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Exclusión Social, Jóvenes

y Pandillas en Centroamérica

Wim Savenije
Maria Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz

Temas de Actualidad No. 3


 Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO).
Todos los derechos reservados.

Las opiniones expresadas en esta obra son de la exclusiva responsa-


bilidad de los autores y no necesariamente reflejan los puntos de
vista de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO),
ni del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Internatio-
nal Center for Scholars, ni de la Fundación Ford.

305.23
E96 Exclusión social, jóvenes y pandillas en Centroamérica / Fundación
Dr. Guillermo Manuel Ungo, Wim Savenije, José Miguel Cruz, Maria
slv Antonieta Beltrán. -- 1ª. Ed. – San Salvador, El Salv.: FUNDAUNGO,
2007.
65 p. ; 22 cm.

ISBN 978-99923-29-15-3

1. Jóvenes-Aspectos sociales. 2. Delincuencia juvenil. 3.


Pandillas. I. Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo, coaut.
II. Título.

BINA/jmh

La publicación de este cuaderno ha sido posible gracias al apoyo


financiero de la Fundación Ford.

Ilustración de la Portada: Impresos Quijano.


Primera edición, marzo de 2007.

Impreso en los talleres de Impresos Quijano.


300 ejemplares.
San Salvador, El Salvador.
Índice
Presentación .....................................................................................................................................1

Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión. Pandillas juveniles y


barras estudiantiles en El Salvador.
Wim Savenije, María Antonieta Beltrán..........................................................................................3

1. Introducción .................................................................................................................................5
2. Exclusión social: La vulnerabilidad del desarrollo humano..................................................5
3. Exclusión social y violencia........................................................................................................7
4. Identidades juveniles: Un proceso que entrelaza lo personal y lo social .............................9
4.1. En grupos y entre grupos: Compañerismos y competencias .....................................10
4.2. La construcción de identidad utilizando violencia.......................................................12
5. La utilidad de la violencia: Pandillas juveniles y barras estudiantiles ...............................13
5.1. Pandillas juveniles o ‘maras’............................................................................................14
5.1.1. Descripción del fenómeno .......................................................................................15
5.1.2. Dinámicas intragrupales ..........................................................................................16
5.1.3. Dinámicas intergrupales ..........................................................................................17
5.2. ‘Las barras estudiantiles’..................................................................................................18
5.2.1. Descripción del fenómeno .......................................................................................19
5.2.2. Dinámicas intragrupales ..........................................................................................19
5.2.3. Dinámicas intergrupales ..........................................................................................20
6. Conclusiones ..............................................................................................................................22
Bibliografía .....................................................................................................................................23

Los factores asociados a las pandillas juveniles en Centroamérica.


José Miguel Cruz ...............................................................................................................................27

1. Introducción ...............................................................................................................................29
2. Las maras como un fenómeno socio-histórico.......................................................................33
3. Los factores asociados a las pandillas.....................................................................................36
3.1. Procesos de exclusión social ............................................................................................38
3.2. Cultura de violencia..........................................................................................................41
3.3. Crecimiento urbano rápido y desordenado...................................................................43
3.4. Migración ...........................................................................................................................45
3.5. Desorganización comunitaria o escaso capital social positivo ....................................47
3.6. Presencia de drogas ..........................................................................................................49
3.7. Familias problemáticas .....................................................................................................51
3.8. Amigos y compañeros pandilleros .................................................................................53
3.9. Dinámica de la violencia ..................................................................................................54
3.10. Dificultades con la conformación de identidad...........................................................56
3.11. El carácter multicausal de los factores..........................................................................57
4. Conclusiones ..............................................................................................................................58
Bibliografía .....................................................................................................................................61
Pandillas y Violencia
en Centroamérica

Presentación
La Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo seminario, las cuales buscan contribuir
y el Programa Latinoamericano del desde distintos ámbitos de análisis, a la
Woodrow Wilson International Center for comprensión de las principales dinámicas
Scholars a través del proyecto: “Creando que se han desarrollado dentro de las
Comunidades en las Américas”, organiza- sociedades centroamericanas. Ambos seña-
ron los días 14 y 15 de julio de 2005 el lan, desde distintas perspectivas, que las
seminario internacional: “La agenda de condiciones de exclusión social y violencia
seguridad en Centroamérica”, realizado en han jugado un papel importante en la
la ciudad de San Salvador. Este evento fue emergencia del fenómeno de las pandillas
coordinado por Ricardo Córdova y Orlan- juveniles en Centroamérica.
do J. Pérez, y tuvo como propósito generar
un espacio de reflexión sobre la agenda de El primer trabajo: “Construyendo identida-
seguridad en la región centroamericana. des juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en
El seminario analizó la evolución de la El Salvador”, ha sido elaborado por Win
reforma del sector seguridad y defensa, e Savenije y María Antonieta Beltrán, y en
identificó los temas centrales de la agenda este trabajo, desde una perspectiva nacio-
de seguridad en la región de Centroaméri- nal, se aborda el tema de la construcción de
ca. El evento partió de la base que los pro- las identidades juveniles con relación a dos
cesos de pacificación, desmilitarización y grupos en situaciones de exclusión social:
democratización vividos en Centroamérica Las pandillas juveniles y las barras estu-
desde inicios de los años noventa, han diantiles en el caso de El Salvador.
producido resultados diversos, entre los
cuales tenemos que éstos cambian profun- El segundo trabajo: “Los factores asociados
damente la doctrina de seguridad nacional a las pandillas juveniles en Centroamérica”,
y regional. Así por ejemplo, se firma el ha sido elaborado por José Miguel Cruz, y
Tratado Marco de Seguridad Democrática, en él se aborda, desde una perspectiva
adicionalmente, se reforman los sistemas regional, con base en una revisión y siste-
educativos de las fuerzas armadas, y se matización de la literatura producida en la
redefinen los sistemas de inteligencia del región centroamericana sobre el fenómeno
Estado. En este marco, se transforman pau- de las maras o pandillas, el tema de los
latinamente las relaciones entre civiles y factores asociados al surgimiento de este
militares, se dan pasos importantes en la fenómeno. En contraposición a enfoques
reestructuración de los cuerpos policíacos y que tienden a enfatizar en un aspecto o una
en el enfoque de seguridad pública. causa, Cruz identifica diez grandes factores
Además, aparecen con fuerza nuevos que han posibilitado el surgimiento de este
fenómenos, como las pandillas juveniles. fenómeno: Procesos de exclusión social,
cultura de violencia, crecimiento urbano
En este cuaderno se publican las dos rápido y desordenado, migración, desorga-
ponencias sobre el tema de las pandillas nización comunitaria, presencia de drogas,
juveniles que fueron presentadas en el familias problemáticas, amigos o compañe-

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Wim Savenije, María Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz

ros miembros de pandillas, dinámicas de la Center for Scholars, constituya un aporte a


violencia, y las dificultades de construcción la reflexión y discusión de las personas
de identidad personal. interesadas en esta temática.

De esta forma, por la actualidad y trascen- Finalmente, queremos dejar constancia de


dencia del tema de las pandillas en Cen- nuestro agradecimiento a la Fundación
troamérica, esperamos que este cuaderno Ford, por el apoyo financiero para la reali-
publicado por la Fundación Dr. Guillermo zación del seminario, así como para la pu-
Manuel Ungo y el Programa Latinoameri- blicación de este cuaderno.
cano del Woodrow Wilson International

Leslie Quiñónez
Gerente Programa Académico
FUNDAUNGO
San Salvador, marzo de 2007

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Wim Savenije, María Antonieta Beltrán
José Miguel Cruz

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

Construyendo identidades juveniles


en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras
estudiantiles en El Salvador.

Wim Savenije,
María Antonieta Beltrán∗


Investigadores de FLACSO-Programa El Salvador.

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

1. Introducción
El presente artículo explora las conexiones verbal, ejecutada por un actor con la inten-
que existen entre el vivir en condiciones de ción de dañar a alguien” (Savenije y An-
exclusión social y el uso de la violencia por drade Eekhoff, 2003:17; Berkowitz, 1993).
parte de distintos grupos juveniles. Se basa La perspectiva que se aplica a la ocurrencia
en la hipótesis que la violencia es un ins- de violencia juvenil se enfoca principal-
trumento propicio para algunos grupos de mente en las propias características de ser
jóvenes para construir su identidad y ganar joven, la pertenencia a grupos de pares y
respeto y renombre en condiciones caracte- las dinámicas intergrupales entre los dife-
rizadas por falta de oportunidades y po- rentes grupos. A pesar de que el argumento
breza. A partir de este planteamiento, se no aborda una perspectiva legal, en ningún
indaga sobre la dificultad de construir una momento se descarta su importancia y
identidad satisfactoria en situaciones de validez.
exclusión social y la utilidad de la violencia
encontrada por grupos de jóvenes como las En los siguientes apartados se esboza bre-
pandillas juveniles y barras estudiantiles. vemente, en primer lugar, el fenómeno de
exclusión social y su vínculo con la ocu-
El análisis del fenómeno de las pandillas o rrencia de violencia. Después, se exploran
‘maras’ se fundamenta en una investiga- las dificultades que encuentran los jóvenes
ción sobre el tema de pandillas y maras, que viven y crecen en situaciones de exclu-
iniciada en el año 2000 por el primer autor sión, enfocando procesos del desarrollo de
como parte de su proyecto de doctorado. la identidad juvenil y el rol e importancia
La explicación de las barras estudiantiles se de los grupos de pares. Además, se señala
apoya en un estudio acerca del fenómeno cómo, en esas circunstancias, el uso de la
de la violencia estudiantil interinstitucional violencia puede ofrecerles ventajas para
en el Área Metropolitana de San Salvador obtener una posición de estatus y recibir
realizado durante los años 2003 y 2004 en respeto por parte de sus pares.
doce de los centros educativos más afecta-
dos por la problemática de las confronta- A continuación, esta línea de argumenta-
ciones violentas entre sus estudiantes (Sa- ción es ilustrada por medio de dos ejem-
venije y Beltrán, 2005). plos concretos de grupos de jóvenes con
fama de ser violentos: Las pandillas juveni-
En este ensayo, se entenderá por violencia les y barras estudiantiles.
“algún tipo de conducta, tanto física como

2. Exclusión social:
La vulnerabilidad del desarrollo humano
El concepto de exclusión social refleja la nes, acontecimientos y procedimientos que
interacción de una pluralidad de situacio- afectan a los individuos o grupos, impi-

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

diéndoles el acceso a un nivel de calidad de 3. La privación política alude a la falta del


vida decente (Briones y Andrade Eekhoff, ejercicio pleno de los derechos civiles,
2000). La exclusión social puede ser enten- políticos y humanos. Esto se evidencia
dida como procesos mediante los cuales los en una dificultad de poder mejorar la
individuos o los grupos son total o par- calidad de vida y/o amparar sus inter-
cialmente excluidos de una participación eses sociales y/o económicos. Por la au-
plena en la sociedad en la que viven, vién- sencia de participación política, la esca-
dose privados de una o de varias opciones sa representatividad y la falta de in-
consideradas fundamentales para que cada fluencia en las decisiones que afectan la
persona pueda desenvolverse de manera vida cotidiana de las personas, los ex-
plena. En otras palabras, “la exclusión cluidos políticamente están a merced de
social, en general, bloquea en menor o los intereses de otros, que suelen olvi-
mayor medida el desarrollo humano” (Sa- darse de los excluidos.
venije y Andrade Eekhoff, 2003:38).
En el Área Metropolitana de San Salvador,
La exclusión social se puede dividir en tres muchas comunidades sufren las conver-
grandes áreas: La exclusión de bienes eco- gencias de la exclusión social en sus diver-
nómicos, de bienes socio-culturales y de sas dimensiones. Considerando que las
bienes políticos (Savenije y Andrade comunidades ilegales o en proceso de lega-
Eekhoff, 2003; Gacitúa y Davis, 2000). lización carecen de muchos de los servicios
sociales básicos y seguridades que las colo-
1. La privación socio-cultural está referida nias plenamente legales suelen tener; es
a la falta de bienes socio-culturales co- posible concluir que muchas de ellas sufren
mo la educación y la salud, todo tipo de exclusión social. Sólo para el año 2003 la
espacios para la recreación e incluso la Oficina de Planificación del Área Metropo-
negación de la identidad social y cultu- litana de San Salvador identificó más de
ral propia. La privación de estos ele- 375 dentro sus linderos. Adicionalmente, la
mentos dificulta el desarrollo de habili- percepción pública de los problemas socia-
dades y destrezas en ámbitos como la les que allí ocurren, conlleva a que la gente
educación, la cultura o el deporte de los las estigmatice como lugares violentos
que la sufren. (Savenije y Andrade Eekhoff, 2003).

2. La privación de los bienes económicos Con relación a la exclusión socio-cultural,


implica, entre otros, el difícil acceso a la es importante destacar que los centros
participación en los sistemas producti- educativos a los que asiste la mayoría de
vos e intercambios mercantiles y finan- estudiantes de esas comunidades, sean
cieros. La exclusión de éstos no sola- públicos o privados, son de escasos recur-
mente está ligada a la insuficiencia de sos y de baja exigencia académica. Si bien
ingresos, la inseguridad en el empleo, el los institutos públicos suelen presentar
desempleo mismo, o la deprivación ma- instalaciones cuidadas y materiales ade-
terial por falta de ingresos; sino que cuados (laboratorios, centros de cómputo,
también bloquea el aprendizaje de las canchas), muchas veces resultan insuficien-
habilidades para actuar exitosamente en tes para el elevado número de alumnos
el ámbito productivo y de intercambios. inscritos. En un informe del Ministerio de
Educación se señala que “entre los centros
de alto rendimiento, el tipo de administra-

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

ción predominante es el ‘privado religioso’ de recreación. Aunque en el estudio sobre


(9 de cada 10), mientras que en los de ren- la violencia estudiantil interinstitucional se
dimiento bajo, corresponde a los ‘centros refleja que la mayoría de los institutos
educativos públicos’ (5 de cada 10). De públicos obtuvo consistentemente resulta-
manera más específica, en la categoría ‘Alto dos abajo del promedio institucional en la
Rendimiento’, el 0 % corresponde a los Prueba de Aptitudes y Aprendizaje para
centros educativos públicos, y de la catego- Egresados de Educación Media (PAES), los
ría ‘Bajo Rendimiento’ el 52,3 % correspon- colegios privados seculares alcanzaron
de a los mismos” (MINED 2002:69). Sin resultados sistemáticamente inferiores a los
embargo, en peor situación se encuentran de los públicos (Savenije y Beltrán, 2005).
los colegios privados seculares donde asis- En resumen, la calidad de la educación en
ten los mencionados estudiantes. Esos los centros educativos para los alumnos de
presentan aún más carencias: Los edificios bajos recursos es baja en comparación con
no reciben mantenimiento, faltan aulas, otros donde van jóvenes de estratos socia-
bibliotecas, centros de cómputo y lugares les más acomodados.

3. Exclusión social y violencia


Mucha de la violencia urbana cotidiana en de estos lugares encuentran en su propio
América Latina tiene como contexto condi- lugar de vivienda. Las comunidades tipifi-
ciones sociales excluyentes en las que viven cadas en condiciones de exclusión social
los agresores y también las víctimas (Kruijt, muestran pobreza, hacinamiento y defi-
2004; Koonings y Kruijt, 2004; Moser y ciencias en el acceso y la calidad de aguas
McIlwaine, 2004). Savenije y Andrade Ee- servidas, desagües o tipos de servicios
khoff (2003) hacen un esfuerzo por explicar sanitarios y tratamiento de excretas. La
la interrelación de exclusión social y la frustración que esto genera no sólo se vive
ocurrencia de violencia en comunidades en pequeños detalles de la vida cotidiana
marginales del Área Metropolitana de San como la falta de dinero para solventar gas-
Salvador. El estudio identifica tres meca- tos de alimentación, tener que hacer colas
nismos que evidencian la relación entre para obtener agua o la falta de privacidad
exclusión social y violencia: (1) la frustra- de las viviendas; sino también en la impo-
ción que genera vivir cotidianamente en tencia sentida al no poder sobreponerse a
condiciones de exclusión social provoca estas condiciones de pobreza y exclusión
violencia, (2) la normalización del uso de la (Savenije y Andrade Eekhoff, 2003; Savenije
violencia y (3) la formación de organizacio- y Van der Borgh, 2004). En esta situación la
nes sociales perversas que usan la violencia violencia puede ser entendida como una
como un medio privilegiado para imponer- conducta impulsiva de desquitarse por el
se y proteger sus intereses. Los contextos descontento y la frustración sentidos (Ber-
de exclusión social son propicios para ge- kowitz, 1993).
nerar violencia mediante dichos mecanis-
mos, pero a la vez perpetúan y aumentan la La normalización de la violencia se refleja
misma exclusión. en una atmósfera constante de actos y ame-
nazas de violencia en las relaciones entre
En primer lugar, la frustración se genera a los distintos residentes: Entre vecinos,
partir de las condiciones que los habitantes jóvenes, padres e hijos y parejas. Su mani-

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

festación es tan cotidiana que nadie parece Sin embargo, es en esos ambientes donde
cuestionarla. “Hay golpes de los maridos a viven y crecen muchos jóvenes. Crecer en
las esposas, hay golpes de las madres a los situaciones precarias, de pobreza, falta de
hijos, o de los hijos a las madres; cosas que oportunidades y estigmatización social, y
se dan mucho. Siempre se da” (Savenije y además estudiar en centros educativos con
Andrade Eekhoff, 2003: 146). Adicional- pocos recursos y de bajo rendimiento, gene-
mente, el uso del castigo físico hacia los ra problemas serios para adquirir una auto-
niños es considerado como necesario y imagen satisfactoria para ellos mismos. Es
lícito, y su prohibición obstaculizaría la difícil para un joven obtener una identidad
buena educación de los hijos (Ibíd.). positiva cuando su familia no tiene dinero
para comprarle comida, la ropa que está de
Las organizaciones sociales perversas son moda o incluso ropa decente, cuando la casa
entendidas como grupos cuya actividad no tiene servicios básicos como agua pota-
principal busca beneficiar a sus propios ble, aguas negras o suficiente espacio para
miembros, pero usualmente perjudican a la los que viven allí. Sobre todo cuando en las
comunidad o a la sociedad en general, en colonias aledañas, los centros comerciales y
vez de buscar mejorar el bienestar de la en la televisión él puede ver que para mucha
comunidad donde están establecidas. gente es factible vivir una vida con comodi-
Ejemplos de éstas son los vendedores de dades y lujos. Al mismo tiempo, existen
drogas, bandas criminales o pandillas juve- varias influencias que lo empujan hacia la
niles. La presencia de tales organizaciones calle: Por un lado, en su hogar encuentra
tiende a dividir la comunidad en esferas de hacinamiento, familiares que lo mandan
influencias y poderes. Ellas derivan su para afuera, conflictos y violencia. Por otro
poder de su disposición a utilizar la violen- lado, en los centros educativos encuentra
cia y las amenazas de su uso, de la posesión profesores con poca autoridad e interés en
de armas y la cantidad de personas involu- él, poca disciplina y una formación con
cradas (Savenije y Andrade Eekhoff, 2003). cuestionable utilidad para su futuro.

Las organizaciones sociales productivas, Frente a estas situaciones socio-residenciales


como la junta directiva y las ONG’s no y educativas poco satisfactorias que los
tienen suficiente autoridad ni capacidad empujan hacia afuera; la calle, por su parte,
para entrar en las esferas de las organiza- ofrece a muchos jóvenes atracciones seduc-
ciones perversas. Además, no cuentan con toras como la obtención de respeto, reputa-
suficiente respaldo de las autoridades lega- ción, dinero y poder. En la calle, basta con
les para poder enfrentar el actuar de las ser violento e imponerse a otros para que los
organizaciones sociales perversas y neutra- jóvenes rápidamente puedan ganar el respe-
lizar las consecuencias negativas para la to y prestigio ofrecido (Anderson, 2000).
comunidad. Efectivamente, esas comuni- Además, la violencia no es una experiencia
dades constituyen ubicaciones geográficas nueva para ellos. Muchos la han conocido
precisas donde el gobierno local y central, y previamente en la intimidad de su hogar, la
las organizaciones sociales productivas han visto entre vecinos y en su comunidad.
tienen una autoridad y voluntad reducida También han podido concluir que su prácti-
de mejorar la situación. Todo ello refuerza ca no es corregida y suele quedar impune.
la presencia de las organizaciones sociales No es para sorprenderse, entonces, que
perversas y la impunidad del uso de la algunos aprendan que el uso de la violencia
violencia en general. también a ellos les puede servir.

