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2 GEOLOGÍA
4.2.1 Introducción
En esta sección se encuentra una descripción general de la geología de la Cuenca del Río Nare, tal
como ha sido definida para efectos del POMCA, desde el municipio de Concepción hasta su
confluencia con el río Magdalena, ubicada en jurisdicción del municipio de Puerto Nare en el
departamento de Antioquia. Este componente se convierte en un elemento base para la descripción
física de la cuenca, siendo necesaria para la formulación del Plan de Ordenación y Manejo de la
Cuenca del Río Nare.
4.2.2 Metodología
La cartografía geológica publicada por el Servicio Geológico Colombiano (SGC) pertinente a esta
área de estudio, corresponde a las Planchas 5-06 y 5-09 en escala 1:500.000 y a las Planchas
131,132, 147,148, y 149 publicadas en escala 1:100.000, con base en el relevamiento geológico
básico preparado a escala 1:25.000. En cada plancha del SGC, a escala 1:100.000, se encuentra el
registro de los responsables del levantamiento a escala 1:25.000, además de la información
consolidada para su respectiva publicación a escala 1:100.000.
Dado el estado de la cartografía geológica existente el producto presentado en este informe se basa
en la compilación de la información litológica y estructural disponible en el Servicio Geológico
Colombiano, con algunas adiciones en la información estructural resultante de estudios preparados
por autores o entidades diferentes al SGC (Álvarez, R., 1971, Page & James., 1981, Rendón et al,.
2011, Rendón et al, 2011 Universidad Nacional,1984, 1998, 2000, Woodward & Clyde Consultants
& Integral S.A, 1983), y del registro de información generada en este proyecto.
Las discrepancias de nomenclatura entre las diferentes planchas a escala 1:100.000 han sido
resueltas a partir de las descripciones de las formaciones geológicas que se encuentran en los
respectivos informes, como también en la cartografía generalizada del Atlas Geológico de Colombia
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a escala 1:500.000 (Gómez et al, 2015). En los mapas se ha utilizado una doble nomenclatura, si lo
hay, marcada con una barra inclinada (/): el primer acrónimo es el correspondiente a Gómez et al
(2015) y el segundo corresponde a las planchas a escala 1:100.000 de INGEOMINAS.
4.2.3 Generalidades
El área objeto de estas notas se encuentra en una amplia zona de forma alargada, la cual comprende
un área de aproximadamente 5700 km 2, con dirección SW, desde las cabeceras del río Concepción,
hasta la confluencia de los ríos Nare y Magdalena, ubicada en jurisdicción del municipio de Puerto
Nare en el departamento de Antioquia. La Figura 60 ilustra el aspecto general de la zona de estudio.
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Fuente: Elaboración equipo Consorcio POMCAS, a partir de datos entregado por CORNARE.
La Cuenca del Río Nare se encuentra en el núcleo ígneo-metamórfico de la Cordillera Central. Sobre
el basamento ígneo-metamórfico se encuentra solo tres formaciones sedimentarias: Formación la
Cristalina, las Sedimentitas de Segovia, y la Formación Mesa en el Valle del Magdalena, en el
extremo Sureste de la cuenca. Los depósitos aluviales ocupan áreas restringidas a los valles
interandinos y al fondo del Valle del Magdalena. La geomorfología regional está controlada por los
procesos de formación de la Cordillera Central, directamente asociada a la actividad tectónica a partir
de la Orogenia Andina, y por los procesos de erosión en masa; los procesos deposicionales están
limitados a la formación de depósitos aluviales en las vegas de ríos y quebradas, y al emplazamiento
de los depósitos de vertiente. La Figura 61 muestra un mapa geológico general de la Cuenca del Río
Nare.
4.2.4 Litología
Las rocas metamórficas de la porción oriental de la cuenca fueron descritas en detalle por los
geólogos del Inventario Minero Nacional quienes hicieron una categorización cronológica muy
general diferenciando sólo las rocas plutónicas y metamórficas al Este y al Oeste de la Falla de Otú.
(Feininger et al, 1975) y que han sido agrupadas luego en una categoría genérica denominada
Complejo Cajamarca (Moreno & Cruz, 2008). Dados la extrema generalidad de la nomenclatura y la
ausencia de nombres propios para las unidades litológicas en la edición de la cartografía del
INGEOMINAS, se ha recurrido a combinar la nomenclatura y simbología convencional en la literatura
geológica y la simbología de la compilación a escala 1:500.000 de Gómez et al (2015). En el área
de la cuenca la roca sana o ligeramente meteorizada aflora sólo en unos pocos sitios a lo largo de
las vías principales, en canteras y en algunos tramos de ríos quebradas. La distribución de unidades
litológicas en la cuenca está ilustrada en la Figura 61
279
infiltración de este material es sólo de unos cuantos centímetros por hora, cifra muy diferente a la
sugerida en estudios anteriores; sin embargo la porosidad de este material y su elevada
permeabilidad secundaria debido al agrietamiento por desecación, que le confiere una estructura
columnar, su posición en superficie, su espesor y su capacidad de campo, hacen del horizonte de
andosoles un elemento clave en el proceso de infiltración que debe ser investigado con mayor
detalle. La Foto 13 ilustra la estructura columnar característica del horizonte de andosoles sobre el
suelo residual maduro y el horizonte gley en la interfase entre los andosoles y el suelo residual.
Lodolitas, shales, metalimolitas silíceas y metaarenitas feldespáticas con lentes de mármol, del
Ordovícico, localizadas en el valle del Magdalena, en el extremo oriental de la cuenca. Botero (1976)
reportó la ocurrencia de graptolites en esta formación. Gómez et al (2015) le asigna la nomenclatura
O-Sm, y GRP (2008) utiliza la nomenclatura Olc.
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Foto 13. Andosoles sobre suelo residual derivado de granodiorita. Vía hacia San Julián, vereda El
Chico, municipio de San Rafael.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Ortogneises graníticos. Feininger et al (1970) los catalogó genéricamente como Rocas Metamórficas
al Oeste de Otú. No tienen una nomenclatura particular en la cartografía de Feininger et al (1970).
Los productos de meteorización son limos de baja plasticidad de color pardo amarillento en el
horizonte VI y limos arenosos de color rojizo con bandas blancas, en el horizonte V. La nomenclatura
cronoestratigráfica utilizada corresponde a Gómez et al (2015).
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plasticidad de color pardo amarillento en el horizonte VI y arenas limosas de color rojizo con motas
y bandas blancas, en el horizonte V. La nomenclatura cronoestratigráfica utilizada corresponde a
Gómez et al (2015). La falla Palestina forma su contacto oriental con el Batolito de Segovia y con los
mármoles de Nare.
Foto 14. Mármoles con intercalaciones de cuarcita al oeste de la Falla Otú. Camino hacia cavernas del
Nus, vereda La Mesa, municipio de Caracolí.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Estos cuerpos de mármol forman el carso del río Nus; normalmente los mármoles afloran en
superficie sin una cubierta de suelos residuales, y ocasionalmente el mármol está cubierto por
depósitos gravitacionales.
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4.2.4.5 Esquistos Grafíticos (T-Mbg3)
Dunitas, serpentinitas y esquistos talcosos. Feininger et al (1975) los catalogó genéricamente como
Rocas Metamórficas al Oeste de Otú. La nomenclatura cronoestratigráfica utilizada corresponde a
Gómez et al (2015).
González y Londoño (1999) llaman Diorita de Segovia, a un cuerpo plutónico localizado al oriente
del departamento de Antioquia y que se extiende hacia el norte en el departamento de Bolívar,
identificado por Feininger et al (1970) quienes lo agruparon con otros granitoides con el término
genérico rocas ígneas al oeste de la Falla de Otú (ver Foto 15). La forma de este cuerpo es elongada
en el sentido norte-sur, paralelo a las estructuras regionales de la Cordillera Central; sus relaciones
con las rocas encajantes pueden ser tanto tectónicas como intrusivas, mostrando en este caso unas
aureolas de contacto bien definida con la presencia de cornubianas. La composición predominante
es diorítica a cuarzodioritica con variaciones locales a cuarzomonzonita, granodioritas y a gabros.
Gómez et al (2015) le asignan la nomenclatura J-Pi.
