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y Pandillas en Centroamérica
Wim Savenije
Maria Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz
305.23
E96 Exclusión social, jóvenes y pandillas en Centroamérica / Fundación
Dr. Guillermo Manuel Ungo, Wim Savenije, José Miguel Cruz, Maria
slv Antonieta Beltrán. -- 1ª. Ed. – San Salvador, El Salv.: FUNDAUNGO,
2007.
65 p. ; 22 cm.
ISBN 978-99923-29-15-3
BINA/jmh
1. Introducción .................................................................................................................................5
2. Exclusión social: La vulnerabilidad del desarrollo humano..................................................5
3. Exclusión social y violencia........................................................................................................7
4. Identidades juveniles: Un proceso que entrelaza lo personal y lo social .............................9
4.1. En grupos y entre grupos: Compañerismos y competencias .....................................10
4.2. La construcción de identidad utilizando violencia.......................................................12
5. La utilidad de la violencia: Pandillas juveniles y barras estudiantiles ...............................13
5.1. Pandillas juveniles o ‘maras’............................................................................................14
5.1.1. Descripción del fenómeno .......................................................................................15
5.1.2. Dinámicas intragrupales ..........................................................................................16
5.1.3. Dinámicas intergrupales ..........................................................................................17
5.2. ‘Las barras estudiantiles’..................................................................................................18
5.2.1. Descripción del fenómeno .......................................................................................19
5.2.2. Dinámicas intragrupales ..........................................................................................19
5.2.3. Dinámicas intergrupales ..........................................................................................20
6. Conclusiones ..............................................................................................................................22
Bibliografía .....................................................................................................................................23
1. Introducción ...............................................................................................................................29
2. Las maras como un fenómeno socio-histórico.......................................................................33
3. Los factores asociados a las pandillas.....................................................................................36
3.1. Procesos de exclusión social ............................................................................................38
3.2. Cultura de violencia..........................................................................................................41
3.3. Crecimiento urbano rápido y desordenado...................................................................43
3.4. Migración ...........................................................................................................................45
3.5. Desorganización comunitaria o escaso capital social positivo ....................................47
3.6. Presencia de drogas ..........................................................................................................49
3.7. Familias problemáticas .....................................................................................................51
3.8. Amigos y compañeros pandilleros .................................................................................53
3.9. Dinámica de la violencia ..................................................................................................54
3.10. Dificultades con la conformación de identidad...........................................................56
3.11. El carácter multicausal de los factores..........................................................................57
4. Conclusiones ..............................................................................................................................58
Bibliografía .....................................................................................................................................61
Pandillas y Violencia
en Centroamérica
Presentación
La Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo seminario, las cuales buscan contribuir
y el Programa Latinoamericano del desde distintos ámbitos de análisis, a la
Woodrow Wilson International Center for comprensión de las principales dinámicas
Scholars a través del proyecto: “Creando que se han desarrollado dentro de las
Comunidades en las Américas”, organiza- sociedades centroamericanas. Ambos seña-
ron los días 14 y 15 de julio de 2005 el lan, desde distintas perspectivas, que las
seminario internacional: “La agenda de condiciones de exclusión social y violencia
seguridad en Centroamérica”, realizado en han jugado un papel importante en la
la ciudad de San Salvador. Este evento fue emergencia del fenómeno de las pandillas
coordinado por Ricardo Córdova y Orlan- juveniles en Centroamérica.
do J. Pérez, y tuvo como propósito generar
un espacio de reflexión sobre la agenda de El primer trabajo: “Construyendo identida-
seguridad en la región centroamericana. des juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en
El seminario analizó la evolución de la El Salvador”, ha sido elaborado por Win
reforma del sector seguridad y defensa, e Savenije y María Antonieta Beltrán, y en
identificó los temas centrales de la agenda este trabajo, desde una perspectiva nacio-
de seguridad en la región de Centroaméri- nal, se aborda el tema de la construcción de
ca. El evento partió de la base que los pro- las identidades juveniles con relación a dos
cesos de pacificación, desmilitarización y grupos en situaciones de exclusión social:
democratización vividos en Centroamérica Las pandillas juveniles y las barras estu-
desde inicios de los años noventa, han diantiles en el caso de El Salvador.
producido resultados diversos, entre los
cuales tenemos que éstos cambian profun- El segundo trabajo: “Los factores asociados
damente la doctrina de seguridad nacional a las pandillas juveniles en Centroamérica”,
y regional. Así por ejemplo, se firma el ha sido elaborado por José Miguel Cruz, y
Tratado Marco de Seguridad Democrática, en él se aborda, desde una perspectiva
adicionalmente, se reforman los sistemas regional, con base en una revisión y siste-
educativos de las fuerzas armadas, y se matización de la literatura producida en la
redefinen los sistemas de inteligencia del región centroamericana sobre el fenómeno
Estado. En este marco, se transforman pau- de las maras o pandillas, el tema de los
latinamente las relaciones entre civiles y factores asociados al surgimiento de este
militares, se dan pasos importantes en la fenómeno. En contraposición a enfoques
reestructuración de los cuerpos policíacos y que tienden a enfatizar en un aspecto o una
en el enfoque de seguridad pública. causa, Cruz identifica diez grandes factores
Además, aparecen con fuerza nuevos que han posibilitado el surgimiento de este
fenómenos, como las pandillas juveniles. fenómeno: Procesos de exclusión social,
cultura de violencia, crecimiento urbano
En este cuaderno se publican las dos rápido y desordenado, migración, desorga-
ponencias sobre el tema de las pandillas nización comunitaria, presencia de drogas,
juveniles que fueron presentadas en el familias problemáticas, amigos o compañe-
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Wim Savenije, María Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz
Leslie Quiñónez
Gerente Programa Académico
FUNDAUNGO
San Salvador, marzo de 2007
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Wim Savenije, María Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
Wim Savenije,
María Antonieta Beltrán∗
∗
Investigadores de FLACSO-Programa El Salvador.
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María Antonieta Beltrán
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
1. Introducción
El presente artículo explora las conexiones verbal, ejecutada por un actor con la inten-
que existen entre el vivir en condiciones de ción de dañar a alguien” (Savenije y An-
exclusión social y el uso de la violencia por drade Eekhoff, 2003:17; Berkowitz, 1993).
parte de distintos grupos juveniles. Se basa La perspectiva que se aplica a la ocurrencia
en la hipótesis que la violencia es un ins- de violencia juvenil se enfoca principal-
trumento propicio para algunos grupos de mente en las propias características de ser
jóvenes para construir su identidad y ganar joven, la pertenencia a grupos de pares y
respeto y renombre en condiciones caracte- las dinámicas intergrupales entre los dife-
rizadas por falta de oportunidades y po- rentes grupos. A pesar de que el argumento
breza. A partir de este planteamiento, se no aborda una perspectiva legal, en ningún
indaga sobre la dificultad de construir una momento se descarta su importancia y
identidad satisfactoria en situaciones de validez.
exclusión social y la utilidad de la violencia
encontrada por grupos de jóvenes como las En los siguientes apartados se esboza bre-
pandillas juveniles y barras estudiantiles. vemente, en primer lugar, el fenómeno de
exclusión social y su vínculo con la ocu-
El análisis del fenómeno de las pandillas o rrencia de violencia. Después, se exploran
‘maras’ se fundamenta en una investiga- las dificultades que encuentran los jóvenes
ción sobre el tema de pandillas y maras, que viven y crecen en situaciones de exclu-
iniciada en el año 2000 por el primer autor sión, enfocando procesos del desarrollo de
como parte de su proyecto de doctorado. la identidad juvenil y el rol e importancia
La explicación de las barras estudiantiles se de los grupos de pares. Además, se señala
apoya en un estudio acerca del fenómeno cómo, en esas circunstancias, el uso de la
de la violencia estudiantil interinstitucional violencia puede ofrecerles ventajas para
en el Área Metropolitana de San Salvador obtener una posición de estatus y recibir
realizado durante los años 2003 y 2004 en respeto por parte de sus pares.
doce de los centros educativos más afecta-
dos por la problemática de las confronta- A continuación, esta línea de argumenta-
ciones violentas entre sus estudiantes (Sa- ción es ilustrada por medio de dos ejem-
venije y Beltrán, 2005). plos concretos de grupos de jóvenes con
fama de ser violentos: Las pandillas juveni-
En este ensayo, se entenderá por violencia les y barras estudiantiles.
“algún tipo de conducta, tanto física como
2. Exclusión social:
La vulnerabilidad del desarrollo humano
El concepto de exclusión social refleja la nes, acontecimientos y procedimientos que
interacción de una pluralidad de situacio- afectan a los individuos o grupos, impi-
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María Antonieta Beltrán
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
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festación es tan cotidiana que nadie parece Sin embargo, es en esos ambientes donde
cuestionarla. “Hay golpes de los maridos a viven y crecen muchos jóvenes. Crecer en
las esposas, hay golpes de las madres a los situaciones precarias, de pobreza, falta de
hijos, o de los hijos a las madres; cosas que oportunidades y estigmatización social, y
se dan mucho. Siempre se da” (Savenije y además estudiar en centros educativos con
Andrade Eekhoff, 2003: 146). Adicional- pocos recursos y de bajo rendimiento, gene-
mente, el uso del castigo físico hacia los ra problemas serios para adquirir una auto-
niños es considerado como necesario y imagen satisfactoria para ellos mismos. Es
lícito, y su prohibición obstaculizaría la difícil para un joven obtener una identidad
buena educación de los hijos (Ibíd.). positiva cuando su familia no tiene dinero
para comprarle comida, la ropa que está de
Las organizaciones sociales perversas son moda o incluso ropa decente, cuando la casa
entendidas como grupos cuya actividad no tiene servicios básicos como agua pota-
principal busca beneficiar a sus propios ble, aguas negras o suficiente espacio para
miembros, pero usualmente perjudican a la los que viven allí. Sobre todo cuando en las
comunidad o a la sociedad en general, en colonias aledañas, los centros comerciales y
vez de buscar mejorar el bienestar de la en la televisión él puede ver que para mucha
comunidad donde están establecidas. gente es factible vivir una vida con comodi-
Ejemplos de éstas son los vendedores de dades y lujos. Al mismo tiempo, existen
drogas, bandas criminales o pandillas juve- varias influencias que lo empujan hacia la
niles. La presencia de tales organizaciones calle: Por un lado, en su hogar encuentra
tiende a dividir la comunidad en esferas de hacinamiento, familiares que lo mandan
influencias y poderes. Ellas derivan su para afuera, conflictos y violencia. Por otro
poder de su disposición a utilizar la violen- lado, en los centros educativos encuentra
cia y las amenazas de su uso, de la posesión profesores con poca autoridad e interés en
de armas y la cantidad de personas involu- él, poca disciplina y una formación con
cradas (Savenije y Andrade Eekhoff, 2003). cuestionable utilidad para su futuro.
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
4. Identidades juveniles:
Un proceso que entrelaza
lo personal y lo social
La juventud es una etapa de especial im- adultos, sino también, muchas veces no
portancia en la vida de los seres humanos. entendidos ni valorados por ellos.
Es en esta fase que las personas dejan ser
niños y no obstante aún les falta mucho Los pares se vuelven cada vez más impor-
para ser adultos. Necesitan un período tantes para el joven no solamente para
prolongado de tiempo para explorar y acompañarle en sus ensayos, sino también
pensar muchas opciones y decisiones antes como fuentes importantes de aprobación y
de poder comprometerse a una identidad rechazo. De esta manera, los amigos llegan a
adulta que los defina. Ciertamente, antes de constituir ‘la otra familia’ por la cual se sien-
poder dedicarse a la vida de trabajo y esta- ten aceptados y apoyados en su exploración
blecer una familia propia, los jóvenes pasan de alternativas a la vida que han vivido
por un período de cambios profundos; hasta ese momento (Rodríguez, 1998). El
entre ellos, una transformación de su en- grupo de pares proporciona al joven un
torno social y una redefinición de su iden- ámbito afectivo de pertenencia, reconoci-
tidad. Ambos cambios se expresan en sa- miento y apoyo social. Ese “vínculo grupal
cudidas e innovaciones de sus relaciones le va a proporcionar al joven todo aquello
sociales. Este espacio de demora antes de que anhela encontrar como consecuencia de
llegar a tomar decisiones, obligaciones, las serias transformaciones psíquico-físicas
compromisos y responsabilidades adultas sufridas: Una seguridad, un reconocimiento
se ha denominado ‘moratoria psicosocial’ social, un marco afectivo y un medio de
de la identidad (Erickson, 1968). acción, en definitiva un espacio vital e ima-
ginario, todo ello fuera del dominio adulto”
Las transformaciones durante la juventud (Rodríguez, 1998:195).
consisten sobre todo en búsquedas de una
nueva manera de ser: Una nueva identidad Para el joven, ser miembro de un grupo de
diferente a la anterior de niño, pero tam- pares llega a constituir parte de su auto
bién a la de los adultos de su entorno. Ese imagen e identidad propia, lo que influye
proceso de exploración de alternativas va en sus conductas, modos de pensar, mane-
acompañado de diferentes formas de expe- ras de vestir, gustos y aficiones, etc. (Ibíd.).
rimentación en sus maneras de expresarse, Además, siendo parte de un mismo grupo,
comportarse o vestirse; de distintos gustos, sus miembros se reconocen entre ellos al
amistades y compañías, entre otros. De compartir esas mismas conductas, maneras
hecho, los espacios de experimentación de vestir, gustos, símbolos que exhiben, etc.
suelen ubicarse fuera del hogar y en com- Participar en el grupo también conlleva
pañía de sus pares. Reunidos con ellos ciertos privilegios. Por ejemplo, los miem-
ensayan diferentes conductas, normas, bros pueden participar en conversaciones,
valores, estilos de vestirse, música, ideolo- reuniones y fiestas, acceder al espacio o
gías, etc.; no solamente distintos a los de los ‘territorio’ del grupo, etc. Al adoptar las
reglas formales e informales del grupo, los
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pares aportan a su constitución y continua- su vez, los miembros responden a las expe-
ción. Sin embargo, no cualquier joven pue- riencias de pertenencia grupal tomando
de convertirse en miembro. Algunos gru- muy en serio sus responsabilidades y obli-
pos crean mecanismos de selección y/o gaciones hacia el conjunto de pares y sus
ritos de iniciación para poder integrarse. A actividades (Labajos, 1998).
