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Johnatan Fuentes
Para frenar la andanada fujimorista y abrir un nuevo ciclo de cambios profundos en Perú
solo hay un camino: unidad, unidad y más unidad.
Las movilizaciones reaccionarias han levantado la cabeza del fascismo peruano, que
reedita los marcadores sociales de la extrema derecha mundial. Aunque algunos sectores
liberales se vienen desgajando de la andanada fujimorista, tienen cierta responsabilidad
en la consolidación de los grupúsculos fascistas en las calles de Lima y del golpe
institucional en curso.
Por su parte, distintas delegaciones del campesinado del sur andino y la sierra central,
partidarias de Perú Libre, se dirigen en estos momentos a Lima para defender su voto
ante la ofensiva fujimorista y el intento de golpe racista por parte de las élites limeñas.
Vienen organizando vigilias en el frontis del Jurado Nacional de Elecciones y en el local
de campaña central de Perú Libre, al tiempo que participan de las movilizaciones en
defensa del triunfo popular.
Pero el movimiento popular peruano no cuenta —por ahora— con una dirección política
clara que le permita afrontar este escenario vertiginoso e incierto con mayor
contundencia. Sin embargo, ha dado sobradas muestras de estar dispuesto a luchar en
defensa de la democracia y contra treinta años de continuismo neoliberal, demostrando
ser portador de una mística solidaria ante el atropello oligárquico que resiste en Lima,
su último bastión. Para frenar la andanada fujimorista y abrir un nuevo ciclo de cambios
profundos en Perú solo hay un camino: unidad, unidad y más unidad.