras zonas llegó –aunque en baja cantidad y posteriormente- el vulgo,
artesanos, campesinos, con un deficiente manejo del español, pleno de modismos
populares, lo que otorgó un carácter rústico al español americano. Las diferencias
dialectales del español hablado también influyeron, porque si bien el español estaba

LILIANA BELMAR BIZAMA


2

consolidado en el siglo XV, poseía diferencias dialectales, debido a la influencia del


extremeño, murciano, andaluz, canario, aragonés, leonés, gallego y otros “la diversidad
de las lenguas y dialectos regionales en España debía de ser lo bastante grande como
para llegar casi a impedir la comunicación entre muchas de esas variedades” (Lipski,
1996: 60). El origen de los conquistadores fue variado: Las dos Castillas, León,
Extremadura y, sobre todo, Andalucía, “los andaluces y los castellanos constituyeron el
grueso de la primera inmigración, y continuaron dominando los asentamientos españoles
durante la mayor parte del periodo colonial” (Lipski, 1996: 52).

La distinta densidad de las poblaciones en las regiones colonizadas también afecta en


la adquisición y características del español de América, porque a fines del siglo XVI, en
América, más del 90 % de la población es indígena, cerca del 3 % corresponde a esclavos
africanos y menos del 2 % corresponde a los españoles, por esto, en aquellas zonas muy
pobladas por indígenas y sin mayor población negra –Chile, Argentina, Uruguay- las
características del español diferirán notablemente del empleado en Centroamérica, donde
la densidad de la población negra es mayor, por lo tanto, el número de hablantes
constituye el elemento diferenciador y es fundamental, entonces, el modo cómo hablaron
y acogieron el español en los primeros tiempos los aborígenes de lenguas como el
guaraní, quechua, maya, esclavos africanos, etc. Las diferencias en el ritmo de
colonización, en Colombia, por ejemplo, fue muy rápido y el castellano penetró en todas
las capas sociales de Bogotá prontamente; en el sur de Chile, por otro lado, fue muy
lento, por lo que tomó más de dos siglos la colonización completa de toda esta región,
debido a esto la hispanización demoró años y el proceso de mestizaje fue muy lento. La
distinta fecha de colonización también influye en la constitución del español
americano, puesto que el español que llegó a las Antillas a fines del siglo XV y a Panamá
no fue exactamente el mismo que el que llegó al cono sur a finales del siglo XVI y todo el
siglo XVII. Todos los factores anteriores, y otros más, pueden explicar las diferencias en el
español de las distintas regiones de América.

Esta diferenciación en el español hispanoamericano se ha producido, por una parte,


derivado de los factores recién mencionados, y, por otra, a la constante llegada de
emigrantes de diversos orígenes a distintas zonas americanas (italianos, gallegos,
alemanes, vascos, „yugoeslavos‟ o croatas ...); al “elemento negro”, influjo lingüístico de
los esclavos africanos traídos a América, que fue muy importante en zonas como el
Caribe; a la capacidad receptiva que tiene el americano por lenguas extranjeras como
el francés e italiano (siglo XIX) o al inglés (siglo XX, XXI) que han plagado la lengua de
galicismos, italianismos y anglicismos en el léxico y que también se observa en ciertas
construcciones gramaticales; al desarrollo político y cultural de los primeros tiempos, etc.

Características

Los primeros colonizadores, producto de sus diversos orígenes hispanos, habrían tratado
de evitar el uso de localismos en pos de la homogeneización. Este paso se denomina como
el proceso de la koinización (gr. koiné, común), producido durante el siglo XVI, lo que
para algunos constituye la verdadera base del español americano. En esta lengua común
hubo cierta modificación del español por parte de las lenguas indígenas, especialmente en
el plano léxico donde se aprecian los mayores aportes de las lenguas vernaculares tales
como el caribe, arahuaco, taíno, náhuatl, quechua, guaraní y mapuche, por nombrar
algunos. En el plano fonológico y el morfológico no hay gran contribución de las lenguas

LILIANA BELMAR BIZAMA


3

indígenas, y ya no hay unánime aceptación de teorías como la de Lenz, quien atribuía


decisiva influencia del araucano (mapudungun) al español de Chile, puesto que varios de
los fenómenos lingüísticos que se dan en América, también se dan en ciertas regiones de
España, si es que no en toda ella, como es el caso de la asibilación de r y rr, třen, atřás,
la aspiración de –s > -h, ehto, casah o la aparición de un sonido φ que sustituye a la f.

En cuanto a las características actuales del español de América, destacan las siguientes:

 Andalucismo

El dialecto del español que más ha influido en la constitución del español americano, sin
duda, es el andaluz; de ahí surge la teoría andalucista que tiene como base el alto número
de sevillanos y demás andaluces que llegaron en los primeros tiempos a las Antillas y
después al resto de América; el hecho de que a través de Sevilla y Cádiz hayan salido
todos los barcos de España hacia el Nuevo Mundo (y hayan llegado de América); y que
durante los primeros tiempos se formara un proceso de koinización en las Antillas, con
características andaluzas como los fenómenos fonéticos:

- La velarización de h (humo o jumo) (jamelgo, jelecho);


