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JUNIO 2021.
INDICE
Introducción……………………………………………………………………....... 3
Primera Republica………..…………………………………………………….......
Campaña de Valencia………..……..………………………………………….......
Día 1..………………………………………..…………………………………
Día 2..…………………………………………………………..………………
Día 3..……………………………………………………………………..……
Día 4…………………………………………………………….………….......
Día 5………………………………………………………………………........
Victoria final………………………………………………………………….....
Carta de Simón Bolívar a Francisco de Miranda…………………………………
Capitulación de Miranda…………………………………………….................
Apresamiento de Miranda…………………………………………….............
Exilio de Bolívar a Curazao………………………………………….............
Conclusión………………………………………………………………….......
Bibliografía………………………………………………………………….......
Anexos………………………………………………………………….......
INTRODUCCION
El 19 de abril de 1810 en el proceso de la Independencia y el 5 de julio de 1811
como firma del acta de Independencia, fueron fechas que significaron las efemérides
magnas en la historia de Venezuela. A partir de entonces y con la más clara
concepción, debería iniciarse la reseña histórica para referir a los acontecimientos que
sucedieron en procura de consolidar la Independencia, proclamada tan gloriosamente
en esa fecha. Sin embargo, en detrimento de la justicia y de la verdad, no ha sido así y
se puede observar como muchos historiadores han dejado lamentables “lagunas” en
sus crónicas, que silencian de manera ostensible hechos de trascendental importancia.
Además refiriéndonos a esta fecha, se debe acotar algo que ha sido escasamente
difundido y es ¿el por qué Simón Bolívar no quiso participar en este movimiento
revolucionario? En efecto, se reunieron varios jóvenes caraqueños en la casa de
Manuel Díaz Casado y resolvieron intentar un golpe al día siguiente, aprovechando
las festividades del Jueves Santo. El mismo Martín Tovar Ponte, uno de los
principales cabecillas, fue comisionado para convencer a Bolívar para que participara
en el movimiento; pero éste no aceptó ya que exigía la formación de un gobierno
autocrático en reemplazo del Español.
Los aspectos más notables durante este tiempo son: la formación de Juntas
similares a la de Caracas, en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas,
Barcelona, Trujillo y Mérida, en tanto que Maracaibo, Coro y Guayana permanecen
fieles a la Regencia que gobernaba en España; la libertad de comercio exterior; la
creación de la Sociedad patriótica, por iniciativa de particulares, como organismo
radical revolucionario; el regreso a Venezuela del precursor Francisco de Miranda; el
bloqueo de las costas venezolanas por buques de guerra españoles; la convocatoria, la
elección y la reunión en Caracas de un Congreso donde estuviesen representadas las 7
provincias unidas: Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y
Trujillo; y la Declaración de la Independencia absoluta de Venezuela, por dicho
Congreso, el 5 de julio de 1811.
El castillo fue levantado por Real Orden de Felipe V (20 de junio de 1732) para
proteger los Almacenes de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas» y el tráfico de
la Flota de Galeones a Cartagena de Indias, Portobelo y Veracruz. «El Fuerte debe
defender la entrada y salida del Puerto, como asimismo el que defienda y domine toda
la extensión de sus contornos hasta donde pudiera llegar el alcance de su Artillería de
mayor calibre, y que todas las partes de esta Fortificación sean bien defendidas y
entre si recíprocamente flanqueadas», explicaba una orden del 31 de enero de 1737.
Cuando cayó bajo el poder venezolano, el castillo empezó a ser utilizado como
arsenal (en él se guardaban a principios del siglo XIX una gran cantidad de
municiones y pertrechos) y cárcel.