El joven no solamente busca pertenecer a ner una identidad social positiva. La com-
grupos de pares y parecerse en aspectos paración suele ser con dimensiones en las
importantes a los miembros de ellos, sino que el endogrupo se siente mejor que sus
que también quiere ser distinto. Es decir, similares (Brewer, 2001; Hogg y Abrams,
intenta encontrar el mejor punto de distin- 1988; Festinger, 1954). En el caso de los
ción entre ser un individuo único y un jóvenes, para establecer comparaciones
miembro representativo de un grupo de sociales en las que su endogrupo pueda
pares (Brewer, 1991). El joven experimenta sobresalir, ellos buscan otros grupos seme-
ser un individuo único con sus propias jantes en dimensiones de comparación
características y cualidades, y al mismo relevantes: Sinceridad, deporte, laboriosi-
tiempo con pertenecer a un grupo – ó más – dad, rendimiento educativo, incluso vio-
de pares, compartiendo las características y lencia. Los resultados de esas comparacio-
cualidades del conjunto. En otras palabras, nes sociales se reflejan en las auto-imágenes
construye su auto imagen en base a lo que de los miembros. Por ejemplo, ser aficiona-
le hace ser único, la identidad personal; y a do activo de un club de fútbol que gana con
lo que comparte con otros, la identidad mucha frecuencia a otros equipos y que
social (Brown, 1986; Tajfel y Turner, 1986; incluso suele ganar el campeonato, puede
Hog y Abrams, 1988). ser muy gratificante para la identidad de
un joven.
El individuo deriva su identidad social a
partir de su pertenencia a uno o más gru- Con todo lo que la mera pertenencia le
pos sociales. Esa pertenencia va acompaña- puede dar, el joven también busca sobresa-
da de un significado cognitivo y afectivo, y lir en comparación con sus pares. Eso ocu-
además de una participación en los valores rre en dos niveles: Primero, comparándose
más importantes que poseen las agrupa- con uno o varios rivales del exogrupo.
ciones sociales (Tajfel y Forgas, 1981). En- Sobresalir es muy importante a nivel gru-
tonces, la importancia del grupo no viene pal, pues por su buen desempeño compara-
solamente de saberse parte de él y de ser tivo, el individuo aporta a que su grupo
reconocido como tal, sino de sentirse emo- sobresalga. Segundo, comparándose con
cionalmente vinculado a éste. Es decir, lo los otros miembros del endogrupo, ya que
que sucede al grupo le afecta a él como sobresalir en relación con ellos es igual-
parte integral de su vida personal. mente importante a nivel personal, porque
demuestra que él es uno de los mejores de
Al mismo tiempo el propio grupo (endo- su grupo. Así, esos procesos inter e intra-
grupo) intenta distinguirse positivamente grupales dan al individuo oportunidades
de otros parecidos (exogrupos) y así obte- de obtener prestigio, estatus y respeto en
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
relación con sus pares. Por ejemplo, ser el puede aspirar ‘ganar’ la competencia lu-
goleador del equipo que más goles ha me- chando más fuertemente para mejorar su
tido, contribuye a la buena reputación del nivel, aumentando así el prestigio de su
equipo y refleja el elevado estatus de este grupo. Si esos caminos no son factibles, no
jugador dentro del mismo. queda más que la imaginación para buscar
como regenerar la capacidad de comparar-
Ser miembro de un grupo que sobresale en se positivamente con otros.
comparación con otros parecidos – es decir
compartir una identidad social positiva – y Giros más innovadores en la búsqueda de
sobresalir en relación con los demás miem- remediar los inferiores resultados en las
bros, o sea lograr una identidad personal comparaciones con otros grupos pasan por
positiva, son dos caminos mediante los cuestionar y rechazar la modalidad en la
cuales el individuo puede obtener y man- que estaban realizando las comparaciones.
tener una auto-imagen positiva de sí mis- Tajfel y Turner (1979) sugieren tres mane-
mo. Esas dos fuentes de reconocimiento ras:
son muy importantes para el joven porque
su identidad se ve afectada por la incerti- 1. Cambiar el referente de comparación,
dumbre en la que se encuentra: Ha dejado es decir, los exogrupos con que se
atrás el estadio de la niñez con sus certi- compara el endogrupo. Por ejemplo,
dumbres y resguardos, pero todavía está cuando un equipo de fútbol se compa-
lejos de tener la estabilidad y reconocimien- ra con otro equipo de similar nivel en
to de ser adulto. vez de compararse con los que juegan
en una liga mayor, las decepciones
Sin embargo, efectos negativos para la suelen ser menores.
identidad grupal y la auto-imagen de la
persona surgen cuando consecutivamente 2. Cambiar los valores asignados a las
se está perdiendo en las comparaciones características del grupo, de modo que
sociales. Por ejemplo, ser futbolista de un las características positivas aumentan y/o
equipo que suele perder los partidos, no las negativas pierden su importancia. De
aporta al bienestar del jugador ni de su esta manera, la escasa formación acadé-
equipo. En este caso, la comparación social mica de muchos pandilleros puede dejar
no apoya en la obtención de una identidad de ser una característica negativa para
positiva para la agrupación o los miembros ellos mismos. Ellos darán más importan-
individuales. Los afectados pueden intentar cia a otras características, como la dispo-
aumentar el prestigio del grupo procuran- sición de usar la violencia o dar la vida
do caminos alternativos individuales o por uno de sus miembros.
grupales (Tajfel y Turner, 1979; Brown,
1986). Individualmente, puede buscarse la 3. Cambiar los ejes de comparación entre
membresía de otro grupo con mayor pres- los grupos, buscando dimensiones de
tigio y así pasarse de un grupo de bajo comparación más convenientes para el
estatus hacia uno de mayor estatus. Reto- propio grupo. Una solución puede ser
mando el ejemplo anterior, el futbolista que en vez de comparar el nivel educa-
puede intentar ingresar a un equipo que tivo o de ingresos; las habilidades de-
juega en una liga mayor. Esta estrategia portivas, la bravura y ferocidad se con-
consiste en buscar una movilidad social vierten en los ejes principales de com-
hacia arriba. Colectivamente, el grupo paración social y prestigio.
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
relacionen con ellas e incluso se vuelvan identidad propia, generando a la vez vín-
integrantes de las mismas. Sin embargo, culos de inclusión y pertenencia. En otras
también pueden crear otras oportunidades palabras, la exclusión crea una necesidad
aptas para comprobarse, compararse y afectiva y expresiva de incluirse. Si los
acercarse al estilo de la calle. Compartir el espacios socialmente más propicios e
recorrido de casa al centro educativo con inmediatos se cierran, otros espacios de
jóvenes estudiantes de la misma colonia o inclusión social para los jóvenes se abren.
las aledañas genera el espacio para unirse Ésos, sin embargo, fomentan otras relacio-
en contra de estudiantes de otros centros nes, reglas y valores para los que entran.
que se encuentran en el camino y enfrentar- En el siguiente apartado se elabora en más
los violentamente. detalle este planteamiento con la ayuda de
los dos ejemplos ya mencionados: Las
Las situaciones de exclusión social pare- pandillas juveniles y las barras estudianti-
cen ser propicias para que grupos de jóve- les.
nes utilicen la violencia para construir una
5. La utilidad de la violencia:
Pandillas juveniles y barras estudiantiles
Es conocido que son las comunidades so- ción de estudiantes que más reporta parti-
cialmente excluidas donde las pandillas cipación, el porcentaje aumenta al 83,5%.1
juveniles encuentran su nicho (Smutt y Mi- Los anteriores señalamientos en ningún
randa, 1998; Savenije y Van den Borgh, 2004; momento quieren generar la idea de que
ERIC, IDESO, IDIES e IUDOP, 2004). Ade- todos los jóvenes en condiciones de exclu-
más resulta ser que es en esos mismos luga- sión son violentos, ni que las condiciones de
res donde viven muchos de los estudiantes exclusión son las causas del fenómeno de los
que participan en las confrontaciones violen- jóvenes violentos. La gran mayoría de esos
tas. jóvenes no se involucra en pandillas (Saveni-
je y Lodewijkx, 1998; Klein, 1995). Igualmen-
A pesar que el estudio acerca del fenómeno te, es una minoría de los estudiantes de la
de la violencia estudiantil interinstitucional educación media la que está involucrada en
(Savenije y Beltrán, 2005) no se enfoca es- las rivalidades violentas. De los estudiantes
pecíficamente en el contexto socio- de los mencionados centros educativos, el
residencial de los estudiantes, y por tanto grupo más inclinado a participar representa
no permite una descripción precisa, existe solamente el 23,0% de ellos (Savenije y Bel-
información que permite conocer algunos trán, 2005).
de esos aspectos. Por ejemplo, en dicha
investigación se indica que el 69,2% de los
estudiantes viven en comunidades donde
hay jóvenes involucrados en pandillas. Sin 1 La muestra de dicho estudio fue de 844 alumnos de 12
centros educativos de educación media. El grupo de
embargo, si se enfoca solamente la agrupa-
encuestados no es una muestra representativa de todos
los estudiantes de centros educativos afectados por las
confrontaciones violentas; pero puede tomarse como un
buen indicativo sobre lo que viven y piensan ellos en su
vida cotidiana.
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Wim Savenije
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Las diferencias entre los grupos de pandille- estudiantes pasan mucho de su tiempo
ros y estudiantes son claras. La mayoría de afuera de ellas asistiendo a sus centros edu-
los pandilleros ya desertó del sistema educa- cativos. Sin embargo, la convergencia de las
tivo (Santacruz Giralt y Concha-Eastman, dinámicas internas a las situaciones cotidia-
2001; Cruz y Portillo, 1998; Smutt y Miranda, nas de exclusión con las necesidades propias
1998), mientras que los miembros de las de la etapa de la juventud, pone a los jóve-
barras estudiantiles reciben formación a nes desafíos similares. En el caso de las
nivel de educación media. El ámbito inme- pandillas y barras esos desafíos parecen
diato de los pandilleros consiste en los espa- encontrar su respuesta en la manifestación
cios físicos de sus colonias, mientras que los de conductas violentas.
Los conceptos pandilla juvenil o ‘mara’ ven implicados con cierta frecuencia en
refieren al mismo fenómeno: Se trata de actividades ilegales. Su identidad social
agrupaciones formadas mayoritariamente compartida se expresa mediante símbolos
por jóvenes, quienes comparten una iden- y/o gestos (tatuajes, graffiti, señales manua-
tidad social que se refleja principalmente les, etc.), además reclaman control sobre
en su nombre. Tradicionalmente, la con- ciertos asuntos, a menudo territorios o
formaban jóvenes que vivían en la misma mercados económicos (Savenije, 2004).
comunidad, donde crecieron juntos, que se
unían y establecían una cuadrilla para La historia de las pandillas juveniles en El
defenderse ellos mismos contra otros jóve- Salvador preexiste a la guerra civil y los
nes de otras comunidades. Así formada, la acuerdos de paz en los noventa. No obstan-
pandilla inicialmente consistía de una sola te, fue en esa década cuando en las comu-
agrupación juvenil al nivel de colonia o nidades en situaciones socio-económicas
barrio. Sin embargo, recientemente algunas precarias se dio un auge rápido de la canti-
se han convertido en conjuntos que tras- dad de jóvenes involucrados, y cuando el
cienden los límites entre lo local, lo nacio- fenómeno de las pandillas en la región se
nal y lo internacional. Esas pandillas tras- trasformó bajo la influencia de los jóvenes
nacionales consisten en redes de grupos pandilleros deportados de los Estados
que se establecen como ‘clikas’ a nivel local, Unidos (Cruz y Portillo, 1998; Ramos, 1998;
unidas bajo un mismo nombre (Mara Salva- Savenije, 2004; Smutt y Miranda, 1998). Al
trucha o Barrio 18 St.). Las ‘clikas’ compar- regresar a su país de origen, la nueva clase
ten ciertas normas, reglas y relaciones más de pandilleros formados en las calles esta-
o menos jerárquicas y se encuentran dis- dounidenses creó, transformó y difundió
persas en un espacio nacional y/o interna- las pandillas bajo las banderas de dos riva-
cional. Las pandillas locales y las clikas de les acérrimos: La Mara Salvatrucha y el
las trasnacionales están integradas por Barrio 18 St. Fue en aquel entonces que el
jóvenes que comparten una identidad gru- público general empezó a conocerlas y a
pal, interactúan a menudo entre ellos y se preocuparse.
