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Asignatura:

Fundamento de Medición psicológica

Tema:
Trabajo Práctico
Nombre:
Claribel Morales Guillén

Matrícula:
18-spss-2-243

Sección:
592

Profesor:
Félix Martínez

Fecha:
23/03/2020
Índice

Historia de la medición psicológica……………………………………………..1


Revisión de Terman (1916)
Medición en la psicología más: los 4 niveles o escalas de medición de medición..2

Tipos de niveles de medición


Nivel de medición nominal
Nivel de medición ordinal
Nivel de medición de intervalo
Nivel de medición de razón

Evaluación en la psicológica……………………………………………………3
Etapas de evaluación
Proceso de evaluación

Diagnostico en la psicología……………………………………………………4
Tipos de diagnósticos psicológicos

El diagnostico psicológico sintomático

El diagnóstico psicológico estructural

Bibliografía…………………………………………………………………5
1. Historia de la medición psicológica

Pueden encontrarse algunos intentos de hacer medición


muy antiguos: el Imperio Chino, los griegos, la edad
media y hasta la Biblia; tal vez el ejemplo más reportado
sobre estos primeros intentos es la clasificación del
médico griego Galeno, quien clasifica a los seres
humanos según los ‘humores’ en sanguíneo, colérico,
flemático y melancólico en lo que podría verse como una
primera propuesta de escala nominal para medición de la
personalidad. Aunque la literatura está llena de ejemplos
como el anterior, lo que se conoce hoy como psicometría
empezó a tomar forma sólo hasta el siglo XIX.

El famoso episodio del joven auxiliar en el Observatorio Astrológico de Greenwich, cuyos registros
del tiempo de paso de las estrellas a través de una línea del campo visual del telescopio, diferían
sistemáticamente de los de su maestro, se convirtió gracias a las elaboraciones de los psicofísicos, en
la evidencia de que algunas diferencias humanas podían cuantificarse. Mediante monitoreo de los
registros de los astrónomos en dicho observatorio Bessel (1816) observó que había variaciones en la
rapidez con que reaccionaban los individuos a estímulos visuales, dando lugar a lo que se conocería
como la ecuación personal. Quetelet, matemático belga, fue el primero en plantear que la teoría
matemática de la probabilidad podía aplicarse a las mediciones humanas.
Por otra parte, los trabajos de Esquirol (1838), médico francés que se interesó por el estudio del
retraso mental, constituyen un avance interesante en la medición de este trastorno que tendría
implicaciones en el futuro desarrollo de técnicas más refinadas para la medición del mismo. Pueden
resumirse en tres los aportes de Esquirol: Por una parte hace distinción entre los ‘alienados’, con
profundos trastornos emocionales y los retrasados mentales con deficiencias de tipo intelectual; de
otra parte intenta algunas clasificaciones de los diversos grados de retraso mental y finalmente,
identifica ‘el lenguaje’ como el criterio más fiable para evaluar y clasificar los trastornos mentales.
En esta misma línea se encuentran las contribuciones de su compatriota y colega Seguín (1866)
quien, con su rechazo a la noción de incurable del retraso mental, crea la primera escuela para
retrasados y diseña algunos procedimientos de adiestramiento básicamente sensorio-motor, algunos
de los cuales forman parte de los llamados ‘test no verbales de inteligencia’.
Desde una perspectiva muy diferente, ya que estaban más interesados por plantear generalizaciones
que por analizar diferencias, se encuentran los primeros psicólogos experimentales del laboratorio de
Wundt, (1879) en Leipzig. Estos personajes, a quienes la historia reconoce como los fundadores de la
psicología experimental, tuvieron gran importancia en los desarrollos de la medición en psicología:
Por una parte diseñaron algunas pruebas de sensibilidad y tiempos de reacción a estímulos visuales,
auditivos y de otros sentidos, marcando la pauta para la mayoría de trabajos que en la misma línea se
desarrollaron a finales de siglo XIX y por otra, con su rigor científico, pusieron de manifiesto la
necesidad de controlar las condiciones de prueba y tipificar procedimientos.
Sin duda uno de los personajes que ha merecido el mayor reconocimiento por sus interesantes
aportes no sólo en la medición en psicología sino en otros campos como la biología, es Sir Francis
Galton. Este polifacético inglés interesado por el estudio de la herencia, sintió rápidamente la
necesidad de medir las características humanas así que creo un laboratorio antropométrico en
Londres (1884) para el cual diseñó varias pruebas de agudeza y discriminación sensorial con la
convicción de que éstos le permitían medir el intelecto. Algunos de tales instrumentos como la barra
de Galton y el silbato de Galton se han utilizado para medición de la discriminación visual de
longitud y del grado de sensibilidad a tonos altos, respectivamente, hasta hace muy poco tiempo.
Además del diseño de instrumentos de medición sensorial, Galton fue el primero en utilizar las
escalas de estimación, los cuestionarios y la asociación libre; pero tal vez el aporte que no ha sido
suficientemente reconocido fue el haber seleccionado y adaptado algunas técnicas matemáticas para
el análisis de los resultados de sus pruebas y la medición de las diferencias individuales y el haber
introducido la idea de variación concomitante entre dos medidas[1], constituyéndose en el precursor
de lo que hoy se conoce como coeficientes de correlación, análisis de regresión y otros
procedimientos de análisis cuantitativos en investigación con humanos.
De acuerdo con las ideas de Galton sobre la medición de la inteligencia y convencido de que era casi
imposible medir objetivamente funciones complejas, el psicólogo norteamericano James McKeen
Catell, discípulo de Wundt en el laboratorio de Leipzig, diseñó y aplicó un sinnúmero de test de
discriminación sensorial, tiempo de reacción, memoria y otras. A Catell se le debe además, la rápida
difusión de aplicación de pruebas en Norte América y los primeros intentos por validarlas con
criterios externos; sin embargo, el hecho que con mayor frecuencia se reporta en torno a sus aportes
es haber introducido en la literatura psicológica el término de test mental (1890). Aunque, por este
hecho, a Catell se le reconoce como el ‘padre’ de los test mentales, las dos últimas décadas del siglo
pasado fueron testigos de una gran cantidad de trabajos que pretendían desarrollar medidas de
funciones psicológicas complejas. Entre ellos se encuentran los trabajos de los alemanes Oehrn
(1889), Kraepelin (1895) y Ebbinghaus (1897), los norteamericanos Jastrow (1891), Münsterberg
(1891), Bolton (1892), J. A. Gilbert (1897), los italianos Guicciardi y Ferrari (1896) y muchos otros,
algunos de los cuales empezaban a cuestionar el hecho de que los resultados de los test mentales no
guardaran correspondencia con el éxito académico.
Dos de estos trabajos merecen capítulo aparte: Por un lado, los intentos de medición de procesos
psicológicos complejos en el campo de la psicopatología presentado por Kraepelin (1895), quien
construyó una cantidad de test que pretendían medir diversos rasgos que permitieran caracterizar a
los individuos, se constituyeron en los precursores de las mediciones objetivas de la personalidad.
Por otra parte,  los test de completación de frases de Ebbinghaus (1897) fueron los únicos de los
desarrollados en esa época, que permitieron una predicción adecuada del rendimiento académico y
aún hoy forman parte de la mayoría de pruebas de inteligencia.
Sin embargo, el honor de la publicación de la primera escala de medida de inteligencia le
correspondió al francés Alfred Binet, quien en compañía de Henri había publicado en 1895, un
artículo que criticaba los test existentes hasta el momento por dedicarse a mediciones muy precisas
de funciones muy elementales; y proponía otros que abarcaban funciones más complejas aunque
medidas menos precisas. En este contexto, la primera escala de medida de inteligencia, que reunió las
experiencias anteriores e introdujo además preguntas sobre juicio, comprensión y razonamiento, fue
desarrollada por Binet y Simón y se publicó en 1905. En la segunda revisión de esta escala se
propone un procedimiento sistemático para obtener los puntajes de prueba y se introduce el concepto
de Edad mental (1908).
Revisión de Terman (1916)

