21/5/2021 El progresismo en el laberinto del desarrollo - Revista Anfibia

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21/5/2021 El progresismo en el laberinto del desarrollo - Revista Anfibia

La tensión entre producción y ambiente -entre

divisas y sustentabilidad- está en carne viva en
Argentina. Anabel Marín y Mariano Fressoli
proponen que el progresismo desarrollista y el
progresismo ambientalista se crucen a la misma
vereda e intercambien mirada crítica y capacidad
estratégica. Construir un futuro ecosocial necesita
de narrativas de esperanza en lo político y en lo
tecnológico, y más expectativa en la acción de la
sociedad civil que en la del Estado.

Residuos Industriales
Recoleccion de Residuos Industriales, en industrias.

marbengestionambiental.com.ar

La tensión entre producción y ambiente, o divisas versus sustentabilidad, está en

carne viva en Argentina. El anuncio de un posible acuerdo con China para instalar
granjas industriales de carne porcina reavivó el debate sobre desarrollo o
maldesarrollo. En los últimos meses, además, la irrupción descontrolada de
incendios que ya arrasaron casi 900 mil hectáreas en 22 de las 23 provincias del
país terminó de consolidar en el imaginario colectivo la relación entre destrucción
ambiental y actividades extractivas a gran escala. 
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El reconocimiento de la gravedad y alcance de la crisis climática a nivel global y
del impacto de gran parte de nuestras actividades económicas en los ambientes
locales está llegando a un punto de inflexión.
 
Las críticas al modelo de desarrollo en Argentina existen hace décadas,
encarnadas en las luchas sociales contra la minería a cielo abierto, las pasteras de
celulosa y las fumigaciones de pesticidas, por ejemplo. Pero hasta hace poco
tiempo eran más bien fenómenos regionales, asociados al estilo not in my backyard
(“no en mi patio trasero”), que no lograban romper la alianza de intereses,
complicidades y silencios del modelo de desarrollo extractivista. Como en tantos
otros aspectos, la pandemia permitió visualizar el tamaño y la urgencia del desafío
ambiental, en Argentina y en el mundo. 
 
El creciente pedido de explicaciones sobre el acuerdo porcino con China se
empieza a encadenar simbólicamente con las marchas para evitar el cambio en la
legislación sobre minería en Mendoza y las movilizaciones por la Ley de
Humedales.  
 

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La crisis ambiental se monta sobre una crisis económica y política sin precedentes,
aun para la Argentina. Todo esto se condimenta con dificultades para generar
espacios de diálogo que permitan cultivar nuevas ideas y soluciones. En un
momento de posiciones extremas, existe el riesgo de generar una nueva grieta en
nuestro país, pero esta vez dentro del progresismo. 
 
En un rincón se encuentra un pensamiento que podría denominarse progresismo
desarrollista, que ha intentado minimizar y/o relativizar los costos ambientales. Sus
argumentos se basan en la necesidad de atraer inversiones para generar empleo y
expandir exportaciones y divisas, y más importante aún, fomentar encadenamientos
productivos. En el otro rincón, el progresismo ambientalista alerta sobre los daños,
peligros y riesgos ambientales y sociales de las actividades que más generan
recursos económicos en el país, y exige cambios significativos. 
 
Estas posiciones no son antagónicas, pero cada bando repite su canción en un
loop poco productivo. Es necesario iniciar un diálogo y abordar cuestiones
problemáticas de las dos visiones. El progresismo desarrollista, aún priorizando
objetivos económicos, por ejemplo, no incorpora una visión crítica sobre la
sustentabilidad económica de un modelo que ya encuentra rechazo en los
mercados de altos ingresos, que ponen cada vez más barreras a productos y
servicios desarrollados destruyendo el ambiente o asociados a riesgos de salud,
como la mayoría de los que exporta Argentina. De la misma manera, el
ambientalismo, más allá de iniciativas y prácticas muy atractivas que despliega y
propone a escala micro, todavía no ha logrado aportar una visión estratégica sobre
cómo abordar los desafíos económicos actuales. 
 