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
Proteger a sus comunidades contra los El miedo y rechazo que generan las pandi-
maleantes y las pandillas juveniles rivales llas en la sociedad salvadoreña lleva a que
es la justificación principal dada por los el acceso a un trabajo formal y decentemen-
miembros para la existencia de su pandilla. te remunerado se cierre a los pandilleros.
Entre las pandillas rivales existe una rela- Ya que los tatuajes identifican inmediata-
ción de aniquilación, es decir, encontrar a mente a estos jóvenes como pandilleros, los
un miembro de una pandilla rival es sufi- potenciales contratantes suelen pedir a los
ciente razón para atacarlo e incluso matar- jóvenes solicitantes que levanten su camisa
lo. La amenaza y ofensa más grande que para asegurarse de que su futuro empleado
una pandilla puede hacer a la otra es entrar no es miembro de una pandilla, incluso
a su territorio, borrar sus símbolos y graffi- algunos los envían a hacer la prueba del
tis, y herir o asesinar a uno de sus miem- detector de mentiras. El actuar de las pan-
bros (Savenije y Van den Borgh, 2004; San- dillas y la reacción de la sociedad ante ellas
tacruz Giralt y Concha-Eastman, 2001; forman parte de un círculo vicioso, que
Santacruz Giralt y Cruz Alas, 2001; Smutt y perpetúa y aumenta la misma exclusión
Miranda, 1998). En consecuencia, confron- que se encuentra a la raíz del fenómeno.
taciones violentas se dan cuando las pandi-
llas rivales se encuentran accidentalmente o Al margen de las rivalidades grupales, los
cuando se planea con anticipación una pandilleros usan (la amenaza con) la vio-
incursión hacia el territorio de los rivales. lencia para obtener ganancias materiales
por medio de actos delictivos y del comer-
Dado el peligro de ser atacado violenta- cio al por menor de drogas. Vender drogas,
mente por los contrarios, los pandilleros no asaltar, robar o cobrar ‘el impuesto de gue-
pueden salir fácilmente de la colonia donde rra’, son algunos de los medios que ellos
viven, razón por la cual se quedan confina- utilizan para solventar sus necesidades
dos en su territorio mucho tiempo. El abu- económicas. De vez en cuando les acusan
rrimiento se convierte entonces en una de estar involucrados en tráfico de drogas,
parte integral de la vida pandilleril. Los asaltos de bancos y secuestros; no obstante,
pandilleros pasan mucho tiempo juntos en hay que tratar esas acusaciones con mucho
los pocos espacios públicos que hay, divir- cuidado. Es probable que las demandas
tiéndose lo más posible o sencillamente, en organizativas de esas actividades excedan
palabras de uno de ellos, “matando el las capacidades de muchas pandillas juve-
tiempo: A veces uno juega pelota, jugamos niles. Aún así, las pandillas pueden volver-
naipes, vemos gente…, o sea, hacemos se seriamente delictivas cuando sus miem-
cualquier cosa para matar el tiempo”.2 bros, al pasar de los años, desarrollan las
Además, por ser pandilleros tampoco en- referidas capacidades y obtienen el capital
cuentran fácilmente un trabajo fuera de sus financiero y social necesario para involu-
comunidades, el cual los mantendría ocu- crarse en actividades criminales más profe-
pados de una manera productiva. sionales (Savenije y Van der Borgh, 2004;
Savenije y Andrade-Eekhoff, 2003).
2 Las citas en cursivas y sin referencias a sus fuentes
han sido tomadas de entrevistas con pandilleros reali-
zadas por los autores.
15
Wim Savenije
María Antonieta Beltrán
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
Las enemistades entre las pandillas sola- te, los grupos de jóvenes se parecen tanto
mente se pueden entender cuando se que para externos no es fácil distinguir
aprecia su carácter grupal. Los pandilleros entre los integrantes de la MS, la 18 u otras
individuales de las agrupaciones rivales pandillas. Es decir, las identidades grupales
muchas veces no se conocen personalmen- se parecen tanto que la gente las confunde
te. Sin embargo, ser miembro de la pandi- con facilidad. Para los integrantes, eso
lla contraria es razón suficiente para que tiende a reducir el valor de su pertenencia a
un rival lo considere como enemigo y la de un grupo de jóvenes pobres y exclui-
sienta la urgencia de atacarlo. dos socialmente. Sin embargo, edificar a la
otra pandilla como el enemigo mortal y la
Si fueron compañeros o conocidos ante- amenaza más grande, hace que intrínseca-
riormente ya no importa mucho. La rela- mente las identidades se contrapongan, se
ción actual de dos pandilleros que perte- diferencien y se alejen. Así, el endogrupo
necen a agrupaciones rivales rige las re- emerge como especial, unido y naturalmen-
glas del encuentro: Atacar el enemigo y si te mejor que el otro. La construcción social
es posible matarlo. de enemistad permite que el ser parte de
‘nosotros’ se valore, aprecie y respete de
Las dos pandillas construyen su identidad una manera especial, mientras que todo lo
social haciendo referencia a la otra, la con- que tiene que ver con los ‘otros’ se desvalo-
traria. Su razón de ser es la existencia de la ra, desprecia y rechaza, con igual rigor.
otra. La amenaza que esa constituye no se Una vez instalada esa dinámica entre los
da solamente por sus agresiones, sino so- dos grupos, la inercia propia del conflicto
bretodo por la identidad social precaria de hace que la violencia siempre sea una op-
ambos grupos. Las experiencias de exclu- ción sencilla y valorada porque ‘siempre hay
sión los han dejado con una necesidad de algo que vengar’.
vincularse a un conjunto que les ofrece el
sentido de inclusión, seguridad, cuido y Otro aspecto importante de la violencia
valor, etc. Esas necesidades importantes se aparece cuando se considera el objetivo de
pueden suplir más profundamente en si- la violencia entre pandillas. Además de
tuaciones extremas en las que la unidad y asaltar, herir o matar a un rival, el reto
el compromiso del conjunto son primordia- principal de esos actos es dañar la reputa-
les para sobrevivir; es decir, bajo una ame- ción, estatus y honor de la “clika", e incluso
naza extrema y permanente (Coser, 1956). de toda la pandilla contraria. Vista de esa
Para los jóvenes pandilleros el sentido de manera, la violencia se vuelve un instru-
pertenencia, unidad e identidad posee mento de comunicación; es decir, sirve para
también otra cara: El negar, humillar o enviar un mensaje a una audiencia más
destruir física y simbólicamente a la otra amplia que la víctima (Savenije y Van der
pandilla. Borgh, 2004). En primera instancia, la vio-
lencia es dirigida a todos los miembros de
La semejanza de ambas identidades grupa- la pandilla contraria, mostrándoles que son
les amenaza y al mismo tiempo refuerza la débiles, vulnerables, poco hombres, etc., y
identidad de la pandilla. Más objetivamen- que los agresores son superiores “porque él
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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán
es uno menos de la otra pandilla. Ganamos ción a la policía. Sin embargo, muchos
puntos para nosotros... o sea, por cada persona habitantes no están de acuerdo; al contra-
del otro barrio, porque así ganan ellos puntos rio, les acusan de actos delincuenciales
cuando matan a un homeboy de nosotros...” como robos y hurtos en su propia comuni-
(Santacruz Giralt y Cruz Alas, 2001:65). En dad. Además, mencionan que las pandillas
segunda instancia, el mismo mensaje co- les piden dinero y exigen ‘impuestos de
munica en la propia pandilla que el miem- guerra’ a las tiendas y pequeños negocios
bro que logró humillar la contraria merece en su territorio. “Ellos dicen que protegen a la
el reconocimiento como uno de los más comunidad; que ellos la protegen de otra mara, o
valientes del grupo. Esos aspectos simbóli- sea ellos se protegen de la otra mara. Ellos
cos de la violencia son esenciales para en- protegen a la comunidad para que no vengan los
tender mejor la naturaleza y utilidad de de la mara contraria, porque los matan aquí.
mucha violencia pandilleril. Pero, que a la comunidad la protegen, es menti-
ra. Son ellos mismos los que la delinquen. Pues
Los pandilleros mencionan que defienden ellos mismos la asaltan. Aquí a cualquiera lo
su territorio contra sus rivales y ladrones violan y todo pues” (Savenije y Andrade
de afuera; sin embargo, aunque lo recono- Eekhoff, 2003, 163-164).
cen en menor medida, también manifiestan
su poder sobre los habitantes de la misma La disposición de usar la violencia les da a
colonia. Los pandilleros dicen que mantie- las pandillas una ventaja comparativa y les
nen una relación razonable con la gente de convierte en actores poderosos en sus co-
su colonia, al menos con los que no se me- munidades (Savenije y Van der Borgh,
ten con ellos. El propósito de eso es evitar 2004).
que la gente se oponga y extienda informa-
Las rivalidades y las confrontaciones vio- mostrar rasgos distintos. La rivalidad entre
lentas entre barras estudiantiles en el Área los estudiantes de los diferentes centros
Metropolitana de San Salvador tienen una educativos de educación media se desvin-
larga historia. Al igual que las pandillas culó en gran medida de los eventos depor-
juveniles, las barras difícilmente se dejan tivos hacia una rivalidad permanente y más
explicar como herencia de la guerra civil o violenta. Adicionalmente, en los ochenta se
simplemente verlas como una pérdida de dio un cambio importante en los centros
valores entre los jóvenes en el tiempo de educativos cuyos estudiantes protagoniza-
posguerra. Aparentemente, la raíz de las ban las riñas. Si en el inicio participaron
confrontaciones se encuentra en las rivali- colegios privados de buena calidad cuyos
dades deportivas que en los años cuarenta alumnos provenían de estratos sociales con
y cincuenta ya llegaban a expresarse en suficientes recursos, a partir de los ochenta
encuentros violentos alrededor de los las rivalidades han sido protagonizadas
Campeonatos Colegiales de Básquetbol. cada vez más por institutos del sistema
educativo público o colegios privados para
En el transcurso de los años ochenta, las estratos sociales con pocos recursos.
confrontaciones violentas empezaron a
18
Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
Actualmente, con una frecuencia variable, ser y a qué extremos pueden llegar este tipo
diariamente o semanalmente, se dan alter- de rivalidades estudiantiles.
cados, peleas o riñas entre grupos de estu-
diantes de educación media. Estos suceden Las riñas entre los alumnos de diferentes
especialmente en el centro de San Salvador, centros educativos tienen una lógica más
pero también se dan en las ciudades veci- allá de los frecuentes choques vehementes.
nas. Las paradas de buses, las calles donde Las peleas no se dan entre cualquier estu-
hacen sus recorridos y las cercanas a los diante de cualquier centro educativo, ni
centros educativos son el escenario com- tampoco son pocos los centros involucra-
partido de las confrontaciones violentas dos. Los alumnos se identifican con la insti-
entre estudiantes. tución donde estudian y forman grupos de
compañeros que ‘defienden’ el nombre del
Los alumnos golpean a sus rivales, les centro educativo contra los ataques e insul-
roban las insignias, los cinchos, las mochi- tos de los rivales. Los activamente involu-
las y se los llevan como trofeos. Aunque crados en las rivalidades y confrontaciones
algunos andan armados con cuchillos, violentas encuentran aliados en otros cen-
machetes e incluso granadas hechizas o tros, y de esa manera se han formado dos
‘papas’, no necesariamente tienen la inten- alianzas que se autodenominan los ‘Técni-
ción de matar a sus rivales, más bien bus- cos’ y los ‘Nacionales’. Ser alumno de un
can asustarlos para poder ganarles la bata- centro educativo que pertenece a una de las
lla. Sin embargo, cuando ocurren pérdidas alianzas es suficiente razón para que los de
humanas, las confrontaciones demuestran la otra lo tomen como un potencial objeto
con más claridad lo peligroso que pueden de un ataque.
En los grupos que participan en las con- hace que tengan confianza de poder ganar
frontaciones violentas y riñas callejeras con las peleas, o de no salir gravemente herido
estudiantes de otros centros parece predo- de ellas.
minar un valor: La solidaridad. No sola-
mente con el centro educativo cuyo nombre No dejar solo a un compañero en un en-
se pretende defender y engrandecer, sino frentamiento con los rivales o cuando es
más que todo con los compañeros y las atacado – o como ellos dicen: “no dejar
compañeras que participan en la misma. perder a nadie” – se ha vuelto una de las
Los miembros de los grupos involucrados reglas más fuertes e importantes entre los
son mutuamente dependientes para acu- participantes. “Si yo veo que a una amiga
mular la fuerza necesaria para poder ganar- mía le están pegando, yo no voy a quedarme
les a los rivales, y para recibir protección en viendo, yo no la dejo perder”. Los alumnos
caso que sufran ataques o cuando enfrentan no solamente ganan respeto y prestigio
a una cantidad superior de rivales. La reci- por ser irrefrenables en una confrontación
procidad de proteger y recibir protección violenta con los otros, sino también, y tal
19
Wim Savenije
María Antonieta Beltrán
vez más importante aún, por defender y el imaginario de los alumnos. El par ‘va-
proteger a sus compañeros. Ser uno de ‘los liente’ y ‘solidario’ está íntimamente vin-
más parados’ (valientes y temerarios) y culado y necesita ser demostrado con
dejar a un compañero abandonado frente cierta frecuencia para no perder su poder
a la fuerza de los rivales, no van juntos en de convicción.
