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Romanos
Bogotá, junio 2021
1. Joven: ¡NO TE CONFORMES CON POCO!
Conocí una vez a un chico que se quejaba por todos los problemas que sucedían en su país. Un
día me invitó a su casa para explicarme más detalladamente las causas de cada problema. Yo lo
miraba y escuchaba muy atentamente, pues muchas de las cosas que decía eran
ciertas, y las decía con mucha pasión.
Interiormente me decía a mí mismo:
➢ Este chico conoce muy bien las problemáticas actuales. Sin embargo, no
acaba de darse cuenta de algo.
Tan inmerso estaba en mis pensamientos que perdí por completo de vista a
mi amigo. Su pregunta me sacó del ensueño en el que me había metido:
➢ Y tú, ¿qué piensas de todo esto?
Yo aproveché para decirle:
Creo que todo lo que me has dicho está bien. Sin embargo, aún no terminas de
enterarte de algo.
Él me miró asombrado, e inmediatamente preguntó:
➢ ¿De qué?
➢ Muchas veces solemos culpar a los demás, especialmente a los que tienen el poder y llevan
las riendas del país, y pocas veces pensamos la culpabilidad que nosotros tenemos
en todos estos asuntos.
➢ Pero…
➢ Presta mucha atención a lo que te voy a decir. La principal causa,
la raíz de todos los problemas que hay en las familias, en la
sociedad, en la economía… es el pecado y nuestra inclinación
hacia él. Las causas segundas de tanto mal son múltiples, pero yo te diré solo una: no existe
en nosotros un serio compromiso en aprovechar estos años de formación.
➢ ¿A qué te refieres?
➢ Nos podríamos preguntar qué hacer ante todas estas problemáticas, y seguramente la respuesta
sería esta: meternos a fondo en la propia formación humana y cristiana. Imagínate un país
en el cual todos sus gobernantes hayan aprovechado sus años de formación siendo los más
estudiosos, los más trabajadores, los más honrados, los más sacrificados, los más serviciales,
los más…
➢ ¡El país soñado por todos!
➢ ¡Exactamente!
➢ Pero eso solo existe en los sueños, la realidad es otra.
➢ Los sueños suelen hacerse realidad, ¿verdad? Ese país soñado por
todos, esa familia soñada por todos, ese trabajo soñado por todos…
puede hacerse realidad si desde ahora nos comprometemos seriamente
a formarnos de verdad.
➢ ¿Quieres decir que la falta de hombres formados es la causa de tantos desastres?
➢ Sí, eso quiero decir. Y tú y yo podemos contribuir a esos desastres si ahora no tomamos en
serio cultivar las virtudes, cualidades o habilidades que el día de mañana se nos exijan.
➢ ¡Oh no! Yo no quisiera causarle más daños a mi país, y mucho menos a las personas que me
rodean.
➢ Por esta razón, es necesario que vayas aprendiendo a formarte. Has de ir afinando en
muchos puntos; has de quitar muchas costumbres nocivas; has de quitar vicios y
sembrar virtudes; has de…
➢ ¿Y cuáles son esos puntos? ¿En qué tengo que trabajar? ¿Cómo puedo
aprovechar estos años? ¿Cómo sacar el máximo provecho a mi juventud?

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➢ Si no haces nada, tu tendencia natural buscará cómplices de tu floja condición.
Cuando esto ocurre, es fácil usar las injusticias ajenas, personales o sociales como
“tapadera” de nuestra propia flojera: “y tú, ¿no podrías hacer nada para
superarte, mejorarte? ¿Toda la culpa la tienen los demás? ¿Por qué no nos
ayudamos tú y yo a ser lo que debemos ser, y luego hablamos de los demás?
Te pregunto: ¿a qué hora te levantas?... ¿y te atreves a criticar al
gobierno que no hace nada, cuando tú dejas por hacer tantas cosas que
deberías hacer?
➢ Tienes razón, pero… ¿por qué tengo que exigirme tanto?
➢ Si aún te suena que es exagerado exigírtelo todo a ti mismo,
seguramente es porque te ha faltado el primer paso: descubrir el tesoro.
Cuando veas lo valioso que puedes conseguir si te lo exiges todo,
estarás dispuesto a pagar cualquier precio, por elevado que sea. Ser
verdadero cristiano no es algo aburrido, triste, o estresante. Al contrario,
Jesús lo pide todo, pero te da cien veces más: te hará
verdaderamente libre, te hará capaz de amar de corazón, y te
hará experimentar esa felicidad verdadera que tanto anhelas.
Cualquier otro camino se quedará corto y terminará siendo
equivocado.
- Gracias por tus palabras tan estimuladoras.
- Aún queda más. Escucha atentamente. Ante todo, quiero que
tengas muy en cuenta que tenemos…