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Foto 15. Rocas del Batolito de Segovia y diques instruyendo mármoles plegados. Margen izquierda del
río Nare, vereda la Mesa, municipio de Caracolí.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Esta unidad, en el extremo occidental de la Cuenca del Río Nare, está formada por rocas masivas,
densas, duras, de color gris verdoso, que ocasionalmente presentan textura bandeada por
segregación de minerales. Los suelos residuales del horizonte VI son limos de baja compresibilidad,
de color pardo amarillento; los suelos residuales en el horizonte V son limos arenosos de color pardo
rojizo. Gómez et al (2015) le asignan la nomenclatura T-Mmg3. La Foto 16 ilustra la característica
del horizonte VI y la roca masiva de color gris verdoso.
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Foto 16. Suelo residual y afloramiento de roca Anfibolita. Vía San Francisco-Concepción, vereda las
Frías, municipio de Concepción.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
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de la Cuenca del Río Nare objeto de este plan de ordenamiento se encuentra sobre esta unidad
litológica.
El Batolito Antioqueño, aflora en un área de 7.221 km2, en la Cordillera Central. Es una unidad
monótona; 97% cuarzodiorita o granodiorita, compuesta de cuarzo (23.9%), feldespato de potasio
(6.7%), plagioclasa (48%), hornblenda (9.3%), biotita (9.3%), clorita secundaria (1.6%) y minerales
accesorios (0.8%). Se han reconocido facies félsicas y gabroicas. Numerosas edades radiométricas
indican edad cretácea superior. Son comunes diques andesíticos con espesores de 1 a 2 cm. De
este a oeste el batolito es progresivamente más pobre en feldespato de potasio, su índice de
coloración más alto y aumenta la deformación post-intrusiva. La roca del batolito es maciza en su
mayoría; es común la presencia de inclusiones máficas (gabros). Su contacto con rocas
metamórficas encajantes es discordante y neto, salvo con las anfibolitas en donde ha habido mezcla;
su techo parece ser una superficie casi plana interrumpida en algunos lugares por fallas de intrusión.
De este a oeste la elevación del techo aumenta de 20 a 30 m por km. Algunas fallas post-intrusivas
y zonas de cizalladura regional lo cortan en algunos lugares. Los contactos desiguales, las
inclusiones desplazadas y rotadas, las apófisis irregulares, y la homogeneidad composicional,
textura y la presencia de una aureola envolvente, indican que su acomodamiento ocurrió como un
magma fluido, caliente y uniforme. Este batolito ha sido interpretado como una gran intrusión en
forma de manto subhorizontal y de espesor relativamente pequeño con relación al área expuesta
(Feininger & Botero, 1982). Gómez et al (2015) le asignaron la nomenclatura crono estratigráfica de
K2-Pi.
Los suelos residuales de este batolito pueden tener más de 100 m de profundidad e incluyen los
horizontes IV a VI (Feininger et al 1970, Universidad Nacional, 2000). La Foto 17 ilustra la
característica del horizonte IV (Gruss) y afloramiento del Batolito Antioqueño.
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Foto 17. A) Horizonte IV (Gruss) de Cuarzodiorita. Vía Concepción-Alejandría, vereda Santa Gertrudis,
municipio de Concepción. B) Afloramiento de roca Cuarzodiorita. Vía Alejandría-Santo Domingo,
vereda la Fatima, municipio de Concepción.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
La Formación Mesa, de edad Plioceno temprano (Dueñas & Castro, 1981), constituida
principalmente por lodolitas, arenitas tobáceas y líticas, y conglomerados volcánicos con abundantes
fragmentos de andesitas y dacitas (Foto 18); sus características faciales permiten interpretarla como
una unidad depositada en ambiente fluvial coetáneo con una amplia actividad volcánica, del sistema
volcánico Ruiz - Tolima en el centro de Colombia. Ocupa una extensión considerable del Valle Medio
del Magdalena, en contacto discordante con la Formación La Cristalina y el Batolito de Segovia en
el extremo oriental de la cuenca. Está constituida por bancos horizontales, muy gruesos, de arenitas
arcosicas a conglomeráticas, friables, con delgadas capas de lodolitas, estratos de conglomerados
clastosoportados con abundantes fragmentos de andesitas y dacitas, tobas intercaladas con
aglomerados y brechas.
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Foto 18. Formación mesa. Centro poblado La Sierra, municipio de Puerto Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Los depósitos de planicie aluvial (Foto 19) tienen una extensión mayor que las terrazas. En ellos
predominan las arenas limosas correspondientes a las vegas de inundación. Se encuentran a lo
largo de las corrientes principales de la cuenca. Debe considerarse en esta categoría los sedimentos
de las colas de los embalses que periódicamente quedan descubiertos en las épocas de estiaje
cuando disminuyen los niveles de los embalses.
Foto 19. Depósitos aluviales correspondientes a vegas de inundación en el río Concepción. Vereda
Santa Gertrudis, vía Concepción - Alejandría.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
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4.2.4.13 Depósitos de Ladera (Qv)
Estos depósitos están formados generalmente por una matriz de limo de color pardo amarillento a
pardo rojizo, que rodea cantos y bloques de roca. Algunos de los depósitos no están cubiertos por
el manto de andosoles común en la zona, ni se ha desarrollado un horizonte edáfico; la ausencia de
estos elementos es indicadora de su emplazamiento reciente.
Estudios anteriores llevados a cabo en el Valle de Aburra indican que los depósitos de ladera
originados en suelos residuales de diferentes litologías son muy similares entre sí (Hermelín &
Hoyos, 1984), razón por la cual, en una primera aproximación, serán tratados como una sola unidad.
Corresponden a los llenos controlados de la presa del embalse San Lorenzo o Jaguas. Están
compuestos de limos seleccionados y compactados con base en diseños especiales para cada caso.
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litológica y geomorfológica en grandes extensiones del terreno que da lugar a unas cuantas
formaciones superficiales, resulta en la relativa homogeneidad de valores de las características y
propiedades geomecánicas e hidráulicas de los materiales manifestada en la baja dispersión de los
valores de dichas características y propiedades, como puede apreciarse en el resumen de la Tabla
. En ella se encuentran los valores de tendencia central de las características y propiedades de los
materiales del regolito en las diferentes formaciones superficiales. En ella Los valores medios se
encuentran en la celda superior, y las desviaciones estándar en la celda inferior. En esta tabla debe
destacarse que las propiedades de los suelos residuales son muy similares entre sí y con los de los
depósitos de vertiente, y difieren de las propiedades de los suelos de depósitos aluviales y de
terrazas.
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Figura 62. Mapa de Unidades Geológicas Superficiales.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
La relativa homogeneidad de las formaciones superficiales en grandes extensiones del terreno que
da lugar a unas cuantas formaciones superficiales o unidades geológicas superficiales, resulta en la
relativa homogeneidad de valores de las características y propiedades geomecánicas e hidráulicas
de los materiales manifestada en la baja dispersión de los valores de dichas características y
propiedades, como puede apreciarse en el resumen de la Tabla 56
Tabla 56. Características y Propiedades de los Suelos de las Formaciones Superficiales en el Valle de
San Nicolás.
Formación
Srrmg Srrme Srrmm Srri Srru Srrs Dsg Dlb
Propiedad Unidad
11,9 12,1 10,9 10,7 11 12,4 11,8
Peso unitario seco kN/m3
σ 1,6 0,9 1,1 1,0 2,0 1,42 2,4
291
17,2 17,3 16,6 16,5 16,7 17,3
Peso unitario saturado kN/m3
σ 5,2 4,4 4,9 4,9 5,8 4,3
39 31 32 17 15,5 0 39
Cohesión kPa
σ 23 7 25 5 12 21
25 20 21 27 24 27 18
Angulo de fricción ◦
σ 9 5 8 3 7 9
6*10-7 4*10-6 6*10-7 5*10-6 4*10-7
Permeabilidad cm/s
σ 10-1 10-1 10-1 10-1 1*10-7
Fuente: CHSSA, 2010, Estudios y diseños para el acueducto del Valle de San Nicolás.
