Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Jo Raven
Hijo Malo
Ningún colaborador del foro recibe una retribución por este libro más
que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
lucrativos.
¡A disfrutar de la lectura!
Sinopsis
Una vez conocí a un chico y le di mi corazón. ¿Pero qué pasa si nunca
lo devuelve?
Capítulo Uno
Jarett
Estoy caminado a casa desde la parada del autobús escolar, con
mi mochila rota, colgando de una correa sobre mi hombro, mis costillas
doloridas por la paliza que di y recibí, después de que terminaran las
clases. Un canuto cuelga de mis labios, aliviando el dolor, la realidad.
Pero no es suficiente.
En paz.
Pero es solo una chica. Rubia, alta, curvilínea, con una falda corta,
calcetines hasta la rodilla y botas de combate. Su camisa está ceñida, su
escote atrae mi mirada.
*****
Gigi resulta ser una chica persistente. Ignoro sus preguntas, ignoro
su presencia a mi lado mientras continuo por la calle.
O intento hacerlo.
Los años desde que Connor murió. Las familias de acogida que me
albergaron después nunca se preocuparon realmente por lo que hacía
cuando no estaba en su línea de visión, no desde que Connor falleció. A
Connor le importó lo suficiente como para adoptarme, pero murió hace
cinco años, y desde entonces he estado a la deriva.
Morirán.
—¿Qué?
—Nada.
Me sonrió.
—¿Cómo qué?
Las chicas calientes. Sus labios son suaves, brillantes con un brillo
labial rojo, sus ojos azules muy abiertos. Me pregunto cómo sabrán, cómo
se sentirán si estuvieran envueltos en mi polla.
*****
viejas casas y los coches estacionados fuera. Dos niños están corriendo
en círculos, persiguiendo una pelota.
¿Por qué estaba hablando con él? Con tanta familiaridad. Ella se
ve tan a gusto a su lado. Cómoda. Demasiado cómoda.
Él es más alto que ella, y ella inclina la cara para mirarlo. La forma
en la que ella se ríe de algo que él dijo… me deja sin aliento.
Y yo soy una oveja negra. Una oveja vestida de lobo. Marcada por
la muerte. Malo hasta los huesos. Alguien que robó, mintió y se perdió.
Capítulo Dos
Gigi
Ir a la escuela aquí es horrible, tal y como suelen estar las cosas en
estos días. Dejar a todos mis amigos atrás en Destiny todavía pica.
Además, allí atrás conocía a los matones. Ahí estaba Ross y sus amigos,
y sabía cómo evitarlos. No es que él se metiera tanto conmigo como con
mi hermana, pero, aun así.
Sydney, mi mejor amiga, los ha sufrido tanto como yo, o eso dice
ella. Pero tiene a tres chicos protegiéndola, y dice que debería hacer lo
mismo. Encontrar un protector.
Simplemente… caliente.
*****
Hermoso.
Lo miro de nuevo por el rabillo del ojo, mientras finjo estar mirando
algo en mi libro de matemáticas. Todavía está ahí. Se ha metido una
mano por el pelo y ha cerrado los ojos. El abultamiento de sus gruesos
bíceps me hipnotiza. Es tan fuerte, sus hombros tan anchos, es
simplemente…
Sexy.
Peligroso.
*****
Levanto la barbilla.
—Lo que sea. Solo dije que está en nuestra escuela, y es nuestro
vecino, y mamá dice que fue adoptado…
Él se ríe.
¿O patético?
—¿Qué?
De ninguna manera.
Capítulo Tres
Jarett
La escuela apesta.
Sí, soy tan malo como ellos piensan. Además, ¿de qué sirve la
escuela? Solo me quedo en clase hasta que los Lowe se den cuenta del
error que cometieron al llevarme y me pateen hasta la calle.
1
Juvie: Reformatorio.
Escuchando.
Hoy su pelo largo está en dos trenzas que se balancean cada vez
que gira, y sus labios son de un rosa brillante. Aros de plata brillan en
sus orejas. Lleva una de esas faldas cortas de vuelo que parecen que le
gustan, con calcetines negros hasta la rodilla y botas militares bajas.
Promesa.
*****
—Seb finge que no quiere estar aquí, pero ignóralo —dice Lowe,
agitando una mano desdeñosa hacia su hijo—. Ese es solo su estilo. Ven
aquí, echa un vistazo al motor.
