Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Urquidi
Illanes
INN
literatura adultos
LO QUE VARGUITAS NO DIJO
CCD:B863
Amigolector:
Antes de que comiencesa leer la primera página de
este libro, o de esta historia, quiero conversar un poco con-
ceguera que el mismo amor nos da. Con esa venda que
nos poneante los ojos, no nos damoscuenta que amamos,
pero que no nos
aman.
| olvi-
daron quienestrataron de hacerlo (además de
Tuvieron que pasar muchos años, 28, para de mujer noestán a la venta.
mundo.
Tampoco deseo levantar un dedo acusador. No soy
juez de nadie, soy solamente una mujer, y ustedes me
ayu-darán a comprender con quién viví: ¿con un marido,
un
del Amor, del amor con mayúscula porque nunca conoció amorcillos y amiga Julia, fue en busca del amor que dura dos años por-
feliz con mi amiga Julia, y que seguramenteella también lo fue. nubes, no hechas para quedarseallí durante
Ella señorialmente ha dicho que no dirá una sola palabra más de una horafugaz.
con motivo dela visita a Bolivia del gran escritor. Y como una cadena de montañas, todo amor
Unahistoria de dos amantes andinos que nada tiene una cumbre cada vez másalta, supe-
tie-ne que ver con Romeroy Julieta. Una rior a cualquier otra. Cuandose ha alcanza-
Julieta que era una mujer hecha y derecha y un Romeo el lento descensoa las colinasy planicies
de
jovencito que vencieron a
Montescos y Capuletos y se fueron a dar un beso en París la vida común”.
que duróalgunos años. Una bella historia de amor. Un Él ángel sin cabeza, de Vicky
Baum
amor
que terminó comotodos los amores eternos.
los años
lo que sucedía enla habitación. De un solo grito lo hice bajar Se hicieron muchas bromas sobre el tiempo transcu-
del estupendo mirador que había encontrado. rrido y, por supuesto, como ocurre en estas ocasiones,
En un futuro no demasiadolejano, estos dos perso-najes habrían de entre conversaciones y risas, rememoramos aquellos
incidir en mi vida en forma contundente. momentos. Lucho, mi cuñado y tío de Mario, que siempre
Después de mi divorcio, me quedé un tiempo en Bolivia, trabajando era, en verdad, todo un hombre, de personalidad definida y
en el Ministerio de Minas y Petróleos. Hasta que un buen día decidí ir gran madurez y un gran apasionado porla política
a pasar vacaciones a Lima, de esa época (Conversación en La Catedral).
Nuestra relación comenzó discutiendo sobre literatu-
a la casa de mi hermana.
Llegué a mediados de mayo de 1955 —pocosdías antes de mi ra, punto en el que siempre mantuve micriterio a salvo de
cumpleaños—.Al día siguiente vi a Mario, me acuer-do de que cualquier influencia y nunca me lo pudo cambiar. El primer
vestía un pantalón gris, camisa blanca sport y una chompa libro de nuestra discusión fue uno de la vida del pintor
con ellas y ambas compartían una chochera enorme por Mario. Actuando con padre lo puso al Colegio Militar Leoncio Prado, lo
muchadiscreción, les sonsacaba cuan-to quería sobre su “Cholito”, como que hizo en castigo porque descubrió que su hijo escribía
llamaban cariñosamente versos y no
una mujer divorciada, mayor queél, sino algo mucho más noble, más complicidad de Nancy y a su hábil intervención (no sé cómo
profundo, desinteresado y sincero; pienso que enese entonces realmente lo hacía), siempre Mario resultaba sentado a mi lado.
mequería. De ahí mi desbordada ternura; añoraba su presencia, cerraba Cuando nuestro presupuesto lo permitía —lo que no
los ojos y me parecía sentirlo a mi lado, que tenía sus manosentre las era muy seguido—, íbamos al Negro-Negro, una boi-le
mías con pequeña y oscura que era nuestro lugar secreto y
una presión tan dulce, como si quisiera, a través dela piel, sentir su amor por don-
mí. Era, sin duda, un amordiferente. de nos sentíamos protegidos de las miradas de la familia.
Continuábamos con nuestras caminatas desde la Av. Armendáriz a Barranco, Generalmente, íbamos con Nancyy
siempre conversando y riendo; ya la realidad nos acosaba y teníamos que Javier.
actuar con tacto y pru- En el Negro-Negro había una orquesta de
mujeres.
dencia, a veces, hasta con hipocresía, para disipar cualquier
En un principio les pedía que tocaran el vals “Engañada”.
duda acerca de la naturaleza de nuestras relaciones. De ma- nera que si mi
Desde ese entonces y siempre que nos veían entrar, lo in-
cuñado comentaba, por ejemplo, cuando ya me
terpretaban sin necesidad de pedirlo. Ahora me
encontraba arreglada y dispuesta para salir con Mario: “Qué guapa estás, Negra.
pregunto
¿Vas al cine con el Flaco?”. Yo, con una
fingida indiferencia, respondía: “¿Acaso va a venir? ¿Por qué no vamos todos?”.
si no sería una gran premonición. Laletra dice:
Tendré que buscar otro amor, amigos del tío, hasta la madrugada. Ya de
pero que sepa amar... regreso y en el trayecto a Lima, quizás
Y aunque sé que sufriré por mucho tiempo, vencida por el
mas luego tú verás... te lograré olvidar. cansancio y el sueño,le dije a Mario:
“Varguitas, préstame tu hombro.Estoy
Las sospechas comenzaron después de un viaje a Paramonga agotada”. Y me quedé dormida, agarrán-
con algunos miembrosdela familia, para visitar a un tío de dole la mano. Mario y yo estábamosen la
parte trasera del JuLa UrQUIDI
ÍLLANES
automóvil, al lado del chofer. Sin embargo, tan
insignificante detalle bastó para despertar
bastante riesgo, Mario mehizo desistir de misalida. Me
sospechasdela tía Laura, quien llamó —ya en
dijo que lo esperara, que no me moviera de casa, que no
Lima—a una reunión de familia para decidir
estaba seguro a qué hora podría ir. A eso de las ocho de
sobre nosotros.
Desdehacía un tiempo Mario me había hablado de la noche fue a buscarme. Lo noté nervioso y eufórico. Me
casarnos, pero comoyo tenía mis temores, no tomé el asunto abrazó, y
muy en serio; siempre tenía la idea de que sería un riesgo me dijo: “Negrita, tenemos queirnos esta noche; en casa de
demasiado grande y no me decidía a tomar una tía Laura están reunidos todos, se han dado cuenta
determi- delo
nuestro, nos van a separar. Tía Olguita ha dicho quete irás
nación, pero, como siempre, el amor se impuso a la razón, y
1
comenzamosa hacer planes. Sabíamos que teníamos que
escaparnos, puesto que nadie lo permitiría. Bolivia; están viendo la forma de decidir sobre
23
problema. Por supuesto, como todos los
alcaldes que vi-
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO mos, le llamó la atención la diferencia de edades,
pero
ya eres mi mujer; no meeches, porfavor. Mañana, sea felizmente lo convencimos, y eso que Mario se
aumentó la suya en dos años. Lo
como sea, nos casaremos,no tienes por qué preocuparte
importante fue que nuestro sim-pático
de nada, porfavor; te adoro, te necesito conmigo, Negrita...”
Alcalde-pescador tenía dificultades para
Y... se quedó conmigo. Anticipábamos, apenas unas horas nuestra
celebrar
noche de bodas,sin que antes se hubiera producido —como
la tan buscada ceremonia. En nuestro
ya lo dije— las más pequeña insinuación de una entrega, a
atufamiento nos habíamos olvidado que se
pesar del gran amor que sentíamosel uno porel otro.
Esa mañana nos levantamos temprano y continua- necesitaban dostestigos; por
supuesto, Javier era uno, pero ¿y el otro?; el amigo
mos buscando quién nos casara; yo no regresaba a Lima
de
sin hacerlo, pues si ya era bastante enfrentar a la
familia 24
—toda una familia que es un clan— estando casados, mu- cho máslo
¡qué angustia la que sentía! Me imaginaba que sucede- ría algo y una vara de sorpresa increíble; cuando nos dimos cuenta de lo que
que no nos casaríamos. Por fin llegó nuestro pasaba,los tres estallamos en una carcajada tan estruen-
improvisado testigo, muy sonriente y con su botella de vino en la mano.
osa que por un momento tuve miedo de que se nos
Comenzó la ceremonia, me parecía que no acababa nunca, que no cayeran encimalas paredesdel viejo hotel.
llegaría nuestro buen Alcalde En la mañana Javier nos despertóa las siete. En Lima
a la parte en que teníamos que decir “sí, acepto”. Cuando
va nos buscaban con la Policía por órdenes del padre
todo terminó, creía que era mentira que ya estábamos ca- sados, ya nada de
ni nadie podría separarnos; ilusa de mí, no Mario.
sospechaba, en mi alegría, el largo camino que mefaltaba Una vez más, Javier se adelantó a nosotros partiendo 4
otenerla nunca. Contra todos los augurios, mi matrimo- uien llamaba. Así. pues, sonaba el timbre, tenía qu
A
tambiénse ve a Batuque
Lima, 1956. Mario yJulia en un día de campo,
30
Lo Que VARGUITAS NO DIJO JuLia UrQUIDI ÍLLANES
Volví a ver a mi primo en el cumpleaños de su que nunca se preocupó por él cuandoera niño,
abuela —hermanade la mía—. Aún sin quererlo, estaba nerviosa
ni mucho menosde adolescente; su único
esperandosu llegada. Hizo su aparición con unostraguitos de
derecho de padreera el de haberlo
engendrado.
más y mesacó a bailar. Mi madre fue la que inocente-mente
Y, ¡por fin!, un maravilloso día llegó el tan ansiado
medijo: “Anda,hijita, diviértete un poco. Has estado a mi lado
cable de mi marido. Su padre autorizaba miregreso a Lima.
todala fiesta. Tú que eres tan alegre”. Me levanté muy tensa y
Miexilio sentimental había, pues, terminado. Ya tenía su
nos pusimosa bailar. Él me miró sonriendo y murmuró: “No se
permiso para poder amar a mi marido como deseaba hacer-lo. Era
ponga así, no la voy a comer, ya me dijo lo que pensaba, no
tan grande mi alegría que olvidé todo lo que había pasado para
tenga miedo y diviértase, olvídese por un momento del cabrito
poder reunirme con Mario. Hubiera querido tener alas en ese
que la espera”. No respondí. Concluyó la música y me retuvo,
mismoinstante para volar junto a él. Pero surgió un problema:
para continuar bailando. Pero bruscamente me deshice del
no tenía dinero suficiente para el pa-saje. Lo resolví pronto.
abrazo y volví junto a mi madre. Realmente me sentía
En la casa de empeños —sin decir nada a nadie— vendí un anillo
confundida; a pesar de lo tensa queestaba, me sentí cómoda en
con unbrillante de un quilate y medio, una pulsera de oro, con
ese abrazo queesel baile y en esos instantes se me mezclaban
34 dijes, también de oro, y algunas otras pequeñasjoyas. Por
en la mente las dos imágenes. Después de muchos años, me he
todo me dieron una
preguntado qué hubiera pasado si yo no hubiera estado tan
cantidad irrisoria, pero que cubría mis propósitos. No me importó el
enamorada de Mario y escuchaba todas esas palabras de amor que
valor material de todo ello, pues lo único que
me de-cían; pero nadie sabe cómola telaraña del destino
meinteresaba era irme a Lima. Cuando mi madre se enteró
sutilmente nos envuelve a todos y hace con nosotros lo que
de lo que había hecho, casi se desmayó, quiso
quiere.
recuperarlas cosas, pero no pudo. Ya era tarde.
Luego tuve que enfrentarme con el Cónsul del Perú,
Mi estadía en Antofagasta se me hacía muy penosa.
que se negó a darmela visa para ingresar a su país, quizás porque
Extrañaba a Mario, a pesar del consuelo que mi
cometí el error de decirle que iba a residir en Lima
madretra-taba de darme. Pasaba horas reflexionando
y en mi pasaporte constaba mi condición deturista. Se pu- so
acerca de los
muy intransigente, y solo la intervención del Cónsul de
métodos que empleó mi suegro para conseguir sus propó-
Francia, quien tenía amistad con mi padre y con el que hablé
32
33
que por fin aterricé en Lima. Después de pasar Aduana e Inmigración, corrí como si
35
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
amigo, que por entonces vivía en Lima, y que en Bolivia llegó a ser un
copiados a máquina, por los que me pagaba 50 soles semanales, suma que
36
JuLia UrQuUIDI ILLANES
37
segunda niña de la que fuimos padrinos
Luchoy yo, lo que contribuyó a que nuestra
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
amistad, que por miparte aún persiste, se
hiciera más fuerte e inquebrantable; pero
Pupi y Abelardo tuvieron después un varoncito y una Mario los olvidó a medida que aumentabasu
prestigio. JuLta UrQUIDI ILLANES
escribía; recuerdo que él y Mario se presentaron jun- hacía reír mucho a Pupi y Abelardo. Para resumir, fue
tos a un concurso de cuentos de la “Revista Francesa”, que aquella una época in-olvidable, durante la cual
concedía como primer premio un viaje a París. Pues bien, compensábamos privaciones y necesidades con amor,
pasóel tiempoy llegó el día en quese daría el premio. Una ternura, y todo lo demás pasaba a segundo término.
tarde llegó Lucho a casa todo emocionado, casi no podía Como Mario estaba ocupado todoel día en sus dife-
hablar, sinceramente creí que era él quien había ganadoel rentes trabajos, escribía sus artículos de noche. Llevaba una
ansiado galardón, pero no, era Mario. De inmediato nos lan- zamosa la mesita de máquina a mi lado, junto a la cama. De rato en
rato hacía una pausa, me besaba y continuaba escribiendo. Me
calle para darle la gran noticia. El mismo Lucho
leía lo que escribía; y cambiábamos impresiones sobre sus
38 artículos que, por supuesto, para mí siempre eran buenos.
Al poco tiempo de estar viviendo en la calle Porta, me
39
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO
mi marido. No se equivocaba nunca en la hora. En una de JuLia UrQuIDI ÍLLANES
seguido de la misma forma, si Mario no hubiera co- fulminarme. Para disimular mi temor pregunté: “¿Conoce usted a
menzado con unoscelos obsesivosy sin justificación. Quizá mi marido?”. Y aquel señor prácticamente desconocidodijo: “No
estos celos hubiesen sido más lógicos en mí. En definitiva, él tenía el gusto. Lo felicito, tiene usted
tenía compañeras de Facultad y sus amigas de soltero. una esposa encantadora”. ¡Para qué lo diría!
Además, nos amábamosy no había, en consecuencia, moti-vos para Con toda descortesía, Mario me agarró de un brazo- y me
desconfiar. Aquellos celos me resultaban absurdos desde sacó de allí como si estuviera huyendodela peste;
todo puntodevista. Y, sin embargo, yo misma habría sinceramente me sentí en el aire. Como no quería tener pro-blemas, me
de sufrirlos años mástarde, hasta límites insospechados. aterraba la idea de que este señor me invitara a bailar. Me refugié en
Por ejemplo, Mario no me permitía ir sola a Lima. el dormitorio de mi prima y me recosté
Nosotros vivíamos en Miraflores. De manera que cuandolle- en su cama. Al poco rato entró mi marido y se echó a mi lado;
garon mi hermanoy su esposa, en viaje de novios,ni le dije: “Si estás cansado, ¿por qué no nos vamos?,
siquie-ra me fue posible acompañarlos al centro. mañana trabajas temprano”. Me contestó que él hacía lo
Naturalmente, aún menossaludar a ningún amigo que quería y que no necesitaba que lo cuidaran. “Bueno,
boliviano, con quienes me encontraba en ocasiones. cuando decidasirte, me avisas”, concluí. Entonces comen-zó
con algo muyinfantil; me daba pataditas, primero muy
40 suaves, después aumentaron en intensidad hasta hacerme
41
Lo que VARGUITAS NO DIJO daño, seguramente porque no le hacía caso, hasta que me
JuLia URQUIDI ILLANES
empujó y me hizo caer de la cama. Volví a recostarme sin
decirle nada, pero el jueguito prosiguió y no
hubiera pasado, pero él seguía enojado. Apenas medirigió la
pudiendore-frenar mis impulsos de cólera, me senté en
la camay le largué una cachetada. Mario me la devolvió palabra; almorzamosensilencio. Luego él se fue a descansar y
de inmediato. Grité y acudió mi cuñado.Le expliqué a yo me puse a lavar los platos; generalmente esta labor la
Lucho lo que había sucedido y nos llevó a casa. tenía que dejar para después que él se hubiera ido,
Nos acostamos, ambos muy ofendidos. No pude con-ciliar porque comenzaba a llamarme y no me dejaba hacer nada.
el sueño. Pensé muchoy llegué a la conclusión de que los Cuando terminé fui al dormitorio, lo abracé y le dije:
celos de Mario eran producto de una enorme inseguri-dad. Él —Ya, Homoso,no sigas enojado, abrázame y deja esas
se sentía menor que yo. Por mi parte, nunca me sentí mayor tonterías.
queél. Ahí estabala diferencia. Pero ya me estaba Pero me rechazó con tanta furia que me
quedé para-lizada y se me saltaron las
cansando de sus niñerías.
En la mañana, cuandosalió a la Radio mehice la dor-mida. lágrimas. Mirándome meres-pondió:
Era la primera vez que se iba a trabajar sin darme un beso de —Puedesllorar lo que quieras, ¿quieres que llame a
despedida. Estuve cavilando, tratando de encontrar la forma de tu buenmozo para que te consuele? —dijo y agregó—Te confieso
darle más confianza en sí mismo. Tenía que y te advierto que no puedo seguir viviendo así.
