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MATTEO BORDIGNON

ASPECTOS DOGMÁTICOS RELEVANTES DE LA IGLESIA ORTODOXA EN


RELACIÓN A UNA INTRODUCCIÓN A LA ESPIRITUALIDAD ORTODOXA.
INTRODUCCIÓN
Este pequeño trabajo quiere ser una introducción a aquellos aspectos más
importantes de la espiritualidad ortodoxa, como la oración hesicástica, el proceso de
divinización y la íntima unión de teología y mística; concepción de una reflexión
teológica entendida como posibilidad de transformación real de la persona y no cómo
mera teoría. En las observaciones que siguen nos referimos a dos textos importantes de
la Ortodoxia del siglo XIX (Bulgakov, «L’Ortodòxia») y del siglo XX (Lossky,
«Teologia mística de l’església d’Orient»).
MARCO DOGMÁTICO-FUNDAMENTAL: LA COLEGIALIDAD
Un primer aspecto vinculado con la transformación real de la persona a través de
la reflexión es el carácter colegial de la organización de la «vida institucional» de la
Iglesia Ortodoxa. El concepto de colegialidad define la falta de reconocimiento del
primado del ministerio petrino entendido cómo una forma determinada de «ejercicio»
de la específica potestad. Reconocen los especiales «poderes» de la elección apostólica
cómo algo propio de cada cristiano o de la Iglesia cómo sociedad. Reconoce la
necesidad de la comunicación de dichos dones para la vida de la Iglesia, pero por otro
lado afirma que el primer apostolado es diferente de los apostolados de las jerarquías
sucesivas en la plenitud de los dones recibidos. Pero entonces no resulta muy claro
cómo estos dones puedan ser en el mismo tiempo personales y ser al servicio de la
Iglesia (de momento que si fueran «dones menores» no podrían cumplir con el plano de
salvación).
Dentro de la colegialidad (comunión de los responsables de las Iglesias locales
entre ellos) entra también el concepto de catolicidad y del cuerpo místico de la Iglesia
que hace de la infalibilidad y de la verdad en general algo que no tiene que ver
estrictamente con la formalidad y la certeza exterior de la corrección de las
afirmaciones. Creo que no se interpreta correctamente el concepto de comunión
jerárquica (nosotros también entendemos el primado en relación a la Iglesia en el
nombre de la Iglesia), ni el concepto de presencia de Cristo que no dejaría vicario
alguno (en el sentido que para nosotros también Él mismo, el Cristo, se queda en la
Iglesia, pero esto no excluye que, a un otro nivel de presencia pueda tener un
«representante institucional» fundamentado biblícamente).
Cómo decíamos el mismo concepto de verdad en el mundo ortodoxo recalca la
unidad vital del sujeto con el objeto (a modelo de la multiplicidad en la unidad que está
presente en la Trinidad) y pretende desenmascarar la excesiva «logicidad» del concepto
de verdad occidental, cómo mera exactitud de la relación entre sujeto y predicado en el
juicio. Estas observaciones podrían ayudar a mejorar un cierto híper-racionalismo y una
cierta superficialidad presente en Occidente en el momento de la relación con la verdad;
otras consideraciones podrían ayudar a mejorar el «sentido eclesial» de la verdad cómo
esta unidad vital con el objeto compartida dentro de una comunidad y no cómo mero
resultado personal (es la razón por la cual la ortodoxia evidencia la presunta tautología
de la afirmación de la infalibilidad del Papa cuando habla eclesialmente y del hecho que
habla eclesiálmente cuando no se equivoca).
Para la ortodoxia la infalibilidad tiene un carácter eminentemente histórico,
cómo conveniencia y capacidad para anunciar la verdad en determinadas circunstancias;
hace una distinción entre la proclamación de la verdad y la posesión de la verdad,
diciendo que la posesión de la verdad pertenece a la misma Iglesia en su catolicidad.
MARCO DOGMÁTICO: PROCESIÓN PERSONAL
La cuestión del Filioque: el Padre cómo Principio y Causa desde la eternidad
engendra el Hijo y espira el Espíritu Santo (unidad del Principio Divino). La relación
entre la segunda y la tercera hipóstasis se expresa según el origen; fiel a la tradición
patrística, la ortodoxia dice que el Espíritu procede a través del Hijo y descansa en Él.
Según la ortodoxia Occidente tendría dos principios y entendería la acción de la