En esta tabla se encuentran los valores de tendencia central de las características y propiedades de
los suelos de las diferentes formaciones superficiales. En ella los valores medios se encuentran en
la celda superior, y las desviaciones estándar en la celda inferior. Puede observarse que las
propiedades de los suelos residuales son muy similares entre sí y con los de los depósitos de
vertiente, y difieren de las propiedades de los suelos de depósitos aluviales.
Las unidades geológicas superficiales que ocupan la mayor parte de la cuenca son suelos residuales
derivados de rocas ígneas y metamórficas; además la antigüedad de algunos depósitos aluviales y
gravitacionales han dado lugar a la formación de suelos residuales a partir de dichos depósitos. Los
suelos residuales derivados de rocas ígneas y metamórficas tienen en común la presencia de los
horizontes VI y V, el suelo residual maduro y el saprolito. En las rocas ígneas puede identificarse
claramente el horizonte IV, gruss, que rara vez ha sido observado en las rocas metamórficas. La
Figura 63 ilustra el perfil característico de los suelos residuales en esta cuenca.
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Figura 63. Estratigrafía generalizada de los suelos residuales en la Cuenca del Río Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
El perfil típico de meteorización del Batolito Antioqueño, ilustrado en la Figura 64, comprende, por
debajo del horizonte edáfico, un horizonte de suelo residual maduro de carácter predominantemente
limoso, correspondiente al horizonte VI, en el que no se observa textura alguna, cuyo espesor medio
es del orden de 1 m aunque puede alcanzar tres a cuatro metros de profundidad. Debajo del suelo
residual maduro se encuentra un horizonte de saprolito, correspondiente al horizonte V, de color
rojizo moteado de blanco y negro, en el que predominan las arenas limosas, se conservan las
estructuras de la roca diaclasas, y se puede reconocer la textura de la roca original; el espesor de
este horizonte puede alcanzar varias decenas de metros. En este nivel puede encontrarse cantos y
bloques de roca en un estado avanzado de meteorización. Es frecuente que estos dos horizontes
estén ausentes; en ese caso se desarrollan surcos y cárcavas en las superficies expuestas.
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Figura 64. Perfil típico de meteorización del Batolito Antioqueño.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
El horizonte inferior de meteorización, correspondiente a los horizontes IV (ver Foto 21), es llamado
gruss, de carácter arenoso, formado por agregados de minerales, algunos de ellos en un estado
incipiente de meteorización; el color claro, de tonos pastel, característico de este horizonte es un
indicador de que los procesos de oxidación están menos avanzados que en el nivel de saprolito. Su
espesor puede alcanzar decenas de metros. En este nivel puede encontrarse cantos y bloques de
roca fresca o en un estado incipiente de meteorización. La Foto ilustra el aspecto de los horizontes
V y VI del perfil de meteorización del Batolito Antioqueño.
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Foto 20. Perfil de meteorización en suelo residual derivado del Batolito Antioqueño. Vereda El
Porvenir, municipio de San Roque.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Foto 21. Horizonte IV derivado del Batolito Antioqueño. Vía Alejandría – Santo Domingo, vereda El
Rosario, municipio de Santo Domingo.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Los suelos residuales de cuarzodiorita del Batolito Antioqueño y del Batolito de Segovia, son de tipo
ferralítico ricos en caolinita, desarrollan un perfil de meteorización típico en el que se distinguen tres
295
niveles u horizontes: un suelo residual maduro, del tipo ferruginoso, compuesto de limos de color
ocre a pardo amarillento, de baja compresibilidad, que puede tener varios metros de espesor, aunque
usualmente apenas alcanza una profundidad de 1,5 m; una zona saprolítica, del tipo fersialítico,
abigarrada, compuesto de limos arenosos y arenas limosas oxidadas, muy susceptible a la erosión
superficial, en cuyo interior pueden encontrarse bloques de roca en diferentes grados de
meteorización; su espesor, variable, puede alcanzar varias decenas de metros; el nivel inferior
conocido como gruss es de color gris y crema en tonos pastel, compuesto de arenas gruesas,
limosas, con bloques de roca ligeramente meteorizada, puede tener hasta varias decenas de metros
de espesor. En los últimos dos niveles se conservan la textura y las estructuras de la roca original,
en particular diaclasas y fallas en cuyas paredes generalmente presentan una pátina de óxidos de
manganeso. Las estructuras heredadas pueden modificar sustancialmente la permeabilidad de la
masa del suelo residual que localmente puede ser uno o dos órdenes de magnitud mayor que la
permeabilidad del material en sí. La transición a la roca sana es gradual y ocurre en unos pocos
metros de espesor. La resistividad media de esta unidad es de 620 Ωm con una desviación estándar
de 270 Ωm.
El perfil de meteorización de las rocas metamórficas, en la Cuenca del Río Nare, con excepción de
los mármoles, está caracterizado por la presencia de los horizontes VI y V; rara vez se encuentra el
horizonte IV. El horizonte V, suelo residuaL maduro carácter predominantemente limoso,
correspondiente al horizonte VI, en el que no se observa textura alguna, con espesor medio del orden
de 1 m aunque puede alcanzar tres a cuatro metros de profundidad. Debajo del suelo residual
maduro se encuentra un horizonte de saprolito, correspondiente al horizonte V, de color rojizo con
bandas de colores crema y blanco, en el que predominan los limos arenosos, que conserva las
estructuras de la roca, y se puede reconocer la textura de la roca original; el espesor de este
horizonte puede alcanzar varias decenas de metros. En este nivel puede encontrarse cantos y
bloques de roca en un estado avanzado de meteorización. En la Figura 65 se encuentra la
generalización estratigráfica del perfil de meteorización típico de los suelos generados a partir de las
rocas metamórficas en la Cuenca del Río Nare.
296
Figura 65. Perfil típico de meteorización de rocas foliadas y néisicas.
Fuente: Hoyos, F., 2000, Diccionario de Geotecnia, Hombre Nuevo Editores, Medellín.
Son suelos de color pardo amarillento a pardo rojizo, de tipo ferralítico ricos en caolinita, cubiertos
en ocasiones por una capa de andosoles Figura 66. Perfil típico de meteorización de rocas néisicas..
Los primeros metros a partir del piso del horizonte edáfico, se encuentra el suelo residual maduro,
de tipo ferruginoso, usualmente de color pardo amarillento en el que no se puede reconocer una
textura particular, compuesto de limos de alta compresibilidad y baja permeabilidad. Por debajo del
suelo residual maduro se encuentra el horizonte de saprolito, de tipo fersialítico, caracterizado por
conservar la textura y las estructuras de la roca original, particularmente diaclasas cuyas paredes
usualmente están cubiertas de una pátina negra de pirolusita (Figura 66 y Figura 67). Aunque Las
propiedades mecánicas e hidráulicas de este horizonte son similares a las del suelo residual maduro,
se diferencian por un incremento en la fracción arenosa y en el ángulo de fricción, y el predominio
de los limos de baja compresibilidad. La resistividad media de esta unidad es de 700 Ωm con una
desviación estándar de 525 Ωm.
297
Figura 66. Perfil típico de meteorización de rocas néisicas.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
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Figura 67. Perfil típico de meteorización de rocas foliadas (anfibolitas).
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Son suelos de color pardo amarillento a pardo rojizo, de tipo ferralítico, cubiertos por una capa
continua de andosoles. En los primeros decímetros, se encuentra el suelo residual maduro,
compuesto por limos arenosos, de tipo ferruginoso, usualmente de color pardo amarillento sin una
textura particular, compuesto de limos de alta compresibilidad y baja permeabilidad. Por debajo del
suelo residual maduro se encuentra el horizonte de saprolito compuesto de arenas limosas, de tipo
fersialítico, de color pardo amarillento a pardo rojizo con textura esquistosa y presencia de
estructuras heredadas. Aunque Las propiedades mecánicas e hidráulicas de este horizonte son
similares a las del suelo residual maduro, se diferencian de él por un incremento en la fracción arena
y en el ángulo de fricción, y el predominio de los limos de baja compresibilidad.
299
4.2.5.5 Suelos residuales derivados de rocas metamórficas masivas. Srrmm.
Suelo limoso de color pardo amarillento a pardo rojizo, de alta compresibilidad y de permeabilidad
baja, de tipo ferruginoso. Es difícil distinguir diferentes horizontes en el perfil de meteorización en
esta unidad.
