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Lecturo

Edipo rey
(Delarúe tlel palocio de Edipo, en Tebos ljn grupo de an- por mí. Sé bien que todos estáis sufriendo y, al sufrir' no
i-ray ninguno de vosotros que padezca tanto como
yo' En
cianos y de ióvertes están sentados en las gradas del
oltar' en
efecto, vuestro dolor llega sólo a cada uno en sí mismo ya
actituá suplicante, portando raLnas de olivo' El Sacerdote
al tiempo'
de Zeus se atlelanta solo hacia el palacio' Edipo sale seguido
ningún otro, mientras que mi áni.mo se duele,
de dos ayudantes y contempla al grupo en silencio' Después
poia ciudad y por mí y por ti. t I El único remedio que
ire encontraclo, después de reflexionar a fondo' es el que
les dit'ige la palabra.)
he tomaclo: envié a Creonte, hijo de Meneceo, mi propio
cuñado, a la morada Pítica de Febo, a fin de que se ente-
EDIPO. ¡Oh hijos, descendencia nueva del antiguo Cad-
rara de lo que tengo que hacer o decir para proteger esta
mol ¿Por c1ué estáis en actitud sedente ante mí' coronados
ciuclad. Y ya hoy mismo, si io calculo en comparación con
con ramos de suplicantes? Así que, anciano' ya que eres
ei tiempo pasado, me inquieta qué estará haciendo' pues'
por tu condición a quien corresponde hablar' dime en
,ro-br" de todos: ¿cuál es la causa de que estéis así ante contralo q.," ., razonable, lleva ausente más tiempo de1
fijado. Seria yo malvado si, cuando llegue, no cumplo
mí? ¿E1 temor, o e1 ruego? Piensa que yo querría ayudaros
todo cuanto el dios manifieste.
en tódo. Sería insensible, si no me compadeciera ante
se-
SACERDOTE. Con oportunidad has hablado' Precisa-
mejante actitud.
en mi paísl Ves de mente estos me están indicando por señas que Creonte
sebr,nnOfE. ¡oh Edipo, que reinas
nos sentamos cerca de tus alta- se acerca.
qué edad ,o-oi los qr're
EDIPO. ¡Oh soberano Apolol iOjalá viniera con suerte Ii-
*r, .,rror, sin fuerzas aún para volar lejos; otros' torpes
beradora, del mismo modo que viene con rostro radiantel
por la vejez, somos Sacerdotes -yo 1o soy de Zets-' y
SACERDOTE. Por 1o que se puede adivinar' viene com-
ot.or, .r.ogidos entre los aún jóvenes' El resto del pueblo
placido. En otro caso no vendría así, con 1a cabeza coro-
con sus ramos permanece sentado en las plazas en acti-
nada de frondosas ramas de laurei'
tud de sirplica, junto a los dos templos de Palas y junto a
EDIPO. Pronto 1o sabremos, pues ya está 1o suficiente-
la ceniza profética de Ismeno. La ciudacl, como tir mis-
mente cerca para que nos escuche' ¡Oh príncipe' mi pa-
mo puedes ver, está ya demasiado agitada y no es capaz
todavía de levantar la cabeza de las profundidades
por la sangrienta sacudida. Se debilita en 1as plan-
ias fructífeias de la Tierra, en ios rebaños de bueyes
que pacen y en los partos infecundos de las muieres'
Áclemás, la divinidad que produce la peste' preci-
pitándose, aflige la ciudad. ¡Odiosa epidemia' bajo
cuyos efectos está despoblada la morada Cadmea'
mientras el negro Hades se enriquece entre suspiros
y iamentos! Niyo ni estos jóvenes estamos sentados
como suplicantes por considerarte igual a los dio-
ses, pero sí e1 primero de los hombres en los sucesos
de la vida y en ias intervenciones de los dioses' Tú
que, alllegar, liberaste la ciudad Cadmea del tribu-
to que ofrecíamos a la cruel cantora ¡ además' sin
haber visto nada más ni haber sido informado por
nosotros, sino con la ayuda de un dios, se dice y se
cree que enderezaste nuestra vida' Pero ahora' ¡Oh
fdipo el más sabio entre todosl, te imploramos to-
dos los que estamos aquí como suplicantes que nos
consigas alguna alttda bien sea tras oír el mensaje
de alg:ún dios, o bien 1o conozcas de un mortal' ["']'
EDIñO. ¡Oh hijos dignos de lástimal Venís a hablar-
me porque anheláis algo conocido y no ignorado
58 | . sourr.oNo
iente, hijo de Meneceol ¿Coñ qué res-
'uesta del oráculo nos llegas?

