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El Beato Tito Brandsma:

traductor, estudioso y devoto de Santa Teresa1


Fernando Millán Romeral, O.Carm.

Son muchos los aspectos, dimensiones y facetas de la vida y del perfil espiritual del
Beato Tito Brandsma que resultan enormemente atractivos y sugerentes para el creyente de
hoy. Basta pensar en el talante ecuménico de su pensamiento y de sus actuaciones pastorales;
en su defensa y promoción de la cultura y la lengua frisonas; en su actividad intelectual en el
campo de la historia, de la espiritualidad y de la mística; en su actividad académica y docente
(fundador de colegios católicos, profesor de la Universidad Católica de Nimega, de la que llegó
a ser Rector Magnificus, en 1932); en su vocación periodística, que le convirtió en un adalid y
en un pionero de la presencia de la Iglesia en los modernos medios de comunicación; en su
intervención -que acabaría costándole la vida- a favor de la prensa católica durante la
ocupación Nazi de Holanda2… Estamos, en definitiva, ante una figura fascinante y poliédrica,
aureolada con la santidad y el martirio, en el Lager de Dachau, el 26 de julio de 1942.
Hay un elemento fundamental, para entender el perfil espiritual (y también el
pensamiento) de este gran carmelita del siglo XX, en el que me quiero detener, aunque sea
solamente para dar unas breves pinceladas. Me refiero a su devoción y admiración por Santa
Teresa de Jesús, así como el amplio conocimiento teórico de su obra y de su espiritualidad,
sobre la que publicó varios trabajos a lo largo de su vida académica.
Se acerca el V Centenario del nacimiento de la Santa de Ávila. El Carmelo en el que se
formó y en el que murió, su “hogar espiritual”, sus hermanos (aquella “casta” de la que
venimos, como la misma Santa señalaba), se prepara con diversas publicaciones y proyectos.
Sirva también este pequeño homenaje a la gran Santa carmelita, a través del testimonio del
Beato Tito.

Estudioso y traductor de la Santa al holandés

Desde muy joven, Tito Brandsma sintió una profunda admiración por Santa Teresa y, desde
sus primeros años de vida religiosa (o incluso antes), se sintió muy influido por la mística de la
Santa de Ávila. Hay quien afirma que el interés le vino de la curiosidad por los nombres de sus
padres: Tito, cuyo nombre asumiría en su profesión religiosa (su nombre de bautismo era Anno
Sjoerd; en castellano, Annón Sigerio), y Tjitsje, es decir, Teresa3. Un curioso testimonio en este

1
Este trabajo fue publicado en Revista de Espiritualidad 71 (2012) 307-329. Existe una versión breve en italiano
(Tito Brandsma, devoto e studioso di s. Teresa d’Avila) en la revista Horeb 59 (2011/3) 101-107. Una traducción al
inglés será próximamente publicada en la revista norteamericana The Sword. Lo ofrecemos aquí con algunos
añadidos y una breve reflexión final para el lector latinoamericano.
2 Existen varias biografías del Beato Tito Brandsma. En castellano podemos destacar: M. ARRIBAS, El precio

de la verdad (Roma 1998), así como: J. ALZIN, Ese frailecito peligroso (Madrid 1956), que es traducción del
original francés de 1954 (Ce petit moine dangereux). Véase también: F. MILLÁN ROMERAL, Tito Brandsma
(Madrid 2008).
3
Cf. A. STARING, Fr. Titus Brandsma and St. Teresa of Avila: Carmel in the World 20 (1981) 40-50. Recogido
también en: AA.VV., Essays on Titus Brandsma (Rome2 2004) 205-213.
1
sentido lo encontramos en una carta que el joven novicio Brandsma manda a su madre en
octubre de 1898, desde el noviciado en Boxmeer, para felicitarla por su onomástico y su 49.º
cumpleaños, en la que se incluye un poema acróstico con el nombre de Teresa, ya que
Brandsma consideraba que ésta era la versión frisona de dicho nombre 4 . Es un precioso
testimonio, aun en su sencillez, en el que el novicio carmelita muestra tanto su afecto por su
Lieve Moeder, por su madre (el amor por la familia es un elemento muy importante para
comprender el perfil humano y espiritual de Tito Brandsma), así como su admiración por Santa
Teresa y su interés literario, que, como sabemos, será también una constante en su vida.
Aun siendo estudiante, Tito Brandsma tradujo del francés una antología de textos de la
Santa y de la vida de Arnauld d´Andilly. La llevaría a cabo en 1901, con casi 300 páginas.
Ciertamente, se trataba de un trabajo con muchas carencias (empezando por el hecho de
traducir los textos no desde el original español, sino desde una traducción francesa), pero no
deja de resultar significativo el interés del joven carmelita. Más aún, esta antología en holandés
fue, para no pocos carmelitas y estudiosos de la historia de la espiritualidad en Holanda, el
primer acercamiento a los textos de la Santa de Ávila y, por tanto, un instrumento muy valioso.
Pretendía ser el primer volumen de unas obras completas en holandés. Proyecto siempre
anhelado, pero, finalmente, inacabado5.
De 1906 a 1909, el joven P. Tito estuvo en Roma haciendo su doctorado en filosofía. Allí
tomaría contacto con algunas nuevas corrientes y sensibilidades del catolicismo de principios
de siglo, como la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación (en aquellos
momentos prácticamente reducidos a la prensa) o el interés por la “cuestión social”, el cual se
había venido desarrollando mucho desde la publicación de la Rerum Novarum de León XIII.
Son años que marcarían profundamente su vida y que orientarían su
apostolado al regresar a Holanda. Pero Brandsma no se olvidó de sus estudios sobre
espiritualidad y, más en concreto, sobre espiritualidad teresiana. Así, en 1916, Brandsma volvió
a la carga. Para él, la falta de una traducción de las obras de Santa Teresa al holandés era una
laguna especialmente importante para la cultura religiosa de los Países Bajos. Ahora había
llegado el momento de traducir los textos de la Santa directamente desde el español. Para ello,
formó un equipo de trabajo con otros tres carmelitas holandeses. Dos años más tarde, en 1918,
salía a la luz el primer volumen, el Libro de la Vida. Después irían apareciendo sucesivamente
nuevos volúmenes: en 1919, las Fundaciones; en 1924, la primera parte de las Cartas; y, en
1926, las Moradas (obra que el Profesor Brandsma se sabía casi de memoria)6. Ahí el proyecto
volvió a paralizarse, en parte por los muchos trabajos y ocupaciones del P. Tito (sobre todo, en
la Universidad Católica de Nimega), por la marcha del P. Humberto Driessen (gran amigo y
colaborador de Tito) a Roma, y por la reorganización de personal en la Provincia holandesa a
causa de las diversas misiones que, poco a poco, se iban asumiendo.