La edad  mental de Binet y Simón se obtenía gracias al ordenamiento de los elementos de la escala
en orden creciente de dificultad y su agrupación por niveles de edad. Tal agrupación obedecía a
criterios empíricos, reuniendo los elementos que podían ser contestados correctamente por niños
normales de cada edad cronológica desde 3 a 13 años; la edad mental era el nivel al que llegaba cada
examinado, esto es, el nivel que alcanzaba dentro de esta graduación. Tratándose de un índice tan
sencillo tuvo gran aceptación por ser la primera propuesta de una unidad de medida que aunque no
alcanzaba el nivel de precisión de las utilizadas hasta el momento dentro de las mediciones
sensoriales, tenía el gran mérito de ser propia de la psicología. La principal limitación de esta unidad
era sin embargo, que su interpretación dependía de lo que se esperaría de la ejecución del examinado
dada su edad cronológica; es decir, saber que un niño tenía una edad mental de 4 años no reportaba
mayor información acerca de si su nivel estaba dentro de lo ‘normal’ o por el contrario estaba por
encima o por debajo de lo que se esperaría de él.  La propuesta de Terman supera tal limitación
construyendo una unidad cuyo resultado es interpretable: el famoso C.I. no era otra cosa que la razón
edad mental de Binet sobre la edad cronológica multiplicado por 100, de manera que los puntajes
alrededor de 100 (edad mental = edad cronológica) indicaban normalidad, para cualquier nivel de
edad del examinado. Esta unidad de medida de inteligencia, con todas sus limitaciones, tiene una
gran importancia en la psicometría ya que con ella, los test psicológicos lograron un reconocimiento
nunca antes alcanzado hasta el punto de que el C.I. se convirtió casi en un mito.
Terminada la segunda década del presente siglo los test psicológicos gozaban de gran popularidad, el
concepto de C.I. era ya ampliamente conocido y la Americana Psicológica Asociación (A.P.A.)
mostraba gran interés en el desarrollo de pruebas psicológicas. La decisión de Estados Unidos de
participar en la Primera Guerra Mundial y de la APA en colaborar en dicha empresa, puso de
manifiesto algunas limitaciones de los test psicológicos conocidos hasta el momento. Por una parte,
se trataba de instrumentos que debían ser aplicados de manera individual y por psicólogos
experimentados lo cual no resultaba conveniente si se trataba de seleccionar grandes números de
personas para el ejército norte americano. Robert Yerkes (1917) y su equipo designado precisamente
por la APA, recolectó todos los tests disponibles y algunos no publicados y conformaron una primera
prueba de aplicación colectiva conocida como Test Army Alfa, basada en los trabajos aún no
publicados de Arthur Otis.  Por otra parte, las pruebas conocidas hasta el momento no permitían la
evaluación de personas analfabetas, con deficiencias de lenguaje o que no conocieran el idioma,
nuevamente los trabajos de Otis sirvieron como base para el desarrollo del primer test de inteligencia
no verbal conocido como el Test Army Beta. Finalmente, el concepto de C.I., a partir de edad mental
y edad cronológica no resultaba muy adecuado cuando se trataba de evaluar adultos, así que nacieron
las primeras formas de puntuación de los tests a partir de normas de grupo; basadas en la
comparación de la ejecución de un individuo en la prueba, con el desempeño promedio del grupo
(población) al que pertenece según algunas variables de interés como sexo, edad o escolaridad. Este
tipo de unidad de medida sigue siendo utilizado hoy.
Así la tercera década del presente siglo fue testigo de una inusitada popularización del uso de los
‘tests psicológicos’ hasta el punto de que la psicología se asociaba con términos como ‘test’ o ‘C.I.’.
Según Anastasi (1974) “... el florecimiento de los test, ocurrido en los años veinte, basado en el uso
indiscriminado de los mismos, puede haber causado tanto retraso como progreso en
los test psicológicos.”. Sin embargo, mientras en Norte América estaba en pleno auge el desarrollo y
uso de test psicológicos para muchísimos fines, otros autores se preocupaban más por los análisis
matemáticos que brindaran mayor soporte a sus resultados y por el desarrollo de modelos teóricos y
de análisis sobre todo en el campo de la medición de la inteligencia. Se destacan en esta línea los 
trabajos de los ingleses Spearman, Thompson y Burt, que fueron continuados y perfeccionados por
los nortes americanos Kelly y Thurstone.
Charles Spearman, basado en las ideas de Galton y en los posteriores trabajos de Karl Pearson sobre
su medida de correlación, había iniciado desde 1904 una serie de trabajos sobre las funciones
cognoscitivas. Apoyado en la observación de que las matrices de correlaciones
entre tests cognoscitivos eran positivas y jerárquicas[2], plantea su famosa teoría de dos factores y
sustenta matemáticamente sus conclusiones (1927). Según esta teoría las puntuaciones en los test
cognoscitivos pueden explicarse a través de dos factores: uno general, conocido como el factor g, que
es común a todas las funciones medidas en los tests  y uno específico, s, que sería exclusivo de cada
una. El principal contradictor de las ideas de Spearman es su compatriota Thompson quien, basado
en la misma evidencia demuestra con el mismo rigor matemático que las correlaciones observadas
por Spearman pueden explicarse por las leyes del azar operando sobre un conjunto complejo de
elementos independientes que constituyen la inteligencia. Por su parte, otro inglés Burt (1941) venía
sosteniendo que las correlaciones entre los tests podían ser satisfactoriamente explicadas a través de:
a) un factor general, varios factores comunes de mayor o menor nivel de generalidad y c) tantos
factores específicos como tareas o tests. Sin embargo, el desarrollo y refinamiento de lo que hoy se
conoce como análisis factorial  o multifactorial en psicometría, se le debe al norteamericano
Thurstone.
El psicólogo estadounidense L. L. Thurstone (1935, 1947) inicia lo que Béla Székely (1978) ha
denominado la segunda etapa del análisis factorial, al introducir los principios del álgebra matricial
en el análisis de las tablas de correlación logrando así representaciones n dimensionales de las
relaciones entre test, la extracción de los posibles factores explicativos para resumir de manera más o
menos fiel la misma información de la matriz original, y el desarrollo de métodos de rotación de tales
ejes buscando la ‘estructura simple’ que facilitara la interpretación de los resultados. Es evidente que
el diseño de estos procedimientos abría las puertas para la medición de aptitudes más específicas y
para dar respuestas más satisfactorias a los cuestionamientos que venían planteándose desde la
década anterior a cerca de las diferencias interindividuales observadas en el desempeño frente a
pruebas de inteligencia general. En lo que a desarrollo de instrumentos se refiere, el resultado directo
de las investigaciones de Thurstone sobre el análisis factorial y la identificación de aptitudes
primarias, fue la batería conocida como test de Chicago de Aptitudes Mentales Primarias (PMA),
publicada por primera vez en 1941. La versión de esta batería en 1962, con algunas adaptaciones y
modificaciones sigue utilizándose hoy en el contexto educativo y laboral; y las técnicas de análisis
factorial propuestas por Thurstone son aún muy utilizadas para el análisis de diversas pruebas
psicológicas.
Mientras esto ocurría se habían desarrollado una serie de pruebas de uso en diversas áreas de
aplicación de la psicología. Por una parte, en 1939 se publicaba la escala de Inteligencia de
Wechsler-Bellevue con la intención de proponer un instrumento de medida adecuado para adultos,
que presentara elementos y sistemas de puntuación más adaptados para este tipo de población. Esta
escala fue la primera versión de la que hoy se conoce como Escala de inteligencia para adultos de
Wechsler (WAIS), muy utilizada en diferentes contextos. Por otra parte se adelantaban los trabajos
del neurólogo alemán Kurt Goldstein y el psicólogo Gelb, quienes una vez terminada la primera
guerra mundial habían iniciado el desarrollo de algunos instrumentos de medición neuropsicológica,
con base en la observación de jóvenes soldados que habían sufrido lesiones cerebrales. Como
