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Título: Comunicado en contra de los comunicados: Sobre el arte de separar las

cosas.

Descripción:

CONTROL: Esto no es un voicenote, es un comunicado en contra de los


CORTINA comunicados.
MUSICAL - Tal vez esto es una reflexión sobre preguntas que me he hecho
BAJA Y en torno a los eventos que acontecieron recientemente en el
QUEDA DE medio artístico #whateverthatmeans en Venezuela. No sé si
FONDO está bien hacer esto o no, si me corresponde decir algo en este
espacio o no. Esta no es para nada la programación que tenía
Intro-Bienvenida
planeada, pero no sé cómo continuar sin reconocer que ahora
.
tengo otras cosas que decir, cosas que necesito articular para
poder continuar. Lo cierto es que necesito un lugar seguro para
hacerme estas preguntas, así que lo haré aquí.
Para empezar quiero decir que no puedo NO reconocer el
hecho de que el piloto de este podcast, literalmente lo primero
que quise decir aquí fue sobre el proceso de reconocernos
actrices, específicamente actrices. No artistas, ni actores, ni
ningún otro tipo de oficio en el medio. Me importaban las
actrices. Mis dos obras escritas son sobre actrices. Me intrigan,
me fascinan, me preocupan nuestros procesos de
reconocimiento porque siento que nadie nos pregunta qué
sentimos, qué pensamos, más allá de lo que dice el texto y las
pautas del director.
En ese piloto también me di cuenta de que yo, en verdad, no
quería ser actriz. Que ese deseo de actuar, realmente, era un
deseo de hacer teatro. Un deseo de pertenecer. No es casual
que yo no sea el tipo de actriz que vaya a castings o que haga
lo que sea por actuar. Todo lo que ha pasado pues me ha
puesto en perspectiva muchas cosas del quehacer grupal, pero
sobre todo de mi relación con el arte y la responsabilidad que
todo esto implica en un sentido humano. Quiero hablar del sutil
arte de “separar las cosas” entre comillas. Confieso que me he
sentido desde algún tiempo una incapaz, me declaro una
incompetente en el sutil arte de separar las cosas. Ahora tengo
nuevas preguntas en relación con mi oficio y con el arte, en
general. Por ejemplo: ¿Se puede separar el arte del artista? ¿El
artista del hombre, de la mujer, del ser humano? ¿al individuo
de la institución? ¿La sensibilidad de la razón? ¿Es posible,
pero sobre todo es ético hacerlo, como artistas y como
personas?
En estos días he vuelto a una lectura que tuve cuando era
adolescente, que leí para pasar el examen y ya, pero que ahora
se me ha hecho necesaria? Ética para Amador de Fernando
Savater. Quiero compartir un pedacito con ustedes.
“La mentira es algo en general malo, porque destruye la
confianza en la palabra y enemista a las personas; pero a
veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para
obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a
alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer
incurable la verdad sobre su estado o se le debe engañar para
que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos
conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar
gresca con los demás ya hemos dicho que es por lo común
inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen delante de
nosotros a una chica sin intervenir, por aquello de no meternos
en líos? Por otra parte, al que siempre dice la verdad —caiga
quien caiga— suele cogerle manía todo el mundo; y quien
interviene en plan Indiana Jones para salvar a la chica agredida
CONTROL:
es más probable que se vea con la crisma rota que quien se va
CORTINA
silbando a su casa. Lo malo parece a veces resultar más o
MUSICAL
menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones apariencias de
malo. Vaya problema.”
Sí. Es un problema. Todo esto supone un gran conflicto ético,
¿cuáles son los procesos a seguir cuando tus maestros son