—Detén eso —le dice el señor Lowe, pero sin enojo real.
2
Fen: Pantano.
—¿Sabes qué? Creo que vosotros dos podéis arreglar este motor
muy bien —dice Sebastian en el momento justo, como suele hacer
cuando el señor Lowe me invita a participar en una tradición familiar
como esta, y lanza el destornillador sobre su hombro—. Nos vemos luego,
papá.
Y tenía razón.
*****
—Um, ¿lo siento? —Se encoge de hombros, con los ojos muy
abiertos—. No fue mi intención asustarte.
Una chica como ella con un tipo como yo… Sí, de ninguna manera.
Entonces, qué daño hay en mirar, ¿verdad?
—Bonito.
Entonces recuerdo a ese chico del que está tan colgada, y mi estado
de ánimo se deteriora.
Es un maldito misterio.
Creo que es demasiado tarde para que ella decida no usar la puerta.
—¿Por qué?
¿Confío en ella?
—Suficiente.
Maldita sea.
—¿Hablas en serio?
¿Ella es de verdad?
—¿En serio?
—¡Jarett!
—¿Qué?
—Merc es mi hermano.
Capítulo Cuatro
Gigi
—¿Cómo está tu hermano? —Me pregunta mamá cuando salgo de
la habitación de Merc y cierro la puerta detrás de mí.
—Oh, ya sabes cómo es. No me deja mimarlo y finge que está bien.
Dios, a veces desearía que volviera a ser un niño pequeño. En ese
entonces era más fácil decir lo que necesitaba.
Y ahora me siento atraída por Jarett, otro chico cuyos bonitos ojos
parecen esconder una pared de dolor, solo que… es diferente.
—Sopa. Llévale un poco de sopa —le digo, bajo las escaleras y salgo
de casa.
*****
Sonríe.
Mierda.
Nada, en realidad.
—¿Qué pasa?
Me hace sonreír.
*****
Estoy feliz.
Sus zancadas son largas, a pesar de la cojera, pero como cada vez
se controla a sí mismo y se frena cuando se da cuenta de que estoy
empezando a quedarme atrás.
No dice nada.
Correcto.
De acuerdo…
Y luego dice.
—Sydney siempre dijo que es algo que casi nunca sucede, ¿sabes?
—murmuro, sobre todo para mí—. Una chica y un chico, solo amigos.
Casi nunca… —repito pensativa—. No tengo idea de por qué.
Chicos.
Capítulo Cinco
Jarett
—¡Jarett! —La voz de la señora Lowe llama a través de la casa—.
¡Jarett, baja aquí ahora mismo!
Vacía.
La literatura.
O mi vida.
¿O qué?
Pero por alguna razón muevo las piernas hacia adentro y cierro la
ventana.
—¿Qué pasa?
Suele ser tranquila, amable y extraña para mí, tan distante como
el otro lado de la luna.
Solo que esta vez los servicios sociales no llegarán para llevarme.
He cumplido dieciocho años. Estoy por mi cuenta, pero eso no me asusta.
Resoplo
Ella suspira.
—Cuéntame.
—Me metí en una pelea. ¿Eso es lo que quieres oír? Golpeé a Nelson
Wells. Le rompí la nariz. Esa jodida mierda se lo merecía y más.
*****
No quiero mirar. Odio que me llame así, que tenga un apodo para
mí.
A mí me gusta.
Esto es ridículo.
Es agradable.
Me detengo.
—Nada.
—Estoy bien. —Me paso una mano por el pelo—. Mira, no soy
bueno en nada. Es inútil que venga a la escuela, apesto malditamente en
esto. No estoy seguro de que la vaya a terminar.
Me distrae…
Ojalá pudiera dejarla, pero ahora mismo es todo lo que puedo hacer
para seguir respirando.
Pero por supuesto que esta es Gigi, y me parpadea con sus ridículos
y grandes ojos, sacando un poco la lengua, y las palabras salen de mí, y
yo estoy jodidamente indefenso para detenerlas.
Eso es una estupidez. Ella está bien. Todo está bien, hasta el
humor oscuro que el señor Lowe parece tener últimamente, y las rabietas
de Sebastian.
Otra vez lo de los amigos. Parece que tengo una amistad, y en vez
de estar conmocionada, ella quiere seguir siendo mi amiga, estar cerca
de mí cuando soy tan imbécil, quiero más.
Maldita sea.
—Te molesta.
