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2
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Staff
Moderadora de Traducción
Carolina

Traductoras
Alysse Volkov July Styles Tate
Ana90 Lipi-Lipi
Bett G Mae
Blackrose10 Maeh
Fiioreee Martinafab

Moderación de Corrección
EstherC

Correctoras
BelSanchez Sibilor
Cherrykeane Tolola
Clau V Vickyra
EstherC YaniM

Lectora Final
Clau V
3
Página

Diseño
Laura A.
Sinopsis
4
Página
Índice
Capítulo 1 Capítulo 15
Capítulo 2 Capítulo 16
Capítulo 3 Capítulo 17
Capítulo 4 Capítulo 18
Capítulo 5 Capítulo 19
Capítulo 6 Capítulo 20
Capítulo 7 Capítulo 21
Capítulo 8 Capítulo 22
Capítulo 9 Capítulo 23
Capítulo 10 Capítulo 24
Capítulo 11 Epílogo
Capítulo 12 Próximo libro
Capítulo 13 Sobre la autora
Capítulo 14
5
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Objetivos en la vida
Lily
Oh Dios mío. No puedo creer que esto realmente está sucediendo.
Era el único pensamiento en mi cerebro e hizo eco una y otra vez mientras
miraba el espejo del estudio, agarrando la barra mientras Blane Hijo de Puta
Baker me follaba desde atrás.
Tal vez debería explicar.
Siento como si definitivamente tuviera que explicar.
Mira, esto no es el tipo de cosas que haría bajo circunstancias normales.
Había estado rompiéndome el culo durante años con el Ballet de New York City,
un trabajo que me dejó con muy poca vida social u oportunidad para citas y,
aun así, había evitado conectar con otro bailarín. Todo el mundo lo hacía, pero
había visto las consecuencias. No valía la pena.
Pero por Blane Baker haría una excepción.
Todavía recuerdo la primera vez que lo vi. Yo tenía quince años, estaba
lejos de casa, con una beca para asistir a la Escuela de Ballet Americano y
sentada en el comedor sola. Él entró con una bandeja, riéndose con un amigo y
mi pensamiento fue algo como esto:
1) nvfjrugncpqdhhHNGGGGG.
2) Por favor, Dios, no dejes que sea gay.
3) SANTA MIERDA, MIRÓ DIRECTO HACIA MÍ.
El cuál fue el mismo momento en que alcancé mi teléfono para ocultar el
6

hecho de que estaba babeando. Mis dedos chocaron con la taza de plástico,
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enviándola volando y el jugo de naranja golpeó el suelo con una bofetada. La taza
se deslizó por el suelo para detenerse a sus pies.
Intento de parecer ocupada: Fracaso.
Blane se rio de mí, ese tipo de risa descarada que hace que un adolescente
considere mudarse a Islandia. Agarró la taza y la llevó de nuevo a mí, sonriendo
genuinamente cuando la puso sobre la mesa con un guiño.
—Dejaste caer algo.
Me fundí en un charco humeante y viscoso en el suelo.
Como si eso no fuera suficiente, Nadia Anderson entró detrás de él,
asimilando la escena con una sonrisa horrible en su rostro. Esa sonrisa decía
que no olvidaría y cuando enganchó su brazo en el de Blane y se alejó, el montón
viscoso tamaño Lily se convirtió en ácido y me derretí a través del suelo.
A veces ella todavía me llamaba JuicyFruit1, incluso siete años después.
Lo que sea. Estoy segura de que ese tipo de cosas le pasaban todo el
tiempo. Blane parecía un maldito dios: alto, rubio, ojos azules que estaba
absolutamente segura que podían ver a través de la ropa, una sonrisa tan
brillante con la que las chicas literalmente tropezaban y se caían cuando la veían
y un culo que probablemente podría aplastar una nuez, si fuera colocada justo
allí. Y él se ponía cada vez más atractivo con la edad.
Más tarde me enteré de que él y Nadia estaban en su último año, eran tres
años mayores que yo y que habían estado saliendo desde su primer año.
Aquí hay algunas cosas que necesitas saber acerca de Nadia: es una arpía,
es una bailarina extraordinaria, y posee a Blane Baker. Nadia era la razón
definitiva por la que nunca tendría una oportunidad con Blane, no durante
nuestro único año juntos en la EAB y no a través de nuestros años de trabajo
juntos en la empresa. Siempre estaba sólo un paso por delante de mí en las filas,
lo que nos mantenía en la vista de la otra, pero nunca en el mismo grupo de
amigos.
Hasta ahora.
El universo me había dado tres grandes regalos, y no había manera en el
infierno que los desperdiciaría.
Había sido ascendida a bailarina principal del Ballet de New York City.
Conseguí el papel de mi vida como Odette/Odile en El Lago de los Cisnes.
Nadia había terminado con el dulce, dulce culo de Blane.
Ese mismo culo que se estaba actualmente flexionando como un pistón
cuando me follaba.
7

Eché un vistazo a mi reflejo, con la esperanza de encontrarme luciendo


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sexy. En mi cabeza, lucía muy sexy, toda labios y pestañas largas, cabello rubio
suelto y ondulado, como una modelo de traje de baño en Barbados. Pero no.
Tenía la expresión más incómoda en mi rostro, una especie de mezcla entre

1 Marca de Jugos envasados. En español significa fruta jugosa.


sorpresa y confusión. La quité y reemplacé con algo que esperaba pareciera más
apropiado. Fue sólo un poco mejor, si no un poco pornográfica.
Me di por vencida. De todos modos, no parecía estar prestando atención.
Los ojos de Blane bajaron, el exuberante labio inferior entre sus dientes,
las manos en mis caderas, mientras se movía más rápido y me da un gran total
del 6% de su atención, toda la cual estaba entre mis piernas. No se molestó en
absoluto con el resto de mi cuerpo. Y no pude encontrar en mi corazón que me
importara una sola mierda.
Blane Baker, chicos. Blane hazme-lo-que-quieras- Baker. Haciendo a las
chicas perder la cabeza desde la pubertad, desde 1996.
Está claro que yo no era inmune.
Finalmente, levantó la mirada, aunque no hacia mí; haciendo una mueca
mientras se miraba a sí mismo venirse, seguido con una especie de gruñido
ahogado. Di un grito ahogado y gemí, con la esperanza de que le estaba dando
una cantidad apropiada de entusiasmo por su esfuerzo.
Blane desaceleró, arrastrando una mano por mi espalda con un tarareo.
—Eso estuvo bien.
Fingí estar sin aliento.
—¿Verdad? —Sonaba como una idiota. Arregla tu mierda, Lily. Mejora tu
juego.
—He estado pensando en eso durante mucho tiempo, Lily. —Me sonrió en
el espejo mientras se salía y se quitaba el condón, enderezando sus pantalones
mientras se giraba en busca del basurero.
Mis mejillas estaban ardiendo.
—Yo también. —Ajusté mi leotardo y sacudí la cabeza ante mi reflejo,
tomando una respiración profunda y suavizando mi falda de gasa para
fortalecerme. Mi cabello era un desastre y lo recogí mientras el incómodo silencio
se extendía. No estaba segura de lo que tenía que hacer. ¿Invitarlo a tomar un
café? No, demasiado desesperada. ¿Ensayar? Quiero decir, no era como que en
realidad era lo que esperaba que pasara cuando me invitó a su “estudio privado”.
Por lo menos, esperaba que eso no fuera lo que realmente quería hacer. Me había
afeitado y todo.
Me doy cuenta de lo juvenil que sonaba, pero estar cerca de él me hacía
volver a la secundaria. Normalmente, era una adulta bastante racional, una
8

bailarina de ballet profesional. Responsable. No una completa idiota. Me


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preguntaba si la proximidad a él en realidad podría afectar mi coeficiente


intelectual.
Se dio la vuelta, y me dedicó una sonrisa. Sé encantadora, maldita sea.
—Ensayar nunca ha sido tan emocionante.
Podría haber sido la declaración más frívola de mi vida.
Blane rio, el sonido profundo y fácil mientras se dirigía de nuevo hacia mí.
—Definitivamente. Estoy feliz de ensayar en cualquier momento. —Deslizó
una mano alrededor de mi cintura y besó mi cabello.
Mi estado mental se deterioró aún más.
—En serio —dijo—. Te daré consejos2 en cualquier momento que quieras.
Una risa burbujeó fuera de mí ante la broma.
—Tu consejo. Eso es gracioso. —Pero cuando miré hacia él, parecía un
poco confundido. Observé con suerte cuando cayó en cuenta.
—Oh, consejos. Lo entiendo —dijo con una sonrisa.
Por lo menos es lindo.
Así de fácil, volví a controlarme. Le di un beso en la mejilla y me acerqué
a mi bolso. Mis zapatillas de punta yacían descuidadas al lado de mi bolso, Blane
me había saltado antes de que siquiera tuviera la oportunidad de ponérmelas.
Así que cambié mi falda por mis leggings, me deslicé en mis zapatillas y agarré
mi bolso.
—Nos vemos mañana, Blane. —Sonreí y le lancé una mirada ardiente
sobre mi hombro mientras caminaba hacia la puerta. Esperaba que al menos
ardieran. Después de ver lo que parecían antes, no podía estar segura. Cuando
me devolvió la sonrisa, mi estómago se revolvió y giré los dedos hacia él antes de
dejar del estudio.
Y por dejar, quiero decir saltármelo.
Tenía que contárselo a Rose.

West
La silla de madera de mi escritorio chirrió cuando me eché hacia atrás,
entrecerrando los ojos al papel en mi mano, sin darme cuenta de lo oscuro que
se había puesto, mis ojos en las palabras mientras giré la silla e hice clic sobre
el interruptor de la lámpara. Las palabras saltaron enfocadas y me rasqué la
barba distraídamente, deseando que mi cerebro prestara atención al ensayo que
calificaba.
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Página

2En inglés tips, Lily se ríe porque lo entiende con doble sentido refiriéndose a la punta del pene
de Blane que en inglés es tip.
Ser el asistente del ilustre maestro de Literatura Dr. Blackwell en
Columbia3 no estaba exento de méritos. La experiencia sería oro para mi
currículum y las conexiones que había hecho me ayudarían a entrar en el
programa de doctorado, o eso esperaba. La aplicación estaba entregada, la
propuesta realizada y pronto sabría si había sido aceptado.
Eso no hacía más tolerable mi tarea de calificar ensayos. Algunos eran el
tipo de ensayos que sólo los intelectuales sobredimensionados pueden producir,
espolvoreado con regurgitaciones de las cosas que habían escuchado decir a sus
profesores o peor aún, a otros intelectuales. Obviamente, otros eran un
lanzamiento de ideas de última hora de ideas a medias. Pero luego estaban las
joyas: los pensamientos inspirados y bien argumentados de alguien con ideas
originales y un cerebro entre sus oídos.
Desafortunadamente, esa no era la variedad que estaba leyendo
actualmente.
Suspiré y dejé el ensayo en mi escritorio, mirando entre la pila de
calificados contra la de ensayos sin calificar, lamentando la falta de progreso y
deseando que llegara el día en que tendría mi propio salón de clases y un
asistente que hiciera este tipo de cosas para mí.
Tiré de la banda de goma de mi cabello, retorciéndolo hacia arriba en un
nuevo moño con la esperanza de que me restableciera de alguna manera y me
diera el empujón que necesitaba para mantenerme a flote a través de estos
papeles. Así que tomé el ensayo y leí el mismo párrafo que había leído tres veces.
No tenía más sentido para mí.
Mi teléfono sonó en mi escritorio y agradecí al universo por darme un
descanso. Una foto de mi hermana que había tomado cuando volví a casa por
Navidad apareció en mi pantalla. Ella estaba de pie delante del árbol en lo que
tenía que ser el suéter más feo que había visto jamás: color rojo bombero con un
cuello de encaje y un gigantesco Papá Noel en el frente. Ella podría tener
veintitrés años, pero para mí siempre tendría tres años de edad con overoles y
con el cabello rubio rizado en un lío.
Una vez, mi amigo Cooper la llamó un knockout. Yo casi lo noqueo a él.
Doy aceptar y presiono el teléfono en mi oreja.
—Hola, Mags.
—Hola. ¿Estás ocupado? —Su acento de Mississippi era tan pronunciado
que de inmediato se me pegaba, algo que sólo sucedía cuando iba a casa o
10

hablaba con cualquier miembro de mi familia.


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—Nah. ¿Cómo vas? ¿Ya estas empacando? —Sonreí y giré mi silla de nuevo
para enfrentarme a mi habitación.

3Prestigiosa Universidad perteneciente al selecto grupo de la Ivy League ubicada en la ciudad


de Nueva York.
Suspiró.
—Casi. Papá sigue burlándose de mí, dice que no hay manera de que tenga
donde poner mi colección vintage de Barbie en mi minúsculo apartamento de la
gran ciudad.
—Bueno, sabes que tiene razón. Estoy bastante seguro de que no hay
espacio en el apartamento de Lily donde quepan veinte muñecas Barbie en su
empaque original.
Maggie resopló.
—No estoy realmente llevándolas, West. Voy a dejarlas en mi habitación,
que estoy segura mamá convertirá en un museo una vez que me haya ido para
siempre.
—O un lugar para poner su StairMaster4 como hizo con la mía.
—Es diferente. Soy la bebé y, además, una chica. Incluso papá se pone
todo lloroso cuando hablo de salir de Jackson.
—Estoy bastante seguro de que cuando me mudé, papá repartió cigarros.
Resopló.
—Sí, porque te fuiste a Columbia. Creo que el que yo esté dejando Jackson
es más difícil para todos. Nadie esperaba que te quedaras una vez que te
graduaste, pero yo había hecho una vida aquí. Nunca había planeado irme. Y
ahora estoy de vuelta en casa en mi antigua habitación, pero no soy la misma
que era la última vez que viví aquí. Y tengo que salir de aquí, a pesar de que no
ha pasado mucho tiempo desde...
Dejó de hablar, pero no le insistí que siguiera. No había pasado mucho
tiempo desde Jimmy, ese era el resto de la frase. El hecho de ser dejada plantada
en el altar todavía era un tema delicado para todos y la razón número uno para
su mudanza. Cambie la conversación para que no tuviera que hablar de ello.
—¿Nerviosa por lo de New York?
Suspiró.
—Por supuesto que estoy nerviosa. Estoy totalmente petrificada. ¿Cómo
diablos voy a averiguar el metro? ¿Y si me asaltan? ¿Y si Lily y Rose terminan
odiándome? Pero lo haré de todos modos y va a ser increíble.
—Va a ser totalmente increíble. Y Lily y Rose nunca podrían odiarte. Se
quedaron juntas durante el verano y se llevaron muy bien.
11

—Tener una invitada por una semana y compartir de forma permanente


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un cuarto de baño con alguien, son dos cosas totalmente diferentes.


Me reí y pasé el teléfono a mi otra oreja.

4StairMaster es una empresa estadounidense especializada en el diseño y producción de


equipos de gimnasia para uso comercial, comercial ligero y doméstico.
—Lily está ausente tanto tiempo por el trabajo, así que apenas la verás y
siempre y cuando no interrumpas el sueño de Rose, vas a sobrevivir. Ella es más
peligrosa antes del mediodía que un tejón de miel hambriento.
Maggie se rio.
—Anotado.
—Están felices de que vengas y de poderte ayudar.
—Bueno. —Se animó un poco—. Tengo mucho tiempo para establecerme
antes de empezar a enseñar a tiempo completo en el otoño. Puedo ser sustituta
aquí y allá, utilizar mi pequeño nido de huevos para entrar en calor y tomarlo
con calma. Comenzar de nuevo.
Mi pecho dolía por ella.
—Todo va a estar bien, Mags.
—¿Me lo prometes? —Su voz estaba llena de dolor y esperanza.
—Te lo prometo.
Dejó escapar otro suspiro.
—Si tú pudiste mudarte a New York, entonces yo también puedo. Aunque,
sinceramente, no sé cómo lo hiciste solo. Al menos yo te tengo a ti, a Rose y a
Lily.
Giré mi pluma en mi mano y sacudí la cabeza.
—Yo vivía en el campus y Cooper era mi compañero de habitación, por lo
que no estaba realmente solo. Coop ha vivido aquí toda su vida y tiene que ser
el mejor y el peor guía de la ciudad que cualquiera podría tener. Él me llevaría a
una poco conocida galería de arte y un lugar de strippers para miembros
exclusivos en la misma tarde.
Resopló.
—Ugh.
Sonreí.
—Tuve ayuda y tú también la tendrás.
—Gracias. —Creo que podría haber estado sonriendo al otro lado de la
línea—. Tengo que salir de aquí, pero es aterrador, ¿sabes?
—Lo sé. New York va a ser bueno para ti.
12

—Gracias. Estaba mirando esta antigua habitación y todas esas maletas


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y... sólo necesitaba un poco de tranquilidad, eso es todo. Mucho mejor.


—Me alegro de poder ayudar, pequeña.
—Bien. Bueno, esto no se va a empacar sólo. Gracias de nuevo, West.
Hablaré contigo más tarde.
—Buena suerte, Mags.
Puse mi teléfono sobre el escritorio y suspiré, preocupándome por Maggie,
frotando mí barba. Sacarla de Jackson había sido mi idea. Sólo quería que
encontrara una manera de seguir adelante, dejar su dolor donde pertenecía, y
no había tomado mucho para convencer a ninguna de las partes. Lily se había
ofrecido a compartir una habitación con ella sin pensarlo dos veces y Maggie
aprovechó la oportunidad.
Suspiré y miré hacia atrás al ensayo que se burlaba de mí en mi escritorio.
La idea de recogerlo me ponía nervioso, por lo que lo dejé de nuevo y me estiré,
haciendo tronar mi espalda, listo para un descanso adecuado.
Abrí la puerta de mi habitación y me dirigí a través de la sala buscando a
mi compañero de cuarto. El apartamento que compartía con Patrick Evans era
un piso de soltero bastante típico: muebles destartalados, estilo minimalista, con
libros y arte por todas partes. Yo coleccionaba libros como algunos tipos
coleccionaban números de teléfono y Patrick siempre estaba trabajando en algo.
Su habitación era básicamente un estudio de arte con una cama dentro. La mía
era una biblioteca.
Patrick estaba de pie en la cocina, colocándose su chaqueta de cuero. La
luz se apoderaba de su cabello negro, peinado hacia atrás, afeitado corto a los
lados. Sus brazos tatuados desaparecieron en su chaqueta uno por uno, con los
dedos tatuados apareciendo de los extremos de las mangas y se ajustó el cuello
correctamente. Más tinta salía del cuello de su camiseta a rayas blanca y negra
y hasta su mandíbula, que tenía la línea de una estrella de cine. De hecho, casi
todo sobre Patrick parecía de estrella de cine.
Él era un artista, ante todo un artista del tatuaje, tan bueno en lo que
hacía que la gente esperaba meses para que él dejara su marca en sus cuerpos.
Había hecho todos los míos, incluyendo mi manga y también había hecho piezas
para Rose. Incluso Lily tenía uno, aunque el suyo era en sus costillas, así lo
podría ocultar fácilmente, una enredadera con un lirio y una rosa en acuarelas5
. Rose tenía uno igual.
—¿Qué tal, hermano? —Patrick levantó su barbilla hacia mí con una
media sonrisa—. ¿Terminaste con la corrección de tus ensayos?
Sacudí la cabeza.
—Ni siquiera cerca, pero no podía hacerlo más. ¿A dónde vas?
—Habits.
13

—Ah —añadí a sabiendas—. ¿Rosie está de turno?


Página

Frunció el ceño.

5
Este tatuaje es un símbolo de la amistad entre Lily cuyo nombre traduce Lirio y Rose que es
Rosa.
—¿Cómo podría saberlo?
—¿Entonces sí?
Patrick se giró para recoger sus llaves, evitando mis ojos.
—Casi seguro.
Miré el reloj, pero realmente no importaba qué hora era porque no había
manera de que volviera a esos ensayos por lo menos durante una hora.
—¿Quieres un poco de compañía?
Me miró y me lanzó una sonrisa astuta.
—A nadie le gusta beber solo.
Agarré mi chaqueta y la pasé por mis hombros.
—¿No es esa la verdad honesta de Dios?
14
Página
2
Este chico
Lily
Subí trotando por las escaleras del metro de la estación de la ochenta y
seis con mi bolso rebotando contra mi trasero y mis labios estirados en una
sonrisa. Había garabateado el nombre de Blane en mi carpeta en el instituto. Les
había puesto nombre a nuestros hijos imaginarios. Me había tirado en la cama,
con la mirada fija en los resortes de la litera que tenía encima, imaginando cómo
sería besarlo.
Ahora sabía cómo era su pene.
¡Una locura!
El hombre que caminaba delante de mí me miró por encima del hombro y
me di cuenta de que lo había dicho en alto. Me sonrojé y alcé la mano en un
movimiento de saludo. Él se limitó a poner los ojos en blanco y a seguir
caminando.
Vi el toldo negro al otro lado de Broadway con la palabra HABITS impresa
en delgadas letras blancas. Decir que era clienta habitual del bar sería quedarse
corta. Mi compañera de piso, Rose, era camarera allí y dado que Habits estaba
en el mismo bloque que nuestro apartamento, nuestro grupo de amigos siempre
parecía terminar allí. La comida era buena, las bebidas eran baratas para los
estándares neoyorquinos, y el ambiente parecía el adecuado: tranquilo cuando
querías relajarte, bullicioso cuando querías ir de fiesta.
Rose y yo nos conocimos cuando respondí a un anuncio de Craigslist6
durante mi aprendizaje. Su compañera de piso la había dejado plantada, se
15

había devuelto a Los Ángeles (de donde eran) sin previo aviso, solo una nota y
un apartamento vacío. Se llevó todo con ella, incluso los imanes del refrigerador.
Página

Normalmente no soy del tipo que busca compañera de piso en Craigslist, pero
iba armada con gas pimienta y adrenalina y mi madre iba a llamar a la policía si

6
Craigslist es un sitio web de anuncios clasificados con secciones dedicadas al empleo, vivienda, contactos
personales, ventas, ítems, servicios, comunidad, conciertos, hojas de vida, y foros de discusión de Estados
Unidos.
no hablaba con ella en el espacio de una hora. Además, su anuncio era
graciosísimo. Camarera nocturna busca compañera de piso limpia y tranquila.
Debe amar el whiskey. Solo vaginas. Denegada la entrada a penes. Cuando supe
su nombre, hice un chiste sobre partes femeninas y el poder de las flores7 y el
resto es historia.
Tiré del pomo de latón de la pesada puerta de madera y vi a Rose a través
del recuadro de vidrio. Estaba detrás de la barra, la madera era tan oscura que
era casi negra, con estante tras estante de botellas de licor detrás de ella. La
madera del suelo estaba desgastada y las paredes del color blanco de los azulejos
del metro ascendían hasta las vigas y las tuberías expuestas del techo. Rose miró
en mi dirección y me saludó con la mano, sus ojos marrones brillaban,
enmarcados por su flequillo y su largo cabello negro estaba trenzado sobre un
hombro.
Me dirigí hacia ella y me apoyé en la brillante superficie de madera.
—Hola, Lil. ¿Estás bien? —Esbozó una sonrisa ladeada mientras me
inspeccionaba.
Sonreí.
—Nop. Blane me pidió que ensayara con él esta noche.
Arqueó una ceja.
—¿En tu único día libre de la semana?
—Ajá. —Asentí—. Y luego me lo follé.
A Rose le salió una risa de sorpresa y me reí nerviosamente hasta que me
dolieron las mejillas.
—Jesús, Lily —dijo Rose una vez se calmó—. No me extraña que parezca
como si hubieras encontrado un billete de un millón de dólares. ¿Y cómo estuvo?
¿Sexy?
Arrugué la nariz.
—Estoy segura de que la próxima vez será mejor. La primera vez siempre
es rara, ¿sabes?
—No, no lo sé.
Le tiré una servilleta de cóctel a su pedante boca.
—Cállate. Ya sabes a qué me refiero.
16

—Entonces, ¿qué son ustedes? Digo, ¿solo amigos con derechos? ¿O van
Página

a salir juntos?
Rose me sirvió un vaso de agua.

7 Rose significa rosa.


—En realidad, no sé qué significa. Estoy intentando no pensar mucho en
ello, pero no voy a fingir que no hay una parte de mí que quiere que esto sea el
principio de algo épico. Él es el verdadero chico de mis sueños. Es como si Ryan
Gosling apareciera en tu puerta vestido de Noah de El cuaderno de Noah, con
flores y whiskey. Serías estúpida si no aprovecharas la oportunidad8.
—Cierto, porque no hay nadie como Noah. No pueden ganarle. Me subiría
en esa bicicleta hasta Nueva Zelanda. —Rose me tendió el agua—. Bueno,
háblame de esta “rara” primera vez.
Si hubiera sido cualquier otra persona, habría inventado cosas y lo habría
glorificado. Pero Rose querría todos los detalles sórdidos. Bueno, puede que no
todos, pero al menos le daría lo esencial.
—Es solo que no fue muy… atento.
Entrecerró los ojos.
—¿Te viniste?
Dudé al verla mirándome así.
—No.
—Arg, Lily.
Resoplé y me apresuré a explicarme.
—Bueno, teníamos un poco de prisa.
—¿Por qué?
Mi boca se abrió y se volvió a cerrar.
—No sé por qué, pero no voy a cuestionarlo. Además, ¿cómo puede alguien
realizar un recorrido corporal intensivo en un estudio de baile?
Seguía juzgándome.
—Creo que es completamente posible.
La ignoré. No iba a conseguir hundirme.
—Fue sexy… en serio. Yo me agarraba a la barra mientras él me follaba.
Rose estalló en carcajadas.
—Oh, Dios mío.
—¿Qué? —pregunté inocentemente—. Más o menos fue así. Estaba tan
17

emocionada de que estuviera pasando siquiera, que no podía concentrarme.


Página

—¿Normalmente tienes que concentrarte cuando tienes sexo?

8 En el original dicen “take that bike for a ride”, de ahí la siguiente referencia.
—Rose, ¡ese no es el tema! En serio que no importa si estuvo bien o mal
porque ¡me follé a Blane Baker! —chillé. De verdad que chillé y Rose también,
aunque fuera una aguafiestas.
Una profunda voz a la que le reconocí el acento de Mississippi resonó
detrás de mí.
—¿De qué se ríen tanto?
Mis mejillas se sonrojaron inmediatamente mientras me giraba para
encontrarme a West detrás de mí, con una sonrisa torcida tras su oscura barba,
sus brillantes ojos azules centelleaban. Levanté la mirada hacia él con mi mente
tropezando para cambiar a una conversación con mi otro mejor amigo. Ese al
que normalmente no iluminaba con los pormenores literales de mi vida sexual.
Rose siguió riéndose, era una risa alta y obscena ante mi incomodidad. Me
recosté contra la barra, con las mejillas rojas y tartamudeando.
—Yo… Ah, hola, West. ¿Qué pasa?
Rose se rio aún más alto.
Pero West se limitó a reírse entre dientes, meneando la cabeza mientras se
metía un mechón suelto de cabello negro detrás de la oreja y se sentaba a mi
lado.
—Buen intento, pies ligeros.
Usé la ventana para cambiar de tema.
—En fin, Moñito9. ¿Has talado algún árbol hoy, West el Maderero? —Tomé
su desarreglado y oscuro moño y lo sacudí.
Se encogió de hombros.
—No pude. Dejé la franela en casa.
Contuve la risa.
—Oh, bueno, siempre quedará mañana. —Le di una palmadita en el
hombro y sonreí a Patrick mientras se sacaba la chaqueta y se sentaba al lado
de West—. Hola, Tricky.
Apoyó sus brazos tatuados en la barra con la tranquila sonrisa que
esbozaba cuando no estaba pensativo.
—Hola, Lil. Hola Rose.
18

—Hola, Tricky. —Rose sonrió cortésmente y se apoyó en la barra—. ¿Qué


beberemos, muchachos? ¿Whisky o cerveza?
Página

West negó.
—Esta noche, cerveza. Tengo trabajos que calificar y clase a primera hora.

9 En el original dice “Man-bun” que es el moño que se hacen los hombres cuando se recogen el cabello.
—Whisky —respondió Patrick con la mirada fija en ella como rayos láser.
No sabía cómo podía manejar la situación, sobre todo, desde que dejaron de
salir. No me malinterpreten, estaba más que feliz de que se llevaran bien. Rose
hacía todo lo que podía para no pretender que se preocupaba por él, la
herramienta número uno en su arsenal era la distancia y tanto como era posible.
Pero Patrick tenía esta... mirada que lo hacía parecer como una causa perdida
Era una mirada que decía que te follaría de la mejor manera, de una forma en
que te haría pedir más. Una verdadera mirada de “fóllame”. Ni siquiera lo
intentaba tampoco, solo tenía un mal caso de mirada de ojos ardientes.
De alguna manera, no afectaba a Rose, sólo parecía ignorarla. Creo que
elevaba la intensidad sólo para ella porque la tensión entre ellos me afectaba
simplemente por cercanía.
Rose sirvió las bebidas y tomé asiento al lado de West.
Me miró con una sonrisa antes de tomar un sorbo de su cerveza tan pronto
como Rose se la entregó.
—¿Qué pasó contigo hoy? —Había un poco de espuma en su bigote.
—Tienes algo allí. —Tomé una servilleta de papel y limpié la espuma antes
de meterla en su boca—. Y no pasa nada conmigo, Weston.
Rose se rio y West agarró la servilleta y pegó la parte húmeda en mi oído.
Grité, alejándome de él y tropecé con el chico a mi lado.
—Lo siento. —Sonreí, pero él sólo me miró antes de girarse hacia sus
amigos.
—Claramente no parece ser nada. —Sonrió West.
Pero la sonrisa de Rose era aún peor.
—Lily tuvo una cita esta noche.
Me gustaría que todo el mundo conociera a Rose, la traidora.
Le di una mirada que decía que sabía lo que la asustaba y donde dormía.
—No fue una cita.
West me evaluó con la ceja levantada.
—La dama protesta demasiado.
—Uf, West. —Puse los ojos en blanco—. No te pongas Shakespeariano
ahora, amigo. No era una cita. Solo ensayamos.
19

Rose se apoyó en la barra.


Página

—Solos.
—Suena serio. —West le dio otro sorbo a su cerveza, riéndose de mi con
sus estúpidos ojos.
Los señalé con mi dedo.
—Son todos unos idiotas.
Patrick se inclinó hacia adelante con las cejas levantadas.
—¿Todos nosotros?
Lo perdoné, a pesar de que me estaba burlando en el interior.
—No, tú eres genial, Tricky. —Tomé otro trago de mi agua y la dejé—.
Tengo que estar despierta a las cinco, así que diviértanse.
—Buenas noches, Lily —dijo Rose con dulzura.
Me deslicé fuera de mi taburete y agarré mi bolsa.
—Nu-uh. Ningún “Buenas noches, Lily”. Puede que no sea la única que se
levante a las cinco.
—Te cortaré.
Me incliné sobre la barra para darle un beso en la mejilla.
—Cálmate, mi amiga. Nos vemos chicos —dije por encima del hombro al
salir, balanceando las caderas como si pudiera prácticamente dominar el
mundo.

West
Miré a Lily salir por la puerta del bar, su cabello rubio en el moño que
siempre llevaba a los ensayos, sus caderas balanceándose como un péndulo en
sus leggins, hombro desnudo asomándose de un suéter de gran tamaño. Nunca
antes la había visto emocionada por un hombre, toda sonrojada y nerviosa. Su
no-cita la emocionó, eso era seguro y mi curiosidad se despertó.
Le di una mirada a Rose.
—Entonces, ¿quién es el chico?
Rose suspiró y sacudió la cabeza.
—Blane Baker —dijo su nombre como si debiera saber quién era.
Le di una mirada y se encogió de hombros.
20

—Ha estado enamorada de él desde su segundo día de la escuela


secundaria y ahora ha sido emparejado con ella. Pero el detonante real es que él
Página

es recientemente soltero. Y al parecer, está interesado en ella.


Mis ojos se estrecharon.
—Ella nunca lo mencionó antes.
—Sí, bueno —resopló—. La mayoría de las chicas no andan por ahí
hablando de sus amores de secundaria, ¿verdad?
—La mayoría de las chicas no lo hacen, pero sólo imaginé que a Lily no le
interesaba nadie.
Rose levantó una ceja.
—Oh, ¿entonces le dijiste todo acerca de tus conquistas?
Mi cara se arrugó ante la sugerencia.
—No, pero eso es diferente.
Ella mostró una sonrisa que me decía que tenía mi número.
—Oh, ¿Lo es?
—Sí. Sabe que tengo citas. Pero Lily no sale, nunca.
—Eso no es cierto, West. No es un robot. Tiene citas. Simplemente no tiene
nada serio con nadie.
—Bueno, eso es lo que quiero decir —dije—. Nunca ha habido nadie que
merezca que nos lo mencione. Siempre dice que está enfocada en su carrera y
todo eso. Entonces, ¿qué hace a este chico especial?
—Para ser justos, no nos lo mencionó. Yo lo mencioné.
Mi rostro se volvió inexpresivo.
—Sabes lo que quiero decir, Rose. Ella nunca antes ha estado así con un
chico. —Hice un gesto hacia la puerta.
Rose encogió sus hombros.
—No sé lo que hay con él, fuera de lo mencionado. Sabes que puede ser,
cuando te preocupas por alguien, pero no parece saber que existes. Y entonces,
un día, te ven.
Fruncí el ceño.
—De todos modos, es al parecer un bailarín brillante con un montón de
clientes potenciales en su haber. Ha sido su pareja durante tres ballets esta
semana, incluyendo su papel como el príncipe en Lago de los Cisnes.
—Guau, eso fue casi suficiente para inducirme en un estado de coma. —
Cooper se sentó y se quitó la chaqueta, apoyando los antebrazos en el bar con
un destello de su reloj Cartier. Incluso su zalamera sonrisa se veía costosa—.
21

¿Quién es este tipo y por qué estamos hablando de él?


Página

Agarré mi cerveza.
—Lily tuvo una no-cita esta noche.
—Ah —dijo con un guiño de comprensión—. Acabo de pasar por su calle.
Pensé que se veía un poco extra feliz.
—¿Escoses? —preguntó Rose.
—Siempre. —Se volvió hacia mí—. ¿Así que Lily finalmente obtuvo un
polvo? No voy a decir que necesitaba eso, pero hombre, necesitaba eso.
Rose retrocedió, alejando el whisky que había estado sosteniendo en la
dirección de Cooper.
—Oye, imbécil. Cuida tu boca.
Su rostro se suavizó mientras se rio entre dientes.
—Aw, vamos, Rosie. No seas así. Estoy feliz por ella, de verdad. Promesa
que no estoy siendo un idiota.
Ella le dio la copa, junto con una mirada dura.
Solté un resoplido.
—Eres un poco idiota, pero no se puede esperar menos de ti, Coop.
Se limitó a sonreír.
—Soy un idiota con un corazón de oro, Weston. —Se volvió hacia el grupo—
. Así que… ¿nos gusta este tipo o no?
—No estamos seguros. Ninguno de nosotros lo ha conocido —respondió
Patrick—. Lily parece animada.
Cooper tomó un trago y dejó el vaso.
—Bueno, ella es una galleta inteligente. Estoy seguro de que no es horrible.
—Mejor que no sea horrible —gruñí y tomé un trago.
—Ah, ¿sí? —dijo Cooper con una risa—. ¿O qué?
—O voy a tener una opinión al respecto.
Patrick resopló.
—¿Cuándo no tienes una opinión?
—Sólo digo. Creo que todos estamos de acuerdo en que Lily merece cosas
buenas, por lo que, si este chico Blane no la trata bien, voy a tener algo que decir
al respecto.
Rose puso los ojos en blanco y metió la mano en el lavabo detrás de la
barra para lavar vasos.
—Abajo chico. Estoy segura de que lo conoceremos muy pronto, si es que
22

dura.
Página

Cooper me sonrió.
—Y entonces puedes salir con tu escopeta.
Me reí.
—Mi padre hizo eso. Decidió que el mejor momento para limpiarla era
cuando la cita para el baile de Maggie vino a recogerla.
Rose sacudió con la cabeza.
—¿Así que es genético? ¿O simplemente una cosa del Sur?
—Ambos. —Vacié mi vaso.
Pero Rose seguía sacudiendo la cabeza hacia mí mientras sostenía una
mano hacia mí pidiendo el vaso. Se lo entregué y lo dejó en el fregadero antes
girarse para servirme una cerveza fresca.
Cooper señaló con el mentón a Patrick y luego a mí.
—No creo que ninguno de ustedes está interesado en salir esta noche,
¿verdad?
—Yo no —respondí—. De hecho, este será mi último trago. —Rose lo pasó
al otro lado de la barra para mí.
Cooper se inclinó a mi alrededor.
—¿Y tú, Tricky?
—No esta vez.
—¿Qué? ¿No estás tratando de ser bueno? ¿O sí, Trick? —molestó Cooper.
—Depende de tu definición de bueno. Tengo un trabajo de seis horas por
la mañana.
—Bueno, espero que ella esté buena.
—Es para un amigo.
Cooper esnifó.
—Esto es exactamente por lo que nunca me encargo de la empresa de mi
padre. La responsabilidad no me conviene.
Rose hizo un puchero burlesco.
—Aw, Coop. La vida de mujeriego es solitaria, ¿no es así?
Se echó a reír, pero sabía que era más cierto de lo que nunca dejaría saber.
—No la odies. Tengo mucha gente a la que puedo llamar.
—Ja. ¿Como Astrid? —pregunté.
23

Encogió sus hombros.


Página

—La hermana de Lily y yo tenemos un acuerdo. Corremos en los mismos


círculos. Es conveniente. Sorprendentemente, las modelos y los mujeriegos se
llevan muy, muy bien.
Rose resopló.
Cooper se volvió hacia mí.
—Hablando de hermanas, ¿cuándo viene Maggie?
—Jueves —respondí.
—¿Todavía me necesitas para recogerla?
—Sí, pero no se lo digas. Voy a estar en clase y no me esperaría a que vaya
buscarla. Dijo que quería “sumergirse” en Nueva York.
Rose hizo una mueca de desaprobación.
—Eres un maniático del control.
Mi ceño se profundizó.
—¿Por qué, porque no quiero que mi hermanita cargue nueve maletas en
el metro? ¿Sola? No es justo, Rosie.
—Si ella quiere, entonces déjala.
Cooper negó con la cabeza.
—Estoy del lado de West en este caso. ¿Una cosita linda como Maggie, sola
en Nueva York?
Lo miré.
—Sigue hablando así y enviaré un acompañante.
—No te preocupes. La virtud de tu hermana está a salvo conmigo.
El resto de nosotros se echó a reír.
—¿Qué? —preguntó inocentemente—. Puedo ser bueno. Solo elijo no serlo.
Me reí.
—Bueno, contrólate o voy a elegir romperte la cara.
24
Página
3
Perras y Bailarines
Lily
El sol de la tarde brillaba a través de las altas ventanas en el estudio
cuando el pianista comenzó de nuevo la pieza de Stravinski. Estábamos
ensayando Apolo para el show de esa noche y nuestro maestro de ballet, Ward
Stewart, estaba de pie con una mirada severa en el rostro y los brazos cruzados
sobre el pecho, su cabello gris y blanco cuidadosamente peinado. Dio las
instrucciones, contando y corrigiendo, a medida que íbamos a través de la pieza.
Él era uno de los maestros más insaciables en la compañía, y con el que
trabajaba con más frecuencia.
Terminé alrededor de Blane con Jenni y Nadia a mi espalda, las tres de
nosotras enhebrándonos dentro y fuera de los brazos de la otra en oleadas a su
alrededor. Blane era Apolo, y nosotras sus musas: la musa de la poesía, la musa
del teatro, y mi parte, la musa de la danza. Era el lugar codiciado, la musa que
Apolo escoge al final para el pas de deux10.
Los papeles que había logrado desde mi promoción hace unos meses
todavía me sorprendían, por mucho que había trabajado para llegar a donde
estaba, nunca me lo esperaba. O bien, supongo que he de decir que me lo
esperaba con el tiempo, pero nunca me sentía con derecho a ello o como si fuera
lo suficientemente buena para realmente lograrlo por mi propia cuenta. Fui
aprendiz bajo Isabell Lamont y después de que ella se lesionó la temporada
pasada, decidió retirarse. El día que me acerqué a la mesa de horario de ensayo
y vi mi nombre junto al Firebird, casi me caigo al suelo. Nadie audicionó para
25

una promoción. Fue dada en base al mérito y podría pasarle a cualquiera, en


cualquier momento. El día en que me ocurrió, para mí fue el punto más alto en
Página

mi vida.

10 En ballet, es un pasaje en el que los pasos son ejecutados conjuntamente por dos personas.
En todo caso, todavía era nueva como bailarina principal y Nadia tenía la
antigüedad sobre mí, pero aquí estábamos, bailando juntas y de alguna manera
yo tenía la parte más importante.
Tampoco era algo que ella había dejado que olvidara.
Nadie se sorprendió de que Blane consiguiera el papel de Apolo con su
cabello dorado y ojos como el cielo. Estaba construido como un dios griego y
también con la gracia de uno. El pas de deux con él me daba vida. Pero los
ensayos no eran fáciles con Nadia y la parte requería sincronía absoluta entre
las tres musas.
Me caí bajo el brazo de Nadia otra vez y ella apretó mi mano, bloqueó su
muñeca para que no pudiera girar. Mi tobillo vaciló y casi me caigo.
—Aprieta, Lily —dijo Ward con su mirada dura.
Miré a Nadia mientras la pasaba, pero ella sólo sonrió y empujé la rabia
lejos, concentrándome en la música y mi cuerpo. Levanté la pierna en un
arabesco11 , luego Nadia y luego Jenni. A continuación, me alejé en un bourré12,
luego Nadia, luego Jenni y cuando me incliné con mis brazos arqueados en
quinta posición por encima de mi cabeza, seguí. Bailamos detrás de Blane por el
estudio antes de alinearnos junto a él y él se inclinó hacia delante con las tres
de nosotras en su espalda, las piernas extendidas a intervalos detrás de él.
La música terminó y Ward nos trajo alrededor para darnos la dirección de
cierre. La tensión colgaba entre nosotros. Tenía a Nadia a un lado y Blane al
otro. Hicimos una reverencia y dimos una venia antes de hacer nuestro camino
a nuestras maletas cuando el pianista se puso en marcha de nuevo. Blane y yo
nos quedaríamos con Ward, y Jenni y Nadia se irían a sus próximos ensayos.
Agarré mi agua y tomé un trago mientras Jenni se sentó y se puso los botines
de calentamiento.
Miré mi reflejo de mejillas rojas en la pared de espejos.
—Dios, soy un desastre sudoroso. —Negué con la cabeza—. Creo que tengo
sudor hasta en la entrepierna.
Jenni rio. Siempre habíamos sido amigas, desde estar en la misma clase
en el SAB a bailar en la compañía juntas. Incluso habíamos sido promovidas con
un mes de diferencia, tanto como solistas y ahora como protagonistas. Ella era
mi constante en la compañía y en un mundo donde la presión y la competitividad
de nuestros puestos de trabajo tan a menudo destrozaban amistades. Era una
hermosa bailarina y mujer, con cabello negro y piel blanca cremosa que estoy
26

casi segura no tenía una sola peca. También tenía los más largos y más elegantes
Página

brazos que he visto.

11 Posición en ballet en la cual la bailarina está en equilibrio sobre una pierna y la otra está
extendida hacia atrás en un ángulo de 90 grados.
12 Término en francés para designar una danza rápida de ritmo de cuatro por cuatro.
Subió la cremallera de su bolso.
—Las entrepiernas sudorosas le suceden a los mejores de nosotros.
Me di unas palmaditas por mi rostro y pecho con una toalla de mi bolsa.
—La principal razón para usar una falda.
—Los pobres chicos ni siquiera pueden evitarlo.
—No hay nada como unas bolas sudorosas en mallas para obtener al viejo
libido en marcha.
Se echó a reír y me senté a desatar uno de mis zapatos.
—Mi zapatilla murió. Mira la espiga. —Me incliné y el cuero se dobló en el
arco—. Hombre, acabo de tomar éstos de la sala de zapatos esta mañana.
—Ugh, no me gusta eso. ¿Vas a tener tiempo para ir antes de tu próximo
ensayo?
Suspiré y me quité el otro zapato.
—Voy a tener que hacer el tiempo.
Negó con la cabeza mientras tomaba algo de beber.
—Sólo Ward nos daría tan duro como para matar a un par de zapatillas
en una tarde.
Me reí.
—Sacrificando el satén y el cuero, un concierto a la vez.
Se rio y miró detrás de mí, sacudiendo la barbilla. Nadia estaba de pie
cerca de Blane en el otro extremo de la habitación, un poco demasiado cerca
para mi comodidad y sentí que mis mejillas se calentaban cuando ella le tocó el
brazo. Realmente, Nadia y yo nos parecíamos mucho: la misma constitución,
ambas con el cabello largo y rubio y ojos azules; pero mientras yo tendía a caer
un poco más cerca de lo lindo que de lo sexy, Nadia tenía ese típica frío-grabado
en granito, rostro de modelo. Dura, escéptica. Un poco apretada.
Le dijo algo a Blane que no fui capaz de oír sobre el piano, y él sacó el
brazo de su agarre. No pude leer su expresión antes de que se girara hacia su
bolsa, de espaldas a Nadia, y ella se dio la vuelta con el ceño fruncido, los ojos
entrecerrados conectando con los míos. Igualé su mirada con una de las mías,
con la esperanza de que pareciera que no podía ser molestada, aunque mi
corazón resonaba contra mis costillas. Ni siquiera se sentó mientras se quitaba
27

las zapatillas en una rabieta, rellenó su bolso y salió como un torbellino.


Página

—¿Cuál es su problema? —preguntó Jenni.


