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Romanos
Bogotá, junio 2021
1. Joven: ¡NO TE CONFORMES CON POCO!
Conocí una vez a un chico que se quejaba por todos los problemas que sucedían en su país. Un
día me invitó a su casa para explicarme más detalladamente las causas de cada problema. Yo lo
miraba y escuchaba muy atentamente, pues muchas de las cosas que decía eran
ciertas, y las decía con mucha pasión.
Interiormente me decía a mí mismo:
➢ Este chico conoce muy bien las problemáticas actuales. Sin embargo, no
acaba de darse cuenta de algo.
Tan inmerso estaba en mis pensamientos que perdí por completo de vista a
mi amigo. Su pregunta me sacó del ensueño en el que me había metido:
➢ Y tú, ¿qué piensas de todo esto?
Yo aproveché para decirle:
Creo que todo lo que me has dicho está bien. Sin embargo, aún no terminas de
enterarte de algo.
Él me miró asombrado, e inmediatamente preguntó:
➢ ¿De qué?
➢ Muchas veces solemos culpar a los demás, especialmente a los que tienen el poder y llevan
las riendas del país, y pocas veces pensamos la culpabilidad que nosotros tenemos
en todos estos asuntos.
➢ Pero…
➢ Presta mucha atención a lo que te voy a decir. La principal causa,
la raíz de todos los problemas que hay en las familias, en la
sociedad, en la economía… es el pecado y nuestra inclinación
hacia él. Las causas segundas de tanto mal son múltiples, pero yo te diré solo una: no existe
en nosotros un serio compromiso en aprovechar estos años de formación.
➢ ¿A qué te refieres?
➢ Nos podríamos preguntar qué hacer ante todas estas problemáticas, y seguramente la respuesta
sería esta: meternos a fondo en la propia formación humana y cristiana. Imagínate un país
en el cual todos sus gobernantes hayan aprovechado sus años de formación siendo los más
estudiosos, los más trabajadores, los más honrados, los más sacrificados, los más serviciales,
los más…
➢ ¡El país soñado por todos!
➢ ¡Exactamente!
➢ Pero eso solo existe en los sueños, la realidad es otra.
➢ Los sueños suelen hacerse realidad, ¿verdad? Ese país soñado por
todos, esa familia soñada por todos, ese trabajo soñado por todos…
puede hacerse realidad si desde ahora nos comprometemos seriamente
a formarnos de verdad.
➢ ¿Quieres decir que la falta de hombres formados es la causa de tantos desastres?
➢ Sí, eso quiero decir. Y tú y yo podemos contribuir a esos desastres si ahora no tomamos en
serio cultivar las virtudes, cualidades o habilidades que el día de mañana se nos exijan.
➢ ¡Oh no! Yo no quisiera causarle más daños a mi país, y mucho menos a las personas que me
rodean.
➢ Por esta razón, es necesario que vayas aprendiendo a formarte. Has de ir afinando en
muchos puntos; has de quitar muchas costumbres nocivas; has de quitar vicios y
sembrar virtudes; has de…
➢ ¿Y cuáles son esos puntos? ¿En qué tengo que trabajar? ¿Cómo puedo
aprovechar estos años? ¿Cómo sacar el máximo provecho a mi juventud?
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➢ Si no haces nada, tu tendencia natural buscará cómplices de tu floja condición.
Cuando esto ocurre, es fácil usar las injusticias ajenas, personales o sociales como
“tapadera” de nuestra propia flojera: “y tú, ¿no podrías hacer nada para
superarte, mejorarte? ¿Toda la culpa la tienen los demás? ¿Por qué no nos
ayudamos tú y yo a ser lo que debemos ser, y luego hablamos de los demás?
Te pregunto: ¿a qué hora te levantas?... ¿y te atreves a criticar al
gobierno que no hace nada, cuando tú dejas por hacer tantas cosas que
deberías hacer?
➢ Tienes razón, pero… ¿por qué tengo que exigirme tanto?