- la pronunciación de j como h (higante, hente);
- la confusión entre f y j iniciales (juera, juerte);
- la –s se aspira y la que está en posición implosiva, luego de aspirarse, suele
asimilarse al sonido contiguo (mismo, mihmo, mimmo)Chile y Caribe;
- la /s/ coronal y no apicoalveolar;
- la –r y –l implosivas y finales suelen trocarse por equivalencia acústica o perderse
(sordado, carcañal, podé);
- la fricativización de ch (leʃe, muʃo en lugar de leʧe, muʧo);
- el seseo;
- el yeísmo

Estas particularidades están presentes en casi todas las variantes del español de América,
especialmente las que se ubican en las costas de América, porque su clima atrajo a los
andaluces al recordarles su tierra por lo similar de sus características, mientras que en la
sierra, las montañas y las mesetas, cuyas temperaturas son más heladas, captaron las
preferencias de los castellanos.

LÉXICO

Es en el plano léxico donde se aprecia la gran contribución de las hablas nativas de


América en el español, “el español se fue aindiando al mismo tiempo que hispanizaba a
las lenguas indígenas, pero los americanismos se habían ido castellanizando” (Alvar,
1991:50). La lista de indigenismos de América es larguísima, tanto es así que en la última
edición del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española de la Lengua,
se presentan más de 28.000 voces de esta región entre americanismos y regionalismos.
Los primeros americanismos de origen indígena en ingresar a la lengua española y ser
registrados fueron los antillanismos como canoa, tabaco, ají, canoa, galpón, cacique,
maíz, batata, hamaca, guayaba, enagua..., por razones obvias, las primeras tierras en
entrar en contacto lingüístico con el español fueron las Antillas. El náhuatl entrega

LILIANA BELMAR BIZAMA


4

chocolate, cacao, petaca, hule, tomate, tiza; el quechua aporta al léxico cancha, coca,
guano, papa, guagua, alpaca, vicuña, cóndor, pampa, chacra, choclo, por mencionar
algunos. La gran mayoría del léxico indígena se concentra en la flora (fitónimos), fauna
(zoónimos) y en los topónimos. Otros ejemplos lo constituyen los indigenismos
americanos cancha, carpincho, chancho, chicha, chupe, guanaco, guasca, palta, pichanga,
usados principalmente en América del sur.

El léxico hispanoamericano sigue diferenciándose del español en el uso abundante y


frecuente de indigenismos americanos, aunque cada región tiene sus particularidades
léxicas y familias de lenguas; por ejemplo, en América del sur se encuentra el chibcha (en
la región de Centroamérica, Colombia y Venezuela); el caribe (principalmente en
Colombia); el arahuaco (en el Caribe, Las Antillas, Brasil, Paraguay y norte de Argentina);
el quechua (que fue la lengua oficial que se extendió por todo el Imperio Inca y, por el
norte, llegó hasta del sur de Venezuela y Colombia); el aymara (Bolivia y norte de Chile);
el tupí-guaraní (que va desde el Uruguay hasta el Amazonas y desde Los Andes al
Atlántico). De esta diversidad de lenguas indígenas ha surgido un vocabulario importante
que influirá al léxico de cada región, según la lengua indígena con que conviva, así como
habrá grupos de hablantes más receptivos a los indigenismos que otros. Es propio del
habla de Chile, Argentina, Uruguay, por ejemplo, que los hablantes cultos eviten el uso de
formas indígenas y prefieran las más castizas.

En cuanto al léxico de procedencia hispana, tiende a ser arcaizante y mantiene vigentes


palabras que el español peninsular dejó de emplear hace siglos. Tal es el caso de lindo
(dejó de ser usado en España en el siglo XVII) por hermoso o bonito, liviano (por ligero),
pollera (por falda), escobilla (por cepillo), acequia (por albañal). Otro caso lo constituyen
los cambios semánticos, ya que cada palabra tiene su historia, el léxico de la península no
fue la excepción, por lo que ha habido adaptaciones de significado del español al
“americano”, estos verdaderos dialectismos semánticos se deben fundamentalmente a
las diferentes condiciones de vida y visión de mundo de ambas comunidades. En América
se presenta con abundancia los americanismos semánticos, es decir, palabras que en
América aluden a otro significado que el de Europa. Es en el habla coloquial y popular
donde se advierte el mayor número de diferencias y particularidades que caracterizarán
las distintas variantes. Por ende, es la norma culta formal, especialmente la escrita, el
patrón unificador, no solo del español de América, sino también de toda la comunidad
española. Un ejemplo de diferenciación en la denominación se da cuando las mismas
cosas reciben nombres diferentes en distintos países hispánicos, por ejemplo, unos viajan
en autobús, otros, en colectivo, otros, en camión, otros, en guagua, otros, en góndola,
otros, en chiva, otros viajan en micro o bus. Los ejemplos pueden multiplicarse y su
registro minucioso es labor habitual de los lexicólogos hispanos (López G., 2001).

