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SEMANA 1

MÓDULO 1
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MÓDULO 1

ECONOMÍA ARGENTINA
UNIDAD 1

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UNIDAD 1
EL MODELO AGROEXPORTADOR (1880-1914)
La historia económica es una disciplina cuyo objetivo es “explicar la estructura,
el funcionamiento y los resultados de las economías a lo largo del tiempo”.

En 1880 llegó al poder el general Julio A. Roca, quien consolidó el modelo económico
agroexportador y el modelo político conservador basado en el fraude electoral y la exclusión
de la mayoría de la población de la vida política. Se incrementaron notablemente las
inversiones inglesas en bancos, frigoríficos y ferrocarriles y creció nuestra deuda externa.

En 1890 se produjo una grave crisis financiera en la que se cristalizaron distintas oposiciones al
régimen gobernante. Por el lado político, la Unión Cívica Radical luchaba por la limpieza
electoral y contra la corrupción, mientras que, por el lado social, el movimiento obrero
peleaba por la dignidad de los trabajadores desde los gremios socialistas y anarquistas.

La lucha radical, expresada en las revoluciones de 1893 y 1905, y el creciente descontento


social, expresado por innumerables huelgas, llevaron a un sector de la clase dominante a
impulsar una reforma electoral para calmar los ánimos y trasladar la discusión política de las
calles al parlamento.

En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley que lleva su nombre y que
estableció el voto secreto y obligatorio.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
ROCA, Julio Argentino 1880-1886 Concluye 1843-1914 MADERO,
Francisco B.
JUAREZ CELMAN, 1886-1890 Renuncia 1844-1909 PELLEGRINI,
Miguel Carlos
PELLEGRINI, Carlos 1890-1892 Concluye 1846-196
SAENZ PEÑA, Luis 1892-1895 Renuncia 1822-1907 URIBURU, José E.
URIBURU, José E. 1895-1898 Concluye 1831-1914
ROCA, Julio Argentino 1898-1904 Concluye 1843-1914 QUIRNO COSTA,
Roberto
QUINTANA, Miguel 1904-1906 Fallece 1835-1906 FIGUEROA
ALCORTA, José
FIGUEROA ALCORTA, 1906-1910 Concluye 1860-1931
José
SAENZ PEÑA, Roque 1910-1914 Fallece 1851-1914 DE LA PLAZA,
Victorino

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1.1 Contexto internacional

Segunda revolución industrial: electricidad, utilización del petróleo y motores a


combustión, aparición de nuevos productos químicos y materias primas
industriales, revolución de los transportes y las comunicaciones, máquina de
escribir, frigorífico, etc.

Esto se complementa con cambios en la forma de organización del trabajo


(taylorismo). Desarrollo de sindicatos y reivindicaciones obreras, bajo el influyo
de nuevas ideologías (socialismo, anarquismo, entre otras), acompañado de
huelgas y conflictos.

Economía internacional caracterizada por la diversificación del poder


económico mundial (Gran Bretaña, EEUU y Alemania), estructura comercial
con mayores restricciones (proteccionismo) y un nuevo y creciente rol de los
movimientos de capital.

Patrón oro: permitía establecer un mecanismo de cambios fijos entre las


distintas divisas sobre la base de su correspondencia común con el metal. En
este sistema los países mantenían fijo el valor de sus monedas con el valor del
oro, al estar dispuestos a comprar o vender este metal a precios determinados
o constantes, teniendo la circulación monetaria interna una relación fija con las
reservas de oro.

Aunque Gran Bretaña parecía estar en la cúspide de su poder económico y


financiero, existía una pluralidad de centros económicos de nivel similar que se
disputaban los mercados mundiales.

La Primera Guerra Mundial es la que decide la suerte de Inglaterra, ya que cae


en forma abrupta su participación en el comercio mundial y crece la de otros
países del mundo occidental, fundamentalmente EEUU.

1.2 Formación del estado nacional. Marco ideológico interno

En 1859 Argentina se integra plenamente a la economía internacional como


exportador de productos agropecuarios de clima templado (cereales y carnes)
a esta expansión contribuyen varios factores:

Externos: Infraestructura adecuada, demanda de alimentos de las naciones


industrializadas, disponibilidad de capital para explotar la región pampeana y
altos precios de los productos agrícolas en el mercado internacional.

Internos: Recursos naturales (pampa húmeda una de las praderas más fértiles),
organización del estado nacional y pacificación interna, mercado interno
favorable, la conquista del desierto que elimina el peligro interior y políticas a
favor de la inmigración y la inversión de capital.

Marco ideológico interno:

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1852-1880: periodo de transición, en el cual comenzó a delinearse el marco


institucional y la estructura política propia de un estado nacional.

“Modelo del 80”: cuerpo doctrinario de ideas, con pensadores y estadistas


como Alberdi, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Velez Sarfield y otros. Entre sus
ideas, se destacan:

 La constatación de que el desarrollo económico argentino solo podía


basarse en la inserción del país en el mercado mundial
especializándose en el tipo de actividades en las que se tenían
“ventajas comparativas” (factor tierra).
 La certidumbre de que para que dicha riqueza pudiera aprovecharse
era menester suplir las dos carencias básicas que se tenía, la del
capital y la mano de obra.
 La idea de que para hacer posible ambas cosas era imperioso expandir
la frontera agropecuaria, resolviendo del problema del “indio”, y
unificar el mercado interno.

Formación del estado nacional:

La organización del Estado Nacional constituyo un aspecto fundamental para el


crecimiento económico porque permitió sentar las bases del ordenamiento
jurídico para el funcionamiento de la política, la sociedad y la economía; y
también el establecimiento del monopolio del uso de la fuerza, imponiendo la
paz interior y la incorporación de las fronteras interiores.

Con la asunción de Roca (12 de octubre de 1880), comenzó a consolidarse el


proceso de formación del estado nacional, iniciado en 1862 con la unificación
del territorio nacional.

La estructura del estado nacional asumió varias instancias decisivas:

 La formación del aparato de seguridad otorgó al poder central el


monopolio legítimo de la violencia frente a toda disidencia interior o
peligro exterior que amenazara la soberanía territorial.
 La formación del aparato administrativo implico la expansión de la
burocracia central.
 La constitución de la burocracia gubernamental recorto de hecho las
autonomías provinciales pese a la proclamación de la formula federal, a
lo que se sumó una estructura judicial federal que contribuyo aún más
a limitar las autonomías provinciales.

Los líderes políticos poseían origines sociales muy similares y formaban un


circulo muy cerrado (familias tradicionales, estancieros, miembros de clubes
selectos). Las elecciones eran manipuladas y la falta de rotación originaba
tensiones al interior.

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En 1886 asume Juárez Celman (cuñado de Roca). En 1890 la profunda crisis


económica iniciada el año anterior, genera una ruptura que desemboco en la
conformación de una coalición opositora (Unión Cívica).

Se produce una revolución el 26 de julio de 1890, renuncia Juárez Celman y lo


reemplaza Carlos Pellegrini (vicepresidente).

En 1891, la Unión Cívica se divide en dos líneas opuestas: la Unión Cívica


Nacional y la Unión Cívica Radical (orientada a la intransigencia, liderada por
Yrigoyen).

En 1896 nace el Partido Socialista (liderado por Juan B. Justo) y se funda en


Rosario la Liga del Sur (Lisandro de la Torre) que posteriormente, en 1914, se
integra al Partido Demócrata Progresista para participar en las primeras
elecciones presidenciales bajo la vigencia de la Ley Sáenz Peña.

Surgen diversas asociaciones orientadas a la defensa de intereses sectoriales.

1.3 La inversión extranjera y los ferrocarriles

El boom de las exportaciones agropecuarias comenzó unos años después de la


crisis de 1890. Se produjo, además, un cambio en la composición de las
importaciones que ponía de manifiesto su importancia en el desarrollo
económico del país.

Los bienes de capital y materias primas que ingresaban al país estaban


destinados a desarrollar la infraestructura que el país necesitaba para poder
incorporarse al mercado mundial como productor y exportador de alimentos y
otros bienes de origen agropecuario. Los grandes inversores de esta época
fueron comerciantes y contratistas ferroviarios.

La inversión externa estaba influenciada por la alta tasa de rentabilidad, que


alcanzo picos del 10 al 15% de dividendos anuales en algunos años. En 1889,
Argentina recibió entre el 40 y el 50% de las inversiones británicas fuera de
Gran Bretaña.

En los primeros años del nuevo siglo el capital extranjero volvió a entrar al país,
pero en forma diversificada (Alemania, Francia, EEUU y Gran Bretaña).

Papel del estado

Para fomentar la inversión extranjera en ferrocarriles, el estado comenzó


garantizando a las empresas beneficios mínimos que llegaban hasta el 7% del
capital invertido, las concesiones de tierras adyacentes a las vías y la
introducción de materiales libres de derechos.

Ley Mitre (1907): otorgo un periodo de explotación de 40 años, eximió a las


empresas del pago de todo tipo de impuestos a cambio de una obligación
única del 3% sobre las utilidades netas, decretó la intervención en las tarifas

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por parte del Poder Ejecutivo, se reservó el derecho de expropiación en


cualquier momento por el monto del capital reconocido más el 20%, entre
otros aspectos.

Ferrocarriles

En nuestro país permitió el poblamiento y la incorporación productiva de


tierras fértiles antes desconocidas, contribuyo a la modernización de las
explotaciones agropecuarias, dio origen a nuevas poblaciones brindo
condiciones para el crecimiento de algunas economías regionales y acelero la
formación de un mercado Nacional, llegando a las capitales más alejadas del
país.

Etapas de su instalación:

Etapa de consolidación y desarrollo (1857-1886): el primer ferrocarril se instaló


en Buenos Aires a cargo de una inversión con capitales privados de las
provincias. Se establecen las líneas troncales que estructurarían la red
ferroviaria del país. En 1886 la extensión de la red ferroviaria era de 6.142 km.

Etapa de la manía ferroviaria (1886-1889): período que se caracteriza por el


otorgamiento indiscriminado de concesiones y la corrupción como así la
especulación (otorgamiento de líneas paralelas hacia lugares de poco
desarrollo). Se otorgaron 67 concesiones, aprobándose un total de 26.000 km.

(1890-1915): Argentina es el país con mayor extensión ferroviaria de América


Latina y décima en el mundo. La ley Mitre favorece la inversión extranjera en
ferrocarriles, todas las provincias estaban unidas por líneas férreas. En 1914 la
red ferroviaria tenía 33.500 km.

1.4 Población e inmigración.

En un país cuya población en el primer censo nacional, en 1869, llegaba apenas


a 1.737.026 habitantes, con una densidad de 0,62 habitantes por km2 pero con
una enorme potencialidad económica, la máxima alberdiana “gobernar es
poblar” era la manifestación de una necesidad impostergable.

Para atraer inmigrantes del exterior, se dicta en 1876 la Ley 817, conocida
como Ley Avellaneda, que proclamó vincular en forma orgánica la inmigración
a la colonización de extensos territorios hasta entonces inexplorados. Por ella
se creaba un Departamento de Inmigración dependiente del Ministerio de
Agricultura, se reglamentaba la introducción de los inmigrantes y se estableció
una serie de medidas para estimular su radicación en el país.

La conjunción de factores internos como la eliminación del denominado


“problema del indio”, el fin de las guerras civiles y la consolidación del
gobierno nacional; y de factores externos como la depresión económica de los
años 80 y 90; sumados a la estructura latifundista de propiedad de la tierra y el

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predominio de la región del litoral y de sus ciudades portuarias, hacen posible


comprender el momento, la magnitud y las modalidades del proceso de
inmigración y de sus efectos sobre el desarrollo económico nacional.

Las consecuencias de esta masiva inmigración se manifestaron en el


crecimiento de la población que se multiplica por 4,5 en 35 años. La proporción
de extranjeros también se eleva, hasta aproximarse a la tercera parte de la
población total. Además de una limitada radicación en el campo, ya que desde
principio de siglo su población era inminentemente urbana, y de las
fluctuaciones, es decir, una alta tasa de retorno a los países de origen debido a
las dificultades en el transporte, diferencia de salarios, etc.

1.5 El sector agropecuario


La Agricultura

En los cuarenta años que transcurren entre mediados de la década de 1870 y la


Primera Guerra Mundial, el campo argentino experimentó grandes cambios.

La expansión de la agricultura fue notable. De un país importador de granos y


con solo 580.000 hectáreas sembradas en 1872 paso a decuplicar esa cantidad
en 1900, superando los 6.000.000 de hectáreas, y a aumentarla casi cuatro
veces más en 1914, con 22.000.000

En los años previos a 1880 la producción agrícola era muy escasa y el mercado
interno se abastecía importando trigo y otros cereales. La falta de medios de
transporte y su alto costo obligaba a los colonos y agricultores a mantenerse
muy cerca del río Paraná, la existencia de zonas dominadas por los indígenas
impedía expandir la frontera agrícola-ganadera y creaba una permanente
inestabilidad en las zonas de producción, y la mano de obra y el capital eran
insuficientes.

La introducción del ferrocarril, la derrota total del indio y la llegada masiva de


inmigrantes resolvieron en parte esos problemas y hacia 1890 el sector
agrícola comenzó a crecer aceleradamente. Pero fueron las necesidades de la
actividad ganadera las que posibilitaron el boom cerealero.

La expansión de la frontera no solo soluciono el problema de la escasez de


tierra, sino que permitió también ampliar el tamaño de las parcelas
haciéndolas más rentables. El ferrocarril disminuyó considerablemente el costo
de los fletes, facilito la movilización de la mano de obra y difundió a lo largo de
las vías el cultivo de cereales, en especial del trigo.

Hasta 1890 el aumento de la producción agrícola solo sirvió casi


exclusivamente para cubrir la demanda interna, pero luego dio lugar a la
generación de un excedente, y en poco tiempo la Argentina se transformó en
una gran exportadora de cereales. Los bajos costos de producción, logrados
por la disminución de los gastos de transporte, la amplia disponibilidad de

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tierras y las formas predominantes de explotación hicieron posibles las


exportaciones argentinas y las volvieron competitivas.

La Ganadería

La evolución de la ganadería en este periodo reconoce tres momentos


fundamentales que, aunque se diferencian por sus modalidades y tiempo de
aparición, coexisten en un largo lapso:

El ciclo de la estancia (1700-1850): nuestro país ingresó al mercado


internacional como exportador de cueros vacunos y otros subproductos. El
ganado había sido introducido por los españoles en el siglo XVI.

Hasta el ciclo XVII se cazaban los vacunos y equinos que pastaban libremente
(vaquería) pero posteriormente se reemplazó dicha caza por la cría en
establecimientos llamados estancias. El principal objetivo no era la calidad sino
la cantidad de animales criados.

A partir de 1800 se instalan los saladeros que producían tasajo para la


demanda de países esclavistas.

El ciclo de la lana (1850-1900): la lana se convierte en el principal producto de


exportación desplazando al vacuno como consecuencia del aumento de la
demanda de lana (industrialización de Inglaterra, Francia y Bélgica) se utilizaba
la raza Merino por su alta calidad (proceso de merización). Desplazamientos de
las mejores tierras al vacuno, se difunde el alambrado y variedad de tareas
rurales.

A partir de 1880 se instalan los primeros frigoríficos los cuales preferían la


carne ovina más pequeña y refinada. Ya no predomina el Merino sino es que se
cruzan con mejores razas o se reemplaza por la raza Lincoln de mayor calidad
carnea destinada a la preparación de carne congelada (procesos de
desmerinización).

El ciclo del frigorífico (1883 – en adelante): implica una revolución tecnológica


del frío. El primer frigorífico inicia sus actividades en 1883, donde cuatro
empresas británicas se reparten el mercado de exportación.

Características del comercio de carnes

Existencia de un mercado único, Gran Bretaña, que es exigente y compite con


otros proveedores. El mercado es accesible por un sistema de transformación
industrial y expedición controlada por empresas extranjeras. Productores
dependientes e integrados a los frigoríficos.

Etapas del comercio de carnes

En una primera etapa el frigorífico prefiere una carne ovina más pequeña y
refinada, la raza Lincoln aparee como la más apta. La cruza con el Merino da

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origen a la Lincoln Argentino que conserva las mejores propiedades de ambas


razas. Los avances tecnológicos permitieron la exportación de carne bovina.
Disminución de la demanda de tasajo por la abolición de la esclavitud, se
conquista un nuevo mercado el británico solo de ganado en pie. Mejoras de la
raza bovina por exigencias del consumo. Hacia 1900 GB prohíbe la importación
de ganado vivo como consecuencia de la fiebre aftosa.

En una segunda etapa con la prohibición la exportación en pie y gracias a


nuevos avances tecnológicos solo puede exportarse carne congelada, a través
de los frigoríficos británicos que poseían el monopolio del mercado.
Posteriormente los norteamericanos entran en la competencia estableciendo
una nueva técnica: el enfriado (carne fresca). Competencia de los frigoríficos,
pero pronto se llega a un acuerdo para evitar la caída de los precios y asegurar
la regularidad de los embarques.

1.6 El sector industrial

El auge agroexportador genera excedentes para iniciar el proceso de


acumulación necesario para las inversiones en el sector manufacturero. Sin
embargo, el desarrollo industrial se vio afectado por la mínima disponibilidad
de minerales que impulsaban la metalurgia y el reducido tamaño y el retraso
de las organizaciones fabriles existentes. Hacia 1880 la industria Argentina era
muy rudimentaria.

En 1873 la crisis mundial puso de manifiesto la dependencia de nuestro país de


capitales extranjeros y el comercio por la cual, en 1875 se plantea la necesidad
de desarrollar una estructura económica más equilibrada no solo dependiente
de la exportación de bienes primarios. Para ello se adoptaron políticas
proteccionistas para formar la industria local. Dichas políticas aduaneras
tuvieron efectos contrarios a los esperados acentuando la desprotección
industrial ya que aumentaban los costos de insumo y bienes de capital para la
producción.

1880-1895: industrias basadas en productos locales con escasa o nula


mecanización (trabajo manual).

1895: el censo revela progresos, duplicación del número de empresas y el


capital invertido crece.

1914: el censo demuestra progresos significativos. Crecimiento mayoritario de


las industrias alimenticias debido a la consolidación de la industria frigorífica y
la aparición de establecimientos de fabricación de nuevos productos. Las
industrias mecánicas, de construcción, de comunicación y textiles progresaron
más lentamente.

1.7 El comercio exterior

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En 1880 la Argentina se transformó en un importante proveedor de alimentos


en los mercados mundiales y sus necesidades internas fueron satisfechas con
las importaciones de bienes y servicios de otros países.

Las exportaciones agrícolas incrementaron y elevaron su participación hasta un


60% en 1905-1909, desplazando a los productos ganaderos. En cuanto a las
exportaciones de carnes predominaba netamente las lanares hasta fines de
siglo, pero a partir de 1905 las carnes se convirtieron en el principal producto
de exportación.

El crecimiento de las exportaciones argentinas de granos, ubicaron al país


dentro de las principales naciones exportadoras, junto a Rusia y EEUU.

La estructura del comercio exterior se concentró en Gran Bretaña, pues se


basaba en el intercambio de carnes y en menor medida, de otros productos
agropecuarios, contra tejidos de algodón y lana, carbón de piedra, material
ferroviario y hierro.

El comercio de importación muestra el aumento de las importaciones de


bienes de consumo, la importación de bienes de capital tuvo una participación
irregular superando algunas veces a las de materias primas.

1.8 El sistema financiero y bancario

Hasta 1860 los ingresos de capital en la Argentina se produjeron a través de las


exportaciones, pero desde ese año en adelante, comienza la plena integración
de nuestro país al mercado internacional y se reinicia el flujo de capitales
extranjeros por vía de las inversiones privadas y empréstitos al gobierno.

Se distinguen dos etapas:

Primera etapa (1860-1890): en ese lapso salvo algunos años la balanza


comercial Argentina fue deficitaria. Nuestro país era muy vulnerable porque
los préstamos se debían pagar con otros préstamos. Y si por cualquier motivo
se detenía el flujo estallaba la crisis, la consecuencia era la inestabilidad
financiera y monetaria. Las fluctuaciones de la balanza comercial y el flujo de
capital extranjero determinan los ciclos económicos.

1. La anarquía monetaria (antes de 1880 el sistema monetario se caracterizaba


por la anarquía): a pesar de que la constitución otorgaba al gobierno la
atribución de emitir moneda no existía una moneda nacional, sino que cada
provincia utilizaba monedas de distinto valor. En cuanto al papel moneda el
más difundido era el del Banco de la provincia de Buenos Aires para uso
exclusivo de esa provincia. En 1872 se crea el Banco Nacional que comienza a
emitir billetes para todo el país.

2. Orígenes del sistema bancario: el sistema bancario tuvo orígenes en el


Banco de Descuentos creados en 1822 que, posteriormente en 1854 se

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convierte en el Banco de la provincia de Buenos Aires con la función de


financiar las actividades comerciales agropecuarias. A partir de 1860
comienzan a aparecer entidades privadas. Por último, se crea el Banco
Nacional (1872) y el Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires. En
1885 se crea el Banco Hipotecario Nacional.

3. Crisis de 1866 y 1873: en 1866 se produce una crisis económica debido a la


baja del precio de la lana (en ese entonces el principal producto de
exportación), sin embargo, la recuperación comienza pronto con una corriente
de empréstitos externos, por los cuales aumentaron las reservas, el
incremento de la emisión de billetes y por ende la circulación monetaria.

La prosperidad duro hasta 1873, año que se detiene la corriente de préstamos


debido a la crisis financiera europea. Se inicia entonces el ciclo descendente
con la reducción de las reservas, restricción del crédito y depresión de los
negocios. Razón por la cual Avellanada aplicó una política de restricción de
gastos para disminuir el déficit público (1876). Se abandonó la convertibilidad
en 1876.

4. Unidad monetaria y el régimen del patrón oro: Avellaneda creó una unidad
monetaria de oro llamada el “peso fuerte” destinada a reemplazar las
monedas extranjeras que circulaban, medida que no pudo concretarse por la
falta de metálico.

El segundo intento fue de Julio A. Roca quién sancionó una ley que establecía:
un patrón bimetálico (oro y plata) la prohibición de la circulación de monedas
extranjeras y la unificación de emisión de billetes.

En 1883 se establece definitivamente el patrón oro. El reemplazo de las


monedas extranjeras y el mantenimiento de la convertibilidad dependían de
las reservas. En 1880 el flujo de inversiones y préstamos se reanudó con lo cual
pareció posible mantener la convertibilidad. En 1884 se detuvo por la pérdida
de confianza debido al déficit comercial. La convertibilidad se suspende en
octubre de 1885.

5. Ley de Bancos Garantidos y la crisis de 1890: la ley se sanciona en 1887 y


establecía que cualquier banco estaba autorizado a emitir billetes con la
condición de realizar un depósito en oro en el tesoro nacional por el cual
recibían bonos que constituirían el respaldo de la emisión. El objetivo del
gobierno era centralizar reservas para el pago de la deuda externa, ampliar el
circulante y la actividad económica.

Mientras que el gobierno recibía oro para pagar la deuda los bancos se
endeudaban en el exterior, ya que solicitaban préstamos para conseguir el oro
y poder así emitir billetes. Entre 1886 y 1890 Argentina toma prestado casi 700
millones de pesos oro lo cual lleva hacia una nueva crisis.

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Crisis de 1890: debido al incremento de la deuda y el permanente signo


negativo del comercio exterior lo que desencadenó una desconfianza sobre
Argentina, desvalorización de billetes en relación al oro e inflación. La crisis
estalla cuando las exportaciones no lograron expandirse con suficiente rapidez
y el flujo de préstamos se detuvo a fines de 1890.

Segunda etapa (1891-1914)

1. Soluciones a la crisis de 1890: Acuerdo con acreedores extranjeros en 1891


por el cual Argentina no podía solicitar préstamos al exterior por tres años a
cambio del no pago de la deuda a Europa por el mismo lapso.

Los servicios volvieron a abonarse normalmente a partir de 1897. El arreglo fue


abandonado y sustituido por el arreglo Romero. La balanza comercial positiva
como resultado de exportaciones en aumento (debido a inversiones de años
anteriores).

2. La caja de conversión: se crea en 1890 con el objetivo de constituir un fondo


para respaldar las emisiones de los bancos. Pero el fondo se forma años
después cuando comienza a ingresar oro por las exportaciones.

En 1899 se sanciona la ley de conversión que reestablecía la convertibilidad


(entre el $ oro y el $ moneda nacional), que se mantuvo hasta 1914 gracias al
aumento del comercio exterior y al flujo de inversiones.