4
Lo destaca Otger Steggink en su introducción a la traducción española de una Novena en honor de Tito Brandsma
(In Pater Titus’ Leerschool. Noveneboekje), publicada en su versión original neerlandesa en 1957 y redactada con
textos del Beato Tito y con los comentarios de Alberto Groeneveld, O.Carm.
5
Dice Steggink en dicha introducción (ver nota anterior) que “Si el propio fr. Tito escogió los textos -lo que resulta
probable- debe afirmarse que el joven carmelita holandés estaba muy bien familiarizado con los escritos de la
Santa”.
6
Saint Teresa (1515-1582). Werken [Uit het Spaansch vertaald door Dr. Titus Brandsma, Dr. Eugenius Driessen,
Dr. Hubertus Driessen, en Dr. Athanasius v. Rijswijk, van de Orde der Broeders van Onze Lieve Vrouw van den
Berg Carmel] (Bussum 1918-1926).
2
El P. Tito, no obstante, siguió publicando algunos trabajos académicos sobre la vida, la
obra y la espiritualidad de la Santa. Estudió, por ejemplo, su relación con la mística renano-
flamenca y con la devotio moderna (especialmente con Ruysbroek), así como la contemplación
de la pasión de Cristo como elemento esencial de la espiritualidad cristiana. Estudió también la
piedad eucarística de la Santa de Ávila, tema al que dedicó un breve artículo, publicado en la
revista SS. Eucharistia en 19237. Además, en diversos artículos dedicados a otros maestros de
espiritualidad o a temas diversos, hace referencia a Santa Teresa y muestra un amplio
conocimiento de su doctrina8. Asimismo, en 1929, realizó un viaje de estudios a España, en el
que visitó los lugares teresiano- sanjuanistas (Ávila, Segovia, Toledo, etc.) y del que quedan
algunas huellas muy interesantes (como las tarjetas postales que fue mandando desde cada
uno de estos lugares y que se conservan hoy en el Museo de Bolsward), así como diversas
anécdotas recogidas por testigos presenciales. Sin duda, el conocimiento directo de los lugares
donde se había desarrollado la vida de Teresa debió suponer un acicate y un estímulo en sus
estudios sobre la espiritualidad de la Santa.
En este sentido, cuenta el P. K. Healy, ex-General de la Orden, que J. De Guibert (uno
de los editores del Dictionnaire de Spiritualité) pidió al P. Juan de la Cruz Brenninger (autor del
célebre Directorio Carmelita), que redactara la voz Carmes, pero éste recomendó vivamente al
P. Tito Brandsma por considerarlo más competente, de lo cual se alegraría más adelante,
porque la contribución del profesor Brandsma “sobrepasaba con mucho cualquier otra que él
pudiera haber hecho”. En esta colaboración para el Dictionnaire de Spiritualité9, insiste nuestro
hombre en la raigambre carmelitana de la espiritualidad de la Santa. Es más, afirmará que
Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz 10 son los mayores exponentes de la
espiritualidad carmelita (ses plus brillantes lumières). Aunque al profesor Brandsma se le había
pedido solamente el estudio de la espiritualidad carmelitana en general 11 , o de la llamada
“antigua observancia” (pues, habría una voz específica para la espiritualidad teresiana), en no
pocas ocasiones hace referencia a la doctrina espiritual de la Santa, como cuando, por
ejemplo, señala que la espiritualidad de la reforma turonense se inspira en la de Santa Teresa.
De hecho, la Provincia holandesa, el mismo P. Tito y gran parte de la Orden, después de la
restauración, tras las diversas exclaustraciones y supresiones del siglo XIX, estaban muy
influenciados por la espiritualidad y el “estilo” de la reforma turonense.

7
T. BRANDSMA, De H. Teresia en de Heilige Eucharistie: SS. Eucharistia 19 (1923) 9-13, 24-27.
8
Próximamente será publicada la traducción inglesa de una serie de artículos, voces de diccionarios y trabajos
varios del Beato Tito en el campo de la historia de la espiritualidad, traducidos por el gran historiador de la Orden
Carmelita, P. Joachim Smet, recientemente fallecido, y a quien rendimos aquí un fraterno homenaje.
9
T. BRANDSMA, “Carmes (Spiritualité de l’Ordre des)”, en: Dictionnaire de Spiritualité II (Paris 1953) 156-
171. Existe una traducción castellana, publicada por el infatigable Rafael M.ª López Melús, bajo el título: El
Carmelo escuela de Santidad (Onda-Castellón 1985).
10
De hecho, Brandsma se interesó también por la espiritualidad del Santo de Fontiveros, si bien no tanto como en
el caso de Teresa de Ávila. Por poner solamente dos ejemplos: en varios artículos defendió, frente a ciertas críticas,
el carácter mariano de la espiritualidad del santo, tema al que dedicó la séptima de las conferencias dadas en
Norteamérica (titulada precisamente: The Marian “Doctor Mysticus”). Asimismo, se interesó por las canciones de
Juan de la Cruz, como ya mostró M. A. Díez en un hermoso artículo publicado en 1983, el año de su beatificación.
Cf. M. A. DÍEZ, Desafío de unas preguntas del Beato Brandsma: Monte Carmelo 93 (1985) 428-436.
11
K. HEALY, El profeta de fuego (Madrid 1995) 243-244.
3
Como era muy frecuente en él (en muy diversos temas y ámbitos), el P. Tito aprovecha
para señalar que no hay oposición, ni menos aún enfrentamiento entre ambas observancias.
Es bien conocido el espíritu siempre conciliador y “ecuménico” del Beato Tito, lo que le llevó a
ser apodado, cuando trabajaba con los periodistas como Asistente del Episcopado Holandés
para la prensa católica, “el reconciliador”.
En otros artículos, el P. Tito insiste en las conexiones entre Teresa y antiguos autores
carmelitas, así como en la profunda conexión entre la doctrina de la Santa y algunas de sus
imágenes y las empleadas por Ruysbroek12. En este sentido, el Profesor Brandsma se hace
eco de una conferencia del jesuita Luis Martín (que más adelante sería el 24.º Superior General
de la Compañía), en la que éste ponía de manifiesto las coincidencias entre las cuatro últimas
moradas del Castillo Interior con los cuatro últimos pasos de la vida mística según Ruysbroek 13.
Brandsma estudió otros puntos de contacto muy interesantes entre ambos e, incluso, cree que
en los dos existe la idea (más o menos explícita) de que la experiencia mística no es algo
reservado a una élite de creyentes, sino que todo ser humano está llamado de forma natural al
encuentro con Dios y a la experiencia de Dios, sin negar el carácter de don gratuito de la
misma. Es lógico que al Beato Tito le guste mucho esa idea, ya que es una de las líneas
maestras de su espiritualidad. Creo que los expertos en la historia de la espiritualidad
encontrarían aquí un tema fascinante para el estudio y la profundización.
En el ciclo de conferencias que impartió, en 1935, en los Estados Unidos y Canadá 14,
nuestro carmelita se refirió también en varias ocasiones a Santa Teresa, a la que dedica una
conferencia entera, sintetizando algunos de los elementos más importantes de la espiritualidad
de la Santa de Ávila, tales como los grados de la vida mística, el Castillo Interior y su
significación espiritual, las actitudes para encontrar a Dios en el alma, la belleza indescriptible
del alma visitada por Dios, la oración afectiva y su base intelectual, etc. Sin duda, el estudio del
Profesor Brandsma se resiente hoy del paso del tiempo (mucho se ha avanzado en los últimos
decenios en el estudio teológico espiritual de la doctrina teresiana), pero sigue siendo, no
obstante, una síntesis muy bien articulada y elaborada de dicha doctrina, hecha además, desde
el amor y la pasión no disimulados por la figura de Santa Teresa.

