Está en la página 1de 51

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS


Y SOCIALES

GISAGA
GRUPO DE INVESTIGACIÓN
SOBRE AGRICULTURA
GERENCIA Y AMBIENTE

WWW/ULA.VE./GISAGA/

FUNDAMENTOS TEORICOS DE LA VALORACIÓN


ECONÓMICA DEL AMBIENTE
(Manual de Enseñanza Nº 2)

Prof. Jaime Grimaldo G.


Prof. José M. Sánchez U.

Mérida, Mayo de 2002


2
3

Indice General

INTRODUCCIÓN ..............................................................................................5

1. EL VALOR ECONÓMICO DEL AMBIENTE .........................................9


1.1 FUNCIONES BIO - ECOLÓGICAS Y ECONÓMICAS DEL
AMBIENTE NATURAL................................................................................10
1.2 ¿QUÉ DÁ Y QUIEN EXPRESA EL VALOR ECONÓMICO DEL
AMBIENTE? ..................................................................................................13
1.3 CATEGORIAS DE VALOR DEL MEDIO AMBIENTE........................17
1.4 LA FUNCION DE UTILIDAD Y SU RELACION CON LA
VALORACION ECONOMICA DEL MEDIO AMBIENTE.........................20
2. EL MERCADO Y LA VALORACIÓN ECONÓMICA DEL
AMBIENTE ......................................................................................................23

3. EL SIGNIFICADO DE LA VALORACION ECONOMICA DEL


MEDIO AMBIENTE Y LA MEDICION DE LAS VARIACIONES EN EL
BIENESTAR .....................................................................................................27
3.1 MEDICIÓN DE LAS VARIACIONES EN EL BIENESTAR.................28
3.1.1 Variación en el excedente del consumidor .........................................29
3.1.2 Variación compensada .......................................................................33
3.1.3 Variación equivalente.........................................................................35
3.1.4 Excedente compensatorio...................................................................37
3.1.5 Excedente equivalente........................................................................38
3.2 VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS DIVERSAS MEDIDAS DEL
BIENESTAR...................................................................................................39
4. LA AGREGACION DEL BIENESTAR INDIVIDUAL...........................41
4.1 LIMITACIONES DEL ENFOQUE DE LA FUNCIÓN DE BIENESTAR
SOCIAL ..........................................................................................................42
CONCLUSIONES ............................................................................................47

BIBLIOGRAFIA ..............................................................................................51
4
5

INTRODUCCIÓN

El contenido del presente manual de enseñanza, intenta recoger, ordenar,


sistematizar, analizar e interpretar, los fundamentos teóricos esenciales que se
requieren para entender y aplicar procesos de valoración económica de la
calidad ambiental. En este sentido, el manual constituye el producto de la
revisión e interpretación de los siguientes textos especializados en la materia:
Pearce y Turner (1995), Azqueta (1994), Field (1995), Frank, R (1992), Case y
Fair (1997) entre otros. Ésta bibliografía, debido a lo extenso de su contenido y
a lo difícil para su comprensión en algunos aspectos para no economistas, ha
estado restringida y desconocida su existencia, lo cual ha limitado el necesario
desarrollo interdisciplinario de los procesos de valoración económica del
ambiente natural. En consecuencia, el aporte práctico del manual radica en el
esfuerzo de ofrecer una síntesis de síntesis, de los fundamentos teóricos
esenciales, tanto de la economía ambiental, como de la microeconomía
(microeconomía y conducta), que puedan ser entendidos y aplicados por
economistas y otros profesionales requeridos para conformar equipos
interdisciplinarios en proyectos de evaluación y valoración económica del
ambiente. Al respecto el manual, va destinado en primer lugar a los
investigadores del GISAGA como contribución al proceso de capacitación y
actualización que el grupo realiza permanentemente. En segundo lugar para los
estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Ecología,
Ecología y Desarrollo en pregrado y Economía Ambiental en postgrado). En
tercer lugar, para técnicos y otros profesionales universitarios interesados en la
comprensión, análisis, interpretación y aplicación de los rudimentos básicos de
la valoración económica – ambiental.

En el campo científico, los problemas ambientales se han convertido en una


prioridad, y para las ciencias económicas en un nuevo campo de estudio,
conocido como la economía ambiental.

La economía ambiental se concentra en las diversas facetas de la relación que


existe entre la calidad ambiental y el comportamiento de los individuos y de
6

los grupos de individuos de una sociedad. En tal sentido, estudia las distintas
formas en que las preferencias y decisiones del ser humano afecta la calidad del
ambiente; la forma en que las instituciones definen el mejoramiento de la
calidad ambiental y como abordar científicamente el diseño de políticas
públicas eficientes para lograr la defensa, conservación y mejoramiento del
ambiente.

Un proceso integral y eficiente de valoración económica ambiental, requiere de


la integración del análisis ambiental, económico, contable y estadístico. En
consecuencia la participación de equipos interdisciplinarios, constituye una
condición esencial para garantizar la rigurosidad científica de la investigación y
el éxito de la valoración.

En cuanto al análisis ambiental, la ecología, conjuntamente con las ciencias


biológicas, químicas y físicas se han encargado de estudiar, analizar e
identificar, el conjunto de funciones que el medio ambiente proporciona a la
sociedad y son esenciales para la vida misma y su continuidad. Así mismo, la
Ecología, se ha encargado de delimitar los estados viables de la naturaleza o
restricciones que impone el equilibrio de los ecosistemas naturales a la hora de
su conservación, manejo y aprovechamiento.

Ante la innegable evolución del análisis ecológico, le corresponde a la


economía, aplicar el conjunto sofisticado de teorías y herramientas
econométricas, para dar respuestas a las principales interrogantes sobre el valor
económico de las funciones, bienes y servicios del ambiente natural.

La Economía Ambiental como disciplina de las ciencias económicas, se


encarga del estudio de los problemas ambientales, fundamentada en ideas
analíticas, desarrolladas al respecto por la Teoría Económica y el Análisis
Económico.

En Venezuela, hasta el momento, los problemas ambientales y su solución han


tenido un enfoque ecológico y circunscrito al estudio y diagnóstico biológico,
químico y físico de los ecosistemas. En otras palabras, el análisis ambiental no
se ha integrado a un necesario enfoque económico, que permita dar respuesta a
los aspectos fundamentales, relativos al valor económico del ambiente y a la
toma de decisiones viables para su conservación, manejo y gestión. A tales
fines, la economía ambiental se concentra en estudiar y ofrecer resultados
7

científicos sobre la forma en que la gente valora la calidad ambiental y como se


afecta su bienestar cuando esa calidad es deteriorada o destruida. Es decir, mide
los beneficios y costos intangibles que generan los bienes y servicios
ambientales.

En consecuencia, el objetivo fundamental del presente manual de enseñanza, es


el de esbozar con claridad y simplicidad, los fundamentos teóricos que el
análisis económico ha desarrollado para estimar y calcular el valor económico
de los bienes, servicios y de la calidad ambiental.
8
9

1. EL VALOR ECONÓMICO DEL AMBIENTE


La calidad ambiental, constituye otro concepto fundamental en un proceso de
valoración económica del ambiente y en la posterior formulación de políticas
públicas ambientales. En este sentido, la Economía Ambiental se concentra en
la relación que existe entre la calidad ambiental y el comportamiento
económico de los individuos y de la sociedad. En consecuencia, la economía
ambiental puede considerarse como la disciplina de las ciencias económicas y
sociales, que facilita la aplicación de principios de eficiencia económica y los
principios del desarrollo económico sustentable.

La Economía Ambiental es analítica y aborda conceptos como la eficiencia


económica, concesiones, incentivos, costos y beneficios en la medición de los
cambios registrados en calidad ambiental (esencialmente en costos y beneficios
intangibles). Esta medición informa con resultados científicos, sobre la manera
como las personas valoran la calidad ambiental y como se afecta su bienestar
social, cuando la calidad es degradada.

Así mismo, la Economía Ambiental, orienta y facilita el diseño de políticas


ambientales, procurando la optimización de resultados y la mayor eficiencia en
la utilización de los recursos económicos que se inviertan en la aplicación de
dichas políticas.

La ciencia económica ha venido desarrollando un conjunto de teorías y


herramientas, en las cuales se apoya científicamente la economía ambiental
para abordar el estudio de los problemas socioeconómicos y ambientales. La
Economía Ambiental se ubica entre los campos de la micro y la
macroeconomía, pero fundamentalmente en el de la microeconomía,
concentrándose en como y porque las personas toman decisiones que tienen
consecuencias ambientales.
10

1.1 FUNCIONES BIO - ECOLÓGICAS Y ECONÓMICAS DEL AMBIENTE


NATURAL

El ambiente natural ofrece un conjunto esencial de funciones ecológicas y


económicas que afecta directa e indirectamente el bienestar de la sociedad. En
primer lugar, el ambiente natural constituye el sistema integrado para el
sostenimiento y desarrollo de toda clase de vida (el valor de la vida). El
cumplimiento de esta función vital, depende del respeto sin discusión de las
restricciones o límites naturales que impone la naturaleza. Se está hablando
entonces de la calidad ambiental que tiene efectos directos sobre la vida y el
bienestar. En segundo lugar, el ambiente natural representa el proveedor de
todos los recursos naturales y bienes ambientales esenciales para materializar la
función de producción de la mayoría de los bienes y servicios económicos. En
tercer lugar, el ambiente natural forma parte de la función de producción de
utilidad familiar por ser proveedor de los bienes naturales y servicios
ambientales (paisaje, clima, salud, recreación, etc.). Finalmente, el ambiente
natural viene actuando como el espacio físico y receptor de residuos y desechos
de toda clase, proveniente de los procesos de producción, distribución y
consumo de la sociedad (sin costo alguno).

En la siguiente figura se muestra como el ambiente natural proporciona la


totalidad de las materias primas para que el sistema económico pueda
funcionar. Al mismo tiempo que las materias primas fluyen en el mercado para
generar bienes y servicios económicos y sociales, fluyen residuos que son
arrojados (no son reciclados) provocando impactos ambientales que deterioran
y degradan la calidad ambiental.
11

Ambiente Natural

Reciclados ( Rpr)
Materias primas
(M) Residuos ( Rp) Arrojados
Productores Bienes (Rpd)
(G) Arrojados
Residuos
Consumidores
(Rc) (Rcd)

Reciclados ( Rcr)

Ambiente Natural

Figura 1. El ambiente y la Economía (Fuente: Barry Field, 1995)

La Ecología es la ciencia encargada de estudiar, descubrir y delimitar los


estados viables de la naturaleza a fin de garantizar el cumplimento cabal de las
funciones tanto ecológicas como económicas que cumple el ambiente natural.
En otras palabras, identificar y proporcionar la información básica relativa a la
calidad ambiental.