Los depósitos de ladera ocupan una extensión considerable en el área del proyecto y presentan
características y propiedades geomecánicas similares a las de los suelos residuales. Su espesor
puede alcanzar decenas de metros. Están constituidos por una matriz de limo de color pardo
amarillento a pardo rojizo, que rodea cantos y bloques de roca. En los depósitos de Paulandia y los
Salados el diámetro máximo alcanza los 0.3m, y el diámetro modal es 0.1 m, en tanto que en el
depósito de Encenillos son comunes los bloques mayores que 0,5 m. Los depósitos de Paulandia y
los Salados son depósitos maduros a juzgar por el estado de meteorización de los cantos de roca y
la cubierta de andosol. Por el contrario el depósito de Encenillos la ausencia del horizonte de andosol
y el estado fresco de los cantos y bloques de roca indican que este es un depósito reciente.
300
Figura 68. Estratigrafía generalizada de los depósitos de vertiente en el área de la Cuenca del Río Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Son acumulaciones de arena y grava de los lechos de las corrientes y de sus vegas de inundación.
En la zona de estudio tienen importancia las vegas de inundación de los ríos Pantanillo y Negro, y
de la quebrada Pereira. Dos de las plantas de tratamiento están localizadas en este tipo de suelo.
La resistividad media de esta unidad es de 300 Ωm con una desviación estándar de 145 Ωm.
En esta categoría debe incluirse todo tipo de acumulaciones de materiales en los que interviene de
manera directa la acción humana, incluidos los llenos no controlados, generalmente vertederos de
escombros o de basuras y las estructuras construidas con base en diseños de ingeniería. En este
último caso, están compuestos de materiales seleccionados y compactados con base en diseños
especiales. Esta unidad tiene cierta importancia en la zona de estudio por los llenos controlados del
aeropuerto José María Córdoba y la presa del embalse La Fe, compuestos de arenas limosas y limos
de baja compresibilidad.
301
4.2.6 Profundidad del basamento
El espesor medio del regolito, evaluado con centenares de sondeos eléctricos verticales, llega a 70
m con una desviación estándar de 40 m y valores extremos de 0 y 280 m. En los bordes del área
definida por la cota 2200 son comunes los depósitos de ladera y ocasionalmente depósitos coluviales
que cubren las terrazas y las colinas bajas o se interdigitan con ellas (Universidad Nacional, 2000).
En la Tabla 57 se encuentra un resumen de la información sobre espesor del regolito y posición del
nivel freático obtenida en 374 perforaciones para los proyectos hidroeléctricos en el Oriente
Antioqueño, discriminados en cuatro categorías:
Tabla 57. Profundidad de la meteorización y del nivel freático en vertientes del Batolito Antioqueño.
Localidad P Espesor del regolito Profundidad de nivel freático
Máxima Mínima Media D.E. Máxima Mínima Media D.E.
Calderas 1 -- -- -- -- -- -- -- --
2 72.4 28.7 4.5 12.7 60.5 14.7 31.9 12.4
3 69.7 18.1 33 14.9 23.5 10.0 15.2 4.5
4 30.8 0.0 23.6 16.2 5.º 0.0 2.4 2.6
65.4 0.0 41.3 18.6 60.5 0.0 19.8 15.3
Jaguas 1 75.5 37.0 65.4 -- 34.0 27.0 14.1 --
2 76.2 25.5 45.7 -- 34.1 1.7 14.8 --
3 86.9 5.0 35.1 -- 9.0 0.0 9.0 --
4 51.0 18.7 34.7 -- 38,5 0.0 4.6 --
86.9 5.0 41.0 17.0 38.5 0.0 11.3 9.9
Playas 1 61.3 27.5 48.5 10.2 57.5 10.0 30.2 13.8
2 54.7 10.0 35.2 3.3 36.4 1.0 20.4 11.9
3 62.8 6.8 29.4 11.7 25.5 1.0 13.3 7.3
4 40.5
69.8 5.8 34.0 14.7 56.2 0.0 16.9 12.9
Punchiná 1 55.4 13.9 40.6 8.2 45.0 13.1 28.3 7.1
2 63.2 14.1 32.0 13.3 32.0 2.6 21.4 7.8
3 45.9 1.0 20.5 9.8 20.0 0.3 8.3 5.4
4 13.5 0.0 17.5 4.3 3.5 0.4 1.2 1.1
53.2 0.0 26.7 13.4 45.0 0.3 17.0 11.4
Puerto Velho 1 -- -- 45.0 -- -- -- -- --
2 -- -- 43.0 -- -- -- -- --
3 -- -- 31.0 -- -- -- -- --
4 -- -- 10.0 -- -- -- -- --
-- -- 31.0 14 -- -- -- --
Santa Rita 1 -- -- 46.0 13.5 -- -- -- --
2 -- -- 36.0 8.0 -- -- -- --
3 -- -- 26.0 8.0 -- -- -- --
4 -- -- 17.0 7.5 -- -- -- --
-- -- 40.0 13.0 -- -- --
302
En la Tabla 58 se encuentra un resumen regional de la profundidad de la meteorización en el Oriente
Antioqueño, discriminada de la misma manera. En la Figura 69 se observa la distribución la espacial
de la profundidad del basamento en la Cuenca del Río Nare.
Tabla 58. Distribución regional del espesor del regolito en el Oriente Antioqueño.
Figura 69. Distribución espacial de la profundidad del basamento en la Cuenca del Río Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño.
La información contenida en estas dos tablas ha sido utilizada para estimar el espesor del regoliito y
la profundidad del nivel freático. La extrapolación ha sido hecha en la totalidad de la cuenca bajo el
supuesto que las rocas cristalinas ígneo-metamórficas presentan una respuesta similar ante los
agentes de intemperismo que son esencialmente iguales en toda la cuenca. Además se ha tenido
en cuenta que en los escarpes y el fondo de los cañones el espesor de regolito es nulo. Así mismo,
el espesor del regolito observado en los afloramientos de la Formación Mesa es cercano a cero y
corresponde a un incipiente desarrollo de suelo orgánico.
303
4.2.7 Profundidad del nivel freático
Figura 70. Profundidad del nivel freático para la Cuenca del Río Nare objeto de estudio.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
304
4.2.8 Tectónica
La posición actual de la Cuenca del Río Nare resultó de la elevación de la Cordillera Central durante
la Orogenia Andina, movimiento que tuvo lugar a lo largo de unas cuantas fallas maestras a lo largo
de los ríos Magdalena y Cauca.
La Cordillera de los Andes, con una historia de doscientos millones de años, es el resultado de la
subducción de la bajo la Placa de Nazca bajo la Placa Sudamericana; la organización estructural de
los Andes responde a los esfuerzos generados por la interacción de las placas Nazca y Pacífico. A
pesar del marco tectónico común en toda la cadena a lo largo del continente, su evolución presenta
notables diferencias de Sur a Norte, y la evolución en territorio Colombiano tiene características
propias.
La historia de la formación de los Andes Colombianos puede categorizarse en dos etapas, una
primera etapa de tipo extensional desde Jurásico-Cretáceo Inferior y una segunda etapa
compresional a partir del Cretáceo Superior al Reciente
La actividad tectónica durante el Paleoceno y Mioceno dio lugar a la Orogenia pre-andina, plegando
las estructuras, levantándolas por encima del nivel general de erosión y haciendo desplazar las rocas
más rígidas de la Cordillera Central. Los procesos erosivos de largo alcance generaron extensas
penillanuras cuyos relictos, levantados durante la Orogenia Andina, constituyen los altiplanos
actuales con sus diferentes niveles de superficies de erosión. Las fallas con orientación Noroeste y
Noreste están asociadas al campo de esfuerzos compresivos de la interacción de las placas Nazca
y Suramérica
El Cuaternario está caracterizado por la elevación de la Cordillera Andina hasta su altura actual.
Hace aproximadamente un millón de años ocurrió el Pulso Orogénico Andino Tardío con un nuevo
levantamiento y la reanudación de fuerte erosión.