Simón se excusó a Francisco afirmando que un comandante (un tal Martinena) le
había aconsejado debido a que la goleta en la que se guardaban «hacía aguas». «El
resto de las municiones han tenido siempre sus almacenes en el castillo, como el
puesto más seguro y retirado del enemigo», explicaba Bolívar en la misiva. Así se
excusó Bolívar por haber guardado, en primer lugar, una gran cantidad de comida en
el lugar: «En cuanto a haber acopiado en el castillo víveres para subvenir a la
manutención de 300 hombres para tres meses, es claro que nada era más
indispensable que esta medida, para en caso que fuese sitiado, como no era imposible
en el estado actual de las cosas». A su vez, también dirigió unas curiosas disculpas a
Miranda por haber llenado hasta los topes de munición aquel castillo. Fuera por la
causa que fuese, había una verdad tan grande como un cañón de a 36 libras: que había
dotado a los prisioneros de todos los pertrechos necesarios para resistir durante más
de tres meses un largo asedio.
Pero... ¿Cómo lograron los realistas salir de la prisión? Según Bolívar, gracias a un
traidor. Un subteniente de batallón de milicias de Aragua llamado Francisco
Fernández Vinony. Un hombre que, según el dolido coronel, se dejó cautivar por las
promesas de buenaventura hechas por los partidarios de Fernando VII. «Vendió la
fortaleza por hallarse quebrado de los fondos de su compañía, y la seducción del
mando o riqueza que esperaba ese traidor por recompensa de su felonía, luego de que
los reos del estado estuviesen en libertad», determinó en la misiva el militar
venezolano. Tal y como afirma el divulgador Tomás Cipriano de Mosquera en su
extensa obra «Memoria sobre el general Simón Bolívar», Vinony no tuvo piedad y
aniquiló a los guardias antes de soltar a los reos.
Una resistencia, todo sea dicho, que Bolívar tomó más como una rabieta española
como algo serio. En base a ello, solicitó poco después a los ahora defensores que se
rindiesen. A cambio, les ofrecía la libertad y no ser fusilados. Sin embargo, la
respuesta desde el interior fue clara: «El Comandante del Castillo de San Felipe, de la
plaza de Puerto Cabello, ha hecho enarbolar el pabellón del rey nuestro señor Don
Fernando VII, y con sus fieles vasallos prometen defenderlo hasta derramar la última
gota de sangre». A pesar de ello, Bolívar envió en varias ocasiones mensajes
solicitando la rendición del castillo. Curiosamente, mantenía esperanzas en que
bajaran las armas. Quizá sabiendo la dificultad que sería para sus hombres tomarlo,
quizá por prepotencia. Pero amigo, la bandera realista siguió izada, desafiante, y las
vivas al rey no se detuvieron.
Día 2
Después de aquello, Bolívar se limitó a organizar a los 300 hombres que tenía a sus
órdenes y preparar el ataque contra el castillo de San Felipe. Un asalto que aquel día
no se llevó a cabo debido a que el lugar por el que el coronel pretendía atacar no era
apto para que navegaran los navíos de transporte. Mientras todo aquello sucedía, el
cañoneo español sobre la ciudad se hizo incesante. De hecho, los habitantes tuvieron
que abandonar una parte de la urbe ante la caída constante de bombazos. Los de la
rojigualda comenzaban a ganar papeletas en las apuestas.
Día 3
El 2 de julio llegó acompañado del sonido de los cañones realistas. Armas cuya
munición causaba auténtico pavor en los partidarios de la independencia. Para
desgracia de Bolívar, aquella música no era contrarrestada por las maldiciones y las
salves a la República de los ciudadanos de la ciudad de Puerto Cabello. Por el
contrario, lo que había en la «city» (tanto por parte de los soldados venezolanos como
de los ciudadanos que allí habitaban) era miedo a los continuos petardazos hispanos.
Mala cosa para el coronel, que veía temeroso como sus conciudadanos se marchaban
a gran escala de la zona para evitar ser aplastados por un bolazo enviado desde San
Felipe.
