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Visión del artista:

Antigüedad clásica: Grecia


El concepto de artista no existía en la Antigüedad clásica. Se consideraba que eran
artesanos y se le tenía escasa estima. Al escultor y al pintor se le llamaba banausos  e
implicaba bajo y vulgar por el hecho de trabajar con las manos. Sin embargo la cultura
griega distingue entre la obra de arte y el artista que la produce, Plutarco dice:
“Disfrutamos de la obra y despreciamos al artista” 
Esta situación dio lugar a debates entre filósofos que se preguntaban si las obras de
los artesanos tenían "algo más" es decir, si usaban su imaginación o si estaban
impregnadas por el sentimiento y el estilo de su autor. Pero como el concepto de
dichas obras es muy diferente al que concebimos en la actualidad, la pregunta se
inició cuando se representaba visualmente a los dioses y por qué de una determinada
forma. Se consideró que puesto que los dioses eran invisibles no podría ser adecuada
su representación visual.
Estas corrientes de pensamiento llevaron a cuestionarse qué  ocurría en la mente del
artista, que les permitía percibir la forma divina.

Según Dion de Prusa las imágenes que hacen los hombres de los dioses proceden de
cuatro fuentes:
v  Una imagen innata que reside en el alma,
v   Las imágenes que transmiten los poetas
v    Las que presentan los legisladores.
v  La cuarta la pone en boca de Fidias: “…aquella que deriva del arte plástico y del
trabajo de expertos artesanos que hacen estatuas y representaciones de los dioses,
me refiero  a pintores y escultores y canteros que trabajan la piedra; en una palabra,
todo el que se considere merecedor de ofrecerse como retratista de la naturaleza
divina a través del uso del arte.”[1]
Dión se anticipa a la creencia medieval, asegurando que las imágenes que proceden
del arte son peligrosas. Su análisis sobre el poder creativo del artista no alude a la
fantasía, aunque admite que al configurar su obra está siguiendo la imagen que reside
en su mente. Este proceso de creación se convirtió en un problema donde críticos y
filósofos se preguntaban: “¿Cuál es el origen de la forma en la que él moldea su
material y cómo se transfiere esta forma de su mente a una pieza de mármol o a una
pared? [2]Llegado este punto, la cultura clásica estaba preparada para desarrollar una
teoría psicológica del artista creativo.

Quintiliano nos ofrece una definición de fantasía en el siglo I d.C. “Lo que los griegos
llaman phantasiai nosotros llamamos visiones; imágenes que representan objetos
ausentes de una forma tan clara para la mente, que creemos verlos con nuestros ojos
y tenerlo ante nosotros”.[3] La fantasía estuvo también relacionada con la concepción
de una imagen mental y por ello se la pudo considerar como el origen de la obra del
artista.
Para ser un artista no era suficiente percibir una imagen mental fantasiosa, era
necesario transmitir su visión  a la materia, además de técnica, habilidad y maestría en
las reglas. Apolonio  dice que “la facultad de imitar le viene al hombre por naturaleza,
pero la de pintar, por el arte.”[4]

Filostrato el Joven, siguiendo los pasos de su abuelo, escribió sobre arte en el siglo III
d.C. y opina sobre el artista “debe poseer un buen conocimiento de la naturaleza
humana, debe ser capa de discernir los signos del carácter de los hombres, incluso
cuando estén en silencio, así como lo que se revela por el aspecto de las mejillas y la
expresión de los ojos y de las cejas y, resumiendo el asunto, todo lo que tiene que ver
con el espíritu”.[5] La tarea más importante del pintor es mostrar el carácter, las
emociones y los estados de la mente.

Pero la apreciación de la expresión actúa en contra de la belleza simétrica,  “pues la


medida y la simetría equivale universalmente a la belleza y a la virtud”.Afirma Platón
Aunque es cierto que durante este periodo de tiempo, desde Platón en el siglo IV a.C.
y el III d.C. el estatus del artista experimenta varios cambios, pero nunca se consideró
al pintor y al escultor provisto de inspiración, como es el caso de los músicos o poetas.
Platón explica que estos últimos no componen sus obras siguiendo solamente las
reglas de la techné, sino que es la intervención divina la que los hace capaces de
crear sus obras.

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