Entrar al laberinto para rediscutir el modelo
 
Para salir del laberinto es necesario recorrerlo y reconocer la complejidad del
problema en el que nos encontramos. Argentina exporta recursos naturales, más o
menos procesados, que son la mayor fuente de las necesitadas divisas para el
país. Sin embargo, los problemas económicos, sociales y ambientales que esto
genera son cada vez más evidentes para la mayor parte de la sociedad. La
necesidad de aumentar el ingreso de dólares choca de frente contra una parte de
la sociedad argentina que no acepta más los costos de estas actividades con
perjuicios sociales y ambientales, mientras que encuentra cada vez más esquivos
los beneficios. 
 
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Segundo, se debería aprovechar la crisis y el estado de alerta social para repensar
nuestro modelo de crecimiento y desarrollo, nuestra visión de futuro y nuestra
imaginación de lo que constituye progreso. Los que piensan y diseñan las políticas
económicas progresistas necesitan dejar de intentar barrer las críticas ambientales
bajo la alfombra y aprender a darle el lugar protagónico que se merecen,
aprovechando su potencial democrático y creativo. Después de todo, ha sido la
sociedad civil argentina, cada vez más informada y organizada, la que con sus
pedidos de explicación, cuestionamientos y movilizaciones está forzando a
rediscutir y volver a negociar el modelo. 
 
¿Es posible accionar un cambio en la dirección de largo plazo sin descuidar los
desafíos del presente? ¿Cómo se resuelven las urgencias de corto plazo mientras
se rediseña nuestro futuro? No tenemos todas las respuestas, pero creemos que
empezar a transitar ese camino implica revisar las estrategias del progresismo
ambiental y el desarrollista.
 
Salir del laberinto por abajo
 
Un problema para la construcción de un modelo de desarrollo sustentable es la
sobrevaloración del rol del Estado. La visión del Estado como el actor que
representa el bien público en el sistema democrático es más una aspiración que
una realidad. También resulta ingenua la idea de que el mismo Estado que
necesita y promueve el agronegocio, la megaminería o la producción animal a gran
escala, pueda ser capaz de monitorear y controlar costos y riesgos, regular y
compensar a los privados. El Estado necesita las divisas y los ingresos que se
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derivan de las inversiones productivas tan cuestionadas; no puede renunciar a

ellos. Tiene intereses creados en esas negociaciones. Además, por la brevedad del
período de gobierno, los gobernantes tienden a privilegiar el presente ya que
necesitan mostrar resultados. 
  
La trampa de los recursos naturales a corto plazo tiene solo una salida:
democratizar las instituciones para la toma de decisiones, incluir a la sociedad civil
en un rol central en los procesos ejecutivos y monitoreo. Las prioridades en esta
etapa deberían ser la transparencia y la participación; y el principio guía, más que
la sustentabilidad como algo abstracto y en disputa, debe ser la justicia ambiental.
La participación es la válvula de escape para el campo del progresismo
desarrollista, que en su afán por conseguir dólares para mejorar la distribución de
beneficios, termina pegado a los intereses de las élites por no democratizar las
decisiones de inversión. 
 
La sociedad civil, autoconvocada y articulada en sus organizaciones, debe ser
parte de las negociaciones y decisiones. Especialmente, quienes representan a
sectores en general marginados, que suelen ser los más afectados por las
actividades extractivas. Numerosas experiencias de participación ciudadana en
temas conflictivos asociados a recursos naturales han dejado sabor amargo, pero
ha habido también experiencias positivas. En los últimos tiempos se han
identificado algunos de los desafíos más relevantes para que la participación
funcione y se ha avanzado en su tratamiento, por ejemplo en cuestiones como las
asimetrías de información, conocimiento y poder. Ha habido avances significativos
también en el desarrollo de metodologías participativas que van más allá de la
resolución de conflictos, apuntando a la construcción colectiva de herramientas y
de agendas de trabajo con una mirada transformadora. 
 