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

4. Identidades juveniles:
Un proceso que entrelaza
lo personal y lo social
La juventud es una etapa de especial im- adultos, sino también, muchas veces no
portancia en la vida de los seres humanos. entendidos ni valorados por ellos.
Es en esta fase que las personas dejan ser
niños y no obstante aún les falta mucho Los pares se vuelven cada vez más impor-
para ser adultos. Necesitan un período tantes para el joven no solamente para
prolongado de tiempo para explorar y acompañarle en sus ensayos, sino también
pensar muchas opciones y decisiones antes como fuentes importantes de aprobación y
de poder comprometerse a una identidad rechazo. De esta manera, los amigos llegan a
adulta que los defina. Ciertamente, antes de constituir ‘la otra familia’ por la cual se sien-
poder dedicarse a la vida de trabajo y esta- ten aceptados y apoyados en su exploración
blecer una familia propia, los jóvenes pasan de alternativas a la vida que han vivido
por un período de cambios profundos; hasta ese momento (Rodríguez, 1998). El
entre ellos, una transformación de su en- grupo de pares proporciona al joven un
torno social y una redefinición de su iden- ámbito afectivo de pertenencia, reconoci-
tidad. Ambos cambios se expresan en sa- miento y apoyo social. Ese “vínculo grupal
cudidas e innovaciones de sus relaciones le va a proporcionar al joven todo aquello
sociales. Este espacio de demora antes de que anhela encontrar como consecuencia de
llegar a tomar decisiones, obligaciones, las serias transformaciones psíquico-físicas
compromisos y responsabilidades adultas sufridas: Una seguridad, un reconocimiento
se ha denominado ‘moratoria psicosocial’ social, un marco afectivo y un medio de
de la identidad (Erickson, 1968). acción, en definitiva un espacio vital e ima-
ginario, todo ello fuera del dominio adulto”
Las transformaciones durante la juventud (Rodríguez, 1998:195).
consisten sobre todo en búsquedas de una
nueva manera de ser: Una nueva identidad Para el joven, ser miembro de un grupo de
diferente a la anterior de niño, pero tam- pares llega a constituir parte de su auto
bién a la de los adultos de su entorno. Ese imagen e identidad propia, lo que influye
proceso de exploración de alternativas va en sus conductas, modos de pensar, mane-
acompañado de diferentes formas de expe- ras de vestir, gustos y aficiones, etc. (Ibíd.).
rimentación en sus maneras de expresarse, Además, siendo parte de un mismo grupo,
comportarse o vestirse; de distintos gustos, sus miembros se reconocen entre ellos al
amistades y compañías, entre otros. De compartir esas mismas conductas, maneras
hecho, los espacios de experimentación de vestir, gustos, símbolos que exhiben, etc.
suelen ubicarse fuera del hogar y en com- Participar en el grupo también conlleva
pañía de sus pares. Reunidos con ellos ciertos privilegios. Por ejemplo, los miem-
ensayan diferentes conductas, normas, bros pueden participar en conversaciones,
valores, estilos de vestirse, música, ideolo- reuniones y fiestas, acceder al espacio o
gías, etc.; no solamente distintos a los de los ‘territorio’ del grupo, etc. Al adoptar las
reglas formales e informales del grupo, los

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

pares aportan a su constitución y continua- su vez, los miembros responden a las expe-
ción. Sin embargo, no cualquier joven pue- riencias de pertenencia grupal tomando
de convertirse en miembro. Algunos gru- muy en serio sus responsabilidades y obli-
pos crean mecanismos de selección y/o gaciones hacia el conjunto de pares y sus
ritos de iniciación para poder integrarse. A actividades (Labajos, 1998).

4.1. En grupos y entre grupos: Compañerismos y


competencias

El joven no solamente busca pertenecer a ner una identidad social positiva. La com-
grupos de pares y parecerse en aspectos paración suele ser con dimensiones en las
importantes a los miembros de ellos, sino que el endogrupo se siente mejor que sus
que también quiere ser distinto. Es decir, similares (Brewer, 2001; Hogg y Abrams,
intenta encontrar el mejor punto de distin- 1988; Festinger, 1954). En el caso de los
ción entre ser un individuo único y un jóvenes, para establecer comparaciones
miembro representativo de un grupo de sociales en las que su endogrupo pueda
pares (Brewer, 1991). El joven experimenta sobresalir, ellos buscan otros grupos seme-
ser un individuo único con sus propias jantes en dimensiones de comparación
características y cualidades, y al mismo relevantes: Sinceridad, deporte, laboriosi-
tiempo con pertenecer a un grupo – ó más – dad, rendimiento educativo, incluso vio-
de pares, compartiendo las características y lencia. Los resultados de esas comparacio-
cualidades del conjunto. En otras palabras, nes sociales se reflejan en las auto-imágenes
construye su auto imagen en base a lo que de los miembros. Por ejemplo, ser aficiona-
le hace ser único, la identidad personal; y a do activo de un club de fútbol que gana con
lo que comparte con otros, la identidad mucha frecuencia a otros equipos y que
social (Brown, 1986; Tajfel y Turner, 1986; incluso suele ganar el campeonato, puede
Hog y Abrams, 1988). ser muy gratificante para la identidad de
un joven.
El individuo deriva su identidad social a
partir de su pertenencia a uno o más gru- Con todo lo que la mera pertenencia le
pos sociales. Esa pertenencia va acompaña- puede dar, el joven también busca sobresa-
da de un significado cognitivo y afectivo, y lir en comparación con sus pares. Eso ocu-
además de una participación en los valores rre en dos niveles: Primero, comparándose
más importantes que poseen las agrupa- con uno o varios rivales del exogrupo.
ciones sociales (Tajfel y Forgas, 1981). En- Sobresalir es muy importante a nivel gru-
tonces, la importancia del grupo no viene pal, pues por su buen desempeño compara-
solamente de saberse parte de él y de ser tivo, el individuo aporta a que su grupo
reconocido como tal, sino de sentirse emo- sobresalga. Segundo, comparándose con
cionalmente vinculado a éste. Es decir, lo los otros miembros del endogrupo, ya que
que sucede al grupo le afecta a él como sobresalir en relación con ellos es igual-
parte integral de su vida personal. mente importante a nivel personal, porque
demuestra que él es uno de los mejores de
Al mismo tiempo el propio grupo (endo- su grupo. Así, esos procesos inter e intra-
grupo) intenta distinguirse positivamente grupales dan al individuo oportunidades
de otros parecidos (exogrupos) y así obte- de obtener prestigio, estatus y respeto en

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

relación con sus pares. Por ejemplo, ser el puede aspirar ‘ganar’ la competencia lu-
goleador del equipo que más goles ha me- chando más fuertemente para mejorar su
tido, contribuye a la buena reputación del nivel, aumentando así el prestigio de su
equipo y refleja el elevado estatus de este grupo. Si esos caminos no son factibles, no
jugador dentro del mismo. queda más que la imaginación para buscar
como regenerar la capacidad de comparar-
Ser miembro de un grupo que sobresale en se positivamente con otros.
comparación con otros parecidos – es decir
compartir una identidad social positiva – y Giros más innovadores en la búsqueda de
sobresalir en relación con los demás miem- remediar los inferiores resultados en las
bros, o sea lograr una identidad personal comparaciones con otros grupos pasan por
positiva, son dos caminos mediante los cuestionar y rechazar la modalidad en la
cuales el individuo puede obtener y man- que estaban realizando las comparaciones.
tener una auto-imagen positiva de sí mis- Tajfel y Turner (1979) sugieren tres mane-
mo. Esas dos fuentes de reconocimiento ras:
son muy importantes para el joven porque
su identidad se ve afectada por la incerti- 1. Cambiar el referente de comparación,
dumbre en la que se encuentra: Ha dejado es decir, los exogrupos con que se
atrás el estadio de la niñez con sus certi- compara el endogrupo. Por ejemplo,
dumbres y resguardos, pero todavía está cuando un equipo de fútbol se compa-
lejos de tener la estabilidad y reconocimien- ra con otro equipo de similar nivel en
to de ser adulto. vez de compararse con los que juegan
en una liga mayor, las decepciones
Sin embargo, efectos negativos para la suelen ser menores.
identidad grupal y la auto-imagen de la
persona surgen cuando consecutivamente 2. Cambiar los valores asignados a las
se está perdiendo en las comparaciones características del grupo, de modo que
sociales. Por ejemplo, ser futbolista de un las características positivas aumentan y/o
equipo que suele perder los partidos, no las negativas pierden su importancia. De
aporta al bienestar del jugador ni de su esta manera, la escasa formación acadé-
equipo. En este caso, la comparación social mica de muchos pandilleros puede dejar
no apoya en la obtención de una identidad de ser una característica negativa para
positiva para la agrupación o los miembros ellos mismos. Ellos darán más importan-
individuales. Los afectados pueden intentar cia a otras características, como la dispo-
aumentar el prestigio del grupo procuran- sición de usar la violencia o dar la vida
do caminos alternativos individuales o por uno de sus miembros.
grupales (Tajfel y Turner, 1979; Brown,
1986). Individualmente, puede buscarse la 3. Cambiar los ejes de comparación entre
membresía de otro grupo con mayor pres- los grupos, buscando dimensiones de
tigio y así pasarse de un grupo de bajo comparación más convenientes para el
estatus hacia uno de mayor estatus. Reto- propio grupo. Una solución puede ser
mando el ejemplo anterior, el futbolista que en vez de comparar el nivel educa-
puede intentar ingresar a un equipo que tivo o de ingresos; las habilidades de-
juega en una liga mayor. Esta estrategia portivas, la bravura y ferocidad se con-
consiste en buscar una movilidad social vierten en los ejes principales de com-
hacia arriba. Colectivamente, el grupo paración social y prestigio.

11
Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

En el siguiente apartado se aborda la difi- vivir en situaciones de exclusión social. Se


cultad de construir una identidad satisfac- muestra como la violencia se convierte en
toria cuando los jóvenes pierden frecuen- una alternativa de utilidad para remediar
temente en las comparaciones sociales por sus efectos humillantes.

4.2. La construcción de identidad utilizando violencia

Como se planteó anteriormente, para un (amenazas, robar o lesionar a alguien) (Vi-


joven vivir y crecer en una situación de gil, 2002).
exclusión social no es fácil. Los grupos de
pares presentes no siempre son los mejores En la calle el joven puede sentir que perte-
ejemplos para los jóvenes; entre ellos, va- nece a un grupo de pares que alcanza a
gos, consumidores de drogas y pandilleros. sobresalir en comparación con otros, que
Los pocos espacios de recreo no permiten pueden ganarles a sus rivales. En la calle, el
mucha competencia deportiva, y peor, a joven puede aportar a esa lucha y compro-
veces están ocupados exactamente por bar que él también vale, que puede ganar la
dichos grupos. No obstante, a los jóvenes comparación con otros. Allí puede sentir
les gusta pasar tiempo fuera de casa con que él significa algo para sus pares y que
sus pares, quienes le ofrecen un lugar entre también los sabe cuidar. Sin embargo, en la
ellos y un ambiente afectivo. No resulta calle no importan tanto las notas obtenidas
muy raro que muchos padres tengan miedo en el colegio o la destreza en el deporte. Lo
de dejar a sus hijos salir de casa y andar en que importa más es estar dispuesto a de-
las calles y en los callejones sin mucha fenderse y defender a sus compañeros, a
supervisión (Savenije y Andrade Eekhoff, imponerse a otros, tener la fama de ser
2003). fuerte y violento, además ser respetado por
eso (Anderson, 2000). El eje de compara-
El deseo de estar con los pares se vuelve un ción en la calle es el de la bravura, valentía
anhelo para los jóvenes, sobre todo si no y temeridad. Violencia y solidaridad grupal
encuentran en su hogar un ambiente que se vuelven los medios valorados para mos-
los apoye y proteja, ni el afecto adecuado trarlo y ganar la comparación con los pares,
para su desarrollo. La violencia intrafami- al mismo tiempo obtener y defender el
liar, el desinterés o indiferencia de los adul- respeto anhelado.
tos, la soledad de la casa, pueden empujar-
los hacia afuera, a la calle, donde el joven Para muchos jóvenes que viven su cotidia-
encuentra otros jóvenes en la misma situa- nidad rodeados de violencia en sus hogares
ción, buscando refugio entre ellos mismos. y calles, usarla para sus propios beneficios
En la calle, el joven encuentra calor afectivo no es un gran paso. Es impactante escuchar
con sus amigos, cuido y hermandad, a a los jóvenes relatar actos de violencia que
veces apoyo económico, y hasta poder y ellos o sus amigos han cometido, como
respeto. Con todo, la socialización de la hazañas gloriosas, sin ningún remordi-
calle es diferente a la que corresponde al miento u otra alteración más que animarse
modelo de la ‘buena familia’, pues las acti- más al machacar de nuevo el incidente. La
vidades que allí realizan varían desde in- presencia de organizaciones perversas
ofensivas (conversar, escuchar música y como las pandillas juveniles en las comu-
divertirse) hasta perjudiciales y delictivas nidades excluidas facilita que los jóvenes se

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

relacionen con ellas e incluso se vuelvan identidad propia, generando a la vez vín-
integrantes de las mismas. Sin embargo, culos de inclusión y pertenencia. En otras
también pueden crear otras oportunidades palabras, la exclusión crea una necesidad
aptas para comprobarse, compararse y afectiva y expresiva de incluirse. Si los
acercarse al estilo de la calle. Compartir el espacios socialmente más propicios e
recorrido de casa al centro educativo con inmediatos se cierran, otros espacios de
jóvenes estudiantes de la misma colonia o inclusión social para los jóvenes se abren.
las aledañas genera el espacio para unirse Ésos, sin embargo, fomentan otras relacio-
en contra de estudiantes de otros centros nes, reglas y valores para los que entran.
que se encuentran en el camino y enfrentar- En el siguiente apartado se elabora en más
los violentamente. detalle este planteamiento con la ayuda de
los dos ejemplos ya mencionados: Las
Las situaciones de exclusión social pare- pandillas juveniles y las barras estudianti-
cen ser propicias para que grupos de jóve- les.
nes utilicen la violencia para construir una

5. La utilidad de la violencia:
Pandillas juveniles y barras estudiantiles
Es conocido que son las comunidades so- ción de estudiantes que más reporta parti-
cialmente excluidas donde las pandillas cipación, el porcentaje aumenta al 83,5%.1
juveniles encuentran su nicho (Smutt y Mi- Los anteriores señalamientos en ningún
randa, 1998; Savenije y Van den Borgh, 2004; momento quieren generar la idea de que
ERIC, IDESO, IDIES e IUDOP, 2004). Ade- todos los jóvenes en condiciones de exclu-
más resulta ser que es en esos mismos luga- sión son violentos, ni que las condiciones de
res donde viven muchos de los estudiantes exclusión son las causas del fenómeno de los
que participan en las confrontaciones violen- jóvenes violentos. La gran mayoría de esos
tas. jóvenes no se involucra en pandillas (Saveni-
je y Lodewijkx, 1998; Klein, 1995). Igualmen-
A pesar que el estudio acerca del fenómeno te, es una minoría de los estudiantes de la
de la violencia estudiantil interinstitucional educación media la que está involucrada en
(Savenije y Beltrán, 2005) no se enfoca es- las rivalidades violentas. De los estudiantes
pecíficamente en el contexto socio- de los mencionados centros educativos, el
residencial de los estudiantes, y por tanto grupo más inclinado a participar representa
no permite una descripción precisa, existe solamente el 23,0% de ellos (Savenije y Bel-
información que permite conocer algunos trán, 2005).
de esos aspectos. Por ejemplo, en dicha
investigación se indica que el 69,2% de los
estudiantes viven en comunidades donde
hay jóvenes involucrados en pandillas. Sin 1 La muestra de dicho estudio fue de 844 alumnos de 12
centros educativos de educación media. El grupo de
embargo, si se enfoca solamente la agrupa-
encuestados no es una muestra representativa de todos
los estudiantes de centros educativos afectados por las
confrontaciones violentas; pero puede tomarse como un
buen indicativo sobre lo que viven y piensan ellos en su
vida cotidiana.

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

Las diferencias entre los grupos de pandille- estudiantes pasan mucho de su tiempo
ros y estudiantes son claras. La mayoría de afuera de ellas asistiendo a sus centros edu-
los pandilleros ya desertó del sistema educa- cativos. Sin embargo, la convergencia de las
tivo (Santacruz Giralt y Concha-Eastman, dinámicas internas a las situaciones cotidia-
2001; Cruz y Portillo, 1998; Smutt y Miranda, nas de exclusión con las necesidades propias
1998), mientras que los miembros de las de la etapa de la juventud, pone a los jóve-
barras estudiantiles reciben formación a nes desafíos similares. En el caso de las
nivel de educación media. El ámbito inme- pandillas y barras esos desafíos parecen
diato de los pandilleros consiste en los espa- encontrar su respuesta en la manifestación
cios físicos de sus colonias, mientras que los de conductas violentas.

5.1. Pandillas juveniles o ‘maras’

Los conceptos pandilla juvenil o ‘mara’ ven implicados con cierta frecuencia en
refieren al mismo fenómeno: Se trata de actividades ilegales. Su identidad social
agrupaciones formadas mayoritariamente compartida se expresa mediante símbolos
por jóvenes, quienes comparten una iden- y/o gestos (tatuajes, graffiti, señales manua-
tidad social que se refleja principalmente les, etc.), además reclaman control sobre
en su nombre. Tradicionalmente, la con- ciertos asuntos, a menudo territorios o
formaban jóvenes que vivían en la misma mercados económicos (Savenije, 2004).
comunidad, donde crecieron juntos, que se
unían y establecían una cuadrilla para La historia de las pandillas juveniles en El
defenderse ellos mismos contra otros jóve- Salvador preexiste a la guerra civil y los
nes de otras comunidades. Así formada, la acuerdos de paz en los noventa. No obstan-
pandilla inicialmente consistía de una sola te, fue en esa década cuando en las comu-
agrupación juvenil al nivel de colonia o nidades en situaciones socio-económicas
barrio. Sin embargo, recientemente algunas precarias se dio un auge rápido de la canti-
se han convertido en conjuntos que tras- dad de jóvenes involucrados, y cuando el
cienden los límites entre lo local, lo nacio- fenómeno de las pandillas en la región se
nal y lo internacional. Esas pandillas tras- trasformó bajo la influencia de los jóvenes
nacionales consisten en redes de grupos pandilleros deportados de los Estados
que se establecen como ‘clikas’ a nivel local, Unidos (Cruz y Portillo, 1998; Ramos, 1998;
unidas bajo un mismo nombre (Mara Salva- Savenije, 2004; Smutt y Miranda, 1998). Al
trucha o Barrio 18 St.). Las ‘clikas’ compar- regresar a su país de origen, la nueva clase
ten ciertas normas, reglas y relaciones más de pandilleros formados en las calles esta-
o menos jerárquicas y se encuentran dis- dounidenses creó, transformó y difundió
persas en un espacio nacional y/o interna- las pandillas bajo las banderas de dos riva-
cional. Las pandillas locales y las clikas de les acérrimos: La Mara Salvatrucha y el
las trasnacionales están integradas por Barrio 18 St. Fue en aquel entonces que el
jóvenes que comparten una identidad gru- público general empezó a conocerlas y a
pal, interactúan a menudo entre ellos y se preocuparse.