2. Un compromiso con Dios: VIVIR DE VERDAD


NUESTRA FILIACIÓN DIVINA
Para asimilar muy bien esta realidad en la que nos ha
introducido Dios, por puro amor e iniciativa suya, es necesario
ser muy reflexivos. Quizá hayas escuchado muchas veces: el
reto de los 10 minutos diarios. Parece exagerado lo que te voy
a decir, pero en estos 10 minutos nos jugamos la vida. No sabes
cuánta lástima me dan esos chicos que no piensan por sí
mismos, y terminan pensando como los demás, y terminan enterrando su vida en los
vicios como los demás, y todo por no pararse a pensar.
No podemos ser solamente personas de “ideas” sino de vida. Una cosa
es saber, otra desear y otra vivir. Hay muchas ideas buenas que sabemos
y que tenemos en la cabeza. Quizá haya unos cuantos buenos deseos que
anidan en nuestro corazón. Pero, no siempre hay en nosotros convicciones
profundas, grandes aspiraciones ni mucho menos obras en nuestras
manos. Es decir, no siempre estamos convencidos ni siempre vivimos
como pensamos. Para vivir de fe (que las ideas pasen de la cabeza al
corazón; que los deseos pasen del corazón a las manos y sean obras) es
conveniente hacer un prolongado esfuerzo personal de reflexión y
oración.
✓ Aprende a reflexionar
Tenemos la tentación de reducir la vida cristiana a recetas, ideas, letras y nos quedamos
sin espíritu, sin vida. Hacemos las cosas porque los demás las hacen, pero desconocemos
el porqué. Otras veces hacemos o dejamos de hacer las cosas por miedo a lo que puedan
pensar o decir los otros. Entonces, cuando cambia la situación o las circunstancias,
cuando nos dicen otra cosa o cuando sufrimos la burla de los demás, ¡ya no sabemos
cómo actuar! Y podemos hacer lo contrario.
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¿Qué es reflexionar? No es simplemente leer. Puedes tener el mejor de los
libros y sacar muchos ratos de lectura, pero no puedes llamar a eso reflexión.
Para reflexionar hace falta pensar mucho, meditar sobre lo que vas
leyendo. Hacerte preguntas: ¿Por qué esto es así? ¿Cómo puedo vivir yo
esto? ¿Qué me hace falta para vivirlo? Pero, sobre todo, hace falta que
vayas ajustando tu vida a lo que vas reflexionando: revisa tu vida,
piensa en qué cosas puedes ir mejorando, hazte un propósito y procura
cumplirlo.
Reflexionar es mirar a Jesús, y mirarte a ti. Profundizar en lo que eres (soy cristiano)
y en lo que estás llamado a ser (otro Cristo). Cuando la
reflexión se hace bien, brota un deseo generoso y casi
impaciente de renovación, de enmienda de los defectos que nos
denuncia y refleja la conciencia. Un prolongado ejercicio… de
todos los días, ahondando, profundizando.
Este ejercicio cambiará tu vida: a fuerza de tener ante tus
ojos grandes ideales, de meditarlos (ojalá todo el día) y, sobre
todo, de ajustar tu vida a ellos, las grandes ideas se convertirán en convicciones profundas
que bajarán al corazón y pasarán luego a las manos, a tus movimientos, tu respiración…
serás otro Jesús. Poco a poco lo que saldrá de ti serán reacciones cristianas y menos
paganas.
Y ¿por qué hay personas que abandonan la “reflexión”?
Simplemente porque nunca han reflexionado. Para ellos la reflexión
era sólo una cuestión de lectura, inconstante, que poco tenía que ver
con la vida. Cuando no se piensa (sólo se lee) ni se intenta vivir lo
poco que se piensa, lo que llamamos “reflexión” resulta inútil y hasta
una pérdida de tiempo. Haz la prueba y reflexiona de verdad.
Verás que encontrarás gusto en ella, se convertirá en una necesidad para ti y el rato que
hagas te parecerá corto. Descubrirás el gran tesoro que hay en ti y llegarás a tener una
conciencia despierta, vigilante, atenta, reparadora.
Para tu reflexión:
1. ¿Ya reflexionas? ¿Reflexionas todos los días? ¿Has pensado en los beneficios
que tiene pararse a pensar antes, durante y después de la acción?
2. ¿Por qué es importante reflexionar?
3. ¿Cómo aprovechar más y mejor mi reflexión?

