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ANÁLISIS DE LA DEFINICIÓN DE CONTRATO POR GENERO

PROXIMO Y DIFERENCIA ESPECÍFICA


La complejidad de la realidad negocial contemporánea, aconsejan particularmente la extensión
de las reglas diaireticas resumidas al ámbito de los contratos, con la finalidad de que los
operadores jurídicos puedan formular definiciones que se adecuen a dicha realidad.
Individualizar la noción de contrato consagrada por el Sistema Jurídico latinoamericano.

Numerosos códigos civiles latinoamericanos formulan explícitamente una definición sintética


de contrato mediante la individualización del genero próximo y la diferencia especifica
pudiendo consistir esta última en los presupuestos y/o efectos del tipo de vicisitud que afecta
la relación jurídica a la cual el mismo da lugar, y/o al tipo de relación jurídica interesada.
No son pocas las legislaciones que si bien ofrecen una definición sintética del contrato no lo
hacen estrictamente a través de la indicación del género próximo sino mediante el empleo del
término sinónimo mas comúnmente usado para designar la institución contractual.
Existen algunos cogidos que, al igual de lo que sucede en el supuesto precedente, permiten
implícitamente reconstruirla mediante una interpretación lógico-sistemática de las normas
contenidas en la teoría general del acto o negocio jurídico y/o del contrato.
La lógica indica que en definición por género próximo y diferencia especifica el contrato sea
incluido en una construcción vertical.
Es de destacar que algunas legislaciones, no obstante formular una definición de contrato por
genero próximo y diferencia específica, prefieren tendenciosamente ordenar las normas
relativas a los diferentes casos negociales.
Análisis de la normativa específica contenida en los códigos latinoamericanos, la mayor parte
los mismos ubican el contrato dentro del género “acto o negocio jurídico”.
Existe una segunda generación de códigos latinoamericanos que define claramente el contrato
como aquella figura perteneciente al género de los “actos” lícitos con efectos obligaciones.
Si bien es definido como la especie de un género más amplio, sigue predominando en los
cogidos su papel central de fuente de las obligaciones.
Forman parte también de este grupo aquellas codificaciones que se colocan directa o
indirectamente en la línea genealógica de la obra legislativa desarrollada por A. Teixeira de
Freitas, y que tomaron como modelo la distribución de la materia jurídica surgida por el eximio
jurista brasileño.
Velez Sarsfield coloca el contrato en un sistema de tipo piramidal. Como consecuencia de esta
sistemática el codificador argentino elabora una definición sintética de contrato.
Las enseñanzas del jurista brasileño terminaron por influir con mayor decisión en la legislación
civil de su país. Sin embargo ello no obsta a individualizar el genus al cual pertenece la
institución contractual.
Otros códigos ubican el contrato entre las fuentes de las obligaciones y omitiendo toda
regulación del genus al cual el mismo pertenece.
Al ignorar en sus reglamentaciones la figura del “acto” o del “negocio jurídico”, se ven
obligados a orientar inmplicitamente al encargado del funcionamiento de la norma con una
regla integradora que declara la expansión de las normas previstas en el libro correspondiente
a las “Obligaciones contractuales” a aquellas otras hipótesis en que la producción de efectos
no tiene origen contractual.
La mayor parte de las legislaciones tratan de dar una definición de contrato explicita por
genero próximo y diferencia especifica como consecuencia de la sistemática general empleada,
ubica el contrato dentro del genero “convenio” refiriendo a la “convención”.
La inclusión del contrato dentro de estos generos deriva de una concepción extremamente
subjetiva de nuestra institución. Sin embargo, los generos indicados no resultan idóneos para
definir adecuadamente la institución contractual en atención a que los únicos acontecimientos
productores de consecuencias jurídicas que pueden cumplir tal función de genus son los
hechos y los actos o negocios jurídicos.

La mayor parte de las legislaciones latinoamericanas consideran que la diferencia especifica de


la institución contractual consiste precisamente en sus efectos obligacionales.
Ninguna de las codificaciones incluidas ha circunscripto de manera expresa la noción de
contrato al ámbito del derecho patrimonial.
Las codificaciones latinoamericanas suelen establecer como otra diferencia especifica de
nuestra institución el principio según el cual su contenido se integra no solo a lo convenido
expresamente por las partes, sino también a todo aquello que implícitamente se deriva de la
buena fe, de la equidad, de la naturaleza del contrato, de los usos y costumbres y de la ley.

Una posición particular la ocupan los ordenamientos juscivilista de Argentina y Brasil, los
cuales si bien en sus orígenes no referían explícitamente en sus respectivos C.C al principio de
la buena fe objetiva en sucesivas reformas terminaron por plasmarlo expresamente.
Es dable destacar que los códigos latinoamericanos de la ultima genenracion llegan a
reconocer también, como una diferencia especifica la función social del contrato.
Se desprende, en líneas generales, la homogeneidad que presentan los códigos civiles de
America Latina en materia de definición sintética del contrato.
De ellos se desprende la continuidad/unidad del derecho civil en el Sistem Jurídico
latinoamericano, lo cual facilita la armonización/unificiacion de las legislaciones de los países
que integran la región.

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