Está en la página 1de 2

Cristian baja el volumen de la radio y la velocidad del carro, se

acomoda en la silla del conductor.

Cristian: Juan, tienes que parar ya.

Juan: ¿Parar qué?

Cristian: De tomar con tanta frecuencia, tomar tantas cantidades.

Juan: Bueno…, pero si todo va bien, no he tomado tanto como otras


veces, además, ¿qué más da? Se supone que venimos a estas farritas
para pasarla bien, tomar unos tragos y conocer gente, tú también
tomaste, no te me hagas el santo.

Cristian: Sí claro…, pero tú…, mírate..., pareces un zombi

Juan: ¡Te he dicho que ya me siento mejor!

Cristian: Nah, ¡Sí claro!

Juan: Suenas como mi papá, suenas como un abuelo Cris.

Cristian: Sueno como tu papá…, porque sabes que tengo razón, estás
bebiendo mucho, no tienes autocontrol y como tu amigo me preocupa
que te ocurra algo en una de esas fiestas clandestinas a las que
sueles ir.

Juan: Bueno pues, ahora suenas como mi mamá hablando de


preocupación.

Cristian: Puedo sonar como quieras, pero somos amigos y


simplemente me preocupa lo que veo.

Juan: ¿Qué es lo que ves? Oye enserio me estás asustando.

Cristian: Voy a ser honesto contigo, te estás volviendo bastante


irresponsable, no eres consciente de tus actos ni mides las
consecuencias. La bebida es peligrosa, es un círculo en el que
estarás dando vueltas y vueltas.

Juan hace una risa sarcástica, se acomoda el cinturón de seguridad


y mueve la cabeza diciendo no.

Juan: Cristian, tengo todo bajo control hermano, sabes que no me


complico la vida y solo la paso bien.

Cristian: A eso voy, por tu falta de respeto a las cosas que


haces, porque no eres consciente de lo que puede pasar por de tus
acciones…, puedes lastimarte a ti, a tu familia y a los de tu
alrededor. Solo te estoy aconsejando con la mejor intención. ¿Me
puedes hacer caso esta vez?

Juan suspira y baja levemente la cabeza.

Juan: Bueno…, está bien, voy a tomar en cuenta lo que me dijiste,


estoy demasiado cansado como para discutirlo.

También podría gustarte