Otras huellas de la espiritualidad teresiana


Además de los estudios dedicados expresamente a la Santa y a la espiritualidad
teresiana, no sería difícil rastrear otras huellas e influencias de su espiritualidad en la obra del
carmelita holandés. Por ejemplo, en los dos comentarios al Via Crucis que el P. Tito escribió a

12
Recientemente, Miguel Norbert Ubarri ha estudiado las relaciones entre el místico flamenco y San Juan de la
Cruz en: Jan van Ruusbroec y Juan de la Cruz (La mística en diálogo) (Madrid 2007).
13
Cita Brandsma la participación de Luis Martín, S.J., en Discursos leídos en Salamanca el día 23 de octubre de
1882 en el acto de adjudicación de premios del certamen literario, celebrado para solemnizar el tercer centenario
de la gloriosa muerte de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes (Madrid, 1882) 41-127. Parece ser que dicha
conferencia fue traducida a varios idiomas e incorporada a algunas ediciones de las obras de la Santa.
14
El texto de las mismas fue preparado por L. Walter y publicado bajo el título Carmelite Mysticism. Historical
Sketches (Chicago 1936), y posteriormente como: The Beauty of Carmel (Dublin-London 1955); y en pequeños
folletos, bajo el título Carmelite Mysticism (Faversham 1980). Asimismo, hay una edición homenaje en el 50.º
aniversario de estas conferencias: Carmelite Mysticism. Historical Sketches (Darien-Illinois 1986). Existen
traducciones en diversas lenguas, pero no en castellano. Sobre este viaje, cf. L. TROY, Blessed Titus Brandsma's trip
to the United States and Canada in 1935: The Sword 52 (1992) 25-35.
4
lo largo de su vida (en circunstancias, sin duda, muy diversas), no sería difícil encontrar la
influencia de la doctrina teresiana y su amor por la humanidad de Cristo, experiencia que, para
algunos expertos, constituye uno de los ejes fundamentales y más específicos de la mística
teresiana15. El primero de ellos fue escrito para acompañar los cuadros del pintor expresionista
belga, Albert Servaes, reproducidos en el primer número de la revista Opgang. Aunque no nos
podemos detener en ello16, estas estaciones del Via Crucis causaron un revuelo enorme y una
polémica en la que se vieron envueltas diversas personalidades de la cultura católica de los
años 20. La controversia terminó con la prohibición taxativa por parte de la Santa Sede de la
exposición del Via Crucis de Servaes en lugares de culto17. No sabemos cómo ni por qué, pero
el P. Tito Brandsma se vio envuelto en este “affaire Servais”. Parece ser que su intervención se
pudo deber a la amistad que tenía el P. Tito con el carmelita descalzo, Jerónimo de la Madre de
Dios, que había sido el director espiritual de Servaes, a quien encargó los cuadros para el Via
Crucis. De hecho, el pintor belga había tenido desde joven una profunda inquietud religiosa y
en cierta ocasión llegó a afirmar de su pintura: “Sólo he tenido dos maestros: el Evangelio y la
naturaleza...” Parece ser que, por todo ello, el P. Jerónimo sufrió mucho con la prohibición.
El P. Tito, tomando una de esas decisiones salomónicas que le caracterizaban, le
recomendó obedecer la orden y no causar escándalo, pero se comprometió a publicar dicho
Via Crucis, acompañado de un comentario suyo, en la revista Opgang. Y ese es el primer
comentario al Via Crucis del Beato Tito que hoy poseemos. Hoy no solamente podemos
contemplar el Via Crucis de Servaes, sino que, en cierto modo, y gracias a aquella
controversia, podemos leer la meditación del P. Tito sobre cada una de las estaciones en las
que él se recrea -en la mejor tradición tanto de la mística renano-flamenca, como de la
espiritualidad de Santa Teresa a quien él tanto admiraba- en el sufrimiento de Cristo, en su
debilidad y fragilidad, pero no en un sentido masoquista o negativo, sino como culminación de
su amor por la humanidad y de su identificación plena con la misma 18. Es el Cristo abajado, es
el varón de dolores, “ante quien se vuelve el rostro” (Is 53,3), o el que “a pesar de su condición
divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la
condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz…” (Flp 2, 6-11)19.

15
Véase, por ejemplo, la importancia que le atribuye a este elemento: S. CASTRO, Cristología Teresiana (Madrid2
2010).
16
Cf. L. M. A. SCHOONBAERT, Albert Servaes and the Luythagen stations of the Cross, en: AA.VV., Ecce
homo. Schouwen van de weg van liefde / Contemplating the way of love [J. Huls, ed.] (Leuven 2003) 49-73. Lo
hemos desarrollado en: F. MILLÁN ROMERAL, El Padre Tito Brandsma... la santidad de la humanidad: Fonte 3
(2006) 77-100.
17
Acta Apostolicae Sedis XIII (1921-5) 197. La prohibición se basaba en el canon 1399-12 (del Código
piobenedictino de 1917), que afectaba, entre muchas otras cosas, a las imágenes de cualquier modo impresas de
Nuestro Señor Jesucristo, de la Bienaventurada Virgen María, de los Ángeles y Santos o de otros Siervos de Dios,
opuestas al sentido y a los Decretos de la Iglesia.
18
El texto original en holandés y la traducción al inglés (con las láminas del pintor) pueden verse en la obra de
L.M.A. Schoonbaert que hemos indicado (véase nota 15). Contamos con una traducción al italiano en: B. TITO
BRANDSMA, Belleza del Carmelo (Roma 1994) 121-143.
19
Curiosamente, una controversia muy similar se desarrolló en Francia, algunos años más tarde, a raíz de varios
artículos publicados en la revista de los dominicos L’Art sacrée que reivindicaba una representación de Cristo más
humano.
5
El segundo fue preparado en circunstancias más excepcionales y mucho más
dramáticas si cabe. Brandsma había sentido una gran simpatía y devoción por Willibrordo y
Bonifacio, los apóstoles de la Frisia, su región natal. Este último había muerto en Dokkum, en el
año 754, a manos de los frisones nativos que se resistían a la evangelización. El P. Tito había
trabajado mucho para que se reconstruyera una capilla en honor de San Bonifacio allí, en
Dokkum, en el mismo lugar donde, según una tradición, habría muerto el misionero de la Frisia.
Cuando ésta fue inaugurada, él mismo predicó en varias lenguas, incluido el frisón. Estando en
la prisión de Scheveningen, en 1942, preparó un Via Crucis como comentario a cada una de
las estaciones que rodeaban dicha capilla. Se trata de un comentario mucho más breve que el
primero, pero con un valor testimonial verdaderamente excepcional y sobrecogedor. El profesor
Brandsma, el P. Tito, el prisionero número 58, se unía así a Jesús en el camino de la cruz…
Hoy en Dokkum, en Frisia, en el santuario dedicado a San Bonifacio, son muchísimos los
recuerdos que nos hablan del Beato Tito, de su interés en crear aquel lugar de oración, de su
predicación en la inauguración del mismo, así como de diversas visitas y peregrinaciones.
Incluso, cerca de la estatua que representa a Bonifacio intentando protegerse con un libro
(quizás, como afirma la tradición piadosa, con la Biblia), cuando iba a ser apedreado e iba a
morir, se encuentra también la estatua del Beato Tito, en la que se le representa ya anciano,
cansado, demacrado, dirigiéndose quizás a la muerte…

Una vez más, la espiritualidad de la cruz, entrelaza la vida de Tito a la de Jesús y, en este
caso, a la del mártir de la evangelización de la Frisia, San Bonifacio.