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

5.1.1. DESCRIPCIÓN DEL FENÓMENO

Proteger a sus comunidades contra los El miedo y rechazo que generan las pandi-
maleantes y las pandillas juveniles rivales llas en la sociedad salvadoreña lleva a que
es la justificación principal dada por los el acceso a un trabajo formal y decentemen-
miembros para la existencia de su pandilla. te remunerado se cierre a los pandilleros.
Entre las pandillas rivales existe una rela- Ya que los tatuajes identifican inmediata-
ción de aniquilación, es decir, encontrar a mente a estos jóvenes como pandilleros, los
un miembro de una pandilla rival es sufi- potenciales contratantes suelen pedir a los
ciente razón para atacarlo e incluso matar- jóvenes solicitantes que levanten su camisa
lo. La amenaza y ofensa más grande que para asegurarse de que su futuro empleado
una pandilla puede hacer a la otra es entrar no es miembro de una pandilla, incluso
a su territorio, borrar sus símbolos y graffi- algunos los envían a hacer la prueba del
tis, y herir o asesinar a uno de sus miem- detector de mentiras. El actuar de las pan-
bros (Savenije y Van den Borgh, 2004; San- dillas y la reacción de la sociedad ante ellas
tacruz Giralt y Concha-Eastman, 2001; forman parte de un círculo vicioso, que
Santacruz Giralt y Cruz Alas, 2001; Smutt y perpetúa y aumenta la misma exclusión
Miranda, 1998). En consecuencia, confron- que se encuentra a la raíz del fenómeno.
taciones violentas se dan cuando las pandi-
llas rivales se encuentran accidentalmente o Al margen de las rivalidades grupales, los
cuando se planea con anticipación una pandilleros usan (la amenaza con) la vio-
incursión hacia el territorio de los rivales. lencia para obtener ganancias materiales
por medio de actos delictivos y del comer-
Dado el peligro de ser atacado violenta- cio al por menor de drogas. Vender drogas,
mente por los contrarios, los pandilleros no asaltar, robar o cobrar ‘el impuesto de gue-
pueden salir fácilmente de la colonia donde rra’, son algunos de los medios que ellos
viven, razón por la cual se quedan confina- utilizan para solventar sus necesidades
dos en su territorio mucho tiempo. El abu- económicas. De vez en cuando les acusan
rrimiento se convierte entonces en una de estar involucrados en tráfico de drogas,
parte integral de la vida pandilleril. Los asaltos de bancos y secuestros; no obstante,
pandilleros pasan mucho tiempo juntos en hay que tratar esas acusaciones con mucho
los pocos espacios públicos que hay, divir- cuidado. Es probable que las demandas
tiéndose lo más posible o sencillamente, en organizativas de esas actividades excedan
palabras de uno de ellos, “matando el las capacidades de muchas pandillas juve-
tiempo: A veces uno juega pelota, jugamos niles. Aún así, las pandillas pueden volver-
naipes, vemos gente…, o sea, hacemos se seriamente delictivas cuando sus miem-
cualquier cosa para matar el tiempo”.2 bros, al pasar de los años, desarrollan las
Además, por ser pandilleros tampoco en- referidas capacidades y obtienen el capital
cuentran fácilmente un trabajo fuera de sus financiero y social necesario para involu-
comunidades, el cual los mantendría ocu- crarse en actividades criminales más profe-
pados de una manera productiva. sionales (Savenije y Van der Borgh, 2004;
Savenije y Andrade-Eekhoff, 2003).
2 Las citas en cursivas y sin referencias a sus fuentes
han sido tomadas de entrevistas con pandilleros reali-
zadas por los autores.

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

5.1.2. DINÁMICAS INTRAGRUPALES

Hermandad, solidaridad y lealtad a sus que la vida de cada pandillero siempre


homeboys (compañeros pandilleros) son corra riesgo. Además, el aislamiento y
valores con los que se identifican los pandi- rechazo de la sociedad en general lleva a
lleros y su observancia configura su posi- que solamente puedan contar con el apoyo
ción dentro de la pandilla. La solidaridad, de los propios homeboys. La importancia de
el apoyo y el cariño se manifiestan gran- la valentía y su prueba se muestra en el
demente hacia los compañeros de la misma ritual de iniciación: Para volverse ‘pandille-
pandilla o “clika". “Cuando un pandillero ros de verdad’ los aspirantes han tenido el
come, comen todos” es una expresión, tal vez valor de soportar durante un lapso de
algo idealizada, que ayuda a esclarecer los tiempo una serie de golpes y patadas por
vínculos íntimos entre ellos. Los pandille- parte de los homeboys, sin tener la opción de
ros se protegen y defienden entre ellos, defenderse activamente. Además, una regla
incluso al punto de arriesgar la vida por importante en la pandilla es no abandonar
sus compañeros. Entrar a la pandilla impli- a los compañeros en peleas y amenazas,
ca un compromiso de por vida y más aún. como dice un pandillero: “Después de que
Ser parte de esa hermandad sólo termina hicimos una mara quisimos decir que cuando
cuando expira la vida del integrante, aun- nos íbamos a meter en pleito, nadie se iba a
que cuando un pandillero cae en la ‘batalla’ dejar.” No cumplirla también repercute en
su persona sigue siendo conmemorada por sanciones por parte de los demás.
medio de graffiti en la comunidad o en los
tatuajes de los pandilleros más cercanos. El estatus de los miembros dentro de una
Para sus integrantes, la pandilla constituye pandilla o “clika" depende principalmente
la otra familia, y a menudo la quieren más de la valentía, la disposición de usar la
que a la biológica. En consecuencia, querer violencia y la manera en que la han usado
salir del compromiso con la hermandad y anteriormente. Otras cualidades también
familia que forma la pandilla por intereses juegan un papel importante. Por ejemplo,
personales es visto como traición y nor- la confianza que le tienen los demás, la
malmente es severamente castigado. ‘Cal- capacidad de velar por los miembros,
marse’3 después de años de una vida pan- cuidar los intereses de la pandilla y lide-
dilleril activa, sin dejar en ningún momento rarla en momentos difíciles. Adentro del
de ser parte de la pandilla, es muchas veces grupo existe una competencia para ganar
el único camino para retirarse y dedicarse a estatus y respeto entre los integrantes.
una propia familia y/o trabajo (Cruz y Por- Mostrar la habilidad, disposición y el éxito
tillo, 1998; Santacruz Giralt y Concha- mediante comportamientos violentos es
Eastman, 2001; Smutt y Miranda, 1998). una manera sencilla y clara de imponerse
frente a los demás. ‘Ya [en el grupo de]
Demostrar valentía frente a la violencia es abajo hay una rivalidad que decíamos quién es
primordial para los pandilleros. La mortal el que es, como digamos, el más valiente de
enemistad con la pandilla contraria hace nosotros de abajo. Todos nos poníamos esta
rivalidad aunque si les preguntamos a todos
3 En lenguaje pandilleril, significa dejar de participar nadie te va a decir eso’ (Savenije y Lode-
activamente en la pandilla, pero siendo siempre parte wijkx, 1998:132).
de ella.

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

5.1.3. DINÁMICAS INTERGRUPALES

Las enemistades entre las pandillas sola- te, los grupos de jóvenes se parecen tanto
mente se pueden entender cuando se que para externos no es fácil distinguir
aprecia su carácter grupal. Los pandilleros entre los integrantes de la MS, la 18 u otras
individuales de las agrupaciones rivales pandillas. Es decir, las identidades grupales
muchas veces no se conocen personalmen- se parecen tanto que la gente las confunde
te. Sin embargo, ser miembro de la pandi- con facilidad. Para los integrantes, eso
lla contraria es razón suficiente para que tiende a reducir el valor de su pertenencia a
un rival lo considere como enemigo y la de un grupo de jóvenes pobres y exclui-
sienta la urgencia de atacarlo. dos socialmente. Sin embargo, edificar a la
otra pandilla como el enemigo mortal y la
Si fueron compañeros o conocidos ante- amenaza más grande, hace que intrínseca-
riormente ya no importa mucho. La rela- mente las identidades se contrapongan, se
ción actual de dos pandilleros que perte- diferencien y se alejen. Así, el endogrupo
necen a agrupaciones rivales rige las re- emerge como especial, unido y naturalmen-
glas del encuentro: Atacar el enemigo y si te mejor que el otro. La construcción social
es posible matarlo. de enemistad permite que el ser parte de
‘nosotros’ se valore, aprecie y respete de
Las dos pandillas construyen su identidad una manera especial, mientras que todo lo
social haciendo referencia a la otra, la con- que tiene que ver con los ‘otros’ se desvalo-
traria. Su razón de ser es la existencia de la ra, desprecia y rechaza, con igual rigor.
otra. La amenaza que esa constituye no se Una vez instalada esa dinámica entre los
da solamente por sus agresiones, sino so- dos grupos, la inercia propia del conflicto
bretodo por la identidad social precaria de hace que la violencia siempre sea una op-
ambos grupos. Las experiencias de exclu- ción sencilla y valorada porque ‘siempre hay
sión los han dejado con una necesidad de algo que vengar’.
vincularse a un conjunto que les ofrece el
sentido de inclusión, seguridad, cuido y Otro aspecto importante de la violencia
valor, etc. Esas necesidades importantes se aparece cuando se considera el objetivo de
pueden suplir más profundamente en si- la violencia entre pandillas. Además de
tuaciones extremas en las que la unidad y asaltar, herir o matar a un rival, el reto
el compromiso del conjunto son primordia- principal de esos actos es dañar la reputa-
les para sobrevivir; es decir, bajo una ame- ción, estatus y honor de la “clika", e incluso
naza extrema y permanente (Coser, 1956). de toda la pandilla contraria. Vista de esa
Para los jóvenes pandilleros el sentido de manera, la violencia se vuelve un instru-
pertenencia, unidad e identidad posee mento de comunicación; es decir, sirve para
también otra cara: El negar, humillar o enviar un mensaje a una audiencia más
destruir física y simbólicamente a la otra amplia que la víctima (Savenije y Van der
pandilla. Borgh, 2004). En primera instancia, la vio-
lencia es dirigida a todos los miembros de
La semejanza de ambas identidades grupa- la pandilla contraria, mostrándoles que son
les amenaza y al mismo tiempo refuerza la débiles, vulnerables, poco hombres, etc., y
identidad de la pandilla. Más objetivamen- que los agresores son superiores “porque él

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

es uno menos de la otra pandilla. Ganamos ción a la policía. Sin embargo, muchos
puntos para nosotros... o sea, por cada persona habitantes no están de acuerdo; al contra-
del otro barrio, porque así ganan ellos puntos rio, les acusan de actos delincuenciales
cuando matan a un homeboy de nosotros...” como robos y hurtos en su propia comuni-
(Santacruz Giralt y Cruz Alas, 2001:65). En dad. Además, mencionan que las pandillas
segunda instancia, el mismo mensaje co- les piden dinero y exigen ‘impuestos de
munica en la propia pandilla que el miem- guerra’ a las tiendas y pequeños negocios
bro que logró humillar la contraria merece en su territorio. “Ellos dicen que protegen a la
el reconocimiento como uno de los más comunidad; que ellos la protegen de otra mara, o
valientes del grupo. Esos aspectos simbóli- sea ellos se protegen de la otra mara. Ellos
cos de la violencia son esenciales para en- protegen a la comunidad para que no vengan los
tender mejor la naturaleza y utilidad de de la mara contraria, porque los matan aquí.
mucha violencia pandilleril. Pero, que a la comunidad la protegen, es menti-
ra. Son ellos mismos los que la delinquen. Pues
Los pandilleros mencionan que defienden ellos mismos la asaltan. Aquí a cualquiera lo
su territorio contra sus rivales y ladrones violan y todo pues” (Savenije y Andrade
de afuera; sin embargo, aunque lo recono- Eekhoff, 2003, 163-164).
cen en menor medida, también manifiestan
su poder sobre los habitantes de la misma La disposición de usar la violencia les da a
colonia. Los pandilleros dicen que mantie- las pandillas una ventaja comparativa y les
nen una relación razonable con la gente de convierte en actores poderosos en sus co-
su colonia, al menos con los que no se me- munidades (Savenije y Van der Borgh,
ten con ellos. El propósito de eso es evitar 2004).
que la gente se oponga y extienda informa-

5.2. ‘Las barras estudiantiles’

Las rivalidades y las confrontaciones vio- mostrar rasgos distintos. La rivalidad entre
lentas entre barras estudiantiles en el Área los estudiantes de los diferentes centros
Metropolitana de San Salvador tienen una educativos de educación media se desvin-
larga historia. Al igual que las pandillas culó en gran medida de los eventos depor-
juveniles, las barras difícilmente se dejan tivos hacia una rivalidad permanente y más
explicar como herencia de la guerra civil o violenta. Adicionalmente, en los ochenta se
simplemente verlas como una pérdida de dio un cambio importante en los centros
valores entre los jóvenes en el tiempo de educativos cuyos estudiantes protagoniza-
posguerra. Aparentemente, la raíz de las ban las riñas. Si en el inicio participaron
confrontaciones se encuentra en las rivali- colegios privados de buena calidad cuyos
dades deportivas que en los años cuarenta alumnos provenían de estratos sociales con
y cincuenta ya llegaban a expresarse en suficientes recursos, a partir de los ochenta
encuentros violentos alrededor de los las rivalidades han sido protagonizadas
Campeonatos Colegiales de Básquetbol. cada vez más por institutos del sistema
educativo público o colegios privados para
En el transcurso de los años ochenta, las estratos sociales con pocos recursos.
confrontaciones violentas empezaron a

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

5.2.1. DESCRIPCIÓN DEL FENÓMENO

Actualmente, con una frecuencia variable, ser y a qué extremos pueden llegar este tipo
diariamente o semanalmente, se dan alter- de rivalidades estudiantiles.
cados, peleas o riñas entre grupos de estu-
diantes de educación media. Estos suceden Las riñas entre los alumnos de diferentes
especialmente en el centro de San Salvador, centros educativos tienen una lógica más
pero también se dan en las ciudades veci- allá de los frecuentes choques vehementes.
nas. Las paradas de buses, las calles donde Las peleas no se dan entre cualquier estu-
hacen sus recorridos y las cercanas a los diante de cualquier centro educativo, ni
centros educativos son el escenario com- tampoco son pocos los centros involucra-
partido de las confrontaciones violentas dos. Los alumnos se identifican con la insti-
entre estudiantes. tución donde estudian y forman grupos de
compañeros que ‘defienden’ el nombre del
Los alumnos golpean a sus rivales, les centro educativo contra los ataques e insul-
roban las insignias, los cinchos, las mochi- tos de los rivales. Los activamente involu-
las y se los llevan como trofeos. Aunque crados en las rivalidades y confrontaciones
algunos andan armados con cuchillos, violentas encuentran aliados en otros cen-
machetes e incluso granadas hechizas o tros, y de esa manera se han formado dos
‘papas’, no necesariamente tienen la inten- alianzas que se autodenominan los ‘Técni-
ción de matar a sus rivales, más bien bus- cos’ y los ‘Nacionales’. Ser alumno de un
can asustarlos para poder ganarles la bata- centro educativo que pertenece a una de las
lla. Sin embargo, cuando ocurren pérdidas alianzas es suficiente razón para que los de
humanas, las confrontaciones demuestran la otra lo tomen como un potencial objeto
con más claridad lo peligroso que pueden de un ataque.

5.2.2. DINÁMICAS INTRAGRUPALES

En los grupos que participan en las con- hace que tengan confianza de poder ganar
frontaciones violentas y riñas callejeras con las peleas, o de no salir gravemente herido
estudiantes de otros centros parece predo- de ellas.
minar un valor: La solidaridad. No sola-
mente con el centro educativo cuyo nombre No dejar solo a un compañero en un en-
se pretende defender y engrandecer, sino frentamiento con los rivales o cuando es
más que todo con los compañeros y las atacado – o como ellos dicen: “no dejar
compañeras que participan en la misma. perder a nadie” – se ha vuelto una de las
Los miembros de los grupos involucrados reglas más fuertes e importantes entre los
son mutuamente dependientes para acu- participantes. “Si yo veo que a una amiga
mular la fuerza necesaria para poder ganar- mía le están pegando, yo no voy a quedarme
les a los rivales, y para recibir protección en viendo, yo no la dejo perder”. Los alumnos
caso que sufran ataques o cuando enfrentan no solamente ganan respeto y prestigio
a una cantidad superior de rivales. La reci- por ser irrefrenables en una confrontación
procidad de proteger y recibir protección violenta con los otros, sino también, y tal

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Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

vez más importante aún, por defender y el imaginario de los alumnos. El par ‘va-
proteger a sus compañeros. Ser uno de ‘los liente’ y ‘solidario’ está íntimamente vin-
más parados’ (valientes y temerarios) y culado y necesita ser demostrado con
dejar a un compañero abandonado frente cierta frecuencia para no perder su poder
a la fuerza de los rivales, no van juntos en de convicción.

5.2.3. DINÁMICAS INTERGRUPALES

Los encuentros violentos entre estudiantes rivales su pertenencia, los alumnos mani-
no son expresiones de animosidades entre fiestan que no les tienen miedo y los provo-
estudiantes de dos o tres centros educativos can a la vez. Para defender o restaurar el
que “no se llevan”, ni expresiones de ene- honor de su centro educativo y alianza, los
mistades individuales entre alumnos que se rivales tienen que reaccionar con violencia.
conocen y que tienen una historia de renco- Sin embargo, si sus contendientes son más
res generales. Muchas veces los estudiantes numerosos, muchas veces no les queda más
no conocen a sus contrarios personalmente; que huir y evitar ser golpeados y despoja-
sin embargo, las insignias y el uniforme del dos de sus pertenencias.
centro educativo identifican a un alumno
como aliado o rival. Así es que para los más involucrados en las
confrontaciones, encontrar a los rivales en
En otras palabras, las confrontaciones so- algún lugar es casi una invitación a perse-
lamente se dejan entender tomando en guirlos y mostrarles que son miedosos y
cuenta el carácter grupal de la rivalidad en débiles en comparación con sus atacantes.
la que se contraponen miembros de dife- Sin embargo, para otros, verse envuelto en
rentes agrupaciones justamente por ser las confrontaciones es una cuestión de
miembros de esos grupos. El sentido de los protección propia y de sus compañeros
encuentros violentos se construye en base a ante posibles o actuales ataques. De esta
una rivalidad general entre las categorías manera, los encuentros violentos entre
abstractas ‘Técnicos’ y ‘Nacionales’. estudiantes tienen su propia inercia: Surgen
espontáneamente al encontrar alumnos
Los activamente involucrados en las rivali- rivales; o son planeados cuando los alum-
dades estudiantiles construyen su identi- nos buscan a los contarios para vengarse
dad social haciendo referencia a la otra y/o demostrarles –a ellos y a sí mismos –
barra. Ser un ‘Técnico’ no otorga significa- que son los más valientes y los más fuertes.
do sino por la existencia de los ‘Naciona-
les’, y viceversa. En los encuentros con La manera más contundente de mostrar
rivales, los alumnos demuestran en primer superioridad es, más que golpear los riva-
lugar quiénes son, es decir, a qué centro les, quitarles los símbolos que expresan y
educativo y alianza pertenecen. Para eso confirman su identidad como alumnos de
utilizan las insignias y los uniformes oficia- tal instituto y/o miembros de tal alianza. Es
les del centro, pero también distintivos decir, robarles sus insignias, camisas, cin-
extraoficiales como cinchos con el nombre y chos, pines etc.: “...lo siguen a uno, para
la mascota del centro educativo, pines y quitarle la insignia. También muchas veces nos
gestos manuales con los cuales simbolizan siguen por el uniforme deportivo, por las cami-
la alianza. Exponiendo con claridad a los sas de deporte. Hay unos que les quitan el uni-

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Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

forme a las bichas”.4 No es de extrañar que tes como lugares de alto riesgo para ata-
ser víctima de una humillación genere en ques de los rivales y, efectivamente, son los
muchos jóvenes el deseo de vengarse de los lugares donde con más frecuencia ocurren
agresores y demostrarles que son tan bra- las confrontaciones violentas. Por ende, los
vos y temibles como ellos. alumnos intentan asegurar esos lugares
impidiendo que otros alumnos de los cen-
La rivalidad se mantiene por el prestigio y tros educativos rivales crucen esas calles y
la admiración que reciben los involucrados parques, y negándoles el uso de ciertas
por parte de sus pares, la ambición de ser paradas de buses o subir a los mismos. Los
más fuerte y valiente que los rivales, y el estudiantes tienden a considerar esos espa-
deseo de no querer ser ‘los pollos’ (débiles) cios como sus ‘territorios’.
del sistema educativo. En esa comparación
entre los grupos rivales, ni el nivel de edu- Sin embargo, esos recursos territoriales
cación ni el deporte juegan un papel de tienen más un carácter simbólico que físico.
importancia. Para no ser ‘un instituto po- Los alumnos no tienen el control perma-
llo’, los alumnos tienen que demostrar que nente sobre esos lugares, como un país lo
son valientes, que llevan con orgullo el tiene sobre su territorio nacional, o las
nombre de su centro educativo, que se pandillas juveniles intentan tener sobre
defienden con fuerza cuando son amena- ‘sus’ colonias. Al contrario, esos espacios
zados o atacados, y que se preocupan por son tomados temporalmente por los alum-
los demás miembros de la alianza. Por su nos en las horas de entrada y salida de los
actuar en las confrontaciones violentas centros educativos. Se trata más bien de las
comunican a los demás que no tienen mie- zonas más frecuentadas por una alianza y,
do de usar la violencia y que no temen ser por ende, restringidas para los rivales. Más
golpeados por los rivales, ni detenidos por que territorios, estos se vuelven espacios
la policía. Aquí también los aspectos simbó- con los cuales los estudiantes se identifican.
licos son importantes para entender la Al declarar esas ‘zonas de identificación’
utilidad de la violencia. Golpear, robar y como propias y cerrarlas a los estudiantes
hacer correr a los estudiantes rivales con- rivales por medio de (amenazas con) vio-
tiene un mensaje que va más allá de las lencia, comunican a los demás estudiantes
víctimas inmediatas, son medios para de- que allí reina la seguridad para los aliados
mostrar y comunicar a todos los estudian- y la inseguridad para los rivales.
tes su audacia y hacer valer el renombre de
su centro educativo como el lugar donde Sin embargo, las zonas de identificación
estudian ‘los más parados’. no cumplen lo que pretenden comunicar.
No son precisamente lugares seguros para
Algunos lugares en las ciudades en el Área los estudiantes aliados, porque a los
Metropolitana de San Salvador, por su alumnos que pasan allí los señalan como
ubicación geográfica, cuentan con una estudiantes de ciertos centros educativos o
presencia sostenida de estudiantes de dife- de tal alianza. Es decir, los rivales identifi-
rentes centros educativos. Es en tales luga- can a los que están allí como los contrarios
res donde éstos se cruzan en el camino al y blancos legítimos para un ataque. Por
centro educativo o de regreso a casa. Esos esa razón, las zonas de identificación cons-
espacios son considerados por los estudian- tituyen el escenario extendido de las riva-
lidades conflictivas, son los espacios pú-
blicos donde se disputa y confronta a los
4 En El Salvador quiere decir muchachas o chicas.