Entra Creonte en escena)


. 11()

:§.EONTE. Con una buena. Afirmo que


,.i: :ciuso las aflicciones, si llegan felizmen-
lt 1l (1. r a término, todas pueden resultar bien.
, al1e DIPO. ¿Cuál es Ia respuesta? Por lo que
!l L1 L' ¡¿bas de decir, no estoy ni tranquilo ni
i-- Lr 1 L) unpoco preocupado [...].
::rte - :RFONTE. EI soberano Febo nos orde-
est¿ rr claramente, arrojar de la región una
I ao[ :ancilla que existe en esta tierra y no
t -ies. lantenerla para que llegue a ser irreme-
. trq iable.
:t n ],.- DIPO. ¿Con qué expiación? ¿Cuál es la
¿turaleza de la desgracia?
al:¿- :RIONTE. Con el destierró o liberan-
:rr I1: a l;, un antiguo asesinato con otro, puesto
uc esta sangrc cs la que está sacudiendo
r ciudad.
.1:t t a DIPO. ¿De qué hombre denuncia tal
l t-l1i1 - esdicha?
- rjfO - :REONTE. Teníamos nosotros, señor, ,''
¿n otro tiempo a Layo como soberano
snte- Je esta tierra, antes de que tú rigieras cle aquel tai r.ez también de mí potlría querer vellgarse
i pa- :ectamente esta ciudad. Él murió y ahora nos prescribe con'n iolencia semejante. Así, pues, auxiliando a aquél me
:laramente que tomemos yenganza de los culpables con a,vudo a mí mismo [...].
',iolencia.
(Entran Edipo y Creonte en el palacio)
FDIPO. ¿En qué país pueden estar? ¿Dónde podrá encon-
:'arse la huella de una antigua culpa, difícil de investigar? SACERDOTE. Hijos, levantémonos. Pues con vistas a 1o
ts
CREONTE. Tras haber marchado, según dijo, a consultar que él nos promete hemos venido aquí. ¡Oja1á que Febo,
d oráculo, y lna.vez fuera, ya no volvió más a casa. el que ha enviado estos oráculos, llegue como saivador y
5DIPO. ¿Y ningún mensajero ni compañero de viaje ponga fin a la epidemia! [...].
-o r-io, de quien, informándose, pudiera sacarse alguna
'"-entaja?
(Edipo y Creonte salen de la escena y, seguidamente, entra
en ella el Coro de ancianos tebanos.)
CREONTE. Murieron, excepto uno, que huyó despa-
r-orido y solo una cosa pudo decir con seguridad de lo CIORO. ¡Ay de rni! Soporto dolores sin cuento. Todo mi
que vio. pueblo está errfermo y no existe e1 arma de la reflexión
EDIPO. ¿Cuál? Porque una sola podría proporcionarnos con la que Llno se pueda defender. Ni crecen los frutos de
el conocimiento de muchas, si consiguiéramos un peque- la noble tierra ni las mujeres tienen qlre soportar quejum-
ño principio de esperanza. brosos esfuerzos en sus partos.
CREONTE. Decía que unos ladrones con los que se tro-
(.Sale Edipo y se dirige al Coro)
pezarofi le dieron muerte, no con el rigor de una sola
mano, sino de muchas [...]. EDIPO. He venido a ser un ciudadano entre ciudadanos,
EDIPO. Yo lo volveré a sacar ulaluz desde el principio, os diré a todos vosotros 1o siguiente: aquel de yosotros
de manera que veréis también en mí, conrazón, a un alia- qlle sepa por obra de quién murió Layo, le ordeno que
do para vengar a esta tierra al mismo tiempo que al dios. me 1o reyele todo 1., si siente temor, que aleje la acusa-
Pues no para defensa de lejanos amigos sino de mí mismo ción que pesa contra sí mismo, ya que ninguna otra pena
alejaré yo en persona esta mancha. El que fuera el asesino sufiirá y saldrá sano y salvo del país. Si alguien, a sL1 vez,
' sANI1LLAN \
conoce que el autor es otro de otra tierra, que
no calle. Ahora, cuando yo soy el que me en-
cuentro con el poder que antes tuvo aquél, en
posesión del lecho y de la mujer fecundada, \
igualmente, por 1os dos, 1o defenderé y llegaré :r<
-uf \,
a todos 1os medios tratando de capturar al au-
tor del asesinato [...]. {/f'3
CORO. Sé que, más que ningún otro, el noble
Tiresias ve Io mismo que el soberano Febo, y
de é1 se podría tener Lln conocimiento muy
¡ exacto, si se le inquiriera. señor.
:
::
(Entra Tiresias can los enviados por Edipo. tJn
niño le acompaña.) -t