No acertaba a comprender a quése refería, si a mi
comprender que lo quería y que por esa única razón me casé
llanto o a la cachetada; se lo pregunté; respondió que
con él. Porque ¿qué otra cosa podía ofrecerme fuera de
no
su amor?Si ni siquiera teníamoslo suficiente para vivir
me hiciera la tonta ni menosla ingenua, que se refería a mis
decorosamente. Y, no obstante, yo me encontrabafeliz en el
coqueteos con todo hombre que se pusiera a mi alcance.
pequeño departamento, en esas dos piecitas donde nos
amábamoscon intensidad, donde nuestros cuerpos no te- nían Aunquesoy rápida para contestar una ofensa,
por
secretos para ningunode los dos, donde nos fundíamos
unos segundos enmudecí ante su insólita
en unsolo ser. respuesta, pero repuse:
Me gustaba tanto sentarme en el suelo, con la cabeza
—Qué pena, Mario, o te has casado con una mujer muy
apoyada en sus rodillas, y que me leyera a Borges, Neruda,
coqueta o tienes una inseguridad tan grande que no te
Marcel Schwob (sus Vidas imaginarias), a Vallejos, que me
dejará vivir en paz. Tienes muchísima razón, no podemos
describiera todo ese mundo queera el de él. Con frecuencia
continuarasí, será mejor que lo decidamos ya mismo. Mevio tan
interrumpíala lectura y me besaba. ¿Qué podía valer más que
decidida que noté su inquietud, y dijo: —Ahora
todo esto? Pues bien, embargada portodasestas reflexiones,
estoy muy cansado, déjame dormir un rato;
comprendía que por sobre todo me dominaba el amor que
si quieres puedes echarte a mi lado.
sentía por mi marido. Mi enojo se fue diluyendohasta
Mereí por dentro ante su gran concesión y
es-fumarse por completo. Lo esperé al mediodía como si me acosté a su lado, dándole la espalda.
nada Desperté sobresaltada. Estaban golpeandoa la puerta
y yo dejé que abriera Mario. Eran nuestros buenos
42
amigos que venían a buscarnos parair a la pizzería
de Miraflores. Mario regresó al dormitorio y
ordenó:
43
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO
JuLta UrQUIDI ÍLLANES
44
pa
no
“Toda la educación de la mujer debeser di-
injusticias”.
Jean Jacques Rousseau
Iv
47
heredadoel temperamento celoso de su
padre, que una vez fueroncalificados
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
de paranoicos por un médico. Pero yo
no iba a permitir que Mario me hiciera
La abuela se rió, comentando: la vida imposible; a toda costa me
—Este mi “Cholito” no puedeestar sin ti, no nos deja oponía a esta permanente actitud que
ni conversar unrato, pero nada, ve con él. afectaba nuestra unión. No era dueña
Entré en la habitación y ¡la que se armó! ¡Santo
de salir a comprarni cigarrillos, e
Dios! Mario estaba descompuesto de furia. Hablaba en
inclusive llegó a extremostales como
voz baja “por olvido” dejarme encerrada bajo
para que no escucharan sus familiares, apenassi llave en la casa.
lograba entenderle. Nunca lo había visto tan
enojado, era presa de unos celos monstruosos. Me 48
acusó de haberutilizado al abuelo, un hombre
viejo —decía—, que no se daba cuenta de nada,
comopantalla para mis coqueteos con todos los
hombres que había en la playa. Para ocultar mi
miedo, lo miré sonriendoy le dije:
—Gracias, realmente me halagas, no me
insultas, no sabía que era una Miss Universo, a
quien todos miran.
Miactitud entre sarcástica y defensiva lo sacó
más de sus casillas y se armó la toletole. Mi ironía
cambió en enojo;
le dije:
—Mira, Varguitas, te guste o no te guste,
iré a la playa cuando meplazca, y si dudastanto
de mí, puesesbienfácil, nadie te obliga a seguir
a mi lado.
Cierto que estaba segura de su amor, por eso me
per-mitía el lujo de decirle aquello. Sin
embargo, con los años, iría perdiendo esa
seguridad y me aterraría la palabra se-paración.
Todo cambiaen la vida.
Sus celos me resultaban sofocantes. Lo quería
mucho, pero si me casé conél, lo hice para que
ambosfuéramosfelices y nopara destruirnos (algo que
olvidaría tiempo después). Posiblemente, Mario había
JuLia UrQUIDI LLANES expresión de alegría espontánea; para él todo era hacer
el ridículo. Superado este incidente lo pasamos muybien.
Al ver mienojo, fue bajandoel tono de voz, se le fue pasando Pocosdías antes de Año Nuevo, comenzaron otra vez los
malditoscelos, los soporté porquellegaba unafiesta que
lafuria, le costó un poco el quitarme la mía, aunque
había esperado para pasarla feliz con mi marido. Era
nunca me duraban misenojos conél, pues lo quería dema-siado. Me llevó
nues-
a su lado en la cama, comenzó a aplacarme
tro primer Año Nuevo y teníamos planesde festejarlo con
con caricias, besándome y, como siempre, terminamos ha-ciendo el
nuestros amigos. El 31 en la tarde, estando en casa de
amory olvidando el mal momento pasado, como si las peleas
sus
fueran un aliciente para poder amarnos.
No dejé deir a la playa, aunque con un poco de miedo, pero lo hice. primas Nancy y Gladys, me atribuyó el hecho de
No me agradaba disgustarlo, pero esas prohi-biciones no las toleraba. coquetear al enamorado de unade ellas. No pude
buscarnos, estaría un momento con nosotros, regresaríamos a casa de mi hermana Olga. Sé que les amargué la
juntos, y todos contentos. noche, pero no quisieron dejarme sola. Juntos
Se acercaba Navidad,la que pasaríamos en casa de Olga y Lucho, examinamosla ac-
conellos y sus hijos Wanda,Patricia y Lucho. Fue una noche muy linda, titud de Mario, su conducta tan inestable, inesperada;
Pero tanta felicidad duró muy poco. Días mástarde,al encontraba bien. La doctora diagnosticó que podría ser un
desvestirmepara entrar en la ducha, noté en mi camisón unas manchitas aborto y me ordenó no movermepara nada de la
rosadas. Se las mostré a mi marido cuando llegó. Inmediatamente Mario cama.
fue a casa de una vecina a llamar a mi hermana —noteníamosteléfono—.
al
Olga no demoró enllegar,
ella llegara, pero como mesentía
bien, le dije que no era
Lo que VARGUITAS NO DIJO
necesario y no permití que lo hiciera. No había
para qué
Cumplí sus órdenes,pasó el peligro. Mi cintura extremar las preocupaciones. Así
comen-zÓ a engrosar, mis senos a ponerse duros y me es que me pusea leer, es-cuchar
dolían. Todo música y me quedé dormida.
se desarrollaba, después de aquel susto, con normalidad. Al cabode no sé cuánto tiempo
Durante los días que permanecí en cama, recibí la vi- desperté con una sensa-ción rara, estaba
sita de mi suegro. Estaba muy contento con la idea mareada y sentí la cama mojada. Con gran
esfuerzo, levanté las sábanas y vi todo rojo.
de ser abuelo. Para que me entretuviera me regaló una linda
Había perdido
radio,
en la que oía música todo el día. A partir de entonces, nos mucha sangre. Grité pero nadie me oyó. Me
visitaba con regular frecuencia, aunque solo fuera por levanté caminan-do apenas; me daba miedo
ves minutos. Nunca tocamosel espinoso tema de mi exilio Logré salir al patio y pedí auxilio. Una
sentimental; yo lo comprendía, pues fue muy cariñoso con- vecina del departamentode al lado me
siempre
co para usted, y le ha preparado este que las que hicimos nosotros. Todos se
bacalao con una receta muy especial y encariñaban con ella. Compartimos días de
personal. familia verdaderamente entrañables. Cuando
Ella sonreía, completamente ausente del desastre, y
regresaron a Bolivia, lo hicieron
hasta diría, complacida porel halago a susartes
muysatisfechos al comprobar que mi
culinarias. El Dr. Porras, con ese señorío que tenía, con
marido y yo éramos una pareja feliz.
toda diplo-macia comió “esa delicia” tomando agua con
Además, Mario y mi cuñado Marcelo
cada bocado. Cuandoterminó este suplicio, felicitó a
congeniaron mucho. Nuestros amigos
Teresita, diciéndole que nunca había probadoalgo tan
tam-bién llegaron a simpatizar con ellos. JuLia UrQuUIDI
LLANES
Los gastos aumentaron considerablemente y tuvimos
que abandonar aquel departamento, para trasladarnos
dieron una magnífica calificacióny el tribunal
nuevamentea la calle Porta, a uno ubicadoal lado
recomendó su publicación. Todos estábamos muy
del que
ocupamosal principio de nuestro encuentro. Mario seguía
orgullosos. Había termi-nadosus estudios
con sus estudios y trabajos. Uno de ellos ya era el brillantemente. Ya con su licenciatura,el Dr.
investiga-ciones, conjuntamente con otro gran amigo, provechosapara él, estuve de acuerdo de inmediato.
Así
Pablo Macera.
Cuando Mario terminó su carrera, fui con Lucho y que decidimos partir a Madrid por dos
Olga a presenciar la defensa de tesis de Filosofía
años, que era la duración de la beca.
De modo que dejamosel nuevo departamento, y nos
y Letras. Le
fuimosa vivir a casa de los abuelos. Faltaban solo quince
59
En Río de Janeiro debíamos tomar el barco hacia
Barcelona. El Dr. Porras, por intermedio de la Embajada
del Brasil, nos consiguió los pasajes en un avión de la Fuerza
a los acontecimientos).
De Cochabamba volamos a Santa Cruz, también en
Bolivia, donde pasamos la noche. Aún nos detuvimos en
CampoGrande, desde donde salimoshacia Río. Me divertía
mucho con Mario, que nole quitabala vista de encimaalpi-
loto toda vez que hacíamos una parada, y cuando teníamos
que abordarlo nuevamente. Este señor parecía
que hubiera
61
playa, donde nos contaban un sinfín de
leyendas sobre macumbasy la Reina del Mar,
sido el primer piloto desde que llegó la aviación a quien encierta fiesta había que echarle
al Brasil, por la edad que representaba. Según mi espejos y peines cuando se recogía el mar,
marido, lo bajaban y subían cargado del avión. por ser muy coqueta, y se enojaba si no se
Porotra parte, el avión era bastante incómodoy, la halagaba.
por supuesto, no servían ni un vaso de agua. Era de los En nuestro desconocimiento de la
que se ciudad, entrábamos a almorzar a
utilizan para el traslado de tropas. Pero cualquiersitio que encontrábamosal paso.
era gratis y no se podía exigir mucho. Una mañana entramos a un lugar bastante
Finalmente, arribamos a Río de Janeiro. ¡Qué mara-
sugestivo, lleno de
villosa vista desde el avión! Es indescriptible ver cómo
cortinas de colores y había algo en el ambiente que no era
se
juntan la selva con el mar, ese mar tan cristalino, con la
preguntó si a mí también me había enviado a bañarme. De regreso en la nuestro camarote pensé queel camarero se había equivo-
mesa les conté a Mario y Lucho cado, pues era pequeño peroelegante. Era un barcoitaliano.
que no volvemos a ver nunca más en nuestra vida; le abriría las puertas del prestigio internacional que
¿qué será de la vida de ella? ahora tiene comoescritor. Todas las mañanasse sentaba al
Después de experimentar toda unaserie de episodios
lado
curiosos y diversos, embarcamos rumbo a Barcelona. La salida
del barco fue todo un espectáculo, con bandas de 63
música, bailarinas de sambas, serpentinas, unafiesta com-pleta.
momento de mayorpasión, nos fuimos los dos al suelo,
y
Lo QUE VARGUITAS NODIJO nuestra pasión quedó bastante adolorida porel
costalazo.
de la piscina a hacer sus notas. Por las noches, cuando nos Nos quedamossentadosen el suelo riendo a
carcajadas, fue
íbamosal cine, seleccionaba lo más interesante de cuanto
muy cómico. Nuestro romanticismo sufrió un duro
había escrito, hacía fichas y escribía algunas páginas a mano. golpe.
Aún tardaría cuatro añosenfinalizar el libro. Lo copié tantas Por supuesto que después encontramosla forma de
veces a máquina que lo sabía de memoria. soste-
eran tan tremendamente angostas que apenas cabía una Vimosvarias películas italianas, las que comprendía-
mos a medias. Cuando había baile en el salón principal, allí
persona, y eso, acostada de lado. Una noche —la travesía
duró dieciocho días— se nos ocurrió hacer el amor. Enel estábamos escuchando la música. Mario no era muy
afecto Jura UrQuID!
LLANES
al baile. La comidaitaliana nos tenía un poco cansados; no
era muy variada y para comerla de vez en cuando estaba
bien, pero 18 días, tarde y mañana, era más que suficiente.
64
que comunicaba atodos los que pasaban por su lado; no
pudimos comprender el nombre, pero parece que la dama
de sus sueños le dio elsí, y el feliz hombre expresaba a
gritos su alegría.
Una noche nos quedamoscasi todos los pasajeros en
cubierta, ya que pasaríamos cerca del famoso Peñón de
Gibraltar, pero amaneció y no lo vimos, al menos nosotros.
Muchospasajeros aseguraban que sí, lo que nos pareció que
era como quienes dicen que han visto un Ovni. Nosotros
solo logramos una nochesin dormir, y un poco fría por la
brisa del mar.
Llegamos a Barcelona un mediodía resplandeciente
de sol. Reconozco que estaba deseando pisar tierra firme,
aunqueel viaje resultó lindo y agradable. Tan pronto des!
embarcafos, fuimos con Lucho a buscar un hotel a la medi-
da de nuestra economía. Una vez acomodados, pedimosal
conserje nos consiguiera entradas para la corrida de todos
del día siguiente que era domingo. Toreaba Luis Miguel
Dominguín, a quien, ya en Madrid, seguiríamos de plaza
en plaza cada vez que podíamos.
Salimos a caminar por las Ramblas. Estaba entusias-
mada con la amplia avenida, repleta de vendedoras de
flores y pájaros de todoscolores, cuyos trinos son una ma-
ravillosa sinfonía. Paseamos por las Ramblas de punta a
punta. Almorzamos una estupendapaella y nos fuimos a
descansar. Al atardecer, salimos nuevamente a recorrer las
calles de Barcelona y susbarrios tan típicos e interesantes,
sus rincones maravillosos y museos estupendos, pero, por
lo corto del tiempo, solo pudimosvisitarlo, como se dice, a
vuelo de pájaro. Después de unos años volvimos con Mario
y pudimosdisfrutarlos con más calma y minuciosidad. i
todo. Almorzamos una deliciosa cazuela de mariscos, con undía imborrable por lo completo que fue.
buen vino, en un restaurante del puerto que nos costó más Al día siguiente salimos para Madrid, nosotrosen
tren,
de lo presupuestado, pero pasamos por alto ese detalle.
en tercera clase, Lucho por avión. Esa es otra experiencia
Teníamosqueestar a la altura de nuestro estado de ánimo
que hay que vivirla. En el compartimento viajábamos
y este era de lo mejor. unas
diez personas, entre niños y grandes. A cierta hora apare- JULIA UrQUIDI ÍLLANES
cen canastas y envoltorios con toda clase de comidas, pa-
.
Postal de Casablanca, el domadordeserpientes
68
Lo hacía en un café que había en la esquina de lado a otro. La ciudad es pequeña y complicada; se puede
la pensión donde se pasaba las mañanas sumergido en su libro. Todo recorrer rápido. Rasado mañana viajaré a Casablanca.
empañaba nuestras relaciones. Nos entendíamostan bien, zapatos son más caros que en Madrid; te compraré
compartíamostodo. Era una vidafeliz. Con otras cosas). Mil besos, Mario. Tánger,
frecuenciavisi-tábamosa las herfhanas Jiménez, unas 2/6/59”.
muchachas peruanas que vivían en Madrid, con las que Otra es de Algeciras, ciudad vecina al Peñón
de
pasamos momentos muy entretenidos.
Gibraltar:
Animé a Mario a cumplir su deseo de conocer
Marruecos. El dinero que recibíamos por la beca y lo que yo ganaba enel
69
dote mucho.
Mañana escapo
Lo que VARGUITAS NO DIJO
de Casablanca,
que es 3 veces
“Negrita querida: Llegué alfin a Algeciras, después de máscaro que
París. Estoy
un viaje pesadísimo. Estoy almorzandoenel puerto, frente buscandoalgo para
llevarte; veré
al barco que partirá a las 3. Te escribiré apenas llegue. Besos
si me alcanza
y abrazos. Mario”. para un
Y la última procedente de Casablanca, con la viva ima- vestido y una
ropa de baño.
gen de un encantadorde serpientes: No sé
“Querida Negrita: Estoy muy bien, aunque extrañán- si será barata
o cara la ropa; pero creo que mealcanzará. JuLta UrQUIDI
ÍLLANES
Saludosa la familia Bergua. Mil besos, Mario. 4/6/59”.
Porfin regresó Varguitas, a quien yo también extrañé
para ver las famosasFallas. Extraordinarios cantar. Suficiente era que unode ellos
monumentos de madera y cartón, que el 19 de marzo comenzara a batir palmas —que no pu-
por la noche devorael fuego
entre el júbilo de la multitud. También fuimosa los 72
toros, bailamosenlas calles y participamos de
unajuerga conti-nua; ahí nadie duerme, todos,
grandes y chicos, son parte dela fiesta. Volvimos
a Madrid felices de la vida.
Me inscribí en un curso de cultura general en el
Instituto de Cultura Hispánicaal que asistían varios
perua-nos. Con ellos y Mario formamos un grupo
folclórico. Una muchacha peruana, muy graciosa
parabailar, era nuestra
profesora. Nos preparamos bien y nos presentamos a un
viaje
magnífico, inolvidable. Me hubiera gustado filmarlo
75
A
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO se desean los mejores augurios para el año que
comienza, dentro de un marco espectacular de
resaltaban másestos atributos. Nos habló mucho de Fidel Castro. fuera derrotado. Con dos personalidades tan
tía una gran admiración porellíder de ese país. Ella nos puso en entretenidísimas. Pero este amigo nos resultó
contacto con algunos de sus compatriotas y desde ese día un hombrelleno deintrigas y bastante sinuoso.
cambiábamoslos dólares de la beca solamente con ellos, para Le hizo una mala pasada a Mario con uno de sus
ayudar a la causa común. Las discusiones que se enta-blaban mejores amigos. Lo único que hizo Varguitas fue
entre esta exuberante castrista y el que decía haber sido irse a Salamanca, donde este había regresado.
“ayudante” de Unamuno —que desde luego no tenían nada en común— Mario le dio una golpiza y luego regresó a
eran muyinteresantes y la mayoría de las veces, divertidas. Él Madrid. Actitud esta bastante insólita en Mario, que
en ese entonces nunca fue partidario de la violencia. Total, para JuLia UrQuID! ILLANES
económicamente porItalia. Necesitábamos el Carnet impresionantesdetickets que permiten tomaro bajar del
de Estudiante. Para Marioerafácil, pero mis cursos en el tren en cualquier punto de la ruta. Por supuesto que los
Instituto de Cultura Hispánica no eran reconocidos como nuestros eran detercera clase. Lo mismo queen el viaje de
Barcelona a Madrid, nuestros compañeros nos invitaron de
universitarios. Pero, al igual que en Latinoamérica, con
todo. Nuevamente, mientras estuvimosenterritorio español,
ami-gos se obtiene todo. Obtuve el mío.
nuestra comida fue abun-dantey gratis.