305
4.2.8.1 Diaclasamiento
Foto 22. Diaclasamiento en rocas del Batolito de Segovia. Quebrada Sonar, margen derecha del río
Nare, vereda Peña Flor municipio de Puerto Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
El espaciamiento medio entre diaclasas es bastante regular, del orden de 0.3 m; la variación de este
valor es menor de un afloramiento a otro que en el interior de cada afloramiento. Los menores valores
de distancia entre diaclasas se encuentran en la proximidad a las zonas de falla. La abertura de las
diaclasas también presenta grandes variaciones desde diaclasas cerradas o con abertura de 0.05
mm hasta aberturas de varios milímetros. El valor medio de la abertura de las diaclasas es
relativamente elevado, y diferente en un orden de magnitud con la respectiva moda, debido a la
influencia que en este valor tienen aberturas superficiales grandes.
En la zona entre Marinilla y Guatapé los conjuntos dominantes de diaclasas son así mismo
subhorizontales y subverticales orientadas al Este y al Oeste, a más de un conjunto orientado al
306
Noreste con inclinación de 50º, y un cuarto conjunto orientado 80º/15º. El diagrama polar de la Figura
72 ilustra la distribución espacial de este conjunto de diaclasas.
En la zona entre San Rafael y El Charcón las direcciones dominantes en los conjuntos de diaclasas
son subhorizontales, 10/30, subverticales con dirección al Este,-90/50-80 70/90, y en el intervalo 80-
90/50-80. En la Figura 74 esta ilustrada esta distribución de orientaciones de diaclasas.
Figura 71. Diagrama polar de distribución espacial de las diaclasas en el Batolito Antioqueño.
Fuente: preparado por J. C. Gómez a partir de los datos de Álvarez, R., 1971, Fracturamiento en el Batolito
Antioqueño, Tesis de grado, Facultad de Minas, Medellín.
Figura 72. Diagrama polar de distribución espacial de las diaclasas en el Batolito Antioqueño entre
Marinilla y Guatapé.
307
Fuente: preparado por J. C. Gómez a partir de los datos de Álvarez, R., 1971, Fracturamiento en el Batolito
Antioqueño, Tesis de grado, Facultad de Minas, Medellín.
Figura 73. Ilustra la distribución de orientaciones de diaclasas en el sector San Rafael-El Charcón.
Fuente: preparado por J. C. Gómez y a partir de los datos de Álvarez, R., 1971, Fracturamiento en el Batolito
Antioqueño, Tesis de grado, Facultad de Minas, Medellín.
Los diagramas presentados en este numeral indican que existe una extraordinaria uniformidad en el
fracturamiento del Batolito que responde al hecho que las fracturas son la respuesta de un cuerpo
308
homogéneo a un mismo campo de fuerzas tectónicas que ha definido la orientación de fallas y
fracturas en la roca en el Oriente Antioqueño.
4.2.8.2 Fallas
En la literatura geológica se han reportado numerosas fallas en la cuenca, muchas de ellas como
contactos entre las rocas metamórficas. Los alineamientos identificables en la cartografía y en las
imágenes de sensores remotos permiten postular la existencia de un mayor número de ellos, la
mayor parte con dirección Noreste y Este – Oeste. En la Figura 75 se encuentra la distribución de
fallas y alineamientos en la Cuenca del Río Nare.
El patrón de alineamiento de la cuenca presenta una tendencia marcada en dirección Norte – Sur y
Noroeste. Las fallas y alineamientos más destacados en la cuenca son:
Palestina: falla maestra en los Andes Colombianos. Es esta una falla de rumbo con dirección general
Norte-Sur y desplazamiento derecho en el margen oriental de la Cordillera central, corta rocas ígneas
309
y metamórficas en una longitud cercana a los 350 km de longitud, con 28 km de desplazamiento.
Collins et al (1981) y Woodward & Clyde (1983) la catalogan como falla activa.
Nus Sur: falla de rumbo dextrolateral con dirección Norte-Sur y cerca de 26 km de longitud que pone
en contacto las Sedimentitas de Segovia con el Batolito de Segovia.
Otú Sur: falla de con dirección NNE y cerca de 15 km de longitud, que pone en contacto las rocas
metamórficas con el Batolito de Segovia.
Foto 23. Cambio geológico por medio de un contacto Fallado. Note los bloques de mármol en la parte
proximal de la foto, y el cambio en la coloración de los suelos fruto de la meteorización de una
roca ígnea asociada al Batolito de Segovia. Vereda La Mesa, municipio de Caracolí
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
Bagre Sur: Pone en contacto las Sedimentitas de Segovia con la formación La Cristalina y el Batolito
de Segovia en una longitud de 10 km.
310
Jordán: extensión norte de la falla Cocorná, con dirección general Norte-Sur y cerca de 20 km de
longitud, entre el río Samaná Norte y el río Nare. Probablemente activa (Woodward & Clyde, 1981).
Nare: falla normal en dirección Noroeste con cerca de 40 km de longitud, corta rocas del Batolito
Antioqueño en toda su longitud, controla gran parte del cauce del río Nare y afecta la Superficie de
Erosión Río Negro.
Foto 24. Rocas del Batolito de Segovia con estructura de brecha de falla en Quebrada Sonar al
desembocar al río Nare. Margen derecha del río Nare, vereda Peña Flor municipio de Puerto Nare.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
311
4.3 HIDROGEOLOGÍA
4.3.1 Introducción
La hidrogeología de la Cuenca del Río Nare no ha sido estudiada hasta ahora, excepto en su extremo
oriental que fue parte de una evaluación por Arizmendy et al (2002). Diferentes aspectos de la
hidrogeología de la Zona Central de Antioquia que pueden tener relevancia para esta cuenca han
sido tratados previamente por Hidalgo & Hoyos (1998) Hoyos (1984, 1985, 1996a, 1996b, 1998,
2000,2013, 2015), Herrera, J.,Hoyos, F. & Vélez, J, (2007) Hoyos & Arias (2004) Hoyos & Arnason
(1995,1998), Hoyos et al (1998), Universidad Nacional (1997, 2000), Vélez et al (1998). En estas
investigaciones fueron utilizados, a más de los criterios y técnicas convencionales, información de
isótopos estables de Hidrógeno y Oxígeno. La geología, la hidrología fueron examinadas a escala
regional y local como insumos necesarios y complementados con información isotópica e
hidrogeoquímica para refinar los elementos de juicio y los argumentos en que se fundamenta el
modelo hidrogeológico.
La Zona Central y suroriental de Antioquia está conformada por un conjunto de áreas de relieve bajo,
correspondientes a superficies de erosión, cortadas por profundos cañones y separadas entre sí por
contrahuellas topográficas que en ocasiones corresponden a escarpes en el sentido estricto del
término. De interés en esta investigación son las superficies de erosión II, III y IV. Estas zonas de
relieve bajo están conformadas por un núcleo ígneo- metamórfico, cuyos productos de meteorización
forman gruesos mantos de limos y arenas limosas sobre los que se encuentra una cubierta ubicua
de andosoles derivados de las cenizas volcánicas del Macizo Ruiz Tolima.
A escala regional las aguas subterráneas proceden de la precipitación en los Valles de San Nicolás
La Unión y en las superficies de erosión, incluyendo un importante aporte de la infiltración desde los
embalses del sistema hidroeléctrico del Oriente Antioqueño. La infiltración en las vertientes es
mínima al punto que su aporte puede considerarse insignificante en el balance hidrogeológico. El
agua subterránea fluye desde las zonas de recarga hacia el Valle del Magdalena y es descargada
por todo el sistema de drenaje, que incluye desde los manantiales hasta los Ríos Medellín, Negro-
Nare, Samaná Norte, Samaná Sur, y Cocorná. A escala local el agua subterránea procede de la
precipitación en el Nivel Caracolí-Jordán de la Superficie de Erosión III de la Cordillera Central.
312
potencial acuífero en la Formación Mesa están limitados a los horizontes de conglomerados cuyo
espesor es así mismo limitado.
Estrictamente debe considerarse que ninguna de las unidades geológicas de la cuenca constituye
un acuífero como masa de roca o de suelo suficientemente permeable para permitir el flujo del agua
y su extracción económica por medio de pozos o su descarga en manantiales y ríos (Bates &
Jackson,1980), dado que las rocas del basamento tienen una conductividad hidráulica muy baja,
salvo en las zonas de falla; los suelos residuales y los depósitos de vertiente son impermeables al
flujo gravitacional y de baja permeabilidad al flujo forzado por formas de energía diferentes a la
gravitatoria. Las unidades geológicas en la cuenca, salvo los depósitos aluviales, las terrazas y los
horizontes de conglomerados que afloran en superficie constituyen acuitardos.