Una vez que la Ecología y las ciencias básicas informan sobre las características
y valores ecológicos del ambiente natural (análisis ambiental), la Economía por
intermedio del análisis económico, debe discutir la compatibilidad de los
distintos modelos de crecimiento económico, con los límites ecológicos
proporcionados por el análisis ambiental. Así mismo el análisis económico
tiene la tarea de facilitar el proceso de decisión para descubrir como valora la
sociedad, cada una de las funciones ecológicas y económicas del ambiente
natural.
12

Finalmente, el análisis económico facilita el análisis de las vías más adecuadas


para la formulación y aplicación de cambios económicos e institucionales, que
requieran las políticas ambientales para evitar efectos negativos sobre la calidad
ambiental.

A pesar de la falta de credibilidad y lo discutible que es la valoración ambiental


económica de algunos aspectos relevantes de la calidad ambiental, el análisis
económico, ha contribuido a proporcionar información sobre el valor
económico - ambiental donde antes no existía nada. Así mismo, ha facilitado el
desarrollo y perfeccionamiento permanente de técnicas o métodos para valorar
intangibles en general y de la calidad ambiental en particular, enfatizando con
claridad los limites técnicos y científicos de los procesos de valoración.

La base y denominador común de la valoración económica del ambiente, lo


constituye el principio de la elección del consumidor a partir de las preferencias
individuales, lo cual permite descubrir finalmente, como valora la sociedad su
ambiente natural y los cambios en su bienestar. Esta etapa del proceso es vital y
condiciona la viabilidad y la aceptabilidad del mismo por parte de población
afectada. En ese sentido, el análisis económico se adentra en el campo de la
ética (conducta y comportamiento humano), a fin de definir quienes componen
la sociedad que participa en el proceso y que tipos de relaciones establecen con
su ambiente natural en particular. en consecuencia, entramos en el campo de la
economía del bienestar, cuyo teorema básico, busca legitimar el
comportamiento racional, socialmente deseable, que permita mejorar las
condiciones de la calidad ambiental y de la calidad de vida de los individuos
que hacen sus elecciones.

Al respecto el análisis económico, ha desarrollado un conjunto de supuestos


éticos que permiten identificar un indicador esencial del bienestar de la
sociedad: el valor. este indicador refleja los cambios heterogéneos en el
bienestar y permiten su agregación y la comparación con otros componentes
del bienestar social.

El concepto integral de valor económico - ambiental surge de la interrelación de


tres aspectos esenciales:

- El valor expresado por las preferencias individuales. (Valor de uso directo).


13

- El valor expresado por las preferencias públicas o colectivas (definidos en


normas sociales - legislación).
- El valor funcional físico - natural del ecosistema. (Valor intrínseco o de
existencia).

1.2 ¿QUÉ DÁ Y QUIEN EXPRESA EL VALOR ECONÓMICO DEL


AMBIENTE?

Para el análisis económico, la interacción entre el sujeto (consumidores) y el


objeto (ambiente natural), es lo que da o crea el valor económico del medio
ambiente. Es decir, los recursos naturales y los bienes ambientales, tienen valor
en la medida en que las personas y la sociedad se lo otorgan. No obstante, y
después de muchas discusiones, la economía ambiental ha logrado conciliar las
tesis antropocéntrica y ecocéntrica, para concluir que lo que da valor al
ambiente natural es el conjunto de funciones ecológicas y económicas que
cumple y que afectan directa o indirectamente el bienestar de las personas y de
la sociedad en general.

Comprendido con claridad, e internalizado el necesario equilibrio entre las tesis


sobre la Sustentabilidad del desarrollo, el proceso de valoración debe identificar
con mucha precisión quienes expresan el valor económico – ambiental. A tal
efecto, es imprescindible delimitar la parte de la sociedad o el colectivo que va
a expresar o dar valor a un cambio en la calidad ambiental a la hora de tomar
decisiones. Al respecto, el análisis económico ha identificado, en términos
generales, dos grupos de personas que, en la sociedad, expresan valor al
ambiente: USUARIOS Y NO USUARIOS.

Los usuarios y no usuarios, conforman el conjunto de personas que en un


espacio y tiempo determinado, puede y deben exigir que las modificaciones de
su bienestar, debido a un cambio en la calidad ambiental, sean consideradas y
respetadas a la hora de tomar decisiones. En este sentido, el proceso de
valoración incorpora la variable sobre los derechos de los usuario y no usuarios.
A fin de identificar con precisión los derechos sobre el ambiente natural y
quienes pueden considerarse legítimamente afectados, debe trazarse una línea o
frontera diferencial en el espacio y en el tiempo, que le permita al proceso
descubrir los diferentes tipos o categorías de valor que otorgan las Personas de
acuerdo a los intereses particulares o colectivos.
14

Aceptando los planteamientos anteriores, una segunda cuestión que debemos


considerar es tratar de definir quién o quiénes son las personas que deben
expresar esos valores. Es decir, admitido el hecho de que el medio ambiente
posee un determinado valor ya que, como hemos señalado, afecta la función de
utilidad de un conjunto de personas, el siguiente punto a discutir debe ser
delimitar cuál sería el grupo de personas afectadas por una determinada
modificación en la calidad del medio ambiente. La cuestión así planteada
consiste, entonces, en definir el colectivo de personas que pueden exigir que se
consideren sus propios cambios en el bienestar a la hora de plantear ejecutar o
no algún proyecto o política que tenga repercusiones sobre el medio ambiente.
Obviamente el problema no es fácil de resolver puesto que, por un lado, es
difícil de definir quién o quiénes son los usuarios del medio ambiente que se
busca modificar.

Lo señalado en el párrafo anterior es más evidente si recordamos todos los tipos


de valor que poseen el medio ambiente y los recursos naturales. Es decir, si
bien es cierto, no debe haber mayores complicaciones a la hora de identificar
quiénes son los usuarios directos lo mismo no ocurre con la población para la
cual el medio ambiente puede tener un valor de uso indirecto o, aún más
complicado, un valor opción e incluso de existencia. Es el caso, por ejemplo, de
un proyecto que busque proteger una cuenca hidrográfica para asegurar el
suministro y la calidad del agua de la que se beneficia una población. Es
evidente que en este ejemplo hipotético la población beneficiada directamente
es aquella que va a recibir con el proyecto un recurso hídrico en mayor cantidad
y calidad. Por tanto, es lógico que al plantearse valorar económicamente la
calidad ambiental resultante en dicha cuenca se tome en consideración la
opinión de los pobladores de las ciudades y pueblos que empleen el agua que se
produce en la zona protegida.

Es ya evidente que la población a la que nos hemos referido hasta ahora está
recibiendo un beneficio que, sin embargo, no es el único generado si
consideramos tanto un espacio geográfico como un espacio temporal. De
hecho, geográficamente no sólo la población residente en las poblaciones que
hemos nombrado son los únicos beneficiados, habría que considerar a las
personas que residen en otras ciudades, posiblemente de otros países, que por
diversos motivos (turismo, negocios, visitas familiares, etc.) se encuentran en
alguna de las ciudades beneficiadas por el proyecto. Por tanto, esas personas
que aún no siendo residentes están igualmente recibiendo un flujo de agua de
15

mayor cantidad y calidad a la que podría acceder si el proyecto de protección en


la cuenca no se realiza. En ese sentido, se amplía geográficamente la frontera
dentro de la cual se encuentra la población que debería expresar el valor que
tiene la mayor calidad ambiental que resulta en la cuenca hidrográfica que
estamos tomando como ejemplo.

Si bien es cierto hemos ampliado la “frontera” en la cual este hipotético


proyecto tiene incidencia, lo hemos hecho considerando sólo una de las muchas
funciones que una cuenca hidrográfica protegida puede cumplir tal como es la
posibilidad de suministrar un recurso agua en mayor cantidad y calidad. Pero
pensemos que existe todo un abanico de posibles beneficios que un proyecto de
este tipo podría brindar tanto a la población residente como a la no-residente en
la zona directamente involucrada. Por ejemplo, una zona protegida puede atraer
a la población que busca disfrutar de horas de esparcimiento, tranquilidad y
contacto directo con la naturaleza. Esta población está haciendo uso del medio
ambiente de la cuenca y está, por tanto, recibiendo un beneficio adicional a los
que supone contar con un flujo regular y no contaminado de agua. Por tanto,
ese beneficio significa para la población afectada un determinado valor que
viene a formar parte del valor que tiene la protección de la cuenca hidrográfica.
También la población se puede beneficiar de las mayores posibilidades de
acceder a otros recursos de la cuenca, no sólo el recurso hídrico. De hecho, una
zona protegida puede cumplir mejor una serie de funciones como la absorción
de los gases contaminantes que se produzcan en las poblaciones vecinas,
absorción de la contaminación sónica y todas aquellas que implican servir de
sumidero de residuos. Adicionalmente, existen funciones como la regulación
del clima, el equilibrio de los ecosistemas y, en general, el sustento de la vida
tanto del ser humano como de otros seres vivos. Todos estos son beneficios
adicionales del proyecto que podrían ampliar aún más la frontera geográfica de
la que hemos estado hablando y que sin duda amplía el valor que tendría para la
población afectada los beneficios reportados por resguardar la calidad
ambiental de la cuenca.

Debemos señalar que, sin embargo, aún la población afectada no se encuentra


completamente identificada pues sólo hemos ampliado la frontera geográfica en
la que se encuentra al ir incorporando varias de las funciones económicas que la
cuenca hidrográfica, que nos sirve de ejemplo, puede cumplir si se desarrolla el
proyecto. De hecho, debemos considerar la frontera en el tiempo, es decir,
considerar el hecho de que las decisiones que se tomen hoy y que afecten al
16

medio ambiente van a tener también repercusiones sobre las generaciones


futuras. Ahora, el problema que se presenta es cómo tomar en cuenta los
derechos de las personas que aún no han nacido si, incluso, no conocemos sus
preferencias.

Una de las soluciones que nos proporciona el utilitarismo neoclásico está en


considerar que al actuar todos los individuos de manera egoísta, se optimiza el
bienestar de la sociedad, recordemos la famosa “mano invisible” de Adam
Smith. No obstante, adoptar este principio implica, para las generaciones
futuras, que sus propios intereses serán tomados en cuenta siempre y cuando
sus beneficios entren a formar parte de la función de utilidad de las personas
que toman las decisiones en el presente. En otras palabras, se debe garantizar
que la generación actual es altruista con respecto al bienestar de la población
que aún no ha nacido. En este caso, no podríamos aceptar el supuesto de
independencia de las preferencias individuales que tiende a considerar la teoría
económica tradicional pues con ello no estaríamos dejando mucho espacio para
la realización de decisiones altruistas. O sea, si la función de utilidad de las
personas que toman decisiones sobre la ejecución del proyecto de protección de
una cuenca hidrográfica, por ejemplo, no depende ni para bien ni para mal de lo
que ocurra con las generaciones futuras, sus decisiones seguramente no serían
nada altruistas en ese sentido. En casos como estos, se corre el riesgo de que los
beneficios de un proyecto de este tipo estén mal repartidos en el tiempo y, en
casos extremos, las generaciones presentes pueden obtener todos los beneficios
dejando los costos (ambientales) para sus hijos y nietos. No obstante, puede que
las personas sean altruistas y, en ese caso, el modelo no ha acertado al suponer
independencia de las preferencias. Tendríamos, entonces, que los intereses de
las personas que aún no han nacido se tomarían en cuenta por las personas que
toman decisiones actualmente. (Azqueta, 1994).