FONÉTICA

En la entonación se reflejan cambios entre el español de la península con el americano, ya


que las regiones poseen lenguas indígenas que presentan distintas entonaciones que van
poco a poco permeando al español hablado en el Nuevo Continente lo que contribuye a su
diferenciación con el peninsular y a diversificarlo en América. Otras isoglosas son:

LILIANA BELMAR BIZAMA


5

 El seseo

Es el fenómeno fonético en que se pronuncia la sibilante / θ / como / s / en todo contexto,


en otras palabras, deja de existir la oposición entre las sibilantes dentales y las alveolares
para realizarse todas como estas últimas. Este fenómeno se da en Andalucía, Canarias y
toda Hispanoamérica, y su denominación como seseo recién empieza a utilizarse a
comienzos del siglo XVII. Desde Sevilla y toda la costa atlántica, se extendió este sonido
al Nuevo Mundo a mediados del siglo XVI, no solo por el origen mayoritariamente andaluz
de los conquistadores y colonizadores, sino, porque a principios del siglo XVI gran parte
de las mujeres que vinieron a colonizar y ayudar a poblar a América procedían de la
ciudad de Sevilla o de sus alrededores. Existen muchas formas de realización del fonema
/s/, tanto en España como en América se dan varias posibilidades, no hay una sola
pronunciación que uniforme a las comunidades de una u otra región, por ejemplo, puede
ser alveolar, ápicoalveolar, dorsoalveolar convexa, predorsal convexa alveolar,
alveodental, dental, coronal, coronodental plana, apical cóncava, ápicodental redondeada
o plana, sordas o sonoras, debilitadas, aspiradas, etc. El seseo, por lo tanto, es un
fenómeno fonético que no contempla la elección determinada de uno o más de estos
alófonos (o de otras posibles realizaciones de las sibilantes), sino que se presenta cuando
el sonido interdental fricativo sordo /θ/ no se ha realizado en un contexto ce, ci o z y,
en cambio, se da cualquiera de las otras posibilidades.

El ceceo, por otra parte, es el fenómeno inverso, es decir, se pronuncia la /s/ como /θ/
(cézamo, cer) en todo contexto. Como esta pronunciación coexiste y alterna con el seseo,
se da también en un sector de Andalucía, el sur de Huelva, norte de Sevilla, Jaén, llanura
de Córdoba y la ribera del Guadalquivir; además, en Hispanoamérica también hay
hablantes ceceantes, aunque son pocos los lugares en que se da: Puerto Rico, Colombia,
costa de Venezuela y zonas rurales de Argentina. El resto, corresponde a hablantes
incultos, ya que es más común en los estratos socioculturales bajos, por esto, desde un
comienzo, el ceceo ha estado determinado por sus hablantes, ya que en las zonas
seseantes de España, los gitanos de Sevilla y moriscos de Granada eran ceceantes, y se
consideraba un rasgo encantador y gracioso el serlo cuando no constituía una confusión o
error de pronunciación. En Chile, en cambio, cuando no se trata de un problema fisiológico
particular de un hablante (problemas en el paladar, lengua o dientes), se circunscribe su
uso, por ejemplo, a los hablantes de estrato más popular o rural y su pronunciación no
tiene cabida en el habla culta formal.

 El yeísmo

Este fenómeno fonético se refiere a la pérdida de distinción entre /λ/ y /Ʒ/ en todo
contexto, por lo que la lateral cede paso a la fricativa. Desde los orígenes de la lengua
española (puesto que no es un sonido que se haya heredado del latín, sino que es
producto de la evolución), la dificultad en la pronunciación del fonema prepalatal lateral,
que solía pronunciarse como Li, hizo que los hablantes, en forma esporádica sí, lo
sustituyeran por uno más cómodo de pronunciar, el prepalatal fricativo. Esta vacilación se
aprecia en textos medievales españoles (ayá, sullo) y en el siglo XVIII se ven evidencias
yeístas en textos escritos por americanos. Actualmente, el yeísmo es un fenómeno
fonético que avanza cada vez más rápido entre los hispanohablantes y son yeístas no solo
los andaluces en España, sino que también se pronuncia la ye en lugar de la elle en gran
parte de Extremadura, Toledo, Madrid, el sur de Ávila; aunque esta característica no

LILIANA BELMAR BIZAMA


6

posee el mismo estatus sociocultural: mientras en algunas zonas se la atribuye al habla


popular (Ciudad Real), en otras, está extendida en toda la población (Cartagena, Murcia,
Albacete). También hay que señalar que en la actualidad los jóvenes incorporan con más
rapidez este sonido que los adultos mayores, hecho que puede aplicarse a varios
fenómenos lingüísticos, puesto que los más ancianos tienden a ser conservadores,
mientras que las innovaciones en el habla, generalmente, comienzan entre la gente más
joven, y en este caso en particular, ellos consideran que el mantenimiento de esta
distinción es anticuada y/o rústica, lo que favorece su rápida desaparición en el habla de
las comunidades más novatas.

En Hispanoamérica, aunque la tendencia generalizada es a perder el sonido prepalatal


lateral desde muy temprano (en el siglo XVI ya hay testimonios escritos que registran
este hecho), hay varias zonas –de reconocido carácter conservador- en las que esta
prepalatal lateral se pronuncia aún, y “muy probablemente, llegará el día en que la elle,
perdida del todo en la península, se conserve solo en tierras de América” (Alatorre,
1993:255). Tal es el caso del interior de Colombia, en la sierra ecuatoriana, en Bolivia
(específicamente en la zona andina), el interior de Perú, en Paraguay, en el sur de Chile –
aunque ya en extinción-, y la zona noroeste de Argentina que es la que limita con Chile y
Bolivia. Algunos atribuyen este hecho a un posible sustrato indígena, pero aún no hay
estudios concluyentes al respecto. Hay que señalar, además, que la pronunciación del
sonido de la ye, en algunas regiones americanas yeístas, no corresponde a la /ʎ/ o /Ʒ/,
sino más bien a la /ž/ (žeísmo), žo, žorar, ažá, siža, etc. (yo, llorar, allá, silla).

