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CUED Juticalpa
Informe de Exposición
Evaluación de las matemáticas
Espacio Formativo: Diseño y Desarrollo Curricular de
Matemáticas
Catedrático: Lic. Roger Iván Sáenz
Sede: Juticalpa
I Periodo 2021
Integrantes:
Índice ................................................................................................................................................... 3
Introducción ........................................................................................................................................ 4
Objetivos ............................................................................................................................................. 5
Conclusiones ..................................................................................................................................... 26
Bibliografía ....................................................................................................................................... 27
Introducción
Uno de los temas claves de la Educación Matemática es cómo debe ser el desarrollo de la
lección para generar aprendizaje efectivo (podría usarse el término significativo por parte
de los estudiantes en torno al conocimiento matemático, tanto en sus contenidos como en el
uso de sus métodos. De igual forma, se plantea como objetivo el fortalecimiento de
destrezas en el razonamiento abstracto, lógico y matemático, cuyas aplicaciones no sólo se
dan en las ciencias y tecnologías sino en toda la vida del individuo. De alguna manera, es
éste el verdadero laboratorio y taller en el cual se condensa todo: aquí adquiere sentido toda
la formación recibida por parte de los profesores así como las condiciones curriculares,
pedagógicas, matemáticas e incluso de infraestructura que intervienen en el proceso de
enseñanza aprendizaje; se invocan muchos elementos, uno de ellos la evaluación.
Quehaceres matemáticos
Se aprende matemática haciendo matemática. Las actividades propuestas deben permitir al
alumno apropiarse de saberes y también de los modos de producción (haceres) de esos
saberes.
Realizando una mirada transversal a los distintos contenidos que se abordan a lo largo de la
escolaridad secundaria (y a lo largo de toda la escolaridad en general) se observa que
algunos de estos haceres se repiten en muchos de los contenidos, variando sutilmente de
uno a otro. Proponemos llamar quehaceres matemáticos a estos haceres transversales.
Desde nuestro enfoque, estos quehaceres son los que caracterizan a la disciplina. Serán los
temas que puedan ser tratados mediante estos quehaceres los que serán susceptibles de ser
llamados contenidos matemáticos (Michailuk & Nicodemo).
Estos quehaceres matemáticos son:
Explicitar procedimientos: describir los distintos pasos que se llevaron a cabo para
realizar una tarea. Tomemos como ejemplo el siguiente enunciado:
a. Dibuje un paralelogramo que tenga un área de 6 cm² y explique por qué su área es
esa.
b. Dibuje otro paralelogramo que tenga el doble de área que el del ítem anterior y
explique lo que pensaste para construirlo.
¿Qué evaluamos?
Según la caracterización que hicimos anteriormente en matemática se evalúan contenidos y
quehaceres. Ahora bien, ¿cómo saber si un alumno aprendió un contenido o es capaz de
desplegar un quehacer matemático? Para evaluar necesitamos un desempeño concreto.
Es necesario trabajar sobre alguna materialidad, ya sea oral o escrita ya que la evaluación
no es susceptible de ser realizada directamente sobre los contenidos o quehaceres. Por
ejemplo, ¿cómo saber si un alumno aprendió "función lineal"? Es imposible evaluar tal
conocimiento así enunciado. Existe una variedad muy grande de producciones que podrían
vincularse a ese contenido. Podríamos evaluar si un alumno sabe o puede graficar funciones
lineales, reconocer cuándo una fórmula es la de una función lineal, resolver sistemas de
ecuaciones lineales, modelizar procesos utilizando funciones lineales, etc. Es necesario,
entonces, tener información que nos permita si los estudiantes han adquirido aprendizajes o
tienen dominio de los temas.
En el caso de la educación matemática es importante plantear como se han de abordar las
diferentes etapas del proceso evaluativo.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE, 2017), por técnica se entiende
“el conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte” , en tanto
que instrumento se define como “aquello que sirve de medio para hacer algo o conseguir un
fin”.
Un aspecto esencial de todo el proceso es que el docente sepa decidir acertadamente qué
técnicas e instrumentos utilizar dependiendo de lo que pretenda evaluar, esta habilidad la
irá adquiriendo por medio de su experiencia profesional por un lado, pero también por el
conocimiento teórico que tenga al respecto.
b. Especificar los datos a obtener: qué es lo que se pretende observar, como por
ejemplo la comunicación que entablan los alumnos entre sí.
d. Registrar lo observado: es necesario hacerlo de forma inmediata para evitar que los
datos sean olvidados.
Los instrumentos que pueden ser utilizados por los docentes para esta técnica son:
1. Registro anecdótico:
Es un instrumento en el que “se describen por escrito episodios, secuencias, etcétera, que se
consideran importantes para evaluar lo que interesa en un alumno o en un grupo de
alumnos” (Barriga & Diaz, 2002).
