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DIRECCIÓN DE EMPRESAS TURÍSTICAS Y HOTELERAS.

DESARROLLO DEL TURISMO.


DESARROLLO TURISTICO.
JUAN CAMILO ARBOLEDA GARCIA. 2061017-2835

TURISMO, CULTURA Y DESARROLLO

En una muy modesta aproximación al concepto de cultura, hay que referirse a las
diferentes perspectivas con que ésta se ha analizado a lo largo de la historia y, en
resumen, a la dificultad de disponer de una sola definición clara y determinante, que
permita acotar el marco de relación entre cultura, turismo y desarrollo.

En 1982, la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales (MUNDIACULT) adoptó


como definición: "La cultura puede considerarse como el conjunto de los rasgos
distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una
sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos
de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las
tradiciones y las creencias".

Una acertada y actual visión de las definiciones de cultura (Introducción a la Gestión


d'Organitzacions Culturals. G. Munilla, A. Ros, J. Creus, E. Miralles. UOC. 2000)
nos aproxima, en un primer nivel, a los conceptos coloniales, en los que la cultura
se entiende como un conjunto de objetos singulares (obras de arte) que adquieren
valor por su carácter simbólico. Desde una perspectiva turística se podría afirmar
que la mayoría de las relaciones turismo / culturas actuales se producen en el marco
de esta perspectiva de la cultura.

Un segundo conjunto de definiciones se engloba en una versión revolucionaria de


la cultura, entendida como expresión de las relaciones entre grupos humanos, en la
que lo fundamental no es el proceso de creación de objetos y símbolos sino su
apropiación y los conflictos entre clases que esto puede generar.

Finalmente se trata de desarrollo, entendiendo la cultura como vehículo y


fundamento de la identidad territorial. A diferencia de la concepción marxista en este
punto de vista no se considera la cultura como un simple reflejo de los procesos
económicos, sino que reconoce su influencia fundamental como motor de éstos.
Naturalmente, este último marco sería el más adecuado para cualquier
consideración al entorno de la relación turismo, cultura y desarrollo.
En el contexto de este trabajo, no se niega una visión economicista de la cultura en
tanto que, desde el primer momento, ya se trató de su consideración como activo
de cada comunidad, rentabilízable por la vía del turismo. No quiere decir ello que se
abogue por contemplar la cultura exclusivamente desde esta perspectiva, pero sí
es cierto que la urgencia de dar soluciones dinamizadoras a las zonas en vías de
desarrollo, obliga a prestar mayor atención a este enfoque que a otras opciones de
la cultura.

Muy posiblemente aquí estaríamos acotando en exceso el concepto, ya que nos


referiríamos casi exclusivamente al patrimonio emblemático de cada sociedad o
comunidad. Es decir, nos referiríamos a todo aquello inmediata y brevemente
contemplable o utilizable por un visitante, por un turista. Sin embargo, esto nos
puede dar pistas sobre las potencialidades desaprovechadas del conjunto amplio
de los valores culturales de un lugar. En la medida en que reducimos los atractivos
de la cultura a sus manifestaciones espectaculares (en una visión colonial), damos
menores posibilidades a las sociedades que no las tienen y que no por ello, dejan
de tener valores culturales de gran magnitud. Así pues, el modo de vida, las
tradiciones, las creencias adquieren una nueva dimensión en el tratamiento de la
cultura de un territorio desde el punto de vista turístico.

Se tiene que hacer referencia aquí, una vez más, a un tendencioso desequilibrio
entre las percepciones de los activos culturales en las zonas más desarrolladas del
planeta con respecto a las de los países en vías de desarrollo, pues se
sobreentiende, en el primer caso, una riqueza cultural superior en tanto que hay
más patrimonio espectacularizado. Se valoran, en el segundo caso, tan solo sus
atractivos naturales, dejando en un nivel marginal la cultura local, reducida, en
turismo, a manifestaciones de folklore exótico complementario. Es el caso, por
ejemplo, del África subsahariana o de grandes regiones iberoamericanas.

Siguiendo con la perspectiva económica del concepto cultura, hemos de convenir


que, pese a su enorme amplitud y potencialidades, se aprovecha solamente una
parte reducida de la misma, posiblemente la más tópica y colonial, en su relación
con el turismo y el desarrollo. Mounir Bouchenaki, subdirector general de Cultura de
UNESCO, afirmaba en el Forum 2004 de Barcelona: " El turismo ha de desarrollar
un papel con el objetivo de dar a conocer el patrimonio cultural, creando circuitos
turísticos que promuevan, no los sitios más conocidos, sino los menos conocidos
para evitar que caigan en el olvido". No es pues solamente una cuestión de mercado
turístico, de creación de nuevos e imaginativos productos, sino de una distribución
territorial más amplia y equitativa del esfuerzo de producción turística.
Si difícil es precisar qué es la cultura, tanto o más difícil es determinar con precisión
el concepto de desarrollo. Teniendo en cuenta el marco en el que se mueve este
trabajo acudimos a la idea simple de que desarrollo significa la mejora de las
condiciones de vida. Desde una óptica de los países menos desarrollados, la mejora
de las condiciones de vida tendría un componente básicamente económico, en tanto
que la precariedad económica es lo que condiciona su calidad de vida. Aun así, se
puede constatar que, además de la precariedad económica, existe un elemento
adicional -trascendental en la población más joven-, que tiene también relación con
el concepto del desarrollo. Se trata, en definitiva, de la falta de esperanza, de la
inexistencia de cambios positivos, de oportunidades evolutivas. Así pues, incluso en
sociedades donde aspectos muy básicos como alimentación, vestido y hogar
estarían en unas condiciones, aunque mínimas, aceptables, la ausencia de
proyectos, de perspectivas, es un elemento a tener en cuenta en la concepción del
desarrollo.
Referencias
Cortada., D. M. (2006.). TURISMO , CULTURA Y DESARROLLO.

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