Yo. Encogí mis hombros.
—Quién sabe. La diva no descansa para nadie. ¿A dónde te diriges ahora?
Jenni subió la cremallera de su bolso.
—Ensayo para Cuatro Temperamentos y luego para mi solo de esta noche.
—Ella sacudió la cabeza y volvió a mirar a Blane—. Tienes mucha suerte de ser
emparejada con Blane tan a menudo. ¿Y bailar El Lago de los Cisnes con él
también? Estoy tan malditamente celosa. He querido bailar Odette desde que
tenía siete.
Mis mejillas estaban todavía calientes mientras buscaba alrededor en mi
bolsa por mis zapatos planos y le di la respuesta ensayada que tenía a mano
para cuando alguien mencionaba a mi pareja de baile.
—Sólo estamos emparejados debido a nuestras alturas.
Sacudió con la cabeza.
—De ninguna manera. Son tan sincronizados. Sus líneas son siempre
perfectas. Es una especie de cosa notable verlos bailar juntos.
Pensé que mi corazón iba a estallar ante el cumplido.
—Gracias, Jenni.
Sonrió y levantó una ceja.
—Además, puedes ver su culo todos los días.
Me reí.
—Juro por Dios, cuando él usa mallas, mi útero grita su nombre. —Me
puse los zapatos y me levanté—. Ward, tengo que conseguir otro par de zapatillas
de la planta baja.
Frunció el ceño.
—¿No tienes un repuesto?
—No, señor —respondí, deseando haber agarrado más de un par en la
mañana—. Estas son nuevas y ayer gasté todos mis pares extras.
Asintió, a pesar de que claramente no estaba satisfecho.
—Rápido.
Hice una reverencia.
—Sí, señor. —Le hice un saludo a Jenni, Blane llamó mi atención mientras
me apresuraba hacia la puerta y me dio una sonrisa que borró la inquietud de
retrasar el ensayo.
Me apresuré por el pasillo forrado con gigantescas cajas naranjas llenas
28

de accesorios, pelucas y disfraces, las mismas que llenaban casi cada pasillo del
Página

edificio. NYCB tenía más de cuatrocientos ballets en nuestro repertorio y la


cantidad de cosas necesarias para los shows ocupaban un montón de espacio.
Teníamos todo un cajón sólo lleno de bigotes y barbas postizas. Es en serio.
Cuando llegué al final del corredor, tomé el ascensor para bajar a uno de
mis lugares más venerados en todo el teatro.
La sala de zapatillas era un lugar de culto: un lugar tranquilo lleno de
estantes que albergaban miles de zapatillas hechas a mano para los bailarines
de la compañía. En promedio, pasábamos por un par de zapatillas por día de
ensayos y muchos de nosotros llevábamos zapatillas nuevas de marca para las
actuaciones. Cada par era especial, porque cada uno jugaría un papel
importante en nuestro éxito.
Esa habitación estaba llena de posibilidades. Llena de sueños que
esperaban cumplirse.
Hice mi camino por los pasillos hasta que llegué a mi puesto, marcado con
mi nombre. Miré hacia arriba como siempre lo hacía, tomando un momento para
apreciar la pila de zapatillas; mis zapatillas hechas a mano por Freed de Londres
siguiendo mis especificaciones. Había tratado zapatillas de una docena de
fabricantes cuando era aprendiz hasta que encontré el ajuste adecuado, el
equilibrio y corte perfecto. En el momento en que encontré a mi creador, cuyo
sello se marca en el vástago de cada par de zapatillas, fue como el momento en
que Cenicienta se puso la zapatilla de cristal perdida.
Agarré dos pares de zapatillas y me volví para salir, deteniéndome en seco
cuando levanté la mirada.
Nadia estaba al final del pasillo con las manos en las caderas y una sonrisa
que sólo podría equivaler a la de un villano de Disney.
—Hola, Lily. —Mi nombre en sus labios era veneno.
—¿Qué pasa? —dije en lugar de un saludo, estabilizando mis pies.
Se movió para bloquear mi camino mientras se acercaba.
—¿Qué está pasando contigo y Blane?
Alcancé su dura mirada con la mía.
—No sé de qué estás hablando.
—No me mientas, JuicyFruit. Todo el mundo sabe que tienes un
enamoramiento con él —se rio—. Dios, lo miras con tus grandes ojos de cachorro.
¿De verdad crees que él alguna vez podría estar interesado en ti?
Seguí mirándola, imaginando que podía encender su moño en fuego por
pura voluntad de mi mente.
—Bueno, estableciste el listón bastante bajo.
29

Pero ella era inquebrantable, simplemente extendió su sonrisa aún más


amplia mientras miraba por encima del hombro hacia mí.
Página

—Sabes, él siempre se burlaba de ti, desde la primera vez que te vio. Eras
tan patética en la escuela secundaria, viéndote tropezar con todo cuando él
estaba cerca.
La humillación y la ira se deslizaron sobre mí, pero nunca se lo dejaría
saber.
—Es una pena que no está interesado en ti nunca más.
Sus ojos se estrecharon, aunque su sonrisa permaneció en su lugar.
—Sólo no te pongas demasiado cómoda, Thomas.
Una explosión de adrenalina se disparó a través de mí.
—Tal vez deberías dejarlo ir. Parece como si él ya no te quisiera.
Nadia se acercó más.
—Vete a la mierda, zorra.
Ella me había arrinconado, tendría que escabullirme e ir por el camino
largo o ponerme física. Elegí lo último, abriéndome paso golpeando su hombro.
—Madura, perra.
No respondió mientras me apresuraba hacia fuera y creo que las dos
estábamos un poco sorprendidas por mi reacción. Yo no era de pelear, pero si
vienes por mí, voy a morder. Mis nervios zumbaban mientras volaba por el pasillo
y al ascensor, agradecida de que no me siguiera. Ya estaba en problemas con
Ward, estaba casi segura que asesinar a Nadia en la sala de zapatillas no
ayudaría a mi caso.
En el momento en que regresé al estudio, Ward ya estaba trabajando con
Blane. Él me dio un guiño mientras abría un nuevo par de zapatillas, las dejaba
caer en el suelo sobre las cajas de los pies y luego me hundía en el suelo al lado
de mi bolsa de lona. Recogí cada zapatilla para romper el mango antes de excavar
por mi kit de costura e hilo rosa de zurcir.
Primero era el elástico en la parte superior, a continuación, la cinta de
satén con una pequeña tira de elástico que asentaría contra mi tobillo que
tendría que ceder. Cada puntada era segura y rápida, algo que había hecho miles
de veces. Una vez que había marcado la parte inferior, cubierto la punta y el
vástago con resina, estaba lista para empezar. Siete minutos tomaba todo el
proceso. Jenni y yo competimos una vez.
Ward, detuvo al pianista y nos instruyó que nos ubicáramos para
comenzar con el pas de deux. Los ojos de Blane estaban sobre mí mientras me
acercaba y me sonrió cuando tomamos la posición, deslizando sus manos
alrededor de mi cintura, presionando su pecho contra mi espalda. Ward se volvió
hacia el pianista y Blane aprovechó la oportunidad para susurrar en mi oído.
—Mañana por la noche. Mi estudio. ¿Estás dentro?
30

El peso de sus manos en mis caderas, la presión de sus dedos contra mi


Página

piel exigía cada pedazo de mi atención. Nadia no importaba. Ella podría desearlo
todo el día, hablar mierda y amenazarme. Pero al final, Blane me deseaba a mí.
Mi sonrisa amenazaba con apoderarse de mi rostro ante la idea.
—Definitivamente dentro.
West
Sudor se metía en mis ojos en la tarde mientras driblaba frente a Patrick,
que se interponía entre la canasta y yo. El sol primaveral estaba alto, aunque
todavía había un poco de frío en el aire, como si el invierno no se hubiera decidido
a irse. No es que me estuviera quejando, no después de un par de horas en el
asfalto.
Los brazos de Patrick estaban muy abiertos, su cuerpo lo suficiente bajo
que podría agarrar la pelota si no hacía un movimiento pronto.
—Vamos, West. ¿Qué vas a hacer? Deja de ser un marica y lanza.
—En serio que tienes ganas de perder —jadeé justo antes de hacer un giro
e irme a su alrededor. Llegué a la canasta y salté lanzando la pelota en un tiro
de gancho que rebotó contra el aro y entró—. BOOM —grité, lanzando mis manos
en el aire mientras corría alrededor de Patrick. Se agachó y se limpió la cara con
el borde de su camisa, sus hombros agitados y lanzándome una sonrisa divertida
mientras sudor goteaba de su cabello colgando.
Cooper se rio mientras se levantaba de la banca.
—Asúmelo. Esa fue tu última victoria. —Recogió el balón y dribló, de
alguna manera viéndose decidido y aburrido a la vez.
—En tus sueños, niño bonito. —Me acerqué a mi agua y tomé un largo
trago, vertiendo un poco en mi cara. Me quité el exceso de mi barba y saqué mi
goma de cabello, anudándolo en la parte superior de nuevo.
Patrick se colgó las manos en las caderas y se acercó al banco.
—No hables mierda, Coop. Tiene veinte centímetros más que los dos.
Cooper sonrió, haciendo botar la pelota entre sus piernas.
—Sí, pero yo soy rápido como un rayo. —Dio una vuelta e hizo un tiro de
práctica.
Me reí entre dientes cuando la pelota cayó en el aro.
Él hizo un gesto con la barbilla hacia mí.
—¿Estás listo para esto, perra?
31

Agarré la pelota mientras rebotaba y encogí mis hombros, controlando el


Página

balón.
—No lo sé, no irás a llorar si pierdes ni nada, ¿no? —Lancé un tiro yo
mismo y se ladeó sobre el aro.
Cooper se burló mientras trotaba alrededor y agarraba la pelota.
—Una ocasión. Sucedió una vez y tenía algo en el ojo. —Lanzó y falló.
Patrick resopló.
—Ya. —Agarré la pelota y corrí a la línea de tres puntos para lanzar. El aro
cadena tintineó cuando la pelota paso a través.
Cooper la agarró y regateó por lo bajo con el balón.
—Juego a siete. Comprueba. —Me pasó la pelota y la arrojé de vuelta antes
de que él se largara.
Llegó a media cancha, y me volví, poniendo mi espalda contra el aro,
brazos extendidos, meneándome en frente de él. Observé sus ojos y sabía lo que
venía. Cuando él fingió, lo intercepté y robé el balón, regateando de vuelta a la
línea de tres puntos para hacer un tiro. Rebotó en el aro.
Gemí y Cooper y Patrick se rieron.
—Se te acabó la racha, estirado. —Cooper recuperó el balón e hicimos
nuestro camino por el asfalto. Lo cubrí hasta que se separó, corriendo por la
cancha para lanzar. La pelota voló por el aire, pero salté, estirándome para
golpear el balón antes de que pudiera llegar muy lejos.
—Te lo dije, Coop —le gritó Patrick desde el banco cuando recuperé la
pelota.
Fue regateando de nuevo hasta la línea de tres puntos, riendo. A Cooper
no le hacía gracia.
Sus ojos estaban estrechos mientras me cubría.
—No puedo esperar para ver a Maggie el jueves.
Boté la pelota por lo bajo, mis cejas dejándose caer con mi postura.
—No tienes posibilidad alguna, idiota.
—¿Estás seguro de eso?
Mi respuesta fue un hombro contra su pecho cuando embestí por delante
de él y me fui a por una encestada. Una encestada que hice. Me di la vuelta y lo
señalé.
—Mantén tus manos alejadas de mi hermana.
Cooper se rio.
—Eres demasiado fácil, hombre.
32

Agarré la pelota y fui rebotándola de nuevo a la línea de tres puntos con


Página

Cooper sobre mí. Me robó la pelota a la primera oportunidad e intentó lanzar un


tiro en suspensión que aparté, dándome la vuelta una vez que golpeé el suelo
para hacer un lanzamiento en suspensión propio.
Celebré cuando lo hice.
—¿Cómo es eso de fácil, hijo de puta? —Lancé mis manos en alto. Cooper
agarró la pelota y me la lanzó.
—Maldita seas, alto hijo de puta.
Lo miré de reojo, botando la pelota.
—¿Cómo está Astrid? Vi su foto en la revista Us Weekly en el supermercado
la semana pasada.
Él me cubrió.
—Qué pasa, ¿Shakespeare se está poniendo un poco aburrido? Estábamos
en la página doce, así que me alegro de que te tomaras el tiempo para revisarla
en la fila para pagar.
Traté de rodearlo, pero el permaneció en mi camino.
—No sé cómo eso es peor que tú sabiendo en qué página estabas.
Patrick se echó a reír y me di la vuelta y salté, sólo un paso por delante de
él, pero con suficiente espacio para hacer un tiro por banda. Fallé. Cooper corrió
a por el balón mientras yo lo veía.
Me agaché, apoyándome las manos en mis rodillas.
—Ahora es tu única oportunidad, así que hazla valer.
Cooper sonrió mientras se acercaba hacia mí botando la pelota,
cambiándosela de mano para que siguiera adivinando. Me moví con él a la línea.
—Como preguntaste, Astrid está tan emocionada como siempre. Pero se
está haciendo mayor.
Me encontré con el paso a paso.
—¿Es hora de cortarlo?
—Tal vez voy me vaya con Lily en su lugar.
Molestia picó en mis nervios, pero me quedé con él.
—Ya quisieras.
—Lily siempre tiene una sonrisa especial, sólo para mí. Quiero decir,
maldita sea, esas hermanas Thomas son calientes.
La ira estalló en mi pecho ante la idea de Cooper y Lily, y vacilé. Cooper
tomó la apertura, moviéndose a mi alrededor para correr hasta la cancha y hacer
33

un tiro de gancho. Echaba humo cuando recuperé la pelota y me detuvo al lado


del aro. Y entonces le golpeé con la pelota de baloncesto.
Página

—Tu balón, hijo de puta.


—Ay, hombre —dijo con una risa cuando el balón le golpeó en la cadera.
Tuvo suerte de haberse movido, mi objetivo era sus pelotas.
—Cuatro a uno. —Me metí en su rostro mientras botaba la pelota,
manteniendo mis manos bajas y listas, en una misión—. Mírate, levantado
brillante y temprano a las tres de la tarde. ¿Cuál es el problema, no pudiste echar
un polvo anoche?
Cooper resopló botando la pelota entre sus piernas.
—Creo que ambos sabemos que eso no es un problema para mí.
Lo observé, esperando una entrada.
—Debe ser agradable ser rico y no tener trabajo. Al menos, hasta que tu
padre tire del enchufe en tu cuenta bancaria. ¿Cuándo pasará eso de nuevo?
Su sonrisa vaciló.
—Pregúntale a mi mamá.
—Ya lo hice anoche. —Agarré la pelota y me lancé a por la cancha, saltando
a por el borde. La golpeé contra el aro y esperé, colgando en el aire.
—Pan comido, hijo de puta. —Me suelto de una mano para saltar por
encima de él.
Patrick y yo nos reímos cuando golpeé el pavimento y Cooper colgó sus
manos en las caderas, jadeando.
—Hoy eres un jodido comediante, West.
Agarré la pelota y la hice girar en mi dedo medio antes de dejarla caer e ir
botando de nuevo a los tres puntos. Cooper no habló mierda esta vez y yo
permanecí detrás de la línea, listo para terminar el juego, moviéndome de un
lado al otro mientras rebotaba la pelota. Fingí y él estaba tan concentrado en
seguirme que se lo tragó. Giré alrededor de él y fui a por un tiro en suspensión,
conteniendo la respiración cuando golpeó el tablero.
La metí.
No voy a mentir. Froté totalmente su jodido rostro en ella.
Pero a Cooper no se le tomaba el pelo tan fácilmente, incluso cuando me
puse en su rostro a reírme de él. Él se limitó a sacudir la cabeza.
—Cada maldita vez.
Nervios se dispararon en mis músculos, enviando pequeñas sacudidas por
mis muslos y pantorrillas mientras caminaba hacia el banco y agarraba el agua
de nuevo para tomar un trago.
34

Patrick se apoyó los antebrazos en las rodillas.


Página

—Cuatro partidos seguidos. ¿Vas a por los cinco?


Me senté junto a Patrick, que estaba sentado en la parte posterior del
banco. En el momento en que mi culo golpeó el asiento, sabía que estaba
acabado.
—Nah. ¿Por qué presionar mi suerte? —Me eché hacia atrás, tratando de
recuperar el aliento.
Cooper se detuvo frente a mí.
—¿Vas a Habits esta noche?
Asentí.
—Tengo que hacer una abolladura en esos papeles antes de que me quede
demasiado atrás como para ponerme al día.
—Eres tan adulto. —Sonrió.
Resoplé.
—Comparado contigo, quizás.
Encogió sus hombros y se inclinó o para buscar en su bolsa pro su agua
y un par de toallas.
—Soy un tomador responsable. Eso cuenta, ¿cierto?
—En algunos círculos. —Doblé mis manos detrás de mi cabeza y sonreí.
Cooper tomó un trago.
—¿Alguna noticia de tu aplicación para el doctorado? ¿Cuándo vas a
averiguar si lo lograste?
—En un par de semanas. Estoy tratando de no pensar en ello. —Me pasó
una toalla y sequé mi rostro.
—¿Cómo está funcionando? —La pregunta era pesada con sarcasmo.
Me reí y vertí algo de agua en la toalla antes de colgarla en mi cuello.
—Como mierda. Y he tenido a Simon Phillips a la vuelta de cada esquina
molestándome sobre ello como un recordatorio.
Cooper simplemente resopló y descansó un pie en el banquillo,
apoyándose en su rodilla.
—No dejes que ese pequeño imbécil te afecte. No hay forma de que
Columbia lo vaya a aceptar en lugar de a ti.
Quería creerle, pero sacudí con la cabeza. Sabía mejor que eso.
—Dices eso, pero él tiene la posición social y el dinero que yo no tengo.
35

—Pero tú tienes el cerebro y el ingenio que él no tiene.


—Ese no es siempre el factor decisivo y lo sabes. Pero si no entro, voy a
Página

resolverlo todo. No es el fin del mundo si tengo que conseguir mi doctorado en


otro lugar.
Me miró como si lo supiera mejor.
—Cierto, no el fin del mundo. Es solo el fin de todo lo que has querido
desde que Blackwell te tomó bajo su ala en el primer año.
Le di un pequeño saludo.
—Gracias por ayudarme a olvidar todo sobre en eso en caso de que no
funciones, Coop. Sabía que podía contar contigo.
Levantó una mano.
—Oye, hombre. Solo lo estoy diciendo. Trabajaste tu trasero. Te lo mereces.
Suspiré.
—Bueno, gracias por el voto de confianza.
—Cuando quieras. —Cooper sacudió su barbilla hacia Patrick—. ¿Cómo
van las cosas en el trabajo? ¿Has tatuado algún trasero últimamente?
Patrick sonrió de lado.
—No, pero tatué una cadera ayer que envuelve hacia abajo y alrededor el
muslo de esta chica, así que no usó pantalones por toda la sesión. Tenemos
programadas dos sesiones más para terminarlo.
Cooper sonrió.
—¿Era caliente?
—Muy caliente.
—¿Más caliente que Rosie?
Patrick lanzó una toalla a su cara.
—Jódete, Cooper.
Cooper la alejó, riendo.
—Solo dile que aún la amas, hombre.
Solo así, los ojos de Patrick se oscurecieron y sus labios se fruncieron.
—No es así de simple, y lo sabes.
Encogió sus hombros.
—A mí me parece muy simple.
Los ojos de Patrick se estrecharon.
—Lo dice el tipo que evita responsabilidad como clamidia.
36

—Mejor evitar clamidia que a la chica que amas —respondió Cooper.


Página

Patrick resopló.
—Lo dice el chico que nunca ha amado a nadie.
Cooper hizo una mueca anhelante y suspiró dramáticamente.
—No es cierto. Hubo una chica en Santa Lucia a quien amé profundamente
por doce horas.
Una risa salió de mí.
—Eres jodidamente imposible.
Patrick se echó hacia atrás con un ligero aire de superioridad.
—No lo entiendes, hombre. Un día, vas a conocer a una chica sin la que
no vas a poder vivir y te va a joder. Bromea todo lo que quieras, pero cuando te
golpee, va a ser como una puerta de vidrio en tu rostro
Pero Cooper estaba tan imperturbable como siempre.
—Lo cual es exactamente por lo que continúo evitándolo.
Patrick sacudió la cabeza.
—Te lo estás perdiendo.
—¿Lo estoy? Acabas de compararlo con ser golpeado en el rostro. Pase
duro, hombre. Me quedaré con mi relación vacía con Astrid y un suministro
interminable de sexo ocasional. Sin expectativas. Citas cuando las quiera. Una
cama en que subirse si me siento solo. West me entiende. Él tiene a Christine.
Me irrité.
—Eso es diferente.
Levantó una ceja.
—Ilumíname.
—Chris y yo solo pasamos el rato. Eso es todo lo que hay en nuestra
relación.
—¿Y cómo es eso diferente de Astrid y yo, o cualquier otra para lo que
importa?
Descansé mis codos en mis muslos y lo miré.
—Quizás no es tan diferente en el papel, pero no estoy asustado de
enamorarme de alguien. Solo que no he encontrado a ese alguien aún.
—¿Quien dice que estoy asustado?
Patrick y yo nos reímos.
—¿Qué? —preguntó genuinamente—. No estoy asustado. Solo no estoy
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interesado.
Página

Patrick sacudió con la cabeza.


—Porque aún no has encontrado a esa chica.
Peor el rostro de Cooper cambió, endureciéndose.
—No sabes eso. Tal vez lo he hecho, pero lo sé mejor como para
involucrarme con ella. Soy un jodido desastre, hombre. No puedo estar ahí para
alguien más.
Su honestidad inesperada nos aturdió en silencio.
Cooper se apartó de la mesa y tomó su bolsa.
—Chicos ustedes piensan que tienen a todos descifrados.
—Oye, hombre. No quisimos decir…
Pero su rostro se suavizó y me detuvo con un gesto de su mano.
—Está bien, en verdad. ¿Podemos al menos tener una cerveza de camino
a casa? Creo que West nos debe un trago, Tricky.
Patrick sonrió.
—De acuerdo.
Metí mi botella de agua y toalla en mi bolsa, aún curioso sobre lo que
Cooper estaba hablando. Nunca antes nos ha mencionado a una chica, eso sin
mencionar la emoción de la que acabábamos de atrapar un vistazo. Relaciones
eran en su mayoría un chiste para él, algo para pasar sus días largo, días que lo
que amaba actuar como si estuviéramos llenos de vida, pero yo sabía que estaba
más solo de lo que admitiría.
—Está bien. Tragos a mi cuenta por ser un mejor basquetbolista de lo que
ninguno de ustedes podría haber esperado.
Cooper recogió su bolsa y resopló.
—Si no fueras un gigante, no estaríamos teniendo esta conversación.
—No odies mis dunks13, Coop.
—Maldito exhibicionista.
38
Página

13 Nike dunks, tipo de zapato deportivo.


4
Dedo-a-dedo
Lily
—Quince minutos hasta el segundo ballet de la velada, Apolo de Balachine.
Bailarines al escenario por favor. —El intercomunicador se cortó con un pop.
Mi nariz estaba tan cerca del espejo como era posible esa noche, mientras
me alineaba las pestañas postizas y las mantenía sobre mis párpados por unos
torpes cinco segundos, tomando la oportunidad para simplemente respirar. El
vestuario estaba vacío: Jenni, que se sentaba a mi lado, ya estaba en la planta
baja calentando. Quién sabe dónde estaba Nadia. Había ocho bailarines por
vestidor y éramos un centenar de bailarines en la compañía, pero cuando nos
promovieron a Jenni y a mí, nos mudaron con ella.
Ninguna quedó encantada con la disposición.
Una vez que las pestañas estuvieron firmes en su lugar, parpadeé,
abanicándolas para asegurarme de que no se resbalaran. Los grandes bombillos
enmarcaban el espejo lleno de talones de boletos y fotos de espectáculos pegadas,
una caja de pétalos de flores sobre el mostrador, entre una explosión de
maquillaje. Me abrí paso entre el desorden por mi lápiz labial favorito,
poniéndome a trabajar cuando Nadia entró en la sala y se sentó detrás de mí,
mirándome en el reflejo de su espejo.
Tranquila, Lil.
Mis ojos estaban pegados a mi reflejo mientras delineaba mis labios, a
pesar de que podía sentirla mirándome. Era imposible ignorar a alguien en
momentos como ese, en que cada molécula en el aire estaba cargada de tensión
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y la lucha o huida entra en acción, anticipando la confrontación. Podía sentirla,


a pesar de que no se había movido, no había dicho una palabra.
Página

Pero lo último que quería hacer era agarrarme con ella minutos antes de
un show, especialmente uno donde estaríamos bailando juntas. Traté de no
correr para terminar mi maquillaje, porque no quería que supiera que estaba en
mi cabeza, pero me apresuré de todos modos, ansiosa por alejarme de ella.
Cuando me levanté, me miraba en el espejo, una fachada de dulzura sobre la faz
venenosa.
—Rómpete una pierna14, Thomas.
Le devolví la sonrisa.
—Comete una verga, Anderson.
Agarré mi bolsa abierta, metiendo mis zapatos un poco más profundos
antes de volar fuera de la habitación y trotar por las escaleras. Estaba en los
botines de calentamiento para mantener los músculos calientes, un suéter por
encima de mi traje, y me deshice de mis cosas por la pared cerca de las barras
de práctica justo fuera del escenario, agarrando mis almohadillas para los dedos
y zapatillas para dirigirme a la mesa de costura.
Nuestros trajes de Apolo eran simples: medias blancas, leotardo, y la falda,
vestimenta de práctica, en realidad. Ellos estaban destinados a ser despojados y
dejarnos desnudos, sin nada que compitiera con la música y la danza, la historia.
Jenni ya estaba en la mesa, su cabello en un apretado bollo oscuro, largo cuello
doblado mientras utilizaba el rodillo de púas para raspar la suela para una mejor
tracción. Dejé mis zapatillas nuevas, ya cosidas para el espectáculo, y agarré el
otro rodillo de púas.
—Hola, Jen.
Sus ojos estaban brillantes y centelleantes
—Ey, Lil. ¿Cómo estás?
—No importa cuántos años hemos estado haciendo esto. Nunca se hace
más fácil.
Ella asintió.
—Nunca parece haber menos presión. De hecho, creo que cada show es
más difícil que el anterior. —Dejó el rodillo con un golpe y se sentó para ponerse
sus zapatillas.
—Sé lo que quieres decir. Y detesto bailar con Nadia.
Jenni resopló.
—Tú y todo el mundo. A pesar de que no suele aterrorizar a nadie más que
a ti.
—Supongo que sólo soy la afortunada. —Me senté a su lado y me puse mi
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primera zapatilla, envolviendo la cinta alrededor de mi tobillo y atándola en el


extremo, deslizando el nudo en sí mismo. Llegué a la mesa de aguja e hilo para
Página

coser el nudo a mis medias.


Los ojos de Jenni estaban detrás de mí.

14 Deseo de buena suerte usado por los bailarines y actores de teatro antes de salir al escenario
—Parece que va por él otra vez.
Seguí su mirada para ver a Blane hablando con Nadia en una barra donde
él estaba calentando. Ninguno de ellos parecía feliz, lo que probablemente no
debería haberme llenado de satisfacción, pero lo hizo. Su rostro era duro
mientras él le decía algo a ella que hacía que sus mejillas se volvieran rosa fuerte,
fáciles de ver incluso desde el otro lado de la habitación. Blane se dio la vuelta y
se alejó con los ojos de ella pegados a su espalda. Y luego ella volvió su mirada
de fuego a mí.
—Mierda —murmuré y desvié la mirada, nerviosa.
—¿Qué crees que pasó entre ellos? —preguntó Jenni, fingiendo verse
ocupada con sus zapatillas.
Mi ceja se arqueó. Me hubiera gustado saber, pero Blane y yo no es que
habláramos un montón.
—Ni siquiera sé. He oído cosas diferentes, que ella lo dejó, que se metieron
en una gran pelea y simplemente decidieron terminar por mutuo acuerdo.
—Si fuera mutuo, no sé si Nadia estaría tan... bueno, tan furiosa. De
hecho, me enteré de que se separaron porque él encontró a alguien más.
Mi corazón bombeó un poco más duro.
—¿Oh? ¿Alguna idea de quién?
Ella negó con la cabeza.
—Quién sabe. Estoy bastante segura de que casi cualquier persona se lo
tiraría, chicos incluidos.
Me eché a reír, sobre todo por el alivio de que el secreto estaba a salvo.
—No sé lo que es. Tal vez ese destello de cabello rubio. Es casi demasiado
largo, pero de alguna manera es simplemente perfecto.
Ella suspiró.
—Lo que no daría por correr mis dedos por ahí. Quiero saber cómo está
tan bronceado y si está así de bronceado en todas partes.
Solté un bufido, indispuesta a responder.
—De pronto usa cámaras de bronceo. ¿Crees que tenga un pequeño
conejito de Playboy en la cadera?
41

Me reí.
Página

—Yo pondría mi dinero en un par de cerezas.


Ella rió.
—Uf, tan de imbécil.
La orquesta comenzó a afinar, y Jenni y yo nos levantamos, dejando
nuestros suéteres y botines con las maletas antes de hacer nuestro camino hasta
el borde del escenario. Las luces se apagaron. La multitud se calmó. Blane pasó
junto a mí, con olor a limpio y fresco, caminó hasta el centro del escenario para
recoger su lira de utilería y pasó mientras la música comenzó el preludio.
Sentí a Nadia detrás de mí y me moví para poder verla por mi periferia
mientras esperábamos por nuestra señal. No sabía qué sería capaz de hacerme:
tal vez tropezarme mientras trataba de entrar en el escenario o hacer algo a mi
traje. Tal vez nada. Pero confiaba en ella tanto como el ladrón que se montaba
en el tren conmigo a altas horas de la noche.
El telón subió y comenzó el solo de violín. Blane tocaba la lira, que
representaba el nacimiento de Apolo cuando descubrió la música. Vimos su solo,
la altura masiva de sus saltos, la estrechez de sus giros y formas. Y entonces
nuestra señal llegó, y nada en el mundo existió más allá de ese baile.
La multitud desapareció cuando hice mi camino hacia el escenario. Los
cuatro de nosotros éramos una unidad, en especial las tres mujeres mientras
avanzábamos con una precisión que a veces me preguntaba si Nadia y yo
podríamos encontrar. Pero todo lo que queríamos era ser perfectos, para honrar
la obra y al público que había ido a verlo. Ni siquiera Nadia era inmune a eso.
Un montón de bailarines se odiaban mutuamente, pero al final, todo era olvidado
por el bien de una actuación.
Mi cuerpo iba casi en piloto automático, la culminación de años de práctica
y horas de ensayos, pero todos y cada uno de los componentes de mi mente
estaban centrados en la actuación. Los espectáculos siempre eran un borrón. A
veces ni siquiera los recordaba. A veces solo recordaba lo malo. Y a veces no
importaba en qué me había equivocado, porque la reacción del público lo borraba
todo. Esos eran los momentos por los que vivía.
Nos movíamos alrededor de los otras, nuestros pasos de baile eran
exactamente los mismos, pero medidos en intervalos distintos mientras
girábamos entre nosotras y alrededor de Blane, usándonos las unas a las otras
para equilibrarnos hasta que empezaron los solos de las musas.
Blane estaba sentado en una caja en el escenario mientras bailábamos,
interpretando las artes que conferíamos como musas. Nadia era la primera, y
Jenni y yo observamos a la diva bailando su dramático solo para representar la
poesía. Sí que era una maravillosa bailarina, pero había algo ansioso, urgente,
en la forma en que bailaba que mostraba un poco más de su alma de lo que creo
que pretendía. Jenni era la siguiente, su alegre y radiante baile de la musa de la
pantomima era muy adecuado para ella. Sonrió y brincó alrededor de Blane, con
42

sus largos brazos fluyendo perfectamente. Y entonces, fue mi turno.


Página

Mi papel en la historia era introducir a Apolo al baile, así que hice un jeté15
y un arabesco, y recorrí el escenario haciendo piruetas mientras él observaba.

15 Jeté: paso de ballet consistente en un salto a partir de un pie al otro, en el que la pierna de
trabajo está doblada en el aire y parece haber sido lanzada.
Cada paso era para Apolo, cada postura y movimiento eran para impresionarlo
hasta que me detuvo, y me giré para salir del escenario una vez más.
Le sonreí a Jenni cuando la encontré entre bastidores, y ella me dio un
pequeño abrazo, las dos estábamos llenas de adrenalina. Nadia estaba
impasible, simplemente estaba a nuestro lado con el ceño fruncido. Puse los ojos
en blanco. Fuimos una gran familia feliz en cuanto nos giramos para mirar a
Blane interpretando su solo: la transición de Apolo a la madurez. Su verticalidad
era en lo único en lo que todas concordábamos.
Un momento después, corrí al otro lado del escenario para encontrarme
con él para nuestro pas de deux donde él estaba en el suelo, con el brazo
extendido y el dedo señalándome a mí. Toqué su dedo con el mío mientras la
música cambiaba. Bailamos el pas de deux y fue mi apoyo, siempre estaba ahí
para atraparme, para levantarme, para equilibrarme. No podía negar que éramos
una buena pareja por más razones que nuestra altura.
El pas de deux casi se había terminado cuando sentí que el lazo de mi pie
izquierdo se soltaba en un giro. Estaba demasiado flojo, y cada giro de mi tobillo
lo empeoraba, pero no tuve problemas hasta el final de la rápida coda, cuando
las costuras cedieron completamente. El lazo colgaba de mi tobillo donde estaba
cosido a mis medias, pero aguanté y no me rendí, esforzándome al máximo para
evitar pisar el lazo, dando gracias a todo lo sagrado que había en el mundo de
que el elástico del revestimiento de mi zapato estuviera apretado y de que hubiera
llegado a la apoteosis donde casi no había trabajo de puntillas. Si lo hubiera
habido, habría estado jodida.
Mantuvimos la formación final, y la música terminó con un estruendoso
aplauso. Sonreímos e hicimos una reverencia, salimos del escenario para recibir
las felicitaciones de los otros bailarines y maestros. Todos me preguntaban por
el zapato, alabándome por terminar la actuación. Pero no tuve tiempo para
pensar en ello hasta que cayó el telón.
Me saqué el zapato traicionero y lo inspeccioné, agradeciendo no haberme
hecho daño y casi deseando haber abandonado la actuación para cambiarlos.
No se me había soltado un lazo desde que había empezado a hacer puntas y no
tenía un sistema. Pero sí que tenía un sistema. Y uno muy bueno. No tenía
ningún sentido. Me saqué el otro y comprobé el lazo. Se había cortado una de
las puntadas.
Jenni estaba a mi lado mientras miraba el lazo, intentando comprenderlo.
¿Lo había cortado yo accidentalmente? No tenía ni idea de qué había hecho mal.
43

Tenía que haber cometido un error.


Página

Alcé la mirada y me encontré a Nadia con la mirada fija en mí desde el otro


lado del escenario. Su sonrisa decía una cosa.
Lo había hecho ella.
La ira me atravesó como un rayo y crucé el escenario a zancadas, sin ni
siquiera ver a Blane hasta que se puso delante de mí.
—Oye, Lily.
Intenté esquivarlo, pero me agarró por los brazos.
—Oye —dijo con voz más baja y lo miré a los ojos—. ¿Qué le pasó a tu
zapato? ¿Estás bien?
Se me dilataron las fosas nasales.
—No, no estoy bien. Me ha cortado los malditos lazos, Blane.
Abrió los ojos como platos y miró a Nadia por encima de su hombro, luego
me volvió a mirar a mí, con la mandíbula tensa.
—Deja que hable con ella.
—Si crees que voy a dejar pasar esto, estás loco.
Se inclinó hacia abajo para ponerse a mi altura.
—A ti no te va a hacer caso, pero a mí sí. Deja que me encargue yo. Sino,
esto va a terminar en una pelea, y eso te hará quedar igual de mal. ¿Vale?
Estaba tan enfadada que apenas podía ver bien y mucho menos intentar
formar frases que no estuvieran repletas de improperios.
Miró a Jenni.
—Saca a Lily de aquí. Yo me encargaré de Nadia.
Jenni me tocó el brazo, sus ojos buscaron mi rostro.
—Vamos. Ella no vale la pena tu reputación.
Tenían razón. Sabía que tenían razón. Pero lo único que quería hacer era
lanzar un masajeador de piernas a la cara de esa perra.
Respiré hondo y me dirigí a Blane.
—Hazle saber que más le vale retirarse, o iré tras ella. Esto es una mierda,
Blane, y no tengo por qué soportarla. —Esperaba que hubiera oído la amenaza
que iba en su dirección. No iba a ser sólo Nadia quien sufriría las consecuencias.
Por su expresión, creo que lo había entendido—. ¿Podrías recoger mis cosas,
Jenni? Te veré en el vestuario.
—Claro.
Le dirigí a Nadia una larga mirada que esperaba que transmitiera mi sed
de sangre. La sonrisilla que tenía en la cara hacía casi imposible que me alejara,
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pero de alguna forma me recompuse y abandoné el escenario con manos


temblorosas, camino del vestuario, donde me paseé por delante de los espejos.
Página

Mi mente iba a millones de kilómetros por hora y estaba lejos de calmarse


para cuando llegó Jenni.
—Eh. —Su voz era baja, como si intentara acercarse a un oso salvaje. No
estaba muy equivocada.
Me volví para volver a atravesar la estancia.
—No hay nada que pueda hacer, Jenni.
—Lo sé. —Dejó nuestras bolsas en el suelo y se apoyó contra el mostrador.
—Decírselo a Ward desataría una guerra. Ella lo negaría. Yo parecería
malvada. No puedo enfrentarme a ella, o terminaríamos peleándonos y yo podría
terminar siendo despedida. No me puedo creer que haya hecho esto —divagué—
. Es decir, me lo creo, pero joder con mi vida.
—Blane estaba hablando con ella cuando me fui. Oí un poco de lo que
decían cuando fui a buscar tu bolsa. ¿Cuándo crees que lo hizo?
Solté un suspiro, sintiéndome estúpida.
—Estuvo aquí toda la noche. Podría haberlo hecho en cualquier momento.
—Al menos Blane se puso de tu parte.
La afirmación me molestó y me sentí como si tuviera que dar excusas.
—Es sólo porque somos compañeros. Nadie quiere que alguien con el que
tiene que trabajar diariamente esté siendo aterrorizado por su ex. Dios. Es tan
malditamente poco profesional. Intentar hacerme quedar mal en un ensayo es
una cosa, ¿pero sabotear una actuación?
—Peor aún… podrías haberte hecho mucho daño.
Me pasé la mano por la cara, apartándola como si estuviera en llamas. Mi
mano estaba cubierta de maquillaje, y me miré en el espejo para ver que mi
delineador se había emborronado.
—Arg. —Estiré la mano hacia mi bolsa y busqué las toallitas
desmaquillantes. Jenni también tomó una y se puso a trabajar, quitándose la
pintura de guerra.
—Lo siento, Lil.
Suspiré.
—Siempre ha sido así, pero ha cruzado la línea. Si vuelve a hacer algo
como esto, voy a hablar con Ward. ¿Me apoyarás? Incluso si Blane no lo hace, si
te tengo a ti, debería ser suficiente.
—Por supuesto que te apoyaré. —Frunció el ceño—. Espero que él también
lo haga.
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—Yo también. Pero no puedo fingir que entiendo la dinámica entre esos
dos.
Página

Darme cuenta de que sus lealtades podrían no estar conmigo, después de


todo (el recordatorio de que yo era la chica nueva contra aquella con la que había
estado durante años), no me sentó bien.
—Prométeme que se lo dirás a Ward si lo vuelve a hacer, en serio.
—Lo prometo. —Le sonreí en el espejo, teníamos las caras rojas de
frotarlas—. ¿Debería planificar una gira de venganza?
—Te ayudaré. —Se estiró hacia la bolsa de su ropa.
Pero yo negué con la cabeza.
—Ojalá tuviera los ánimos para hacerlo. Haré lo correcto y esperaré a que
vuelva a cagarla. Y entonces enterraré bien a esa perra.
Jenni sonrió con suficiencia.
—Iré por mi pala.

West
Esa noche, un poco más tarde, volví a cruzar los tobillos sobre la mesita
de centro de Lily y suspiré, alzando la mirada hacia The Bachelor16 cuando una
de las participantes tiró el champán contra una pared.
¿Qué? No me juzgues. Tú tienes tus vicios, yo tengo los míos.
La sala estaba principalmente a oscuras, solo las lamparitas de las mesitas
auxiliares estaban encendidas. Estaba sentado cerca de una de ellas con una
redacción en la mano, intentando avanzar con mi hercúlea pila de trabajos
horribles. Rose estaba en el trabajo y Lily en una actuación, así que había
decidido trabajar en su casa en lugar de en la mía para cambiar de aires.
Todos teníamos las llaves de los apartamentos de los otros, dado que
estábamos muy unidos y vivíamos al lado. No era raro llegar a casa y encontrar
a una de las chicas en nuestro apartamento, aunque Patrick y yo estábamos
más a menudo en el de ellas, ya que tenían televisión por cable. Además, su
apartamento era más cómodo. Cosas mejores, sofás más suaves. Incluso olía
mejor, lo que (pensándolo bien) supongo que no es tan sorprendente.
Oí la llave en la puerta que tenía detrás y miré por encima de mi hombro
para encontrarme a Lily entrando, parecía exhausta con la bolsa cruzada sobre
el pecho. Su pelo rubio estaba suelto, todavía húmedo de la ducha que se había
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dado en el teatro, sus ojos no tenían brillo y le pesaban los párpados. Tiró la
bolsa al lado de la puerta con un ruido sordo.
Página

—Hola, West —dijo con cansancio mientras se sacaba las bailarinas.

16The Bachellor: programa de Tv de realidad en el que un hombre trata de encontrar su


pareja ideal entre un grupo de chicas viviendo en una misma casa
Vi cómo dejaba las llaves en un plato sobre la mesa y se sacaba la chaqueta
vaquera que llevaba puesta un poco preocupado por ella. La inclinación de sus
hombros y la rigidez de sus mejillas ya me decían bastante.
—Hola, Lil. ¿Un día largo?
Se arrastró hasta el sofá, cayendo sobre él con un “puf”. Sus pies acabaron
sobre mi regazo vacío y apoyé la mano sobre su tobillo. Suspiró.
—Definitivamente muy largo.
Coloqué la redacción en lo alto del montón.
—¿Quieres hablar de ello?
Su labio inferior se deslizó entre sus dientes y se lo mordió por un
momento.
—Sabes quién es Nadia, ¿verdad?
Fruncí el ceño ante su mención.
—¿La Reina Perra?
Apoyó las manos en su estómago sobre la tela rosa de su camiseta,
entrelazando sus largos y blancos dedos.
—La misma. Cortó los lazos de mi zapatilla antes de la actuación.
Los pensamientos inundaron mi mente, avivando mi ira con imágenes de
ella cayendo, o de esa bailarina haciéndole daño. Sentí una presión en el pecho.
—¿Estás bien? No estás herida, ¿no?
—No, no. La zapatilla no falló hasta el final de la pieza, gracias a Dios, pero
estaba tan preocupada. Debería haber abandonado el escenario y conseguido
otra, pero casi habíamos llegado al final y no quería abandonar la actuación.
Sabía que podía aguantar. Por mucho que pueda creer que Nadia haría algo así,
sigo sin poder creer que de verdad me haya pasado a mí.
—¿Cómo sabes que fue ella?
—Mis puntadas estaban cortadas y mi bolsa estaba justo al lado de la suya
mientras nos preparábamos. No fue un accidente… es casi imposible que
hubiera sido yo la que lo hizo. Sólo cortó una puntada de cada zapato, así que
se aflojó hasta que cedió por completo. Nadia es la única persona que me haría
algo así, y me estaba observando con esa expresión en su cara. Fue ella, estoy
segura.
47

Estaba bastante calmado, aunque mi agarre sobre su tobillo era un poco


Página

más fuerte de lo que lo había sido hace un momento.


—¿Se lo has dicho a alguien?
Negó con la cabeza.
—No puedo demostrar que lo hizo, y no quiero llevar la rivalidad a ese
nivel, ¿sabes? Siento que si la desafío, sólo va a hacerlo peor. Pero si sigue así,
se lo diré a Ward.
Inspeccioné su cara, deseando que no fuera tan noble y respetándola por
ello al mismo tiempo.
—Maldición, Lily. Lo siento mucho. ¿Por qué haría algo así?
No me perdí el rubor de sus mejillas. No quería hablar de ello, pero admitió:
—Es la ex de Blane.
El desdén atravesó mi fina fachada de indiferencia hacia Blane.
—Sabe alguien que están… ¿ensayando en su tiempo libre?
—No. No se lo hemos dicho a nadie, o al menos yo no lo he hecho.
—¿De verdad puedes contar con que mantenga la boca cerrada?
Se encogió de hombros, haciendo un puchero con los labios.
—Él parece decidido a mantenerlo entre nosotros, y sé que Nadia no lo
sabe. Si lo supiera, ni siquiera consideraría cubrirse el culo o fingir no estar
involucrada en mi acoso. Vendría directamente por mí, abiertamente y sin miedo
alguno.
Negué con la cabeza.
—Está loca. ¿Qué estás haciendo con respecto a ella?
Suspiró de nuevo.
—Parte de mi quiere hacer algo horrible para vengarme, como poner
magnesio en su botella de agua para hacer que se haga en su leotardo durante
el ensayo, o al menos conseguir algo de mierda sólida. Aún sería feliz con gas
incontrolable. Mis estándares no son altos.
No pude evitar reírme, y Lily sonrió, los ojos muy abiertos un poco más
brillantes.
—¿Qué haces trabajando? —preguntó y señaló con la cabeza hacia la pila
de papeles.
Fue mi turno para suspirar.
—Trabajos de graduación de pregrado, también conocidos como todo lo
que odio de sobre ser AP17.
48

Lily miró hacia la TV mientras una concursante rubio-blanqueado maldijo


Página

a otra. Era solo un, largo, beep continuado, interrumpido por un agresivo
señalamiento con el dedo.

17 AP: asistente del profesor


—Oooh, Celeste está enojada. ¿Son eliminadas si dan el primer puñetazo?
—preguntó.
—Nah, creo que está animada.
Lily negó con la cabeza.
—Quiero decir, con todo ese alcohol en la casa, ¿Cómo podría negar eso?
Deberían renombrar el programa Perras borrachas peleando por algún imbécil.
Me reí.
—Un poco prolijo. Y obvio.
Sus ojos estaban aún en la pantalla mientras Celeste colocó la correa de
su vestido en su hombro donde pertenecía.
—Sabes, es tan gracioso que la gente que mira eso piense que esos
imbéciles realmente van a encontrar el amor verdadero. Quiero decir, empiezan
con él siendo infiel. Siento que esa es la peor manera posible de empezar una
relación saludable, amorosa.
—Cierto. Siempre las folla en sus salidas.
Lily resopló.
—Oh, Dios mío. ¿Puedes imaginarlo? Ellas probablemente pensarán cosas
como: “El sexo que tuvimos en la tina en Aruba decidirá mi destino y el destino
de mis hijos. Mejor le entrego mi ano”.
Una risa salió disparada de mí.
—Cierra el trato con anal y mamadas. Chicas inteligentes.
Se rió.
—Y, sin embargo, aún tengo ganas de este show cada semana.
—Es adictivo. Hay algo sobre ver personas actuar tan básicas que
realmente te hace sentir como si tuvieras tu mierda junta.
—Amen a eso. —Llegó un corte comercial, pero el control remoto estaba
fuera de alcance, y ninguno hizo el esfuerzo de buscarlo. Se acomodó en el sofá,
volviendo su atención a mí—. Léeme tu línea favorita de tu papel.
Solo sabía una y eché una ojeada para encontrarla.
—Ah, aquí está. Iago era como un maestro del ajedrez. Estableció a Otelo y
a cualquier otro solo para ser un idiota. Es como un súper genio, como Maquiavelo
49

o Tupac o algo, excepto que al final, solo termina siendo apuñalado.


Página

Rompió a reír, y dejé caer el papel a mi lado.


—¿En Columbia? Quiero decir, Jesucristo. ¿Cómo está sobreviviendo este
chico?
Me encogí de hombros.
—Es una clase de licenciatura de bajo nivel, solo algo que los chicos de
ingeniería toman para tener el crédito de inglés. La calidad de este trabajo no me
sorprende, desde que él usualmente huele como esa mezcla hippie de marihuana
y pachulí. Eso es, cuando se aparece en la clase.
—Clásico.
—No durará mucho. Chicos como este siempre terminan siendo
eliminados.
Se río.
—Ja, ja. ¿Eliminados?
Me reí.
Bostezó y se estiró, acomodándose un poco más profundo en los cojines.
—De todas formas, no todo vago consigue ser eliminado. Cooper duró,
¿correcto?
—Sí, pero fue lo suficientemente inteligente para al menos poner apenas
el mínimo esfuerzo necesario para pasar. Un título es un título. No importan
cuáles son tus calificaciones mientras tengas ese pedazo de papel, si no vas a la
escuela de posgrado. Además, su coeficiente intelectual le permitió deslizarse a
través de Columbia con casi ningún esfuerzo.
Lily negó con la cabeza.
—Bastardo inteligente. Tal vez algún día se aplicará.
—Podemos esperar. —Puse el papel de vuelta en la pila—. ¿Cómo va el
Lago de los Cisnes?
—Bueno, ensayo al menos una vez al día, seis días a la semana, y
honestamente no sé si eso será suficiente. Es tan difícil, tan exigente. Podría
lastimarme… quiero decir, tengo que cuidar de mi misma. He estado yendo al
cuarto de fisio más que nunca, gastando tiempo extra estirando, incluso
teniendo más masajes de lo usual, aunque supongo que no puedo realmente
quejarme sobre eso.
Sonreí.
—No realmente.
Sus ojos fueron a sus pies en mi regazo.
50

—Es la cosa más difícil que he hecho alguna vez. No sé si seré lo


suficientemente buena para reamente llevarlo a cabo. Casi deseo no haber sido
Página

elegida. —Sus ojos se fijaron en los míos—. No te atrevas a repetir eso tampoco.
Dios, sueno tan desagradecida.
—Nunca le diría a nadie, Lil. Y no eres malagradecida. Es una cantidad de
presión enorme.
—Realmente lo es. Sé que superaré esto, pero está como cerniéndose sobre
mí. Estoy segura que me sentiré mejor una vez que sobreviva a la prueba de
vestuario.
—Harás más que sobrevivir.
Sus labios se estiraron en una sonrisa.
—Bueno, si tú lo dices, entonces así será.
Me reí.
—No estoy seguro de que mis palabras tengan el poder de diseñar el
destino de nadie, pero creo en ti. Este es el fuego en el que estás forjada. Tan
aterrador como es, pasarás a través de ello, y serás más fuerte por ello.
—Eso espero.
—Lo sé. —Mi mano se movió hacia abajo a su pie donde las bolas y los
bordes estaban rojos y enojados. Dos dedos estaban envueltos juntos con cinta,
y estaba perdiendo una uña en un pie. Presioné mis pulgares en el arco para
amasar el grueso musculo con mis dedos extendidos a través de los huesos
delicados a lo largo de la parte superior.
Suspiró, pero la sentí tensa.
—Ugh, no tienes que tocar mis feos pies.
—No son feos.
—No seas condescendiente conmigo —dijo rotundamente, los labios
fruncidos.
Pero no dejé lo que estaba haciendo, solo di a mi cabeza una sacudida
mientras mis ojos siguieron la línea de sus dedos a hasta su tobillo.
—Tus pies son el único signo visible de tu amor por el ballet. Cada marca,
cada callo y herida es un símbolo de tu dolor, de cientos de horas de sudor y
sangre y trabajo. Tú los llamas feos. Yo los considero arte.
No dijo nada, solo me miró, pero mantuve mis ojos en sus pies mientras
trabajaba en su arco y en la bola de su pie. Luego de un minuto, se relajó bajo
mi toque.
—Gracias, West —las palabras fueron soñolientas y lentas.
—Cuando quieras, Dedos Brillantes.
51

Pero no respondió, y para el momento en que la miré, estaba dormida, su


pequeño rostro vuelto ligeramente hacia la televisión, todas las líneas de
Página

preocupación desaparecidas, alejadas para dejar solo suaves curvas.


