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muerte del rey Luis I, sucedió un corto periodo de inestabilidad política, hasta que el
rey Segismundo de Hungría subió al trono. De inmediato la amenaza otomana fue tomada en
serio por el rey húngaro y los demás duques y Príncipes de los Estados satélites de Hungría,
por lo que se formó la coalición de los Estados eslavos del sur, dirigida por Segismundo. Fue
en la decisiva batalla de Kosovo (1389) cuando la victoria otomana sobre el Imperio serbio
permitió realizar nuevas conquistas al sur del Danubio, acabando con la última defensa
organizada en el área de los Balcanes y dejando a Hungría como único oponente serio en el
sudeste de Europa. En esta batalla un soldado serbio, Milos Obilic, asesinó a Murad I (el único
sultán asesinado en una batalla), y le sucedió su hijo Beyazid I (1389-1402), afianzándose en
la victoria. Para evitar posibles luchas por el trono, fue este el primer sultán que mató a todos
sus hermanos, práctica común a partir de este momento y que institucionalizaría el
sultán Mehmed II. Los esfuerzos de Beyazid se encaminaron a conquistar el oeste de Asia
Menor, lo que consiguió en 1390.
En 1396, los ejércitos otomanos de Beyazid I vencieron a las fuerzas cruzadas de
Segismundo de Hungría en la batalla de Nicópolis (1396). Al poco tiempo, los nobles húngaros
aún descontentos se alzaron contra Segismundo en 1401 y en 1403, siendo derrotados en
ambas ocasiones. Tras vencerlos, Segismundo continuó en el poder durante los cuarenta
años siguientes sin ninguna clase de obstáculo sucesorio, conteniendo los ataques turcos
otomanos, que ya realizaban incursiones en territorio magiar.
De esta forma, el Reino de Hungría siguió conteniendo los embates del expansivo Imperio
otomano. En 1408, el rey húngaro Segismundo fundó entonces la Orden del Dragón, la cual
continuó alentando el espíritu de conservación del cristianismo y la independencia de los
territorios europeos. A esta orden pertenecieron, entre otros nobles, el príncipe Vlad II
Dracul del principado de Valaquia (actual Rumanía), quien fue el padre del conocido
sanguinario Vlad III, del cual posteriormente surgió el personaje de Bram Stoker, Drácula. Los
otomanos siguieron avanzando hacia Europa y en 1427 atacaron y ocuparon la fortaleza
de Galambóc a orillas del Danubio al suroeste del reino de Hungría.
Las tropas otomanas parecían indetenibles, a pesar de que el rey húngaro y polaco Vladislao
I organizó una armada y partió con ella hacia el este en 1444. Los ejércitos del sultán Murad II
salieron victoriosos en la batalla de Varna, en la cual también murió el rey cristiano. Tras la
muerte de Vladislao I, al no dejar herederos, el trono le correspondía al joven príncipe Ladislao
V, hijo del fallecido rey húngaro Alberto de Habsburgo, quien había gobernado antes del mártir
de Varna. Puesto que Ladislao era muy joven para gobernar, los nobles húngaros escogieron
de inmediato a un conde que había sido comandante de los ejércitos húngaros en las
anteriores batallas contra los turcos: Juan Hunyadi.

La frontera húngaro-otomana a comienzos del siglo XVI.

Hunyadi prosiguió la lucha contra los turcos otomanos y alcanzó la victoria en el sitio de
Belgrado (1456), siendo esta la primera gran batalla ganada por los europeos cristianos contra
los turcos. En honor a esta proeza, el papa Calixto III ordenó que se instituyese un toque de
campanas del mediodía para honrar la victoria húngara. De esta manera, Hungría recibió el
título de «último bastión del cristianismo en Europa», por el cual fue conocido durante toda la
época del Renacimiento. Tras la muerte de Juan Hunyadi, y al estar vacante el trono húngaro,
su hijo menor fue elegido rey por los nobles, y de esta forma, Matías Corvino fue coronado
en 1458. El rey Matías Corvino mantuvo una política expansionista en Europa, y durante su
reinado logró igualmente contener los ejércitos otomanos.
Sin embargo, su política expansionista estaba enfocada totalmente en otra dirección:
emprendió campañas militares contra el Sacro Imperio Romano Germánico y conquistó
el Ducado de Austria, pero abandonó las luchas contra los turcos. Muchos historiadores
modernos critican estas acciones, que permitieron que tras la muerte del rey, los otomanos
continuasen avanzando hacia los territorios húngaros y tomasen Belgrado en 1521. De esta
manera, la época dorada del Reino húngaro finalizaría en 1526, cuando finalmente fueron
vencidos por los turcos en la batalla de Mohács, en la que también murió el rey Luis II de
Hungría. De inmediato se libraron varias batallas a lo largo del reino, hasta que en 1541 cayó
por último Buda, la capital húngara.
Luchas internas y consolidación de la unidad[editar]

Tamerlán entrando al palacio para dirigirse a Beyazid I, que está echado en su lecho.

El sultán Mehmed II, conquistador de Constantinopla.


La caída de Constantinopla en 1453.

Mientras tanto, los problemas con los vecinos turcomanos, sobre todo con Karaman, el
principado turco más fuerte de Asia Menor, obligó al sultán a combatir en el este. El resultado
fue la anexión de estos pequeños Estados hasta que el oeste volvió a reclamar la atención de
Beyazid. Muchas de las zonas ya conquistadas se quisieron liberar del poder otomano, pero el
sultán reconquistó rápidamente lo perdido y siguió adelante: irrumpieron en Estiria,
ocuparon Grecia y en 1397 llevaron a cabo la conquista de Atenas. Se dirigieron entonces
hacia el este, donde se encontraron con un enemigo mucho más poderoso: Tamerlán. En
1402, los mongoles ganaron la batalla de Ankara, lo que supuso el hundimiento de la
hegemonía otomana en Asia Menor. Los otomanos se reconocieron vasallos de Tamerlán y
Beyazid encontró la muerte en prisión en 1403.

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