21
Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

rivales. Lejos de ser un refugio seguro, la zona de ellos. Los demás nos ven cuando
establece el campo de batalla entre los pasan y dicen: ‘Hey, les ganaron la cancha’.
alumnos de los diferentes centros educati- Porque nosotros al menos allí en Unicentro no
vos y sus alianzas: “La mayoría de veces los dejamos que lleguen por lo menos unos
cuando se nos corren nos quedamos parados en quince minutos.”

6. Conclusiones
La violencia de las pandillas juveniles y las de una perspectiva legal, pandillas juveni-
barras estudiantiles no es el resultado de les y barras estudiantiles se pueden enten-
conductas sin sentido o irracionales, sino es der como intentos limitados de remediar
su respuesta a las necesidades y dinámicas los efectos humillantes de vivir en situacio-
que hallan por vivir en situaciones de ex- nes de exclusión, de crear una imagen ‘po-
clusión social. Crecer y vivir en exclusión sitiva’ de quiénes son, es decir, de construir
genera un anhelo de incluirse, pertenecer a una identidad propia satisfactoria.
algo, ser reconocido y valorado por otros.
En un contexto donde coexiste frustración, Sin embargo, es importante señalar que
normalización de violencia y organizacio- esos dos grupos difieren respecto a su futu-
nes sociales perversas, no es de extrañar ro. Muchos de los estudiantes obtendrán un
que el uso de la violencia se haya vuelto título académico que les dará la perspectiva
útil para esos grupos. La violencia puede de seguir estudiando o de obtener un traba-
afirmar al joven por medio de dos caminos: jo remunerado. En cambio, las pandillas
Reforzar su identidad social por pertenecer recurren a una serie de actividades delicti-
a una agrupación que sobresale en su uso y vas que las alejan cada vez más de la socie-
que se impone a los demás; y reforzar su dad y que refuerzan su exclusión. Sin em-
identidad personal por demostrar su valen- bargo, en ambos grupos se manifiesta una
tía, ganando así respeto por la disposición paradoja: Se agrupan como es normal para
de usar violencia irrefrenablemente. Sin su edad, comparten reconocimiento y afec-
olvidar que algunos la usan también para to entre ellos, pero se afirman en conductas
satisfacer algunas necesidades económicas destructivas.
inmediatas.
Para la sociedad salvadoreña, y para cual-
El uso de violencia se presenta como un quier otra que encuentra en su seno fenó-
instrumento para comprobarse y probar a menos semejantes, estos jóvenes ponen un
los demás el valor, la lealtad y la capacidad reto más allá de medidas represivas. Su
de enfrentar o imponerse a otros. Se vuelve inclusión pasa por la implementación de
un medio disponible y efectivo para lograr una política social que verdaderamente
el reconocimiento entre los pares en una fomente el desarrollo humano de aquellos
sociedad donde las oportunidades y opcio- ciudadanos que viven en situaciones más
nes reales positivas son muy restringidas precarias.
para grandes grupos de jóvenes. Al margen

22
Construyendo identidades juveniles en situaciones de exclusión.
Pandillas juveniles y barras estudiantiles en El Salvador

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25
Wim Savenije
María Antonieta Beltrán

26
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

Los factores asociados a las


pandillas juveniles en
Centroamérica.♦

José Miguel Cruz∗

Nota: El autor desea agradecer a los organizadores por la invitación a participar en el seminario internacional: “La agenda
de seguridad en Centroamérica” y por brindarme la oportunidad de escribir el presente artículo, el cual busca sistematizar
la literatura existente sobre el fenómeno de las pandillas en Centroamérica.


Versiones preliminares de este artículo han sido presentadas en la conferencia: “Voices from the field: Local iniciatives
and new research on Central American youth gang violence”, organizada por la Coalición Interamericana para la Preven-
ción de la Violencia Juvenil, el 23 de febrero de 2005, en la sede de la Organización Panamericana de la Salud en Washing-
ton, D.C.; y en el seminario internacional: “La agenda de seguridad en Centroamérica”, organizado por la Fundación Dr.
Guillermo Manuel Ungo y el Woodrow Wilson International Center for Scholars, el 14 y 15 de julio de 2005 en San Salvador.

Director del Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad “José Simeón Cañas” (IUDOP-UCA).

27
José Miguel Cruz

28
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

1. Introducción
Desde hace varios años, las pandillas juve- de la Calle 18 y creaban nuevas agrupacio-
niles han sido un problema de seguridad nes para reafirmar la identidad étnica de
pública y de salud para los países del norte sus integrantes, como la Mara Salvatrucha;
de Centroamérica. Luego de las guerras en las capitales centroamericanas los jóve-
que afectaron la región en la década de los nes se integraban a un gran número de
ochenta, las pandillas juveniles, mejor co- pequeñas pandillas que operaban en distin-
nocidas localmente como “maras”, se con- tas zonas de la capital y que mantenían el
virtieron en una nueva fuente de preocupa- control haciendo un uso intensivo de la
ción para los gobiernos y la sociedad civil violencia (Levenson, 1989; Argueta y otras,
de El Salvador, Honduras y Guatemala. 1992; Salomón, 1993).
Aunque las pandillas juveniles ya existían
en modalidades violentas en esos países El retorno de jóvenes de los Estados Uni-
antes de que finalizaran los conflictos ar- dos, ya sea porque sus familias regresaban
mados, el constante flujo de migración a sus países luego del fin de las guerras o
entre los países centroamericanos y los porque eran deportados por las autorida-
Estados Unidos, importó los modelos cul- des estadounidenses a causa de su perte-
turales de pandillerismo que se habían nencia a las pandillas, facilitó que ambas
desarrollado en las calles de Los Ángeles y, expresiones del fenómeno de las pandillas
sobre todo, convirtió a estos grupos en una entraran en contacto y que las maras en
especie de red trasnacional informal de Centroamérica adoptaran los modelos
violencia. culturales de Los Ángeles. Esto dio origen a
un proceso según el cual todas las pandillas
Las maras o pandillas juveniles centroame- existentes se alinearon con una de las dos
ricanas no han surgido recientemente. No grandes organizaciones pandilleriles en las
son el producto de los primeros años del que estaban involucrados los salvadoreños
nuevo siglo como muchas veces se sugiere en los Estados Unidos. Las clikas en Cen-
en las notas de prensa o en las intervencio- troamérica, originalmente en El Salvador,
nes de los funcionarios. Las primeras ex- adoptaron la identidad de la Mara Salva-
presiones de lo que actualmente se conocen trucha o la Pandilla 18, y con ello se trasla-
como maras surgieron casi simultáneamen- daron las expresiones de conflictos y vio-
te en Los Ángeles, en San Salvador, en lencia entre ambas organizaciones.
ciudad de Guatemala y en Tegucigalpa,
como resultado, por un lado, de los proce- Lo que comenzó siendo una serie de pe-
sos de migración de los centroamericanos, queñas pandillas locales y diferenciadas
especialmente los salvadoreños a los Esta- terminó convirtiéndose en una amplia
dos Unidos en la década de los ochenta y, federación de clikas adscritas a una de las
por otro lado, como producto de las condi- dos grandes pandillas, las cuales cubrían
ciones de vida en la cual crecían los jóvenes casi todas las ciudades importantes, prime-
en los países de origen. Mientras en los ro en El Salvador y luego en el resto de
Estados Unidos los jóvenes se integraban a países del norte de Centroamérica. Estos
las pandillas ya existentes, como la Pandilla procesos se vieron potenciados además por

29
José Miguel Cruz

la comunicación migratoria entre los países hacia 1998. Estas investigaciones, patroci-
centroamericanos (ver: ERIC, IDESO, IDIES nadas por organizaciones como UNICEF y
e IUDOP, 2001). Save the Children, y llevadas a cabo por
FLACSO (Smutt y Miranda, 1998) y el IU-
A principios de la década de los noventa, DOP (Cruz y Portillo, 1998), ofrecen un
ya no era extraño escuchar voces de pre- primer examen de la situación, las causas y
ocupación en Centroamérica por el rápido las dinámicas de las pandillas en El Salva-
crecimiento de estos grupos juveniles. Por dor. Dichos estudios son complementados
ejemplo, en enero de 1987, el periódico El por los conducidos por Santacruz y Con-
Gráfico de Guatemala publicó el primer cha-Eastman (2001), por el equipo del IU-
reportaje sobre estos grupos, en el cual se DOP en el proyecto de “Maras y pandillas
identifica a las maras como un grupo deci- en Centroamérica” (Santacruz y Cruz, 2001;
didamente organizado para delinquir (ver: Cruz, Carranza y Santacruz, 2004 y Carran-
Merino, 2001). Una encuesta realizada por za, 2005) y por el estudio sobre niños en
el Instituto Universitario de Opinión Públi- violencia armada llevado a cabo en El Sal-
ca de la UCA de El Salvador daba cuenta vador por Carranza (2005). En Honduras,
que casi la mitad de la población adulta durante varios años, el tema de las pandi-
urbana de todo el país (el 46.9 por ciento) llas es abordado tangencialmente en los
señalaba que habían maras o pandillas en estudios sobre la violencia en ese país, pero
su comunidad (IUDOP, 1993). En Hondu- no es sino hasta el trabajo de Salomón,
ras, un informe de la policía revisado por Castellanos y Flores (1999) que el fenómeno
Salomón (1993) permite establecer que a de las pandillas es estudiado de forma
principios de los años noventa existían en directa. El conocimiento sobre la problemá-
Tegucigalpa un total de 45 pandillas distin- tica es profundizado posteriormente por el
tas con un número aproximado de 1,100 desarrollo local del proyecto regional “Ma-
miembros en total. ras y pandillas en Centroamérica” (ver:
Castro y Carranza, 2001; Carranza, Castro y
A pesar de estos indicios del creciente pro- Domínguez, 2004; Flores y otros, 2005) y
blema de las pandillas juveniles, los prime- por el amplio estudio titulado “Las maras
ros estudios sobre el mismo no aparecen en Honduras” realizado por Save the Chil-
sino hasta unos años después, con excep- dren UK y la Asociación Cristiana de Jóve-
ción de los estudios de AVANCSO en ciu- nes de Honduras (2002).
dad de Guatemala en 1988 (Levenson,
1989) y de Argueta y colegas desarrollado Todos esos estudios han generado una
en la ciudad de San Salvador entre los años ingente cantidad de información sobre el
91 y 92 (Argueta y otras, 1992). En Guate- fenómeno de las pandillas en los países del
mala, tomará algunos años más para que se norte de Centroamérica y han generado no
vuelvan a producir otros estudios sobre el pocas discusiones sobre sus causas, sus
tema y no es sino hasta la siguiente década dinámicas y sus consecuencias. Dichos
que Merino contribuye con una trilogía de estudios han revelado que a pesar de las
estudios en Guatemala como parte del diferencias en las expresiones del fenómeno
proyecto “Maras y pandillas en Centroa- en cada uno de los países del norte de Cen-
mérica” (ver Merino, 2001; 2004 y 2005). En troamérica, la problemática de las maras y
El Salvador, en donde ha habido un desa- pandillas juveniles tiene rasgos comunes en
rrollo más amplio del tema, los estudios dichos países y ha evolucionado a lo largo
más sistemáticos se comienzan a desarro-
llar hacia 1996 y comienzan a ver la luz

30
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

de los años de manera muy similar.1 Eso Hacia el año 2001, los estudios centroame-
permite hablar de un mismo fenómeno en ricanos daban cuenta de un agravamiento
el norte de Centroamérica, en el cual las del fenómeno de las pandillas, aparente-
expresiones culturales básicas, el uso de la mente tanto en términos cuantitativos co-
violencia y la vinculación con otras expre- mo en términos cualitativos. A inicios de la
siones de criminalidad son más o menos actual década parecían haber más jóvenes
parecidas. integrados a las pandillas en comparación
con años atrás, pero sobre todo había evi-
Sin embargo, durante varios años, y a pesar dencias de que las maras habían aumenta-
de la creciente preocupación pública por el do significativamente su participación en
fenómeno, los distintos gobiernos de la los hechos de violencia y en las redes loca-
región norte de Centroamérica no le presta- les del narcotráfico (ver Santacruz y Con-
ron suficiente atención al problema de la cha-Eastman, 2001). A pesar de que era
violencia juvenil y las pandillas, y el fenó- todavía posible identificar entre los pandi-
meno siguió creciendo de forma relativa- lleros un fuerte componente de motivacio-
mente lenta y silenciosa. Las únicas inicia- nes asociadas a valores como la solidari-
tivas en los países de la región se traduje- dad, el respeto y la construcción de identi-
ron en esporádicas respuestas represivas y dad; los estudios señalaban que las activi-
en intentos por reformar las leyes de meno- dades criminales y el consumo de drogas
res y penales para permitir que los menores estaban convirtiéndose paulatinamente en
de 18 años pudiesen ser juzgados como las finalidades en sí mismas de las activi-
adultos, partiendo de la suposición de que dades pandilleriles.
buena parte de los delitos graves eran co-
metidos por menores de dieciocho años. Esta evolución relativamente lenta del
Sin embargo, ningún plan o política de fenómeno y el precario equilibrio de la
prevención sobre la violencia juvenil o dinámica impuesta entre las pandillas y la
sobre las pandillas fue elaborado de mane- sociedad se rompió cuando hacia el año
ra consistente en El Salvador, Honduras o 2003 se introdujeron los planes de mano
Guatemala y la integración y la evolución dura o de cero tolerancia en los tres países
de los grupos continuaron en ascenso. del norte de Centroamérica. Conocidos en
Guatemala como el Plan Escoba, en El
Salvador como Plan Mano Dura y en Hon-
duras como Libertad Azul o Cero Toleran-
1 En Nicaragua y Costa Rica, la expresión del fenómeno
de pandillas juveniles ha sido cualitativa y cuantitati-
cia, estos programas declararon la guerra a
vamente distinto al resto de países de la región. Tanto las pandillas e introdujeron una dinámica
Costa Rica como Nicaragua han enfrentado el problema en la que la aplicación de la fuerza por
de violencia juvenil y pandillas, pero éstas no han
parte del Estado era el principal eje de
llegado a tener las expresiones culturales importadas de
los Estados Unidos ni han adquirido los nombres ni las enfrentamiento del problema. Esto dio
franquicias originarias de las calles de Los Ángeles. Las como resultado que las pandillas se replan-
pandillas en el sur de Centroamérica tampoco han tearan su propio funcionamiento, se reor-
crecido con el ritmo característico del resto de países y
no han llegado a constituir un actor fundamental en la
ganizaran en estructuras más verticales,
prevalencia del crimen y la violencia en dichos países. más rígidas y más violentas; y que comen-
Por ejemplo, un informe interno de la Policía Nacional zaran a reconocer liderazgos que permitie-
de Nicaragua señala que a diferencia de Guatemala, El
ran comunicaciones formales con otros
Salvador y Honduras, en donde el porcentaje de homi-
cidios cometidos por los pandilleros es mayor del 20 por grupos de pandillas y de crimen organiza-
ciento, en Nicaragua no llega siquiera al 1 por ciento do.
(Gurdián, 2004).

31
José Miguel Cruz

Todo lo anterior se ha traducido en un ción de las maras o pandillas juveniles en


claro agravamiento del problema de las los países del norte de Centroamérica. Para
pandillas y ello ha generado una enorme ello, se sintetizan las tesis más importantes
atención de parte de políticos, funciona- que ayudan a comprender el fenómeno de
rios, medios de comunicación y agencias las maras en la región, sobre la base de los
de cooperación internacional. La mayor resultados de los estudios académicos ya
parte de esta atención, sin embargo, ha elaborados y se echa mano de los testimo-
estado guiada por las informaciones no nios recabados de jóvenes pandilleros de
siempre de valiosa calidad por parte de alguno de esos estudios.2 Lo anterior impli-
los medios de comunicación, los cuales ca no solo señalar los factores que parecen
han favorecido la creación de una serie de ser algunos de los más determinantes de-
mitos sobre las pandillas que no contribu- trás de la problemática, sino también impli-
yen sino a reforzar los enfoques superfi- ca cuestionar algunos de los supuestos o
ciales, reactivos e inmediatistas de aten- planteamientos que se hacen en torno del
ción a la problemática de la juventud en- fenómeno y sus actores: los jóvenes pandi-
rolada en las pandillas o en riesgo de lleros.
hacerlo. Muchos de los estudios locales
sobre el fenómeno simplemente han sido
pasados por alto o han sido ignorados, en
buena medida porque los mismos son
bastante extensos y han cubierto diversas
áreas de la problemática de la violencia
juvenil y de las maras; también han sido
pasados por alto porque los mismos estu-
dios han mostrado que no hay respuestas
fáciles a muchas de las preguntas que
plantea el fenómeno, sobre todo cuando
éstas se refieren a su constitución, a su
evolución y al uso de la violencia en la
vida cotidiana.

De allí que se vuelve necesario hacer un


resumen de las condiciones que han posibi-
litado la aparición de este fenómeno, preci-
samente en los países del norte de Cen-
troamérica. Está claro que, aunque el fenó-
meno de las pandillas juveniles suele ser
común en las grandes concentraciones
urbanas, la expresión de las mismas en los
países de la región es particularmente dis-
tinta y ha sido producto de la conjunción
de diversos factores muy particulares de la
región y de la evolución producto de las 2 En concreto, se utilizan los resultados de algunas
entrevistas realizadas a pandilleros salvadoreños en el
displicencias estatales.
marco del Proyecto COAV (Children in Organised
Armed Violence), el cual fue llevado a cabo en El Salva-
Este artículo pretende hacer un repaso de dor por el Instituto Universitario de Opinión Pública
(IUDOP) de la UCA y conducido por Marlon Carranza.
los factores sociales que explican la apari-
Ver: Carranza (2005).

32
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

2. Las maras como un fenómeno socio-


histórico
En este trabajo se entenderá como maras a el producto de las guerras civiles que asola-
aquellas pandillas callejeras urbanas for- ron la región durante la década de los años
madas por jóvenes centroamericanos re- ochenta; y tampoco surgen como el produc-
gularmente marginados socialmente cuyas to natural de los procesos de migración y
edades oscilan entre 12 y 30 años de edad deportación de los centroamericanos en los
que se reconocen a sí mismos como parte Estados Unidos. Esto no quiere decir que
de una de las agrupaciones conocidas dichos factores no sean importantes o que
como Mara Salvatrucha y Pandilla de la no jueguen cierto papel en la aparición,
calle 18 y cuyos orígenes se remontan a las manifestación y desarrollo de las pandillas.
calles de Los Ángeles; estas pandillas se Lo que quiere decir es más bien que facto-
caracterizan por un fuerte sentido de iden- res como la guerra civil, la pobreza o la
tidad a cualquiera de esos grupos, por el migración no logran explicar por sí mismos
uso intenso de la violencia y la comisión al fenómeno de las pandillas, como tampo-
de delitos, y por un fuerte sentido de soli- co otros factores logran explicar el fenóme-
daridad interna. no en el vacío.