3. Un compromiso con la iglesia y la sociedad


✓ Un medio para crecer en el amor a Dios y al prójimo:
EL ESTUDIO
¡Qué sencillo lo tienes! Si quieres despertar tu
conciencia de hijo de Dios tienes al alcance de tu mano un
gran medio: el estudio. Sin darte cuenta, el estudio —
cuando se toma en serio— es un gran despertador de la vida
cristiana.
Hace un tiempo me contaron que un sacerdote solía decir a los estudiantes que quería
que olieran más a libros que a cera. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Con ello les
quería decir que no se puede tener una verdadera devoción a Dios si no se toman en serio
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el cumplimiento del deber. En concreto, el estudio. El
mañana depende mucho de cómo estés viviendo el hoy
de tu juventud. Si estudias, estarás labrando un gran
futuro, porque desarrollarás tus capacidades; estarás
habilitado para ejercer una profesión de la cual puedas
vivir y servir a la sociedad; te ordenará interiormente,
dando prioridad a lo que es realmente importante; te
ayudará a sacar el mejor partido de tu tiempo libre; te
liberará de muchas esclavitudes, especialmente de la pereza; despertará en ti un gran amor
hacia la verdad y hacia el bien; te enseñará la gran lección de que no eres autosuficiente,
sino que necesitas de los demás; el estudio descubrirá tus talentos ocultos y los potenciará;
y, como el clorox quita las manchas y da blancura, el estudio te limpiará el corazón y te
cortará muchas ataduras.
La reflexión te ayudará a descubrir en el estudio un gran medio para pagar
facturas. El estudio es algo que cuesta, sobre todo en algunas épocas, pero has de
aprender a ver la mesa de estudio como un altar, en donde puedas ofrecer al Señor los
mejores sacrificios; ofrecerlo por tu patria; por tu familia; incluso, por ti mismo:
comenzar con un horario, tener una postura adecuada, estudiar en silencio y con
intensidad, procurando la mayor concentración posible, no levantarse de la silla…
Uno de mis mejores amigos se levantaba de la silla con mucha frecuencia, y uno de
los padres le dijo, metafóricamente, que se atara a la mesa de estudio, de modo que cada
vez que quisiera salir no pudiera pasar por la puerta. ¡Tómate en serio el estudio y
tendrás un gran saldo de facturas a tu favor!
Convencido de que el estudio requiere esfuerzo y a veces se hace difícil, te acercará
a Dios, porque te convencerá de aquellas palabras de Jesús: “sin mí no podéis hacer
nada”.
Quisiera que pienses estas preguntas:
• ¿Aprovechas el estudio como un despertador de la vida cristiana? ¿Qué haría falta
para que así fuera?
• Amor al estudio. ¿El estudio es para ti un peso, una carga? ¿Cómo podrías despertar
más el amor al estudio? ¿Qué podrías hacer para mejorar tu método de estudio?
Enumera algunos medios que te pueden servir para estudiar más y mejor.

✓ Si puedes dar más, no te conformes con menos:


EL TRABAJO
Recuerdas aquella vieja, pero tan actual, consigna:
“rendimiento máximo...”
Cada uno de nosotros está llamado a sacar lo mejor de sus
propias capacidades. Es verdad que otros lo saben hacer mejor.
Pero también es verdad que otros lo saben hacer peor. Aquí no se
trata de compararme con otros para consolarme o desanimarme,
sino de rendir al máximo. Y doy lo mejor de mí cuando aprendo
a hacer las cosas lo mejor que sé y puedo, y en el menor tiempo
posible.
Como a los demás, Dios también te ha dotado de especiales cualidades, pero qué fácil
es perderlas por no aprender a desarrollarlas. Lo que no se usa termina por atrofiarse y
perderse. El trabajo te mantendrá siempre joven. ¿Que por qué? La razón es simple: por