Aceptando lo anterior, surge, sin embargo, una dificultad adicional y es lo que


se denomina paradoja del aislamiento que impide a las personas tomar
decisiones altruistas haciendo que se comporten como egoístas aún cuando el
bienestar colectivo forme parte de su función de utilidad. Es el caso de, por
ejemplo, una unidad familiar a la que se le plantee la posibilidad de contribuir
con un porcentaje de su ingreso mensual para financiar los estudios previos a la
ejecución del proyecto de protección de la cuenca hidrográfica. Aún cuando la
familia esté consciente de los beneficios que dicho proyecto implica tanto para
ellos como para sus descendientes y suponiendo que el porcentaje exigido está
17

por debajo de la disponibilidad a pagar por los beneficios (presentes y futuros).


Es probable que la familia argumente que, aunque ellos contribuyan con parte
de sus ingresos, nada garantizará que las demás familias también lo hagan. Es
decir, aún cuando todos sean potenciales beneficiarios al contar con una zona
protectora para la cuenca que surte de agua a su propia ciudad, es probable que
la familia no contribuya voluntariamente a financiar el proyecto. En ese caso,
aunque todas las personas tengan funciones de utilidad altruistas es muy posible
que reflejen decisiones netamente individualistas. El problema, entonces, no se
reduce a determinar si las preferencias son independientes o no y trabajar con
alguno de los dos supuestos, se trata de comprobar hasta donde el sistema de
mercado logra garantizar que las funciones de utilidad altruistas sean
expresadas en decisiones también altruistas.

No obstante, aún cuando las preferencias individuales sean altruistas y no se


manifieste la paradoja del aislamiento, estaríamos ante un nuevo inconveniente
que es el siguiente: Aún en ese hipotético caso ¿sería éticamente correcto
aceptar el monopolio de las generaciones presentes sobre el poder de decisión?.
Es decir, aún cuando las preferencias incluyen el bienestar de las generaciones
futuras y se manifiesta de esta manera en sus decisiones, seguimos negándole a
nuestros hijos y nietos (y vecinos) la posibilidad de ser sujetos de derecho. Es
evidente, por tanto, que las maneras en que se deben resolver los problemas de
decisión que afecten al medio ambiente tanto actualmente como es su capacidad
de sustento en el futuro no se encuentran del todo resueltos. Más aún, dichas
cuestiones han dado lugar a uno de los más grandes debates no solucionados en
el campo de estudio de la Economía Ambiental. (Azqueta, 1994).

1.3 CATEGORIAS DE VALOR DEL MEDIO AMBIENTE

Al plantearnos valorar económicamente al medio ambiente queremos decir que


el mismo tiene algún tipo de valor. Pero, ¿cuál es el valor del medio ambiente y
los recursos naturales?. Comencemos por lo más evidente, aunque no
necesariamente lo más importante, son aquellas funciones que poseen el medio
ambiente y los recursos naturales y que tienen la particularidad de significar una
interacción “hombre – naturaleza”. Dichas funciones, como es de suponer,
tienen un valor tanto para las individualidades como para la sociedad en su
conjunto, ese es el llamado valor de uso. Consideremos diferentes personas, un
agricultor, un cazador, un pescador, etc. todas ellas usan el medio ambiente y,
por tanto, este último afecta sus funciones de utilidad produciéndoles un
18

beneficio. Pero consideremos también a quienes nos gusta contemplar los


paisajes, igualmente estamos haciendo uso del medio ambiente y obtenemos un
beneficio.

Según lo anterior, el valor de uso puede ser directo o indirecto, el primero surge
cuando un individuo es afectado en su función de utilidad al emplear al medio
ambiente o los recursos naturales bien sea a través de un proceso de consumo,
de producción o de extracción. Ejemplos de este tipo de valor pueden ser los
que tienen los recursos naturales en el caso de la pesca, la caza, la extracción de
petróleo, etc. Otros ejemplos incluyen también el caso cuando el medio
ambiente y los recursos naturales son utilizados para actividades recreativas
como el excursionismo, andinismo, fotografía de animales y plantas, etc. (valor
de uso directo no consuntivo). El valor de uso indirecto surge cuando se
consideran los valores estéticos, espirituales, culturales, etc. que poseen el
medio ambiente y los recursos naturales, recordemos el caso de las personas
que disfrutan de las vistas de un paisaje. También dentro del valor de uso
incluimos el valor opción, que algunos autores consideran valor de no uso,
estando la diferencia en lo que consideremos como “uso”. Aquí incluimos tanto
los valores de uso actuales como los valores de uso futuro, es decir,
consideramos todos los usos ocurran cuando ocurran. En ese sentido, el valor
de opción que, básicamente, es el que tiene el medio ambiente en su capacidad
de satisfacer potencialmente las necesidades de las generaciones futuras,
obviamente es parte de los valores de uso. Podríamos considerarlo como un
valor de uso futuro puesto que es el que surge a medida que el medio ambiente
es resguardado para brindar un beneficio potencial. Implica, básicamente, la
expresión de una preferencia o una disposición a pagar por conservar el medio
ambiente ante la posibilidad de que la población se convierta en usuario del
mismo en algún momento futuro.

Según lo anterior podemos decir que los beneficios indirectos forman parte de
los valores de opción, por ejemplo, el caso en que se decide conservar la
naturaleza para beneficios de otros. Incluimos dentro de los valores de opción
los que la literatura denomina valores legado, que son simplemente la
disposición a pagar por asegurar el medio ambiente para beneficio de nuestros
hijos o nuestros nietos. Nos encontramos aquí, sin embargo, con un posible
problema, pues al considerar los beneficios de las generaciones futuras
podríamos desconocer sus necesidades y, por tanto, tener una información
sesgada de los mismos. Este es un tipo de incertidumbre diferente a la existente
19

por el mero hecho de desconocer la disponibilidad del medio ambiente en el


futuro, es decir, la incertidumbre relacionada con la oferta del medio ambiente.
Según todo lo anterior podríamos resumir parte del valor económico total a
través de la siguiente ecuación:
Valor de uso = Valor de uso actual (directo o indirecto) + Valor opción.

Por otro lado, lo que se conoce como valor de existencia o valor intrínseco
existe por el hecho de que aún cuando el medio ambiente y los recursos
naturales no tengan una interacción con una determinada persona, por el simple
hecho de que los primeros existan, poseen un valor. Esto podría ser más
evidente si lo ilustramos de la siguiente manera: planteándonos el supuesto
extremo de que la raza humana no existiera en nuestro planeta, aún hay otras
funciones que el medio ambiente puede brindar como son las de servir de
sustento de vida para todo una amplia variedad de ecosistemas. Es decir, todas
aquellas funciones que el medio ambiente y los recursos naturales poseen y que
no implican por parte del hombre un uso para llevar a cabo un proceso
productivo o de consumo, ya sea directo o indirecto, significan también un
conjunto de funciones no menos importantes y que, por tanto, tienen un valor
que como hemos dicho se conoce como valor de existencia o valor implícito.
Por tanto, el medio ambiente tiene un valor per se no requiriendo que nada ni
nadie se lo otorgue. Podremos completar la fórmula del valor económico total
de la siguiente manera:

Valor económico total = Valor de uso actual (directo o indirecto) +


Valor opción + Valor de existencia,
tenemos también que:

Valor opción = Valor de uso (por el individuo) + Valor de uso por individuos
futuros (descendientes o generaciones futuras) + Valor de uso por otros (valor
indirecto para el individuo) (Pearce y Turner, 1995).

Con lo anterior tenemos que, si una persona valora algo, los beneficios que
dicha persona obtiene de ello son iguales a la cantidad que está dispuesta a
pagar por él. De acuerdo con este planteamiento, los beneficios se miden
mediante la disponibilidad para pagar, y se ha determinado que la
disponibilidad total para pagar se mide calculando las áreas que se encuentran
bajo la curva de demanda.
20

1.4 LA FUNCION DE UTILIDAD Y SU RELACION CON LA


VALORACION ECONOMICA DEL MEDIO AMBIENTE.

Hemos reiterado, a lo largo del desarrollo de este manual, que valorar


económicamente al medio ambiente no se trata de darle precio a la naturaleza y
sus recursos. Se trata de determinar el valor integral que le otorgan los
individuos y la sociedad y traducir en indicadores monetarios la utilidad que
para él, su familia y la sociedad, proporciona el medio ambiente.

La utilidad es un criterio de elección de la mejor alternativa para adquirir bienes


y servicios. Cuando se elige entre varias opciones, se realizan juicios
específicos sobre el valor de los bienes. El hecho de que un bien sea preferible a
otro depende de cuanta utilidad o satisfacción sea capaz de producir en el
bienestar del individuo. En consecuencia, la utilidad es la ponderación subjetiva
del valor que otorgan las personas a los bienes económicos y ambientales.

A pesar de la dificultad de medir la utilidad en forma completa y exacta, la


función de utilidad nos permite entender mejor el proceso de elección y la
valoración económica del medio ambiente.

Jeremy Bentham definió la utilidad como “Aquella propiedad del objeto en


virtud del cual éste tiende a procurar una ventaja, un placer, una cantidad de
bien o felicidad”. Esta definición dio paso a un lugar preponderante del
concepto de utilidad en la economía.

Más adelante, Senir, Jevons y Pareto establecieron que “La Utilidad no es la


propiedad absoluta de los objetos, sino una relación entre el objeto y el
hombre”, con lo cual la economía adquiere un carácter subjetivo y social.

El concepto moderno de utilidad fue formulado por Walras y Fisher como “la
capacidad de satisfacer necesidades cualesquiera que sean estas”. Este concepto
constituye la base de la definición de Economía Moderna formulada por Case y
Fair en su tratado de Microeconomía como “El estudio de la forma como los
individuos y las sociedades deciden utilizar los recursos escasos que la
naturaleza y las generaciones precedentes les han proporcionado”. Como se
deriva de esta definición, la sociedad tiene necesidades ilimitadas dentro de un
medio ambiente limitado (recursos limitados y escasos), lo cual obliga al
individuo y al colectivo a escoger o a elegir las mejores opciones en su
21

consumo. En tal sentido, la elección del consumidor es el principal acto de


economizar, por lo que la Teoría de la Elección se constituye en el núcleo de la
ciencia económica y la Teoría de los Precios en su aplicación más concreta.