CORIFEO. Pero ahí está el que 1o dejará al


descubierto. Estos traen ya aquí al sagrado
adivino, al único de los mortales en quien Ia
verdad es innata.
EDIPO. ¡Oh Tiresias, que todo Io manejas,
1o que debe ser enseñado y lo que es secreto,
ios asuntos del cielo y los terrenalesl Aunque
no ves, comprendes, sin embargo, de qué mal
es víctima nuestra ciudad. Porque Febo, si es
que no 1o has oído a los mensajeros, contes-
EDiPO. No como para decir que me es comprensible,
tó a nuestros embajadores que la única liberación de esta
Dilo de nLlevo.
plaga nos llegaría si, después de averiguarlo correctamen-
TIRESIAS. Afirmo que tú eres el asesino del hombre
te, dábamos muerte a los asesinos de Layo o ies hacíamos
acerca del cual están inyestigando [...].
salir desterrados del país. Tú, sin rehusar ni el sonido de
EDIPO. Di cuanto gustes, que en r.'ano será dicho.
las aves ni ningún otro medio de adivinación, sálvate a ti
TIRESIAS. Afirmo que tú has estado conviviendo muv
mismo y a la ciuclad y sálvame a mí, y líbranos de toda
sin advertirlo, con 1os que te son más
impureza originada por el muerto. \yergonzosamente,
'queridos
y que no te das cr-ienta en qué punto de desgra-
TIRESIAS. ¡Ay, ayl ¡Qué terrible es tener clarividencia
cia estás.
cuando no apro'necha al que la tiene! Yo 1o sabía bien,
EDIPO. ¿Crees tú, en r.erdad, que r.as a seguir diciendc
pero 1o he olvidado, de 1o contrario no hubiera venido
alegremente esto?
aquí [...].
TIRESIAS. Aunque seas el rev, se me debe dar la mism¿r
EDIPO. No hablas con justicia ni con benevolencia para
oportunidad de replicarte, a1 menos con palabras seme-
ciudad que te alimentó, si Ie privas de tu augurio.
1a
jantes [...]. Y te digo: ese hombre que, desde hace rato.
TIRESIAS. Porque veo que tus palabras no son oportunas
buscas con amenazas \-con proclamas a causa del asesi-
para ti. ¡No vaya a ser que a mí me pase 1o mismo...l
nato de Layo está aquí. Se dice que es ertraniero estable-
(Tiresias hace ademán de retirarse.) cido aquí, pero después saldra a la 1uz qlle es tebano por
su linaje y no se complacerá de ta1 suerte. Ciego, cuando
EDIPO. No te des la vuelta, ¡por los diosesl, si sabes algo,
antes tenía vista, y pobre, en lugar de rico, se trasladará a
ya que te 1o pedimos todos los que estamos aquí como
tierra extraña tanteando el camino con Lln bastón. Ser¿
suplican tes.
manifiesto que él mismo es, a la vez, hermano y padre d.
TIRESIAS. Todos han perdido el juicio. Yo nunca revelaré
sus propios hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nacir
mis desgracias, por no decir las tuyas.
y de la misma raza, así como asesino de su padre. Entra r
EDIPO. ¿Qué dices? ¿Sabiéndolo no hablarás, sino quepien-
reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yc
sas traicionarnos y destruir a la ciudad? [...] Pues bien, de-
ya no tengo razón en el arte adivinatorio.
bes manifestarme incluso 1o que está por llegar. TIRXSIAS.
¿No has escuchado antes? ¿O es que tratas de que hable? Sófocles
,+i_, i os.lNtn.r.¡N¡.

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