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BORRADORES DE UNA CHICA EN FUGA

CAPITULO I: EL VIAJE SIN RETORNO

A todos nos llega un momento en la vida en donde es difícil


entender el “¿por qué?” de las cosas; ¿Por qué mi papá no me
quiere? ¿Por qué mi hermano es un idiota? ¿Por qué mi mamá nunca
estuvo para mí?, ¿Por qué mis tíos querían que trate mal a las
mujeres? ¿Por qué mi vecina aguanta cada golpe que le propina el
imbécil de su marido? o ¿Por qué tengo que ser un patán para que
los demás me entiendan? y muchos más “por qués”.

Papá dedicaba la mayoría de su tiempo a trabajar y siempre


le reclamaba a mamá que ya estaba cansado de que solo él aportara
para los gastos de la familia, quizá sea la presión o el orgullo que hizo
que mi madre busque un trabajo fuera de la ciudad, razón por la que
a fin de mes ella tuvo que partir para empezar a laborar, admito que
los primeros días sin ella me afectaron bastante ya que mamá hasta
ese momento siempre estuvo ahí para aconsejarme, era muy tierna y
dulce, alguien con quien contaba incondicionalmente, ella estuvo
presente en todas mis experiencias ya sean buenas y malas, cada
campeonato, cada presentación, cada día de la madre, cada evento
importante en mi vida. A pesar del esfuerzo que mi madre hacía, yo
no entiendo por qué papá y mamá seguían peleando todas las
noches, realmente nunca llegue a comprender la razón de aquellas
discusiones que cada vez empeoraban, esta situación me colocaba en
un estado de ánimo que yo mismo desconocía, ¿quizás era yo el
problema? ya que en varias de esas discusiones escuche mi nombre;
quien si sabía sacarle provecho a esta situación era Abdiel mi
hermano menor, era un pequeño granuja, nunca le importo lo que
sucedía en casa.

Era un viernes ocho de otoño, cuando mi padre nos llamó


tanto a mi hermano Abdiel y a mí para hablar con nosotros -¿pueden
acercarse por favor? Hay algo que me tiene inquieto y necesito
decírselos urgentemente- , -ya vamos- respondimos intrigados Abdiel
y yo, primero nos dio un discurso largo sobre los golpes que nos
causa la vida, que nada sería sencillo y si algún día quisiéramos algo
tendríamos que luchar para conseguirlo, luego nos contó la vieja
historia del “abuelo y su casa” aunque fue de momentos aburridos
Abdiel y yo sabíamos que había algo extraño, pues la voz temblorosa
ocultaba los charcos de lágrimas de los ojos llorosos de mi padre,
luego nos rodeó un silencio largo, nosotros pensativos y papá ya sin
saber cómo decirnos algo que toda la tarde lo tuvo inquieto; después
de tartamudear un poco, nos dio aquella noticia que me cambiaría la
vida por completo; mi madre no volvería a casa, ella nos había
abandonado, no podía creerlo, sentí como mi mundo se caía a
pedazos; esa forma tan fría y directa que tuvo mi padre al darnos la
noticia hizo que sintiera un nudo en la garganta y una gran presión
en el pecho generando una sensación de vacío que de alguna manera
muy extraña controlo mi llanto. Fue inevitable pensar que ese lunes,
antes de que mi madre se fuera como todas las semanas a trabajar
discutí con ella por un capricho que ahora ya ni recuerdo,
probablemente no tenía importancia, pero ese instante quedo
grabado en mí, ¿acaso habría formado parte de la decisión de mi
madre? No lo sé, quizás algún día cuando la vuelva a ver lo averigüe.
Ese momento podría preguntarle ¿Por qué se fue? ¿Por qué no me
llevo? ¿Acaso no fui tan importante para ella como siempre me lo
decía?, odio solo el hecho de pensar que todo lo que mi madre
siempre me decía fuera falso, pero como siempre repetía mi padre
“la vida es dura, pero hay que seguir adelante”, palabras que de
alguna manera las cuales no entendía al inicio empezaron a formar
parte de mí, no se supongo que es parte de crecer.