Sonreí y tomé una manta del brazo del sofá, lo puse sobre ella y cambié
para recostarla un poco más sobre el sofá. Sus pies eran un peso cómodo en mi
regazo, y suspire ante la simplicidad del momento antes de tomar las guías de
estudio idiotas sobre Otelo una vez más.
5
Miradas lujuriosas 101
West
Me senté detrás del doctor Blackwell mientras daba su clase sobre Hamlet,
analizando el discurso de Polonio a Ofelia, mientras organizaba mi hoja de
cálculo llena de apuntes y notas. La sala de conferencias estaba repleta, igual
que todas las clases de Blackwell, y llena de rostros embelesados. El hombre
sabía cómo dirigir una multitud, eso estaba claro.
Se paseaba de un lado a otro del estrado, con las manos en los bolsillos de
sus pantalones de vestir, el cabello gris peinado hacia atrás, unos gruesos lentes
de pasta descansando sobre su nariz.
—Verán, este es un momento crucial en la historia de Hamlet porque,
aunque Ofelia sabe en su corazón que ama y confía en Hamlet, se siente obligada
a escuchar a su padre y a su hermano, el patriarcado, cuando le prohíben verlo.
Su error está en asumir que su experiencia es su ingenuidad, y también es el
error de Polonio. El distanciamiento entre ellos, creado por este discurso, nunca
se repara, y Hamlet y Ofelia no volverán a conocer un momento de felicidad. Y la
inútil intromisión de Polonio lo conduce finalmente a su muerte. La moraleja que
extraemos de esto es: Métete en tus propios asuntos.
Una suave risa recorrió la clase mientras Blackwell miraba su reloj.
—Bien, eso es todo por hoy. —La sala se llenó inmediatamente con una
mezcla de sonidos de papeles, murmullos, y cremalleras subiendo o bajando—.
La próxima vez analizaremos la caída de Hamlet con detalle y no se olviden de
prepararse para su examen sobre el discurso de Polonio. Aquí va una pista:
miren con atención las metáforas y sus significados ocultos.
52

Blackwell se sentó en su escritorio frente a la clase, como lo hacía después


Página

de cada lección, mientras la mayoría de los estudiantes salía, aunque un puñado


de chicas y un chico esperaban en fila en el estrado para hablar con el profesor.
Negué con la cabeza mientras cerraba mi laptop y lo metía en mi bandolera de
cuero.
Una chica de cabello oscuro estaba hablando con el profesor, con los libros
apretados contra su pecho, y los ojos lanzándome miradas furtivas cada pocos
segundos mientras tartamudeaba una pobre excusa para hablar con él. La rubia
que tenía detrás ni siquiera fingía estar interesada en Blackwell, simplemente se
quedó ahí mirándome boquiabierta. El chico que había ido con ella, que también
se había quedado mirándome, le dio un codazo y apartaron la mirada, al menos
por un momento.
Blackwell se limitó a sonreír y a seguirles la corriente. Yo saqué el celular
de mi bolsillo, sintiéndome incómodo, intentando parecer ocupado para no tener
que soportar la atención de los estudiantes. En cuanto estuvo en mi mano,
zumbó con un mensaje de Christine.
Hola, guapo. ¿Ya saliste de clase?
Sonreí. Christine era asistente de profesor en el departamento de
sociología, y habíamos estado… bueno, no hay forma delicada de explicarlo.
Habíamos estado follando regularmente desde hacía meses. Yo no lo llamaría
estar saliendo. Nunca había conocido a sus amigos de fuera de Columbia y ella
nunca había conocido a los míos. Nunca habíamos salido, a menos que llames
“salir” a la parte de atrás de su Jetta. No me malinterpretes. Era hermosa e
inteligente, divertida. Simplemente no quería más de ella y ella no quería más de
mí.
O al menos estaba bastante seguro de que ella no quería.
Chris parecía contenta con nuestro arreglo y habíamos estado así meses.
Ella era lo suficientemente audaz como para acercarse a mí, suficientemente
directa como para decirme lo que quería, así que le dirigía la misma cortesía.
Sabía desde el principio que yo no quería salir con nadie y había estado
completamente de acuerdo con el plan. Pero eso no evitaba que hablara de
nosotros. Me había acercado a más de unos cuantos grupos de nuestros colegas
y había oído mi nombre, pero en cuanto me veían, las chicas se desperdigaban
como pajaritos sonrojados y risueños.
No siempre había sido tan solitario. Conocí a Shannon, mi ex, en primer
año y salimos hasta que terminamos la carrera. Éramos bastante felices, pero
nunca pensé en llevarlo más allá de lo que era. En realidad, nunca se me ocurrió
pedirle que se mudara conmigo, y mucho menos que nos comprometiéramos o
nos casáramos. Ella quería mudarse a Washington y me pidió que me
comprometiera. Dijo que se quedaría si lo hacía.
53

Se mudó justo después de la graduación.


No es que tuviera miedo de sentar cabeza. Simplemente no quería sentar
Página

cabeza con ella. Y cuando todo estuvo dicho y hecho, decidí que no volvería a
salir con nadie hasta que encontrara a una mujer que me conmoviera. Shannon
había quedado destrozada. No quería volver a ser la causa de eso.
Había estado prácticamente soltero desde entonces. Tal vez había leído
demasiados libros, demasiado Shakespeare como para contentarme alguna vez
con alguien que no me hiciera sentir. Hasta que encontrara a esa chica, estaba
feliz de salir con mi título.
Mi desinterés general no evitó que las mujeres lo intentaran. A lo mejor
era el moño, como decía Lily. Tal vez debería cortármelo.
Me reí para mis adentros. Nah.
Le contesté a Christine.
Casi he terminado. ¿Tú?
Esperándote en tu oficina.
Abrí ampliamente los ojos y me enderecé un poco. No era mi oficina, era la
de Blackwell. No sería la primera vez que lo hiciéramos allí, pero eso no me hacía
sentir más cómodo con la idea de que me estuviera esperando. Esperaba por
Dios que no estuviera desnuda.
Se había ido la última de las estudiantes, lanzándome miradas anhelantes
por encima del hombro. Una de las chicas casi había tropezado en las escaleras,
su rostro estaba completamente rojo mientras salía corriendo. Apreté los labios
para evitar una risa involuntaria.
Blackwell se volvió para recoger sus cosas.
—¿Cómo van los ensayos?
Me levanté y agarré mi bolso.
—Ah, bueno, van. Lento, pero seguro, ¿verdad?
Soltó una risita.
—Estás haciendo un gran trabajo.
—Gracias, señor —dije con un asentimiento—. He disfrutado mucho el ser
parte de su clase.
Blackwell sonrió con suficiencia.
—Parece que ellos también están disfrutando bastante de ti.
Se me calentaron las orejas.
—Lo siento.
Me desestimó con la mano mientras se colgaba su bolso del hombro.
—No lo sientas. Lo creas o no, una vez estuve en tus zapatos. Incluso
54

también tuve una colega socióloga. —Meneó las cejas.


Página

¿Ves? No se lo había contado a nadie, pero de algún modo todo el


departamento conocía los detalles de mi vida amorosa. Me preguntaba qué había
dicho Christine y a quién, ya que hasta Blackwell lo sabía. Me sentía
sorprendentemente tranquilo con que ella hablara de nosotros, evitaba que otras
flirtearan conmigo abiertamente como solían hacerlo antes. Y ella, al parecer,
estaba feliz con el derecho a fanfarronear. Presidenta del espeluznante club de
fans. Conociendo a Chris, habría hecho camisetas que dijeran algo como Yo
conquisté a West, junto con la caricatura de una vaquera blandiendo un lazo.
—Bueno, señor, aprecio su comprensión.
Blackwell suspiró.
—Ah, ser joven otra vez. —Negó melancólicamente con la cabeza—. Bueno,
me voy a almorzar. Mantente alerta a recibir las preguntas del examen en tu
correo, por favor, e imprímemelas antes de la siguiente clase.
Me relajé un poco sabiendo que no iba a ir a su oficina
—Sí señor. Nos vemos en un par de días.
Nos despedimos, y salí por la puerta trasera y hacia la oficina de Blackwell,
enviando un mensaje de texto a Chris en el camino.
Prepárate, chica.
Mi teléfono vibró de nuevo en mi mano.
Dulzura, nací lista.
Me dirigí por los pasillos hacia la oficina sonriendo, mirando sobre mi
hombro para asegurarme de que todo estuviera despejado antes de abrir la
puerta y deslizarme en la habitación oscura.
Christine estaba extendida boca abajo en la parte superior del escritorio
desgastado de Blackwell, el cual mantenía antinaturalmente limpio, para un
profesor de inglés. Gracias a Dios, porque Chris estaba desnuda, el largo cabello
recogido en un moño en la parte superior de su cabeza, gafas posadas en su
nariz mientras hojeaba una primera edición de Anna Karenina de Blackwell.
Sonreí cuando cerré la puerta y dejé caer mi bolso, sacándome la camisa
de los pantalones mientras me acercaba a ella.
—Nada como un poco de Tolstoi para que tu sangre bombee.
Sus labios se cerraron fingiendo desaprobación.
—¿Qué, novecientas páginas de aventuras condenadas y el sistema feudal
ruso nunca te excitaron? Es como si ni siquiera te conociera.
Me reí a la vez que me desabrochaba la camisa.
—Ese libro cuesta más que mi primer auto.
Elevó una ceja oscura.
55

—Lo dejaré tan pronto como no estés usando los pantalones.


Página

Negué con la cabeza mientras me sacaba la camisa.


—La objetificación de los hombres es algo real.
Se encogió de hombros.
—Dime que no te gusta.
—Es raro, Chris. Deberías ver cómo me miran algunas de las estudiantes.
Me hacen sentir como un pedazo de res en un mercado de carne. —Desabotoné
mis jeans y los dejé caer. No tenía ropa interior.
Chris contuvo el aliento mientras se sentó y columpio sus piernas sobre el
borde del escritorio de Blackwell, cruzando sus tobillos colgantes, evaluándome
abiertamente.
Señalé hacia ella.
—¿Ves? Así.
Me miro de arriba a abajo con una pequeña sonrisa jugando en sus labios.
—Es solo… apreciación. Eso es todo.
—Mmhmm. Lo recordaré. —Le devolví la sonrisa.
Me miró a los ojos.
—Amanda está dando una fiesta este fin de semana para AP y algunos
estudiantes de posgrado. Vayamos.
Hice una mueca.
—¿Juntos?
—Por supuesto que juntos, tonto. —Tomó mi cintura y me atrajo hacia
ella—. ¿Por qué, no quieres ser visto en público conmigo?
Fruncí completamente el ceño ante eso.
—No es eso, es solo…
—Quiero decir, somos amigos, ¿correcto? —Retrocedió, tratando de
enmascarar la esperanza en su voz, mirándome inocentemente.
—Correcto. Sí, déjame ver lo que tengo que hacer. —De repente me sentí
incómodo y perseguí el fugaz pensamiento de irme. No pude evitar preguntarme
si me estaba pidiendo una cita. Pero ella sabía lo que yo quería, y confiaba en
que sería honesta conmigo si sus sentimientos habían cambiado, especialmente
si habían crecido.
Seguramente ella quería realmente que fuéramos como amigos. Me sentí
presuntuoso por asumir otra cosa.
—Eso es todo lo que quería, West. —Arrastró la palabra en un susurro
antes de convertir en su misión personal el hacerme olvidar la conversación
56

completa.
Página
Lily
El pianista tocaba la Elegía de Tchaikovski en el ensayo esa tarde, y me
recliné, ojos cerrados, brazos extendidos mientras Bastian, Jared, y Seth me
cargaban.
—Bien, bien. —La voz de Ward resonó en los espejos y el piso—. Vamos a
retroceder y empezar desde el Ángel Oscuro.
Las chicas del cuerpo y Nadia se dirigieron a sus bolsos junto a las paredes
para agarrar una bebida mientras Bastian, Jenni, y yo posábamos en el centro
de la habitación y la música comenzaba de nuevo. Oficialmente, no había
historia en Serenade, pero era imposible mirarla sin sentir que se desarrollaba
una. En la pieza del Ángel Oscuro, Jenni y yo batallaríamos por Bastian, y al
final, la Chica Waltz, esa era yo, lo perdería para siempre. Siempre sentí como
que esa era la muerte de él, y que, en ese momento, la Chica Waltz era derrotada,
se daba por vencida. El segmento siguiente era donde me levantaba y seguía
adelante.
Amaba Serenade. Me encantó desde la primera vez que la baile en el
cuerpo, fue uno de los pocos ballets donde Balanchine le permitía al cuerpo
bailar.
Jenni y yo bailamos, el tira y afloja entre los tres llevándonos a través de
la pieza hasta que la música desaceleró, y caí en sus brazos y me arqueé. Me
recostó, y Jenni puso las manos sobre sus ojos y lo alejó.
—Hermoso. Thomas, quiero que sientas tu pérdida cuando el Ángel Oscuro
toma a Bastian de ti. Quiero verlo en tu rostro, tus brazos, tus manos. Se ha ido
para siempre y te ha dejado aquí sola. No puedes seguir sin él. El público necesita
sentirlo. Tú necesitas sentirlo.
Asentí, interiorizando sus palabras, sintiéndolas penetrar en mi psique.
Ward aplaudió.
—Bien hecho, todo el mundo. Los veré mañana.
Todos charlaban cuando nos inclinamos haciendo una reverencia hacia
Ward y nos dirigimos a nuestros bolsos. Nadia me miró a través de la habitación,
pero solo puse los ojos en blanco.
57

Bastian resopló, mirándola fijamente.


Página

—Debió haber sido el Ángel Oscuro en lugar de la chica rusa. Ha


perfeccionado ese aspecto de seductora malvada.
—Ugh, no. —Puse mis botas calentadoras sobre mis zapatos—. Me
gustaría bailar con ella lo menos posible, gracias.
Bastian pasó una mano a través de su cabello oscuro, sonriendo.
—Buen punto. Además, Jenni es un mejor Ángel Oscuro, de todas formas.
Se necesita una confianza que Nadia simplemente no tiene.
Jenni se emocionó dramáticamente.
—Aww, gracias, Bas.
Sus ojos oscuros brillaron.
—Siempre, Jen.
Negué con la cabeza.
—No sé si diría que Nadia no tiene confianza.
Bastian elevó una ceja.
—Confianza y arrogancia no son exactamente lo mismo. Realmente, es
insegura, y se nota cuando baila. La Chica Rusa es perfecta para ella. Trae la
egolatría a esa pieza como nadie en el negocio.
Nos reímos.
—En serio, es la peor —continuó mientras guardaba su bolso—. Y de
alguna forma, desde que ella y Blane terminaron, es más intrigante de lo usual.
Quiero decir, siempre ha bordeado lo sociópata, pero lo saca con el aplomo y
egocentrismo que solo una bailarina puede reunir.
Jenni agarró el agua e hizo un gesto con ella.
—Estoy totalmente de acuerdo. Y ella la tiene contra Lily.
Mi rostro se tensó.
—Siempre la ha tenido contra mí, eso no es nada nuevo. Pero después de
su maniobra de anoche, es una guerra.
Los labios de Bastian estaban planos.
—Por favor, chica. Está celosa.
Suspiré.
—Ella tiene antigüedad, y bailó en más papeles principales que yo. Papeles
más grandes, para empezar. Los maestros la aman, y van a seguir amándola
siempre y cuando crean que está dejando sus problemas en la puerta. No tengo
nada que ella quiera. —Fruncí el ceño. Excepto Blane. Pero no podía saberlo.
58

Pero Bastian se inclinó, negando con la cabeza.


Página

—Todavía tienes una mejor posición que ella. Ellos pueden ver a través de
su falsedad, no son ciegos. Eres genuina, fácil para trabajar, tomas bien las
directivas. Tú no estás desesperada. Cuando ella baila, se puede oler la urgencia,
como si fuera perder todo si no es mejor que todos los demás. Pero aquí está la
verdad. Secretamente, no cree ser lo suficientemente buena. Solo piensa que lo
merece más que nadie. —Tomó un trago de agua—. Cree que tiene derecho. Eso
es. Ella y Blane se merecían. ¿Has oído por qué rompieron esta vez? Apenas
puedo seguirle el rastro.
La voz de Jenni cayó mientras se inclinaba demasiado.
—Esta vez ha sido la más larga. He oído que tuvieron una gran pelea, y él
la dejó. También oí que esta vez se mudó y se está quedando en un estudio que
alquila.
Bastian levantó una ceja y miró a Nadia a través de la habitación.
—Escuché algo más. —Sus ojos se clavaron en mí.
Mis mejillas se calentaron al instante, y busqué en mi bolsa para parecer
ocupada.
Bastian continuó.
—Oí que no le gustó que Blane haya sido emparejado con Lily en el Lago
de los Cisnes. Ella y Blane lo han interpretado juntos dos años seguidos, así que
supongo que sintió que tenía derecho a reclamar el papel.
—Y a él —añadió Jenni.
Los desestimé con un gesto de mi mano.
—No sé por qué todo el mundo hace una montaña del asunto. Solo fuimos
emparejados debido a nuestra altura.
Bastian se apoyó en el espejo y levantó una rodilla, apoyando su brazo
sobre ella.
—Eso no le importa a Nadia. ¿Cómo va el Lago de los Cisnes, por cierto?
Cerré mi bolsa y suspiré.
—Espantoso.
La sonrisa de Bastian me trajo más consuelo del que había estado
esperando.
—Lo harás genial, Lil.
—Espero que sí. Estoy más asustada que nunca por una lesión. Por hacer
las cosas correctamente, hacerlo bien. Este... este es el papel de mi vida. —Mi
voz cayó con mi mirada, fija en mis manos en mi regazo.
Bastian inclinó mi barbilla hacia arriba.
59

—Lo harás bien. No puedo pensar en otra bailarina que prefiera ver bailar
como Odette. Además, puedes bailar con Blane Baker y el trasero del siglo.
Página

Tuve que reírme de los ojos ilusionados de Bastian.


—Oh, cómo me gustaría que no fuera heterosexual.
—No puedo decir lo mismo —puse los ojos en blanco.
Jenni rio y se levantó de un salto, agarrando su bolso.
—Muy bien, chicos. Tengo que volar si voy a llegar al ensayo de Cuatro
Temperamentos a tiempo. Nos vemos. —Se despidió moviendo los dedos.
—Adiós —respondimos a coro. Nadia se fue justo detrás de ella, con un
moño tan apretado como su rostro, mirándonos durante todo el camino de
salida.
Bastian se inclinó, instantáneamente serio.
—Sé sobre ti y Blane.
Mi cabeza giró, mis ojos desorbitados cuando se encontraron con los
suyos. Sentí como si me hubieran dado una bofetada.
—¿Cómo? —siseé.
—No te preocupes. Tu secreto está a salvo en la caja fuerte. —Se tocó la
sien—. Los escuché a los dos hablando en el pasillo el otro día.
Escarbé en mis recuerdos, tratando de averiguar dónde estábamos y qué
habíamos dicho.
—No dijiste que estaban juntos, pero se notaba a dónde iban. Verás, no
puedo decir que no lo sospeché después de ver su Pas de deux en el Cisne Negro.
Los dos podrían hacer de la tensión sexual un deporte olímpico.
Dejé caer mi rostro en mis manos, en parte deseando estar muerta, a pesar
de que me alegró de que fuera Bastian quien lo descubrió y no Nadia.
—Mierda. —La palabra fue amortiguada, sonando más como un gemido
que como una maldición, aunque supongo que era un poco de eso también.
Él trató de consolarme.
—Confía en mí, nadie lo sabe.
Levanté la vista hacia él con el rostro encendido.
—¿Cómo puedes saber eso? Si tú sabes, ¿quién puede asegurar que
alguien más no nos escuchó?
—Porque me enteraré de eso si alguien lo descubre. La gente me cuenta
cosas. Es un don y una maldición. —Se encogió de hombros.
Estaba muy lejos de divertirme.
—Ya estoy bajo suficiente presión. ¿Te imaginas lo que Nadia hará si se
entera? No puedo manejar el asalto completo de ella por esto. Ni siquiera sé lo
60

que es esto. Solo lo hicimos una vez, y nunca hemos ido a una cita o algo así.
Página

Su rostro era suave, sus ojos grandes y amables. Él no me traicionaría, no


con cualquiera que pudiera hacerme daño. Todo lo que podía hacer era esperar
que, a quienquiera que él le dijera, no se lo contara al que sí me lo haría.
—Sea lo que sea, ten cuidado. No me fío de Blane, y si vuelve con Nadia,
lo cual podría hacer, deberías estar preparada para eso, si lo hace, podría
contarle todo.
Asentí.
—Hablaré con él sobre eso esta noche.
—Estaré atento.
Suspiré.
—Gracias, Bas. No ha sido fácil mantener esto en secreto, no con nosotros
ensayando juntos todo el día, todos los días. Te juro, siguen emparejándome con
él, lo que es impresionante y una mierda a la vez.
Puso cara de pato.
—De ninguna manera llamaría a eso mala suerte. Si hace que te folles a
Blane Baker.
Me reí.
—Quiero decir, ¿cómo diablos?
Bastian sonrió con complicidad
—¿Es su culo tan perfecto desnudo como lo imaginé?
—Uh, sí.
Bastian cerró los ojos como si estuviera comiendo un éclair18.
—Dime que tiene un martillo gigante.
Lo miré inexpresiva.
—Tiene un martillo gigante.
Sus ojos aún estaban cerrados mientras me agarraba la muñeca.
—Cristo todopoderoso, Lily Thomas. No juegues con mis emociones.
Me eché a reír.
—No mentiría sobre algo tan serio.
Él sonrió y abrió los ojos.
—Acabas de alegrarme el día. Dime que fue caliente.
Hice una mueca.
61

—¿Un poco?
Página

La boca de Bastian se abrió.

18Éclair: es un bollo fino hecho con pasta choux, a la que se da forma alargada y se hornea
hasta que queda crujiente y hueco y que habitualmente se rellena.
—No “un poco”. —Se inclinó aún más cerca. —¿Es posible que alguien tan
precioso pueda ser malo en la cama?
—Lo dejaré pasar. Sabes cómo puede ser la primera vez —razoné.
—No, no lo hago. —Una ceja oscura se elevó.
Le di una palmada en el brazo.
—Uf, eso es exactamente lo que dijo mi compañera de cuarto. Sé que sabes
lo que quiero decir.
Pero Bastian negó con la cabeza.
—Solo asegúrate de que vale la pena.
—Lo he deseado desde siempre. Vale la pena, ¿sabes?
Acarició mi brazo.
—Lo sé. Solo asegúrate.
La puerta se abrió, y entró la próxima ronda de bailarines. Bastian me
guiñó un ojo mientras nos levantábamos y caminábamos por el pasillo,
separándonos cuando llegamos al siguiente estudio. Pero el malestar que se
había metido en mi cerebro quedó en el olvido cuando encontré a Blane
esperándome.
62
Página
6
Antici… pación
Lily
Era tarde esa noche, pero a pesar de que estaba agotada de un día lleno
de ensayos y la interpretación de Serenade, estaba nerviosa. Salí de la ducha de
vapor y alcancé mi toalla, repasando mi lista de cosas por hacer. Había lavado
la mugre del día, afeitado todo. Sabía exactamente lo que usaría para el ensayo
con Blane y exactamente cómo iba a arreglar mi cabello.
Nuestra primera vez fue menos que mágica. ¿Esta vez? Bueno, esta vez iba
a ser mágica, maldita sea. Estaba mentalmente preparada y lista para darle un
cien por ciento. Mariposas revolotearon en mi estómago al pensar en él
besándome. Y entonces me imaginé tendida en la pista de baile en la oscuridad
con la cara de Blane entre mis piernas y las mariposas explotaron en una nube
de brillo.
Épico, chicas. Rodillas temblando, muslos estremeciéndose, así de épico.
Sonreí para mis adentros, tarareando mientras pisaba la alfombra y
terminaba de secarme, impulsada por la emoción de ver a Blane. Me sequé el
cabello mientras el vapor subía a través del vidrio como una cortina, y abrí la
puerta, observándolo retroceder casi tan rápidamente.
Miré el reflejo de mis ojos muy abiertos y empapado cabello rubio,
capturando una visión del tatuaje en mis costillas. Las viñas acuarela subían
por un costado, salpicado de rosas y lirios, un Tricky Evans original, y Rose tenía
uno igual. Sonreí para mí, sacudiendo las puntas de mi cabello mientras entraba
en mi habitación; tal vez esta noche Blane lo vería por sí mismo.
Mi ropa estaba en mi cama esperándome, una blusa negra de escote bajo
y pantalones ceñidos cortos. Los calentadores rosados hasta el muslo irían en
63

mi bolsa, y un suéter y leggings me evitarían tener que usar mi gas pimienta en


Página

el tren. Pero tenía que mantener al menos la pretensión de ensayo. Sentía que
era presuntuoso aparecer en su estudio en tacones y un pequeño vestido negro.
Fruncí el ceño cuando Nadia vino a mi cabeza sin ser invitada. Me
pregunté cuántas veces se había alistado para él así. Me pregunté qué pensaría
si se enteraba que yo estaba en camino a su encuentro. En algún momento,
todos en la compañía lo sabrían. El pensamiento me molestaba y excitaba.
Era algo que tenía que hablar con él con el tiempo, pero no quería hablar.
Solo quería que todo funcionara sin ninguna resistencia. ¿Era mucho pedir al
universo?
Probablemente. Pero hice mi deseo de todos modos y me dirigí de nuevo al
cuarto de baño en donde mi teléfono, que estaba cerca del lavabo, se iluminó por
un mensaje de mi hermana mayor, Astrid.
Oye, nos vemos en Habits. Solo quiero saludar.
Suspiré y miré el reloj; eran las diez. Por supuesto que ella decidiría salir
esta noche, no es como si yo tuviera que estar en Habits para que ella se sintiera
como en casa. Mi hermana mayor podría parecer aburrida y muerta de hambre
casi en cualquier lugar, un truco de la industria del modelaje, suponía. Siempre
había sido tranquila y un poco prejuiciosa, pero el modelaje había pateado a su
indiferencia hasta el siguiente nivel.
Todo el mundo la conocía, aunque no sabía si hubieran pasado el rato con
ella si no fuera por mí, aparte de Cooper. Salieron, o algo; no estoy segura de
como realmente lo llamaría. Básicamente, conectaron y se acompañaron
mutuamente para eventos que necesitaban abrazos dulces y carnada para los
paparazzi. Fue una relación de conveniencia, una que era necesaria en su círculo
social. La comodidad de una persona que conocieran era seguro en un mundo
en el que siempre había alguien que estaba tratando de tomar ventaja de ellos.
Le respondí: Claro, no puedo quedarme mucho tiempo. Voy a una cita.
Oh, ¿así es como lo llamas? Bastian me habló de Blaney.
Vaya, qué discreto. Fruncí el ceño. Eres de lo peor, Astrid. Y no lo llames
Blaney.
No guardes tu leotardo. Vamos, te voy a comprar un agua en las rocas antes
de tu “cita”.
Eres demasiado generosa. Nos vemos pronto.
Arrojé mi teléfono, y golpeó la encimera un poco más duro de lo que
pretendía. No entendía por qué todo el mundo me estaba dando mierda sobre
Blane. Bueno, supongo que no era todo el mundo, pero entre Rose, West, y ahora
Astrid, lo tenía. Nunca hice un comentario sobre sus citas. Tal vez solía burlarme
de la ex de West, pero esa chica era tan interesante como una bolsa de cabello
64

mojado. Él podría hacerlo mucho mejor. El chico era hermoso e inteligente,


Página

divertido, determinado. Y con buenos modales. Un total partido. Si no fuera mi


mejor amigo, estaría detrás de él.
De hecho, la primera vez que conocí a West, Rose y yo estábamos tratando
de llevar mi armario por las escaleras para mudarme. Habíamos impulsado esa
bestia para subir dos tramos y quedamos a mitad del último, pero estábamos
agotadas. Sentí que se deslizó en cámara lenta, y luego bum: ahí estaba West,
alto, moreno y guapo, atrapándolo antes de que se rompiera en un millón de
pedazos. Eso fue antes del hombre con barba y moño, pero permítanme decirles,
no obstaculizaba lo sexy. Estoy bastante segura de que mi ropa interior se fundió
al contacto con sus ojos. No voy a fingir que no estaba disgustada cuando me
enteré de que tenía novia, pero lo puse en la zona de amigo, y en poco tiempo me
había olvidado por completo de esa primera reunión.
En su mayoría.
Suspiré y me puse un poco de brillo de labios, suficiente rímel para no
parecer albina, y un poco de rubor; el importe mínimo de maquillaje para
hacerme parecer fresca y lucir bien. Natural. Ya sabes, como que no había estado
pensando en la cita durante treinta y seis horas seguidas o algo así.
Me miré en el espejo de cuerpo entero, tirando de mi chaleco e
inspeccionando mi trasero. ¿Beneficios de ser una bailarina profesional de
ballet? El cuerpo. Algunos bailarines no estaban contentos con la forma en que
se veían y se ponían demasiado delgados, como cuando conseguían ese raro
hueso del hombro puntiagudo que sobresalía. Dos lugares en donde dibujaba la
línea de demasiado delgados: huesos del hombro espeluznantes y tobillos tan
delgados que lucían a punto de quebrarse cuando se ponían en punta.
La gente siempre pensaba que era raro cuando les decía que casi cada
bailarina que conocía fumaba como una chimenea para suprimir el apetito y
exorcizar el estrés que viene con nuestro trabajo. También yo probablemente, si
no hubiera vomitado mis tripas a los dieciséis años cuando fumé por primera
vez con Jenni. Todos bebían demasiado, a pesar de que debíamos tener cuidado
alrededor de grandes actuaciones. La mayoría del tiempo bailábamos
espectáculos más cortos, alrededor de treinta minutos cada uno con unos pocos
programados cada noche, aunque por lo general solo bailábamos en uno. Cada
pieza se postulaba para varias semanas en varias noches, y entonces haríamos
un ciclo en algunos y rotaríamos en los nuevos.
No fumaba, pero sí me encantaba comer. Mientras tuviera líneas limpias
en un leotardo —era prácticamente imposible no hacerlo, dado el número de
horas que bailaba todos los días—, estaba feliz. Una vez tuve una semana larga
de juerga de hamburguesas. Una semana gloriosa llena de encurtidos,
champiñones, tocino y queso. Y luego eso golpeó mis caderas, y tomé la decisión
desagradable de solo comer una hamburguesa al mes. Dejarlas por completo
simplemente no era una opción.
65

Todo el mundo piensa que los bailarines de ballet son un grupo de


estirados que bailan como robots, pero la verdad es que a menos que tuviéramos
Página

algo grande encima, llevábamos vidas muy normales para gente en sus veinte.
Además de las semanas laborales de más de sesenta horas.
Caminé por el apartamento, me deslicé en mis zapatillas, y me colgué la
mochila al hombro, y en menos de un minuto, me estaba dirigiendo hacia Habits
en la noche fresca de primavera, tratando de no caminar demasiado rápido y
fracasando. Sabía que parecía una mujer con una misión, pero no podía evitarlo;
llegué a la puerta principal en un abrir y cerrar de ojos, abriéndola con un silbido
antes de arrastrarme hacia el interior.
Todos estaban sentados en el bar salvo Astrid. La maldije, buscando mi
teléfono para escribir un mensaje. Estoy aquí, ¿en dónde estás?
Ya casi llego.
¡Dijiste que estabas aquí!
No, no lo hice. Dije que nos encontrábamos allí. Lee el texto de nuevo, perra.
Me desplacé hacia atrás. Tenía razón. Bueno, date prisa. ¡Tienes diez
minutos!
¡Señor, sí señor!
Bufé y metí mi teléfono en mi bolso. Astrid no podía llegar a tiempo ni para
salvar su vida. En serio. Si estuviera en una película en la que tuviera que
presentarse a medianoche con el dinero, el malo volaría totalmente el edificio por
los aires solo para demostrar que no era un farol.
Todos estaban sentados en la barra, y sus caras se dieron la vuelta cuando
me acerqué.
—Hola, chicos. —Tomé un asiento al lado de West.
Rose levantó una ceja hacia mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Pensé que tenías una "cita"? —Hizo comillas
en el aire con los dedos.
Puse los ojos en blanco.
—Sí, sí que tengo una cita, pero Astrid dijo que vendría y quería saludarla.
Patrick gimió.
—Lo sé, lo sé —dije mientras me quitaba la bolsa—. Solo espero que se
apresure. Me voy en diez minutos de cualquier manera.
Rose fijó un vaso de agua en frente de mí.
—¿Qué van a hacer esta noche?
—Oh, ya sabes, solo un poco de ensayo. —Moví las cejas.
West me lanzó una mirada.
66

—¿Alguna vez te ha llevado a una verdadera cita?


Página

Le devolví la mirada.
—No, pero estamos un poco ocupados.
Una ceja oscura se arqueo.
—No lo suficientemente ocupados como para que paren de "ensayar", al
parecer.
Abrí la boca dramáticamente.
—¿Me estás juzgando, Weston Williams?
Tomó su cerveza, fingiendo indiferencia, ese mentiroso.
—No, en absoluto, simplemente observando. —Tomó un trago.
Inhalé y agarré mi agua.
Rose simplemente me sonrió desde el otro lado de la barra.
—Oh, no dejes que West el leñador te afecte. Creo que su moño está
demasiado apretado hoy.
Me reí, y West puso los ojos en blanco.
—Ja, ja, Rosie.
—En serio —continuó, tratando de integrarme—, siempre y cuando estés
feliz, nosotros estamos feliz por ti.
Le devolví la sonrisa a pesar de que esa declaración aparentemente
inofensiva me sacudió un poco. ¿Blane me hacía feliz? Quiero decir, estaba
mareada y abrumada, ¿era la misma cosa? Era demasiado pronto para saberlo.
Tal vez después de esta noche lo sabría a ciencia cierta.
—Gracias. —Le di un codazo a West en el brazo, con ganas de cambiar de
tema—. Maggie llega mañana. ¡Emocionante!
West se apoyó en la barra y sonrió ante la mención de su hermana
mientras Cooper y Patrick charlaban y Rose daba una vuelta por el bar. Miré a
West: cabello oscuro recogido hacia atrás, las pequeñas hebras rizándose contra
su cuello y esa única pieza en la parte frontal que nunca se quedaba quieta. Sus
ojos eran tan azules, con las pestañas más largas, y me removí, sintiéndome un
poco extraña. Mi mirada quedó atrapada en su bíceps donde su camiseta se
extendía alrededor de su brazo, luego siguió la línea de su manga tatuada, las
palabras oscuras arremolinadas que se envolvían alrededor de páginas de libros
que se convertían en grullas de origami y salían volando.
Parpadeé y me encontré con sus ojos de nuevo cuando habló.
—Será bueno tener a Maggie cerca, sobre todo después de todo lo que pasó
en Jackson. Ella necesita un nuevo comienzo.
67

—Nueva York es uno de los mejores lugares para ello. Vamos a hacerle
Página

olvidar todo sobre ese imbécil.


Sonrió más ampliamente desde detrás de su barba oscura.
—Estoy seguro de que lo harás. Irse de casa será lo mejor que le ha pasado.
¿Están preparadas para otra compañera de cuarto?
—Lo estamos. Le hice un poco de espacio en el cuarto de baño, y nuestra
habitación está preparada. Esperemos que le guste todo.
—¿Te sientes nerviosa por compartir una habitación?
—Nah. Si pude sobrevivir a Astrid durante la secundaria, Maggie será un
pedazo de pastel. —Saqué mi teléfono de nuevo y miré la hora—. Ugh. Ella es un
dolor en el trasero.
—¿En un apuro, Lil? —dijo Astrid detrás de mí, completamente sin
arrepentimientos.
Me volví en mi asiento y puse los ojos en blanco en su dirección.
—Lo dice la chica que está demasiado ocupada siendo popular para
molestarse con cosas tales como la puntualidad.
Astrid se quitó el bolso de diseñador negro, y me estremecí cuando lo puso
en la barra superior pegajosa. Ese bolso costaba más de tres meses de mi
alquiler. Se sentó en mi otro lado y cruzó sus largas y delgadas piernas. De
alguna manera ella hacía que unos vaqueros negros, una camiseta blanca y una
chaqueta de cuero parecieran de alta costura. Por lo que yo sabía, podrían serlo.
—Yo también te quiero, hermanita. —Ella sonrió y se volvió hacia la
barra—. Oye, Rose. ¿Puedes servirme un vodka con soda?
—No hay problema, Astrid. ¿Qué hay de nuevo?
Se pasó los dedos por su cabello rubio.
—Tengo una sesión para Barney's mañana, así que es la vieja dieta líquida
hasta mañana por la noche. —Ella levantó la copa que Rose le pasó y meneó el
contenido.
—Eso es tan malo para ti, Astrid. —Negué con la cabeza, juzgándola
abiertamente. Era mi derecho fraternal—. No puedes solo morirte de hambre.
Astrid tomó un sorbo.
—Recuérdame eso después de que hayas estado en una cartelera de
cuarenta pies en Times Square.
Cooper hizo girar su asiento alrededor y se apoyó en la barra para
enfrentarnos.
—Ya que están todos aquí, estoy en la lista de Noir el sábado por la noche,
¿quieren ir?
68

Rose se iluminó.
Página

—Oh, hombre. Todo el mundo está hablando de ese lugar. He oído que es
como Gatsby encontrándose con Blade Runner.
West se animó ante eso.
—Suena interesante. ¿Es difícil entrar?
Los labios de Cooper se doblaron en esa media sonrisa zalamera que
llevaba tan seguido.
—Para la mayoría.
Astrid parecía impresionada.
—Gretchen fue la semana pasada. Dijo que hacen un espectáculo aéreo
cada hora con bailarines que se robaron del Cirque du Soleil.
Rose sonrió.
—Estoy dentro. Creo que puedo conseguir que Shelby cubra mi turno.
Vamos, Lil. Tienes que venir.
Realmente sonaba divertido, pero también sonaba como un día
jodidamente largo de ensayos y un espectáculo el domingo.
—No sé, chicos. Tengo Serenade el sábado y ensayo todo el domingo.
—Ugh. —Rose gimió—. Esta no es una oportunidad que tendrás de nuevo
en cualquier momento pronto.
Me encogí de hombros.
—Prefiero dormir que usar tacones.
Ella hizo una cara de cachorro.
Suspiré.
—Lo pensaré.
Rose sonrió como si supiera que ya me tenía.
—Tomaré eso. Te juro que no te emborracharé.
Cooper miró abajo hacia la fila.
—¿West? ¿Tricky?
No me perdí a Patrick viendo a Rose.
—Sí, yo voy.
Pero West negó con la cabeza.
—No lo sé. Suena como un buen rato, pero tengo que ver donde estoy con
el trabajo.
—¿Astrid? —La ceja de Cooper estaba levantada, y yo no podía decir si
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realmente quería que fuera o si estaba preguntando por obligación.


Página

—Suena como un buen plan.


—Bien. Voy a reservar una mesa, entonces. Y tal vez podamos convencer
a mamá y papá para que vengan con nosotros.
Astrid sonrió.
—Voy a trabajar en Lily. Tú te encargas de West.
Él sonrió a su vez.
—Trato.
Cooper se inclinó para hablar con Patrick mientras Rose hacía otro viaje
por la barra, y Astrid aprovechó la oportunidad para dirigirse a mí, mirándome
como si supiera una cosa o dos.
—Así que, Blaney, ¿eh?
Sonreí a pesar de que ella usó el apodo de nuevo. Rose rio desde unos
metros de distancia mientras servía una copa, pero no me importaba. Me
acerqué a mi hermana, sintiéndome como un adolescente.
—¿Lo sé? Ni siquiera lo podía creer. Blane Baker. —Negué con la cabeza,
asombrada de nuevo.
—¿Cómo incluso fue que pasó?
—Todo comenzó cuando nos enteramos de que nos emparejaron para el
Lago de los cisnes. Él y Nadia terminaron como una semana más tarde, y el subió
el encanto a nivel once. —Dejé caer mi voz, sintiendo como si West estuviera
escuchando detrás de mí—. Me pidió ensayar con él, lo que yo esperaba fuera
un código para algo más. Totalmente lo fue. —Me reí.
Astrid me miró divertida.
—Mírate.
—¡Lo sé! —La emoción se apoderó de mí otra vez—. Es una locura. Lo he
deseado desde siempre, y ahora nos estamos viendo.
—Desnudos. —Se inclinó, sonriendo mientras Rose se inclinaba sobre la
barra para meter su cabeza en la silenciosa conversación.
Yo reí.
—Dios. No sé cómo manejar tener algo que he idealizado durante tanto
tiempo.
La sonrisa de Astrid se desvaneció en algo más suave.
—Bueno, nada es lo que parece. Modelar no es lo que imaginaba que sería.
La realidad de ser una bailarina profesional no ha sido lo que imaginabas cuando
eras una niña. Cuando se mira detrás de la cortina después de soñar con algo
70

por tanto tiempo, hay mucho espacio para la decepción. Nunca encontrarás
exactamente lo que estabas buscando. Así que ten cuidado, ¿de acuerdo?
Página

Y esa era una de las muchas razones por las que mi hermana era increíble.
—Gracias, Astrid. Voy a mantener mis ojos bien abiertos.
—Y tus bragas, mientras estás en ello —dijo Rose con una sonrisa, un
poco más fuerte de lo que me hubiera gustado.
Le lancé un posavasos de papel.
—No estoy utilizando ninguna, Rosie Metiche.
No me di cuenta que todo el mundo estaba escuchando hasta que todos
se rieron; todos excepto West, que me dio una mirada que no pude descifrar,
una que me hizo sentir como si le debiera una explicación. Pero aparté el
pensamiento y me paré, colgando mi bolso en el hombro.
—De todos modos, tengo que correr. Diviértanse, chicos. —Besé a Astrid
en la mejilla—. Gracias, Astrid.
—En cualquier momento. No te metas en problemas.
Me movió las cejas.
—Sin promesas. Adiós Muchachos.
Un coro de despedidas me bañó, pero mi cerebro ya estaba rodando hacia
Blane y lo que yo esperaba fuera la follada de la década.

West
Miré a Lily irse mientras la molestia giraba en mis entrañas como
serpientes, aunque no podía entender por qué. Solo había escuchado partes de
la conversación, tratando de oír lo que decía mientras trataba de pasar
desapercibido. No fue fácil.
No me gustaba que estuviera ilusionada de nuevo, y escuchar sus
murmullos acerca de este tipo Blane me irritó. Traté de ignorar el hecho de que
ella no tenía bragas.
Mi mente colgaba sobre todo el asunto como una mota en un suéter que
no podía dejar quieta. Quería saber qué hacía a este chico tan especial para
romper su largamente sostenido juramento de permanecer soltera por él.
Astrid negó con la cabeza mientras se movía un asiento más cerca de mí.
—No estoy muy segura de este asunto.
Mi ceño se redujo, y Rose le lanzó una mirada. Estaba tan ansioso por
airear los trapos sucios que tomé la apertura sin pensarlo dos veces.
71

—¿Te refieres a Blane?


Página

Astrid se apoyó en la barra, la supermodelo por excelencia. Ella y Lily se


parecía mucho; altas y rubias, con los brazos y las piernas largas, caras
pequeñas y ojos azules almendrados grandes. Astrid normalmente tenía un aire
de apatía acerca de ella, pero era en momentos así cuando yo sabía que era una
farsa.
—Sí, el bueno de Blaney Baker. —Las palabras estaban cargadas de
cinismo, y mientras tomaba un trago, sentí mi corazón hundirse.
—¿Cómo es la movida con él? —pregunté, y Patrick se inclinó hacia delante
para tratar de escuchar. Moví mi taburete hacia atrás, de modo que él y Cooper
pudieran oír.
—Ustedes saben acerca de Nadia, ¿verdad?
Todos dimos nuestro asentimiento quejumbroso.
—Exacto. Entonces, ella siempre ha estado un poco adelante de Lily en la
compañía, hasta ahora. Ahora Lil consigue los papeles que Nadia tiene o quiere,
dado que creo que al Maestro en Jefe de la compañía le gusta Lily emparejada
con Blane. Blane quien acaba de botar a Nadia, tal vez por Lily.
Algo estalló en mi pecho, ¿celos? Alejé el pensamiento, diciéndome que
solo estaba preocupado por su bienestar.
—Así que parte del problema es Nadia, pero el resto es debido a que Blane
es un cretino.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Patrick en desafío—. Tú no conoces al tipo
en persona, ¿o sí?
—No, pero Sebastian Ames y yo somos mejores amigos, y ha estado en la
empresa con ellos desde que estaban en SAB. Las historias que he escuchado
sobre mimosas y huevos Sardou harían girar tu cabeza. Así como Blane cree que
las bombas Jager son “fuertes”, Bastian dice que usa esta loción especial hecha
por desnudistas que es parte aceite de bebé, parte bronceador. Y Nadia está en
el siguiente nivel. Una vez, ella sumergió un calcetín en aceite de pescado y lo
metió al fondo de la bolsa de una bailarina por coquetear con Blane. O la otra
ocasión cuando ella y Blane rompieron, hizo una cuenta falsa en Craiglist y lo
agregó en “compañía masculina” con su número de teléfono. Las instrucciones
decían que solo llamaran entre las nueve de la noche y las seis de la mañana,
sin correos de voz. Se los digo chicos, esto tiene el potencial de explotar en el
rostro de Lily.
Rose miró hacia Astrid.
—No sé si Lily apreciará esta conversación sin ella aquí.
Astrid se agitó.
—Por favor. No creo que Lily vea lo que realmente está pasando, y ella
72

necesita a alguien que vea por ella. Bastian está viéndola desde dentro, pero ella
vendrá con todos nosotros por consejos, y necesitamos saber con qué estamos
Página

tratando.
Tenía millones de preguntas, pero estaba entre querer saber todo y querer
respetar su privacidad.
—Lily es una chica grande. Ella puede cuidarse. ¿Por qué no dejamos que
tome sus propias decisiones?
—Debido a que está cegada por la brillantez de él. Este chico es un
problema para Lil, y ella no lo ve. Blane y Nadia rompen todo el tiempo, así que
las probabilidades indican que solo es cuestión de tiempo antes de que él regrese
con ella. Y cuando lo haga, él podrá decirle todo. No puedo imaginar que ese
conocimiento haga feliz a Nadia, y ella estará lista para ir tras Lily.
Estaba enfurecido.
—Ella cortó las costuras en las cintas de Lily en la función de la otra noche.
Los ojos de Rose se abrieron.
—¿Ella qué?
Asentí.
—Lily dijo que no tenía modo de probarlo o hubiese ido a decírselo a Ward.
—Esa perra —murmuró Rose.
Cooper habló, su rostro duro de preocupación cuando preguntó a Astrid:
—¿Qué sugieres que hagamos al respecto?
Astrid negó con los ojos puestos en su bebida.
—No tengo idea. Ella no va a escucharnos si tratamos de convencerla, así
que sugiero que solo nos preparemos para el final. Nadia es implacable, y creo
que está celosa de Lily. Además, ella sabe del enamoramiento de Lily y le encanta
hacerla quedar mal, especialmente frente a Blane. Si ella se da cuenta que están
saliendo, se pondrá feo.
Tomé mi cerveza, pero mi estómago dio vueltas ante el pensamiento de
alguien hiriéndola. Coloqué mi vaso abajo nuevamente.
—Esto apesta, Astrid. ¿Qué se supone que tenemos que hacer con esta
información? ¿Cómo se supone que cuidaremos su espalda?
—Ármate con ese conocimiento, Weston. Ella está por cumplir su fantasía
ahora mismo. Digo, ha estado así por Blane desde que tenía quince. El máximo
enamoramiento en su vida entera. No es gran cosa. —Ella negó con su cabeza—
. Tú no solo lo dejas pasar. Ella va a tener que ver a través de todo eso. No tengo
duda de que ella lo entenderá, es demasiado lista como para no hacerlo, pero no
puedo imaginar un escenario en donde haya un final feliz para Lily y Blane.
Me froté el rostro, deseando que las cosas fuesen diferentes. Lily merecía
ser amada, no estar alrededor de un imbécil, cabeza hueca.
73

—¿Estás diciendo que no hay posibilidad alguna de que él se preocupe por


Página

ella?
—Siempre hay una posibilidad, pero según lo que Bastian me dijo, el tipo
es un egocéntrico narcisista. Lanza a Nadia dentro de toda la situación, y será
una bomba de tiempo.
Rose y yo nos miramos el uno al otro, la preocupación de su rostro
reflejaba el mío.
—De acuerdo —comencé—. Entonces, estaremos ahí para Lily y
trataremos de ayudarla sin entrometernos.
Cooper asintió.
—Ustedes chicos trataran de guiarla sin que se dé cuenta. Tal vez haya
alguna manera de evitar un accidente de tren.
Rose suspiró.
—Tal vez eso funcione. Tal vez él realmente se preocupa por ella.
El pensamiento me hizo sentir aún más enfermo.
—Tal vez. Tenemos que tratar de confiar en que sepa qué es lo mejor para
sí misma.
Astrid drenó su bebida y se sentó en el bar con la decisión escrita por todo
su rostro.
—¿Qué tal si puedo convencerla de venir a Noir y traer a Blane con ella?
Luego podemos juzgarlo por nosotros mismos. —Tomó su teléfono con brillantes
ojos mientras sus dedos volaban—. Le diré que le pregunte a él si vendrá. Si dice
que sí, ella definitivamente vendrá con nosotros.
Patrick tomó su bebida.
—Eso podría funcionar.
Odiaba este plan.
—O tal vez su “ensayo” de esta noche sea un desastre, y toda la cosa se
terminará por sí misma.
Astrid parecía un poco triste mientras bajaba su teléfono.
—Podemos esperar.
74
Página
7
Fuera de eje
Lily
Me saqué los auriculares al acercarme al estudio de Blane con mis nervios
por todo el lugar. El edificio había sido convertido de apartamentos a estudios
privados que el propietario alquilaba para clases y lecciones y era hermoso en
su propio derecho, techos tipo loft, ventanas grandes, suelos antiguos de madera
pulida. Había estado pensando sin parar en este momento, el cual se acercaba
con cada escalera que subía, y cuando llegué a la puerta, tomé una respiración
profunda, alisando mi suéter.
Dudé con mis nudillos flotando en frente de la puerta.
Hazlo, Lily.
Contuve la respiración y llamé.
Blane abrió la puerta, con su pelo rubio desordenado, y me atrapó el aroma
fresco de jabón. Me quedé mirándolo fijamente por un momento, mis ojos sobre
sus carnosos labios, sus dientes brillaron cuando me sonrió. Se veía tan bien, la
camiseta sin mangas extendida a través de su amplio pecho, los tirantes
descansaban sobre los músculos gruesos de sus hombros, pantalones cortos de
punto colgando bajos en sus caderas. Le devolví la sonrisa inocentemente,
ajustando mi bolso en mi hombro, y se movió a un lado para dejarme pasar,
cerrando la puerta detrás de mí.
El estudio estaba casi a oscuras, igual que la última vez, y crucé la
habitación para dejar mi bolso. Me quité el jersey y mis pantalones, quedándome
en mis pantaloncitos cortos. Me volví cuando sentí sus manos en mis caderas.
75

—Ey —dijo, sonriendo.


Página

—Ey. —Puse mis brazos alrededor de su cuello.