La relación práctica de la función de utilidad con la valoración económica del


medio ambiente radica en que ofrece un mecanismo cuantitativo para expresar
en dinero los cambios que el bienestar de los individuos, que supone la
modificación en las condiciones de oferta (cantidad, precio) de un bien o
servicio ambiental, cuando el individuo decide usarlo directa o indirectamente.

La monetización de los cambios en el bienestar es propia del campo de la


microeconomía y su relación con la conducta humana. El cálculo de la utilidad
y su expresión monetaria requiere que ésta tenga una función continua y
derivable cuantas veces se requiera. Para un bien en particular la utilidad viene
a ser la función de la cantidad consumida del bien en cuestión: U = f(x). Esta
función toma la designación de utilidad total y U’ = f’(x), la utilidad marginal o
primera derivada de la función.

Si consideramos un consumidor con una función de utilidad (ordinal) U(x)


donde x = (x1, ..., xn) representa un vector de N bienes de consumo y U se
asume que es continua, no decreciente, cuasi - cóncava y positiva en las
cantidades de consumo. Suponiendo que el consumidor tiene un ingreso dado,
I, la restricción presupuestaria está dada por:1
I = px
donde p es un vector de precios asociados con los bienes de consumo x. El
problema del consumidor es maximizar la utilidad U(x) sujeto a su restricción
presupuestaria produciendo las funciones de demanda ordinarias, 2
1
Por conveniencia, se asume que los vectores están conformados para multiplicación los cuales
se representan sin transposición.
2
Estas funciones de demanda pueden ser derivadas bien sea resolviendo el principal problema
de maximización de la utilidad sujeto a la restricción presupuestaria suponiendo
diferenciabilidad apropiada en U (lo cual requiere estricta cuasi – concavidad), o por la
definición de la función de utilidad indirecta usando la aproximación dual y suponiendo
diferenciabilidad apropiada en V. Para la aproximación principal, ver James M. Henderson y
Richard E. Quandt, Microeconomic Theory: A Mathematical Approach, 2nd . Ed. (New York:
McGraw Hill Book Company, 1971), pp. 407 – 8. Para la aproximación dual, ver Hal R.
Varian, Microeconomic Analysis, 2nd . Ed. (New York: W. W. Norton Company, 1984), pp. 115
– 27. También note que a través de ese apéndice, se asumen soluciones interiores por
simplicidad y conveniencia (es decir, aquella en que para todo q n > 0). Sin embargo, los
resultados no son sustancialmente alterados cuando qn = 0 en el óptimo para algún n.
22

x = x (p,I),
con cantidades demandadas específicas para precios e ingreso dados y una
función de utilidad indirecta,
V(p,I) ≡ {max x U(x)I = px},
la cual especifica la máxima utilidad alcanzada para unos precios e ingreso
determinados.
Precio

D(x)
cantidad
Figura 2. Curva de demanda.

En la figura se representa la demanda del bien x, en función de su precio (para


un determinado nivel de ingreso). El área que queda entre la curva de la
demanda de una persona por un bien ambiental y la línea del precio del bien es
el excedente del consumidor (marshalliano) y viene medido en dinero, lo cual
permite traducir el cambio en el bienestar en una medida monetaria.

De la teoría de la dualidad, la función de utilidad indirecta puede ser encontrada


de las demandas ordinarias sustituyendo dentro de la función de utilidad, 3
V(p,I) ≡ U(x),
Y las demandas ordinarias pueden ser encontradas de la función de utilidad
indirecta por la identidad de Roy, 4 5 xj ≡ - Vj/VI. (Just, Hueth y Schmitz, 1994).

3
Note que el símbolo “≡” es usado para denotar identidades o relaciones que se mantienen por
definición.
4
Por conveniencia en la notación, son adoptadas dos convenciones para representar
diferenciación. Primero, el subíndice es usado para denotar la diferenciación, p. ej., Vp = ∂V/∂p
y Vi = ∂V/ ∂pi. Segundo, la diferenciación con respecto a un vector es usada para representar un
vector de derivadas cada una con respecto al respectivo elemento del vector, p. ej., ∂V/∂p =
(∂V/ ∂p 1 , ..., ∂V/ ∂p N ). Similarmente, la diferenciación de un vector con respecto a un escalar es
usada para representar un vector de derivadas de los respectivos elementos del vector con
respecto al escalar).
23

2. EL MERCADO Y LA VALORACIÓN ECONÓMICA


DEL AMBIENTE

La comprensión de un proceso de Valoración Económica del Ambiente en un


Sistema de Mercado, requiere, identificar, comprender e interpretar un conjunto
de conceptos básicos. Por ejemplo, Mercado Perfecto, Mercado Imperfecto,
Eficiencia Económica, Equidad Económica, Función de Utilidad, Excedente del
Consumidor, Regla de Agregación de Arrow, Optimo de Pareto, Criterio de la
Compensación de Hicks, Valor de Uso, Valor de no Uso, Calidad Ambiental,
Economía del Bienestar, etc.

Un Mercado Perfecto, establece una relación pura de intercambio entre


consumidores y productores basándose en un precio surgido entre la oferta y la
demanda de bienes y servicios. En un Mercado de este tipo, funciona una
información completa, originada por la manifestación de la Preferencia del
Consumidor y una Disposición A Pagar (DAP) los precios surgidos del
principio óptimo del convenimiento entre Consumidores y Oferentes. Puede
señalarse que un mercado con estas características, produce resultados
económicamente eficientes dentro de unos límites específicos o individuales.

5
Asumiendo diferenciabilidad, la identidad de Roy sigue de la diferenciación de la identidad
V(p,I) ≡ U(x) con respecto a pi e I con lo cual obtenemos
Vi = Ux ∂x/∂p i , VI = Ux ∂x/∂I.

Enseguida, note que la maximización de la utilidad sujeto a la restricción presupuestaria, es


decir, con la maximización del lagrangiano U(x) + λ(I – px), obtenemos las condiciones de
primer orden Ui = λp i . Sustituyendo obtenemos
Vi = λp ∂x/∂p i , VI = λp ∂x/∂I,
respectivamente. Finalmente, diferenciando la restricción presupuestaria con respecto a pi e I
obtenemos
p ∂x/ ∂p i = - xi , p ∂x/ ∂I = 1,
respectivamente. La identidad de Roy surge inmediatamente. Ver René Roy, “La Distribution
due revenu entre le divers biens,” Econometrica, Vol. 15, Nº 3 (july 1947), pp. 205 –25.
24

MERCADOS DE
PRODUCTOS
Bienes y Servicios

EMPRESAS

FAMILIAS
Demanda en mercados de
bienes
Oferta en mercados de
insumos
Oferta en merados de productos
Demanda en mercados de insumos

MERCADOS DE INSUMOS
(FACTORES)
Trabajo (salario)
Capital (utilidades, intereses)
Tierra (renta)

Figura 3. El flujo circular. (Fuente: Case y Fair, 1997).

En un mercado como este, el ambiente natural y sus recursos, son considerados


solo como elementos de transformación, comercialización y de intercambio en
un tiempo y lugar determinado. Es decir, solo se toma en cuenta su valor de uso
directo, dejando por fuera Valores de uso indirectos y valores inmateriales de la
naturaleza (valores de no uso). En consecuencia, éste tipo de mercado, carece
de sentido social por que no incluye, junto con las decisiones estrictamente
económicas los valores sociales y las consecuencias ambientales en el
desempeño del sistema de mercado.

Ignorar el valor social de los bienes y servicios ambientales por carecer de un


precio determinado en el mercado, ha conducido a un conjunto de
imperfecciones o fallas a la hora de valorar económicamente el ambiente
natural y sus funciones bio-ecológicas.
25

La indefinición del derecho de propiedad de la naturaleza y el carácter de


bienes públicos y comunes de la mayoría de sus recursos naturales, originan un
conjunto de costos externos ó externalidades que no son contabilizados ni
registrados por los indicadores económicos convencionales del mercado. Así
mismo la incomplitud o falta de información (contabilidad ambiental) relativa a
inventarios físico - naturales, precisos y sistemáticos, dificultan la necesaria
valoración económica del ambiente natural.

Tales imperfecciones o fallas del mercado, constituyen causas fundamentales en


la falta de claridad a la hora de evaluar los impactos y diseñar las políticas
ambientales que se pretenden aplicar. La aplicación y desarrollo de modelos
ambientales sin tomar en cuenta los costos reales, para cumplir a cabalidad la
aplicación de la política ambiental, evidencia una deficiencia en el
funcionamiento de una economía y del sistema del mercado. En consecuencia,
si el sistema del mercado no funciona bien en su desempeño social y ambiental,
tampoco es posible el diseño y formulación de una política ambiental efectiva y
viable en su aplicación.

Ya hemos analizado que la eficiencia económica es un criterio o una


herramienta teórica para estimar tanto la utilización de insumos, como para
determinar niveles de producción en un mercado. La importancia de la
eficiencia económica en un proceso de valoración ambiental, es la de establecer
un equilibrio entre el valor de la producción y el valor de lo que se consume
para generar dicha producción. En otras palabras, permite establecer un balance
entre la disponibilidad o disposición para pagar (DAP) y los costos marginales
de producción.

La estimación de la eficiencia económica en la valoración económica del medio


ambiente debe aplicarse en el sentido social más amplio, por lo que deben
incluirse todos los costos de producción y todos los valores (de uso y no uso)
para que quede integralmente reflejado todo el valor que el colectivo otorga al
ambiente natural. La igualdad entre estos dos indicadores, determina si el valor
económico ambiental es socialmente eficiente.

La disponibilidad total a pagar menos los costos totales de producción


ambiental, representa el valor neto del ambiente conocido como el excedente
del consumidor en un mercado. Para una sociedad en su conjunto, el mercado
26

ambiental es eficiente cuando los beneficios netos son maximizados,


independientemente de quien los acumule.

En un proceso de valoración ambiental, la equidad económica se logra cuando


la eficiencia económica adquiere carácter social, debido a que la equidad se
encuentra ligada estrechamente a la distribución del bienestar en una sociedad.

Otro de los asuntos que debemos mencionar previamente y que están


relacionados con la valoración económica del medio ambiente es el relacionado
con la manera en que son expresados los valores del medio ambiente y los
recursos naturales. La solución que ha aportado la teoría económica ha sido
tratar de hallar la misma información que suministraría un consumidor sobre
sus preferencias en un mercado, es decir, determinar la intensidad de las
preferencias individuales con relación a los bienes mercadeables. En otras
palabras, partiendo del hecho de que el medio ambiente y los recursos naturales,
aunque no son intercambiados en un mercado, si poseen un valor por lo que,
con ello, sería suficiente para valorarlos suponiendo la existencia de un
mercado hipotético. Según esto, el valor del medio ambiente se mide a través de
los beneficios que reporta y los beneficios se pueden medir mediante la
disponibilidad a pagar por ellos. Además, se sabe que la disponibilidad total
para pagar se mide calculando las áreas que se encuentran bajo la curva de
demanda del bien o servicio al que se esté haciendo referencia, punto al que
volveremos más adelante.