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medio del trabajo procuramos luchar contra la pereza y dar lo mejor de sí según las
capacidades de cada uno. En cambio, ¡qué fácil es encontrar hoy en día a “jóvenes” con
un espíritu desgastado y de queja! “Jóvenes” (de nombre) con cualidades marchitas y casi
caducas.
Además, quisiera aclararte una cosa más. Existen dos visiones del trabajo: una visión
mundana y una visión cristiana.
En la visión mundana la penalidad (actividad penosa), la rentabilidad
(actividad mal remunerada) y la materialidad (actividad que no tiene nada
que ver con el cultivo de lo espiritual) son rasgos que dominan y que buscan
convencer a los hombres de que es así.
Esa visión que el mundo tiene del trabajo es completamente inaceptable.
La visión cristiana del trabajo es mucho más positiva y hermosa, porque es
la verdadera. Los hombres, en cuanto imágenes de Dios en este mundo,
colaboran con Dios por medio del trabajo. Decía san Juan Pablo II que “el trabajo es una
de las características que distinguen al hombre del resto de las
criaturas… solamente el hombre es capaz de trabajar”. Esto
también significa que el hombre, creado a imagen de Dios,
mediante su trabajo participa en la obra del Creador, y en cierto
sentido, continúa desarrollándola y completándola.
Además, el trabajo, realizado con honradez, tiene tres fines:
* Dar gloria a Dios. El trabajo humano es ofrenda espiritual
a Dios porque es obediencia a su mandato: “seis días trabajarás” (Ex
20, 9). El trabajo profesional, decía el Papa Pío XII, “es para los
cristianos un servicio a Dios; es para nosotros, los cristianos, sobre
todo, uno de los medios más importantes de santificación, uno de los
modos más eficaces para unirnos a la voluntad divina y para merecer
el cielo”.
*Santificación del hombre. Como dice el Concilio Vaticano II,
“el trabajo procede del hombre y se ordena al hombre, pues con su
actividad no solo transforma las cosas y la sociedad, sino que se
perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende.
Tal superación es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse”.
En este sentido, el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Aquí vemos que
la glorificación de Dios coincide con el perfeccionamiento y santificación del hombre, y
que ambos valores han de lograrse por el trabajo.
*Perfeccionamiento de la tierra. No cualquier trabajo
perfecciona la tierra. Ya te he dicho que el trabajo es, ante todo, una
colaboración con Dios, y así perfecciona la tierra aquel trabajo que
está hecho con Dios, según Dios, obedeciendo sus leyes naturales:
este es el trabajo realmente benéfico, que acrecienta en el mundo el
bien, el conocimiento, la libertad, la salud, la belleza, la armonía.
Por el contrario, el trabajo del hombre corrompe la tierra cuando no se ajusta a la
voluntad de Dios, sino que sirve a los errores y deseos egoístas de este.
Trabajo bien hecho.
Si el trabajo es colaboración con Dios y ha de ser ofrenda a Dios, ha de estar bien
hecho.
Esto nos dicen de san José:
Los encargos no faltaban. José, aunque hacía muchas cosas, se aplicaba siempre
con esmero y no entregaba nada sin antes haberlo terminado cuidadosamente.
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Normalmente daba un plazo más bien largo, pero casi siempre el trabajo estaba
terminado antes.
Trabajo firme y empeñoso: “el que no trabaje, que no coma”
El ocio frena el dinamismo laborioso que Dios quiere activar en la persona, y así la
echa a perder. Un señor, por ejemplo, aparentemente piadoso, pero ocioso, no irá adelante