78 La primera parada fue en Sitches, un pueblo pequeño y
lindo. Nosalojamosenel Albergue de la Juventud, donde las
habitaciones de los hombresestán separadas de las mujeres. Este
mismosistema funcionó durante todoel viaje. Para lle-gar al
Albergue que, comotodaslas residencias deeste tipo estaba un
poco alejado del centro, teníamos que subir una empinadacuesta
en la que Mario perdíael resuello cargando el equipaje. Al
llegarnos dimos una duchay salimos al por-che a conocer a
nuestros compañeros de alojamiento. Eran muchachos y
muchachasde varias nacionalidades, en mayor número, americanos
y nórdicos. Estuvimosallí dos días.
Llegamos a Génova. El paseo turístico es en el comen-
terio, por la belleza de las estatuas y monumentos funera-rios,
verdaderas obras de arte. En la tarde fuimos a lo que los
genoveses llaman playa. Es un lugar que está muy cerca
de donde atracanlos barcos petroleros, con unas rocas enor-
níamosdinero, pero no con nosotros. El mozo se dio cuenta de monumentos, los castillos, los puentes, etc. Todo
nuestra incómoda y casi desesperada situación. Se nos eso, que quedaen la retina
Pienso queel éxito tal vez lo habría conseguido igual Mástarde tuvo su momento. Esto no lo puede nega
-
mente solo. Y, no obstante, este dependía de las oportuni ni él ni nadie, pero lo que necesitaba se lo di yo. ¿Acaso
dades, de los contactos, del ambiente y del empujóninicial. no sabemoslo que cuesta publicar un libro en cualquiera
JuLta URQUIDI ÍLLANES
de nuestros países? Todos los escritores que han llegado
a la cumbre o por lo menos la mayoría deellos, lo han
- de él. ¿Dónde conoció a Carlos Barral, en Lima o en París?
hecho fuera de sus respectivos países. En Lima no hubie
ra podido ponerse en contacto con Julio Cortázar. Nunca Por supuesto que en Lima no. Carlos siempre lo animó, lo
olvidaré su nerviosismo cuando hizo una cita por primera alentó a que presentara su libro al Concurso Biblieteca
vez con él, en un café del Barrio Latino. Desde ese día Breve. Y así, muchas personas que de una u otra manera han
nació una linda y gran amistad. La mía sigue, la de Mario tenido que ver en su ascenso literario. ¿Quién aceptó el
no sé. Me llamó muchola atención la estatura de Julio, su reto de cambio de vida? ¿Quién quemólas naves, quién lo
hace más de una semana, que Mario pasó por Barcelona viniendo
respuesta, en lo concernientealaffaire:
Los primeros días nos dedicamosa pasear y a visi-tar el Museo del Louvre. queaislada.
Recuerdo que en el Museo de los Impresionistas, la primera vez que me Hacer las compras del mercado era para mí toda una
encontréfrente a las pinturas de Toulouse Lautrec, no pude reprimir la emoción, odisea. Como nosabía francés, me veía obligada a llevar
me puse a llorar. Admiré tantoal trágico pintor a través de los libros queleí
87
al día.
La llegada del Dr. Raúl Porras a París, en visita ofi-
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO cial —aún era Canciller—, nos llenó de ánimo y
fuimos a visitarlo. Nos recibió con su habitual
la ventalas baguettes, tomaba una y pagaba. Estoy segura renombradorestaurante de Saint Germain
de que me deben haber creído muda. Cuánta gente me habrá desPrés. Por primera y única vez probé una
bulla-
compadecido.
Con nuestros amigos pasábamos momentos estupen- dos, beise de película. Don Raúlnosrepitió que había posibilida-
89
Lo que VARGUITAS NO DIJO escribía capítulos donde había príncipes árabes
que se introducían en su habitación porlos
una bendición el que se me regalara un abrigo usado. Pero nada balcones, con malvadasintenciones violatorias, lo
92
y tan lindo que él no podrátener. He visto esas escenas y
mehan llenado de indignación.
Como caída delcielo, conocí a una señora rusa que
vivía al lado del hotel: unos amigos me llevaron a visi-
tarla, día, en las tardes, tomábamosel té juntas.
desde ese
cuidaba mucho.
Mi y quería que aprendiera
amiga rusa tenía unahija
93
me abrazó con fuerza, con un inmen-so cariño, y
me dijo con voz ahogada: “Gracias, Negrita”,
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
y me besó.
Sin dudaalguna fue aquella una de las
Varguitas notenía reloj. Con lo que había ganado navidades más felices que pasamos en París. Con
esta-ba segura de que podría comprarle por lo menos un muy poco, habíamos obte-nido mucho.Por cierto
Cartier. Ahí comenzó miperegrinación porlas relojerías que Mario nunca medijo si le gustó el reloj o
cercanasal barrio: ¡qué caros eran! Porfin conseguí uno;
no. Lo usó mucho tiempo hasta que se compró
no era lo que yo quería; pero era un reloj. He debido
mirarlo unas miles veces antes de la noche de Navidad. 94
El veinticuatro de diciembre se presentaron enel hotel
José Mario —el español que fue como un hermano para
Sus primeros días fueron deslumbrantes para Wandita, no se quilidad en nuestro hogar.
cansaba de admirar todo. Marioyatrabajaba en la ORTF; ella también. Cuando
Nuestra situación económica mejoró. Decidimosdejar el hotel Wetter y buscar conocía Pilar, quedé realmente impresionada. Era bonita y
departamento. Encontramos uno en la rue de Granelle; era amplio, con unasalita encantadora, ademásde estar relacionada con intelec-
muy coquetona y elegante. Sobre todo, lo más importante, tenía tina y du-cha, tuales de su país, fue enamorada de uno deellos, muy conocido
dos cosas muy raras en París en los alquileres a nuestro en la actualidad. Era sobrina de uno de los más
brillantes poetas mejicanos. Por lo tanto, Mario y ella
alcance —a veces también en los otros—; nos trasladamos muy
contentoslos tres. tenían intereses comunesen el planoliterario. Por esas
En el hotel nuestra última vivienda fue una buhardilla, con el techo inclinado, premoniciones que tenemos las mujeres, en cuantola
donde con las justas entraban una cama y un lavamanos. Creo que esa podría haber vi se me encendióla luz roja de peligro.
sido la
97
buhardilla con la que soñaba Mario, cuandose refería al día
Jutta URQUIDIILLANES
98
a 4
“La negación de la verdades algo tan funes-
Vil
sometido a vigilancia.
Erael primer problema de esa naturaleza que se presen-
taba en mi matrimonio. Hablé conél y negó todo, arguyendo
quesolo era una compañera de trabajo. En la radio comenta-
ban lo que estaba sucediendoy, lógicamente, no selo decían a
él pero algunos “compañeros”se las arreglaban para que me
101
un artículo sobre la representación de La
Bella Malmaridada, de Lope
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
de Vega en el Teatro de las Naciones; c)
Couffon me dice que probablemente Ruedo
yo enterara. No pudimos entendernosy para evitar inútiles Ibérico me pida escribir un en-sayo
discusiones y peleas, decidí irme a casa de Ana. sobre Vallejos, de cien hojas, seguido
Anavivía sola; tenía una mentalidad bastante de una antología;
peculiar. En vez de encontrar en ella una aliada que me
ayudara en esos momentosa resolver el problema, medijo que 4) milibro ya está en la
si Mario no me quería, de acuerdo a lo que deducía por lo Comisión de Lectura de Juillard.
que le con-taba, para qué seguía conél; que ella había
Afectuosamente. Mario
hablado con mi marido y que lo notaba muy inseguro en sus
102
sentimientos; que estaba pasando por un momento decrisis
sentimental bastante aguda. Menudo consuelo para mí.
Dos vecesal día hablaba por teléfono con Wandita,
quien me daba noticias de mi marido, completamente con-
trarias a las de Ana. Me decía que lo veía
preocupado, que conversaba con ella de su deseo de
que regresara a casa. Comencé a encontrar notas de
Mario sobre mi máquina de escribir —yo también
trabajaba en la ORTF—, que medi-vertían y apenabana
la vez. Estas decían:
“París, 16 de mayo de 1962
Chére Madame: Tengo el honor de informarle que la
dentista Chinsky ha aceptado que se le pague en tres
cuotas. Ella la espera el miércoles próximoa las 14.00 h.
en la direc-ción adjunta. ¿Cómoestá usted?
Afectuosamente. Mario”.
P.D. ¿Hasta cuándo se van a prolongar sus vacaciones?” Todaslas descubrir a qué se debía tanto nerviosismo.
nuarasí: “Deja de jugar a la mujer ofendida por algo que no tensión cedió algo. Pero yo me man-tenía
existe”, dijo. Yo estaba echada en la cama él junto a mí, vigilante. Confié a Javier mi problema, mis
apoyado en un codo, y con el otro brazo cruzándome el sospechas, mis dudasy el sufrimiento en que
pecho. Me encolerizó tanto su cinismo que no me pude vivía en medio dela des-confianza. Él, que
contener y lo escupí en la cara gritándole: “¡Vete de aquí, siempre ha sido un amigo entrañable e in-
no soporto más tus mentiras! No vuelvas hasta que seas un condicional, hizo cuanto pudo para
hombre sincero”. Mariosalió de la habitación sin decir una convencerme de que me encontraba en un
sola palabra y yo me pusea llorar desconsoladamente. Ya error. Sin embargo, un día que Mario no
regresó hasta despuésdelas seis de la tarde, JuLia UrQUIDI
ÍLLANES
habiendosalido temprano de casa, Javier habló con él y se
convenció de que no estaba equivocada. Hubo una
aturdida, estaba tan fuera de mí quecorrí al cuarto de
escenaviolenta y grotesca.
baño, toméun frasco de píldoras para dormir y me las
Hice algo de lo que después me arrepentí y avergon-cé
metí en la boca casi en su totalidad. Probablemente
—por segunda vez en poco tiempo—. Escuché la con-versación
ellos me oyeron correr, porque de inmediato ya
de Marioy Javier detrás de la puerta y así supe que había
estaban junto a mí. Entre ambos lograron hacerme
pasadoel día con Pilar. Me sentí tan deprimiday
vomitar. Entre tanto yo pataleaba, vociferaba,
insultaba, decía improperios. Me lavaron la boca como
104
pudieron y mellevaron a la cama de Mario, que desde
esa noche fue nuevamente la nuestra.
Mi maridoestaba pálido y me reñía por lo que había
hecho, con más cariño que enojo en sus palabras. Juró que
me quería y que no podría soportar que me sucedieraalgo.
Meaferréa él,le dije entre sollozos que no me abandonara,
que mi vida sin él carecía de sentido y no sé cuántas cosas
más. Poco a poco recuperé la serenidad y la razón. Mario me
besó unay otra vez con lágrimas en los ojos. Como siempre
que nos sucedía después de una borrasca, terminamos ha-
ciendo el amor con unapasión algo brutal y nos quedamos
dormidos. Despertamosa las nueve de la noche y llevamos a
cabo el plan que teníamosantes de todaesta “tragedia grie-
ga”. Fuimosal Teatro Odeón con Javier y Wandita, después
bien entre nosotros. No se volvió a tocar ese tema tan in- grato.
tropecé en la fiesta fue Pilar. Estaba regia,
No obstante, debo confesar que en mi interior tenía
con un vestido negro muy sugestivo,
clavada siempre una espinita dolorosa: desconfiaba de mi
marido y me atormentabanlos celos. En esos días, justa- 106
mente acabé de leer La mujer rota, de Simone de Beauvoir,
a quien siempre he admirado. Le comenté el libro a Mario.
Meimpresionó sobre todo la sinceridad de sus persona-
jes, la inteligencia con que esa mujer comenzó aceptando
los hechos; que su marido, a quien adoraba,
tuviera una amante. Pero cuando empezaron las
mentiras, porque ella no podía evitar el hacer
preguntas, todo se vino abajo. ¡Qué derrumbetan
brutal!
Unatarde, mientras estábamos en un café, Varguitas
medijo que tenía que hablar conmigo. Lo veía preocupado y me
bebida, me di cuenta de que el césped estaba mojado, pensé vapores del alcohol y aquel
en el vestido de Ana y me levanté como empujada por un re- sorte. malestar, quise reconstruir lo
Mario me llevó hasta un banco donde me sentó de un sucedido. Me sentí peor y, para
empujón. Solo entonces se enojó, nuevamente discutimos, yo rematarla, encontré una nota de
le gritaba: “Mentiroso, falso, mentiroso”. Súbitamente, Mario:
“Julia: Te ruego que pongas fin
apareció un policía; ahí me asusté porque interpeló a
Mario y yo entonces intervine para aclarar la situación. de una vez portodas a es-ta vida
Le dije que era mi marido, que estaba ebria y que él solo infernal. No es posible vivir así, lo que
preten-día calmarme y llevarme a casa. Como las peleas viene ocurriendo en esta casa todo este
108
IX
.
París, 1961. Otra toma, con los colegas de trabajo de la ORTE.
Fue un golpe espantoso. Wandita no dejó que me
levantara. Era domingo, así que no trabajábamos. Mario
había salido muy temprano, lo esperaba llena de miedo y 1
ansiedad. Temía tocar el tema de su nota. Yo no quería irme, '
ni que él se fuera; no podía irme y dejarlo. Le encontraba |
razón en varias cosas, pero él no reconocía que mucha cul- |
pa tenía también él. No entendía o no quería entender que
mi torpe reacción fue provocada porél. Aborrezco que me |
mientan. |
Regresó tarde a casa, entró al dormitorio y me miró;
yo lo miré pidiéndole perdón con los ojos. Parece que lo
entendió, se sentó a mi lado en la cama y tomándomepor
los hombros medijo:
—He estado caminandocasi todo el día, no es solo
tuya la culpa, pero lo que has hecho anoche no vuelvas a
hacerlo nunca más, Julia, nunca más, entiéndelo bien, nun-
ca más. Ya no lo soportaría otra vez y que no se hable del
asunto. Ya no llores, tranquilízate, vamos a comer, no lo he
hecho en todo el día y me imagino que tú tampoco.
Para nada tocamosel tema dela nota. Seguramente a
lo largo del día reflexionó sobre lo sucedido y decidió no
referirse a este desagradable episodio.
111
que Mario. Asimismo, me reveló las veces
que se habían visto y dónde,
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
agregando:
—Si no te hubieras hecho mi amiga, si
Desdeentoncesya no vio a Pilar fuera de las horas de no hubieras actuado conmigo comolohiciste,
oficina. Y de nuevo me pidió que lo acompañaraa la radio; si no me hubieras hecho comprender con todo
era yo la que le decía que me disculpara, que no quería tacto tu gran amor por Mario,esta esla hora
tras-nochar porquetrabajaba al día siguiente. De la en que sería su amante y en buen lío
lamentable escena nadie se dio cuenta —menos mal— porque andaríamoslos tres. Ahora puedesestar
si hay algo a lo que Mariole tiene horroresal ridículo. tranquila —hizo una pausa y continuó—,
Al cabo de unas dos semanas, Pilar me llamó para que Mario ya no me interesa más que en el plan
almorzáramosjuntas. Sin decirle nada a Varguitas, salí de amigo. Me gusta conversar con él de
co-moparair a la oficina. Me contó la atracción de mi cosasliterarias. Nada más.
marido porella, y la que sintió ella, tal vez mucho más Mehabló contanta sinceridad que se lo
agradecí. Nadale comenté del infierno en que JuLta UrQUIDI
LLANES
habíamosvivido, nunca lo supo.
mendaraa José María; conocía nuestra íntima amistad y él menos, nadie respondea su teléfono. Toda esta historia de
se encontraba en Madrid, haciendo cine. Ella había Pilar me parece dentro de su estilo, pero no sé si será
trabajado en varias películas del cine mejicano. eficaz —note enfades, hermana—. En cine todo puede ser
Escribí a José María, que mecontestó con una posible y nunca se sabe lo que se debe hacer parasalir
Torre de Madrid, recluido en su apartamento de los últimos no hay actores, o actores como queremos nosotros. Por lo demás,
pisos, desde el que puede casi mear sobre el Palacio Real. tu actuación la comprendode sobra y sé que es del todo
Estará aquí unos días, pues,al parecer, interpretará a un sincera. Hace falta no conocerte para no verlo. Enfin, que
me llame nada másqueaterrice en Madrid y veremossi puedo
verdugo en la película de Carlos Saura, el lunes o martes
ayudarla en algo. Por desgracia, no creo que puedair por
2 ahora a París. Terminé hace doso tres días la película de
la niña y paseé a la de Christian Jaque. Cuando termine
con
los franceses creo que empezaré con un chico joven, o qui-zás
ien el francés.
pura EN sentí cortada y sonreí inocentemente. A partir de
y de eficiente
experta en la materia. No obstante,el programa femenino
que hacía
de nadie. era mediocre pero no admitía consejosni críticas
Naturalmente, en varias oca-
Varguitas y ella chocaron
siones. Un día nos sorprendió conla noticia de que iba a ser
madre: el padre nadie lo conocía. Nos dio pena porque se
encontraba muysola en París y tratamosde
solidarizarnos
con ella.
Su manera de ser le impidió comprender nuestras
115
114
explicaciones acerca de las quejas de Mario sobre su conglomerado, no podía faltar el clásico Don
conducta. Le dije que se las pidiera a él, que yo no era Juan español. Era alto, buenmozo, y tuvo un
la corto romance con nuestra argentina
Jefe de Informativos,ni siquiera periodista, sino malgeniada, pero nada tuvo que ver con su
secretaria. Entonces me insultó groseramente. Me maternidad. Poco a poco se
levanté, di un fuerte empujón a la máquinade
116
escribir y le grité:
—Mira, no te voy a permitir que te expreses en esa
forma de mi marido. O te sales de acá a buenas
o te saco a cachetadas olvidándome de tu estado
de gravidez.
Salió corriendo más rápido que un gamo. Cuando
transcurrió el mes de vacaciones regresó ya
mástratable,
más humana y compañera. Nació la niña, una preciosa cria-
tura; era la engreída de todos y terminó
aplacándola.
