Está en la página 1de 6

Había una vez una chica llamada Dulce que era muy buena persona,

inteligente y bonita, pero que tenía un problema: no era completamente feliz. Desde
pequeña era muy seria y callada pues muchas veces no se atrevía a decir lo que
realmente pensaba por más que le molestara, por miedo a lo que los demás
pudieran pensar de ella y a que la criticaran. Por lo tanto, tendía a dejarse pisotear
por otros aunque eso no le agradara.
Provenía de un hogar de clase media-baja en el que se inculcaba mucho la
responsabilidad, la obediencia, la decencia y el respeto hacia las otras personas,
enseñanzas principalmente por parte de su mamá y de sus abuelos. De hecho, su
mamá era una persona muy trabajadora, pues se partía el lomo diariamente como
obrera en una fábrica (lo mismo hacía su tía) para poder sacarla a ella y al resto de
la familia adelante; algo que le costaba un esfuerzo extra al no contar con el apoyo
de una pareja (por ende, Dulce creció sin su padre, quien al parecer nunca hizo el
menor esfuerzo por buscarla ni estar con ella). Su abuelo, a quien llamaba todo el
tiempo como “apá” también era muy trabajador; de hecho fue músico desde muy
joven, pero la vejez y la enfermedad lo obligó a dejar de hacerlo. Y su abuela era
una fiel ama de casa que jugó un papel muy importante en su crianza,
principalmente cuando niña pues mientras su mamá trabajaba, ella -junto con su
otra tía - se encargaba de cuidarla, de preocuparse por alimentarla y enviarla a la
escuela, entre otras cosas. Todos ellos, en especial su mamá y su abuela le
enseñaron a ser una chica muy bien portada tanto en la casa como en la escuela:
no decía groserías, no salía con otras personas de su edad ni llegaba tarde a casa,
ni tampoco era exigente con cosas materiales; ayudaba con las tareas del hogar,
era súper estudiosa, responsable y cumplida con los deberes de la escuela y tenía
excelentes calificaciones ahí, además de que era educada y respetuosa. La querían
muchísimo y por eso, trataban todo lo posible de protegerla pues era su mayor
tesoro.
A partir de lo anterior, Dulce era lo que se podía decir, prácticamente una hija
“modelo”, pero a la que un par de cosas muy importantes le faltaban: el ser segura
de sí misma y sociable. Todo comenzó desde su infancia, particularmente desde
que iba al kinder, donde otros niños la molestaban diciéndole cosas feas de ella y
humillándola: de hecho, en una ocasión un grupito de niñas la persiguió y le echó
tierra; en otra, un niño le derramó jugo en la cabeza y en otra, intentaron quitarle la
comida. Ella no se atrevía a quejarse ni mucho menos a defenderse. Incluso llegó a
quedarse sola encerrada en el salón, aunque no recuerda exactamente por qué;
quizás le daba pena salir o tenía miedo. En la primaria tuvo que vérselas también
con gente que la molestaba: le robaban sus cosas, la insultaban con comentarios
ofensivos sobre su apariencia como “gorda” y “fea”, etc. Lloraba y no se atrevía
tampoco a defenderse, apenas se quejaba con sus profesoras y con su mamá.
Mientras, pasó en su casa la mayor parte del tiempo sin la compañía de alguien de
su edad (si acaso por un breve tiempo la tuvo), por eso jugaba sola. No tuvo
muchas amigas. A pesar de todo eso, Dulce consideró que durante esa época
también hubo cosas buenas y de las cuales guardó gratos recuerdos; por ejemplo,
cuando salía a pasear y convivía con sus familiares, cuando jugaba con sus
muñecas, cuando iba de vacaciones, cuando jugaba con sus amigas y compañeros
de la escuela, etc.
A medida que fue haciéndose mayor disminuyeron esos problemas, solo
para cambiarlos por otros; esta vez con los chicos. Ya desde niña le habían gustado
varios niños que no le hicieron caso; sin embargo eso no le había afectado gran
cosa en ese entonces. Pero cuando Dulce cumplió 13 años, conoció en la escuela
al chico que más trastornó su mundo interior y que tal vez, fue quien más quiso y
marcó su vida entre todos: Esteban. Apenas lo vio quedó tan, pero tan
perdidamente enamorada de él. No era precisamente la persona más agraciada,
pero para ella él era el mejor. Se convirtió en su razón para levantarse feliz todas las
mañanas y echarle ganas a la escuela por el simple hecho de verlo. Gracias a él
experimentó la motivación para ser más bella, más femenina. Nunca había
enloquecido ni sentido tanto las ganas de estar con alguien y hacerlo feliz como con
él. Deseaba tanto pasar el resto de su vida a su lado. Pasó algún tiempo y se
hicieron novios, pero las cosas terminaron muy rápido y Dulce se quedó triste y con
coraje, pues nunca supo exactamente por qué la habían dejado. Esos sentimientos
siguieron en algún rincón de su corazón, aunque sentía que lo quería mucho
todavía. Un buen día se le ocurrió a Dulce hablar pestes y mentiras de Esteban, él lo
supo y desde ahí las cosas no volvieron a ser las mismas. Él ya no confiaba en ella,
y tuvieron puros problemas. Dulce, en su arrepentimiento y desesperación y
tratando de parar la situación intentó quitarse la vida. A partir de aquel entonces ella
arrastró consigo deseos y pensamientos de muerte durante poco más de 3 años;
tanto lo extrañaba y lo quería a pesar de todo hasta el punto de creer que la vida no
tenía sentido si no era por él.