Ante la crisis de 1890 el gobierno nacional se hizo cargo de todos los pasivos
por billetes emitidos por los bancos garantidos. En 1894 se dispuso la
renovación de billetes por un solo tipo: el “peso moneda nacional”. Se liquidó
el Banco Nacional y se creó el Banco de la Nación Argentina (1891).

Bibliografía

 RAPOPORT, M.; capítulo 1.

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ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 2

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UNIDAD 2
ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LOS AÑOS 20 (1914-1930)
En 1912, la Ley Sáenz Peña estableció nuevas condiciones para el sufragio, que pasó a ser
obligatorio y secreto.

En 1916, fue electo presidente el radical Hipólito Yrigoyen (1916-22), de gran predicamento
popular. La Primera Guerra Mundial desarticuló el comercio y las finanzas estatales, y se
desató una oleada de descontento social y grandes huelgas que se prolongó hasta 1922. La
división profunda entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas tensó la vida política y paralizó las
iniciativas legislativas.

La conflictividad se atenuó durante la presidencia de Marcelo de Alvear (1922-28), también


radical. En 1928, Yrigoyen fue reelecto, por una amplia mayoría. Los conflictos entre sus
partidarios y adversarios se agudizaron, mientras comenzaban a sentirse los primeros efectos
de la crisis económica mundial de 1929.

En 1930, Yrigoyen fue depuesto por un levantamiento militar que tuvo amplio apoyo en los
sectores civiles opositores.

El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida
de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de la Semana Trágica y la de la
Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles de trabajadores detenidos y centenares de
muertos.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
DE LA PLAZA,
1914-1916 Concluye 1840-1919
Victorino
YRIGOYEN, Hipólito 1916-1922 Concluye 1852-1933 LUNA, Pelagio
DE ALVEAR, Marcelo GONZALEZ,
1922-1928 Concluye 1868-1942
T. Elpidio
MARTINEZ,
YRIGOYEN, Hipólito 1928-1930 Depuesto 1852-1933
Enrique

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2.1 El contexto internacional

La Primera Guerra Mundial, que enfrentó a Inglaterra, Francia, Rusia y EEUU


contra Alemania y el Imperio Austro-húngaro dio un nuevo impulso al proceso
de acumulación a escala mundial y potenció la participación norteamericana
en el comercio mundial al tiempo que declinaba la inglesa.

Causas de la Primera Guerra Mundial

- La Segunda Revolución Industrial que condujo a rivalidades económicas y


políticas entre los países.
- Tensión en la región de los Balcanes: Rumania, Serbia, Bulgaria, Montenegro,
etc., apetecida por Rusia, Austria-Hungría y Alemania.
- Rivalidad marítima entre Inglaterra y Alemania.
- Conflictos en las colonias.
- Rivalidades fronterizas entre los principales estados europeos.
- El fuego de alianzas y rivalidades que terminó en la TRIPLE ALIANZA
(Alemania, Italia, Austria-Hungría) y la TRIPLE ENTENTE (Inglaterra, Francia,
Rusia).

Objetivos de la guerra

La Europa Central constituiría la base política y económica sobre la que se


apoyaría Alemania para hacer frente a la competencia del Imperio Mundial,
formado por EE.UU., Gran Bretaña y Rusia.

Francia: deseaba recuperar Alsacia y Lorena, debilitarla a Alemania y


mantenerla en jaque.

Gran Bretaña: deseaba mantener el statu quo en Europa.

Italia: muy vinculada económicamente a Alemania, no tenía el menor interés


en que la cooperación económica interaliada con Alemania continuara después
de la contienda.

Consecuencias de la guerra

Destrucción del capital Humano y Físico: las bajas militares ascendieron a 8.5
millones. Las pérdidas de la población civil, fue alrededor de 12 millones,
excluida Rusia. En este último la situación fue peor, al combinarse la guerra
exterior con la revolución bolchevique y la consiguiente guerra civil, que
arrasaron con el 20% de la población existente en 1913.

El stock físico existente se deterioró debido a los daños provocados por las
operaciones militares. También se paralizó la inversión en nuevos bienes de
capital y en el mantenimiento del equipo. Los destrozos se concentraron en las
infraestructuras y representaron el 3.5% del stock existente en 1914. Algunas
naciones o regiones quedaron literalmente arrasadas, de modo que para

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algunos países (Bélgica, Francia, Austria, Polonia, Serbia y Rusia) la tarea de


reconstrucción fue enorme y provoco serios problemas de financiación.

Costos Financieros: la guerra resulto extremadamente cara, entre 260.000 y


338.000 millones de dólares de la época. Los gobiernos de las principales
potencias confiaron en el endeudamiento para financiar la guerra porque
estaban decididos a hacerse indemnizar por el otro bando en cuanto lo
hubiesen derrotado. Utilizaron la vía de financiación más fácil, la creación de
dinero que provoco una intensa inflación, a pesar de los rígidos controles sobre
los precios.

Desequilibrios comerciales y la problemática de las deudas: Los países en


guerra tuvieron que importar masivamente bienes de los neutrales, a la vez
que disminuía su capacidad exportadora. Este desequilibrio comercial tuvo
graves implicaciones financieras. Finalmente, los países de ambos bandos
hallaron dificultades para llevar a cabo la recuperación económica al carecer
de suficientes divisas para importar los bienes necesarios.

Reestructuración de la economía internacional: Las potencias europeas


relegaron la agricultura, desatendieron los mercados exteriores que
tradicionalmente abastecían con sus bienes manufacturados, potenciaron al
máximo la producción de las ramas industriales productoras de armamento y
bienes estratégicos para fines militares. La conjunción de estos factores dio
como resultado una sensible alteración del equilibrio económico mundial,
declino el peso de Europa dentro del PIB mundial. Las industrias
norteamericana y japonesa aprovecharon esta circunstancia para capturar un
buen número de tales mercados, hubo algunos que no consiguieron
conquistar, debido a que, ante el vacío de productos europeos, ciertos países
decidieron seguir una estrategia de sustitución de importaciones.

El nuevo mapa Político: los perdedores fueron 4: Alemania, Rusia y los


Imperios Otomano y Austro-Húngaro. Alemania perdió el 13% de su territorio.
Rusia sufrió grandes pérdidas territoriales, de las que nacieron nuevos estados:
Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Turquía se vio privada de todo el
inmenso territorio que había poseído en la península Arábiga y en el próximo
oriente. Se desmembró el imperio Austro-Húngaro en siete estados: una
Austria y una Hungría achicadas, una porción para Rumania, otra para Italia,
una mayor para Polonia recién creada y otras dos para sendos nuevos estados:
Checoeslovaquia y Yugoslavia.

Revolución Rusa- 1917: La guerra supuso problemas insuperables para un país


en vías de desarrollo. La economía resultó muy dañada por la movilización
militar, la pérdida de territorio (recursos y producción) y el colapso del sistema
de transportes: a lo largo de 1917, la producción cayó y las condiciones de vida
empeoraron, tanto en la ciudad como en el campo, cuyos habitantes sostenían
el mayor peso fiscal y humano de la guerra, mientras que la burguesía tomaba
posiciones críticas eludiendo la responsabilidad por las decisiones y derrotas.

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MÓDULO 2

La revolución de febrero de 1927 y la consiguiente abdicación del zar dieron


paso a la formación de un gobierno provisional dirigido por los mencheviques
(socialdemócratas), cuyo programa ignoraba, sin embargo, dos demandas
claves de la población, el fin de la guerra y la reforma agraria. Entre tanto, el
mismo proceso de cambio político provocó mayor movilización social y una
dualidad de poder (gobierno frente a asambleas o soviets). El descontento fue
explotado hábilmente por el partido bolchevique (comunistas), que en octubre
tomo el poder: en efecto, la revolución rusa fue dirigida por un pequeño
partido formado por revolucionarios profesionales de origen obrero y sobre
todo intelectual, entre los que se destacó Lenin, todos ellos altamente
disciplinados y con gran determinación.

Tratado de Versalles- 1919: la imposición de sanciones económicas afecto


severamente a diversas economías europeas, en especial a Alemania, dando
lugar a graves hiperinflaciones, grandes fluctuaciones económicas y al
surgimiento de críticas en el plano social, que dieron origen al fascismo y
nazismo.

Restauración del patrón oro: Todos los gobiernos tuvieron como objetivo
prioritario retornar al sistema monetario imperante antes de la guerra. En este
ambiente de consenso se celebró en 1920 una primera conferencia económica
internacional en Bruselas para debatir sobre la reconstrucción del sistema
internacional de pagos. La Sociedad de las Naciones llamó a una segunda
conferencia monetaria internacional, que se celebró en Génova en 1922. De
allí salió como propuesta para solucionar el problema del llamado “patrón
cambios oro”. Se reconocía como política legitima la desaparición del oro como
moneda circulante y la fijación del tipo de cambio con respecto a una moneda
fuerte que fuese directamente convertible en oro. Esto conduciría a que
muchos países constituyesen sus reservas exteriores con divisas en lugar de
oro. Las monedas que desempeñarían la función de activo de reserva y medio
de pago exterior serian, el dólar y la libra esterlina. Por primera vez en la
historia, el mundo se doto de un sistema monetario institucionalizado
mediante un acuerdo Internacional.

Causas de la expansión de Estados Unidos

- Industrias “nuevas” orientadas hacia la producción de bienes de consumo


durables.
- Liderazgo de la industria del automóvil (se triplicó en los años 20), industria
de carácter multiplicador: petróleo, acero, caucho, construcción de nuevas
carreteras, urbanización de los suburbios.
- Desarrollo de la electricidad y de los aparatos domésticos.
- Boom de la construcción de viviendas y de fábricas.

2.2 La situación política y la Ley Sáenz Peña

La Ley Sáenz Peña

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MÓDULO 2

A medida que la sociedad crecía en tamaño y complejidad, el orden político


permanecía, para los que no intervenían en la elección de los gobernantes,
como un sistema extraño a ellos y poco flexible.

Entre los factores que precipitaron la apertura del sistema político deben
señalarse los conflictos intraoligarquicos, las revoluciones impulsadas por el
radicalismo y el movimiento obrero, que a través de las organizaciones
sindicales y las sociedades de resistencia desencadenó un periodo de fuerte
conflictividad social.

La ruptura de la alianza entre los dos notables del régimen, Julio A. Roca y
Carlos Pellegrini, llevo a éste al campo de la oposición. A partir de 1901, la
resistencia interna se orientará al desmantelamiento de las posiciones
roquistas y abrirá el espacio para la emergencia de una corriente que quería
reformar el sistema político.

Con la elección de Roque Sáenz Peña como presidente, en 1910, se abrió el


cauce para las expectativas reformistas. La reforma electoral promovida por
Sáenz Peña planteaba la elaboración del padrón electoral sobre la base del
Registro de Enrolamiento. La nueva reforma establecía la obligatoriedad y el
secreto del voto, e implementaba el procedimiento de la lista incompleta,
como medio para garantizar la representación parlamentaria de las minorías
en la Cámara de Diputados, entre los electores de presidente y vicepresidente,
y entre los electores de senadores por la Capital Federal.

La ley de reforma electoral fue sancionada en 1912. La universalidad atribuida


al ejercicio del voto quedaba limitada por la exclusión de la mujer y por la gran
cantidad de extranjeros no nacionalizados. En consecuencia, los ciudadanos
habilitados para votar representaban un bajo porcentaje sobre la población
total del país.

Las elecciones y el triunfo del radicalismo

Las primeras elecciones legislativas, reguladas por la nueva ley, se realizaron


en abril de 1912; en ellas participaron, además de los partidos tradicionales,
tres nuevos partidos: la UCR, el Partido Socialista y la Liga del Sur. El nivel de
participación electoral fue menos al previsto. La oposición sólo triunfó en la
Capital Federal y Santa Fe. Sin embargo, el éxito radical en estos distritos
claves evidenciaba que algo había cambiado.

El triunfo de los socialistas en las elecciones para legisladores que tuvieron


lugar en la Capital Federal, en 1913, acentuó las preocupaciones de los
conservadores, por lo que intentaron constituir un partido orgánico capaz de
enfrentar el desafió de los radicales.

Es por eso que, hacia fines de 1914, se fundó el Partido Demócrata Progresista
(PDP). Integrado por ocho partidos provinciales conservadores, estaba liderado

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MÓDULO 2

por el político santafesino Lisandro de la Torre. Sin embargo, la falta de


definición del fuerte conservadorismo bonaerense lo llevó al fracaso.

Mientras el oficialismo marchaba dividido hacia las elecciones presidenciales


de 1916, la UCR provocaba la fragmentación de las agrupaciones provinciales.
El radicalismo recibió aportes de todas las clases sociales: peones y
estancieros, obreros y comerciantes, modestos empleados y profesionales. El
radicalismo era más un movimiento que un partido político.

A iniciativa de Hipólito Yrigoyen, la UCR había protagonizado la principal


oposición al régimen conservador. En definitiva, el radicalismo se incorporó a
la lucha electoral proponiendo un programa que expresaba la necesidad de
una renovación institucional basada en el cumplimiento de la Constitución
Nacional.

El ciclo electoral iniciado en 1912 desembocó en las elecciones presidenciales


del 2 de abril de 1916. Sólo la UCR y los dos partidos oficialistas (el PDP y el
conservador) demostraron poseer apoyos en todos los distritos del país. Entre
el oficialismo y los radicales se concentró el 85% de los votos. En tercer lugar,
figuraron los socialistas.

Dado que el candidato radical no logró los electores necesarios para su


consagración, la definición quedó reservada a negociaciones con el Colegio
Electoral, que eligió a Yrigoyen como presidente.

2.3 Las presidencias radicales

Primera presidencia de Yrigoyen

Al principio parecía existir una cierta continuidad entre la nueva administración


radical y el gobierno conservador que la precedió. Su gabinete ministerial
estaba integrado en buena parte por miembros de la elite tradicional.

En materia de política exterior, Yrigoyen mantuvo la postura de neutralidad


adoptada por su predecesor. A su juicio, la neutralidad era el estado normal de
las naciones y la declaración de guerra sólo procedía en defensa de la
soberanía nacional.

En cuanto a la política interna, el ajustado triunfo del radicalismo dejó en


manos de sus adversarios muchos de los antiguos resortes de poder. La
oligarquía tradicional siguió controlando gran parte del poder económico y
social. El radicalismo accedió a la Presidencia, pero quedó como minoría en el
Senado, en varias provincias y en muchos niveles gubernamentales inferiores.
Por lo tanto, la nueva administración debió iniciar su gestión a partir de una
precaria situación política.

Yrigoyen apeló a la intervención federal de las provincias gobernadas por los


conservadores, lo que dio origen a severos cuestionamientos por parte de la

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MÓDULO 2

oposición. Éstas produjeron una sensible mejora de la situación radical en el


Congreso. En consecuencia, hacia 1918, el oficialismo logró la mayoría en la
Cámara de Diputados. No obstante, el Senado siguió bajo el control de la
oposición.

La relación conflictiva entre el Poder Legislativo y Ejecutivo dio lugar a una


disociación entre la administración económica y el poder político. El resultado
fue que numerosos proyectos del presidente Yrigoyen no tuvieron sanción por
parte del Congreso Nacional.

Presidencia de Alvear

Hacia 1922, año de renovación presidencial, el radicalismo parecía solidó y la


amenaza electoral de los conservadores había disminuido. En consecuencia,
volvió a imponerse en los comicios presidenciales la formula integrada por
Marcelo T. de Alvear y Elpidio González. Alvear, miembro de la elite
terrateniente y descendiente del general Carlos M. de Alvear, apoyó la
revolución del 90 y militó activamente en el radicalismo, aunque era un
aristócrata perfecto y refinado por su temperamento, su familia, su tradición y
sus sentimientos. Yrigoyen lo había elegido su sucesor más por cálculo político
que por afinidad, ya que tenía buenos vínculos sociales en el exterior.

No obstante, una serie de gestos simbólicos y de actos concretos marcaron


distintos elementos de discontinuidad de la gestión de Alvear con respecto a la
del popular caudillo que lo había precedido en el cargo. El nuevo presidente
inauguró las sesiones del Congreso, sus ministros respondieron a las
interpelaciones de los parlamentarios, se acudió a la Legislatura para disponer
la primera intervención federal, se sancionaron algunas leyes laborales
favorables a los trabajadores y se atendió a las demandas de los militares. En
otros aspectos, Alvear se desvió del camino trazado por Yrigoyen.

Las diferencias entre ambos líderes radicales no respondían sólo a una


cuestión de estilo, sino que evidenciaban crecientes discrepancias dentro del
partido. Así, tempranamente, se perfilo en el seno de la fuerza mayoritaria una
profunda división. Alentados por la pasividad de Alvear, los radicales se
dividieron entre los “personalistas” o yrigoyenistas, y los “antipersonalistas” o
alvearistas. El presidente debió afrontar las complicaciones que la división de la
UCR creaba en el Congreso. La presencia mayoritaria de diputados
personalistas obstaculizaba las iniciativas del Poder Ejecutivo, impugnándolas o
ausentándose del recinto.

Por otra parte, los antipersonalistas recibieron el apoyo de los restantes grupos
opositores al radicalismo: socialistas, demócratas progresistas y
conservadores. El propio Alvear se malquistó con los yrigoyenistas y se alineó
con los antipersonalistas.

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MÓDULO 2

A mediados de 1924, la división de los radicales se formalizó. Los


antipersonalistas se separaron de la UCR, designando sus propias autoridades
y organizando sus estructuras en todo el país. En tanto que los diputados
yrigoyenistas, con mayoría en el Congreso, torpedearon el programa legislativo
del gobierno, los antipersonalistas, a través del ministro del Interior,
presionaron a Alvear para que interviniera la provincia de Buenos Aires,
baluarte yrigoyenista y clave de la futura elección nacional. Sin embargo, el
presidente resistió y dilató esta decisión.

En este marco, los antipersonalistas se prepararon para concurrir por separado


a las elecciones presidenciales de 1928, contando con el respaldo de los
conservadores y de la mayoría de los gobernadores provinciales. A pesar de
que los tránsfugas parecían tener el triunfo asegurado, la derrota electoral los
pondría en disponibilidad hasta que el golpe de estado de 1930 les abrió
nuevas perspectivas políticas.

El socialismo también debió afrontar una división partidaria. La toma de


posiciones frente al yrigoyenismo generó conflictos internos y en el propio
bloque parlamentario. Las rencillas derivaron en la expulsión de un grupo de
afiliados que formaron el Partido Socialista Independiente. En las elecciones de
1928, esta nueva fuerza política acompañó a la formula antipersonalista.

El previsible regreso del caudillo incentivó la animosidad de sus opositores,


que comenzaron a perder toda la confianza en la Ley Sáenz Peña. Los grupos
conservadores opinaban que los seguidores de Yrigoyen eran corruptos. En el
ejército, el descontento se manifestaba a través de crecientes rumores de
golpe militar.

La oposición militar a Yrigoyen comenzó a organizarse en logias cuyos objetivos


indicaban el endurecimiento de los oficiales de grado intermedio. Si bien
señalaban su disconformidad con aspectos profesionales, las sociedades
secretas estaban motivadas por causas políticas, coincidentes con los planteos
de la oposición conservadora. En tanto algunos conservadores abogaban
claramente por una dictadura militar, pero dada la acrecentada popularidad de
Yrigoyen, si promovían un golpe militar para impedir su regreso al gobierno,
corrían el riesgo de afrontar una guerra civil cuyo resultado favorable no tenían
garantizado.

El triunfo del radicalismo yrigoyenista, ante una oposición desorganizada, fue


aplastante. Se impuso en todos los distritos donde se presentó, recogiendo
alrededor del 60% de los votos. Con respecto a las elecciones presidenciales de
1916, el caudillo había incrementado sus votos en casi un 150%.

En relación a la política exterior, el gobierno de Alvear compartía los ideales de


su predecesor acerca de democratizar la Liga de las Naciones. Pero las
cuestiones más importantes se manifestaron en la esfera continental en la VI
Conferencia Panamericana que se reunió en La Habana en 1928. Ello se debió a

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MÓDULO 2

la política proteccionista que venían implementado los Estados Unidos y que


afectaba a las exportaciones argentinas y de otros países del hemisferio.

El retorno de Yrigoyen

Luego de doce años de su primera elección, Hipólito Yrigoyen llegó


nuevamente a la presidencia de la Nación. Sin embargo, este hecho no
significaba una continuidad política. El radicalismo se había decantado de las
fuerzas que entonces lo integraban y ahora se sustentaba en los sectores
populares, disponiéndose a estructurar “una democracia social de carácter
nacionalista”.

Pero Yrigoyen se encontró con el mismo problema con que tropezó en su


primera presidencia. Si bien contaba con un fuerte respaldo en la Cámara de
Diputados, el Senado seguía dominado por los representantes de las
provincias, encabezados, en esta circunstancia por Salta que, junto a Mendoza
y San Juan, eran centros de virulenta oposición al gobierno.

Durante su segunda presidencia, Yrigoyen estaba físicamente disminuido y


seguía con su estilo de decidir personalmente todos los asuntos del gobierno.
Los dirigentes que lo secundaban carecían de la capacidad para afrontar la
crisis económica que ya se avecinaba y los efectos políticos y militares que lo
acompañarían. La ineficiencia administrativa, el ensoberbecimiento de los
líderes radicales triunfantes y la inacción parlamentaria comenzaron a ser
capitalizados por la oposición hasta entonces desarmada por la derrota
electoral.

Un nuevo factor se iba a agregar a este panorama: la presencia cada vez más
inquietante de las Fuerzas Armadas. Desde 1900, bajo la dirección del general
Pablo Riccheri, se produjo un proceso de modernización y profesionalización
en el seno de aquellas con la creación del Servicio Militar Obligatorio. Dos
características van a tener estas nuevas fuerzas armadas: la influencia
prusiana, en la forma de asesores, periodos de entrenamiento en ultramar y
equipamiento de armas en Alemania; además de la existencia de logias
militares. Ambos hechos favorecieron la carrera de dos oficiales del ejército:
José F. Uriburu y Agustín P. Justo. Las orientaciones político-militares de ambos
se manifestarían plenamente en sus respectivos gobiernos.

Sin embargo, ni el accionar militar, ni la ineficiencia gubernamental, ni la


menguada capacidad del presidente, ni las consecuencias de la crisis mundial,
fueron las únicas determinantes del derrocamiento de Yrigoyen. Un
condimento principal radicó en la poderosa coalición de intereses políticos y
económicos que volcaron sus esfuerzos en desestabilizar al gobierno y crear un
clima que facilitara su derrocamiento. Los radicales antipersonalistas, los
conservadores y los socialistas independientes; el llamado contubernio,
desarrollarían en el último periodo de Yrigoyen una campaña política de

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MÓDULO 2

desprestigio de la administración radical, que culminaría en septiembre de


1930.

La experiencia de los gobiernos radicales de la época había convencido a las


clases privilegiadas de unirse a fin de evitar el peligro comunista que esos
gobiernos habían dejado desarrollar. Unión que pudo concretarse con el golpe
militar de 1930.

2.4 Población e Inmigración. Conflictos Sociales

Hacia 1914, como resultado de las transformaciones económicas producidas


durante el periodo precedente, se perfiló una nueva estructura social,
claramente diferente de la existente con anterioridad a la vigencia del modelo
agroexportador. De la estructura tradicional, polarizada en dos capas, en la
que los sectores populares tenían una proporción muy alta, se pasó a otra en la
que los sectores medios adquirieron una gran significación.

A la vez, dentro de estas capas medias se produjo una diferenciación interna:


surgieron estratos de asalariados urbanos dependientes y creció la importancia
de sectores ligados al comercio y a la industria. Al mismo tiempo, el grupo de
obreros urbanos aumento numéricamente a expensas de los trabajadores
rurales, de los artesanos y de los trabajadores son ocupación definida.

De uno u otro modo, la presencia de los inmigrantes en los años 20 era


predominante en esa clase media en expansión y en el nuevo sector obrero
urbano industrial. En consecuencia, en la Argentina, la burguesía empresarial
urbana, pequeños y medianos comerciantes, sectores medios rurales y la clase
obrera más calificada, estaba integrada por inmigrantes o hijos de inmigrantes.
Los argentinos de origen criollo se concentraban en sectores pudientes
(estancieros, militares, funcionarios públicos), clases medias tradicionales,
sobre todo del interior, y sectores bajos de las clases trabajadoras, urbanas y
rurales.