En cualquier caso, y esto es lo que más nos interesa aquí, en ambos Via Crucis el Beato
Tito se mostró como un contemplativo de la pasión de Cristo y de su humanidad y no resultaría
difícil para el lector familiarizado con la espiritualidad de Teresa, el ver aquí ecos del magistral
capítulo 22 de Libro de la Vida: “¿Y no le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo
sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los
apóstoles?” (V 22, 6), o de la famosa contemplación ante un Cristo muy llagado (V 9,1).
Casi nos atrevemos a señalar, que estos textos de la Santa debieron estar muy
presentes en el corazón del carmelita holandés, cuando, también en su celda de
Scheveningen, escribe su famoso poema “Ante un cuadro de Jesús en mi celda”, poema
traducido hoy a muchas lenguas y con el que tantas personas han orado, han meditado y han
participado de la intensa experiencia espiritual del Beato Tito:

Cuando te miro, buen Jesús, advierto


en ti el calor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce


sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente;


6
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores


a este viejo dolor que me tortura,
fina prueba serán de tu ternura,
porque a ti me asemejan redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío


y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito yo en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate mi Jesús! Que, en mi desgracia,


jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!20

De hecho, él mismo nos da la pista para rastrear esta inspiración teresiana en una de las
conferencias pronunciadas en los Estados Unidos y Canadá y a las que hacíamos referencia
anteriormente 21. En su primera intervención, dedicada al profeta Elías y a la práctica de la
“presencia de Dios” (elemento que él considera esencial en el Carmelo), afirma lo siguiente:

“En nuestros tiempos, Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, vendría a ser el
gran ejemplo de este ejercicio de la presencia de Dios que se expresa en la devoción a
la Santa Faz. Esta devoción era también un elemento característico de su hermana
Santa Teresa de Ávila. En muchas de nuestras antiguas iglesias podemos encontrar
huellas de esta devoción especial del Carmelo por la Santa Faz. Por ejemplo, aparece
pintada en piedra en la parte superior triangular de la fachada de nuestros antiguos
conventos de Maguncia y de Frankfurt, mirando hacia el coro y rodeada de textos en los
que se recuerda a los que rezan que los ojos de Dios siempre les contemplan desde
arriba y que ellos, a su vez, deben siempre mirar hacia arriba, contemplando la Santa
Faz”.

La frustración de una obra inacabada


Una de las cosas que más me llaman la atención de la personalidad del Beato Tito es su
capacidad para aceptar con gran madurez, con serenidad, con una resignación creyente,
elegante y positiva, las pequeñas y grandes contrariedades que la vida le fue deparando.
Siendo estudiante, y debido a su tendencia a pensar libremente y a cuestionar lo que se le
enseñaba, fue “castigado” por sus superiores y, en vez de continuar sus estudios, permaneció
un año más en Oss como ayudante de sacristán. Cuando, más adelante, el P. Tito haga

20
Utilizamos la traducción castellana en versión libre del P. Jesús M.ª Carrión, O.Carm.
21
Véase nota 13.
7
referencia a este episodio de su vida, nunca lo hará con rencor o resentimiento, sino, más bien,
todo lo contrario, con respeto e incluso admiración hacia su formador (el P. Eugenio Driessen 22)
que así lo dispuso:

“El padre Driessen tenía razón al juzgar severamente mis defectos, porque,
siendo mi profesor, los veía con más claridad que los demás. Me daba provechosos
consejos y me llamaba al orden. Le debo profundo agradecimiento. Pero, entre nosotros
dos, apenas había entonces entendimiento alguno, porque yo sostenía opiniones
diversas a las enseñanzas de clase, surgiendo siempre la disputa entre él y yo...”

Posteriormente, en 1909, y cuando le quedaba poco para el examen de doctorado en


Roma, sintió por primera vez el latigazo de la enfermedad. Tuvo que permanecer varias
semanas en cama y no preparó bien el examen. No obstante, con la tenacidad frisona que le
caracterizaba, quiso presentarse al mismo… y suspendió. Ello le supuso (aparte de la
“humillación” en su vida estudiantil), el dedicar gran parte del verano a preparar el examen. Sin
embargo, cuando a Brandsma le presentaban en algún acto como doctor por la Universidad
Gregoriana de Roma, él siempre solía señalar con cierto sentido del humor: “Doctor, sí, pero en
la convocatoria de septiembre”.
Lo mismo le ocurriría con una de sus “vocaciones” más íntimas, la de misionero. Cuando
el joven doctor regresa a Holanda, en 1909, tras obtener su doctorado en Roma, la Provincia
holandesa se embarcaba en un amplio proyecto misionero que, con los años, se convertiría en
las misiones carmelitas de Indonesia (hoy la Provincia más grande de la Orden), Brasil y, ya más
tarde, Filipinas. El Carmelo holandés -con gran entusiasmo y enorme generosidad- emprendía la
que probablemente ha sido la mayor expansión del Carmelo (de la Antigua Observancia) en el
siglo XX junto con la llevada a cabo por la Provincia de Irlanda en Estados Unidos, Australia y
Zimbabwe. El joven carmelita holandés, se ofrece en varias ocasiones para ir “a las misiones”,
pero sus superiores (con bastante buen criterio) se lo negaron dado su estado de salud (siempre
frágil y enfermizo) y quizás también pensando en un futuro académico brillante, que fuera de
mayor utilidad para las necesidades de la Provincia y de la Orden. Brandsma sintió mucho esa
negativa, pero su reacción fue tremendamente positiva: trabajar por las misiones desde Holanda
con los medios a su alcance (colectas, exposiciones, predicaciones, etc.).
Asimismo, la enfermedad (ese viejo dolor, al que se refiere en su famoso poema escrito
en la cárcel de Scheveningen), le acompañaría toda su vida, frustraría algunos proyectos y le
paralizaría en plena actividad pastoral o académica, provocando en más de una ocasión su
ingreso en el hospital. Brandsma siempre lo aceptaría con paciencia e incluso con sentido del
humor.
Algo parecido le ocurriría al profesor Brandsma respecto a su gran proyecto inacabado:
publicar las obras completas de Santa Teresa en holandés. Dos testimonios pueden ser
significativos en este sentido. En el Liber Amicorum, que se preparó, en 1937, para su hermano
de hábito y gran amigo, el P. Humberto Driessen (hermano de Eugenio), le confesaba
fraternalmente: “Hay muchas cosas en mi vida que ciertamente lamento, pero ninguna más que
el no haber terminado las obras de Santa Teresa”. Es verdad que, en vida del P. Tito, llegaron

22
Como veremos más adelante, por esas paradojas de la vida, sería el P. Eugenio Driessen quien daría los primeros
pasos, muchos años después, para un posible proceso de beatificación del que había sido su alumno díscolo.
8
a publicarse cuatro volúmenes, pero sólo varios años después de su muerte verían la luz los
demás, completados por obra del carmelita holandés, P. Keulemans.
El segundo testimonio lo encontramos en una carta que, a primeros de agosto de 1942,
manda precisamente su amigo Humberto Driessen a otro gran carmelita del siglo XX, el P.
Bartolomé Xiberta, quien había vivido en Holanda dos años, de 1937 a 1939, al ser expulsado
de la Italia fascista y que por entonces se encontraba en España. Cuando muere el P. Tito a
finales de julio de 1942 las noticias son confusas. Su cuerpo se consumiría en los crematorios
de Dachau junto a otros miles de prisioneros. Un lacónico certificado médico da cuenta de la
muerte de Anno Brandsma. Pocos días después, el P. Driessen escribe a Xiberta en un italiano
“de la koiné” y le da cuenta de la fama de santidad que existe desde el primer momento. Es un
testimonio valiosísimo, en el que, tangencialmente, Driessen recuerda su devoción por la Santa
de Ávila. Creo que merece la pena reproducir el párrafo entero:

“Nadie le superaba en su amor por la Orden y por la Virgen. Todas sus


predicaciones, sus escritos o cualquier publicación que hiciese, terminaban siempre con
un pensamiento a gloria y honor de María. Hace un año predicó los ejercicios espirituales
a los frailes en Oss y no hablaba más que de la Virgen. Por tanto, no es de extrañar que
nosotros veamos en él un ejemplo, un verdadero santo. Todos deseamos que bien pronto
sea beatificado 23 . En este sentido he escrito ya al P. Eugenio. 24 Y, particularmente,
nuestras monjas se dirigen a él para obtener quién sabe cuántas cosas. En Heerlen han
recibido ya una novicia por intercesión suya y quién sabe cuántas cosas más obtendrán a
partir de ahora. Han encontrado a quien recurrir y no lo dejan jamás. Además aquellas
monjas lo conocían bien, ya que cada vez que venía por aquí les hacía una visita y ellas
recuerdan muchos de sus dichos y hechos. ¡Y cuánto han pedido después por él! Día y
noche lo tenían presente desde que fue arrestado. En una sola cosa no podrá ya
ayudarlas, que es en terminar la edición de las obras de Santa Teresa, y eso que incluso
seguía trabajando en la solitaria vida de prisionero, pero no ha podido terminarla. Dios no
lo ha querido”25.

Cristo, Teresa y Brandsma… en el Lager


En enero de 1942, nada más llegar a su celda en la prisión de Scheveningen, el P. Tito
decide organizar lo que va a ser su “hogar”. Como hiciera la Regla Carmelita, casi ocho siglos
antes, Brandsma organiza el espacio (mi celda) y el tiempo (mi horario). En varias ocasiones he
señalado que la Regla del Carmelo tiene mucho que ver con “el hogar”, con “la casa”, con “lo
familiar”, con el oikos, usando el término griego que da lugar en las lenguas modernas a varios

23 Lo que no ocurriría hasta el 3 de noviembre de 1985. Es un dato importantísimo en cuanto a la llamada


fama sanctitatis: a quince días de su martirio, son muchos ya los que hablan de la beatificación.
24 Se refiere a su propio hermano P. Eugenio Driessen, que estaba en Roma desde 1932. Fue Postulador

General (lo cual explica la referencia) y Maestro de Estudiantes, y desde 1940 fue también Procurator
Misssionum. El P. Tito, como vimos anteriormente, había tenido varias desavenencias con él en sus tiempos
de estudiante (véase nota 21).
25
Puede verse entera en: F. MILLÁN ROMERAL, Un testimonio de primera mano sobre la muerte del P. Tito:
Analecta Ordinis Carmelitarum 44 (1993) 34-39.
9
términos importantes que forman parte de la espiritualidad implícita de aquellos primitivos
carmelitas. Así, podríamos decir que lo primero que hace la comunidad carmelita descrita en la
Formula Vitae es crear una “economía” (oiko-nomia, gobierno y organización de la casa
común), una “ecografía” (no en sentido médico, sino como la descripción y el diseño de un
hogar), y fomentar la ekumene, es decir, la invitación continua a participar en un ámbito común
de encuentro y crecimiento. Más aún, los hermanos deben ser maestros en “ecología” (es
decir, en oiko-logía) y cuidar, proteger y mimar ese ambiente fraterno y agradable, en el que
podamos crecer como personas y como creyentes.
Algo similar es lo que hará Tito Brandsma en su celda carcelaria, aunque no nos
podamos detener aquí en ello. Solamente un detalle nos llama la atención para nuestro tema:
en un tablero del juego de damas cubierto de papel, el carmelita pega tres estampas: un Cristo
crucificado de Fra Angélico (que le inspiraría su célebre poema), escoltado, por un lado, con
una imagen de San Juan de la Cruz con su lema Pati et contemni pro te, y, por el otro, con una
estampa de Santa Teresa de Jesús con su lema Aut pati, aut mori. Sin duda, el profesor
Brandsma se rodeaba de buenos compañeros para el camino que estaba emprendiendo y del
que probablemente era muy consciente…
Parece ser que antes de la invasión alemana, el carmelita holandés tenía ya concertada
la publicación de una biografía de la Santa con la editorial Spectrum, aunque varias veces,
había pospuesto el trabajo. Al llegar a la cárcel de Scheveningen (primera etapa del rosario de
prisiones y campos de concentración por los que pasó), pensó que podría llevar a cabo este
trabajo tan anhelado. Esta vez estaba decidido a hacerlo. Contaba tan sólo con la obra de
Kwakman, Doctora mística (uno de los dos libros que le permitieron llevarse), y con toda la
erudición almacenada durante años de estudio. Llegó a escribir más de 300 páginas. Las
primeras están escritas en folios normales, con el membrete de la cárcel, pero, en cierto
momento, parece que se le retiró el papel, por lo que continuó escribiendo entre las líneas del
otro libro (una vida de Jesús de Cyriel Verschaeve26), que fue recuperado tras la guerra y aún
conservan como una reliquia los carmelitas holandeses. La letra, que en los primeros capítulos
es clara y firme, va deformándose a medida que pasan las páginas 27. Quedan así entrelazadas
las vidas de Jesús, la de su amada Teresa y la del carmelita frisón, quien, quizás, intuía ya que
la obra no sería rematada, al menos del modo que se cabría esperar28. Lo haría de un modo
más existencial y sublime.
Pero, quizás, lo más importante y esencial de su devoción teresiana es que, a lo largo de
su vida, tanto en las situaciones más ordinarias, como en los momentos extraordinarios y
heroicos, Tito Brandsma hizo suyo el consejo de la Santa en el capítulo cuarto de las séptimas
moradas del Castillo Interior: “Poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco”29.
26
De hecho, como cuenta Aukes, se llevó este libro a Amersfoort lo que le produjo un gran consuelo espiritual. Cf.,
H.W.F. AUKES, Het Leven van Titus Brandsma (Utrecht-Antwerpen 1963) 255 En el resumen de esta obra en
inglés, publicado en Canadá, bajo el título Titus Brandsma, modern martyr for the truth (Welland 1996) 170.
27
Aparece reproducido en el monumento al Beato Tito recientemente inaugurado en Nimega y obra del artista
holandés Arie Trum. Se trata de un cono abierto (mostrando la apertura intelectual y personal del P. Tito), en cuyo
interior aparece reproducida una página de la obra de Verschaeve con la vida de Teresa entre sus líneas, como
ejemplo de una de sus más íntimas convicciones.
28
Sería completada tras la guerra por el P. Brocardo Meijer y publicada como: T. BRANDSMA - B. MEIJER, De
groote heilige Teresia van Jesus (Utrecht-Brussel 1946).
29
Él mismo intentó animar a colegas o amigos que sufrían la persecución nazi con esta frase de Santa Teresa o con
su célebre poema “Nada te turbe, nada te espante…” Así, por ejemplo, en la carta que mandó a su colega de la
10
Por su frágil salud, que le mermó desde su infancia, así como por las diversas
situaciones que pusieron a prueba su confianza, el P. Tito fue fraguando una verdadera
espiritualidad de la pasión de Cristo, muy inspirada por la mística teresiana, así como por la
espiritualidad renano-flamenca con las que estaba muy familiarizado. No fue una espiritualidad
meramente académica, sino vital, como supo demostrar en los últimos meses de su vida,
mientras recorría cárceles y campos de concentración en situación inhumana. Lo mismo ocurrió
con otros temas y elementos de la espiritualidad teresiana de la que Tito fue empapándose y
asumiendo a un nivel muy profundo, vital, existencial.
Él mismo recordaba a Humberto Driessen (en el Liber Amicorum mencionado más
arriba) cómo las obras de Santa Teresa que estaban traduciendo “fueron más que un trabajo
que nos ocupaba, nos hicieron profundizar en nuestro espíritu, nos introdujeron en un ámbito
de interioridad y devoción y revivieron en nosotros el amor por el espíritu primitivo de la
Orden…”.
Un compañero de presidio del Beato Tito, el hermano Fray Rafael Tijhuis, carmelita
holandés como él, pero que residía en Alemania y que había sido detenido por unos
comentarios irónicos sobre el Reich en unas cartas, cuenta en su Diario:

“Muchas mañanas, si había algunos minutos libres antes de que las autoridades
hicieran la última llamada, se podía ver a Tito rodeado de un grupito de buenos amigos a
los que hablaba espiritualmente de María o de Teresa de Ávila, sobre la que había
trabajado y meditado toda su vida. Más aún, incluso hacía planes para el futuro y
pensaba publicar una biografía de la Santa sobre cuya vida había escrito ya siete
capítulos en los primeros meses de prisión (…).
El hambre física es algo terrible, pero el hambre espiritual es todavía peor. Por
ello, nos sentíamos fortalecidos interiormente y capaces de tolerar mejor la situación
cuando el Señor estaba con nosotros. Tito nos contó varias veces que, según Santa
Teresa, la comunión no es solamente un alimento espiritual, sino que también fortalece
el cuerpo. Y, realmente, muchos de nosotros pudimos experimentar esto. Una nostalgia
enorme de los sacramentos de la Iglesia ardía en nuestro interior, nostalgia de esos
canales de gracias que solamente aprendí a valorar sinceramente, en su justo valor,
cuando sufrimos aquel terrible exilio en Dachau”30.

Probablemente, el P. Tito hacía referencia al Comentario al Padrenuestro (“danos hoy


nuestro pan de cada día”) que la Santa hace en el Camino de Perfección:

“¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo


manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una
persona de grandes enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores,
como con la mano se le quitaban y quedaba buena del todo. Esto muy ordinario, y de
males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de las maravillas

Universidad, el profesor Brom, que estaba prisionero en Arnhem. Cf. H.W.F. AUKES, Het Leven van Titus
Brandsma, 188 (Titus Brandsma, modern martyr for the truth, 97).
30
R. TIJHUIS, Nothing can stop God from reaching us (Rome 2007) 112, 115 (traducimos directamente de la
edición inglesa).
11
que hace este santísimo Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no
digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé
que no es mentira. Mas ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a
algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien
en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el
Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba?”31.

También en las Cuentas de conciencia, Santa Teresa hace referencia a este tema,
aunque de forma más indirecta:

“Una cosa me espanta; que, estando de esta suerte, una sola palabra de las que
suelo entender, o una visión, o un poco de recogimiento, que dure un Avemaría, o en
llegándome a comulgar, queda el alma y el cuerpo tan quieto, tan sano y tan claro el
entendimiento, con toda la fortaleza y deseos que suelo. Y tengo experiencia de esto,
que son muchas veces, al menos cuando comulgo, ha más de medio año que
notablemente siento clara salud corporal, y con los arrobamientos algunas veces”32.

En cualquier caso, no cabe duda de que en los duros momentos del cautiverio en
Dachau, en aquel terrible invierno de 1942, el anciano profesor se consolaba y consolaba a los
que le rodeaban33, con estas ideas de la Santa sobre la eucaristía que, en aquellas condiciones
tan especiales, se había convertido en algo preciosísimo y de más valor, si cabe, que en la vida
ordinaria 34 . También Aukes (siguiendo el testimonio de Fray Rafael Tijhuis) alude a estas
reflexiones, basadas en pensamientos de la Santa. En concreto, cuando el Beato recibió una
paliza por volver al barracón a recuperar las gafas que había olvidado (una de las varias palizas
que recibió y que minaron su ya débil salud), y otros prisioneros se acercaron después a
consolarle, fue él quien consoló a los compañeros de infortunio, diciéndoles que era una
situación de la que no valía la pena hablar mucho. Y añade Aukes: “Entonces permaneció en

