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COLEGIO REPÚ BLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

PLAN DE MEJORAMIENTO ESPAÑ OL Y LITERATURA


GRADO – CURSO(S)-JORNADA DÉCIMO
DOCENTE(S) TITULAR(ES) É DGAR BOHÓ RQUEZ RÍOS
CORREO(S) DE CONTACTO – W.A. ebohorquez2006@hotmail.com W.S. 3003860697
HORARIOS DE ATENCIÓN LUNES A VIERNES 8:00AM. A 16:00PM
ÁREA HUMANIDADES
ASIGNATURA LENGUAJE Y LITERATURA
FECHA(S) DE CORTE (AVANCES Y ENERO – DE 2021 PLAN DE MEJORAMIENTO
FINAL)
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El arte de contar historias en un espacio muy reducido de palabras ha tenido varias


consideraciones por parte de la crítica literaria especializada. Algunos afirman que es un arte menor,
otros resaltan la maestría e ingenio de los escritores para contar una historia con muy pocas palabras.
En mi opinión, es muy difícil dado que la narración debe tener toda la estructura (introducción, nudo,
desenlace) correspondiente a un cuento bien estructurado. Sin embargo, la parte que a mí me ha
llamado más la atención tiene que ver con la reflexión que deja en elector acerca del mundo en el que
vivimos. Por eso, durante algunos años me he dedicado a la escritura de este tipo de historias que
agrupé bajo el título: CUENTOS PARA REFLEXIONAR MIENTRAS SE VIVE, al final te dejaré uno
de mis cuentos.

Para el grado Décimo tengo como invitados a varios escritores europeos, de quienes te voy a
invitar a leer los siguientes cuentos:

Un rajá que se aburre


Alphonse Allais
¡El rajá se aburre!
¡Ah, sí, se aburre el rajá!
¡Se aburre como quizá nunca se aburrió en su vida!
(¡Y Buda sabe si el pobre rajá se aburrió!)
En el patio norte del palacio, la escolta aguarda. Y también aguardan los elefantes del rajá. Porque
hoy el rajá debía cazar al jaguar.
Ante yo no sé qué suave gesto del rajá, el intendente comprende: ¡que entre la escolta!; ¡que entren los
elefantes!
Muy perezosamente, entra la escolta, llena de contento.
Los elefantes murmuran roncamente, que es la manera, entre los elefantes, de expresar el
descontento.
Porque, al contrario del elefante de África, que gusta solamente de la caza de mariposas, el elefante de Asia
sólo se apasiona con la caza del jaguar.
Entonces, ¡que vengan las bailarinas!
¡Aquí están las bailarinas! Las bailarinas no impiden que el rajá se aburra.
¡Afuera, afuera las bailarinas! Y las bailarinas se van.
¡Un momento, un momento! Hay entre las bailarinas una nueva pequeña que el rajá no conoce.
-Quédate aquí, pequeña bailarina. ¡Y baila! ¡He aquí que baila, la pequeña bailarina!
¡Oh, su danza!
¡El encanto de su paso, de su actitud, de sus ademanes graves!
¡Oh, los arabescos que sus diminutos pies escriben sobre el ónix de las baldosas! ¡Oh, la gracia casi
religiosa de sus manos menudas y lentas! ¡Oh, todo!
Y he aquí que al ritmo de la música ella comienza a desvestirse.
Una a una, cada pieza de su vestido, ágilmente desprendida, vuela a su alrededor.
¡El rajá se enciende!
Y cada vez que una pieza del vestido cae, el rajá, impaciente, ronco, dice:
-¡Más!
Ahora, hela aquí toda desnuda.
Su pequeño cuerpo, joven y fresco, es un encantamiento.
No se sabría decir si es de bronce infinitamente claro o de marfil un poco rosado. ¿Ambas cosas, quizá?
El rajá está parado, y ruge, como loco:
-¡Más!
La pobre pequeña bailarina vacila. ¿Ha olvidada sobre ella una insignificante brizna de tejido?
Pero no, está bien desnuda.
El rajá arroja a sus servidores una malvada mirada oscura y ruge nuevamente:
-¡Más!
Ellos lo entendieron.
Los largos cuchillos salen de las vainas. Los servidores levantan, no sin destreza, la piel de la linda pequeña
bailarina.
La niña soporta con coraje superior a su edad esta ridícula operación, y pronto aparece ante el rajá como
una pieza anatómica escarlata, jadeante y humeante.
Todo el mundo se retira por discreción. ¡Y el rajá no se aburre más!