—Entonces, lamento que no hemos tenido la oportunidad de hablar de
todo.
Me encogí de hombros y mentí.
—Está bien.
—Y lamento lo de anoche con Nadia. No volverá a suceder.
Levanté una ceja.
—No, en serio. Sé cómo conseguir lo que quiero de ella. Si se mete de nuevo
contigo, déjamelo saber. Me haré cargo de ello.
El sentimiento me hizo sentir mejor.
—Gracias, Blane.
Sus brazos se apretaron alrededor de mi cintura, con lo que mi estómago
quedó al ras del suyo.
—Gracias por mantener esto entre nosotros. Sé que entiendes lo
complicado que es.
—Lo hago. —Las palabras eran un poco tristes.
—Y quién sabe qué haría Nadia si se enterara.
Mi pecho se tensó ante la mención de su nombre.
—¿Qué dijo cuándo hablaste con ella?
Él apartó la mirada, sacudiendo la cabeza.
—Lo negó, pero sé que fue ella.
Reuní el coraje para hacer la pregunta.
—¿Qué pasó entre ustedes dos?
Mis brazos sobre sus hombros subieron y bajaron cuando él se encogió de
hombros.
—No le gustó que nos emparejaran, y estoy harto de ser intimidado por
ella. La combinación de los dos terminó en una pelea en la que ambos nos
fuimos. —Su mano encontró mi culo, y sonrió—. Así que ahora sólo quiero
divertirme ¿sabes? Nada complicado. Funciona para ti ¿verdad?
La explicación me pareció suficiente, y el optimismo se apoderó de mí.
Podía divertirme y ser no complicada con Blane.
—Funciona para mí. —Me acordé del texto de Astrid y le sonreí—. ¡Oh!
Entonces, la noche del sábado, estábamos pensando en ir a este nuevo club. Mi
amigo nos puso en VIP. Se llama Noir, o algo así.
76

El rostro de Blane se iluminó.


Página

—No dejo de oír hablar de eso. El cantante de Paper Fools lo empezó. Al


parecer, su esposa es una artista y diseñó todo el lugar, lo erigió como una
inversión. —Sacudió la cabeza con incredulidad—. ¿Quién te puso en la lista?
—Cooper Moore.
Él se quedó boquiabierto.
—¿Eres amiga de Cooper Moore?
Me reí.
—Sí, Astrid Thomas es mi hermana ¿recuerdas?
—Hombre, se me olvidó totalmente que salían. Me encantaría ir.
—Por supuesto. Pensé que sería divertido salir. Pero —mi sonrisa cayó—,
con Astrid y Cooper, puede haber paparazzi. No sé qué tan secretos nos
quedaremos.
Su frente se arrugó durante una fracción de segundo antes de limpiar su
gesto.
—No te preocupes. Ya veremos qué pasa. —Me besó la mejilla y caminamos
a través del estudio hacia el estéreo. Me sentía como si estuviera borracha
cuando me senté y me puse las calentadoras en las piernas, tendríamos una cita
este fin de semana, y estábamos a punto de ponernos cachondos, en serio esta
vez.
Me preguntaba qué tipo de música pondría. Quizás Tchaikovsky o Chopin.
Schubert, me encantaba Schubert.
Afortunadamente, el estudio estaba a oscuras porque mi cara se inclinó
en una mueca ante el sonido de la música electrónica experimental, un
electrónico, repetitivo círculo de sonidos atmosféricos que me hizo sentir como
si estuviera drogada. O al menos me imaginaba que sería algo así, ya que nunca
había consumido nada.
No, ni siquiera hierba. Ya sé, ya sé. Bailarina profesional ¿recuerdas?
Objetivos. Aspiraciones. El ojo en el premio y todo eso.
Sacudí mi desprecio. El apestoso gusto musical de Blane no me podría
bajar el entusiasmo, podía ser flexible en algo más que mis caderas.
Se pavoneó hacia mí como si supiera que estaba cachonda, y aparté el
fugaz pensamiento de que él medio lo hacía con aire condescendiente, como si
me estuviera haciendo un favor. Pero eso era una tontería, no me habría invitado
si realmente no me deseara. Creo.
No se detuvo hasta que estuvo tan cerca que no podía respirar, y mis
párpados se cerraron cuando resbaló una mano por mi pelo y presionó sus labios
con los míos.
Dios, era tan agradable. Mi única queja es que no duraba el tiempo
77

suficiente.
Página

Me llevó hasta el suelo hasta que estábamos arrodillados, me sostuvo


contra su duro pecho mientras sus manos recorrían mi culo. En cuestión de
segundos, su mano estaba en mis pantalones cortos, para mi decepción. Mira,
sé que mis tetas no son las más grandes, pero no están mal para una bailarina,
y realmente, realmente querían su atención. Pero a Blane no parecía interesarle
mucho nada por encima de la cintura.
Casi me olvido de todo ligeramente por completo cuando deslizó un dedo
dentro de mí.
Suspiré, apoyándome en él, rodando mis caderas contra su mano. Esto
sin duda estaba mejor. La última vez, él había ido directamente por el oro.
—Acuéstate —ordenó.
Uuuuyy, mandón. Me gusta. Sonreí, mordiéndome el labio mientras hice lo
que me pidió. Agarró mis pantalones cortos y los quitó, dejando mis calentadoras
puestas. Mi cerebro se volvió loco, rogándole a Dios para que él bajara sobre mí,
como imaginaba.
Mágico.
Y luego, sacó un condón de su bolsillo y dejó caer sus pantalones.
Treinta segundos de juego previo. Eso es lo que me dio.
Tan no mágico.
Estaba tan sorprendida y decepcionada, ni siquiera estaba segura de qué
otra cosa hacer además de yacer allí como un fideo blando, mirando el techo
mientras trataba de preparar a mi pobre, descuidada vagina al sonido de mal
techno. Enderezó sus brazos, cerró sus codos así podría mirar nuestros cuerpos
reuniéndose con cada embestida. Traté de llegar a la zona. Pensé en el beso
demasiado corto, pero me molestó porque eso es todo lo que había conseguido
antes de que me llevara al Pound Town19. La siguiente cosa que supe, es que él
estaba a punto de terminar y levantó la vista para mirarse a sí mismo en el
espejo.
Luego de que desaceleró, finalmente me miró, sonriendo. Estoy muy
segura de que en mi expresión se leía algo como, tienes que estar jodidamente
bromeando. Pero mis pedacitos de dama no tomarían esto como el final.
Puse una mano en su pecho y me moví para darnos la vuelta, y gracias a
Dios cumplió porque realmente no quería pelear sobre ello. Había estado
acelerando mi libido por días, y era mi turno. Me instalé sobre él, manos en su
pecho mientras se quedó allí viéndose como… apático era la mejor palabra que
podía encontrar en el momento. Guie su mano a mi pecho y traté de
concentrarme.
Blane Baker me daría un orgasmo, maldita sea, o me lo daría yo misma.
Puso el mínimo esfuerzo, apretando suavemente, dejando mis pezones del
78

todo de lado. Cerré mis ojos. Eso, eso está mejor. Puse cada onza de
concentración que tenía en ese punto, trabajándolo y trabajándolo hasta que
Página

finalmente lo sentí venir, y luego dejé ese orgasmo duramente-ganado salir.


Cosas que aprendí: Mi dedo del medio es mucho mejor amante que Blane
Baker.

19 Pound town. Destino ficticio que se visita cuando se tiene sexo duro
Mi corazón se desaceleró, pero ya estaba lista para irme. Estaba
disgustada, me había utilizado, y yo lo había utilizado. Necesitaba pensar.
Necesitaba hablar con Rose. Y lo que definitivamente necesitaba más era salir
del estudio de Blane.
Otra ducha no estaría de más, tampoco.
Me desmonté, deseando tener el ánimo de una gimnasta como la palabra
implícita, y tomé mis pantalones cortos, tirando de ellos antes de caminar hacia
mi bolso. Los calentadores de piernas vinieron en un instante, y mi suéter y
leggins estaban puestos aun antes de que Blane hubiera terminado de
deshacerse del condón.
Tomé mi bolso, y cuando me puse de pie, se acercó por detrás de mí,
acariciando mi cuello.
—Gracias, Lily.
—Mmhmm —fue todo lo que pude conseguir. No sabía si estaba enojada o
herida o qué. Todo lo anterior. Demasiadas cosas como para vocalizarlas en ese
momento.
—Te veo mañana. —Besó mi frente y se giró, despidiéndome.
Miré su espalda, ni siquiera segura de por qué estaba sorprendida. Pero
en vez de ceder al impulso de tirarle mi bolso, lo agarré fuertemente, lo cargué,
y corrí por las escaleras y hacia el tren subterráneo con mi mente girando como
una pirueta.

West
Me apoyé en el bar, riéndome de algo que Cooper había dicho, pero mi
sonrisa cayó cuando vi a Lily entrar en Habits. Sentí como que ella se acababa
de ir, y comprobé el tiempo. Ni siquiera se había ido una hora. Su rostro estaba
tenso, labios planos, cuerpo encorvado y listo para saltar. No estaba solo molesta
o enojada, estaba enojada del tipo toma-un-taburete-del-bar-y-arrójalo-a-través-
de-una-ventana.
Rose arrastró su trasero alrededor de la barra hacia la puerta, y miramos
79

sin idea de lo que estaba pasando. Las manos de Lily volaron, sus mejillas rojas.
Rose la tomó de los hombros y la jaló en un abrazo, y Lily cerró sus ojos,
Página

asintiendo a algo que Rose dijo en su oído. Rose la dejó ir, dándole instrucciones
antes de que Lily asintiera una vez más, ojos en el suelo mientras se volvía y
dejaba el bar tan rápido como había entrado.
Rose pasó una mano a través de su cabello mientras caminaba de vuelta
detrás de la barra del bar de Nuevo, y un aluvión de preguntas vinieron de todos
a la vez.
Levantó una mano para detenernos.
—Ella está bien ¿de acuerdo? —Todos nos callamos y esperamos—.
Gracias. Su cita no fue bien, y está enojada. No puedo irme justo ahora. —Se
volvió hacia mí, sus ojos suplicantes—. ¿Irías a hablar con ella?
Ya me estaba levantado.
—Por supuesto.
Se relajó un poco.
—Gracias.
Asentí y salí rápidamente del bar, esperando por su bien que Blane no la
hubiera lastimado. La calle estaba oscura y suficientemente llena como para que
no pudiera verla hasta que estaba casi a su lado, a pesar de mi exploración
ansiosa. Había caminado lo suficientemente rápido como para que estuviera casi
en nuestro edificio.
—Lil —llamé.
Se volvió, mirándose un poco confunda, luego molesta mientras caía en la
cuenta de que la había seguido desde el bar.
—Ugh, maldición, West. ¿Rose te mandó tras de mí?
Busqué en su rostro.
—Está preocupada por ti, y yo también. —La jalé a mi lado, colgando un
brazo en su hombro mientras empezamos a caminar de nuevo, tratando de
calmarnos, aunque la pregunta quemaba en mi pecho—. ¿Te lastimó?
—No así —murmuró.
Dejé salir la respiración.
—¿Qué pasó?
Resopló.
—No quiero hablar de eso.
Le sonreí, pero mantuvo sus ojos en la acera frente a ella.
80

—Te conozco mejor que eso. Solo dime que pasó.


Estuvo callada por un segundo.
Página

—Es vergonzoso.
Llegamos a nuestro edificio, y abrí la puerta para ella.
—No voy a juzgarte. Lo sabes.
Estuvo callada de nuevo mientras subíamos las escaleras.
—¿Lily? —incité.
—Lo sé, lo sé. Estoy llegando allí. Solo… quizás un pequeño trago ayude.
—Suficientemente justo. —Saqué mis llaves y abrí su puerta por ella, ya
que estaba demasiado distraída para conseguir sacar sus llaves.
—Dios. Gracias, West —entró y encendió la luz, tirando su bolso por la
puerta.
—No hay problema —dije mientras cerraba la puerta—. ¿Qué vas a beber?
—Solo un poquito de ginebra. —Se sentó a la mesa y tomó el dobladillo del
mantel, mirando hacia abajo.
Abrí el gabinete por un vaso, luego hice mi camino hacia el refrigerador
por un poquito de hielo y una lima para exprimir, justo como le gustaba. Agarré
la botella, llevándola conmigo a la mesa donde me senté a su lado y vertí un
trago. Lo tomó con agradecimiento, bebiéndoselo sin pestañear.
En cuanto se lo tragó, soltó:
—Me acosté con Blane.
Ya sabía que había ido allí y que no era la primera vez, pero oírlo de sus
labios me detuvo el corazón por un momento. Conseguí mantener el rostro
impasible de algún modo.
—¿Y eso es malo?
Sus mejillas estaban rojísimas, sus ojos azules estaban encendidos.
—Bueno, esperaba que no lo fuera, pero lo fue. Fue algo muy malo. Como
un épico fracaso épico, de proporciones horribles.
Me relajé considerablemente, aunque me sentí como un traidor por ello.
No me miraba a los ojos, tenía la vista fija en el hielo de su vaso.
—Es que… es decir, no sé si es que es tan deficiente en la cama o si es que
yo no le gusto tanto.
Serví otro chupito, pero me lo bebí yo.
Soltó una risita y se estiró hacia el vaso para servirse otra bebida.
Vi cómo se la tragaba de nuevo.
81

—¿Qué pasa exactamente entre ustedes?


Página

Lily suspiró.
—Dijo que sólo quería divertirse, lo que asumo que significa que nada de
compromisos. Pero fuera lo que fuera, desde luego no fue divertido.
Me revolví en mi asiento.
—Sabes que probablemente significa que esté viendo a otras personas
¿verdad?
Lily parecía incómoda.
—Sí. La verdad es que no me había parado a pensarlo hasta esta noche.
Sabía que no estaba intentando tener otra relación seria, pero en algún lugar de
mi mente esperaba que yo le gustara tanto que quisiera más. Ahora ni siquiera
sé si yo quiero algo más, no si no le gusto de verdad.
—Si no le gustas, o está ciego o es estúpido. Y si le pasa alguna de esas
cosas, deberías dejarlo. Si es malo en la cama, de verdad que definitivamente
deberías dejarlo.
Resopló, poniendo los ojos en blanco mientras se recostaba en la silla.
—Así que, básicamente, tengo que dejarlo.
Me encogí de hombros, esperando parecer indiferente.
—Es lo que me parece.
Lily suspiró y se frotó la frente, parecía exhausta.
—Es más complicado que eso. Siempre he querido esto ¿sabes? No sé qué
hacer. Es decir, si de verdad es tan malo en la cama, a lo mejor puedo… no sé.
Entrenarlo, o algo así.
Me apoyé en la mesa y la miré a los ojos, buscando respuestas que darle.
—Tal vez. ¿De verdad te gusta?
Apartó la mirada, mordiéndose un momento el labio.
—No lo sé. Creo… creo que sí. Veo que tiene sentido con nuestros horarios
y carreras y eso. Así entendemos la vida del otro, que es la parte difícil de salir
con alguien que no pertenezca al sector. —Volvió a suspirar—. Es solo que quiero
con tantas ganas que funcione ¿sabes? Y siento que, si no le doy una
oportunidad, me estaré rindiendo con demasiada facilidad. Pero, al mismo
tiempo, no quiero estar con alguien que no me quiera.
—Y no deberías. No cuando hay un millón de chicos que te tratarían bien.
Si el payaso ese no te está dando todo, entonces no te merece.
Sus labios dibujaron una pequeñísima sonrisa mientras le daba vueltas a
su vaso vacío.
—Gracias, West. Supongo que eso es lo que tengo que averiguar, y apesta
82

porque ahora mismo, ni siquiera quiero ver su cara de culo, pero mañana tengo
Página

que pasar todo un día ensayando con él.


—¿Vas a hablar con él de ello?
Se le endureció la expresión.
—Mañana no. Necesito tiempo para tranquilizarme, o algo así. Estoy
jodidamente enfadada.
La miré, dándome cuenta de que había algo más que lo que me estaba
contando.
—Parece que es peor a que sea un mal polvo.
Juntó un poco más los labios.
—Es que… no me prestó mucha atención. No sé si puedo estar con alguien
que ni siquiera finge que quiere tener sexo conmigo.
La idea me dejó sin palabras y parpadeé por el impacto.
—Bueno, eso explica por qué volviste tan rápido a casa.
Hundió la cabeza entre las manos.
—Dios, estuvo tan mal. Me sentí usada, así que también lo usé a él. ¿No
me hace eso igual de mala?
Odiaba verla herida y confusa.
—No, porque esperabas que hubiera algo más.
Lily negó con la cabeza, tocándose los labios con los dedos, quedándose
mirando al vacío.
—No sé por qué, en serio. De verdad que no lo conozco nada de nada.
Sabía qué decir, pero la observé por un momento, sin querer animarla,
pero necesitando darle un poco de esperanza. Así que lo solté:
—Tal vez deberías intentar conocerlo. —Me arrepentí en cuanto lo dije,
hasta que el fantasma de una sonrisa cruzó por sus labios.
—Puede. Estaría bien tener una cita al menos.
Fruncí el ceño para indicar que eso ya debería haber pasado y me dirigió
una mirada como si supiera que diría eso.
—Estamos realmente muy ocupados. Ya sabes cómo es nuestro horario.
Alcé mis manos en señal de derrota.
—Lo sé. Tal vez hay que hacer un poco de tiempo.
Hizo un gesto de desaprobación.
—Si decido volver a hablar con él después de esta noche.
83

—Sí, en ese caso.


Página

Se rio. El sonido me hizo sonreír, especialmente al saber que fui la causa.


—¿Te sientes mejor? —pregunté.
Sus hombros se relajaron con un suspiro.
—Muchísimo. ¿Quieres ver una película?
Sonreí con suficiencia.
—¿Diez cosas que odio de ti?
—Siempre me anima.
—¿No estás cansada?
Lily entrelazó las manos sobre su estómago.
—Mañana me arrepentiré, pero todavía no estoy lista para irme a la cama.
No creo que fuera capaz de dormir.
—Bueno, me encantaría hacerte compañía, siempre y cuando mantengas
tu promesa de nunca decirle a nadie cuánto me gusta esta película.
—¿Qué podría no gustarte? Tiene de todo: risas, amor, baile, sonetos y
Shakespeare. Por supuesto que te encanta.
Lily se levantó y fue al salón, y no pude evitar admirar las curvas de sus
pantorrillas y sus muslos, pasando por sus caderas y lo que tenía que ser el culo
más bonito que hubiera visto nunca en persona. El culo que Blane Jodido Baker
tenía el privilegio de tener para él solo. Un privilegio que desperdiciaba. Intenté
no pensar en buscarlo y en darle un puñetazo en el ojo.
La seguí hasta el sofá, tomando asiento a su lado. Ya estaba acurrucada y
poniendo el reproductor de DVD, nos cubrí con la manta, apoyando los pies en
la mesita de centro. Reposé los brazos en el respaldo del sofá y se apoyó en mí
mientras ponía los subtítulos.
Negué con la cabeza.
—Ah-ah. Nada de subtítulos que nos distraigan. No me importa que hayas
tenido una noche de mierda. En esto me mantengo firme. —Me estiré hacia el
mando, pero lo mantuvo fuera de mi alcance.
Estiró el brazo todo lo que pudo.
—De eso nada. Me encantan, y los necesito para no perderme nada. Mi
casa, mi mando, mis reglas.
—Esta vez no, Pies Ligeros. —Mi alcance era mayor que el suyo, pero se
movió, soltando una risita.
—¡Mío! —dijo, riéndose y me estiré hacia ella, también entre risas.
84

—Dámelo, Lil. —Mis dedos encontraron sus costillas y le hice cosquillas,


ella chilló.
Página

—¡Oh, por Dios, para! —gritó y se retorció debajo de mí.


—No hasta que me lo des. —Me estiré un poco más hasta que se lo saqué
de las manos, y nos quedamos tumbados, riendo. Me llevó un segundo darme
cuenta de que estaba tumbado encima de ella con la manta enredada entre los
dos y una de sus piernas alrededor de mi cintura. Nuestras narices estaban a
centímetros de distancia. Se sonrojó y yo apenas podía respirar.
—Te dije que esta noche era mío —dije con una sonrisa mientras me
apartaba de ella.
Su risa esta vez era jadeante.
—Tú ganas esta vez, Williams. Aprovéchate.
Se acurrucó a mi lado mientras colgaba los brazos del respaldo del sofá.
—Oh, lo haré.
85
Página
8
La espera
Lily
Podría haber sido el mejor sueño de la vida.
Vi a Blane acariciar mis tetas desnudas, ojos cerrados mientras él
realizaba una completa adoración de ellas. Tenía las manos en su cabello rubio,
y él tarareaba mientras sus labios se cerraban alrededor de mi pezón como si
fuera la cosa más deliciosa que hubiera probado, gimiendo un poco más fuerte
cuando envolví mis piernas alrededor de su cintura y las apreté para conseguir
que nuestros cuerpos estuvieran lo más cerca posible.
Lo deseaba tanto, que mi cuerpo dolía. Él se alejó y me miró.
—Eres tan hermosa, Lily. Siempre te he deseado, desde la primera vez que
te vi. Nadia era sólo una distracción. Nunca pensé que era lo suficientemente
bueno para ti.
Suspiré y toqué su mejilla.
—Oh, Blane.
Él me sonrió.
—Te debo algo especial. Algo muy especial. —Se movió por mi cuerpo y mi
corazón se puso loco cuando desapareció bajo las mullidas, blancas sábanas.
Extendí la mano hacia mi cabecera y me colgué cuando enganchó mis
piernas sobre sus hombros, sintiendo su aliento primero, luego su boca caliente
mientras se cerraba sobre mí. Mis ojos estaban en blanco en mi cabeza, el aliento
congelado. Sus manos agarraron mis caderas, tirando de mí hacia abajo a él.
86

Fue todo. Su lengua trazó patrones, chasqueando y dando vueltas hasta que yo
estaba jadeando, y se separó justo antes de que me pudiera venir.
Página

—Ah, ah, ah. Todavía no, Lil.


Mi corazón se detuvo al oír el acento retumbante de Mississippi. Y luego
las sábanas se movieron, deslizándose fuera del camino para revelar a West
subiendo hacia mí, los ojos en llamas, su oscuro cabello suelto y desordenado.
No tuve tiempo de responder, no antes de que sus labios estuvieran en los
míos, su barba rozando contra mi piel mientras me besaba profundamente. Moví
mis brazos y piernas a su alrededor mientras se guiaba a sí mismo para
presionar contra mi apertura y lo empujé, obligándolo a entrar con un largo y
satisfecho suspiro.
—Dime que me deseas, Lily —dijo West en contra de mi oreja.
—Te deseo —respiré.
Se salió y se estrelló de nuevo.
—Siempre he querido esto. Siempre te he deseado. —Se estrelló contra mí
una vez más.
—Dios, West, por favor —rogué, y se entregó a mí una y otra vez.
Mi cuerpo se flexionó justo cuando mis ojos se abrieron. Presioné mis
caderas en mi colchón, jadeando mientras mi corazón latía y sonaba por el
orgasmo, aun sintiendo el peso de su cuerpo sobre el mío, sus labios, la forma
en que sentía dentro de mí.
Y entonces, me asusté hasta la mierda.
Me di la vuelta y me quedé mirando el techo, tratando de averiguar qué
demonios acababa de pasar. La sensación era todavía tan fuerte, la necesidad
de él, que ni siquiera podía manejar la situación. Seguí tratando de alejarla,
pensando en Blane y lo bien que eso se sintió antes de que el sueño tomara un
duro giro hacia QueJodidasLandia.
Pensé en lo que había comido la noche anterior. Seguramente tenía que
ser un caso de mariscos rancios. Tal vez fue provocado porque West me hizo
cosquillas, porque te juro por Dios que casi le di un beso en ese momento. Olía
tan bien, y él me miraba como si... No sé. Fue loco. Todo fue una locura.
Mi cerebro era un maldito traidor por darme un sueño húmedo con West
en vez de Blane.
Tiré mis sábanas y entré en el baño, abrí la ducha en frío y me quité la
ropa, con la esperanza de que pudiera desinfectar mi cochina, puta, mente, así
podría conseguir atravesar lo que ya se perfilaba como otro día horrible.

West
87
Página

Tras luchar para permanecer despierto durante la última hora, traté de


reprimir mi bostezo la tarde siguiente cuando Blackwell terminó su conferencia.
Me quedé con Lily hasta que Rose llegó a casa, e incluso entonces, no quería
irme. Ella estaba triste y confundida, podía verlo claramente en ella. Pero lo
único que podía hacer era abrazarla mientras ella se inclinaba hacia mi lado
mientras veíamos la película, y me hubiera gustado que de alguna manera
pudiera alejar su dolor por transferencia a través de mis brazos a su alrededor.
Había estado perdido en mis pensamientos, y cuando miré hacia arriba, el
último de los estudiantes salía fuera del aula. Blackwell me miró mientras
empacaba sus cosas.
—¿Lo llevas bien, West?
Sonreí y empaqué mi maleta en un apuro.
—Así como se puede esperar, señor.
—Hoy parecías un poco ausente.
Tomé mi bolso y lo colgué en mi hombro.
—Lo siento por eso, señor. Fue una noche larga.
—Ah —dijo con un guiño mientras lo seguía hasta la puerta de atrás del
auditorio—. Me preocupaba que fuera por lo de tu aplicación. Los debates en el
comité están terminando. No pasará mucho tiempo ahora. Sé que la espera no
es fácil.
—No señor. No lo es.
Empujó la puerta abierta.
—He estado haciendo esto durante el tiempo suficiente como para saber
cómo funciona el comité. No quiero que te hagas ilusiones, pero quiero que trates
de no preocuparte demasiado. Creo que tendría que suceder algo grave para que
te impida ser aceptado.
Miré hacia abajo con las orejas calientes, agradecido.
—Gracias Señor. Lo aprecio.
Salimos al pasillo y nos dirigimos hacia su oficina. Él sonrió por encima
del hombro e hizo una pausa, esperando a que lo alcanzara.
—De nada. He disfrutado ser parte de tu éxito, desde que eras un
estudiante de primer año. Me gustaría pensar que algún día vamos a ser colegas.
—Yo sólo podría esperar tal honor.
—Tu propuesta para el programa fue fascinante. ¿El poder de las mujeres
en Shakespeare? Es un tema que ha sido cubierto cientos de veces, pero no
88

desde tu punto de vista. Generalmente es desde un enfoque pseudo-feminista.


Shakespeare: el asesino del espíritu femenino.
Página

Me reí.
—Más como Shakespeare: donde todo el mundo muere.
Él asintió, divertido.
—Eso es más preciso.
Metí las manos en los bolsillos y me encogí de hombros.
—Nunca vi a Shakespeare de esa manera. Las mujeres en sus obras tienen
un enorme poder, a pesar de que a veces son tratadas con muy poco respeto por
los otros personajes. Siempre eran fuertes, siempre tratando de subsistir por la
vida tan bien como cualquier hombre. ¿Y cómo muchos de esos hombres
murieron por el amor de una de esas mujeres? —le di a mi cabeza una
sacudida—. Personalmente, me parece fascinante y conmovedor. La idea de que
se pudiera encontrar a alguien que tuviera el poder de arruinarte o rescatarte. Y
que, al final, podrías morir, especialmente si El Bardo tenía algo que decir al
respecto, así que cuando tienes tu momento, tienes que tomarlo y vivirlo tanto
como se pueda.
Blackwell sonrió.
—Y eso es exactamente porque el espacio de doctorado es tuyo para
perderlo.
Una burla fina, nasal, muy inglesa vino desde el pasillo enfrente de
nosotros.
—Bueno, bueno, bueno. Si no es Blackwell y su pequeña mascota.
Miré hacia adelante para encontrar al Dr. Aldous Cox detenido unos
cuantos metros en frente de nosotros, manos en los bolsillos de sus pantalones
plisados demasiado grandes. Era un hombre pequeño con gafas de alambre
encaramadas en su nariz aguileña, pelo ralo peinado sobre una calva generosa.
La mirada en su rostro podría describirse solo como punzante. Simon Phillips
estaba a su lado, alto, al menos en comparación con Cox, ojos oscuros
parpadeantes y una sonrisa lasciva estirada.
Blackwell sonrió mientras llegamos a detenernos.
—¿Y cómo estás, Aldous? Espero que estés encontrando las lecturas de
Composición 101 enriquecedoras.
Ambos nos fruncieron el ceño al comprender, Composición 101 era el
último peldaño del departamento de Literatura.
Sentí como si estuviéramos en un Spaghetti Western20 académico. Todo lo
que necesitábamos era una planta rodadora hecha de papel arrugado de páginas
de Kafka para que rodara en medio de nosotros con la melodía de un interludio
de armónica.
Pero el ceño de Cox se deslizó en una sonrisa grasienta.
89

—Oh, dar forma a mentes jóvenes es una profesión enriquecedora ¿no


Página

crees? ¿Y cómo están ustedes dos? ¿Preparándose para la carta de rechazo del
Sr. Williams, presumo?

20Western spaghetti. El western europeo (películas del viejo oeste), es un particular subgénero
del western que estuvo de moda en las décadas de los años 1960 y 1970.
Blackwell se rio entre dientes. Era un sonido fácil, encantador, y Cox
sonrió apretado hasta que pareció como si hubiera olido algo viscoso.
—Creo que ambos sabemos que eso es algo poco probable, Aldous.
Simon se movió, cuadrando sus hombros.
—No hay forma de que Williams hará el programa, no si mi padre tiene
algo que decir al respecto.
—Tu padre no tendrá algo que decir ¿o sí? —preguntó Blackwell, tranquilo
y ligeramente divertido, hablándole a Simon como si fuera un niño.
Simon dobló sus brazos a través de su pecho.
—Ellos lo escuchan. Él importa, a diferencia de Williams aquí. —Su voz
estaba cargada de desprecio—. No tiene a nadie a su lado.
Los ojos de Blackwell se estrecharon antes su falta de elocuencia y la
implicación de que yo era de alguna forma menos que Simon Phillips.
—West me tiene en su lado. ¿O estás sugiriendo que mi permanencia en
Columbia no es equivalente a Phil Phillips?
Presioné mis labios juntos para evitar reírme.
Las fosas nasales de Simon se distendieron como un caballo de carreras.
Cox miro a Blackwell mientras le hablaba a Simon.
—No dejes que James te afecte, Simon. Ellos siempre chillan más fuertes
justo antes de ser arrojados al matadero. —Empezaron a caminar de nuevo, y
todos nos miramos unos a otros hasta que habían pasado.
Negué con la cabeza mientras caminábamos por el pasillo.
—Cox ha sido siempre un auténtico imbécil.
Ambos rompimos a reír.
—¿Qué pasó entre ustedes dos?
Blackwell suspiró.
—Bueno, me temo que ha sido una larga rivalidad. Ambos fuimos a
Cambridge, en la misma clase, aunque nunca lo hizo mucho como yo. Siempre
parecimos estar cuello-con-cuello, terminamos en el mismo programa de máster.
En realidad, lo vencí por el programa de doctorado allí, y cuando vine a
90

Columbia, vino un año después. Es un hombre brillante, en otro universo,


habríamos sido amigos. ¿Pero en este? Está solo demasiado amargado, no puede
Página

vivir sin comparación, tristemente. Solo soy un mástil al que apuntar su ira
mundana.
—El rostro del mal.
Llegamos a su oficina, y abrió la puerta.
—Realmente no podría decirte como inició. Aldous nunca ha sido lo que
se podría referir como tierno, incluso en su juventud. Soy un orador natural,
extrovertido, siempre he sido como una especie sin temor en esa manera, y por
alguna razón, eso lo ha desafiado. —Caminó detrás de su escritorio y puso su
bolso abajo—. En cualquier caso, la batalla es larga y feroz, y no sé si alguna vez
terminará. Usa todo lo que pueda como municiones, también, reseñas, notas de
los estudiantes. Elijo candidatos basado en méritos. Él los elije basado en lo que
cree que me vencerá.
Puse mis cosas en mi escritorio pequeño junto a la pared.
—¿Y Phillips fue su elección?
Blackwell asintió mientras desempacaba su laptop.
—Simon es inteligente y dirigido. Pero es arrogante. Algunas veces siento
que Aldous y yo estamos peleando nuestra propia batalla a través de nuestros
estudiantes, una y otra vez sin final. —Sus ojos miraban hacia abajo, pensativo
mientras abría su laptop—. Mi único consuelo es que trato de ayudar a
estudiantes en los cuales creo.
—Bueno, señor, espero poder vivir a la altura de su legado.
Me dio una sonrisa reconfortante.
—Ya lo estás haciendo.

♥♥♥

Un par de horas más tarde, me senté en mi sofá, mirando un ensayo sin


ver una sola palabra. Estaba en casa desde hacía una hora y media, y Maggie
llegaría en cualquier minuto, pero estaba nervioso, odiando el no poder haber
estado allí para recogerla. Su vuelo aterrizó justo cuando estaba saliendo de
clases, no había forma en que pudiera llegar allí a tiempo, y dijo que no le
importaría esperar por mí, no queriendo que me metiera en ningún problema.
Chica obstinada. Debe haber sido genético.
Revisé mi teléfono de nuevo para asegurarme de que no había llamado
antes de abrir mis mensajes para enviarle uno, pero lo bajé de nuevo. Me habría
llamado si me necesitara. Además, estaba con Cooper. Cuidaría de ella, o me
encargaría de él.
91

Patrick entró en la sala de estar para dejarse caer en un sillón y apoyar los
Página

pies en la mesa del centro, cruzando sus piernas, metidas en un par de jeans
negros ajustados. Estaba usando una camiseta púrpura con cuello en V la cual
debería hacerlo verse como la desagradable marca de hipster o el Guasón, pero
Patrick lucía el estilo como si lo hubiera inventado.
—¿No has escuchado de Maggie o Coop aún?
—No desde que su vuelo aterrizó hace casi una hora. Deberían estar aquí
pronto.
Sonrió.
—¿Estás listo para que tu hermana menor camine por el pasillo de nuevo?
Arrojé el ensayo a la mesa del centro con una sonrisa.
—Tanto mejor mantener un ojo en ella.
Patrick dobló sus brazos detrás de su cabeza.
—Es una mujer adulta. Estoy muy seguro de que puede cuidar de sí
misma.
Lo miré.
—Mantente lejos de mi hermana, Tricky.
—Hey, no me malinterpretes. Tu hermana es atractiva…
—Cuidado.
—…pero no es exactamente mi tipo.
Me relajé un poco.
—No, creo que no lo es. No es como que eso te haya detenido alguna vez.
Me hizo una mueca y se burló.
—Vamos. ¿Crees que me follaría a tu hermana?
—Espero que no. No quiero tener que arruinar esa hermosa cara tuya.
Se rio entre dientes y se hundió un poco en el sillón.
—Hablando de caras bonitas ¿Qué pasó con Lily anoche?
Colgué mis brazos sobre el respaldo del sofá, sacudiendo la cabeza.
—Ella confirmó la mayor parte de lo que dijo Astrid. No me fío en que él va
en serio, pero está loca como mierda por él ahora mismo. Esperemos que sea el
final de eso. Ella puede solo dejarlo esfumarse el resto de la salida, desvanecerse
en la noche. —Jugueteaba con mis dedos.
—No puedo decir que no estoy curioso acerca del chico. Quiero conocerlo,
ver cómo es.
—Bueno, no te ofendas, pero espero que no tengamos la oportunidad. No
92

estoy interesado en conocer a la persona, no después de que ese idiota se folló a


Lil.
Página

—¿Qué pasó?
Negué con la cabeza.
—Ningún detalle, pero sé que no lo aprobarías.
Frunció el ceño.
—No puedes dejar caer eso sobre mí y luego no decirme que pasó, hombre.
—Seguro que puedo. Mira, lo estoy haciendo en este momento.
Mi teléfono sonó en la mesa de café, y lo arrebaté para contestar.
—Mags ¿estás bien?
—Estoy genial ¿es una broma? ¡Estoy en la jodida ciudad de Nueva York!
Me reí.
—¿Cooper está ahí?
Su voz era plana.
—Seguro. Gracias por la advertencia, idiota.
—Bueno, no me esperarías en el aeropuerto, así que tuve que tomar
medidas, Margaret.
—Uf, Weston. Eres peor que papá.
Sonreí.
—Gracias.
—Estamos en la planta baja. Ven a ayudar con mis gigantescas maletas.
Estaba poniéndome mis zapatos.
—En camino. —Colgué y deslicé mi teléfono en mi bolsillo trasero.
—¿Necesitas una mano? —preguntó Patrick.
—Conociendo a Maggie, probablemente necesite cuatro.
Patrick se echó a reír, y bajó corriendo las escaleras para llegar a mi
hermanita.
La encontramos sentada en una maleta enorme, a la altura de la barbilla,
un lío contenido de pelo rubio rizado, pecas a través de los pómulos de sus
mejillas mientras me sonreía. Otras tres maletas gigantes estaban detrás de ella
junto a Cooper, quien sonrió mientras se apoyaba contra el auto negro en que él
había recogido a Maggie.
Coloqué mis manos en mis caderas y sacudí la cabeza a la vista de ella.
Ella brinco y saltó a mis brazos.
93

—Me alegro de verte, chica. ¿Cómo estuvo el vuelo?


Página

Dio un paso atrás y se apartó el cabello de la cara.


—Largo. Estuve sentada junto a la más linda viejecita, pero ella bebió como
cuatro de esas pequeñas botellas de vodka, y luego simplemente no dejo de
hablar, no hasta que se desplomo sobre mí mientras tenía su crucigrama a medio
hacer.
Me reí.
—En serio, sobre mí. Mi brazo se quedó dormido.
Patrick le dio un abrazo de lado.
—Hey, Maggie. Me alegro de que estés aquí.
—Gracias, Patrick. Yo también. —Tomó una respiración profunda por la
nariz con las manos en las caderas como un explorador—. ¿Huelen eso? ¡El
cambio está sucediendo, muchachos!
—Cooper se portó bien ¿verdad?
Ella le lanzó una mirada.
—Perfecto caballero.
Cooper se encogió de hombros, sonriendo torcido.
—¿Qué?
Lo miré.
—Agarra una maleta, Casanova. Vamos a llevar todo esto arriba. —Recogí
la más grande e hice una mueca—. Maldita sea, Mags. ¿Está llena de libros?
—Este es el siglo XXI, West. Tengo una Tablet. Esa maleta está llena de
zapatos.
Patrick resopló mientras entrábamos en el edificio y subíamos las
escaleras, ninguno de nosotros habló del esfuerzo de las maletas de mi hermana.
Ni siquiera podía imaginar cuánto le costaron en el vuelo.
Nos detuvimos frente a la puerta de Lily, y llamé. Rose contestó después
de un segundo. Eran las dos de la tarde, pero parecía como si acabara de
despertar. Su cabello negro estaba en un nudo descuidado en la parte superior
de su cabeza, y el rímel corrido en pequeños anillos bajo sus ojos. De alguna
manera, todavía lucia increíble, incluso en una camiseta y pantalones cortos de
dormir. Patrick también se dio cuenta. Me di cuenta por aquella expresión que
siempre usaba cuando estaba alrededor de ella, como si su corazón estuviese
lleno de metralla.
—Hey, Maggie. Bienvenida nuevamente. —Rose le dio un abrazo.
—¡Gracias, Rose! —Maggie burbujeó—. No puedo creer que estoy
realmente aquí. Quiero decir, esto es Nueva York. Al igual que, de verdad. ¡Vivo
94

aquí!
Rose sonrió.
Página

—Seguro que estás alegre esta mañana.


Negué con la cabeza hacia ella.
—Son las dos.
Ella abrió la puerta para dejarnos entrar y entrecerró sus ojos en mí.
—Como dije, de mañana.
Llevamos las maletas llenas de ladrillos a la sala de estar.
—¿Dónde quieres esto? —preguntó Cooper.
—En la habitación de Lily está bien. Tenemos una cama y la adornamos
para ti, Maggie, pero podemos devolver la ropa de cama si no te gusta.
Maggie sonrió.
—Oh, estoy segura de que me encantará.
Seguí a Cooper y Patrick a la habitación de Lily y le pregunté sobre mi
hombro.
—¿Tienes hambre, Mags?
Se tocó el estómago.
—Muero de hambre. Déjame limpiarme y podemos ir a comer ¿sí?
—Podemos ir a Habits. Conseguirle algo de desayuno a Rosie.
Rose hizo una mueca.
—Ja, ja.
Alineamos las maletas a lo largo de la pared, y me volví para ver a Maggie
mirando sobre su mitad de la habitación con asombro. Su cama estaba
empujada contra la pared en la esquina, vestida con mullida ropa de cama
blanca con volantes y femenina mientras que todavía lucia de alguna manera
sofisticada. La de Lily era casi exactamente igual, pero en un rosa suave.
Rose se apoyó en el marco de la puerta.
—Tu armario está allá, y hay espacio debajo de la cama y en el baño.
Simplemente siéntete como en casa, Maggie.
Maggie saltó hacia Rose y la abrazó por el cuello, con los ojos brillantes.
—Gracias, Rose. Muchas gracias por esto.
Los ojos de Rose se abrieron de la sorpresa, pero sonrió y abrazó Maggie.
—Estamos contentas de poder ayudarte.
Ver a Maggie feliz era sacar un peso enorme de mis hombros y corazón. No
pude evitar sonreír.
95

—¿Quieres desempacar primero o comer?


—Comer, seguro.
Página

—Dame cinco minutos. —Rose volvió al cuarto de baño.


Maggie señaló en su dirección a la puerta del baño.
—¿Lo dice de verdad? ¿Cinco minutos?
Patrick se rio entre dientes.
—Oh, lo dice en serio. Rose requiere muy poco mantenimiento.
Maggie sacudió la cabeza.
—Bueno, eso me hace sentir como una narcisista.
Me reí y enganché su cuello, tirando de ella un poquito demasiado duro
para desacomodar su cabello.
—¡Hey! —Me golpeó lejos—. Sé que luce como un desastre, pero en realidad
lleva mucho tiempo dominarlo.
Caminamos a la sala de estar y nos quedamos de pie cerca de la puerta
esperando a Rose.
—Entonces, estás oficialmente aquí. ¿Qué quieres hacer primero? —
pregunté.
—Hmm. —Miró hacia el techo—. Bueno, no logramos ir al Met la última
vez que estuve aquí. Y quiero ver a Lily presentarse, por supuesto.
Sonreí.
—El lago de los cines empieza en un par de semanas. Deberías esperar por
eso.
Sus ojos se ampliaron con emoción.
—No tenía idea de que estaba en el Lago de los cisnes. Tenemos que verla.
—Ya tenemos los billetes para la noche de apertura.
Cooper había estado silencioso de pie detrás de mí, inusual para él. Metió
sus manos en sus bolsillos.
—Tengo una cosa, así que me voy.
—Muy bien, hombre.
Miró a Maggie.
—Es bueno verte, Maggie.
Su rostro se tensó.
—A ti también, Cooper.
Cooper le dio la más mínima sonrisa antes de marcharse del
96

departamento. Miré a Maggie.


—¿Qué sucede con ustedes dos? El no flirteó contigo en el auto ¿o lo hizo?
Página

Suspiró y me hizo un gesto con la mano.


—No, mandón. No es nada. Sabes cómo puede ser Cooper. Solo se mete
bajo mi piel. —Rose salió del cuarto de baño lista para irse—. Muy bien, ahora
aliméntame antes de que me convierta en un monstruo.
Bufé. —Más como un conejito hambriento.

Lily
Tenía razón. Mi día había sido un desastre, y aun no había sacudido mi
sueño realmente extraño.
No ayudó que las estúpidas manos de Blane estuvieran en todas partes
sobre mí durante el ensayo esa tarde mientras íbamos por el pas de deux del
Cisne Negro una y otra vez. El Cisne Negro siempre había sido más difícil para
mí que el Blanco, el pop y snap de sus movimientos mientras engañaba a
Seigfried, la naturaleza desesperada, de corazón frío de su carácter… solo no era
yo. Como era de esperar, Nadia bailó un Cisne negro estelar.
Hoy, estaba canalizando mi Nadia interior.
Descansó una rodilla a mis pies, mirándome con deseo mientras llevaba
mi mano a sus labios. Pero le sonreí con malicia y chasqueé mi mano hacia atrás,
haciendo piruetas lejos de él así no podría tocarme.
Era la única manera en que quería bailar con Blane luego de lo de anoche.
West se había quedado hasta que Rose llegó a casa, y una vez que se fue,
le conté todo a ella, incluyendo todas las cosas sobre las que no me atreví a
hablar con West. Había estado sorprendentemente callada, solo escuchando sin
ofrecer ningún consejo más allá sugiriendo que no valía la pena.
Parte de mi estuvo de acuerdo. Pero hoy, mientras era fría como la piedra,
Blane parecía confundido, como si genuinamente no entendiera por qué. Seguía
preguntándome si estaba bien, no es como que le daría una pista. Aún estaba
demasiado molesta para tener esta conversación con él. Definitivamente ganó
puntos por tratar. Pero solo le sonreí secamente y continué, tratando de ignorarlo
tanto como fue posible, lo cual fue difícil, dado el hecho de que nuestros cuerpos
estuvieron tocándose durante horas y horas. Hubiera preferido estar acurrucada
en un tonel de sardinas o una cesta llena de suspensorios sucios.
Tan pronto como la música se detuvo al final del ensayo, puse distancia
entre Blane y yo.
97

Ward me juzgó, impresionado.


—Bien hecho, Lily. Ese fue el mejor Cisne Negro que te he visto bailar. Lo
Página

que sea que hayas usado para llegar allí, embotéllalo y tenlo a mano. Trabajo
fantástico.
Hice une reverencia.
—Gracias, Ward.
Asintió, y giré para caminar a través del estudio hacia mi bolso con Blaine
sobre mis talones.
—Hey, Lily. ¿Estás segura de que estás bien?
Ni siquiera me senté para quitarme la zapatilla, solo desaté la cinta y la
jalé tan rápido como fue posible, metiéndola en mi bolso.
—Sip. Bien.
Se inclinó contra la barra y cruzó sus brazos.
—No pareces estar bien.
Porque me conoces tan bien. Me quité la otra zapatilla y la metí en el bolso
que cerré con la cremallera.
—No, de verdad. Estoy perfecta, Blane. —Deslicé mis pies en mis tenis y
tomé mi bolso, girando alrededor—. Tengo que correr. Adiós, Ward —grité a
través del estudio y salí rápidamente sin mirar atrás.
La puerta se cerró detrás de mí con un golpe, y levanté la mirada para
encontrar a Nadia recostada contra la pared con sus brazos doblados cruzados
sobre su pecho y una sonrisa retorcida en su cara.
—Ugh, hoy no, Nadia. —Pasé atropelladamente, y se empujó fuera de la
pared y me siguió.
—¿Qué pasa, preciosa? ¿Mal día?
—No estoy bromeando. No quieres joder conmigo justo ahora. —Llegué al
ascensor y toqué el botón para llamarlo. Puso su espalda contra la pared para
enfrentarme, pareciendo satisfecha consigo misma.
—Solo quiero asegurarme de que estás bien, Thomas. —Las palabras eran
sacarina.
La miré. —Estoy segura de que lo haces. Todos parecen realmente
interesados en cómo lo estoy haciendo hoy, incluso Blane. —No pude evitar
incitarla, estaba lista para pelear luego de un día de mierda, con o sin ella en mi
cara.
Sus ojos se estrecharon, hombros encuadrados.
—Mantente alejada de él.
—¿O de lo contrario qué? —Escupí—. No lo posees, y él obviamente ya no
te quiere.
98

—Eso no es lo que estaba diciendo anoche.


Página

Ira destelló a través de mí. ¿Había ido allí luego de que me fui, o estaba
fanfarroneando? Pensé en ellos dos juntos en el estudio y quise gritar. Pero lo
sacudí todo lejos. Ni siquiera importaba, ni siquiera estaba segura de seguir
queriéndolo.
—Buen intento. Solo continúa diciéndote que está enamorado de ti, si eso
te ayuda a correrte en las noches.
Las puertas del elevador se abrieron, y entré. Se dio la vuelta y me dio una
mirada que me habría marchitado cualquier otro día, pero me mantuve firme,
dándosela de vuelta.
—Cuida tu espalda, Thomas. —Las puertas se cerraron, y mientras
desaparecía detrás de ellas, me apoyé en la barandilla y suspiré, sintiéndome
con un millón de años encima.
—Ya estoy en eso, perra.
99
Página
9
Las flores lo arreglan todo
Lily
Una media hora más tarde, abrí la puerta de mi apartamento y la cerré de
golpe detrás de mí. Me había duchado en el estudio para calmar mi agitación,
luego vociferé mi rabia todo el camino a casa, pero hizo poco para ayudarme a
calmar. Sé que parece raro, pero hay algo muy reconfortante respecto a la música
que te da ganas de romper cosas con un bate de béisbol. Pero nada podría
ayudarme a hoy.
Dejé caer mi bolso junto a la puerta con un golpe, y Rose asomó la cabeza
fuera de su habitación.
Me echó un vistazo.
—Uhh ¿estás bien?
—No, no estoy bien. —Arrojé mis llaves en el plato, deseando tener algo
más que pudiera hacer ruido además de mi boca. Como tal vez una motosierra—
. Este día fue un jodido desastre. —Me dejé caer en una silla junto a la mesa.
Pero Rose no hizo preguntas, solamente se dirigió a la cocina a buscar un
vaso, llenarlo con hielo, y servirme un vodka con tónica.
Me dejé caer en la silla y acepté la copa con gratitud.
—Realmente no debería beber esto.
—Sólo uno. Tal vez dos. Podrás dormir como un bebé esta noche. —Rose
saltó sobre el mostrador y esperó a que le explicara.
100

Tomé un largo trago y dejé el vaso.


—Mi día fue un completo show de mierda desde el segundo en que me
Página

desperté hasta que salí del teatro.