Las maras centroamericanas, como todos En realidad, las maras son el producto de
los fenómenos sociales, no constituyen un una gran variedad de factores sociales que
evento fortuito que surgió de la nada o se expresan temporalmente en diversas
como producto de alguna especie de de- condiciones de vida. Estas condiciones son
signio divino o de una predisposición las que al final de cuentas transforman el
genética de los jóvenes habitantes cen- entorno ecológico y han permitido el sur-
troamericanos. En realidad, constituyen el gimiento y la reproducción de las pandillas.
resultado de un proceso de construcción Por ejemplo, la pobreza, que suele ser men-
histórica en el que intervienen condiciones cionada muchas veces como uno de los
sociales, decisiones políticas y eventos factores más decisivos en la aparición de las
coyunturales. Siguiendo el modelo de pandillas y en la conducta criminal de
factores de riesgo en epidemiología, el éstas, constituye una condición importante
fenómeno de las pandillas juveniles del solo si la misma se cristaliza como parte de
norte de Centroamérica son el producto de un agudo contexto de desigualdad y si ella
la concurrencia de un gran número de genera procesos de exclusión social, como
factores que han sido determinados social se verá más adelante. Antes que la pobreza
e históricamente. en sí misma, la mayoría de los estudios
remiten a las desigualdades socioeconómi-
Esto implica varias cosas. En primer lugar, cas y a los procesos de exclusión que éstas
que las pandillas no nacieron ni se desarro- generan (Cruz, 2004). De la misma forma,
llaron como producto o como respuesta de las guerras civiles centroamericanas, que
una sola causa. Las maras centroamerica- han sido ampliamente citadas por funcio-
nas no son simplemente el resultado de la narios y medios de comunicación como las
pobreza de buena parte de la población precursoras de un ejército de jóvenes dis-
centroamericana, tampoco son meramente puestos a utilizar intensamente la violencia,

33
José Miguel Cruz

no explican por sí mismas el hecho de que El pandillerismo centroamericano no sur-


cientos de jóvenes se integren a las pandi- gió de la nada ni apareció repentinamente.
llas. Todos los primeros estudios que se Las maras centroamericanas contemporá-
hicieron con pandillas no mostraron evi- neas son las herederas de largo plazo de los
dencia alguna de que los niños y jóvenes grupos juveniles urbanos que sobrevivían
que combatieron en las guerras civiles de El en las marginalidades de las grandes ciu-
Salvador y Guatemala (Honduras no tuvo dades y que las condiciones sociales tanto
guerra civil durante los años ochenta) se como las decisiones políticas han transfor-
hayan transformado en los primeros inte- mado y estimulado para convertirse prime-
grantes de las maras (ver Levenson, 1989; ro en pandillas de poca relevancia y des-
Argueta y otras, 1992), ni estudios posterio- pués en grupos de cuasi crimen organiza-
res sobre los agresores encontraron un do. En tal sentido, las maras son, en parte,
vínculo entre las maras y los excombatien- el producto de los eventos sociales que han
tes (ver Lederman, 2000), como muchas marcado a las sociedades centroamericanas
veces sugieren quienes apuntan a una vin- en las últimas dos décadas—o quizás
culación entre los conflictos bélicos y las más— y los cuales han determinado la
maras. Esto no significa que las guerras en manera en que se ha desarrollado el fenó-
su conjunto no tienen nada que ver con la meno. Esos eventos sociales constituyen
aparición posterior de las pandillas; en por un lado la concurrencia de ciertas con-
realidad, los conflictos armados contribu- diciones demográficas y sociales: porcenta-
yeron creando otras condiciones que poste- je de población joven, nivel de pobreza y
riormente favorecerían el particular desa- desigualdad, iguales oportunidades de
rrollo de las maras centroamericanas: gene- acceso a la educación, de acceso a la salud,
raron el exilio y los ulteriores retornos a vivienda digna y a espacios de esparci-
migratorios que luego contribuirían a di- miento, entre otros; pero por otro lado, son
fundir la cultura pandilleril (Smutt y Mi- el resultado de las decisiones políticas,
randa, 1998), exacerbaron la cultura de deliberadas o no, concientes o no, que los
violencia que ya existía en la sociedad sal- estados han hecho para lidiar con su pobla-
vadoreña y facilitaron el acceso de los jóve- ción joven y para enfrentar el problema de
nes a las armas de fuego de cualquier tipo. las pandillas.
Además, la “contribución” de las guerras al
fenómeno de las pandillas queda en entre- En otras palabras, las maras en Centroamé-
dicho cuando se constata de que Nicara- rica son el resultado de una permanente
gua, que sufrió un conflicto bélico, no tiene dinámica social, en la cual importa no solo
el tipo de pandillerismo que afecta a los quiénes son los pandilleros y el entorno en
países del norte de Centroamérica; y Hon- el que viven, sino también importa lo que
duras que, por el contrario, no tuvo guerra las sociedades, a través de sus gobernantes
civil interna enfrenta una de las expresio- y sus líderes, han hecho o han dejado de
nes más agudas del fenómeno desde finales hacer en relación con la juventud. Esos
de la década de los noventa. aspectos son los que han determinado la
manera en que ha evolucionado el fenóme-
En segundo lugar, la construcción histórica no a lo largo de los años y son los que ayu-
del fenómeno de las maras centroamerica- dan a comprender porqué la presencia de
nas implica que las mismas no constituyen entornos y de realidades sociales muy
un fenómeno estático; son más bien el pro- parecidas no necesariamente han derivado
ducto de un proceso continuo de evolución en el mismo tipo de fenómeno pandilleril
y transformación que data de varios años. en todos los países.

34
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

Finalmente, el carácter socio histórico del centroamericanas y cuestiona los discursos


fenómeno de las maras centroamericanas que señalan el supuesto carácter conspira-
implica que, aun cuando las maras tienen tivo del crecimiento y el desenvolvimiento
características comunes en los tres países de las pandillas en los países de la región.
del norte de Centroamérica, en el sur de A final de cuentas, mucho del comporta-
México y en las calles de algunas ciudades miento de las maras —incluido su carácter
de los Estados Unidos, las expresiones de criminal— es más el resultado de esas in-
dichos grupos en cada uno de los lugares y teracciones con la realidad social cotidiana
las dinámicas particulares de los grupos de los países que el compromiso de los
que operan en estos lugares no son necesa- mareros con una estrategia global estable-
riamente los mismos. Cada entorno parti- cida por un consejo supremo que opera
cular impone una serie de condicionantes desde las cárceles angelinas como suele
que determinan, en primer lugar, las diná- señalarse por parte de los medios de co-
micas de comportamiento de los pandille- municación y algunos funcionarios. Lo
ros al interior del país o de la región urbana anterior no significa que los pandilleros de
y, en segundo lugar, los procesos de forma- diversos países no tengan comunicación
ción de normatividad y valores que fijarán entre ellos o que no compartan ciertas deci-
los comportamientos futuros del grupo siones sobre su comportamiento a través de
pandilleril. Eso explica las diferencias que los países; de hecho, las facilidades de co-
se encuentran en el comportamiento de los municación global posibilitan el contacto
miembros y las clikas de una misma pandi- entre los diversos grupos pandilleriles
lla de un país a otro. Así, lo que puede ser entre los países y la información fluye de
un comportamiento “normal” para unos un lado hacia otro con mucha agilidad,
pandilleros dentro de un país puede ser pero aún en esas circunstancias no hay
completamente impensable para la misma evidencia robusta de que todos los grupos
pandilla o franquicia en otro país. Por de una misma pandilla actúan en fidelidad
ejemplo, comportamientos como “Correr el a las órdenes que se pueden emitir en un
Sur”, que es establecer alianzas entre pan- país.
dillas enemigas adentro de los centros de
reclusión, puede ser aceptable en las cárce- Todos esos aspectos son importantes para
les estadounidenses y hasta muy reciente- comprender la dinámica de las pandillas
mente en las guatemaltecas, pero es clara- centroamericanas, sobre todo de cara al
mente imposible en las penitenciarías hon- modelo ecológico que explica la multifacto-
dureñas y salvadoreñas. Esto como produc- rialidad que está detrás de la aparición de
to del entorno de violencia pandilleril y de las pandillas. En los próximos apartados se
políticas estatales que giran alrededor de la hace una revisión de los factores que, según
reclusión de los jóvenes pandilleros. los estudios que se han hecho sobre las
pandillas en Centroamérica, se encuentran
La diversidad de las expresiones del fenó- detrás de su aparición y su evolución en los
meno de las maras enfatiza, en tal sentido, últimos años.
el carácter socio dinámico de las pandillas

35
José Miguel Cruz

3. Los factores asociados a las pandillas


El propósito de este artículo es presentar 5. Desorganización comunitaria.
los factores que, a la luz de la evidencia 6. Presencia de drogas.
existente, pueden considerarse determinan- 7. Familias problemáticas.
tes de la aparición de las maras o pandillas. 8. Amigos o compañeros miembros de
Estos factores, sin embargo, no agotan toda pandillas.
la variedad de aspectos y condiciones que 9. Dinámica de la violencia.
influyen en la genealogía y evolución del 10. Las dificultades de construcción de
fenómeno de los jóvenes pandilleros, pero identidad personal.
si constituyen algunos de los más impor-
tantes para comprender por qué algunos Todas estas categorías reúnen una serie de
niños y jóvenes deciden incorporarse a las condiciones específicas que operan direc-
maras en los países de Centroamérica, el tamente sobre la conducta de los jóvenes y
sur de México y los Estados Unidos. facilitan la integración de los jóvenes a las
pandillas, su operatividad como grupo y
Es posible agrupar dichos factores en diez su evolución como fenómeno social. Si-
grandes categorías de condiciones, desde la guiendo el modelo ecológico, dichas cate-
más amplia y estructural hasta la más con- gorías se inscriben a su vez, en los diver-
creta: sos niveles del modelo, lo cual suministra
un marco útil para comprender las com-
1. Procesos de exclusión social. plejas relaciones entre todos los factores.
2. Cultura de violencia. En el Cuadro 1 se muestra una relación
3. Crecimiento urbano rápido y desorde- entre los diversos niveles de relación del
nado. modelo ecológico, las categorías de causa-
4. Migración. lidad y los factores específicos.

36
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

Cuadro 1
Los factores asociados a las maras
centroamericanas en el modelo ecológico

Nivel
Categoría de causalidad Factores
relacional
Precariedad socioeconómica
Comunidades carecen de servicios básicos o son de mala
calidad
Procesos de exclusión social Falta de oportunidades para la formación técnica o
profesional
Expulsión y deserción escolar
Desempleo o subempleo
Modelos culturales de relaciones personales
Patrones de enseñanza-aprendizaje del uso de la violen-
Social Cultura de violencia
cia
Permisividad cultural hacia el uso de armas
Aglomeración urbanística y estrechez de espacios per-
Crecimiento urbano rápido y sonales
desordenado Falta de espacios de esparcimiento
Servicios sociales comunitarios precarios o inexistentes
Jóvenes que adoptan la cultura pandilleril en el exterior
Migración Retorno de jóvenes al país sin grupo de referencia
Criminales deportados
Poca confianza entre los miembros de la comunidad
Desorganización comunitaria Falta de participación ciudadana en los asuntos comuni-
Comunitario tarios
Consumo de drogas
Presencia de drogas
Redes de tráfico de drogas
Familias disfuncionales
Abandono y negligencia por parte de padres y/o encar-
Familias problemáticas
gados
Historia familiar de violencia
Relacional
Amigos o compañeros miem- Pandilleros en la comunidad
bros de pandillas Pandilleros en la escuela
Ciclo reproductor de la violencia
Dinámica de la violencia
Violencia en función de identidades
Las dificultades de construc- Búsqueda de identidad a través de la violencia
Individual
ción de identidad personal Ausencia de modelos positivos
Fuente: Elaboración propia.

37
José Miguel Cruz

A continuación se hace un breve análisis Todo ello, en función de la evidencia con la


sobre las formas en que intervienen todos que se cuenta a partir de los estudios pre-
esos factores sobre el fenómeno de las pan- vios, fundamentalmente llevados a cabo en
dillas, siguiendo el orden de las categorías Centroamérica.
de causalidad propuestas en el Cuadro 1.

3.1. Procesos de exclusión social

Cuando se habla del fenómeno de pandillas que se integran a las pandillas, por lo gene-
centroamericanas, así como también de la ral, son jóvenes cuyas familias deben hacer
violencia social que aqueja a las sociedades esfuerzos para sobrevivir y en donde las
centroamericanas de posguerra, muchos posibilidades de una vida digna están limi-
autores señalan a la pobreza como uno de tadas por la educación y el tipo de empleos
los factores fundamentales (Rocha, 2001; que tienen los padres o los responsables de
Carranza, Castro y Domínguez, 2004; Ara- los jóvenes que se integran a las pandillas.
na, 2005). Esa atribución puede ser útil Por ejemplo, un estudio realizado en Hon-
hasta cierto punto, pero en un análisis más duras con pandilleros en Tegucigalpa y San
riguroso, el señalamiento de la pobreza Pedro Sula (Save the Children y ACJ, 2002)
como un factor fundamental muchas veces encontró que los padres del 80 por ciento
oculta el carácter interactivo y procesal del de los jóvenes de maras entrevistados
fenómeno. Más importante que la pobreza tenían una educación no mayor de séptimo
en sí misma, en el análisis de las pandillas grado y que casi la mitad de los pandilleros
juveniles en Centroamérica lo que resalta entrevistados dijeron que sus padres —o el
son los procesos de exclusión social con los responsable de su hogar— se encontraban
cuales muchas veces aquella está asociada, desempleados; más aún, el 53.7 por ciento
aunque no siempre. de los padres de los pandilleros —en reali-
dad, la mayoría mujeres— se dedicaba a los
Como dice un documento del CELADE oficios domésticos.
sobre la juventud y el desarrollo en Améri-
ca Latina, “en la actualidad, la juventud Esta precariedad social y económica por lo
urbana de la clase trabajadora sufre de un general se traduce en pocas oportunidades
riesgo de exclusión social sin precedentes. de formación escolar y de empleos competi-
Desde el mercado hasta el Estado y la so- tivos para los miembros jóvenes del grupo
ciedad, una confluencia de factores tienden familiar. Los jóvenes que se integran a las
a concentrar la pobreza entre los jóvenes y maras generalmente provienen de hogares
a distanciarlos del ‘curso central’ del siste- en donde las posibilidades de educación y
ma social” (CELADE y UNFPA, 2000, p. 5). de empleo son muy precarias, aunque la
Así, es más este proceso de distanciamiento mayoría suele haber tenido la oportunidad
y de exclusión el que incide en los meca- de estar en la escuela. Sin embargo, un pe-
nismos que hacen que los jóvenes se incor- queño desajuste en la economía familiar
poren a las pandillas que la sola pobreza en provoca que la familia ya no sea capaz de
sí misma. financiar el proceso educativo de los niños o
bien obliga a que éstos asuman responsabi-
Esto se cristaliza en primer lugar, en la lidades laborales precarias que, con tal de
precariedad socioeconómica. Los jóvenes sostener a la familia, les alejan de la escuela.

38
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

Pero las condiciones de deprivación socioe- marginan a los jóvenes en un momento en


conómica que rodean a los jóvenes que se el cual ellos están definiendo su propia
integran a las pandillas se reflejan mejor en identidad a través de la inclusión con los
las condiciones medioambientales de la grupos sociales. La marginalidad crea las
comunidad en donde viven. La exclusión condiciones para que la inclusión se defina
social y económica que sufren los jóvenes a favor de grupos como las maras; los cua-
no solo se expresa en las dificultades que les, paradójicamente, desafían el orden
tienen sus propias familias para darles una social establecido a través de la conducta
educación de calidad y para crear oportu- criminal y la trasgresión de los convencio-
nidades laborales para su futuro, sino tam- nalismos.
bién y de forma más evidente se expresa en
las condiciones de abandono social en las Uno de los mecanismos en donde se en-
cuales muchas veces se encuentran las cuentra este proceso de marginalización
comunidades o barrios en donde viven los social con más claridad es en el de la expul-
jóvenes que se integran a las pandillas sión y/o deserción escolar de los jóvenes
(Carranza, 2004). Como lo señaló un estu- que se integran a las maras. Los diferentes
dio sobre pandillas y capital social (Cruz, estudios llevados a cabo para recoger las
2004), las maras florecen en aquellas colo- características de los pandilleros (Cruz y
nias y vecindades en donde la pobreza se Portillo, 1998; Santacruz y Concha-
expresa en servicios sociales inexistentes o Eastman, 2001; Save the Children y ACJ,
de mala calidad; en donde, aunque los 2002) han señalado que la mayoría de los
hogares cuenten con los servicios básicos jóvenes pandilleros han pasado por el sis-
como energía eléctrica o agua potable, el tema escolar y tienen varios años de escola-
suministro público de los mismos es inexis- ridad. El estudio de Santacruz y Concha-
tente o de mala calidad. Se trata de comu- Eastman (2001) mostró que casi el 75 por
nidades en donde muchas veces no hay ciento de los jóvenes que estaban afiliados a
alumbrado público, en donde las calles pandillas en el año 2000 en el Área Metro-
están en mal estado y en donde los inmue- politana de San Salvador, había estudiado
bles de uso público y comunitario están hasta noveno grado y que solamente el 3
completamente abandonados, sucios y, por ciento nunca había pasado por la escue-
muchas veces, derruidos. En el fondo se la; la misma tendencia se encontró en el
trata de comunidades marginales y margi- estudio hondureño de Save the Children y
nadas, esas que anidan en los límites vulne- ACJ (2002): el 86.7 por ciento de los mare-
rables de las ciudades y que existen aparta- ros entrevistados en 2001 había estudiado
das de los beneficios que produce el desa- hasta tercer ciclo, pero en este caso el por-
rrollo económico urbano. centaje de pandilleros que nunca habían
pasado por la escuela era de un poco más
Y es que las condiciones de deprivación del 8 por ciento.
económica que viven en su conjunto las
familias que habitan este tipo de comuni- En tal sentido, la hipótesis de que los jóve-
dades generan complejos mecanismos de nes pandilleros son personas que no han
marginación de los sistemas y redes socia- tenido ningún tipo de educación es falsa.
les que afectan primordialmente a los jóve- Sin embargo, a pesar de su paso por la
nes, los cuales están en la búsqueda de escuela, la otra característica de los pandi-
espacios de inserción en la sociedad. Las lleros centroamericanos relativa a su edu-
condiciones de precariedad socioeconómica cación es que la mayoría de ellos no estu-

39
José Miguel Cruz

dia. El estudio de pandilleros en Teguci- “Hay veces que sueño que así todo tinteado
galpa y San Pedro Sula encontró que, en [tatuado] voy a estudiar. ¡Sí, no es paja [menti-
2001, el 83 por ciento de los jóvenes enrola- ra]! Me veo con el uniforme en los sueños, voy a
dos en pandillas no se encontraba estu- estudiar bien firme, pero, ¡puta!, a veces cuando
diando; el estudio salvadoreño de 1996 despierto…sólo fue un sueño” (Entrevista No.
halló que el 76 por ciento de los pandilleros 8, COAV).
no estudiaban; para 2001, ese porcentaje era
del 92.3 por ciento. Así, la mayoría de los La exclusión social se experimenta también
mareros han estado en la escuela y algunos a través de la falta de oportunidades labo-
de ellos inclusive han logrado completar su rales o la existencia de empleos mal remu-
educación media, pero su proceso de afilia- nerados. A pesar de que la mayoría de
ción a las pandillas desata procesos que jóvenes que se integran a las pandillas no
terminan con la expulsión o la deserción estudian, buena parte de ellos no invierten
del sistema escolar. Las declaraciones de su tiempo en empleos o en actividades
algunos pandilleros entrevistados en el productivas. La encuesta de Save the Chil-
marco del Proyecto COAV (ver Carranza, dren UK y ACJ en Honduras encontró que
2005) en El Salvador son muy ilustrativas: la mayoría de jóvenes, alrededor del 90.4
por ciento, ha tenido empleo, pero al mo-
“…es que, pues sí, me metí a andar en la pandi- mento de la encuesta solo un poco menos
lla, ya no fui [a la escuela], como después me de la mitad (45.5 por ciento) todavía lo
manché [tatué] todo, ya no me aceptaron.” tenía. La mayor parte de esos empleos eran
(Entrevista No. 8, COAV). eventuales y/o temporales, como ayudante
de albañil, vendedor u obrero de maquila.
Esto incrementa el sentido de exclusión En El Salvador, la encuesta de 2001 encon-
social pues para muchos pandilleros, la tró que solo el 17.6 por ciento de los pandi-
expulsión de la escuela—a pesar de que su lleros tenía un trabajo y de esos solamente
estancia era problemática— genera senti- el 10 por ciento tenía un empleo estable,
mientos de frustración porque la misma aparte de que solo en el 10 por ciento de los
significa la clausura de las oportunidades casos se trataba de un empleo de tiempo
de formación y desarrollo. completo. Esa falta de oportunidades es
vivida también como exclusión respecto a
“Después que me brinqué [integré], porque las oportunidades, la cual se incrementa
después que vieron los tintazos (tatuajes) ya no con la asociación de los jóvenes a las pandi-
me quisieron recibir [en la escuela].” (Entrevis- llas:
ta No. 2, COAV).
“Nosotros no trabajamos porque a uno lo tienen
“Pero sí quisiera estudiar, pero como no pode- de menos. Está trabajando uno, (pero) como lo
mos. Como la gente dice que no: están tatuados” ven tintado [tatuado] lo echan a uno a la mier-
(Entrevista No. 6, COAV). da” (COAV, Entrevista No. 2).