resultado de este trabajo se diseñaron los test de formación de conceptos que pretendían evaluar el
deterioro de la actitud abstracta como consecuencia de la lesión cerebral, y que siguen utilizándose
hoy en evaluación neuropsicológica. Sin embargo Goldstein sólo logró el diseño definitivo de su
prueba, compuesta por 5 test, después de haber emigrado a Estados Unidos y en compañía de
Scheerer, trabajo que fue publicado en 1941. En esta misma línea se desarrolló el test de formación
de conceptos de Hanfman y Kasanin (1942), con base en un instrumento de clasificación de objetos
que había sido elaborado por Vigotsky. En mediciones de personalidad también se habían hecho
avances interesantes en lo que a desarrollo de pruebas se refiere: Una de ellas es la hoja de datos
personales de Woodworth, considerada el precursor de los hoy llamados inventarios de personalidad,
que se había desarrollado durante la primera guerra mundial pero sólo se conoció y empleó fuera del
contexto militar después de que ésta terminara. Por otra parte Hartshorne y May (1928-1930) habían
desarrollado algunos test de ejecución con la intensión de medir aspectos como mentira, robo y
espíritu de cooperación en niños escolares. Con una perspectiva diferente E. K. Strong publicaba en
1943 sus cuestionarios de intereses vocacionales para hombres y mujeres. Pero tal vez el trabajo de
mayor trascendencia en esta línea es el registro multifásico de la personalidad de Hathaway y
Mckinley (1940), primera versión del Inventario Multifacético de Personalidad de Minnesota MMPI
que tiene varias traducciones, adaptaciones y estandarizaciones y sigue siendo utilizado hoy. Tal vez
hasta el momento ningún instrumento de medición de la personalidad ha sido objeto de tantos
estudios, aplicaciones e investigaciones en diferentes áreas de la psicología (clínica, laboral,
educativa), como el MMPI.
En este contexto: la popularización del uso de los tests psicológicos, el reconocimiento de diferencias
interindividuales en el desempeño en test de funciones intelectuales, los fuertes avances en el
desarrollo de métodos matemáticos y estadísticos para el análisis de los resultados de los mismos y el
diseño de algunas pruebas psicológicas de utilidad en psicología clínica, educativa, laboral y en
neuropsicología; Estado Unidos decide intervenir en la segunda guerra mundial y nuevamente los
psicólogos norteamericanos se ven enfrentados a algunas demandas por parte del ejército. Esta vez la
respuesta fue la creación de las ‘baterías de aptitud múltiple’ o ‘pruebas diferenciales’ de la línea del
PMA, que permitían la evaluación de funciones mucho más específicas y la clasificación de personal
para tareas especializadas como pilotos, bombarderos, operadores de radio y otras. Ejemplos de estos
instrumentos son la Aircrew Classification Battery, el Army General Clasificación Test (AGCT) y
el Armed Forced Qualification Test (AFQT)[3]. Con las dos últimas se levantaron escalas de
calificación estandarizadas conocidas como Army Standard Scores.
Sin embargo, la mayoría de baterías o pruebas diferenciales se conocieron después de terminada la
guerra cuando el ejercito las cedió para uso civil y en los años subsiguientes se observó un
incremento significativo en el número de trabajos que buscaban el diseño de esta clase de
instrumentos, la mayoría de ellos construidos con base en el procedimiento recientemente conocido
de análisis factorial. Algunos de los instrumentos más conocidos de esta generación son el Test de
clasificación de aptitudes de Flanagan (FACT), la batería de test de aptitud general (GATB) y
el test de aptitudes diferenciales (DAT). El primero de ellos, cuyos progresos empezaron a conocerse
en 1947, fue el resultado de algunos trabajos iniciados durante la segunda guerra mundial con el
objeto de diseñar instrumentos de clasificación de personal de las fuerzas aéreas y se orienta hacía el
consejo profesional y la selección de personal. La GATB fue diseñada por el State Employment
Service estadounidense (1956) con base en resultados de análisis factorial de baterías preliminares y
con el objeto de contar con un instrumento útil para consejo profesional y laboral. Finalmente, el
DAT, que fue publicado originalmente en 1947, fue construido como instrumento para orientación
vocacional en el campo educativo, ha sido objeto de muchos estudios en esa área y en consecuencia
han aparecido varias revisiones algunas de las cuales se siguen  utilizando hoy.
En este mismo período la evaluación educativa, que había venido reemplazando sus formas
convencionales por los famosos test, desde la aparición de la primera versión del Stanford Achiement
Test hacía ya un par de décadas; entra definitivamente en la honda de las mediciones objetivas y
estandarizadas. Vale destacar aquí los trabajos de E. L. Thorndike y otros educadores y psicólogos
dedicados a aplicar y refinar las técnicas de construcción, utilización y calificación de pruebas de
rendimiento escolar; y la creación, en 1947, del Educacional Testing Service (ETS) encargado de la
construcción y evaluación de pruebas en el área educativa y laboral. Tal vez el instrumento más
conocido en esta línea es el Graduate Record Examinación (GRE), que se había originado en 1936,
pasó a manos del ETS en 1948 y sigue utilizándose como instrumento de selección de estudiantes
universitarios en Estados Unidos. En este contexto llegó formalmente la psicología a Colombia y lo
hizo precisamente como psicometría en el campo Educativo. En 1940? se crea la sección de
psicotecnia en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia con el fin de
seleccionar los aspirantes a ingresar a esta institución y en 1948 se inicia la enseñanza de la
psicología en la carrera de medicina de la Universidad Nacional de Colombia en lo que Mejía (1993)
llama la ‘época dorada de la psicometría’ en Colombia  (1939-19??).
Durante las dos décadas siguientes se desarrollaron nuevos instrumentos de medición en muchas
áreas y se revisaron y publicaron nuevas versiones y adaptaciones de los ya existentes; sin embargo,
lo que parece caracterizar este periodo es la aparición de trabajos sobre teoría de la medición, los
principios y fundamentos de la medición en psicología, los problemas de validez y confiabilidad y en
síntesis, la construcción de una teoría psicométrica. En lo que tiene que ver con desarrollo y revisión
de pruebas se pueden mencionar, entre muchos otros: el cuestionario de 16 factores de la
personalidad de Catell (16PF) desarrollado mediante análisis factorial y publicado en 1951; el
cuestionario de personalidad de Eysenck, resultado de las investigaciones que sobre estructura de
personalidad había venido adelantando desde 1947; el inventario de temperamento de Guilford-
Zimmerman (1956), las escalas Wechsler de inteligencia[4]; la tercera revisión de la escala de
inteligencia de Stanford-Binet (Terman y Merrill, 1960) y los inventarios de intereses vocacionales
(1966) e intereses generales de Kuder (1964), revisiones de la hoja de intereses vocacionales de
Kuder que había sido publicada en 1948. De otra parte, una ligera revisión de la bibliografía existente
permite verificar que en este periodo se produjeron las grandes obras sobre teoría y procedimientos
psicométricos que son de uso corriente aún. Corriendo el riesgo de omitir algunos de mucha
importancia, se pueden citar trabajos como la publicación de Gulliksen, H. (1950) titulado ‘teoría de
los test mentales’; los trabajos de Cronbach y colaboradores sobre validez y confiabilidad en las
pruebas psicológicas, publicados entre 1951 y 1957; las publicaciones de Guilford (1954) sobre
métodos psicométricos, de Rasch (1960) sobre modelos probabilísticos para pruebas de logro e
inteligencia y de Guiselli (1964) sobre teoría de la medición psicológica;  la teoría de Guilford sobre
la estructura de la inteligencia humana, cuya primera edición apareció en 1967; la gran cantidad de
artículos publicados por Paul Horst entre 1949 y 1960 y su libro sobre medición y predicción
psicológica en 1968; la teoría estadística de los puntajes de test mentales de Lord y Novick (1968),
los trabajos de Eysenck sobre estructura de la personalidad, publicados a partir de los 50’s y el muy
conocido texto de Magnusson sobre teoría de los test (1969).