La primera corriente de interrupción inmigratoria de ultramar se produjo con


la Primera Guerra Mundial. Los saldos inmigratorios máximos habían sido
alcanzados sobre todo en los años inmediatamente anteriores a la guerra. En
1914, el número de inmigrantes experimentó un abrupto descenso,
iniciándose un periodo con saldos inmigratorios negativos. Finalizada la guerra,
el flujo inmigratorio recibió un nuevo impulso. Según los datos censales, el país
había adquirido un definido perfil urbano. Las inmigraciones internas
comenzaron a adquirir progresiva importancia en el área metropolitana de
Buenos Aires.

Los conflictos sociales

Los cambios políticos resultantes de la vigencia de la ley electoral de 1912


permitieron la integración de una importante masa de población hasta
entonces excluida de toda participación política. Factores estructurales como

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MÓDULO 2

el asentamiento progresivo de las anteriores inmigraciones, el impacto de


decisiones políticas a fines del siglo XIX (como la escuela obligatoria), la
posterior instauración del servicio militar y los efectos de la predica
nacionalista contribuyeron a la definitiva integración social de los sectores
populares.

La gestión de presidente Yrigoyen intento transformar el Estado “gendarme”


del periodo oligárquico en un agente activo de democratización. Para ello
impulso medidas tendientes a una mayor participación de los sectores
discriminados por el régimen en la actividad política. Además, las nuevas
políticas públicas ampliaron el abanico de oportunidades y favorecieron los
procesos de movilidad ocupacional y de ascenso social. A fin de afirmarse en el
poder, el radicalismo debió asegurarse el voto de los sectores medios,
constituidos en nuevos protagonistas sociales. Para ello facilitó su acceso a los
cargos públicos y creó un complejo sistema clientelístico destinado a manejar
la distribución de favores.

En el terreno laboral, debió afrontar tres brotes de malestar obrero, con


reacciones distintas. Ocurrió que, en la fase ascendente del ciclo económico,
entre 1917 y 1921, fue acompañada por un alza de los precios que provocó
una marcada redistribución de la renta contra las clases medias y
especialmente las bajas. Como consecuencia de ello, las huelgas crecieron en
número e intensidad.

A finales de 1916 se declaró un paro de los trabajadores del puerto de Buenos


Aires organizada por la Federación Obrera Marítima que impulsaban
reivindicaciones salariales concretas. En este caso, el gobierno arbitró el
conflicto satisfaciendo las mayorías de las demandas de los huelguistas.
También hubo huelgas ferroviarias en 1917 y 1918 que culminaron con
concesiones favorables para los ferroviarios.

La agitación obrera volvió a despertar a principios de 1919. El episodio


conocido como la “Semana Trágica”, se desencadenó por una huelga de los
trabajadores metalúrgicos de los Talleres Vasena, que proclamaban mejoras
salariales y reducción de los horarios de trabajo. Al no llegar a un acuerdo, se
pidió la intervención policial que terminó en un enfrentamiento con los
huelguistas, el cual arrojó un saldo de cinco muertos. La situación derivó en
una huelga general que tanto conservadores como sectores del radicalismo
consideraron el preludio de una revolución bolchevique, dirigida desde Rusia.

En definitiva, dos elementos contribuyeron para poner fin al conflicto: por un


lado, la intervención del Ejército y la Armada cumplió un rol disuasivo. Por
otro, la mediación gubernamental permitió el reconocimiento de las
reivindicaciones de los trabajadores metalúrgicos, que consiguieron en parte
sus objetivos.

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MÓDULO 2

Uno de los corolarios de la crisis de 1919 fue la aparición de grupos


paramilitares (Liga Patriótica Argentina) que propiciaron sentimientos
xenófobos, antiobreros, anticomunistas y, especialmente, antijudíos.

La tercera ola de agitación obrera emergió en la Patagonia en 1921, impulsada


por una sociedad obrera anarquista fundada en Río Gallegos. Se declaró una
huelga que originó escaramuzas armadas entre los huelguistas y las fuerzas del
servicio de los estancieros, quienes solicitaron ayuda al gobierno nacional.
Yrigoyen cedió a estas demandas, reemplazó al gobernador de Santa Cruz por
un nuevo gobernador y envió tropas militares, comandadas por el teniente
coronel Héctor B. Varela. En enero de 1921, luego de contactos entre el
gobernador y el jefe militar con los obreros, se llegó a un principio de acuerdo
entre las partes que pareció terminar el conflicto. Sin embargo, el acuerdo no
fue respetado por los estancieros por lo que la huelga se reinició. La segunda
huelga se hizo extensiva a todo el territorio de Santa Cruz, involucrando a
peones rurales argentinos y chilenos, bajo la conducción de anarcosindicalistas
europeos. La policía reprimió la huelga en las ciudades deportando en
encarcelando a varios dirigentes. En el campo, grupos de peones armados
recorrieron las estancias, las ocuparon y tomaron a sus dueños en calidad de
rehenes.

Entonces, el Poder Ejecutivo reaccionó de inmediato y los militares retornaron


a Santa Cruz. Varela por su cuenta impuso la ley marcial y en lugar de la
negociación decidió reprimir abiertamente. El número de obreros muertos
como resultado de la represión fue cuantioso. Este episodio se conoció con el
nombre de la “Patagonia Trágica”.

Bibliografía
• Rapoport, M. cap 2.

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MÓDULO 2
SEMANA 3
MÓDULO 2

ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 2

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MÓDULO 2

UNIDAD 2
ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LOS AÑOS 20 (1914-1930)
En 1912, la Ley Sáenz Peña estableció nuevas condiciones para el sufragio, que pasó a ser
obligatorio y secreto.

En 1916, fue electo presidente el radical Hipólito Yrigoyen (1916-22), de gran predicamento
popular. La Primera Guerra Mundial desarticuló el comercio y las finanzas estatales, y se
desató una oleada de descontento social y grandes huelgas que se prolongó hasta 1922. La
división profunda entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas tensó la vida política y paralizó las
iniciativas legislativas.

La conflictividad se atenuó durante la presidencia de Marcelo de Alvear (1922-28), también


radical. En 1928, Yrigoyen fue reelecto, por una amplia mayoría. Los conflictos entre sus
partidarios y adversarios se agudizaron, mientras comenzaban a sentirse los primeros efectos
de la crisis económica mundial de 1929.

En 1930, Yrigoyen fue depuesto por un levantamiento militar que tuvo amplio apoyo en los
sectores civiles opositores.

El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida
de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de la Semana Trágica y la de la
Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles de trabajadores detenidos y centenares de
muertos.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
DE LA PLAZA,
1914-1916 Concluye 1840-1919
Victorino
YRIGOYEN, Hipólito 1916-1922 Concluye 1852-1933 LUNA, Pelagio
DE ALVEAR, Marcelo GONZALEZ,
1922-1928 Concluye 1868-1942
T. Elpidio
MARTINEZ,
YRIGOYEN, Hipólito 1928-1930 Depuesto 1852-1933
Enrique

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MÓDULO 2

2.5 Las políticas económicas

Los avatares del crecimiento económico durante los gobiernos radicales


reflejaron la estrecha vinculación de la economía argentina con la coyuntura
internacional, pues, a pesar del cambio político que esos gobiernos
representaban, las líneas esenciales de modelo agroexportador no se alteraron
(apertura de la economía, endeudamiento externo, comercio exterior basado
en el intercambio de materias primas y alimentos por productos
manufacturados, estabilidad de la moneda e, incluso, retorno al patrón oro). La
crisis mundial, que comenzó a fines de 1929, coincidió prácticamente con el fin
de los gobiernos radicales, que no tuvieron oportunidad de producir cambios
drásticos en las políticas económicas.

Durante la Primera Guerra Mundial; entre 1914 y 1917, se produjo una brusca
caída del PBI. El comercio exterior resulto superavitario, pero ello fue
consecuencia de un descenso de las importaciones y no de un incremento
sustancial de las exportaciones, aunque el nivel de éstas se mantuvo gracias a
la apertura del mercado norteamericano. Dicha circunstancia favoreció un
incipiente proceso de sustitución de importaciones en el sector industrial, pero
la disminución de importaciones esenciales (bienes manufacturados y de
capital) repercutió de manera negativa sobre el producto interno. La
interrupción de la corriente de capitales, producto de la crisis de 1913-1914 y
luego de la propia guerra, obró en el mismo sentido.

A partir de 1918, la normalización de la economía internacional permitió que


se incrementaran de manera considerable las exportaciones agrícolas para
abastecer a los exhaustos países europeos, en tanto se mantenía un amplio
volumen de exportaciones a los EEUU, lo que favoreció un repunte del
crecimiento económico.

Sin embargo, la crisis agrícola-ganadera que se inició hacia fines de 1929, como
consecuencia de la caída de los precios internacionales de los productos
agrarios, y en particular de las carnes, debido a la recuperación del sector
agropecuario en los países europeos, produjo una nueva disminución de la tasa
de crecimiento del PBI. Pero éste volvió a subir en 1922 gracias al aumento,
aunque breve, de los precios agropecuarios internacionales y, sobre todo, al
ingreso de capitales extranjeros, tuvo lugar un nuevo periodo de bonanza
hasta 1928. Tras una declinación momentánea de la actividad económica en
1925, el crecimiento retomó al ritmo ascendente que caracterizó a la mayor
parte de la década de 1920. Debido a la entrada masiva de capitales y al
aumento del volumen de los bienes exportados, que compenso otra caída de
los precios internacionales, se fortaleció el peso, lo que permitió al gobierno
volver al sistema de la Caja de Conversión en 1927.

Aunque la Argentina experimentó un crecimiento indudable, fue muy


vulnerable a las fluctuaciones de la economía mundial. Dependía, por un lado,
de nuevas entradas de capitales todos los años para evitar serios problemas en

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MÓDULO 2

la balanza de pagos y, por otro, de conservar los mercados para sus


exportaciones. Le resultaba, por el contrario, muy difícil reducir sus
importaciones y la carga del servicio de la deuda externa. Otros elementos más
de vulnerabilidad en los años 20 fueron la triangulación comercial y financiera
que se desarrolló con los Estados Unidos y Gran Bretaña, y el problema
causado por el retorno a la convertibilidad en 1927.

La política económica contaba entonces con una muy limitada autonomía para
atacar el ciclo económico y una alta dependencia de las circunstancias
externas.

Límites de las políticas económicas

El radicalismo tuvo, sin embargo, algunas iniciativas parciales de política


económica para hacer frente a coyunturas adversas de la economía mundial,
por la necesidad de reforzar actividades del Estado o para proteger ciertos
intereses sectoriales. Pero esas medidas no alteraron significativamente la
composición del PBI. Los lineamientos del modelo agroexportador continuaban
aún vigentes.

Es cierto que la situación fue diferente en los distintos gobiernos. Yrigoyen


propuso, durante su primera presidencia, diversas medidas económicas que
implicaban una intervención más acentuada del Estado en distintos sectores o
procuraban realizar moderadas reformas en los sistemas productivos vigentes.
Entre otras, se destacaban el estímulo a la colonización agrícola, el
establecimiento de bancos oficiales, la creación de la marina mercante, la
apertura de nuevas líneas ferroviarias estatales en zonas atrasadas y la
intensificación de la explotación de los recursos petrolíferos fiscales. Además,
se intentó recurrir a la expansión del crédito bancario, aunque manteniendo
una rígida fiscalización por parte del Tesoro Nacional. Pero la mayor parte de
las iniciativas económico-financieras elaboradas por el primer presidente
radical no pudieron concretarse porque fueron rechazadas en el Congreso.

Por otra parte, la escasez de importaciones durante el conflicto bélico dio lugar
a un intenso, aunque breve proceso de industrialización. Si bien el gobierno
sostenía que en la actividad fabril se concentraba la independencia económica
que el país anhelaba conquistar, no se tomaron medidas concretas en defensa
de la industria y el fin de la guerra produjo la desaparición de diversos sectores
industriales ahogados por el restablecimiento de la importación de productos
manufacturados. El criterio librecambista predominante en el Congreso
impidió la protección de la actividad fabril y resultaron vanos los tibios
esfuerzos para revertir esta situación.

La gestión de Marcelo T. de Alvear se caracterizó por otro tipo de


preocupaciones y diferencias en el enfoque económico. Una de las principales
fue la cuestión monetaria con la reapertura de la Caja de Conversión y, aunque
éste fue rechazado, la reapertura se decidió, por decreto, en 1927.

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Otro motivo de alarma fue la disminución de la recaudación fiscal en el sector


externo, lo que llevó, en 1923, a una importante modificación de los aforos
aduaneros que estaban desactualizados. La medida, si bien tuvo
principalmente el propósito de aumentar las recaudaciones tributarias,
benefició por un tiempo al sector industrial.

En el orden agropecuario se produjo un impulso hacia la tecnificaron del


campo, lo que se tradujo en un incremento de las áreas sembradas. Mientras,
en el sector ganadero, se sancionó una serie de leyes para controlar las
transacciones comerciales y establecer precios máximos y mínimos. También
se debatió extensamente, sin adoptarse medidas concretas, en torno de la
posibilidad de intervención del Estado en la cuestión del llamado pool de los
frigoríficos.

En cuanto a transportes, se siguió extendiendo la red ferroviaria. La carencia


de inversiones británicas en la construcción de nuevas vías férreas después de
1914 fue así compensada en parte por inversiones del Estado. También se dio
un impulso a las obras de construcción de puertos y caminos vinculado a la
difusión del automotor. Se establecieron las primeras líneas aéreas, el servicio
postal y un sistema orgánico de transmisiones radioeléctricas.

Con la vuelta de Yrigoyen al poder, el gobierno reunió a los principales


representantes de los frigoríficos y de los exportadores de cereales para
anunciarles una nueva intervención del Estado en el control de los precios y
calidad del comercio exterior de carnes y granos. Se destinaron, por otra parte,
fondos para el desarrollo del sector agropecuario mediante concesiones de
créditos a bajas tasas de interés y con garantías de las cosechas. Se llevó
adelante una serie de convenios con las empresas ferroviarias para el
mejoramiento de los servicios a fin de facilitar el transporte de cereales y
ganado.

Una cuestión que tuvo repercusión en esos años fue la relativa del desarrollo
de la industria del petróleo, pues en 1927, por una iniciativa de legisladores
yrigoyenistas se discutió en la Cámara de Diputados un proyecto de ley sobre
la nacionalización de todas las explotaciones petroleras, tema en el cual se
manifestaron contrastes entre Yrigoyen y Alvear.

La política petrolera

La creciente importancia del petróleo motivada por la expansión del parque


automotor y su utilización como combustible para el sector industrial y los
convirtió en una fuente de debates sobre los principios de la soberanía
nacional, a medida que se descubrían nuevos yacimientos en el país y se
intensificaba su extracción. El progreso de la industria petrolera fue lento. En
1907, se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia, por lo que se creó la
Dirección General de Explotación del Petróleo, y el 17 de febrero de 1916, con

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la primera perforación en la Plaza Huincul, comenzó la intervención del Estado


en la explotación y el descubrimiento de este recurso.

El 3 de julio de 1922, durante el gobierno de Yrigoyen, se creó por medio de un


decreto la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), cuya
dirección seria ejercida durante muchos años por el coronel Enrique Moscón,
designado bajo el gobierno de Alvear. Sin embargo, hasta 1925, cuando se
inauguró la gran destilería de La Plata, la producción del petróleo nacional, era
todavía precaria. El proyecto de destilería era el de mayor envergadura dentro
del plan trazado por Moscón para la expansión de YPF. Debido a la oposición
del Congreso para aprobar su financiación, el presidente Alvear autorizó con
ese fin la utilización de créditos y letras de tesorería, mientras se firmaba un
contrato con la compañía norteamericana Bethlehem Steel Coorporation para
su construcción.

Mientras Moscón estuvo al frente de YPF, la producción nacional creció de


forma considerable y al mismo tiempo se logró la regulación de los precios en
el mercado local. Mientras se ampliaba la capacidad de las refinerías de YPF y
se expandía su producción, el gobierno otorgó diversas concesiones a
empresas privadas de origen extranjero, las que mantuvieron un ritmo de
crecimiento similar al de la petrolera estatal. Con todo, los resultados
financieros de YPF eran muy positivos, lo que alentaba su desarrollo.

En su regreso al gobierno en 1928, Yrigoyen intentó nacionalizar la industria


del petróleo y colocarla bajo el monopolio de YPF. Pero a pesar de la
insistencia de Yrigoyen y de sus partidarios, el proyecto no pude concretarse.

Tanto Alvear como Yrigoyen se enfrentaron en diversas ocasiones a


administraciones provinciales que favorecían el desarrollo de las empresas
petroleras extranjeras en su propio beneficio. De ahí que llego a afirmarse que
en los orígenes del golpe de estado de septiembre de 1930 hubo “olor a
petróleo”. Dicho de otra manera, que se movieron intereses vinculados a
empresas petroleras extranjeras, disgustados con la política del gobierno
radical.

La cuestión del Gasto Público

Durante los mandatos radicalistas, la extensión del sistema de patronazgo se


utilizó como mecanismo para consolidar la clientela política partidaria a través
de la distribución de empleos en la burocracia estatal, lo que benefició, sobre
todo, a los sectores medios.

El análisis de los recursos y gastos del gobierno nacional nos permite afirmar
que las respuestas elaboradas en este sentido por las administraciones
radicales, fueron básicamente tres:

- un incremento relativo del gasto público;

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- la redistribución interna del gasto fiscal a favor de rubros tales como salarios,
pensiones y administración;

- la reorientación de la política impositiva hacia aquellos gravámenes que, en


forma directa o indirecta, afectaban las rentas de los grupos propietarios y de
sectores económicamente dominantes.

En esta época, se puso en evidencia la precariedad del sistema rentístico


nacional cuando a consecuencia de la guerra mundial se produjo, un drástico
descenso de las importaciones y con ella una brusca caída de las recaudaciones
aduaneras, que eran la principal fuente de recursos del fisco. También se
procuró encarar el creciente déficit fiscal a través del incremento de la deuda
pública, aunque la financiación de los gastos del Estado por medio del
endeudamiento ya venía ensayándose desde muchos años atrás.

Una característica del sistema fiscal argentino era la carencia de un esquema


tributario orgánico. En su lugar existía un conjunto de impuestos e
instituciones establecidas a lo largo del tiempo sin ninguna racionalidad.

En agosto de 1918, se elevó al Congreso Nacional un proyecto de ley de


impuesto a los réditos, con lo que se perseguía no sólo aumentar en forma
inmediata los recursos ordinarios del Estado, sino operar también una
auténtica reforma impositiva. El proyecto se fundamentaba en la necesidad de
paliar el desequilibrio crónico de las cuentas fiscales y en los principios de
equidad que aconsejaban solucionar el problema mediante la imposición
directa antes que la indirecta. Por otra parte, se subrayaban las crecientes
funciones del Estado, que no permitían la reducción del gasto público, y las
tendencias contemporáneas en los países democráticos donde se manifestaba
una preferencia creciente por la imposición directa. Como esta iniciativa del
Poder Ejecutivo resultó inaceptable para la oposición, que tenía mayoría en el
Senado y votó en contra, el gobierno debió orientar su búsqueda por caminos
más tradicionales.

Se implementó finalmente un impuesto a las exportaciones agropecuarias que


no estaban gravadas, rubro que por otra parte no se veía afectado por la
situación creada por la guerra. En cambio, disminuyeron en forma
proporcional los gravámenes al consumo interno. Esto indica las intenciones de
los gobiernos radicales, en especial los de Yrigoyen, en el sentido de disminuir
las cargas impositivas sobre los sectores medios, tratando de aumentar los
impuestos directos y los destinados al comercio exterior.

Especialmente durante el corto segundo gobierno de Yrigoyen, se observó un


importante incremento del gasto público, que no fue acompañado por una
recaudación suficiente como para financiarlo. El creciente déficit fiscal que se
generaba ocasionó fuertes críticas por parte de la oposición ya que la teoría
económica de la época sugería la necesidad de un férreo equilibrio de las
cuentas públicas, como punto de apoyo para el equilibrio económico general.

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Sin embargo, el déficit coincidía con el comienzo de una fuga de capitales que
preanunciaba la crisis en ciernes y deprimía el ingreso nacional. En ese
contexto, como lo mostraría posteriormente el keynesianismo, el déficit fiscal
contribuía a contrapesar la caída del ingreso y en cierta medida a estabilizarla.

El retorno al patrón oro

A pesar de las considerables reservas de metálico atesoradas durante la


guerra, la Argentina mantuvo la inconvertibilidad. El embargo sobre las
exportaciones de oro persistió y la cotización del peso bajo a la par, debido a
las dificultades de la balanza de pagos, contribuyeron decisivamente a
restaurar el equilibrio. El ingreso de capitales extranjeros se reinició en 1926 y
continuó hasta comienzos de 1929 en tanto que la balanza comercial mejoró
sensiblemente.

Un episodio importante en la política económica argentina del periodo fue el


retorno a la conversión del peso, es decir, al sistema de la Caja de Conversión.
Para explicar este hecho es necesario tener en cuenta la evolución de la
balanza de pagos (que refleja la posición económica internacional del país) y
las variaciones de las reservas de oro y divisas (que sirven de base para
garantizar su solidez monetaria en un sistema de patrón oro). Los principales
argumentos por los cuales se consideraba necesario volver a la Caja de
Conversión, y por consiguiente a la utilización del patrón cambio oro eran
resguardar la economía interna de las fluctuaciones y contingencias exteriores,
que en distintas circunstancias la habían afectado en el pasado. Se esperaba
asegurar así la estabilidad monetaria, manteniendo por ley una relación entre
la cantidad de circulante y el metálico que se encontraba en el país.

No obstante, debido a la entrada de capitales y al crecimiento de la economía,


el peso se revalorizaba, lo que perjudicaba a los exportadores y a los
productores agropecuarios que dependían de las ventas en el exterior y se
veían afectados por la caída de los precios de sus productos valorados en
pesos, aunque beneficiaba a los importadores.

Un elemento decisivo fue que, en caso de reabrirse la Caja de Conversión, se


beneficiaría, sobre todo, aquellos que necesitaban pagar con oro sus deudas a
los Estados Unidos, país con el cual se mantenía un balance crónicamente
negativo. La reserva de oro bajaría así en forma considerable, iniciando una
nueva baja del peso, que favorecería, a su vez, a los exportadores, productores
agropecuarios e incluso a sectores industriales, beneficiados estos últimos por
el encarecimiento de los productos importados con quienes competían.

Durante 1927 las existencias de oro experimentaron un incremento, lo que


permitió la decisión del gobierno de volver a la conversión. Esto se hizo el 25
de agosto de aquel año, a una tasa de 2,2727 pesos moneda nacional por peso
oro, vinculando nuevamente la emisión monetaria a las reservas de oro y
divisas den el marco de un aumento de las exportaciones y de entrada de

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capitales extranjeros. El país se sumaba a un escenario internacional donde la


vuelta al patrón oro pasaba s ser el denominador común entre las economías
más desarrolladas.

Pero esta situación cambio rápidamente en 1929. En realidad, el régimen de


conversión solo funcionaba en periodos de bonanza: al entrar el metálico
permitía el aumento del circulante a través de la emisión monetaria y la
extensión del crédito; pero cuando el oro volvía a salir, provocaba alarmas y
críticas por la disminución del numerario, lo que obligaba a suspender la
conversión.

Durante los últimos meses de 1928 la situación había comenzado a alterarse.


Los precios de los productos exportables empezaron a descender con
velocidad, mientras que los de importados no variaron en la misma moneda.
La consecuencia fue que los términos del intercambio se hicieron muy
desfavorables para el país.

A medida que transcurría 1928, la balanza de pagos iba reflejando el deterioro


de la situación económica y la Argentina fue el país que perdió más oro en el
año. La excesiva rigidez del patrón oro exponía el mecanismo a una fácil rotura
de sus engranajes. El sistema estaba basado en un nexo demasiado automático
entre la entrada o la salida del oro, por una parte, y la circulación monetaria
por la otra. Es así que los movimientos en la balanza de pagos originaban un
proceso cíclico.

La fase ascendente se caracterizaba por el incremento de las exportaciones y la


entrada de capitales extranjeros. Aumentaban las tendencias de oro, crecían
los efectivos de los bancos y se acrecentaba el poder de compra de la
población. Por el contrario, la fase descendente se iniciaba cuando se agotaba
el impulso ascendente porque disminuía la demanda mundial o se debilitaba la
corriente de inversiones o ambas cosas simultáneamente. Reflejando las
dificultades económicas de las grandes potencias. Caían las importaciones y,
mientras se llegaba a un nuevo punto de equilibrio en el balance de pagos,
seguían saliendo el oro y las divisas de las reservas monetarias.