Es más, para muchos pandilleros la expul- Así, los procesos de exclusión social se
sión escolar es vivida como el paso defini- concretan de diversas formas en la cotidia-
tivo a las pandillas y, por tanto, su reincor- neidad del joven. Están en las mismas con-
poración a la escuela es vista como una diciones socioeconómicas de los barrios y
reapertura a las oportunidades que la per- vecindarios en donde viven los jóvenes que
tenencia a las pandillas niega. se integran a las pandillas, se viven en las
precariedades económicas dentro del

40
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

hogar, se enfrentan en la falta de oportuni- escuela y del trabajo cuando el joven co-
dades para la formación y la capacitación y mienza a optar por las pandillas.
se sufren en los procesos de expulsión de la

3.2. Cultura de violencia

En cierto modo, las pandillas centroameri- nistas fundamentales de esa violencia eran
canas son el producto de sociedades que otros actores, muchas veces pertenecientes
cultivan y han cultivado la violencia por al Estado mismo; en la actualidad, las ma-
décadas. Las pandillas constituyen una ras se han vuelto en uno de esos protago-
expresión exacerbada y, muchas veces, nistas.
fuera de control de esa violencia que ha
prevalecido en las relaciones sociales e Una de las más claras expresiones de esa
interpersonales en los países centroameri- normatividad a favor de la violencia lo
canos. La cultura de violencia refiere a un constituye la cantidad de homicidios que
sistema de normas, valores y actitudes que son cometidos en circunstancias que tienen
posibilitan, estimulan y legitiman el uso de que ver con problemas de convivencia o
la violencia en las relaciones interpersona- con procesos de ajustes de cuentas en los
les (Huezo, 2001; Martín-Baró, 1992); este países del norte de Centroamérica. De
sistema normativo se manifiesta y reprodu- hecho, según la Policía Nacional Civil de El
ce en todos los ámbitos de interacción de Salvador, más del 65 por ciento de los ase-
las personas: no solo en las relaciones entre sinatos que se cometen en ese país son
los adultos sino también entre éstos y los producto de lo que la institución llama
niños y los jóvenes en el hogar y en la es- “violencia social” (Policía Nacional Civil,
cuela, los cuales constituyen los espacios 2003), esto es, violencia cuya motivación
fundamentales de socialización. fundamental es obtener un beneficio o
poder social (Moser y Winton, 2002) y que
En términos nacionales, dicha violencia ha se expresa en violencia interpersonal, riñas
tenido diferentes rostros, ha sido social, callejeras, violencia doméstica, etc. En
política, criminal, pero ha permanecido en Honduras, un estudio patrocinado por el
las sociedades centroamericanas por mu- BID (Rubio, 2002) encontró que solamente
chos años: un informe de la Organización el 33 por ciento de los homicidios cometi-
Panamericana de la Salud sobre la situación dos en la ciudad de San Pedro Sula fueron
de la salud en las Américas durante la originados en circunstancias de violencia
década de los años setenta muestra que económica; en el 33 por ciento de los casos,
para mediados de ese década El Salvador, los homicidios se cometieron en circunstan-
Nicaragua y Guatemala tenían tasas de cias que el autor llama intolerancia (o pro-
homicidios por encima de 20 muertes por blemas de convivencia) y en el 23 por cien-
cada 100,000 habitantes, más del doble de to de los casos, las muertes ocurrieron
la tasa promedio latinoamericana de esas como producto de ejercicios de justicia
fechas (OPS, 1980). Esto significa que algu- privada. Esto significa que en un poco más
nos de los países centroamericanos que de la mitad de los casos de homicidio ocu-
ahora están afectados por las maras tienen rridos en San Pedro Sula en 2001, se trató
un largo historial de violencia al interior de de violencia social. En Guatemala, de
sus sociedades; en el pasado, los protago- acuerdo al Centro de Investigaciones Eco-

41
José Miguel Cruz

nómicas Nacionales (CIEN, 2002), los de- vidad a favor de la violencia. Durante mu-
partamentos del país en donde se concentra chos años, generaciones de guatemaltecos y
más la violencia homicida son aquellos en salvadoreños crecieron a la sombra de
donde prevalece una “actitud cultural discursos militaristas, de planes que prepa-
violenta”, esos departamentos forman raban a la población para que usara la vio-
parte de la zona oriental del país.3 lencia en contra del enemigo y rival de la
forma más efectiva y de un ambiente en el
La normatividad imperante, la cual se ex- que se fomentaba la desconfianza entre los
presa en las relaciones sociales cotidianas, ciudadanos.4 En este contexto, muchas
es la que ha permitido que varias genera- personas fueron entrenadas para combatir
ciones de jóvenes crezcan y se socialicen en y, por lo tanto para ser profesionales en la
un entorno que favorece el uso de la agre- utilización de armas y técnicas de guerra.
sión para resolver conflictos y para relacio- Los pandilleros de la actualidad no fueron
narse con los demás. Ese entorno es el que esos combatientes y la gran mayoría de
ha facilitado el uso extremo de la violencia ellos nunca peleó y ni siquiera tiene re-
que implica la afiliación pandilleril. Los cuerdos directos de la guerra, pero sí son
mareros son, en parte, el resultado de ese los receptores directos de un legado apolo-
entorno en el que se legitima la agresión gético hacia la violencia, el cual no ha sido
desde el hogar, pasando por la escuela, enfrentado desde la institucionalidad
hasta los referentes simbólicos de las socie- emergente de las transiciones de posguerra.
dades actuales: los medios de comunica-
ción. La mayoría de los jóvenes que se Antes bien, las precondiciones culturales
integran a pandillas crecieron en ambientes hacia la violencia, dilatadas por las gue-
domésticos y escolares en donde el maltra- rras, dejaron sociedades que rinden culto a
to y el castigo físico eran la norma para los conflictos y a sus instrumentos: las
criarlos y educarlos. La violencia, por tanto, armas. La afición de muchos ciudadanos
se vuelve normal y su ejercicio se convierte centroamericanos por las armas, en el
en el medio de relación privilegiado no solo marco de sociedades regidas por la ética
en contra de los rivales y enemigos, sino del conflicto interpersonal, encuentra su
también en contra de los mismos pares. máxima expresión en la facilidad con la
que muchos jóvenes y niños obtienen
Pero la normatividad cultural que favorece armas sofisticadas y de guerra. Una en-
un entorno violento no solo se refuerza de cuesta sobre seguridad pública cursada en
los procesos de socialización en la escuela y El Salvador en 2004 encontró que más del
en el hogar. Se reproduce también en los 38 por ciento de los salvadoreños dijeron
entornos de la vida pública, en las políticas que si pudieran, les gustaría tener un
estatales que, como los planes de cero tole- arma para su propia protección; este por-
rancia o de mano dura, recalcan la noción centaje es mayor entre el grupo de pobla-
de que la mejor manera de enfrentar los ción más joven encuestada: 42.6 por ciento
problemas es mediante el uso de la fuerza. (Cruz y Santacruz, 2005). Un resultado
muy similar obtuvo una encuesta sobre
En algunos casos, los conflictos bélicos seguridad ciudadana en Guatemala en el
internos de algunos países centroamerica- mismo año: el 35.3 por ciento de las per-
nos no hicieron sino exacerbar esa normati-
4 Aunque Honduras no tuvo conflicto armado interno,
sí se vio afectado indirectamente por las guerras de sus
3 Esa zona es la que colinda con los países de El Salva- países vecinos y por la militarización a la que fue
dor y Honduras. sometido el país durante ese período.

42
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

sonas dijeron que si tuvieran la oportuni- la violencia un comportamiento útil y


dad, adquirirían un arma de fuego, y entre ensalzado. Muchas veces, el ejercicio de la
los jóvenes, el porcentaje sube a más del violencia que caracteriza el proceso de
40 por ciento (POLSEC-PNUD, 2005). La integración y permanencia de los mucha-
inclinación de más de una tercera parte de chos en las pandillas sólo es un reflejo
la población hacia el uso de armas es parte aumentado de los valores que ellos reco-
de ese entorno cultural que favorece que gieron en su proceso de socialización.
muchos niños y jóvenes vean en el uso de

3.3. Crecimiento urbano rápido y desordenado

Una de las primeras investigaciones sobre cabo en la ciudad de El Progreso en Hon-


el fenómeno de las pandillas realizada en El duras por el Equipo de Reflexión, Investi-
Salvador mostró que las pandillas crecen y gación y Comunicación (ERIC) halló que en
se reproducen en aquellos entornos urba- los barrios que están atestados de pandillas
nos caracterizados por la aglomeración el hacinamiento de las personas dentro de
residencial; por la falta de espacios de es- los hogares es mucho mayor que en los
parcimiento para la población, especial- barrios que no tienen problemas de pandi-
mente la más joven; y por la carencia o llas. Por ejemplo, el promedio de personas
mala calidad de los servicios básicos en las que viven en los hogares de barrios con
comunidades (Smutt y Miranda, 1998). problemas de maras es de 6, mientras que
Todos estos factores se dan como resultado en los barrios que no tienen problemas de
de los procesos de crecimiento acelerado y pandillerismo el promedio de personas por
poco planificado de las ciudades grandes hogar es de 5 (Carranza, Castro y Domín-
en Centroamérica. En realidad, esta es una guez, 2004). Este mismo fenómeno fue
relación que no solo tiene que ver con Cen- encontrado por Smutt y Miranda (1998) en
troamérica, sino más bien con América su estudio sobre las pandillas en un barrio
Latina. Un estudio (Gaviria y Pagés, 1999) del Área Metropolitana de San Salvador.
sobre los patrones de victimización en Las maras crecen y se desarrollan en ba-
Latinoamérica encontró que las ciudades rrios en donde la aglomeración residencial
cuya población ha crecido de manera más expulsa a los niños y los jóvenes a la calle,
acelerada en los últimos años experimentan la cual se convierte en el espacio primario
un mayor grado de violencia como produc- de socialización en lugar del hogar mismo.
to de la desorganización y la poca planifi-
cación urbanística de las ciudades. El impacto del crecimiento descontrolado
de las ciudades se concentra también en la
La falta de organización urbanística y el calidad de los barrios y vecindarios que
continuo flujo de población que hace crecer conforman los centros urbanísticos amplia-
las ciudades de manera acelerada provocan dos. En concreto, se trata de barrios en los
problemas urbanos que contribuyen al cuales se echan de menos los espacios pú-
caldo de cultivo de las pandillas y los gru- blicos de esparcimiento y los espacios pú-
pos de jóvenes que deambulan por las blicos en buen estado. Los lugares en don-
calles y los barrios. Uno de esos problemas de se concentran las pandillas son, usual-
es el hacinamiento residencial. El estudio mente, aquellos sitios en los cuales los
sobre capital social y pandillas llevado a jóvenes no cuentan con espacios de espar-

43
José Miguel Cruz

cimiento y de diversión sana; son lugares— Pero, el impacto del descontrol urbanístico
que como ya se mencionó algunos párrafos y el deterioro de la ciudades no se limita
atrás— permanecen olvidados de atención solo al hacinamiento y a la ausencia de los
de las autoridades o, inclusive, de los mis- espacios adecuados para el desarrollo de
mos vecinos, lo cual los convierte en sitios los niños, tiene que ver también con la
deteriorados, los cuales son ocupados por dificultades que tienen las urbes para poder
los jóvenes que permanecen en las calles. proveer y garantizar servicios adecuados a
La falta de espacios de calidad que puedan la población. El estudio de Smutt y Miran-
ser utilizados por los jóvenes para su pro- da registró que las familias con jóvenes
pia diversión y tiempo libre, crea las condi- pandilleros están más expuestas que las de
ciones para que la calle y los sitios más los no pandilleros a “carecer en sus vivien-
“perversos” de ésta se conviertan en las das de servicios públicos que contribuyan a
zonas en donde se configura el comporta- generar las condiciones para mejorar la
miento grupal juvenil. calidad de vida” de las personas (1998, p.
70). El mismo estudio presenta el testimo-
De nuevo, la investigación regional sobre nio de un marero que resume muy bien ese
maras y capital social, desarrollada en proceso:
varias ciudades centroamericanas, encontró
que los barrios en donde aparecen y se “En la casa de mi mamá no me gusta, a mí me
desarrollan las pandillas son aquellos que gusta estar aquí (en la casa donde se reúne la
suelen contar con más espacios así llama- mara), pero si uno no tiene dónde tiene que
dos “perversos”, esto es, bares o cantinas, aguantar. Allí (en la casa de la mamá) no me
lugares de juego y prostíbulos. La presencia gusta porque no tengo amigos, no tengo am-
de espacios públicos positivos, como can- biente, y ahorita no hay luz allí, pero sí va a
chas de juego, casas comunales y parques, haber. El alcalde ha prometido ponerles la luz
resultó ser más importante en ciertas ciu- como regalo de navidad. Intento casi no llegar,
dades, como San Salvador y El Progreso llego de vez en cuando a cambiarme, a veces a
que en otras (Cruz, 2004). Sin embargo, una dormir…” (Williams; Smutt y Miranda, op.
encuesta sobre seguridad pública llevada a cit).
cabo en El Salvador a nivel nacional encon-
tró que la existencia de espacios públicos En El Progreso, Honduras, las familias que
descuidados y deteriorados estaba asociada viven en los barrios en donde hay pandillas
a la presencia de maras y de victimización a suelen acudir menos a los servicios de
causa de éstas (Cruz y Santacruz, 2005). Al salud privados —que son los que usual-
final de cuentas, y como dicen Smutt y mente brindan mejores servicios— y tien-
Miranda (1998), la carencia de espacios den más a automedicarse y a visitar curan-
adecuados para atender las demandas de deros que las familias que viven en los
tiempo libre de los niños y jóvenes empuja lugares en donde no hay pandillas (Ca-
a muchos de ellos a permanecer en las rranza, Castro y Domínguez, 2004). El
calles, en las esquinas, en los sitios abando- mismo estudio, en su perspectiva más
nados y deteriorados y en los lugares cer- regional, encontró que las comunidades en
canos adonde aparece la violencia (bares, donde aparecen más las maras son aquellas
por ejemplo), lo cual crea las condiciones en donde las calles de la vecindad suelen
para que los muchachos entren en contacto estar en mal estado más frecuentemente
con los pandilleros. que las calles de los barrios en donde no
hay pandillas (Cruz, 2004).

44
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

La falta y el deterioro de los servicios pú- ciones para la provisión adecuada de los
blicos a los que tienen acceso las comuni- servicios fundamentales: muchos de esos
dades empobrecidas refuerzan la percep- barrios no disponen de alumbrado adecua-
ción de abandono de la población que vive do; no tienen sistemas de alcantarillas; no
en las mismas, incrementando con ello las hay centros de salud o están descuidados;
condiciones para que muchos de los jóve- las escuelas están instaladas en inmuebles
nes se decidan a entrar y vivir junto a las sin la infraestructura adecuada; las calles y
pandillas. Esa problemática con respecto a las aceras de la colonia se encuentran dete-
los servicios públicos es también, en parte rioradas. Todo esto se da muchas veces en
producto de los procesos de urbanización contraste con otras zonas colindantes de la
acelerada y poco planificada, la cual hace ciudad, las cuales gozan de condiciones
que muchos de los barrios se edifiquen en óptimas y de servicios sociales que funcio-
lugares inhóspitos, vulnerables y sin condi- nan bien (Samayoa, 2002).

3.4. Migración

La migración constituye probablemente permitir fundamentalmente el flujo de


uno de los factores más mencionados como identidades, valores y símbolos asociados a
causa explicativa del fenómeno de las ma- la pertenencia a las pandillas. De allí que el
ras en Centroamérica (Arana, 2005; Riban- origen de las pandillas como redes trasna-
do, 2005; Zilberg, 2004), y de hecho ha cionales no es solo el producto de la impor-
jugado un papel fundamental en la expan- tación directa de pandilleros, sino el pro-
sión y desarrollo de la problemática de las ducto de la conexión de dos fenómenos que
maras centroamericanas. Sin embargo, es se originaron separadamente y que a prin-
preciso señalar que éste no es necesaria- cipios de los años noventa entraron en
mente el factor más explicativo del comple- contacto como producto de la migración y
jo fenómeno de las pandillas en la región, la deportación de centroamericanos.
dado que no se trata de que las pandillas
crecieran en Centroamérica simplemente ¿Cómo ocurrió ese proceso? A principios
por el aumento numérico de jóvenes depor- de la década de los años ochenta, Centroa-
tados y retornados. mérica era una región con varias guerras
civiles y conflictos militares. La inestabili-
Las pandillas centroamericanas no surgen dad política provocó que muchos centroa-
porque sean una importación simple de mericanos, especialmente salvadoreños,
jóvenes del Este de Los Ángeles, como emigraran primero como refugiados políti-
muchas veces sugieren los reportajes de cos hacia los Estados Unidos y luego como
prensa. Las maras son más bien el producto refugiados económicos (ver Montes, 1987).
de la importación del modelo cultural de Dichos ciudadanos viajaron o formaron sus
ser pandilla: con él se han difundido mane- propias familias en el país del norte con sus
ras de vestir, de comunicarse y de compor- compatriotas; esto dio lugar a que cientos
tarse, las cuales han sido adoptadas por los de jóvenes salvadoreños inmigrantes cre-
jóvenes centroamericanos en busca de cieran en las calles de las ciudades esta-
identidad. En otras palabras, la migración dounidenses, especialmente Los Ángeles.
contribuyó significativamente a la reconfi- Allí se toparon con otros jóvenes de origen
guración del fenómeno de las maras al

45
José Miguel Cruz

latinoamericano, en su mayoría mexicanos, Salvador y otros países de Centroamérica


que ya controlaban las calles. en calidad de deportados o de retornados
voluntarios se caracterizaban por ser mu-
Viviendo bajo condiciones de marginación chachos que habían crecido en una cultura
cultural y económica, muchos jóvenes mi- completamente distinta, que apenas habla-
grantes encontraron en las pandillas la ban inglés y que, en varios casos, contaban
alternativa de un grupo de referencia que con débiles vínculos familiares en el país de
proveía identidad, respeto y apoyo (Vigil, retorno o, en el peor de los casos, no tenían
2001). En un primer momento, esa integra- grupo de referencia alguno porque su fami-
ción a las pandillas se da sobre los grupos lia y sus amigos quedaron en los Estados
ya previamente formados por jóvenes de Unidos. Esto generó que muchos de los
origen mexicano o chicano, dentro de esos primeros contactos y los más importantes,
grupos, la pandilla 18th Street es una de las con las sociedades centroamericanas se
más numerosas, pero luego y como pro- dieran a través de las pandillas existentes.
ducto del crecimiento de la población cen- Estos contactos facilitaron, en primer lugar,
troamericana, los jóvenes comienzan a la transmisión de los simbolismos del ser
formar pandillas con identidades propias y pandillero: su forma de vestir, el uso de
en ese contexto nace la llamada Mara Salva- tatuajes, las formas de comunicación; pero
trucha, conformada fundamentalmente por en segundo lugar y de manera más impor-
jóvenes migrantes salvadoreños, a los cua- tante, transmitieron e importaron identida-
les posteriormente se van uniendo jóvenes des pandilleriles, esto es, transmitieron
provenientes de otros países de Centroa- pertenencias a pandillas.
mérica.
Las primeras expresiones de ese proceso se
Mientras tanto, en Centroamérica, condi- pueden encontrar en la expresión usada en
ciones parecidas generaron la aparición de Guatemala para denominar a las maras que
pandillas o maras (Cruz, 2005), que inme- adquirían los nombres de las pandillas de
diatamente se caracterizaron por el ejercicio Los Ángeles: “las maras-clones”, denomi-
un poco más intenso de la violencia que las nadas así “por ser copias de grupos simila-
pandillas comunes, dado su anclaje a so- res extranjeros, producto del impacto de
ciedades que ya eran de suyo culturalmen- culturas foráneas, principalmente la esta-
te violentas (Levenson, 1989). Ese fenóme- dounidense” (Merino, 2001, p. 176). Para
no, sin embargo, se caracterizaba por la principios de los años noventa, en El Sal-
presencia de un gran número de distintas vador ya se podía encontrar a la Mara Sal-
pandillas que controlaban barrios y calles vatrucha y la Pandilla de la Calle 18, entre
específicas y delimitadas dentro de la ciu- los nombres de la diversidad de pandillas
dad. existentes en San Salvador. Sin embargo,
esta situación duró muy poco. Influencia-
Hacia principios de los años noventa se dio dos por el creciente flujo de retornados y el
inicio a los procesos de retorno de los mi- aura de admiración que envolvía a los
grantes y a las políticas de deportación jóvenes que retornaban de las ciudades
masiva del gobierno estadounidense. Di- estadounidenses, la mayoría de las pandi-
chos procesos generaron flujos de jóvenes llas que existían en El Salvador comenza-
que traían consigo su experiencia pandille- ron a adoptar los modos y la estética de los
ril y, sobre todo, una especie de “estética” pandilleros retornados —deportados o no.
de ser pandillero (Papachristos, 2005). La En el lapso de un quinquenio, las identida-
mayoría de los jóvenes que regresaban a El des pandilleriles provenientes de los Esta-