Los encuentros violentos entre estudiantes rivales su pertenencia, los alumnos mani-
no son expresiones de animosidades entre fiestan que no les tienen miedo y los provo-
estudiantes de dos o tres centros educativos can a la vez. Para defender o restaurar el
que “no se llevan”, ni expresiones de ene- honor de su centro educativo y alianza, los
mistades individuales entre alumnos que se rivales tienen que reaccionar con violencia.
conocen y que tienen una historia de renco- Sin embargo, si sus contendientes son más
res generales. Muchas veces los estudiantes numerosos, muchas veces no les queda más
no conocen a sus contrarios personalmente; que huir y evitar ser golpeados y despoja-
sin embargo, las insignias y el uniforme del dos de sus pertenencias.
centro educativo identifican a un alumno
como aliado o rival. Así es que para los más involucrados en las
confrontaciones, encontrar a los rivales en
En otras palabras, las confrontaciones so- algún lugar es casi una invitación a perse-
lamente se dejan entender tomando en guirlos y mostrarles que son miedosos y
cuenta el carácter grupal de la rivalidad en débiles en comparación con sus atacantes.
la que se contraponen miembros de dife- Sin embargo, para otros, verse envuelto en
rentes agrupaciones justamente por ser las confrontaciones es una cuestión de
miembros de esos grupos. El sentido de los protección propia y de sus compañeros
encuentros violentos se construye en base a ante posibles o actuales ataques. De esta
una rivalidad general entre las categorías manera, los encuentros violentos entre
abstractas ‘Técnicos’ y ‘Nacionales’. estudiantes tienen su propia inercia: Surgen
espontáneamente al encontrar alumnos
Los activamente involucrados en las rivali- rivales; o son planeados cuando los alum-
dades estudiantiles construyen su identi- nos buscan a los contarios para vengarse
dad social haciendo referencia a la otra y/o demostrarles –a ellos y a sí mismos –
barra. Ser un ‘Técnico’ no otorga significa- que son los más valientes y los más fuertes.
do sino por la existencia de los ‘Naciona-
les’, y viceversa. En los encuentros con La manera más contundente de mostrar
rivales, los alumnos demuestran en primer superioridad es, más que golpear los riva-
lugar quiénes son, es decir, a qué centro les, quitarles los símbolos que expresan y
educativo y alianza pertenecen. Para eso confirman su identidad como alumnos de
utilizan las insignias y los uniformes oficia- tal instituto y/o miembros de tal alianza. Es
les del centro, pero también distintivos decir, robarles sus insignias, camisas, cin-
extraoficiales como cinchos con el nombre y chos, pines etc.: “...lo siguen a uno, para
la mascota del centro educativo, pines y quitarle la insignia. También muchas veces nos
gestos manuales con los cuales simbolizan siguen por el uniforme deportivo, por las cami-
la alianza. Exponiendo con claridad a los sas de deporte. Hay unos que les quitan el uni-
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
forme a las bichas”.4 No es de extrañar que tes como lugares de alto riesgo para ata-
ser víctima de una humillación genere en ques de los rivales y, efectivamente, son los
muchos jóvenes el deseo de vengarse de los lugares donde con más frecuencia ocurren
agresores y demostrarles que son tan bra- las confrontaciones violentas. Por ende, los
vos y temibles como ellos. alumnos intentan asegurar esos lugares
impidiendo que otros alumnos de los cen-
La rivalidad se mantiene por el prestigio y tros educativos rivales crucen esas calles y
la admiración que reciben los involucrados parques, y negándoles el uso de ciertas
por parte de sus pares, la ambición de ser paradas de buses o subir a los mismos. Los
más fuerte y valiente que los rivales, y el estudiantes tienden a considerar esos espa-
deseo de no querer ser ‘los pollos’ (débiles) cios como sus ‘territorios’.
del sistema educativo. En esa comparación
entre los grupos rivales, ni el nivel de edu- Sin embargo, esos recursos territoriales
cación ni el deporte juegan un papel de tienen más un carácter simbólico que físico.
importancia. Para no ser ‘un instituto po- Los alumnos no tienen el control perma-
llo’, los alumnos tienen que demostrar que nente sobre esos lugares, como un país lo
son valientes, que llevan con orgullo el tiene sobre su territorio nacional, o las
nombre de su centro educativo, que se pandillas juveniles intentan tener sobre
defienden con fuerza cuando son amena- ‘sus’ colonias. Al contrario, esos espacios
zados o atacados, y que se preocupan por son tomados temporalmente por los alum-
los demás miembros de la alianza. Por su nos en las horas de entrada y salida de los
actuar en las confrontaciones violentas centros educativos. Se trata más bien de las
comunican a los demás que no tienen mie- zonas más frecuentadas por una alianza y,
do de usar la violencia y que no temen ser por ende, restringidas para los rivales. Más
golpeados por los rivales, ni detenidos por que territorios, estos se vuelven espacios
la policía. Aquí también los aspectos simbó- con los cuales los estudiantes se identifican.
licos son importantes para entender la Al declarar esas ‘zonas de identificación’
utilidad de la violencia. Golpear, robar y como propias y cerrarlas a los estudiantes
hacer correr a los estudiantes rivales con- rivales por medio de (amenazas con) vio-
tiene un mensaje que va más allá de las lencia, comunican a los demás estudiantes
víctimas inmediatas, son medios para de- que allí reina la seguridad para los aliados
mostrar y comunicar a todos los estudian- y la inseguridad para los rivales.
tes su audacia y hacer valer el renombre de
su centro educativo como el lugar donde Sin embargo, las zonas de identificación
estudian ‘los más parados’. no cumplen lo que pretenden comunicar.
No son precisamente lugares seguros para
Algunos lugares en las ciudades en el Área los estudiantes aliados, porque a los
Metropolitana de San Salvador, por su alumnos que pasan allí los señalan como
ubicación geográfica, cuentan con una estudiantes de ciertos centros educativos o
presencia sostenida de estudiantes de dife- de tal alianza. Es decir, los rivales identifi-
rentes centros educativos. Es en tales luga- can a los que están allí como los contrarios
res donde éstos se cruzan en el camino al y blancos legítimos para un ataque. Por
centro educativo o de regreso a casa. Esos esa razón, las zonas de identificación cons-
espacios son considerados por los estudian- tituyen el escenario extendido de las riva-
lidades conflictivas, son los espacios pú-
blicos donde se disputa y confronta a los
4 En El Salvador quiere decir muchachas o chicas.
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Wim Savenije
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rivales. Lejos de ser un refugio seguro, la zona de ellos. Los demás nos ven cuando
establece el campo de batalla entre los pasan y dicen: ‘Hey, les ganaron la cancha’.
alumnos de los diferentes centros educati- Porque nosotros al menos allí en Unicentro no
vos y sus alianzas: “La mayoría de veces los dejamos que lleguen por lo menos unos
cuando se nos corren nos quedamos parados en quince minutos.”
6. Conclusiones
La violencia de las pandillas juveniles y las de una perspectiva legal, pandillas juveni-
barras estudiantiles no es el resultado de les y barras estudiantiles se pueden enten-
conductas sin sentido o irracionales, sino es der como intentos limitados de remediar
su respuesta a las necesidades y dinámicas los efectos humillantes de vivir en situacio-
que hallan por vivir en situaciones de ex- nes de exclusión, de crear una imagen ‘po-
clusión social. Crecer y vivir en exclusión sitiva’ de quiénes son, es decir, de construir
genera un anhelo de incluirse, pertenecer a una identidad propia satisfactoria.
algo, ser reconocido y valorado por otros.
En un contexto donde coexiste frustración, Sin embargo, es importante señalar que
normalización de violencia y organizacio- esos dos grupos difieren respecto a su futu-
nes sociales perversas, no es de extrañar ro. Muchos de los estudiantes obtendrán un
que el uso de la violencia se haya vuelto título académico que les dará la perspectiva
útil para esos grupos. La violencia puede de seguir estudiando o de obtener un traba-
afirmar al joven por medio de dos caminos: jo remunerado. En cambio, las pandillas
Reforzar su identidad social por pertenecer recurren a una serie de actividades delicti-
a una agrupación que sobresale en su uso y vas que las alejan cada vez más de la socie-
que se impone a los demás; y reforzar su dad y que refuerzan su exclusión. Sin em-
identidad personal por demostrar su valen- bargo, en ambos grupos se manifiesta una
tía, ganando así respeto por la disposición paradoja: Se agrupan como es normal para
de usar violencia irrefrenablemente. Sin su edad, comparten reconocimiento y afec-
olvidar que algunos la usan también para to entre ellos, pero se afirman en conductas
satisfacer algunas necesidades económicas destructivas.
inmediatas.
Para la sociedad salvadoreña, y para cual-
El uso de violencia se presenta como un quier otra que encuentra en su seno fenó-
instrumento para comprobarse y probar a menos semejantes, estos jóvenes ponen un
los demás el valor, la lealtad y la capacidad reto más allá de medidas represivas. Su
de enfrentar o imponerse a otros. Se vuelve inclusión pasa por la implementación de
un medio disponible y efectivo para lograr una política social que verdaderamente
el reconocimiento entre los pares en una fomente el desarrollo humano de aquellos
sociedad donde las oportunidades y opcio- ciudadanos que viven en situaciones más
nes reales positivas son muy restringidas precarias.
para grandes grupos de jóvenes. Al margen
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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
Nota: El autor desea agradecer a los organizadores por la invitación a participar en el seminario internacional: “La agenda
de seguridad en Centroamérica” y por brindarme la oportunidad de escribir el presente artículo, el cual busca sistematizar
la literatura existente sobre el fenómeno de las pandillas en Centroamérica.
♦
Versiones preliminares de este artículo han sido presentadas en la conferencia: “Voices from the field: Local iniciatives
and new research on Central American youth gang violence”, organizada por la Coalición Interamericana para la Preven-
ción de la Violencia Juvenil, el 23 de febrero de 2005, en la sede de la Organización Panamericana de la Salud en Washing-
ton, D.C.; y en el seminario internacional: “La agenda de seguridad en Centroamérica”, organizado por la Fundación Dr.
Guillermo Manuel Ungo y el Woodrow Wilson International Center for Scholars, el 14 y 15 de julio de 2005 en San Salvador.
∗
Director del Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad “José Simeón Cañas” (IUDOP-UCA).
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José Miguel Cruz
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
1. Introducción
Desde hace varios años, las pandillas juve- de la Calle 18 y creaban nuevas agrupacio-
niles han sido un problema de seguridad nes para reafirmar la identidad étnica de
pública y de salud para los países del norte sus integrantes, como la Mara Salvatrucha;
de Centroamérica. Luego de las guerras en las capitales centroamericanas los jóve-
que afectaron la región en la década de los nes se integraban a un gran número de
ochenta, las pandillas juveniles, mejor co- pequeñas pandillas que operaban en distin-
nocidas localmente como “maras”, se con- tas zonas de la capital y que mantenían el
virtieron en una nueva fuente de preocupa- control haciendo un uso intensivo de la
ción para los gobiernos y la sociedad civil violencia (Levenson, 1989; Argueta y otras,
de El Salvador, Honduras y Guatemala. 1992; Salomón, 1993).
Aunque las pandillas juveniles ya existían
en modalidades violentas en esos países El retorno de jóvenes de los Estados Uni-
antes de que finalizaran los conflictos ar- dos, ya sea porque sus familias regresaban
mados, el constante flujo de migración a sus países luego del fin de las guerras o
entre los países centroamericanos y los porque eran deportados por las autorida-
Estados Unidos, importó los modelos cul- des estadounidenses a causa de su perte-
turales de pandillerismo que se habían nencia a las pandillas, facilitó que ambas
desarrollado en las calles de Los Ángeles y, expresiones del fenómeno de las pandillas
sobre todo, convirtió a estos grupos en una entraran en contacto y que las maras en
especie de red trasnacional informal de Centroamérica adoptaran los modelos
violencia. culturales de Los Ángeles. Esto dio origen a
un proceso según el cual todas las pandillas
Las maras o pandillas juveniles centroame- existentes se alinearon con una de las dos
ricanas no han surgido recientemente. No grandes organizaciones pandilleriles en las
son el producto de los primeros años del que estaban involucrados los salvadoreños
nuevo siglo como muchas veces se sugiere en los Estados Unidos. Las clikas en Cen-
en las notas de prensa o en las intervencio- troamérica, originalmente en El Salvador,
nes de los funcionarios. Las primeras ex- adoptaron la identidad de la Mara Salva-
presiones de lo que actualmente se conocen trucha o la Pandilla 18, y con ello se trasla-
como maras surgieron casi simultáneamen- daron las expresiones de conflictos y vio-
te en Los Ángeles, en San Salvador, en lencia entre ambas organizaciones.