2. Medición en la psicología, más: los cuatros niveles o escalas de medición

Uno de los papeles asignados a la Ciencia es la descripción, explicación y predicción de los


fenómenos observables por medio de unas cuantas leyes generales que expresen las relaciones entre
las propiedades de los objetos investigados. En las Ciencias más avanzadas las leyes expresan
relaciones cuantitativas, lo cual indica que las propiedades de los objetos se pueden representar por
medio de números mediante un proceso de medición.

Para Nunnally (1970), la medición consiste en un conjunto de normas para asignar números a los
objetos de modo tal que estos números representen cantidades de atributos, entendiendo por atributos
las características de los objetos y no los objetos mismos.

Zeller y Carmines (1980), plantearon que la medición era un proceso mediante el cual se enlazan
conceptos abstractos (los constructos inobservables directamente), con indicadores empíricos
observables directamente (las conductas). Este tipo de medición se suele denominar "medición por
indicadores" entendiendo que, dado que las variables psicológicas no se pueden medir de forma
directa, es necesario seleccionar una serie de indicadores que sí pueden ser medidos directamente, y
que se supone están en estrecha relación con el constructo o variable psicológica que se quiere medir.
A la hora de medir variables psicológicas nos encontramos con el problema de la unidad de
medida. Por ejemplo, si queremos medir la inteligencia de un niño o su capacidad para las
matemáticas ¿qué unidades de medida podemos utilizar? En Psicología hay dos formas de abordar el
problema, una referida a normas y otra referida al criterio.

Tipos de niveles de medición

Los 4 niveles o escala de medición se clasifican en: nominal, ordinal, por intervalos y de razón.