En la sierra
Arturo Barea
Esto fue en el primer otoño de la guerra.
El muchacho -veinte años- era teniente; el padre, soldado, por no abandonar al hijo. En la Sierra
dieron al hijo un balazo, y el padre le cogió a hombros. Le dieron un balazo de muerte. El padre ya no podía
correr y se sentó con su carga al lado.
-Me muero, padre, me muero.
El padre le miró tranquilamente la herida mientras el enemigo se acercaba. Sacó la pistola y le
mató.
A la mañana siguiente, fue a la cabeza de una descubierta y recobró el cadáver del hijo abandonado
en mitad de las peñas. Lo condujo a la posición. Le envolvieron en una bandera tricolor y le enterraron.
Asistió el padre al entierro. Tenía la cabeza descubierta mientras tapaban al hijo con la tierra
aterronada, dura de hielo.
La cabeza era calva, brillante, con un cerquillo de pelos canos alrededor. Con la misma pistola hizo
saltar la tapadera brillante de la calva.
Quedó el cerquillo de pelo gris rodeando un agujero horrible de sangre y de sesos.
Le enterraron al lado del hijo.
El frío de la Sierra hacía llorar a los hombres.

La tristeza
Rosario Barros Peña
El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque
yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana. He
metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La
otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos
rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la
habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los
días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el
lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La
tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el
que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas. El profesor
dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo
blanco cubrirá del todo a mi madre y lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado
el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.

Mitología de un hecho constante


Tomás Borrás
A la madre le habían confiado los dioses el secreto: “Mientras alimentes la llama de esa hoguera, tu
hijo vivirá”. Y la madre, infatigable, sostenía el fuego, vigilándolo, sin permitir que disminuyese en
intensidad ni altura.
Así pasaron los años. La madre, arrodillada ante el lar, veía cómo las ascuas alargaban sus alegres
brazos escarlata, garantía de la vitalidad de su hijo. Sin dormirse, hora tras hora, agregaba al montón
caliente nuevos troncos, en vela de su hermosa calentura.

Un día, por la puerta abierta que daba a los campos, entró una joven blanca, sonriente y hermosa,
de paso seguro y ojos que miraban con gozo y fe al porvenir. Sin hablarle, ayudó a levantarse a la madre,
sorprendida, le hizo un ademán de adiós, y se arrodilló ante el lar, a nutrir ella, la crepitante llamarada.

La madre no preguntó. Súbitamente comprendía que era su revelo, que estaba obligada a ceder el
turno a la desconocida, a la que se encargaba desde entonces de sostener el alimento de la incesante llama
para que viviera su hijo.

Y, también en silencio, se salió de la casa y no se fue lejos; solo donde podía prudentemente
contemplar el humo delicado disolviéndose en el delicado azul.

El descuido
[Minicuento - Texto completo.]
Martín Buber
Cuentan:

El rabí Elimelekl estaba cenando con sus discípulos. El criado le trajo un plato de sopa. El rabí lo
volvió y la sopa se derramó sobre la mesa. El joven Mendel, que sería rabí de Rimanov, exclamó:

-Rabí, ¿qué has hecho? Nos mandarán a todos a la cárcel.

Los otros discípulos sonrieron y se hubieran reído abiertamente, pero la presencia del maestro los
contuvo. Éste, sin embargo, no sonrió. Movió afirmativamente la cabeza y dijo a Mendel:

-No temas, hijo mío.

