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San Agustín, La Ciudad de Dios

Alumna: Domino Victoria Méndez Juárez.


Catedrática: Licda. Karla Paz.
Sección: 1201
N° de Lista: 57

La “Ciudad de Dios", que es una propuesta para un nuevo tipo de sociedad civil orientada a promover los
valores humanos basados en la vida de los cristianos.
El motivo de San Agustín era enseñar la verdad de la fe que fue olvidada por otras tendencias politeístas
en la sociedad civil romana y no se enseñó ni se ocultó. En esta disculpa, primero afirmó que Dios está en
contra de Dios. La creación de El amor le hizo decidir comprometerse con una ciudad muy especial, para
quienes actúan según su autorización, trasciende los límites de la tierra, es decir, "la ciudad de Dios o la
ciudad en el cielo", porque el Dios justo, de acuerdo con Sus acciones, proporcione a todos la debida
recompensa.
La ciudad fue encontrada en un lugar eterno e inmutable, donde nada
pereció.
San Agustín dijo que la Biblia ha prometido más logros a la ciudad, también
dijo que solo las personas amables pueden llegar a esta ciudad.
Pero, ¿Qué se necesita para convertirse en una persona que hace lo que Dios
manda?
En primer lugar, se refiere a una persona que tiene la capacidad de ser libre y
puede decidir cómo actuar en la realidad, porque Dios personalmente les da a
las personas este libre albedrío, para que todos tengan la capacidad de actuar
de acuerdo con su propio comportamiento.
Del mismo modo, cuando tiene su propia voluntad en la "ciudad terrenal", la diferencia entre Dios es
"hacer del hombre un animal racional de alma y cuerpo". Por eso, san Agustín dijo que debe ser
consciente de todas sus acciones y orientarlas a buscar la verdadera felicidad, es decir, Dios mismo, y
Dios es el creador sobresaliente de todas las creaciones.

Sin embargo, algunas personas son alejadas porque su voluntad está distorsionada, disfrutan de los
objetos terrenales que Dios les da gratuitamente y se vuelven egoístas y viciosos hacia el libertinaje del
mundo. "Los ciudadanos de la ciudad terrenal anteponen al dios al fundador de la ciudad santa, sin darse
cuenta de que es un dios, no un dios falso, es decir, un dios piadoso y orgulloso". De esta manera, si una
persona quiere ser partícipe de la "Ciudad de Dios" cuando su vida abandona su cuerpo, debe aprender a
manejar su propia voluntad.
Y la felicidad en las cosas pasajeras, como el dinero, el poder, comer en exceso, el deseo, la codicia o
simplemente la felicidad en las cosas materiales que no están dedicadas a Dios en este mundo, por el
contrario, debe contemplar las posesiones celestiales para que él también pueda seguir disfrutando de la
paz entre el alma y el mundo, porque "la paz del cuerpo es el color ordenado de la piel de las partes del
cuerpo; y la paz ordenada de los deseos del alma irracional ".

Y el respeto por la dignidad de las personas en sí mismas y


en los demás, incluso San Agustín decía que la autoridad de
las personas que tienen el poder en la sociedad debe estar
dentro del ámbito de las funciones ajenas, porque…
“No ordenarán descartar por deseo, sino por Obligaciones
de caridad; No por orgullo de gobernar, sino por buena
voluntad para ayudar, para que las personas que controlan
la sociedad busquen justicia y entreguen a todos sus
obligaciones y derechos para que los ciudadanos puedan
obedecer su autoridad.”
Es porque la ciudad de Dios comenzó a vivir en la tierra, pero está en constante lucha con las ciudades de
la tierra, porque está habitada por personas que no conocen al Creador, y ponen felicidad en las cosas
temporales, de modo que ciegan. En definitiva, la tarea de la humanidad está en el marco de la sociedad
civil y de acuerdo con sus normas, sin dejar de ordenar su vida temporal, el ser humano puede convertirse
en miembro de la ciudad de Dios con doble ciudadanía.

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