2.6 Comercio e inversiones extranjeras. El triángulo anglo-argentino-norteamericano

A fines del siglo XIX, Argentina se incorpora al modelo mundial, como


exportadores de productos agropecuarios. Gran Bretaña, rico cliente que
absorbía la mitad de las exportaciones, encontraba en nuestro país un
mercado para sus colocaciones de manufacturas y capitales.

Existía una relación triangular, en la que participaban como partenaires


principales el Reino Unido y los Estados Unidos, pero esa relación poseía
características diferentes de las de otros países. La Argentina tenía un
excedente de exportaciones con Gran Bretaña y uno de importaciones con

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MÓDULO 2

EEUU. Esta circunstancia originaba, paralelamente, la existencia de un


triángulo naviero y de un triángulo en los movimientos de capital:

Triangulo Naviero: se producía porque, como el grueso de las exportaciones


argentinas se dirigía a Gran Bretaña y Europa, los exportadores británicos
disponían de una amplia capacidad de retorno. En cambio, dado el poco
volumen de exportaciones argentinas a EEUU, los productos norteamericanos
no disponían de una capacidad de embarque de retorno y debían pagar fletes
más altos, o aprovechar el intercambio con Brasil para prolongar los viajes
hacia Buenos Aires. Esto estimuló la dependencia de Argentina del mercado
británico.

Triangulo de los movimientos de capitales: tuvo una importancia decisiva. Gran


Bretaña cubría con los ingresos provenientes de la Argentina por inversiones y
prestación de servicios financieros y comerciales, la mayor parte de su balanza
comercial desfavorable. Por otra parte, EE.UU. compensaba con una corriente
neta de capitales a la Argentina su excedente comercial, financiando sus
importaciones con préstamos o inversiones directas. El sistema funcionaba por
que entraban a nuestro país capital proveniente de EE.UU. y de esta forma, se
equilibraba el desajuste que podía producirse en el comercio trilateral.

En realidad, desde el punto de vista comercial, la relación económica entre la


Argentina e Inglaterra no era tan unilateral como se piensa. Es cierto que
existía una fuerte dependencia del mercado británico para el sector
exportador argentino. Por otro lado, había también un vínculo que tenía igual
o mayor importancia y que se originaba en las cuantiosas inversiones de capital
británico que llegaron a Argentina desde fines del siglo pasado.

Al mismo tiempo que las relaciones con Gran Bretaña adquirían estas
características, se iba vislumbrando una participación creciente de los Estados
Unidos en la economía argentina. Antes de la Primera Guerra Mundial, la
presencia del país del Norte en la economía argentina era bastante modesta,
aunque ya capitales norteamericanos se habían implantado en un punto clave
de la estructura productiva: la industria frigorífica.

Por otra parte, después de la guerra los Estados Unidos se convirtieron en un


importante mercado de capitales y, particularmente entre 1914 y 1929, la
Argentina recibió numerosos préstamos a corto y largo plazo, que le ayudaron
a financiar sus importaciones, mediante la colocación de títulos públicos en el
mercado norteamericano.

La diferencia que había entre el nuevo tipo de inversiones de los Estado Unidos
y las británicas en su momento de apogeo respondía a los cambios que se
estaban produciendo en la economía internacional. Gran Bretaña, importadora
de materias primas y alimentos y exportadora de manufacturas, había
impuesto una determinada división internacional del trabajo dentro de la cual
la Argentina debía dedicarse, esencialmente, a producir alimentos para la

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metrópoli e importar de ésta productos industriales, excluyendo toda


industrialización propia salvo aquella ligada a la transformación de materias
primas destinadas a la exportación. Por su parte, la economía de los Estados
Unidos se autoabastecía de numerosos productos primarios, particularmente
de aquellos en los que se especializaba el país del Plata y contaba con una
tecnología más avanzada que la inglesa, a punto que esto le da la posibilidad
de exportar productos manufacturados y bienes de capital y de alta tecnología.

La rivalidad anglo-norteamericana en el mercado argentino no era una


competencia limitada al mismo tipo de productos, sino también a bienes
diferentes o de tecnologías distintas.

Por otra parte, los saldos del comercio con los Estados Unidos eran
desfavorables para el país del Plata, al contrario de lo que ocurría respecto de
Inglaterra. La razón por la cual la balanza comercial con los Estados Unidos
fuera tan desfavorable se debía, evidentemente, a que ambas economías no
eran complementarias, sino competitivas. El mercado norteamericano se cerró
por completo, en 1926, a la importación de carnes argentinas, pero ya mucho
antes el alto nivel de protección impedía la colocación de nuestros productos y
este problema iba a ser una de las preocupaciones principales de los sectores
dirigentes argentinos.

2.7 El sector agropecuario

Finalizada la Primera Guerra Mundial, las exportaciones argentinas


continuaron, en general, su crecimiento, sustentadas esencialmente en el
sector agropecuario. Pero los componentes agrícolas fueron desplazando a los
ganaderos, dada la sostenida demanda internacional de la producción agraria
pampeana y la crisis mundial de comercialización de carnes que se hizo sentir a
comienzos de la década de 1920. De este modo, el mayor porcentaje de envíos
al exterior se fue concentrando en el trigo, el maíz y el lino, en ese orden de
importancia, que en conjunto representaron casi dos tercios del valor de las
exportaciones argentinas. El carácter fuertemente concentrado de sus ventas
externas hizo que la Argentina fuera, en unos pocos artículos, un país
vendedor con cierto peso en los mercados mundiales.

Si bien el crecimiento fue importante, su volumen era menor que el de


décadas anteriores y estuvo sometido a bruscas fluctuaciones de la demanda
externa y al aumento de la competencia en el mercado mundial. Sólo
alrededor del 25% de la producción agrícola era absorbido por el país y el
porcentaje restante se destinaba a exportación, cuya comercialización estaba
concentrada en pocas firmas multinacionales: Bunge y Born, Louis Dreyfus,
Weil Hnos., Huni & Wormser y General Mercantil Co., de capitales
principalmente europeos: franceses, alemanes, holandeses y británicos.

Una serie de factores fue alterando el sostenido crecimiento del sector agrícola
e insinuando una situación más crítica para el sector en el largo plazo. Entre

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ellos se destacaron la fluctuación en los precios de los cereales y su creciente


descenso desde 1926; el aumento en los costos de producción, especialmente
transportes, maquinarias, implementos agrícolas y almacenaje; la insuficiencia
del crédito agrícola; el encarecimiento de los arrendamientos; y los límites
existentes a la expansión territorial extensiva de la agricultura argentina. Pero
también influyeron en los problemas agrarios del país los rendimientos
decrecientes del sector cerealero.

Un factor que contribuyó al aumento de la producción fue la creciente


mecanización de las tareas rurales que mejoró la productividad agrícola,
aunque ésta todavía era inferior a la de los países europeos. En 1921, se había
establecido en el país la primera fábrica de cosechadoras, pero el grueso de los
equipos y maquinarias agrícolas se originó en las importaciones provenientes
de los Estados Unidos.

Mientras tanto, fuera del área cerealera comenzaron a producirse cambios


menos perceptibles, pero no menos importantes, en las actividades agrícolas.
Ello se debió a la creciente participación de ciertos cultivos industriales que se
beneficiaron con la ampliación del mercado interno, como el de la caña de
azúcar, los de algodón (que sustentaron el crecimiento de la industria textil),
de frutales y de maní, arroz y yerba mate.

La compleja trama de los intereses rurales, sustentada en el predominio de la


gran propiedad y el sistema de arrendamientos, reflejaba el espectro social del
ámbito cerealero. Entre los grandes productores, que dedicaban parte de su
actividad económica a la ganadería de alta mestización, se destacaban los
grandes propietarios ausentistas que se orientaban a una agricultura extensiva.
Otros terratenientes reinvertían parte de sus rentas en mecanización y mejoras
técnicas y agronómicas, al igual que los arrendatarios de grandes extensiones,
generalmente también grandes propietarios. Entre los sectores rurales
subalternos tenían una considerable representación los chacareros, pequeños
o medianos propietarios que comercializaban su producción granera a través
de las grandes casas exportadoras. El sector social más identificado con la
expansión de la agricultura cerealera, los pequeños o medianos arrendatarios,
estaba obligado a pagar un canon, generalmente elevado, por trabajar la tierra
del propietario o gran arrendatario durante periodos breves, sin posibilidades
de planificar su producción y mucho menos decidir su comercialización.
Existían también ocupantes precarios de reducidas parcelas, dependientes del
trabajo doméstico y acosados por el endeudamiento que podía transformarlos
en simples asalariados. Por último, el almacenero de ramos generales,
generador del crédito agrario informal, operaba como eslabón entre el
agricultor y las grandes empresas exportadoras de granos que, a su vez,
disponían de sus propios representantes y acopiadores zonales.

Estas bases sociales y económicas que impulsaron el crecimiento de la


agricultura, transformaron el régimen de tenencia de la tierra en una cuestión

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de primordial interés, no sólo para los sectores del poder económico, sino para
todo el ámbito político argentino. En ese sentido, con la sanción de la ley de
arrendamientos (11.170) de 1921 el gobierno nacional pretendió atender
algunos reclamos de los pequeños y medianos productores rurales agremiados
en la Federación Agraria Argentina. Este mecanismo legal estaba dirigido a
quienes arrendaban parcelas menores a las 300 hectáreas y contemplaba la
indemnización por mejoras. El arrendatario podía prologar el alquiler cuando el
contrato no excediera los tres años, tenía la posibilidad de negociar la venta de
la producción libremente y se le garantizaba una vivienda confortable. El
Estado procuró también dar otras respuestas ante las demandas de los
agricultores, como la ley de cooperativas agrícolas de 1926, el reparto de
semillas en situaciones de emergencia, y la comercialización de bolsas a
precios subsidiados.

Hacia fines de los años 20, se mantenían en el sector agrario los mecanismos
de funcionamiento del modelo agroexportador aunque se procuró introducir
modificaciones a través de medidas que intentaban responder a la tensiones
generadas por el agotamiento de dicho modelo.

La industria de las carnes

El análisis de la industria de la carne adquiere particular importancia debido a


su peso decisivo en el rumbo económico del país, vinculada como estaba a los
mercados externos y financiados en gran medida por capital extranjero.
Asimismo, la producción y el consumo de carne involucraban los intereses de
grandes grupos con incidencia política y económica.

Los capitales ingleses fueron, los primeros en desarrollar la industria frigorífica


en el país, acompañados en menor medida por capitales nacionales. Pero en la
primera década del siglo XX, se radicaron plantas pertenecientes a los
principales frigoríficos norteamericanos del llamado “Club de Chicago” (porque
provenían de esa ciudad), cuya finalidad era abaratar las exportaciones
destinadas al mercado británico de carnes, aprovechando la mejor calidad de
nuestra materia prima y los menores costos de producción locales.

De este modo, por el aporte de esos frigoríficos el volumen de exportaciones


de carnes americanas hacia Gran Bretaña disminuyó en la misma medida en la
que aumentaron las exportaciones argentinas.

Pronto, los frigoríficos norteamericanos, que tenían una tecnología superior a


los ingleses y argentinos, comenzaron a hacer fuertes demandas a los
ganaderos, con el propósito de poder embarcar al mercado europeo,
principalmente al inglés, carne enfriada, muy similar a la carne fresca, en lugar
de carne congelada.

La aparición de la industria del enfriado aceleró una modificación, que ya se


venía produciendo, en el tipo de razas ganaderas y una nueva delimitación de

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la Pampa Húmeda, eliminando ciertas regiones e incorporando otras. La raza


predominante fue la Shorthorn, aunque también se introdujeron la Aberdeen
Angus y la Hereford, todas ellas razas finas de origen inglés. La ampliación de la
Pampa Húmeda implico incorporar el sur y el sudeste de la provincia de
Córdoba, el nordeste de La Pampa y el extremo sudeste de San Luis.

Otra cuestión, obedece al hecho de que la carne “enfriada” no permite una


larga conservación y para satisfacer una demanda constante era necesario era
contar con buenos cortes todo el año. Esto determinó la aparición de un nuevo
tipo de ganadero, el invernador, que disponiendo de mejores pasturas estaba
en condiciones de asegurar una entrada periódica, lo que resultaba esencial
para la industria del enfriado. Los criadores, por el contrario, no disponían de
campos de la misma calidad y tenían tres opciones: o comercializaban sus
productos directamente en los mercados consumidores locales; o los
destinaban a la exportación del “congelado” o, finalmente, se dedicaban sólo a
la cría de ganado al que alimentaban a lo largo de la edad de destete, para
luego venderlo a los invernadores. Los criadores quedaban excluidos de los
beneficios del comercio de exportación de la carne enfriada, mientras se
establecía una alianza entre invernadores y frigoríficos.

El transporte era un punto fundamental para la obtención de ganancias. Esto


se debía a la duración del viaje a Europa (30 días aproximadamente) y al
carácter perecedero de la carne enfriada, pues si ésta no se consumía dentro
de los 40 días siguientes a la matanza debía congelarse, liquidándose con
pérdidas. La situación se agravaba por la escasa disponibilidad de bodegas para
el envió a Gran Bretaña, que había que reservar con anticipación. La
competencia generada en este entorno entre los distintos frigoríficos provoco
que se llegara a una serie de acuerdos para la distribución de las facilidades de
transporte que se denominaba Conferencia de Fletes. Su propósito era regular
los suministros al mercado británico, para poder ajustar la cantidad a la
posibilidad de absorción del mercado. Estos acuerdos fueron el origen del
llamado pool de los frigoríficos cuya presencia seria de crucial importancia en
la historia de la industria de la carne.

A los invernadores no les importaba tanto el precio absoluto, sino el margen


entre el precio de venta a los frigoríficos y el costo. En esto residía su interés
en comprar barato a los criadores y la base de su alianza con los frigoríficos.
Cuando declinaban los precios del ganado, los frigoríficos y los invernadores
podían proteger los márgenes de ganancias a expensas de los criadores.

La irrupción de los establecimientos frigoríficos de capital norteamericano


origino una fuerte competencia con los de origen inglés, rivalidad que fue
denominada “Guerra de Carnes”. Esta fue, en realidad, una “Guerra de
Precios” que tuvo varias etapas. La primera se extendió hasta poco antes de la
Primera Guerra Mundial y durante la misma los envíos de carnes refrigeradas
por los frigoríficos norteamericanos inundaron el Reino Unido. Muchos

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estancieros obtuvieron grandes beneficios de la competencia entre los


frigoríficos, pero luego de una gran caída de los precios en el mercado de
Smithfield de Londres las compañías comenzaron a registrar pérdidas por lo
que decidieron formalmente repartirse el mercado. Con ello comenzaron a
regular el precio del ganado en su propio beneficio, a través de la constitución
del mencionado pool por el cual se distribuyeron los envíos en un 41,35% para
los establecimientos norteamericanos, un 40,15% para los británicos y un
18,5% para los argentinos.

Pero al finalizar la guerra, comenzó a decrecer la demanda de ultramar,


iniciándose un proceso depresivo en el sector. La disminución del poder
adquisitivo, las acumulaciones de grandes cantidades de carne envasada y
congelada por parte de los mismos países aliados y la existencia de otros
mercados vendedores, junto con la paulatina recuperación del sector
agropecuario europeo, originaron una seria crisis en la ganadería argentina.

La crisis de los años 1921-1922 reflejo crudamente el conflicto entre los


invernadores y los criadores. Los primeros, ganaderos acaudalados y dueños
de gran cantidad de animales, podían sobrevivir a la conmoción reteniendo su
ganado hasta que los precios mejoraran o lograran algún beneficio particular
por parte de los frigoríficos. Los criadores, en cambio, debían malvender sus
novillos de inferior calidad a los frigoríficos o entregarlos para su engorde a los
invernadores, sufriendo todo el impacto de la recesión. La crisis se reflejó en
debates parlamentarios y en la prensa de la época.

Así, el Congreso decidió la aprobación de cuatro leyes:

- La construcción de un frigorífico administrado por el Estado en la ciudad de


Buenos Aires;
- La inspección y supervisión gubernamental del comercio de carnes;
- La venta del ganado sobre la base del peso en vivo;
- Un precio mínimo para la venta de ganado de exportación y uno máximo para
la venta local de carnes.

Cuando Alvear estableció por decreto precios mínimos moderados, los


frigoríficos criticaron estas leyes y como repuesta, dejaron de comprar novillos
e interrumpieron el comercio de exportación de carnes. De esta manera, el
Gobierno debió ceder, suspendiendo la aplicación del decreto.

En 1925, la “Guerra de Carnes” entre los frigoríficos se reanudó. Un


establecimiento británico anunció la modernización y ampliación de su planta
y pidió el incremento de su cuota. Por su parte, Swift estaba construyendo una
nueva planta en Rosario, y los Vestey, hacían lo propio en Dock Sud. Cuando
estos últimos solicitaron un aumento de su participación a expensas de las
otras compañías, se puso en marcha el nuevo conflicto.

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Finalmente, en octubre de 1927, los empresarios de los frigoríficos llegaron a


un acuerdo: los norteamericanos nuevamente fueron los mayores
beneficiarios ya que tomaron ahora una cuota mayor. El comercio de la carne
quedo totalmente dominado por los intereses extranjeros y, en particular, por
los estadounidenses.

La Sociedad Rural Argentina argumentaba que la competencia entre


frigoríficos alteraba la estabilidad del mercado y ejercía una presión bajista
sobre los precios. Pero, en 1926, Pajés fue reemplazado por Luis Duhau.

Durante la conducción de Duhau, la SRA elaboró un informe, “el pool de los


frigoríficos necesita la intervención del Estado”, redactado por Raúl Prebisch,
en el cual se acusaba de “ganancias excesivas” a los frigoríficos y se sugería
como única solución posible la intervención del Estado y, además, la inspección
de los libros de las compañías por parte de una junta independiente.

Otro acontecimiento tuvo una repercusión mayor sobre el sector ganadero y la


industria de las carnes: el 17 de septiembre de 1926, el Departamento de
Agricultura de los Estados Unidos emitió una disposición por la cual se prohibía
la importación de carnes frescas o refrigeradas, vacunas, ovinas o porcinas,
desde cualquier región donde existiera aftosa. La Argentina resultaba uno de
los países más perjudicados, porque se consideraba que, salvo la región
patagónica, el resto del territorio estaba afectado por ese mal.

La reacción de Duhau fue lanzar una vigorosa campaña con el slogan “comprar
a quien nos compra”. El lema significaba, en realidad, que la Argentina debía
reforzar sus lazos con los países que compraban sus productos y dado que el
Reino Unido era el principal importador de ellos y, particularmente, de carnes,
debían privilegiarse las compras a ese país, pues los productos manufacturados
que no se podían producir debían “elegirse entre los países que son
consumidores de nuestra producción”.

Como consecuencia de este y otros hechos, en 1929 el presidente Yrigoyen


inició negociaciones informales con el Reino Unido para fomentar el comercio
reciproco, y ese año se llegó a un acuerdo entre ambos países a través del
convenio D’Abernon. Aunque este acuerdo comercial, nunca se puso en vigor.

2.8 El sector industrial

Hacia mediados de la década de 1910 la industria argentina presentaba un


panorama con marcados contrastes. Aunque en los años pasados habían
aumentado la producción y el número de empresas y mejorado las
instalaciones y los métodos tecnológicos, el sector más pujante seguía
concentrado principalmente en torno de las actividades extractivas y
manufactureras más indispensables, vinculadas a la producción agropecuaria o
a la satisfacción de las necesidades más elementales de la población.
Destacaban entre ellas las industrias alimentarías, especialmente los

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MÓDULO 2

frigoríficos, las fábricas de extracto de quebracho, algunas empresas textiles y


metalúrgicas y el sector de la construcción.

Los contrastes tenían un correlato con lo que ocurría a nivel microeconómico.


Las industrias dedicadas a la exportación, en general de capitales extranjeros,
tenían un tamaño comparativamente grande y actuaban en mercados
oligopólicos.

Entre ese momento y el estallido de la crisis de 1930, la evolución industrial


transitó por dos etapas diferenciadas. La primera etapa se originó en las
condiciones espaciales que generó la Primera Guerra Mundial. La segunda se
enmarcó en el regreso a una aparente normalidad en la posguerra, que, no
obstante, comenzaba a descubrir un conjunto de cambios en el
funcionamiento de la economía mundial y de la Argentina.

La Primera Guerra Mundial supuso un desafió inédito para la industria local, ya


que las importaciones de productos manufacturados disminuyeron
drásticamente. La búsqueda de mercados de abastecimientos sustitutos, como
los Estados Unidos, no alcazaba para compensar los trastornos producidos con
los proveedores europeos tradicionales. Las dificultades en el ingreso de
manufacturas importadas contribuyeron a crear una protección de hecho para
la producción local, al obligar al país a vivir de sus propios recursos.

Sin embargo, a pesar de las restricciones en el comercio importador, la guerra


no generaba una situación propicia para el despegue industrial. De hecho, la
producción del sector no sólo no creció, sino que mostró un pequeño descenso
durante la guerra, que solamente pudo revertirse cuando ésta concluyó.

La política industrial

A pesar de ello, la década del 20 es un período en el que la producción


industrial tuvo un crecimiento relativamente intenso, sustentado por un
incremento progresivo de las tasas de inversión.

Dada la apuntada pasividad en materia arancelaria, el desempeño de la


industria debe ser explicado por otros factores. En primer lugar, debe
señalarse que la competitividad de un producto de origen nacional frente a
otro importado, al menos en lo atinente a sus precios, depende ceteris paribus
de las tasas arancelarias, del precio que se toma como base para aplicarlas y
del tipo de cambio. Pero los impuestos aduaneros no se cobraban sobre el
precio real de las importaciones, sino sobre una lista de precios fijada por el
Estado, que no se actualizaba periódicamente. Por eso, con el tiempo se
producían desfases entre los precios reales y los valores establecidos para la
aplicación de los aranceles.

La situación también perjudicaba al fisco, porque una valuación deficiente de


las importaciones disminuía la recaudación tributaria. Por eso, en 1920

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MÓDULO 2

aumentaron las tarifas en un 20% y en 1923 se volvieron a incrementar en un


60%.

Las inversiones extranjeras en el sector industrial

El periodo de entreguerras se caracterizó por un cambio de estrategia de los


capitales de las principales potencias, entre las que se destacaron los Estados
Unidos. Diversas empresas comenzaron a “sustituir exportaciones” por
producción en el extranjero para poder combinar los diseños de los procesos
de producción más eficientes con reducciones en el costo de transportes, una
mejor penetración en los mercados externos, la búsqueda de materias primas
más baratas y un fortalecimiento en la competencia frente a otras empresas.

Durante los años 20 se produjo una irrupción de capitales extranjeros, sobre


todo de origen norteamericano, uno de cuyos principales destinos fue
precisamente el sector industrial, que implico una serie de transformaciones
para el conjunto de la economía argentina.

Su capacidad tecnológica y productiva era muy superior al promedio. Además,


tenían una gran influencia indirecta en el crecimiento del número de firmas, ya
que su actividad permitió el establecimiento de un conjunto de talleres
complementarios y empresas subsidiarias, la mayoría de capitales argentinos.

Desde el punto de vista microeconómico, se observó en esta época una


transformación importante de los métodos de producción, con una profunda
revolución técnica y organizativa que modifico las costumbres, reformó
conceptos, y separó a los diversos factores de producción, permitiendo el paso
de la manufactura a la fábrica.

Bibliografía
• Rapoport, M. cap 2.

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MÓDULO 3
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MÓDULO 3

ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 3

en
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UNIDAD 3
LA CRISIS MUNDIAL, LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LA INTERVENCIÓN DEL
ESTADO (1930-1945)
El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo encabezaron un
golpe de estado, apoyado por grupos políticos conservadores, y expulsaron del gobierno a
Yrigoyen. El golpe interrumpió un largo período de estabilidad institucional, y fue el primero de
una cadena de intervenciones militares que se extendió hasta 1983.

En 1931, se llamó a elecciones, y se impuso el candidato oficial, general Agustín P. Justo (1932-
38). La UCR se abstuvo, luego de que el gobierno vetara la candidatura de Alvear, y mantuvo
esa posición hasta 1935. A partir de ese momento, el gobierno practicó sistemáticamente el
fraude electoral para impedir el triunfo radical.

La crisis económica de 1930 fue superada de manera rápida; el estado instrumentó medidas
para regular la economía, se redujeron las importaciones y, en torno de los grandes centros
urbanos, comenzaron a crecer la industria y los obreros.

En 1933 se firmó el Pacto Roca-Runciman con Inglaterra, que aumentó enormemente la


dependencia argentina con ese país.