➢ Si aún te suena que es exagerado exigírtelo todo a ti mismo,
seguramente es porque te ha faltado el primer paso: descubrir el tesoro.
Cuando veas lo valioso que puedes conseguir si te lo exiges todo,
estarás dispuesto a pagar cualquier precio, por elevado que sea. Ser
verdadero cristiano no es algo aburrido, triste, o estresante. Al contrario,
Jesús lo pide todo, pero te da cien veces más: te hará
verdaderamente libre, te hará capaz de amar de corazón, y te
hará experimentar esa felicidad verdadera que tanto anhelas.
Cualquier otro camino se quedará corto y terminará siendo
equivocado.
- Gracias por tus palabras tan estimuladoras.
- Aún queda más. Escucha atentamente. Ante todo, quiero que
tengas muy en cuenta que tenemos…
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medio del trabajo procuramos luchar contra la pereza y dar lo mejor de sí según las
capacidades de cada uno. En cambio, ¡qué fácil es encontrar hoy en día a “jóvenes” con
un espíritu desgastado y de queja! “Jóvenes” (de nombre) con cualidades marchitas y casi
caducas.
Además, quisiera aclararte una cosa más. Existen dos visiones del trabajo: una visión
mundana y una visión cristiana.
En la visión mundana la penalidad (actividad penosa), la rentabilidad
(actividad mal remunerada) y la materialidad (actividad que no tiene nada
que ver con el cultivo de lo espiritual) son rasgos que dominan y que buscan
convencer a los hombres de que es así.
Esa visión que el mundo tiene del trabajo es completamente inaceptable.
La visión cristiana del trabajo es mucho más positiva y hermosa, porque es
la verdadera. Los hombres, en cuanto imágenes de Dios en este mundo,
colaboran con Dios por medio del trabajo. Decía san Juan Pablo II que “el trabajo es una
de las características que distinguen al hombre del resto de las
criaturas… solamente el hombre es capaz de trabajar”. Esto
también significa que el hombre, creado a imagen de Dios,
mediante su trabajo participa en la obra del Creador, y en cierto
sentido, continúa desarrollándola y completándola.
Además, el trabajo, realizado con honradez, tiene tres fines:
* Dar gloria a Dios. El trabajo humano es ofrenda espiritual
a Dios porque es obediencia a su mandato: “seis días trabajarás” (Ex
20, 9). El trabajo profesional, decía el Papa Pío XII, “es para los
cristianos un servicio a Dios; es para nosotros, los cristianos, sobre
todo, uno de los medios más importantes de santificación, uno de los
modos más eficaces para unirnos a la voluntad divina y para merecer
el cielo”.
*Santificación del hombre. Como dice el Concilio Vaticano II,
“el trabajo procede del hombre y se ordena al hombre, pues con su
actividad no solo transforma las cosas y la sociedad, sino que se
perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende.
Tal superación es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse”.
En este sentido, el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Aquí vemos que
la glorificación de Dios coincide con el perfeccionamiento y santificación del hombre, y
que ambos valores han de lograrse por el trabajo.
*Perfeccionamiento de la tierra. No cualquier trabajo
perfecciona la tierra. Ya te he dicho que el trabajo es, ante todo, una
colaboración con Dios, y así perfecciona la tierra aquel trabajo que
está hecho con Dios, según Dios, obedeciendo sus leyes naturales:
este es el trabajo realmente benéfico, que acrecienta en el mundo el
bien, el conocimiento, la libertad, la salud, la belleza, la armonía.
Por el contrario, el trabajo del hombre corrompe la tierra cuando no se ajusta a la
voluntad de Dios, sino que sirve a los errores y deseos egoístas de este.
Trabajo bien hecho.
Si el trabajo es colaboración con Dios y ha de ser ofrenda a Dios, ha de estar bien
hecho.
Esto nos dicen de san José:
Los encargos no faltaban. José, aunque hacía muchas cosas, se aplicaba siempre
con esmero y no entregaba nada sin antes haberlo terminado cuidadosamente.