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Transformar el futuro, democratizar el conocimiento
 
En el largo plazo, lo importante es incorporar una visión dinámica y política de
cambio  tecnológico. La construcción de un modelo de desarrollo ecosocial
implica tanto un cambio de políticas y de prácticas, como la construcción de un
nuevo imaginario tecnológico. Esta tarea tampoco se puede posponer. En este
punto, así como el progresismo desarrollista no debería abandonar la
democratización de las tecnologías, el ambientalismo tampoco puede tercerizar la
visión de cambio científico-tecnológico. 
 
Es necesario imaginar y negociar otros futuros, e iniciar acciones para incentivar
cambios radicales en la dirección de las inversiones y los esfuerzos. Los costos
ambientales de hoy son el resultado de decisiones tecnológicas que las empresas
tomaron en el pasado, en relación a dónde dirigir sus investigaciones, desarrollos y
actividades productivas. Si no son reguladas, las empresas buscarán
exclusivamente incrementar beneficios, reduciendo costos y aumentando sus
posibilidades de control y apropiación, y no habrá un cambio de dirección. Es
necesario promover que redirijan sus búsquedas, que se pluralicen las prioridades
y los criterios de evaluación y selección para las inversiones existentes y a futuro.
Si los requerimientos sociales y regulatorios se vuelven más exigentes y complejos,
las empresas orientarán las inversiones en direcciones más sustentables. 
 
Pero esto solo no alcanza. Controlar, regular y castigar a las empresas para que
sigan direcciones deseables no es suficiente. Existe un problema de asimetría de

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información y conocimiento entre empresas, Estado y sociedad que solo puede ser
salvado con el involucramiento directo.
 
Ni la democratización política, ni la redistribución de recursos, ni la resistencia a los
proyectos contaminantes alcanzan para abordar los numerosos desafíos de la
sustentabilidad. La construcción de un futuro ecosocial necesariamente requiere
una narrativa de esperanza en lo político y en lo tecnológico. Hace falta
descentralizar los procesos de generación y apropiación de conocimientos,
innovaciones e incluso producción, tal como vienen haciendo miles de proyectos
de software libre, hardware libre, semillas abiertas y tantos otros. Sólo así la
sociedad podrá tener la información y conocimiento necesarios para participar en
las decisiones y en los cambios de dirección. 
 

COMENTARIOS

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Gabriela Romero
Linda nota! Aunque sucedió una Cumbre de la Tierra en
1992 - ¡y cómo la hubo! de mi parte, destaco el nivel
cientifico con que se mostraron todos y cada uno de los
problemas ambientales globales- y pese a los cambios
reales ocurridos en prácticas y tecnologias
incorporadas"para la sustentabilidad", es notable que, a
casi 30 años de semejante revelación, estemos remando en
el mismo dulce de leche.
Me gusta · Responder · 6 · 25 sem

Rafa Santos
buen camino! pero, en mi opinión, esteril sin un nucleo
genuinamente desantropocentrizante
Me gusta · Responder · 3 · 25 sem

Nicolas Torino
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Nicolas Torino
mucho humo. El problema es simple: hay que conseguir
usd. La imaginación de futuros posibles con cambios
tecnológicos no se que, no consigue usd.

La supuesta conciliación entre la necesidad real y los

deseos pequeñoburgueses ambientalistas muere a la hora
de tener que volverse concreta: Como desarrollamos el
país sin ingreso de divisas extranjeras? no se puede. Cual
es la única forma que tenemos de ingresar divisas? El
campo.

Después, una vez que ingresen las divisas y que se yo,

discutamos modelos alternativos de desarrollo. La
transferencia del campo a la ciudad es el modelo más
común de desarrollo, después de todo. Pero sin eso no se
puede.
Me gusta · Responder · 25 sem

Analía Cocca
Deseos pequeñoburgueses?? Ud. debería
informarse mejor. En Chubut por ejemplo, la
población se viene manifestando hace mucho
tiempo, y es brutalmente ignorada y traicionada por
el gobierno, su voluntad de oponerse a la
megaminería porque ya conocen las
consecuencias! Cuando las empresas mineras se
van habiendo extraído hasta lo último, solo dejan
contaminación, miseria, y paisajes destruídos...Los
beneficios son solo para las empresas y para los
gobiernos genuflexos que las habilitan a espaldas
del pueblo!! Ningún deseo pequeñoburgués ! Los
voceros de estos modelos llaman también "eco
terroristas" a quienes pretenden denunciar el
desastre ambiental!! Vergüenza!!!
Me gusta · Responder · 13 · 24 sem

