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En los tres artículos se mostró la forma en que la ley protege y concede los derechos a los
autores de las obras que entraron en conflicto.
En el segundo artículo se mostró como un contrato que estableció de forma ambigua que
formas de propiedad intelectual del trabajador le pertenecían a una empresa terminó
provocando un conflicto entre dos marcas de juguetes que no se ha podido resolver por
completo. En el 2000 Carter Bryant, un diseñador de Mattel, presentó a MGA su concepto
de las muñecas Bratz. Esta empresa le ofreció un contrato de consultoría, por lo que
renunció a su puesto en Mattel y comenzó a trabajar en el prototipo de las Bratz que
presentaría a MGA. Sin embargo, al momento de presentar el concepto de estas muñecas
Bryant todavía trabajaba para Mattel, por lo que al enterarse Mattel de que Bryant estuvo
implicado en el éxito comercial de las Bratz, demandaría a Bryant en 2004 por
incumplimiento del contrato de trabajo.
Tras una ardua batalla legal, el Tribunal del Distrito emitió un veredicto general en que
MGA adquirió indebidamente los ideas de las Bratz y otorgaba a Mattel una
indemnización por $100, 000, 000. También impuso un fideicomiso a todas las muñecas
Bratz, transfiriéndolas a Mattel y emitió un mandamiento judicial que prohibía que MGA
siguiera con la producción de estas muñecas.
En el último artículo se presenta un ejemplo de los problemas que se dan cuando se utiliza
una obra sin obtener primero el consentimiento de los autores, y el problema de
protección con las obras huérfanas. En el 2004 Google anunció la creación de un servicio
llamado Google Print que a partir de un acuerdo con bibliotecas de Inglaterra y EE. UU
tendría el objetivo de digitalizar 15 millones de libros que se encuentran descatalogados
para poner un fragmento de éstos a disposición del público. No todos los autores
estuvieron de acuerdo con el objetivo de este servicio y en 2005 la Asociación de Editores
de los Estados Unidos y el Sindicato de Autores “Authors Guild” demandaron a Google por
infringir los derechos de autor al digitalizar las obras de los demandantes y exhibir
fragmentos de éstas con un fin económico. En 2008 este conflicto concluyó al alcanzar
ambas partes un acuerdo extrajucial, en el que Google pagaría $125 millones a los
demandantes y crearía un sitio Web en que los autores pudieran excluirse del acuerdo
hasta septiembre d 2009; mientras que Google obtuvo como beneficio la autorización
para vender suscripciones a la base de datos de suscripciones institucionales, hacer ventas
individuales de libros, meter publicidad en los sitios de búsqueda de libros de Google y
hacer cualquier uso comercial con los libros digitalizados.
Pese a haber llegado a un acuerdo favorable para ambas partes, dicho acuerdo tiene dos
consideraciones. La primera consiste en que este acuerdo solo aplica a las obras
publicadas en Estados Unidos o que tengan “un título de derecho de autor”
estadounidense, y la segunda consiste en que, pese a que en el acuerdo se pueden incluir
editores de otros países, sus beneficios solo son validos en el territorio de EE. UU. Debido
a estas consideraciones muchos autores de diversas partes del mundo no están enterados
de que sus obras fueron digitalizadas, y tampoco conocen el acuerdo de Google con la
Asociación de Editores de los Estados Unidos y el Sindicato de Autores “Authors Guild”. No
obstante, es posible que autores de otras partes del mundo puedan participar en este
acuerdo y obtener una compensación por la digitalización de sus obras en virtud con lo
establecido en el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas.
Este acuerdo entre Google y la Asociación de Editores de los Estados Unidos y el Sindicato
de Autores “Authors Guild” genera más una preocupación que un indeminzación porque
no están repsetando precisamente los derechos de autor, sino que tratan de justificar la
forma irregular en que Google digitalizó las obras sin previo aviso, y que hasta después de
la demanda preguntó por el consentimiento de los autores. Además, también generan
preocupación las obras huérfanas, que son consideradas obras que están protegidas bajo
derechos de autor, pero que la identidad de su autor o autores es desconocida. Google
alega que el acuerdo ha sido ampliamente difundido, por lo que si el autor de una obra no
sea identificado se considerará como huérfana y Google podrá obtener la licencia sin
problemas.