Algún tiempo después se supo que en aquel día un edicto dirigido contra los judíos de todo el país
había sido presentado al emperador para que lo firmara. Repetidas veces el emperador había tomado la
pluma, pero algo siempre lo interrumpía. Finalmente firmó. Extendió la mano hacia la arena de secar, pero
tomó por error el tintero y lo volcó sobre el papel. Entonces lo rompió y prohibió que se lo trajeran de

nuevo.

El elefante blanco
Jean-Pierre Claris de Florian
En varios países de Asia se venera a los elefantes, en especial los blancos. Tienen por establo un
palacio, comen en recipientes de oro, todos los hombres se postran ante ellos y los pueblos luchan para
arrebatarse tan preciado tesoro. Uno de estos elefantes, gran pensador, inteligente, le preguntó un buen día
a uno de sus conductores por qué le rendían tantos honores, dado que en el fondo él no era más que un
simple animal.
-¡Ay! Eres demasiado humilde -fue la respuesta-. Todos conocemos tu dignidad y toda la India sabe
que, al abandonar esta vida, las almas de los héroes armados por la patria habitan por un tiempo en los
cuerpos de los elefantes blancos. Nuestros sacerdotes lo han dicho, por lo tanto debe ser así.

-¡Cómo! ¿Somos considerados héroes?

-Sin duda.

-De no serlo, ¿podríamos disfrutar en paz, en la selva, de los tesoros de la naturaleza?

-Sí señor.

-Amigo mío, entonces déjame ir, porque te han engañado, te lo aseguro; si reflexionas comprenderás de
inmediato el error: somos altivos pero cariñosos; moderados pero poderosos; no injuriamos a los más
débiles; en nuestro corazón, el amor sigue las leyes del pudor; pese a la situación privilegiada en la que nos
encontramos, los honores no han modificado nuestras virtudes. ¿Qué más pruebas se necesitan? ¿Cómo es
posible que alguien haya visto en nosotros el menor rasgo humano?

El malo y el bueno
Fernando Díaz-Plaja
Los dos niños iban cubiertos de pieles y su edad era parecida. Uno era moreno, hirsuto, con
expresión torva. El otro era rubio, con ojos azules. Cuando el primero cantaba parecía gruñir, cuando el
segundo maldecía lo que oía era un canto de pájaros. El primero tenía la torpeza del bruto; el segundo, la
gracia del ángel.

Jugaban frente a la cueva. El moreno había ido colocando con lentitud una piedra encima de otra.
Ya eran dos, ya tres, ya cinco. El edificio se iba levantando poco a poco, las piedras se caían, y él las
colocaba pacientemente en su puesto. El rubio lo miraba.

Se oyó un rumor de pasos a lo lejos. Los dos levantaron la cabeza para ver a su padre que volvía
con la azada al hombro. Habló el moreno.

-Cuando sea mayor ayudaré a padre. Cavaré la tierra y sembraré… Veré crecer la planta, la segaré…
Comeremos de lo que yo produzca.

El rubio sonrió desdeñoso.

-Estúpida labor… Te cansarás… Mira cómo vuelve padre, agotado, lleno de sudor… Yo no; yo cuidaré del
rebaño. Porque el rebaño se cuida solo y yo estaré bajo el árbol, a la sombra, mirándolo… (se inclinó hacia
su hermano), y luego me comeré tus hortalizas.

El padre se acercaba. El muchacho que levantaba la pirámide levantó los ojos hacia él. El rubio
aprovechó el segundo y derribó con la mano la edificación entera. Luego, antes que el otro se repusiera de
su asombrada indignación, corrió hacia su padre.
-Padre -la cabeza rubia se apoyó en la pierna musculosa y sucia del terrón, la cara medio oculta, como
quien se avergüenza del proceder ajeno-, padre… Estaba haciendo una casa con piedras… y… y… él me la
ha tirado.