en el camino de santidad mientras no se decida a trabajar en serio.
Sin el trabajo, las personas se vuelven insignificantes, chismosas, desordenadas,
inestables, vacías, inútiles, aprensivas, susceptibles y quizás neuróticas. Con el trabajo,
en cambio, el hombre agrada a Dios, sirve a los hermanos, y se perfecciona en todas las
virtudes.
Decía santa Teresa a sus monjas: “pongan mucho interés en el trabajo manual, pues
tiene muchísima importancia para la vida”.
La Alegría del trabajo.
El cristiano debe procurar hacer su trabajo con alegría, sea cual sea este. Esto es
posible y conveniente. Siempre es posible y bueno alegrarse en
hacer la voluntad de Dios, sea esta cual fuere. Un trabajo, en sí
mismo considerado, puede quizá ser penoso o repugnante, pero
el trabajo lo realiza una persona, y el cristiano puede y debe
alegrarse personalmente cada día más en el ejercicio de su
trabajo porque lo hace con el Señor, por amor a la familia y a
los necesitados, y con la esperanza de la vida eterna. Los
santos, a la hora de trabajar, tenían muy presentes estas
palabras: “lo que hagan, háganlo con toda el alma, como servir
al Señor y no a los hombres”.
Piensa…
1. ¿Cumples fielmente con tus deberes? ¿Los haces todos y bien hechos?
2. ¿Eres de los que deja todo para última hora o eres puntual?
3. ¿Buscas el trabajo o eres de aquellos que le huyen y se acobardan ante él?
4. Un punto para mantenernos firmes:
LA AMISTAD VERDADERA
Solos no podemos. Necesitamos de los demás.
Hacer amigos es un continuo gimnasio de todas las
virtudes: servir, elegir el último lugar, saber dialogar,
obedecer, comprensión, paciencia, simpatía,
cordialidad, respeto, afabilidad, oración (de unos por
otros), corrección fraterna, …
¿Por qué son necesarios los amigos? Dios nos
había podido salvar solos, pero ha querido que nos salvemos dentro de una familia: la
Iglesia. Formar grupos de amigos es voluntad de Dios y es también una necesidad de
cada persona. Aunque tuviéramos la mejor intención y fuésemos muy transparentes y
dóciles, sin amigos no terminaríamos de ver todo lo que tenemos que cambiar.
Tú también necesitas de amigos. Pero de verdaderos amigos. No se puede llamar
“amistad” a cualquier relación. No siempre hay verdadera amistad por el simple hecho
de que haya simpatía (te caiga bien una persona), aficiones comunes (ej.: deportes,
música, videojuegos …), se comparten tareas y lugares (ej.: la misma clase).
En fin, la amistad es fundamental para vivir como auténticos cristianos. Por esta
razón, te sugiero que cultives amistades cristianas, es decir, amistades que te lleven a
Dios y te sirvan de estímulo para luchar contra tus propios vicios y pecados. Si una
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“amistad” no me lleva a Jesús y al ejercicio de virtudes, no la puedo considerar todavía
como una verdadera amistad cristiana. No te engañes ni te ilusiones pensando que la
simple afinidad y simpatía hacen amistad cristiana. Puedes estar absorbido por una
amistad cerrada y perjudicial (secretos, complicidades, malos ejemplos…) aunque
aparentemente se lleven muy bien.
¡No lo olvides!: cultivar amistades cristianas supone, ante todo, ser amigo de Jesús.
Además, cultivar la amistad también implica valorar
mucho al otro y sus cosas buenas. Finalmente, cultivar la
amistad también implica sentirme responsable del otro.
Tengo el deber de desear y procurar su bien, de orar por él,
de estimularlo con mi ejemplo.
Quizá aún no conozca al Beato Pier Giorgio Frassati,
pues para él la amistad reunía estas notas características:

❖ Un amigo lleva a Dios: Consideraba que las almas


deben unirse en las alturas y deleitarse en la
familiaridad divina. Era su secreto, el secreto de los santos. Porque quien tenía la
dicha de ser su amigo, encontraba un medio eficaz para hacerse más amigo de Dios.
Con sus más queridos amigos fundó un círculo denominado “i tipi loschi” (los tipos
sospechosos, o del terror) que hacían muchas bromas simpáticas, sin faltar nunca a
la caridad, porque estaban animados por la fe cristiana.
❖ Un amigo es capaz de decirte la verdad, aunque no te guste: “Debería darte un
tirón de orejas, porque comienzas a distraerte, en lugar de
cumplir los hermosos propósitos que juntos hiciéramos en
Turín. Dos exámenes te esperan este invierno y tendrás que
trabajar mucho hasta el mes de octubre” (Carta a un amigo,
Pollote, 8 de agosto de 1923).

Y al mismo amigo le escribía un año más tarde:


“Permíteme que te haga un pequeño sermón. Es cierto
que debiera llegarte desde una cátedra más autorizada,
pero ¿qué quieres?, te escribo porque soy tu amigo. Eso
es todo. Apenas acabes tus trabajos en Palermo, ven a
Turín y ponte a estudiar seriamente” (28 de agosto de 1924). Este amigo, al que
invitaba a estudiar con tan encantadora naturalidad, conquistó en 1925,
después de rendir exámenes brillantes, su diploma de doctor.

❖ Un amigo se sacrifica gustoso: Así era Pier Giorgio,


sincero, abierto, interesado por el bien de sus amigos. Buscaba más
bien llevar y dar, que recibir; se consideraba como un siervo de
todos, como el último, a quien le correspondía el cumplimiento de
una obligación natural: la de sacrificarse.
❖ Un amigo arrastra “a larga distancia”: Entre los papeles
de Pier Giorgio se encontró esta confidencia: “Te doy gracias por
tu fino regalo. Te lo agradezco doblemente porque lo recibí en el
momento en que iba a realizar una mala acción. El recuerdo del
amigo lejano me detuvo y me devolvió la serenidad y la alegría”.
❖ Un amigo contagia celo apostólico: con sencillez, como siempre, Pier Giorgio
se esforzaba por poner al alcance de todas las escapadas dominicales, porque
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sabía hasta qué punto la ciudad y el ocio eran peligrosos para los jóvenes. Los
animaba diciendo: Aprended a ser más fuertes de espíritu y de músculos; si sois
así, seréis verdaderos apóstoles de la fe de Dios.
¡Detente!
1. ¿Cómo podrías ser más amigo? ¿Qué tipo de amistad estás brindando a los demás?
2. ¿Qué clase de amigos tienes?: “dime con quien andas…”

5. Máximo rendimiento, mínimo apasionamiento:


LA RECREACIÓN
Algunos creen que el deporte es sólo un medio de
diversión. Pero, en realidad, es también un medio de
formación. Por una parte, lo necesitas, para tener salud
corporal y mental: el deporte ayuda a que tu cuerpo sea
más ágil y fuerte para el trabajo y para el servicio.
Incluso, despeja tu mente para estudiar y para orar. Un
joven que no hace deporte puede tener muchas carencias.
Sobre todo, el deporte te ayuda a despertar tu
conciencia de hijo de Dios porque es una verdadera escuela de virtudes: dominio de sí,
esfuerzo, valentía, lealtad, generosidad, cooperación, fraternidad, saber ganar, saber
perder…
El deporte te ayuda a emplear bien tus energías propias, educa tu voluntad, te ayuda a
controlar tu sensibilidad, te exige preparación, método, perseverancia, resistencia,
aguante en la fatiga, domino de las propias facultades,
te ayuda a aceptar y cumplir unas reglas, desarrolla
generosidad con los vencidos, serenidad en la derrota,
paciencia con todos, … ¿Haces deporte? ¿Suficiente
deporte? ¿Buscas solamente divertirte? ¿Qué podrías
hacer para que el deporte te ayude a ser más cristiano?
¡Qué lástima que muchos niños y jóvenes estén
gastando y arruinando su vida pegados a una pantalla!
Tú no seas como ellos. No te dejes arrastrar por la
moda. Sé original. Seguramente sí conoces a Carlo Acutis, el genio de la informática. Él
sí que supo hacer un buen uso de la tecnología.
Cuentan que Carlo trató de compensar estos y otros malos usos de
los medios informáticos empleándolos para la gloria de Dios. El
secretario de la Pontificia academia Cultorum Martyrum, Pier
Luigi Imbrighi, escribe: “Utilizaba los medios de comunicación
más modernos, y los conocía extraordinariamente bien. Nos ayudó
con gran disponibilidad y dedicación a la creación de nuestro sitio
web en vatican.va”. Un joven ingeniero informático con el cual
Carlo colaboró le recuerda por su forma de utilizar internet (como
medio para hacer el bien) y por cómo compartía sus conocimientos con los que
le pedían una ayuda. Carlo, especialmente dotado para el mundo de la
informática, supo usar de este y el resto de sus dones naturales en servicio de la
gloria de Dios y bien de las almas. Cuando su corazón deja de latir en 2006 nos
deja un legado que parece indicarnos esa frase tan querida suya: “Nuestra meta

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debe ser el infinito, no el finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre
el Cielo nos espera”.
Reflexionemos:
1. ¿Qué virtudes podríamos practicar en los deportes?
2. ¿Cómo usas el internet? ¿Cuánto tiempo le dedicas?
3. En el deporte y en el internet, ¿buscas hacer felices a los demás o hacer tus caprichos?

