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Reportes de lectura sobre derechos de autor

Alumno: Jesús Ernesto Ramírez Nieto

En los tres artículos se mostró la forma en que la ley protege y concede los derechos a los
autores de las obras que entraron en conflicto.

En el primer artículo se mostró un caso de indemnización por la destrucción de una obra


mural. Esta situación se dio en Long Island City. Todo inició en 1993 cuando Jerry Wolkoff
dio consentimiento a artistas urbanos para que pudieran pintar sus graffitis en un viejo
edificio abandonado que estaba a su propiedad. Pronto este viejo edificio localizado en el
complejo 5Pointz se convertiría en un punto de reunión para artistas urbanos que durante
dos décadas expresarían su arte con espray. Lamentablemente, en 2013 Wolkoff cubriría
las paredes del edificio con pintura blanca cubriendo parte de las obras para que
finalmente en 2015 el edificio fuera completamente demolido para construir una torre
por el repentino crecimiento y modernización de Long Island City. Sin embargo, 21 artistas
de 5Pointz no se quedarían conformes y en 2017 encabezarían una demanda en contra de
Wolkoff, y en 2018 lograrían ganar la demanda siendo indemnizados con $6.7 millones.
Los artistas del mural del complejo 5Pointz fueron capaces de ser indemnizados por la
destrucción intencionada de sus pinturas pese a no ser dueños del edificio abandonado
debido al impacto que generó su mural comunitario fue tal que incluso 5Pointz se
convirtió en un atractivo turístico, en un lugar de filmación y en un punto clave de reunión
de artistas urbanos de varias partes del mundo. Gracias a este impacto es que los artistas
basaron su demanda por la destrucción de su obra en la Ley de Derechos de Artistas
Visuales de 1990, que previene la destrucción intencionada o negligente de cualquier
trabajo de amplio reconocimiento público, pues pese a no tener un contrato con Wolkoff,
al menos 36 obras que estaban en 5Pointz merecían ser preservadas.

En el segundo artículo se mostró como un contrato que estableció de forma ambigua que
formas de propiedad intelectual del trabajador le pertenecían a una empresa terminó
provocando un conflicto entre dos marcas de juguetes que no se ha podido resolver por
completo. En el 2000 Carter Bryant, un diseñador de Mattel, presentó a MGA su concepto
de las muñecas Bratz. Esta empresa le ofreció un contrato de consultoría, por lo que
renunció a su puesto en Mattel y comenzó a trabajar en el prototipo de las Bratz que
presentaría a MGA. Sin embargo, al momento de presentar el concepto de estas muñecas
Bryant todavía trabajaba para Mattel, por lo que al enterarse Mattel de que Bryant estuvo
implicado en el éxito comercial de las Bratz, demandaría a Bryant en 2004 por
incumplimiento del contrato de trabajo.
Tras una ardua batalla legal, el Tribunal del Distrito emitió un veredicto general en que
MGA adquirió indebidamente los ideas de las Bratz y otorgaba a Mattel una
indemnización por $100, 000, 000. También impuso un fideicomiso a todas las muñecas
Bratz, transfiriéndolas a Mattel y emitió un mandamiento judicial que prohibía que MGA
siguiera con la producción de estas muñecas.

Sin embargo, MGA no se quedaría de brazos cruzados y recurrió al Tribunal de Apelación


del Noveno Distrito, quien, en julio 2010 revocaría el fideicomiso y el mandamiento
judicial porque en el contrato de Carter Bryant con Mattel no estaba referido
explícitamente que Bryant tenía que ceder sus ideas a la empresa, y por la labor y
creatividad posterior de MGA en agregar valor a la línea de muñecas. A raíz de estos
sucesos el Tribunal de Distrito volvió a revisar el proceso de MGA de demandas y
contrademandas, y se llevó a nuevo juicio las acciones de ambas partes por apropiación
indebida de secretos comerciales. Este juicio inició en 2011 y termino en 2016, teniendo
un fallo a favor de MGA, debido a que Mattel no logró convencer al jurado de que las
Bratz constituían un secreto comercial y que había realizado un uso indebido de otros
documentos considerados secretos comerciales, pero el jurado también dictaminó que
MGA había interferido en las relaciones de contrato entre Mattel y Carter Bryant,
concediéndole a Mattel una indeminzación por $10,000.
Pese a que el Tribunal de Distrito otorgó los derechos de las muñecas Bratz a MGA, Mattel
insiste en seguir luchando y ha presentado una solicitud de sentencia por cuestiones de
derecho, basándose en que MGA no ha podido demostrar el uso indebido de secretos
comerciales. Entretanto, la batalla también continúa con relación a los daños y perjuicios y
los costes.

En el último artículo se presenta un ejemplo de los problemas que se dan cuando se utiliza
una obra sin obtener primero el consentimiento de los autores, y el problema de
protección con las obras huérfanas. En el 2004 Google anunció la creación de un servicio
llamado Google Print que a partir de un acuerdo con bibliotecas de Inglaterra y EE. UU
tendría el objetivo de digitalizar 15 millones de libros que se encuentran descatalogados
para poner un fragmento de éstos a disposición del público. No todos los autores
estuvieron de acuerdo con el objetivo de este servicio y en 2005 la Asociación de Editores
de los Estados Unidos y el Sindicato de Autores “Authors Guild” demandaron a Google por
infringir los derechos de autor al digitalizar las obras de los demandantes y exhibir
fragmentos de éstas con un fin económico. En 2008 este conflicto concluyó al alcanzar
ambas partes un acuerdo extrajucial, en el que Google pagaría $125 millones a los
demandantes y crearía un sitio Web en que los autores pudieran excluirse del acuerdo
hasta septiembre d 2009; mientras que Google obtuvo como beneficio la autorización
para vender suscripciones a la base de datos de suscripciones institucionales, hacer ventas
individuales de libros, meter publicidad en los sitios de búsqueda de libros de Google y
hacer cualquier uso comercial con los libros digitalizados.
Pese a haber llegado a un acuerdo favorable para ambas partes, dicho acuerdo tiene dos
consideraciones. La primera consiste en que este acuerdo solo aplica a las obras
publicadas en Estados Unidos o que tengan “un título de derecho de autor”
estadounidense, y la segunda consiste en que, pese a que en el acuerdo se pueden incluir
editores de otros países, sus beneficios solo son validos en el territorio de EE. UU. Debido
a estas consideraciones muchos autores de diversas partes del mundo no están enterados
de que sus obras fueron digitalizadas, y tampoco conocen el acuerdo de Google con la
Asociación de Editores de los Estados Unidos y el Sindicato de Autores “Authors Guild”. No
obstante, es posible que autores de otras partes del mundo puedan participar en este
acuerdo y obtener una compensación por la digitalización de sus obras en virtud con lo
establecido en el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas.
Este acuerdo entre Google y la Asociación de Editores de los Estados Unidos y el Sindicato
de Autores “Authors Guild” genera más una preocupación que un indeminzación porque
no están repsetando precisamente los derechos de autor, sino que tratan de justificar la
forma irregular en que Google digitalizó las obras sin previo aviso, y que hasta después de
la demanda preguntó por el consentimiento de los autores. Además, también generan
preocupación las obras huérfanas, que son consideradas obras que están protegidas bajo
derechos de autor, pero que la identidad de su autor o autores es desconocida. Google
alega que el acuerdo ha sido ampliamente difundido, por lo que si el autor de una obra no
sea identificado se considerará como huérfana y Google podrá obtener la licencia sin
problemas.

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