Las circunstancias internacionales movilizaron la opinión y la dividieron en partidarios de los


aliados y simpatizantes de los países fascistas.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
SANTARINA,
URIBURU, José Félix 1930-1932 Normalizador 1852-1932
Enrique
JUSTO, Agustín P. 1932-1938 Concluye 1876-1943
CASTILLO, Ramón
ORTIZ, Roberto M. 1938-1942 Renuncia 1886-1943
S.
CASTILLO, Ramón S. 1942-1943 Depuesto 1873-1944
RAMIREZ, Pedro
1943-1944 Depuesto 1884-1962 FARREL, Edelmiro
Pablo
PERÓN, Juan
FARRELL, Edelmiro 1944-1946 Normalizador 1887-1980
Domingo

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3.1 El contexto internacional

La crisis mundial que se inicia en 1929 constituye el comienzo de un periodo


denominado “la Gran Depresión”. Fue la crisis más profunda que padeció el
capitalismo en la historia.
Las características más generales de la Gran Depresión fueron: su carácter
mundial, su larga duración, la amplitud del retroceso del a producción
industrial o del PBI, la enorme contracción del comercio mundial, la espiral
deflacionista y la caída radical del empleo, que afectó, en mayor o menor
medida, a todos los países.
La gravedad de la situación llevó en 1930 al gobierno de Washington, bajo la
presidencia del republicano Hoover, a incrementar las tarifas aduaneras, a
través del arancel Smoot-Hawley, que elevó la protección en promedio en un
30-40%, produciendo un efecto en cascada y conduciendo a una
desorganización completa de la red de intercambios comerciales.
Cuando estalló la crisis, el sistema monetario mundial recibió un duro golpe,
forzando a Gran Bretaña a abandonar el patrón oro. El mundo capitalista se
dividió en tres grupos de zonas monetarias. El dólar agrupo a los EEUU y a los
países con tendencia a la inflación; el bloque del oro estaba encabezado por
Francia y tendía a la deflación y el bloque de la libra esterlina era encabezado
por Gran Bretaña. En 1939, se llegó a la desaparición definitiva del patrón oro.
El inglés, John Maynard Keynes fue el economista más influyente a partir de su
crítica a los fundamentos de la economía neoclásica. Las ideas keynesianas
tuvieron una fuerte influencia en la política económica de la mayor parte de
los países de la época y servirían de fundamento al “Estado de Bienestar” que
predominó en las naciones más industrializadas en los treinta años que
siguieron a la Segunda Guerra Mundial.
La llegada al poder de gobiernos autoritarios, el fascismo con Mussolini en
1922, en Italia y el nacismo con Hitler, en 1933, en Alemania, era no sólo una
consecuencia de la crisis de 1929, sino la deficiente solución de los problemas
económicos, políticos y sociales creados por la Primera Guerra Mundial y la
Revolución Rusa, que provocaron en Europa la aparición de ideologías
nacionalistas, expansionistas y racistas.
El experimento económico más importante para resolver la crisis se realizó en
EEUU, a partir de la llegada al poder del demócrata Franklin D. Roosevelt, en
1933. El programa económico, denominado “New Deal” intentó sentar las
bases de una nueva forma de organización de la economía, con un papel
crucial del estado y a través de la utilización sistemática de políticas de
carácter keynesiano. También implementó nuevas políticas sociales que
mejoraron el nivel de vida del conjunto de la población.
El debate en torno de la más grave crisis que debió soportar el sistema
capitalista continua vigente. Para los economistas liberales, el crac del 29 y la
profunda depresión de los años 30 sería uno de los periodos críticos que

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cíclicamente sufre el capitalismo; para los marxistas, el resultado de las


disfunciones estructurales del sistema. Keynes situó su origen en el desajuste
entre producción y demanda efectiva, mientras que los monetaristas la
atribuyeron a la desaparición del patrón oro.
La depresión se superó no por las políticas activas, como el “New Deal”, sino
por el inmenso proceso de destrucción de recursos y de vidas que significó la
guerra, para poder liquidar las excrecencias del fascismo y del nazismo.

3.2 El golpe de estado de 1930 y los gobiernos emergentes

El oficialismo radical experimentó las primeras derrotas en marzo de 1930. Fue


en ocasión de los comicios para la renovación de diputados. La causa
determinante de la caída de Yrigoyen radicó en la coalición de fuerzas políticas,
militares y económicas, que desde el comienzo de la segunda presidente del
caudillo radical volcaron todos sus esfuerzos a desestabilizar al gobierno.
La conspiración militar se desarrollaba entre las filas del Ejército. Los oficiales
en actividad y retirados, involucrados en el movimiento, respondían a dos
tendencias. La encabezada por Uriburu tenía tendencias nacionalistas
inspiradas en el dictador español Primo de la Rivera, siendo uno de sus
ideólogos Leopoldo Lugones. Se proponía una reforma sustancial del régimen
constitucional, la eliminación del sufragio popular y su reemplazo por una
suerte de cooperativismo. La otra tendencia, de corte liberal y pro-británica,
estaba inspirada por el ex ministro de Guerra, general Agustín P. Justo y
respaldada por sectores mayoritarios de la clase política de orientación
conservadora. Coincidían con los nacionalistas en la necesidad de derrocar a
Yrigoyen, pero planteaban el mantenimiento del orden institucional. Pese a su
desorganización y al público conocimiento de las actividades de los conjurados,
el golpe militar logró derribar al gobierno constitucional el 6 de septiembre de
1930. Para ello contó con la pasividad de la población y con el faccionalismo y
la inacción del partido oficialista.
El gobierno de José F. Uriburu
En el gabinete de Uriburu reaparecieron los apellidos patricios. Estaba
integrado por varios representantes de la elite conservadora: ganaderos de la
Pampa Húmeda, banqueros, jueces, abogados de empresas extranjeras y
dueños de compañías azucareras.
El régimen no ocultó su desprecio por el sistema liberal y los partidos políticos.
De inmediato, el 8 de septiembre, instauró la ley marcial. El presidente adoptó
el título de “presidente provisional”, intervino los gobiernos de catorce
provincias y dispuso la disolución del Congreso por decreto. Por otra parte, se
inició la persecución política, gremial e ideológica de los opositores. En última
instancia, las medidas prolongaban la intención de reformar la Constitución
para darle un contenido corporativo, derogar la Ley Sáenz Peña y reemplazarla
por un sistema de voto calificado.

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La clase política reaccionó desfavorablemente frente a las intenciones de la


dictadura. El general Justo se transformó en el intérprete de las aspiraciones
de la mayoría de los conservadores y capitalizó el consenso que, a pasos
acelerados, perdía el gobierno de facto.
El ministro Sánchez Orondo procuró que el conservadurismo bonaerense
acompañara los planes del gobierno. Para ello convocó a elecciones para elegir
autoridades en la provincia de Buenos Aires. Las elecciones se llevaron a cabo
en abril de 1931. El triunfo de los radicales puso de manifiesto que la
popularidad de los golpistas era menor que la prevista. La derrota hizo
imperioso un llamado a elecciones generales.
La convocatoria a elecciones generales para noviembre de 1931 abrió el
camino al protagonismo político de Justo. La Concordancia respaldó al
heredero del golpe septembrino. En ella se aglutinaron los conservadores, los
radicales antipersonalistas y los socialistas independientes. Las elecciones
consagraron a Justo con nuevo Presidente. La abstención radical, debido al
veto a la candidatura de Alvear y el fraude generalizado, permitió el triunfo
justista frente a la fórmula opositora encabezada por Lisandro de la Torre y el
socialista Nicolás Repetto.
El gobierno de Agustín P. Justo
Las elecciones de noviembre de 1931 consagraron el triunfo de la fórmula
presidencial de la Concordancia. El general Justo se transformó en el primer
militar que ocupaba la presidencia, luego del general Roca. El triunfo electoral
basado en el fraude y la proscripción del radicalismo planteó un problema de
legitimidad al nuevo gobierno. El gabinete estaba integrado por figuras
tradicionales representativas de las clases dominantes y expresaban la
restauración política conservadora.
El nuevo gobierno debió afrontar el problema de mantenerse en el poder. Para
ellos se valió de tres instrumentos políticos: el fraude, las intervenciones
federales a las provincias y la violencia política.
Una preocupación constante a lo largo del mandato de Justo fue la
problemática militar, temiendo que el propio ejemplo del golpe de Estado del
30 le resultara contraproducente. Los objetivos del presidente fueron, en este
sentido, lograr la prescindencia política de los jefes militares, y afianzar una
actitud legalista y un mayor profesionalismo entre los uniformados.
Sin embargo, otros intentos de golpes militares apoyados por sectores de la
oposición radical, en diciembre de 1932 y diciembre de 1933, aunque no
tuvieron éxito, resultaron un toque de alerta.
Por entonces, Justo buscó otros fundamentos para legitimar su gobierno. Su
preocupación inicial por otorgarle legitimidad al gobierno a través del sistema
electoral y el énfasis en un discurso que postulaba la democracia tropezaban
con el hecho de que toda compulsa electoral iba a consagrar al opositor radical
como la fuerza mayoritaria.

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Otro peligro para Justo lo constituyó una decisión de la conducción del


radicalismo que configuraba un escenario poco propicio para los planes de
Justo tendientes a preparar su futura reelección.

3.3 Los efectos de la crisis en la economía argentina

Los problemas del sector externo


Dada la dependencia de la economía argentina de los flujos comerciales y de
capitales, el primer impacto de la crisis se produjo en el sector externo. La
balanza comercial de 1930 fue netamente deficitaria. Entre 1929 y 1930 las
exportaciones disminuyeron un 36% mientras que las importaciones se
contrajeron mucho menos. A esto se le sumó la desfavorable evolución de los
precios relativos.
El valor de los productos agropecuarios, en especial el trigo, bajó
drásticamente, lo que agravó la situación, a lo que se sumaba el fuerte
proteccionismo agrario en Europa que fue agudizándose con la depresión y
resultó muy perjudicial para la Argentina. Se produjo también una caída en los
términos de intercambio, por la mayor declinación de los precios
agropecuarios con respecto a los industriales. Debido a la coyuntura
internacional adversa, a la gran propensión a importar y a un poder de compra
interno que se mantenía elevado, no se podía equilibrar la balanza de pagos, lo
que presionaba sobre la cotización del peso.
La primera medida importante, que se tomó en octubre de 1931 a fin de
atenuar el desequilibrio del comercio exterior y la fuga de divisas, fue la
implantación del control de cambios. El mecanismo elegido consistió en la
creación de una Comisión de Control de Cambios que tenía por objetivo fijar
periódicamente el valor de las divisas y asegurar el pago de las obligaciones
financieras externas. Esto se garantizaba mediante un sistema de permisos de
cambio que distribuía las divisas disponibles en función de una lista de
prioridades donde figuraba, en primer lugar, el pago de la deuda externa y
luego el de las importaciones imprescindibles.
Como consecuencia de estas medidas la balanza de comercial pasó de un
déficit de 284 millones de pesos en 1930 a un superávit de 539 millones en
1936, en tanto que los movimientos de capital se volvieron también positivos y
el nivel de reservas experimentó una saludable alza.
Pero los efectos de ambas medidas resultaron amortiguados por la firma del
Pacto Roca-Runciman, que establecía una política discriminatoria a favor de las
empresas y exportadores ingleses.

3.4 El pacto Roca-Runciman

La disminución del dinamismo en las relaciones económicas de la Argentina


con Gran Bretaña hacia fines de los años 20, y su importancia para los sectores
más tradicionales del país sudamericano, se manifestaron en un creciente

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MÓDULO 3

interés por lograr una solución de los problemas que afectaban los vínculos
bilaterales. Por eso, en 1929 se realizó el primer intento de convenio bilateral
con Inglaterra, que puede tomarse como el antecedente más importante del
futuro Pacto Roca-Runciman.
Ese año, en el marco de una visita a varios países de Sudamérica, llegó una
misión británica a la Argentina encabezada por lord D’Abernon, que arribó a un
acuerdo con el gobierno de Yrigoyen mediante el cual se estableció un crédito
reciproco por 100 millones de pesos oro para la compra de material ferroviario
por parte de nuestro país, a cambio de carnes y cereales. La misión D’Abernon
tenía como principal objetivo la recuperación de ciertas industrias británicas
que se encontraban en declinación y no podían resistir ya una competencia
libre frente a las firmas de otras potencias y a la aparición de bienes sustitutos,
como el transporte automotor y el petróleo.
Sin embargo, el Convenio Oyhanarte-D’Abernon no llegó a ser aprobado por el
Congreso antes del golpe de Estado de septiembre de 1930 y, por lo tanto, no
tuvo vigencia. A pesar de ello, lo que no se logró concretar a través suyo, se
consiguió en parte, más tarde, en mayo de 1933, con el Pacto Roca-Runciman.
A mediados de 1932, los países del Commonwealth se reunieron en la
Conferencia de Ottawa solicitando un retorno al sistema proteccionista de
“preferencias imperiales” a fin de defenderse de la crisis. Esto significaba para
el Reino Unido abandonar los principios del librecambio por los cuales había
bregado desde mediados del siglo XIX. Se desarrolló así una serie de convenios
destinados a consolidar la unidad económica del Imperio, y Gran Bretaña se
comprometió con Australia Y Nueva Zelanda a que la importación de carne
enfriada extraimperial sería mantenida al nivel de sus importaciones de junio
de 1932, cuando las exportaciones argentinas acusaron uno de sus niveles más
bajo de casi toda la década. Se privilegiaba de ese modo, en el comercio
británico, a los países del Commonwealth mientras que la imposición de
cuotas para los productos argentinos constituía una realidad. Los ganaderos
argentinos podían perder a sus clientes más valiosos.
La Sociedad Rural Argentina comenzó, entonces, a presionar al gobierno de
Justo para que se emprendiera una acción diplomática a fin de ayudar a los
ganaderos locales a mantener su participación en el mercado del Reino Unido
y arrebatar el control del comercio exterior al pool frigorífico anglo-
norteamericano. El gobierno conservador, muy receptivo a esta presión, envió
a Londres, en 1933, una misión encabezada por Julio Argentino Roca (h.),
vicepresidente de la Nación, para negociar el mantenimiento de la cuota
argentina de carne enfriada en el mercado británico.
Por consiguiente, tanto para la Argentina como para Inglaterra había
elementos diversos de negociación, cuando viajó la misión Roca a negociar el
mantenimiento de la cuota de carnes para la Argentina. Lo que Gran Bretaña
pretendía era una asignación preferencial de las divisas, un desbloqueo de
fondos congelados y una reducción de los aranceles. A cambio, estaba

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dispuesta a aceptar la suspensión temporaria del pago del servicio de la deuda


externa. La Argentina, por su parte, pedía que nos e redujera la cuota chilled o
carne enfriada, y que el gobierno local mantuviera el control de esa cuota.
Sin embargo, la firma del polémico Pacto Roca-Runciman, el 1° de mayo de
1933, no ofreció demasiadas ventajas para la Argentina, mientras satisfacía la
mayor parte de los pedidos del lado británico. El Pacto aseguraba una cuota de
carne enfriada en el mercado inglés, e Inglaterra concedía una participación a
los frigoríficos nacionales para la exportación de carne argentina mediante una
cuota del 15% que tardó varios años en poder hacerse efectiva. A cambio, Gran
Bretaña lograba diversas medidas que favorecían a los intereses británicos. Así,
por ejemplo, se garantizaba la cantidad de divisas necesarias para hacer frente
a las remesas corrientes del Reino Unido en un volumen igual a las ventas de
productos argentinos hacia aquel país; se asumía el compromiso de tratar de
una manera preferencial las inversiones inglesas; y se aceptaba no incrementar
los aranceles sobre algunas importaciones británicas, como el carbón, e incluso
reducir los aranceles para otros productos de ese origen.
Los acuerdos financieros de 1933, que acompañaron al Pacto, los llamados
“empréstitos de desbloqueo”, establecieron un plan de emisión de bonos de
largo plazo y a un interés razonable para poder reestructurar las deudas
anteriores. El gobierno mantuvo así el servicio íntegro de su deuda externa, a
diferencia de lo que ocurrió con otros países latinoamericanos. En años
posteriores, se hicieron nuevas conversiones de la deuda externa alargando
plazos y reduciendo el interés.
El problema en la evaluación del Pacto Roca-Runciman consiste en saber, si
realmente el comercio de carnes era fundamental para la Argentina o sólo lo
era para un sector económico particular. Además, Inglaterra dependía en gran
medida de las exportaciones argentinas, y en particular de la carne enfriada,
debido a las distancias, ya que los barcos frigoríficos no garantizaban que los
productos de otros países competidores llegaran en buenas condiciones al
mercado británico.
Sin embargo, si el Pacto Roca-Runciman evitaba una brusca contracción de las
exportaciones de carnes, no aseguraba la posición de los ganaderos. El
carácter oligopólico de los frigoríficos y la falta de control estatal en el negocio
les permitía a aquellos ejercer plenamente su poder de compra, clasificando la
calidad de las reses y manejando los precios de manera arbitraria. Los
ganaderos volvieron, entonces, a reclamar la intervención del Estado en su
defensa, aunque la división entre criadores e invernadores se hizo manifiesta
en las discusiones sobre el alcance de la intervención. Los primeros pretendían
una organización de productores con participación directa en la
industrialización y comercialización de las carnes, mientras que los segundos
sólo exigían un marco regulatorio, pero rechazaban la idea de que el Estado se
inmiscuyera directamente en la gestión de las empresas.

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Finalmente, el 29 de septiembre de 1933, se aprobó la ley que creaba la Junta


Nacional de Carnes. Se contemplaba la creación del Frigorífico Nacional de la
Capital y de la Corporación Argentina de Productores de Carnes (CAP).
Los frigoríficos continuaban, sin embargo, ejerciendo su dominio. Mientras los
precios en el mercado inglés habían comenzado a subir, ellos pagaban a los
ganaderos un precio cada vez menor. Por eso, en 1934, Lisandro de la Torre
declaró que los ganaderos aún estaban siendo explotados por los frigoríficos.
Propuso, entonces, que se designara una comisión dedicada a la investigación
de maniobras perjudiciales para los productores en la industria de la carne,
moción aprobada el 1° de septiembre de 1934. La investigación llevó seis
meses, en los que la Comisión Investigadora de Carnes debió luchar contra los
obstáculos que sistemáticamente le ponían tanto el gobierno nacional como
los propios frigoríficos.
A pesar de las dificultades, tanto el informe de la mayoría de la Comisión como
el presentado por el senador De la Torre en minoría lograban mostrar
evidentes irregularidades. Se señalaba, por ejemplo, la falta de fiscalización
gubernamental en las declaraciones del impuesto a los réditos para el caso de
los grandes frigoríficos extranjeros. Se acusaba, sobre todo, a los empresarios
de los frigoríficos de dominar por completo el mercado de la carne, lo que
permitía manejar de manera discrecional el precio del ganado,
independientemente de las fluctuaciones de los precios en Smithfield
(Londres), favoreciendo a un pequeño número de invernadores y expoliando a
la inmensa mayoría de los productores.
En especial, el ataque del político santafesino consistió en denunciar no sólo la
acción distorsiva del monopolio de los frigoríficos, sino también la complicidad
del gobierno en las maniobras de dichos empresarios. La discusión terminó con
el asesinato de Enzo Bordabehere, amigo de Lisandro de la Torre, y a quien
iban aparentemente los disparos.
El Pacto Roca-Runciman tenía una duración de tres años. Al culminar su
periodo de vigencia en 1936, ambos gobiernos iniciaron una nueva ronda de
negociaciones. La coyuntura presentaba ahora características diferentes de las
existentes en 1933. El gobierno británico se encontraba bajo una fuerte
presión de los propios ganaderos ingleses, que demandaban simultáneamente
protección frente a la competencia extranjera y apoyo financiero oficial. Por
eso, en el nuevo tratado (conocido como Malbrán-Eden) las carnes argentinas
fueron gravadas con un arancel del 20% sobre el precio de venta, que se
utilizaría para subvencionar a los ganaderos británicos. A cambio de ellos, el
gobierno argentino adquiría el derecho de distribuir los permisos de
exportación entre los frigoríficos, aunque las críticas de las organizaciones
rurales en las que tenían influencia los criadores apuntaron al hecho de que las
cuotas no sufrieron modificaciones sustanciales con respecto al periodo
previo, en el que eran manejadas por el gobierno inglés. El nuevo tratado
ponía de manifiesto con más claridad que el anterior la debilidad del gobierno

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MÓDULO 3

argentino en las negociaciones y la creciente dificultad para sostener los


pilares de la estructura productiva de la Argentina.
Para compensar las pérdidas que el nuevo tributo británico podía acarrear a
los ganaderos y a los frigoríficos, el gobierno implementó un subsidio y un tipo
de cambio diferencial para las divisas liquidadas por los frigoríficos. De esa
manera, el precio final de venta del chilled beef argentino en el mercado
londinense no sufriría alteraciones a pesar del impuesto y las exportaciones no
se verían alteradas. Así, el erario público se hacía cargo del subsidio a los
ganaderos británicos.

3.5 El intervencionismo del estado

La intervención del Estado


Mientras el gobierno argentino enfrentaba los efectos de la depresión
tratando de preservar las exportaciones de carne a Gran Bretaña, la crisis
mundial seguía afectando a la economía local.
Pero, en agosto de 1933, se produciría un importante golpe de timón en la
política económica. Esto se debió al recambio del equipo ministerial del
presidente Justo, que llevaría a Federico Pinedo a reemplazar a Alberto Hueyo
al comando del Palacio de Hacienda. Con la llegada de Pinedo y de Antonio de
Tomaso al frente de la cartera de Agricultura, se había aplicado un enfoque
más global y de largo plazo, para lo cual recurrieron a una activa participación
del Estado en la regulación y la orientación de la economía.
Las medidas económicas implementadas por el gobierno de Justo a partir de la
llegada de Pinedo al Ministerio de Hacienda, a través de su Plan de Acción
Económica de 1933, abarcaron simultáneamente cuatro frentes que pueden
individualizarse con fines expositivos, a pesar de que muchas de ellas estaban
profundamente entrelazadas.
El control de cambios
Dentro del nuevo esquema jugó un papel fundamental el control de cambios.
Su funcionamiento reflejó mejor que ningún otro instrumento el cambio de
rumbo del gobierno, al convertirse en una pieza clave para la regulación de
varios mercados.
En 1931, el presidente del Banco de la Nación convocó a los directores de los
bancos y se acordó sujetar el peso al dólar. Se creó una comisión de cambios
extranjeros que se encargaría de publicar diariamente las cotizaciones que los
bancos aceptarían voluntariamente. Pero el resultado de la comisión fue nulo.
La necesidad de una intervención más firme, determinó que el Gobierno
Provisional de Uriburu creara, por decreto el 10 de octubre de 1931, la
Comisión de Control de Cambios. El decreto establecía que las transacciones
sólo podían efectuarse al tipo oficial establecido por la Comisión; los
exportadores se comprometían a entregar sus divisas a los bancos autorizados
como condición para poder efectuar sus embarques; se prohibía en principio la

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MÓDULO 3

adquisición de saldos libres por parte de extranjeros, y se ordenaba que los


depósitos en pesos de personas jurídicas o físicas residentes en el exterior sólo
podrían ser utilizados una vez agotados los saldos acreedores existentes.
La adopción del control de cambios tuvo un objetivo de primordial
importancia: asegurar al gobierno federal y a los gobiernos provinciales y
municipales que en todos los casos podrían disponer de la cantidad de divisas
necesarias para hacer frente a las obligaciones financieras exteriores de la
Nación. Además, se procuraba no hacer más costoso al gobierno nacional el
pago de la deuda pública externa.
En enero de 1932, la Comisión fue autorizada a establecer un tipo máximo y
otro mínimo para la compra de divisas por los bancos y éstos no podían vender
cambio extranjero sin requerir un permiso previo de la Comisión. La compra de
divisas por los bancos podía hacerse sin límites, pero con la obligación de
revender al Banco de la Nación los sobrantes.
Asimismo, la Comisión estableció un régimen de prioridades para la venta de
cambio: necesidades públicas, materias primas esenciales, remesas de
inmigrantes, mercaderías no imprescindibles y servicios de la deuda externa.
Durante esta etapa el control de cambios presentó varios defectos. El principal
fue la incapacidad para mantener el equilibrio de las paridades de compra.
Cuando el peso se cotizaba debajo de su valor, se mostró la tendencia de parte
de los importadores a retraerse en sus solicitudes de cambio. Cuando el paso
se valorizaba en exceso los importadores solicitaban demasiadas divisas y se
acumulaban fondos bloqueados. Otra deficiencia fue que causó graves
perjuicios a la producción agropecuaria. Cuando los precios agrícolas y
ganaderos del mercado internacional descendían persistentemente, al
mantenerse fijo el tipo de cambio el reajuste recaía totalmente sobre los
hombros de los productores, obligando a rectificar sus costos de acuerdo con
los precios del mercado internacional. En definitiva, el régimen del control de
cambios en esta primera etapa se limitó a establecer dificultades para la
exportación de capitales.
La segunda etapa del control de cambios se inició durante la gestión de Pinedo,
en noviembre de 1933, hasta noviembre de 1938. Las modificaciones fueron
impulsadas por los prejuicios que la elevada cotización del peso causaba a los
agricultores y por la acumulación de cuantiosos fondos bloqueados.
El 28 de noviembre de 1933 un decreto modificó totalmente el sistema. Se
establecieron dos tipos de cambios: un tipo comprador, al cual los
exportadores estarían obligados a vender sus divisas a los bancos autorizados
para operar en cambios, y un tipo vendedor, que servía para establecer la
cotización del peso para los importadores. El cambio comprador debía oscilar
levemente para impedir que las fluctuaciones de la moneda perjudicaran las
exportaciones. Por su parte, el cambio vendedor sería el resultante de
licitaciones entre los importadores.