2. Lista de cotejo.
Es preciso que para el uso de este instrumento se plantee a los estudiantes una actividad que
permita evidenciar que han logrado el desarrollo de la Destreza con Criterio de Desempeño,
es recomendable además que las actividades sean contextualizadas y haciendo uso del
material del entorno, se puede trabajar por ejemplo con datos como: Estaturas de los
estudiantes, edades, número de hermanos que tienen, número de horas al día o a la semana
que dedican a sus estudios, número de horas al día o a la semana que dedican a las redes
sociales, permitiendo incluso al docente hacer una reflexión con la información
proporcionada.
Generalmente los docentes suelen enviar a sus estudiantes tareas sobre los aprendizajes
trabajados en el aula, estas pueden ser de diversos tipos como por ejemplo: trabajos de
investigación, resolución de ejercicios y/o problemas, elaboración de mapas conceptuales,
etc. La información que pueden otorgar esas producciones de los estudiantes es muy
enriquecedora para el proceso.
Vale también considerar que el área de matemáticas tradicionalmente ha sido juzgada por la
cantidad de ejercicios que se envía a los estudiantes a sus hogares, si bien es cierto en
algunos temas de la matemática quizá sea necesario hacerlo, vale reflexionar que
actualmente se trata de ver la enseñanza de la matemática con un nuevo enfoque, no
enmarcada tan solo en la repetición de procesos y algoritmos mecánicos, que en algunos
casos pueden resultar descontextualizados y sin sentido para los aprendices, sino más bien
en un proceso reflexivo que fomente el razonamiento lógico y crítico en los estudiantes. En
ciertas ocasiones un solo problema bien planteado y contextualizado puede ser más
enriquecedor que el desarrollo de muchos ejercicios aislados. Al respecto (Díaz Barriga &
Hernández, 2002) manifiestan que “un trabajo o ejercicio bien seleccionado, informativo y
motivante provoca mayores dividendos en el aprendizaje de los alumnos y en la evaluación
del profesor sobre sus progresos, que cualquier otro que se repita incesantemente y que no
tenga sentido ni valor funcional” (Trelles Zambrano, Bravo Guerrero, & Barrazueta
Samaniego, 2017).
Vale indicar que la producción de los estudiantes no se da únicamente mediante las tareas
que realizan en sus hogares, es necesario también que el docente destine un tiempo dentro
de sus horas de clase para plantear actividades a sus estudiantes y monitorear el avance de
las mismas.
A continuación presentamos una propuesta de portafolio para ser utilizada por los docentes
del área de matemáticas. El portafolio puede ser presentado en una carpeta, pero
recomendamos que tenga los siguientes componentes:
Una portada, cuyo formato puede ser planteado por el docente o se puede dejar a
criterio de la iniciativa y creatividad del estudiante.
La resolución de un ejercicio que le parezca que le puede ser muy útil en su vida
cotidiana.
En los exámenes de matemática es muy frecuente que los ítem de los problemas estén
encadenados. Esto quiere decir, por ejemplo, que para realizar el ítem b de un problema es
necesario utilizar un resultado calculado en el ítem a. Evidentemente, este tipo de situación
fuerza a que un alumno que no haya podido hacer el primer ítem tampoco pueda realizar el
segundo, independientemente de si tiene o no los conocimientos para resolverlo.
Supongamos un examen con estas características y un alumno que podría realizar el ítem b
conociendo el resultado del a, pero que no ha podido resolver el ítem a. Claramente nos
encontraríamos nuevamente con un inconveniente en la construcción del instrumento de
evaluación. Ese alumno tendría desaprobado todo el problema teniendo los conocimientos
necesarios para realizar, por lo menos, la mitad del mismo.
Existen por lo menos dos maneras de evitar este inconveniente. Una consiste en que
ninguno de los ítems estén relacionados entre sí. No creemos que esta sea la mejor manera
de solucionarlo, pues abona la idea de una fragmentación de los conocimientos. La otra
manera de solucionarlo, a nuestro parecer mucho más enriquecedora, consta de seguir
utilizando ítems relacionados, pero no de manera imprescindible. Lo ideal es que la
resolución de uno de los ítems ayude a pensar el otro, pero sin que sus datos estén
directamente vinculados con los resultados del primero.
Por ejemplo:
En el ejemplo propuesto, hallar los números enteros que se encuentran entre las primeras
dos fracciones ayuda a realizar el ítem b, ofreciendo referencias en la recta numérica para
contar las fracciones con denominador 15. Sin embargo, la realización del ítem a no es
imprescindible para realizar correctamente el ítem b. Observando el ítem c, podemos
advertir que las fracciones se han modificado. Sin embargo, el haber trabajado con
fracciones de denominador 15 en el ítem anterior puede ayudar a pensar en fracciones
equivalentes para obtener las que se pide en el enunciado. Nuevamente, la resolución del
ítem b puede ayudar a la resolución del ítem c, pero de ninguna manera resulta
imprescindible.