Matías Corradi
La cuestión sería como diversificar la matriz
productiva para desprimarizar la economía y que no
sea solo el campo quien aporta los dólares. Quizá
expropiando a los grandes terratenientes,
nacionalizando el comercio exterior y
redistribuyendo racionalmente la plata que ingresa.
El problema de fondo no es calibrar un modelo
sustentable en clave progre sino abolir la
apropiación privada de los medios productivos en
función de las grandes mayorías. Ah no, es muy
zurdo lo que planteo, sorry, se me escapó la turtle.
Me gusta · Responder · 8 · 23 sem

Lucrecia Greco
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El negacionismo ambiental es una política,

estudiada y documentada. Por eso como dice el
artículo barrer el problema SOCIOAMBIENTAL
(socioambiental, no se separa) con un argumento
sesgado y poco autorrefelxivo, de que es una
demanda "pequeñoburguesa" (por favor estudien el
devenir de varios movimientos sociales en
latinoamerica y el mundo, como ejemplo mas raso
el MST brasileño) es una forma de suicidarnos.
Como dice el compa arriba el antropocentrismo es
el problema, es nocivo, es tan nocivo como el
racismo, el clasismo y el patriarcado. claro que no
existe justicia socioambiental que se ll… Ver más
Me gusta · Responder · 3 · 15 sem · Editado

Gabriel Gomez
La pregunta es: será capaz el capitalismo de reinventarse
en clave ecológica? Yo creo que ya hay una agenda en ese
sentido y de aquí al 30 vamos a ver qué las empresas y el
estado van a estar obligadas a íntegrar las "externalidades".
En este sentido creo que los autores se equivocan; el
conocimiento y la innovación ya se han democratizado.
Falta ver si las consecuencias políticas (si es que las tiene )
de tal democratizaci ón se expresan en una nueva
institucionalidad. Ahí entra también la posibilidad de una
soberanía negociada en una constitución (no en sentido
legal).
Me gusta · Responder · 24 sem

Gabriela Romero
Después de unas semanas de haber leído esta publicación,
veo la novedad del agua cotizando en bolsa y me suena a
que "los malos patearon el tablero". Definitivamente. Si bien
es en un territorio productivo delimitado y pequeño (en
términos porcentuales), resulta que ¡¡la bolsa es La Bolsa!!
Y el precedente ya está dado: recursos imprescindibles
para la vida de toda especie obtienen valor de mercado... y
no vi ni escuché a ningún líder gubernamental, político,
religioso ni comunidad científica ni nadie de peso para los
destinos planetarios opinar sobre este punto de inflexión en
la ruta evolutiva de nuestra civilización.
Me gusta · Responder · 2 · 22 sem

Valeria Monti
gracias, este es el debate que hay que dar ya. me encantó
la nota, solo que, comprendiendo la necesidad de divisas
para la gestión y el nivel de pobreza en el país, leo un tanto
atenuada la urgencia de atender el tema ambiental. algunxs
siguen como la rana en el agua, viviendo a corto plazo y
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21/5/2021 El progresismo en el laberinto del desarrollo - Revista Anfibia

eligiendo no ver la crisis y el peligro de extinción en el que

se encuentra la humanidad, necesitarán tener frente a sus
narices el caos para darle a este tema la atención y
preocupación que merece. por suerte las nuevas
generaciones están más concientes de lo que se viene y
ocupándose de estos temas.
Me gusta · Responder · 1 · 15 sem