Puede considerarse que en la totalidad de la extensión de la Cuenca del Río Nare existen acuítardos
en los suelos residuales cuya recarga tiene lugar parcialmente por infiltración de la precipitación local
a lo largo de discontinuidades y parcialmente por infiltración a escala regional. Estos acuíferos
constituyen las celdas de circulación local de Toth (1963) y su descarga tiene lugar en gran medida
a lo largo de los humedales en las vaguadas y de las corrientes permanentes de agua. En este punto
es preciso anotar que la circulación del agua en estas formaciones con baja permeabilidad tiene
lugar a lo largo de las discontinuidades litológicas o estructurales, o a lo largo de canales producto
de bioturbación.
En los suelos residuales es posible encontrar acuíferos y fuentes saladas. La resistividad real igual
o inferior a 10 Ohm-m en estos suelos puede ser interpretada como indicador de la presencia de
acuíferos salado
Las unidades hidrogeológicas de la Cuenca del Río Nare pueden clasificarse en cuatro grandes
categorías:
313
4.3.2.1 Acuíferos libres en aluviones y terrazas
Depósitos someros de aluviones con capacidad limitada de producción de agua en el largo plazo.
Los acuíferos libres en la Formación Mesa están limitados a los horizontes de conglomerados de la
Formación Mesa que afloran en superficie, toda vez que los demás horizontes de la Formación están
compuestos por arenitas y limolitas cuya permeabilidad es inferior a 10-7 m/s. Sin embargo el espesor
de estos horizontes puede alcanzar menos de 10 m, de acuerdo con los resultados de los sondeos
geofísicos reportados por Arizmendy et al (2002). La delimitación de las zonas de acuíferos libres en
los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare, hecha por estos autores queda ilustrada en la Figura
76.
314
Figura 76. Delimitacion de zonas de acuíferos libres entre Puero Berrío y Puerto Nare.
Fuente: Figura 16 de Arizmendy, R., Salazar, J., Vélez, M. V., Caballero, H., 2002, Evaluación del potencial
acuífero de los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare.
315
Figura 77. Isopiezas entre Puerto Berrío y Puerot Nare.
Fuente: Figura 13 de Arizmendy, R., Salazar, J., Vélez, M. V., Caballero, H., 2002, Evaluación del potencial
acuífero de los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare.
316
Figura 78. Posición del horizonte de conglomerados entre horizontes de lodolitas y arenitas, en un
corte geologico al sur del área urbana de Puerto Nare.
Fuente: Figura 9 de Arizmendy; R., Salazar, J., Vélez, M. V., Caballero, H., 2002, Evaluación del potencial
acuífero de los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare. Corte geologico L-L` en las veredas Pena Flor y
Mulas.
Figura 79. Localización de acuiferos confinados entre Puerto Berrío y Puerto Nare.
Fuente: Figura 9 de Arizmendy; R., Salazar, J., Vélez, M. V., Caballero, H., 2002, Evaluación del potencial
acuífero de los municipios de Puerto Berrío y Puerto Nare. Ubicación de zonas acuíferas confinadas.
317
4.3.2.4 Acuitardos en la Formación Mesa
La baja permeabilidad de las arenitas y lodolitas de la Formación Mesa hace que ellas constituyan
el sello de los acuíferos confinados de la Formación Mesa.
Puede considerarse que en la totalidad de la Cuenca del Río Nare existen acuitardos libres en los
suelos residuales cuya recarga tiene lugar parcialmente por infiltración de la precipitación local y
parcialmente por infiltración a escala regional. Estos acuíferos constituyen las celdas de circulación
local de Toth (1963) y su descarga tiene lugar en gran medida a lo largo de los humedales en las
vaguadas y de las corrientes permanentes de agua. En este punto es preciso anotar que la
circulación del agua en estas formaciones con baja permeabilidad tiene lugar a lo largo de las
discontinuidades litológicas o estructurales, o a lo largo de canales producto de bioturbación. La bien
conocida estructura columnar de los andosoles favorece la infiltración en el primer horizonte del
regolito que puede ser, y de hecho es, retardada en los suelos residuales y en los depósitos de
vertiente por la menor densidad de discontinuidades en ellos. La Foto 25 ilustra la estructura
columnar de los andosoles que facilita la infiltración y el contraste con el suelo residual. En la interface
se destaca el horizonte gley como evidencia de condiciones reductoras por la acumulación estacional
de agua sobre el horizonte de suelo residual.
Foto 25. Estructura columnar en andosol sobre suelo residual y horizonte gley en la base del Andosol.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antioqueño, 2016.
318
4.3.2.6 Acuitardos libres en el basamento rocos
El agua subterránea en el basamento rocoso puede encontrarse a una presión mayor que la
hidrostática cuando el sello del regolito sobre el basamento impide el flujo del agua hacia superficie;
la presión en la base del regolito puede variar con el tiempo, de manera que la condición de acuitardo
confinado puede ser transitoria. El autor conoce evidencias de este tipo de acuitardo en los Valles
de Aburrá y de La Ceja.
Un rasgo frecuente en los registros geoeléctricos en amplias zonas del Altiplano Central de Antioquia,
es la ocurrencia de zonas de muy baja resistividad que, en ocasiones, disminuye a valores menores
de 10 Ohm-m en el regolito y de 100 Ohm-m en el basamento rocoso. Estos valores mínimos pueden
ser interpretados como indicadores de la existencia de acuíferos salobres. Si bien es cierto que los
valores inferiores a 10 Ohm en el regolito puede ser interpretado como indicadores de la existencia
de arcillas saturadas, la interpretación de estos valores como indicadores de la existencia de
acuitardos salobres es más plausible dada la escasez de arcillas en los regolitos tropicales y la
existencia de manifestaciones de aguas saladas en superficie y elementos toponímicos que
coinciden espacialmente con los registros geoeléctricos que han sido interpretados de esta manera
(Universidad Nacional, 2000). La existencia de fuentes saladas en la región, algunas de las cuales
fueron objeto de explotación industrial hasta bien entrado el siglo XX, es un elemento de juicio
adicional que permite interpretar las señales de baja resistividad como indicadoras de la ocurrencia
de acuitardos salobres. Existe además el antecedente cercano en la vertiente occidental del Valle
de Aburrá donde se encontró un acuífero salado en el basamento con una concentración de sales
de 165 g/l, durante la excavación de uno de los túneles del Proyecto Río Grande. De igual manera,
en los estudios hidrogeológicos para el túnel aburra oriente fueron identificados anomalías de baja
resistividad en el basamento que pueden ser interpretadas como indicadora de la ocurrencia de
319
acuíferos salobres. Así mismo, durante la construcción del túnel de oriente se han encontrado aguas
salobres confirmando las anomalías de baja resistividad.
En la preparación del modelo hidrogeológico es de importancia básica contar con los valores de
conductividad hidráulica del terreno tanto en superficie como en el subsuelo. La gráfica de la Figura
80 ilustra la relación entre el coeficiente de permeabilidad y el Límite Líquido de suelos cohesivos.
El límite liquido de los limos del regolito se encuentra en el intervalo 40-50, lo que implica que su
conductividad hidráulica se encuentra en el intervalo 10-6 – 10-8 cm/s.
Figura 80. Relación entre límite líquido y permeabilidad calculada a partir de resultados de ensayos de
consolidación.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño
Así mismo las rocas del basamento tienen una conductividad hidráulica muy bajo, salvo en las zonas
de falla.
Un suelo residual maduro compuesto de limos de baja permeabilidad, que normalmente tiene
varios metros de espesor y una permeabilidad de 10-6 a 10-8 cms-1.
320
Una zona saprolítica de espesor variable que puede alcanzar varias decenas de metros de limos
arenosos y arenas limosas oxidadas con permeabilidad del orden de 10-6 a 10-7 cms-1.
Por debajo del saprolito se encuentra una zona de gruss que puede tener hasta varias decenas
de metros de espesor y un coeficiente de permeabilidad del orden de 10-5 cms-1.