La otra chica argentina, María, era el reverso de la
frecuentar a “nuestras amigas”. Como sobrevi-vir en esta selva humana que es el mundo de los
muchacho muy puro y estaba convencido de que las cosas nosotros y jamás, en todo ese
tiempo, tuvimos el menor
cambiarían en el Perú. Mario, que compartía sus ideas, lo
problema.
alentaba y trataba de hacerle ver algunas realidades que
Era para mí una verdadera hija; nos
él, con ese entusiasmo que da la juventud, no veía. Era de
entendíamos a las mil maravillas. Un día
hablar pausado y tranquilo, pero se ponía eufórico cuando
recibimos carta de mi hermana Olga,
comentaba sus planes para el deseado y soñado cambio.
diciéndonos que Patricia también quería ir
Cambio que jamás vio, pues murió en las Guerrillas, en un
a París; consultaba nuestra opinión para
río, bajo un árbol, como decía en uno desus bellos poemas.
ver si podíamos tener a las dos hermanas.
Mi primera reacción fue decir no. Tenía un poco de miedo a JuLia UrQUIDI
ÍLLANES
Patricia, mi sobrina siempre fue una niñita de carácter
fuerte y voluntarioso y yo no quería tener
inconvenientes. No sé, parece comosi hubiera sido un pre- su hermana. Es cierto que mi marido nunca me
sentimiento, realmente me opuse. Les dije a Mario y Wanda presionó y más bien decía a Wanda:
quele explicaría a mi hermana el porqué de la —_Latía Julia es la que decidirá.
negativa. Nointervino para nada en mi decisión final.
Durante varios días me resistí a dar mi consentimiento. Wandita, por su lado, no cesaba de pedírmelo; me
de su amiga a contarle que le había pegado y que le pro- primos comenzaron a discutir por algo que no recuerdo,
hibí salir con ella porque pensaba que era una pe-ro teníarelación con los estudiosde Patricia. Como
prostituta. Por supuesto que la chica vino a pedirme siempre ha sido voluntariosa, no permitía críticas de
nadie. En lo másacaloradode la discusión, en un ataque de
explicaciones, armando un escándalo. La tranquilicé y le
furia, porla llamada de atención de Mario, agarró el
dije que sí, que efectivamente no me gustaba su amistad
plato de sopa y se lo zampóenla cabeza. Realmente mecostó
para mi sobrina que acababa de cumplir quince años;
contenerla risa: mi marido se veía tan gracioso con
fuera de eso, su vida me tenía sin cuidado. Durante
fideos colgándole porla cara. Hablé con Wandita para
unosdías la tensión en casa fue evidente. Patricia no
quereflexionara a su herma-na, ya que si seguía
medirigía la palabra; Mario estaba resentido por mi
comportándose en esa forma tendría que regresar a Lima.
actitud; en una palabra, los dos me ignora-ban. Pasaron
No quería problemas,ni mucho menos tolerar su falta de
unosdías al cabo de los cuales le tocó a Mario
respeto. Sabía que me costaría decirles a Olga y Lucho
pararme, ni nada
para sostenerme.
Mario estaba parado y apoyado en una estufa a le-ña
—la que nunca se encendió— y Patricia delante de una
repisa de libros; yo estaba junto a la ventana mirando
hacia el patio. Wandita no estaba en casa, había salido
con Juan. Conversando sobre temas sin ninguna importancia
yo hice una pregunta y, al no tener respuesta, levanté la
cabeza y
fue en ese momento cuandovi la mirada entre los dos, como si
estoy cansada. —Tiacha, estás temblando, ven acuéstate, yo —Patricia, no seas fresca, ¿no crees que deberías
ayu-
acabaré
de cocinar, ¿o te has resfriado?
dar la tía Julia? No seas tan cómoda,
todosestos días la he ayudadoyo.
—No,querida, ya te he dicho que no me pasa nada.
Anda, andaconellos, no dejes solo a Juan, y no digas nada.
Dije desde la cocina:
—No0,por favor, no se moleste ninguna, ya
Ya me contarás cómoles fue hoy día. termino,
Continué, pues, con mis cosas y cuando todo estuvo preparado, los llamé a en un momento estaré con
la mesa. Mario se acercó abrazando ustedes.
por los hombrosa Patricia, como era ya habitual, solo que ese día noté más La verdad es que no hubiese podidoresistir la
pre-
presión en su abrazo. Atribuía a mi fanta-sía aquella impresión y procuré
sencia de Patricia, con su expresión de
restarle importancia. Es mi
inocencia que me lastimaba más, aunque su
imaginación, me dije de nuevo. La cena se me antojó eterna; no cesé de
mirada desde niña siempre fue desafiante.
habitaciones a sugerencia de mi
marido. Una para Mario y Juan y otra
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
para mí y las
chicas; dormí con Wanda, Aunque luchaba contra
Aquel día cometí mi primer grave error, porque mí mis-ma,sentía unaresistencia enorme
de-bería haber hablado. Pero, en el fondo, mis hacia Patricia; no la podía
intuiciones me parecían monstruosasy callé, y esa ha vencer, me daba pena. En suma, ambas eran
sido la equivocación más grande que he cometido en mis sobrinas, a las dos las había visto
mi vida:callar y callar siem-pre; pero era algo que nacer, las quería por igual. A
no podíacreerlo, algo que meresistía a imaginar. Wandita de otra forma, no sé, no
Como me resistí mucho tiempo, hasta tenerel puedoexplicarlo. Había algo que
convencimientototal. mehacía alejarme de Patricia. Tal vez
El caso es queel viaje al que me refería cuando no escu- la mirada que vi que cruzaronentre
charon mi pregunta,era el que llevamos a cabo a Holanda, ella y Mario me quedó clavada en el
junto con Juan. Traté, logrando a medias, quitarme corazón. Haycosas tan extrañas que
de en-cima mis sospechas e hicimosel viaje. Nos nos pasan a los seres humanos que a
su amor de primo podría convertirse en amor de regresa con su marido, se besan en las
hombre. ¡Para qué lo diría! Nunca lo vi tan energúmeno. gradas dela casa; yo los veo desde
de mentirosa, de calumniar a una niña de quince añosy, sobre niñas, no permita esto. Mi hija también los
todo, hija de mi hermana. Medijo que miscelos eran ha visto. Cuando usted se
paranoicos, que me estaba volviendoloca, que qué pensaría va a trabajar no se olvide que se
quedansolos. Incluso los
mi cuñado y mi hermanasi supieran que ofendía con mis
dudasa su hija, que me portaba como una histérica, etc.
128
Proclamabatanto la inocencia de los dos que me sentía co-
mo un verdugo; pensé si realmente no meestaría volviendo
loca. No se me ocurrió recordar que cuando Mario quiere
convencera alguien, con todo ese rico vocabulario
quetiene, puede venderle un refrigerador a un esquimal.
Cuando íbamosal cine, era una conveniente casuali-
dad, pero casi nunca había entradas con los asientos
juntos;
eran siempre Mario y Patricia quienes se sentaban detrás de
nosotras. Tenía que sentarse con ella —me explicaba— para
decirle qué ocurría en la película, pese a que ella sabía
mejor el francés que todos nosotros juntos. Por supuesto
que esto me dolía mucho, pero nada decía. No
meatrevía
a miraratrás, no por no convertirme en estatua de sal, sino
por miedo a ver lo que no quería ver. Mario olvidaba
que conmigo había hecho lo mismo cuando en
Lima íbamosal cine con su familia, y nos
tomábamosde la mano por debajo del asiento.
Una noche regresaba a casa y oí que me llamaban en
voz baja; busqué en la oscuridad del patio; era mi dueña
de
131
tema absurdopara dirigirnos el unoal otro, pero
haces sentir tonta y absurda, como me siento ahora. Pero acababa de conocer y no sabía qué tema de
hacer lo que creas necesario para que nuestra vida siga normalmente, pero
dímelo. No te calles así, deja a un lado tus temores y habla, habla
135
Lo QUE VARGUITAS NO DJO tario ni sobre sus estudios, ni sus amistades, ni nada.
Nunca
más toqué ese tema, hasta mucho tiempo después.
pero tampoco quiero seguir viviendo dando manotazos bus-
Perosí, a veces, reaccionaba con violencia,
candola felicidad, si puedo tenerla a tu
aunque siempre midiendo
lado.Julia”.
mis palabras para no ofender a nadie y siempre
Mario reaccionó llamándome ridícula —como de cos-
prometiendo no volver a perderlos estribos.
tumbre— y volvió a repetirme lo de siempre: que todo era
Mi situación era difícil. Mario continuaba
producto de mis celos absurdose insinuó que ni siquiera me
dejándomenotas. Se negaba rotundamente a ha-
atreviera a identificar a quien responsabilizaba ahora de blar conmigo. Por lo que era casi imposible
esas manías(él lo sabía demasiado bien). Esto me dolió mantener mis
mucho; promesas. Mis nervios me traicionaron unay
realmente me sentí ridiculizada en mis sentimientos. Ya pa- recía
otra vez. Mario no comprendía o no quería
un disco rayado, no salíamosde la situación que nos
comprenderla tortura en la que vivía. Parece
envolvía a los dos. Dábamosvueltas en el mismocírculo, sin
que no veía nada, fuera de lo que le
encontrar una salida, cada vez nos distanciábamos más. Era
convenía ver. Recibí otra “encantadora” nota
lógico que yo deseara saber qué pasaba, confirmar una
que decía:
verdad que me hería, y que teniéndola delante de míla re-
chazaba. Paradójicamente, nuestra vida cotidiana transcurría al 136
mismo compás; íbamosal cine con las chicas y Varguitas
continuaba sentándoseal lado de Patricia. Siguieron pasan-
dolos días, el tiempo no se detiene. No sé cómotrabajaba,
atendía la casa y seguía viviendo en esa situación que yo
misma meresistía a aceptar y, sin embargo, la aceptaba por no
supiera Olga —Seguro que mi mami sabeesto y no querrá que de ella significaba que pronto se reunirían en
viaje; con lo nerviosa que es, no hay que decirle nada; el Lima y se ca-sarían. Se amaban mucho los dos.
rayo no cae dos veces en el mismositio”, dijo—. Aquella Partimos al aeropuerto de Orly. Sentía una
tarde no fui a trabajar para ayudarla en los opresiónterrible en el pecho, como una
últimosdetalles. Recuerdo que se compró parael viaje un pena incomprensible; no era su partida,
traje gris. Ahora, después de más era algo que no puedo explicar.
de veinte años, aún me parece verla con él, tan bonita, Mario le regaló un lindo
tan delicada como siempre. Y no puedoevitarel llanto ramodeflores, que llevó con ella
por la tragedia que segó su vida en plena juventud. al embarcarse.
Conel tiempo el dolor se mitiga, pero no se olvida
jamás.
En un momento que estábamossolas medijo:
—Juliacha, en cuanto llegue a Lima, haré que mis pa-
recibieron nos dejó aún más deprimidos. Solo parecía confirmado que Wandita hubiese muerto. Comenzóa
las víctimas de la catástrofe. En el mismo taxi que nos animalito asustado. Se prendió a mí, diciéndome: —
esperaba nos fuimos a casa. Repentinamente grité: No0,tía, no, Wanda, no, porfavor, tía, dime que
“¡Patricia! Ella no sabe na-da, Mario, hay que avisarle no. Enese instante llegó a casa Carlos García
hicieron Marioy Patricia; fui cobarde para hablar con mi deitinerario no saldría hasta unos días después.
cuñado Lucho. A mi hermanala tuvieron prácticamente dormida
porvarios días. 143
Al día siguiente, temprano, Juan y Mario fueron a Air France. Mario
puse a hablar mentalmente con Wandita, comosi
haber estado tan ausente de su gentil invitación. Ella creyó comprender, Sentí un frío beso en la mejilla y un lacónico “hasta
perdido? No, yo sabía que era mucho más, pero me seguía dominandoel miedo de
peno-sos trámites y una angustiosa espera, Mario
pudoviajar
hablar, tenía tanto terror de decirla verdad, al menos,la verdad que yo
a Pointe a Pitre, para luego seguir con la trágica misión a
había descubierto, que nadie mela había dicho. Además, tenía que respetar
Lima. Nos quedamos todos muy preocupados
el dolor de los otros, aunque ellos aumentaron el mío.
Al llegar a casa, casi sin despedirme de Juan, subíal departamento.
esperando
Estaba tan dolida que tenía la seguridad de que si decía una sola palabra sus noticias. A los dos días recibí una
me echaría a llorar; también
carta, llena de amar-gura y de dolor:
sabía que mis lágrimas no causarían pena a nadie, sino más
“Pointe á Pitre, 27 de junio de 1962:
Querida Negrita: Te escribí el mismo día de mi llega-
bien una molestia y no quería hacerlo, ¿para qué? Entré enla pieza que
da aquí, después de identificar los restos de Wandita. En
era nuestro dormitorio. Mario y Patricia se
quedaronenel living; oía los murmullos de su conversa-
145
ción, como si hablaran en secreto, cosa que por lo demás sucedía muy a
debía haber tomado Wandita según el pasaje
que le compró su mamá. Procuraré tomarel
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
avión que haya de vuelta a París, que es el
próximo miérco-les, de modo quellegaría el
medio de esta tragedia, es un cierto consuelo saber que al jueves a mediodía.
menosse la podrá enterrar en Lima, y que Lucho y Olguita ¿Cómoestá la Patita? Apenas llegue a
no tendrán que hacer frente, como otras familias, al dolor Lima les explicaré asus papás queella quiere
suplementario de saber que los restos no han sido regresar de inmediato y quesi están de
encontra-dos. Ya te imaginaráslo triste que ha sido todo acuerdo con su viaje en avión hagan un cable
aquí. Este es un pueblo miserable y desamparado. Basta a París.
decir que para poder conseguir unas flores para Wandita Hubiera querido llevar a Lima algo del
tuve que hacer un verdaderoviaje. Aquí no hay flores por equipaje de la Gordita pero he perdido ya las
el clima, terrible-mente húmedo y sofocante. Esta mañana esperanzas de que se pueda re-cuperar algo. Mañana
me confirmaron que partiré el viernes a Lima conlos volveré a subir al sitio del accidente, que está a
restos. La vida es bas-tante absurda, es el avión que
varias horas de aquí, a pesar de quela distancia es muy JuLia UrQUIDI
ÍLLANES
corta, pero se trata de una montaña de una vegetación muy espesa.
de todos los diplomas de ella y Wandita, para mostrárselos puedodescribir. Todos los alojados son parientes de las
víctimas. En fin, para qué amargarse la vida. Ya te contaré
asus papás.
Me imagino que estarás pasando grandes apuros de todo después. Le escribo a la Patita en este mismo correo.
plata. Si Camp se niega a hacerte pagar mi sueldo creo que Te enviaré un cable desde Lima avisándotela fecha de mi
sería necesario pedir prestado de alguien (Pablo, Juan o llegada. Miles de besos. Mario”.
paciencia.
Entre tanto, hice cuanto pude para que los días que
te-níamosque pasar solas Patty y yo fueran llevaderos.
Olvidé
avión, pero no nos permitieron quedarnosa bordo y se despierta de golpe. Lastimosamente esta
tuvimos que hacerlo. Las dos estábamos con el alma volvería y con másintensidad.
Xt!
Era muydifícil seguir en casa de mi hermana; todos se una vez máste voy a decepcionar. Sin embargo, es preferible
preguntaban qué pasaba con Mario. Lucho era el más preocupado; yo que lo hagay al decir esto no pienso en mí, sino también en
no podía decir que esa razón que buscaban era su hija. Hubiera ti. Te pido que no vengasa París por ahora. Tal vez dentro
París. La mañanadel día delviaje, recibí un cable en el que me decía que razón. No creas que te hago el menor reproche, es preciso
no viajara, que esperara unacarta de él antes de hacerlo, pero de todas que no te quepa la menor dudaal respecto; el
manerasyo estaba decidi-da a tomarel avión. Una media hora antes de único cul-
salir hacia el aeropuerto, me llamó porteléfono diciéndome que por favor pable de lo que ocurre soy yo. Nopienses, por favor,
que
no viajara, que esperara la carta que me estaba escribiendo. Lo escuché
tan angustiado y desesperado que acepté nueva-mente lo que me pedía, por 153
vitablemente en una escena bochornosa,llena de violencia.
Deveras, no podría soportarla. Me siento tan abatido, tan
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
adolorido en este momento que prefiero actuar como
un
doy este paso porque temo tu malcarácter. En el fondo, sé
vulgar canalla, si ello me evita un cambio de palabras, un
de sobra que la mayor parte de nuestras disputas son una
drama. Medirás que eso es egoísmo puroy, sin
consecuencia natural de mi actitud para contigo. Sé que he duda,esasí,
pagado fea y malamente lo mucho que te debo. Nunca po- reconozco queesecalificativo es el que más me
dré olvidar la generosidad y la abnegación con que acep- conviene.
taste siempre la vida de sacrificio y de desorden que te he Seguramente piensas que mi salida precipitada
de
dado. Solo un cariño muy grande ha podido mantenerte a
Lima y queesta carta son parte de un plan y que en
mi lado estos últimos años, dándolo todo sin recibir nada, estos
demostrándome siempre una lealtad y una dedicación que momentos vivo ya con otra mujer. Perdóname estas
frases
yo no merecía. Nocreas que hagoliteratura, eso también ha
dejado de interesarme y es probable que no vuelva a escribir. crudas, tú sabes que siempre me ha costado trabajo
escribir
Créeme también que me apena profundamente valerme de
unacarta, contigo y en esta ocasión no quisiera
este medio para dirigirmea ti. Hubiera sido menosdesleal, hacer un
máshonesto, que te hablara. Pero tú sabes como yo que una ejercicio de estilo, no encuentro otra manera de decirlo.
Pero
entrevista nuestra sobre este asunto hubiera terminado ine-
quisiera quitarte una duda. Debes creerme, mi única ambi- JuLia UrQUIDI
ÍLLANES
ción es ahora la soledad total, que es una forma de paz. No
Mario”.
La carta de Mario me apenó y desesperó enormemen- te.