En el caso de la valoración de la calidad ambiental estamos comprometidos con


principios fundamentales del mercado, pero no necesariamente estamos
obligados a aceptar cualquier resultado que nos suministre. Lo importante es
entender que el sistema de mercado, contiene ciertas estructuras de incentivos y
otros mecanismos necesarios para la realización del proceso de valoración y
para lograr objetivos positivos en el diseño y aplicación de políticas
ambientales.
27

3. EL SIGNIFICADO DE LA VALORACION
ECONOMICA DEL MEDIO AMBIENTE Y LA
MEDICION DE LAS VARIACIONES EN EL
BIENESTAR
Cuando se plantea valorar económicamente un flujo de bienes y servicios ya
sean ambientales o no, implícitamente, se está asumiendo que cualquier
modificación en la cantidad y/o calidad del bien del que se trata, representa para
ese individuo un cambio en su bienestar. Lo anterior es cierto si consideramos
que para que la modificación en cuestión tenga un valor monetario, la persona
debe estar dispuesta a sacrificar o a pagar para que el cambio se realice o, en
caso contrario, para que dicho cambio no se realice. Si se pretende asignar una
cifra monetaria al valor que dicho flujo de bienes y servicios tienen para un
individuo o una colectividad, se está sólo reconociendo la capacidad que tiene
el dinero como patrón de medida para señalar las ganancias y pérdidas de
utilidad o bienestar. De hecho, tiene más sentido práctico hablar de la pérdida
de capacidad de compra que el individuo está dispuesto a aceptar cuando esa
pérdida está medida en alguna unidad monetaria que cuando se plantea otra
unidad de medida.

Por supuesto, el asumir una determinada cantidad de dinero como la estimación


del valor que para una persona tiene la calidad ambiental cae dentro del
problema ético que implica efectuar dicha valoración. En todo caso, aún cuando
se acepten como valederas las opiniones en contra de la valoración del medio
ambiente, reconociendo que buena parte de sus funciones son invaluables, es
decir, no tienen un valor que pueda ser expresado en cifras. O sea, aún
considerando como cierto que funciones como la regulación del clima, el
equilibrio ecológico o, en términos más generales, la capacidad de servir de
soporte de la vida no pueden tener una contrapartida en unidades monetarias.
Aún aceptando que cualquier intento de acercarse a una cifra determinada
violenta la base ética que debe acompañar a la ciencia, no es menos cierto que,
dada sus propias características, los bienes y servicios ambientales son vistos
como recursos comunes por los cuales no se paga ningún precio produciéndose
su sobreexplotación. De hecho, las condiciones naturales de algunos sistemas
de recursos naturales se han modificado hasta acercarse en muchas ocasiones a
extremos donde es irreversible el daño que se ha producido. En ese sentido es
que cobra importancia y pertinencia la valoración económica de la calidad
28

ambiental, puesto que la misma permite acercarse a una cifra de su valor para
un determinado individuo (o sociedad). Dicha cifra por muy criticable que
pueda ser seguramente será preferible a la hora de afectar al medio ambiente si
comparamos con los resultados que se pueden generar al tomar decisiones
considerando al mismo como un recurso común.

Con lo señalado anteriormente, podemos afirmar que el propósito que se


encuentra dentro del intento de la valoración monetaria del medio ambiente es
brindar una prueba de la racionalidad económica de invertir en su mejora. Dado
que el costo de tales mejoras se mide en términos monetarios, el beneficio que
las mismas reporten deberían aproximarse al valor monetario que el individuo o
la sociedad, si es el caso, dan al recurso que se ha consumido. No existen pues
mayores razones para plantearse valorar económicamente el medio ambiente y
los recursos naturales que poder obtener una cifra comparable de los beneficios
que reporta un determinado cambio en su calidad y/o cantidad con los costos
que el proveer dicho beneficio implica. Lo anterior es cierto si, en caso
contrario, comparamos los costos ambientales de una determinada decisión con
los beneficios que la misma pueda ofrecer.

Por lo pronto es importante señalar algunas deficiencias que ya deben ser


evidentes a la hora de obtener un valor para el medio ambiente y obrar bajo
esos supuestos. En primer lugar, la demanda y, por tanto, los beneficios son
complicados de obtener cuando la misma se refiere al medio ambiente y los
recursos naturales. Y, en segundo lugar, las demandas están afectadas por la
capacidad de pagar por un producto lo cual sería cierto también en el caso de
que se obtuviese una demanda para cuestiones como la calidad ambiental.

3.1 MEDICIÓN DE LAS VARIACIONES EN EL BIENESTAR

Valorar económicamente el medio ambiente, no se trata de fijar o darle un


precio a sus bienes y servicios, se pretende estimar el valor económico integral
del ambiente natural y traducir en términos monetarios el cambio en el bienestar
que supone la modificación, positiva o negativa, en las condiciones de oferta
de los bienes y servicios ambientales. Una vez definida la población afectada o
usuarios del medio ambiente, corresponde determinar la manera en que se
expresan esos valores. Como hemos señalado previamente, estamos suponiendo
que el valor de un bien para una persona es lo que esa persona está dispuesta y
puede pagar por conseguirlo. Algo similar, pero en sentido inverso, podemos
29

señalar para la disposición a ser compensado (DAC). En el ejemplo de un


cambio negativo sobre el bienestar del individuo, la DAC es lo que la persona
está dispuesto, como mínimo, a exigir para que el cambio se realice. Entonces,
estamos suponiendo que una preferencia positiva por algo se refleja en la forma
de disponibilidad a pagar (DAP) por ello. Sin embargo, muchas personas están
dispuestas a pagar una cantidad que se encuentra por encima del precio de
mercado. En ese caso, el cambio positivo en el bienestar que reciben es mayor
que lo señalado por el precio de mercado. El exceso se conoce como excedente
del consumidor.

3.1.1 Variación en el excedente del consumidor

Tenemos la siguiente regla:


DAP bruta = gasto en el mercado + excedente del consumidor.

La idea se puede expresar con la ayuda de un gráfico que representa una curva
de demanda:

Precio
Pa

2
P*
1
Curva de demanda

q* Cantidad
Figura 4. Disponibilidad a pagar bruta.

En este caso, tenemos que al precio de mercado (p*) el consumidor demanda


(q*) unidades del bien, sin embargo, por esas q* unidades el consumidor está
recibiendo un beneficio total igual al área que se encuentra bajo la curva de
30

demanda (el área 1 + 2). El excedente del consumidor es el área entre la curva
de demanda del consumidor y el precio que efectivamente debe cancelar en el
mercado. En este caso, el excedente que el individuo tiene al demandar q* al
precio p* es el área 2, es decir, la diferencia entre lo que estaría, como máximo,
dispuesto a pagar por q* - el beneficio total (área 1 + 2)- y lo que efectivamente
cancela -el gasto total (área 1)-. Ahora consideremos el siguiente gráfico:

Precio

P*
1 2
P**

Curva de demanda
0 q* q** Cantidad

Figura 5. Cambio en el excedente del consumidor, EC.

En este caso, tenemos que al precio de mercado (p**) el consumidor demanda


(q**) unidades del bien, es decir, ha ocurrido una disminución en el precio,
generándose un aumento en las cantidades demandadas. El beneficio que el
consumidor recibe por la disminución en el precio viene dado por la suma de
las áreas 1 y 2 que son, simplemente, el incremento en el excedente del
consumidor (EC) que resulta ante el cambio en el precio. Ahora, lo resaltante es
que dichas áreas están medidas en unidades monetarias que es el objetivo que
seguimos al tratar de expresar un beneficio (o perjuicio) recibido en una medida
comparable.

Sin embargo, para que las áreas por debajo de la curva de demanda midan los
beneficios, hay un problema adicional y es el hecho de que la EC no anula el
efecto renta producido. Las curvas de demanda utilizadas se conocen como
31

curvas de demanda marshallianas y se caracterizan por tener el mismo nivel de


renta a medida que nos desplazamos sobre ellas, bien sea hacia arriba o hacia
abajo. No obstante, con el cambio en el precio, que se produce al desplazarnos
sobre la curva de demanda, se genera el efecto renta y varía la utilidad marginal
del ingreso. Para nuestros propósitos, como veremos, es necesario que el
bienestar de los individuos sea constante lo que implica la necesidad de
“corregir” la curva de demanda para que la utilidad o bienestar no varíe a
medida que nos desplazamos sobre ella. Consideremos los siguientes gráficos:

Precio

Dh2

Dh1
D
P * A
E

P ** C B

D
D h1 D h2
O
bien q 2 bien q 1

A I1
B
C
I0 R1
R0
O q 1* q 1* * bien q 1
Figura 6. Demandas marshallianas y hicksianas y el equilibrio del consumidor.
32

En la parte superior, hemos representado la curva de demanda marshalliana


(DD) del gráfico anterior en la que los puntos A y B determinan las cantidades
demandadas para los precios P* y P** respectivamente. En la parte inferior,
tenemos las curvas de indiferencia correspondientes. Al precio p*, las
cantidades demandadas son q1 * ubicándose el consumidor en la intersección de
la curva de indiferencia I0 y la restricción presupuestaria R0 , es decir, en el
punto A. Cuando el precio del bien q disminuye hasta p** el consumidor se
ubica en una curva de indiferencia más alejada del origen, en este caso, la curva
I1 ; el equilibrio se encuentra ahora en el punto B (intersección de I1 y R1 ).
Ahora, se hace más evidente el hecho de que al medir el cambio en el bienestar
en la curva de demanda DD, empleando la EC, no se anula el efecto renta pues
al caer el precio el consumidor se encuentra sobre otra curva de indiferencia
(otro nivel de bienestar) y, desde luego, sobre otra restricción presupuestaria. El
efecto renta surge cuando el consumidor se enfrenta a una relación de precios
diferente haciendo que, en términos reales, cuente con una renta diferente. En el
ejemplo, con la caída en el nivel de precios el individuo tendrá una mayor
capacidad de compra que se refleja con el desplazamiento paralelo de la
restricción presupuestaria, entre los puntos C y B de la gráfica inferior.
Obsérvese que en el punto C la relación de precios es la misma a la que existe
en el punto B ya que la pendiente de la restricción presupuestaria R1 es la
misma a la de la recta tangente a la curva I0 en el punto C. Si la persona
mantuviese constante su nivel de bienestar, después de la caída en el precio, el
cambio sería desde A hasta C lo que genera en la gráfica superior los puntos A
y C de la curva de demanda compensada o hicksiana (Dh1 ). De haberse
mantenido constante el nivel de bienestar final, antes y después del cambio, la
variación hubiese sido desde B hasta E generando los respectivos puntos de la
curva de demanda hicksiana (Dh2 ).