Aun puedo recordar, la vez en que me perdí, tenía seis


cuando mi madre dijo –ya vámonos tengo una sorpresa para ti– en
un tono misterioso pero cariñoso, a lo cual respondí rápidamente y
emocionado – ¡Adonde vamos mami! ¡que es mami!, ¡que es! –
realmente no sabía que ese día seria uno de los peores en mi vida y
aquel que nunca olvidaría. Me llevo a una feria en vísperas de las
fiestas patrias, aquella feria era la primera que vi en mi vida, ya que
por ser un lugar pequeño donde vivía, casi nunca organizaban ferias
así, todo estaba bien hasta me distraje al ver un robot de juguete que
tanto había añorado y que muchas veces lo vi por la televisión; sin
darme cuenta y aglomerado por la emoción perdí de vista a mamá, el
temor se apodero de mí, gente extraña me miraba y me hacían sentir
culpable de lo que había pasado, no pude contener el llanto por la
presión en mi interior, trate presuroso de buscar a mamá, no la
hallaba en ningún lugar, llorando le hable a uno de esos señores que
cuidaban el lugar –señor estoy perdido, por favor ayúdeme, no veo a
mi mamá por ningún lado y tengo miedo–, a lo cual el señor
respondió con voz gruesa y una mirada muy intimidante – ¡tranquilo
niño!, ¿Cómo se llama tu mamá?, ¿Qué ropa tenia puesta? – aquellas
palabras que en vez de transmitirme seguridad hicieron que sintiera
aún más miedo, pero sollozando respondí enseguida –con una
chompa y pantalón –; – ¡De qué color niño! ¡Qué color! –, que iluso
aquel señor, como un niño de esa edad, podría describir
perfectamente el estilo de vestir de su madre. –Sabes el nombre de
tu mamá siquiera niño, ¿cómo te llamas tú?- volvió a preguntar
mientras se inclinaba para poder verme la cara, – ella se llama Sofía,
yo me llamo Matheo con hache–; – ¡Matheo! con ¡hache!– respondió
el señor con una mueca en la cara, y con intriga susurro a su
compañero – que la llamen por el micro –, me dijo que me quedara
junto a él y que apenas llamen a mi mamá por los parlantes ella
vendría a buscarme. Asentí con la cabeza y llanto en los ojos.