—¿Qué pasó cuando te despertaste?
Hice una mueca.
—Tuve un sueño extraño.
Rose levantó una ceja.
—¿Acerca de?
Traté de pensar en una manera de preguntar sin develar nada.
—¿Alguna vez has tenido un sueño acerca de uno de los chicos? Quiero
decir, además de Tricky.
Ella rió.
—Oh Dios mío. ¿Con quién soñaste?
Fallo épico.
—Blane.
—Mentirosa.
Mis mejillas estaban calientes.
—¡No estoy mintiendo, Rose! Él estaba allí.
Ella me miró.
—Y luego se convirtió en West.
Negó con la cabeza y se echó a reír.
—¡No te burles de mí! Fue muy terrible, y podría haber arruinado todo mi
día. Casi te desperté para contarte esta mañana.
—Me gustaría que lo hubiera hecho.
—Ahora, ¿quién es la mentirosa?
—Estás bien. Probablemente te habría golpeado dormida.
Suspiré.
—De todos modos, estaba en los ensayos durante todo el día con Blane,
todo un día con sus estúpidas manos sobre mí, mirándome como si yo fuera una
caja de donuts de contrabando en el campamento para obesos.
Rose rió.
—Simplemente no lo entiendo. Quiero decir, me mira como si me deseara,
pero cuando estamos juntos, no me da la sensación de que esté así de interesado.
Y anoche fue terrible, Rose. Terrible. No quiero hacer eso de nuevo, no así.
Ella cruzó sus tobillos colgando.
101

—Bueno, podrías romper o tratar de hacer que funcione. Tal vez es sólo
Página

malo en la cama. Tal vez realmente le gustas. O tal vez te está usando.
Era cierto. Podría haber sido algo de eso. Mi estado civil era tan claro como
la ventana del sótano de un asesino en serie.
—No entiendo lo que es este juego. No sé cómo jugar, Rose. —Dejé caer mi
cabeza a mis manos—. ¿Qué demonios estoy haciendo?
—Estás confundida, y con buena razón. Esperabas que fuera todo lo que
imaginabas.
—No lo era. No lo es. —Negué con la cabeza—. No sé si puedo seguir
viéndolo. Me sentí tan usada anoche.
Su rostro era suave.
—Sólo quería creer que el que nos liáramos era el primer paso hacia algo
más, pero estoy empezando a pensar que era cien por ciento irreal. Sólo me dio
la carne caliente y me botó. —Tomé otro trago largo, casi vaciando el vaso.
Levanté la mirada cuando Maggie asomó la cabeza fuera de nuestra
puerta, con las mejillas rosadas, luciendo avergonzada.
—Hola, Lily.
Di un grito ahogado y salté de la silla, después de haber olvidado por
completo con todo el drama que Maggie se estaba mudando hoy.
—Oh. Dios mío. ¡Maggie! Lo siento mucho. —La vergüenza se apoderó de
mí mientras le daba un abrazo—. ¿Lo hiciste bien? ¿Ya te instalaste?
Ella me hizo un ademan restándole importancia.
—Oh, estoy bien. Estaba desempacando y te oí llegar, pero no quería
interrumpir. Y entonces me sentí como una enferma. —Se rió torpemente.
—Me alegro de que salieras. —Conecté un brazo entre los suyos y
caminamos de regreso a la mesa para sentarnos—. Me siento como si tuviera
que hacerte más preguntas, pero no puedo pensar en una sola. No sé si estoy
emocionalmente equipada para ver fuera de mi tormenta de mierda hoy.
—De verdad, estoy bien. Sólo emocionada de estar aquí más que nada. —
La sonrisa de Maggie era suave y dulce—. Entonces, ¿quién es este tipo Blane
del que hablaban?
Rose se deslizó fuera del mostrador y sirvió tres tragos en esta ocasión,
uno para cada una.
Tomé el mío casi vacío hasta el fondo y agarré otro.
—Blane es el chico que he deseado desde que fui lo suficientemente mayor
como para desear a alguien.
—Pero… —Maggie provocó.
102

—Pero, es un intenso gran imbécil que al parecer sólo me quiere por mi


agujero de dama. —Tomé otro trago, deseando poder lavar el conocimiento—.
Página

Alégrate de que no estabas aquí anoche cuando llegué a casa. No estaba bien.
Rose resopló.
—Cuando llegué a casa del trabajo, estaba viendo 10 cosas que odio de ti,
acurrucada en el costado de West como un perezoso.
—¿Qué? Siempre me hace sentir mejor. No me da vergüenza que las
comedias adolescentes de los años 90 lo hagan por mí.
Maggie se rió.
—A West le encanta esa película
—Shh, que se supone que es un secreto —me reí—. Estuve despierta hasta
demasiado tarde, y el agotamiento definitivamente no está ayudando a mi estado
mental. Uno más de estos bonitos bebés, y voy a estar fuera como un disco. —
Agité mi vaso—. Así que, Blane es también mi pareja una gran parte del tiempo,
lo que fue súper incómodo hoy. Es tan extraño que hace un par de días, me
pareció que tener sus manos en mi cuerpo era la cosa más sexy del mundo.
Ahora son como garfios. —Suspiré, sacudiendo la cabeza—. Uf, ¿cómo voy a
aguantar los ensayos todos los días con él?
Rose me dio una mirada comprensiva.
—Bueno, vas a tener que encontrar una manera de superarlo y seguir
adelante.
La miré como si le hubiese brotado un brazo extra.
Ella se encogió de hombros.
—No he dicho que sería fácil.
Gemí y enterré mi rostro en la curva de mis brazos sobre la mesa.
Alguien tocó a la puerta, pero no me moví. Renunciaría. ¿Problemas? Qué
problemas. No comprende, amigo.
Oí la voz de Blane cuando Rose abrió la puerta y tiré de mi cabeza fuera
de la mesa como si me hubieran golpeado con un bastón eléctrico. Bastante
segura de que mis ojos parecían pelotas de golf mientras miraba a Maggie, que
parecía confundida. Blane, moduló ella, y su rostro se estiró por la sorpresa, sus
labios en una pequeño 'o'.
Alisé mi cabello y salté de la silla, volviéndome hacia el espejo que colgaba
de la pared. Al menos no lloré. Podría haber sido peor.
Tomé una respiración profunda y caminé alrededor de Rose hacia la
puerta.
Blane estaba de pie en el pasillo con una mirada abatida en su rostro, con
un ramo de lirios de agua, mis flores menos favoritas de toda la familia de lirios.
103

Pero, aun así. El tipo me trajo flores, y sus ojos estaban tan tristes. Mantuve mi
barbilla en alto, pero casi pude oírme a mí misma estar de acuerdo a todo lo que
Página

quería. Él había estado persiguiéndome todo el día tratando de hablar conmigo,


pero nunca imaginé que se presentaría en mi puerta luciendo como si su helado
se hubiese caído al suelo.
Estaba demasiado confusa para estar enojada en ese momento, pero pude
fingir como la mejor.
—Gracias, Rose —dije con un guiño, y ella le dio una mirada de reproche
una vez más antes de volver al apartamento. La oí cerrar la puerta de su
dormitorio, y luego la mía—. ¿Qué quieres, Blane?
—¿Puedo entrar?
Ugh. —Claro —Me puse a un lado para dejarlo pasar y cerré la puerta
detrás de él. Cuando lo hice, doblé mis brazos, con la esperanza de que pareciera
que no tomaría ninguna mierda. Estaba bastante segura que no lo haría. Como,
treinta por ciento positivo.
—Sé que estás molesta conmigo, y creo que sé por qué. Sabes, cuando te
fuiste anoche, no podía dejar de pensar en ti. —Dio un paso más cerca—. Estaba
fuera de mi juego, ¿sabes? Y quería disculparme hoy, pero no me hablabas. Así
que vine a decir que lo siento. —Él extendió las flores.
Me quedé allí por un momento, recorriendo varios escenarios. Tomar las
flores y golpearlo con ellas en una explosión de pétalos y hojas. Aceptarlas antes
de saltar a sus huesos en la cocina. Ambos resultados eran igualmente
satisfactorios, así que seguí adelante y tomé las flores con un suspiro.
—Gracias, Blane. Son hermosas.
Se acercó más y puso sus manos en mis brazos, mirándome a los ojos.
—Mereces algo mejor que eso.
—Tienes toda la maldita razón, lo hago.
Blane sonrió, y mis rodillas se sintieron como gelatina. ¿Cómo hizo eso?
Ese imbécil.
—Dame algo más para hacer por ti. Quiero estar bien contigo.
Y eso fue todo. Mi determinación se disipó como el humo, y me tranquilicé
bajo su toque, sonriéndole.
—Todo bien.
Mis ojos estaban puestos en sus sensuales labios mientras su sonrisa se
extendía más y más.
—Con una condición.
Sus labios se congelaron antes de llegar a la cima.
—¿Cuál es?
104

—No tendré sexo contigo otra vez hasta que sepa que estás yendo en serio.
Página

La sonrisa se puso en marcha otra vez y tal vez estaba siendo paranoica,
pero esta vez no lo compraría.
—Por supuesto. Todo lo que quieras. —Me atrajo en un abrazo—
¿Entonces estamos bien?
Su pecho era cálido y sólido en mi mejilla.
—Sí, estamos bien.
—Gracias por darme otra oportunidad, Lilypad.
Me estremecí.
Se echó hacia atrás y con la punta de sus dedos levantó mi barbilla para
colocar un suave beso en mis labios.
—Escucha, tengo que irme, pero me alegro de verdad de que estemos bien.
Odiaba tocar el tema, pero Nadia todavía estaba en mi cabeza, zumbando
alrededor como una avispa, y no podía dejarlo ir sin preguntar.
—Antes de que te vallas, quería preguntarte algo.
—¿Qué pasa?
Respiré, todavía envuelta en sus brazos.
—Nadia dijo que te vio ayer por la noche.
Él negó con la cabeza y traté de leer su expresión, pero estaba en blanco.
—Caí en el estudio después de que te fuiste. No le hagas caso. Está
tratando de conseguir sacarte para ocupar tu lugar. —No le creí, pero tampoco
era que estaba convencida de no creerle—. ¿Eso es nuevo, sabes?
Él se rio entre dientes, y el sonido viajó a través de su pecho contra el mío.
—No dejes que te afecte. Eso sólo la anima. —Me besó en la frente—. Te
mandaré un mensaje más tarde, ¿de acuerdo?
—Suena bien —dije mientras se alejaba.
Abrí la puerta y lo vi caminar por el pasillo hasta las escaleras, diciéndome
adiós con las manos una vez más encima de su hombro antes de que estuviera
fuera de vista. Suspiré y cerré la puerta, mirando los lirios.
Rose salió de su habitación, con los ojos grandes.
—¿Flores? ¿Son lirios de agua? —Tomó el ramo—. Las odias.
Suspiré de nuevo y me encontré caminando de regreso a mi bebida.
Maggie asomó su cabeza.
—¿Se fue?
—La costa está clara —le dije mientras Rose se sentaba a mi lado y
105

colocaba las flores en la mesa.


Maggie tomó un asiento y empujó el ramo.
Página

—Lirios, ¿eh? Original.


Solté un bufido, con el vaso colgando en mis manos.
—Lirios regulares están bien. Quiero decir, es un poco obvio, pero me
gustan. Pero, ¿lirios de agua? Eso es lo que mandas cuando alguien muere. —
Hice un gesto hacia ellos con mi bebida—. ¿Qué clase de maldito regalo darías a
la chica con la que piensas reconciliarte? Además, se ven como vaginas.
Rose casi se ahogó con su bebida, y cuando logró tragar lo que faltaba,
frotó su nariz.
—Aww, sí que quema —dijo, riéndose.
—¿Qué dijo? —preguntó Maggie.
—Se disculpó y me pidió que le diera otra oportunidad.
—¿Y dijiste que no? —animó Rose.
—Si por “no” te refieres a “sí”, entonces totalmente.
—Ugh, Lily —gimió Rose.
—¡No me hagas sentir culpable, Rose! Viste su rostro. De verdad creo que
quiere intentar que esto funcione, y me arrepentiría si no lo pudiera entender del
todo, así que no me juzgues de esa manera. Esto es profundo, como siempre lo
ha sido ya que mis hormonas se vuelven locas. Estoy dispuesta a pasar mucho
por alto. Sí, apesta en la cama. Tal vez sea increíble de otra manera.
—Probablemente no.
—¡Cruel! No lo sabré con seguridad hasta que lo intente, ¿cierto? Tengo
que montar la bicicleta Noah, Rose. Tengo que hacerlo.
Rose levantó sus manos.
—Muy bien, muy bien. Bien. Lo entiendo. El arrepentimiento no es algo
fácil de cargar. —Sus ojos estaban en su trago—. Algunas veces pienso en Tricky
de esa manera, ¿sabes? ¿Qué tal si las cosas hubieran sido diferentes? Porque
se sentía bien en el momento, pero ¿qué tal si hubiera tomado decisiones
diferentes? ¿Qué tal si él lo hubiera hecho? ¿Qué tal si le hubiera dicho lo que
realmente quería y cómo me sentía sobre él? Pero no lo hice. No lo hizo. Y
estamos donde estamos. Las cosas son muy complicadas para retroceder ahora.
Maggie se inclinó en la mesa.
—¿Qué pasó entre ustedes dos?
Rose suspiró antes de tomar un largo trago. Bajó el vaso.
—Por un tiempo, fue perfecto, ¿saben? Teníamos este acuerdo, ya que
habíamos sido amigos primero. La única forma en que arriesgaríamos nuestra
106

amistad era tratar de dejar de lado las expectativas. Si alguno de nosotros quería
salir, todo lo que teníamos que hacer era decirlo, y prometimos no hacer
Página

preguntas. Un día, dijo que se había terminado, y tuve que estar de acuerdo. Sin
embargo, pensé que sería temporal. Pensé que lo que teníamos era más fuerte
que el que pudiésemos alejarnos. Pero la noche siguiente, trajo a otra chica a
Habits para pasar el rato con el grupo, mientras yo trabajaba. Ni siquiera pude
irme. Tuve que sentarme allí y mirar.
Maggie negó con la cabeza.
—Qué movimiento de imbécil.
Le di una mirada a Rose.
—Sabes que no es tan simple, Rosie.
Se encogió de hombros.
—Me dijo al día siguiente que solo había estado asustado, que quería
intentarlo de nuevo. Pero para ese punto, era muy tarde, estaba demasiado
herida para regresar. —Se removió en su asiento y tomó su bebida de nuevo—.
De todas formas, me hubiera gustado haber dicho algo desde el inicio. Decirle
como me sentía, dar una pelea cuando pudo haber cambiado las cosas. Pero
ahora nunca tendré la oportunidad. No hay reparación para esa parte de nuestra
relación, no cuando aún estamos tratando de remendar nuestra amistad.
—Además —añadí— tienes que soportar su ardor sin llama diariamente.
Rose se rió. —Ugh. Eso.
—Es tan intenso. —Maggie tomó un trago.
Rose dejó salir una respiración.
—No tienes idea.
Maggie se recostó en su silla. —Creo que siempre me preguntaré si de
alguna forma fue mi culpa, lo que pasó con Jimmy. Quiero decir, sé que es un
imbécil, y que probablemente no haya nada que alguna vez pueda cambiar eso.
Pero nadie quiere aprender una verdad como esa en el día de su boda
encontrando a su prometido follándose a la dama de honor una hora antes de la
ceremonia.
Negué con la cabeza.
—Eso no tiene nada que ver contigo.
Maggie solo miró a su bebida.
—Lo que es triste es que mucha gente sabía que me estaba engañando,
pero nadie me lo dijo. Al menos lo supe antes de casarme.
Rose llevó su rodilla a su pecho.
—Aquí está la cosa sobre chicos como ese, podrías haber sido la chica de
sus sueños, peor aun así iba a andar follando alrededor. Y tienes razón con
107

respecto a darte cuenta antes que tarde. Mejor el día de tu boda que luego de
haber estado casada diez años y tener niños. ¿Puedes imaginarlo?
Página

Maggie se rió, el sonido mezclado con tristeza.


—Follando a mi mejor amiga detrás de la casa inflable en la fiesta de
cumpleaños.
Rose resopló y retorció su cabello oscuro sobre su hombro.
—O a la presidenta de la OPM detrás de bastidores en la obra de teatro de
la escuela.
Me reí.
—O a la líder de la tropa de las Chicas Exploradoras en una pila de Thin
Mints. ¿Ves? Eso habría arruinado la galleta favorita de Estados Unidos.
Maggie suspiró.
—Sabes, lo que nunca olvidaré es la expresión en su cara. Estaba en un
maldito esmoquin, y Laura tenía su vestido de dama de honor enganchado en
sus caderas. Algo que nunca pensé que vería en mi boda, fue su vagina.
Tomé un trago.
—En serio ni siquiera me lo puedo imaginar. ¿Y luego de todas formas
tuvieron la recepción?
—Bueno, Papi ya había pagado por ella, y todos a ese punto necesitábamos
emborracharnos.
—No puedo creer que te hayas dejado el vestido y encontrado una manera
de disfrutar como una tipa dura.
Maggie se rió entre dientes.
—Oh, bueno, créeme, lloré mi parte justa. Soy afortunada de haberlos
tenido a todos ustedes allí conmigo. Si no hubiera sido por ustedes
manteniéndome riendo, hubiera sido aún más oscuro de lo que fue.
—Fue una buena fiesta —añadí.
Maggie levantó su vaso.
—Aun cuando los chicos se fueron a cazar a Jimmy.
Rose negó con la cabeza.
—Afortunadamente estaban demasiado ebrios para llegar muy lejos. West
iba a desfigurar al tipo.
—Nah —Maggie dijo y tomó un trago—. Para eso estaban Tricky y Cooper.
—Como si pudieran haberlo detenido una vez que se pusiera en marcha.
Maggie sonrió.
—Se siente realmente bien estar sin Jackson. No podría ir al mismo
108

supermercado que Laura de nuevo sin querer abrir un paquete de maquinillas


de afeitar para atacarla.
Página

Rose se burló. —Ugh, ¿realmente iban al mismo supermercado?


—Solo una vez, y entonces prometí que nunca compraría en otro
FoodTown de nuevo. En ninguna parte. Si alguna vez voy a Canadá, y tienen
uno, no daría un paso en la puerta. Lo juro por Dios. —Todas nos reímos—. Y
Jimmy… bueno no podría soportarlo tratando tan malditamente fuerte de
recuperarme. Ya saben, te decides a hacer algo, y te empeñas en ello. Y luego
ese imbécil te manda flores. Llora. Suplica. Se pone de rodillas y te dice que
quiere que seas la madre de sus hijos y que ha cometido un error. Que nunca lo
hará de nuevo, jura. La mayor parte de ti quiere patearlo en los dientes. Pero
parte de ti quiere creerle. No podría sentarme en medio de esa lucha nunca más.
Tenía que alejarme.
Rose inclinó la silla hacia atrás para tomar una botella de vodka y servirse
otro trago, dejando la botella en la mesa.
—Y ahora que estás lejos, ¿cómo te sientes?
La sonrisa de Maggie era llena y genuina.
—Como si fuera completamente nueva. Como si todo lo que sucedió antes
fue un mal sueño, y ahora tengo que empezar de nuevo. Una cosa que sí sé es
que no me quiero enamorar de nuevo, no por mucho tiempo. No hasta que mis
heridas sanen. Por ahora, quiero divertirme y ser joven y no preocuparme mucho
sobre sentar cabeza.
—Brindo por eso. —Rose levantó su vaso.
Levantamos nuestros vasos y tomamos un trago.
—Así que —Maggie continuó— Tengo cinco meses antes de que el trabajo
empiece de verdad. Necesito certificarme para enseñar en Nueva York, así puedo
empezar a subyacer aquí y allá y encontrar un trabajo permanente. Tengo el
reintegro de mi luna de miel casi completo para ayudarme, Papi pagó por eso
también, por cierto, y tengo los ahorros que pude reunir. Mi plan es usar este
tiempo para descomprimirme antes de volver a ser un adulto.
Asentí mi aprobación.
—Ese plan suena exactamente como lo que necesitas. Estás tan bien
ajustada para todo lo que ha pasado. Solo no sé cómo lo haces.
Maggie se encogió de hombros.
—Podría estar en un poquito de negación.
Todas reímos.
—Lo que sea, sin embargo, porque eso hace que lo logre a través de mis
días. Solo ha pasado un mes, así que tengo un mal presentimiento de que me
estoy dirigiendo a una depresión nerviosa masiva. Aún no he tenido una real. Es
109

raro porque puedo sentir que está debajo de la superficie, como si estuviera
esperando para salir. Pero mayormente me siento bien, así que solo sigo con ello.
Página

—Bien —añadí— Rosie y yo somos expertas en emborracharnos y perder


nuestra mierda, así que, si alguna vez quieres participar, solo háznoslo saber.
Se rió. —Trato. Y me disculpo por adelantado porque cuando se caiga la
tapa de mis emociones, probablemente va a ser feo.
Levanté mi vaso y lo choqué con el de ella. —No te preocupes, hermana.
Te tenemos.
110
Página
10
Esta perra
West
El Manantial se encontraba pesadamente en mi regazo, la tapa dura tan
masivamente pesada como las palabras en su interior. El apartamento estaba
en silencio. Patrick estaba trabajando, y había estado tratando de mantener mi
mente ocupada desde la emoción de la llegada de Maggie, pero todavía no podía
concentrarme en la calificación de los ensayos. Así que tomé mi libro favorito,
con el cual tenía una cita pendiente, leyéndolo una y otra vez cada vez que el
estado de ánimo era el correcto, continuando mi lectura como si nunca hubiera
parado.
—Howard, todo lo que me pidas. Cualquier cosa. Vendería mi alma...
—Esa es la clase de cosas que quiero que entiendas. Vender tu alma es lo
más fácil del mundo. Eso es lo que hace todo el mundo cada hora de su vida. Y si
te pidiese que mantuvieras tu alma. ¿entenderías que eso es mucho más difícil?
Aparté la mirada hacia mi ventana, donde la ciudad se movía hacia la
noche, la frase del libro rodando por mi mente mientras me sentaba en solemne
silencio.
Llamaron a la puerta y levanté la mirada para ver a Maggie entrar. Ella era
un regalo para la vista: el sólo hecho de tenerla cerca por unas horas me había
traído un montón de consuelo, al tener un poquito de casa en Nueva York para
siempre. Y saber que todos podríamos ayudarla a avanzar era el bono agregado.
—¿Cómo te va? —le sonreí y puse mi gastado separador de hojas en la
página antes de lanzarlo sobre la mesa de centro ruidosamente.
111

—Bien, finalmente desempaqué —se dejó caer en un sillón—. Uf, no Ayn


Página

Rand otra vez. —Empujó el pesado libro con la punta del pie, pero no se movió.
—Odiosa.
Dejó caer la barbilla, labios planos.
—Es un montón de mierda pretenciosa escrita por una ególatra, fría como
la piedra e indiferente.
Me encogí de hombros.
—Quizás a primera vista, pero no es así como yo lo veo. Es sobre el poder
del yo. Se trata de sobrevivir contra todo pronóstico, estrictamente por la fuerza
de voluntad y la creencia en tu propia visión. Se trata de tener éxito; no porque
alguien te dé su aprobación, sino porque hiciste lo que te propusiste a hacer.
Alcanzaste el éxito utilizando sólo el poder que existe entre tus orejas, a pesar
de que las probabilidades estaban en tu contra.
Maggie hizo una mueca, haciendo caso omiso de todo lo que había dicho.
—Roark viola a Dominique.
—¿Eso fue todo lo que te quedó? —negué con la cabeza—. Es consensuado,
Mags. No es violación, es rendición.
Ella cruzó los brazos sobre su pecho.
—Paso.
—Esa es la belleza de los libros, hermanita. Lo que no significa nada para
uno tiene un profundo efecto en otro —volví a cruzar los tobillos—. Entonces,
quisiera saber dónde diablos pusiste todos esos zapatos.
—Bajo mi cama, junto con la mayor parte de mi ropa en unos
organizadores rodantes. Lily y Rose también me consiguieron una linda cómoda
de segunda mano.
—Si lo sé. ¿Adivina quién la subió por las escaleras?
Ella se rio y se animó, su cara animada mientras se inclinaba hacia
adelante.
—Uy, hombre, imagínate que el novio de Lily, o lo que sea, vino a casa hoy.
—Hizo una cara de pato, sacudiendo la cabeza—. Hombre, ese tipo es sexy.
Sentí mi ceño fruncirse.
—Ah, ¿así que conociste el infame Blaney?
Ella resopló.
—¿Así es como lo llaman? Eso es terrible. De todos modos, no diría que
fue una presentación oficial, sólo alcancé a verlo momentáneamente antes de
correr a nuestra habitación para darles un poco de privacidad. Le trajo flores y
se disculpó por ser un bicho raro.
112

Mi ceño se profundizó.
—Con que flores, ¿no?
Página

—Sí, lirios de agua.


—Ella los odia. —El pensamiento me hizo sentir mejor. Petulante, incluso.
—Lo sé. Tan obvio, ¿verdad? No creo que él sea el crayón más brillante de
la caja. Y al parecer, él no es el, digamos… el amante más atento.
Mi ceño se redujo.
—Sí, eso he oído.
Maggie me miró por un segundo, con los ojos entrecerrados.
—¿Eso te molesta?
—¿Por qué lo haría?
—No sé, West. ¿Por qué lo haría?
Fruncí el ceño.
—Sólo tengo un mal presentimiento acerca de ese chico.
—¿Y qué tipo de hombre te sentaría bien?
—Del tipo que la respete. Que la trate como si supiera qué es lo que tiene.
El tipo que haría cualquier cosa para mantenerla.
Maggie se veía divertida.
—Si ella encontrara a alguien que la amara y respetara según tus muy
altos estándares, ¿te sentirías mejor o peor?
Hice una mueca.
—¿Que se supone que significa eso?
Maggie me sonrió como si supiera algo que yo no y se recostó en el sillón,
levantando sus manos en señal de rendición.
—Nada.
Retorcida irritación me recorrió.
—Escucha. El tipo ese ni siquiera la ha llevado en una cita. ¿Y qué si le
trajo flores? flores que ella odia, recordemos eso. No confío en un hombre que
mantiene a una chica como Lily en secreto.
—De acuerdo, bien. Está bien.
Pero yo seguí adelante, incapaz de callarme y dejarlo ir.
—Y ella nunca sale con nadie, Mags. Nunca. Si va a arriesgar su corazón,
más le vale a ese pendejo cuidar de él. Confío en ella tomando sus propias
decisiones, pero me preocupa que esté demasiado cegada por su enamoramiento
para verlo por lo que realmente es.
113

Puso las manos en alto.


—¡Bueno! No sabía que era un tema tan delicado, cielos.
Página

Yo tampoco. Mi estado de ánimo se había vuelto de mierda, apestando con


una agitación que no era capaz de resolver. Mi teléfono sonó en el sofá junto a
mí, y lo levanté para ver que era un mensaje de Christine.
Solo verificando, ¿todavía estas interesado en ir a la fiesta de Amanda?
Tal vez en parte por despecho, respondí: Me apunto. ¿A qué hora?
Tomemos un trago antes. ¿Dónde quieres que nos encontremos?
Conozco el lugar perfecto. Le envié la dirección de Habits y sonreí.

Lily
El sudor del vaso de mi tercer vodka con tónica rodó sobre mi mano
mientras me sentaba sola en mi tranquilo apartamento. Maggie se había ido
donde West después de que Rose se fuera a trabajar, y me dejó sola para
contemplar el estado de mi relación, o la falta de uno.
Los estúpidos lirios de muertos se burlaban de mí desde la mesa,
encaramados en el jarrón más feo que poseíamos como una broma. Debería
haber sido más agradecida. Realmente era dulce de su parte, ni siquiera podía
recordar la última vez que un chico pensó en comprarme flores. Pero todo esto
me había confundido justo cuando creí descubrir lo que quería. Es decir, no él.
Luego se mostró tan dulce, y ahora no estaba tan segura.
Me quedé deseándolo de nuevo, o deseando una versión de él que no
estaba segura de que existía. Pero esa vieja imagen que tenía de él era tan fuerte
en mi mente, tan poderosa, que me encontraba esclava de ella. Quería tanto que
fuera ese hombre, sentía como si pudiera hacerlo existir.
Suspiré, considerando otra bebida, pero tuve que parar. Tres bebidas se
encontraban más allá de mi límite.
Se abrió la puerta detrás de mí, y miré por encima de mi hombro para
encontrar a Maggie entrando.
—¿Te has movido de ese lugar?
Miré de nuevo a mis pies.
—No.
—Bueno, vamos, huesos perezosos. Iremos a Habits.
Hice una mueca hacia mis calcetines.
114

—No lo sé. Tengo que levantarme temprano. Además, ya alcancé mi límite


de bebida.
Página

—Entonces puede sir sólo para recuperar la sobriedad. No vamos a


permanecer mucho tiempo. West se encontrará con una chica allí, así que
cuando se vayan, voy a estar sola.
Esta vez, mi mueca fue dirigida a Maggie.
—¿Una chica? ¿Qué chica?
Se encogió de hombros y agarró su suéter de la parte posterior de la silla.
—¿Christine, creo? Otra AP. —Desapareció dentro del suéter, y su
cabellera salió primero, sus rizos rebotando.
—Nunca oí hablar de ella.
Maggie se encogió de hombros, pero me miró como si supiera algo.
—Extraño. Vamos a verla.
Ya estaba levantada.
—Trato hecho.
Me dirigí a mi habitación y me puse los vaqueros de color gris claro, mi
blusa rosa favorita de con cuello en V, y botines de color gris oscuro,
inspeccionándome en el camino. Mi pelo era un desastre después de secarse al
aire, no lo suficientemente caliente. Me dirigí al baño y agarré fijador y un peine,
cubriendo toda su longitud y trenzándolo en una cola de pez desordenada que
dejé colgando sobre mi hombro.
Mejor. Le sonreí a mi reflejo.
Nuestra joyería colgaba en una serie de ganchos y cables en la pared del
baño, y elegí un collar de oro fino y un guardapelo largo de oro que era de mi
abuela. Entonces coloqué brillo labial. Luego rímel y un par de pulseras. Y con
eso, de repente, estuve totalmente vestida para salir.
Culpaba al vodka.
Mis botas resonaron en el piso mientras salía del cuarto de baño, aun
intentando cerrar el broche de la pulsera a último minuto.
Maggie me evaluó mientras me acercaba.
—No sabía que nos arreglaríamos.
Me encogí de hombros.
—Fue un accidente. —Agarré mi bolso.
—Bueno, te ves accidentalmente impresionante. —Maggie sonrió, y su
teléfono sonó. Miró a su pantalla—. West está abajo.
—No hagamos esperar al hombre. —La seguí y cerré la puerta detrás de
115

nosotras antes de bloquearla, aunque me tomó un poco más de lo que


probablemente debía. ¿Qué? El pasillo es oscuro. Además, soy un peso ligero.
Página

Traté de sonar indiferente, pero me moría de ganas de saber de esta chica.


Además, el vodka. Con bastante seguridad mi voz se hallaba media octava
demasiado alta para ser considerada indiferente cuando pregunté:
—Entonces, ¿no sabes nada acerca de Christine?
Seguimos nuestro camino por las escaleras, y Maggie me miró.
—Sólo que irá a una fiesta con ella esta noche.
—¿Sabes en qué departamento está ella en Columbia?
Maggie sonrió.
—Nop. Sé tanto como tú.
Fruncí el ceño.
—Nunca antes la mencionó.
—Ni a mí tampoco. Supongo que lo veremos, ¿eh?
—Supongo que sí. —Nuestras pisadas resonaron en la escalera por un
momento mientras caminábamos en silencio—. Me pregunto por qué no ha
hablado de ella. No podría ser tan serio, ¿verdad?
—Tienes mucha curiosidad respecto a ella.
Me reí, tratando de sonar calmada.
—Quiero decir, es sólo extraño. Creí que West y yo hablábamos de todo.
—No le dijiste mucho sobre Blane hasta la otra noche, ¿verdad?
—Eso es diferente —me burlé.
—¿Cómo?
—Porque no sé lo que Blane y yo somos aún.
—Tal vez Christine y West pasan por lo mismo.
Hice un ruido evasivo y abrí la puerta del edificio.
West se encontraba cerca de la acera en una camisa a cuadros abotonada
justo por encima de los codos. Sus tatuajes bajaban a la mitad de su antebrazo,
con las manos en los bolsillos. Su cabello oscuro era esta noche espeso y rizado
justo en su cuello, con onda en la parte superior por donde pasó sus dedos.
Cuando me vio, sus ojos azules brillaron, o tal vez sólo imaginé que lo hacían.
Tomé una respiración, sintiéndome abrumada por verlo. Tal vez no debería
haber aceptado venir después de los vodkas con tónica de Rose. Me pregunté
cuánto más me sirvió de lo que noté.
Le sonreí, tratando de cubrir el hecho de que lo estaba contemplando y
que todavía me dolía que me ocultara a Christine. Pero pensé en cómo quería
que a West le gustara Blane, o al menos lo intentara. Y así, me decidí. Me iba a
116

agradar, sin importar qué. Abordaría el tren del apoyo.


—Hola, amigo —dije cuando nos acercamos.
Página

—Hola, señoritas. —Su voz era profunda y retumbante—. No esperaba


verte esta noche, Lil.
—Es culpa de Rosie —le dije mientras caminábamos hacia Habits—. Me
dio de beber hasta que perdí mi capacidad de ser responsable con mi tiempo.
Además, Maggie dijo que me llevaría a casa antes de que me convirtiera en una
calabaza.
Él me miró, sonriendo.
—¿Beber y salir hasta tarde? ¿Quién eres?
Me reí.
—Aparentemente una nueva yo, una que probablemente me odiará
mañana a las cinco cuando suene mi alarma. —La conversación se sosegó por
un segundo, y luché contra el impulso de mencionar a Christine. Por lo menos
no perdí toda mi inhibición. Tenía que actuar como si no me importaba, aunque
la curiosidad me carcomía, arañando mi garganta para salir.
—¿Trabajas todos los días, Lily? —preguntó Maggie.
—Casi. Mi día libre a la semana es el lunes, pero voy a tener el verano
libre, más o menos.
—Guau. ¿Cuántas horas al día?
—Bueno, por lo general llego al teatro temprano para ir a la sala de
fisioterapia, estirar, ese tipo de cosas. La clase de Barra comienza a las diez y
media, que es nuestro calentamiento hasta las once y cuarenta y cinco. Luego
tenemos los ensayos desde las doce hasta las seis y presentaciones entre dos y
cinco noches por semana, comenzando alrededor de las siete y media.
Maggie sacudió la cabeza, la boca abierta.
—Eso es una locura. ¿Cómo soportas trabajar tanto?
—Fácil —dije con un encogimiento de hombros—. No se siente como
trabajo. La temporada es desde septiembre hasta principios de junio, y luego
durante el verano tenemos clases y giras y esas cosas, pero es mucho menos
riguroso.
—Eres una dura.
Solté un bufido.
—Más bien una obsesa.
Nos acercamos a la puerta de Habits y West abrió la puerta para nosotras.
Seguí a Maggie, y cuando pasé a West, él puso una mano en la parte baja de mi
espalda. Era una cosa tan extraña de notar, algo que había hecho cientos de
veces, pero nunca antes le había prestado atención.
117

Estúpido Vodka. Lo peor idea del mundo.


Página

Rose nos saludó desde detrás de la barra, señalando tres asientos cerca
del final. Caminamos a través de la pequeña multitud, y West tomó el asiento
más lejano de los tres. Maggie tomó el primero, dejándome el del medio como
única opción.
Rose se echó la toalla sobre el hombro y se apoyó en la barra, sonriendo
mientras tomaba mi asiento. Los collares que tenía yacían casi sobre el escote
de la camiseta de tiras negra que llevaba, y su cabello negro enmarcaba su rostro
y hombros. Incluso tenía lápiz labial rojo esta noche. La chica era una cantinera
mortal.
—¿Qué estás haciendo aquí, Lil? Me imaginé que estarías desmayada por
ahora.
Me encogí de hombros y metí mi bolso en mi regazo, sólo un poco molesta.
—Estoy autorizada a salir una noche hasta las diez, ¿verdad?
Me sirvió un agua y negó con la cabeza, sonriendo.
—Todo lo que quieras. ¿Qué quieren ustedes dos de beber?
—Makers con ginger ale —respondió West.
—Lo mismo para mí —añadió Maggie.
—Tal vez yo también quiero una bebida, Rose.
Ella levantó una ceja.
—¿Ah? ¿Qué puedo hacer por ti, princesa?
Sonreí.
—Agua está bien. Gracias por preguntar.
—Típico. —Rose rodó los ojos, riendo mientras dejaba dos vasos para
whisky sobre el mostrador y los llenaba de hielo—. Entonces, ¿cuáles son sus
planes esta noche?
Afortunadamente Maggie respondió porque yo ni siquiera estaba segura
de por qué estaba allí.
—Solo vine a saludar y hacerle compañía a West mientras espera a un
amigo.
Rose vertió whisky sobre el hielo.
—¿Cooper o Patrick?
—Christine —dijo West, y los ojos de Rose se lanzaron hacia él.
Ella hizo una mueca.
—¿Quién es Christine?
118

Dios bendiga a Rose. Esperé su respuesta, bebiendo mi agua.


Página

West se removió en su asiento, luciendo un poco incómodo.


—Una Asistente de Profesor de sociología que conozco. Vamos a una fiesta
que otro estudiante graduado organizó.
La ceja de Rose subió mientras le entregaba a él y a Maggie sus bebidas.
—¿Una pachanga intelectual de Columbia? Siempre me he preguntado qué
sucede en una de esas. ¿Se emborrachan con vino sauvignon blanc y hablan de
Nietzsche?
Él acercó su bebida a los labios.
—No seas boba. Bebemos pinot noir y comparamos notas al margen de
Lolita.
Rose resopló.
—Hola, chicos —dijo Cooper detrás de nosotros. Me volví a saludarlo
mientras todos dijimos hola al mismo tiempo. Se veía increíble, como siempre;
como un millonario hijo de puta al que ni siquiera le importaba serlo. No sabrías
al mirar al alto, moreno playboy que estaba forrado. Eran los pequeños detalles.
Su reloj Cartier. El abrigo Pierre Maheo y la camisa Massimo Dutti que nadie
sabría que eran de diseñador, y los pantalones que se le ajustaban como si
estuvieran hechos para él, lo cual era posible. Él era de alguna manera elegante
y casual, todo al mismo tiempo.
El tipo era un imán de vaginas andante.
Rose le sirvió un whisky sencillo, pasándoselo entre West y yo.
—Gracias, Rosie —levantó su copa a ella antes de tomar un sorbo—. ¿Qué
estás haciendo fuera, Lily?
Resoplé.
—Dios, ¿es realmente tan sorprendente que salga una noche entre
semana?
Todos me miraron.
Levanté una mano.
—¿Saben qué? No respondan a eso.
Cooper sonrió.
—No me malinterpretes. Lo apruebo. —Asintió hacia mí y West—. ¿Ya
decidieron si van a venir a Noir el sábado?
El rostro de Maggie se iluminó.
—¿Qué es Noir?
—Un club al que no vas a ir —respondió West sin perder el ritmo.
119

—Tú no eres mi jefe.


Página

Cooper se encogió de hombros.


—Es verdad, sabes. No eres su jefe. Ella puede venir si quiere.
Maggie le inclinó la cabeza.
—Gracias, Cooper. Me encantaría. Va a ser mi primera verdadera salida a
un club nocturno de Nueva York. Absolutamente me apunto.
West apoyó los codos en la barra y suspiró.
—Entonces, supongo que yo también voy.
Maggie puso los ojos en blanco.
—No te necesito de niñera.
Se burló.
—Si crees que voy a dejarte ir a ese club, con solo Cooper para asegurarse
de que estás bien, estás loca.
Solté:
—Yo también voy, igual que Blane. —Todos se volvieron a mirarme—.
¿Qué?
West se puso tenso a mi lado, y Rose le dio una mirada mordaz.
—Nada. Todos estamos deseando conocerlo. ¿No es así, chicos?
Al menos Rose me apoyaba.
—Gracias, Rose.
Me dio una sonrisa de apoyo, aunque sus ojos se dirigieron a West, una
vez más antes de abrirse paso por la barra hacia un hombre borracho que estaba
llamándola como si se estuviera ahogando.
—¿Todavía vamos mañana a la ópera por la noche? —preguntó West, un
poco insolente.
Lo miré boquiabierta.
—¿Por qué no iríamos? Hemos estado planeándolo durante meses.
Se encogió de hombros y miró su bebida, apoyada en la barra.
—No lo sé. ¿Estás segura de que Blane va a estar bien con eso?
Mis ojos se estrecharon.
—No lo sé, ¿estás seguro de que Christine lo estará?
Su frente se cayó.
—Es solamente una amiga, Lil.
120

—Es curioso, nunca he oído hablar de ella antes de esta noche.


Página

Abrió la boca para hablar, pero sus ojos cambiaron para mirar detrás de
mí. Me volví y vi una mujer alta y delgada con el cabello largo color negro noche
caminando hacia la barra, saludando, sus ojos se inmovilizaron detrás de mí.
En West. Miré hacia él para encontrarlo sonriéndole mientras se levantaba.
—Hola, Chris.
Ella se acercó y alzó para darle un beso en la mejilla.
—Hola. —Enganchó un brazo en el de él y se volvió hacia el resto de
nosotros.
No pude evitar comprobarla: piernas largas y flacas en jeans oscuros,
brazaletes en su brazo, collares de oro simples alrededor de su cuello
desapareciendo en la apertura de su profunda camisa con botones roja que
desabrochó un poco de más, si me preguntaras. Desde donde podía ver que sus
tetas —suficientemente grandes, por cierto— eran increíbles.
Toda intención de que me agradara por el bien de West saltó directamente
de la parte superior del edificio Chrysler.
Los ojos de Cooper recorrieron de arriba a abajo su cuerpo, la acción
apenas oculta por el trago de whisky. La mirada de Maggie rebotó entre su
hermano, Christine y mi persona. Mi cara se sentía como una máscara, y me di
cuenta que mis ojos estaban fijos en el lugar donde sus dedos rozaron la piel del
antebrazo de West.
Levanté la vista y puse mi mejor sonrisa. Debe haber sido un éxito, porque
ella no parecía darse cuenta de que casi al instante la odiaba.
Me volví hacia Rose, con esa falsa sonrisa en mi rostro.
—¿Puedo obtener un vodka con tónica, por favor?
Ella me dio una mirada que me dijo que fuera agradable, pero me sirvió
una copa, que la salvó de ser abofeteada.
West titubeó por un momento antes de hablar.
—Ah, me gustaría presentarles a Christine. Chris, estos son mis amigos,
Cooper, Rose y Lily, y esta es mi hermana Maggie.
Saludó con la mano.
—Mucho gusto en conocerlos.
Cooper le tendió una mano.
—Igualmente.
Christine la tomó, sonrojándose ligeramente.
—¿Cooper Moore?
Le mostró esa sonrisa revienta bragas.
121

—Eso es correcto. ¿Qué vas a beber?


Página

—Ron y Coca-Cola, por favor.


Le di la espalda a Chris y West para dar a Rose la verdadera mirada de qué
mierda, me alegré de ver que ella también tenía su sonrisa falsa.
—Claro que sí —dijo en su voz de camarera.
—Entonces —dijo Maggie con un borde en su voz—, ¿West dice que
también vas a Columbia?
Me di la vuelta y al instante me arrepentí cuando vi su sonrisa. Realmente
no era justo que alguien fuera tan bonita.
—Lo hago. Estamos en el programa de postgrado juntos. Con suerte
también estaremos en el programa de doctorado juntos. —Estaba sonriendo, y
su apretón en el brazo de West se hizo más fuerte.
Tomé un largo sorbo de mi bebida. No podía estar segura, pero parecía que
West quería separarse de ella. El agarre que ella tenía en su brazo habría hecho
difícil deshacerlo sin ser grosero, y West no sería descaradamente grosero. Era
en contra de su código genético del Sur.
Él estaba incómodo, lo cual era extrañamente satisfactorio.
Cooper tomó el ron de Rose y se lo entregó a Christine.
—Gracias, Cooper. —Ella tomó un trago.
Nos quedamos en silencio incómodo por un segundo. Christine miró
alrededor del bar. Los ojos de West estaban en la puerta. El resto de nosotros se
miraba entre sí, pensando en un millón de cosas que no podíamos decir en voz
alta.
—Así que sociología, ¿eh? —dije sin convicción.
Ella me dio una sonrisa condescendiente.
—Sí. No te preocupes, nadie sabe realmente lo que eso significa
exactamente.
Una risa salió de mí.
—Qué cosa tan pretenciosa para decir.
West tosió, y Cooper se atragantó con su bebida.
Seguí rodando la pelota, bastante segura de que podría recuperarla.
—De hecho, me encanta la sociología. Encuentro fascinante a las
personas, la humanidad y los patrones en el comportamiento humano. Leí ¿What
about Mozart? por Howard Becker año pasado.
—Bueno —balbuceó—: Yo, ah -su trabajo en la desviación ha sido siempre
innovadora.
122

West golpeó su copa, mirándome.


Página

—Yo también lo creo, Christine.


Ella sonrió y se volvió hacia West.
—Sabes, no quiero llegar tarde. Tal vez deberíamos irnos.
Los ojos de West se oscurecieron.
—Buena idea. —Dejó la copa vacía en la barra con una súper atractiva
Christine todavía en el brazo—. Nos vemos chicos. Sé buena, Mag. Tómalo con
calma, Lil, ¿de acuerdo?
—Síp. —Le di una mirada que decía que haría todo lo que quería y tomé
un trago—. ¡Chicos diviértanse! —Levanté mi vaso.
—Gracias, Lily. Mucho gusto. Espero verlos de nuevo pronto. —Ella sonrió
a West como si hubiera ganado la maldita lotería mientras se alejaban.
—Oh, nosotros también —grité detrás de ellos, y Rose pellizcó la parte de
atrás de mi brazo mientras agitaba la mano con la que no me estaba asaltando—
. ¡Ay, Rosie! ¿Qué demonios?
—Eso fue tan jodidamente grosero —dijo entre dientes.
Crucé mis piernas.
—No sé de qué estás hablando.
—La llamaste pretenciosa, imbécil.
Me encogí de hombros.
—Bueno, ella estaba siendo jodidamente pretensiosa.
—Ella parece perfectamente agradable.
—Estoy segura. —Tomé otro trago largo, y Rose negó con la cabeza hacia
mí.
—¿Qué en el mundo es lo que te pasa?
Resoplé.
—Nada. Ella no era lo que esperaba, y estoy estresada y cansada con lo de
hacerle frente a Blane y sólo quería una maldita bebida. ¿Por qué estás haciendo
una gran cosa al respecto?
Rose suspiró y puso sus manos en alto.
—Bien. Hablaremos de esto mañana cuando no estés borracha. Maggie,
por favor, llévala a casa después de esta bebida.
Echaba humo.
—¿Por qué todo el mundo siente como si pudiera decirme qué hacer? No
soy una niña.
123

—Estás actuando como tal.


Bajé mi copa con un golpe.
Página

—Dios, esto es una mierda. Siempre soy la responsable. Siempre soy la


buena. Ni siquiera puedo tener un par de copas sin que todos actúen como si
me estuviera inyectando heroína. Y, de todos modos, fuiste tú la que me hizo
salir esta noche, Rose.
Incluso Cooper me estaba echando un vistazo. Lo miré.
—Tú eres la última persona que pensaba que me juzgaría, Cooper Moore.
—Metí la mano en mi bolso y saqué algo de dinero, lo arrojé en la barra delante
de mí—. Todos son unos imbéciles.
Maggie parecía herida.
—Tú no, Maggie. Sólo estos pendejos. —Sacudí mi cabeza a Rose y me
levanté un poco demasiado rápido.
Cooper me tomó por el brazo cuando me incliné.
—Calma, Lil.
Lo sacudí.
—Estoy bien. Solo no comí la cena, y Rosie me suministró un montón de
alcohol.
Maggie se levantó y agarró su bolso.
—Vamos. ¿No hay una pizzería en el camino a casa?
Todavía estaba molesta como el infierno, pero la idea de la pizza me animó.
—Oh, podría ir a por ello.
—Yo también —dijo ella con complicidad—. La pizza hace que todo sea
mejor. —Enganchó su brazo en el mío, y me sentí mejor al instante—. Nos vemos,
muchachos —gritó por encima del hombro, y nos dirigimos a la puerta.
Todavía estaba enojada, incluso ante la perspectiva de una gigante,
rebanada de cielo llena de queso, incluso con el brazo de Maggie en el mío
mientras nos dirigimos hacia el mostrador de pizza. Al menos no me estaba
juzgando.
West cruzó mi mente otra vez; verlo con Christine me hizo sentir
retroceder.
—¿Cuánto tiempo crees que West ha estado viendo a Christine?
Ella se rió entre dientes.
—Wow, directamente a ello, ¿eh?
Mis mejillas estaban calientes.
—Es tan extraño. No lo he visto con una chica desde que él y Shannon
124

rompieron, y eso fue hace casi dos años.


—Bueno, yo no lo tomaría demasiado en serio. No tuve la sensación de que
Página

estaba todo sobre ella.


Bufé, nerviosa.
—Eso no es lo que quiero decir. West puede salir con quien quiera.
Ella me sonrió.
—Por supuesto.
Mi irritación estalló.
—Maldita sea, Maggie. ¿Qué demonios significa eso?
—Nada, en realidad. Sólo que tú y West están muy preocupados respecto
a con quién se está viendo el otro.
—Bueno, si me hubiera hablado de ella, no estaría molesta.
Ella no dijo nada, mientras tomamos un par de pasos más.
—Lo digo en serio. No estaba preparada para eso en absoluto, por lo que
pasar de pensar que está soltero a ver a la sabelotodo, atractiva Christine en su
brazo hizo estallar mi cerebro por un segundo. —Pensé en ellos dos de pie en la
barra de nuevo y sacudí mi cabeza—. Supongo que no es de extrañar. Ellos van
a la escuela juntos, están en el mismo lugar en sus vidas. Puedo ver el encanto.
Además, ¿la has visto?
—La vi. ¿Viste cómo se comía con los ojos a Cooper? Parecía que estaba
lista para sacarse su camisa en ese momento.
Me reí.
—Bueno, al menos la cita habría terminado si les mostraba sus tetas a
todos en Habits.
Ella rió. —Ugh.
—¿Así que West está molesto por Blane? Sabía que era anti-Blane, pero
no creí que estuviera realmente en su contra. En plan amigo sobreprotector
receloso.
—Oh, no molesto, supongo. Simplemente no le gusta la idea de ti con
alguien que no te trata bien, o su versión de bien, supongo.
—Ah. —Pensé en ello mientras nos acercamos a la ventana que daba a la
acera.
Maggie se acercó primero.
—¿Puedo obtener una rebanada de suprema y... —se volvió hacia mí.
—Que sean dos, por favor. —Metí la mano en mi bolso por dinero en
efectivo y se lo pasé.
El chico de la pizza asintió y nos guiñó un ojo antes de tirar nuestras
125

rebanadas gigantescas en los peores platos de papel y empujarlos a través de la


ventana.
Página

—Gracias —dijimos y nos dirigimos hacia el edificio.