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Normalmente daba un plazo más bien largo, pero casi siempre el trabajo estaba
terminado antes.
Trabajo firme y empeñoso: “el que no trabaje, que no coma”
El ocio frena el dinamismo laborioso que Dios quiere activar en la persona, y así la
echa a perder. Un señor, por ejemplo, aparentemente piadoso, pero ocioso, no irá adelante
en el camino de santidad mientras no se decida a trabajar en serio.
Sin el trabajo, las personas se vuelven insignificantes, chismosas, desordenadas,
inestables, vacías, inútiles, aprensivas, susceptibles y quizás neuróticas. Con el trabajo,
en cambio, el hombre agrada a Dios, sirve a los hermanos, y se perfecciona en todas las
virtudes.
Decía santa Teresa a sus monjas: “pongan mucho interés en el trabajo manual, pues
tiene muchísima importancia para la vida”.
La Alegría del trabajo.
El cristiano debe procurar hacer su trabajo con alegría, sea cual sea este. Esto es
posible y conveniente. Siempre es posible y bueno alegrarse en
hacer la voluntad de Dios, sea esta cual fuere. Un trabajo, en sí
mismo considerado, puede quizá ser penoso o repugnante, pero
el trabajo lo realiza una persona, y el cristiano puede y debe
alegrarse personalmente cada día más en el ejercicio de su
trabajo porque lo hace con el Señor, por amor a la familia y a
los necesitados, y con la esperanza de la vida eterna. Los
santos, a la hora de trabajar, tenían muy presentes estas
palabras: “lo que hagan, háganlo con toda el alma, como servir
al Señor y no a los hombres”.
Piensa…
1. ¿Cumples fielmente con tus deberes? ¿Los haces todos y bien hechos?
2. ¿Eres de los que deja todo para última hora o eres puntual?
3. ¿Buscas el trabajo o eres de aquellos que le huyen y se acobardan ante él?
4. Un punto para mantenernos firmes:
LA AMISTAD VERDADERA
Solos no podemos. Necesitamos de los demás.
Hacer amigos es un continuo gimnasio de todas las
virtudes: servir, elegir el último lugar, saber dialogar,
obedecer, comprensión, paciencia, simpatía,
cordialidad, respeto, afabilidad, oración (de unos por
otros), corrección fraterna, …
¿Por qué son necesarios los amigos? Dios nos
había podido salvar solos, pero ha querido que nos salvemos dentro de una familia: la
Iglesia. Formar grupos de amigos es voluntad de Dios y es también una necesidad de
cada persona. Aunque tuviéramos la mejor intención y fuésemos muy transparentes y
dóciles, sin amigos no terminaríamos de ver todo lo que tenemos que cambiar.
Tú también necesitas de amigos. Pero de verdaderos amigos. No se puede llamar
“amistad” a cualquier relación. No siempre hay verdadera amistad por el simple hecho
de que haya simpatía (te caiga bien una persona), aficiones comunes (ej.: deportes,
música, videojuegos …), se comparten tareas y lugares (ej.: la misma clase).
En fin, la amistad es fundamental para vivir como auténticos cristianos. Por esta
razón, te sugiero que cultives amistades cristianas, es decir, amistades que te lleven a
Dios y te sirvan de estímulo para luchar contra tus propios vicios y pecados. Si una
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“amistad” no me lleva a Jesús y al ejercicio de virtudes, no la puedo considerar todavía
como una verdadera amistad cristiana. No te engañes ni te ilusiones pensando que la
simple afinidad y simpatía hacen amistad cristiana. Puedes estar absorbido por una
amistad cerrada y perjudicial (secretos, complicidades, malos ejemplos…) aunque
aparentemente se lleven muy bien.
¡No lo olvides!: cultivar amistades cristianas supone, ante todo, ser amigo de Jesús.
Además, cultivar la amistad también implica valorar
mucho al otro y sus cosas buenas. Finalmente, cultivar la
amistad también implica sentirme responsable del otro.