MORFOLOGÍA

En Hispanoamérica hay varias características comunes: el uso mayoritario de las formas


del imperfecto del subjuntivo en -ra y no en -se quisiera, hiciéramos (y no: quisiese,
hiciésemos); sustitución del pretérito compuesto que se usa en España por el pretérito
simple me he dado cuenta - me di cuenta, tú has llegado - tú llegaste; uso frecuente del
pronombre personal enclítico en formas verbales al comienzo de una frase, uso
considerado afectado en España, búscase, reúnense muy usado en titulares de prensa y
en anuncios comerciales; el español de España es leísta le conozco, mientras que toda
América es loísta lo conozco. Sin embargo, el rasgo más destacado es el voseo

 El voseo

El voseo es el fenómeno gramatical que consiste en emplear el pronombre vos para la


segunda persona singular en lugar de utilizar el pronombre tú, en el ámbito familiar o
coloquial, pero la conjugación verbal es la de la segunda persona plural. Para demostrar
cortesía, respeto o solemnidad se utiliza en ambos casos la forma usted. El uso de vos,
está restringido a un uso dialectal, puesto que desde fines de la Edad Media fue
reemplazado por vosotros en España1. Además, cuando se emplea el vos, se lo utiliza para

1
En latín clásico vos (alteros) significaba vosotros o ustedes, siempre la segunda persona plural; para el singular, se
empleaba el pronombre tú, que se usaba sin distinción de rango o nivel social. Siglos más tarde, en tiempos del latín tardío,
se empezó a distinguir entre el tú para la persona común y el vos (como singular) para autoridades políticas o religiosas, en
señal de respeto. Las lenguas románicas heredaron estas dos formas de tratamiento para la segunda persona del singular,
el tú para los iguales o inferiores, y el vos para uso protocolar o para los superiores. El uso de vos y de vosotros exige la
conjugación en plural del verbo utilizado, por lo que será el contexto el que aclare si se refiere a un singular o al plural
(vosotros coméis, vos coméis).

LILIANA BELMAR BIZAMA


7

designar un singular y no se aplica al plural. En los siglos XVI y XVII, el uso del vos para
la segunda persona singular fue considerado cada vez más vulgar y ofensivo, por lo que
se adoptó vuestra merced en señal de consideración o distanciamiento, esta forma de
tratamiento originó más tarde usted, siguiendo su evolución formal. Esto habría
provocado que el uso del vos haya sido abandonado casi por completo en ciertas
comunidades lingüísticas que estaban socialmente más próximas a las españolas,
especialmente, las más cercanas a la corte (Madrid, Lima, México, las Antillas), y que el tú
se volviera a utilizar en el trato familiar, coloquial o entre iguales. Se considera el voseo
como el rasgo más arcaizante del español de América desde el punto de vista peninsular.

La comunidad española en su totalidad es una sociedad que tutea, en cambio, los


hablantes hispanoamericanos están divididos entre los que tutean (las Antillas, el norte y
centro de México, gran parte de Perú y Bolivia), los que vosean (Argentina, Uruguay,
Paraguay, América Central, especialmente Nicaragua, y el sur de México), y aquellos en
los que alternan el uso del tú con el vos (Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, sur de
Perú y de Bolivia, y Chile). Para toda América, sin embargo, el pronombre para la
segunda persona plural es ustedes, y nunca se emplea la forma vosotros o vosotras
ni la conjugación de la segunda persona plural junto al vosotros, porque este pronombre
desapareció hace ya varios siglos del uso americano y, si se llega a usar, solo se emplea
en diplomacia o similares, por esto se dice en todos los niveles socioculturales o contextos
ustedes están, ustedes se van, nunca ustedes coméis, os vais. La oposición existente en
el estándar europeo entre las formas del plural vosotros tenéis y ustedes tienen no existe
en Hispanoamérica donde se da el tratamiento unificado y se emplea una sola forma:
ustedes tienen. Esta reducción también se da, sin embargo, en las Islas Canarias y en
Andalucía occidental. El fenómeno tiene en una descripción del espacio variacional de
España una clara marca diatópica („canario‟, „andaluz occidental‟).

En las zonas en que se emplea el voseo, ya sea total o parcialmente, no hay uniformidad
en el uso de unas respecto de las otras, puesto que en algunas regiones de América se
utiliza solo con la conjugación de presente de indicativo y el imperativo (vos quieres), en
otras, se conjuga completo el paradigma verbal, así ocurre en Chile; en algunos lugares
solo se emplea el vos, y en otros, se combina con el tú (vos te quedái, vos te ponés) o se
emplea el tú con un verbo en segunda persona plural (tú te tomabai), en fin, cada uso
distingue a una comunidad voseante de otra; por ejemplo, las formas ponés, tenés,
querés, distinguen al hablante rioplatense, en cambio, ponís, tenís, querís, son propias del
habla de Chile.