Doblé mi rebanada por la mitad, mi boca hecha agua, y la empujé hasta
el final de boca. —Dios, me encanta Nueva York.
Maggie se rió con la boca llena.
—Tenías razón, sabes.
—¿Acerca de?
Ajusté mi agarre.
—La pizza hace que todo sea mejor. —Tomé otro masivo bocado.
—Me alegro de que te sientas un poco mejor.
Me sentía desanimada.
—Ha sido un mal día. Un día realmente estúpido, malo y largo. —Empecé
a tomar un bocado, pero bajé la mano—. Me porté mal esta noche, ¿no?
—Quizá un poco.
Suspiré.
—Avergoncé a West.
—Tal vez mucho.
La culpa cayó sobre mí.
—¿Crees que esté muy molesto conmigo?
—No lo sé. En realidad, parecía más preocupado por ti que enojado
contigo.
—Voy a hablar con él mañana, tratar de hacer lo correcto. No debería
haber fanfarroneado. Todo esto sólo me tiró. Además, el vodka.
—Sí, voy a hacer una declaración general de que el vodka no lo mejora
todo.
Me reí, y cada bocado de glorioso queso hizo mi mundo un poco más
soportable.
126
Página
11
¿Dónde está el Whiskey?
West
Chris seguía parloteando mientras caminábamos hacia el metro, todavía
colgando de mi brazo, pero yo apenas estaba escuchando, mi mente estaba con
Lily. Nunca había visto a Lily beligerante antes. La había visto llorosa y
sentimental cuando estaba borracha, pero en su mayoría era simplemente
adorable y divertida. Esta cosa con Blane la tenía al revés.
Lo añadí a mi lista de razones por las cuales el tipo no me gustaba.
Bajamos las escaleras y estábamos caminando por el molinete de acceso,
cuando finalmente me calmé lo suficiente como para pensar en el
comportamiento de Chris. El que ella fuera tan afectuosa públicamente conmigo,
agarrándome como si le perteneciera. ¿Y delante de mis amigos? Todo eso me
hizo sentir incómodo, pero yo era el único culpable. Nunca debí haberle dicho
que nos encontráramos en Habits.
En cualquier caso, parecía que ella definitivamente creía que estábamos
en una cita, a pesar de nuestra específica conversación acerca de ir como amigos.
Ella sabía que no quería más, pero aquí estábamos, subiendo al tren con ella
agarrada de mi brazo como si fuera a huir si me soltaba.
Tomamos nuestros asientos, y Chris puso una mano en mi muslo. Un par
de chicas adolescentes unos asientos más abajo se rieron y susurraron, mirando
en nuestra dirección. Chris estaba sentada lo suficientemente cerca de mí que
tuve que poner un brazo en el respaldo de su asiento para conseguir un poco de
espacio. Al parecer era justo lo que quería porque inmediatamente se inclinó
127

hacia mí. Me alejé, esperando que entendiera la señal.


No tuve esa suerte.
Página

Así que nos sentamos en el tren con Christine sin dejar de hablar,
requiriendo muy poco de mí parte en la conversación. ¿Había sido siempre tan
habladora? ¿Cómo no me había dado cuenta antes?
Estaba lidiando con qué hacer con ella. No me sentía cómodo fingiendo,
pero tampoco quería molestarla. Mi instinto me decía que terminara la noche y
me fuera a casa. Pero si dijera algo ahora, ella se habría arreglado para nada,
habría tomado todas esas molestias solo para ser abandonada.
Pero pensé en el otro lado del asunto por un segundo. ¿Por qué terminarlo?
Tal vez podría darle una oportunidad. Sobre el papel, ella era todo lo que estaba
buscando. Estábamos en el mismo lugar en nuestras vidas, en nuestras
carreras, compartíamos el mismo grupo de conocidos. Sería conveniente. Pero
cuando ella se apretó contra mí en el vagón del metro, lo supe. No quería estar
con Chris, no así.
Todo lo que podía hacer era aguantar la noche y tratar de dejarla con
cuidado al final de la misma.
Me sentí un poco mejor después de haber tomado una decisión,
encontrando más fácil participar en la conversación durante el resto del viaje en
tren y hacia el apartamento de Amanda. Subimos por las escaleras hasta su
edificio a través de la puerta abierta hacia el sonido del rock folk independiente
y el olor persistente de porro. Había hipsters hasta donde llegaba la vista, de pie
en grupos con copas de vino y botellas de cerveza.
Las habilidades de adivinación de Rose dieron totalmente en el blanco.
Chris me tiró a través de la multitud, deteniéndose aquí y allá, hablando
con todo el mundo como si quisiera asegurarse de que todos nos vieran juntos.
Alguien nos trajo bebidas, un vino para Chris, rojo como sospechaba, y una
cerveza para mí, una India pale ale. Ni siquiera me gustaba esa cerveza. Dame
una cerveza negra o incluso una rubia-miel. Pero si la elección era entre los dos,
escogía la cerveza sobre el vino en cualquier momento. Algunos de los chicos en
las inmediaciones discutían acerca de cervezas artesanales poco conocidas al
tiempo que algunas personas hablaban de bandas desconocidas, y mientras
tomaba un sorbo de cerveza amarga, deseaba mucho no haber aceptado venir.
Christine entrelazó sus dedos con los míos y me llevó a la puerta, por las
escaleras hacia el techo. Me apresuré a abrir la puerta de la azotea para ella,
utilizando cualquier excusa para soltar su mano. Ella no estaba haciéndome
fácil fingir, no con el desfile y la fanfarria. En el momento en que estuvimos fuera,
deslizó un brazo alrededor de mi cintura y me arrastró hacia sus amigos.
—Amanda. —Chris hizo un gesto a través del techo a Amanda, quien le
devolvió el saludo, ojos oscuros rebotando entre nosotros. Traté de darle una
128

sonrisa, pero podía sentir lo forzada que era, y cuando hicimos contacto pleno
con la mirada, supe que ella lo sabía.
Página

Nosotros, mejor dicho, ella habló con Amanda, y yo bebí mi trágico


desastre de lúpulo y cebada. Una cosa estaba clara: toda la noche era una farsa.
Vacié mi cerveza.
—¿Necesitas otra bebida? —pregunté a Chris, necesitando escapar.
Sonrió hacia mí.
—La necesitaré para cuando estés de vuelta.
Asentí y me alejé, sintiendo como si tuviera grilletes.
—De acuerdo.
—Date prisa en volver— susurró.
Christine no pareció darse cuenta de mi débil sonrisa como sí lo hizo
Amanda, ya que hizo una mueca ante el entusiasmo de Chris, mientras estaba
de espalda.
Dejé escapar un profundo suspiro al llegar a las escaleras que conducían
al apartamento. Mientras me dirigía a la cocina, planeé una estrategia de salida.
Botellas de vino estaban alineadas en el mostrador, todas de vino rojo,
escogí el rojo con la etiqueta más interesante, se llamaba Complicado, lo cual
parecía apropiado, y serví un vaso. Mi siguiente prioridad era encontrar algo,
cualquier cosa para beber. Me hubiera conformado inclusive con ron. Pero no
había nada. Metí la mano en la nevera y conseguí otra IPA con un suspiro,
preguntándome hasta qué punto la noche podría empeorar.
—Vaya, vaya, vaya. Si no es otro que Weston Williams.
Y ahí estaba.
Me volví para encontrar a Simon Phillips de pie detrás de mí, mirándome
con aire satisfecho. Era un tipo de aspecto decente, más bajo que yo, pero no
exactamente bajo en general. Se veía adinerado, lo cual era apropiado porque lo
era. Rico, titulado, y un absoluto imbécil. Lo más refinado de Columbia. Uno de
esos chicos de quinta generación que nunca habían tenido un trabajo de verdad,
nunca tuvieron que trabajar duro por cualquier cosa.
No era el hecho de que tuviera dinero lo que me molestaba, quiero decir,
uno de mis mejores amigos era el heredero de la fortuna de un multimillonario.
Era que esperara que el universo le diera todo lo que quisiera. ¿La parte triste?
Con el dinero que tenía a su disposición, el universo en general cumplía.
Ese privilegio potencialmente incluía la entrega de la última plaza en el
programa de doctorado.
—Oye, Simon —dije—. ¿Cómo es la vida siendo el tarado favorito del Doctor
Cox?
129

—Que gracioso, Williams. Te echaremos de menos en Columbia el próximo


año. Dile a todo el mundo en la Universidad de Nueva York que les mandamos
Página

saludos.
—Díselos tú mismo.
Él sonrió.
—Vi que estabas aquí con Chris. No sé lo que está haciendo contigo cuando
podría tener a alguien como yo. No tienes lugar en Columbia. Mi padre…
—A nadie le importa, Simon. —Lo rodeé, y él me agarró del brazo. Me
detuve y miré hacia abajo a su mano, luego de vuelta a sus ojos. Me dejó ir.
—Ustedes los jodidos becados son todos iguales. Ni siquiera sé por qué no
acaban con todo el programa.
—¿Quién hubiera pensado que a Columbia en realidad le importa un
comino la calidad sobre la sangre azul? —Negué con la cabeza—. A nadie le gusta
un pendejo nepotista, excepto a otros nepotistas. Dos semanas y lo sabremos a
ciencia cierta. Me aseguraré de enviarte un regalo de despedida. —Me alejé.
—Vete a la mierda, West.
Le hago un ademan restándole importancia por encima del hombro sin
mirar atrás.
Mi estado de ánimo estaba lo suficientemente profundo en la cuneta para
ese punto, que me encontré inventando excusas para irme en serio. Una vez que
llegué al techo de nuevo, escaneé los grupos de personas en busca de Chris, pero
no pude encontrarla. Casi había renunciado mientras caminaba por una esquina
para ver si ella estaba detrás de la entrada escalera.
—Lo juro, él esta tan cerca de comprometerse. —Oí decir a Chris.
Me detuve en seco.
—¿Lo crees? —Al parecer Amanda lo sabía mejor. Su voz estaba cargada
de escepticismo.
—Lo sé. Nos enganchamos en la oficina de Blackwell de nuevo el otro día,
e hizo esa cosa donde... —Su voz cayó, y me incliné hacia delante, tratando de
escuchar lo que estaba diciendo.
Amanda se rió.
—Oh, Dios mío, Chris.
—Te dije que lo enamoraría con mi vagina. —Rieron—. Quiero decir que,
sin embargo, esta es nuestra primera cita de verdad, y creo que hay una
posibilidad seria de que va hacia alguna parte.
—Dios, todo el departamento estaría tan celoso, incluso el viejo excéntrico
de Cox. No sé cómo Simon no ve que Cox tiene una erección por Blackwell. Esa
130

es realmente la razón por la qué son rivales.


Chris se rió.
Página

—Todo el mundo ya está celoso. Cada vez que hablamos de West, todas
esas perras se reúnen alrededor para escuchar los detalles, pero se alejan
hablando mierda. Quiero decir, esta noche me encontré con sus amigos, e
incluso una de ellos, Lily, estaba totalmente celosa. No sé cómo no podía ver que
estábamos juntos.
Mi sangre hirvió, y me acerqué a la vuelta justo cuando dijo:
—Esa perra mejor que retroceda, porque no voy a compartir.
La espalda de Chris estaba hacia mí, pero los ojos de Amanda se abrieron
de par en par al segundo me vio. Chris se volvió, la sonrisa deslizándose de su
rostro cuando vio la mirada en la mía.
—¿Podrías darnos un minuto, Amanda? —pregunté en voz baja, sin
apartar los ojos de Chris.
—Yo, uh... por supuesto. —Pasó de prisa junto a nosotros, avergonzada.
Miré a Chris.
—No me di cuenta que estaba tan cerca de comprometerme
Ella sonrió, tratando de disimular.
—Eso fue solo una charla de chicas, ¿sabes? No quise decir eso. Al igual
que entiendo que desees llevarlo lento
—No quiero “llevarlo” a ningún lugar, Chris.
Ella agitó su mano, las pulseras tintineando juntas.
—No quieres decir eso.
—Iba a terminar esto tan pronto como dejáramos esta... fiesta. ¿Cómo es
eso compromiso?
Su sonrisa se deslizó, y ella dio un paso hacia mí con una mano extendida.
—West, yo…
—Y si alguna vez te oigo hablar mal de Lily de nuevo, vamos a tener
problemas aún mayores. —Le entregué la copa de vino—. Pásalo bien, Chris.
131
Página
12
Solo di No
Lily
Subí trotando los escalones del metro la tarde siguiente durante mi
descanso, dirigiéndome al antro de burritos donde me encontraría con West para
almorzar. Todo el día había estado ansiosa por verlo, preocupada por su reacción
ante mi pequeño espectáculo de la noche anterior. Así que me había disculpado
vía mensaje de texto y le había pedido su perdón, el cual me dio, luego lo invité
a almorzar. Le debía un almuerzo y una disculpa en persona luego de mi
comportamiento. Cuando abrí la puerta y vi su sonrisa mientras me esperaba en
la mesa, toda mi ansiedad desapareció.
Se puso de pie y caminó hacia mí, ese bombón vestido en vaqueros y una
camisa desabotonada, cabello en un moño desordenado. Nos encontramos a
medio camino, y me atrajo en un abrazo.
—¿Cómo te sientes hoy?
Suspiré contra su pecho.
—Meh, he estado mejor. Este burrito debería ayudar. —Me soltó, y
caminamos hacia el mostrador—. Entonces, dímelo de una vez. ¿Qué tan molesto
estás por el inmenso desastre que fui anoche?
Me sonrió y levantó una ceja.
—Solo un poquito. ¿Qué vas a comer?
Miré el menú que se encontraba colgado sobre la chica detrás de la
registradora.
132

—Tengo que cuidar más mi cuerpo antes de lastimarme. Así que iré por lo
saludable, burrito vegetariano, acompañado con salsa. Y una orden de papas
Página

fritas.
Se rio.
—Saludable.
—Mi resaca demanda carbohidratos, Weston —dije con un encogimiento
de hombros—. A partir del domingo, después de pasar por Noir, haré una dieta
estricta de jugos. Hasta entonces, me comprometo.
—¿Para usted, señor? —La chica se humedeció los labios mientras lo
miraba.
No pareció darse cuenta.
—Burrito California con doble bistec con aguacate extra, por favor.
—¿Seguro que no quieres papas fritas también, West? Por Dios.
Esbozó una sonrisa perezosa.
—Nah. El mío tiene las papas fritas por dentro.
Me reí.
—Eso es tan excesivo.
West sacó su billetera, y traté de impedírselo.
—Detente. Yo invito.
—De ninguna manera, Lily. —Apartó mi mano y sacó dinero en efectivo.
Tiré de su brazo.
—Te debo.
—No me debes nada. Aquí tiene, señorita. —Le entregó el dinero—. Déjese
el cambio.
—Gracias —le sonrió con ojos soñadores mientras le entregaba el pequeño
número plástico.
Sacudí la cabeza mientras recogíamos nuestras bebidas y tomábamos
asiento.
Puse mi número en la mesa y jugueteé con él no queriendo encontrar sus
ojos.
—Entonces, ¿cómo te fue anoche con Chris? —Solo su nombre me
producía indigestión. Podía ser la resaca. Sin embargo, estaba muy segura de
que no lo era.
Una sombra atravesó su expresión.
—Fue esclarecedor.
133

—¿Bien? —pregunté, esperando no sonar muy optimista.


Página

Presionó los labios.


—Chris tenía una idea equivocada sobre ella y yo.
—¿Y qué idea tenía?
—Pensó que estábamos juntos.
—¿Pero no lo estaban?
Negó con la cabeza, mirando su vaso de papel mientras lo hacía girar.
—No, no realmente.
Esperé a que se explicara, pero no lo hizo.
—Bueno, ¿entonces que eran?
Se encogió de hombros y levantó su número, inclinándose en su asiento
para inspeccionarlo.
—Era solo alguien que conocía.
—¿La conocías en el sentido Bíblico?
Se rio de eso, lo cual me hizo sentir mejor.
—Sí —dijo luego de un segundo, encontrando mis ojos.
—Oh. —Incluso yo escuché la decepción en mi voz.
—¿Eso te sorprende?
Le sonreí, buscando consuelo.
—No, creo que no. Quiero decir, los vi juntos. Era muy obvio que estaban
juntos de una manera u otra.
La chica del mostrador nos trajo nuestro almuerzo y se extra aseguró de
que West estuviera cómodo, que no necesitara servilletas o salsa extra o lo que
fuera. No me importó que me ignorara, porque tan pronto como vi las papas
fritas, metí una caliente humeante y salada en mi boca y gemí.
—Maldición, está buena. —Me comí otra y tomé un trago de agua—.
Escucha, realmente lamento lo de anoche. Eso fue totalmente inapropiado y
fuera de lugar.
Resopló.
—Sí, lo fue.
—No sé qué me pasó. Creo que estaba un poco herida.
West frunció el ceño mientras desenvolvía su burrito.
—Pero, ¿por qué?
—Bueno, seré honesta. —Lo miré hasta que se encontró con mi mirada—
134

. Luego de nuestra conversación sobre Blane la otra noche.me sorprendió


escuchar que estabas viendo a alguien.
Página

Negó como si estuviera siendo tonta.


—Sin embargo, no estaba viéndola realmente. Si hubiera sido importante
para mí, te hubiera dicho sobre ella y la habría traído cerca. La hubiera llevado
en una cita si realmente me hubiera importado. —Cambió su burrito, tratando
de descubrir por dónde empezar antes de tomar un mordisco colosal.
—Ja, Ja. —El pensamiento de que realmente no la quisiera me
reconfortó—. Bueno, hubiera esperado que me lo dijeras si sentías algo por ella.
Me preocupo por ti, y quiero saber qué te está pasando. Realmente entré al bar
preparada para que me gustara, por tu bien. Tu felicidad es importante para mí,
así que, si la querías, habría encontrado una forma de aceptarla. Aún si ella no
fuera lo suficientemente buena para ti. —Sonreí y yo también tomé un gran
bocado.
Asintió mientras tragaba y tocaba sus labios con la servilleta. Había algo
de guacamole en su barba, y me reí.
Señalé mi barbilla.
—Fallaste el lugar, amigo.
West tanteó su barba con la servilleta, sonriendo.
—¿Así que conociste a Chris por un gran total de cinco minutos y tuviste
una impresión sobre si era o no lo suficientemente buena para mí?
—Sí, ¿suena familiar, prejuicioso? —Se rio, y me encogí hombros—. Solo
fue una sensación como de un golpe en el estómago. Pude ver que estaban
incómodos, así que obviamente algo estaba faltando. ¿Cuál era el problema? —
Di otro bocado.
Miró hacia otro lado, al parecer para tratar de elaborar sus pensamientos.
—Simplemente no me movía nada, ¿sabes lo que quiero decir? Como si
estar con ella estuviera bien. Ese fue el sentimiento más grande que pude tener
al respecto. Medio patético. Pero como que siempre he sido así. Con quienquiera
que termine debería hacerme sentir. Pero entonces parte de mí se pregunta si no
estoy hecho para sentir más que apatía. Ese es mi miedo, supongo.
Tragué saliva.
—Bueno, en primer lugar, nadie dice "quienquiera" en una conversación.
Siento como si deberías tener un sombrero de copa y un monóculo para que eso
tenga sentido.
Sonrió de lado.
—Lo siento, no quise mostrar mi vena literaria.
Me reí.
—En segundo lugar, no creo que tengas problemas para sentir. Piensa
135

cómo eres con tus amigos. Acerca de Maggie. Eres un apasionado de la literatura
y el aprendizaje. Y tienes que admitir que te enfureces un poco cuando se trata
Página

de la gente que te importa.


—Puede ser.
—No sé, West. Creo que sientes profundamente. —Tomé un bocado.
Parecía frustrado.
—Entonces, ¿por qué no me siento así con una mujer? Quiero decir, estuve
con Shannon durante años y nunca me sentí muy conectado con ella. —Negó
con la cabeza—. Soy mejor como amigo. A pesar de que…
—¿Mmhmm? —dije con la boca llena de espinacas secas y queso feta,
mirando la salsa con anhelo. ¡Oh, las cosas que se sacrificaban por las papas
fritas!
—Bueno, hubo una chica en la secundaria por la que tuve un
enamoramiento enorme. Era una de las chicas populares, mientras que por lo
general yo tenía mi nariz en un libro y salía con las nerds de la banda. Solía verla
en el comedor con sus amigos y soñar sobre lo que sería ser parte de algo así.
—Suena espeluznante.
—Probablemente lo era. Pero solía pensar en ella todo el tiempo, soñar
despierto sobre cómo sería. La anhelaba.
—Lo entiendo.
—Sé que lo haces. Creo que se reducía a que estaba enamorado de la idea
de ella, no de ella como persona, si eso tiene sentido.
—Creo que sé exactamente lo que quieres decir. —Tomé un largo trago de
agua para aflojar el nudo en mi garganta.
Me miró mientras retiraba el envoltorio de su burrito.
—Hablando de enamoramientos, ¿cómo estuvieron las cosas con Blane
hoy? —Dio un mordisco.
Suspiré.
—No lo he visto mucho, y ha sido un gran alivio. No estoy segura de si
estoy lista para hacerle frente. Me ha estado enviando mensajes de texto, me
trajo flores anoche... Quiero decir, lo está intentando, ¿sabes? Entonces, ¿qué
otra cosa puedo hacer más que darle una oportunidad?
Hizo una mueca.
—Todavía crees que lo debería echar.
West tragó y bajó su burrito a la mesa, recostándose en su asiento.
—Mira, no voy a decirte qué hacer. Simplemente creo que si encuentras a
alguien con quien estás destinado a estar, no tendrás dudas. No hay tal vez. Solo
los quieres. Los necesitas.
136

Me hubiera gustado que fuera verdad, esperaba que lo fuera, pero no


Página

estaba segura.
—¿Cómo sabes si nunca lo has sentido? Tu experiencia en la vida hasta el
momento dice que no existe.
Cuando me miró a los ojos, vi su esperanza.
—Porque tengo que creer que el amor no siempre es una opción. Que hay
algo en un amor tan profundo que es químico, molecular. Eso es lo que estoy
esperando.
Sus ojos eran tan profundos, que tuve que apartar la mirada. Volví a quitar
la envoltura de mi burrito para mantener mis manos ocupadas.
—¿Estás diciendo que no crees que la gente simplemente se enamore? ¿No
crees que solo salen y se conocen? ¿Qué puede ser algo gradual?
West se encogió de hombros y volvió a tomar su almuerzo.
—Claro que puede. Pero no creo que se deba comenzar una relación con
un pie en la puerta.
—Interesante —dije más para mí.
Levantó una ceja.
—¿Qué? ¿No estás de acuerdo?
—No —concedí de todo corazón—. No estoy en desacuerdo. No lo había
pensado de esa manera, eso es todo.
Dio un mordisco, y comimos en silencio por un momento mientras yo
digería mi burrito y sus palabras.
West rompió el silencio.
—Entonces, ¿Blane aún vendrá con nosotros mañana por la noche?
—Por lo que sé, sí. Creo que será la última oportunidad para lo nuestro,
¿sabes? Igual, tengo que ver cómo serán las cosas cuando estemos en una cita...
—Sigue sin ser una cita.
Resoplé.
—Bueno, es casi una cita. Lo considero así. Si las cosas no funcionan,
cancelo todo. Tienes razón. No debería estar tan indecisa.
—Repítelo.
Mi ceja se arqueó.
—Eh, ¿no debería estar tan indecisa?
—No, la otra parte en la que yo tengo razón.
—Ja, ja. —Le tiré una servilleta.
137

Se rio, el sonido profundo y reconfortante mientras agarraba la servilleta


Página

en el aire y me la arrojaba a la cara.


—¡Maldita sea, West!
Sus ojos azules brillaron hacia mí.
—Estarás bien, Lily. Lo creo.
Le devolví la sonrisa.
—Entonces te creo.

♥♥♥

Al final de los ensayos de ese día, me sentía muchísimo mejor, y no solo a


causa de los carbohidratos. El almuerzo con West había hecho mucho para
enderezar mi mundo, sabiendo que no estaba molesto conmigo, sabiendo que
rompió con Christine para siempre. Fue un alivio saber que ni siquiera realmente
le había gustado para empezar, no en la forma como para tener una relación.
Ella no era la indicada para él, incluso lucían mal juntos. Eran igual de
atractivos, pero simplemente no combinaban. Me alegré de saber que tenía razón
acerca de ellos, después de todo.
La melodiosa música del piano sonaba mientras hacíamos nuestro último
pase por el estudio, un grupo exclusivamente femenino trabajando en varias
partes de Serenade. Agradecí que Blane estuviera en otro estudio, así podía
concentrarme. Necesitaba cada célula cerebral que pudiera reunir después de
matar tantas la noche anterior.
El ensayo terminó, y me apresuré a buscar mi bolsa entusiasmada al
pensar en la ópera dentro de unas pocas horas. Era lo suficientemente temprano
como para tener tiempo de prepararme en casa antes de que West me recogiera,
y tenía que arreglarme. Así que me cambié y salí presurosa del estudio,
saludando a las chicas mientras pasaba.
Blane me estaba esperando en el pasillo, apoyado en una caja etiquetada
PELUCAS 197 con las manos en los bolsillos de sus pantalones jersey. Me dio
esa brillante sonrisa Blane Baker, y me derritió un poco.
—Ey, Lilypad.
Oh Dios. Por favor, no dejes que ese apodo de verdad se quede.
—Hola, Blane.
Se apartó de la pared, y caminamos juntos hacia el ascensor.
—¿Cómo estuvo el ensayo?
—Bien. Las prácticas con el grupo son mucho más divertidas que en
138

solitario. Cada tanto echo de menos formar parte del cuerpo, ¿es raro?
Blane negó con la cabeza.
Página

—Pienso en eso todo el tiempo. Mientras formas parte de él, deseas salir.
Pero en el momento que eres promovido, te das cuenta de lo que tenías. Extrañé
el horario de locos y la camaradería después de un mes. Bailar solos y papeles
principales no es tan divertido. Demasiada presión.
—Dios mío, es tan cierto.
Caminamos un rato en silencio hasta que nos acercamos al ascensor.
Pulsó el botón para llamarlo.
—Quería pasar y saludarte.
Mi corazón dio un vuelco.
—¿Estás ocupada esta noche? Pensé que podríamos pasar el rato.
Entonces mi corazón cayó de bruces. No estaba muy segura de si se refería
a pasar el rato o a salir, lo que me molestó bastante. Las puertas del ascensor
se abrieron, y entró.
—Voy a la ópera esta noche con un amigo. Pero definitivamente te veré
mañana para Noir, ¿si aún estás adentro?
La puerta se cerró detrás de nosotros, y sonrió, dando un paso hacia mí
hasta que mi cuerpo estuvo al ras de la pared del ascensor y sus labios se
cernieron sobre los míos.
—Oh, definitivamente estoy adentro.
Me besó, un beso exigente, duro, y me sentí eufórica, con el corazón
acelerado mientras lo abrazaba. Tomó mi sumisión como un permiso,
profundizando el beso, enredando una mano en mi cabello.
Por un largo rato, fue glorioso.
Deslizó su mano libre por la parte de atrás de mis pantalones y entre mis
piernas. Tan bueno como se sentía que me tocara, y tan descuidada como había
estado, inmediatamente me apagó. Giré la cabeza rompiendo la conexión.
—Blane...
Retrocedió, presionando la mandíbula con dureza, los ojos casi
acusadores.
—Sí, lo siento.
Lo alcancé.
—Blane, yo…
La puerta del ascensor se abrió y retrocedió unos pasos.
—Está bien. Lo entiendo. Diviértete en la ópera, ¿de acuerdo? Te veré
139

mañana.
Lo despedí con la mano y salí del ascensor mientras se volvía y se alejaba.
Página

Tenía la garganta apretada, mi pecho lleno de arrepentimiento, luego me


embargó la ira porque podía hacer que me arrepintiera de no permitirle que me
manoseara en un ascensor. Dándome un vistazo de lo que podría ser, lo que yo
imaginaba que podría ser, para luego arruinarlo con lo que en realidad era,
resultaba enloquecedor.
Pero traté de olvidarlo. Mañana por la noche, íbamos a salir. Sería el
testimonio final de nuestra pseudo-relación.
¿Y esta noche? Esta noche iría a la ópera con mi mejor amigo. Ese solo
pensamiento me ayudó a deshacerme de la basura del día como si fuera una
cáscara vacía.
140
Página
13
Mariposa
West
Pasé una mano por mi cabello otra vez esta noche, inspeccionando mi
reflejo. No era la primera vez que Lily y yo asistíamos juntos a la ópera… de
hecho, era algo muy normal. Pero esta vez, me había vestido de verdad para la
ocasión.
Ajusté el nudo de mi estrecha corbata, alisando con la mano los botones
de mi chaleco azul marino. Había conseguido el traje para mi entrevista de
solicitud con la ayuda del buen gusto y la guía de Cooper. Nunca había entendido
la emoción de tener un buen traje hasta que me puse uno por primera vez. No
había absolutamente nada como eso, la sensación de tranquila confianza y
poder. Como si pudiera adueñarme del universo si me lo propusiera. O del
programa de doctorado de Columbia. Una de dos.
Abrí el botiquín y agarré mi aceite para la barba, vertiendo un poco en la
mano antes de extenderlo. No te burles de mí… también pensaba que era
excesivo. Maggie me lo dio por navidad hacía unos pocos años, y cuando
finalmente cedí y lo usé por curiosidad, fue un punto de inflexión.
No elegí la vida hipster… la vida hipster me eligió.
El olor familiar del clavo y las naranjas llenó mi nariz, y volví mi cabeza
para comprobarme una vez más, sintiéndome un poco superficial mientras de
alguna manera luchaba contra la urgencia de hacer más. Suspiré. Por una vez,
esperaba lucir como si estuviera predestinado a estar junto a Lily, quien siempre
se veía increíble, especialmente cuando íbamos a la ópera.
141

Me alejé de mi reflejo y atravesé el apartamento hasta la cocina. Patrick


me sonrió desde donde se encontraba tumbado, estirado en el sofá con un
Página

cuaderno de bocetos.
—Luces elegante, hombre.
Extendí mis manos y giré sobre mi talón como Sinatra, metiendo una mano
en el bolsillo de mi abrigo cuando hice el giro completo, finalizando en una pose.
Patrick se rio.
—Reserva un poco de aceite para mañana por la noche.
Fruncí el ceño mientras tomaba mis llaves y billetera.
—Solo iré para asegurarme de que nadie se meta con Maggie.
—Oh. Entonces no tiene nada que ver con Blane y Lily, ¿verdad?
Profundizó mi ceño.
—¿Por qué lo haría?
Se irguió un poco, divertido.
—¿Qué? ¿Ni siquiera sientes un poco de curiosidad?
—Por supuesto que sí.
Patrick me miró por un segundo.
—¿Pero no quieres conocerlo?
Lo miré.
—¿Cuál es tu punto, Tricky?
—Solo quiero que admitas que quieres ir mañana y conocer a Blane en
persona.
—De acuerdo, bien. Quiero conocerlo así puedo patearle las rodillas.
Patrick sonrió y cerró su cuaderno de bocetos.
—Tampoco me gusta, pero no tienes mucho lugar para juzgar, hombre.
Por mucho que suene como un perro, entiendo por qué Lily está con él. Tienen
las mismas metas, mismas reglas, mismos jodidos horarios. Estoy seguro de que
es conveniente. ¿Suena familiar?
Me embargó la inquietud.
—Chris y yo éramos diferentes.
Se encogió de hombros.
—Sigues diciendo eso. Tal vez lo fueran, tal vez no. Solo digo.
Cuadré mis hombros para encararlo.
—Escucha, es solo que no estoy convencido de que sea lo bastante bueno
142

para ella, es todo.


—Para ser justos, no piensas que nadie sea lo bastante bueno para ella.
Página

—No, no lo hago —espeté—. Ciertamente no algún imbécil que ni siquiera


la ha llevado a cenar y se la folla en secreto. —El imaginarlo tocándola hizo que
mi estómago se revolviera.
—Nunca llevaste a Chris a una cita.
—Pero ese es mi jodido punto, Tricky. Ella no me importaba, así que no,
nunca la llevé a una cita. Si Blane se preocupara realmente por Lily, jodidamente
actuaría al respecto.
Patrick me miró como si entendiera algo.
—Así que solo están follando. ¿Por qué te molesta tanto?
—No me molesta —dije con brusquedad.
Se rio y avivó mi irritación.
—Mi culpa. Estás Blainojado.
Me enfurecí.
—Veremos cómo este imbécil lo hace mañana. Tal vez estoy equivocado.
Tal vez sea un jodido santo y me comeré un enorme pedazo de tarta de
humillación.
—Te sentirás incluso peor si tienes razón.
—Tal vez. —Me volví hacia la puerta—. Volveré tarde.
—¿Debería esperarte levantado?
Le enseñé el dedo medio sobre mi hombro y me fui, cerrando la puerta tan
fuerte como pude. Mi cerebro estaba confuso mientras caminaba por el pasillo
hacia la puerta de Lily, haciendo una pausa en su felpudo, dudando por un largo
momento antes de tocar.
Escuché sus tacones mientras se acercaba y desbloqueaba el cerrojo,
abriendo la puerta con un silbido que me dejó sin respiración.
Lily se quedó en la entrada, alta y flexible, su cabello rubio peinado en un
moño, su piel como porcelana contra su vestido negro como la tinta. El corpiño
era entallado, cubierto de encaje transparente que se extendía sobre sus
hombros, y seguía la línea de sus costillas hacia su pequeña cintura, luego su
falda acampanada llegaba hasta la mitad de sus largos muslos. Pero eso no fue
lo que detuvo mi corazón.
Fueron sus ojos, brillantes y azules bajo las espesas y negras pestañas
mientras me miraba, alguna emoción que no podía situar detrás de ellos. Algo
en el rosa de sus mejillas me susurraba un secreto que no podía escuchar.
No creo que pudiera haberte dicho mi nombre en ese momento, si me lo
hubieses preguntado.
143

Maggie aclaró su garganta desde detrás de Lily y la miré con una sonrisa,
Página

no convencido de cuánto tiempo habría estado mirando fijamente. Me sentí como


si mi mundo se hubiese volteado, y tomó cada pizca de energía que tenía intentar
ponerlo en orden.
—Oye, Mags.
Vino por un medio abrazo.
—¿No te ves guapo? ¡Ese traje!
—¿Qué? ¿Esta cosa vieja?
Maggie se rio. Lily todavía no se había movido… solo estaba quieta en la
entrada mirándome fijamente, aturdida. La miré con mis orejas ardiendo.
—¿Estás lista, Lil?
Parpadeó y asintió, volviendo a la conciencia. Su sonrisa fue suave y
encantadora mientras recogía su bolso de mano, y cuando le ofrecí un brazo,
deslizó su mano en la curva de mi codo. La acerqué a mi lado, una sensación
familiar, algo que habíamos hecho cientos de veces. Pero esta vez fue diferente,
un cambio que era tan ligero que no podía identificarlo. Solo sabía que no quería
dejarla ir.
La confusión y la euforia me embargaron, pero le guiñé un ojo a Maggie,
haciendo uso de mi encanto para ocultar mi caída libre.
—No te metas en ningún problema.
Maggie se rio en la puerta.
—Oh, no. Me estoy reservando para mañana en la noche.
Hice una mueca y sacudí la cabeza mientras salíamos del apartamento.
—¡Diviértanse! —dijo detrás de nosotros, mirándonos como... bueno, no sé
cómo. Como si estuviera orgullosa. Nostálgica. Triste y feliz, todo al mismo
tiempo.
Lily y yo caminamos en silencio por un momento, y mi cerebro iba a toda
marcha. Estaba tan abrumado por ella, no podía concentrarme, en cada lugar
donde me tocaba, solo la presencia de su cuerpo junto al mío mientras
bajábamos las escaleras, era demasiado.
Traté de darle sentido a esto, preguntándome por qué ahora. Después de
todos estos años, ¿por qué esta noche? La comprensión de que Chris había
estado tramando algo, tratando de manipularme, aún se encontraba fresca. Tal
vez lo que estaba sucediendo era una especie de rebote, consecuencias
emocionales de terminar las cosas con Chris. Pero eso significaría que Chris me
hubiese importado, los únicos sentimientos discernibles que tenía por ella
estaban mezclados con sorpresa y disgusto.
Lily nunca haría algo así para conseguir lo que quería. Era una mujer
144

optimista, honesta, de buen carácter. No ocultaba sus sentimientos, no eludía


sus intenciones. No tenía que hacerlo. Lily sabía lo que quería y luchaba por eso
con todo su corazón. Ese era el tipo de mujer que yo quería.
Página

La conmoción me atravesó al darme cuenta. Con cada paso, intenté alejar


el pensamiento, pero se aferraba a mí como un imán. ¿Lily y yo? Eso tenía
desastre escrito por todas partes, y el costo, en última instancia, podría ser
nuestra amistad. Nada valía la pena como para perderla. Vi lo que pasó entre
Rose y Patrick, y nunca querría ser la razón por la que Lily se sintiera así de
herida.
Lily se aferró a mi brazo, su falda moviéndose con cada paso.
—Estás preciosa. Gracias por acompañarme esta noche —le dije.
Se echó a reír, extendiendo sus labios rojos.
—Gracias. Suenas tan del sur cuando dices cosas como esas.
Le sonreí.
Me miró con aprobación
—¿Dónde tenías escondido ese traje? Parece que fue hecho a tu medida.
Me erguí un poco más, sacando pecho.
—Tuve que presentarme frente a un panel y presentar mi propuesta de
doctorado, y para eso, necesitaba un buen traje. Así que conseguí uno. No hay
muchos lugares para usarlo.
—Bueno, la ópera es una gran excusa.
—Eso es. Ojalá hubiera derrochado antes. Nunca estoy tan bien vestido
como tú cuando vamos a la ópera.
—Esta noche, creo que me ganaste.
Negué con la cabeza, sintiendo un dolor en el pecho.
—De ninguna manera. De ninguna manera en toda la creación.
Sonrió hacia sus pies mientras descendíamos el último piso.
—¿Cómo estuvo tu día? —le pregunté.
—Bien y mal. El ensayo me dio un impulso. Serenade es una pieza tan
hermosa, y es casi como ser parte del cuerpo de nuevo, algo que echo de menos.
Me alegra que lo hagamos esta semana.
—¿Hablaste con Blane?
Apretó su agarre.
—Brevemente.
Caminamos hasta la puerta, y la abrí, sosteniéndolo para ella mientras
pasaba.
145

—Así de mal, ¿eh?


Página

Suspiró mientras caminábamos hasta la acera.


—Simplemente no lo entiendo, eso es todo.
—¿Qué pasó? —le pregunté mientras me acerqué a la acera y emití un
silbido usando mis dedos. Un taxi se detuvo casi de inmediato.
Lily frunció el ceño cuando abrí la puerta.
—En un momento me siento como si realmente me gustara, y al
siguiente... —Tomé su mano para ayudarla a entrar. Una parte de mí no quería
saber lo que iba a decir, pero pregunté de todos modos.
—Al siguiente, ¿qué?
Se deslizó en la cabina, acomodando sus largas piernas en silencio.
Subí detrás de ella y se dirigió al conductor.
—The Met, por favor. —Él asintió y arrancó, y me incliné hacia ella. Sus
ojos estaban en la calle más allá de la ventanilla.
—¿No quieres hablar de eso?
Lily me miró.
—No es eso. Solo odio no entender qué está pasando. No estoy
acostumbrada a esto. Solo quiero que alguien me diga las cosas tal y como son,
¿sabes? No me gusta que jueguen conmigo. —Suspiró—. El problema es que las
cosas están tan mal con él, que ni siquiera sé si está jugando conmigo o no. No
lo sé, y eso hace que sea peor que cualquier cosa. —Meneó un poco la cabeza y
sonrió—. No quiero hablar más de él, sin embargo. No te encontraste con
Christine hoy, ¿verdad?
Me apoyé en la puerta.
—No, pero la verdad es que me escondí en la oficina de Blackwell la mayor
parte del día. No quería ver a nadie, no después de esa fiesta, que fue una
pesadilla, por cierto. Completada con una secuencia soñada de Simon Phillips.
Gimió.
—Ugh. No ese tipo. ¿Qué pasó?
—Nada en realidad. Solo fanfarroneó, pero yo ya estaba enojado debido a
Chris. Ella me estuvo arrastrando alrededor de esa fiesta como un poni de
espectáculo. En el momento en que Simon se me acercó, no tenía ninguna
posibilidad.
—Lo siento, West —dijo con sinceridad.
Sonreí.
—No lo sientas. Dentro de unas semanas, sabremos a ciencia cierta quién
146

lo consiguió. Si es él, nunca me dejará tranquilo. Nunca. Incluso podría profanar


mi lápida con algo como el segundo mejor de Columbia.
Página

Lily hizo una mueca.


—¿Hay alguna posibilidad de que pueda ganarte el puesto?
—Siempre la hay. Entran en juego una gran cantidad de factores, y no
puedo pretender saber dónde estoy parado. Simon es un legado de dinero
antiguo, con generaciones de ex alumnos en su árbol genealógico. —Suspiré, en
un intento de aliviar el poco de estrés que se había colado en mi pecho—. Hice
lo mejor que pude, y es todo lo que puedo hacer.
Asintió.
—La espera es la parte más difícil. Hasta que me ofrecieron el contrato con
la compañía, cada ensayo estuvo lleno de ansiedad. Me sentí como si tuviera que
esforzarme tanto como me fuera posible, porque si no lo hacía, perdería. Fallaría.
Cada ensayo fue impulsado por la absoluta necesidad de conseguir un contrato,
para lograr quedarme. En mi año de aprendiz, era un desastre. No podía dormir,
apenas comía… solo trabajaba para lograr entrar en la compañía. Todos mis
esfuerzos estaban puestos ahí. ¿Quién sabe lo que habría pasado si no lo hubiera
logrado?
—Hubieras ido a Juilliard y conseguido un trabajo de prestigio en algún
lugar tan importante como el New York City Ballet. No hay manera de que tu
talento hubiera pasado desapercibido.
—Gracias, West. —Se sonrojó—. De todos modos, odio que tengas que
esperar mucho tiempo para averiguar sobre tu aplicación, especialmente
mientras estás siendo molestado por ese descerebrado.
—Oh, no te preocupes por mí. Puedo manejar bien a Simon.
Llegamos al Met, y pagué al taxista antes de abrir la puerta y salir,
volviéndole a ofrecer una mano para que bajara a la acera. Permanecimos en
silencio mientras caminábamos por los escalones graduales, Lily en mi brazo,
absorbiendo todo. Las fuentes en el patio se encontraban iluminadas, al igual
que las enormes ventanas con forma de arco del Met Opera House. Se veía como
una capilla. En cierto modo, supuse que lo era.
Miré a Lily mientras caminábamos, impresionado por ella una vez más. Su
expresión decía lo que yo había estado pensando sobre los edificios a nuestro
alrededor, sus ojos llenos de asombro y sus labios en una pequeña sonrisa, y
seguí la línea de su mandíbula hasta su nuca siguiendo por su largo cuello donde
unos pequeños mechones rubios se rizaban contra su piel.
—Me encanta este lugar por la noche —dijo mientras caminábamos
pasando el bullicioso Lincoln Center en el lado oeste del patio—. Nunca he venido
por este camino, ya sabes, especialmente por la noche. Se siente como si
estuviéramos caminando hacia algo espectacular, ¿no es así?
147

—Lo es —contesté en voz baja.


Me sonrió mientras rodeábamos la fuente hacia la entrada, mientras
Página

trataba de darle sentido al mal funcionamiento de mi cerebro. Las cosas con Lily
siempre habían sido fáciles, hasta hacía unos días.
Ahora sentía que todo se me escapaba y corría hacia mí al mismo tiempo.
Abrí la puerta, y caminamos por la alfombra roja afelpada, pasando al
taquillero y al bar.
Una mujer mayor y su esposo se nos acercaron mientras estábamos
esperando las bebidas.
—¿Disculpe, señorita?
Lily se volvió hacia ella.
—¿Sí?
—Perdóname por la intrusión, pero ¿eres Lily Thomas?
Sonrió amablemente y extendió una mano.
—Lo soy. Encantada de conocerla.
La mujer sonrió y le tomó la mano, colocando su otra mano en la parte
superior.
—Oh, lo sabía. Vi su debut en la representación principal de Firebird el
otoño pasado, y me emocionó, de verdad. Es una bailarina exquisita.
Las mejillas de Lily estaban sonrojadas, sus ojos brillantes.
—Muchas gracias, señora. Significa el mundo para mí que usted se tomara
un momento de su noche para venir a saludarme.
Pensé que podría estallar de orgullo.
La mujer me miró mientras soltaba a Lily.
—Oh, ¿es tu novio? Hacen una pareja encantadora.
Las mejillas de Lily se sonrojaron.
—Él es Weston, un muy querido amigo mío.
Extendí la mano y ella la tomó.
—Un placer conocerla, señora.
—Para mí también señorita Thomas, tenemos entradas para el espectáculo
inaugural de su Lago de los Cisnes, y debo decir que estoy encantada de verla
actuar. Me llevaré un pañuelo.
—Solo espero poder hacerle justicia.
La mujer le dio una palmadita en el brazo a Lily justo cuando el camarero
148

me entregó nuestras bebidas.


—Oh, no tengo dudas, y tú tampoco deberías tenerlas. Fue muy agradable
Página

conocerlos a ambos. Los dejamos con su noche.