Me extrañaba su actitud, no había una explicación lógica para
nada más, porque no sabría qué. Te abrazo muy, muy fuerte. Julio. normalizándose, que seguía ese ambiente de tragedia que
(Ver la vuelta) Abro el sobre para decirte que por pu-ra todos tratábamos de disimular, pero que poco a poco se iba
casualidad Aurora se encontróesta tarde en la calle con Mario, quien le superando. También le contaba quePatricia había comenzadoa
dijo que estaba corrigiendo la novela y que salir, ir al cine, a cenar, es decir, a hacer la vida que
la enviaría a Díez Canedo en los próximos días. Comoves, correspondía a una niña de su edad,y que nuevamente
parecería que tus temores en ese terreno no se confirman, cosa que empezóa invitarla un ex ena-morado quetuvo antes deirse a
habrá dealegrarnos a todos. Mario ha quedado en llamar para París. Recibí esta respuesta:
seres. Yo he tratado de noserasí. Te juro por la memoria porque es una mala manera de vengarse y uno no se venga
de Wandita y créeme que noharía un juramente así en falso nunca de la persona que dice que quiere. Además,te repito
por-que la quería tanto comotú, que he querido que nuestro que no vale la pena, porque todoel daño que te pude hacerya
mentiras ni engaños. Pero a veces los mejores proyectos se pagandoconcreces. Te suplico por lo que más quieras,Julia,
164
uno se acostumbra a todo. A la Soledad. Al amarga profundamente darte un nuevo dolor, pero pienso
Amor. A la Indiferencia. No hacemos más que debo hacerlo ahora y no después; sería másdifícil
que quejarnos de lo único que nos permite y
vivir: la costumbre, la insatisfacción. Somos penosoparati y también para mí. Tu venida notiene senti-do,
insuficientes. Casi todos. No todos”. Julia, es preciso que desistas de ese viaje que a la larga
Zona sagrada, de Carlos Fuentes solo agravaría las cosas. ¿Para qué engañarse con proyectos
al lado de lo que uno cree suyo? Posiblemente en mí ya era podido causar una tormenta en la casa; además, soportarla
algo insano, pero de todas maneras, me juré a mí misma a ella. En una oportunidad,al recibir
saber qué sucedía... y lo supe. una carta de Mario, mi hermanale
Ya en casa de María,evité que Mario se enterara de mi llegada, y dijo:
le pedí a ella que nodijera nada. Llamé al señor Campparadecirle que el —Aver, dale a tu tía Julia, quiero
lunes me reincorporaríaaltrabajo. ver si entiendes bien el francés.
Mecontestó con su amabilidad habitual, Alverla palidecer respondí:
alegrándose por mi regreso la oficina. —No,hermana, deja, ella sabe bien el
María se iba a trabajar a eso de las diez de la noche; tenía el francés,la carta noes para mí, es paraella,
mismo horario que Varguitas. Ya me había contado quese lo veía más yo soy solo la esposa, ella es la prima
tranquilo y sereno pero siempre callado y taciturno. No sé por qué, ya preferida.
que María medijo que ella ni mehabía mencionado, Mario le preguntó Deesta forma seguían los días en Lima, donde me
cómoestaba yo, a lo queella contestó que muy bien, muy tranquila y de sentía muy mal y ya no podíaresistir más, tenía miedo de
muy buen ánimo. Sábado y domingo nos pasamos conversando con María y ya notenersuficiente fuerza para seguir callando. Nunca le
no pudecallar másy le conté todo lo que pasaba, de cómo me ahogabanlos dije nada a Patricia, no podía hacerlo, noeraella sola,
últimos días en Lima. Lo doloroso que fue para mí el ver que Patricia se había otras
encerraba en su habitación para escuchar las transmisiones de la ORTF,
169
go una gran amiga. Ella también
pasaba por un momento
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
difícil en su vida y, como me decía en una de
suscartas,
personas que estaban sufriendo una pérdida muyreciente. nos apoyábamos mutuamente, como mujeres y en
Esa consideración hacia los demás fue el más grandey torpe nuestras frustraciones sentimentales. Estaba
muy enamorada de un muchacho argentino, algo
de mis errores. Jamás pensé en mí, quería recuperar a mi marido,
más joven que ella y muy bien parecido, que
pero sin involucrar a nadie, sin hacer daño a nadie.
hacía poco tiempo la había dejado. Él volvió
María me escuchó paciente y comprensivamente.
El lunes me presenté en la oficina como si nada de a la Argentina a buscar una situación dentro
particular hubiera pasado, dispuesta a la pelea si alguien del ámbito teatral o para algunos negocios,
se metía en mi vida privada. Pero todos mis compañeros no estoy segura. Una vez solucionada una de
merecibieron con alegría, saludándome muy cariñosos y estas posibilidades la llamaría para que
fuera a reunirse con él, pero nunca más tuvo una
tuvieronla delicadezay el tino de no nombrar a mi marido.
noticia; el muchacho desapareció. María sufría
Las cosas siguieron así más o menos una semana. María era
mucho por ello y encontraba un poco dealivio
una compañera estupenda a pesar de sus grandes
en el alcohol. Una tarde be-bió hasta la hora
de-
de ir a trabajar, lloró mucho y yo, que no
presiones. Era una mujer muy inteligente y amena, conmi-
estaba precisamente alegre, lloré junto con
ella. Yo no había bebido un solo trago, tenía miedo de JuLia UrQUID!
ILLANES
hacerlo por el estado de postración y nervios en que me
encontraba. De haberlo hecho, hubiera sido fatal para mí
con la gran propensión —Mira, aquí hallarás la solución para todos tus
—Vamosa casa.
Nadie dijo ni media palabra, yo mucho menos. Me fui 172
por todos los medios de respetarnos y aún de tolerarnos amistosamente. bar: hay varias parejas que bailan, todos son jóvenes; las mucha-
Acepté sus condiciones que eran de un humillante machismo.Prefería chas meparecen bonitas. Busco con los ojos en todas direcciones. Descubro,
cualquier cosaa estar lejos de él; para mí su presencia física era tan entre espaldas y cabezas, alfondo a P. y a un muchacho de
necesaria comoelaire, el sol o el respirar. Seguíamos compartiendo el buenacara, a quien no conozco. El muchacho habla conel rostro
mismo lecho, pero éramos dos extraños. Al menos, lo fuimos por un grave. P. sonríe. Viste de negro. Solo alcanzo a ver su cabeza y
papel; al recogerlo vi que estaba escrito a mano, con vano. P. me mira; sonríe con cierta picardía y al instante se
inclina
la letra de Mario. Curiosa como toda mujer, lo leí. Grande fue mi
sorpresaal ver que era un sueño —para mí fue una
173
pesadilla— que mi marido había tenido. Por supuesto, era obvio quela
amenazando conel puño, cuchicheando. En ese momento veo al
huyen des-
un poco hacia su acompañante. Yo siento una súbita angustia. P. y el pavoridos, yo también, en la carrera diviso un instante apenasel
muchacho se ponen de pie, avanzan hasta media sala y co-mienzan a rostro de P. Grito con todas mis fuerzas. El animal ha
instante. Estoy cada vez más impaciente, respiro mal. Entonces compruebo una puerta y se oyen chillidos de mujeres; yo entro a muchas
que P. y su pareja han comenzado a empequeñecerse. Bailan a mi casas que abandonoen el acto porque compruebo que las puertas
lado ahora y ya solo me llegan a los hombros,al estó- son demasiado anchas y no impedirán el paso del animal. Por
mago, a las rodillas, son ahora dos muñequitos minúsculos que dan instan-tes siento el acezar de la bestia a mis espaldas, el
saltos y me cuesta trabajo distinguirlos sobre las losetas. Creo redoble de sus
que me inclino y toco a P., un segundo, con un dedo. patas en la tierra. Me desespera la idea de encontrar una puerta lo
Unacalle surge de pronto y yo estoy rodeado de gente que me bastante estrecha para que yo consiga entrarpero noel animal.
parece extraña pero a los pocos momentos percibo los mismos De pronto estoy caminando por la misma calle, muy apacible y
rostros que he visto en el salón de baile. Hay una gran agitación soleada, y abordo al primer transeúnte y le suplico que me
que verla, que he hecho un viaje muy largo y que es preciso que le
£ if/
+ eS E
Den acts,
USO som de Po Ak E eA es
Láa *
. C p S
ES 2 al aora de Lea
Ar ARE
- E O eS
EA
ALe4. Sets de GRear ticor A Caer Je e nia E
2 ¿e ¿A
4 Lapla lidera ma, ds A, As ARA ha ng Decstrteras - . Ol e tá
Lgto za
.
$ + AAil 2
: po y Ae e AA Les, yá
-
enrojecidos. Despierto.
Loque VARGUITAS NO DIJO París, 18 de agosto de
1962
veo parejas que se abrazany acarician. Las muchachas son restaurante, conversamos comentando lo que
La subo corriendo, atravieso un pasillo, me precipito sobre una sentía bien, nuestras conversaciones
puerta: es una alcoba, dos jovencitos me miran con rencor y me frívolas e insustanciales me ha-cían más
dicen que no es allí. Salgo, cruzo pasillos, toco puertas, ninguna daño. Seguía con esa sensación de vacío que
corresponde al cuarto de la Presidenta. La casa había sido una me molestaba. Era absurdo no recordarlas
verdadera ciudad. Enloquecido yo detengo a hombres y mujeres cosas de tres días
queestánen los pasillos y corredores, apelo a sus sentimientos,les
temprano de casa y fui donde un médico que me había atendido antes. Le difícil, pero estábamossaliendo adelante y vivía-
conté lo que me pasaba. Su diagnóstico me alarmó y atemorizó un poco. Me mostranquilos, sin discusionesni peleas. El río desbordado
dijo que estuve a punto de tener unacrisis muyfuerte, que por algunos estaba volviendo poco a poco a su cauce. Pero tan costoso e
minutos tuve un bloqueo cerebral. Me recomendó descansar, evitar cualquier inestable equilibrio se deterioró cuando empezarona llegar
estado nervioso, caminar mu-cho, que tomaraaire puro, que debía las cartas de Patricia. No le dije nada a Mario, tenía que
“desbloquearme” a mí misma de la tensión tan enorme que me afectaba. Me dio ca-llar si quería conservar la tranquilidad aparente en la
unos tranquilizantes para que los tomaraal levantarmey al acostarme. Me que vivíamos. No le comenté deestas cartas.
misma,luchar conmigo mismo,alejar de mi mente lo que me perturbaba y la vida, y más aún cuandoestá en juego la vida mismay la
mefui sintiendo mejor. Dejé de tomarlos remedios. Siempre he tenido un felicidad al lado de quien se ama. Abrí unadeellas,la leí, la
poco de aprensión a esta clase de medicinas tranquilizantes, y el cerré y la volví a dejar en su sitio. Mario se dio cuenta y
177
enormemente.
xv
en la Sorbona.
Meolvidaba de decirte algo; en casi toda tu
carta me dices que me quieres muchísimo, comprendo
que esto no debeser deltodo cierto; si lo haces para
que yo no te haga más daño,no lo hagas, no hay
necesidad, debes sentirte muy mal. Mario no sabía que
tú me hasescrito ni que has leído mi carta, eres tú
quien debe pensar que yo note quiero. Mil cariños.
Patricia
P.D. Tú estás muy nerviosa y confusa. Hay párrafos
en mi carta a Mario que no debes haber comprendido
bien, Notengas miedo,yo sé bien lo que has
comprendidoy lo
que no has comprendido”.
Unacosaera cierta: mi angustia tan grande. La carta
de Patricia, con tanta ironía, me hería muy profundo; en
Jutia UrQUIDI ILLANES claro que tu sufrimiento y desesperación en estos
momentosnotienen límites y me imagino cómoestaría yo en tu
abrieron una compuerta que antes estuvo cerrada para mí. Ella fue lugar, pero si pierdesla fe enDios, que es lo único que te
mássincera que Mario. Seguí callando y soportando todo. Nunca revelé a puede ayudar
mi marido mi correspondencia con mi sobrina; hubiera sido el fin del en este caso, estás perdida, así que te ruego quetrates de
fe en Dios, así que no me explico que puedasllegar a desesperarte en tal muy malo,
forma. Tú sabes que en esta vida todo tiene remedio, menosla muerte;
181
imposible, Julita, pues lo que era necesario
era que hablara con ella completamenteclaro.
Lo que VARGUITAS NO DIJO
Comote repito, creo que has estado un poco
ofuscada, pues mepides que hable con ella sin
no se había levantado de la cama; se pasó el día durmiendo rodeos en tu primera carta y en la segunda me
(yo creo que había tomadopastillas, aunque ella lo negó). dices que no le diga que he hablado con-tigo
Le dije, pues, a Patricia que quería hablar con ella y que de este asunto; desgraciadamente, cuandollegó
fuera a mi casael lunes, pero tú sabes cómoes ella, con la tu se-gunda carta yo ya había hablado conella.
ansie-dad, y sobre todo, como seguramente calculaba de lo De todos modos, noes para que te pongas
que se trataba, insistió en hablar de inmediato. Nos nerviosa, pues yo se lo he dicho de una
encerramos formatal que de ninguna manera te he hecho
en su cuartoy fui de frente al asunto. Antes de seguir, Julita, quedar mal. Pero es mejor que pasea contarte
quiero aclararte una cosa que me tiene algo nerviosa, tú en detalle. Le dije que acababa de recibir una
me pides en tu carta del 1.? que hable con Patricia sin carta tuya en la que te notaba muy nerviosa y
rodeos, y así lo hice, pero en tu carta querecibíayer, que como suponía que ella también estaba en un
lunes, con fecha tres, me pides que nole diga a Patricia estado de ánimo que necesitaba ayuda, me
que yo había hablado ya de este asunto contigo, sino que permitía hablarle de Mario. Te aseguro,
lo hiciera comosi fue-ran deducciones mías. Esto es Julita, que al principio temía mucho la
reacción de Patricia, pues creía que no iba a permitir que Juia UrQuIDI
LLANES
yo me metiera en este asunto, pero fui decidida a parar el
choque; sin embargo, no fue así; en ningún momento se ha chabaalgo, y que como tú estabas sumamente nerviosa no
violentado y más aún parece que para ella ha sido un pudiste negarme mucho; ahora bien, en ningún momento le he
alivio poder hablar claro con alguien, sobre todo que yo dicho que tú me has contado,sino únicamente que me has
la he aconsejado y le he dicho en todo momento que lo pedido que hable conella porque sabes que necesita de
único quetrato es de ayudarla. Le dije que un día, alguien quela ayude en todoeste asunto. En esto es que me
hablando yo en Lima contigo, YO te había movido el punto he puesto nerviosa, Julita, porque en tu segunda carta me
dices que solo le diga que le hablo por suposiciones mías;
pues ya sospe-
pero, por otro lado, creo que te has olvidado que también
182 en Lima, uno delos últimos días que estuviste acá, me
dijiste quetú le habías dichoa Patricia que hablara conmigo
en ca-so necesario. También le he hecho ver claramente que
lo que tú quieres ante todo es también el bienestar y la
tranquilidad de ella misma, debido al cariño quesientes
porella. Te diré queella ha estado muy comprensiva en todoy
bien, Julita, yo comprendo que motivosnote faltan para
estar nerviosa,
pero me parece que estás más de lo necesario, pues no creo
que Patricia pueda mentirmea tal extremo. De
frente le
pregunté si ella estaba enamorada de Mario, pero en
esto no mecontestó nada definitivo; entoncesla
obligué en una palabra a decirme si Mario estaba
enamoradodeella; me
entre tú y Mario, pues aunque ahoraél esté in-diferente, ya es mucho que entere Patricia de que tú has agarrado su carta para Mario,
te haya llevado a tu casa y que pero ella me ha dicho quetú le dices en tu carta que tienes
estén viviendojuntosy si él ve la firme decisión de Patricia de no querer esa carta en tu poder; yo, por supuesto, ante esto me
nada conél seguramente tendrá que desistir de quedécallada. Oye,Julita, acabo de leer mi carta y veo que
su locura, y con paciencia y un poco de tiempo lógicamente volverá a ti. es de lo másconfusa, pero no sé cómo explicarte másclaro,
Así lo deseo y te ayudaré a rezar para que así sea; no puede haber, hija, te he escrito comosi estuviera hablando contigoy ojalá me
tanta tragedia junta. Dios no lo ha de permitir. Si me permites que te comprendastodo y estés de acuerdo en la forma como he
aconseje, procura que Mario note note nerviosa y ansiosa, más bien hablado con Patty; quisiera que esta, en lugar de carta
muéstrate fuera cable para que llegara hoy mismo, y sobre todo ruego
un imposible porPatricia, pero ella me ha dicho claramente que bajo todo pidas disculpas por preocuparme con tus asuntos; qué
punto de vista está convencida que sí, que es un imposible. Le he tratado ocurren-
sufrimientos, pero te repito, no pierdasla fe, ahora tengo claramente, en primer lugar que yo no estaba
la esperanza de que todo se arregle. Patricia me ha pedido ni estuve nunca equivocada en mis sospechas
mucho que no se vayan a enterar Lucho y Olga de todo esto; del amor de mi marido por su prima, puesto que
yo, por mi parte, le he dicho que de mí no saldrá una ella misma lo había confesado y confirmado en
palabra como supondrás, pues la verdad,Julita, sería algo sus charlas con su tía. Callé también esto. El
que los mataría a los dos. Patricia me dijo que te iba a hablar con Mario hubiera sido implicar a gente
escribir hoy, ojalá recibas las doscartas juntas. Te ruego de buena voluntad que trataba de ayu-darme.
que me escribas cuanto antes, porque estoy preocupada; Conesa carta, que era una evidencia, podría
ojalá tuvieras un tiempito para contarmecuáles son las haber hecho muchascosas, por ejemplo, enviarla
últimas reacciones de Mario.Sería bueno que micarta la a mi cuñado y hermanay hacerles ver qué era lo
rompieras de inmediato, porque sería que pasaba. ¿Pero hubiera sacado algo con eso?
No,al contrario, hubiera despertado másla violencia de JuLia UrQUIDI
ÍLLANES
Mario. Preferí guardar aquello muy den-tro de mí. Seguir a
su lado como si nada supiera, pero era muy difícil,
teniendo la seguridad de que el hombre que profundo en el corazón, pero no podía hacer nada;
uno ama, ama a otra persona, y peor aún si esta es como opté por el silencio y por la esperanzade que el
tiempoy la distancia hicieran que las cosas cambiaran
unahija. Ya no eran simples sospechas. Me quedó un
de rumbo.
dolor
Por esa misma época sucedieron varios acontecimien-
brían inventado”.
Simone de Beauvoir
XVI
Lima.
Días más tarde Mario tuvo que viajar a Méjico. El
Presidente de Gaulle asistiría a una reunión y exposición
en esa ciudad, y la radio lo comisionó para que cubriera la
189
pulantes— que viajaban en el Jet Boing 707
de la ruta París-New York-Méjico estuvieron
LoQUE VARGUFTAS NO DIJO anoche a punto de su-frir una catástrofe
por impericia del piloto que conducía la
noticia y realizara otros reportajes. Antes de viajar me nave. El avión trató de aterrizar a toda
pidió que pasara una vez más a máquina La ciudad y los velocidad y “se
perros, cosa que hice para llenar las horas de la noche en comió la pista”. Para salvarse del
que me acometían miles de fantasmas, analizaba desastre, el Jet volvió a elevarse. La
obsesionadamente torre de control del aeropuerto, extrañada
nuestras vidas. Recibí su primera carta, bastante
lacónica, sin siquiera una palabra de encabezamiento y que 190
decía:
ionso...