La conductividad hidráulica del macizo rocoso depende de la ocurrencia y de las condiciones de las
discontinuidades sean ellas diaclasas o zonas de falla. En los numerales 3.1.2.1 y 3.1.2.2 fue
presentada ya la evaluación de la conductividad del macizo rocoso en la zona central de Antioquia,
con valores del orden de 3*10-4 ms-1 y 3*10-3 cms-1 en las zonas de falla, y del orden de 5*10-4 cms-
1 a 5*10-5 cms-1 por efecto de las diaclasas. A escala regional el conjunto de diaclasas tiene mayor
importancia en la evaluación del flujo del agua subterránea; a escala local la mayor importancia la
tienen indudablemente las fallas.
321
tro
s/ me
Las aberturas de las diaclasas en profundidad pueden ser menores a las que se observa en
superficie debido a la presión litostática que da lugar a una disminución de la abertura de las
diaclasas; por otra parte el agua cargada de iones deposita sales en ellas y forma rellenos que
disminuyen sustancialmente la conductividad hidráulica del macizo rocoso. En el caso de las zonas
cársicas el ensanchamiento de las diaclasas por disolución puede dar lugar a un incremento de la
conductividad hidráulica de dos tres órdenes de magnitud en igualdad de condiciones de distribución
de las diaclasas.
322
Figura 82. Flujo captado en un túnel por diaclasas al cruzar el macizo rocoso fracturado en el Altiplano
Central de Antioquia.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño. 2016.
Las zonas de falla pueden constituir conductos hidráulicos entre los acuíferos libres, sea que éstos
se encuentren en regolito o en roca fracturada, y los acuíferos confinados en el basamento rocoso.
Las condiciones de fracturamiento de las zonas de falla pueden dan lugar a una conductividad
hidráulica en ellas superior a 10-4 ms-1. Del cálculo de la conductividad hidráulica con base en datos
de varias zonas de falla en el Altiplano Central de Antioquia resultan valores entre 3*10 -6 ms-1 y 3*10-
5 ms-1. La Figura 83 ilustra la magnitud que puede tener la conductividad hidráulica en una zona de
falla: el Túnel La Fe captó 8 m 3s-1 en una distancia de 500 m al atravesar una de ellas.
323
Figura 83. Flujo captado en un túnel al atravesar una falla en el Altiplano Central de Antioquia.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño, 2016.
El uso de métodos geofísicos aporta criterios que permiten entender mejor la posibilidad del flujo en
medios fracturados. Los valores de resistividad obtenidos en los sondeos eléctricos verticales en los
valles de San Nicolás y de la Unión (Universidad Nacional, 2000, Hoyos et al, 2004) y en el Planalto
de Santa Elena – Piedras Blancas indican que efectivamente existe un fuerte contraste en la
permeabilidad del macizo rocoso en superficie, o inmediatamente por debajo del regolito, y a
mayores profundidades. El valor de la resistividad del orden de 1500 a 3000 Ohmm, medido por
debajo del regolito fue interpretado como correspondiente a roca fracturada y saturada, en tanto que
el valor de la resistividad en la roca sana del basamento es mayor de 10 000 Ohmm.
324
estables la regularidad de su variación en función de las condiciones de evaporación y de
condensación permiten seguir su pista en el ciclo hidrológico con certeza.
Los contenidos de Deuterio y Oxigeno 18 del agua lluvia, presentan una elevada correlación lineal
conocida como la recta meteórica, o recta de Craig, cuya versión para Colombia se muestra en la
Figura 84.
Figura 84. Recta Meteórica para Colombia (preparada con datos del autor y de otras fuentes).
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño, 2016.
Los datos que se apartan significativamente de esta recta no corresponden a aguas lluvias, o
corresponden a aguas lluvias que han sido modificadas por evaporación o por contaminación con
efluentes domésticos o industriales en los cuerpos o corrientes de agua. Las modificaciones más
comunes son debidas a procesos de evaporación en lagos y lagunas, a intercambio isotópico con
los medios en los que fluye, o a contaminación con productos químicos y desechos líquidos urbanos.
En todos los casos el efecto es más notorio en el contenido de Oxígeno 18 que en el contenido de
Deuterio.
Dado que la magnitud del fraccionamiento por evaporación es diferente para los isótopos de
Hidrógeno y Oxígeno, la relación constante entre Deuterio y Oxigeno 16 en el agua lluvia no se
mantiene, de modo que el agua que ha sufrido un proceso de evaporación se presenta un
325
enriquecimiento relativo de Oxigeno. Esta condición se aprecia como un desplazamiento hacia la
derecha respecto a la recta meteórica.
Una segunda regularidad útil en el análisis que nos ocupa es la variación que puede tener el agua
lluvia por las condiciones de temperatura en las que se produce la condensación y la correspondiente
precipitación. Dado que en las regiones equinocciales la temperatura ambiente es una función de la
temperatura, el contenido isotópico del agua lluvia varía en función de la altura de precipitación. La
evaluación, identificación y valoración de esta función permite determinar un gradiente orográfico de
contenido isotópico en el agua lluvia, información clave para determinar las zonas de recarga. En la
Figura 85 y Figura 86 se encuentran estas funciones para Colombia con información desde el nivel
del mar hasta el Volcán Nevado del Ruiz; en el gráfico las abscisas están dadas en metros sobre el
nivel del mar.
326
Figura 86. Gradiente orográfico de Oxígeno 18 para Colombia.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño, 2016.
La investigación hidrogeológica del sistema Valle de San Nicolás-Valle de Aburrá ha permitido definir
sin lugar a dudas la transferencia de aguas subterráneas entre el planalto de Santa Elena y el Valle
de San Nicolás hacia el Valle de Aburrá, y desde el Valle de La Unión hacia el Valle de San Nicolás.
En la Figura 87 se muestra la variación del contenido de Deuterio con la altura de precipitación en
Colombia combinada con contenido de Deuterio en manantiales en los Valles de Aburrá y San
Nicolás.
327
Figura 87. Variación del contenido de Deuterio con la altura de precipitación en Colombia combinada
con contenido de Deuterio en manantiales en los Valles de Aburrá y San Nicolás.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño
En este gráfico puede apreciarse cómo los contenidos isotópicos del agua de los manantiales se
agrupan en dos conjuntos bien definidos: uno por encima de la cota 2100 m y otro por debajo de
esta cota. Los manantiales que se encuentran en cotas inferiores a 2100 presentan un contenido
medio de Deuterio, δD, alrededor de -80 por mil, en tanto que los manantiales que se encuentran en
cotas mayores que 2100 m presentan un contenido medio de Deuterio, δD, alrededor de -83 por mil.
Esta diferenciación indica que los primeros tienen su zona de recarga en el Valle de Rionegro donde
la precipitación presenta esta señal isotópica, y los segundos tienen su zona de recarga en el Planalto
de Santa Elena donde la precipitación presenta un contenido de Deuterio medio de este mismo tenor.
La Figura 87 muestra estos dos conjuntos bien definidos con sus límites en la cota 2000 y en el
δD=81. (Hoyos, 2013)
La discriminación de los dos conjuntos se hace más clara cuando se depuran los datos con base en
las observaciones de campo. Dos de las muestras corresponden a dos amagamientos cuya posición
topográfica permiten suponer que las muestras colectadas tenían un aporte de agua de escorrentía.
Si se excluyen estos dos datos la distribución del contenido de Deuterio define nítidamente los dos
conjuntos ya enunciados. En este punto es interesante anotar los valores obtenidos en las aguas de
la Quebrada Santa Elena en las cotas 2540 y 2005: el contenido de Deuterio de ambas muestras es
esencialmente igual, lo que implica que el agua aportada en la cuenca por exfiltración desde el
macizo entre estas dos cotas tiene el mismo contenido isotópico del agua del Planalto de Santa
Elena (Hoyos, 2013)
328
Esta misma caracterización isotópica del agua subterránea ha sido registrada en la Cordillera
Oriental, entre el altiplano y el piedemonte llanero, en el Macizo de Santander, y entre el Parque Los
Nevados y las estribaciones de la vertiente occidental de la Cordillera Central. La generalización de
estas observaciones se encuentra en la base de la formulación del modelo hidrogeológico de la
Cuenca del Río Nare.