31
En el Códice de Valladolid (CV), Capítulo 34, n.6.
32
Cuentas de conciencia 1, 31. Sobre la doctrina eucarística teresiana, pueden verse, entre otros, la síntesis de T.
ÁLVAREZ, “Eucaristía” en: Diccionario de Santa Teresa (Burgos 2000) 627-237; así como: RÓMULO H.
CUARTAS LONDOÑO, Humanidad de Cristo y Eucaristía en la experiencia de Santa Teresa de Jesús, en:
AA.VV., Beber en las fuentes de la plenitud [F.J. Sancho, ed.] (Ávila 2008) 61-100.
33
Hay varios testimonios acerca de cómo Brandsma ejerció ese “apostolado” entre los prisioneros más
desanimados. Por ejemplo, en Amersfoort (además de la famosa “conferencia del viernes santo” sobre Geert de
Groote), les hablaba con frecuencia de los discípulos de Emaus y del sentido de las palabras: Mane nobiscum
Domine. Cf. Cf. H.W.F. AUKES, Het Leven van Titus Brandsma, 255-256 (Titus Brandsma, modern martyr for the
truth, 170-171).
34
En la maravillosa iglesia carmelita de Straubing (uno de los conventos más antiguos de la Orden y con una
presencia carmelita ininterrumpida desde el siglo XIV), se ha colocado hace unos años un altar moderno, obra del
artista Friedrich Schwarzl (natural de Bamberg, otra ciudad alemana de gran tradición carmelitana). En dicho altar,
se encuentran representados cuatro santos carmelitas muy devotos de la eucaristía: Edith Stein, Tito Brandsma,
Juan de San Sansón y Teresa de Avila. Se trata, sin duda, de un hermoso gesto, ya que sitúa a todos estos grandes
santos juntos, precisamente en torno al altar eucarístico.
12
silencio, meditando durante unos momentos y les dio a los compañeros algunas sabias
palabras de Santa Teresa para que reflexionaran al respecto”35.
Contamos, además, con otro testimonio sobrecogedor, en el que también el Beato Tito
se refiere a Santa Teresa en una situación dramática, prácticamente en los últimos momentos
de su vida. Me refiero al testimonio de la enfermera de la Revier –“enfermería”, en la jerga de
los campos- de Dachau. Dado que el estado de salud de Tito era cada vez más preocupante,
los compañeros de prisión (Fray Rafael, otros sacerdotes y carmelitas, compatriotas
holandeses, etc.) le insisten en que vaya a la enfermería. El 18 de julio de 1942, el mismo Fray
Rafael le acompaña hasta los umbrales de la enfermería. Tito se despide con una de aquellas
frases que mostraban su irreductible optimismo: “No te preocupes, hermano, esto durará unos
días y para agosto estaremos en casa…” Ciertamente su estancia en la enfermería duró sólo
unos días, pero el final de la historia fue muy distinto, ya que el P. Tito moriría el 26 de julio, por
la inyección de ácido fénico que le aplicó la enfermera.
Curiosamente, dicha enfermera declarará (y su testimonio fue decisivo) en el proceso de
beatificación, muchos años más tarde. Lo hizo bajo el nombre genérico de Tizia, ya que ella
misma impuso esa condición para testimoniar, por temor a posibles represalias. Era de origen
holandés y, quizás por ello, el P. Tito mantuvo con ella varias conversaciones. Incluso le regaló
su rosario (aunque ella le aseguró que no era creyente) para que pidiera por la paz. En cierta
ocasión (y ella misma lo cuenta en su declaración en el proceso), le reprochó al carmelita
holandés el comportamiento inmoral que se atribuía en el campo a ciertos sacerdotes.
Probablemente se trataba de una de las tantas insidias que hacían circular los mismos kapos
para desacreditar a los cientos de religiosos prisioneros. En cualquier caso, el P. Tito no tomó
la vía de la “apologética”, sino que, con gran humildad, le refiere una supuesta frase de Santa
Teresa. Cuando Tizia declara en el proceso, cita las palabras del prisionero de memoria: “los
mejores sacerdotes no son siempre los que desde el púlpito hacen las predicaciones más
bellas, sino los que sufren y ofrecen sus sufrimientos por los pecadores”. A lo que, según Tizia,
añadió el P. Tito que “estaba contento de poder sufrir”. Resulta difícil identificar a qué palabras
de Santa Teresa se refería nuestro hombre36. Quizás resuena el capítulo 16 del Libro de la
Vida (Vida 16,7), en el que se da una solapada crítica de la predicación que no se corresponde
con la santidad o que no mueve a la santidad; o quizás Tizia, cuya declaración se da a más de
diez años de los hechos y tras varios años de cárcel, se equivoca en la precisión de las
palabras del beato Tito. En cualquier caso, no deja de ser significativo que la enfermera que
acabó con su vida, recuerde, mucho después, que el beato Tito se refería a la Santa en sus
últimos días.
En Dachau convivieron muchos religiosos y sacerdotes (incluso algunos obispos)
detenidos por el III Reich que, por un acuerdo secreto con el Vaticano 37, fueron agrupados en
Dachau, con ciertas condiciones especiales, entre ellas, la existencia de una capilla que podía
ser usada en algunas ocasiones y con no pocas restricciones. En el campo se dieron

35
H.W.F. AUKES, Het Leven van Titus Brandsma, 288 (Titus Brandsma, modern martyr for the truth, 203-204, de
donde tomamos la traducción).
36
Quizás resuenen también algunos números del capítulo 3 del Camino de Perfección (Camino, 3, 3-4). Sobre este
tema, cf. T. ÁLVAREZ, “Sacerdote” en: Diccionario de Santa Teresa (Burgos 2000) 1187-1193.
37
Cf. J. KAMMERER, La baraque des prêtes à Dachau (Paris 1995).
13
verdaderos ejemplos de santidad38, junto a todo tipo de debilidades y flaquezas humanas. Se
llegó incluso a ordenar de forma clandestina al joven diácono Karl Leisner que moriría poco
después de la liberación39. Otro carmelita, el P. Hilario Januszewski, tras vivir varios años en el
campo, y el cual se ofrecería voluntario para cuidar a los enfermos de tifus, que se
multiplicaban cada vez más dadas las terribles condiciones de los prisioneros, moriría algunas
semanas antes de la liberación. Januszewski fue beatificado junto a un numeroso grupo de
sacerdotes y religiosos polacos prisioneros en Dachau, en 199940.
En uno de los extremos del Lager existe hoy el “Carmelo de la Sagrada Sangre” (Karmel
der Heilige Blut), un monasterio de Carmelitas Descalzas que, en este lugar sagrado, oran
constantemente por la paz y la reconciliación. Fue erigido en abril de 1963, si bien, por ciertas
dificultades en los trabajos de construcción, no fue inaugurado solemnemente hasta noviembre
de 1964 por el obispo auxiliar Neuhäusler41 En el folleto de presentación del monasterio se
puede leer:

“Como carmelitas, nuestra vida en este lugar se caracteriza por un ambiente de


retiro y de silencio, por una toma de conciencia de la presencia de Dios y, al mismo
tiempo, por una apertura a los dramas de ayer y de hoy… Porque “el mundo está en
llamas”, como decía Teresa de Jesús, también hoy es muy necesario el diálogo con Dios
(…). Las ventanas de nuestras celdas se abren hacia el campo de concentración. Esta
vista, así como el encuentro con los seres humanos que sufrieron (o que sufren todavía
hoy) dan su significación más profunda a este lugar… por el que también pasaron
sacerdotes y religiosos. Muchos de ellos, dieron testimonio de su fe y pertenecen ya al
elenco de mártires del siglo XX. Entre ellos, un carmelita, Tito Brandsma, y un sacerdote
diocesano, Karl Leisner, se han convertido para nosotras en una fuente de energía para
nuestra vida carmelita. Y así, este lugar de horror y sufrimiento, se ha convertido en un
lugar para aprender a construir la paz y la reconciliación, así como una especie de
santuario al que tantas personas de todo el mundo vienen en peregrinación…”

El P. J. Kentenich, fundador del movimiento Schönstatt, quien también coincidió con el


Beato Tito y con fray Rafael Tijhuis en Dachau, contaba en una carta enviada, en 1954, al Vice-
Postulador de la causa, P. Adriano Staring, O.Carm., que una frase del P. Tito le había
quedado grabada en la mente: “Ahora debo vivir lo que he estado enseñando…” Hoy en día
que se escriben cosas sublimes sobre vida religiosa y sobre espiritualidades celestiales, no
debemos olvidar esta última lección magistral del Profesor Brandsma: una espiritualidad que

38
Sobre la “experiencia religiosa” que se vivió en este Lager, véanse, entre otros muchos, el testimonio del
carmelita polaco A. URBAŃSKI, Duchowni w Dachau (Kraków 1945), cuya traducción castellana esperamos publicar
próximamente en la colección Textos para un Milenio; así como: K. MAJDAŃSKI, Un obispo en los campos de
exterminio. Historia de una fidelidad (Madrid 1991). Especialmente importante resulta la obra de J. NEUHÄUSLER,
Wie war das im KZ Dachau. Ein Versuch der Wahrheit näber zu kommen (Dachau 1964), de la que existen
traducciones francesa e inglesa, por ser su autor el promotor del Carmelo existente en el terreno del Lager.
39
Le ordenó el obispo francés Gabriel Piquet. El recordatorio de esta peculiar ordenación fue diseñado por el
también carmelita Rafael Tijhuis, al que hemos aludido anteriormente (ver nota 29). Cf. O. PIES, Stephanus Heute.
Karl Leisner, Priester und Opfer (Kevelaer 1949).
40
Puede verse la estupenda síntesis que hizo de su figura el P. General, Joseph Chalmers, O. Carm., en su carta Fiel
en lo poco, fiel en lo mucho, publicada en diversas lenguas, con motivo de la beatificación en 1999.
41
Cf. J. NEUH USLER, Karmel "Heilig Blut" (Dachau) (M nchen ).
14
arraiga en la realidad de la vida y que no se queda en los libros y en los blogs; un testimonio
heroico (y, al mismo tiempo, muy humilde) de coherencia intelectual, espiritual y vital; una
llamada a no olvidar que el amor debe estar en el centro de nuestras espiritualidades y de
nuestra piedad. Todo ello vivido, como Santa Teresa, desde una profunda unión e identificación
con el Cristo humano, sufriente y cercano. Por todo ello, el testimonio del Beato Tito, muchos
años después de su muerte, aún nos sobrecoge y nos ilumina como carmelitas del siglo XXI…