6. Madurez afectiva y personalidad equilibrada:


EL TRATO CON LAS CHICAS
Seguramente estás pensando que la atracción entre chicos y chicas es normal. Sí, la
atracción que siente un chico por una chica es natural.
Dios lo ha querido así: varón y mujer los creó. Porque
el Señor ha creado al hombre para la mujer, y la mujer
para el hombre, y uno no es completo sin el otro.
Además, esa atracción demuestra que se van
desarrollando normalmente. Pero esa atracción no es
meramente física, lleva grabada un secreto que es
promesa: prepararse para entregarse, para formar un solo corazón con la persona
amada, sólo con ella y para siempre.
Una cosa ten clara: Un día Dios te hará guía de unos niños que te llamarán papá o mamá.
¿Lo has pensado? Dios te pedirá que les ayudes a criarlos y a educarlos. ¡Qué misión!
¡Qué grande es el matrimonio!

Has de prepararte para ser esposo y padre de muchos hijos.


Y no estarás preparado si no has arrancado vicios y plantado
virtudes. Este ha de ser tu programa. Y necesitas todo el tiempo
que va desde ahora hasta entonces. Si no te dedicas a esto, ¡qué
desgraciado serás tú y tu hogar!

Por desgracia casi ningún chico piensa en esto, ni se esfuerza.


Sólo piensan en jugar y divertirse. Es como si quisieran edificar una casa sin poner los
fundamentos.
• Después no sabrán amar, porque estarán llenos de egoísmo;
• y no sabrán educar, porque habrán de enseñar un camino que ellos no
han recorrido.

Has de prepararte. El matrimonio será seguramente tu gran


vocación. Para el matrimonio no vale cualquiera. Sólo el que
ahora, a tu edad, luche y se esfuerce de verdad, encontrará luego
una muchacha que vaya por el mismo camino.

¿No crees que vale la pena que empieces a prepararte para ella y
para los hijos que Dios les dará? No pienses que aún falta mucho. Tendrías que haber
empezado aún más pequeño. Pero ahora especialmente cuando ves que las muchachas te
gustan, es que Dios te advierte que es urgente tu preparación, que no tienes tiempo que
perder.

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Entrégate de verdad a tus padres y hermanos, tu familia de hoy, y así prepararás muy
bien tu familia de mañana. Escucha lo que le pasó a Pier Giorgio cuando contaba con
más o menos tu edad:

El amor humano no es para bromear. Pier Giorgio Frassati sabía poner límites a su
alegría estudiantil. En el trato con las chicas jamás se extralimitaba y no permitía que lo
hicieran sus amigos. Por eso, conforme lo aseguran sus compañeros
unánimemente, hay un punto sobre el cual nunca bromeó: ¡sobre el
amor!

“Una vez, —escribe un sacerdote—, le oí bromear con uno de sus


compañeros de universidad delante de algunas señoritas, quedé muy
impresionado ante la compostura de su lenguaje y la nobleza de sus
finos atractivos”.