acusados de algo terrible? ¿cómo separar el hombre del guía y
a su vez, el artista del humano? Una vez un maestro me dijo
que no se puede ser artista si no sabes ser humano. Yo no
puedo, al menos. ¿Y cómo medir la humanidad de un artista?
Estos son los momentos para hacerlo, supongo. Quiero
empezar con la interrogante de separar el arte del artista
porque creo que eso nos lleva al tema de los maestros o,
digamos, nos acerca a este asunto. Además es un tema que
SPOILER ALERT ya estaba en planificación para el podcast, no
quería hacerlo así, pero bueno. Es lo que pasó.
Quisiera empezar por un poco de teoría sobre la separación del
arte del autor. Los primeros en plantear esta separación fue un
grupo de críticos a mediados del siglo 20 llamados New
Criticism donde establecían que la lectura de una obra,
concretamente de la poesía, debía hacerse completamente
separada de cualquier antecedente biográfico o de contexto, es
decir, para ellos, el análisis de un texto debía realizarse
totalmente al margen de la intención del autor. Imaginemos,
entonces, leer a Lorca sin contemplar el contexto político o su
homosexualidad, por ejemplo, o leer a Sylvia Plath al margen
de su drama vital y de la condición de la mujer en sociedad en
su tiempo.
Y antes de hablar de ética, profundicemos un poco más, ¿es
posible separar el arte del autor? Si dos directores, por ejemplo,
toman el mismo texto, pongamos Hamlet. O dos actores con un
mismo director, incluso, hacen Hamlet, no cabe duda de que
serán ejecuciones totalmente distintas, el arte es consecuencia
del artista, a menos de que lo hagan robots automatizados,
siempre tendremos una subjetividad en la creación.
Ahora, también podemos verlo al revés, en vez de
preguntarnos si se puede separar EL ARTE del ARTISTA,
pensemos si se puede separar AL ARTISTA del arte? Por
ejemplo, cuando el producto es casi que la firma del autor. Me
pasa con Greta Gerwig, por ejemplo, yo veo que saco algo y lo
voy a querer ver, consumir, porque pacto con su mirada y su
manera de ver el arte. A veces EL AUTOR es un producto en sí
mismo, ¿cierto? Esto tiene un alcance un poco corto, pero
bueno, vimos lo que pasó con el pop art, el arte en la era de la
reproductividad, esto es posible. A veces el autor es un pilar
que sostiene su obra, aunque su obra no tenga mayor peso o
significado en sí.
Ahora, quiero hablar de Barthes, gran amigo de este podcast.
Barthes es el autor de “La muerte del autor” ironía aparte. Para
él, el texto, pero a mí me gusta extrapolar esta teoría al arte en
general y no sólo a la literatura y me siento en propiedad de
hacerlo porque ese es precisamente el punto de la teoría que
plantea que el arte, digamos, le pertenece a la cultura, no al
autor, como que no está completa hasta que no se confronta
con el público y por ende está en constante reescritura, la obra
nunca está terminada porque cada generación puede
reinterpretarla a su manera. No solo hay que separar la obra
del prestigio o infamia que pueda tener su autor, por ejemplo, si
Shakespeare no fuese el gran dramaturgo de Barrocolandia
¿tendría el peso que tiene en nuestra cultura, si no nos lo
enseñaran en el colegio o lo que sea? También hay que
suspender la lectura de las intenciones del autor, esto vital. Por
ejemplo, lo que pasa con J.K Rowling y Harry Potter, ella es un
excelente ejemplo de autora que se niega a morir. Cuando dice
de repente que ella nunca dijo que Hermione era blanca,
cuando sí lo dice, pero es como que está reescribiendo su
propia obra desde Twitter. O Nabokov con Lolita, un texto que
él hacía para criticar de alguna manera la pederastia, pero que
más bien es una bandera de la romantización e
hipersexualización de menores, aunque esto diste muchísimo
de las intenciones del autor.