Existen muchas otras peculiaridades en el plano de la sintaxis y de la morfología en el


español de Hispanoamérica, pero no son tan extendidos o son compartidos con el español
de España, puesto que “el español de América no evolucionó aislado de las corrientes del
español peninsular” (Lipski, 1996:78). A pesar de esto, hay particularidades propiamente
americanas, un ejemplo lo constituye el frecuente uso de diminutivos y de aumentativos
con fines expresivos; el empleo de ciertas frases adverbiales como el no más (entre no
más, vaya no más), el tan chileno altiro con el significado de inmediatamente (voy altiro,
vuelvo altiro); la pérdida por completo del futuro de subjuntivo (tuviere, amare), que solo
se emplea en lenguaje jurídico, entre otros casos.

LILIANA BELMAR BIZAMA


8

ESPAÑOL DE CHILE

La lengua oficial usada en Chile es el castellano o español, llamada por los especialistas
“español de Chile” que es una variante del español de América; posee isoglosas que lo
unen, pero también hay isoglosas que lo diferencian del español usado en otros países
americanos, y más aún con el usado en España; esto se da fundamentalmente debido a
razones políticas (gozó de cierta autonomía institucional que lo llevó a transformarse en
virreinato en 1717) y a su particular aislamiento geográfico.

Zonas lingüísticas

El español de Chile, no obstante que ocupa un territorio de más de tres mil kilómetros, y
que podría asumirse que muestra grandes diferenciaciones lingüísticas, presenta muy
escasa variación regional y, por el contrario, es bastante unitario, por lo que las
diferencias que pueden observarse son más bien de entonación, modulación y de
vocabulario. Respecto del resto del español usado en Sudamérica, debido a sus
particulares características en relación con las variedades de los países vecinos, se ha
clasificado el habla de Chile como una zona dialectal independiente, aunque en su ámbito
más formal, comparte en su gran mayoría los rasgos propios del español de América. El
español de Chile estándar está representado por el habla de los habitantes de Santiago y
de Valparaíso, debido a que es en esta zona en la que se concentra la gran mayoría de la
población chilena, y que, además, representa el centro político y el centro de irradiación
cultural; con respecto al habla de los chilenos cultos, esta apenas varía desde el extremo
norte (Arica) hasta el extremo austral del país (Punta Arenas).

La publicación del primer atlas lingüístico de Chile en 1973, el ALESUCh, Atlas lingüístico-
etnográfico del Sur de Chile, completa la tercera etapa de acercamiento al habla chilena
es un gran paso que, junto al ALH-Chile son el precedente directo del ALECh, Atlas
lingüístico y geográfico de Chile por regiones que se está elaborando y en el que se está
trabajando desde finales del siglo pasado. La elaboración de atlas lingüísticos es
importante para determinar no solo las características del habla de una comunidad, sino
para establecer comparaciones con las demás comunidades de la región, “si bien el ALECh
debe proporcionar una imagen general del español hablado en Chile que permita
caracterizarlo como una variedad específica frente a las otras manifestaciones del español
de América, también debe dar cuenta de su articulación dialectal interna; proporcionar
información que eventualmente permita dar con variedades lingüísticas específicas del
español de Chile que sean producto de la influencia de lenguas indígenas, especialmente
del mapudungu”. (Wagner, 2004)

Factores históricos

La historia del español de Chile comienza en 1540 con la llegada del conquistador español
Pedro de Valdivia a esta tierra, siguiendo los pasos de Diego de Almagro. La conquista y
colonización del territorio chileno fue muy difícil para los españoles, debido al paisaje
inhóspito, al clima riguroso, a los desastres naturales propios de esta región y,

LILIANA BELMAR BIZAMA


9

principalmente, a los constantes ataques indígenas (mapuches, especialmente) que


impidieron que la colonización fuera rápida, pacífica y duradera como en otras regiones de
América y que permitió que el español de Chile posea características únicas de esta región
y, por lo tanto, no se lo agrupe con los dialectos del Cono Sur como el rioplatense o el de
Perú y Bolivia. Respecto del origen de los 150 conquistadores que llegaron con Pedro de
Valdivia en 1540, se ha establecido que un gran porcentaje provendría del sur de España
(aproximadamente un 55,5%) y el resto provendría del norte, especialmente de Castilla;
además vinieron personas de Alemania, Holanda, Grecia y también llegó un africano. En
cuanto a los colonizadores que se establecieron en Chile durante los siglos XVI y XVII,
prevalecen en número los castellanos, luego siguen los andaluces, los leoneses y los
extremeños (Pedro de Valdivia era extremeño).