No obstante, cuando Dulce cumplió 21 años dejó de quererlo y de estar
pensando constantemente en él, algo que no pudo imaginar durante 8 años de
sentir eso. Se dio cuenta que no valía para nada la pena estarse atormentando por
la culpa y los recuerdos negativos, ni tampoco estar detrás de alguien que seguro
no la quería ni hacía el más mínimo esfuerzo por estar con ella; aunque era un buen
hombre, solamente era inmaduro. Decidió pasar página y darse la oportunidad de
conocer y querer a alguien más.
Y en efecto, ese alguien más llegó a su vida al poco tiempo de olvidar a
Esteban. Dulce conoció a Jorge por chat; tras algunas semanas de pláticas
entretenidas y agradables ellos salieron por primera vez. Desde ese primer día en
que se encontraron ella se había enamorado de él y aparentemente, él de ella; se
llenaron de abrazos, besos y palabras bonitas. Procuraban estar al pendiente uno
del otro en un principio. Creía que Jorge era “el bueno”, pues era tan cariñoso con
ella y le decía que la quería mucho. Pero en breve comenzaron a tener intimidad
clandestinamente. La pasaban bien, no obstante para Dulce, “algo faltaba”: no lo
quería reconocer pero así era. Temía que él la abandonara como otros lo habían
hecho. Se trataba que el fondo de su ser sabía que eso no iba a durar mucho y en
efecto, así fue. Prácticamente apenas se hicieron novios, Jorge comenzó a alejarse
de ella so pretexto de que era demasiado cariñosa -según le dio a entender-. Dulce
quería creerle pero eso no podía ser. Se llenó de tristeza y coraje pues estaba
segura de que él sólo la había engañado para divertirse utilizando su cuerpo y jugar
así con sus sentimientos y ahora la había botado vilmente como un trapo viejo y
sucio. Llegó a sentir hasta ganas de hacerse daño y morirse con tal de llamar su
atención y retenerlo. A eso le sigueron las ganas de confrontarlo y hasta de
vengarse de él; deseaba verlo muy arrepentido por lo que le había hecho. y que le
pidiera perdón. Trató de solucionar las cosas, pero sólo conseguía evasivas.
Llegó el punto en el que Dulce, estando harta de esa situación se dio cuenta
de que ella era primero antes que cualquier persona porque valía mucho como
mujer y recordó que por eso no tenía por qué andar detrás de alguien que no la
quería y que solo la hacía a un lado, mucho menos de él. Decidió abandonar toda
esperanza e intento de salvar su ya bien muerta relación, dejar atrás todo ese fiasco
y fraude y centrarse en sí misma y en su crecimiento como persona. Aunque le
costara algo de trabajo, estaba dispuesta a salir de esa situación y rescatar su
dignidad y amor propios. Ya no iba a permitir que nadie pasara por encima de ella,
así que sin más, mandó a volar a Jorge. No fue fácil para ella hacerlo puesto que a
pesar que lo odiaba le atraía todavía de una u otra forma; sin embargo, tuvo
presente que su valor y dignidad eran prioridad.
Entre otras cosas, vio que ser tratar de ser tan obediente desde tan temprana
edad no era bueno para ella, pues eso no le permitía ser la persona que realmente
quería ser ni expresar sus verdaderas opiniones por intentar siempre complacer a
otros, aún muy a su pesar. También, que el tratar de dar una imagen a su familia de
chica sumamente responsable y decente la estresaba. Y aunque en el fondo quería
ser alguien sobresaliente en la vida -pues secretamente anhelaba el progresar y ser
superior intelectual, económica y físicamente a las demás personas, especialmente
a quienes la habían lastimado-, admitía que le daba miedo la perspectiva de trabajar
arduamente y por largos años para lograrlo. Además, que había estado durante
largos años siendo dependiente de un hombre para sentirse feliz. En fin...Dulce
estaba cansada de su vida y quería cambiarla; ser una nueva mujer, esta vez feliz,
libre, segura de sí y exitosa. Aunque no lo podía ver, guardaba en su interior a una
mujer fuerte y capaz de lograr todo lo que se proponía, sólo era cuestión de dejarla
salir. Decidió romper con lo que le hacía daño y acercarse a lo que era constructivo
para ella. Cabe señalar que lo que hizo con Jorge -terminar con él y con el tiempo,
olvidarlo- fue el primero de varios cambios en ese proceso.