Lo QuE VARGUITAS NODIJO indios ta-rascos. Eso y lo demás han
acabado con mis nervios. Ya sé que no es
ningún consuelo, pero yo también estoy “a
Le pedía que nos separáramos de buena manera, que no
bout” y mi cabeza es un hervidero.
quería que llegáramos a odiarnos. Sin mencionar las
cartas
196
de misobrina,le decía que estaba enterada de muchascosas, pero
es no hablar más de eso, por lo que más quieras, nunca más. Escríbeme a la
Embajada Francesa en La Habana. Yo lo haré de allá también si no se cae el
avión.
197
Lo que VARGUITAS NODIJO me desesperaba por
confiar nuevamente en él, traté de hacerlo
con la mejor bue-
mí mismay fue lo quehice. Patricia me decía que noescri-
biría más a Mario, que había cortado todo con él. Confié en eso. 198
Entoncesla única verdad era que él quería a su prima
hermana,y que vivía en ese infierno conmigo amandoa otra
persona. Pero no medejó ir, le ofrecí su libertad y no
quiso aceptarla, ni que me fuera. ¿Qué quería? Sin
analizar más la situación, me quedé en París y lo esperé
conla ilusión de poder compartir nuevamente nuestra vida.
Detratar de ser felices, de hacer lo posible por lograrla
paz,la tranquilidad. Aunqueen su carta no me decía ni una
sola palabra de cariño, por lo menos prometía que las
cosas se arreglarían, que viviríamos de otra manera, que
reconstruiríamos lo que estuvo a punto de deshacerse.
Confiaba en todo aquello, en sus promesas,y lo esperé con
gran cariño, con gran emoción y con todo mi amor. De
Méjico, como me decía en su carta, lo enviaron a Cuba. Fue
la época de la invasión a la Bahía de Cochinos. Yo seguía
trabajando y copiandosulibro, a pesar de que ya se habían
enviado todoslos ejemplares que necesitaba para la
editorial, para su publicación. Hasta que una mañanaen la
oficina me enteré de que Mariollegaba de Cuba. Desde que
salió de Méjico no tuve ninguna otra noticia.
200
Bellas imágenes, que acababade leer; dice: “¿Es que no ad=
vierte entre nosotros el paso de las cosas no
dichas? No del silencio, sino de las frases vanas; ¿no
advierte la distancia, la ausencia bajo la cortesía
de los retos?”. En realidad, esa era mi situación,
Durante una temporada vivimos tranquilos, y hasta
podría decirse quefelices. Nuestra vida se iba
normalizando
en todoslos aspectos; ya había algo de comunicación entre
paralos dos.
concurrida de la tuve que salirme disgustada por un fuerte
resfrío. Ardía enfiebre, así que mi marido me llevó de
regresoal hotel y pidió a una de las camarerasalgo caliente
y unasaspirinas. Comoeralógico, regresó a la fiesta; al fin
y al cabo era en su honor. Me quedé sola y bastante maluca.
Empecé a delirar conla fiebre hasta que me quedé dormida.
Nosé a quéhora regresó Mario. Amanecí sin poderhablar,
tenía una bronquitis aguda, me daba penay cólera sentirme
tan mal, porque no podía participar plenamente del primer
Viajamos a Barcelona. Mario debía recibir el Premio Biblioteca vimoslas cosas más increíbles, y compramosvariasdeellas.
Breve por La ciudady los perros. Conocimos gen-te estupenda que fueron Nosdivertimos enormemente a pesar de mi malestar.
muy buenos amigos, como Luis Goytisolo y varios más cuyos nombres no Estas cosas eran generalmente paralos turistas, ya
recuerdo.Si los volviera a ver nuevamente, los reconocería. La noche que que estaban
entregaronel justo y ansiado premio a Mario, hubo una cena muy
201
Nos dio pena, pero teníamos la promesa de la
propietaria de avisar-nos en cuanto se
Loque VARGUITAS NO DIJO
desocupara. Comenzamos a buscar dónde vivir.
Encontramos un departamentoen la rue
vedadas para los castos ojos españoles; ahora ya todo eso Valadon, que no me gustó mucho. Era poco
ha cambiado. Comimosen una tasca muypintoresca, en un acogedor, no me sentí nunca “en casa”, Julio
ambiente de alegre camaradería. Disfruté la noche lo y Aurora Cortázar nos visitaban y varias
mejor que pude, fue muy completa... Después de tanto veces cenamosjuntos, bebiendo un delicioso
distancia- vino que Julio llevaba. Hice lo posible para
miento, mi marido se me acercó con cariñosy ternura. Era el que el apartamento se viera acogedor, pero
mismo Mario que se había casado conmigo por amor; esto
para lograrlo completamente hubiera habi-do
llenó mi corazón de una dulzura enorme y de una esperanza
queconstruirlo de nuevo. Muchos amigos
maravillosa; me dio casi la seguridad de que volveríamos
continuaban frecuentándonos; por lo tanto
a reencontrarnosy dejaríamos atrás todos los sufrimientos
las conversacionessobrelite-ratura eran
pasados. interesantísimas, de las cuales realmente
Nuevamente en París, tuvimos la desagradable sorpre-
saqué provecho. También recibimosla visita
sa de que la dueña de casa necesitaba el departamento
del gran humorista y periodista peruano
dela rue de Tournon,puesllegaba unahija y viviría en él.
Soflocleto. JuLia UrQuIDI
ILLANES
bra, él salía a caminar o se iba solo al cine. Como no veía buenmozoy divertido con el
quería elegante uniforme, como pasajero de
un avión.
202 Un domingo muy temprano me fui donde Nicole;ella se
sorprendió al verme, perole dije que necesitaba estar con
ella ese día, para hacer hora y llegar a casa después que
Mario hubiese salido a trabajar. Esa noche tenía turno en
la radio. Generalmente comenzaba entre las nueve y media y
las diez de la noche. Cuandollegué a casa la encontré a
oscuras, pero en el dormitorio estaba prendida la luz de
la
más bien, y que en realidad son pretextos con los que quieres
Lo miré asombrada, respondiéndole: “Nada”. Entonces me preguntó: “¿Dónde peleas, las discusiones,las ofensas que, muchas veces, la
has estado ayer? Hasta que me fui no regresaste”. “Ajá, ¿y tú dónde generalidad de ellas eran más agresivas de parte de Mario,
estuviste anoche? Si yo no te pregunto dóndesales, tampocotú tienes el porque, comodije anteriormente, yo tenía miedo de que por
derecho de hacerlo conmigo. Creo que somos dos personas sensatas, las una ofensa, una sola palabra mal dicha, Mario medejara y
cuales confiamos enormemente la una enla otra, así que no hay motivos aceptaba todo para poderretenerlo. Vivía en una
para dar explicaciones. Tú siempre mere-prochas mis celos, dices que humillación deprimente, donde se pisoteaban mis sen-
cuando sales pienso que has estado con otra mujer, que has estado timientos. Pero decidí pagar con la misma moneda. No me dio
haciendo el amor en otra parte; ¿tal vez porque en casa se ha olvidado buenresultado, pero por lo menos me demostró que cualquier
lo que significa esa palabrita? Aquí no hay nada de nada,note preocupes, cosa que hiciera contra su hombría —su machis-mo—,o contra
no meinteresa, no tengo esas necesidades físicas. Bueno, piensa lo que su orgullo, le disgustaría. Reflexioné sobre este episodio
quieras de mí. Dices que no aceptas ser cornudo; de acuerdo, yo y llegué a la conclusión de que si se preocu-paba por
tampocoacepto serlo. Entonces podemosllegar a un acuerdoentre los dos, missalidas y el temor de ser “cornudo”, probaba que aún
¿no te parece, Varguitas?”. Salí de la habitación sin esperar ninguna significaba algo paraél. Incluso en su nota me decía que
res- nolo obligaría a separarse de mí. Además,su actitud se
puesta de su parte.
Por supuesto que ese momento de humorlo vivía con unatristeza muy
205
una mesa, cuatrosillas, un sillón viejo, una
repisa para libros, un viejo teléfono. La
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
otra pieza era un dormitorio con una cama,
un bidet (adminículoinfaltable en París) y
contradecía con lo que había escrito al decir que no un ropero minúscu-
acepta-ría jamás ser engañado, agregando que no haría nada lo. No había puerta de separación entre las dos
para evitarlo. No volví a tener “missalidas misteriosas”, habitaciones; quedaba solo el hueco donde
tampoco había que echarle leña al fuego, y menos aúnsi la debía haber habido una. En un corredor que
llama era débil. No me di mayormente por enterada de su daba a un pequeñopatio estaban la cocina y
“notita”, dela que hablé de paso y tampoco di la ducha. Cuando llovía me mojaba másallí
explicaciones por mi ausencia, ni para confirmar o que en la calle. La ducha era un alambre
desechar de plano sus veladas sospechas. Así que su pose colocado en formacircular, con una cortina
de hombre liberado quedó un de plástico, con un gran bañadorde plástico
Poresosdías
el miedo; era mi compañero fiel y constante.
llegó a París, por segunda vezalojada
en casa, la primera esposa de Ernesto Che Guevara.
Una señora peruana, Hilda Gadea. Dormía en el
destartalado y desvencijado sofá de la primera
habitación. Después de
varios días vi a Mario conversar, hablar con ánimo, y
hasta reír, cosa que había olvidado, ya que
cuando estábamoslos dos solos parecíamos mudos.
Una nocheque Hildasalió a una cena y Mario se fue a
la radio, me quedé sola como siempre, pero con una angus-
tia terrible. Tuve un día muy maloy estabatotal y
realmente desesperada. Ya no quería seguir viviendo en esa
farsa, en
esa mentira, no quería ser más un escudo para los ocultos
215
joven y veía las
le exponían a Celia sus ideas y planes de lucha; ella se familiar, en el Barrio Latino. También nos
las refutaba y les daba razones paraello. Trató de sentábamosa conversar en los cafés,
hacerles ver la realidad, que el Perú no era Cuba y las conversaciones de las que gozaba y
condiciones no eran las mismas. Cuba fue liberada de un aprendía, sacando un gran provecho deellas.
con él y su nuevo amor, cosa que en aquella época me parecía poco menos cosas que hacerallí! Apenas desembarcada, sin
Cuandose fue Celia la extrañé muchísimo; era una compañera tan echarle una mirada a mi querida ciudad de BuenosAires, me
completa, tan íntegra como amiga y como mujer. Después, por cartas de pusieron a la sombra. ¿Acusación? Llevar
ella, supe queal llegar a su patria, Argentina, a la que soñaba propaganda subversiva. Tuvieron el buen tino de
volver,la tomaron presa. Más o menos dos años después me enteré de su no añadirla a mi equi-paje, pero
muerte a causa de un cáncer incurable y cruel. Una desuscartas tampocoexistía.
Pasé dos mesesy diez días en la cárcel de mujeres
decía:
jun-to con 16 detenidas políticas. Las otras 16,
“Montevideo, 5 de octubre de 1963
Queridos amigos: ¡Cuánto tiempo sin escribirles! Parezco una comunistas. Un
clandestinamente al Uruguay y aquí estoy desde ninguna humillación le iba a llegar a uno.
Fue unaexperiencia interesante. Hace pocosdías tuve opor= Junta UrQuiDr
ILLANES
tunidad de oír a Marcos Ana, y guardando distancias de
sufrimientos y categorías, me emocionó y me divirtió en
cierto sentido escucharlo. Había miles de cosas comunes, de narices. Me divertí mucho. Y desde entonces
más pequeñaslas nuestras,terribles las de él, que me estoy acá, fastidiando a unos buenos amigos. Es
hubie-ran hecho desear conversar con él largamente, Pero mi costumbre. Ya lo hice en París en una
aunque nolo parezca, soy tímida y no lo hice. Con la oportunidad.
cárcel me va-lorizaron políticamente, y aunque no tenga Heestado a la expectativa esperando a versi aparecía
ningún mérito en ello, conmoví al poder judicial con mi tu libro, Mario, pero no está todavía a la venta.
caso. A Claudine, mil cariños. Pocas veces he conocido una
El Ministro largó enseguida un decreto prohibiendo persona de tanta calidad humana. Mándenmesu dirección
la aplicación del efecto “devolutivo” o inmediato dela ex- porque de memoria no la recuerdo y se quedóla libretita en
carcelación. Fui la única detenida que(ilegible) juró el resguardo de aduanas, donde mesacaronhasta las
hacerse dar la libertad por un juez —y estaban furiosos—, fotografías de mis nietos, para lo cualclaro que mehicieron
Ellos pretenden que en la Argentina mande como única desnudar, buscando no sé qué clase de documentossecretos.
autoridad la Policía. Lo más bonito de todo fue dejarlos Yo estaba deseandoecharle una ojeadaa la
con un palmo calle Santa Fe, teniendo bien fresquito el
recuerdo del Faubourg Saint Honoré, pero no pude
218 sino echar unas ojeadas porlas ren-dijas de un
coche celular mal oliente en el barrio de San
Telmo.
¿Cómose pusoParís en primavera? No sési les conté,
Julia, que una amiga mía, muyviejita, siempre decía: “¡Oh,
París en primaveral, con los castaños en flor”. Pues no
pude verflorecer los castaños con esa primavera tardía.
cálculos vi que no podíamos; se cortas vacaciones era el hombre ameno, conversador, cari-
ñoso, tierno, reíamos de nimiedades,
molestó por mi negativa, pero tuvo que comprender que no podíamosarriesgar lo
compartíamostodo,
poco que teníamos. Le propuse que en vez de perder el dinero enla ruleta,
estábamos juntos, hacíamos el amor comosi cada noche fuera
tuviéramos una bue-na cena. Pero como nunca ha reconocido que otra persona
la primera y la única. Pero en París nuevamentese le-
pueda tener la razón, no hubo ningunadelas dos cosas. Al día siguiente
vantaba ese muro impenetrable, esa cortina que no se podía
fuimos al Principado de Mónaco. Es una ciu-dad chiquita que parece
pasar. Comosi algo o alguien lo perturbara. Volvía a
salida de un cuento de hadas —la misma impresión me dio Brujas, en
ser el hombre meditabundo,serio, frío, indiferente, que no
Bélgica—. Caminamos mucho, pasamos un día espléndido, paseando agarrados
daba lugar a ninguna conversación y mucho menos a
de la mano. Para míera renacer a la vida y todo me parecía
expresiones
fantástico. Estaba de vacaciones con el hombre de cariño o a hacer planes sobre nosotros, como los hacía-
que amaba, ¿qué más podía pedir?
mos en la Costa Azul. Si le preguntaba qué pensaba
Regresamosa París en un tren alborotado de estudian-tes; tuvimos
que tomarlo casi por asalto, felizmente conse-guimosdosasientos.El viaje
hacer,
E
una
paz maravillosa, parecía que verdaderamente nos
LoQUE VARGUITAS NO DIJO habíamos reencontradoy ello significaba
tanto para mí que entré en
días fantásticos. Mario escribía en la mañana, pero no lo el mejor de los mundos, con grandes planes
hacía en el ambiente que preparamossino en la mesa del para un pro-misorfuturo. Hubiera querido
comedor, ya que por un gran ventanaltenía todala vista del mar. quedarme para siempre en Cadafell y no
Yo me iba a la playa en cuanto tomábamos desayuno, volvía volver a la realidad de París. Pero el
a mediodía, preparabaalgo sencillo para el almuer- tiempo no se detieney sigue su curso
zo, una pequeñasiesta y de nuevo al mar. Mario se inexorablemente.
reunía conmigoentre tres y media y las cuatro de la Nuestro regreso a París fue concierta
tarde y nos
tristeza. Al declinar el verano comenzabala
quedábamos en el mar hasta mucho después que se ocul-taba
nostalgia otoñal de París y tuve que
el sol. Por las noches comíamosen casa de los Barral; me
encantaban unoscaracolitos pequeños que preparaba
224
Ivonne; a veces, íbamos a alguna tasca a comer mariscos
con un buen vino, y ellos también cenaban
en casa. Todo era agradable y bello.
Luis Goytisolo fue por unosdíasa casa; llevó un
disco de un cantor catalán que se llamaba Raimond; eran
bellas
canciones de protesta, en catalán por supuesto; como
tenía las letras, todos cantábamosa coro, sobre todo
una canción que nos gustaba más quelas otras: “Tira
la piedra”.
Losfines de semana Marionoescribía, descansaba. Así
que nos íbamos mar adentro en un yate que tenía
Carlos, que más parecía un bote grande. Las
tertulias nocturnas
duraban hasta cerca de la madrugada;las horas no tenían ninguna
Allí escuchamosel último recital de esa gran mujer y cantante, Edith local era pequeño pero bonito y elegante.
Durante el día se desarrollaban las reuniones de los
Piaf, así como a Ives Montand,
escritores, y en la noche generalmente se cumplía algún
Leo Ferré, Juliet Grecó, Charles Aznavour, etc. También vimos unapieza deteatro
programasocial donde participábamoslas señoras. Ayudé a
formidable de Jean PaulSartre, Los secues-trados de Altona, que me
CarlosBarral en el Comité de Recepción a elaborar los cre-
impactó fuertemente. Los fines de semanasalíamos a comer, y antes de
denciales paralos asistentes, indicarles el número de
tiempo canté una victoria queno existía. Pero eso no lo sabía aún. Así
habi-
que gozaba con lo quela vida meofrecía, conla felicidad quetenía.
tación, número de mesa en el comedor, etc. Todo marchaba
En Salzburgo, Austria, hubo un Congreso de Escritores, dondese le
muy bien y los participantes estaban contentos,
entregaría un importante premioliterario a Jorge Semprún, auspiciado por
había gran entendimiento entre todosellos,
Seix Barral. Asistieron escritores de varias partes del mundo. Mario
Mis problemas personales se presentaron de una
recibió la invitación; con gran placerfui conél. Viajamos en tren pero
manera imprevista. Una tarde en que descansábamos
ya en camarote y en muy buenas condiciones —la tercera clase ya quedó
con
atrás—. Salzburgo es una ciudad no muy grande y bellí-
sima, al menos a mí me pareció así. Sonaba a Mozart por todos sus 225
rincones. Allí vimos Laflauta mágica, con un ballet interpretado
largo rato con agua fría para poderir al
comedor. Me preocupó mucho este episodio,
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
pensabatanto en ello que me amargó nuestra
estadía en Salzburgo. La mañana de nuestra
Mario echadosen la cama,él leía y yo dormitaba, esperando partida sali-mos a pasear por unascolinas
la hora de la cena de clausura. Mi marido, de un momento lindísimas,llenas de flores,
a otro, en esos impulsos que tenía, quiso hacer el amor, dondese filmó “La novicia rebelde”, con Julie
pero no sé qué me pasó que no pude. Sentía los nervios Andrews. No gocé plenamente de ese bello
tensos y un dolor lacerante que me atravesaba íntegra. Me panorama; estaba metida en mis
pu-se a llorar como una tonta; Mario me consolaba, me pensamientos, preocupada. En la noche
decía que no me preocupara. Me besaba y me tranquilizaba, regresamos a París. Lo que primero que hice
pero mi ataque de llanto ante la imposibilidad de estar al día siguiente de nuestra llegada fue ir
con él era tan grande que no podía dejar de hacerlo. donde el médico a exponerle mi problema, mi
Cuando me calmé tenía los ojos hinchados. Melos lavé inexplicable experiencia. Me examinó, me
hizo algunas preguntas de tipo personal y me dijo que lo JuLta UrQUIDI
ÍLLANES
que tenía era psicológico. Que seguramente tuve tensiones
muy fuertes e inconscientemente algún resentimiento con
mi marido y que mi subconsciente lo rechazaba, que se Medio tranquilizantes, pero no los compré. No quería
pasaría solo con un poco de paciencia y de tiempo;le saber nada de esos remedios que ya me habíantraicionado
—Doctor, amo a mi marido,esto no puedeser; es ver- necesidad de drogas. Como queasífue. Mi mente volvió a la
dad que hemos pasado una mala época, pero eso ya terminó. normalidad y consiguientemente yoconella.