Pueblos indígenas

Los pueblos indígenas que se hallaban habitando esta región cuando llegaron los
españoles, eran un grupo muy heterogéneo. En el norte se encontraban los atacameños
(lican-antai, que hablaban el kunza), aimaras, quechuas, diaguitas, incas y changos
(Coquimbo). Los aimaras todavía sobreviven en el límite con Bolivia y se erigen como uno
de los pocos pueblos indígenas que aún existen en Chile. En el centro y sur del país se
encuentra la zona de mayor concentración de población indígena, y la más representativa
e interesante de Chile desde la perspectiva lingüística. En esta zona están los mapuches
„gente de la tierra‟, huilliches „gente del sur‟, pehuenches „gente del pehuén‟, pueblos
estos dos últimos que forman parte del pueblo mapuche y que originariamente habitaron
desde el centro sur hasta la región de la isla de Chiloé. Este pueblo es el de mayor
vitalidad y población que se concentra en su mayoría en la novena región, aunque las
cifras de aquellos que ya están asimilados totalmente a las costumbres y lengua de la
zona central y otras del país, son bastante imprecisas. En la región austral de Chile
habitan los yaganes, onas y qawashkar, pero en cantidades mínimas, es decir, ya
prácticamente han desaparecido y la población pura casi no existe, por lo que su
influencia lingüística ahora es nula. De modo que las lenguas que actualmente se hablan
en Chile son el español, quechua, aimara, mapudungun, rapa nui, yagán y qawashkar
(estas últimas en vías de extinción). Para efectos de sustrato lingüístico, no se considera
la influencia del rapa nui, lengua del pueblo Rapa Nui, por estar acotado solo a la Isla de
Pascua.

En cuanto a la influencia lingüística de estos pueblos en el español de Chile, los autores


concuerdan que, salvo en el léxico, en que el sustrato indígena aporta topónimos, y
palabras para la flora y la fauna, aquella es casi nula. “Oroz considera que la única
influencia de las lenguas sustratistas indígenas sobre el español hablado en Chile está en
la entonación y en los préstamos léxicos que el español chileno ha tomado del mapuche y
del quechua” (Correa, 2001). En la actualidad solo sobrevive como adstrato el
mapudungun, porque las demás lenguas que se hallaban a la llegada de los españoles han
sucumbido casi totalmente ante el empuje del español.

Características del español de Chile

El español que se habla en Chile, a pesar de su división dialectal, se caracteriza por su


homogeneidad y, en general, son pocas las variantes regionales que pueden rescatarse en
los diferentes planos lingüísticos, por lo que más vale establecer los rasgos unificadores

LILIANA BELMAR BIZAMA


10

que constituyen y caracterizan a esta variedad. Las siguientes son las propiedades más
distintivas del español de Chile, y que comparte con el resto de las variantes americanas,
aunque algunas de ellas las ha desarrollado con rasgos propios: andalucismo, seseo,
yeísmo, voseo.

Si bien estas características diferenciadoras son de carácter lingüístico (fonológico,


morfológico, sintáctico y léxico), están estrechamente relacionadas con sus hablantes, y
perfila e identifica a sus exponentes; pero no logran aún separar el habla de Chile como
un dialecto independiente (el chileno, por ejemplo), debido al número mayoritario de
isoglosas unificadoras que posee, por lo que solo se registra al español que se habla en
Chile, al igual que a todas las restantes formas de la América hispana, como una más de
las muchas variantes del español de América.

El español de Chile, comparte muchos rasgos con las demás variantes americanas, pero
posee también sus propias isoglosas; las siguientes son características que se presentan
generales a toda la comunidad chilena, algunas son únicas, y otras son compartidas,
especialmente con las comunidades más próximas.

LÉXICO

El léxico del español de Chile ha sido clasificado por el profesor y lingüista Ambrosio
Rabanales, quien establece que el vocabulario chileno está compuesto por voces
peninsulares, voces criollas, voces indígenas, voces mestizas y extranjerismos. Algunos
ejemplos de estas voces que conforman el léxico de español de Chile, según Rabanales
son las siguientes:

1- Peninsulares: Las voces peninsulares son el patrimonio de todo el mundo hispánico.


Aquí se encuentra la inmensa mayoría de las palabras empleadas en Chile
usualmente, sustantivos, verbos, artículos, muletillas que son comunes a todo el
mundo hispánico (mesa, casa, sol, digamos, o sea, ¿no es cierto?…), y corresponden a
los llamados panhispanismos. Sin embargo, de este caudal, algunas formas han
conservado su significado primitivo, otras lo han restringido o ampliado, y otras lo han
modificado o sustituido, de manera que aunque se conserva la forma, no siempre
corresponde el mismo uso y significado en las dos comunidades. Se conservan en el
español de Chile arcaísmos que han dejado de tener vigencia en el español peninsular,
debido en gran parte a su lejanía con España y al aislamiento geográfico con el resto
de Hispanoamérica. Esto ha llevado a afirmar a los estudiosos que el habla de Chile
tiene un marcado carácter arcaizante, por ejemplo, alcuza „vinagrera‟, fierro „hierro‟,
botar „desechar‟, cuasi „casi‟, que se emplea también como prefijo en lenguaje judicial
cuasi-delito, cuasi-homicidio, en denantes „antes‟, mata „arbusto o planta‟, barrial
„barrizal‟, disparejo „dispar‟…

2- Criollas: términos que en Chile se emplean con un significado diferente a las otras
comunidades hispánicas. Las voces criollas son aquellas que se usan de una manera
especial; también son llamadas por Rabanales “chilenismos semasiológicos”, esto
porque se refiere a su significación, ejemplos de esto son roto „destrozado‟, volantín
„cometa‟, cazuela „tipo de caldo‟, ampolleta „bombilla‟, liebre „pequeño autobús‟,
pelador „chismoso‟, cacharro „automóvil viejo y deteriorado‟, carroza „carro fúnebre‟...