Espere unos minutos y al no oír en los parlantes el nombre de


mi mamá, me puse a pensar si en realidad aquel señor me ayudaría,
quizás me quería engañar o algo por el estilo, mamá siempre me
decía que no hable con extraños, el pánico volvió a invadir mi interior
y tuve miedo que aquel señor me hiciera algo. Escuche el sonido de
unas trompetas desafinadas y unos bombos a destiempo que
tocaban músicos de medio pelo, trataban de interpretar melodías
como los grandes artistas, aquel bullicio llamo atención y pude ver
que se trataba de una especie de procesión, entre toda la gente que
acompañan a los músicos pude ver a Don Rómulo, un señor que
siempre frecuentaba mi casa para invitarnos a la iglesia y al que papá
lo tildaba de fanático sin oficio una vez que Don Rómulo se retiraba
de casa; rápidamente pensé que aquel señor que me ordeno que me
quedara cerca de él quizás tenia malas intenciones, y lo más lógico
era que le pidiera ayuda a algún conocido, como Don Rómulo.
Recuerdo que la feria estaba separado por una reja, que colocaron
como división para que no pudieran ingresar fácilmente aquel que no
pagara su entrada; estos no fueron obstáculos cuando salí disparado
en busca de Don Rómulo, pensando que el sí me ayudaría, trate de
buscarlo entre la gente que conformaba aquella procesión, – ¡Don
Rómulo!, ¡Don Rómulo! – gritaba tratando de alcanzarlo y sin
perderlo de vista, pero los pasos de un pequeño de seis no son tan
rápidos como los de un adulto y aquel intento de ir con alguien
conocido cada vez se desvanecían, otra vez el llanto me invadió
desconsolado cuando una señora se me acerco y me pregunto el
porqué de mi llanto ofreciéndome unos caramelos, a los que con
temor accedí, le conté lo que me había ocurrido y que busca a Don
Rómulo; en formar muy amable me explico que al final de aquella
marcha todos se reunirían y que sería más sencillo poder encontrar a
quien buscaba, me tomo de la mano y me llevo hasta el final. Yo con
los caramelos aun en la mano y con un semblante tranquilo por la
confianza que me inspiraba aquella mujer, me imagine lo que mi
mamá estaría pensando de mí, tal vez me castigaría al llegar a casa, al
poco tiempo de haber marchado con toda esa gente, pude
percatarme que muchos de ellos lloraban y que detrás de aquellos
músicos, cuatro hombres que trastabillaban y con un dolor en el
rostro llevan en hombros un ataúd, sin darme cuenta del tiempo,
ingresamos a un cementerio, pasamos muchos pasajes y después de
girar varias veces me sentí desubicado, “no era una procesión”, el
pánico tomo mi interior y muchos pensamientos cruzaron en mi
cabeza, lo único que pude pensar fue engañar a la señora diciéndole
que ya vi a Don Rómulo para que así pudiera soltarme y poder
continuar mi búsqueda, –Gracias por ayudarme señora, acabo de ver
a Don Rómulo– fueron mis palabras, soltando mi mano y sin verla al
rostro tome un paso apresurado para cruzar por la mitad de la gente
que formaba fila para dar un poco de solidaridad con un tibio abrazo
y un pésame a la familia del difunto, al tratar de salir de ese lugar en
medio de un “te cuidas pequeñín” que grito la señora trate de
alejarme lo más que pude, ahora me doy cuenta la reacción que tuve
fue muy tonta, esa mentira me costaría más angustia y sufrimiento
por que no pude hallar la salida por más esfuerzo que hice, tampoco
pude regresar al lugar donde estaban honrando al difunto, mientras
caminaba en aquel lugar desolado y desconocido vi muchas tumbas
vacías, algunas profanadas y otras totalmente descuidadas, el
anochecer cada vez más cercano hizo que me invadiera el miedo, y
precisamente el silencio que había en el lugar hacia que el viento
pasara por las botellas de plástico que improvisaban floreros
generando sonidos escalofriantes, y las aves que habían aprovechado
nichos vacíos para hacer sus nidos parecían que se unían a aquellos
sonidos los que daban una sensación de palabras de dolor, el llanto
se apodero de mí, así que me quede ahí, sentado en las entrañas de
aquel viejo cementerio, esperando lo primero que venga, la muerte o
la salvación. De alguna manera solo podía pensar en mi mamá y que
nunca debí sepárame de ella, sumergido en el llanto sentí que una
mano toco mi hombro, por alguna razón sabía que esa persona que
me había encontrado no era mala, con los ojos hinchados y ya sin
poder soltar una lagrima más voltee para ver quién era; ¡era mamá! ,
en ese momento la sensación de alivio recorrió mi cuerpo y me sentí
más protegido que nunca _Matheo, hijo, te busque por todos lados,
un guardia de la feria me llamo, me explico todo, que llegaste con él
por ayuda y terminaste siguiendo a unos músicos dirigiéndose al
cementerio, estuve preguntando todos los que pude y ¡por fin te
encontré¡_ fueron las palabras sollozas de mi madre seguidas de un
abrazo cálido y reconfortante lleno de besos los que me devolvieron
la calma y me hicieron sentir que junto a mamá todo estaría bien;
durante el viaje de retorno a casa no quise despegarme de ella ni un
solo minuto.