*****
—Tomando café. —Lo dice como si fuera lo más natural del mundo.
Levanta una mano para detener mis protestas cuando abro la boca—. Te
estoy enseñando cómo funciona la amistad, ¿de acuerdo? Déjame hacer
los honores.
Me sigue llamando con ese apodo molesto que me gusta oír cuando
viene de ella.
La camarera nos sirve tazas altas de café y luego nos trae las
tortitas y el beicon, y yo me sumerjo en ellos, repentinamente
hambriento.
—¿Te diste cuenta de que hacer lo que otros te dicen que hagas no
siempre funciona?
—Todos te dicen que debes comer con la boca cerrada. Pero ¿has
notado que, si comes con la boca abierta, todo sabe mucho mejor?
La miro a sus grandes ojos y me río. Me río tanto que casi me ahogo
con la tortita. Y luego me río un poco más cuando ella se ríe.
Capítulo Seis
Gigi
—Entonces, ¿dónde está tu enamorado hoy? —Me pregunta
Sydney mientras ponemos nuestros libros en nuestros casilleros después
de la escuela.
—Ni idea de quién podría ser. —Cierro mi casillero con una fuerza
innecesaria.
—Sí, claro.
—Lo sé, tonta. Me lo has dicho antes, como unas diez mil veces. Lo
que no entiendo es por qué niegas estar enamorada de Jarett.
*****
—Cierto.
Oculto mi sobresalto.
—¡Merc, cállate!
Odio haber puesto esa mirada embrujada en sus ojos. Pero tiene
que enfrentarse a lo que todavía le persigue, ¿no?
Le saco la lengua, porque cuando estoy con Merc, tengo tres años.
Más bien, lo que decidí ese día en la cena con Jarett, es que no
puedo sentir nada por él. Me está confundiendo, este ir y venir. Le dije
que le enseñaría a ser amigos, pero la forma en la que mi cuerpo
Podríamos ser amigos. Tal vez. Tan pronto como tenga mis
pensamientos y fantasías caprichosas bajo control. Tan pronto como no
quiera saltar sobre sus huesos cada vez que lo veo.
No parece posible.
Pero soy demasiado joven para perder mi corazón por alguien que
no lo aprecia, ¿verdad? Demasiado joven para haber encontrado al amor
de mi vida.
*****
Quiero que me desee como yo le deseo a él. Para cuidar de mí, como
yo estoy empezando a cuidar de él.
Este es el tipo del que estoy tan colgada. Un tipo que pasa más
tiempo fumando detrás de la escuela que dentro del aula. Que rara vez
responde a mis preguntas, o me hace una pregunta a mí. De hecho,
nunca pregunta, ¿verdad? Como cómo soy. Lo que necesito.
Sin embargo, tiene sus momentos, momentos en los que creo que
él también puede sentir, que puede estar preocupado por mí.
Y es tan lindo.
¿Se presionaría entre mis piernas, para que pudiera sentir cada
centímetro de su cuerpo largo y musculoso en el mío? ¿Me dejaría trazar
las duras líneas de su pecho, la tinta de sus brazos?
Capítulo Siete
Jarett
Gigi ha desaparecido.
¿Se ha acabado para mí? ¿Se dieron cuenta de lo jodido que estoy?
Hoy el señor Lowe pasó como una hora gritándole a su esposa por
algo que ella dijo, sin saber qué, y no es propio de él.
A veces me gustaría poder ser él. Sin preocuparse por nada. Sin
molestarse. Sin acostarse despierto por la noche, o despertarse con
pesadillas.
Joder.
*****
Que se joda.
Si los Lowe todavía no se han dado cuenta del error que han
cometido, es solo cuestión de tiempo.
*****
Maldita sea.
—¡Gigi! Espera.
—Solo ¿qué?
Respira, Jarett.
—Sí —Mi voz es ronca, así que lo intento de nuevo—. Sí, suena
bien.
Estar con ella, incluso durante una hora, incluso una mañana,
suena jodidamente genial.
*****
La miro, sorprendido.
Asiento, sin saber qué decir. Si eso es lo que ella quiere de mí,
entonces eso es lo que haré. Y si todo lo que tenemos que ser es amigos,
entonces está bien. Tiene que estar bien.
En algún lugar de mi cabeza, una voz me regaña por dejar que esta
pequeña chica me diga qué hacer, dicte como funciona esta relación. Pero
solo por esa palabra, esa idea, esa relación con ella, yo trabajaría duro.