Leonardo Pflüger
No creo que hayan dejado de ser fenómenos de “not in my
backyard”, lo único que pasó es que los cultores del NIMBY
ahora se inclinan por generar asociaciones estratégicas
entre sí para seguir externalizando a otros territorios los
costos ambientales de su estilo de vida, lo que además
conlleva la externalizar de las consecuencias de la crisis
económica hacia otras clases sociales que generalmente
no tienen posibilidad de hacer escuchar sus desesperadas
voces. Lo que sucede hoy en la meseta chubutense es un
claro ejemplo. Coincido en la dificultad para generar
espacios de diálogo, pero no creo … Ver más
Me gusta · Responder · 1 · 15 sem

Roberto Cittadini
Muy buena la nota. Yo creo que la contradiccion entre
divisas y sustentabilidad se da porque nos falta ampliar la
visión y/o por los intereses y rigideces del actual modelo
agroalimentario. Por ejemplo si orientarnos rápidamente la
producción de la región pampeana (granos y carnes) hacia
la agroecologia y/o la producción orgánica nuestras
exportaciones lograrían más divisas y se pondrían a tono
con las tendencias crecientes del mercado internacional. De
todas maneras coincido con los autores que esto hay que
empujarlo desde la sociedad. Pero a su vez creo que sí se
incluyera seriamente en la agenda de la política tal como ya
lo había planteado Perón en 1972 integrando la cuestión
social y la cuestión ambiental se crearía una mística y una
adhesión militante que aceleraría un camino imprescindible
a nivel de los territorios, del país y el mundo.
Me gusta · Responder · 5 · 15 sem

Jorge Viterbo
En mi humilde opinión el Capitalismo por más qué se
reinvente, ya está absoleto. Nace de Antropocentrismo
negacionistas del equilibrio natural. Es hijo de una cultura
colonialista depredadora y deshumanizada. Para crecer se
valió del extrativismo, de la Minería y a la Agricultura
industrial. Hoy el contexto mundial es otro, la realidad a
cambiado. El planeta tierra ya no puede resistir más, este
metabolismo de desarrollo. Debemos reinventarnos en un
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Nuevo Paradigma, dónde las Ciencias Económicas, dejen
de ser la columna vertebral de esté sistema. Las políticas
Latinoamericanos deberían hacer pagar los costos
socioambientales ,cobrando muy bien los servicios
ambientales, de los cuáles gozan los países desarrollados.
La civilización cambió, la crisis de su adolescencia, la está
superando ,estamos llegando a la Adultez Civilizatoria.
Me gusta · Responder · 15 sem

Soniel Puritierrez
Históricamente el progresismo fue desarrollista tecnocrático
y antiambiental. Un "progresismo ambientalista" es medio
un oximoron como desarrollo sustentable.
Partir de que "necesitamos divisas" es aceptar un esquema
de inserción mundial que necesariamente nos lleva a la
degradación ambiental. Pasando por alto la ilegitimidad de
la deuda claro.
Pensar en una narrativa de esperanza en lo tecnológico es
creer que lo tecnológico por sí mismo nos salvará lo cual es
propio de discurso hegemónico. Lo tecnológico no está
fuera de un contexto económico, político y cultural.
En cuanto a que "Si los req… Ver más
Me gusta · Responder · 15 sem

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Anabel Marín
ACADEMICO

Investigadora senior en políticas de ciencia, tecnología e innovación en

CONICET. Dirige el Centro de Investigaciones para la Transformación
(CENIT), asociado a la Escuela de Economía y Negocios de UNSAM, y la
iniciativa de semillas abiertas Bioleft. Ver más

Mariano Fressoli
ACADEMICO

Investigador adjunto en CONICET en el área de estudios sociales de la

ciencia y la tecnología, es parte del equipo del Centro de Investigaciones
para la Transformación (CENIT), asociado a la Escuela de Economía y
Negocios de UNSAM. Ver más

Malena Guerrero
ILUSTRADOR

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21/5/2021 El progresismo en el laberinto del desarrollo - Revista Anfibia

Licenciada en Diseño de Comunicación Visual por la UNR. Trabaja como

ilustradora y animadora freelance para medios digitales e impresos. Es
integrante de la colectiva gráfica Cuadrilla Feminista. Ver más

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San Martín, Prov. de Buenos Aires
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