Segunda Persona cómo la co-participación del Hijo en la espiración el Espíritu Santo,
rompiendo la tríada en dos díadas. Si en el plano exterior de las manifestaciones
cósmicas el Espíritu Santo revela al Hijo cómo Persona consubstancial enviada por el
Padre y por el Hijo, en el plano interior el Espíritu Santo procede solamente del Padre
sin ninguna relación de origen con el Hijo.
La teología occidental pondría demasiada énfasis sobre las relaciones entre las
hipóstasis, substancializandolas, haciendo coincidir la relación con la hipóstasis, y no
considerando la relación cómo una característica de la hipóstasis; para la ortodoxia la
única característica propia de la hipóstasis es la relación de origen. Dicha relación
solamente señala la diferencia de las personas divinas pero no el «cómo» de la
procesión. La quiebra de la tríada está en el esfuerzo demasiado especulativo de
establecer una relación entre el origen hipostático de la segunda y tercera Persona;
especulación excesiva que desborda la suficiente articulación de la procesión del
Espíritu Santo en el mundo a través del Hijo. La observación crítica dirigida a la
teología occidental es la pretensión de construir un sistema de relación dentro de la
esencia divina, haciendo que las hipóstasis se encuentren más o menos reabsorbidas en
la «unidad relacional». Las Personas serían transformadas en relaciones dentro la
unidad de la esencia, cuando en realidad la persona no es la relación y la relación no es
la hipóstasis, sino una característica de ella. En definitiva sostiene que no se pueden
distinguir las Personas sometiéndolas a la categoría de la relación. La ortodoxia no
interviene sobre las relaciones interiores a la Trinidad (carácter apofático), sino en las
actividades exteriores de las Personas divinas en relación con las criaturas.
ESENCIA
Además del concepto de procesión personal la Ortodoxia resalta lo de esencia.
La esencia es incognoscible e incomunicable. La Ortodoxia tiene el concepto central de
«deificación» (interpretación literal de 2 Pe 1, 4): podemos participar de la naturaleza
divina no en sí misma (es incognoscible) sino en sus energías, en el sentido en aquello
que Dios comunica. Aquí el carácter apofático y el lenguaje dialéctico y antinómico en
el cual domina una especie de coincidentia oppositorum se puede expresar en el
concepto de la cognoscibilidad de la incognoscibilidad, a decir «sabemos que no
sabemos».
ENERGÍA
Central es el concepto de energía. La diferencia entre los dos planos (la acción
exterior o «ad extra», o Trinidad económica y la acción interior o «ad intra» o Trinidad
inmanente») es constituida por la voluntad. Las energías, cómo algo inefablemente
distinto de la naturaleza, son el fundamento dogmático del carácter real de toda
experiencia mística. Para la Ortodoxia existe sólo el creado y el increado, a decir, el
sobrenatural creado no existe (el «sobrenatural» correspondería al increado, las energías
divinas inefablamente distintas de la esencia de Dios). Las voluntades se identifican con
las ideas no cómo algo que está en la esencia, sino cómo aquellas energías divinas que
determinan el diferente modo a través del cual los seres creados participan en las
energías creadoras. En esta manera las «ideas voluntades» no son idénticas a las cosas
creadas, sino están en ellas cómo la voluntad del artista queda separada de su obra en
la cual se manifiesta. No hay entonces un estado natural «normal», sino que la Gracia
está implicada en el acto mismo de la Creación; el Designio Eterno del «Consejo
Divino», las ideas divinas, no corresponde a las esencias de las cosas. Gregorio de Nisa
y Máximo el Confesor, por esto, llegan a comprender la materia sensible cómo una
suma de cualidades simples inteligibles en sí mismas. El proceso de deificación pasa por
la destrucción del elemento individual cómo mezcla de la persona con los elementos
que pertenece a la naturaleza común, confundiéndose con ella y perdiendo la libertad;
en la afirmación de uno mismo la persona se confunde ulteriormente con la naturaleza
(una confusión típica de la humanidad caída), mientras que la persona indica aquello
que se distingue de la naturaleza.

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