ciudad de Guatemala y en Tegucigalpa,
como resultado, por un lado, de los proce- Lo que comenzó siendo una serie de pe-
sos de migración de los centroamericanos, queñas pandillas locales y diferenciadas
especialmente los salvadoreños a los Esta- terminó convirtiéndose en una amplia
dos Unidos en la década de los ochenta y, federación de clikas adscritas a una de las
por otro lado, como producto de las condi- dos grandes pandillas, las cuales cubrían
ciones de vida en la cual crecían los jóvenes casi todas las ciudades importantes, prime-
en los países de origen. Mientras en los ro en El Salvador y luego en el resto de
Estados Unidos los jóvenes se integraban a países del norte de Centroamérica. Estos
las pandillas ya existentes, como la Pandilla procesos se vieron potenciados además por
29
José Miguel Cruz
la comunicación migratoria entre los países hacia 1998. Estas investigaciones, patroci-
centroamericanos (ver: ERIC, IDESO, IDIES nadas por organizaciones como UNICEF y
e IUDOP, 2001). Save the Children, y llevadas a cabo por
FLACSO (Smutt y Miranda, 1998) y el IU-
A principios de la década de los noventa, DOP (Cruz y Portillo, 1998), ofrecen un
ya no era extraño escuchar voces de pre- primer examen de la situación, las causas y
ocupación en Centroamérica por el rápido las dinámicas de las pandillas en El Salva-
crecimiento de estos grupos juveniles. Por dor. Dichos estudios son complementados
ejemplo, en enero de 1987, el periódico El por los conducidos por Santacruz y Con-
Gráfico de Guatemala publicó el primer cha-Eastman (2001), por el equipo del IU-
reportaje sobre estos grupos, en el cual se DOP en el proyecto de “Maras y pandillas
identifica a las maras como un grupo deci- en Centroamérica” (Santacruz y Cruz, 2001;
didamente organizado para delinquir (ver: Cruz, Carranza y Santacruz, 2004 y Carran-
Merino, 2001). Una encuesta realizada por za, 2005) y por el estudio sobre niños en
el Instituto Universitario de Opinión Públi- violencia armada llevado a cabo en El Sal-
ca de la UCA de El Salvador daba cuenta vador por Carranza (2005). En Honduras,
que casi la mitad de la población adulta durante varios años, el tema de las pandi-
urbana de todo el país (el 46.9 por ciento) llas es abordado tangencialmente en los
señalaba que habían maras o pandillas en estudios sobre la violencia en ese país, pero
su comunidad (IUDOP, 1993). En Hondu- no es sino hasta el trabajo de Salomón,
ras, un informe de la policía revisado por Castellanos y Flores (1999) que el fenómeno
Salomón (1993) permite establecer que a de las pandillas es estudiado de forma
principios de los años noventa existían en directa. El conocimiento sobre la problemá-
Tegucigalpa un total de 45 pandillas distin- tica es profundizado posteriormente por el
tas con un número aproximado de 1,100 desarrollo local del proyecto regional “Ma-
miembros en total. ras y pandillas en Centroamérica” (ver:
Castro y Carranza, 2001; Carranza, Castro y
A pesar de estos indicios del creciente pro- Domínguez, 2004; Flores y otros, 2005) y
blema de las pandillas juveniles, los prime- por el amplio estudio titulado “Las maras
ros estudios sobre el mismo no aparecen en Honduras” realizado por Save the Chil-
sino hasta unos años después, con excep- dren UK y la Asociación Cristiana de Jóve-
ción de los estudios de AVANCSO en ciu- nes de Honduras (2002).
dad de Guatemala en 1988 (Levenson,
1989) y de Argueta y colegas desarrollado Todos esos estudios han generado una
en la ciudad de San Salvador entre los años ingente cantidad de información sobre el
91 y 92 (Argueta y otras, 1992). En Guate- fenómeno de las pandillas en los países del
mala, tomará algunos años más para que se norte de Centroamérica y han generado no
vuelvan a producir otros estudios sobre el pocas discusiones sobre sus causas, sus
tema y no es sino hasta la siguiente década dinámicas y sus consecuencias. Dichos
que Merino contribuye con una trilogía de estudios han revelado que a pesar de las
estudios en Guatemala como parte del diferencias en las expresiones del fenómeno
proyecto “Maras y pandillas en Centroa- en cada uno de los países del norte de Cen-
mérica” (ver Merino, 2001; 2004 y 2005). En troamérica, la problemática de las maras y
El Salvador, en donde ha habido un desa- pandillas juveniles tiene rasgos comunes en
rrollo más amplio del tema, los estudios dichos países y ha evolucionado a lo largo
más sistemáticos se comienzan a desarro-
llar hacia 1996 y comienzan a ver la luz
30
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
de los años de manera muy similar.1 Eso Hacia el año 2001, los estudios centroame-
permite hablar de un mismo fenómeno en ricanos daban cuenta de un agravamiento
el norte de Centroamérica, en el cual las del fenómeno de las pandillas, aparente-
expresiones culturales básicas, el uso de la mente tanto en términos cuantitativos co-
violencia y la vinculación con otras expre- mo en términos cualitativos. A inicios de la
siones de criminalidad son más o menos actual década parecían haber más jóvenes
parecidas. integrados a las pandillas en comparación
con años atrás, pero sobre todo había evi-
Sin embargo, durante varios años, y a pesar dencias de que las maras habían aumenta-
de la creciente preocupación pública por el do significativamente su participación en
fenómeno, los distintos gobiernos de la los hechos de violencia y en las redes loca-
región norte de Centroamérica no le presta- les del narcotráfico (ver Santacruz y Con-
ron suficiente atención al problema de la cha-Eastman, 2001). A pesar de que era
violencia juvenil y las pandillas, y el fenó- todavía posible identificar entre los pandi-
meno siguió creciendo de forma relativa- lleros un fuerte componente de motivacio-
mente lenta y silenciosa. Las únicas inicia- nes asociadas a valores como la solidari-
tivas en los países de la región se traduje- dad, el respeto y la construcción de identi-
ron en esporádicas respuestas represivas y dad; los estudios señalaban que las activi-
en intentos por reformar las leyes de meno- dades criminales y el consumo de drogas
res y penales para permitir que los menores estaban convirtiéndose paulatinamente en
de 18 años pudiesen ser juzgados como las finalidades en sí mismas de las activi-
adultos, partiendo de la suposición de que dades pandilleriles.
buena parte de los delitos graves eran co-
metidos por menores de dieciocho años. Esta evolución relativamente lenta del
Sin embargo, ningún plan o política de fenómeno y el precario equilibrio de la
prevención sobre la violencia juvenil o dinámica impuesta entre las pandillas y la
sobre las pandillas fue elaborado de mane- sociedad se rompió cuando hacia el año
ra consistente en El Salvador, Honduras o 2003 se introdujeron los planes de mano
Guatemala y la integración y la evolución dura o de cero tolerancia en los tres países
de los grupos continuaron en ascenso. del norte de Centroamérica. Conocidos en
Guatemala como el Plan Escoba, en El
Salvador como Plan Mano Dura y en Hon-
duras como Libertad Azul o Cero Toleran-
1 En Nicaragua y Costa Rica, la expresión del fenómeno
de pandillas juveniles ha sido cualitativa y cuantitati-
cia, estos programas declararon la guerra a
vamente distinto al resto de países de la región. Tanto las pandillas e introdujeron una dinámica
Costa Rica como Nicaragua han enfrentado el problema en la que la aplicación de la fuerza por
de violencia juvenil y pandillas, pero éstas no han
parte del Estado era el principal eje de
llegado a tener las expresiones culturales importadas de
los Estados Unidos ni han adquirido los nombres ni las enfrentamiento del problema. Esto dio
franquicias originarias de las calles de Los Ángeles. Las como resultado que las pandillas se replan-
pandillas en el sur de Centroamérica tampoco han tearan su propio funcionamiento, se reor-
crecido con el ritmo característico del resto de países y
no han llegado a constituir un actor fundamental en la
ganizaran en estructuras más verticales,
prevalencia del crimen y la violencia en dichos países. más rígidas y más violentas; y que comen-
Por ejemplo, un informe interno de la Policía Nacional zaran a reconocer liderazgos que permitie-
de Nicaragua señala que a diferencia de Guatemala, El
ran comunicaciones formales con otros
Salvador y Honduras, en donde el porcentaje de homi-
cidios cometidos por los pandilleros es mayor del 20 por grupos de pandillas y de crimen organiza-
ciento, en Nicaragua no llega siquiera al 1 por ciento do.
(Gurdián, 2004).
31
José Miguel Cruz
32
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
Las maras centroamericanas, como todos En realidad, las maras son el producto de
los fenómenos sociales, no constituyen un una gran variedad de factores sociales que
evento fortuito que surgió de la nada o se expresan temporalmente en diversas
como producto de alguna especie de de- condiciones de vida. Estas condiciones son
signio divino o de una predisposición las que al final de cuentas transforman el
genética de los jóvenes habitantes cen- entorno ecológico y han permitido el sur-
troamericanos. En realidad, constituyen el gimiento y la reproducción de las pandillas.
resultado de un proceso de construcción Por ejemplo, la pobreza, que suele ser men-
histórica en el que intervienen condiciones cionada muchas veces como uno de los
sociales, decisiones políticas y eventos factores más decisivos en la aparición de las
coyunturales. Siguiendo el modelo de pandillas y en la conducta criminal de
factores de riesgo en epidemiología, el éstas, constituye una condición importante
fenómeno de las pandillas juveniles del solo si la misma se cristaliza como parte de
norte de Centroamérica son el producto de un agudo contexto de desigualdad y si ella
la concurrencia de un gran número de genera procesos de exclusión social, como
factores que han sido determinados social se verá más adelante. Antes que la pobreza
e históricamente. en sí misma, la mayoría de los estudios
remiten a las desigualdades socioeconómi-
Esto implica varias cosas. En primer lugar, cas y a los procesos de exclusión que éstas
que las pandillas no nacieron ni se desarro- generan (Cruz, 2004). De la misma forma,
llaron como producto o como respuesta de las guerras civiles centroamericanas, que
una sola causa. Las maras centroamerica- han sido ampliamente citadas por funcio-
nas no son simplemente el resultado de la narios y medios de comunicación como las
pobreza de buena parte de la población precursoras de un ejército de jóvenes dis-
centroamericana, tampoco son meramente puestos a utilizar intensamente la violencia,
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
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José Miguel Cruz
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
Cuadro 1
Los factores asociados a las maras
centroamericanas en el modelo ecológico
Nivel
Categoría de causalidad Factores
relacional
Precariedad socioeconómica
Comunidades carecen de servicios básicos o son de mala
calidad
Procesos de exclusión social Falta de oportunidades para la formación técnica o
profesional
Expulsión y deserción escolar
Desempleo o subempleo
Modelos culturales de relaciones personales
Patrones de enseñanza-aprendizaje del uso de la violen-
Social Cultura de violencia
cia
Permisividad cultural hacia el uso de armas
Aglomeración urbanística y estrechez de espacios per-
Crecimiento urbano rápido y sonales
desordenado Falta de espacios de esparcimiento
Servicios sociales comunitarios precarios o inexistentes
Jóvenes que adoptan la cultura pandilleril en el exterior
Migración Retorno de jóvenes al país sin grupo de referencia
Criminales deportados
Poca confianza entre los miembros de la comunidad
Desorganización comunitaria Falta de participación ciudadana en los asuntos comuni-
Comunitario tarios
Consumo de drogas
Presencia de drogas
Redes de tráfico de drogas
Familias disfuncionales
Abandono y negligencia por parte de padres y/o encar-
Familias problemáticas
gados
Historia familiar de violencia
Relacional
Amigos o compañeros miem- Pandilleros en la comunidad
bros de pandillas Pandilleros en la escuela
Ciclo reproductor de la violencia
Dinámica de la violencia
Violencia en función de identidades
Las dificultades de construc- Búsqueda de identidad a través de la violencia
Individual
ción de identidad personal Ausencia de modelos positivos
Fuente: Elaboración propia.
37
José Miguel Cruz
Cuando se habla del fenómeno de pandillas que se integran a las pandillas, por lo gene-
centroamericanas, así como también de la ral, son jóvenes cuyas familias deben hacer
violencia social que aqueja a las sociedades esfuerzos para sobrevivir y en donde las
centroamericanas de posguerra, muchos posibilidades de una vida digna están limi-
autores señalan a la pobreza como uno de tadas por la educación y el tipo de empleos
los factores fundamentales (Rocha, 2001; que tienen los padres o los responsables de
Carranza, Castro y Domínguez, 2004; Ara- los jóvenes que se integran a las pandillas.
na, 2005). Esa atribución puede ser útil Por ejemplo, un estudio realizado en Hon-
hasta cierto punto, pero en un análisis más duras con pandilleros en Tegucigalpa y San
riguroso, el señalamiento de la pobreza Pedro Sula (Save the Children y ACJ, 2002)
como un factor fundamental muchas veces encontró que los padres del 80 por ciento
oculta el carácter interactivo y procesal del de los jóvenes de maras entrevistados
fenómeno. Más importante que la pobreza tenían una educación no mayor de séptimo
en sí misma, en el análisis de las pandillas grado y que casi la mitad de los pandilleros
juveniles en Centroamérica lo que resalta entrevistados dijeron que sus padres —o el
son los procesos de exclusión social con los responsable de su hogar— se encontraban
cuales muchas veces aquella está asociada, desempleados; más aún, el 53.7 por ciento
aunque no siempre. de los padres de los pandilleros —en reali-
dad, la mayoría mujeres— se dedicaba a los
Como dice un documento del CELADE oficios domésticos.
sobre la juventud y el desarrollo en Améri-
ca Latina, “en la actualidad, la juventud Esta precariedad social y económica por lo
urbana de la clase trabajadora sufre de un general se traduce en pocas oportunidades
riesgo de exclusión social sin precedentes. de formación escolar y de empleos competi-
Desde el mercado hasta el Estado y la so- tivos para los miembros jóvenes del grupo
ciedad, una confluencia de factores tienden familiar. Los jóvenes que se integran a las
a concentrar la pobreza entre los jóvenes y maras generalmente provienen de hogares
a distanciarlos del ‘curso central’ del siste- en donde las posibilidades de educación y
ma social” (CELADE y UNFPA, 2000, p. 5). de empleo son muy precarias, aunque la
Así, es más este proceso de distanciamiento mayoría suele haber tenido la oportunidad
y de exclusión el que incide en los meca- de estar en la escuela. Sin embargo, un pe-
nismos que hacen que los jóvenes se incor- queño desajuste en la economía familiar
poren a las pandillas que la sola pobreza en provoca que la familia ya no sea capaz de
sí misma. financiar el proceso educativo de los niños o
bien obliga a que éstos asuman responsabi-
Esto se cristaliza en primer lugar, en la lidades laborales precarias que, con tal de
precariedad socioeconómica. Los jóvenes sostener a la familia, les alejan de la escuela.