Otra consideración que podemos hacer es sobre la cantidad de veces que un examen
pretende evaluar cada contenido. ¿Es necesario que una prueba tenga muchos ítem que se
resuelvan de manera similar? Muchas veces las pruebas de matemática están hechas de esta
manera con la intención de dar más oportunidades a los alumnos ante eventuales errores.
Sin embargo, la repetición ocupa lugar y tiempo que puede emplearse de mejor manera. Se
pueden evaluar los mismos contenidos pero por medio de otras acciones. Evaluando
distintas acciones asociadas al mismo contenido, se brindan distintas oportunidades a los
alumnos de mostrar sus conocimientos. Volviendo a la suma de fracciones, en lugar de
pedirles a los alumnos que calculen muchas operaciones de un mismo tipo, se les podría
pedir que "den pasos" en la recta numérica, que resuelvan problemas asociados a cantidades
representadas por fracciones, etc.
Por ejemplo:
Al comparar las evaluaciones de los alumnos de todo un grado es posible observar qué
contenidos y quehaceres se aprendieron al mismo ritmo. En ocasiones algunos docentes
traducen el desempeño de cada alumno en una nota de acuerdo a la cantidad de problemas
bien resueltos. En otras ocasiones los docentes contemplan también el recorrido de cada
alumno y, teniendo en cuenta su punto de partida, valoran de un modo particular su
producción. En estos casos es habitual oír a los docentes decir “El bien de ese alumno, no
es el mismo bien que el de este otro”. De esta manera les es posible reconocer los avances
particulares de cada alumno.
Pero ¿cuáles son las posibles valoraciones que se le puede asignar a cada problema o a cada
respuesta?
Una primera respuesta podría proponer que las valoraciones posibles son "Bien" o "Mal".
Pero este tipo de valoración no permite evaluar el grado de conocimiento de los alumnos o
sus avances intermedios. La situación de un alumno que no sabe cómo calcular el área de
una figura y la de uno que la calculó mal porque tuvo un error en el resultado de un cálculo
son diferentes. ¿Cómo "atrapar" esos "grises"?
La corrección y la retroalimentación.
El tipo de corrección que realiza el docente permite una retroalimentación que puede
impactar o no en el proceso de aprendizaje de los alumnos, en sus conocimientos,
autoestima, motivación, y acciones futuras.
Es posible, como en este caso, que un mismo docente corrija a diferentes alumnos con
diferentes objetivos. En el segundo caso el alumno sólo cuenta con la información correcta,
en cambio en el primero tiene la posibilidad de revisar su producción.
La evaluación del aprendizaje de las matemáticas, vista desde el sujeto que aprende, pone
en evidencia que el fracaso escolar en este campo del conocimiento tiene que ver con las
prácticas de evaluación que el maestro hace en el aula de clase; por ejemplo, es muy
notorio que los estudiantes manifiesten que: el profesor enseña una cosa y evalúa otra, los
ejemplos que hace en clase son de menos grado de dificultad que los que pone en el parcial,
el tiempo para responder es corto en relación con la cantidad de tareas planteadas en la
prueba escrita, el docente no tiene en cuenta las diferencias individuales y los ritmos de
aprendizaje, muchos toman represalias por las mismas relaciones de poder que se gestan en
el aula de clase. Los estudiantes aseveran que la evaluación se convierte en una forma de
control y de poder; otros, la consideran casi un “trauma”, porque su objetivo está basado en
una forma de “presión psicológica”; algunos ponen de manifiesto que el solo término
parcial connota para ellos “bloqueo mental”.
Conclusiones
Si concebimos la revisión de la evaluación como una nueva oportunidad para seguir
aprendiendo, entonces las actividades a realizar una vez corregida la evaluación,
necesariamente deben ser planificadas por los docentes.
Son muchas son las técnicas que se pueden utilizar para evaluar los aprendizajes en la
asignatura de Matemáticas, todo dependerá del conocimiento y de la experiencia del
profesorado para poder utilizar los distintos instrumentos en la particularidad de los
contextos que se presentan en el proceso educativo.
Bibliografía
Barberá, E. (1997). La evaluación escrita en el área matemática: contendio y tendencias.
Anuario de Psicología, 23-43.
Córdoba Gómez, F. J. (s.f.). La evaluación de los estudiantes: una discusión abierta. Revista
Iberoaméricana de Educación, 1-8.
Trelles Zambrano, C. A., Bravo Guerrero, F. E., & Barrazueta Samaniego, J. F. (2017).
¿Cómo Evaluar los Aprendizajes en Matemáticas? Revista mensual de la UIDE
extensión Guayaquil, 35-51.