*****

Permítaseme una breve reflexión final, dirigida de forma más específica al lector de
Latinoamérica, hacia el cual va dirigido este congreso. Creo que de lo dicho hasta hora, se
pueden extraer muchas sugerencias y elementos a desarrollar para una lectura actual de la
Santa en el continente americano. Solamente quisiera sugerir una consideración en este
sentido y subrayar cómo el hecho de fijar nuestra atención en el Cristo sufriente, como hacen
(siguiendo una honda tradición del Carmelo) Teresa y Tito, y el hacerlo de forma contemplativa,
honesta, honda, espiritual, auténtica… no puede sino llevarnos a una actitud de cercanía a los
sufrientes de nuestro tiempo. Es una obviedad, pero conviene no perderlo de vista.
En el cristianismo, no se puede hacer teología (en el sentido más básico y etimológico
de la palabra, esto es, “hablar de Dios”), sin orientar nuestra mirada al ser humano que sufre.
No se puede vivir una sincera devoción a la pasión de Cristo, sin desarrollar nuestra
sensibilidad, nuestra solidaridad y nuestra compasión en relación al pobre y al necesitado.
América Latina vivió un gran desarrollo teológico hace unas décadas con la llamada “teología
de la liberación” (aunque quizás sería más correcto hablar de “teologías de la liberación”). Es
cierto que en determinados momentos pudieron darse excesos y desviaciones, reduccionismos
empobrecedores y actitudes equivocadas 42 , pero ni la teología, ni la pastoral, ni la
espiritualidad, pueden olvidar esa dimensión esencial de nuestra fe. Siempre he defendido que
“teología de la liberación” es (o debería ser) una tautología. Una teología que no sea liberadora
no es teología cristiana. Quizás ahora nos encontremos en un buen momento para un sereno
debate teológico sobre estos temas, sin banderías ni animosidades estériles. Aunque parezca
que la teología de la liberación haya “pasado de moda” y, subrayando la necesidad de centrar
algunos aspectos, de revisar y corregir otros, podemos afirmar con el entonces Cardenal
Ratzinger que tomada en sí misma, la expresión «teología de la liberación» es una expresión
plenamente válida: designa entonces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de
la liberación y de la libertad, y sobre la urgencia de sus incidencias prácticas (Libertatis nuntius,
4).
Teresa y Tito nos invitan hoy a mirar (en el sentido más hondo de la palabra) al pobre, al
marginado, al excluido, al que no cuenta… y a ver en él (sin espiritualismos desencarnados) al
crucificado. Teresa y Tito nos recuerdan la entraña liberadora de la verdadera espiritualidad
cristiana y carmelita. No dejemos que un mal entendido espíritu posmoderno o el
neoconservadurismo en boga nos lleven a ignorar y descuidar actitudes y logros muy valiosos.

42
Se pusieron de manifiesto en las dos instrucciones (Libertatis Nuntius de 1984 y Libertatis conscientia de 1986)
sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, publicadas por el entonces Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, Cardenal Ratzinger.
15
La misma instrucción del Cardenal Ratzinger a la que acabamos de hacer referencia (Libertatis
nuntius, supuestamente la más crítica con esta teología), señalaba en la introducción con
palabras muy acertadas:

Esta llamada de atención de ninguna manera debe interpretarse como una


desautorización de todos aquellos que quieren responder generosamente y con
auténtico espíritu evangélico a «la opción preferencial por los pobres». De ninguna
manera podrá servir de pretexto para quienes se atrincheran en una actitud de
neutralidad y de indiferencia ante los trágicos y urgentes problemas de la miseria y de la
injusticia. Al contrario, obedece a la certeza de que las graves desviaciones ideológicas
que señala conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres. Hoy más que
nunca, es necesario que la fe de numerosos cristianos sea iluminada y que éstos estén
resueltos a vivir la vida cristiana integralmente, comprometiéndose en la lucha por la
justicia, la libertad y la dignidad humana, por amor a sus hermanos desheredados,
oprimidos o perseguidos. Más que nunca, la Iglesia se propone condenar los abusos, las
injusticias y los ataques a la libertad, donde se registren y de donde provengan, y luchar,
con sus propios medios, por la defensa y promoción de los derechos del hombre,
especialmente en la persona de los pobres (Libertatis nuntius, Introducción).

Creo que nosotros, carmelitas del siglo XXI, desde una espiritualidad contemplativa,
desde nuestra tradición y nuestro carisma, podemos contribuir a esa tarea liberadora, inherente
a la fe y al cristianismo mismo. También se puede y se debe hacer desde un contexto
latinoamericano, como Teresa lo hizo en la Castilla del siglo XVI y como Tito Brandsma lo hizo
en la convulsa Europa de mediados del siglo XX, la Europa de la crisis, de la guerra y del
holocausto. Los centenarios no son (o no deberían ser) la excusa para una actividad
meramente arqueológica o erudita, sino la ocasión de leer y releer de forma creativa y
significativa el mensaje de la persona a la que recordamos. El centenario del nacimiento de la
Santa de Ávila puede ser, sin duda, una ocasión privilegiada para releer en diversos ámbitos y
desde diversos contextos vitales su mensaje.
Teresa y Tito nos enseñan que no se puede permanecer impasible ante un “Cristo muy
llagado”, que la espiritualidad (entendida como experiencia o como reflexión teórica sobre esa
experiencia) no puede ser sino “espiritualidad liberadora”, que nos lleva a intuir y a contemplar
el misterio último del ser humano, que sólo se entiende desde el misterio de Cristo mismo (GS,
22) 43 . Ojalá que nosotros, carmelitas del siglo XXI, vivamos con hondura ese misterio, y
sepamos estar -como verdaderos espirituales- junto a los más necesitados con generosidad,
compasión y solidaridad. Que Santa Teresa de Jesús y el beato Tito Brandsma nos ayuden
desde el cielo…
Fernando Millán Romeral, O.Carm.

43
He intentado describir esa experiencia en relación a dos pintores: Zoran Music, conocido como "el pintor de
Dachau", quien con sus dibujos a plumilla y a lápiz de los cuerpos apilados nos ha dejado un impresionante
testimonio, tanto histórico como artístico y humano de los últimos momentos del Lager de Dachau y Albert Servaes, a
quien me he referido anteriormente y su Via Crucis que tantos problemas generó. Cf. F. MILLÁN ROMERAL, El
Padre Tito Brandsma... la santidad de la humanidad: Fonte 3 (2006) 77-100 (especialmente el apartado titulado:
Posible fundamento teológico: la gracia de Dios entre dos pintores...)
16

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