Y ahora la persona que más amaba se había ido de mi vida


como si cada suceso que habíamos pasado juntos en mi corta vida de
apenas 13 años no hubiera sido suficiente para ella, pero la
extrañaba, de hecho aún la extraño, ella siempre será importante
para mi pues fue aquella persona que me dio la vida ¿no? Y es
imposible ignorar cada cosa que pasa a nuestro entorno. Desde el
momento en que mi madre se fue, mi padre se volvió frio y distante
con nosotros, en especial conmigo, no era el mismo padre que algún
día tuve, esto me hacia dar la sensación de que realmente seria mi
culpa el que mi madre se haya marchado y se pondría peor después
de una visita muy extraña. Después de un pequeño tiempo de que
mamá se fuera, llego a la casa un hombre vestido de traje blanco,
nunca lo había visto por aquí, era bastante alto y de voz gruesa, lo
más impactante fue que hablaba mucho de mamá, ¿acaso el sabría
donde estaba ella? ¿Acaso el estaría en comunicación con ella? Si era
como yo pensaba, volvería a la casa a menudo trayendo noticias de
mama, tal vez yo podría darle un encargo, quizás una carta que
podría llevársela y así poderle comentar lo arrepentido que estaba
por todas las cosas que había hecho mal, así que escribí una carta
para ella que decía todo lo que sentía respecto del contexto en el que
nos hallábamos, en la cual expresaba cada sentimiento encontrado
que tuve al recibir la noticia de su abandono. Pero adivina que, el
señor nunca más volvió, no supe nada de él y nuevamente me quede
en el aire con mis ideas que tenía acerca del caso, me sentía solo y
devastado, el no tener a nadie que te apoye de un día para el otro es
verdaderamente doloroso y más aún cuando se trata de aquella
persona que menos esperabas, de aquella que creíste que no se iría
de tu vida ni aunque tú mismo se lo pidieras, pero así es la vida, da
vueltas o en mi caso volteretas.

Pese a lo que había pasado extrañaba cada vez más a mi


madre, me hacía mucha falta y releía la carta que le hice una y otra
vez y me imaginaba como podría ser la reacción de ella, quizá aquella
carta haría que cambie de opinión y vuelva a casa, seriamos una
familia feliz. Bueno y si no era una familia feliz al menos tendría a
mamá cerca; rayos, es que aún no puedo creer, es decir, no asimilo si
quiera la idea de no tener más a mi madre, ni siquiera había llamado
para preguntar como estábamos, ¿le dejamos de importar o qué?
¿Será que ya no nos quería? ¿O tendría otra familia? Ay no, solo de
pensarlo se me pone la piel chinita, ¿dime tu qué harías si tu madre
se fuera sin dar explicación alguna del por qué lo hizo? Quizá también
te sentirías igual que yo con una gran culpa, o quizá empezarías a
odiarla, quien sabe, todos tenemos tantas formas distintas de
reaccionar ante una noticia que nos cambia la vida.

En fin, tenía que seguir con mi vida pues era joven, joven
para perderla, pero joven para seguir con el destino que la vida me
había deparado, seguía yendo a la escuela y admito que por más que
no quería mi rendimiento académico había bajado, resulta que el
abandono de mi madre no era el único problema que tenía en mi
vida pues para ser sinceros no era el típico chico lleno de amigos, no
salía, no me invitaban a fiestas nunca, siempre decían que era un
chico raro, a decir verdad mis compañeros eran demasiado estúpidos
para mí, no es porque yo sea la gran cosa, me refiero a que eran unos
patanes, me veían como un chico raro; siempre pensaron que tenía
problemas para socializar, a veces dudaba y creía que tenía
problemas realmente, digo ¿será la adolescencia? Aunque para mí,
eso de la adolescencia es una excusa para experimentar nuevas
cosas, conseguir el libertinaje, realmente no lo sé, es algo que no
comprendo y tampoco quiero perder mi tiempo en tratar de
entender el comportamiento de los jóvenes. Así que seguía
estudiando, créeme, le echaba ganas a todo lo que hacía, intentaba
que lo de mi madre no me afectara, no quería que me tengan lástima
porque mi madre me haya abandonado y haya sido mi culpa, pero el
dolor que sentía era más fuerte que cualquier cosa.