Comenzó una nueva odisea, nuestra vida ya era kaf-
Quiero hacer una vida normalconél.
kiana, terminaba un conflicto y empezabaotro. La culpa fue
Merespondió:
exclusivamente mía, y reconozco que Mario tuvo mucha pa-
—Señora, a veces la mente nostraiciona, guarda todo
dentro de ella y cuando uno menoslo piensa viene la reac- ciencia conmigo, aunque a veces reaccionaba conviolencia.
ción. Todo lo que tiene es mental, nada más que mental. Nosé si por todo lo sucedido anteriormente o por razones
No es nadaserio, todo pasará, no se preocupe. Si se incontrolables, me acometieron unos celos monstruosos que
obsesiona usted, seguirá con el problema. Le ayudará no atormentaron nuestras vidas en forma alarmante.
pensar enél.
226
*... sin embargo, cuando descendía la coli-
XIX
29
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
daban las sucesivas correcciones en las que
231
mí misma —nolloraré, no lloraré—. Me abrazó
muy fuerte, me besó varias veces. Me
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO
tomódela mejilla diciéndome: “Hasta pronto,
Negrita, y por favor tranquilita”; me
proyectos; estaría poco en Lima, quería ver a los
aferré a él y le respondí: “Adiós, Mario”.
abuelos, su viaje en realidad sería a Iquitos, se iría a Me miró extrañado con-testándome: “Tontita,
la selva (la que espérame, ya verás que te preocupas
se lo tragó), al sitio donde transcurre la novela. Los días
en vano.Te extrañaré”. Me quedé en Orly hasta que el avión partió, en su amante, que ella ama locamente,la aban-donapara
él se iba toda mi vida. Regresé a la ciudad, entré en la casa, estaba casarse con otra mujer, a través de un monólogo
tan silenciosa; por el departamento se de-rramaba toda su ausencia. desgarrador; por las palabrasdeella, se siente la
Hice la cama, donde habíamos pasadotodala tarde. La almohada aún tenía mediocri-dad de ese hombre. Claro que no era algo muy
su calor, me abracé a ella y me quedé así por mucho tiempo. alentador para mí, pero la escuchaba todas las noches
Con Mario mandévarios regalos a Patricia, como para demostrarle antes de irme a la cama. Melevantaba temprano y me iba a
quele tenía confianza y como un pedido mudo para que no mehiciera más misa desiete y mediaa la iglesia de San Sulpicio que quedaba
daño. Para decirles que creía en ellos, lo que estaba muy lejos de cerca de casa; ahí tomaba el ómnibus que mellevaría hasta
sentir. Puede ser que actuara tontamente, pero tantas veces lo hacemos la oficina.
Seguí trabajando más que nunca, con un ahínco tre-mendo. Me porel barrio. Buscaba en qué matarlas horasdeldía, se me
hundíen él para no pensar. Llegaba a la casa y me molestaba esesilencio hacían tan largos, y sobre todo esa angustia y ese miedo
que a veces llegaba a oírse, esa soledad,el tener que hacerme algo para que no me abandonaban, eran mis compañeroscotidianos.
comer. Me ponía a leer, escuchaba música. Cada nuevo amanecer era una
233
nueva esperanza de recibir noticias de Mario, pero estas nollegaban. Me
minuto, el poderleer sus noti-cias, el que
me confirmara desde Limatodo lo que me
Lo QuE VARGUITAS NODO
había dicho antes de partir. Comencé
leerla y sentí que todo me daba vueltas;
Una mañana me quedé dormida, desperté sobresalta- un señor me sostuvo, me vino un mareo y
da. La noche antes había estado leyendo hasta muy tarde mefui para atrás. No podía creer lo que
sin poder dormir. Me arreglé a la carrera, como pude, y estaba leyendo; sin
salí como una exhalación a mi trabajo. Al pasar por la darme cuenta en voz alta repetía una y otra
ventana de la portería, la viejita que atendía me llamó vez: “No, no, noescierto, no es cierto, no
atrasada. Pasó un ómnibus y lo tomé antes de que parara trabajaba sola. No había nadie enla oficina.
completamente; la cola de espera era larga y si me metía No sabía qué hacer, daba vueltas
allí no hubiese podido subir. En medio de la apretura de y vueltas alrededor de miescritorio, leía y
la gente, abrí como pude micarta, estaba tan ansiosa de releía la carta que me quemaba las manos.
saber algo de Mario, había esperadodía a día, minuto a Llamé a Vera, no sé para qué, pero tenía
que hablar con alguien. Me sentía morir. Ella solo me Junia UrquiDI
LLANES
dijo:”Lo siento, Julia, pero me parece que tú esperabas esto.
Estaba completamente perdida, continuaba dando vueltas. drogarme. Quiero estar consciente, ubicarmeenla realidad.
Nosé cuánto tiempo transcurriría cuando vi a Vera frente No quiero nada”. Con toda paciencia Vera metrajo otro
a mí con un vaso de aguay unapastilla en la mano. De un vaso de agua, el que bebí. Me fui tranquilizando,
manotazo hice volar las dos cosas, gritando: “No quiero dominando mis nervios. El dolor que sentía era tan
inmenso que pedí a Dios que se
234 llevara a Mario, pero que no me lo quitara así, que no me
lo arrebatara de esa manera, cómoiba a vivir sin él, qué
iba a
hacer, no era posible después de luchar tanto. El amor nos
hace ser egoístas; preferí verlo muerto, llorarlo muerto.
Me
hubiera lastimado menos, me hubiera herido menos. Hice uso de
también que
236
en un principio luché con fuerza contra esto que tú
creerás absurdo e imposible, pero hace tiempo que no
lucho más, que he aceptado esa realidad y que ella ha
sido un gran fantasmaentre los dos, que nos ha amargado,
envenenando la vida. La razón es muysimple, Julia. Tú
sabes tanto como yo que nadaresucita lo que ha muerto, y
que la violencia no reemplaza al amorjamás. Es violencia,
la peor de todas, el haberme obligado a continuar contigo
con el arma desleal del suicidio. Una violencia que ni
siquiera te ha servidoa ti,
pues me consta que tú también has sufrido
horriblemente, y por eso no te reprochotodas las
escenas, las disputas,
las acusaciones tan monstruosamente injustas, todas esas
castigarme, por despecho o por venganza(ya sé que en de- timosos comolos de estos últimos tiempos. Te ruego que me
terminadas circunstancias estás dispuesta a cualquier cosa) te niegas a contestes lo más pronto posible, diciéndomesi aceptas que
concedermeel divorcio, lo único que obtendrás será provocar un poco nos divorciemos. Y qué es lo que quieres hacer. Si
pido es que cedas ante lo ya consumado.Si te niegas a aceptar el (Avenida Reducto 1275 A. San Antonio, Miraflores), y en to- do
divorcio —fíjate que no oculto nada— impedirás que me case con Patricia caso piensa que yo, solamente yo, soy el único causante de
y me harás pagar bien con el dolor que puede causarte esta carta, ya tu pena o detu cólera. No amargues a Lucho o a Olguita
que deberé renunciara ella para siem-pre. Pero en ningúncaso,y esta vez creyendo vengarte así de mí. Si quieres vengarte de
tienes que creerme, vol-veré contigo. No se puedevivir con una mujer, alguien, y tienes cómohacerlo, piensa únicamente en mí.
por más buena y sacrificada que sea, queriendoa otra. Es cruel y duro Mario”.
tener que decírtelo, pero es así, Julia. Yo sé que tus celos, toda tu
237
estaba el muchacho que me besaba los pies
cuando se casó conmigo? Ese, el de la carta,
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
no era Mario;él, para mí, a pesar de todo lo
desagradables, pero des-pués todo volvía a la normalidad, Enla soledad de mihabitación, el rostro
tantas veces sucedió esto. Superábamos nuestras diferencias, de mi marido hacía piruetas ante mí,
nuestras sospechas, nues-tros celos, y, cuando menos, sonriéndomecariñosamente, a ratos con
despedida estuvo llena de promesas, de ternura. ¿Quién recién me daba cuenta de lo inescrutables y
era el que me escribía tantos horrores?, ¿quién era el cubiertos que eran sus ojos. Durante todo
que me llenaba de reproches malintencionados?, ¿dónde este tiempo vivió una vida secreta y
ominosa, extendiendo un dedosilencioso de acusación para Junta URQUIDI
LLANES
destruir a quien prohibió se percatara de ello. Me
oprimílos ojos para borrar su carta, mientras caía de
rodillas gritando, se cierran,cortinas que se corren, pero no se veía
aullando: “¡No, Mario, no!”, y quise cerrar mi corazón des- ninguna luz. Así permanecí por muchotiempo; en mis
garrado como unabarrera ante el recuerdo de mi marido. pensamien-tos veía a mi marido cuando hablaba
Me ahogaba enla habitación, tomé un batón delgado y bajé atropelladamente en su prisa por lanzar las palabras
al patio. Permanecí de pie en el patio frío —en mi alma condenatorias. Aparecían imágenes que desaparecían
sen-tía un frío queera interminable— al lado del comorelámpagos, como ver una película pasada a toda
árboltan solita-rio comoyo, escuchandolos ruidos en velocidad; era todo tan rápido, veía las escenas
241
Edwards me llevarían al aeropuerto. Noches
antes fui a comer con Nicole, las dos
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO
solas. Me obsequió unlibro, El segundo
sexo, de Simone Beauvoir, que sigue siendo
Además, si Mario no quería volver a París mientras yo es- miautora preferi-da. Llegué a casa y me
tuviese allí, me correspondía a míel irme,así se lo dije. Yo no puse a escribir una carta de despedida. No
necesitaba vivir sola allí, a pesar de que tenía una recuerdo muybien lo que le decía, pero
buena síestoy segura de que volcabaenella todo mi
posición en mi trabajo; en cambio,él sí necesitaba dolor, todo mi amor.
hacerlo. En esa ciudad estaba todo su futuro
literario y no iba a ser yo quien pusiera 242
inconvenientes. Le dejaría la vía libre en todo
sentido, habíamos luchado mucho para que llegara
adondehabía llegado hasta ese momento. Además, a mí
ya no me necesitaba. Ya estaba en camino
ascendente. Hacia la cima a la que deseaba llegar.
Yo ya había dado todo, no tenía nada más que mi
pobre amor que nadaservía.
Le escribí a Patricia, sin rencores, sin odios, ni
La mañana de mi partida salí a caminar por última vez porParís; jugar de esa formacon sentimientos limpios y nobles? ¿Por
al pasar por una tienda en la rue de Rívoli quéno medejó ir cuandoquise hacerlo?, ¿por qué?, ¿por qué
tanta mentira, tanto engaño,tanta deslealtad? Son
6 en la vitrina un prendedor muy bonito, y como era mi cumpleaños, preguntas que nunca tendrán respuesta directa. Pero ya el
decidí regalármelo, aún lo conservo. Almorcé en un restaurante del tiempo me las ha dado. Me vino una angustia tan grande,
Barrio Latino, en uno al que habíamos unos deseos de gritar tan incontenibles que me levanté de
ido muchas veces con Varguitas. Fui luego a casa, a esperar las cinco un salto de la cama y con furia clavé las uñas en la pared
dela tarde, hora en que iría Jorge a buscarme. Comprérosasrojas; Mario para ahogar mi grito desesperado como un animal herido. El
siempre me las enviaba en mi cumpleaños, aún en nuestra lejana dolor me hizo volver a la realidad. Había sangre que
épocadifícil económi-camente, y las arreglé en un florero, chorreaba por mis manos:al clavar las uñas en el muro de
poniéndolassobre la chimenea. Puse el departamento impecable. Limpié cemento,la mayoría de estas se voltearon rompiéndose
pic-up dejé puesto mi disco La voz humana, con una notita en quesolo
Jorge vino a buscarme la cinco en punto dela tarde;
escribí: “Escucha esto, por favor”. Miraba todo en el departamento
comosi quisiera llevármelo prendido en las retinas. Tocaba los muebles fue tan puntual, ademáslas circunstancias lo permitían,
venían muy bien los versos de García Lorca: ”... eran las cinco causar problemas a dos amigos que tan buenos
en punto de la tarde y la muerte ponía huevos en la fueron conmigo. Miraba con avidez las calles
herida”. Cuando oí sus pasos en la escalera, sentí que el que me parecían nuevas, como si nunca hubiera
caminado porellas. Apoyé la cabeza en el respaldo
alma se me encogía, dejaba tanto, renunciaba a tanto.
del asiento y cerré los ojos; no quería ver
Nada
ni nadie me obligaba a irme, lo hacía por amar demasiado a mada más,solo sentir deslizarse el auto que
Mario, para darle lo queél quería tener: París y mellevaba lejos y hacia un nuevo destino.
Cerré las puertas dándole rápidamente la espalda y bajé al aeropuerto, ese aeropuerto que siempre se ensañó con-
migo; desdeallí partieron seres que tanto
casi corriendolas escaleras; no quería que a último
amé y no volví a verlos, desde ese
momento me faltara el valor que había acumulado. Al
aeropuerto me fueron arrebatadossin piedad.
pasarporel solita-
Haciendo un esfuerzo sobrehumano para
rio árbol del patio arranqué unas cuantashojasy, sin mirar
contener las lágrimas que sentía venir, y
atrás, entré en el auto donde estabaPilar y partimos.
con una mueca que quiso ser sonrisa, me
despedí de Jorge y Pilar. A pasos largos me
244
Pasé la noche en blanco (con la ilusa esperanza de que Mario fuera qué vuelo llegaría dondeellos, sin darle mayores
a verme para decirmecara a cara lo que pensa-ba). Salimos camino al aeropuerto. explicaciones. Hablé muchocontía Carmela, lloré en su
Quizás con mi partida, Mario se tranquilizaría y comprobaría mi sincera regazo, siempre tan lleno de amor para todas nosotras y
determi-nación, aunque yo me quedara muerta en vida. Me despedí para todos los que necesitaban deella. Me dio su consuelo,
de mis amigos Córdova. Ya nunca más volvería a ver a Elsa; murió poco el hablarle me daba una sensación de paz. Desde muy joven
después. Al cabo de unosaños,asistiría con mis compadres Oquendo al recurría a ella cuando tenía algún problema. Ya
Mi tía era una persona de unadiscreción increíble, me veía nerviosa forma que llegaba a crujir. Por supuesto que me acosaron a
pero no me hacía preguntas. Ya preguntas; que a qué se debía miviaje, que por qué no
en la noche, hablé conella. Quería que me aconsejara cómo decir la verdad a había
mis padres, pues ellos ignoraban lo que pasaba. Incluso hasta ese
247
malicioso, ya nos vere-mos en casa de
Cachito”. Sentí que se me quebraba la voz
Lo Que VarGUITAS NO'DIJO
y le dije: “Chao, nos veremos”, y partimos
a la casa de mi hermana. Seguía con mi
avisado antes, que cómo estaba Mario, en fin cientos de inte- propósito de no lastimar ni hacer sufrir a
rrogaciones que contestaba a medias, hasta queles dije: nadie. No encontraba cómo abordar el tema
“Por favor, esperen que lleguemos a casa de Cachito, y para que pareciera algo natural y no
hablaremos tranquilas, pero antes quiero pasar porla grotesco, pero la situación
oficina de mi padre, quiero verlo”. Hacía como ocho años
era grotesca de porsí. Ya en casa
que no veía a mis pa- de mi hermana, me abracé a ella.
dres, desde que pasamos Mario y yo en viaje hacia Cachito me miróy dijo:
España y él les prometió cuidarme como a su vida —Hermana, tu venida a Bolivia es por Patricia, ¿ver-
misma. dad?
Mipapásalió de su oficina, con asombro en el sem- Me quedé helada y muda de
blante, me besó y me mirófijamente a los ojos: “¿Qué asombro. ¿Cómo po-día saberlo si nunca
haces aquí, hijita? ¿Qué problemastienes en tu había hablado con ella, ni con ningún
matrimonio? Yo no creo en vacaciones sorpresivas”. Traté miembro de mi familia? Nos sentamosy
de sonreírle y le dije: “No pasa nada, papito, no sea les dije:
—Bueno, ahora vamos a conversar, pero, Junta UrQuIDI
LLANES.
porfavor, no lo tomen como unatragedia. Estas
cosas suceden y hay
callar por mucho tiempo más. Después de tanto silencio y
quever la forma de sobrellevarlas.
sufrimientos era la primera vez que me escuchaban rela-
¿Hermana, sabes algo de Patricia?
Me respondió que había estado en Limay allí se tar estos acontecimientos. Ellas no sospechaban siquiera
papacito.
Y nunca más nadie mevio llorar, derramar una
sola lágrima. Me revestí de una coraza de valor.
Pero hasta el día de hoy reacciono, no sé si con
dolor o con rencor por el sufrimiento de mis
padres. Esto es lo único que no per-donaré, Esas
lágrimas de mis viejos aún las llevo sobre el
corazón. Aunqueellos se fueron de mi lado para
siempre, hace muchotiempo.