LILIANA BELMAR BIZAMA


11

Casos frecuentes de surgimiento de estas voces lo constituyen los eufemismos, ya que


hay palabras consideradas negativamente por los hablantes. Se produce, entonces, el
hecho que se conoce como tabú. Esta palabra de lengua polinesia, denomina la
“Prohibición de tocar, mencionar o hacer algo por motivos religiosos, supersticiosos o
sociales” (RAE). Estas expresiones tabúes se sustituyen por otras palabras que
designan la misma realidad, pero sin esas connotaciones peyorativas o
comprometedoras. Es lo que se conoce como eufemismos, (del lat. euphemismus, y
este del gr. εὐφημισμός, palabra bien sonante), y si la palabra tabú se sustituye por
otra, pero de carácter hiperbólico o humorístico, se produce el disfemismo.

3- Indígenas: tiene un fondo de léxico indígena común a toda Hispanoamérica (caribe,


náhuatl), destaca, sobre todo, la influencia de las lenguas de los pueblos indígenas que
habitaban esta región, y que actuaron como sustrato y adstrato del español, durante el
período de conquista y colonización. Especialmente importante es el influjo del
quechua y el aimará, lenguas del norte, algunos ejemplos son guagua „bebé‟, poroto
„habichuela‟, combo „puñetazo‟, chacra „huerta‟, pucho „colilla‟, entre muchos otros. Del
mapudungun viene charquicán „tipo de guiso‟, coliguacho „moscardón‟, diuca „tipo de
ave‟, cahuín „enredo‟, „chisme‟, guata „estómago‟, machi „curandera‟, pichintún „un
poco, una pizca‟, guarén „rata‟, trutro „muslo de las aves‟, charcha „acumulación de
grasa, especialmente del vientre‟, y muchos más, todas usadas en el ámbito culto.

4- Las voces mestizas son aquellas compuestas y derivadas chilenas, con estructura
hispánica de base indígena, por ejemplo, enguatarse (del mapuche wata) „ahitarse‟,
guatero „bolsa llena con agua caliente‟, pololear „flirtear‟, achuncharse „acobardarse‟,
cahuinero „chismoso‟, chasquilla „flequillo‟, charchazo y charchita (de charcha),
choreza, chorísimo (de choro), etc.

5- Extranjeras: pertenecen a muy diversas lenguas de los cinco continentes y, en muchos


casos, llegaron junto con el español, por ejemplo, griegas, árabes, hebreas,
germánicas, italianas, francesas, inglesas, etc.: living „sala de estar‟ carnet „cédula de
identidad‟, chalet „casa con jardín‟, líder „jefe, caudillo‟, matiné „espectáculo que se
realiza temprano por la tarde‟, esmog „contaminación o polución del aire‟, chance
„oportunidad‟, amateur „aficionado‟, kuchen „pastel dulce‟. Las más recientes
incorporaciones se dan en los ámbitos de la tecnología, la moda, la civilización y son
fundamentalmente anglicismos, utilizados mayoritariamente por la norma culta formal,
la que cuida la pronunciación de estas (sandwich, film, bloc, sale, mall, heavy, flash,
freek), pero el resto de las normas también las ha incorporado, aunque tiende a
castellanizarlas con mayor rapidez o usar la traducción (sánguche, filme, bloque,
liquidación, centro comercial, pesado, rápido, raro)

FONÉTICA
Las siguientes son características compartidas por todos los hablantes.
 aspiración de –s en /h/, en todos los niveles sociales; los hablantes incultos o
rurales llegan a perder la –s al final de palabra.
 el yeísmo se presenta con la realización prepalatal fricativa sonora; no se da la
pronunciación rehilada de los vecinos argentinos.
 la comunidad chilena es seseante en su totalidad y solo se distingue <s> de <z> en
la escritura; cuando se presenta el ceceo es solo un fenómeno individual.

LILIANA BELMAR BIZAMA


12

 aumento de la pronunciación fricativa /ʃ/ de la africada /ʧ/, especialmente en el


norte del país, aunque aún conserva la estigmatización sociolingüística, por lo que
es evitada por el hablante culto del centro del país.
 la pronunciación alveolar cuasi africada de /tr/ se da en todos los hablantes y
dependerá del nivel de este si llega a fricativizar o no este grupo consonántico.
 articulación más adelantada de las velares que se hacen palatales ante vocales
anteriores, tanto que se suele escuchar quierer, giente, quieso, higuiera.
 pérdida de /d/ en posición final de palabra virtú, verdá, libertá, paré.
 tono de voz agudo, blando y suave, y tonemas ascendentes.

