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La globalización ha cambiado con tal profundidad las relaciones que unen el campo

con la ciudad, que los académicos se


han visto obligados a revisar sus planteamientos acerca de esta
relación. Es notorio que el esfuerzo proviene más bien del lado
de los estudiosos del mundo rural; probablemente porque desde
que la industria se ha transformado en el motor de la sociedad,
las dinámicas del campo están subordinadas a las dinámicas de la
ciudad. Desde hace unas dos décadas se han realizado numerosos
estudios y escrito muchos trabajos sobre el tema, pero estamos
muy lejos de haber logrado explicaciones de conjunto que sean
satisfactorias. El esfuerzo prosigue, aunque a veces podemos
tener la sensación de que la velocidad y complejidad de los cambios nos rebasan.
Podemos medir la profundidad de los cambios ocurridos en
el campo mexicano, y por lo tanto en su relación con la ciudad,
al recordar algunos datos sobre la evolución de su población y
de sus procesos migratorios, así como sobre la nueva estructura
laboral de la población rural.
En 1921 la población rural era cercana a los 10 millones de
habitantes y representaba 68% de la población total; actualmen-
* Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM. Presidente fundador de la
Asociación Mexicana de Estudios Rurales, A.C. (AMER).
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te se acerca a 25 millones y representa 25% de la población del
país.1
Durante estos años, México pasó de ser un país agrario
a uno urbano, lo que provocó un enorme flujo de migración
definitiva del campo a la ciudad. Sin embargo, debemos distinguir dos etapas en
este proceso: la primera, que corresponde al
proceso de industrialización hacia adentro y el desarrollo estabilizador; la
segunda, que comprende la globalización y la apertura
comercial.
En el primer periodo, la población urbana creció más rápido
que la población rural, en buena medida por el efecto de las migraciones
definitivas del campo hacia la ciudad que tuvieron su
auge durante las décadas de 1950 a 1970, particularmente hacia
las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey. Pero a partir
de la década de los setenta, y más claramente de los ochenta,
constatamos que el crecimiento de la población urbana frente a
la población rural se redujo, se desgastó. Con el tiempo el crecimiento poblacional
de la ciudad perdió su dinamismo frente
al crecimiento de los poblados rurales. Dicho de otra manera, la
brecha que se fue abriendo con mucho empuje durante décadas
tiende ahora a estabilizarse. Entre 1930 y 1980 la población
rural pasó de representar 70.2% a 25.8% de la población nacional, y perdió en
promedio 8.8 puntos porcentuales por cada
década. Según las proyecciones hechas por el Consejo Nacional
de Población (CONAPO), pasará de representar 25.1% en el
año 2000 a 21.1% en 2030, o sea que perderá en promedio sólo
1.3 puntos porcentuales por cada década (en 2030 la población
rural será de 26.7 millones, mientras que la población urbana
1
Cuando no se precisa, los datos provienen de los Censos de Población.
Según la definición del INEGI, la población rural vive en localidades de
menos de 2 500 habitantes. Esta definición es la más usual en el nivel
internacional aunque algunos países empiezan a utilizar otros criterios como son
la densidad poblacional y la distancia entre las viviendas.
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llegará a 100.4 millones).2
Si esto es cierto, no podemos esperar
una constante disminución relativa de la población rural; más
bien estamos frente a una nueva tendencia en la cual la curva
que marca la relación entre la población urbana y la rural se
está estabilizando. Vale la pena recordar que aun en los países
desarrollados esta relación nunca es definitiva. El caso francés
es interesante al respecto, ya que la actual tendencia es un lento
repoblamiento de los municipios rurales, que incluía 24.9% de
la población total en 1975, pero 26% en 1990.3
Después del histórico éxodo rural (migración campo-ciudad), se inició un flujo
urbano hacia el campo, pues la tasa migratoria en las dos terceras
partes de los municipios rurales es ahora positiva.4
Está claro que a la vuelta del siglo XX y comienzo de este siglo, algo novedoso
está pasando en la relación demográfica entre
el campo y la ciudad, y debemos reflexionar sobre sus posibles
causas. Adelanto dos fenómenos: primero, la tasa de fecundidad
urbana es notablemente más baja que la tasa de fecundidad rural,
hoy son de 2.4 y 3.6 respectivamente;5
segundo, la migración definitiva campo-ciudad, que fue el padrón migratorio
dominante
durante el periodo de crecimiento hacia adentro, pierde fuerza
y se ve sustituida por un nuevo esquema migratorio que se basa
más en las migraciones temporales y de larga duración que en las
migraciones definitivas. El cambio en el modelo migratorio es
la consecuencia de las profundas transformaciones del modelo
de industrialización y de las nuevas condiciones prevalecientes
2
CONAPO, Proyecciones de la población de México (www/conapo.gob.mx).
3
En Estados Unidos la población rural representa 24% de la población total.
Cabe preguntarse si no existe una tendencia general a llegar a un punto de
equilibrio, o tal vez piso mínimo, en la relación entre la población rural y
la población total.
4
Fougerouse, 1996. Le renouveau rural. París, L’Harmattan.
5 Cifras calculadas por el Dr. Carlos Welti con base en la Encuesta Nacional de
Salud Reproductiva 2003. México, INEGI.
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en el mercado laboral. Por las actuales condiciones del trabajo
precario y flexible, los migrantes tienen mayores dificultades
para instalarse definitivamente en las regiones de atracción. Así,
la combinación de la inestabilidad del trabajo, junto con la mayor competencia
entre los trabajadores, crea flujos migratorios
temporales. Es por esta precariedad laboral que los trabajadores
tienden a conservar su lugar de residencia original para migrar
temporalmente (a menudo lejos y por temporadas que pueden
durar hasta varios años) en busca de trabajo. La migración definitiva no desaparece
pero se combina ahora con estas migraciones
temporales múltiples, a menudo de larga duración, que adquieren un carácter
estructural en el contexto de la generalización de
la pobreza. Con ello se modifica fundamentalmente la relación
campo-ciudad.

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