Está en la página 1de 3

Prejuicios, creencias y autoimagen de nosotros mismos

Un ingrediente fundamental para poder amar a otra persona es


amarnos a nosotros mismos. si no sentimos amor por nosotros, no podemos
amar a los demás. Quererse a uno mismo significa darse la oportunidad de
descubrir el gran potencial y la grandeza que llevamos dentro, ser honestos y
comprometernos con nuestra vida, tener en cuenta nuestras necesidades y
respetarnos, aceptarnos y querernos por ser solo quienes somos, dejar de
juzgarnos, de criticarnos, de compararnos con los demás, dejar de exigirnos
ser diferentes de quienes somos y romper con la idea aprendida que
tenemos respecto a nosotros. Ésta condiciona nuestra vida y nos lleva a vivir
desconociendo una parte importante y valiosa de quienes somos. Atrevernos
a ser quienes somos, abrazando nuestra realidad, aunque a veces no nos
guste o no se acerque a lo que queremos que sea, porque acogiéndola
podemos atravesarla y trascenderla. Cuando aprendemos a apreciarnos,
buscamos nuestro bienestar y somos capaces de brindar confortabilidad a
otras personas. Sin embargo, ser aceptado por nosotros mismo conlleva a
saber los prejuicios de unos afectan a día a día, confianza y creencia, pero lo
más importante tener una buena autoimagen de nosotros mismo.

La autoimagen es la imagen o representación mental que se obtiene


de uno mismo, generalmente resistente al cambio, y que no representa
solamente los detalles que pueden estar disponibles a la investigación u
observación objetiva de otros (como la altura, peso, color del cabello, género,
cociente intelectual, etc.), sino también los elementos propios que se han
aprendido acerca de sí mismo, ya sea por experiencias personales o por la
internalización de los juicios de los demás. Una definición simple de lo que
representa la autoimagen de una persona es la respuesta a esta pregunta
"¿Quién somos?”. Para originar una idea de uno mismo necesitaremos
sostener nuestras creencias. La creencia en uno mismo no sólo es
importante, sino que debemos aferrarnos a ella como si tuviésemos una
especie de manía sobre cuáles son nuestras creencias, principios y valores.
Esto nos ayudará a sentirnos más fuertes anímicamente. Porque cuando se
necesitan demasiadas opiniones externas, de personas próximas u otras más
lejanas, evidencia una inseguridad que se basa en no tener la absoluta
certeza no sólo en la meta que tenemos que alcanzar, sino y lo más
preocupante, cuál creemos que es nuestra misión en la vida. Tomamos
cientos de decisiones al día, y no siempre son las correctas. Como humanos,
nuestro proceso de toma de decisiones se ve intensamente afectado por
nuestros prejuicios innatos y primarios, que actúan en un mundo paralelo al
del pensamiento lógico y racional. Los prejuicios inconscientes abundan en
un entorno laboral en el que nuestra procedencia, nuestras experiencias
previas, nuestros estereotipos sociales y nuestro contexto cultural afectan
directamente a todas las decisiones que tomamos sin que nos demos ni
cuenta. Al tomar conciencia de este tipo de prejuicios, podemos superarlos,
conocernos mejor a nosotros mismos y reforzar nuestra capacidad de tomar
decisiones más justas y mejor informadas. Sesgo de afinidad. Esto hace
referencia a nuestra preferencia inconsciente por aquellos con cualidades
parecidas a las nuestras. Sucede porque nuestro cerebro los ve como alguien
cercano y reconocible, y a todos nos gusta estar con gente con quien
consideramos que tenemos cosas en común. Sesgo de atribución. Esto se
aplica en general a cómo juzgamos a los demás; tiene que ver, por ejemplo,
con nuestra percepción de nuestras propias acciones frente a las de otros.
Sesgo de apariencia. Con este prejuicio, tendemos a creer que la persona
más atractiva es la que más éxito va a tener. Todos somos conscientes de la
apariencia de los demás porque las apariencias son importantes,
especialmente en el entorno laboral, ya que reflejan la profesionalidad y la
conciencia de uno mismo. Sesgo de confirmación. Se refiere a cómo
buscamos evidencia que sustente nuestras propias opiniones, en vez de
intentar analizar la situación completa. Esto puede tener como consecuencia
la observación selectiva, que significa que ignoramos la información que no
nos interesa y nos centramos en lo que encaja con nuestro punto de vista.
Prejuicios de género. Consiste sencillamente en la preferencia de un género
sobre el otro, y a menudo proviene de creencias muy arraigadas sobre roles y
estereotipos de género. Esto nos puede llevar a inclinarnos
inconscientemente hacia una persona por su género y las cualidades que
asociamos a él. Efecto halo. Sucede cuando nos centramos en una cualidad
especialmente impresionante de una persona. De ahí en adelante, vemos
todo lo relativo a esa persona bajo la luz positiva de su “halo”, lo que nos
hace pensar que es “aún más perfecta” de lo que es en realidad. Efecto
diablo. Es lo opuesto al efecto halo: nos centramos en una cualidad
especialmente negativa de una persona, y esto nos nubla el juicio a la hora
de valorar sus otras cualidades. Es importante recordar que un error o
defecto no representan a la persona en su conjunto. Aprendido lo anterior da
paso a dinámica de grupo que es una designación sociológica. Son procesos
de interacción entre personas, mediante situaciones ficticias, planteadas con
objetivos concretos. Aprendizaje, tanto teórico como práctico, mediante la
experiencia vivencial participativa, es decir, a partir de lo que el participante
"siente y vive". Las dinámicas de grupo permiten profundizar en las
relaciones humanas y posibilitan el desarrollo de actitudes personales
mediante la expresión libre.

Estamos en este mundo para ser nosotros, para crecer liberados de


nuestros condicionamientos y encontrar nuestro propio sentido, para
alcanzar la realización de todo nuestro potencial humano. Así que sé cómo
eres, déjate fluir para encontrarte con ese quién eres, ser auténtico y
maravilloso que vive dentro de ti repleto de posibilidades de ser y que solo
puede expandirse si lo acoges, lo aceptas y lo abrazas. Olvídate de lo que
crees que debes ser y solo sé tú mismo, arriésgate a sentir lo que sientes,
acepta y agradece tu vida. Limpia tus ojos de ayer y estrena una mirada
nueva, deja que resuene en tu interior con toda su fuerza: “Este soy yo y así
está bien”. En ese momento cuando uno comprende de verdad lo que
significa quererse a uno mismo.

Profesora:
Alumno:
Duberlis Arias Angel
Ventura
C.I 30.347.288
5to “D”
N° 06

También podría gustarte