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MÓDULO 3

Ese decreto también creó un mercado libre en el que se negociaban las divisas
procedentes de las exportaciones “no regulares” y de cualquier otro origen
que no fueran las ventas regulares al extranjero. Era una suerte de mercado
negro legalizado y no se exigía permisos ni documentación alguna.
Este mecanismo permitió reorientar discrecionalmente el comercio exterior.
Fue también una importante fuente de ingresos fiscales como resultado de la
diferencia entre los tipos de cambio comprador y vendedor. Por último,
representaba un poderoso estímulo para las inversiones extranjeras, que
podían liquidarse en el mercado libre a un precio más elevado que en el oficial.
Con la diferencia entre el valor que el Estado compraba las divisas y el valor al
que se las vendía a los importadores se formó asimismo el Fondo de Margen
de Cambios, destinado a financiar la política agraria del gobierno. De esta
manera, la imposición a los exportadores de un bajo tipo de cambio se
compensaba con los subsidios que se concedían, a través de la Junta
Reguladora de Granos, utilizando el mencionado Fondo.
Los permisos previos, un rasgo importante de ambas etapas del control de
cambios, daban al gobierno la posibilidad de actuar sobre el volumen total de
las importaciones, impidiendo que se incrementaran más allá de lo
conveniente.
La tercera etapa del control de cambios se extendió desde noviembre de 1938
hasta noviembre de 1940. El deterioro de la posición económica y financiera
argentina en 1938 determinó una intensificación importante de esos controles
y del comercio. La combinación de bilateralismo comercial con la libertad
concedida para las transacciones en el mercado libre de cambios fue otra de
las causas que impusieron la reorganización del control en un sentido más
restrictivo. La situación podía haber quedado resuelta, en parte, con la baja del
peso en el mercado oficial, pero la política bilateral seguida hasta entonces
hacía difícil la implantación de tal medida sin restringir al mismo tiempo las
operaciones en el mercado libre de cambios.
El nuevo sistema del control de cambios se limitó a conceder los permisos
solicitados, aunque por un periodo de validez muy corto. Más tarde, pareció
necesario reducir la importación de ciertos artículos cuyo intercambio con la
Argentina hubiera dejado un saldo desfavorable de consideración.
Pero en los primeros meses de 1941, cuando el Reino Unido dejó de enviar las
mercaderías que vendía normalmente, se suprimieron en su casi totalidad las
restricciones a los productos norteamericanos. Con la guerra y la desaparición
de las principales fuentes de aprovisionamiento, el régimen de las
importaciones se liberalizó. De esta manera, el 80% de las compras al exterior
comenzaron a verificarse sin restricciones y en junio de ese mismo año se
suprimió finalmente la Oficina de Control de Cambios, así como el permiso
previo a la importación de mercaderías.
Juntas Reguladoras (mercado de bienes)

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SEMANA 4
MÓDULO 3

A fin de evitar una mayor caída de la actividad interna, que manifestaba ya una
seria baja en sus niveles de ingreso y ocupación, desde 1931 comenzaron a
crearse diversas comisiones asesoras y juntas reguladoras, cuya finalidad era
proponer soluciones y encarar medidas para proteger los intereses de los
distintos sectores productivos: cerealero, cárnico, azucarero, vitivinícola, textil.
Todas contaban con representantes de las distintas actividades económicas,
aunque la mayor parte tenia funciones simplemente asesoras, sin gozar de
autonomía, y muchas eran transitorias o de emergencia.
Sin embargo, las juntas reguladoras y otras instituciones que implicaban una
mayor intervención del Estado en la economía no generaban habitualmente
condiciones para estimular la producción, favorecer nuevas experiencias
tecnológicas o mejorar las condiciones de trabajo: habían sido creadas, sobre
todo, para defender mejor a los distintos sectores económicos en crisis. Se
limitaron así a organizar el sistema de manera de no perjudicar a los grandes
productores y mantener el interés de los pequeños y medianos a seguir
produciendo. Se llegaba al extremo de volcar vino en las acequias, para
mejorar los precios de las reservas en poder de los bodegueros. No sólo se
autorizaba la destrucción de materia prima, sino que se permitía el
establecimiento de límites a la producción, así como se fijaban precios
mínimos y se regulaban o prohibían exportaciones e importaciones.
La creación del Banco Central
Una de las principales medidas económicas de la época fue la creación del
Banco Central, en 1935, que modificó de raíz el sistema implementado por la
Caja de Conversión, con el objetivo esencial de regular la moneda y el crédito
adaptando el circulante a las necesidades de la actividad económica.
En 1932, se invitó a un experto inglés, sir Otto Niemeyer, a realizar una
evaluación del sistema financiero y aconsejar una serie de medidas necesarias
para su mejor funcionamiento, elaborando, en 1933, un informe donde
diseñaba los mecanismos del futuro Banco Central.
Finalmente, el gobierno aprobó, en mayo de 1935, por ley 12.155, otro
proyecto que difería de las propuestas de Niemeyer y fue discutido
ardorosamente en el Congreso. En la elaboración de éste tuvo un papel
fundamental Raúl Prebisch y se caracterizaba por estar más adaptado a las
características especiales del caso argentino.
Las funciones principales del banco serían: detentar el privilegio exclusivo de la
emisión de billetes en el territorio nacional; mantener una reserva suficiente
para asegurar el valor del peso, ya sea en oro, divisas o cambio extranjero,
equivalente al 25% como mínimo de sus billetes en circulación y obligaciones a
la vista; y regular la cantidad de crédito y de los medios de pago adaptándolos
al volumen real de los negocios a través de operaciones de redescuento en el
sistema bancario y otro tipo de actividades.

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MÓDULO 3

Resulta interesante mencionar las diferencias entre el proyecto original de


Niemeyer y el que resultó finalmente aprobado:
- El proyecto de Prebisch asignaba una gran importancia al saneamiento de la
situación bancaria para que el Banco Central comenzara a funcionar sin
tropiezos ni limitaciones. El proyecto de Niemeyer no contenía
recomendaciones de esta naturaleza.
- El proyecto de Prebisch creaba la inspección de bancos como dependencia
del Banco Central, con facultades para examinar la situación de las entidades
bancarias, atendiendo a la preocupación por el buen funcionamiento de las
mismas. Niemeyer, en cambio, sólo sugería que se exigiera a los bancos la
presentación de balances al Banco Central.
- El proyecto de Prebisch dotaba al Banco Central de un instrumento de
absorción de fondos sobrantes en el mercado, para actuar en el progreso
cíclico. El de Niemeyer no contemplaba instrumentos de esta naturaleza.
- En el proyecto de Niemeyer se proponía la elevación de la tasa de
redescuento del Banco Central cuando la proporción de la reserva monetaria
con respecto a los billetes fuera inferior al 33%. El proyecto de Prebisch no
contenía esta medida restrictiva.
- El proyecto de Prebisch incorporaba al Banco Central el manejo del control de
cambio para permitirle un mejor manejo de la economía frente a fluctuaciones
externas indeseables. El de Niemeyer, en cambio, carecía de tal instrumento.
El Banco Central quedó constituido como una entidad de capital mixto, la
mayoría de cuyo directorio se elegía por los bancos accionistas y con un
mercado grado de prescindencia política en su conducción. Finalmente, el
Banco Central comenzó sus actividades en junio de 1935.
Otra de las instituciones controvertidas creadas en esos años fue el Instituto
Movilizador de Inversiones Bancarias. Para su funcionamiento se destinaron
700 millones de pesos resultantes de la reevaluación del oro transferido de la
Caja de Conversión al Banco Central. El instituto se fundó para hacerse cargo
de los créditos que algunos bancos no podían cobrar debido a la crisis y que los
podían arrastrar a la quiebra. Esos créditos caían bajo la denominación de
activos congelados de los bancos, por oposición a los activos liquidables. El
Instituto procuraba auxiliar al Banco de la Nación y a bancos comerciales que
se hallaban en dificultades, por considerar que ello perjudicaba el interés
público.
La política fiscal
La política fiscal sufrió a partir de 1933 una serie de transformaciones en
diversos aspectos. El más novedoso fue un significativo aumento del gasto, que
se relacionó con un importante crecimiento de la inversión pública y la
creación de los organismos reguladores.
Con respecto a las inversiones, debe destacarse el importante programa de
construcción de caminos que, además de incrementar el nivel de empleo,
estimuló la demanda de automotores y camiones, agudizando la declinación

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MÓDULO 3

de los ferrocarriles. El desarrollo del automotor constituyó un importante


avance de los capitales norteamericanos.
El aumento del gasto implicaba un serio problema para el gobierno,
sensiblemente afectado por el descenso del comercio exterior a causa de la
crisis. Por eso, la política apuntó a captar mayores recursos de las actividades
internas. El impuesto a los réditos fue, quizá, la medida más conocida, ya que
constituía una novedad, más política que económica, al gravar las ganancias de
los ciudadanos y de las empresas.
El impuesto a los réditos fue implantado por decreto ley de enero de 1932 y
tuvo que esperar hasta mediados de ese año para su aprobación legislativa.
Paralelamente, se creó, para su efectivización, la Dirección General del
Impuesto a los Réditos. Tardíamente, en relación con el resto del mundo, se
sancionaba un impuesto a la renta en la Argentina.
El resultado de la reforma tributaria fue un gran incremento de la recaudación,
que mejoró paulatinamente la situación fiscal hasta el rebrote de la crisis de
1938, cuando la caída de las rentas nacionales y una política fiscal expansiva
para atenuar las tendencias recesivas originaron de vuelta un déficit
significativo.
La reforma tributaria en los años 30, incluyó la creación de un impuesto a las
transacciones, sustituido en diciembre de 1934 por el impuesto a las ventas.
También se unificaron los impuestos internos, centralizándose la recaudación
en la administración nacional para tratar de evitar la doble tributación. Esta
misma ley instaló un régimen de coparticipación de impuestos. Las provincias
cedían así al gobierno la percepción de tributos propios.

3.6 Cambios en la sociedad moderna

Movimiento obrero y peronismo


Entre 1930 y 1935 la capacidad de resistencia de los sectores populares se vio
disminuida, pero la situación cambio a partir del último año. La movilización de
los trabajadores y los cambios en la organización sindical (incremento de la
actividad huelguística), demandaron una progresiva atención del estado. En
consecuencia, el Departamento Nacional del Trabajo paso a constituirse en un
mediador importante en la resolución de los conflictos laborales y en la
introducción de procedimientos para otorgar un marco más orgánico a las
relaciones laborales.
A principios de 1943, el gobierno de Castillo resolvió la creación de una
Comisión Asesora de Salarios, que debía establecer las condiciones existentes
en cada sector productivo para adecuar los salarios a las fluctuaciones del
costo de vida.
El movimiento obrero fue seriamente afectado por el golpe de estado de 1943.
El nuevo gobierno combinó las medidas represivas con algunas disposiciones

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MÓDULO 3

tendientes a mejorar la situación social de los trabajadores. No obstante, este


intento no dio los resultados esperados.
La oportunidad para el cambio se presentó en octubre de 1943, cuando
designaron a Perón al frente del Departamento Nacional del Trabajo.
La Unión Ferroviaria fue el escenario elegido por Perón para poner en práctica
la nueva política. Como resultado de esas prácticas comenzó a gestarse una
nueva relación entre el movimiento obrero y el estado.
La creación de sindicatos paralelos fue otra estrategia empleada por Perón
para asegurar su éxito, desplazando a los gremios dirigidos por opositores.
Mientras que mediante su política laboral Perón ganó creciente apoyo entre
los obreros paulatinamente se incrementó la oposición patronal a su política.
Los obreros percibieron que si no se movilizaban no sólo no lograrían nuevas
mejoras, sino que perderían las obtenidas hasta ese momento.
La movilización del 17 de octubre de 1945 en apoyo de perón marcará el punto
culminante de aproximación entre el líder militar y el movimiento obrero.
Partidos políticos
El levantamiento militar del 4 de junio de 1943 fue recibido por el espectro
político y la sociedad con moderado optimismo. Los partidos políticos
comenzaron a organizarse internamente confiados en que las nuevas
autoridades fijarían a la brevedad la fecha de elecciones.
Sin embargo, el gobierno militar suspendió las elecciones presidenciales
previstas para septiembre, mantuvo el estado de sitio decretado por el
gobierno anterior, restringió las libertades públicas, prohibió la actividades
comunistas y decreto la disolución de todas las agrupaciones políticas.
A principios de 1945, el gobierno militar se manifestó dispuesto a normalizar
institucionalmente el país. Ante la presión opositora, en agosto de 1945, el
gobierno concreto la convocatoria electoral.
Un objetivo común unía a la oposición: alejar del poder a Perón y a su política
social. Por su parte, Perón decidió apuntalar su propio proyecto.
Su apoyo electoral se constituyo sobre las bases de dos sectores: el Partido
Laborista, integrado por diversos dirigentes sindicales fortalecidos por los
acontecimientos del 17 de octubre, y la UCR Junta Renovadora, formada por
personalidades provenientes del radicalismo. A esa coalición se unieron
elementos salidos del nacionalismo católico, del forjismo y conservadurismo.
La elección presidencial mostró un electorado casi dividido por mitades.
Mientras los obreros urbanos, los migrantes internos y el grueso de los
trabajadores rurales había brindado su apoyo a Perón, patronos urbanos y
rurales, sectores de la clase media, profesionales, empleados y trabajadores
socialistas y comunistas apoyaban a la Unión Democrática.
Organizaciones empresariales

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MÓDULO 3

La Sociedad Rural Argentina apoyó el golpe de estado de 1930, pero poco


tardó en presionar al gobierno de Justo, cuyo resultado fue el controvertido
pacto Roca-Runciman.
En 1942, la SRA participó de la acción opositora contra el gobierno de Castillo.
Junto con otras entidades empresariales tradicionales organizó el Comité de
Defensa Económica criticándola política económica impuesta bajo el lema
propuesto por la UIA: “Basta de impuestos”.
La SRA se manifestó dispuesta a colaborar con el gobierno militar en 1943. En
noviembre, se decretó la rebaja de los arrendamientos, la prórroga de los
contratos que vencieran en 1944-1945 y la suspensión de los juicios de
desalojo pendientes, medidas destinadas a favorecer a los arrendamientos
agricultores. La SRA planteó una abierta oposición a estas disposiciones, lo que
marcó el primer conflicto grave entre el régimen militar y los ganaderos.
Otra área de conflicto se generó a partir de la política laboral de la Secretaria
de Trabajo y Previsión. Al año siguiente, la oposición de la SRA al gobierno
militar recrudeció.
La Unión Industrial Argentina también apoyo el golpe de 1930. El envío de la
Misión Roca para negociar las cuotas de carnes para exportar al Reino Unido
pareció abrir un conflicto entre la UIA y el gobierno. Los industriales temían
que se sacrificara a la industria manufacturera como medio para mejorar el
comercio de ganados y cereales argentinos.
A fines de 1933, la UIA se define a favor de las medidas del equipo económico
encabezado por Pinedo, ya que defendía y estimulaba el trabajo en el país.
Entre 1942 y 1943, la UIA desplegó un discurso nacionalista. Sostuvo la
necesidad de independizar a la economía del país de los condicionantes
externos. Reivindicó el autoabastecimiento del país y enfatizó sus
orientaciones hacia el mercado interno.
Las relaciones de la UIA con el gobierno militar al principio fueron auspiciosas.
Sin embargo, a fines de 1944, comenzó el cuestionamiento de la política social
desarrollada por Perón. Además, el gobierno, a instancias de Perón, planteaba
convertir a la UIA en la contrapartida de una CGT. Esto contribuyó a la ruptura
de las relaciones.
La Confederación de Asociaciones Rurales de la Provincia de Buenos Aires y La
Pampa fue fundada en 1932. Reunía a los criadores de ganado y consiguió
movilizar a muchos productores medianos. Eran adversos a la expansión
industrial, ya que decían que la industria era un sector artificial no creador de
riquezas y consideraban a los industriales sus verdaderos rivales.

3.7 El proceso de industrialización

Como consecuencia de la crisis, la producción se contrajo bruscamente. Sólo


hacia 1933, el sector manufacturero empezó a cobrar impulso.

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MÓDULO 3

A las características favorables (tamaño de mercado, concentración urbana,


oferta de trabajo) se le añadían las medidas implementadas para solucionar los
problemas de la balanza comercial, fundamentalmente el aumento de los
aranceles y aforos, la devaluación cambiaria y la operatoria de la oficina de
control de cambios, que generaban una mayor protección frente a la
competencia externo y estimulaban el ingreso de capitales desde el exterior.
La política de ‘’comprar a quien nos compra’’ afectó significativamente a las
exportaciones norteamericanas. Si los EEUU no querían perder su participación
en el mercado argentino, debían trasladar parte de sus procesos de producción
al país. En este terreno encontraban condiciones favorables.
La evolución de los precios relativos del sector industrial contribuía a
conformar una tasa de rentabilidad atractiva, que se complementaba con una
gran estabilidad del salario real y una creciente disponibilidad de mano de obra
por la inmigración de trabajadores del campo a la ciudad.
Otro importante estímulo fue que durante la década del 30 se desarrolló un
intenso pan de construcción de caminos que sustentó el crecimiento de la
construcción y de las industrias proveedoras de insumos intermedios.
El crecimiento industrial
El impacto de la crisis había sido negativo para el sector. Recién en 1933 se
inició la recuperación, que redujo la capacidad ociosa y alentó, una nueva ola
de inversiones.
Si bien, las tasas de crecimiento no superaron el ritmo alcanzado en los años
20, hubo dos rupturas con respecto al pasado.
1) Hasta la década del 30, los estímulos para el crecimiento no se originaban en
el desenvolvimiento industrial. A partir del 1933, la industria se convertirá en
uno de los sectores impulsores del crecimiento económico del país.
2) Se produjo una importante transformación en la estructura de la
producción, que aceleró el proceso de sustitución por importaciones.
Ciertas actividades relacionadas con insumos locales (los textiles) y la
metalurgia liviana lograron recuperar peso en la estructura industrial,
provocando una fuerte contracción de las importaciones. Este núcleo incluye
las actividades que podríamos denominar de ‘’sustitución fácil de
importaciones’’, compuestas por bienes de consumo, que reducían el peso del
déficit comercial con el exterior, contribuían a canalizar una porción de la renta
agraria a través de inversiones industriales y hacían posible disminuir la
dependencia de las fluctuaciones de los mercados externos.
La expansión de la industria textil satisfacía la creciente demanda del mercado
interno, permitiendo el empleo como materia prima de lana y algodón
producidos localmente y cuyos mercados internacionales se encontraban
afectados por la crisis.

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MÓDULO 3

El sector de automotores se convirtió también en un factor de crecimiento.


Estimulaba a la producción de caucho para neumáticos, la industria de la
construcción de carreteras y las firmas familiares de producción de repuestos.
Otro sector cuya aparición en escala importante fue el de maquinarias y
artefactos eléctricos, como cables y lámparas.
La evolución de la inversión industrial
La crisis contrajo las tasas de inversión. No obstante, entre 1933 y 1935 y entre
1936 y 1937 se observaron dos importantes saltos ascendentes que denotan
un renovado dinamismo.
Las tasas de inversión muestran una proporción creciente de recursos
destinados a la obtención de maquinarias y equipos y un descenso tanto
relativo como absoluto de la inversión en construcciones e instalaciones. Estos
saltos deben tanto a la acción del estado como a una importante corriente de
inversiones extranjeras. Numerosas empresas del exterior, tanto
norteamericanas como europeas, se radicaron en Argentina. Hacia 1935, la
mayor parte de la industria Argentina era de propiedad extranjera.
No toda la inversión industrial se debía al ingreso de capitales extranjeros.
También diversos grupos nacionales contribuyeron a sustentar la expansión
industrial. Se destaca un segmento de pequeños y medianos emprendimientos
surgidos de las clases bajas y medias de origen inmigrante radicadas en el país
desde fines del siglo pasado y de los nuevos inmigrantes de clase media.
La industria y los problemas regionales
El Gran Buenos Aires se convirtió en el centro de localización industrial por
varios motivos, entre los que se destacaban la existencia de un mercado
numeroso, concentrado y con buen poder adquisitivo, abundancia de mano de
obra, fácil acceso y una gran infraestructura.
La concentración económica y financiera ocasionaba también una
concentración de las actividades culturales y una mejor calidad de vida, que
descendía dramáticamente al alejarse de Buenos Aires.
Sobre esta base se inició el proceso de industrialización, que se apoyaba en
estos desequilibrios. El grueso de la industria nacional se localizó en BS AS y en
algunos centros urbanos al tratar de aprovechar los factores ya mencionados.
Los límites de la industrialización
Tanto la década de 1920 como la de 1930 se caracterizaron por un intenso
crecimiento industrial. Si bien los datos cuantitativos eran muy alentadores, un
análisis cuantitativo pone de manifiesto la fuerza limitada de la industria de la
época.
Desde el punto de vista microeconómico, los déficits de las nuevas industrias
resultaban significativos. En primer lugar, los productos con que se iniciaba la
sustitución de importaciones eran frecuentemente copias de un diseño
extranjero rezagado con respecto al desarrollo tecnológico internacional
vigente. En segundo, el equipamiento físico de las plantas estaba compuestos
por maquinas usadas, con un alto grado de obsolescencia física y tecnológica.

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SEMANA 4
MÓDULO 3

Por otra parte, abundaban los criterios extraeconómicos en la búsqueda y


contratación de personal calificado y en la compra de maquinarias. También se
practicaba el auto-financiamiento empresario frente a la falta de un mercado
de capitales organizado.
A pesar de la industrialización, se seguían realizando otras actividades rurales,
es por eso que se dice que la industrialización era un agrupamiento sofisticado
de los intereses agropecuarios, que se complementaba con la expansión de un
conjunto de firmas multinacionales, responsables en la instalación de industria
no tradicional como la automotriz y la química.
Pero el proyecto no contemplaba convertir a la Argentina en una potencia
industrial. Por lo tanto, la estructura industrial poseía ciertos vacíos. Esos
vacíos preanunciaban que la continuación del crecimiento industrial y su
complejidad profundizarían su dependencia con el exterior e impactarían en
forma negativa sobre la balanza comercial debido a la importación de bienes
de capital. Por esta vía se cerraba también el desarrollo tecnológico generando
una dependencia tecnológica.
Por eso, los límites políticos-sociales derivaban en límites técnicos, financieros
y comerciales que contribuían a trabar el crecimiento industrial.

3.8 Segunda Guerra Mundial

Causas de la guerra
1. La primera guerra mundial y los tratados de paz: Temor a una nueva guerra
destructiva y rechazo de los tratados de paz. Alemania-Italia.
2. La crisis mundial de 1929-1930: desempleo y descontento social; fortalece
los regímenes autoritarios en Europa central y oriental y en el extremo oriente
(militarismo japonés); acentúa el nacionalismo económico, la falta de
cooperación internacional y las políticas expansionistas.
3. El aislacionismo norteamericano y las políticas pacifistas de Gran Bretaña y
Francia.
4. Las políticas expansionistas del fascismo: Mediterráneo, Europa Oriental y el
militarismo japonés (“esfera de prosperidad” en Asia).
5. El programa de Hitler y del nazismo: destrucción del acuerdo de Versalles; la
construcción del “espacio vital” (explotación de Europa oriental). Dominio
económico de países europeos. Depuración racial.
Consecuencias de la guerra
1. Pérdidas de población: 40 millones de muertos (bajas militares y civiles).
Más civiles que militares (políticas de exterminio). 35 millones de heridos.
2. Desplazamiento de la población. Los casos más graves Alemania,
Checoslovaquia y Polonia.
3. Destrucción de activos de capital: por combates, bombardeos y
devastaciones deliberadas. Destrucción de capital social. Viviendas. 20% en
Alemania, Polonia y Grecia, 6 al 9% en Francia, GB y Países Bajos, 5% en Italia,
Déficit habitacional.