Con el análisis anterior, se hace evidente que todos los puntos sobre las curvas
de demanda hicksiana (Dh) representan diferentes combinaciones de precio y
cantidades para las cuales el nivel de utilidad del individuo permanece
constante. Por tanto, al trasladarnos desde el punto A hasta el punto C de la
curva Dh1 la persona está demandando más unidades de q1 a un precio menor,
pero se ha anulado el efecto renta por lo que su nivel de bienestar permanece
inalterable. Algo similar ocurre para el cambio desde B hasta E en la curva Dh2
pues, como se hace obvio en la gráfica inferior, los puntos correspondientes se
encuentran sobre la curva de indiferencia I1 y, por tanto, representan el mismo
nivel de utilidad.
33

3.1.2 Variación compensada

Hipotéticamente se le podría preguntar a la persona cuánto dinero estaría


dispuesto a pagar (o recibir) para que se produzca un determinado cambio, es
decir, se le podría preguntar sobre cuál sería su máxima disponibilidad a pagar
para asegurar que, por ejemplo, se reduzca el precio relativo de cierto bien.
Obviamente, la cantidad máxima de dinero sería aquella que traería como
resultado que, una vez descontada del ingreso, el nivel de utilidad del
consumidor sería el mismo que antes del cambio en el precio. La variación
compensada o compensatoria (VC) es la cantidad de dinero que, ante el cambio
producido, el consumidor debería erogar (o recibir) para que su bienestar
permanezca constante. Para ilustrar este concepto podemos emplear un
ejemplo: Supongamos que las aguas servidas de una localidad se descargan
directamente al mar ocasionando que la playa permanezca contaminada. Si se
pretende llevar a cabo un proyecto que busque mejorar la calidad ambiental de
una playa con, por ejemplo, la construcción de una planta de tratamiento para
las aguas servidas se debe conocer la cifra, en términos monetarios, de los
beneficios que ello genera para compararlos con los costos.

Precio

Dh1 Dh2
P* A E

P** C B

DD

0 q1 * q1 ** Bien q1

Figura 7. La variación compensada.

El beneficio resultante de una mejora en la calidad del agua de la playa se debe


entender como el beneficio que se obtiene al lograr, con el proyecto, que el
34

precio relativo por disfrutar de un mar limpio se reduzca. En este caso, el


beneficio que se obtiene es igual a la cantidad máxima de dinero que el
individuo está dispuesto a pagar para que se lleve a cabo el proyecto y, como
hemos señalado, esa medida se conoce como la VC.

Gráficamente podemos observar la VC a partir del gráfico anterior donde


reproducimos las curvas de demanda marshallianas y hicksianas con las que
hemos estado trabajando.

En este caso, el bien q1 es el número de horas de esparcimiento que se


demandan de una playa no contaminada y el precio p es su precio relativo, por
ejemplo, medido en horas de viaje empleadas. Obviamente, para un individuo
que reside en la población vecina a la playa el precio relativo de las horas de
esparcimiento ha disminuido con la ejecución del proyecto por lo que
suponemos que p* es el precio antes del proyecto y p** el precio una vez
iniciado el proyecto. Como hemos señalado, la curva de demanda hicksiana
inicial (Dh1 ) mide los cambios en la disponibilidad a pagar ante una variación
en el precio relativo de manera que el bienestar permanezca en el mismo nivel
inicial. Por tanto, la VC es el cambio en el área por debajo de Dh1 y por encima
del precio antes y después del proyecto, es decir, el área p*ACp** del gráfico
anterior. Obsérvese que para el mismo cambio en el precio, la variación en el
excedente del consumidor (EC) es el área p*ABp** que, obviamente, es mayor
que la correspondiente a la VC. Podemos concluir, entonces, que para una caída
en el nivel de precios la VC < EC.

En el caso de que se genere un cambio negativo sobre la calidad ambiental


también podría plantearse la pregunta de cuánto dinero, como mínimo, estaría
dispuesto a aceptar un individuo como compensación si dicho cambio se
produce. El ejemplo de una fábrica que esté por construirse y que, con su
actividad, produzca emisiones de gases contaminantes al aire puede servirnos
para ilustrar esta idea. Si bien es cierto la instalación de la fábrica puede traer
beneficios en términos de empleos generados, mayor intercambio comercial,
etc., también se producen costos ambientales, por ejemplo, representados por la
mayor contaminación del aire. En estas circunstancias, se podría preguntar a
una persona cuál sería la cantidad de dinero por la cual estaría dispuesto a ser
compensado para que se lleve a cabo la construcción de la fábrica de manera
que su nivel de bienestar no cambie. Esa cantidad está dada por la VC sólo que,
en este caso, debemos asumir un incremento en el precio relativo que, en este
35

ejemplo, sería el precio de contar con niveles de aire más contaminado. El nivel
de precios inicial es entonces p** para el cual el consumidor demanda q1 **
unidades de q1 , la contaminación del aire haría elevar el nivel de precios hasta
p* cambio para el cual el bienestar sería igual al inicial si el desplazamiento
ocurre sobre Dh2 . La VC sería, entonces, el área p*EBp**, es decir, el área por
debajo de Dh2 y por encima de la variación en los precios relativos. En este
caso, para el mismo cambio en precios la EC, que sigue siendo el área
p*ABp**, es menor al área correspondiente a la VC, es decir, que para un
aumento en el nivel de precios el EC < VC.

3.1.3 Variación equivalente

Si se le preguntara a una persona cuál sería la cantidad de dinero que, como


mínimo, estaría dispuesto a aceptar por renunciar a la caída en el precio nos
estaríamos refiriendo a lo que se denomina variación equivalente (VE). En este
caso, la suma exigida como compensación sería aquella que ubicaría al
consumidor en un nivel de utilidad igual al que tendría si el cambio se
produjera aunque esté renunciando al mismo. Para ilustrar esta medida
podemos emplear el siguiente gráfico:

Precio
Dh1 Dh2

P* A E

P** C B

DD

0 q1 * q1 ** Bien q1

Figura 8. La variación equivalente.


36

La situación inicial se encuentra en el punto A de la gráfica anterior donde el


nivel de precios relativos es p* y la cantidad demanda es q1 *. Supongamos que
estamos refiriéndonos nuevamente al ejemplo del proyecto de construcción de
una planta de tratamiento para las aguas servidas que serán desembocadas en
una playa vecina a una determinada ciudad. Si se lleva a cabo el proyecto el
nivel de precios relativos será p** y las cantidades demandadas de horas de
esparcimiento en la playa serán q1 **, es decir, sobre el punto B. Para que una
persona renuncie al beneficio que traería la construcción de la planta de
tratamiento debería exigir una suma de dinero que lo compense y, por tanto, le
reporte un nivel de bienestar similar al que tendría en el punto B. En ese
sentido, el consumidor debe ubicarse sobre la curva de demanda Dh2 y, al
renunciar a la caída en el nivel de precios, en el punto E ya que su utilidad debe
ser la misma que en el punto B. Por tanto, la VE para renunciar a una caída en
precios es el área p*EBp**, es decir, el área por debajo de la curva de demanda
Dh2 y entre la variación en el precio relativo (que no se está produciendo).
Obsérvese que podemos señalar que, en conclusión, para una disminución en el
nivel de precios la EC < VE y, puesto que para el mismo cambio, teníamos que
VC < EC podemos generalizar diciendo que para una caída en el nivel de
precios VC < EC < VE.

Retomando el ejemplo de la construcción de una fábrica contaminante


podríamos preguntar a un individuo potencialmente afectado: ¿Qué cantidad de
dinero estaría, como máximo, dispuesto a pagar para evitar que se construya
dicha fábrica de manera que con la renta reducida su nivel de bienestar sea el
mismo al que tendría si se construye?. Ese monto sería la VE y en la figura
anterior está representado por el área p**CAp*. Es decir, para un aumento en el
nivel de precios relativos desde p* hasta p** el nivel de bienestar que
alcanzaría el individuo con el cambio estaría sobre la curva Dh1 . La cantidad de
dinero que debería pagar el consumidor, para que dicho aumento no se realice y
lo mantenga en el nivel de utilidad que tendría si se construyese la fábrica,
estaría dada por el área por debajo de Dh1 y entre la variación de precios que se
está evitando. Bajo estas condiciones tenemos que la VE que, como hemos
dicho, es el área p**CAp* evidentemente es menor que la EC que para el
mismo cambio en precios es el área p**BAp*. Similarmente, para el aumento
en precios de p** hasta p* la VC es el área p**BEp* que como se puede
observar en la gráfica anterior es mayor al área correspondiente a la EC y a la
VE. Podemos concluir, entonces, que para un aumento en precios VE < EC <
VC.
37

Se trate de un mejoramiento o un empeoramiento de las condiciones de oferta,


tenemos que la EC siempre ocupa la posición intermedia entre la VC y la VE.
Se sabe que la diferencia entre estas tres medidas será mayor mientras mayor
sea la elasticidad ingreso de la demanda del bien para el cual ocurre la variación
en el precio y, también se sabe, que las tres medidas serán iguales cuando la
elasticidad precio de la demanda sea igual a –1. Como el anterior caso resulta
ser más una excepción que la regla tenemos, entonces, que debemos escoger
entre las tres medidas para la valoración en los cambios en el bienestar que se
produce. Lo anterior es más preocupante mientras mayor sea la diferencia entre
las tres medidas pues un mismo proyecto pudiese ser rentable o no serlo
dependiendo de si se escoge para la valoración de sus beneficios la EC, la VC o
la VE. (Azqueta, 1994).

Debemos hacer referencia al caso en que el consumidor no puede elegir


libremente la cantidad a consumir del bien pues este se encuentra disponible en
un nivel determinado. Es el caso de los bienes públicos no optativos como, por
ejemplo, la defensa nacional, la calidad del aire, etc. El resultado es que el
individuo obtiene cierta cantidad del bien por el que no paga un precio, en esos
casos, se proponen dos medidas adicionales como son el excedente
compensatorio y el excedente equivalente.

3.1.4 Excedente compensatorio

Para analizar este concepto, utilizamos la representación gráfica del equilibrio


del consumidor donde tenemos una restricción presupuestaria horizontal pues
suponemos que el precio del bien q1 es igual a cero. Es decir, la restricción
presupuestaria es p2 q2 = I donde p2 y q2 es el precio y la cantidad demandada
del bien q2 e I es el nivel de ingreso del consumidor. Además suponemos que q1
es el bien público no optativo cuyo precio es p1 = 0.

Inicialmente el consumidor se encuentra en el punto de equilibrio A donde


consume q1 * unidades del bien q1 y percibe un nivel de bienestar representado
por la curva de indiferencia I0 . Suponiendo una mejoría en las condiciones de,
por ejemplo, la calidad del aire a través de la aplicación de una determinada
medida como la restricción a la circulación de vehículos muy contaminantes se
produce su aumento hasta q1 **.
38

q2 D

p2 q2 =0
A B
I1
C
I0

0 q1 * q1 ** q1

Figura 9. El excedente compensatorio y el excedente equivalente.