Capítulo Ocho
Gigi
—Chúpame, Gertrude —dice Ollie, empujando sus caderas,
parándose demasiado cerca de mí, mientras su amigo Everett me sostiene
en su lugar mientras yo me sacudo—. Chúpamela. Tómala profundo,
perra.
Jesús.
*****
Aun así.
*****
Querido Dios…
Capítulo Nueve
Jarett
La sensación de pesadez en mi pecho se ha aliviado. Han pasado
más días, y el señor Lowe sigue gritando, y la señora Lowe sigue
deambulando en un extraño aturdimiento, olvidando lo que estaba a
punto de hacer, qué día es, y quién soy yo.
Para quedarme.
Así que cuando ella viene a casa hoy, alzo la vista de donde estoy
pintando la cerca y sonrío. Se siente bien estar afuera, moviéndose y
creando algo, en lugar de estar cociéndose dentro de cuatro paredes,
perdido dentro de mi mente.
—Hola, Rett.
—Lo mismo. —No volveré a hablar sobre los Lowe, ni de las puyas
de Sebastian cada vez que me ve. Joder, no. Dejo el pincel en la lata de
pintura—. ¿Quieres tomar un café?
—No.
Ahí es cuando noto que no me mira a los ojos. Sus mejillas están
manchadas y me doy cuenta de que sus ojos se ven enrojecidos. ¿Qué
coño ha pasado?
—De acuerdo.
¿Verdad?
Tal vez tuvo una pelea con su amiga, esa chica, Sydney, de la que
siempre habla. O con su hermano. ¿Y qué si lloró? Las chicas lloran más
a menudo que los chicos.
*****
El cuerpo.
¿Quién hubiera pensado que él, de entre todas las personas, sabría
lo que necesito, que le importaría lo suficiente como para consolarme
cuando es su padre el que murió, y no el mío?
Capítulo Diez
Gigi
En la forma típica de Gigi, evito a Jarett en los días después de que
mamá soltó la bomba sobre nuestra mudanza. Lo he visto en la escuela.
Pero él no me ha visto. Me he mantenido fuera de la vista. Oye, él también
lo ha hecho, de vez en cuando. ¿Por qué debería sentirme culpable por
necesitar tiempo?
Pero, aun así, supongo que quería posponerlo un poco más. Fingir
que nada ha cambiado. Pero evitarlo, no atender a sus llamadas, no
puede durar para siempre.
Él no responde.
frío. El hielo está en mis huesos mientras espero a que Jarett abra la
puerta.
Abro la boca para decir algo… ¿Hola? ¿Quién eres? Cuando me doy
cuenta de que conozco a este tipo.
—¿Puedo ayudarte?
—Estoy buscando a Jarett —Me las arreglo para decir con una
garganta seca.
Frunzo el ceño.
*****
—Lo lamento.
—¿Qué quieres de mí, Jarett? —Me dirijo al final del porche, a los
escalones—. ¿Quieres que me vaya ahora mismo? Vine a decírtelo. Y no
es el fin del mundo.
Me lanza una mirada extraña, y creo que veo dolor en sus bonitos
ojos, una conmoción que ondea en sus profundidades.
—Rett…
No.
Él no lo dice en serio.
Que se joda.
Epílogo
Jarett
La primera vez que puse los ojos en la chica de los grandes ojos
azules y labios carnosos, cuando me siguió a casa y me habló, nunca
pensé que haríamos clic. Nunca pensé que se convertiría en mi ancla.
Nunca me di cuenta de que sería la chica que me rompería el maldito
corazón. Pero ella me destruyó, me abrió y me dejó con un enorme agujero
en mi pecho.
Las cosas fueron cuesta abajo después de eso, y muy pronto nos
mudamos también, del vecindario donde la conocí, pero la idea de no
volver a verla nunca más quedó en mi mente, alojada en lo más profundo
como una espina.
Fin
Staff
Traductora: Auxa
Correctora: Pily1
Diseño: Lelu
Lectura Final: Auxa
Próximamente
Lobo malo
Serie Lobo malo 0.5 95
Jo Raven Hijo malo
Sobre la Autora
Jo Raven es una de las autoras más vendidas del
New York Times y USA Today. Escribe romance
vanguardista, contemporáneo y New Adult, con
chicos malos y sexys y heroínas de voluntad
fuerte.