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
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José Miguel Cruz
dia. El estudio de pandilleros en Teguci- “Hay veces que sueño que así todo tinteado
galpa y San Pedro Sula encontró que, en [tatuado] voy a estudiar. ¡Sí, no es paja [menti-
2001, el 83 por ciento de los jóvenes enrola- ra]! Me veo con el uniforme en los sueños, voy a
dos en pandillas no se encontraba estu- estudiar bien firme, pero, ¡puta!, a veces cuando
diando; el estudio salvadoreño de 1996 despierto…sólo fue un sueño” (Entrevista No.
halló que el 76 por ciento de los pandilleros 8, COAV).
no estudiaban; para 2001, ese porcentaje era
del 92.3 por ciento. Así, la mayoría de los La exclusión social se experimenta también
mareros han estado en la escuela y algunos a través de la falta de oportunidades labo-
de ellos inclusive han logrado completar su rales o la existencia de empleos mal remu-
educación media, pero su proceso de afilia- nerados. A pesar de que la mayoría de
ción a las pandillas desata procesos que jóvenes que se integran a las pandillas no
terminan con la expulsión o la deserción estudian, buena parte de ellos no invierten
del sistema escolar. Las declaraciones de su tiempo en empleos o en actividades
algunos pandilleros entrevistados en el productivas. La encuesta de Save the Chil-
marco del Proyecto COAV (ver Carranza, dren UK y ACJ en Honduras encontró que
2005) en El Salvador son muy ilustrativas: la mayoría de jóvenes, alrededor del 90.4
por ciento, ha tenido empleo, pero al mo-
“…es que, pues sí, me metí a andar en la pandi- mento de la encuesta solo un poco menos
lla, ya no fui [a la escuela], como después me de la mitad (45.5 por ciento) todavía lo
manché [tatué] todo, ya no me aceptaron.” tenía. La mayor parte de esos empleos eran
(Entrevista No. 8, COAV). eventuales y/o temporales, como ayudante
de albañil, vendedor u obrero de maquila.
Esto incrementa el sentido de exclusión En El Salvador, la encuesta de 2001 encon-
social pues para muchos pandilleros, la tró que solo el 17.6 por ciento de los pandi-
expulsión de la escuela—a pesar de que su lleros tenía un trabajo y de esos solamente
estancia era problemática— genera senti- el 10 por ciento tenía un empleo estable,
mientos de frustración porque la misma aparte de que solo en el 10 por ciento de los
significa la clausura de las oportunidades casos se trataba de un empleo de tiempo
de formación y desarrollo. completo. Esa falta de oportunidades es
vivida también como exclusión respecto a
“Después que me brinqué [integré], porque las oportunidades, la cual se incrementa
después que vieron los tintazos (tatuajes) ya no con la asociación de los jóvenes a las pandi-
me quisieron recibir [en la escuela].” (Entrevis- llas:
ta No. 2, COAV).
“Nosotros no trabajamos porque a uno lo tienen
“Pero sí quisiera estudiar, pero como no pode- de menos. Está trabajando uno, (pero) como lo
mos. Como la gente dice que no: están tatuados” ven tintado [tatuado] lo echan a uno a la mier-
(Entrevista No. 6, COAV). da” (COAV, Entrevista No. 2).
Es más, para muchos pandilleros la expul- Así, los procesos de exclusión social se
sión escolar es vivida como el paso defini- concretan de diversas formas en la cotidia-
tivo a las pandillas y, por tanto, su reincor- neidad del joven. Están en las mismas con-
poración a la escuela es vista como una diciones socioeconómicas de los barrios y
reapertura a las oportunidades que la per- vecindarios en donde viven los jóvenes que
tenencia a las pandillas niega. se integran a las pandillas, se viven en las
precariedades económicas dentro del
40
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
hogar, se enfrentan en la falta de oportuni- escuela y del trabajo cuando el joven co-
dades para la formación y la capacitación y mienza a optar por las pandillas.
se sufren en los procesos de expulsión de la
En cierto modo, las pandillas centroameri- nistas fundamentales de esa violencia eran
canas son el producto de sociedades que otros actores, muchas veces pertenecientes
cultivan y han cultivado la violencia por al Estado mismo; en la actualidad, las ma-
décadas. Las pandillas constituyen una ras se han vuelto en uno de esos protago-
expresión exacerbada y, muchas veces, nistas.
fuera de control de esa violencia que ha
prevalecido en las relaciones sociales e Una de las más claras expresiones de esa
interpersonales en los países centroameri- normatividad a favor de la violencia lo
canos. La cultura de violencia refiere a un constituye la cantidad de homicidios que
sistema de normas, valores y actitudes que son cometidos en circunstancias que tienen
posibilitan, estimulan y legitiman el uso de que ver con problemas de convivencia o
la violencia en las relaciones interpersona- con procesos de ajustes de cuentas en los
les (Huezo, 2001; Martín-Baró, 1992); este países del norte de Centroamérica. De
sistema normativo se manifiesta y reprodu- hecho, según la Policía Nacional Civil de El
ce en todos los ámbitos de interacción de Salvador, más del 65 por ciento de los ase-
las personas: no solo en las relaciones entre sinatos que se cometen en ese país son
los adultos sino también entre éstos y los producto de lo que la institución llama
niños y los jóvenes en el hogar y en la es- “violencia social” (Policía Nacional Civil,
cuela, los cuales constituyen los espacios 2003), esto es, violencia cuya motivación
fundamentales de socialización. fundamental es obtener un beneficio o
poder social (Moser y Winton, 2002) y que
En términos nacionales, dicha violencia ha se expresa en violencia interpersonal, riñas
tenido diferentes rostros, ha sido social, callejeras, violencia doméstica, etc. En
política, criminal, pero ha permanecido en Honduras, un estudio patrocinado por el
las sociedades centroamericanas por mu- BID (Rubio, 2002) encontró que solamente
chos años: un informe de la Organización el 33 por ciento de los homicidios cometi-
Panamericana de la Salud sobre la situación dos en la ciudad de San Pedro Sula fueron
de la salud en las Américas durante la originados en circunstancias de violencia
década de los años setenta muestra que económica; en el 33 por ciento de los casos,
para mediados de ese década El Salvador, los homicidios se cometieron en circunstan-
Nicaragua y Guatemala tenían tasas de cias que el autor llama intolerancia (o pro-
homicidios por encima de 20 muertes por blemas de convivencia) y en el 23 por cien-
cada 100,000 habitantes, más del doble de to de los casos, las muertes ocurrieron
la tasa promedio latinoamericana de esas como producto de ejercicios de justicia
fechas (OPS, 1980). Esto significa que algu- privada. Esto significa que en un poco más
nos de los países centroamericanos que de la mitad de los casos de homicidio ocu-
ahora están afectados por las maras tienen rridos en San Pedro Sula en 2001, se trató
un largo historial de violencia al interior de de violencia social. En Guatemala, de
sus sociedades; en el pasado, los protago- acuerdo al Centro de Investigaciones Eco-
41
José Miguel Cruz
nómicas Nacionales (CIEN, 2002), los de- vidad a favor de la violencia. Durante mu-
partamentos del país en donde se concentra chos años, generaciones de guatemaltecos y
más la violencia homicida son aquellos en salvadoreños crecieron a la sombra de
donde prevalece una “actitud cultural discursos militaristas, de planes que prepa-
violenta”, esos departamentos forman raban a la población para que usara la vio-
parte de la zona oriental del país.3 lencia en contra del enemigo y rival de la
forma más efectiva y de un ambiente en el
La normatividad imperante, la cual se ex- que se fomentaba la desconfianza entre los
presa en las relaciones sociales cotidianas, ciudadanos.4 En este contexto, muchas
es la que ha permitido que varias genera- personas fueron entrenadas para combatir
ciones de jóvenes crezcan y se socialicen en y, por lo tanto para ser profesionales en la
un entorno que favorece el uso de la agre- utilización de armas y técnicas de guerra.
sión para resolver conflictos y para relacio- Los pandilleros de la actualidad no fueron
narse con los demás. Ese entorno es el que esos combatientes y la gran mayoría de
ha facilitado el uso extremo de la violencia ellos nunca peleó y ni siquiera tiene re-
que implica la afiliación pandilleril. Los cuerdos directos de la guerra, pero sí son
mareros son, en parte, el resultado de ese los receptores directos de un legado apolo-
entorno en el que se legitima la agresión gético hacia la violencia, el cual no ha sido
desde el hogar, pasando por la escuela, enfrentado desde la institucionalidad
hasta los referentes simbólicos de las socie- emergente de las transiciones de posguerra.
dades actuales: los medios de comunica-
ción. La mayoría de los jóvenes que se Antes bien, las precondiciones culturales
integran a pandillas crecieron en ambientes hacia la violencia, dilatadas por las gue-
domésticos y escolares en donde el maltra- rras, dejaron sociedades que rinden culto a
to y el castigo físico eran la norma para los conflictos y a sus instrumentos: las
criarlos y educarlos. La violencia, por tanto, armas. La afición de muchos ciudadanos
se vuelve normal y su ejercicio se convierte centroamericanos por las armas, en el
en el medio de relación privilegiado no solo marco de sociedades regidas por la ética
en contra de los rivales y enemigos, sino del conflicto interpersonal, encuentra su
también en contra de los mismos pares. máxima expresión en la facilidad con la
que muchos jóvenes y niños obtienen
Pero la normatividad cultural que favorece armas sofisticadas y de guerra. Una en-
un entorno violento no solo se refuerza de cuesta sobre seguridad pública cursada en
los procesos de socialización en la escuela y El Salvador en 2004 encontró que más del
en el hogar. Se reproduce también en los 38 por ciento de los salvadoreños dijeron
entornos de la vida pública, en las políticas que si pudieran, les gustaría tener un
estatales que, como los planes de cero tole- arma para su propia protección; este por-
rancia o de mano dura, recalcan la noción centaje es mayor entre el grupo de pobla-
de que la mejor manera de enfrentar los ción más joven encuestada: 42.6 por ciento
problemas es mediante el uso de la fuerza. (Cruz y Santacruz, 2005). Un resultado
muy similar obtuvo una encuesta sobre
En algunos casos, los conflictos bélicos seguridad ciudadana en Guatemala en el
internos de algunos países centroamerica- mismo año: el 35.3 por ciento de las per-
nos no hicieron sino exacerbar esa normati-
4 Aunque Honduras no tuvo conflicto armado interno,
sí se vio afectado indirectamente por las guerras de sus
3 Esa zona es la que colinda con los países de El Salva- países vecinos y por la militarización a la que fue
dor y Honduras. sometido el país durante ese período.
42
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
43
José Miguel Cruz
cimiento y de diversión sana; son lugares— Pero, el impacto del descontrol urbanístico
que como ya se mencionó algunos párrafos y el deterioro de la ciudades no se limita
atrás— permanecen olvidados de atención solo al hacinamiento y a la ausencia de los
de las autoridades o, inclusive, de los mis- espacios adecuados para el desarrollo de
mos vecinos, lo cual los convierte en sitios los niños, tiene que ver también con la
deteriorados, los cuales son ocupados por dificultades que tienen las urbes para poder
los jóvenes que permanecen en las calles. proveer y garantizar servicios adecuados a
La falta de espacios de calidad que puedan la población. El estudio de Smutt y Miran-
ser utilizados por los jóvenes para su pro- da registró que las familias con jóvenes
pia diversión y tiempo libre, crea las condi- pandilleros están más expuestas que las de
ciones para que la calle y los sitios más los no pandilleros a “carecer en sus vivien-
“perversos” de ésta se conviertan en las das de servicios públicos que contribuyan a
zonas en donde se configura el comporta- generar las condiciones para mejorar la
miento grupal juvenil. calidad de vida” de las personas (1998, p.