Nivel de medición nominal

El nivel nominal es apenas una medida. Se refiere a la cualidad más que a la cantidad. Un nivel
nominal de medición es simplemente una cuestión de diferenciar por nombre, por ejemplo, 1 =
hombre, 2 = mujer.

Aunque estamos usando los números 1 y 2, estos no indican cantidad. La categoría binaria de 0 y 1
utilizada para las computadoras es un nivel nominal de medición.

Nivel de medición ordinal

Este nivel se refiere al orden en la medición. Una escala ordinal indica la dirección, además de
proporcionar información nominal. Bajo/Medio/Alto o Más Rápido/Más Lento son ejemplos de
niveles ordinales de medición.
Nivel de medición de intervalo

La escala de intervalo proporciona información sobre el orden y también poseen intervalos iguales.


Del ejemplo anterior, si supiéramos que la distancia entre 1 y 2 es la misma que entre 7 y 8 en
nuestra escala de calificación de 10 puntos, entonces tendríamos una escala de intervalo.

Un ejemplo de una escala de intervalo es la temperatura, medida en una escala Fahrenheit o Celsius.
Un grado representa la misma cantidad subyacente de calor, independientemente de dónde ocurra en
la escala.

Si lo medimos en unidades Fahrenheit, la diferencia entre una temperatura de 46 y 42 es la misma


que la diferencia entre 72 y 68. Las escalas de medición de intervalos iguales pueden ser utilizadas
para medir opiniones y actitudes.

Construir bajo estos niveles de medición requiere de una comprensión más profunda de principios
matemáticos y estadísticos. Sin embargo, es importante comprender los diferentes niveles de
medición al utilizar e interpretar escalas.

Nivel de medición de razón

Además de poseer las cualidades de las escalas nominal, ordinal y de intervalo, una escala de razón
tiene un cero absoluto (un punto donde no existe ninguna de las cualidades que se están midiendo).

Utilizar una escala de razón permite hacer comparaciones como ser el doble de alto, o la mitad de
alto de una persona. El tiempo de reacción (cuánto tiempo tarda en responder a una señal de algún
tipo) utiliza una escala de medición de razón, el tiempo.

Aunque el tiempo de reacción de un individuo siempre es mayor que cero, conceptualizamos un


punto cero en el tiempo y podemos afirmar que una respuesta de 24 milisegundos es dos veces más
rápida que un tiempo de respuesta de 48 milisegundos.

De razón- el tiempo de 24 horas tiene un 0 absoluto (medianoche); 14 en punto está dos veces más
lejos de la medianoche que las 7 en punto.

¿Cómo usar los distintos niveles de medición?

El nivel de medición para una determinada variable se define por la categoría más alta que puede
alcanzar. Por ejemplo, categorizar a alguien como extrovertido (sociable) o introvertido (tímido) es
una escala nominal.
Si clasificamos a las personas 1= tímido, 2= ni tímido ni sociable, 3=sociable, entonces tenemos un
nivel de medición ordinal.

Si utilizamos una medida estandarizada de timidez (y existen esos inventarios), probablemente


asumiríamos que la variable timidez cumple con los estándares de un nivel de medición de intervalo.

En cuanto a si tenemos o no una escala de razón de timidez, aunque pudiéramos medir cero
timideces, sería difícil elaborar una escala en la que nos sintiéramos cómodos diciendo que una
persona es 3 veces más tímida que otra.

El nivel de medición de intervalo o de razón es conveniente porque podemos utilizar los


procedimientos estadísticos más potentes para las Medias y Desviaciones Estándar.

Para tener esta ventaja, con frecuencia los datos ordinales se tratan como si fueran de intervalo; por
ejemplo, escalas subjetivas de calificación (1= muy malo, 2= malo, 3= regular, 4= bueno, 5=
excelente).

Probablemente la escala no cumple con los requisitos de los intervalos iguales, no sabemos si la
diferencia entre 2 (malo) y 3 (regular) es la misma que la diferencia entre 4 (bueno) y 5 (excelente).

Evaluación en la Psicología

La evaluación psicológica es un procedimiento mediante el cual un psicólogo especializado recopila


información sobre el paciente a través de test y entrevistas, con el fin de evaluar el funcionamiento y
las capacidades del mismo en determinadas áreas y, a su vez, predecir cómo será su comportamiento
en un futuro.

¿En qué consiste?

La evaluación psicológica se realiza mediante: entrevista, test psicométricos, registros y


observaciones.
 Entrevista y test psicométricos: se recopila información del paciente de diferentes aspectos
de su vida, analizando por un lado los propios de la entrevista y por otro la actitud que
muestra dicha persona: la forma de hablar, el tono, el orden de su discurso…
Hay dos tipos de entrevistas, en función de la finalidad que se busque en esta fase.

- Estructurada: es una batería de preguntas con una selección de respuestas cerradas.

- No estructurada: se caracteriza por el empleo de preguntas abiertas que permiten hablar más
al individuo.
 
 Registros y observaciones: son los datos que el especialista en Psicología saca a raíz de las
preguntas realizadas en la entrevista. Los registros son las herramientas que emplea el
especialista para recopilar la información. Esto es útil a la hora de preparar la intervención de
psicoterapia.

¿Por qué se realiza?

Se realiza para que el paciente mejore el conocimiento sobre sí mismo, favoreciendo así la toma de
decisiones del mismo respecto a la vida laboral, familiar, social y de pareja.

Preparación para la evaluación psicológica

Es recomendable que el paciente acuda a una sesión previa a la de la evaluación con el psicólogo
para tener una primera toma de contacto con él.

¿Qué se siente durante el examen?

El paciente podría ciertas alteraciones anímicas a lo largo de la evaluación psicológica debido a que
durante la misma, se tocan temas muy personales del paciente.

Significado de resultados anormales

En función del tipo de resultado obtenido en el examen, el psicólogo someterá al paciente a un tipo
de tratamiento u otro, eligiendo siempre el más favorable y efectivo para el mismo.

La utilización de unas pruebas válidas y previamente baremadas (los tests psicométricos) supone una
garantía para el cliente en el proceso de evaluación y diagnóstico, pues permite complementar la
impresión o el “buen ojo clínico” que el profesional pueda tener con herramientas que han
demostrado su fiabilidad en muchos pacientes anteriormente.
El momento histórico en que tuvo lugar el mayor auge y desarrollo científico de las particularidades
psicológicas del ser humano se corresponde principalmente a los siglos XIX y XX (aunque se asume
un considerable volumen de estudios e investigaciones anteriores).