La sonriente expresión del padre se tornó iracunda mirando al otro hijo; este, repuesto del asombro,
empezaba a balbucear su versión. Pero la indignación le cortaba las palabras…

-Yo… no…, él…; yo…

-¡Cállate!

La mano protectora sobre la cabeza de rubios cabellos, el padre lo contemplaba.

-Siempre tienes que ser el malo…, el enemigo… ¿Por qué no imitas a tu hermano? ¿Por qué no eres más
bueno…? (Bajó la cabeza.) Eres el otro castigo.

Entró en la cueva con un suspiro. El muchacho rubio sonrió y se apoyó en un árbol mirando al
hermano. Este mascullaba protestas sordas contra la vida, contra la vida injusta y necia. Mientras tanto, iba
colocando cuidadosamente de nuevo una piedra sobre la otra; pero ahora no dejaba de vigilar con el rabillo
del ojo a su calumniador.

Se detuvo de pronto. Una liana ondulaba en la hierba… Sí, no cabía duda, era una serpiente. Se
acercó a gatas, llevando en la mano una de las bases del edificio, que ahora debía servir de arma mortífera.
Cuando levantaba la mano se la sujetaron por detrás.

-No la mates, quiero jugar con ella.

-Madre las odia. Quiere que respetemos todos los animales menos este… ¿Cuántas veces se lo has oído?

Se desasió de su hermano y golpeó la aplastada cabeza. El reptil se agitó convulsivamente un poco,


luego se quedó inmóvil. El rubio permaneció unos segundos pensativo contemplándolo. Luego lo cogió de la
cola y corrió hacia la cueva.

-¡Madre! ¡Madre!

Una mujer, que había sido bella y había llorado mucho, apareció en el umbral.

-Mira, madre, sé que tú las odias, y la he matado; ¿qué te parece?

La mujer miró el cuerpo yerto y se estremeció de repugnancia y de terror antiguo…

-Has hecho bien, mi vida…, debes matarlas a todas…, a todas…

-Él no quería que lo hiciera. Decía que quería jugar con ella y quería pegarme…, pero yo la he matado lo
mismo, porque sabía que te gustaría, madre…
-Y a él no le importaba ofenderme… Siempre el mismo… -suspiró-. Ven, hijo, entra…; empieza a hacer frío..

El sol empezaba a ponerse. El muchacho que quedaba fuera, seguía encorvado y a su alrededor el
ocaso iba poniendo una aureola sangrienta. Miró la mano que sujetaba la piedra y la abrió lentamente. La
piedra, todavía manchada de sangre, cayó, incrustándose en la hierba fresca. El muchacho miró hacia la
cueva y luego al cielo. En su alma había una gigantesca pregunta que nadie podía contestar.

-¿No quieres comer?

Su padre estaba frente a él. No tenía aire encolerizado, sino triste. La tristeza del hombre que ha
perdido la felicidad para siempre, la tristeza del que sabe que esta pérdida se debe exclusivamente a sus
propios pecados y no le queda el recurso de achacarla a la maldad ajena. En sus ojos no había cólera, sino
dolor. Un dolor de siglos que no eran pasados, sino futuros. Cuando aquel hombre lloraba lo hacía por algo
que había de pasar.

-Vamos, entra.

Caín se enderezó y le siguió lentamente.

Espero que hayas disfrutado la lectura de estos ingeniosos cuentos. Quiero contarte que su
interpretación es mucho más compleja de lo que parece ya que están llenos de metáforas que aluden a una
realidad política, social, filosófica de la vida humana.

Te invito a que los analicemos juntos…

ACTIVIDAD No. 1 (Puedes desarrollarla en Word o en tu cuaderno)

Escribe una interpretación para cada uno de los cuentos. Para ello, sigue el ejemplo que te presento a
continuación, el cual corresponde a uno de los cuentos que acabas de leer.