Y hablando de hipersexualización de menores, ahora sí


hablemos de ética. Podemos reconocer la influencia de un
artista, aunque sea una persona horrible y haya cometido actos
súper cuestionables. Por ejemplo, Picasso era un misógino
confeso, pero nadie puede negar el impacto que tuvo en el arte
o, un caso que quería tocar es Neruda. Este pana escribió en
su autobiografía “Confieso que he vivido” básicamente que
había violado y maltratado a una mujer. Él solito se canceló.
Obviamente se hizo una revisión de esta obra y esto es
relevante, no solo porque cuestiona el canon literario, sino
porque él es una figura muy importante en Chile, nivel iban a
rebautizar el aereopuerto en su honor, y pues, hubo una
resistencia feminista ante esto porque fino, que ya tenemos
antologías llenas de Neruda, pero la masa no está para el bollo
de estar homenajeando maltratadores a estas alturas. Si te
gusta su poesía, no pasa nada, pero sí siento que llega un
punto donde hay que visibilizar otros autores que no sean
violadores, especialmente cuando VAMOS A SINCERARNOS:
NERUDA ES UN DINOSAURIO CURSI QUE HAY QUE
SUPERAR o sea, tampoco es tan buen poeta como para
perdonarle lo violador. O por ejemplo, las peticiones que se
hacen para sacar los cuadros de Paul Gauguin de los museos,
a pesar de sus grandes aportes pictóricos, tipo sin Gauguin no
hay Matisse, amigos, pero claramente era un abusador sexual
de menores, esto se ve en sus obras, además, de niñas
desnudas y todo muy colonialista y nefasto, pero también es un
documento histórico, es parte de nuestra cultura y el registro de
un tiempo que era así, pero ajá. ¿Es ético tener estos cuadros
HOY EN DÍA, especialmente cuando muchísimos museos
tienen obras de gran calidad hechas por mujeres que se
quedan agarrando polvo en almacén? No lo sé, Rick, es
debatible.

Ahora, hablando de abusadores de menores, hablemos del


tema individuo e instituciones. ¿Cómo separar a una institución
del individuo? ¿Se puede, acaso no son los individuos quienes
conforman las instituciones? Digamos, las instituciones son
como serpientes que van mudando de piel con cada generación
o así me gusta verlo, tienen valores en común, pero estos se
van resignificando generación a generación. Las acciones de
un individuo, sí, pueden tener un impacto positivo o negativo en
un espacio, pueden modificarlo, siempre que estas acciones
sean vistas, sean escuchadas, sean reconocidas. Cada
individuo entonces debe tener los ojos abiertos para ver lo que
está ahí, reconocer las acciones de sus contemporáneos y
actuar en consecuencia. Pero una institución no flota en el aire,
se sostiene de estas acciones, así como la colmena está viva
gracias a las abejas, la colmena no se puede desentender de
las acciones de sus habitantes solo porque la miel sea amarga
alguna vez. No es ético, pero no es lógico hacerlo.

A veces quisiera ser una araña y no una abeja. Digo, porque


las arañas sí viven como aisladas, no en sociedades, sino
como...en su peo en su telaraña y tal, ellas sí se dan esos lujos
de la separación.

Bueno, basta de metáforas animales. La realidad es que estas


preguntas no son blanco o negro, aunque quisiera creer que sí.
La vida es mucho más fácil sin escala de grises, a mí me
encanta pensar en blanco o negro: hay cosas que están bien y
hay cosas que están mal, y a veces me ayuda para tomar
decisiones, pero la realidad es que muchas veces no se siente
así, las relaciones humanas son muy grises, dolorosamente
grises y pues, no puedo filtrar a la gente que amo, no puedo
“cancelar” a Picasso o a alguna institución desafortunada, no es
mi deseo. Y voy con mi última pregunta: ¿cómo separar la
sensibilidad de la razón? Muchas veces esto es el eje de todo,
hay cosas que sabemos y que podemos ver de manera
racional, pero no tenemos el corazón para asumirlas e
integrarlas.
Me declaro incapaz de separar mi sensibilidad del resto de mis
facultades, de hecho, quisiera priorizarla, accionar en función
de lo que se siente bien, de lo que siento que es correcto y eso,
muchas veces, implica cierto despojo. Quiero despojarme de lo
que creía que sabía, porque la verdad es que ya no tengo
certezas de nada. Me siento un poco como una araña solitaria,
aunque aturdida por el ruido de una colmena que quiere
salvarse de sí misma.
Hay un texto al que instintivamente he vuelto estos días, casi
como por atracción magnética, y quisiera compartirlo con
ustedes para despedirme.
[Fragmento de La Campana de Cristal]

Al principio, no sabía por qué volví a leer este fragmento que


subrayé cuando lo leí por primera vez hace dos años. Ahora
siento que una parte de mí quiere aferrarse a la poesía porque
sí, aunque me cueste, quiero hacer el esfuerzo por separarla
del polvo de los hombres y su afán de perdurar en vano.

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