70). El mismo estudio presenta el testimo-
De nuevo, la investigación regional sobre nio de un marero que resume muy bien ese
maras y capital social, desarrollada en proceso:
varias ciudades centroamericanas, encontró
que los barrios en donde aparecen y se “En la casa de mi mamá no me gusta, a mí me
desarrollan las pandillas son aquellos que gusta estar aquí (en la casa donde se reúne la
suelen contar con más espacios así llama- mara), pero si uno no tiene dónde tiene que
dos “perversos”, esto es, bares o cantinas, aguantar. Allí (en la casa de la mamá) no me
lugares de juego y prostíbulos. La presencia gusta porque no tengo amigos, no tengo am-
de espacios públicos positivos, como can- biente, y ahorita no hay luz allí, pero sí va a
chas de juego, casas comunales y parques, haber. El alcalde ha prometido ponerles la luz
resultó ser más importante en ciertas ciu- como regalo de navidad. Intento casi no llegar,
dades, como San Salvador y El Progreso llego de vez en cuando a cambiarme, a veces a
que en otras (Cruz, 2004). Sin embargo, una dormir…” (Williams; Smutt y Miranda, op.
encuesta sobre seguridad pública llevada a cit).
cabo en El Salvador a nivel nacional encon-
tró que la existencia de espacios públicos En El Progreso, Honduras, las familias que
descuidados y deteriorados estaba asociada viven en los barrios en donde hay pandillas
a la presencia de maras y de victimización a suelen acudir menos a los servicios de
causa de éstas (Cruz y Santacruz, 2005). Al salud privados —que son los que usual-
final de cuentas, y como dicen Smutt y mente brindan mejores servicios— y tien-
Miranda (1998), la carencia de espacios den más a automedicarse y a visitar curan-
adecuados para atender las demandas de deros que las familias que viven en los
tiempo libre de los niños y jóvenes empuja lugares en donde no hay pandillas (Ca-
a muchos de ellos a permanecer en las rranza, Castro y Domínguez, 2004). El
calles, en las esquinas, en los sitios abando- mismo estudio, en su perspectiva más
nados y deteriorados y en los lugares cer- regional, encontró que las comunidades en
canos adonde aparece la violencia (bares, donde aparecen más las maras son aquellas
por ejemplo), lo cual crea las condiciones en donde las calles de la vecindad suelen
para que los muchachos entren en contacto estar en mal estado más frecuentemente
con los pandilleros. que las calles de los barrios en donde no
hay pandillas (Cruz, 2004).
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
La falta y el deterioro de los servicios pú- ciones para la provisión adecuada de los
blicos a los que tienen acceso las comuni- servicios fundamentales: muchos de esos
dades empobrecidas refuerzan la percep- barrios no disponen de alumbrado adecua-
ción de abandono de la población que vive do; no tienen sistemas de alcantarillas; no
en las mismas, incrementando con ello las hay centros de salud o están descuidados;
condiciones para que muchos de los jóve- las escuelas están instaladas en inmuebles
nes se decidan a entrar y vivir junto a las sin la infraestructura adecuada; las calles y
pandillas. Esa problemática con respecto a las aceras de la colonia se encuentran dete-
los servicios públicos es también, en parte rioradas. Todo esto se da muchas veces en
producto de los procesos de urbanización contraste con otras zonas colindantes de la
acelerada y poco planificada, la cual hace ciudad, las cuales gozan de condiciones
que muchos de los barrios se edifiquen en óptimas y de servicios sociales que funcio-
lugares inhóspitos, vulnerables y sin condi- nan bien (Samayoa, 2002).
3.4. Migración
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
dos Unidos se impusieron sobre el resto de Para 1996 y según una encuesta cursada
pandillas, no bajo un proceso de violencia o con los pandilleros activos en el Área Me-
disputas de territorio, sino más bien bajo tropolitana de San Salvador (AMSS), el 85
procesos paulatinos de adopción de las por ciento de los jóvenes enrolados en
identidades. pandillas pertenecían a la Mara Salvatrucha
o a la Pandilla 18; solamente el 15 por cien-
Los pandilleros, ya activos y conformados to de los pandilleros permanecían en otras
en sus propios grupos, comenzaron prime- pandillas (Cruz y Portillo, 1998). Sin em-
ro a imitar los estilos de los retornados y bargo, en términos cuantitativos, el peso de
terminaron luego cambiando el nombre de los pandilleros repatriados de los Estados
sus propios grupos a alguno de las pandi- Unidos era más bien bajo. La misma en-
llas más representativas del modelo nor- cuesta reveló que el 17 por ciento de los
teamericano: Mara Salvatrucha (MS) o pandilleros activos en el AMSS había esta-
Pandilla de la Calle 18 (La 18). En ese pro- do en los Estados Unidos y que solo el 11
ceso, se formó una constelación de peque- por ciento se había integrado a las pandillas
ños grupos pandilleriles que compartían un en ese país. La gran mayoría de los inte-
mismo nombre y que poco a poco fueron grantes de las maras se habían integrado en
adoptando un sistema de conductas, nor- diversas ciudades salvadoreñas.
mas y valores que les hacía parte de la
misma organización. En tal sentido, las Este proceso se repitió con más o menos
antiguas pandillas territoriales se convirtie- similitud en los países de Guatemala y
ron en clikas, las cuales formaban una fede- Honduras, los cuales se vieron impactados
ración de pandillas que se reconocían bajo también por sus propios procesos de mi-
un mismo “barrio”: ser 18 o ser MS. gración con relación a los Estados Unidos,
pero también por la migración al interior
Los jóvenes retornados y responsables de del triángulo norte de la región centroame-
importar el modelo cultural pandilleril de ricana. Al igual que en El Salvador, para
los Estados Unidos jugaron un papel im- finales de la década de los noventa, tanto
portante no solo en el proceso de transposi- Guatemala como Honduras habían transi-
ción de identidades juveniles, sino también tado hacia el modelo de las dos grandes
en el proceso de configurar esas federacio- federaciones pandilleriles. Al final de cuen-
nes en redes locales. Eran ellos los que tas, dos fenómenos que nacieron con relati-
establecían los contactos entre los diversos va independencia y con sus propias diná-
grupos que se sumaban a la pandilla, los micas de causalidad, terminaron conectán-
que permitían los flujos de información, dose y formando parte de un solo fenóme-
identidad, normas y valores desde el exte- no en buena medida a partir de la influen-
rior, pero también entre las mismas clikas cia de la migración poblacional.
locales.
Las pandillas surgen en aquellos ambientes donde la falta de confianza entre las perso-
marcados por la desorganización comuni- nas, los vecinos y los integrantes de la co-
taria, esto es, en contextos comunitarios en munidad impide el desarrollo de procesos
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
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praba y no les decía nada a ellos y me iba. Y de drogas no solo generan más violencia como
ahí (me dijeron): ‘Vimos que vos mucho andás producto de la intoxicación de ciertas subs-
loquiando, ¿querés ser del barrio?’ Porque tancias, sino también porque la dependen-
vieron que yo empecé a vestirme todo flojo. cia física y psicológica que las adicciones
‘¿Qué ondas, qué alucín?, pues no hombre, la que algunas de las drogas generan, obliga a
vida del pandillero es bien firme’, me decían. los jóvenes y pandilleros a reclamar más
Entonces, así poco a poco me fui quedando y ya recursos para mantener las adicciones. Esos
no llegaba solo a fumar, sino que me estaba una recursos son obtenidos de las actividades
mañana, viendo lo que ellos hacían. ‘Voy a salir delincuenciales y de la integración a las
a conseguir’ decían algunos y se iban y al rato actividades criminales.
venían con dinero.” (COAV, Entrevista No.
4). De las actividades criminales se pasa fácil-
mente al tercer nivel o tipo de vinculación
Del Olmo (1997) cita tres formas en las que entre drogas y violencia. En el caso de los
esa relación con la violencia se cristaliza, lo pandilleros, la droga genera economías
cual es perfectamente aplicable a las pandi- criminales en donde la única forma de
llas. En primer lugar, el consumo e intoxi- poner orden y controlar las transacciones,
cación con drogas (con algunas) genera el mercado y la comercialización de las
estados de conciencia en donde es más fácil sustancias es mediante el uso de la violen-
que los jóvenes pierdan el control y se cia. En este caso se trata ya de la participa-
vuelvan violentos. De acuerdo al estudio ción de los pandilleros en las redes de nar-
sobre maras realizado por ACJ y Save the cotráfico y crimen organizado, la cual pue-
Children UK en Honduras, casi el 85 por de ir desde la colaboración en la distribu-
ciento de los pandilleros que operan en San ción de drogas al menudeo en las calles,
Pedro Sula y Tegucigalpa han consumido hasta el control de territorios de trasiego y
drogas. El estudio de Santacruz y Concha- comercialización. La manera en cómo se
Eastman en 2001 registró un aumento en el mantiene el pandillero en ese “negocio”
consumo de drogas más pesadas, como el usualmente depende de su habilidad para
crack o la “piedra” y la cocaína con respec- cumplir con las normas informales y de su
to a otro estudio similar en 1996 (Cruz y capacidad de lidiar con la violencia.
Portillo, 1998) y que eso estaba relacionado
con su nivel de violencia criminal. Más aún, Al final de cuentas, la presencia de drogas
el estudio de 2001 encontró que uno de los y la relación de los jóvenes con ésta, se
predictores de los jóvenes para ser víctimas convierte en un factor que no puede ser
de la violencia en manos de otros pandille- soslayado en la dinámica de las pandillas.
ros era el consumo de drogas. Esto muestra Las drogas allanan el camino de muchos
que el consumo de cierto tipo de drogas no jóvenes a la integración a las maras, pero
solo convierte a los jóvenes en victimarios también fortalecen el vínculo de ellos con
sino también en víctimas y los introduce a las dinámicas de la violencia, al integrarlos
un círculo de violencia. Ese círculo de vio- a complejos procesos de adicción y redes de
lencia se amplifica en el segundo tipo de comercio criminal.
relación entre las drogas y la violencia. Las
50
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
51
José Miguel Cruz
centes; es cierto que una madre o un padre un aspecto de la vida cotidiana. Y éste
solteros suelen tener más dificultades para constituye uno de los factores que atravie-
dividir su tiempo y dedicarle la atención san a la mayoría de casos de jóvenes que se
adecuada a sus hijos. Pero no es menos integran a las pandillas. El uso de la violen-
cierto que no todas las madres solteras cia para educar, instruir, corregir o sim-
crían hijos que terminan en las redes pandi- plemente para relacionarse al interior de la
lleriles, en buena parte porque supieron familia constituye uno de los aspectos que,
cómo establecer los vínculos más construc- al fin de cuentas, operan con más fuerza a
tivos y estimulantes para el desarrollo de la hora en que los jóvenes deciden integrar-
sus hijos. se a las pandillas. La victimización constan-
te en manos de los propios progenitores y
Hablar de familias problemáticas que gene- responsables prepara a los niños y a los
ran pandilleros significa familias en las jóvenes para vivir en un entorno de violen-
cuales los padres, tutores o encargados cia normalizada, el cual se repite y se per-
simplemente no se ocupan adecuadamente petúa con la incorporación de los mucha-
de las necesidades de sus hijos o de sus chos a las maras. Para muchos pandilleros,
familiares de menor edad, ya sea porque no la violencia que se vive en las calles en el
les importan o bien porque deben trabajar marco de las guerras urbanas de las pandi-
tanto que apenas si logran prestarle aten- llas no es particularmente diferente a la
ción a sus hijos. Significa también familias violencia que vivían cotidianamente en el
en las cuales los padres, tutores o encarga- seno de sus propios hogares y a manos de
dos construyen relaciones basadas en la sus propios padres; la única diferencia es
agresión, el irrespeto y la violencia hacia los que en la calle existe la posibilidad de de-
miembros de la familia; significa familias volver esa violencia sufrida, mientras que
en las que lo único que reciben y perciben en los hogares no. El testimonio de un
los miembros más jóvenes son conflictos pandillero lo retrata de la siguiente forma:
que solo son resueltos violentamente. En el
primer caso, se trata de familias negligen- “Mi papá me echaba; me decía que me fuera (de
tes, que abandonan a sus hijos a la calle — la casa), que yo no era su hijo…Porque sí, por-
lo cual no necesariamente significa que se que había problemas… Como una vez yo iba a
vuelven niños de la calle—, que son inca- matar a un padrastro mío y ya no me llevé bien
paces de responder a las preguntas básicas con mi mamá…” (COAV, Entrevista No. 3).
de ¿qué hacen sus hijos?, ¿dónde están sus
hijos? y ¿con quién están sus hijos? (Cruz, El estudio de Santacruz y Concha-Eastman
1998). Uno de los pandilleros entrevistados (2001) aportó un gran número de eviden-
en los proyectos de investigación del IU- cias al respecto de los niveles de violencia
DOP lo ponía de la siguiente forma: que sufren en el hogar los jóvenes que se
convierten en pandilleros. En primer lugar,
“(Yo me metí a la pandilla) más que todo creo dicho estudio encontró que del total de
que por la falta de comunicación, creo yo, con pandilleros entrevistados en 2001, solamen-
mi familia. Porque, pues sí, lo que no tenía con te el 16.3 por ciento dijo que nunca había
ellos lo encontré con la pandilla. Me imagino sido castigado físicamente en su propio
que por eso” (COAV, Entrevista No. 5). hogar. Más aún, el mismo estudio halló que
la mitad de los pandilleros reportaron
Por otro lado, se trata de familias en donde haber sido testigos directos de actos violen-
el ejercicio de la violencia en contra de sus tos cometidos en perjuicio de un tercer
miembros más jóvenes o entre los padres es miembro del hogar (la madre, hermanos,
52
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
etc.) en manos del padre o de otra figura de violencia al interior de ésta (Thornberry,
autoridad. Pero quizás uno de los hallazgos 2001; Herrenkohl y otros, 2000).
más importantes de esa investigación es el
que mostró que, en el caso de los hombres, A través de la negligencia, el abandono y el
uno de los predictores más claros del ejerci- maltrato en el seno del hogar, las familias
cio de violencia criminal ejercida por mare- contribuyen a crear las condiciones para
ros es el haber sufrido repetidamente de que los jóvenes busquen en la calle el respe-
abuso y maltrato dentro del hogar; mien- to, el cariño y la protección que debería
tras que en el caso de las mujeres pandille- brindar la familia y que terminan ofrecien-
ras es el de contar con un miembro de la do alternativamente las pandillas. Las fami-
familia con un historial delincuencial. En la lias problemáticas, los padres negligentes y
misma línea, el estudio de Moser y McIl- abusadores, no solo crean jóvenes acos-
waine (2004) en Guatemala encontró que tumbrados a vivir en entornos de violencia
los problemas de maltrato familiar figura- y de conflicto, sino también crean personas
ron como las razones más frecuentes por que buscan desesperadamente respeto,
las cuales los jóvenes se unían a las pandi- afecto y protección que no han recibido
llas. nunca de las personas supuestamente en-
cargadas para hacerlo. Esos vacíos son
De hecho, todos estos hallazgos no hacen llenados por las pandillas y son llenados a
sino confirmar el amplio historial que la un costo muy alto en las vidas de los mis-
literatura sobre violencia y criminalidad mos jóvenes, los cuales están dispuestos a
juvenil en otras latitudes otorga a la varia- morir—y a matar—con tal de recuperar ese
ble de familia, particularmente al uso de la cariño y respeto.