—Disfrute el espectáculo —dijo Lily con una sonrisa.
La mujer se despidió con la mano, devolviéndole la sonrisa.
—Igualmente.
Lily respiró, sonrojándose hacia mí mientras le entregaba una copa de
vino.
—Lo juro, esa es la mejor sensación en el mundo entero.
—¿Mejor que actuar?
—Está bien, la segunda mejor. —Tomó un sorbo, y solo la observé por un
momento mientras abría su programa. Cada movimiento que hacía era sereno y
elegante, moviéndose con gracia absoluta. Sus manos eran perfectas, como las
de una muñeca, incluso mientras pasaba las páginas perezosamente y bebía otro
trago de su vino.
Mis pensamientos surgieron en mi cabeza demasiado rápido como para
retener uno. No sabía qué decir, así que bebí mi whisky y la escuché mientras
hablaba. La diferencia entre escuchar hablar a Lily y escuchar a Chris era muy
evidente, el contraste entre las dos mujeres era casi cegador. Cada palabra que
salía de los labios de color rojo rubí de Lily me interesaba.
No pasó mucho tiempo antes de que ingresáramos al teatro y tomáramos
nuestros asientos detrás de la fosa mientras las luces del lugar se apagaron y la
ópera comenzó. Podía sentirla a mi lado, cada aliento, cada movimiento de su
cuerpo, su sola presencia ocupando todos mis sentidos. No pude clasificarlo, no
a través de la primera mitad del espectáculo, no durante el intermedio cuando
tuvimos unas cuantas bebidas más. Ni cuando permanecí sentado a través de
las escenas finales de la ópera, no podía comprender qué había cambiado,
cuándo había cambiado. Pero no era el mismo. Ella no era la misma.
Todos estos años, pensé que Lily estaba fuera de mi alcance. Siempre
habíamos sido cariñosos, siempre habíamos sido cercanos, pero los límites
estaban firmemente en su lugar, éramos amigos. Compartí cada victoria y
derrota con ella, y ella hizo lo mismo. Éramos parte de la vida y las experiencias
del otro, y siempre lo habíamos sido.
Era mi amiga, y la amaba.
Butterfly estaba en el escenario, cantando con todo su corazón sobre el
amor que había perdido, el amor que, para empezar, nunca había tenido.
Cantando sobre el sacrificio que haría, que tuvo que hacer por el bien de su hijo.
Le dio la pequeña bandera de Estados Unidos al muchacho y se despidió, caminó
detrás de la cortina con su cuchillo seppuku para quitarse la vida. Pero mis ojos
estaban sobre Lily.
149

Tenía los ojos muy abiertos, la frente inclinada con emoción, sus dedos
sobre sus labios. Las lágrimas en sus ojos iluminadas por las luces del escenario,
Página

y cuando la música llegó a la cúspide, las luces destellaban rojo. Parpadeó por
la conmoción, y las lágrimas que había estado conteniendo rodaron por sus
mejillas, su pecho se estremeció cuando tomó aliento.
Quería llegar a ella, subirla a mi regazo y abrazarla, besar sus lágrimas.
La belleza de su emoción me mantuvo rígido como un muerto, mirándola sentir.
No podía interrumpir eso. Y si ella me miraba a los ojos en este momento, sabría
lo que acababa de comprender.
Nadie era lo suficientemente bueno para Lily. Pero yo podría serlo. Quería
serlo.
La amaba.
Mi propia emoción se hizo cargo, me dolía el pecho como si una bomba
tamaño Lily hubiera sido detonada en mi caja torácica. Estaba enamorado de
Lily. ¿Cómo lo hice todo este tiempo sin darme cuenta? Nunca lo sabré.
Alcancé mi pañuelo de bolsillo con mis temblorosos dedos y se lo ofrecí, y
me dio una sonrisa de agradecimiento antes de secarse las mejillas y la nariz,
volviendo la mirada hacia el escenario. Deslizó su mano libre en la mía y la
apretó, y yo acaricié sus nudillos con el pulgar, sabiendo que ella no sabría lo
que esa caricia significaba para mí. Quería que entendiera sin palabras, quería
que se diera cuenta de que también me amaba. La imaginé volviéndose hacia mí
con sus ojos llenos de esperanza y encontrando reconocimiento en ellos.
Una parte de mí quería caer de rodillas a sus pies y suplicarle que dijera
que sentía lo mismo.
Pero la lógica alzó su fea cabeza, rociando desacuerdo como el comienzo
de una tormenta. ¿Y si ella no siente lo mismo? Gota. ¿Y si ella realmente quiere
a Blane? Gota, gota. ¿Qué pasa si arruino todo? Gota, gota, gota. Y luego, el
diluvio de la duda comenzó. Me la imaginé sintiendo lástima por mí, dándome
palmaditas torpes y la simpatía que seguiría antes de que nuestra amistad se
alejara. La imaginé enojada y herida por arrojarle algo así después de todos estos
años.
¿Decírselo valía la pena el riesgo? ¿Podría perderla para siempre?
No podía estar seguro, no hasta que yo lo tuviera claro.
La música terminó, y la cortina cayó cuando parte del público se puso de
pie en un estruendo de aplausos. Lily seguía llorando, sonriendo y llorando,
como el sol en la lluvia. Aplaudimos y alentamos hasta que el reparto salió y
volvió a entrar y las luces del lugar se encendieron por completo. Lily todavía
estaba radiante cuando me tomó del brazo, una vez más, y seguimos a la
multitud hacia la salida del teatro.
No tenía palabras. Ninguna que pudiera decir en voz alta.
150

Ella permaneció en silencio al principio, todavía aturdida por la


presentación mientras avanzábamos lentamente hacia la salida detrás de la
Página

multitud, llevé mi mano sobre la suya, que rodeaba mis bíceps mientras se
inclinaba hacia mí. No fue hasta que habíamos salido a la noche fresca que
encontró su voz. Y luego la conversación no se detuvo mientras comentábamos
lo que habíamos visto juntos, los momentos que nos impresionaron durante la
obra. Volvió a llorar en el taxi cuando hablamos del final, la mano en su pecho,
sus dedos largos agarrando mi pañuelo. Fue hermoso. Ella era hermosa.
Caminamos en silencio hacia el edificio, el único sonido en la escalera fue
el de nuestras pisadas hasta que llegamos a su puerta.
—No puedo esperar para quitarme estos zapatos —dijo sonriendo mientras
buscaba en su bolso—. Los tacones son alrededor de un millón de veces peor
que las zapatillas de punta.
Solo sonreí, de pie tan cerca que casi no tenía que levantar la mano para
acunar la parte posterior de su brazo, moviendo mi pulgar contra su suave piel.
Detuvo el movimiento de su mano en el bolso, y me miró, con los ojos tan abiertos
que podía ver su corazón. Superado, así es como me sentí, como si nada en el
mundo me pudiera frenar de quererla. Mi atracción hacia ella era tan fuerte que
no podía negarla. Me incliné hacia ella al tiempo en que ella se inclinó hacia mí,
los labios en un camino dolorosamente lento para unirse. Pero antes de que
pudiera llegar a sus labios, ella parpadeó y dio un paso atrás, con las mejillas
encendidas.
—Oh Dios mío. Lo siento mucho. Debo haber tomado demasiado vino.
Dejé caer mi mano cuando me enderecé, cabizbajo, con las palmas
húmedas de la nada. Traté de sonreír más allá del dolor en mi pecho.
—Debe ser. Duerme la resaca, Pies Ligeros.
Sacó las llaves y sonrió.
—Igualmente. Gracias. Eso fue... fue increíble, como siempre.
Metí las manos en los bolsillos, apretando los puños.
—Lo fue. Nos vemos, Lil.
Lily abrió la puerta y me miró por encima del hombro. Todo lo que quería
era detenerla, empujarla contra la puerta y besarla hasta que se quedara sin
aliento.
—Buenas noches, West.
Vi la puerta cerrarse, poniendo distancia entre nosotros y fui inundado
instantáneamente por mis pensamientos, corriendo en mis oídos, más fuertes de
lo que habían sido en toda la noche. Me obligué a mover los pies y caminar hacia
mi puerta, buscando a tientas mis llaves, abrí mi apartamento oscuro y entré
con mi mente por todas partes, menos donde me encontraba.
Ni siquiera vi a Patrick sentado en el sofá, no hasta que habló.
151

—¿Estás bien?
Me sobresalté.
Página

—Jesucristo. ¿Qué haces sentado en la oscuridad como un maldito


asesino en serie?
—Leyendo. —Levantó su teléfono.
Me froté la cara y alcancé el interruptor de la luz, encendiéndola antes de
caminar por la sala.
Patrick me miraba con ojos oscuros.
—¿Qué pasó?
—No sé. —Me volví para pasearme por la habitación de nuevo, meciéndome
el cabello con los dedos.
—¿Es algo malo?
Me aflojé la corbata.
—Sí. Sea lo que sea, es definitivamente malo.
Cruzó los brazos sobre el pecho mientras yo decidía por dónde empezar.
Me volví y di otra vuelta alrededor de la habitación una vez más.
—Entonces —dijo para que yo comenzara a hablar—, fuiste a recoger a
Lily, y luego ...
—... Y luego, nos fuimos. Y nada era diferente, pero todo era diferente.
Ella… yo…
Patrick pareció sobresaltado y de alguna manera divertido.
—Enmudeciste.
Negué y me senté en el sofá, apoyando los codos sobre las rodillas,
meciéndome el cabello, mirando mis zapatos. Solo había una manera de
explicarlo.
—Creo que estoy enamorado de ella.
Asintió y simplemente dijo:
—También lo creo.
Lo miré, confundido.
—¿Por qué no te sorprende?
—Porque lo he sabido desde hace años. ¿En serio acabas de darte cuenta?
Honestamente pensé que sabías.
Me pellizqué el puente de la nariz y cerré los ojos con fuerza.
—No. No sabía.
152

—Necesitas un trago. —Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina mientras


yo trataba de recuperar la compostura. Regresó con una botella de whisky y dos
Página

vasos, los puso sobre la mesa de café, y nos sirvió un trago a cada uno.
Lo tomé con gracia y lo bebí de un sorbo.
—¿Qué mierda, Tricky? —Dejé el vaso vacío entre mis rodillas—. ¿Qué
mierda?
—¿Le dijiste?
—No puedo, no hasta que resuelva este lío.
Se encogió de hombros y se recostó en el sofá.
—Parece bastante simple para mí.
Lo miré, molesto por la forma en que minimizaba mi crisis.
—Dice el chico enamorado de Rosie.
Agachó la cabeza ante la réplica.
—Ey, hombre. No es justo.
Suspiré.
—No es tan simple. Lo sabes mejor que nadie.
—Lo es, y no lo es. ¿Te ves con ella? ¿Quieres estar con ella?
Pensé en cómo sería estar con ella. Imaginándola acurrucada en mi regazo
con mis labios sobre los suyos. Vi su rostro agraciado con una sonrisa llena de
amor, su largo cuerpo tendido en mi cama en las sombras de la noche. Pensé
que mi corazón podría explotar.
—Sí —respondí, mi voz áspera.
—Entonces tienes que decirle.
Bufé, deseando poder hacerlo.
—No sin un plan. No importa que quiera llamar a su puerta ahora mismo
y decirle todo. —Me froté la cara con las manos—. Dime que no lo haga, Tricky.
Patrick se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las rodillas.
—Solo tienes que ir y decirle. No cometas el error que cometí yo
guardándolo para ti.
—Pero lo que pasó entre tú y Rose es exactamente la razón por la que no
quiero ir allá, blandiendo mis armas. Tengo que tener cuidado y hacerlo bien. Es
un mal momento, Patrick. Muy malo.
Nos sirvió otra bebida, considerándolo.
—Supongo que ella está viendo a alguien. Pero, ¿realmente le interesa este
Blane?
153

Su nombre me golpeó en la cara como un bate de béisbol. Me había


olvidado de él por un minuto, olvidé que tendría que atravesar toda una noche
Página

con él y Lily.
—Joder, hombre. No lo sé. Ella quiere estarlo. Se supone que mañana será
la última oportunidad.
—Mira, con el tiempo, tendrás que decírselo. ¿Estamos de acuerdo en eso?
No había manera de que pudiera guardármelo para siempre. Asentí.
—¿Crees que puedes esperar hasta después de mañana por la noche?
Levanté mi bebida.
—Si tengo que hacerlo. —Me tomé el trago y dejé el vaso sobre la mesa de
nuevo.
Se frotó la mandíbula con la mano.
—No lo sé. Tal vez deberías hablar con Rose. Ella sabrá cómo manejar esto
mejor que nadie.
Suspiré, sacudiendo la cabeza con los ojos en el vaso vacío.
—¿Cómo sucedió esto? ¿Cuándo pasó esto?
—Ha estado sucediendo por años, West.
—No lo sabía. Durante todo este tiempo, no lo sabía. Nunca pensé que
podría tenerla, y ahora ni siquiera sé si ella me quiere. Pero yo la quiero, Patrick.
En este momento, te digo que es un hecho. La quiero más de lo que nunca he
querido nada. —Había encontrado la claridad, tan sutil como un balde de agua
helada sobre mi espalda—. ¿Cómo puedo atravesar toda una noche viéndola con
otra persona? ¿Cómo puedo no decírselo?
—Tal vez deberías quedarte en casa.
Fruncí el ceño.
—¿Y dejar a Maggie y a Lily solas para hacer frente a un montón de idiotas
borrachos? De ninguna manera.
Se encogió de hombros.
—Entonces tendrás que aguantar. Ganar un poco de tiempo para hacerlo
bien. Solo tienes una oportunidad real con ella. No la cagues.
No la cagues. Sin presiones.
—Tal vez no debería decirle nunca. —Supe que era una amenaza vacía tan
pronto como lo dije.
Me dio una mirada mordaz.
—¿De verdad crees que puedes mantener la boca cerrada para siempre?
Porque no es tan fácil como parece.
154

Suspiré de nuevo.
Patrick se inclinó hacia delante.
Página

—Escucha. Cooper y yo no te dejaremos pensar en Lily mañana por la


noche, mientras estemos fuera. Puedes estar allí para comprobar la situación
sin tener que lidiar con todo solo. Cubriremos tu espalda. Y mañana por la
mañana, habla con Rose. Ella sabrá qué hacer. Si puedes encontrarla lo
suficientemente temprano, podrías tener el tiempo suficiente para ver a Lily
antes de que salga por el día.
Patrick me sirvió otro vaso de whisky mientras me frotaba la cara. Me senté
en el sofá y bebí, sintiendo como si hubiera envejecido diez años.
—Y por ahora, espero.
Asintió.
—Esperas.
—Y tendré que decirle.
—Así es. Pero no todavía.
—No puedo no decirle. —Me quedé mirando un punto en la pared.
—No.
—Y ella podría odiarme por ello.
—Síp.
Lo miré.
—¿Cómo has estado haciendo esto con Rosie durante todo este tiempo?
Dejó escapar un profundo suspiro.
—Porque ella sabe lo que siento. No tengo elección. La cagué, y este es mi
castigo. No se habla del tema, y no hay nada que hacer.
—Pero todavía son amigos. Así que hay esperanza para Lily y yo.
—Siempre hay esperanza. Eso es lo que te mantiene en marcha.
Asentí.
—¿Cómo diablos voy a dormir de ahora en adelante?
Pero Tricky se limitó a reír.
—Esto ayudará —dijo mientras levantaba su copa, y las vaciábamos
juntos, sirviendo otra sin dudarlo.
155
Página
14
Esquemas
Lily
La mañana siguiente bebí mi café con los ojos desenfocados, mirando sin
ver en dirección a los gabinetes de la cocina. Apenas había dormido después de
la ópera, trastornada e incapaz de dar sentido al final de la noche.
Casi había besado a West.
La vergüenza me inundó nuevamente al recordarlo. No sabía lo que se
había apoderado de mí, si era solo la emoción latente de la ópera o algún sabotaje
mental relacionado con Blane. La ópera había sido tan abrumadora, no solo por
la interpretación, sino también por West.
Cuando apareció con en ese traje y me miró como si... ni siquiera sé como
qué. Esa mirada me golpeó de una manera que no pude clasificar. Durante toda
la noche, me mantuve cautivada por él, por sus ojos, por sus palabras.
No sabía qué me había pasado. Cuando me tocó el brazo en el pasillo y lo
miré, no hubiera querido nada más el mundo, sino que me besara, y la sensación
no me abandonó. Estuve en mi cama la mitad de la noche mirando el techo,
contemplando levantarme de la cama para ir allí. Si hubiera pensado en algo que
decir, probablemente lo habría hecho. Pero no sabía lo que quería de él. Además
de sus labios.
El pensamiento era tan perturbador. Aquí estaba de nuevo, queriendo algo
que no debería. Tal vez solo quería cosas que no podía tener, cosas que eran
imposibles. Masoquismo mental.
Me sentía como una imbécil por poner a West en la posición de tener que
lidiar con mi locura. Él era mi mejor amigo. Traté de darle sentido a todo,
156

encontrar alguna razón que explicara por qué había perdido la cabeza. Es decir,
realmente todo estaba en un punto crítico. La presión del Lago de los Cisnes. El
Página

desastre que era mi relación con Blane y la reacción violenta de Nadia. Me dije
que simplemente estaba abrumada. Estresada.
Todo lo de West tenía que ser una consecuencia de eso.
Sonreí para mis adentros, sintiéndome aliviada. El casi beso a West se
debió solo al vino y el estrés y la comodidad de un rostro familiar. West no estaba
interesado en mí de esa manera, y yo estaba con Blane, más o menos.
Blane lo estaba intentando, realmente lo hacía, desde tiernos mensajes a
flores. Todavía estaba decidida a darle una última oportunidad, porque no podía
llevarme ese tipo de arrepentimiento a la tumba. Sería una anciana en un
geriátrico, lamentándome durante el juego de canasta acerca de “y si hubiera” y
garabateando su nombre en el borde de mi tarjeta de bingo. Así que, si Blane iba
a intentarlo, entonces yo también lo haría.
La tercera es la vencida.
Nos imaginé bien vestidos, agarrados del brazo, y mi estómago revoloteó.
El VIP con Cooper era siempre divertido, incluso un poco abrumador. Vivir la
vida de los ricos y famosos durante unas horas era emocionante, pero me alegré
de tener que alejarme de eso al final de la noche. No podía imaginar vivir así todo
el tiempo, con todo el mundo metiéndose en tus asuntos, la gente tratando de
aprovecharse de ti, cámaras siguiéndote. Incluso estar remotamente conectada
con esa vida a través de Astrid era suficiente para mí. Era parte de la razón por
la que Cooper y Astrid eran cerrados a los recién llegados, y fuera de nuestro
pequeño grupo, se quedaban con los de su mismo círculo social.
Bebí otro sorbo de mi café y comprobé la hora. Tenía un día ocupado:
ensayo durante todo el día y un espectáculo por la noche. Por suerte Serenade
era corta, y nosotros actuábamos en primer lugar. Habría tiempo de sobra para
volver aquí y prepararme antes de salir. Mi vestido sexy y una copa de ginebra
estarían esperando por mí para prepararme para una noche que tenía el
potencial de ser memorable.
La magia de la masturbación. Era experta en eso. Tal vez esta noche sería
la noche que Blane realmente me lo haría en el dormitorio porque, si jugaba bien
sus cartas, lo dejaría. Quería tanto que me lo hiciera, que casi podía saborearlo,
el sabor dulce, dulce de la satisfacción.
Sonreí para mí y volví la atención a mi libro. Todo el mundo aun dormía,
lo que no era una sorpresa. Me encantaban las mañanas de fin de semana, esas
pocas horas donde el mundo todavía estaba tranquilo, el día lleno de
posibilidades, solo yo, una taza de café, un libro, y la dorada luz del sol de
primera hora de la mañana. Eso es la felicidad.
La puerta de Rose se abrió, y ella salió tambaleándose, un desastre de
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cabello y piernas mientras se dirigía hacia el baño, maldiciendo en voz baja


cuando se golpeó con el marco de la puerta. Mi ceja se arqueó, preguntándome
Página

por qué estaba despierta. No esperaba verla hasta que volviera a casa después
del espectáculo.
Cuando reapareció un segundo más tarde, parecía un poco más
recompuesta. Su cabello parecía menos el de un león borracho y más el de una
llama achispada. Ella murmuraba para sí misma mientras entraba en su
habitación brevemente, volviendo a la sala de estar con pantalones vaqueros y
sus botas de combate en la mano.
—¿A dónde vas, Bella Durmiente?
—Desayuno. —La palabra pareció una maldición si alguna vez había
escuchado una.
La miré.
—¿Con quién?
—Tricky. —Se sentó en el sofá y se puso su bota.
Levante una ceja, y le sonreí
—¿Oh?
—No me digas oh —resopló Rose—. No es nada.
—Debe ser algo si hace que te despiertes antes de las diez. —Le eché una
mirada y bebí un sorbo de mi café.
Metió su otro pie en la bota.
—No estoy preparada para hablar de esto sin café.
—Hay algo en la cafetera.
—No hay tiempo. —Agarró su bolso y las llaves y se dirigió a la puerta.
—Bueno, duerme una siesta cuando llegues a casa porque te necesito
enfocada. ¡Blane Baker está sucediendo esta noche!
Rose se puso la chaqueta y negó con la cabeza, con la voz ronca.
—Suenas demasiado emocionada por ello.
—Bueno, este es el último intento, y me siento muy bien al respecto. Estoy
subiendo a la bicicleta una vez más, y tengo la sensación de que va a ser el más
suave de los viajes.
—Solo digo. Me esperaba un poco más de escepticismo.
—No estoy entrando a ciegas, y reconozco que todo esto me ha vuelto un
poco loca.
Rose resopló.
Me animé, sin dejar que ella me afectara.
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—Pero hoy es un nuevo día, y tengo la sensación de que va a ser uno


bueno. Incluso me depilé con cera ayer, por si acaso.
Página

Fue su turno de levantar una ceja.


—¿Cera caliente en las partes femeninas para Blane Baker? Más vale que
él aprecie eso.
—De eso estoy hablando. Total, y absoluta conmemoración de la cuevita
femenina.
Ella se rio y abrió la puerta
—Te veré esta noche.
—Adiós, entonces —dije, solo un poco herida cuando cerró la puerta sin
responder o pedirme que me uniera a ella, pero mi sonrisa se extendió
nuevamente. Rose preferiría encerar su propia vagina que levantarse a las ocho
de la mañana.
Gallina.

West
Destrocé la servilleta de papel, dejando caer las tiras en una pila en la
mesa de comedor mientras Patrick y yo esperábamos a Rose en silencio. Genie's
era nuestro restaurante favorito, una cadena de solo tres sucursales que
comenzó en Hell’s Kitchen21, y hacía los mejores batidos que alguna vez había
probado. Este estaba en Broadway, en la misma cuadra de nuestro apartamento,
e íbamos allí casi tanto como a Habits.
Patrick y yo habíamos pasado la noche bebiendo hasta que nos
desmayamos. El nombre de Lily estaba en mis labios cuando el sueño me
arrastró, y su rostro llenó mis pensamientos en cuanto me desperté. Revisé mi
teléfono esa mañana para encontrar mensajes a Rose, todos imprecisos, en parte
por todos los errores tipográficos. Fue una operación clandestina bastante
deficiente. Solamente le pedí que fuera a reunirse con nosotros en el restaurante
a las ocho y no le dijera a Lily que yo estaría allí. Ella me dijo amablemente que
me fuera al infierno. Entonces le dije, muy sencillamente, que era importante y
que necesitaba su ayuda. No podía decir que no a eso.
Mi café reposaba frente a mí sin tocar. Me había dado cuenta tan pronto
como lo había pedido que lo último que necesitaban mis nervios era cafeína.
Patrick se sentó frente a mí, la espalda contra el borde de la ventana,
mirándome con preocupación.
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—Va a funcionar.
Suspiré.
Página

—Estoy seguro, de una u otra manera.

21 Hell's Kitchen: es un reality show gastronómico.


La campanilla de la puerta sonó, y nos dimos vuelta hacia el sonido para
encontrar a Rose entrando. Ella parecía cansada y claramente molesta, aunque
de algún modo todavía compuesta. Un poco aterradora, pero compuesta. No
pude evitar sonreír. Patrick parecía como si le hubieran dado una bofetada.
Sus ojos se estrecharon mientras se deslizaba en la cabina junto a Patrick.
La camarera apareció de la nada y abrió su boca para hablar.
Rose ni siquiera la saludó, solo refunfuñó:
—Café.
La camarera rodó los ojos y se alejó.
—Más vale que sea bueno, imbéciles. Este es el rostro de cuatro horas de
sueño. Míralo bien, porque si ven esto otra vez, podría significar que están en el
umbral del infierno.
Patrick giró en la cabina y se inclinó sobre la mesa, haciendo un gesto
hacia mí.
—Adelante, Romeo.
De alguna manera, los ojos de Rose se estrecharon aún más cuando me
miró.
Me incliné sobre la mesa y respiré profundamente, sabiendo que solo había
una manera de decirlo. Me encontré con su mirada.
—Creo que estoy enamorado de Lily.
Sus ojos se abrieron.
—¿Tú qué?
Asentí.
—Me di cuenta ayer por la noche en la ópera.
Ella pasó una mano por su cabello oscuro y respiró profundo, soplando a
través de su nariz.
—¿Qué pasó?
—Nada. Todo. Me di cuenta cuando pasé a buscarla, pero creo que lo
estuve sintiendo durante días. Tal vez por más tiempo.
Rose me miraba boquiabierta.
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—No puedo creer que te hayas dado cuenta de esto ahora mismo. Mal
momento, West.
Página

—Lo sé. Créeme, lo sé.


Ella se echó hacia atrás y cruzó los brazos.
—¿Qué vas a hacer?
—No sé cómo manejar esto, Rose. Necesito tu ayuda.
Algo en mi voz debe haber llegado a ella porque su rostro se suavizó.
—Si me hubieras preguntado ayer, te habría dicho que fueras allí ahora
mismo a hablar con ella sobre esto. Pero la dejé cantando sus grandes
expectativas sobre Blane y esta noche.
Mis ojos estaban en mi café ya que no sabía que decir.
La camarera trajo a Rose su café.
—Gracias —dijo Rose, aliviada y sonriente, y la camarera parecía calmada,
devolviéndole la sonrisa con un asentimiento—. Si le dices ahora mismo, se va a
volver loca, y tiene ensayo durante todo el día y un espectáculo esta noche.
¿Puedes esperar hasta mañana por la noche para hablar con ella acerca de todo
esto? Noir quedará atrás, y ella va a tener todo el lunes libre para procesar.
—Va a ser difícil de pasar esta noche con ellos dos, pero si es lo que tengo
que hacer, entonces lo haré.
Rose agarró el azúcar y la vertió con un breve silbido. Luego agarró su
cuchara.
—Honestamente, tengo la esperanza de que Blane simplemente muestre
su verdadero rostro para que Lily finalmente lo descarte para siempre. Este es el
asunto: ella cree que él le importa, y creo que él se está quedando fuera de su
radar, pretendiendo que le importa una mierda. Él está tratando de aferrarse a
ella por alguna razón, pero no sé cuál es su ángulo. Tal vez no lo tiene. —Rose
suspiró y agarró su taza—. Todo está jodido. Lo que sí sé es que, si hablas con
ella en este momento, no va a saber qué decir. Si esperas hasta que Blane lo
eche a perder, tus posibilidades serán mejores. —Bebió un sorbo de su café.
—¿Entonces crees que debería decirle?
Rose asintió.
—Definitivamente creo que deberías decirle.
—Eso es lo que dijo Patrick también.
Patrick parecía satisfecho consigo mismo.
—Bueno, tiene razón. Puedes que solo tengas una oportunidad decente en
esto, pero no deberías aprovecharla hasta que esté lista.
—Estoy poniendo toda mi esperanza en que Blane haga el tonto. ¿Y si no
es un imbécil esta noche? ¿Qué pasa si ella termina enamorándose de él? ¿Qué
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sucede si pierdo completamente la oportunidad?


Agarró mi mano.
Página

—Escucha, no vas a perder nada. Están sucediendo demasiadas cosas


ahora mismo para dejarle caer esto también. Las cosas van a reducir la
velocidad, e incluso si todavía está viendo a Blane, eso no significa que no puedes
decirle cómo te sientes. Por ahora, creo que necesitas esperar y ver.
Mi voz era gruesa.
—¿Cómo puedo fingir?
—No tienes que pasar por esta noche. Solo quédate en casa. Puedes hablar
con ella mañana por la noche.
Negué con la cabeza.
—Tengo que ir. Necesito ir.
Ella asintió.
—Entonces tienes que fingir, solo por una noche.
Mi única otra pregunta quemaba en mi garganta, era la misma que me
había atormentado desde que me di cuenta de lo que sentía.
—¿Crees que tengo una oportunidad?
Rose sonrió.
—Oh, definitivamente creo que tienes una oportunidad.
El alivio fue palpable, esperanza que necesitaba para fortalecer mi fuerza
de voluntad.
—Gracias, Rose.
—De nada. Ahora dame de comer tocino, Weston, antes de que la mierda
sea real.

Lily
La multitud rugió cuando me incliné de nuevo, apenas capaz de ver los
rostros más allá de las luces del escenario. Era un sentimiento para el que todos
vivíamos, de pie en el escenario, escuchando el estruendoso aplauso por todo tu
duro trabajo. Esa cima era la cereza en el helado, la recompensa por el dolor, los
ensayos agotadores, el esfuerzo y el sacrificio. Nada de eso importaba en ese
momento.
Hicimos nuestro camino fuera del escenario, y me apresuré hacia mi bolso,
guardando todo bruscamente. El equipo se apresuró detrás de mí, pero apenas
me di cuenta, simplemente agarré mis zapatos y los arrojé en el suelo con un
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golpe, alcanzando mi tobillo para desatar mi zapatilla, luego la otra. Era un


torbellino absoluto, en la prisa por llegar a mi vestuario para poder volver a casa.
Página

Jenni se acercó, deteniéndose junto a mí con su propio bolso, sonriendo.


—Dios, me encanta Serenade. Creo que podría ser mi favorito.
Me reí y metí mis zapatillas en el bolso.
—Dices eso de cada show.
—Uf, lo sé. Felicidades, por cierto, tu Waltz Girl fue perfecta esta noche.
Simplemente perfecta.
—Gracias —le sonreí mientras me levantaba y agarraba mi bolso.
Su sonrisa se desvaneció, dejando caer la frente mientras se inclinaba
hacia mí.
—Escucha, quería hablar contigo, Lil.
La ansiedad me invadió ante la idea de ser demorada incluso por un
segundo. Todo el mundo estaba esperando que llegara a casa, y todavía tenía un
millón de cosas que hacer.
—¿Podemos hablar mañana? Lo siento, es que tengo planes para esta
noche, y todos están esperándome.
Ella sonrió, pero definitivamente estaba decepcionada, y había algo más
ahí... ¿culpa? Tenía curiosidad, pero no podía quedarme.
—Claro. Hablaremos mañana seguro.
—Eres la mejor. Lamento irme corriendo. —Me incliné y besé su mejilla
antes de deslizarme entre las sillas—. Amo verte, Jen.
—También yo. —Ella todavía tenía su sonrisa, pero era apretada. Me
pregunté qué era lo que necesitaba, pensando que no podía haber sido tan
terriblemente importante, o habría insistido en que hablamos.
Todavía tenía que vestirme, entregar el vestuario, ir a casa a bañarme,
arreglarme el cabello y vestirme, mi cabeza dio vueltas, y empecé a dirigirme
hacia las escaleras. Los bailarines y el equipo estaban por todas partes, y Bastian
captó mi atención desde el otro lado de la habitación. Levantó su mano, viéndose
más serio que de costumbre, pero saludé con la mano y me fui, preguntándome
por qué todo el mundo necesitaba hablar conmigo esta noche, de todas las
noches.
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El cavernícola dice “ug”
Lily
Mi vestido era demasiado corto y mis tacones demasiado altos, pero ni
siquiera podía encontrar manera de que me importara lo que alguien pensara de
ello.
Eran las diez y media, y Maggie, Rose, y yo habíamos pasado la última
hora bebiendo ginebra (de acuerdo, yo sólo uno, lo cual era mi límite fino para
la noche) y arreglándonos el cabello y maquillaje. Rose se delineó los labios de
un rojo intenso en el espejo, con un peinado grande y esponjoso y ojos de gato
ahumados mientras que de alguna manera lucía como si no hubiera hecho
ningún esfuerzo. Maggie sorbió su bebida y jugó con sus collares, luciendo dulce
con un vestido sin mangas suelto que era casi tan corto como el mío, con tacones
color piel y maquillaje natural.
Me sentía engañada en comparación: el cabello rizado, labios de color rosa
fuerte, delineador pesado y un vestido azul cobalto que hacía que mis pechos
lucieran increíbles. No es como si tuviera un montón con lo que trabajar, pero
vaya. Menudo vestido. Le di a mis atributos un apretón cuando me miré en el
espejo, y Rose se rio.
—No te rías. Estas son mi billete mágico a la tierra de O.
Maggie se echó a reír.
Me reí, todavía mirándolas, moviendo las caderas al ritmo del disco-house
que sonaba desde el altavoz portátil de Rose.
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—Lo digo en serio. Blane no me puede rechazar en este vestido.


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Rose tomó su lápiz labial y desprendió la tapa.


—Ningún hombre en su sano juicio lo haría. O mujer, tampoco.
—Ay, bueno, si lo harías conmigo entonces ya he ganado, Rosie.
Me sentía embriagada por la ginebra y el largo día de baile, todavía
zumbando por la adrenalina de la actuación. Estaba brillante y fresca y lista.
Mañana iba a dar asco, pero me juré que después de esta noche estaba en
marcha. Tenía dos semanas para preparar mi cuerpo para El Lago de los Cisnes.
Pero esta noche era todo o nada.
Algo iba a cambiar. Podía sentirlo.
Revisé mi teléfono por quinta vez.
—Blane debería llegar en cualquier momento. —Salí del pequeño cuarto
de baño y me quedé en el pasillo con las manos en las caderas—. ¿Cómo estoy?
Maggie se inclinó para mirar a un lado de Rose.
—Follable.
—Tus piernas son ridículas. —Rose suspiró.
—Lo he clavado. —Les sonreí y me dirigí a la sala, tarareando la música
de Rose mientras recogía mis cosas y las ponía en mi bolso. Identificación, lápiz
labial, espejo pequeño, tarjeta de crédito, dinero en efectivo, teléfono y condones.
¿Qué? De ninguna manera iba a salir del apartamento sin estar preparada para
El Blane. Estaba tan preparada para El Blane que era casi espeluznante. Casi.
Alguien llamó a la puerta y mi corazón saltó. Tomé una respiración
profunda, alisándome la falda mientras caminaba hasta ella y la abría.
Blane estaba de pie en el pasillo viéndose jodidamente sexy. Mis ojos
recorrieron su cuerpo: camisa entallada y abrigo gris, pantalones que abrazaban
ese culo delicioso. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando mi mirada se posó
en su sonrisa mientras me miraba con ojos brillantes.
—Hola, Lil —dijo mientras me daba un dulce beso en los labios, y mis
rodillas casi cedieron.
—Hola. —Puse una mano contra su pecho sólido como una roca y le sonreí.
—Estás increíble. —Se echó atrás para poder mirarme bien con una
sonrisa torcida.
—Tú también. Pasa. —Me volví, moviendo las caderas mientras me dirigía
a la cocina, felicitándome por la decisión de seguir las cosas con Blane.
Me siguió al interior del apartamento, cerrando la puerta tras de sí.
Miré por encima del hombro y lo atrapé mirándome el culo. Permítanme
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decirles que, en ese momento, estaba segura de que mis caderas podrían traer
la paz mundial.
Página

—¿Puedo ofrecerte una bebida?


Sus labios se inclinaron con una sonrisa.
—Por supuesto. Cualquier cosa que tengas está bien.
Le serví un whisky solo con hielo mientras Rose y Maggie entraban,
susurrando. Él volvió su sonrisa asesina a ellas.
Me pavoneé de nuevo hasta la entrada con su trago en la mano.
—Blane, no tuve la oportunidad de presentarte a mis compañeras la última
vez que estuviste aquí. Me gustaría que conocieras a Rose y Maggie. —Hice un
gesto a ellas—. Chicas, Blane.
La sonrisa de Rose era falsa (me di cuenta desde el otro lado de la
habitación), pero no es como si él supiera la diferencia. Me pregunté cuál era su
problema.
Ella hizo un gesto a medias.
—Encantada de conocerte, al menos oficialmente.
Maggie fue más genuina. Debían haber sido sus modales sureños
obedientes.
—¡Qué agradable es conocerte! Ven aquí, soy de las que abrazan. —Se
acercó a darle un abrazo, y él se inclinó un poco hacia atrás, sorprendido.
Definitivamente no era algo para lo que los neoyorquinos estuvieran preparados
jamás—. Hemos escuchado muchas cosas buenas de ti, Blane. Me alegro de que
hayas podido venir esta noche.
Le entregué el whisky, y él la miró un largo segundo antes de tomar un
sorbo. Trató de no toser y fracasó.
Rose no se lo perdió y puso los ojos en blanco cuando él no prestaba
atención. Le di una mirada.
Sonó otro golpe, y Rose respondió a Astrid quien lucía estúpidamente
impresionante casi sin maquillaje y con su cabello prácticamente virgen: un lío
suelto y rubio, fabulosamente peinado. Su vestido blanco iba acompañado con
grandes joyas, lo suficientemente sueltas para que pareciera de época y bohemio,
lo suficientemente corto para que de alguna manera le cubriera el culo sin
parecer de puta.
—Hola —dijo a la habitación y se movió por ella, presionando sus mejillas
contra las nuestras y haciendo ruidos de beso. Levantó una ceja rubia cuando
llegó a Blane—. ¿Blane Baker?
Parecía un poco nervioso, aunque le lanzó una sonrisa y de alguna manera
todavía lucía adorable.
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—Guau, Astrid Thomas. Qué agradable conocerte.


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—Igualmente —dijo, aburrida por su entusiasmo. Odiaba cuando alguien


abiertamente reconocía quién era. Lo encontraba de mal gusto, prefiriendo
cuando la gente simplemente la trataba como si fuera una normal donnadie. Se
volvió hacia mí—. ¿Hay tiempo para beber?
Miré el reloj.
—Se supone que debemos salir en un segundo.
Rose le pasó su bebida.
—Aquí, termina la mía.
Se encogió de hombros cuando Rose se la entregó y la acabó sin siquiera
pestañear. Blane la observó, fascinado.
El tercer golpe de la noche llegó, y esta vez fue Maggie quien respondió.
Patrick se encontraba en la puerta, vestido de punta en blanco en una camisa a
medida, blanco y negro y traje negro. Su mandíbula y pómulos eran cincelados
(en serio, el hombre podría haber sido una estatua de mármol cubierto de
Sharpie), el cabello negro peinado hacia atrás, con los ojos en Rose, quien se
quedó inmóvil un buen rato mientras entraba. Parpadeó y tomó una respiración
profunda, volviéndose hacia Astrid para ocultar el hecho de que estaba
totalmente comiéndose con la mirada a su ex.
Cuando miré hacia la puerta, West salió de detrás de Patrick, y cada
pensamiento dejó mi cerebro.
Tenía el cabello suelto con esos surcos profundos en la parte superior por
correr sus dedos a través de él, de alguna manera manteniéndolo desordenado
y ordenado al mismo tiempo. Llevaba el traje que había usado la noche anterior,
ese glorioso traje que le hacía parecer un hombre que hace que las cosas
sucedan. Mis ojos captaron sus labios carnosos, enmarcados por su barba, pero
sólo un momento, porque podía sentir sus ojos en mí como una orden. Mi mirada
saltó a la suya, a sus ojos de un tono de azul eléctrico con algo de ardor detrás
de ellos, algo que trataba de ocultar.
Mi ceño se frunció, inquisidora, preguntándole qué necesitaba, qué quería,
pero rompió la conexión, mirando al otro lado de la sala a nada en particular.
Recogí mi bolso, sacudida, metiéndolo debajo de mi brazo mientras tomaba
el de Blane.
—¿Todo el mundo listo?
Un coro de síes rodó a través del grupo mientras llenábamos nuestra
pequeña entrada y Patrick abría la puerta. Salimos con todo el mundo charlando
mientras caminábamos por las escaleras y al exterior. Patrick y West levantaron
las manos para llamar a los taxis, y dos se detuvieron, uno delante del otro.
Patrick abrió la puerta y Astrid, Rose y Maggie terminaron en el asiento trasero
con Patrick en el frente, dejándome con Blane y West en el otro.
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West me abrió la puerta y di un paso para entrar, pero Blane me pasó y se


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subió primero. West lo miró como un velociraptor hambriento. Casi podía


sentirlo en plena ebullición mientras subía detrás de Blane. Y seis segundos más
tarde me encontraba sentada cómodamente en el asiento de atrás entre los dos.
Crucé las piernas hacia Blane, y puso una mano en la parte externa de mi
muslo, tirando de mis piernas a las suyas. Puse los brazos alrededor de su
bíceps, y me miró. Nos sonreímos el uno al otro. Blane iba a suceder finalmente.
Era todo lo que esperaba.
West iba empotrado contra la puerta, con el ceño fruncido hacia la
ventana.
—Bueno, me alegro de que finalmente hayas decidido salir con Lily. Ha
estado hablando bien de ti un montón.
Le lancé una mirada.
Blane miró por la ventana, sonando aburrido.
—¿Lo ha hecho? Nunca antes te ha mencionado a ti.
Mi cabeza giró para dirigir la mirada a Blane en su lugar.
La voz de West sonaba un poco más fuerte.
—Qué raro. Suena como si ustedes no hablaran un montón, de todos
modos, así que no voy a tomármelo como algo personal.
Mi cabeza giró de nuevo. West siempre había sido un poco sobreprotector
con las mujeres de su vida, pero esto era ridículo. No es que lo que hubiera dicho
fuera mentira, pero, aun así. Inapropiado.
—Bueno… —interrumpí, desesperada por cambiar de tema—. West y yo
fuimos a la ópera a noche para ver Madame Butterfly.
—Oh, ¿era él el amigo con quien fuiste?
Fruncí el ceño.
—Eh, sí. ¿Te gusta la ópera?
Blane hizo una mueca.
—Para nada.
West se echó a reír, y luego lo miró.
—Oh, espera. ¿Hablas en serio?
—La forma en que cantan es muy exagerada. Además, la ópera nunca está
en inglés. ¿Por qué no se puede traducir? —Negó con la cabeza—. La única vez
en que leo subtítulos es para el Kung Fu.
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La satisfacción emanaba de West, y cambié de posición, tomando la


oportunidad para darle un codazo. Volví mi atención a Blane justo cuando sonó
Página

su celular en el bolsillo con una melodía de una canción de Nickelback.


West resopló, tratando de cubrir su risa con una tos débil mientras Blane
se movía, apresurándose a acallarla. Utilizó el brazo que yo había envuelto para
alcanzar su bolsillo trasero, obligándome a inclinarme hacia West para evitar
que me diera un codazo en la teta. Blane bajó la mirada para ver quién era, con
los ojos como dardos hacia mí mientras lo silenciaba, cortando a Chad Kroeger
a mitad de llanto.
—Bueno, Nickelback, ¿eh? —West no estaba ni siquiera fingiendo ser un
idiota en ese punto.
Blane se inclinó hacia delante para mirarlo detrás de mí.
—¿Cuál es tu problema, hombre? Has sido un idiota desde que entramos
por la puerta de Lilypad.
Ahí está. Me preparé.
West echaba humo.
—Mira, no tengo ningún problema contigo, Blaney. No mientras seas
bueno con Lily. Jodes eso, y todas las apuestas están cerradas.
—¿Qué, estás enamorado de ella o algo así?
Los ojos de West eran tan duros como los diamantes.
—¿Por qué, lo estás tú?
—Vete a la mierda, hermano.
—No me llames hermano, estúpido.
—¡Suficiente! —grité, con la cabeza girando de modo que recibieron partes
iguales de mi mirada de rabia—. ¿Qué se les ha metido a los dos? Jesucristo, no
sabía que iban a bombardear el taxi con testosterona o habría pedido uno para
mí sola.
El taxi se detuvo junto a la acera, y fulminé con la mirada a West, que no
se movió, se quedó mirándome fijamente.
—Déjanos salir, West.
Frunció el ceño y abrió la puerta. Las luces interiores de la cabina
arrojaron luz dura sobre nosotros mientras salíamos rápidamente, y West me
ofreció una mano que alejé, dejando a Blane para pagar al taxista. Se inclinó
hacia fuera, viéndose avergonzado.
—Ah, no tengo dinero en efectivo.
—Oh —murmuré, atrapada con la guardia baja. Abrí el bolso, pero West
se me adelantó.
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—Sabes que aceptan tarjetas, ¿cierto, imbécil? —espetó West mientras


pasaba el dinero a través de la ventana del pasajero.
Página

Blane echaba humo, y West me lanzó una mirada mordaz. Estaba lo


suficientemente cerca para que se me hiciera difícil respirar con sus ojos
clavados en los míos como lo estaban, pero rompió la conexión, girando sobre
sus talones para caminar hacia las cuerdas de terciopelo.
Los golpes de un bajo marcaron el silencio entre West y yo mientras el otro
taxi se detenía frente al club. Me tomé un momento para mirar a mi alrededor.
Una fila enorme daba vuelta alrededor del lado del edificio, repleta de personas
que nos miraban con altanería desde detrás de la cuerda de terciopelo, como si
fuéramos sólo un montón de idiotas que terminarían en fila detrás de ellos.
Normalmente tendrían razón.
La palabra Noir se encontraba escrita en letras de oro fino Art Deco por
encima de la puerta, y la arquitectura era muy de los años veinte, negra y con
paneles chapados en oro, con incrustaciones de patrones de remolinos de forma
libre y geométrica, todo al mismo tiempo. El edificio en sí debía de haber sido de
alrededor de la misma época, incluso la fachada de la columna de piedra tenía
una elegante sensación moderne.
Todo el mundo salió del otro taxi mientras Cooper salía por la puerta y
pasaba al gorila, dándole una palmada en el hombro al mover la cuerda.
Los paparazzi salieron de la nada tan pronto como apareció Cooper, los
destellos efecto estroboscópico y guardias acudieron hacia nosotros,
manteniendo a los paparazzi alejados. Me sentí como si estuviera atrapada en
una turba mientras corríamos hacia la puerta con el sonido de los fotógrafos
gritando los nombres de Cooper y Astrid.
No dejamos de movernos, simplemente recorrimos el camino al interior en
fila. Observé la espalda de West mientras subía las escaleras delante de mí,
sintiendo el muro que había arrojado entre nosotros como de treinta metros de
alto y a prueba de balas. Sin embargo, casi se me olvidó todo cuando Blane tocó
la parte baja de mi espalda y susurró algo sucio en mi oído. Algo que me hizo
muy contenta de haberme depilado todo con cera.
La música se volvió más fuerte con cada paso hasta que llegamos a la
planta principal. El club era hermoso, y lo miré boquiabierta mientras
caminamos a través de él. Los acróbatas giraban sobre aros suspendidos del
techo por encima de un mar de cuerpos de lentejuelas, bailando bajo una nube
de colonia, moviéndose como una ola en sincronización con la música. Todo era
negro, adornado con oro en líneas, destellos y patrones precipitados. El bar era
elegante, chapado en oro con detalles en negro, iluminado por luces brillantes
que lo hacían brillar como hojas de oro.
Era como si hubiésemos de alguna manera caminado atrás en el tiempo
hasta el futuro.
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Giramos hacia las escaleras hasta el piso VIP y más allá de un gorila que
se parecía a Marcellus Wallace de Pulp Fiction. No voy a mentir, casi me tropecé
Página

buscando por una bandita en la parte posterior de su cuello. Seguimos subiendo


hasta llegar a la parte superior que se abría a una versión más pequeña, menos
abarrotada de gente, del club de la planta baja, con ventanas de pared a pared
para que la élite pudiera ver a los campesinos desde la comodidad de servicio de
botella y sofás de terciopelo.
Cooper nos llevó a un conjunto de sofás negros de terciopelo alrededor de
una mesa baja, con incrustaciones de oro con un enfriador lleno de hielo y
botellas de licor y vasos de cristal, maldito vidrio elegante de verdad y no de
plástico, mezcladores y aderezos dispuestos en la superficie. Cooper pasó una
mano sobre la exposición, luciendo satisfecho de sí mismo, y todos rieron y
aplaudieron. Se inclinó drásticamente antes de caminar a través del grupo
repartiendo besos a las chicas y abrazos de hermano a los chicos. Se detuvo
frente a Blane.
—¿Cómo te va, hombre? Soy Cooper Moore. Tú debes ser Blane. —
Extendió una mano, y Blane la tomó, claramente deslumbrado.
—¿Qué haces?
—Sólo vivir la vida. Ya sabes. —Sonrió con esa sonrisa de un millón de
dólares e hizo un gesto al club detrás de él—. Vamos a tomar una copa, chicos.
Rose enganchó un brazo en el mío y me arrastró hasta el sofá con Maggie
y Astrid siguiéndonos. Tomamos asiento en los sofás, y Rose inmediatamente
vertió bebidas para todo el mundo, pasándoselas a Patrick, quien las entregó
después.
—¿Qué crees que querrá beber Blane? —dijo sobre la música.
Me encogí de hombros.
—No creo que le guste el whisky.
Astrid resopló.
—Tal vez deberías hacerle una Appletini, Rose.
Hice una mueca antes de volverme a Rose.
—Tal vez un vodka con tónica sería seguro.
Vertió el último, pero Patrick ya había tomado las otras bebidas y se había
alejado. Lo tomé y sonreí.
—Se lo daré.
Todos me asintieron, no parecían estar tan divertidos como yo. Pero no me
importó. Nada iba a arruinarme esta noche.
Me levanté y estiré mi vestido un poco antes de caminar a grandes
zancadas hacia Blane, que tenía una especie de encantamiento con Cooper. Coop
solo tomó un sorbo de su bebida, sonriendo afablemente mientras Blane
171

continuaba.
Página

Deslicé un brazo a través del de Blane.


—Aquí está tu bebida.
Me sonrió y deslizó una mano alrededor de mi cintura, con los dedos
rozándome el culo. Disparó un pequeño shock a través de mí.
—Gracias, Lily.
—No hay problema. —Miré a Cooper—. Gracias por invitarnos. Este lugar
es increíble.
—Estoy contento de que todo el mundo decidiera venir —dijo con una
sonrisa, con sus ojos yendo como dardos hacia el sofá. Supuse que él y Astrid
eran más de lo que me había dado cuenta, y le devolví la sonrisa.
—Yo también. Voy a volver con las chicas.
—No vayas demasiado lejos. —La voz de Blane era suave como la seda en
mi oído.
—Ya sabes dónde encontrarme. —Le di una mirada sexy, creo, y volví al
sofá con mis caderas marcando como un metrónomo el compás de la música que
sonaba a nuestro alrededor.
Me senté entre Astrid y Rose, quien me entregó una copa.
—Esta es la única, ¿de acuerdo?
—Es agua. Te cubro las espaldas.
—Gracias, Rosie. —Levanté el vaso, y las chicas chocaron los suyos con el
mío, pero aún no había llegado a mis labios cuando vi a West apoyado contra la
pared al lado de Patrick, alto y hermoso con ese traje, con los brazos doblados
sobre el pecho, los ojos como láseres sobre mí, melancólico. Y estaba al instante
enfadada de nuevo.
—¿Cuál es el maldito problema de West? —exploté a nadie en particular—
. Fue muy grosero con Blane en el taxi. Si no hubiera estado sentada entre ellos
los habría tenido que separar.
Maggie hizo una mueca extraña. —Ah, uh... Creo que West dijo que él y
Patrick se emborracharon anoche. ¿Tal vez solo esté con resaca?
Entrecerré los ojos.
—Tiene suerte de que esté en una cita y no quiera hacer una escena. —
Tomé un sorbo de mi bebida.
Maggie sonrió, cambiando de tema mientras trataba de ser amable,
sospeché.
—Bueno, Blane parece agradable.
172

Le sonreí a todo el mundo.


—Qué dulce ha sido, chicas. Puedo ver cómo esto podría funcionar, de
Página

verdad. Gracias por hablarme de esto, Astrid. Fue la mejor idea de la historia. —
Levanté mi vaso, y Astrid levantó el suyo en respuesta con una expresión en su
cara.
Mis ojos se estrecharon con desconfianza antes de que mi vaso llegara a
mis labios.
—¿Por qué siento como que me están tomando el pelo en este momento?
—Miré a Rose y a Maggie también, para que supieran que ellas tampoco se
libraban—. ¿Qué le ha pasado a todo el mundo? Estamos en este club de
estirados con vestidos sexy y vaginas calvas. ¡No puedo ser la única
entusiasmada con esto!
Una risa salió disparada de Rose.
—Eres la única con un coño que rechina.
—Sólo lo digo. Mi chico soñado tiene una oportunidad de redención aquí.
¿Por qué no nos estamos divirtiendo? ¿Por qué no tenemos en esto?
Rose seguía sonriendo, pero no me lo tragué.
—Estamos contentas por ti. Creo que es solo que todo el mundo está
agotado. Y la mejor manera de darle la vuelta siempre es whisky.
Todas nos reímos y levantamos nuestras copas, vitoreando “¡Por el
whisky!” antes de matar nuestras bebidas.
173
Página
16
El clavado del cisne
West
Una hora más tarde, estaba sentado en el sofá solo, mirando cómo Blane
se inclinaba hacia Lily. Ella se encontraba apretada contra la pared luciendo
más sexy de lo que jamás la había visto: sus piernas parecían de diez kilómetros
de largo, su cuerpo envuelto en tela tan azul que prácticamente generaba su
propia luz. Ese vestido no dejaba nada a la imaginación mientras seguía
poseyendo clase y estilo, y odiaba que lo llevara para ese imbécil.
Lily le sonrió y él le susurró algo al oído. Ella se rio, casi podía escuchar el
sonido en mis oídos quemados sólo basándome en mi memoria. Apreté el cristal
en mi mano tan fuerte que pensé que podría reventar.
Pero no pude apartar la mirada de ellos, sólo los observaba, torturándome
mientras vaciaba mi vaso, esperando que el whisky aliviara mis nervios.
No lo hizo.
Cooper se acercó a mi lado y aparté la mirada, fingiendo indiferencia.
—¿Estás bien?
—Bien. —La palabra fue plana.
Me miró.
—¿Realmente no me vas a decir qué está pasando? Los has estado mirando
toda la noche como... bueno, así. —Hizo un gesto hacia mí.
Agarré la botella de Makers de la mesa y serví mucho más que un trago.
174

—¿Qué quieres que te diga?