Por aquellos días recibí esta carta de Mario:
“París, 7 de junio de 1964
Querida Julia: Estoy en París desde ayer; anoche leí
y lo diré siempre, que si a diferencia de mis amigos, yo no traicioné mi espalda, como hacen todos los buenos maridos respetables
vocación y soy hasta hoy en día un escritor, se debe a ti en gran parte, una vez transcurrida la luna de miel. Yo no soy buenoni
ya que nunca trataste de apartarme dela literatura y, al contrario, me respetable y en nueve años de matrimonio no he practicado
ayudaste siempre a ser fiel a ella, sabiendo lo que eso solo metraería a nunca ciertas sólidas costumbres burguesas. No sé, y
mí, y a ti, en cambio,la estrechez material, una vida mediocre. Hubiera probablemente no sabré nunca, lo que es tener una amante
y la única vez que traté
dado cualquier cosa por separarme de ti de buena manera, explicándotelo
de engañarte, por esnobismoadolescente, con una putaele-
todo, rogándote que comprendieras. Pero tú sabes tan bien comoyo,Julia,
gante del hotel Napoleón,la experiencia fue tan
que eso hubierasignificado un dramaterrible. Te juro que no te hago
lamentable
reproches, sé de sobra que el único que los merece soy yo. Pero recuerda
que se me enciende la cara al recordarlo. No debo haber
ese clima deviolencia, de tensión, en el que hemosvivido todos estos
superadociertos prejuicios burgueses todavía cuando me
años. Yo debí decírtelo desde un comienzo y ha sido un error
imperdonable de mi parte disimular, mentir, negar lo que dentro de míera avergúenza un poco, todavía, decirte que en nueve años y
la evidencia misma. Creía con esa lastimosa excepción, nunca he hecho el amorfuera
queasí sufrirías menosy no fue así; al contrario, el infierno que yo llevaba del matrimonio. Aunqueno lo creas (pero ahora deberías
dentro te lo he hechovivir a ti, que no tenías ninguna culpa. Yo sé muy creerme). Nunca toqué un cabello de Pilar, de quien jamás
estuve enamorado, y supongo que no has imaginado que aparecen en tu carta del día 27; yo me
heviolado a Patricia. Como dices en una de tus cartas, conozco bastante bien y sé que no
Dicho esto, y perdóname que te hiera de nuevo, es cierto voy a renunciar a ese amor, a pesar de
lo avasalla todo y destruye los propósitos y las sórdidos para obtenerel divorcio”. Lo
convicciones como un gran ventarrón. He vivido todos último que se me podría ocurrir es
estos años con el corazón devorado porel recuerdo de acusarte de algo ante un tribunal y me ha
Patricia, sufriendo apenado que me amenazaras con mos-trar
mucho yo también y esto puede explicarte muchas cosas. cartas “comprometedoras”. El único que
No debería hablarte de ella, pero tus cartas me está compro-metido en esto soy yo, querida
han partido Julia, y no me atemoriza en absoluto que
el alma y creo que, aunquetarde,es preferible la sepa todo el mundo que quiero a Patricia.
Te pedí que evitaras revelárselo a sus papás, por ellos JuLia UrQuiDI
ILLANES
y no por mí. Pero desde luego que no es un escándalo
familiar lo que pueda asustarme, mucho menos modificar
mis sentimien-tos. No quiero hacerte la infamia de
imaginar que pudieras intentar algo contra Patricia,
al divorcio. Está bien, Julia. Te sientes lastimadaahora, y con
sobre todo después deleer la
razón. Incluso si, como puede ocurrir, pasado ese plazo,
bella, la hermosa carta que les escribiste. Ella no tiene la
me dijeras que necesitas otro máslargo, no podría sentir
culpa de que yo la quiera, ¿no es cierto?, y mucho menos
ningún rencorhaciati. No voy a intentar conseguir el
queyo te haya hecho sufrir. Me dices que ahora necesitas
divorcio si tá te oponesa él, a pesar de lo que esto
un tiempodereflexión de seis meses para decidir si
significa. Tienes todo el derecho de impedir que yo me
consientes
case con Patricia, y después de todo con esto tal vez le
harías un buenservicio a tu sobri-na, pero no puedocreer
252
queesta actitud te sea dictada por un deseo de
compensación por el daño que te he causado. Menos todavía
que creas que después de un tiempovolveré a la razón. A mí
también me cuesta hablarte de problemas materiales; pero
es urgente, indispensable. Tienes que estar sin un centavo
y yo sé muybien quela situación de tu fami-lia es difícil,
y que ellos no podrán ayudarte. Por este mismo correo le
escribo a Carlos Barral diciéndole que te envíe todo lo
que hay y pueda haberenel futuro de los derechos de La
ciudad y los perros. Es algo que te corresponde en
legítima justicia y no tienes derecho a rechazarlo. Yo no
tengo ahora nadadeplata,si no te mandaría algo para
ayudarte a hacer frente a algunas necesidades menudas.
Pero en Barcelona debe haber a mi cuenta unas cien mil
pesetas y eso te puede servir durante algún tiempo. (Te
mando copia dela carta). La próxima semanate despacharé
las maletas; ¿cómo debo hacer para enviarte elpic-up y los
discosy las otras cosas de
vez que me abrirían el estómago. Le escribí a Mario para extranjero, donde buenosespecialistas.
queviera la forma de hacer valer mi seguro enla radio. Desde luego que conseguiré todo el dinero
El señor Campse encargó de todo y me fue reembolsado que hagafalta en una u otra forma.
enviaría, y no deseaba tener una nueva decepción girado 500 dólares comoanticipo delos
después de todas las que ya había tenido. Sus derechos de La ciudad y los perros, que
ofrecimientos eran espero ya estén
muchos, pero su cumplimiento de los mismos nulo(y
fue así desde que me quedé en Lima a pedido de 254
él). Como no había modode eludir esta cuarta
operación preferí que fuera pronto y quedamos con
el médico para dos semanas más tarde. Antes tuve
que sometermea un tratamiento, dada mi debilidad,
pues había perdido mucho peso.
Mario meescribía continuamente. Mostraba
una preocupación por mí que estoy segura de
que estaba muy lejos de sentir. Hasta me
ofreció que me fuera a operar a París. Por
supuesto que su preocupación era mucho más
porlo económico que por lo personal.
“París, 16 de junio de 1964
Chére Julia: En este momento acabode recibir tu carta del
el Leoncio Prado”.
La ciudady los perros, de M. V. LL.
XXI
recurrir a él en cualquiersituación.
Pero Mariotodo lo remitía al tema del dinero; creía que
con el que me mandaba a través de Barral —no enviado por
él— 100 dólares, 200 dólares, 600 dólares, podría tranqui-
lizar su conciencia por todo lo que yo estaba pasando. No
supe hasta entonces la influencia queejercía en él el poder
del dinero. No era así cuando vivía conmigo,a pesar de ha-
ber pasadotan poco tiempo;tal vez ya lo era, pero yo no me
257
Lo que VARGUITAS NO DIJO:
estuvieraslejos”; a lo que me contestó
riendo: “Ya era hora, estaba dispuesto a
daba cuenta por estar más preocupada en conservarlo que
darte un golpe en la cabeza para dejar-
en observarlo o esquilmarlo. En todas sus cartas el
dinero era su tema favorito. En ninguna me preguntaba 258
cómo me sentía yo. Si estaba saliendo del mal trance,si
estaba tranqui-la, eso nole interesaba, solamente se
preocupabadela parte económica. Y según parece, esto es
mucho más acentuado
aceptar la verdad, pero yalo hice. Pon tú también los pies en ese apellido si no lo tenía a él? En esos momentos el mío
la tierra. No ocultes la cabeza comoel avestruz en los momentos era mucho másconocido. Yo llevabay llevo el de una
depeligro y enfrenta la vida, ayudaa tu hija. Regresarás a familia tradicional de Bolivia. Mario era completamente
Limay asistirás al matrimonio cuando Mario esté libre. No me desconocido, aquí nadie sabía todavía del famosoescritor.
pidas más quenoinicie el divorcio, porque lo haré, Olga, te Ahora se lo conoce comotal, pero mi nombre, el que me
juro que lo haré y ya no nos martiricemos más, por favor. No legaron mis padressigue siendo respetado por todos, y
exijan tanto de mí, soy un ser humano, no una máquina. Quiero sobre todo por mí misma.
vivir en paz. Quiero olvidarme de todo esto, de este maldito Recibí una carta de Lucho en la que volcaba su
mal sueño. Déjenme tranquila, porfavor. dolor y decepción por esas dos personas que tanto quería.
Salí de la pieza, ya no podía seguir abogando por quienes no lo No la mostré a nadie. Lucho me pedía perdón por ellos.
merecían. No pensaba en ellos, sino en Olga. Tenía que sacarla de esa Nadie
postración que tanto malle estaba haciendo y la hundía cada día más en
un abismoquela iba devorando. Pero yo tambiénestabaen ellímite de mis 261
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO chó una palabra de censura hacia ellos.
Tal vez hice mal, no lo sé. De lo único
que estoy consciente es que no tengo nada
conoce ni conocerá esa carta, es algo entre Lucho y yo.
que recriminarme a mí misma. Actué
Y tal vez sus propias palabrasle dolerían más ahora que
siempre de acuerdo con mi conciencia.
han pasado tantos años. Quién sabe si se acordará de
No soy juez de nadie, no vine al mundo
aquella carta que meescribió en un momento tan
para eso. Si alguien tiene que juzgar
singular. Ahora todosse sientes orgullosos delos
nuestros actos, ya lo hará a su debido
triunfos y glorias de Mario.
tiempo y Él sabrá cómo.
Nose tiene así nomás a un genio en la familia. Y ya ni
Aparecieron las primerascríticas
se acordarán quiénfue la que lo puso en ese camino.
de La ciudad y los pe- rros. Los
Tampoco
militares en el Perú reaccionaron
necesito que lo hagan. Los
violentamente, quemandocientos de
reconocimientos póstumos nunca han
ejemplares en las calles. Le envié a
sido de mi agrado.
Mario un recorte sobre esto. Esta fue
Mihermanaregresó a Lima ya másdispuesta a aceptar
su respuesta:
la realidad. Al menoshice todo lo posible porque así
fuera. Ella y Dios son testigos de que digo la verdad. “París, 11 de octubre de 1964
Querida Julia: Esta mañana recibí tu
Nuncale dije nada ofensivode su hija o de mi marido.
carta del día 7, con el recorte del
Nunca se me escu-
periódico. Mil gracias. (En realidad el lío ha sido Jutia UrQuIDI
LLANES
mucho más serio. Me han abierto un juicio por “co-
munista morboso”, dos generales me declararon traidor a la
de su esposa, Rose Marie Galindo, hermana de mi cuñado Cochabamba y pedí el documento que nece-
Marcelo. Me fui a vivir a La Paz conellos e inicié el sitaban, y en tres días se los envié con mis
mejores deseos defelicidad. Solo faltaba que
espera-do divorcio. Había pasado el año que le pedía a
mi marido y yo debía hacer lo prometido. No le pedí me invitaran al matrimonio, o que me
nada a Mario, quien quizás movido porel nombraran madrina de la boda. Ellos eran
los perros. Por mi parte, renuncié a pensiones, no convicciones, Mario se casó por la
quería su ayuda económica. Aún mesentía con fuerzas iglesia. Mi hermana Olga fue a la boda.
persona que se ama, el hombre que sigue sien-do tu vida misma,se esté
uniendo a otra mujer. Es como
una agonía lenta y abrumadora que no se acaba nunca. Se vive y se muere
una y otra vez. Pensaba en lo felices que
serían en ese momento. Qué equivocadaestabaal creer que ya no tenía
lágrimas. Quéfácil fue para ellos construir su felicidad a costa de la
destrucción de otro, a costa de mi renunciamiento. Mario sabía que
acepté todo únicamente por su felicidad; mi amor era másfuerte que lo
que podía haber sido mi egoísmo. Pienso que si ahora se presentara
unasituación parecida en su matrimonio, no creo que su mujer actual —
sin ofenderla a ella— actuaría como lo hice
yo, sin pensar en sí misma, sino en la persona que se ama. Dejar las puertas
abiertas para que él busque otro camino, el que quiera seguir. Sin
trampas, con juego limpio. No supe defenderme; mi silencio fue mi peor
enemigo o quizás mi cómplice. Pero no cambiaré, ya es tarde paraello,
siempre
pensaré en los demás antes que en mí misma, aunque con ello salga
como perdedora. Una amiga me dijo una vez que debería
cambiar; que con mi forma de ser podría pasar por tonta,
que si alguien me golpeaba y si este se caía, yo le daría
la mano para que se levantara y me siguiera golpean-do.
Puede ser que tenga razón, no sé, pero así me siento
contenta.
Mecasé de nuevo algún tiempo después. Fue un ma-trimonio que nunca
debió celebrarse. En primerlugar, en mi interior seguía queriendo a
Mario, y con René no nos entendíamos para nada. Éramostan diferentes,
él era una buena persona, estudioso,trabajador, pero su formadeser, de
pensar, nada tenía que ver conmigo. Nos fuimos a vivir a Washington
D.C. El Gral. Barrientos le dio un cargo en la
265
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO que nos encontramos en casa de Olga, mi
hermana estaba mucho másnerviosa que
precisamente por su manera de ser. Tambiénallí trabajé serenidad. La vida ya mehabía enseñadoa
decirme que habían llegado “mis sobrinos”. Mario y sentía morir. Tocaron el timbre y pegué
267
Lo QuE VARGUITAS NO DIJO aprendía labores que le permitían
mejores ingresos familiares. Colaborando
a doña Yolanda en esta maravillosa labor
la opinión de nadie. Seguía queriendo a Mario, pero era
un cariño sereno, tranquilo, como una cosa tan me sentía realizada como mujer, dando
imposible, comosi me hubiera enamoradodel Sha de amor a los niños abandonados, prote-
valoraré su amistad.
Seguíala carrera literaria de Mariotanto por los perió-dicos, que
269
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO Jutia Urquint
ILLANES
(Proverbio chino)
xxl
273
Lo Que VARGUITAS NO DIJO. causeirritación ni te ofendas. Tengo la
impresión, por lo demás, de que a los
en pleno trabajo, pensé que ese contraste entre el mundo lectores los episodios REALESles
Camacho, como untestigo deella. Así, insensiblemente,fui personaje más simpático dela historia,
incorporando ese sino
material autobiográfico. En un momento dado se me
ocurrió que, justamente, en mi propia vida de esos años 274
había una
especie de historia cerrada sobre sí misma —la de
nuestro matrimonio— que podía constituir un
contrapuntoeficaz a las historias radioteatrales, una
especie dereflejo o eco, en la
realidadreal, del tipo de sucesos que ocurrían enla realidad
275
Lo que VARGUITAS NO DIJO mucho;ellos también me alentaron en esta
guerra de papeles que se produjo, lo mismo
Mario”.
Misorpresa fue de tal magnitud que no sabíasi reír
o llorar. Lo único que sí deseabaera irme a casa
leerellibro. Cuando lo mostré a mi familia se quedaron
tan asombrados comoyo. Me acosté y, bien acomodadaentre
almohadones,
comencé su lectura. Terminé a las seis y media de la ma- ñana
que envió a todos sus amigos y familiares una especie de circular dando
mucho a Mario.
“El tiempo es olvido y es memoria...”
XXIV
281
dellibro, cosa muy diferente) de Pedro
Camacho;entre tu entrevista
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO a “Caretas”, en la que apareces llena de
humor, con mucha altura y gracia, y estas
son cosas tan pequeñaspara este coloso dela otras cartas llenas de amenazas e
literatura. Ya no interesaba la mujer que se casó injusticias. Creo que a “Varguitas” tenemos a
con él, no ahoraya no, ya llegó donde quería. Ya veces ganas de volatilizarlo pero en este
estaba en el último peldaño del éxito que yo le caso específico creo que no hay
ayudé a obtener, pero cuidado, la caída es mucho
más dolorosa cuando es de más alto. Pero todo se 282
paga un precio en la vida, nada es gratis, y él
todavía está en deuda.
A partir de entonces, ya nada quise saber de
Mario. No meinteresaba una persona tan egoísta, tan
innoble. Cuando medejó, me hablaba de todo misacrificio,
que siempre di mucho másde lo que recibí, de lo que
sufrí a su lado,enfin, un castillo de naipes se
derrumbó, que se vino abajo cuando se le presentó la
posibilidad de “coleccionar más papelitos
si por algo hay que admirarlo es por ese respeto sagrado que tiene por vuelque a las librerías y de otro lado,satisfacerla con
su vocación y por su generosidad con amigos y familiares; creo que la ese lado sensacionalista y chismo-
cho más dolorosos, pues acabábamos de perder a Wandita; ¿pensaronen leerel libro, lo que era lógico; si se escribiera algo así
ello o solo en ustedes mismos? Entonces, ¿con qué derecho
mehaces reprochesahora, Patricia? 285
causado muchaslágrimas y no hubiera
querido llegar a él. Estoy cansada,
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO
Patricia, he trabajado mucho en mi vida y
ahora a
sobre ti y hubiera un solo ejemplar, ¿no crees mis 56 años, cuando podríaestar tranquila, tengo que salir
que pasaría lo mismo? Eso no tiene nada de a pelear por todas las barbaridades que
extraordinario, pero en nin-gún momento digo se dicen y hacen conmigo. Ustedes, en
queellibrito de marras me apasionó, querida el fondo de sus conciencias, sabrán que
mía. no diré una sola mentira. No es culpa
Para mí, siempre han sido primero tus padres; mía si a veces la verdad puede herir más
quela “ficción” de un escritor.
me he pasado muchas horas con Olga, cuando vino a
Sé de la gran vocación de Mario
Bolivia, an-
paraescribir; la co-nozco, no olvides
tes del matrimonio de ustedes, tratando de convencerla a
ver la realidad; te diría que la convencí para que asista que comenzó conmigo, tal vez por eso
|
Jutia UrQUIDI
ILLANES
ll
288
|
289
Lo QUE VARGUITAS NO DIJO JuLia URQUIDI ILLANES
Siempre cautivó por sus dotes de culta y alegre conversadora, como por su ad-
mirable belleza física.
290 291
292
Caricatura que ilustró el artículoE «Yo di> a luz a un escritor»,S de la revistaS “Pre-
sencia Literaria” |
ÍNDICE
Prólogo
Mi amiga Julia y el escritor 1
Capítulo 1 13
Capítulo Il 23
Capítulo HI 35
Capítulo IV 47
Capítulo V 61
Capítulo VI 75
Capítulo VI 87
Capítulo VIHI 101
Capítulo IX 111
Capítulo XI 131
Capítulo XH 141
Capítulo XII 151
Capítulo XIV 165
Capítulo XV 179
Capítulo XVI 189
Capítulo XVII 201
Capítulo XVHI 215
Capítulo XIX 229
Capítulo XX 245
Capítulo XXI 257
Capítulo XXI 273
Capítulo XXIV 281
295