La integración de los jóvenes a las pandi- criminalidad organizada tiene más proba-
llas, sin embargo, no surge de la nada. No bilidades de terminar integrado a una de
es que los jóvenes provenientes de familias esas pandillas que un joven que vive en un
problemáticas salen a la calle y deciden barrio igualmente marginal y deprivado
formar su propia clika o pandilla sobre la pero en el que no existen grupos pandilleri-
base de un conocimiento previo del pandi- les.
llerismo. No, no es así como funciona. Se
trata más bien de procesos según los cuales, Así, las relaciones que suelen tener un
la lenta expulsión del hogar problemático impacto muy grande en la decisión de los
va siendo completada por una también niños y adolescentes para integrar la pandi-
lenta integración al grupo de amigos ya lla son precisamente las que establecen con
existente en la calle o en la escuela. En la otros jóvenes con historial de pertenencia a
medida en que ese grupo de amigos esté las pandillas o de vida criminal. Son estos
integrado por pandilleros o se trate de una los que se convierten en los modelos o en
clika pandilleril, en esa medida hay más los inductores de los procesos de afiliación
probabilidades de que el joven termine a las pandillas en una etapa de la vida en la
siendo parte de la pandilla también. De cual el joven está en la búsqueda de identi-
hecho, un adolescente que vive en un ba- dad (Smutt y Miranda, 1998). Son estos
rrio plagado de pandillas y de grupos de pares los que ofrecen una serie de recursos
53
José Miguel Cruz
que no suelen estar al alcance de los jóve- “O sea que él llegaba a la escuela porque él
nes en su vida dentro del hogar: solidari- estudiaba en la noche y yo estudiaba en la ma-
dad, respeto, pero también acceso a recur- ñana. Entonces él llegaba ahí y solo pasaba, y
sos y dinero (Santacruz y Concha-Eastman, después fue que nos hablamos y todo y nos
2001). Como dicen Smutt y Miranda, son fuimos conociendo y de ahí platicábamos y
estos amigos y la posibilidad de integrar las después me presentaba a los amigos de él y todo.
pandillas lo que “resguarda a los jóvenes Después los bichos me hablaban a mí y así los
de las agresiones a las que se enfrentan, fui conociendo hasta que después me fui cayen-
producto de la crisis social, económica, do más y más en la pandilla hasta que me que-
cultural y educativa” (1998, p. 120). Muchos dé” (COAV, Entrevista No. 12).
adolescentes simplemente se integran a las
maras porque todos sus amigos y pares que Al atractivo que implica sumarse a un
cuentan con las mismas edades están de grupo de amigos que ofrecen respeto y
hecho en las pandillas y ni la comunidad ni solidaridad se suma también el hecho de
la escuela ofrecen otras alternativas de que la pandilla es el único grupo capaz de
asociación más constructiva. ofrecer protección y seguridad en un en-
torno marcado por la hostilidad de la calle.
Los siguientes testimonios ejemplifican
esos procesos: Ese proceso de integración a las pandillas,
facilitado por los vínculos que se establecen
“Como de doce años fue que conocí a unos con los pares y los modelos pandilleros, es
cheros que ya estaban en eso (de las pandillas) complementado por las dinámicas de vio-
también. Y empecé a ir a las colonias en donde lencia. Ésta es la que termina anclando
ellos vivían, sentí que, no sé, me sentía mejor definitivamente a los niños y adolescentes a
allí, pues, que en mi casa prácticamente” (CO- un mundo de actividades criminales y de
AV, Entrevista No. 5). muerte.
Cuando se habla de las pandillas se suele Como bien apuntó Martín-Baró hace varios
hablar mucho de la violencia y del crimen años (1982/1992), la violencia tiene una
que las mismas generan, pero pocas veces dinámica propia, la cual asegura su propia
se discute el peso que tiene la misma vio- perpetuidad de manera autónoma. El fa-
lencia en la configuración de los procesos moso dicho de que “la violencia genera
de afiliación, integración e identificación de más violencia” tiene que ver con el hecho
los jóvenes en las mismas pandillas. La de que una vez se activan los mecanismos
violencia juega un papel fundamental no de la violencia, la reproducción de la mis-
solo como vehículo de interacción de los ma se vuelve autónoma y difícil de contro-
jóvenes integrados en las maras, también lar. En el caso de las pandillas, cuya activi-
juega un papel particular en los procesos dad fundamental gira alrededor del uso de
de vinculación a las mismas. La violencia es la violencia, este carácter auto reproductor
la que sella y blinda de forma definitiva la de la misma se expresa con más nitidez. La
pertenencia de niños y adolescentes, que afiliación de los jóvenes a las pandillas está
apenas comienzan a conocer la vida, al ineludiblemente marcada por el uso de la
mundo de criminalidad y de muerte en el violencia y una vez esto ocurre en la prácti-
que más tarde se convierten las maras. ca, el anclaje del joven con la pandilla se
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
vuelve perenne. Esto significa que una vez cosa seria, yo me ahuevaba y no salía ya, y
el joven ha agredido a un rival o ha sido estuve como tres meses de no vacilar. Después
victimizado por un rival dentro de la gue- me leyeron la cartilla [me recordaron las nor-
rra universal urbana de las pandillas, ya es mas] y me para un bato loco: ‘¿qué se me va a
muy difícil detener el ciclo de venganzas y correr?, que para qué se metió a la grande, ‘pues
desagravios que se activan con el uso de la socá la verga’ dijo. Vaya, todo, de ahí corrí el
violencia. Esto cruza la totalidad de las pedo [entendí las normas] y hemos matado
experiencias personales de los jóvenes que bastante, bastante chaval y todo eso…” (CO-
se integran a las pandillas. AV, Entrevista No. 2).
“Al principio no me dejaban hacer cosas. Yo era A esa dinámica de violencia contribuye la
el niño y me cuidaban. De ahí me mataron a un particular configuración de la guerra de las
loco que nos llevaba palabra [que nos mandaba]. pandillas que ha tomado lugar en los países
Ahí fue donde mi mente desarrolló más, de ahí del norte de Centroamérica. En estos países,
sí me cuadró más. Me hice más piratón [malo], a diferencia de otros en los cuales también
comencé a andar jodiendo más con todos” existen pandillas, éstas han desarrollado una
(COAV, Entrevista No. 6). guerra en función de identidades y no solo
en función de territorios. Esto ha sido posibi-
“Yo quiero seguir en eso (en las pandillas) porque litado porque tanto en El Salvador, como en
no me voy a quedar picado con lo que hicieron Guatemala y en Honduras, se han creado
con mi homeboy [compañero], porque se tienen dos grandes federaciones de pandillas (la
que ir más calaveras [tengo que matar más]… Si MS y la 18), cuya guerra total toma lugar en
la muerte me sorprende, bienvenida sea les digo cualquier sitio y en cualquier momento
yo a los homeboys. En mi barrio muero les digo, independientemente de las condiciones
¿cuál es la casaca? Yo me he metido en una específicas del entorno. En otras palabras, la
vaina, en la 18, para responderle también: o me violencia entre las pandillas ya no solo de-
matan o mato” (COAV, Entrevista No. 2). pende de la defensa de territorios, sino que
sobre todo depende de la defensa de identi-
Muchos jóvenes que se integran a las pan- dades, esto hace que la guerra se vuelva
dillas, lo hacen llenos de dudas e incerti- universal y la violencia ubicua: ya no impor-
dumbre. Para aquellos a quienes el brutal ta si dos pandilleros se cruzan en otro país o
rito de iniciación6 a las pandillas no logra en la cárcel, su propia identidad les obliga a
convencerlos de su nueva identidad adqui- enfrentarse. Esto no hace sino amplificar las
rida, la posterior participación en las mi- posibilidades y el ejercicio de la violencia.
siones iniciáticas, consistentes en la inter-
vención en un acto criminal, suele despejar
esas dudas y lanzar al joven a una vorágine
de violencia en la que se reafirma su afilia-
ción e identidad pandilleril.
55
José Miguel Cruz
56
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
“Me gustó, me gustó conseguir dinero fácil, ginaba nunca que íbamos a llegar hasta
pasarme la vida en la calle, solo vagando. Uno eso…Cuando me di cuenta ya era demasiado
se acostumbra a esa vida, a mí me gustaba que tarde, ya andábamos manchados [tatuados]. Ya
ellos no hacen nada, andan con buenas novias, no me los podía quitar, y si me los quitaba…solo
tienen armas, agarran dinero. No sabía yo lo muerto” (COAV, Entrevista No. 4).
que faltaba vivir que es la cárcel… no me ima-
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José Miguel Cruz
4. Conclusiones
Este trabajo ha buscado mostrar que el com- la convivencia, planificar mejor el desarrollo
plejo fenómeno de las maras en Centroamé- urbano, enfrentar las consecuencias de la
rica no es producto de una sola causa ni migración con programas de reinserción
tampoco es el resultado de una especie de social, fomentar la organización y la partici-
predeterminación histórica de los países que pación ciudadana a nivel comunitario y
sufrieron una guerra civil en el pasado. Las local, combatir con firmeza el tráfico de
pandillas son el producto de una intrincada drogas, generar políticas de atención a las
combinación de factores de diversos tipos, familias problemáticas en desventaja social y
que se han conjugado en el tiempo como económica, ofrecer espacios de entreteni-
resultado de decisiones políticas y sociales, miento y oportunidades de empleo por igual
de condiciones culturales e históricas y de a los jóvenes, entre otras cosas.
decisiones colectivas y personales.
A la luz de la situación de las maras en Cen-
El fenómeno de las maras no puede ser troamérica, está claro que lo que ha sido
explicado simplemente a partir de la migra- hecho no ha servido sino para agravar el
ción, como tampoco puede ser explicado problema y que ahora a mediados de la
aludiendo solamente a la pobreza. Para década del primer milenio, las maras son
entender el fenómeno de las maras hay que una amenaza más grave para la seguridad
tener en cuenta cómo las condiciones estruc- pública de las sociedades centroamericanas
turales de las sociedades centroamericanas de lo que eran hace quince años cuando
se conjugan con factores coyunturales socia- aparecieron. Por ello, se vuelve crucial cam-
les, con factores relacionales, con dinámicas biar el enfoque por el cual los gobiernos de
comunitarias y con las decisiones personales la región (Centroamérica, México y Estados
de los mismos jóvenes que terminan engro- Unidos) se han aproximado al problema.
sando ese fenómeno. Y después de ello, es Esto puede tomar algún tiempo y los resul-
importante considerar cómo las mismas tados tardarán en cristalizarse, pero es nece-
condiciones generadas por las maras y cómo sario hacerlo antes que el problema se agra-
las decisiones políticas tomadas para res- ve aún más.
ponder hacia ellas contribuyen a reproducir,
a limitar o, en el mejor de los casos, a reducir Algunas personas piensan que ya no hay
el fenómeno. mucho por hacer con el estado actual del
fenómeno de las maras, que después de todo
Las maras son, pues, un fenómeno socio las mismas se han transformado tanto que
histórico. No aparecen de la nada ni va a ya no es posible hablar de pandillas sino de
desaparecer de repente si no se toman accio- crimen organizado juvenil, y que, por lo
nes que intervengan sobre esa miríada de tanto, lo único que queda es reforzar los
factores que están detrás. Esto significa, aparatos policiales de represión del delito.
dicho de manera simple, vencer los meca- Aún aceptando que las maras centroameri-
nismos de exclusión social que marginan a canas se encuentran ahora más cerca de ser
muchos de nuestros jóvenes, hacer un es- crimen organizado que de ser lo que tradi-
fuerzo político de reeducación ciudadana en cionalmente se ha dado en llamar pandillas,
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
es claro que no se puede cometer el mismo moralmente válido y tan necesario como lo
error de ignorar las condiciones sociales que era hace dos décadas porque de otra manera
han creado estos grupos. seguiremos alimentando las posibilidades
de que los más jóvenes perpetúen la violen-
Prestar atención a los jóvenes, a sus condi- cia; prestar atención a los jóvenes implica
ciones sociales, a su propio desarrollo y al prevenir que la violencia en Centroamérica
acceso de oportunidades, sigue siendo tan se siga reproduciendo por siempre.
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José Miguel Cruz
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Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica
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