Con ello y a partir del desarrollo de determinadas disciplinas de conocimiento como la estadística, la
pedagogía, la psicología experimental entre otras, fue posible establecer unas primeras
aproximaciones al concepto de diagnóstico.
Como en la mayor parte de los aspectos vinculados al ámbito de la psicología, la definición de este
fenómeno se ha visto reformulada a partir de las nuevas aportaciones que los autores han ido
proponiendo a lo largo de la historia.
Dentro de las perspectivas más contemporáneas son tres las corrientes teóricas que han servido de
sustento para explicar qué tipo de variables deben ser objeto de diagnóstico: la ambientalista (énfasis
en los factores situacionales como determinantes conductuales), la interaccionista (relevancia de la
interacción entre sujeto y ambiente) y la cognitivista (estilo cognitivo como base comportamental).

Esta evaluación generalmente incluye una entrevista preliminar y la aplicación de test: Test de


Rorschach, Test de Apercepción Temática (T.A.T), tests de inteligencia (cociente intelectual), etc.
También puede incluir pruebas neuropsicológicas para evaluar, establecer, localizar y medir alguna
irregularidad psico-orgánica.
El examen psicológico no es un proceso terapéutico en sí mismo, sino que pretende precisar un
diagnóstico, indicar un tratamiento, una psicoterapia o una reeducación neuropsicológica. También
puede ser parte de un peritaje de seguros o judicial, sea civil o penal. La evaluación concluye con un
informe escrito que deberá poder ser comunicado al paciente quien deberá conocer sus implicancias.
También es considerada como una disciplina psicológica que se ocupa del estudio científico del
comportamiento a los niveles de complejidad necesarios de un sujeto con el fin de describir, predecir
o explicar una conducta. (Fernández Ballesteros, 1999)

Etapas de evaluación
Una evaluación psicológica consta de las siguientes etapas:

 Una entrevista clínica;
 La aplicación de batería de test psicológico;
 El análisis de los resultados a nivel cualitativo y cuantitativo;
 El dictamen del análisis que comprende los aspectos desprendidos así como su ponderación
con los elementos clínicos pertinentes en el marco del examen;
 La conclusión y su comunicación a la persona examinada
Proceso de evaluación
La característica fundamental de la evaluación psicológica forense es que se trata de un proceso
donde se recaban diferentes fuentes de información, al tener un objeto con referencias es más
fácil indagar, se formula el problemas, se definen los comportamientos para la obtención de
información y su posterior análisis para obtener conclusiones y así poder llevar a cabo un
tratamiento y su seguimiento. Es decir:

1. El motivo de la consulta
2. Formulación y evaluación del problema
3. Selección de conductas relevantes
4. Obtención de información y tratamiento de los datos
5. Valoración de los resultados e informes
6. Seguimiento del tratamiento

Se evalúa en base a modelos diferentes de normalidad o anormalidad, como el modelo


estadístico, modelo sociocultural (ej. saludos), modelo médico, modelo psicológico, modelo
jurídico.

 La normalidad estadística viene establecida por convención según la curva de Gauss (en un


95%).
 La normalidad psicológica, (ej. el pigmalionismo es una parafilia donde las personas se
excitan con las esculturas) se transforma en un problema cuando se utiliza de forma inadecuada.
Se da en un contexto y consigo mismo. Se controla en base a la psicopatología que consiste en la
descripción y evaluación de la conducta que se considera no normal. Es importante determinar si
la personalidad está alterada o tiene un trastorno. Para los jueces y fiscales es fundamental
conocer si existe una alteración y si ésta es grave o no, si el sujeto comprende, sabe, conoce lo
que hace, y si lo quiere hacer.

 La normalidad jurídica está dictaminada por las leyes y normas, según la transgresión de la
ley. Si se quebranta la ley se comete un delito o un delito menos grave. Éstos no son absolutos ni
definitivos, sino que dependen del momento histórico y de la cultura y sociedad.

Los empleos sensibles, tales como trabajos de inteligencia o que implican el manejo
de información clasificada, pueden tener como requisito una evaluación psicológica antes de
emplear a alguna persona, aunque usualmente es también muy importante la evaluación de los
antecedentes de la persona en cuestión.
Un tribunal de justicia puede ordenar una evaluación psicológica de un procesado a fin de
determinar su competencia para su enjuiciamiento. Asimismo, cuando se utiliza la condición de
inanidad como defensa, usualmente se exige que la parte demandada se someta a una evaluación
psicológica que establezca su imputabilidad.

En la rama de la Criminología su uso hace un importante acto de presencia, como en el ámbito


del derecho penal, el forense, el clínico, o el penitenciario, entre otros, donde los objetivos
principales serán no sólo el de poder llevar a cabo una intervención de carácter terapéutico,
reinsertando al condenado en la sociedad, sino también estudiar las repercusiones jurídicas
derivadas de cada trastorno mental.

4. Diagnostico Psicológico

El diagnóstico es un proceso de construcción del conocimiento acerca de algo sobre lo que se va