1. Las características topográficas, estructurales y texturales del terreno. El relieve local bajo de los
parajes donde predomina la topografía plana u ondulada facilita la acumulación de materiales
relativamente sueltos. La topografía suave y la mayor capacidad de infiltración de la parte superior
del regolito permiten una alta tasa de infiltración. En contraste en laderas de alta pendiente
predominan los escarpes rocosos o los suelos cohesivos de baja permeabilidad donde la tasa de
infiltración es muy baja y está limitada sólo a la parte más superficial del terreno. A escala regional
es preciso discriminar el papel de la topografía en el flujo del agua subterránea.
El flujo del agua subterránea está controlado en gran medida por los gradientes locales y regionales
y cada una de estas categorías determina la escala del flujo del agua subterránea (Tóth, 1963,
Freeze & Cherry, 1979). En las regiones donde son comunes los valles pequeños y medianos puede
definirse un sistema de flujo local cuyo nivel de base está dado por las vaguadas de los valles; es el
caso de las cuencas de las quebradas en el Altiplano. A su vez las divisiones fisiográficas mayores
dan lugar a un flujo a escala regional que circula por debajo de las celdas locales que en este caso
corresponde al flujo que se establece entre el Altiplano Central de Antioquia y el Valle de Aburrá.
Este sistema complejo de flujos subterráneos locales, y regional, tiene interés en la medida en que
permite introducir un criterio de discriminación en el flujo de agua subterránea que permite entender
la conexión hidráulica entre el altiplano y el Valle de Aburrá.
Por debajo del primer horizonte permeable el flujo del agua procede en el regolito y en la masa
rocosa a lo largo de todo tipo de discontinuidades (macroporos, diaclasas, planos de estratificación,
zonas de falla). Tales discontinuidades, particularmente las zonas de fracturamiento asociadas a las
fallas funcionan como verdaderos conductos hidráulicos, y el macizo rocoso llega a ser un acuífero
en el sentido estricto del término. Donde el fracturamiento y la ocurrencia de amplias aberturas son
muy altos, el flujo subterráneo del agua puede ser dominante como ocurre en el Campo de Dolinas
de Santa Elena y en las zonas cársicas del Oriente Antioqueño.
329
2. Las condiciones ambientales: temperatura, humedad relativa, régimen de vientos y cobertura
vegetal. Estas condiciones controlan, en conjunto, el proceso de evapotranspiración cuyo efecto neto
consiste en la intercepción evaporación, y transpiración a través de la vegetación, del agua tanto de
la atmósfera como del suelo. Este proceso puede afectar hasta varios metros del suelo,
particularmente donde existe vegetación freatófita.
Las características y la posición de las unidades geomorfológicas mayores permiten postular que la
mayor parte de la recarga de la precipitación en la cuenca del Río Nare ocurre en las superficies de
erosión. .
Para evaluar la recarga en los acuíferos se deben tener en cuenta una serie de consideraciones
teóricas. En primer lugar se debe establecer la cantidad de agua que puede recibir cada acuífero a
partir de la cual se llena y las cantidades adicionales de agua deben salir como escorrentía; también
se debe considerar la capacidad que tiene la zona vadosa o zona no saturada del subsuelo para
transmitir agua;. La magnitud de la recarga real se obtiene de un balance hídrico en la cuenca de
acuerdo a estos planteamientos. El balance hídrico es la aplicación del principio de conservación de
la masa a un volumen de control (en este caso las cuencas de los ríos Negro, Grande y Medellín
hasta un conjunto de estaciones que se encuentran aproximadamente en la misma longitud); en un
período de tiempo dado se establece que la diferencia entre las entradas y salidas del sistema debe
ser igual al cambio en la cantidad de agua almacenada. En promedios de largo plazo se puede
suponer que el cambio en el almacenamiento es insignificante y la ecuación de balance contiene las
siguientes variables:
I = P - + E - R - Th + Td
I: Infiltración total
P: Precipitación promedio multianual
R: Escorrentía directa promedio multianual
E: Evapotranspiración total promedio multianual
Th: Transferencias hacia otras cuencas
Td: Transferencias desde otras cuencas
330
Más importante que las cifras particulares que resultan de estos cálculos es la validación con criterios
hidrológicos del cuadro general que muestran los resultados de los análisis químicos e isotópicos.
Con base en la información disponible puede presentarse un modelo hidrogeológico regional que
explica la recarga y circulación del agua subterránea en la cuenca del Río Nare El modelo
hidrogeológico que presentamos en este capítulo explica, sin cuantificar, la recarga de agua
subterránea a partir de la información geológica, hidrometeorológica e hidrogeológica, con base en
la precipitación, la generalización por analogía de la distribución del contenido isotópico del agua
lluvia y el agua subterránea, la capacidad de infiltración en el suelo y la conductividad hidráulica del
regolito y del macizo rocoso. Desde el punto de vista regional puede plantearse un sistema
hidrogeológico gional cuyos límites comprenden desde el Río Magdalena hasta el Río Medellín-
Porce.
331
Figura 88. Modelo hidrogeológico regional entre los ríos Medellín-Porce y Magdalena.
Fuente: Consorcio POMCAS Oriente Antiqueño, 2016.
Si se considera un modelo hidrogeológico regional circunscrito a la cuenca del Río Nare los límites
del sistema deben restringirse a parte del sector oriental del sistema regional más general que
incluya, a más de la cuenca del Río Nare, la porción oriental del Valle de San Nicolás. En un ambiente
hidrogeológico similar, los Valles de San Nicolás y Aburrá, el autor de este informe pudo establecer
una clara discriminación de flujos subterráneos desde dos zonas de recarga bien identificadas
mediante técnicas isotópicas, descrita en el numeral 4.7.
En el caso de la cuenca del Rio Nare pude postularse que las aguas infiltradas en los Valles de San
Nicolás y la Unión fluyen hacia el oriente y son descargadas en las corrientes de agua hasta las
cañadas el límite oriental del Nivel de Erosión Caracolí-Jordán, aproximadamente en la cota 1000
m. Las aguas infiltradas en el Nivel de Erosión San Lorenzo, alrededor de la cota 1400 m, se
combinan con las aguas infiltradas en el Nivel de Erosión Rionegro, entre las cotas 1000 m y 1400
m. Las aguas infiltradas en el Nivel Caracolí-Jordán, alrededor de la cota 1000 m son descargadas
hasta la cota 200 m, en la margen derecha del Cañón del Río Nare. La margen izquierda del Cañón
del Río Nare drena las aguas infiltradas en el Nivel de Erosión Nare, entre los 600 y los 200 m. El
diagrama de la Figura 89 ilustra este modelo conceptual.
332
4.3.7.1 Vulnerabilidad de acuíferos
Los acuíferos pueden estar sometidos a contaminación que procede de la superficie, de fuentes
difusas, i.e. agroquímicos, excrementos de ganadería extensiva, etc, o de fuentes puntuales, i.e.
lixiviados de rellenos sanitarios, letrinas y pozos sépticos, etc. La evaluación de la vulnerabilidad de
los acuíferos puede ser llevada a cabo mediante métodos paramétricos que combinen las variables
relevantes de dicha condición. En este trabajo consideraremos tres metodologías diferentes:
DRASTIC (Aller et al, 1987), GOD (Foster, 1987) y AVI (Stempvoort et al, 1992).
El método DRASTIC tiene en cuenta siete variables: profundidad al acuífero, recarga, tipo de
acuífero, tipo de material sobre el acuífero, topografía, características de la zona no saturada y la
conductividad hidráulica. El método AVI tiene en cuenta el espesor del material sobre el acuífero y
su conductividad hidráulica. El método GOD tiene en cuenta el tipo de acuífero, el tipo de material
sobre el acuífero y la profundidad al acuífero.
Ya fue anotado que los acuíferos en la cuenca se reducen a las vegas aluviales someras del río Nare
y Formación Mesa. La vulnerabilidad de estos acuíferos a la contaminación fue evaluada con los
métodos AVI, GOD y DRASTIC. Los resultados de la aplicación de estos métodos coinciden en la
calificación de vulnerabilidad muy alta para ambas zonas. En la Tabla 59 se encuentran los
resultados de la evaluación de vulnerabilidad de acuíferos.
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