46
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

dos Unidos se impusieron sobre el resto de Para 1996 y según una encuesta cursada
pandillas, no bajo un proceso de violencia o con los pandilleros activos en el Área Me-
disputas de territorio, sino más bien bajo tropolitana de San Salvador (AMSS), el 85
procesos paulatinos de adopción de las por ciento de los jóvenes enrolados en
identidades. pandillas pertenecían a la Mara Salvatrucha
o a la Pandilla 18; solamente el 15 por cien-
Los pandilleros, ya activos y conformados to de los pandilleros permanecían en otras
en sus propios grupos, comenzaron prime- pandillas (Cruz y Portillo, 1998). Sin em-
ro a imitar los estilos de los retornados y bargo, en términos cuantitativos, el peso de
terminaron luego cambiando el nombre de los pandilleros repatriados de los Estados
sus propios grupos a alguno de las pandi- Unidos era más bien bajo. La misma en-
llas más representativas del modelo nor- cuesta reveló que el 17 por ciento de los
teamericano: Mara Salvatrucha (MS) o pandilleros activos en el AMSS había esta-
Pandilla de la Calle 18 (La 18). En ese pro- do en los Estados Unidos y que solo el 11
ceso, se formó una constelación de peque- por ciento se había integrado a las pandillas
ños grupos pandilleriles que compartían un en ese país. La gran mayoría de los inte-
mismo nombre y que poco a poco fueron grantes de las maras se habían integrado en
adoptando un sistema de conductas, nor- diversas ciudades salvadoreñas.
mas y valores que les hacía parte de la
misma organización. En tal sentido, las Este proceso se repitió con más o menos
antiguas pandillas territoriales se convirtie- similitud en los países de Guatemala y
ron en clikas, las cuales formaban una fede- Honduras, los cuales se vieron impactados
ración de pandillas que se reconocían bajo también por sus propios procesos de mi-
un mismo “barrio”: ser 18 o ser MS. gración con relación a los Estados Unidos,
pero también por la migración al interior
Los jóvenes retornados y responsables de del triángulo norte de la región centroame-
importar el modelo cultural pandilleril de ricana. Al igual que en El Salvador, para
los Estados Unidos jugaron un papel im- finales de la década de los noventa, tanto
portante no solo en el proceso de transposi- Guatemala como Honduras habían transi-
ción de identidades juveniles, sino también tado hacia el modelo de las dos grandes
en el proceso de configurar esas federacio- federaciones pandilleriles. Al final de cuen-
nes en redes locales. Eran ellos los que tas, dos fenómenos que nacieron con relati-
establecían los contactos entre los diversos va independencia y con sus propias diná-
grupos que se sumaban a la pandilla, los micas de causalidad, terminaron conectán-
que permitían los flujos de información, dose y formando parte de un solo fenóme-
identidad, normas y valores desde el exte- no en buena medida a partir de la influen-
rior, pero también entre las mismas clikas cia de la migración poblacional.
locales.

3.5. Desorganización comunitaria o escaso capital social


positivo

Las pandillas surgen en aquellos ambientes donde la falta de confianza entre las perso-
marcados por la desorganización comuni- nas, los vecinos y los integrantes de la co-
taria, esto es, en contextos comunitarios en munidad impide el desarrollo de procesos

47
José Miguel Cruz

de participación social que potencian la abandono social y económico de amplios


resolución de los problemas colectivos y el sectores de población; es el resultado de la
logro de metas comunes. pauperización de las condiciones sociales,
del desorden en la planificación urbana y
Un estudio sobre capital social y pandillas del abandono del Estado. Pero no todas las
realizado por diversos centros de investiga- comunidades abandonadas y deprivadas
ción en Centroamérica encontró que las socio económicamente se vuelven en semi-
maras centroamericanas han florecido en lleros de mareros. Los pandilleros aparecen
barrios “desarticulados, desorganizados, y crecen en las comunidades en donde esos
abandonados y empobrecidos… (En) luga- problemas de desorganización social son
res en donde la confianza en el vecino ha agudizados por la falta de mecanismos
sido destruida por la incapacidad de resol- sociales de participación ciudadana y de
ver la infinidad de conflictos que genera la integración interna: de allí la importancia
lucha y la competencia por la supervivencia de la confianza mutua y de los procesos de
personal” (Cruz, 2004, p. 322). Dicho estu- organización ciudadana. Son éstos los que
dio encontró más concretamente que los al final pueden hacer una diferencia frente
barrios centroamericanos en donde existen a las dinámicas de exclusión social y aban-
maras o pandillas son precisamente aque- dono al que han sido sometidos amplios
llos en donde sus pobladores muestran los sectores de las ciudades centroamericanas
más bajos niveles de confianza interperso- en tiempos de liberalización económica.
nal entre los miembros de la comunidad;
son aquellos en donde la participación en Eso es, además, lo que explica que no todas
organizaciones es alta pero se encuentra las ciudades centroamericanas —aún al
particularmente orientada a tareas de segu- interior de los mismos países que enfrentan
ridad y no tanto a tareas de desarrollo el problema de las pandillas— tengan la
comunitario; son lugares en donde son misma magnitud del problema. En Guate-
comunes los espacios de congregación mala, el problema de las pandillas parece
alrededor de cantinas, bares, prostíbulos o más grave en aquellas comunidades no
casas de juego y son lugares en los que al indígenas, en donde el sentido de identi-
mismo tiempo escasean los espacios públi- dad, pertenencia y participación es menor,
cos de encuentro con fines positivos, como y en donde las comunidades están, en con-
las casas comunales, los parques y las can- secuencia, más desarticuladas y desorgani-
chas en buen estado. En otras palabras, los zadas.
lugares en donde aparecen y crecen las
pandillas son aquellos en donde hay más Eso es lo que explica también que, por
oportunidades de que la gente—y particu- ejemplo, Nicaragua, con su prolongada
larmente los jóvenes—se reúna para delin- historia de pobreza, desigualdad económi-
quir y no necesariamente para contribuir a ca y marginación social no haya desarrolla-
resolver los problemas de la comunidad. do unas pandillas juveniles tan violentas ni
tan extendidas en sus ciudades. Precisa-
Por su parte, la desorganización comunita- mente, uno de los aspectos que diferencia a
ria no aparece de la nada. No es que de la Nicaragua con respecto al resto de países
noche a la mañana la falta de confianza de del norte de la región centroamericana es
los miembros de la comunidad cree la se- su particular historia social y política re-
milla para la pandillerización de los jóve- ciente. El paso del sandinismo en la década
nes. La desorganización comunitaria es el de los ochenta dejó profundas huellas en
resultado de un proceso sistemático de los modos de organización ciudadana y en

48
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

la relación de ellos con las autoridades, sos de desorganización y desarticulación


particularmente con las de seguridad pú- social de las comunidades, lo cual no hace
blica. A diferencia del resto de países de la sino profundizar la espiral que acelera el
región, en Nicaragua durante muchos años crecimiento de las pandillas y de su violen-
se fomentó la organización vecinal de las cia juvenil. Un estudio sobre capital social
comunidades para tareas de seguridad y realizado en comunidades guatemaltecas
desarrollo, y esas prácticas parecen haber afectadas por la violencia y las maras en-
sobrevivido al sandinismo y haberse sedi- contró que la violencia de las maras contri-
mentado entre amplios grupos de pobla- buía también a la desorganización comuni-
ción. Así, la participación ciudadana habría taria, a la desconfianza interpersonal y al
servido como contención a los procesos de miedo de los habitantes, truncaba el desa-
marginación y exclusión social de los cuales rrollo de organizaciones sociales producti-
se alimentan las maras en los países veci- vas y multiplicaba la existencia de las orga-
nos. nizaciones “perversas” que fomentaban la
violencia y la inseguridad (Moser y McIl-
Pero lo cierto es que la violencia misma waine, 2004).
juega un papel fundamental en los proce-

3.6. Presencia de drogas

A nivel comunitario, no solo la desorgani- Las drogas juegan un papel importante en


zación social juega un papel explicativo de la dinámica de afiliación de los jóvenes a
la integración de los jóvenes a las pandillas las pandillas, sobre todo en aquellos luga-
y de la proliferación de éstas, también es res marcados por el abandono y la margi-
importante la existencia de economías nación. El consumo de drogas facilita la
criminales, especialmente la presencia de vinculación de los jóvenes a las pandillas
drogas al interior de una comunidad. Se- no solo porque su consumo constituye una
gún Moser y Winton (2002), la ubicación de forma de recreación y placer para algunos
Centroamérica entre el norte consumidor jóvenes que están en la búsqueda de expe-
de drogas y el sur productor de las mismas riencias nuevas sino que además porque la
convierte a la región en una de las zonas relación con las drogas genera un encade-
más expuestas al tráfico de drogas. El pro- namiento con las diversas dinámicas de
blema del tráfico, comercialización y con- violencia que prevalecen al interior de la
sumo de drogas ha crecido en la región en pandilla. El siguiente testimonio de un
los últimos años, lo cual ha inundado las pandillero salvadoreño de 17 años del
calles de la oferta de drogas y ha provoca- Barrio 18 ejemplifica muy bien ese proceso:
do que las mismas hayan disminuido su
valor haciendo las sustancias más accesi- “Primero yo llegaba. O sea, había una esquina
bles a la población, especialmente la más en donde se mantenían los pandilleros del barrio
joven. Un estudio de la Fundación Anti- que yo soy. Ahí tenían droga: ‘yo quiero fumar’,
drogas de El Salvador (FUNDASALVA, ‘estás bien chiquito’, ‘dejá de andar haciendo
2004) encontró que el grupo más vulnerable esto’. Un loco que está preso me decía: ‘no hom-
al consumo de sustancias psicoactivas es el bre, vos no deberías estar aquí, por vos me van a
de los menores de edad y jóvenes. llevar preso’. Yo tenía como doce, once años
quizás. Me daban mi purito o si no, yo lo com-

49
José Miguel Cruz

praba y no les decía nada a ellos y me iba. Y de drogas no solo generan más violencia como
ahí (me dijeron): ‘Vimos que vos mucho andás producto de la intoxicación de ciertas subs-
loquiando, ¿querés ser del barrio?’ Porque tancias, sino también porque la dependen-
vieron que yo empecé a vestirme todo flojo. cia física y psicológica que las adicciones
‘¿Qué ondas, qué alucín?, pues no hombre, la que algunas de las drogas generan, obliga a
vida del pandillero es bien firme’, me decían. los jóvenes y pandilleros a reclamar más
Entonces, así poco a poco me fui quedando y ya recursos para mantener las adicciones. Esos
no llegaba solo a fumar, sino que me estaba una recursos son obtenidos de las actividades
mañana, viendo lo que ellos hacían. ‘Voy a salir delincuenciales y de la integración a las
a conseguir’ decían algunos y se iban y al rato actividades criminales.
venían con dinero.” (COAV, Entrevista No.
4). De las actividades criminales se pasa fácil-
mente al tercer nivel o tipo de vinculación
Del Olmo (1997) cita tres formas en las que entre drogas y violencia. En el caso de los
esa relación con la violencia se cristaliza, lo pandilleros, la droga genera economías
cual es perfectamente aplicable a las pandi- criminales en donde la única forma de
llas. En primer lugar, el consumo e intoxi- poner orden y controlar las transacciones,
cación con drogas (con algunas) genera el mercado y la comercialización de las
estados de conciencia en donde es más fácil sustancias es mediante el uso de la violen-
que los jóvenes pierdan el control y se cia. En este caso se trata ya de la participa-
vuelvan violentos. De acuerdo al estudio ción de los pandilleros en las redes de nar-
sobre maras realizado por ACJ y Save the cotráfico y crimen organizado, la cual pue-
Children UK en Honduras, casi el 85 por de ir desde la colaboración en la distribu-
ciento de los pandilleros que operan en San ción de drogas al menudeo en las calles,
Pedro Sula y Tegucigalpa han consumido hasta el control de territorios de trasiego y
drogas. El estudio de Santacruz y Concha- comercialización. La manera en cómo se
Eastman en 2001 registró un aumento en el mantiene el pandillero en ese “negocio”
consumo de drogas más pesadas, como el usualmente depende de su habilidad para
crack o la “piedra” y la cocaína con respec- cumplir con las normas informales y de su
to a otro estudio similar en 1996 (Cruz y capacidad de lidiar con la violencia.
Portillo, 1998) y que eso estaba relacionado
con su nivel de violencia criminal. Más aún, Al final de cuentas, la presencia de drogas
el estudio de 2001 encontró que uno de los y la relación de los jóvenes con ésta, se
predictores de los jóvenes para ser víctimas convierte en un factor que no puede ser
de la violencia en manos de otros pandille- soslayado en la dinámica de las pandillas.
ros era el consumo de drogas. Esto muestra Las drogas allanan el camino de muchos
que el consumo de cierto tipo de drogas no jóvenes a la integración a las maras, pero
solo convierte a los jóvenes en victimarios también fortalecen el vínculo de ellos con
sino también en víctimas y los introduce a las dinámicas de la violencia, al integrarlos
un círculo de violencia. Ese círculo de vio- a complejos procesos de adicción y redes de
lencia se amplifica en el segundo tipo de comercio criminal.
relación entre las drogas y la violencia. Las

50
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

3.7. Familias problemáticas

Si hay un factor que puede considerarse otros pandilleros provienen de familias en


como una de las causas más importantes y las que se encuentran ambos padres.
decisivas para que un niño que está a punto
de convertirse en adolescente y en adulto se El estudio de mediados de los noventa
convierta en pandillero, se vuelva extrema- realizado por el IUDOP encontró que un
damente violento y termine siendo un poco más del 28.3 por ciento de los pandi-
criminal de carrera; es la familia, pues for- lleros vivían con alguno de sus padres (la
ma parte de un nivel de interacción causal mayoría fundamentalmente la madre),
que se ubica más en la esfera de lo relacio- mientras que el 24.3 por ciento dijo vivir
nal y lo privado del joven que en la órbita con ambos padres, el resto de pandilleros
de lo social o lo comunitario. La familia, entrevistados dijo que vivía con amigos
con toda su complejidad, con su impacto en (22.4 por ciento), con otros familiares (14.2
la personalidad del joven, con sus pautas por ciento) o con otras personas (10.8 por
de relación interpersonal, determinan en ciento) (Cruz y Portillo, 1997). Aunque
buena medida, las probabilidades de que ciertamente la mayoría de los pandilleros
un muchacho se convierta o no en pandille- no viven con ambos padres, el porcentaje
ro; determinan qué tanto un joven que vive de integrantes que viven con sus dos pa-
inmerso en un ambiente rodeado de mar- dres no es despreciable y supera a aquellos
ginalidad y caos resistirá las tentaciones de que viven en compañía de otros familiares.
la calle o sucumbirá ante ella. Los resultados de la encuesta hondureña
conducida por ACJ y Save the Children UK
El impacto de las familias sobre los jóvenes (2002) parecen mostrar la misma tendencia:
que se integran a las pandillas es diverso y según estos, el 62 por ciento de los pandi-
complejo. Como en muchos otros factores, lleros entrevistados en Honduras vivían
la manera en que la familia pone las condi- con sus padres al momento de la encuesta,
ciones para que un muchacho se sume a las mientras que el 38 por ciento dijo que no
pandillas no proviene de un solo suceso o vivía con sus padres.5
de un tipo de relación familiar, sino más
bien de la compleja forma en cómo se han Por ello, más que hablar de familias desin-
construido las relaciones familiares en el tegradas, es más preciso hablar de familias
seno del hogar. De allí que, a diferencia de disfuncionales, en donde las relaciones
lo que se suele decir frecuentemente en los entre sus miembros no funcionan de mane-
medios y por algunos académicos, es muy ra adecuada y formativa para sus integran-
difícil atribuir el problema del crecimiento tes más jóvenes. Es cierto que una madre
de las pandillas a la desintegración familiar soltera, que ha sido abandonada por su
o a la existencia de familias monoparenta- marido o que simplemente decidió criar a
les. Es cierto que muchos pandilleros pro- sus hijos sola, suele enfrentar más dificul-
vienen de familias desintegradas, monopa- tades para controlar sola a sus hijos adoles-
rentales o están a cargo de abuelos, tíos o
tutores sin lazos directos de consanguini-
dad; pero no es menos cierto que muchos 5 La limitación del estudio de Honduras es que no se
especifica si viven con ambos padres o solo con uno de
ellos.

51
José Miguel Cruz

centes; es cierto que una madre o un padre un aspecto de la vida cotidiana. Y éste
solteros suelen tener más dificultades para constituye uno de los factores que atravie-
dividir su tiempo y dedicarle la atención san a la mayoría de casos de jóvenes que se
adecuada a sus hijos. Pero no es menos integran a las pandillas. El uso de la violen-
cierto que no todas las madres solteras cia para educar, instruir, corregir o sim-
crían hijos que terminan en las redes pandi- plemente para relacionarse al interior de la
lleriles, en buena parte porque supieron familia constituye uno de los aspectos que,
cómo establecer los vínculos más construc- al fin de cuentas, operan con más fuerza a
tivos y estimulantes para el desarrollo de la hora en que los jóvenes deciden integrar-
sus hijos. se a las pandillas. La victimización constan-
te en manos de los propios progenitores y
Hablar de familias problemáticas que gene- responsables prepara a los niños y a los
ran pandilleros significa familias en las jóvenes para vivir en un entorno de violen-
cuales los padres, tutores o encargados cia normalizada, el cual se repite y se per-
simplemente no se ocupan adecuadamente petúa con la incorporación de los mucha-
de las necesidades de sus hijos o de sus chos a las maras. Para muchos pandilleros,
familiares de menor edad, ya sea porque no la violencia que se vive en las calles en el
les importan o bien porque deben trabajar marco de las guerras urbanas de las pandi-
tanto que apenas si logran prestarle aten- llas no es particularmente diferente a la
ción a sus hijos. Significa también familias violencia que vivían cotidianamente en el
en las cuales los padres, tutores o encarga- seno de sus propios hogares y a manos de
dos construyen relaciones basadas en la sus propios padres; la única diferencia es
agresión, el irrespeto y la violencia hacia los que en la calle existe la posibilidad de de-
miembros de la familia; significa familias volver esa violencia sufrida, mientras que
en las que lo único que reciben y perciben en los hogares no. El testimonio de un
los miembros más jóvenes son conflictos pandillero lo retrata de la siguiente forma:
que solo son resueltos violentamente. En el
primer caso, se trata de familias negligen- “Mi papá me echaba; me decía que me fuera (de
tes, que abandonan a sus hijos a la calle — la casa), que yo no era su hijo…Porque sí, por-
lo cual no necesariamente significa que se que había problemas… Como una vez yo iba a
vuelven niños de la calle—, que son inca- matar a un padrastro mío y ya no me llevé bien
paces de responder a las preguntas básicas con mi mamá…” (COAV, Entrevista No. 3).
de ¿qué hacen sus hijos?, ¿dónde están sus
hijos? y ¿con quién están sus hijos? (Cruz, El estudio de Santacruz y Concha-Eastman
1998). Uno de los pandilleros entrevistados (2001) aportó un gran número de eviden-
en los proyectos de investigación del IU- cias al respecto de los niveles de violencia
DOP lo ponía de la siguiente forma: que sufren en el hogar los jóvenes que se
convierten en pandilleros. En primer lugar,
“(Yo me metí a la pandilla) más que todo creo dicho estudio encontró que del total de
que por la falta de comunicación, creo yo, con pandilleros entrevistados en 2001, solamen-
mi familia. Porque, pues sí, lo que no tenía con te el 16.3 por ciento dijo que nunca había
ellos lo encontré con la pandilla. Me imagino sido castigado físicamente en su propio
que por eso” (COAV, Entrevista No. 5). hogar. Más aún, el mismo estudio halló que
la mitad de los pandilleros reportaron
Por otro lado, se trata de familias en donde haber sido testigos directos de actos violen-
el ejercicio de la violencia en contra de sus tos cometidos en perjuicio de un tercer
miembros más jóvenes o entre los padres es miembro del hogar (la madre, hermanos,

52
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

etc.) en manos del padre o de otra figura de violencia al interior de ésta (Thornberry,
autoridad. Pero quizás uno de los hallazgos 2001; Herrenkohl y otros, 2000).
más importantes de esa investigación es el
que mostró que, en el caso de los hombres, A través de la negligencia, el abandono y el
uno de los predictores más claros del ejerci- maltrato en el seno del hogar, las familias
cio de violencia criminal ejercida por mare- contribuyen a crear las condiciones para
ros es el haber sufrido repetidamente de que los jóvenes busquen en la calle el respe-
abuso y maltrato dentro del hogar; mien- to, el cariño y la protección que debería
tras que en el caso de las mujeres pandille- brindar la familia y que terminan ofrecien-
ras es el de contar con un miembro de la do alternativamente las pandillas. Las fami-
familia con un historial delincuencial. En la lias problemáticas, los padres negligentes y
misma línea, el estudio de Moser y McIl- abusadores, no solo crean jóvenes acos-
waine (2004) en Guatemala encontró que tumbrados a vivir en entornos de violencia
los problemas de maltrato familiar figura- y de conflicto, sino también crean personas
ron como las razones más frecuentes por que buscan desesperadamente respeto,
las cuales los jóvenes se unían a las pandi- afecto y protección que no han recibido
llas. nunca de las personas supuestamente en-
cargadas para hacerlo. Esos vacíos son
De hecho, todos estos hallazgos no hacen llenados por las pandillas y son llenados a
sino confirmar el amplio historial que la un costo muy alto en las vidas de los mis-
literatura sobre violencia y criminalidad mos jóvenes, los cuales están dispuestos a
juvenil en otras latitudes otorga a la varia- morir—y a matar—con tal de recuperar ese
ble de familia, particularmente al uso de la cariño y respeto.