El excedente compensatorio, cuando se trata de una mejora en las condiciones


de oferta, es la cantidad de dinero que restada de la renta de la persona le ubica
en el nivel de bienestar inicial aunque el cambio haya ocurrido. En el gráfico
anterior, el excedente compensatorio está dado por la cantidad de dinero BC.

3.1.5 Excedente equivalente

Empleando el mismo gráfico anterior, pero ahora suponiendo que la medida no


se lleva a cabo y calidad del aire no mejora, posiblemente, por presiones de
parte de los transportistas. En ese caso, debería plantearse la pregunta de cuánto
dinero podría exigir un individuo en particular a modo de compensación por
renunciar a dicho beneficio. El excedente equivalente es la cantidad de dinero
que sumada a la renta de una persona, que renuncia a un beneficio (o acepta un
daño), la sitúa en el mismo nivel de bienestar tras el cambio en la oferta del
bien, aunque dicho cambio no haya ocurrido. En el gráfico anterior, el
excedente equivalente estaría dado por la cantidad de dinero AD pues el
consumidor debe aceptar, como mínimo, esa cantidad de dinero para alcanzar la
el nivel de utilidad I1 que tendría si se aplicara la política para mejorar la
calidad del aire.
39

3.2 VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS DIVERSAS MEDIDAS DEL


BIENESTAR

Recordemos que ante una caída en el nivel de precios relativos VC < EC < VE
y cuando se trata de un aumento en el precio, o un empeoramiento de las
condiciones de oferta, VC > EC > VE. Por tanto, deberíamos seleccionar una de
las tres medidas en función de sus ventajas y, también de sus desventajas, ante
las otras. En ese sentido, la variación en el excedente del consumidor (EC)
tiene la gran ventaja de que su cálculo, al provenir de una función de demanda
normal o marshalliana, surge de una magnitud observable en el mercado (precio
y cantidades demandadas). Por su parte, las otras medidas provienen de las
funciones de demanda compensada o hicksianas que, por ser construcciones
teóricas, su cálculo, que no es imposible, si es más complejo. Sin embargo, la
EC, como hemos tenido ocasión de señalar, no anula el efecto renta generado
por un cambio en el precio o las condiciones de oferta del bien en cuestión. Al
no anular el efecto renta, la EC no logra aislar la variación en el bienestar que
se debe estrictamente al cambio que se está estudiando e incorpora, dentro de su
valor, el cambio en la utilidad marginal producida por el consumo de todos los
bienes cuando la renta cambia. Sólo en los casos excepcionales en que la
elasticidad ingreso del bien en cuestión sea cero o su elasticidad precio uno la
EC reflejaría la variación en el bienestar producto exclusivamente del cambio
en el precio (o las condiciones de oferta del bien). Este sería el caso de aquellos
bienes cuyo gasto no tiene ninguna importancia en la estructura de gastos del
consumidor y que, por tanto, variaciones en el ingreso no modifican las
cantidades demandadas del mismo. Puesto que este caso de bienes
independientes al ingreso es poco frecuente persiste el problema de tener que
elegir entre las diversas medidas por las razones que señalamos al final de la
sección anterior.

Ya hemos señalado que, desde el punto de vista teórico, aunque con mayores
dificultades, tanto la VC como la VE pueden ser finalmente calculadas por lo
que el problema sería si desde el punto de vista práctico existe una salida al
dilema de cual medida elegir. Se pueden señalar pros y contras para cada una de
ellas por lo que operativamente es difícil inclinarse a favor de una u otra salvo
casos particulares. Por ejemplo, cuando ocurren variaciones en el precio de
varios bienes la VC es independiente del orden en que se produzcan a
40

diferencia de la VE que lo es sólo para el caso particular de funciones de


utilidad homotéticas. En ese caso, la VC sería más útil a la VE; para un análisis
más completo acerca de este punto en particular se recomienda la lectura del
libro de Just – Hueth – Smithz (1994) y sobre el problema general acerca de
cual medida elegir lector puede consultar la bibliografía sugerida en este
manual, incluyendo en libro anteriormente señalado.
41

4. LA AGREGACION DEL BIENESTAR INDIVIDUAL


El análisis hasta ahora desarrollado se ha limitado a considerar los cambios en
el bienestar individual, es decir, el efecto para el individuo de una modificación
en el nivel de precios o en las condiciones de oferta de los bienes y servicios
que consume (incluyendo los bienes y servicios ambientales). Sin embargo, el
objetivo del hacedor de políticas es el determinar los efectos que sobre la
sociedad puede traer la implantación de una determinada política pública.
Surge, entonces, el problema de la agregación del bienestar individual para
traducirlo en el bienestar colectivo.

Los economistas clásicos desarrollaron el concepto de una función para medir


el bienestar de la sociedad como una función de las utilidades de todos los
individuos. Se buscaba generar un ordenamiento social de todos los posibles
estados del mundo. Con ello se pretende conseguir la opción de hacer
comparaciones y escogencias entre diferentes situaciones para conducir a los
economistas a determinar cual conjunto de políticas maximizan el bienestar de
la sociedad. Una función de bienestar social proporciona un concepto que
facilita las comparaciones interpersonales. Sin embargo, los juicios de valor
requeridos para poder llevar a cabo dichas comparaciones son débiles mientras
que otros son muy fuertes. El juicio de valor más ampliamente aceptado es
aquel en el que el ordenamiento de los estados alternativos deben ser los
mejores en la determinación del ordenamiento social. Es decir, la función de
bienestar social debe depender de las utilidades de los individuos, W = W(UA,
UB). Una función de bienestar social de esta forma se conoce como función de
bienestar bergsoniana ya que Abram Bergson fue quien primero la usó.

Para que la función de bienestar social sea conceptualmente útil debe cumplir
una serie de juicios de valor adicionales, entre ellos: 1) El bienestar de la
sociedad aumenta si la utilidad de cualquier individuo puede aumentarse sin
reducir la utilidad de cualquier otro individuo. 2) Si una persona está peor,
entonces otro individuo debe estar mejor para mantener el mismo nivel de
bienestar social, y 3) Si algún individuo tiene un nivel muy alto de utilidad,
entonces, la sociedad querría sacrificar algo de la utilidad del primer individuo
para obtener un pequeño aumento en la utilidad del segundo individuo,
42

haciendo el intercambio de acuerdo al grado de iniquidad. Todas estas


propiedades son necesarias para la existencia de contornos de bienestar tal
como W0 y W1 en la siguiente figura.

Ub
Ob

b
W1

a W0

Oa Ua

Figura 10. Curva de posibilidades de utilidad y contornos de bienestar.


(Fuente: Just, Hueth y Schmitz, 1994).

Si existe una función de bienestar social que pueda ordenar los estados del
mundo de acuerdo a la utilidad, que permita a las personas seguir estos
postulados, entonces los contornos asociados que mantienen constante el
bienestar social serán como W0 y W1 en la figura anterior, donde W1 genera
mayor bienestar social que W0 . En ese caso, las posibilidades de utilidad
alternativas pueden ser comparadas y, por ejemplo, el punto b es preferido al
punto a. Según lo anterior, el bienestar social se maximiza al ubicarnos en el
contorno de bienestar más alto posible el cual será tangente a la frontera de
posibilidades de utilidad, tal como ocurre en el punto b.

4.1 LIMITACIONES DEL ENFOQUE DE LA FUNCIÓN DE BIENESTAR


SOCIAL

A pesar de que una función de bienestar social es un concepto conveniente en


teoría, su aplicabilidad ha sido ilusoria. Los intentos por especificar una función
de bienestar social que sea capaz de superar la prueba de su aplicabilidad
empírica no han sido aceptados. Existe poca esperanza de determinar una
43

función de bienestar social que alcance un acuerdo general. Los principales


criterios que se han ensayado incluyen 1) el enfoque subjetivo, 2) el enfoque
axiomático básico y 3) el enfoque de justicia moral.

El enfoque subjetivo está representado por quienes postulan una forma


funcional completa para la función de bienestar social sobre terrenos éticos
subjetivos. Por ejemplo, los primeros estudiantes de la escuela utilitaria
(Bentham) creían que cambios en la felicidad deberían ser simplemente
sumados a los otros individuos,

J
W = ∑ Uj
j=1

Una ganancia neta positiva es vista entonces como un terreno para


instrumentación de políticas. Esto implica que el contorno de bienestar en la
figura anterior podría ser una línea recta con pendiente menos uno.

El enfoque axiomático busca determinar la forma de la función de bienestar


social basado matemáticamente en un conjunto de axiomas fundamentales
acerca de las preferencias individuales y su efecto para la sociedad. El más
conocido de estos esfuerzos es el teorema de la imposibilidad de Arrow que
muestra la inexistencia de una regla general para ordenar los estados sociales
pues 1) el dominio de las decisiones no es restringido. 2) Se aplica el principio
de Pareto. 3) No hay un dictador y 4) el ordenamiento es independiente de las
alternativas irrelevantes. Un ejemplo de una regla que no funciona es el voto
mayoritario.

El enfoque de justicia moral señala que los exámenes axiomáticos que siguen la
línea de Arrow fallan debido a que la mayoría de los grupos preferirán no
considerar los intereses minoritarios. Algunas consideraciones morales tienden
a sugerir un concepto fuerte de igualdad. Las consideraciones morales en
asuntos de bienestar económico son llamadas derechos de justicia económica.
El trabajo más mencionado en esta área es la teoría de la justicia de Rawls.
Dicha teoría apuesta porque la política debería ser evaluada por el bienestar de
la persona más miserable de la sociedad. Esto implica una función de bienestar
social de la forma:
W = min(U1 ,... , Uj)
44

Estos criterios de consideración moral sugieren un enfoque de distribución


óptima que tiende, en algún sentido, hacia la igualdad. Sin embargo, los
mismos difieren drásticamente en sus implicaciones ya que con la función
anterior, por ejemplo, el individuo que está peor en la sociedad se hace el
dictador mientras que con:

J
W = ∑U j
j=1

los individuos con utilidades muy pequeñas no tienden a importar.

En resumen, todos los esfuerzos por hallar una única función de bienestar social
no han tenido gran aceptación a pesar del gran trabajo por parte de los teóricos
de la elección social y filósofos morales. Es decir, no existe una forma
generalmente aceptada y objetiva de hacer comparaciones interpersonales de la
utilidad. No obstante, la falta de consenso sobre la forma de adopción de una
función de bienestar social específica, la misma es aún mencionada en la
literatura económica. Sin embargo, aún en el supuesto de que se estableciese
una función de bienestar social, existe un grupo de problemas prácticos en su
aplicación. La función de bienestar social requiere que las utilidades de los
agentes económicos sean mensurables en forma cardinal de manera que se
puedan hacer comparaciones entre las intensidades de las preferencias. En
contraste a este enfoque, los criterios de compensación y de Pareto sólo
suponen que la utilidad puede ser medida en forma ordinal (Just, Hueth y
Schmitz, 1994).