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MÓDULO 3

4. Sistemas de transporte; dañados o interrumpidos: más de la mitad de los


puentes del Ferrocarril, material móvil. Colapso del sistema ferroviario.
Puertos cerrados o destruidos. Flota mercante 61% de la de preguerra.
5. Equipo industrial y edificios dañados por el trabajo continuo, falta de
mantenimiento. Las pérdidas fueron desiguales. Más graves en el carbón,
acero y energía.
6. Desequilibrio de industrias de bienes de consumo y las de bienes de
producción. Aspecto positivo: los aumentos de capacidad productiva.
7. Agricultura: perjudicada por el daño a la tierra, destrucción y saqueo de
equipo y pérdidas de ganado. Más grave en Polonia y Rusia. Pérdida de la
fertilidad. Pérdida de capital circulante y ganado. En 1945: paralización
industrial y comercial, caída de la agricultura, interrupción de comunicaciones,
déficits presupuestarios y escasez de divisas.
En el conflicto bélico se enfrentaron dos grupos de naciones: por un lado, los
aliados, encabezados por EE. UU., Gran Bretaña y la Unión Soviética
(principales países capitalistas del campo democrático y la nación que había
realizado una revolución anticapitalista); y por otro, los integrantes del Eje
nazi-fascista, conformado por Alemania, Japón, Italia y los otros regímenes
satélites.
Durante el conflicto la producción mundial creció, pero existieron diferencias
entre los países. Las ramas vinculadas a alimentar el aparato militar se
destacaron, pero los bienes de consumo decrecieron o se mantuvieron
estables. El conflicto mundial dio un nuevo impulso al desarrollo industrial de
los países latinoamericanos, iniciado en los años 30.
En vísperas de la finalización de la guerra, los países aliados, prácticamente
vencedores, fueros preparándose para la construcción de un nuevo orden
mundial. Tres cuestiones estaban en juego: la quiebra del sistema multilateral
de comercio y pagos basado en el patrón oro vigente hasta la crisis de 1929, la
guerra en sí y quién ganaba realmente la guerra en el terreno económico.
Esta problemática comenzó a definirse cuando se reunieron en Bretton Woods
los representantes de 44 países, para aprobar, en julio de 1944, la creación del
FMI y el BIRF (hoy Banco Mundial). En ese contexto se presentaron dos planes
monetarios alternativos: el plan White (EE.UU.) y el plan Keynes (Inglaterra). El
plan White, que finalmente fue aprobado, establecía la primacía de los EE.UU.
sobre el sistema monetario internacional.
El gobierno de Ortiz declaró la neutralidad el 4 de septiembre de 1939, dado
que la guerra estaba localizada en Europa. En enero de 1944, el gobierno de
Ramírez se vio obligado a romper las relaciones con los países del Eje. La
política de neutralidad había durado 4 años con los gobiernos conservadores y
8 meses con los militares.
Bibliografía
• Rapoport, M. cap 3.

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MÓDULO 4
SEMANA 5
MÓDULO 4

ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 4

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MÓDULO 4

UNIDAD 4
LOS GOBIERNOS PERONISTAS (1946-1955)
En 1943 un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de estado y derrocó al presidente
Castillo. Dentro de este grupo se destacó el coronel Juan Domingo Perón, quien, desde la
secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante una política tendiente a mejorar la legislación
laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo).

El apoyo popular a Perón lo condujo al gobierno en las elecciones de 1946. Fue reelecto en
1952, luego de la sanción de una nueva Constitución en 1949.

Durante sus dos presidencias (1946-1952 y 1952-1955) Perón se convirtió en el líder del
movimiento peronista e impulsó una política que combinaba el impulso de la industria, el
empleo, las comunicaciones y los transportes, con la acción social desarrollada por Eva Perón,
su esposa, quien dirigió la Fundación Eva Perón y fundó el Partido Peronista femenino, luego
de la extensión a las mujeres del derecho al sufragio. La acción social se manifestó a través de
la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica
para los más pobres.

Durante la segunda posguerra, la situación económica fue muy favorable para el país y
permitió al gobierno mejorar sustancialmente las condiciones de los trabajadores. Por otra
parte, el gobierno restringió las libertades públicas, monopolizó los medios de información y
limitó la acción de la oposición. La relación entre esta y el gobierno fue progresivamente
conflictiva y violenta. En 1954, se sumó un fuerte enfrentamiento de Perón con la Iglesia.

En 1955, toda la oposición se unió para apoyar el golpe militar que derribó a Perón. Poco
después, se restableció la Constitución de 1853.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
PERÓN, Juan QUIJANO,
1946-1951 Concluye
Domingo Hortensio
1895-1974
PERÓN, Juan TEISSAIRE,
1951-1955 Depuesto
Domingo Alberto

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MÓDULO 4

4.1 El contexto internacional

Los EE.UU. emergieron de la Segunda Guerra Mundial como potencia


dominante del escenario internacional. Los países europeos se enfrentaron a
los problemas derivados de la reconstrucción de sus economías y a la
perspectiva de restaurar un sistema multilateral de pagos.
En un principio el FMI se encargaba de otorgar préstamos a los países
deficitarios. Cada país debía aportar al FMI una cuota que se calculaba de
acuerdo a su producto bruto y con su participación en el comercio mundial y
esa cuota determinaba el derecho a voto. Los grandes desequilibrios que
presentaba la economía mundial al finalizar la guerra, hicieron que el FMI
quedara circunscripto a cuestiones vinculadas a la restauración y
reacomodamiento del comercio internacional, mientras que el financiamiento
internacional quedo a cargo del BIRF. Este abandonó rápidamente el apoyo a la
reconstrucción europea para dedicarse exclusivamente al financiamiento al
desarrollo, cambiando su denominación a Banco Internacional de
Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) y luego, Banco Mundial (BM).
En cuanto a los intentos por restablecer el comercio mundial, los EE.UU.
convocaron en 1946 y 1047 dos reuniones en Londres y Ginebra. En octubre de
1947 se logró la firma de un Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT)
que involucraba alrededor de 50.000 productos junto a la reducción de las
barreras arancelarias.
El proyecto de instituir una Organización Internacional de Comercio (OIC)
establecía disciplinas para el comercio mundial, normas en materia de empleo,
convenios sobre productos básicos, prácticas comerciales restrictivas,
inversiones internacionales y servicios. La carta fue aprobada pero no
ratificada por algunas legislaturas nacionales, entre ellas EE.UU. donde
predominaban las corrientes proteccionistas, lo que marcó el fin de la OIC
hasta su establecimiento en 1995.
Los objetivos económicos vinculados a la reconstrucción europea junto con la
estrategia políticamente mundial de EE.UU., dio origen en 1947, al Plan
Marshall, que consistió esencialmente en apoyar la transferencia de
mercancías, dado que del total de créditos y donaciones entre mediados de
1948 y mediados de 1952, más del 80% correspondía a ese fin. La ayuda se
hizo para beneficiar a los integrantes de la Organización Europea de
Cooperación Económica (OECE), y los créditos se autorizaban conjuntamente
en el marco de un organismo multilateral: la Unión Europea de Pagos (UEP).
El Plan Marshall produjo resultados favorables en la primera etapa de su
implementación, entre 1948 y 1949 y fue decisivo en la división del mundo en
dos bloques: los países que participaron en él conformaron el bloque
occidental, mientras que los que se sumaron a las economías centralmente
planificadas de la Unión Soviética formaron parte del bloque oriental.

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La reforma monetaria que sentaba las bases para la reconstrucción de


Alemania Occidental mediante el Plan Marshall fue el pretexto para que la
Unión Soviética bloqueara a Berlín Occidental. A este hecho se asocia el
comienzo de la Guerra Fría, cuya expresión política y estratégica fue el
surgimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949
y cuya partida militar fue el Pacto de Varsovia, firmado por los países del
mundo socialistas.
La Guerra Fría significo la división del mundo en dos bloques contrapuestos, el
capitalismo (liderado por EE.UU.) y el socialista (encabezado por la Unión
Soviética), y se caracterizó por el clima de tensión existente entre las
superpotencias que llevo al mundo al borde de la guerra nuclear. Las
características principales de la Guerra Fría fueron la carrera armamentista, la
lucha ideológica y los enfrentamientos armados en diversas partes del mundo.
Un proceso importante en este periodo fue el de la descolonización de los
imperios coloniales aun subsistentes y el de la progresiva inserción en la
economía y en la política mundial de los “países del Tercer Mundo”. Los países
latinoamericanos fueron excluidos del Plan Marshall y vieron decrecer su
participación en la economía mundial.
Otro rasgo, fundamental en la economía europea de posguerra, fue el de la
intervención del estado en las cuestiones económicas y sociales, bajo el influjo
de las ideas keynesianas. La intervención se produjo a través de tres vías: las
nacionalizaciones, la planificación y la creación de instituciones que
establecerán el llamado “Estado de Bienestar”.

4.2 El primer gobierno de Perón (1946-1952)

El fenómeno histórico del peronismo en su primero gobierno ha sido


interpretado por algunos como un régimen político derivado de las
características personales de su principal dirigente. Pero el peronismo,
reflejaba tendencias económicas, nacionalistas, industrialistas y de reforma
social, presentes en América Latina y en el conjunto de los países periféricos.
La aparición de Perón en la escena política argentina fue la lógica consecuencia
de un proceso que los viejos actores no estaban en condiciones de controlar y
los nuevos no supieron aprovechar. Perón advirtió lo que estaba en juego y
tuvo que armar su propia fuerza política.
El nuevo presidente decidió asegurar su éxito electoral apoyándose en el
respaldo mayoritario que le habían dado los sectores populares y, en
particular, los trabajadores.
El control de la justicia se constituyó en otro objetivo del gobierno peronista.
La Corte Suprema de Justicia constituía un baluarte opositor y era notoria la
vinculación de sus miembros con el antiguo régimen conservador. Perón
considero que la justicia debía acompaña el desenvolvimiento social, por lo
que promovió el juicio político con la intención de remover a los jueces de la
Corte. El debate del juicio político duro diecisiete horas y culmino, en abril de

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1947, con la destitución de cuatro de los miembros de la Corte y del


procurador general de la Nación. Luego de este proceso se destituyo a muchos
otros jueves. De esta manera, Perón se aseguró la lealtad política de la justicia.
Durante las dos gestiones presidenciales, el gobierno peronista llevó adelante
quince intervenciones federales, once de las cuales fueron por decreto.
El triunfo electoral de 1946 le permitió contar con una holgada mayoría de
representantes en la Cámara de Diputados y con la totalidad de los miembros
del Senado. A partir de 1948, y particularmente desde 1951, la burocratización
del Parlamento fue evidente. El Poder Ejecutivo acentuó su control sobre los
representantes del pueblo.
El gobierno consideró que para legitimar el intervencionismo económico y
social era necesaria la reforma de la Constitución liberal de 1853. La
Convención Nacional Reformadora deliberó durante casi dos meses, a
principios de 1949, aprobando una serie de reformas. La imposición de la
reelección presidencial, resultó una reforma que acompañó a otras
modificaciones sustanciales del espíritu y objetivos de la Constitución del 53.
En el terreno político, consagraron a un estado de características autoritarias
que expandió sus potestades en desmedro de los derechos individuales y de la
autonomía de los movimientos sociales.
En el campo social, se perfilo un estado de corte igualitarista. Los nuevos
preceptos constitucionales impulsaban la redistribución de la riqueza a favor
de los sectores asalariados, se incorporaron cláusulas que establecían los
derechos especiales del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la
educación y la cultura. Se regulaba el mercado de trabajo institucionalizando el
conjunto de organismos y dispositivos sociales, sindicales, salariales,
provisionales, etc., impulsados desde el estado a partir de 1943. Pero, se
excluyó el derecho de huelga.
El art. 40 consagró el monopolio estatal del comercio de importación y
exportación, la explotación de los servicios públicos y la propiedad inalienable
e imprescindible de la Nación sobre sus recursos públicos. Otras cláusulas
establecían la función social de la propiedad, el capital y la actividad
económica.
El gobierno concentró los medios de comunicación e información para ejercer
presión propagandística en favor del peronismo y la persona de Perón.
En la relación entre el gobierno peronista y los militares pueden distinguirse
dos fases. Hasta 1949, el gobierno trató de neutralizarlas políticamente
intentando reavivar el sentido de profesionalismo y restaurando la disciplina.
Pero la vinculación entre las autoridades y el ejército comenzó a agrietarse
durante la crisis económica de 1949.
Hacia 1950, la sensación de malestar adquirió proporciones significativas en
algunos sectores de las Fuerzas Armadas. Dos grupos de oficiales rivalizaban

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para conducir un golpe militar: Eduardo Lonardi y Benjamín Menéndez.


Lonardi declinó la conducción del golpe, por lo que asumió el mando
Menéndez, que contó con la colaboración de importantes figuras de los
partidos políticos de la oposición.
El golpe se precipitó para anticiparse a la inminente reelección de Perón en los
comicios de noviembre de 1951. Varias razones determinaron su fracaso: la
renuncia de Evita a su candidatura, la planificación inadecuada y la ejecución
deficiente del golpe. Hacia fines de 1951, Perón tenía un firme control de la
institución militar.
Las elecciones nacionales del 11 de noviembre de 1951 significaron una
rotunda victoria peronista. La fórmula oficialista Perón- Quijano, casi duplico
los votos del binomio radical opositor, Balbín- Frondizi.
Un hecho novedoso contribuyo al éxito electoral peronista. Impulsado por Eva
Perón, en 1947 una ley otorgó la posibilidad de voto a las mujeres,
universalizando el derecho al sufragio. La demora en aplicar esta disposición
fue aprovechada por Evita para organizar el Partido Peronista Femenino y
reforzar el apoyo a Perón en las elecciones presidenciales de 1951.

4.2.1 El origen del peronismo

El Partido Peronista se constituyó cuando Perón se encontraba en el ejercicio


de su primer mandato presidencial. Su creación respondió a la necesidad de
superar las rencillas internas entre los componentes del frente que lo respaldó
en las elecciones presidenciales. Fundado en diciembre de 1947, su jefatura
fue ejercida por Perón. El peronismo se organizó para mantener el poder.
El peronismo estaba destinado a superar a los viejos partidos y a estructurar
una escena política novedosa. Pero entre esta concepción y su práctica política
surgió una tensión. Por un lado, el peronismo aspiraba a involucrar a la
totalidad de los argentinos tras las banderas de una “Nación socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana”. Por el otro, “la constante
identificación del movimiento peronista con la nación no era fácilmente
conciliable con el normal funcionamiento de un sistema pluralista de partidos”.
Perón gobernó casi prescindiendo de su partido. Las masas lo apoyaban
electoralmente a él, y no al Partido Peronista.

4.2.2 Política social

La política social del peronismo contribuyó decisivamente a su arraigo entre los


sectores populares, en general y la clase obrera, en particular. En su
concepción, la justicia social significaba la redistribución del ingreso en favor
de los sectores más desposeídos e implicaba mucho más que el incremento de
los salarios nominales. Entre los “gastos sociales” realizados podemos
mencionar: una vasta legislación laboral que incluía indemnizaciones,
vacaciones pagas, disposiciones sobre horas de trabajo, etc.; un conjunto de

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instituciones benéficas, como la Fundación Eva Perón; la ampliación del acceso


a la vivienda propia y la elevación general de la dotación sanitaria y educativa.
Los salarios reales experimentaron un apreciable crecimiento. Se generalizó el
sistema de jubilación y en 1948, de acuerdo a la ley 13.478, se estableció un
fondo especial para pensionar a toda persona de escasos recursos, mayor de
sesenta años, no amparada por ningún sistema de jubilación.
La Fundación Eva Perón fue creada en 1948, y era financiada por el estado y
por donaciones de trabajadores y empresarios, aunque estas últimas no
siempre voluntarias. Si bien a través de su Fundación, Evita canalizo el afecto
de los “descamisados” y construyo un vehículo poderoso de propaganda
política, la ayuda social prestada contribuyo al mejoramiento de la calidad de
vida de los sectores postergados de la población.
La política de viviendas fue una de las realizaciones más significativas del
gobierno peronista. El Banco Central facilitó gran parte de los recursos al
Banco Hipotecario Nacional que no sólo hizo más fluido el otorgamiento de
créditos hipotecarios, sino que rebajó los intereses.
La política de salud constituyó otro capítulo especial de la gestión peronista. En
pocos años la infraestructura hospitalaria creció logrando duplicar el número
de camas entre 1946 y 1951, construyéndose 21 hospitales, además, la lucha
contra las enfermedades endémicas fue un objetivo principal.
Los recursos destinados a la educación también crecieron, especialmente a
través de la construcción de escuelas primarias y secundarias. Hubo un énfasis
especial en la enseñanza técnica de los oficios y artes manuales a los
trabajadores. En el ámbito universitario, en noviembre de 1949 se decretó la
eliminación de los aranceles.
Perón aspiraba a integrar todos los niveles de educación en un sistema único
bajo el control directo del estado. Las escuelas se transformaron en
herramientas difusoras y laudatorias de la obra del gobierno mediante la
lectura obligatoria de textos que apuntaban al adoctrinamiento político de los
niños y jóvenes.

4.2.3 El primer plan quinquenal (1947-1952)

El Plan Quinquenal de gobierno, debía establecer la orientación económica del


país en el periodo 1947-1952. Esto se hizo teniendo en cuenta una serie de
pautas por las que el estado debía asumir las tareas de:
- Determinar las necesidades previsibles de materias primas de origen
nacional, combustibles, energía eléctrica, maquinarias, transporte y
verificar el estado y grado de eficiencia de los sistemas de producción,
explotación y distribución de esos elementos.
- Establecer un programa mínimo de cinco años de obras e inversiones y
desarrollar racionalmente la industria y agricultura del país.
- Descentralizar la industria y diversificar la producción.

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El Primer Plan Quinquenal estableció objetivos ambiciosos y vagos, que


cumplió en forma parcial. En sus puntos esenciales se planteaba:
- La transformación de la estructura económico-social por la expansión
industrial.
- La reducción de los factores de vulnerabilidad externa a través del rescate
de la deuda externa pública y privada y la nacionalización de los servicios
públicos.
- La elevación del nivel de vida de la población mediante una redistribución
de la riqueza y un plan general de obras y servicios públicos referidos a
sanidad, educación y vivienda.
- El empleo de parte de las ganancias generadas por los términos de
intercambio favorables de que gozaba el país, junto con las reservas de oro
y divisas acumuladas durante la guerra, para la financiación del programa.
- El mantenimiento de una política nacionalista frente a los organismos
internacionales de la posguerra.
- Una amplia movilización de los recursos nacionales, la aceleración de la
capitalización industrial, el fomento de la creación de un importante
mercado de consumo interno y máxima utilización de la fluidez brindada al
sistema bancario, para independizarse de las fluctuaciones de la balanza
de pagos.
El proyecto carecía por completo de prioridades y su orientación general no
traspasaba las fronteras que los conservadores más progresistas de la década
anterior ya habían explorado. Quedaba claro que el dinamismo esperado
recaía sobre el sector de la industria liviana y sobre el mercado interno.
Las industrias livianas al ser menos intensivas en capital, requieren una menor
demanda de ahorro y permiten un mayor volumen de empleo, no necesitan
gran ayuda tecnológica desde el exterior y las deficiencias en infraestructura,
transporte, comunicaciones y oferta de mano de obra calificada se hacían
sentir menos.
La característica central del proceso de sustitución de importaciones durante el
peronismo (hasta 1952) fue el desarrollo de la sustitución de importaciones de
bienes de consumo no durable, es decir, “sustitución de importaciones fácil”.

4.2.4 La distribución del ingreso

La política de ingresos del peronismo era vista como un medio para el


crecimiento sostenido de la producción dentro del sistema capitalista. El
estado debía jugar un papel de esencial importancia, estableciendo un
conjunto de normas de regulación que apuntaban a morigerar la lucha entre
capitalistas y asalariados por la distribución del excedente, evitando, por un
lado, que una distribución asimétrica del ingreso generara una crisis de
subconsumo y, por el otro, un aumento excesivo de salarios disminuyera la
tasa de ganancia de tal manera que redujera ostensiblemente la inversión y
frenara el ritmo de acumulación del capital.

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El interés en la industrialización y en el sostenimiento de la demanda efectiva


se conjugaban en una política de ingresos que apuntaba en dos direcciones
complementarias. La primera era una redistribución del ingreso desde el
capital hacia el trabajo. La segunda, desde el sector agropecuario hacia las
actividades urbanas, que sostenía tanto el salario real como las tasas de
rentabilidad de los industriales. En ambos casos, las trasferencias se
instrumentaban tanto de manera directa (régimen de convenios colectivo de
trabajo, establecimiento de salarios mínimos, introducción del sueldo anual
complementario, vacaciones anuales pagas, régimen de jubilaciones y
pensiones) como por medio de una modificación de los precios relativos
(fijación de precios máximos, retraso progresivo del tipo de cambio, control de
los precios de los productos agropecuarios por medio del IAPI).
En el periodo 1949-1952, el modelo entró en crisis producto de un importante
brote inflacionario que superó la tasa de aumento de los salarios nominales. La
recuperación económica en 1953 permitió una nueva alza del salario real.
El mejoramiento de la condición social de los trabajadores contrastó con el
estancamiento de la situación de sectores de la clase media. En términos
comparativos, la clase media fue menos beneficiada. La redistribución del
ingreso tenia mayor impacto sobre las categorías de menores ingresos.
Las transferencias de ingresos de las actividades rurales a las urbanas
permitían un incremento de los salarios reales sin afectar de manera
importante al sector industrial. Esta política dependía sobremanera de la
capacidad del sector agrícola para sostenerla. En este aspecto, el proyecto se
benefició extraordinariamente de la especial coyuntura de la posguerra, en la
que los precios internacionales se encontraban muy por encima de los
habituales. Sin embargo, las condiciones favorables de la economía
comenzaron a revertirse a partir de 1949, obligando al gobierno a replantear
esta estrategia.

4.2.5 La expansión del estado

La nacionalización de múltiples empresas tuvo un papel muy importante sobre


la evolución del sector público y del conjunto de la economía. En el corto plazo,
interesa analizar la afectación de fondos para la adquisición de esas empresas.
En el largo plazo, la ampliación y mejora de los servicios públicos pasa a
depender por completo de las decisiones del gobierno, la inversión pública
tiene un efecto inductor o disuasor sobre la inversión privada y el estado cobra
influencia directa en la evolución de los agregados macroeconómicos, en la
distribución del ingreso y en la generación de empleo. Además, sus nuevas
funciones incrementan la influencia de las políticas públicas en la orientación
sectorial y regional de la producción.
Las propias compañías extranjeras estaban interesadas en desprenderse de sus
activos en Argentina, porque percibían que su ciclo ya estaba agotado.
El papel del estado como empresario no sólo devino en las nacionalizaciones,
también se reflejó en la creación de nuevas empresas y a la expansión de otras

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MÓDULO 4

ya existentes. El transporte aéreo y naval fue uno de los sectores que


concentraron la atención estatal.
La movilización de fuentes naturales de energía desaprovechada fue uno de los
objetivos centrales del gobierno. Creó varias direcciones generales
dependientes de la Dirección Nacional de Energía. También se instalaron
usinas térmicas en distintos lugares del país.
En materia agraria, el gobierno creó el Instituto Argentino para la Promoción
del Intercambio (IAPI), controlando directa e indirectamente, la producción
total del país y el ahorro nacional. El IAPI se constituyó, en el único comprador
de los cereales y oleaginosas, a los precios de adquisición fijados por el Estado
y, luego de separar una parte para el consumo interno, procedía a vender los
saldos exportables.
El IAPI negociaba directamente con los representantes de las entidades
estatales de los países compradores. En contrapartida, retribuía a los
productores con dinero argentino calculado al valor oficial, implicando, una
sistemática transferencia de ingresos desde el campo hacia las actividades
urbanas en general, hecho que produjo un largo y áspero conflicto entre las
organizaciones agropecuarias y el gobierno.
En el orden interno, el IAPI tenía las siguientes funciones:
1. Comerciales: compraba a los productores los cereales que luego exportaba y
también las carnes, cueros y cebos.
2. Financieras: otorgaba fondos a las reparticiones públicas para las compras
de bienes de capital.
3. Regulador del mercado interno: compraba en el mercado interno aquellos
productos elaborados que no encontraban colocación, establecía el margen de
beneficios del sector industrial, fijaba los precios de las mercaderías, compraba
excedentes de sobreproducción, adquiría materias primas.
4. De promoción y fomento: entregaba créditos sin obligación de devolución,
campañas para el fomento de la producción agropecuaria, ventas de productos
a menor precio en zonas perjudicadas, venta de productos a precios de costo a
la industria local.
5. Abastecimiento: importaba y distribuía en el mercado interno.
6. Subsidiaria: a ciertos productos de consumo masivo para mantener el nivel
del salario.
Mientras que, en el orden externo:
1. Comerciales: colocar nuestro producto en el mercado internacional, firmaba
convenios comerciales.
2. Financieras: otorgó financiamiento a países extranjeros para realizar
compras en el mercado argentino.
3. Asesoramiento y control: al poder ejecutivo en la tramitación y firma de los
convenios internacionales de carácter comercial y el posterior control del
cumplimiento de las convenciones.

