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La familia es el primer núcleo social; y como tal el ente que va a contribuir en el desarrollo

integral de la persona. Así mismo es el componente fundamental de toda sociedad, donde


cada individuo, unido por lazos sangre o afinidades logran proyectarse y desarrollarse. En
este contexto familiar que empieza desde la infancia y la convivencia propia, donde el
hombre y la mujer adquirirán habilidades y valores que lo ayudarán a superarse y replicar
estos principios al momento de conformar su propia familia.
Los conocimientos aprendidos de sus padres y madres, y demás personas de su núcleo
familiar, serán los modelos que necesitará la persona para fortalecer su identidad y las
habilidades básicas de comunicación y relación con la sociedad. Los lazos creados serán
también importantes en el desarrollo de su personalidad. Por lo tanto, dentro de la familia
donde el ser humano alcanza la plenitud personal, que consiste en tener la capacidad de
pensar, de actuar, de decidir y de darse existe una base fundamental para la construcción
propia de la persona dentro de la familia y es el tipo de apego (vínculo) que se establece
desde edad temprana con los padres, de allí la necesidad de la familia y la enorme
importancia de éste. El concepto de apego infantil es propuesto originalmente por Freud
(1938), pero es John Bowlby (1940), quien lo reformula para señalar que todo niño nace
con la tendencia a buscar una proximidad con una persona y que la calidad del apego va
a tener un impacto significativo en el resto de su vida. Según la teoría, la madre
representa el vínculo primario más importante en la vida de un niño, debido a que ella es
quien en gran parte se ocupa de cuidarlo en sus primeros años de vida.

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