Tengo el deber de desear y procurar su bien, de orar por él,
de estimularlo con mi ejemplo.
Quizá aún no conozca al Beato Pier Giorgio Frassati,
pues para él la amistad reunía estas notas características:
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debe ser el infinito, no el finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre
el Cielo nos espera”.
Reflexionemos:
1. ¿Qué virtudes podríamos practicar en los deportes?
2. ¿Cómo usas el internet? ¿Cuánto tiempo le dedicas?
3. En el deporte y en el internet, ¿buscas hacer felices a los demás o hacer tus caprichos?
¿No crees que vale la pena que empieces a prepararte para ella y
para los hijos que Dios les dará? No pienses que aún falta mucho. Tendrías que haber
empezado aún más pequeño. Pero ahora especialmente cuando ves que las muchachas te
gustan, es que Dios te advierte que es urgente tu preparación, que no tienes tiempo que
perder.
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Entrégate de verdad a tus padres y hermanos, tu familia de hoy, y así prepararás muy
bien tu familia de mañana. Escucha lo que le pasó a Pier Giorgio cuando contaba con
más o menos tu edad:
El amor humano no es para bromear. Pier Giorgio Frassati sabía poner límites a su
alegría estudiantil. En el trato con las chicas jamás se extralimitaba y no permitía que lo
hicieran sus amigos. Por eso, conforme lo aseguran sus compañeros
unánimemente, hay un punto sobre el cual nunca bromeó: ¡sobre el
amor!
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7. Bautizado, luego santo y apóstol:
¡DIOS CUENTA CONTIGO!
Nunca podrá una generación de jóvenes blandos,
aburguesados y sin ideal, dar una solución a los problemas de
nuestra época. ¿Serías capaz de ser tú uno de aquellos pocos que
arriesgan su vida por un gran ideal, dispuestos para la bella
aventura de una vida vivida como servicio? ¡Dios cuenta
contigo y conmigo! Si hubiese diez hombres llenos de verdad,
de esperanza y de amor, la tierra sería nuestra. Tú puedes ser uno de esos diez. Solo hace
falta tomar enserio la propia formación.
Dios cuenta contigo. Aunque te parezca un poco extraño, Dios
tiene necesidad de ti. Quizá para algunos vales muy poco o
nada, pero para Él eres una persona importante, tan importante
que siempre te tiene en cuenta: nunca se olvida de ti.
Seguramente te estarás preguntando para qué te necesitará
Dios. Te necesita nada menos que para acompañar a otros a la
fuente, como Roberto. Te necesita para salvar al mundo,
comenzando por esos “pequeños mundos” que te rodean…
1. El mundo de tu casa. Siendo obediente, respetuoso, trabajador… ¡el hijo y hermano
modelo!
2. El mundo de tu escuela. Siendo el más estudioso, el más puntual, el más atento…
¡el alumno modelo!
3. El mundo de tus amigos. Siento el más sacrificado, el más alegre, el más servicial,
el más humilde, el más limpio… ¡el mejor amigo!
El ideal de muchas personas allá afuera se resume así: “comer bien, vestir bien,
y divertirse mucho”. Piensan que la vida es solo para pasarla bien y esforzarse lo menos
posible.
Atiende tú: no valen los jóvenes que temen la lluvia y el viento, el combate y el
trabajo, que no quieren complicarse la vida. Necesitamos un puñado de hombres muy
hombres. ¿Qué hacer con un chico que tenga miedo de una mirada, de una palabra, del
agua fría, de un esfuerzo…?
Nuestro mundo necesita de jóvenes que:
-Se entreguen y trabajen desinteresadamente.
-Que sepan olvidarse de sí mismos y sacrificarse gustosamente por los demás.
-Que pongan toda su ilusión en las cosas que se proponen y no se conformen
con hacerlas a medias.
-Que no se desalienten ante las dificultades, ni ante las críticas ni ante los
fracasos.
-Que sean constantes e infatigables.
Tu propósito:
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