MORFOLOGÍA
Estos rasgos son generalizados entre los hablantes del español de Chile:
 el uso del diminutivo en -it- que puede ser usado en forma afectiva o expresiva, Ej:
mijito; en ironía. Ej: tu amiguito; o para no herir susceptibilidades. Ej: el muertito, el
cieguito. A veces se usa reduplicado chiquitito, poquitito.
 el uso del diminutivo –illo aparece en formas lexicalizadas y para el diminutivo se le
agrega –it- : ej: chiquillito, palomillita, chasquillita.
 el uso de aumentativos con fines expresivos: tontón, pailón.
 el empleo de ciertas frases adverbiales como el no más: entre no más, vaya no más,
y el tan chileno altiro con el significado de inmediatamente: voy altiro, salgo altiro.
Esta última es la frase más característica y exclusiva del español de Chile, tanto
así que se suele reconocer a un hablante chileno solo por su uso.
 la tendencia a formar vebos en –ear: acuchillear, pololear, telefonear, apuñalear.
 el empleo de le por les: pídale a ellos.
 el uso de los pronombres este, ese, y se relega aquel para la lengua literaria.
 raro uso de cuyo, cual o quien que habitualmente se sustituyen por <que>.
 el uso del queísmo, siendo el dequeísmo propio del habla inculta.
 el voseo, sin duda, el rasgo más característico es la coexistencia del pronombre tú
con el vos para el habla familiar o coloquial en todos los estratos socioculturales.
Para el uso más formal predomina el uso del tú o usted, aunque también el uso de
usted es muy dado en las relaciones familiares de los padres a los hijos y en las
relaciones amorosas.

Otras características del español de Chile, ya en la Norma Culta, son:

 el uso abundante de tecnicismos, en el ámbito de las artes, la tecnología, la ciencia,


la filosofía. Estos pueden ser hispánicos como de origen extranjero (griego, latín,
inglés, francés, italiano): dueto, diva, chip, mousse, afasia, a priori, diskette.
 el uso frecuente de neologismos verbales posnominales: concientizar, promocionar,
recepcionar...
 el escaso uso de indigenismos, con excepción de los ya considerados panhispanismos
o nombres propios. En el ámbito informal se suele utilizar ciertas formas como
guagua, causeo, pucho, guata, pololear...
 el uso exagerado de siglas, ya sean internacionales como las nacionales.
 el uso habitual de apodos.
 el empleo de la palabra don (sin aféresis) como forma respetuosa de tratamiento:
don Luis.

LILIANA BELMAR BIZAMA


13

En resumen, lo que caracteriza, entonces, al español de Chile, aparte de su entonación


que es particular de esta zona, del uso de ciertos sonidos, de uno que otro caso de tipo
morfosintáctico, y de su léxico propio, es la proporción con que se da en Chile y la
manera como se distribuye entre sus hablantes cada uno de estos fenómenos, y hace que
esta variante del español de América se distinga de todas las otras regiones.

BIBLIOGRAFÍA

ALATORRE, ANTONIO, 1993, Los 1,001 años de la lengua española, México, D. F., Fondo de Cultura
Económica.
ALVAR LÓPEZ, MANUEL, 1991, El español de las dos orillas, Madrid, Editorial Mapfre.
AYALA PÉREZ, TERESA, 1997, "Breve historia del español de América", en Boletín de Lenguaje,
Comunicación y creatividad Nº 5, Santiago, UMCE, pg. 9-14.
CORREA MUJICA, MIGUEL, 2001, “Influencias de las lenguas indígenas en el español de Chile”, en
Revista Espéculo Nº 17, http://www.ucm.es/info/especulo/numero17/mapuche.html ,
http://www.mediosmedios.com.ar/Diccionarios.htm
FONTANELLA DE WEINBERG, MARÍA BEATRIZ, 1992, El español de América, Madrid, Ed. Mapfre.
FRAGO FRACIA, JUAN ANTONIO, 1999, Historia del español de América, Madrid, Gredos.
GARCÍA MOUTON, PILAR, “La división dialectal de español de América: reflexiones y propuesta de
trabajo”<http://congresosdelalengua.es/valladolid/ponencias/unidad_diversidad_del_espan
ol/2_el_espanol_de_america/garcia_p.htm>
LIPSKI, JOHN M., 1996, El español de América, Madrid, Cátedra.
LOPE BLANCH, JUAN MANUEL, 1992, "La falsa imagen del español americano", en RFE, Tomo LXXII,
Fascículos 3º, 4º, pg. 313-335.
LÓPEZ GARCÍA, A, “Unidades y variedades del español”, 2001, en
<ttp://congresosdelalengua.es/valladolid/mesas_redondas/lopez_a.htm>
MORENO DE ALBA, JOSÉ G., 1992, Diferencias léxicas entre España y América, Madrid, Editorial Mapfre.
MORENO DE ALBA, JOSÉ G. 1995, "El español americano", en La lengua española, hoy, Madrid,
Fundación Juan March.
MORENO FERNÁNDEZ, FRANCISCO, 1993, "Las áreas dialectales del español americano. Historia de un
problema", en La división dialectal del español de América, Universidad de Alcalá de
Henares.
RABANALES, AMBROSIO, 1992, "El español de Chile: situación actual", en Historia y presente del
español de América, Valladolid, Junta de Castillo y León, Patecal, pp. 565-592.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: <http://www.rae.es>
SÁEZ GODOY, LEOPOLDO, 2002, El español de Chile. La creatividad lingüística de los chilenos, Santiago,
Editorial BACH
WAGNER, CLAUDIO, “El atlas lingüístico y etnográfico de Chile: Localidades y cuestionario”. Estud. filol.
[online]. sep. 2004, N°39, p.83-120. Disponible en la World Wide Web: <http://
mingaonline.uach.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-
17132004000100005&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0071-1713.

LILIANA BELMAR BIZAMA

También podría gustarte