Día 4
El 3 de julio más allá de los habituales zurriagazos contra Bolívar. Un hombre que
empezaba a entender que había perdido el mayor arsenal de su país y que a pesar de
lo que había creído en principio poco podía hacer para recuperarlo. Según explicó el
coronel en su carta, aquella jornada decidió que lo mejor que podían hacer sus
hombres era tocar música de tambores y pífanos para animar a los pocos
combatientes que quedaban bajo su mando. El día 4, por el contrario, hubo mucho
más jaleo en los alrededores de San Felipe. Y es que, además de enfrentarse a los
patriotas del castillo, Bolívar también tuvo que combatir a capa y espada contra una
columna de infantería y jinetes (todos ellos corianos -naturales de Coro-) enviada
desde Valencia (Venezuela). Unos 200 tipos leales a España que venían ansiosos de
aniquilar independentistas.
«El día 4 [nos atacaron] los Corianos; [...] sucedió por la parte del puente del
Muerto, camino de Valencia, en donde estaba un destacamento nuestro de cien
hombres a las órdenes del coronel Mires, el cual rechazó al enemigo y persiguió
victoriosamente hasta donde estaba su cuerpo de reserva, que reforzado entonces en
número muy superior al de los nuestros, obligó al coronel Mires a retirarse al
Portachuelo, a distancia de una milla de la ciudad, en donde le mandé detener y
esperar socorros de municiones y tropas; en esta acción, la pérdida fue igual de ambas
partes, y nuestros soldados se portaron con valor», añadió Bolívar en su informe.
Vencido por los corianos, falto de agua (los pozos eran dominados por el castillo)
bombardeado constantemente desde San Felipe, y escaso de hombres (apenas 150), la
tensión de Bolívar seguía en aumento. ¿De veras había perdido definitivamente la
posición defensiva más importante de Venezuela?
Día 5
Entre los lamentos de Bolívar y los vítores de los patriotas llegó el día 5 de julio. El
definitivo para esta contienda. Según se puede deducir en base a su carta, el coronel
estaba tan desesperado -y sentía que había hecho tanto el ridículo- que decidió
ordenar un ataque con la «sus fuerzas totales». El primer objetivo fueron los corianos
que andaban avanzando -como cualquiera por su casa- a lo largo de las calles de
Puerto Cabello. De buena mañana, 200 partidarios de la independencia de Venezuela
calaron bayonetas y cargaron fusiles deseosos de hacer valer la República que sus
superiores habían creado.
La victoria final
El 6 de julio fue el día en el que la humillación de Bolívar terminó de cocerse. Esta
comenzó con la capitulación definitiva de la ciudad de Puerto Cabello, cuyos
dignatarios andaban ya hasta el chambergo de recibir pelotazos de artillería.
«Habiendo tenido en consideración la situación de nuestra plaza, la de haberse
separado de ellas las autoridades que en ella se hallaban […] se ha capitulado, este
pueblo interior, entre varios vecinos de él, con las condiciones de no padecer en esos
alguna ni sus personas, intereses, ni empleos», informaba en una carta Rafael
Martínez, el gobernador de la urbe.
Ya sin ciudad que defender, hombres que dirigir, y lugar en el que refugiarse,
Bolívar no tuvo más remedio que marcharse con la cola del chaquetón entre las
piernas. Así pues, se retiró dando la fortaleza y la urbe por perdidas. Por si eso fuera
poco, dejó por escrito el gran dolor que le producía dejar en el terreno dos caros
obuses de bronce que no pudieron ser llevados al buque en el que huían por «falta de
quien los llevase a la playa».
4. Capitulación de Miranda.
La capitulación es cuando se establece un acuerdo entre dos o más personas, sobre
temas muy importantes. También puede ser la rendición de una fuerza o ejército,
donde este se rinde y accede a acceder sus posesiones a cambio de cumplir algunas
reglas determinadas por los jefes. La capitulación de Miranda o también conocida
como la Capitulación de San Mateo se caracterizan por ser la primera firmada en
Venezuela, recordemos que una capitulación se caracteriza por ser un pacto entre dos
o más partes, sobre un hecho importante. La capitulación de San Mateo, fue una
negociación establecida por Francisco Miranda y los realistas con el fin de terminar
con el conflicto entre ambas partes, resguardando principalmente el bienestar de los
republicanos.
5. Apresamiento de Miranda