Así que Dulce prosiguió con darle menos importancia a las opiniones de los
demás y expresar con franqueza y respeto todo lo que le incomodaba primero a su
familia, luego a sus amigos y después a otras personas que la rodeaban -por
ejemplo, sus compañeros-. Todos se sorprendieron y hasta hubo a quienes no les
pareció bien, sin embargo a partir de ahora eso ya era problema de ellos, no de ella.
Luego, trabajó en su aspecto físico: adelgazó 15 kilos y moldeó su cuerpo
poniéndose a dieta y haciendo ejercicio, cuidó de su piel para que luciera más tersa
y de su sonrisa para que se mantuviera hermosa y se hizo un cambio de look con un
nuevo corte de pelo, un tinte cobrizo que le quedaba estupendo con su clara piel
con reflejos cálidos y un lindo maquillaje y ropa que la resaltaban. Al mismo tiempo
puso más empeño en su carrera de Psicología de la que ya estaba próxima a
egresar, se capacitó en evaluaciones de este tipo y entró a hacer sus prácticas a un
lugar donde eso se hacía. Fue volviéndose más sociable, pues salía más con sus
amigas y conoció nuevas personas; y fue teniendo más confianza hacia su familia.
Sonreía más.
Pasaron los años y Dulce se transformó de manera muy radical, en la mujer
que tanto deseaba ser. Se hizo muy segura de sí misma, se sintió libre y se puso
más bonita que nunca. Se graduó de su carrera a los 22 años y consiguió un buen
trabajo en evaluación psicológica, que le permitió vivir desahogadamente y reunir el
dinero necesario para estudiar lo que había soñado por años: Medicina con
especialidad en Psiquiatría. Se mostró muy dispuesta a enfrentar los desafíos que le
llegaran.
A los 25 años conoció a un hombre maravilloso, trabajador y atractivo que la
amaba y valoraba con todo su corazón, a quien ella correspondió espontáneamente
muy feliz de la vida. Se hicieron novios y en 3 años se casaron. Formaron una linda
familia con 4 hermosos e inteligentes hijos. Pasó algún tiempo más y Dulce ingresó
a la carrera de Medicina, en la cual fue una estudiante sobresaliente, pues daba lo
mejor de sí gracias a su entusiasmo por ésta, con todo y sus responsabilidades
familiares.
Un día ocurrió lo que Dulce menos esperaba: iba caminando por la calle
cuando se encontró de repente a su antigua pareja Jorge, quien al verla tan
hermosa y resplandeciente se acercó a ella para saludarla y decirle que se había
dado cuenta del gran error que cometió de haberla abandonado y de lo cobarde y
estúpido que fue con eso. Le pidió que lo perdonara y que le diera otra oportunidad
porque en realidad la quería como a ninguna mujer en el mundo. Sin embargo, ella
le dijo que no le guardaba ya ningún rencor y lo rechazó amablemente, diciéndole
que ella desde hacía mucho tiempo ya estaba muy bien y él ya no le importaba y
que ahora era una mujer felizmente casada con un gran hombre que de verdad la
amaba, la respetaba y la cuidaba. Le deseó lo mejor. Él se negaba a aceptarlo; no
obstante otro día al verla andar con su familia comprendió con rabia y tristeza que la
había perdido para siempre y no le quedó más remedio que retirarse y continuar con
su vida en otra parte. Ella en otra ocasión se topó también con Esteban; brevemente
se saludaron y siguió cada uno con su camino.
Transcurrieron los años y Dulce se graduó de Medicina prosiguió con su tan
soñada especialidad en Psiquiatría, con la misma actitud entusiasta. Terminó
convirtiéndose en una destacada psiquiatra, grandemente apasionada por su trabajo
y que veía siempre por los derechos de sus pacientes en el hospital de salud mental
en el que laboraba, contribuyendo a que fuera un lugar digno para ellos. Contribuyó
con lo mismo para otros hospitales. Su familia estaba muy orgullosa de ella, y
también ella de sí misma. se hicieron ricos. Se merecía todo ese éxito y felicidad -e
incluso más-, pues se lo había ganado gracias a su esfuerzo. Naturalmente, llegaron
desafíos que supo enfrentar valientemente y de los que salió airosa. Comprendió
que no tenía la necesidad de superar a nadie, únicamente a sí misma. Crecieron
sus hijos y al igual que ella, fueron triunfadores.
En fin...Dulce ahora estaba en el lugar donde deseaba estar. Pero no se
conformó, continuó cosechando más y más éxitos y siendo muy feliz, libre y con
mucha confianza en sí, al lado de los seres que más amaba. No olvidó nunca sus
raíces; antes bien se sentía agradecida con ellas, con el amor que recibió por parte
de su familia de origen.
Y todos fueron felices el resto de sus vidas.

También podría gustarte