a intervenir o a actuar. Cualquier especialista o profesional que tienen como propósito o tarea
influir, realizar una labor de orientación, ayuda o tratamiento; componer o enmendar algo,
necesita al menos un conocimiento de las manifestaciones externas o síntomas que presenta el
objeto, la situación o proceso que los pueden producir. Un diagnóstico y una intervención
encaminada a resolver el problema que se presenta, no se puede limitar a la enumeración de los
síntomas que sería lo descriptivo y más superficial, sino que debe descubrir las causas que los
producen, o sea, elaborar las posibles explicaciones del porqué de estos síntomas. Una verdadera
y efectiva intervención debe estar encaminada a eliminar las causas y no solo sus
manifestaciones externas y además, porque un verdadero conocimiento implica tanto lo
descriptivo, como lo explicativo. Esta concepción del diagnóstico implica que en este complejo
y dinámico proceso, donde se construye un conocimiento, no sólo se enfatizan los resultados o
datos empíricos que se obtengan, sino que resulta imprescindible reproducir o reconstruir, los
procesos que pudieron haber dado lugar a esos resultados particulares (individual o personal) y
no a otros. Además, en algunos casos y especialmente en el campo de las ciencias sociales y
humanas, se hace necesario conocer qué procesos se presentarían y podrían desarrollarse, en ese
sujeto en particular, mediante un tipo determinado de intervención. Procurando considerar la
diversidad y la especificidad individual de cada sujeto en particular y su relación con el tipo de
intervención posible. De acuerdo con este tipo de visión del diagnóstico y la intervención no se
debe concebir ningún diagnóstico sin la estrecha relación entre los resultados y aquellos
procesos que le dan lugar o que son un producto de esos mismos resultados. Los primeros
permiten el nivel de lo descriptivo, sólo lo segundo, podrá aportar algunos elementos
significativos sobre la dinámica formativa y por lo tanto, operar con el nivel explicativo. Resulta
una visión, hasta cierto punto mecánica, el clasificar los diagnósticos de forma contrapuesta,
como a veces se plantea, el diagnóstico de resultados versus diagnóstico de proceso, el
clasificatorio versus el explicativo, el de normas versus el de criterios, etc. Todos ellos, con sus
implicaciones prácticas y científica, de una u otra forma son momentos, etapas o períodos del
propio proceso de diagnóstico como un todo y que el especialista ha de tenerlas en cuenta, sin
perder de vista que, en gran medida, el diagnóstico psicológico es para intervenir y la
intervención se realiza para promover, transformar o cambiar el proceso de formación y
desarrollo del sujeto. Esta perspectiva del problema permite, según las tareas y la concepción
con la que se trabaje, detenerse en solo una parte del proceso y esto nos puede dar la imagen de
que existen diagnósticos contrapuestos, cuando en realidad esto es expresión del tipo de tarea
que se plantea. Parece que a partir de un criterio práctico sí pueden existir diferentes tipos de
diagnóstico. Se puede desear o tener interés en clasificar a niños, pero desde lo conceptual, este
tipo de diagnóstico nada tiene que ver, por sus parcialidades y limitaciones, con el conocimiento
que se necesita para una intervención de propósitos educativos y formativos. Se puede necesitar,
por otra parte, sólo la selección de sujetos para ser pilotos de aviación, por la naturaleza de esta
tarea, una clasificación de los candidatos puede ser suficiente. El cómo se realiza el diagnóstico
parece depender de dos aspectos importantes, el para qué y la concepción que se posea, en todos
los casos, acerca del ser humano y su desarrollo. Todos estos aspectos y otros muchos han sido
temas de debates, en libros, artículos y puntos de vista acerca del diagnóstico en la Psicología.
Sin embargo, él más importante y trascendental y que determina mucho en el cómo hacer el
diagnóstico y por lo tanto en el para qué y el por qué, es el referido a los problemas conceptuales
y teóricos acerca del desarrollo humano; cómo se forma la subjetividad, cómo y por qué se
producen las desviaciones en dicho proceso de desarrollo y formación que pueden llegar hasta la
presencia de determinadas patologías en la personalidad. Es precisamente este aspecto, lo que
determina o garantiza que se practique un diagnóstico adecuado y efectivo. Este problema
conceptual está generalmente determinado por la polémica, aun no resuelta, acerca del papel de
las condiciones biológicas y sociales (culturales) en el desarrollo de la subjetividad humana. En
el estudio histórico del diagnóstico en la psicología, las prácticas inadecuadas han estado
relacionadas con una concepción biologicista del desarrollo psíquico y por otra, de una
concepción pragmática, esencialmente psicométrica que le han cedido, el terreno conceptual, a
las tendencias anteriormente señaladas. Las posiciones que postulan una práctica más adecuada
en los tiempos actuales, son aquellas que se apoyan en la concepción histórico-cultural acerca
del desarrollo psíquico, dada la explicación que esta propone y que comprende, una compleja
relación dialéctica entre, lo biológico, lo socio-cultural, lo individual y propiamente psicológico
que se va estructurando en el sujeto en el propio proceso y que se convierte en una fuerza
determinante más en su desarrollo psíquico; las inmensas potencialidades que brinda el proceso
de desarrollo humano, el papel de lo interpersonal y en particular de la acción de los "otros"
como portadores de la cultura sobre el sujeto, que se va apropiando de ella de forma activa y
muy particular, llegándose a interiorizar y conformado las estructuras psicológicas que van
determinando la personalidad del ser humano. El diagnóstico psicológico tiene sus orígenes a
partir de una ciencia psicológica oficial, constituida a finales del siglo pasado y que contiene el
aspecto polémico señalado anteriormente. Dado este surgimiento él ha estado, explícita e
implícitamente muy relacionado con las diferentes concepciones acerca del desarrollo y
formación de lo psicológico, el peso que se le ha atribuido o el tipo de explicación elaborada
acerca de lo biológico, lo genético, lo social, lo educativo y cultural en el desarrollo de lo
psicológico; el concebir las propiedades y cualidades que se diagnostican como fijas o
inmutables o en un proceso de formación susceptibles de ser modificadas en el curso del propio
desarrollo desde lo interpersonal, desde afuera y con una activa participación del sujeto desde lo
interno. El carácter optimista y desarrollador del diagnóstico o por el contrario el carácter
clasificatorio, excluyente, pesimista y discriminador del diagnóstico. Toda la historia del
diagnóstico psicológico está de una forma u otra mediatizada por estas manifestaciones, puntos
de vista, concepciones y prácticas. En estos momentos existen reflexiones y materiales
bibliográficos que abordan este problema que nos ocupa y que de cierta forma, presentan
diferentes aspectos críticos del problema, desde una perspectiva histórica y de cierta manera
poniendo en claro la necesidad de construir una concepción del desarrollo y formación del ser
humano para poder apreciar y practicar un diagnóstico del desarrollo psíquico adecuado. La obra
Mismeasure of man, J S. Gould2 , Las consecuencias ideológicas y sociales del CI. De L.
Kamin. No está en los genes de Lewontin, L. Kamin y otro3, La confrontación sobre la
inteligencia. ¿Herencia-ambiente? de H J. Eysenck y L. Kamin 4, las clásicas: Las ideas
modernas acerca de los niños de A. Binet5 y El diagnóstico del desarrollo y la clínica
paidológica de la infancia difícil, conjuntamente con las ideas del diagnóstico de la Zona de
Desarrollo Próximo de L S. Vygotsky6, se constituyen en valiosos materiales y ejemplos que
permiten arribar a esta conclusión. Todas ellas nos sugieren y nos refuerzan el criterio de que
hay en la historia del diagnóstico psicológico una dirección conceptual anglo-norteamericana
que se inicia con las concepciones más biologicistas y entre cuyos representantes podemos citar
a Spencer, Galton, Sperman, Burt y Eysenck entre otros en Inglaterra y Goddard, Terman,
Yerkes, Jensen y últimamente Herrnstein y Murray en los Estados Unidos. Estos autores son los
que han postulado en diferentes momentos históricos, incluidos los actuales que, lo psíquico
posee una determinación biológica, que el desarrollo por lo tanto es fijo e inmutable, que el
diagnóstico tiene un propósito clasificatorio y que los tests psicológicos son instrumentos de
diagnóstico que han de construirse con el propósito de medir estas cualidades innatas. Estas
concepciones desarrolladas por esta fuerte e influyente banda de científicos, ha permitido o
fundamentado criterios, como los expresados por Jensen en los años 60s y los de Herrnstein y
Murray en los 90s de que resultan innecesarios, poco efectivos los programas de educación y
desarrollo para las supuestas personas desfavorecidas desde el punto de vista biológico, dado que
su predeterminación genética los llevaría, sin remedio, a integrar las filas de las poblaciones de
marginales, antisociales y difundidos.