Ejemplo:

La ausencia de un ser querido deja profundas huellas en el alma del que espera su
regreso, la desesperanza inunda el día a día del que aguarda verlo nuevamente. El tiempo se
convierte en un verdugo implacable que amenaza con acabar con la fe. Tal vez, este cuento
resuma el drama de la ausencia que dejan los desaparecidos.

Quise ocultar el cuento al que corresponde el análisis que acabas de leer, por tal motivo no hice
referencia directa a su título. Escribe el título del cuento al que corresponde el
análisis______________________________

Teniendo en cuenta el análisis anterior, escribe uno para cada cuento que acabas de leer; no olvides
colocar el título del cuento para saber a cual corresponde.

ACTIVIDAD No. 2 (Puedes desarrollarla en Word o en tu cuaderno)


La caricatura es una forma muy creativa de referirse a la realidad para reflexionar sobre ella. Por
ejemplo, te invito a que mires esta caricatura y que la analicemos juntos.

La caricatura es contundente con nuestra realidad nacional y el sistema de salud avalado por la ley
100 que da vía libre a la formación de las EPS en nuestro país. El asunto se resume en el mal servicio que
prestan las instituciones encargadas de velar por la salud de los colombianos, unido a la letalidad del virus. En
consecuencia, la frase:…! seremos invencibles! , alude a que si antes de la pandemia había muertos por
negligencia y mal servicio, ahora el asunto se incrementará, mostrando un panorama preocupante para toda la
ciudadanía.

Fíjate que a partir del humor el caricaturista pretende que tomemos conciencia de nuestra realidad.
Ahora el reto que te propongo consiste en elaborar una caricatura por cada cuento que leíste. Para ello, debes
mirar el tema que se está tratando en el cuento y el análisis que hiciste del mismo; para de esta manera
construir una caricatura sobre esa realidad. No olvides poner el título de cada cuento en una hoja en blanco
tamaño carta en la cual debes hacer tu trabajo. Sobra decir que es una caricatura por cuento, lo que al final te
da un total de siete trabajos.

Emocionante, verdad?!.... Espero un desborde de creatividad en este trabajo!

ACTIVIDAD No. 3 (Puedes desarrollarla en Word o en tu cuaderno)

Ahora te voy a presentar uno de mis cuentos para que te sirva de ejemplo en tu propia creación.

COLLAGE
La bruja baratuja, que durante siglos estuvo enamorada
de Sansón, afirmaba que los hombres eran maleables, tontos y superficiales.

-Mira que perder su fuerza y poder por culpa de una estilista-


Decía todo el tiempo.
Años más tarde, la bruja lloraba desconsolada en el parque del
pueblo. Su magia se había ido para siempre, después de la rinoplastia que
se practicó para parecerse a Blanca Nieves.
A Sansón le volvió a crecer el pelo.

(Cuento desarrollado en el marco de una investigación pedagógica en la Universidad Externado de Colombia,


por Édgar Bohórquez Ríos)

¡EL RETO!
Escribe tu propio cuento, recuerda que no debe exceder las cien palabras y debes presentarlo en una
hoja tamaño carta en Word o a mano con diagramación; es decir, tal y como te presenté el mío.
La creación no se da de la noche a la mañana; por ejemplo, te cuento mi propia experiencia:
una mañana despierto con una idea y la escribo, luego la dejo unos días para volver a leerla y comenzar a
pulir su escritura. Redacción, ortografía, distribución de párrafos etc. Luego la dejo un tiempo antes de leerla
en voz alta para mirar si está transmitiendo lo que quiero. Por último, se las leo a mis hijos para que me den su
opinión; si coinciden en la interpretación quiere decir que ya está listo.
Ahora quien esté interesado en participar en el concurso BOGOTÁ EN CIEN PALABRAS, puede
ingresar con este título, seguir las instrucciones y enviar su cuento. No es obligatorio, pero quien lo haga me
puede enviar el pantallazo de su publicación final para mejorar su nota definitiva.
En este espacio quiero que escribas una interpretación de mi cuento y lo envías antes del cuento de
tu propia creación.
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