3.8. Amigos y compañeros pandilleros

La integración de los jóvenes a las pandi- criminalidad organizada tiene más proba-
llas, sin embargo, no surge de la nada. No bilidades de terminar integrado a una de
es que los jóvenes provenientes de familias esas pandillas que un joven que vive en un
problemáticas salen a la calle y deciden barrio igualmente marginal y deprivado
formar su propia clika o pandilla sobre la pero en el que no existen grupos pandilleri-
base de un conocimiento previo del pandi- les.
llerismo. No, no es así como funciona. Se
trata más bien de procesos según los cuales, Así, las relaciones que suelen tener un
la lenta expulsión del hogar problemático impacto muy grande en la decisión de los
va siendo completada por una también niños y adolescentes para integrar la pandi-
lenta integración al grupo de amigos ya lla son precisamente las que establecen con
existente en la calle o en la escuela. En la otros jóvenes con historial de pertenencia a
medida en que ese grupo de amigos esté las pandillas o de vida criminal. Son estos
integrado por pandilleros o se trate de una los que se convierten en los modelos o en
clika pandilleril, en esa medida hay más los inductores de los procesos de afiliación
probabilidades de que el joven termine a las pandillas en una etapa de la vida en la
siendo parte de la pandilla también. De cual el joven está en la búsqueda de identi-
hecho, un adolescente que vive en un ba- dad (Smutt y Miranda, 1998). Son estos
rrio plagado de pandillas y de grupos de pares los que ofrecen una serie de recursos

53
José Miguel Cruz

que no suelen estar al alcance de los jóve- “O sea que él llegaba a la escuela porque él
nes en su vida dentro del hogar: solidari- estudiaba en la noche y yo estudiaba en la ma-
dad, respeto, pero también acceso a recur- ñana. Entonces él llegaba ahí y solo pasaba, y
sos y dinero (Santacruz y Concha-Eastman, después fue que nos hablamos y todo y nos
2001). Como dicen Smutt y Miranda, son fuimos conociendo y de ahí platicábamos y
estos amigos y la posibilidad de integrar las después me presentaba a los amigos de él y todo.
pandillas lo que “resguarda a los jóvenes Después los bichos me hablaban a mí y así los
de las agresiones a las que se enfrentan, fui conociendo hasta que después me fui cayen-
producto de la crisis social, económica, do más y más en la pandilla hasta que me que-
cultural y educativa” (1998, p. 120). Muchos dé” (COAV, Entrevista No. 12).
adolescentes simplemente se integran a las
maras porque todos sus amigos y pares que Al atractivo que implica sumarse a un
cuentan con las mismas edades están de grupo de amigos que ofrecen respeto y
hecho en las pandillas y ni la comunidad ni solidaridad se suma también el hecho de
la escuela ofrecen otras alternativas de que la pandilla es el único grupo capaz de
asociación más constructiva. ofrecer protección y seguridad en un en-
torno marcado por la hostilidad de la calle.
Los siguientes testimonios ejemplifican
esos procesos: Ese proceso de integración a las pandillas,
facilitado por los vínculos que se establecen
“Como de doce años fue que conocí a unos con los pares y los modelos pandilleros, es
cheros que ya estaban en eso (de las pandillas) complementado por las dinámicas de vio-
también. Y empecé a ir a las colonias en donde lencia. Ésta es la que termina anclando
ellos vivían, sentí que, no sé, me sentía mejor definitivamente a los niños y adolescentes a
allí, pues, que en mi casa prácticamente” (CO- un mundo de actividades criminales y de
AV, Entrevista No. 5). muerte.

3.9. Dinámica de la violencia

Cuando se habla de las pandillas se suele Como bien apuntó Martín-Baró hace varios
hablar mucho de la violencia y del crimen años (1982/1992), la violencia tiene una
que las mismas generan, pero pocas veces dinámica propia, la cual asegura su propia
se discute el peso que tiene la misma vio- perpetuidad de manera autónoma. El fa-
lencia en la configuración de los procesos moso dicho de que “la violencia genera
de afiliación, integración e identificación de más violencia” tiene que ver con el hecho
los jóvenes en las mismas pandillas. La de que una vez se activan los mecanismos
violencia juega un papel fundamental no de la violencia, la reproducción de la mis-
solo como vehículo de interacción de los ma se vuelve autónoma y difícil de contro-
jóvenes integrados en las maras, también lar. En el caso de las pandillas, cuya activi-
juega un papel particular en los procesos dad fundamental gira alrededor del uso de
de vinculación a las mismas. La violencia es la violencia, este carácter auto reproductor
la que sella y blinda de forma definitiva la de la misma se expresa con más nitidez. La
pertenencia de niños y adolescentes, que afiliación de los jóvenes a las pandillas está
apenas comienzan a conocer la vida, al ineludiblemente marcada por el uso de la
mundo de criminalidad y de muerte en el violencia y una vez esto ocurre en la prácti-
que más tarde se convierten las maras. ca, el anclaje del joven con la pandilla se

54
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

vuelve perenne. Esto significa que una vez cosa seria, yo me ahuevaba y no salía ya, y
el joven ha agredido a un rival o ha sido estuve como tres meses de no vacilar. Después
victimizado por un rival dentro de la gue- me leyeron la cartilla [me recordaron las nor-
rra universal urbana de las pandillas, ya es mas] y me para un bato loco: ‘¿qué se me va a
muy difícil detener el ciclo de venganzas y correr?, que para qué se metió a la grande, ‘pues
desagravios que se activan con el uso de la socá la verga’ dijo. Vaya, todo, de ahí corrí el
violencia. Esto cruza la totalidad de las pedo [entendí las normas] y hemos matado
experiencias personales de los jóvenes que bastante, bastante chaval y todo eso…” (CO-
se integran a las pandillas. AV, Entrevista No. 2).

“Al principio no me dejaban hacer cosas. Yo era A esa dinámica de violencia contribuye la
el niño y me cuidaban. De ahí me mataron a un particular configuración de la guerra de las
loco que nos llevaba palabra [que nos mandaba]. pandillas que ha tomado lugar en los países
Ahí fue donde mi mente desarrolló más, de ahí del norte de Centroamérica. En estos países,
sí me cuadró más. Me hice más piratón [malo], a diferencia de otros en los cuales también
comencé a andar jodiendo más con todos” existen pandillas, éstas han desarrollado una
(COAV, Entrevista No. 6). guerra en función de identidades y no solo
en función de territorios. Esto ha sido posibi-
“Yo quiero seguir en eso (en las pandillas) porque litado porque tanto en El Salvador, como en
no me voy a quedar picado con lo que hicieron Guatemala y en Honduras, se han creado
con mi homeboy [compañero], porque se tienen dos grandes federaciones de pandillas (la
que ir más calaveras [tengo que matar más]… Si MS y la 18), cuya guerra total toma lugar en
la muerte me sorprende, bienvenida sea les digo cualquier sitio y en cualquier momento
yo a los homeboys. En mi barrio muero les digo, independientemente de las condiciones
¿cuál es la casaca? Yo me he metido en una específicas del entorno. En otras palabras, la
vaina, en la 18, para responderle también: o me violencia entre las pandillas ya no solo de-
matan o mato” (COAV, Entrevista No. 2). pende de la defensa de territorios, sino que
sobre todo depende de la defensa de identi-
Muchos jóvenes que se integran a las pan- dades, esto hace que la guerra se vuelva
dillas, lo hacen llenos de dudas e incerti- universal y la violencia ubicua: ya no impor-
dumbre. Para aquellos a quienes el brutal ta si dos pandilleros se cruzan en otro país o
rito de iniciación6 a las pandillas no logra en la cárcel, su propia identidad les obliga a
convencerlos de su nueva identidad adqui- enfrentarse. Esto no hace sino amplificar las
rida, la posterior participación en las mi- posibilidades y el ejercicio de la violencia.
siones iniciáticas, consistentes en la inter-
vención en un acto criminal, suele despejar
esas dudas y lanzar al joven a una vorágine
de violencia en la que se reafirma su afilia-
ción e identidad pandilleril.

“De 9 años andaba vacilando, pero a los 10 me


decidí brincar y me brinqué. Pero después vi la

6 El rito de iniciación más común en las pandillas, sea la


MS o la 18, es el que consiste en soportar una paliza por
un tiempo determinado de parte de quienes serán sus
compañeros de pandilla.

55
José Miguel Cruz

3.10. Dificultades con la conformación de identidad

Finalmente, a nivel individual existe un tanto en el hogar como en la comunidad y


aspecto que juega un papel clave para en la sociedad. Para niños y jóvenes que
comprender por qué algunos jóvenes deci- han vivido en condiciones de exclusión, en
den integrarse a grupos en donde prevalece hogares en donde los padres difícilmente
el riesgo y la violencia, como lo son las han podido cumplir con su tarea de ser
pandillas. Este aspecto se refiere a las difi- buenos padres, en comunidades en donde
cultades por las que pasan los adolescentes se privilegian los valores y normas que
en los procesos de conformación de identi- legitiman la violencia, y en una sociedad
dad. Si hay algo que explica que personas que propone modelos de comportamiento
que aun son niños se decidan por las pan- frecuentemente ambiguos con respecto a la
dillas, aun con amenaza a su propia inte- convivencia y el respeto a los demás, las
gridad, es que las pandillas constituyen el pandillas callejeras se vuelven el referente
más cercano —o el único— grupo que más claro y menos confuso para la cons-
tienen los jóvenes de referencia. En un trucción de su propia conciencia como
momento en la vida en que los adolescentes persona. Eso explica ese compromiso con
se encuentran buscando respuestas a las las pandillas, el cual puede ser llevado
preguntas sobre su propia identidad y su hasta las últimas consecuencias. Así, es
personalidad, las maras se plantean como imposible comprender el fenómeno de las
la única respuesta plausible y éstas no solo pandillas sin tomar en cuenta esa caracte-
ofrecen violencia y riesgo, sino sobre todo rística etapa transicional en la que se en-
para los jóvenes marginados ofrecen la cuentran los jóvenes que deciden integrar-
posibilidad de satisfacer las carencias afec- las.
tivas y materiales.
“Yo me juntaba con ellos…de ahí comencé a
“Lo que a mí me gustaba, pues que me gustó andar con ellos. Me sentía muy bien con ellos,
verlos que todos eran unidos, que si alguien me siento muy bien con ellos. Ellos me dan todo
tenía algo y le decía ‘prestame tal cosa’, sí decí- lo que yo quiero…” (COAV, Entrevista No.
an. Todos se prestaban sus cosas y bien así pues. 3).
O sea que eso fue lo que me gustó…porque se
tratan como hermanos y no se andan peleando Las maras proveen identidad, ayudan a
entre ellos mismos y que todos tienen que estar responder a la difícil pregunta de “¿quién
unidos” (COAV, Entrevista No. 12). soy?”. Pero además, las maras proveen
autonomía, ayudan a fomentar un sentido
Como lo afirman de nuevo Smutt y Miran- de independencia y de supervivencia en un
da: “el grupo de amigos de la esquina7 se cons- contexto en el cual la autonomía es limitada
tituye para los niños, niñas y adolescentes por la escasez de oportunidades y de recur-
en la opción de recreación más atractiva y sos. Esa autonomía es lograda mediante el
muchas veces también constituyen la única ejercicio de las actividades criminales, pero
alternativa de socialización a su alcance” eso se convierte paradójicamente en el
(1998, p. 125). Esto se combina con una mismo configurador de la identidad pandi-
pronunciada ausencia de modelos positivos lleril, la cual difícilmente puede ser aban-
donada más tarde.
7 La cursiva es de las autoras.

56
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

“Me gustó, me gustó conseguir dinero fácil, ginaba nunca que íbamos a llegar hasta
pasarme la vida en la calle, solo vagando. Uno eso…Cuando me di cuenta ya era demasiado
se acostumbra a esa vida, a mí me gustaba que tarde, ya andábamos manchados [tatuados]. Ya
ellos no hacen nada, andan con buenas novias, no me los podía quitar, y si me los quitaba…solo
tienen armas, agarran dinero. No sabía yo lo muerto” (COAV, Entrevista No. 4).
que faltaba vivir que es la cárcel… no me ima-

3.11. El carácter multicausal de los factores

Todo lo anterior constituye solo un vistazo operar y en su estructura como producto


al complejo sistema de factores sociales, de la ampliación de las redes de tráfico de
individuales y circunstanciales que están drogas y la dinámica de violencia genera-
detrás del fenómeno de las pandillas. Ob- da para controlarlas. El estudio “Barrio
viamente no todos tienen el mismo peso, Adentro” de Santacruz y Concha Eastman
pero tampoco es posible explicar la comple- (2001) encontró algo parecido en las pan-
jidad del fenómeno de las maras centroa- dillas del Área Metropolitana de San Sal-
mericanas sin hacer referencia a ellos. Ello vador en un análisis comparativo que se
no significa, por otro lado, que este recuen- llevó a cabo con otro estudio similar en
to agota todos los factores causales y expli- 1996 (Cruz y Portillo, 1998). El estudio en
cativos posibles. De ninguna manera. De cuestión encontró que los comportamien-
hecho, sería muy difícil negar la presencia tos de los jóvenes pandilleros se habían
de otros factores a nivel tanto social como vuelto más violentos y que consumían
individual en la concurrencia del fenómeno más drogas en 2001 que lo reportado en
de las maras, pero los que se han descrito 1996.
en los párrafos anteriores constituyen aque-
llos de los cuales existe cierto nivel de evi- Por ejemplo, en 1996, el reporte de consu-
dencia en la literatura centroamericana mo de crack era más bien bajo, sin embargo
sobre las maras. para 2001 el porcentaje de pandilleros que
admitieron consumir crack frecuentemente
Pero también es muy importante conside- o siempre fue del 43 por ciento. Por otro
rar el carácter dinámico del fenómeno y, lado, en 1996 solamente el 15 por ciento de
por lo tanto, señalar que aún la importan- los mareros no deseaba “calmarse”,8 para
cia y la interacción de esos factores que 2001 ese porcentaje había subido al 57.2 por
están detrás de la problemática pueden ciento; es decir, más de la mitad de los
variar con la misma transformación que pandilleros activos no querían dejar la vida
sufre el fenómeno constantemente. Las activa de violencia y consumo de drogas de
maras de la actualidad no son las mismas las maras. No obstante, a pesar de esos
de hace diez o cinco años, y su evolución hallazgos el estudio no adelantó ninguna
supone que algunos factores se vuelven hipótesis sobre las razones de esa transfor-
más importantes que otros. Un estudio mación, más que la falta de políticas ade-
realizado por Rodgers (2003) con las pan- cuadas para enfrentar el fenómeno.
dillas en Nicaragua encontró que entre
1996 y 2002, las pandillas de un barrio de 8 “Calmarse” se refiere a dejar la vida activa dentro de
la ciudad de Managua habían sufrido una las pandillas. Esto porque los pandilleros difícilmente
admiten que pueden salirse de lleno de las pandillas y
transformación importante en su forma de de su identidad pandilleril.

57
José Miguel Cruz

4. Conclusiones
Este trabajo ha buscado mostrar que el com- la convivencia, planificar mejor el desarrollo
plejo fenómeno de las maras en Centroamé- urbano, enfrentar las consecuencias de la
rica no es producto de una sola causa ni migración con programas de reinserción
tampoco es el resultado de una especie de social, fomentar la organización y la partici-
predeterminación histórica de los países que pación ciudadana a nivel comunitario y
sufrieron una guerra civil en el pasado. Las local, combatir con firmeza el tráfico de
pandillas son el producto de una intrincada drogas, generar políticas de atención a las
combinación de factores de diversos tipos, familias problemáticas en desventaja social y
que se han conjugado en el tiempo como económica, ofrecer espacios de entreteni-
resultado de decisiones políticas y sociales, miento y oportunidades de empleo por igual
de condiciones culturales e históricas y de a los jóvenes, entre otras cosas.
decisiones colectivas y personales.
A la luz de la situación de las maras en Cen-
El fenómeno de las maras no puede ser troamérica, está claro que lo que ha sido
explicado simplemente a partir de la migra- hecho no ha servido sino para agravar el
ción, como tampoco puede ser explicado problema y que ahora a mediados de la
aludiendo solamente a la pobreza. Para década del primer milenio, las maras son
entender el fenómeno de las maras hay que una amenaza más grave para la seguridad
tener en cuenta cómo las condiciones estruc- pública de las sociedades centroamericanas
turales de las sociedades centroamericanas de lo que eran hace quince años cuando
se conjugan con factores coyunturales socia- aparecieron. Por ello, se vuelve crucial cam-
les, con factores relacionales, con dinámicas biar el enfoque por el cual los gobiernos de
comunitarias y con las decisiones personales la región (Centroamérica, México y Estados
de los mismos jóvenes que terminan engro- Unidos) se han aproximado al problema.
sando ese fenómeno. Y después de ello, es Esto puede tomar algún tiempo y los resul-
importante considerar cómo las mismas tados tardarán en cristalizarse, pero es nece-
condiciones generadas por las maras y cómo sario hacerlo antes que el problema se agra-
las decisiones políticas tomadas para res- ve aún más.
ponder hacia ellas contribuyen a reproducir,
a limitar o, en el mejor de los casos, a reducir Algunas personas piensan que ya no hay
el fenómeno. mucho por hacer con el estado actual del
fenómeno de las maras, que después de todo
Las maras son, pues, un fenómeno socio las mismas se han transformado tanto que
histórico. No aparecen de la nada ni va a ya no es posible hablar de pandillas sino de
desaparecer de repente si no se toman accio- crimen organizado juvenil, y que, por lo
nes que intervengan sobre esa miríada de tanto, lo único que queda es reforzar los
factores que están detrás. Esto significa, aparatos policiales de represión del delito.
dicho de manera simple, vencer los meca- Aún aceptando que las maras centroameri-
nismos de exclusión social que marginan a canas se encuentran ahora más cerca de ser
muchos de nuestros jóvenes, hacer un es- crimen organizado que de ser lo que tradi-
fuerzo político de reeducación ciudadana en cionalmente se ha dado en llamar pandillas,

58
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

es claro que no se puede cometer el mismo moralmente válido y tan necesario como lo
error de ignorar las condiciones sociales que era hace dos décadas porque de otra manera
han creado estos grupos. seguiremos alimentando las posibilidades
de que los más jóvenes perpetúen la violen-
Prestar atención a los jóvenes, a sus condi- cia; prestar atención a los jóvenes implica
ciones sociales, a su propio desarrollo y al prevenir que la violencia en Centroamérica
acceso de oportunidades, sigue siendo tan se siga reproduciendo por siempre.

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José Miguel Cruz

60
Los factores asociados a las
Pandillas juveniles en Centroamérica

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