El diagnóstico psicológico, sin embargo, se refiere a síntomas o funcionamientos mentales-


emocionales que no tienen una base orgánica observable se infieren por los comportamientos del
paciente o por lo que dice que le está pasando. A pesar de los progresos en las neurociencias,
estamos todavía a años luz de comprender la complejidad del cerebro lo suficientemente como
para poder decir, con una exactitud comparable a la del diagnóstico médico orgánico, qué
estructura cerebral da lugar a un comportamiento mental-emocional específico en ese momento. 

Por lo tanto, decir que alguien está deprimido porque le falta serotonina (un neurotransmisor) en el
cerebro, es como decir que la economía de un país sufre porque los ciudadanos compran coches
extranjeros. Algo tendrá que ver, sí, pero la respuesta es infinitamente más compleja.

De modo que debemos tener cuidado de no reíficar (convertir algo intangible en algo real y
observable) a los diagnósticos psicológicos como si fuesen cosas que se pueden observar
directamente y que se “tienen”. No se “tienen” dificultades sexuales o una depresión, por ejemplo, de
la misma manera que se “tiene” un infarto cardíaco. Las personas que hayan sufrido un infarto
cardíaco tendrán toda una obstrucción en un vaso sanguíneo que riega el corazón. Las personas con
dificultades sexuales o una depresión sufrirán de ello por una infinidad de razones diferentes.

Tipos de diagnósticos psicológicos

Para describir los diagnósticos psicológicos podemos decir que, a grandes rasgos, existen dos tipos
de diagnóstico psicológico: el diagnóstico psicológico sintomático y el diagnóstico psicológico
estructural.

El diagnostico psicológico sintomático

El diagnóstico psicológico sintomático consiste en agrupar un cierto número de síntomas, lo que se


llama un síndrome, en función de la frecuencia, duración y etiología de su aparición, y darle un
nombre para que pueda ser fácilmente reconocido. Esto es útil porque es frecuente que ciertos grupos
de síntomas aparezcan juntos y formen cuadros clínicos familiares para los profesionales de la salud
mental. Nos ayuda a comunicar rápidamente cuál es el sufrimiento manifiesto del paciente a otros
profesionales. 

Sin embargo, esta forma de diagnóstico no nos dice gran cosa sobre la persona que sufre de estos
síntomas: no nos ayuda a tener una idea de qué tipo de persona es, ni qué personalidad tiene, ni
cuáles son sus maneras habituales de sentir, pensar y comportarse. Es una forma de diagnóstico
descriptiva pero poco profunda dado que síntomas parecidos pueden ser producidas por personas
muy diferentes y tener causas diferentes.
El diagnóstico psicológico estructural

El diagnóstico psicológico estructural consiste en intentar descubrir cuál es la estructura de


personalidad del paciente, siempre sujeta a revisión en función de nuevos datos, para comprenderle
como una persona completa y compleja. La estructura de personalidad consiste en qué tipo de
vínculos establece esa persona con los otros, cuál es la cualidad y la intensidad de sus pulsiones y
afectos, qué mecanismos de defensa y de adaptación utiliza, qué auto-imagen tiene, de qué tipo de
síntomas sufre, y cómo ha llegado hasta allí. 

El objetivo es poder hacerse una idea tridimensional del individuo y procurar entender cómo
funciona concretamente esa persona. Nos permite tener una idea más clara de qué tipo de tratamiento
puede serle beneficioso y cómo enfrentarlo. Ahora bien, es importante recordar que un diagnóstico
psicológico estructural es siempre aproximativo y nunca enteramente perteneciente a una categoría
concreta; el funcionamiento mental es complejo y puede cambiar a lo largo de la vida o como
consecuencia de un tratamiento psicológico.

Durante las primeras entrevistas un psicólogo intentará llegar a un diagnóstico estructural


aproximativo para poder entender qué le sucede al paciente y poder indicarle el tratamiento más
adecuado para su situación. 

Ahora bien, es frecuente que las palabras técnicas que utilizan los psicólogos para hablar de
estructuras de personalidad sean redificadas y transformadas en etiquetas reduccionistas. Por esta
razón, los psicólogos tienden a no utilizarlos con los pacientes porque suelen limitar la libertad de los
pacientes para pensar sobre sí mismos y crearse su propia idea de lo que les sucede. 

Es más importante que un paciente pueda crear una imagen matizada, íntima y profunda de lo que le
ocurre a que sepa que aquello de lo que sufre se suele llamar “X”. Por lo tanto, en el momento de la
indicación terapéutica, el psicólogo usará un lenguaje llano y comprensible para decirle al paciente
qué cree que le pasa y cómo ayudarle.

Porque si no hubiera habido un diagnóstico, no se podría haber administrado un tratamiento efectivo


para aquello que aqueja al paciente.
Además, si se hubiera diagnosticado, pero sin usar instrumentos de evaluación, llegando aun así a un
diagnóstico aproximado pero sin conocer el origen de la faringitis (viral o bacteriana), habrían altas
probabilidades de que el tratamiento prescrito no fuera el adecuado para ese paciente. Esto podría
significar un mayor costo y menos beneficio para el paciente.
5. Bibliografía

Universidad nacional de Colombia http://www.humanas.unal.edu.co/

Psikipedia.com https://psikipedia.com/

Questionpro.com https://www.questionpro.com/

Psicologiaymente.comhttps://psicologiaymente.com/

Consulta baekeland https://www.consultabaekeland.com/

Revista cubana.org http://pepsic.bvsalud.org/

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