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MÓDULO 4

El IAPI fue uno de los principales instrumentos de la política económica del


gobierno de Perón. Sus recursos sostuvieron la política de nacionalizaciones y
ampliación de los servicios públicos, el fenómeno de la industrialización y la
adquisición de productos importados. Ejercía también el control del uso de las
divisas a través de tipos de cambio múltiples, permisos de importación y
fijación de cuotas.

4.2.6 Las nacionalizaciones

En 1945, se nacionalizó el servicio de gas en la Capital Federal y, entre 1947 y


1948, el estado adquirió varias compañías de gas en la provincia de Buenos
Aires y extendió la red con nuevos centros de distribución, procurando
transformarla en un servicio social y rebajando las tarifas en un 30%.
En 1946, la empresa The United River Plate Telephone Company Ltd., pasaba a
manos del estado por la suma de 95 millones de dólares. La adquisición fue
acompañada de un convenio por el que la ITT proveería asistencia técnica y
materiales de renovación telefónica por el termino de diez años.
En diciembre de 1946, fueron adquiridos los ferrocarriles de capital francés,
operación pequeña, por el escaso volumen de esas empresas. En 1947, se
adquirieron los ferrocarriles británicos por 150 millones de libras esterlinas. El
importe de ventas iba a ser provisto por los saldos bloqueados en Londres (130
m.), y el resto, por los excedentes en la balanza comercial.
El precio de adquisición de los ferrocarriles fue motivo de fuertes críticas,
defendido por el estado porque permitía el control del sistema tarifario y por
la incorporación de una serie de empresas de transporte, eléctricas, de aguas
corrientes, compañías de tierras e inmobiliarias, hoteles, frigoríficos, tiendas
de distinto tipo, edificios y terrenos en todo el país que pertenecían a las
compañías ferroviarias.
La nacionalización de los puertos significó la incorporación al patrimonio
estatal de muelles, embarcaderos, depósitos, elevadores, silos, grúas,
locomotoras portuarias, vagones, pontones, vías férreas y guinches.
En marzo de 1946, el gobierno de Farrell, sustituyó el directorio mixto del
Banco Central, por otro de carácter enteramente nacional, encabezado por
Miguel Miranda. De esta forma, el BCRA quedaba nacionalizado. El decreto
nacionalizaba también los depósitos realizados en los bancos privados. Se
estableció, la garantía del estado de todos los depósitos efectuados tanto en
bancos oficiales como privados. De esta forma, se logró un control eficaz del
destino del crédito y su asignación a los sectores escogidos por la estrategia
gubernamental. La fijación de la tasa de interés, difería según el destino del
crédito, recibiendo la industria un apoyo particular.

Bibliografía
• Rapoport, M. cap. 4.

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MÓDULO 4

ECONOMIA ARGENTINA
UNIDAD 4

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MÓDULO 4

UNIDAD 4
LOS GOBIERNOS PERONISTAS (1946-1955)
En 1943 un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de estado y derrocó al presidente
Castillo. Dentro de este grupo se destacó el coronel Juan Domingo Perón, quien, desde la
secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante una política tendiente a mejorar la legislación
laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo).

El apoyo popular a Perón lo condujo al gobierno en las elecciones de 1946. Fue reelecto en
1952, luego de la sanción de una nueva Constitución en 1949.

Durante sus dos presidencias (1946-1952 y 1952-1955) Perón se convirtió en el líder del
movimiento peronista e impulsó una política que combinaba el impulso de la industria, el
empleo, las comunicaciones y los transportes, con la acción social desarrollada por Eva Perón,
su esposa, quien dirigió la Fundación Eva Perón y fundó el Partido Peronista femenino, luego
de la extensión a las mujeres del derecho al sufragio. La acción social se manifestó a través de
la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica
para los más pobres.

Durante la segunda posguerra, la situación económica fue muy favorable para el país y
permitió al gobierno mejorar sustancialmente las condiciones de los trabajadores. Por otra
parte, el gobierno restringió las libertades públicas, monopolizó los medios de información y
limitó la acción de la oposición. La relación entre esta y el gobierno fue progresivamente
conflictiva y violenta. En 1954, se sumó un fuerte enfrentamiento de Perón con la Iglesia.

En 1955, toda la oposición se unió para apoyar el golpe militar que derribó a Perón. Poco
después, se restableció la Constitución de 1853.

Fin del Nacimiento –


Presidente Periodo Vicepresidente
mandato fallecimiento
PERÓN, Juan QUIJANO,
1946-1951 Concluye
Domingo Hortensio
1895-1974
PERÓN, Juan TEISSAIRE,
1951-1955 Depuesto
Domingo Alberto

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4.3 El segundo gobierno de Perón (1952-1955)

Cuando Perón asumió su segundo mandato (4 de junio de 1952,), la crisis


económica deterioraba las bases de sustentación del peronismo. Entonces
apeló a movilizar su respaldo popular y atenuar los controles represivos. La
crisis política en curso se agravó con la muerte de Eva Perón, el 26 de junio de
1952. Con esta pérdida, Perón se vio privado de un significativo sostén político
y de una figura fundamental para el logro de consenso entre los sectores más
necesitados de la población.
A partir de 1953, la situación política se tornó muy inestable. Las denuncias
sindicales, la corrupción en el gobierno y las investigaciones abiertas
culminaron con el suicidio de Juan Duarte. El 15 de abril, en una concentración
convocada por la CGT en Plaza de Mayo, mientras el presidente hablaba a la
multitud, estallaron artefactos que provocaron la muerte de siete personas y
casi cien heridos. El repudio de los asistentes culminó con el incendio y
destrucción del Jockey Club y las sedes principales de la UCR y del PS.
Sin embargo, el presidente no se mostró dispuesto a prolongar la política
represiva sobre la oposición y promovió una “conciliación pacífica”.
Una nueva instancia electoral puso a prueba la relación entre el gobierno y la
oposición. El gobierno convocó a elecciones para reemplazar al fallecido
vicepresidente Quijano y para elegir representantes del Congreso. Los comicios
del 25 de abril de 1954, reiteraron los resultados que dieron el triunfo a Perón
en 1951. El gobierno seguía contando con un considerable apoyo popular.
Las relaciones del peronismo con la Iglesia se habían desarrollado en un marco
de cordialidad, entre 1944 y 1946. En 1954, se inició un severo enfrentamiento
entre el gobierno peronista y la iglesia, cuyo pico se alcanzó en junio de 1955.
El conflicto tuvo connotaciones políticas e ideológicas y se había iniciado con la
crítica gubernamental a las actividades políticas de algunos clérigos,
adquiriendo niveles institucionales.
Perón respondió al cerco político opositor con una serie de medidas
repudiadas por la iglesia. Desde diciembre de 1954 hasta mayo de 1955, logró
la sanción de las leyes que establecían el divorcio absoluto, la equiparación de
hijos legítimos y extramatrimoniales. Facultó a los gobiernos provinciales y a la
municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires para permitir la apertura y
funcionamiento de prostíbulos. Derogó la enseñanza religiosa en la educación
pública, suprimió las festividades religiosas y eliminó las subvenciones a la
enseñanza privada confesional. Todas estas medidas iban a ser coronadas en
1955 con la aprobación de un proyecto de ley que introducía la separación
entre la iglesia y el estado.

4.3.1 Movimiento obrero y organizaciones empresarias

Movimiento obrero

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MÓDULO 4

El movimiento obrero paso a ser dominado por organizaciones masivas que


representaban a más de la mitad de los trabajadores organizados. Hacia 1954,
las organizaciones obreras habían cuadruplicado su tamaño abarcando a la
mayoría de los gremios localizados fuera del sector agrícola.
Las organizaciones sindicales participaban en las negociaciones de las
convenciones colectivas, eran parte importante en la implementación de las
leyes laborales sancionadas por el gobierno, intervenían en mecanismos
creados para mediar en los conflictos entre el capital y el trabajo y
desarrollaban importantes funciones en el campo de la seguridad social.
Después de 1950, su papel comenzó a cambiar. La movilización obrera volvió a
incrementarse con motivo de la recesión de principios de los años 50. La
represión del estado insinuaba la ruptura de la alianza entre el movimiento
obrero y el estado.
Desde 1952, se incrementó la participación de los trabajadores en las
actividades sindicales. Por otra parte, la presión para resarcirse de las pérdidas
económicas se tradujo en el resurgimiento de los conflictos laborales en 1954.
El 19 de septiembre, cuando la suerte de Perón aún no estaba definida, la CGT
pidió a la clase trabajadora que se mantuviera en calma, sin intentar resistir el
golpe militar.
Las organizaciones empresarias
La mejora de los precios, el apoyo crediticio y el estímulo de las exportaciones
agropecuarias merecieron el reconocimiento y la disposición a colaborar con el
gobierno por parte de la SRA.
La Bolsa de Comercio manifestó su acuerdo con el nuevo rumbo de la política
económica. En líneas generales, los sectores dirigentes tradicionales
exhortaban al estado a retirarse de la economía, y confiaban en que el curso
de los acontecimientos del resultaría favorable.
En 1952, con la decisiva intervención de Perón, culminó su organización la
Confederación General Económica (CGE), expresión de la nueva burguesía
industrial, que articulaba los intereses del interior y los de la Capital Federal.
Al igual que dichos grupos, luego del armisticio celebrado con Perón tras su
reelección, aguardaban que el cambio de política económica fuera seguido por
la caída del presidente.

4.3.2 El cambio de rumbo de la política económica

La expansión económica comenzó a desvanecerse a fines de 1948. A pesar del


creciente papel del mercado interno y del proceso de industrialización, el país
estaba lejos de haber logrado el grado de autonomía económica buscado.
La producción industrial estaba estrechamente ligada a los ciclos económicos
mundiales y su crecimiento dependía, en el largo plazo, de que las

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MÓDULO 4

exportaciones agropecuarias generaran divisas suficientes para cubrir las


importaciones de insumos y bienes de capital.
Hacia finales de la década de 1940, se había sustituido una porción sustancial
de las importaciones de las ramas livianas por lo que era necesario pasar a una
etapa distinta, privilegiando industrias de base y de materias primas y
combustibles industriales.
La redistribución del ingreso reposaba sobre los altos precios de los
productores agropecuarios en el mercado internacional. La nueva fase de la
coyuntura no podía sostener el proceso de redistribución, dando lugar a una
puja distributiva que provoco una aceleración de la espiral inflacionaria. Los
precios industriales sintieron el influjo negativo del aumento de los valores de
los insumos importados y comenzaron a incrementar sus precios. Esto generó
una severa distorsión de los precios relativos.
La inflación estructural estaba vinculada al carácter subdesarrollado de una
Argentina que continuaba preservando una base agroexportadora que ponía
límites precisos a su capacidad de expansión.
En el orden interno, se sumaba el déficit presupuestario motivado por el gasto
público originado en el ambicioso programa de obras públicas. La
incorporación al estado nacional de empresas nacionalizadas y la creación de
otras nuevas aumentaron la demanda de trabajadores, empleados y
administradores, haciendo del empleo público un instrumento de acción
política.
Para superar la crisis, Perón procedió a renovar el equipo económico con
funcionarios más técnicos que procurarían rectificar algunas de las
orientaciones oficiales sobre otras bases. Esto habría de genera problemas de
índole ideológica, jurídica y política.
A partir de 1952, el gobierno se vio en la necesidad de replantear y redefinir su
política agropecuaria. La política agraria se basó en la fijación de precios
básicos atendiendo al costo de producción, las condiciones del mercado
mundial y la estabilidad de precios en el mercado interno.
El IAPI cumplía ahora un rol diferente. La inversión de las tendencias
coyunturales y la caída de los precios agropecuarios pusieron freno a la
distribución de ingresos del campo a la ciudad y el organismo comenzó a
derivar recursos a las actividades agrícolas.
No obstante, los intentos para revertir la difícil situación agraria durante los
últimos años del gobierno peronista, no se obtuvieron logros significativos. En
su conjunto la producción agropecuaria pampeana disminuyó en el periodo no
sólo por cuestiones climáticas, se sumó un proceso de escasa inversión y
deterioro de las condiciones productivas.

4.3.3 El plan de estabilización de 1952

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Entre 1949 y 1952 el sector industrial experimento un desarrollo más lento que
en el periodo anterior. La situación económica a principios de 1952 era por lo
tanto crítica: escasas reservas e insuficiencia de saldos exportables se
combinaban con la necesidad de incrementar la importación de bienes de
capital e insumos industriales, y todo ello en momentos en que los precios
internacionales de los bienes agropecuarios estaban en baja y se producía un
serio deterioro de los términos de intercambio.
El objetivo de controlar más estrictamente el déficit y contener la inflación
impulso un cambio de política en materia de tarifas públicas.
El Plan de Estabilización de 1952 contemplaba la implementación de una serie
de medidas de emergencia destinadas fundamentalmente al control de la
inflación y la recuperación del sector externo, y centradas en la restricción del
consumo, el fomento del ahorro y el aumento de la productividad.
1. La inversión pública se redujo a partir de 1952: el gasto del gobierno bajó y
el déficit fiscal disminuyó.
2. Se aplicó una política monetaria mucho más restrictiva.
3. Se retrasaron las tarifas públicas y el aumento de los subsidios a los bienes
básicos.
4. Se creó una Comisión Nacional de Precios y Salarios.
5. Se instauró un sistema de negociaciones bianuales para ajustes de salarios.
6. Aumentaron las exportaciones: se restringió la faena de animales, y se
asignaban a las cámaras frigoríficas para la exportación, las matanzas de un día
de la semana; así también se prohibió el consumo de carne vacuna los días
viernes.
7. El IAPI revirtió su política y comienza a dar a los productores precios
superiores a los vigentes en el mercado internacional.
8. Se comenzó a dar prioridad a la importación de maquinarias agrícolas.
El objetivo de contener la inflación fue alcanzado prontamente. La deuda
publica disminuyó y el sector externo comenzó a recuperarse, a pesar de que
los términos de intercambio continuaran cayendo.
Después de dos años de un superávit comercial provocado por el Plan de
Estabilización y por la gran cosecha de 1952-1953, en 1955 reapareció el déficit
comercial, debido a que las importaciones comenzaron a recuperarse de su
deprimido nivel de 1953-1954: la recuperación de la demanda de productos
industriales locales se traducía en mayores necesidades de insumos, de los
cuales una buena parte eran importados.
La situación estaba agravada por el comportamiento de las exportaciones ya
que la Argentina no solo disminuyó sus ventas al exterior, sino que también el
dólar en 1955 tenía menos valor que en 1920.

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Los controles cambiarios o los préstamos exteriores eran solo una solución
temporaria al problema externo argentino. Para superar de manera
permanente ese problema debía aplicarse una combinación de dos políticas:
incentivar a las exportaciones y alentar la producción local de maquinarias e
insumos industriales (sobre todo de combustibles); pero producir localmente
acero y más petróleo, por ejemplo, demandaría grandes inversiones iniciales y
una cuantiosa inversión de bienes de capital, la presión sobre la balanza de
pagos sería entonces aún mayor hasta que esas inversiones rindieran sus
frutos.

4.3.4 El Segundo Plan Quinquenal

Para lograr la “integración” de la industrialización argentina, el gobierno decide


lanzar su Segundo Plan Quinquenal. Aplicado a partir de 1953, era un plan de
mediano o largo plazo que complementaba el Plan de Estabilización de 1952.
En líneas generales se proponía:
1. Mantener el equilibrio de precios y salarios, y estimular el desarrollo
económico general.
2. Un programa de inversiones estatales y privadas destinado a resolver las
necesidades básicas del país en lo referente a materias primas, energía y
transporte, y bienes de capital.
3. Proseguir la política de sustitución de importaciones.
4. Fomentar el incremento de la productividad agrícola- ganadera.
5. Conceder un papel complementario al capital y al crédito extranjero como
factores de cooperación y estímulo al desarrollo económico.
6. Aumentar la capacidad de importación del país a partir de una decidida
política de exportaciones que generara las divisas necesarias.
7. Coordinar la participación de empresarios y trabajadores en la planificación
y ejecución de la política económica del país, determinar el papel de la
empresa privada frente al intervencionismo estatal, consolidar el
cooperativismo y frenar la intermediación artificial de las actividades
primarias.
Si el primer Plan Quinquenal significó un período de desarrollo y expansión, el
segundo trata más bien de aumentar la producción agrícola y de dotar al
sistema industrial de sólidas bases, además de promover el desarrollo de la
industria pesada y el autoabastecimiento de combustible.
La principal complicación del Segundo Plan Quinquenal fue el problema fiscal
que venía acarreando el peronismo. El cumplimiento de las metas previstas en
el Plan exigía un gran esfuerzo de financiación por parte del estado y los
recursos provendrían fundamentalmente de títulos de la deuda pública y, en
menor medida, de organismo públicos, como el IAPI. También se preveía la

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participación del capital privado, interno y externo, y a esto último estaba


destinada la Ley de Inversiones Extranjeras que se sancionó en agosto de 1953.

4.3.5 La ley de inversiones extranjeras

Hasta 1948 las inversiones extranjeras se hallaban reguladas de acuerdo a las


disposiciones emanadas por el Banco Central y a las normas acordadas en los
convenios internacionales de pagos firmados por el país desde la Segunda
Guerra Mundial.
La política implementada por el gobierno hasta el estallido de la crisis,
desalentó la radicación de capitales extranjeros.
Con la sanción de la Ley 14.222 en agosto de 1953, se implementó el primer
régimen integral de inversiones extranjeras, complementario de las
disposiciones vigentes, las cuales no se derogaron. La ley determinaba el tipo
de radicación y los sectores beneficiados. La materialización del aporte podía
abarcar dos formas: fondos de divisas a ingresar mediante transferencias
bancarias, o bienes físicos o inmateriales.
Los beneficios más importantes consistían en la posibilidad de remitir las
utilidades a partir del segundo año de la radicación, por un equivalente del 8%
anual del capital registrado y la repatriación de capitales, luego de 10 años, en
cuotas equivalentes al 10 o 20% anual. Por el art. 12, el Poder ejecutivo podía
eximir total o parcialmente del pago de derechos de aduana las maquinarias,
equipos y otros bienes vinculados a la puesta en marcha de la industria.
Con todo, la ley no conformó a las grandes empresas internacionales,
particularmente en cuanto a las transferencias de utilidades que, a juicio de
estas, no resultaban satisfactorias.

4.3.6 Los contratos petroleros

La empresa estatal YPF había desplegado una gran actividad durante la guerra.
Finalizada la guerra, la reposición y el incremento de los equipos de
perforación se convirtieron en los principales problemas de la empresa estatal.
Cuando los equipos de explotación petrolífera estuvieron disponibles, el país
no dispuso de las divisas suficientes para su importación. La producción de
combustible no se expandió conforme a las necesidades del país.
Las dificultades se tradujeron en un incremento de las importaciones. Mientras
tanto, algunas misiones técnicas norteamericanas arribaron al país con el
propósito de establecer convenios para la exploración y explotación de los
yacimientos petrolíferos nacionales.
En 1955 se efectivizó un precontrato con la California Argentina de Petróleo
S.A. (empresa estadounidense), cuya aprobación final quedaba en manos del
parlamento argentino. Por el contrato, la California se comprometía a una
inversión de U$S 13.500.000 durante un periodo de cuatro años para explotar
y explotar un área aproximada de 50.000 km2 en la provincia de Santa Cruz. El

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terreno de la concesión se otorgaba por un lapso de 40 años, prorrogable a


voluntad de la compañía por 5 años más. La empresa entregaría al estado el
50% de sus utilidades y vendería a YPF la producción a un precio en dólares
similar al de Texas. Gozaría de exenciones impositivas y del derecho de
importar libremente los bienes necesarios para sus actividades. Podría
rescindir el contrato sin costo alguno en tanto que el estado argentino, en caso
de incumplimiento, debía abonar una fuerte indemnización.
El contrato con la California fracasó. El proyecto de ley quedó estancando en
una comisión de diputados, sin ser tratado por ninguna de las Cámaras del
Congreso.
El acuerdo genera inmediatamente la crítica de los sectores nacionalistas del
mismo gobierno y el repudio de gran parte de la oposición. El discurso
antiimperialista que ayudó a Perón a llegar al gobierno, esta vez le juega en
contra.

4.4 El golpe de estado de 1955

Como consecuencia de la acumulación de episodios, la oposición estrecho filas


contra Perón.
La conspiración alentó la actividad política de masas contando con la
movilización de vastos sectores de la clase media. Con motivo de la procesión
de Corpus Christi, el 11 de junio de 1955, una manifestación multitudinaria que
desbordaba la Catedral y ocupaba la Plaza de Mayo, se desplazó luego hacia el
Congreso expresando consignas contra el gobierno. A esta manifestación
siguieron actos relámpagos opositores en distintas ciudades del país como
parte de una ofensiva contra el gobierno que culminó, el 16 de junio, con una
sublevación militar.
La Marina intentó matar a Perón mediante un ataque aéreo a la Casa de
Gobierno. Al no contar con el apoyo del Ejército y la Aeronáutica, el golpe
resulto frustrado. En el intento, hubo heridos y muertos, la mayoría civiles.
Tras el dramático episodio, grupos de civiles, a manera de venganza, quemaron
y saquearon varias iglesias y el edificio del Cura Arzobispal.
El Vaticano reaccionó excomulgando a Perón. El gobierno argentino era
presentado en los medios como dominado por elementos comunistas.
Perón se respaldó en las fuerzas armadas leales y desestimuló toda actividad
de sus partidarios tendientes a hacer justicia por mano propia. El ejército, pasó
a ser árbitro de la situación.
Perón intentó una política de conciliación, pero el llamado a la pacificación fue
rechazado por la oposición que interpretó el gesto conciliatorio como un
indicio de la debilidad del gobierno.
A mediados de agosto, el peronismo fue convocado a ganar las calles y
retomar la lucha. Perón “ofreció” su retiro al Partido Peronista y a la CGT con el
propósito de movilizar a los trabajadores en su apoyo y ampliar su espacio

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político a expensas de los opositores. El 31 de agosto, la CGT declaró un paro


general y convocó a los trabajadores a la Plaza de Mayo para pedir al
presidente la continuidad de su cargo. La amenaza publica, pareció conducir a
una guerra civil.
La respuesta de los conspiradores fue acelerar los preparativos del nuevo
golpe militar. El 16 de septiembre de 1955 un golpe de estado, denominado
“Revolución Libertadora”, derrocó a un gobierno legitimado por cuanta
compulsa electoral tuvo lugar desde 1946. Varios factores contribuyeron al
éxito golpista:
1. Los conspiradores se persuadieron de que Perón no apelaría a la
movilización de sus partidarios para enfrentar una sublevación militar.
2. Perón confió en las Fuerzas Armadas para defender su gobierno.
3. La cambiante política del gobierno peronista, desde junio de 1955, orientada
a buscar un compromiso con la oposición política y las clases dominantes,
resultó un fracaso.
El golpe reflejaba la necesidad de los círculos económicos dominantes de
acentuar la reorientación del rumbo económico adoptada por el gobierno a
partir de 1952. Desde el punto de vista político no se cuestionaban sólo sus
tendencias autoritarias o la ausencia de formas verdaderamente democráticas,
sino también la presencia en los círculos del poder de sectores sociales
“indeseables”. Sólo el derrocamiento del gobierno podía hacer posible los
cambios económicos y políticos que se consideraban necesarios.

Bibliografía
• Rapoport, M. cap. 4.

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