El principio de Pareto establece que una política o estado del mundo es


preferido a otro si y sólo si cada individuo está al menos tan bien como antes y
al menos uno de ellos está mejor. El principal inconveniente con este criterio es
que sólo se pueden comparar conjuntos limitados de alternativas de política e
involucra, al igual que la función de bienestar social, juicios de valor más
débiles que los requeridos para alcanzar una función de bienestar social general.

Para lograr expandir el conjunto de políticas o situaciones que pueden ser


comparados, los economistas han desarrollado el principio de compensación o
45

prueba de compensación de Kaldor – Hicks. Según este principio, una política o


estado es preferido a otro si los ganadores pueden potencialmente compensar a
los perdedores y aún así estar mejor. El logro de este criterio es expandir el
conjunto de alternativas que se pueden comparar a pesar de que algunos estados
aún no lo sean. Con el uso de este criterio los economistas han tratado de
mantener su trabajo en el campo puramente económico buscando las formas de
maximizar los beneficios dejando el problema de su distribución a los
dirigentes, políticos y filósofos morales.
46
47

CONCLUSIONES
1. El objetivo fundamental del presente manual es el de seleccionar, ordenar,
sistematizar, analizar e interpretar y ofrecer en un lenguaje técnico pero
sencillo, los fundamentos teóricos esenciales, que se requieren para entender y
aplicar procesos de Valoración Económica de la Calidad Ambiental.

2. Un proceso integral y eficiente de Valoración Económica Ambiental requiere


de la integración de análisis ambiental, económico, estadístico y contable. En
consecuencia, la participación de equipos interdisciplinarios constituye una
condición esencial para garantizar la rigurosidad científica de la investigación y
el éxito de la valoración.

3. Ante la innegable evolución del análisis ecológico, le corresponde a la


economía aplicar el conjunto de teorías y herramientas econométricas que ha
desarrollado para dar respuesta a las principales interrogantes sobre el valor
económico de las funciones Bioecológicas, bienes y servicios del ambiente
natural. En este sentido, la economía ambiental como disciplina de las ciencias
económicas, se encarga del estudio de los problemas ambientales,
fundamentada en ideas analíticas desarrolladas al respecto por la teoría y el
análisis económico.

4. El ambiente natural ofrece un conjunto esencial de funciones bioecológicas y


económicas que afectan, directa e indirectamente, al bienestar de la sociedad.
En primer lugar, el ambiente natural constituye el sistema integrado para el
sostenimiento y desarrollo de toda clase de vida (valor de vida). El
cumplimiento de esta función vital, depende del respecto sin discusión, de las
restricciones o límites que impone el equilibrio de la naturaleza. Así mismo, el
medio ambiente proporciona la totalidad de las materias primas y energía para
que el sistema económico pueda funcionar (mercado, sistema productivo,
consumidores, distribución de bienes y servicios y flujos); por otro lado, sirve
de sumidero de los residuos generados tanto naturalmente como en los procesos
de producción y consumo del sistema económico (recepción de residuos).
Finalmente, el medio ambiente sirve de generador de utilidad directa al
proporcionar una serie de servicios en la forma de disfrute estético y bienestar
espiritual.
48

5. El concepto integral de valor económico – ambiental surge de la interrelación


de tres aspectos esenciales:
• El valor funcional físico – natural del ecosistema (valor intrínseco o de
existencia).
• El valor de uso directo.
• El valor expresado por las preferencias públicas o colectivas, definidas en
normas sociales (legislación y política ambiental).

En consecuencia, lo que da y crea la parte del valor económico del ambiente


natural, definidos como valor de uso y de opción, es el conjunto de funciones
ecológicas y económicas que cumple y se manifiesta cuando se da la
interacción entre el sujeto (consumidores) y el objeto (ambiente natural) y se
expresa con los cambios en el bienestar individual o social cundo se
experimentan cambios en la calidad ambiental.

6. Valorar económicamente el medio ambiente no se trata de darle precio a la


naturaleza y sus recursos, se trata de estimar el valor integral que le otorgan los
individuos y la sociedad. Se busca traducir en indicadores monetarios la
utilidad que para él, su familia y para la función de producción social,
proporciona el medio ambiente.

La utilidad es la ponderación subjetiva del valor que otorgan las personas a los
bienes económicos y ambientales. A pesar de la dificultad de medir la utilidad
en forma completa y exacta, la función de utilidad nos permite entender mejor
el proceso de elección y la valoración económica del medio ambiente.

7. Por carecer de precio, en el mercado, se ignoran los valores sociales y


ambientales del medio ambiente. En un mercado como este, el entorno natural y
sus recursos son considerados solo como elementos de transformación,
comercialización e intercambio. Es decir, solo se toma en cuenta los valores de
uso directo, dejando por fuera los valores de uso indirectos y los valores
inmateriales de la naturaleza. En consecuencia, la valoración económica del
ambiente natural busca corregir las imperfecciones que el mercado mantiene en
este aspecto, cuando solo incorpora la eficiencia económica y no incluye, junto
con las decisiones estrictamente económicas, los valores sociales y las
consecuencias ambientales del desempeño del sistema de mercado.
49

En conclusión, en un proceso de valoración económica del medio ambiente,


estamos comprometidos con principios fundamentales del mercado, pero no
necesariamente estamos obligados a aceptar cualquier resultado que nos
suministre. Lo importante en valoración, es entender que el sistema de mercado
posee y ofrece ciertas estructuras de incentivos y otros mecanismos
fundamentales para la valoración y para lograr objetivos positivos en el diseño
y aplicación de políticas ambientales efectivas y viables en su aplicación.

8. El análisis económico ha identificado dos grupos de personas que en la


sociedad expresan valor al ambiente: usuarios y no usuarios. Ambos grupos
conforman el conjunto de personas que en un espacio y tiempo determinado,
puede y debe exigir que las modificaciones de su bienestar, debido a un cambio
en la calidad ambiental, sean consideradas y respetadas al momento de tomar
decisiones. En cuanto al valor del medio ambiente y los recursos naturales,
podemos resumir su valor económico total a través de la fórmula del valor
económico total propuesta por Pearce y Turner (1995) en su texto:

Valor económico total = Valor de uso actual (directo o indirecto) + Valor


opción + Valor de existencia.
También:

Valor opción = Valor de uso (por el individuo) + Valor de uso por individuos
futuros (descendientes o generaciones futuras) + Valor de uso por otros (valor
indirecto para el individuo ).

El valor de uso directo surge cuando un individuo es afectado en su función de


utilidad al emplear al medio ambiente o los recursos naturales bien sea a través
de un proceso de consumo, de producción o de extracción. El valor de uso
indirecto aparece cuando se consideran los valores estéticos, espirituales,
culturales, etc. El valor de opción, básicamente, es la disponibilidad a pagar por
la conservación del Ambiente frente a la probabilidad de que el individuo se
convierta en usuario del mismo en un momento futuro es considerado, por
tanto, como parte de los valores de uso.

El valor de existencia o intrínseco son los valores que están en la naturaleza real
de las cosas y disociados del uso de hecho e incluso de la opción a usarla. Es
decir, es un valor que reside en algo pero que las personas captan y expresan a
través de sus preferencias en la forma de un valor de no uso.
50

9. El objetivo que se encuentra dentro del intento de la valoración monetaria del


medio ambiente es proporcionar una prueba de la racionalidad económica de
invertir en su mejora. Puesto que el costo de tales mejoras se mide en términos
monetarios, el beneficio que las mismas puedan generar deberían también
aproximarse al valor monetario que el individuo o la sociedad, si es el caso, dan
al recurso que se ha consumido. No existen mayores razones para valorar
económicamente el medio ambiente y los recursos naturales que poder obtener
una cifra comparable de los beneficios que reporta un determinado cambio en
su calidad y/o cantidad con los costos que el proveer dicho beneficio implica.
Lo anterior es cierto, si en caso contrario, comparamos los costos ambientales
de una determinada decisión con los beneficios que la misma pueda ofrecer.

10. Una vez definida la población afectada por los cambios en el medio
ambiente, corresponde determinar la manera en que se expresan esos valores.
Para ello, se supone que el valor de un bien para una persona es lo que esa
persona está dispuesta y puede pagar por conseguirlo. Algo similar, pero en
sentido inverso podemos señalar para la disposición a ser compensado. Las
medidas más comúnmente usadas son la variación en el excedente del
consumidor (EC), la variación compensada (VC), la variación equivalente
(VE), el excedente compensatorio (ECP) y el excedente equivalente (EE). Se
pueden señalar ventajas y desventajas para cada una de ellas por lo que
operativamente es difícil inclinarse a favor de una u otra salvo casos
particulares.

11. El hacedor de políticas se ha de concentrar en determinar los efectos que


sobre la sociedad puede traer la implantación de una determinada política
pública. Surge, entonces, el problema de la agregación del bienestar individual
para traducirlo en el bienestar colectivo. En ese sentido, los economistas
clásicos desarrollaron el concepto de una función para medir el bienestar de la
sociedad como una función de las utilidades de todos los individuos. No
obstante, los esfuerzos por hallar una única función de bienestar social no han
tenido gran aceptación.

En contraste a dicho enfoque, los criterios de Pareto y de compensación o


prueba de compensación de Kaldor – Hicks sólo suponen que la utilidad puede
ser medida en forma ordinal. En cuanto al criterio de compensación, a pesar de
sus propias limitaciones, logra expandir el número de situaciones o estados
comparables con relación a los demás criterios.
51

BIBLIOGRAFIA

D. Azqueta O., Valoración Económica de la Calidad Ambiental, Mc Graw Hill.


Madrid, 1994.

M. Blacutt M., Economía del Medio Ambiente – Econogía. Editorial Fondo


Editorial de la Cámara de Diputados de Bolivia. La Paz, Bolivia, 1997.

K. Case y R. Fair., Principios de Microeconomía, 4ª edición. Ed Prentice–Hall


Hispanoamericana, S.A . México, 1997

B. Field, Economía Ambiental. Una Introducción, Mc Graw Hill. Santa Fe de


Bogotá, 1995.

R. H. Frank, Microeconomía y Conducta. Mc Graw-Hill /Interamericana de


España, S.A. Madrid, 1992.

R. Just, D. Hueth, and A. Schmitz, The Economics of Public Policy Evaluation.


Englewood Cliffs: Prentice – Hall, Inc., 1994.

J. Martinez Alier y J. Roca, Economía Ecológica y Política Ambiental,


Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Fondo de Cultura
Económica. México, 2000.

D. W. Pearce y R. K. Turner, Economía de los Recursos Naturales y del Medio


Ambiente, Colegio de Economistas de Madrid - Celeste Ediciones. Madrid,
1995.

También podría gustarte