Cada día en las mañanas aun imaginaba que mi madre estaba


conmigo, volvía del colegio y esperaba que ella estuviera en el sillón
esperándome para darme un abrazo, era esa persona que con un
abrazo curaba todo, siento que soy el único joven que aprecia tanto a
su mamá, siempre escuche a mis compañeros decir que sus madres
estaban locas, pero ojala hubieran visto a mimadre y la forma de ser
que ella tenia, a veces teníamos días malos, pero siempre supimos
solucionar todo, admiraba mucho a mi madre era la mejor de todo el
mundo. Siempre creí que mi padre era el malo, pero al menos él no
me ha abandonado, el sigue aquí sacándonos adelante y haciendo
todo para que no nos falte nada, pero había cambiado, era más
distante que antes, hablaba mal de mi madre, decía cosas como “ella
nuca supo ser una buena madre, ni siquiera una buena mujer” en el
fondo de mi quería responderle pero ya las cosas iban demasiado
mal como para ganarme más problemas con él, hacia lo posible por
contenerme y decirle que estaba equivocado, que mi madre era la
mejor y que nunca había visto una mujer que fuera así, era injusto
que él hable mal de ella; pero pensaba bien las cosas, pues era muy
joven y tal vez no sabia la verdad de todo ¿no? a veces me
preguntaba si mi papá estaba implicado en impedir la comunicación
con mi madre, o sea, sé que mamá en el fondo nos quería y sé que
querría saber de nosotros, pero no, no llegaba ni una llamada suya, ni
un mensaje, era muy preocupante, me sentía desesperado por la
situación, daría lo que fuera por volver a escuchar su voz y decirle
cuanto la quiero.

Es tan confuso todo, aun siento pena por aquellos sucesos


que cambiaron por completo a mi padre, lo quiero también pero el
ha demostrado lo contrario con respecto a mi, siento que me odia y
se quiere deshacer pero no lo hace por lastima, por que estoy solo,
no tengo a absolutamente nadie en este mundo, cualquiera podría
decir que teniendo un hermano uno no se siente tan miserable, pero
en mi caso era lo peor, como dije antes, Abdiel era un pequeño
granuja y tampoco entendía muy bien lo que sucedia, en lo que a el
respecta creo que aun sigue pensando de mama sigue trabajando, la
verdad no se, es muy pequeño pero para su edad es bastante
inteligente diría yo, el no estaba como yo, yo era débil, soy débil, me
afecta tanto cada cosa que sucede a mi alrededor que creo que
nunca volveré a sentirme feliz, es que es eso en verdad, la felicidad es
efímera.

Mamá, ojala pudiera devolver el tiempo, para verte de nuevo


y volver a sentir el calor de tus abrazos y caricias, no sabes cuánto
anhelo que estés conmigo, te extraño demasiado, ojala aun
estuvieras aquí conmigo y poder pedirte disculpas por todos los
errores que cometí, mamá si te hice sentir mal con algo perdóname,
te juro que no fue mi intención, sabes que eres la persona más
importante en mi vida, y me arrepiento, en serio me arrepiento de
haber discutido aquel día contigo, quizás fue la gota que derramo el
vaso de tu paciencia, pero mamá por favor, si tan solo pudiera saber
precisamente cual fue mi error haría lo que fuera para remendarlo,
no puedo seguir mi vida sin ti, tu ausencia me mata, te necesito, soy
muy joven para perderte y sé que no es tarde para poder recuperarte,
para que vuelvas aquí a la casa con la familia, conmigo, mamá por
favor perdóname y vuelve, necesito que vuelvas, eres la mejor madre
del mundo, mamá perdóname por todo y dame una oportunidad
más.

Cada vez que extrañaba a mamá leía el párrafo que pudo


haberlo cambiado todo si aquel señor que vino de visita aquella vez
hubiera vuelto, que se yo, hubiera estado feliz acurrucándome en sus
cálidos brazos pero a veces la vida no es como uno quiere, lo único
que es predecible es que la vida es impredecible y siempre te dara
sorpresas, ya sean buenas o malas, de pende de el punto de vista que
lo veas, alguno dicen que cuando un familiar se va el resto de la
familia empieza a madurar, digo, ¿las personas somos frutas? Al
parecer si, llega el punto en el que comprendes cada cosa que ha
sucedido y encuentras el sentido a todo, pero mientras más sepas de
la vida, mas infeliz te vuelves pues ya todo pierde la gracia, se pierde
“la magia”.

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