Esto que puede parecer para muchos, algo exagerado o trivial,


hace resaltar la fuerte personalidad cristiana de un estudiante, algo
que dista mucho de ser el común proceder de jóvenes de su edad. Para él el amor era
algo sagrado y manosearlo le parecía un sacrilegio. Este tema golpeó con fuerza su
corazón de joven y supo responder a su llamado.
Ya lo dice Jesús en el Evangelio. Y hasta lo dice en sentido común: “No edifiquéis la
casa sobre arena”. Y la arena es siempre el egoísmo. Y arena, muy inconsistente, por
cierto, es la sensibilidad que se apoya en todo eso exterior. “Me gusta”, “la quiero”, dicen
algunos. Y... a edificar sobre el sentimiento, que bien podríamos llamar “arena
movediza”. Y sigue siendo arena el hecho de tener sólo buenos deseos, aunque sean
deseos de ser formidables y de amarse mucho.
Hay que “edificar sobre roca”. Y roca es un corazón lleno de amor, y, por tanto, de
todas las virtudes, porque el amor las contiene todas. Este amor ha de ser ya una realidad
conseguida, una conquista realizada, aunque toda la vida podremos crecer en él, y toda la
vida durará la lucha contra el egoísmo.
¿Cómo quieres que sea una chica? ¿Orgullosa? ¿Caprichosa? ¿Perezosa? ¿Vanidosa?
¿Egoísta? ¿De mal genio...?
Lo primero es esto: forjarte como hombre. Ésa ha de ser tu gran obra
ahora. Sólo así tendrás un día algo que ofrecer: podrás “darte”. Y sólo así
tendrás ojos para distinguir –entre ellas– cuál es la mujer que más te
conviene. Mientras, no. Ni tienes nada que dar, ni sabrás elegir. Será
un juego que te hará daño. Entonces, ¿para qué ha despertado tan
pronto en ti el interés y el atractivo hacia ellas? Es una llamada a
prepararte. Esa forja lleva años. ¿A quién harías feliz entregándole lo caprichoso que eres
hoy? ¡A prepararte pues! ¿Cómo? Vaciándose de tus defectos y llenándote de virtudes.
O, lo que es lo mismo, quitando todo tu egoísmo y llenándote de amor.
Para tu reflexión:
1. ¿Qué piensas ser el día de mañana? ¿Te estás preparando?
2. ¿Cuál crees tú que sea la mejor edad para tener novia? ¿Te conviene?
3. ¿Ya eres de los que ocupan el primer puesto en tu curso? ¿Eres sacrificado?

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7. Bautizado, luego santo y apóstol:
¡DIOS CUENTA CONTIGO!
Nunca podrá una generación de jóvenes blandos,
aburguesados y sin ideal, dar una solución a los problemas de
nuestra época. ¿Serías capaz de ser tú uno de aquellos pocos que
arriesgan su vida por un gran ideal, dispuestos para la bella
aventura de una vida vivida como servicio? ¡Dios cuenta
contigo y conmigo! Si hubiese diez hombres llenos de verdad,
de esperanza y de amor, la tierra sería nuestra. Tú puedes ser uno de esos diez. Solo hace
falta tomar enserio la propia formación.
Dios cuenta contigo. Aunque te parezca un poco extraño, Dios
tiene necesidad de ti. Quizá para algunos vales muy poco o
nada, pero para Él eres una persona importante, tan importante
que siempre te tiene en cuenta: nunca se olvida de ti.
Seguramente te estarás preguntando para qué te necesitará
Dios. Te necesita nada menos que para acompañar a otros a la
fuente, como Roberto. Te necesita para salvar al mundo,
comenzando por esos “pequeños mundos” que te rodean…
1. El mundo de tu casa. Siendo obediente, respetuoso, trabajador… ¡el hijo y hermano
modelo!
2. El mundo de tu escuela. Siendo el más estudioso, el más puntual, el más atento…
¡el alumno modelo!
3. El mundo de tus amigos. Siento el más sacrificado, el más alegre, el más servicial,
el más humilde, el más limpio… ¡el mejor amigo!
El ideal de muchas personas allá afuera se resume así: “comer bien, vestir bien,
y divertirse mucho”. Piensan que la vida es solo para pasarla bien y esforzarse lo menos
posible.
Atiende tú: no valen los jóvenes que temen la lluvia y el viento, el combate y el
trabajo, que no quieren complicarse la vida. Necesitamos un puñado de hombres muy
hombres. ¿Qué hacer con un chico que tenga miedo de una mirada, de una palabra, del
agua fría, de un esfuerzo…?
Nuestro mundo necesita de jóvenes que:
-Se entreguen y trabajen desinteresadamente.
-Que sepan olvidarse de sí mismos y sacrificarse gustosamente por los demás.
-Que pongan toda su ilusión en las cosas que se proponen y no se conformen
con hacerlas a medias.
-Que no se desalienten ante las dificultades, ni ante las críticas ni ante los
fracasos.
-Que sean constantes e infatigables.

Sin personas así no se puede hacer nada.


Con personas así se puede hacer todo.

Piénsalo bien: ¡Dios cuenta contigo!

Tu propósito:
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