Página

—Sólo quiero saber por qué parece como si estuvieras a punto de tirar el
vaso.
Me quedé mirando el líquido ámbar.
—Lily y yo fuimos a la ópera anoche. —Bebí un trago largo, agradecido por
la quemadura reconfortante del whisky en mi pecho.
—¿Es ópera código para algo?
No podía mirarlo.
—Estoy enamorado de ella, Cooper.
Él no perdió el ritmo.
—¿Qué tiene eso de nuevo?
Negué con la cabeza y maté mi bebida.
—¿Lo sabe todo el mundo? —Mi voz era áspera.
—Todo el mundo menos tú y Lily.
—Todo el mundo menos Lily, más bien. —Me serví otra copa—. Rose y
Patrick dijeron que debería esperar hasta que terminara esta noche con Blane,
pero parece una idea jodidamente terrible ahora mismo. —Mis ojos la
encontraron de nuevo, centrándose en las manos del idiota en su cintura. Vacié
mi vaso y lo dejé, alcanzando inmediatamente la botella.
Cooper me miró.
—Sí, creo que esto tampoco es mucho mejor.
Le fruncí el ceño.
—Ni siquiera se te ocurra quitarme mi bebida. Te joderé.
Parecía genuinamente preocupado, lo cual era inquietante.
—Tal vez deberíamos irnos. Que cada uno vaya a esquinas separadas.
—Sí, excepto que ellos se van a una esquina juntos. —Me pasé la mano
por la barba mientras gotas de sudor aparecían en mi frente. Sentía mi camisa
como un sauna, y dejé mi vaso para quitarme la chaqueta—. Joder, qué calor
hace aquí.
—Estás borracho, West.
—Estoy bien.
—Tú jodidómetro está por las nubes.
—Dije que estoy bien. —Echaba humo—. No voy a dejar a Maggie aquí, y
no voy a dejar a Lily sola con ese saco de semen.
—Mira, yo tampoco estoy loco por él, pero está aquí con Lily. No hagas
175

nada para avergonzarla, o estás jodido.


Miré a Cooper, curioso.
Página

—¿Qué te dijo antes, cuando no te dejó de hablar?


Se encogió de hombros.
—Lo de siempre. Tratando de impresionarme, dijo algo desagradable sobre
la camarera.
—¿Qué dijo sobre Lily?
—No mencionó a Lily. Pero el tipo tiene vibra de imbécil.
Suspiré.
—Sí, lo sé.
Vi a Rose acercarse a Lily, y las chicas se inclinaron para acercarse, los
labios sobre los oídos para tratar de hablar sobre el bajo imponente. Blane
aprovechó la oportunidad para mirar a una chica que pasó junto a nuestra mesa.
Mis fosas nasales se ensancharon.
—Mierda, ¿viste eso? —Ya me estaba levantando.
Cooper me agarró del brazo y tiró hacia abajo.
—Guau, amigo.
Me volví a Cooper, lanzando una mano en dirección a Blane.
—Joder, ¿quién es este tipo? Esto es una mierda. Ella no ve el pedazo de
mierda que es este tipo. Alguien tiene que decírselo.
—No va a escucharnos en este momento.
—No es cierto. Escuchará a Rose.
Tenía las cejas fruncidas.
—¿No crees que Rose también lo ve? Y no ha dicho nada. Hay una razón,
West. Si vas interrumpirla en este momento para hablar mierda sobre Blane, va
a ponerse de su lado. No puedes decirle a Lily qué hacer, hombre; tienes que
dejarle que se dé cuenta.
Negué con la cabeza, con los dientes tan apretados que me dolía la
mandíbula.
—No acepto eso.
Cooper se inclinó hacia delante, con voz dura.
—Escucha, esta noche vas a aceptar eso, o Tricky y yo te vamos a poner
en un taxi y te mandaremos a tu puta casa. Relájate.
Negué con la cabeza, con la voz áspera.
—Me está volviendo loco, Cooper.
176

Suspiró y asintió.
—Lo entiendo. Realmente lo hago, pero todo va a salir bien. Cosas como
Página

esta siempre lo hacen.


Recogí mi bebida y me la llevé a los labios.
—Díselo a Tricky. —Tomé un trago fuerte.
Cooper resopló y se reclinó.
—Eso no es lo mismo y lo sabes. Han pasado veinticuatro horas desde que
descubriste algo que todos sabemos desde hace años. Tómate un descanso. No
es como si ella y Blane se fueran a ir de aquí a Las Vegas.
Me rasgó la rabia al pensar en los dos de pie delante de un imitador de
Elvis en la Capilla del Amor.
Sacudió la cabeza, desconcertado.
—Maldita sea, amigo. Mírate. Esto es temporal, ¿de acuerdo? —Esperó mi
respuesta.
Resoplé.
—Temporal.
—Correcto. Así que ponte en orden. Ahora. ¿De acuerdo?
Asentí y tomé otro trago.
—Y, joder, relájate con el whisky, ¿quieres?
—Sin promesas.
—Vamos. Necesitas una distracción —dijo mientras se levantaba—.
Busquemos a Tricky.
Llené mi bebida de nuevo antes de seguir a Cooper a regañadientes por el
club. Encontramos a Patrick cerca de la pista de baile, apoyado en las cajas de
los altavoces gigantescos entre dos plataformas de bailarinas de gogo cubiertas
por dos chicas retorciéndose con pelucas blancas y vestidos con flecos y perlas
trasparentes. Dieron vueltas, mostrando su falta de ropa interior, y Cooper movió
las cejas.
Sonreí, respirando un poco mejor gracias a la distancia entre Lily y yo.
Maggie, Rose y Astrid rebotaban alrededor de la pista de baile con sus bebidas
en el aire, a veces haciendo una pausa para reír o gritar en los oídos de las
demás, tomando turnos para bloquear a cualquier idiota que intentara
interponerse entre ellas. Un borracho se acercó lo suficiente a Maggie como para
tratar de follarla en seco por detrás. Ya había bajado mi copa y dado tres pasos
a la pista de baile cuando Maggie se dio la vuelta y le dio un golpecito en el
hombro. Él hizo una mueca y levantó las manos, volviéndose hacia el resto de la
multitud en busca de otra mujer contra la cual restregarse.
Después de un poco me encontraba casi relajado, riendo con Patrick,
mirando a las chicas pasar un buen rato. Y luego Lily caminó hacia la pista de
177

baile.
Página

Me ignoró por completo, pavoneándose con ese vestido que abrazaba cada
curva de su cuerpo. El escote tenía forma de corazón, y mi mirada se detuvo en
su escote. Caminó en zigzag hacia las chicas mientras Blane se detenía junto a
Cooper y le decía algo que no pude oír. Cooper le lanzó un guiño condescendiente
y me miró. Vacié mi bebida y miré mi vaso. Pero no me iba a ir ahora.
Lily se unió a las chicas en su meneo, pero verla a ella era diferente. Veía
todo: sus manos, sus brazos, sus largas piernas blancas. Sus caderas mientras
giraban y ella daba vueltas. La expresión de su cara, los labios entreabiertos, los
ojos bajos. Y entonces levantó la mirada.
Justo hacia Blane.
Él sonrió cuando ella le hizo señas, y se le unió en la pista de baile,
caminando hacia ella. Las manos de Lily se deslizaron por su pecho cuando lo
alcanzó, y las suyas encontraron la cintura de ella juntando sus caderas,
rodándolas al ritmo de la música.
Pensé que podría vomitar.
Tenía que salir de allí. Me aparté de los altavoces y me fui a la mesa donde
me serví otro trago, tratando de controlarme. Tenía que encontrar una manera
o realmente tendría que irme. Cooper tenía razón, causar una escena no podía
terminar bien para mí. Me volví a mirar de nuevo a la pista de baile y vi a Lily de
espaldas a Blane con las manos alrededor de su cintura mientras él le decía algo
al oído. Sonrió por encima del hombro y asintió, y él la dejó ir, yendo en dirección
a los baños cerca de las escaleras. Pero, cuando llegó a la escalera, miró hacia
atrás. Se hallaba oculto por un muro de gente y, una vez vio que estaba cubierto,
pasó agachado por debajo de las escaleras.
Dejé mi bebida, sospechoso y decidido a entenderlo, por lo que lo seguí.
Miré a todos para ver si podía colarme. Las chicas se encontraban acurrucadas
juntas, riendo, y Patrick y Cooper de espaldas a mí. Troté por las escaleras detrás
de Blane.
Asentí al gorila, quien esperaba tomara nota de mi cara, y me dirigí a través
del lleno club. Había gente por todas partes, tantos que casi me sentí sofocado
después del lujo de la zona VIP. Me arrastré a través de la multitud, escaneando
las caras buscando la de Blane, tratando de recordar qué llevaba puesto. Di una
vuelta alrededor del espacio, haciendo una pausa una vez cuando una chica me
tocó el brazo, deslizando los dedos por mi mano donde los entrelazó con los míos,
llevándome suavemente hacia la pista de baile. Negué con la cabeza y sonreí,
echando la mirada atrás en la dirección en la que me había estado dirigiendo. Y
fue entonces cuando lo vi.
Blane se encontraba apoyado contra la pared, al igual que lo había hecho
antes con Lily. Excepto que enjaulada en sus brazos no tenía a Lily. La chica era
preciosa: alta y rubia como Lily, pero sin la gracia y elegancia, con un vestido
178

negro que parecía más una camisa muy escotada y apretada. Le susurró algo al
oído. Ella asintió y lo tomó de la mano, tirando de ella hacia los baños.
Página

Sabía exactamente lo que estaba haciendo y, aun sabiéndolo, lo único que


podía pensar era en Lily arriba, esperándolo. Apenas podía ver bien cuando me
crucé la multitud corriendo cuando desaparecieron a la vuelta esquina.
En un minuto me encontraba en la gran sala con candelabros colgantes.
No había baños específicos de género, sólo una habitación con puertas negras
altas y revestimientos de larga duración que bordeaban cada lado. La privacidad
perfecta para las drogas. O para follar.
Corté hasta el frente de la línea corta, dirigiéndome a la chica que iba la
siguiente en la fila.
—¿Acabas de ver a un tipo rubio y una chica con un vestido negro pasando
por aquí?
Iba tan bronceada que parecía casi naranja, con el cabello enorme y
pesadas pestañas falsas. Colgó una mano en su cadera, pareciendo motivada.
—Sí, ese imbécil acaba de colársenos a todos. Tiene suerte de que acabe
de hacerme las uñas.
La adrenalina bombeó a través de mí.
—¿En qué puesto entraron?
—Ese. —Señaló con una larga uña de color rosa fuerte una puerta.
Tenía las palmas sudorosas, con las manos temblando cuando me acerqué
a la puerta y alcancé la manija, esperando que tuviera el pestillo echado,
esperaba dar golpes hasta que el pedazo de mierda saliera. Me detuve una
fracción de segundos antes de girar la manilla de la puerta para abrirla y tirar
de ella con un silbido.
La rubia se encontraba inclinada sobre el inodoro, colgando sobre una
plataforma destinada para sostener bebidas con el vestido levantado hasta las
caderas y su culo expuesto. Blane estaba detrás de ella con, digamos, las manos
llenas, mientras miraba por encima de su hombro hacia mí con el rostro
desencajado con una variedad de emociones... rabia, confusión, incredulidad.
La chica lucía francamente mortificada. También drogada, joder, con los
ojos rojos y las pupilas como canicas.
—¿Qué demonios? —gritó Blane.
Apenas lo escuché.
Incliné el puño y lo solté, el crujido de mis nudillos contra su nariz casi
tan satisfactorio como cuando la sangre salió a borbotones de su nariz y se
extendió por toda su camisa. La chica gritó cuando agarré un puñado de su
camisa y lo arrastré fuera de la cabina, balanceándolo antes de reventarle un
ojo.
179

—¡Joder! —gritó Blane, con manos arriba, acobardado. Mi pecho subía y


bajaba, con el puño a punto de golpearlo otra vez. Pero lucía tan patético,
Página

asustado incluso. No tenía ganas de pelear en él.


Lo dejé ir. No sé muy bien cómo, pero lo dejé ir.
Coloqué un dedo frente a su cara ensangrentada.
—Deja a Lily malditamente en paz, ¿me oyes, pedazo de mierda? La dejas
en paz o, que Dios me ayude, voy a joderte hasta que ni te reconozcan. No la
mereces.
—Qué —gritó con voz amortiguada por la nariz hinchada—, ¿y crees que
tú sí? Vete a la mierda, imbécil. No vale la pena toda esta mierda. —Se volvió y
se miró al espejo, y sus ojos se abrieron de golpe cuando vio su reflejo—. Mi
nariz. Joder, creo que me rompiste la nariz.
Negué con la cabeza hacia él, disgustado.
—Llórame un río, maldito marica.
Me volví y salí corriendo del baño con una docena de ojos siguiéndome,
con las manos temblando y los nudillos en carne viva, sin saber qué hacer
conmigo mismo. No sabía cómo no había llegado un gorila, y parte de mí
esperaba que viniera por mí en cualquier momento a echarme. Pero, cuando
pensé en ello, me di cuenta de que todo el asunto sólo debía de haber durado un
minuto antes de que terminara.
Otra parte de mí estaba esperando que Blane me detuviera y terminara la
pelea. Pero él no tenía las pelotas de venir tras de mí, de lo contrario no me
hubiera dejado golpearlo como lo hice.
Las ramificaciones de lo que había hecho se me perdieron en el momento
mientras caminaba a través de las luces y el ruido y los órganos en una neblina.
Todo lo que sabía era que no sabía qué hacer, solamente tenía que encontrar a
mis amigos, así que regresé por las escaleras con la adrenalina corriendo a través
de mí con tanta fuerza que pensé que me podría estallar el corazón.
Cuando me acerqué a la pista de baile VIP, los ojos de Cooper y Patrick se
encontraron con los míos, y las sonrisas se desvanecieron de sus rostros hasta
el suelo. Se apresuraron hacia mí, llamando la atención de las chicas.
—¿West? —preguntó Patrick, inseguro mientras me miraba, con los ojos
viniendo a descansar a mis manos—. ¿Eso es... sangre?
Las levanté, inspeccionando mi mano derecha, salpicada de sangre, con la
piel roja y levantada, los nudillos raspados e hinchados.
Las chicas se acercaron luciendo confundidas, jadeando cuando Blane se
acercó detrás de mí y pasó corriendo, sangrando de la nariz y con los ojos
cerrados ya por la hinchazón. Irrumpió a los sofás donde tenía la chaqueta, y
Lily se volvió hacia mí, con los ojos llenos de dolor y enojo. Me empujó con todo
180

su peso.
Página

—¿Qué has hecho con él, West? ¿Qué hiciste? —me gritó, sin esperar
respuesta mientras corría detrás él. Ya estaba echando atrás, con la chaqueta
colgando de su mano mientras se acercaba. Lily corrió a su lado, tratando de
hablar con él. Extendió la mano para tocarle el brazo, pero él se apartó.
—Por favor —rogó—. Sólo dime lo que pasó.
Se detuvo y me miró.
—Tu jodido amigo aquí acaba de agredirme.
—¿Pero por qué? —preguntó ella, frunciendo las cejas—. ¿Por qué tendría
que hacer eso?
Él me miró directamente.
—Porque es un maldito idiota. —Negó con la cabeza, volviendo a dirigirse
a ella, enojado y borracho, toda pretensión de amabilidad se había ido. Su rostro
era duro como una piedra—. Había dos cosas que quería. Entrar en este club, y
follarte otra vez. El primero lo conseguí con un ramo de flores. El segundo ni
siquiera lo quiero ya. —Se acercó un paso a ella, aturdida—. Sabes, todo el
mundo habla de cómo han tratado de llevarte a la cama, y los has rechazado a
todos como si fueras mejor que eso. Sabía que iba a ser fácil para mí, y no me
equivoqué. Pero déjame decirte algo, Lily. Ningún culo vale esta mierda. Ni
siquiera el tuyo.
Rugí, lanzándome a por él, pero Cooper y Patrick me agarraron,
reteniéndome cuando el imbécil negó con la cabeza, sin importarle que los ojos
de Lily estuvieran llenos de lágrimas, con las manos sobre la boca y la nariz
mientras ella también negaba con la cabeza. Me separé, consiguiendo lo
suficiente para agarrar otro puñado de su camisa antes de que me arrastraran
de vuelta, y Blane me empujó en el hombro.
—Vete a la mierda.
Luché contra de Patrick y Cooper.
—Qué jodidamente valiente, hijo de puta. ¡Vuelve aquí! —le grité a su
espalda mientras se marchaba—. Suéltame, Patrick. ¡Déjame!
No relajaron su agarre hasta que Blane estuvo fuera de la vista.
—No puedo creer que me hicieras esto. —La voz de Lily vaciló.
La acusación me quemó, y me liberé los brazos de un tirón.
—No es lo suficientemente bueno para ti.
Su rostro se retorció de la ira.
—No eres tú quien tiene que decidir eso. ¿Por qué me haces esto?
—Para protegerte. No es un buen tipo. Él…
181

—¿Cómo lo sabes? Yo no te digo que no te acuestes con Christine o quien


estés escondiendo de mí esta semana, así que no me puedes decir con quien
Página

acotarme tú tampoco. No es de tu maldita incumbencia, West.


—No quiero que te lastimen, Lil…
—No eres mi hermano mayor. No voy a dejar que me presiones como lo
haces con todo el mundo. Crees que sabes qué es lo mejor para todos, pero no
lo haces.
—Yo no soy el malo aquí. Por el amor de Dios, todo el mundo sabía que
era malo para ti, todo el mundo, pero nadie te lo decía. ¿Sabes por qué? Porque
lo respetamos. Queremos que seas feliz. —La frustración se retorció en mi pecho.
—¿Y crees que esto me hace feliz? ¿Crees que esto muestra tu respeto por
mí? —Sacudió la cabeza, con las lágrimas rodando por sus mejillas. Dio un
suspiro tembloroso—. ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? —sollozó.
—Porque estoy enamorado de ti, Lily. —Le disparé las palabras como
flechas, enojado y herido a su lado. No sé de dónde salieron, pero mi boca no
tenía permiso para utilizarlas.
Se quedó inmóvil, con la boca abierta, inclinando la frente mientras una
lágrima le rodaba por la mejilla.
—No.
Mi corazón era de piedra. No podía respirar.
Su rostro se retorció.
—No puedes hacer eso. ¿Destruirlo todo, arruinarlo todo, y luego pensar
que puedes soltarme esa bomba en medio de una maldita discoteca cuando se
supone que estoy en una cita? No. No me lo puedo creer. No puedo creerlo. —Se
apartó de delante de nosotros, y me moví para seguirla, pero Cooper bloqueó mi
camino y colocó una mano firme sobre mi pecho.
—Detente, amigo. No vas a ir detrás de ella en este momento.
La vi desaparecer por las escaleras, llevándose mi corazón con ella.
—Tengo que hablar con ella, Coop.
—Nop. De ninguna manera. Vas a tomar otra bebida o diez, y luego te vas
a casa con Tricky. Oye, mírame. —Me dio una palmadita en la mejilla para llamar
mi atención—. No vas a ninguna parte, West. Vamos.
Me arrastró hasta el sofá mientras Rose salía volando con sus bolsos, y me
senté sintiéndome como un saco de ladrillos. Se lo dije, y me rechazó. Se lo dije
cuando sabía que no debería.
Hice exactamente lo que quería hacer, y resultó exactamente como no
esperaba que lo hiciera.
No había otra solución que beber whisky hasta que no pudiera recordar
mi nombre.
182
Página
Lily
Me limpié mis lágrimas de enojo mientras bajaba por las escaleras y salía
por la puerta a la acera, echando una mano al aire para parar un taxi. Uno se
detuvo justo cuando me di cuenta de que no tenía mi bolso.
—Joder —chillé, volviendo a mirar a la entrada como si hubiera recibido
un disparo. Rose salió corriendo de la puerta con nuestros bolsos. No creo que
jamás hubiera estado tan contenta de verla.
Corrió hacia mí, examinándome la cara con las manos sobre mis brazos.
—Oye.
—Dios, Rose. —Mi barbilla tembló, y lágrimas nuevas rodaron por mis
mejillas.
Me dio un abrazo.
—Shh. Está bien.
El taxista se inclinó para mirar por la ventanilla abierta.
—¿Vienen, señoritas?
Rose asintió.
—Sí, vamos. Vamos, Lil.
Abrió la puerta, guiándome dentro de la cabina y dándole nuestra
dirección al conductor. Me apoyé en la puerta, mirando por la ventana mientras
las palabras de Blane daban vueltas en mi cerebro.
Qué fácilmente me había engañado.
Me sentí humillada. Las lágrimas me quemaron los ojos mientras el auto
arrancaba.
—West dijo que todos sabían que esto iba a suceder.
Ella sacudió la cabeza.
—Nadie podría haber adivinado que Blane iría tan bajo como para decir lo
que acaba de decirte. Esto no es tu culpa. No hiciste nada malo.
183

—Excepto confiar en él.


—Pero no lo hiciste de verdad. —Se acercó más y entrelazó mi brazo con
Página

el suyo—. ¿Recuerdas cómo te sentiste antes de que trajera lirios vagina? No


creo que eso sea completamente borrado por una noche en la que te prestó
atención.
Tomé una respiración estremeciéndose mientras las lágrimas se
deslizaban por mi cara.
—Hizo todo lo que quería. Pensé que éramos... No sé. Pensé que podríamos
estar juntos. Pero fui estúpida. Muy estúpida. Fue un error desde el principio, y
lo hice de todos modos. —No podía dejar de llorar, y mi nariz era un desastre.
Sollocé de nuevo, y el taxista me ofreció una caja de pañuelos a través del divisor.
—Gracias. —Saqué un pañuelo de papel, agradecida, y me devolvió la
sonrisa. Me soné la nariz—. Nunca me he sentido tan tonta en toda mi vida,
Rose.
Me miró con ojos tristes.
—Lo siento, Lily.
—No puedo creer esto. Y para colmo de males, West...
Suspiró.
—Lo sé.
—No puedo creer que haya hecho esto. No puedo creer que se metiera en
una pelea con Blane así. ¿Sabes lo que pasó?
Rose sacudió la cabeza.
—Sé exactamente tanto como tú al respecto. No sé qué lo hizo estallar.
Miré por la ventana y me sequé la nariz.
—Dijo que estaba enamorado de mí. ¿Por qué diría eso?
—Probablemente porque está enamorado de ti.
Le lancé una mirada.
—¿Cómo podría estar preparada para que me dijera eso después de que
golpeara mi cita en la cara? Dios, joder, qué enojada estoy con él por esto. Fue
inapropiado y perturbador, en muchos niveles. —Me atravesaron náuseas—. No
podemos retroceder de esto. No puedo fingir que no dijo lo que dijo. Y ahora todo
va a cambiar. —Las lágrimas comenzaron de nuevo—. No quiero que cambie.
Sólo quiero volver a ayer, cuando las cosas eran normales y bien y no
completamente jodidas.
Entrelazó los dedos con los míos y apretó.
—Va a estar bien. Lo prometo. ¿De acuerdo?
Miré por la ventana a través de una cortina de lágrimas, sin entender cómo
todo había salido tan mal. Sin creérmelo cuando concordé con Rose.
184

—De acuerdo.
Página
17
Escurrido
West
Me di la vuelta en la cama a la mañana siguiente sintiéndome como si me
hubiera atropellado un camión, mi cuerpo dolorido de dormir como si estuviera
muerto y la cabeza martilleando gracias a la gran cantidad de malas decisiones
que tomé la noche anterior. Abrí mis ojos y me encogí contra el sol, esperando
un segundo antes de intentarlo otra vez, parpadeando contra la luz. La primera
cosa que hice cuando finalmente conseguí abrirlos fue vaciar el vaso de agua al
lado de mi cama. Y una vez que dejé el vaso vacío, me recosté, tomándome un
minuto tras el esfuerzo para mirar hacia el techo.
La había cagado. Esa era la gran conclusión.
Levanté mi mano e inspeccioné mis hinchados nudillos en carne viva. Me
sentí como si hubiera hecho algo de justicia universal, el equilibrio restaurado
con algo tan simple como una nariz rota. Por lo menos eso lo tenía a mi favor.
Lily era otro cuento. Mis entrañas se retorcían con arrepentimiento al
pensar en ella. O por el whisky. Tal vez ambos.
Repetí todo de nuevo, imaginé su cara cuando las palabras de Blane la
golpearon, la mirada en sus ojos cuando le dije que la amaba. Simplemente se
lo espeté como si ella ya lo supiera. Tal vez parte de mí pensó que lo hacía. Sabía
que me sentía estúpido por no verlo antes.
La cosa entera fue un desastre, y todo ello fue mi culpa.
Me quité los cobertores y salí de la cama, al presionar la palma de mi mano
185

en la cuenca de mi ojo, recordé vagamente comprarme un shawarma22, que era


probablemente la única cosa que me había salvado de expulsar todos los
Página

contenidos de mi estómago en mi camino a la máquina de café.

22Shawarma: comida árabe consistente en láminas de carne, pollo o cordero asadas y


envueltas en pan pita
La pelea con Lily rodó por mi cerebro en un bucle junto al chisporroteo de
la cafetera. Le debía una disculpa. Le debía una explicación. Pero más que eso,
sólo quería saber que estaba bien.
No puedo decir que una gran parte de mí no quería saber cómo se sentía
acerca de mí, sobre lo que le había dicho después de que tuviese tiempo para
pensar en ello. Necesitaba saber de una manera u otra para ponerme fuera de
mi miseria. Incluso si me derribaba. Incluso si ella no me quería. Tenía que
saber.
Patrick salió de su habitación, sin camisa y con pantalones de dormir,
entrecerrando los ojos contra el sol, despeinándose.
—¿Qué hay? —Su voz era gruesa.
—No quise despertarte.
Él hizo un gesto con la mano.
—No se necesitaba mucho.
Tiré mi barbilla hacia él.
—¿Estás bien?
—Decente. ¿Tú?
—Depende. —Nos serví a cada uno una taza de café, e hicimos nuestro
camino hacia la sala de estar. Me dejé caer en un sillón y apoyé los pies en la
mesa de café, y Patrick se extendió a lo largo del sofá.
Sacudió la cabeza.
—Anoche fue la cagada, hombre.
—No recuerdo mucho después de que Lily se fue. ¿Se puso peor?
—Además de tu borrachera, no.
Suspiré.
—Lo siento, hombre. Yo sabía que iba a ser duro, pero nunca imaginé que
sería tan duro.
—Ni siquiera puedo creer a Blane. ¿Por qué iba a buscar culo cuando tenía
a Lily ahí?
Me molesté ante el pensamiento de él y el culo de Lily haciendo algo juntos.
186

—No lo sé. Sinceramente, no puedo imaginar qué le habría poseído para


hacerlo.
Página

—No es como si pareciera particularmente leal. Tal vez es sólo un


coleccionista de coños. Tal vez Lily no es la única. —Tomó un sorbo de su café.
—Tendría sentido, pero eso casi que me hace sentir peor. ¿Has hablado
con Rose? ¿Lily está bien?
—Le mandé un mensaje anoche cuando no estabas mirando, lo cual no
fue fácil. Tuve que quitarte el teléfono para que no la llamaras.
Me pasé la mano por la frente.
—Gracias.
—No hay problema. Rose dijo que estaba bien. Enojada y herida, pero bien.
Me quedé mirando un lugar en la mesa de café.
—Tengo que hablar con ella hoy.
Patrick sacudió la cabeza, su voz llena de advertencia.
—Mala idea, West.
Pero negué con la cabeza de vuelta.
—Los escuché a todos ustedes cuando dijeron que esperara para decirle,
y mira cómo terminó eso. Me cansé de seguir sus consejos. Sólo voy a hacer lo
que creo que es correcto.
Patrick se rio.
—¿Cómo pegarle un puñetazo a Blane en la cara?
Ese recuerdo era un pequeño consuelo.
—Hombre, se sintió tan bien. Tan bien. —Pero suspiré—. Aun así, fue un
mal movimiento.
—Habría hecho lo mismo si hubiera sido yo. De ninguna manera habría
dejado que ese imbécil se saliera con lo que hizo.
—¿Le dijiste a Rose por qué le pegué?
—No. No sabía que querías hacer, así que me lo guardé.
—Lily tiene que saber que no me metí en una pelea con él por ninguna
razón, y creo que podría ayudarla a seguir adelante saber que él no es quien ella
pensaba que era. Yo no quiero que la lastimen.
—Puede que sea demasiado tarde para eso.
Me froté la barba.
—Puede ser. Pero ¿podría ahorrarle más dolor?
—Sigo pensando que necesitas darle tiempo para procesar lo que pasó. ¿Y
187

si le dices a Rose lo que pasó y la dejas decirle a Lily?


Negué con la cabeza.
Página

—Tiene que venir de mí. Yo soy el que lo vio. Yo soy el que le rompió la
nariz.
Patrick volvió a reír.
—Hombre, desearía haber visto eso.
No pude evitar sonreír.
—Fue tan bueno, aunque creo que estaba más preocupado por su cara
bonita que porque yo le dijera algo a Lily. —Mi sonrisa se desvaneció. De la nada,
estaba enojado de nuevo, la ira corriendo a través de mí, sin haber sido
invitada—. Que se joda ese tipo. Que se joda por hacerle daño. Que se joda por
usarla, hijo de puta.
Herví por un minuto mientras que Patrick tomaba un sorbo de su café y
me dejaba enardecerme. Con el tiempo, rompió el silencio.
—¿Cuándo vas a ir?
—No sé. Ella se marchará dentro de unas pocas horas hasta tarde en la
noche, y no quiero que se vaya todo el día sin al menos disculparme. Estoy
seguro de que ya está despierta. Así que, pronto, creo. De lo contrario, voy a
tener que esperar hasta quién sabe cuándo.
—Ustedes dos son muy parecidos, incluso hasta en sus hábitos de sueño.
No puedo creer que nunca te dieras cuenta antes.
—Estaba fuera de los límites, Patrick, siempre. Desde el momento en que
nos conocimos, me dijo que no estaba interesada en salir con nadie sino solo en
su carrera. Y yo estaba saliendo con Shannon en ese momento. Comenzamos
con el acuerdo tácito de que sólo podríamos llegar a ser amigos. Así que cuando
teníamos estos momentos... ¿sabes? Como, verla haciendo algo mundano, o
diciendo algo que me haría reír o sentir y... no sé, quererla, empujaría esa idea
lejos como si estuviera loco porque nunca íbamos a ser otra cosa más que
amigos.
—Entiendo eso —dijo simplemente.
—Y ahora sé que hay más en ello, y no se puede anular saber algo como
eso. La quiero, Patrick. La necesito. Incluso si no la puedo tener en la forma que
quiero, voy a tomar lo que pueda conseguir porque no puedo vivir mi vida sin
ella.
Patrick fue estoico y humilde.
—Debes decírselo justo así.
Aparté la vista.
—Sólo espero tener la oportunidad de decirle algo en absoluto.
188

Lily
Página

Mi cama era un capullo de ropa de cama acolchonada, iluminada por el


sol de la mañana brillando a través de mi ventana. Todo era brillante y fresco,
alegre y pacífico.
Claramente, el universo se estaba burlando de mí.
Me sentía como una bolita de chicle en el zapato de alguien. Aplastada.
Pegajosa. No deseada. Estirada, masticada, y desechada.
Era tarde cuando llegamos a casa, pero lo primero que hizo Rose fue
verternos a cada una un whisky, el cual acepté. Acepté el segundo también. Y el
tercero. Era la única manera en que sería capaz de dormir, lo sabía, y mientras
me estiraba en la cama, estaba agradecida por darme cuenta de que no estaba
con resaca. Mi estómago estaba un poco sensible, pero el resto de mí estaba en
orden.
Sólo deseé que el whisky pudiera haber borrado todo lo que había
sucedido. En unas pocas horas, tendría que ir al teatro y ver a Blane, el segundo
mayor delincuente en mi lista.
Ni siquiera quería pensar en West.
Estaría lo suficientemente ocupada en el trabajo hoy para poder evitarlo,
y confiaba en él estando con demasiada resaca esta mañana para atraparme
antes de salir. No tenía ninguna idea de qué decirle. No estaba más cerca de
entender cómo me sentía por nada de eso de lo que había estado la noche
anterior.
El aguijón de las palabras de Blane aún estaba fresco, y la humillación de
que me hablara de esa manera delante de mis amigos era la sal en la herida.
Supe que eso era todo, la última oportunidad, y una parte de mí pensó que podría
haber terminado después de eso, a pesar de que esperaba que pudiera funcionar.
Pero nunca, nunca esperé que todo se viniera abajo de esa manera. Nunca pensé
que Blane podía hacerme tanto daño.
Me alegré de que West consiguiera un pedazo de él, incluso si era
terriblemente agobiante.
Él era un asunto completamente diferente. Me quedé mirando el techo,
tratando de solucionar el problema. Me dijo que me amaba. Sorpresa rompió a
través de mi pecho de nuevo con el pensamiento. No sabía cómo se suponía que
debería sentirme, pero todo tuvo mucho más sentido cuando lo formulé. No era
de extrañar que West fuese tal imbécil con Blane toda la noche.
Pero cuando se trataba de mí averiguando lo que sentía, estaba perdida.
Pensé en casi besarlo, pensaba en mí celosa de Christine. Y entonces, estaba ese
sueño. Mi cuerpo respondió al recuerdo, y resoplé, odiándome. No sabía lo que
189

todo esto significaba. Todavía estaba demasiado molesta para considerar incluso
no estar molesta.
Página

Así que, por ahora, no quería ver a ninguno.


Oí la puerta abierta, y mi rostro se torció. Sólo había una persona que
podría ser.
Me saqué los cobertores. Voy a perder mi puta mierda. ¿Cómo se atreve
West a usar su llave para entrar en mi apartamento sin incluso golpear después
de todo lo de la noche anterior? que maldito imbécil, despotricaba en mi cabeza
mientras irrumpía fuera de mi dormitorio.
Maggie se congeló en medio de la sala, todavía en su vestido de la noche
anterior, los zapatos colgando de sus dedos y el pelo hecho un desastre.
—¿Maggie? —pregunté como una idiota—. Espera, ¿acabas de llegar a
casa?
Se sonrojó, cejas levantándose mientras bajaba los zapatos y el bolso.
—Por favor, no le digas a West.
—No tienes que preocuparte de mí diciéndole nada a West, tal vez nunca
más. —Frunció el ceño, y cambié de tema—. Entonces, ¿quién es el hombre?
Parpadeó, luciendo puesta en un aprieto.
—¿O chica?
Su rubor se profundizó.
—Chico, y nadie.
—Ooooh ¿una aventura de una noche? Escandaloso. Detalles. —Cualquier
cosa para liberarme de mi propio desorden. Hice mi camino a la cocina para
preparar café, y Maggie se sentó a la mesa con los ojos brillantes.
Empujó su cabello salvaje tratando de domarlo, pareciendo no saber por
dónde empezar.
—Bueno, es súper caliente, divertido, inteligente. Pero es una especie de
promiscuo.
—Creo que ellos prefieren el término experimentado.
Se rio.
—Bueno, definitivamente es experimentado. Es decir, no sabía que la boca
de un hombre podría hacer algunas de las cosas que la suya hizo.
—¿Como en el sur, zona central?
—Mmhmm —tarareó.
—Así que Jimmy nunca...
190

Rodó los ojos.


—Nop. No tenía ni idea de lo que me estaba perdiendo. Antes de Jimmy,
Página

todos los chicos con los que salí eran demasiado jóvenes para saber cómo hacer
realmente eso. Sólo puedo imaginar que se necesitan años de práctica, que es
por lo que probablemente no lo volveré a ver.
Me reí.
—Aww. ¿Qué pasa con sólo mantenerlo a tu alrededor para sacudir tu
vagina? No sé si debas desperdiciar tal regalo.
Maggie se rio y negó con la cabeza.
—Si mi hermano supiera que estabas tratando de convencerme de tener
un follamigo, se volvería loco.
—Bueno, afortunadamente tu hermano no puede decidir lo que pienso de
las cosas. —Me moví en mi asiento—. ¿Así que en verdad no vas a volver a verlo?
—Tal vez. Él quiere, pero no sé. No quiero involucrarme. Es decir, me acabo
de mudar aquí, y después de todo lo que pasó con Jimmy... solo como que quiero
estar sin ataduras por un tiempo ¿sabes?
—Confía en mí, lo sé. Bueno, bien por ti, Mags. Al menos alguien consiguió
sexo anoche.
—Lo siento tanto acerca de Blane, Lily.
—No lo sientas. Mejor saber ahora, ¿verdad?
Me dio una sonrisa reconfortante.
—Correcto.
Alguien llamó a la puerta, y Maggie y yo intercambiamos miradas
confusas. Mi ceja se arqueó mientras me levanté y miré por la mirilla para
encontrar a West apoyado en el marco de la puerta. Me di la vuelta, sobre todo
enojada, pero con un toque de emoción traidora.
Patee ese pensamiento directamente al infierno.
Articulé West a Maggie, apuntando a nuestra habitación, y ella arrastró su
culo allí lo suficientemente rápido que creo que dejó algunas horquillas atrás.
Me volví hacia la puerta con mi mandíbula cuadrada y el corazón en la garganta.
Cuando la abrí, su olor vino directamente hacia mí en un silbido.
—¿Qué? —exigí.
Su voz era suave.
—¿Puedo entrar?
Apreté los dientes con fuerza y solté.
—Está bien. —Me moví fuera del camino, y entró, las manos en los
191

bolsillos. Dios, se veía bien. Realmente lo hacía. Me molestó aún más. No tenía
derecho a estar tan caliente en pantalones vaqueros y una camiseta y el cabello
Página

en ese estúpido moño. Cabrón.


Se detuvo en el centro de la habitación con una mirada abatida en su
rostro.
—Te debo una disculpa, Lil. Lo de anoche fue un error.
Echaba humo.
—Estas jodidamente en lo correcto, West.
Su frente se cayó, ojos azules chispeantes como si supiera que estaba
justificado, pero eso no le impidió estar molesto por eso.
—Pasé por encima de más de una línea. Pero anoche, no sólo fui tras
Blane.
Crucé los brazos sobre mi pecho y levanté una ceja.
Él alzó una mano en señal de rendición, moviendo la cabeza.
—Está bien, medio fui tras él, pero no provoqué una pelea con él sin
ninguna razón.
Lo miré.
—Adelante.
Su cara parecía de alguna manera aún más seria, y se apoyó en el respaldo
del sofá.
—Lo seguí cuando bajó, y cuando lo encontré, él estaba con alguien.
Esa simple frase me hizo tambalearse mientras la ira y la vergüenza se
apoderaron de mí.
—¿Alguien?
Negó con la cabeza, en silencio por un momento mientras lidiaba con la
forma de decir lo que vino a decir.
—Una mujer. Y cuando se la llevó a los baños, no pude dejarlo pasar. Yo...
bueno, tenía que ver por mí mismo. La tenía... él estaba…
Levanté una mano con la cena de la noche anterior en la garganta.
—¿Él se la estaba follando? Para que quede claro aquí.
Asintió con solemnidad.
»¿Y fue entonces cuando lo golpeaste?
—Sí. —La palabra era una simple confesión.
No podía moverme, no podía pensar. Preguntas y visiones y un millón de
pensamientos volaban alrededor de mi cerebro, chocando entre sí y rompiéndose
como el cristal.
192

—No debería haberlo golpeado, pero no puedo decir que lo siento. No por
eso. Pero por todo lo demás, lo hago.
Página

Añadí decepción para mi montón de emociones. Lo sentía, me dijo que me


amaba, y yo no podía entender por qué eso me hacía sentir tan perdida.
—¿Todo?
Cada curva de su cara me dijo lo mucho que le dolía.
—No tendría que habértelo dicho como lo hice, pero es la verdad. No me
disculparé por amarte.
Mi comida subió hasta el esófago, y corrí por ello, directamente al baño,
por lo que apenas lo hice a tiempo. Colgué sobre el inodoro, sosteniendo mi
cabello hacia atrás, vomitando hasta que terminó. Aspiré aire por la nariz, y el
olor a whisky circuló en el estómago, enviándome en otra ronda. No me di cuenta
de que me había seguido hasta que su mano se movió en mi espalda mientras
colgaba sobre la porcelana con los ojos cerrados y la nariz chorreando. Él me dio
un vaso de agua que acepté con gratitud, usándolo para enjuagar mi boca.
Físicamente estaba como nueva. Mis emociones eran completamente otra
historia.
—Lo siento —grazné en el inodoro.
Su voz era suave y profunda.
—No lo sientas.
Me desdoblé, y se retiró del camino, ayudándome mientras nos
parábamos. Sus ojos me dijeron tanto cuando me miró, y me hubiera gustado
tener las respuestas a las preguntas que están detrás de ellos. Pero no las tenía.
Las lágrimas pincharon las esquinas de mis ojos y mi nariz quemaba.
—No sé lo que quieres que diga, West. No sé qué decir.
Se encogió, la frente baja.
—Lo siento, Lily. No lo dije para hacerte daño. Simplemente no podía
seguir un segundo más sin que supieras cómo me sentía. Te estuve observando
toda la noche con él, queriendo nada más que reventarle la cara y besarte hasta
que ya no pudieras recordar su nombre. Cuando lo seguí y cuando vi lo que
hacía, no pude evitarlo. Te hizo daño, y no podía quedarme fuera y mirar. Me
preguntaste por qué lo hice, así que te dije la verdad. Lo hice porque te amo.
Mi corazón se detuvo cuando lo dijo otra vez, como si fuera la cosa más
natural, más simple del mundo.
—No sólo así. Eres la persona más importante en mi vida. Eso nunca va a
cambiar, ya sea que te sientas de la misma manera o no.
—Pero no puedo pretender que no sé lo que sientes por mí. —Traté de
tomar una respiración—. No puedo... yo no... —Perdí el tenue control sobre mis
lágrimas, y bajaron por las mejillas, gruesas y calientes.
193

West negó con la cabeza, con el rostro lleno de dolor.


Página

—No llores. Por favor, no llores. —Me empujó en su pecho, y perdí toda
pretensión de compostura que tuve con sus brazos a mi alrededor y su mejilla
presionada contra mi cabello. Lloré por mi amistad, que nunca sería lo que era
y por mi corazón que fue asaltado y magullado. Lloré por mi humillación y lloré
por mis sueños perdidos. Lloré hasta que estaba seca, de pie allí en mi cuarto
de baño que olía a vómito y whisky en los brazos de mi mejor amigo.
Mi mejor amigo que me amaba.
No podía dar sentido a nada de eso.
—Sólo dame un poco de tiempo —dije en voz baja, los ojos cerrados,
abrumada mientras me preguntaba por qué estar en sus brazos me hizo sentir
que todo iba a estar bien.
Frotó mi espalda, y su voz era áspera por la emoción cuando dijo:
—Muy bien, Lil. Estoy aquí. Siempre estoy aquí.
194
Página
18
Si no es una cosa
Lily
Unas pocas horas más tarde, después de un largo, baño caliente y una
fuerte taza de café, empujé la puerta del estudio para poder abrirla para la clase
de calentamiento de barra con nudos por todo mi estómago.
Casi fui la última en llegar, y todos los ojos volaron hacia mí, mi entrada
estuvo marcada por algunas risas y susurros, pero en su mayoría solamente por
un puñado de ojos juzgadores, incluyendo los de Nadia. Bueno Nadia utilizó algo
cercano a ojos asesinos, pero todos los demás me estaban juzgando. Ellos
sabían. No sabía exactamente qué era lo que sabían, pero sabían lo suficiente.
Quería derretirme en el piso y desaparecer.
Hasta que vi a Blane.
El frunció el ceño hacia mí a través del salón, nariz gorda y roja, sus ojos
llenos de silencio y de color morado. La satisfacción de ver el trabajo de West
hizo que superará mi ansiedad completamente, sacándola en forma de un
suspiro.
Una sonrisa de satisfacción llenó mi cara mientras me contoneaba por el
salón, moviendo mi cabeza.
—Te ves bien, Blane —dejé mi bolsa debajo de la barra junto a la de Jenni
y me arrodillé para abrirla.
—Jódete, Lily.
Algunos Oohs y susurros comenzaron a escucharse, pero no podían
tocarme, ya no más.
195

—No, gracias he tenido mejores orgasmos en el juego de la motonieve de


Dave y Buster.
Página

Una gratificante risita pasó por el salón mientras tomaba mis zapatillas de
punta y me senté, jalando una para ponérmela.
Nadia hizo un sonido y colocó sus manos en sus caderas, sus ojos
entrecerrándose.
—¿Qué mierda se supone que significa eso Blane?
Él se giró hacia mí, aunque creo que su voz se suavizó cuando regresó su
mirada hacia Nadia.
—Nada. Absolutamente nada.
No levanté mi mirada, solo sonreí hacia mis dedos mientras tomaba mi
listón.
—No lo estabas llamando nada en tu estudio, cuando estabas clavándote
en mí la otra noche. Oh, o cuando me trajiste flores. Eso fue tan adorable, por
cierto. Tan considerado.
Nadia tragó un suspiro que estoy positivamente segura de que también se
tragó el alma de Blane.
—Tú, hijo de perra.
—Lo sabía —susurró Jenni, y miré hacia ella, confundida. Estaba mirando
fijamente a Blane con la cara pálida, pero cuando ella me miró, supe
exactamente lo que iba a decir—. Lo siento tanto, Lily. Ni siquiera sabía que él
estaba contigo.
Furia voló a través de mí como ardiente, enojado viento, llevándose mi
respiración.
—¡Oh! ¡Dios mío, Jenni! —Me puse de pie, una zapatilla puesta y la otra
no—. ¿También te follaba a ti Nadia?
La mirada en la cara de Nadia decía que la respuesta era un sí.
Mis ojos se entrecerraron.
—Jesus Cristo, Blane ¿Es qué no hay nadie a quien no te estuvieras
follando?
Bastian levantó su mano, mirándose un poco dolido.
—Fuiste el suertudo, Bas. —Apunté hacia Blane—. Eres increíble, Y mira
que creí que tu follando a cualquier basura en el lavabo de un club era mera
casualidad. —Nadia jadeó—. ¿De verdad pensaste que no lo descubriríamos?
Se encogió de hombros, pero sus ojos me miraban duramente.
—¿Realmente creías que me importabas?
Me reí para esconder mi dolor.
196

—Mira lo que conseguiste por tu problema. Una cara que parece que pasó
Página

por la trituradora de carne, y la ira de tres pirañas en tutús. Ahora sabes lo que
pasa por joder con nosotras. Saliste con la de los dientes más afilados por años.
La voz de Nadia tembló. No creo que ella quitara la mirada que tenía sobre
Blane.
—Nunca más.
Le toco el brazo, con voz desesperada.
—Nadia, yo…
Ella se sacudió lejos de él.
—Dije que nunca más.
La tensión en el estudio fue interrumpida por la entrada de Ward, y todos
nos alejamos de ahí y nos giramos para preparar la clase. Regla primordial para
mi trabajo: Dejar tu mierda en la puerta. Traer tu vida privada al estudio era la
peor manera de perder el respeto de los maestros, y de los potenciales futuros
roles.
Ward miró alrededor del salón, con ojos de acero rebotando entre Jenni,
Nadia y yo antes de ponerlos en Blane.
—¿Qué le paso a tu cara, Baker?
Blane me miró.
—Un amigo de Lily me golpeó anoche en un bar
Ward puso sus ojos en mí.
—¿Eso es verdad?
Tomé una profunda respiración y sostuve mi barbilla con todos los ojos en
mí. Podía actuar enfrente de cientos de pares de ojos mirándome, pero de alguna
manera el escrutinio en el estudio era insoportable.
—Sí, señor.
La mirada desaprobadora de Ward casi me mata.
—Vi venir a Baker desde un kilómetro de distancia, pero no esperaba este
comportamiento de ti, Thomas. —Se giró para dirigirse a la sala—. Lo que hagan
en su tiempo privado es asunto suyo, pero cuando eso interfiere en mis ensayos
y en mi show, entonces tenemos un problema.
—Pero, señor… —empezó Blane.
Ward le lanzó una mirada que lo dejo muerto.
—No sé lo que pasó entre ustedes dos, y no me importa. Se acabó. —
Aplaudió, sacándonos a los tres del trance—. Vamos —le hizo señas a el pianista,
quien comenzó a tocar una música cálida y lenta.
197

Me apresuré hacia mi bolsa y me senté para tomar mi otra zapatilla


rápidamente mientras Ward nos daba la primera ronda de coreografía, mi
Página

corazón golpeaba mientras me levantaba y comenzaba a saltar. Plié Que se joda.


Effacé. Soy una tonta. Plié. Pobre Jenni. Effacé. No puedo creer esto. Rond de
Jambe³. Pobre Nadia. Plié. Espera ¿Qué?
Mis pensamientos se calmaron por un segundo para el final del
estiramiento en la barra, solo porque había tomado cada porción de
concentración que tenía para poder realizar todas las series de entrechats —los
brincos rápidos y el trabajo de pies fueron mucho para mi desgastado cuerpo.
Solo tenía que terminar los ensayos de hoy y Morgen en la noche, y entonces
descansaría por un día. Y pasaría ese día durmiendo.
Me puse mis botines de calentamiento sobre mis zapatillas de punta y
tomé mi bolsa, queriendo salir de ahí lo más rápido posible. Los susurros y las
miradas comenzaron de nuevo, y estaba sudando, no solamente de la barra, sino
también porque me sentí expuesta, vulnerable. El día iba a apestar. Blane y yo
teníamos que bailar juntos por Morgen, y teníamos que ensayar en el escenario
esa tarde. Era el último lugar en el que quería estar. Absolutamente el primer
lugar en el fondo de una botella de gin.
Me colgué la bolsa en mi hombro, ojos en el piso mientras salía de prisa
del salón con Jenni detrás de mí.
—Lili por favor espera. Lo siento tanto. No lo sabía.
Moví mi cabeza, pero ni siquiera la podía mirar.
—Está bien, Jenni. Yo tampoco lo sabía. No tienes de qué disculparte
—Eso no me impide sentirme apenada igualmente.
Llegué al ascensor, pero me giré hacia las escaleras, sin querer dejar de
moverme. Bastian nos alcanzó justo cuando llegamos al final del pasillo.
—Más despacio, hermana —dijo Bastian a la ligera, tratando de calmarme.
No lo hizo—. ¿Estás bien?
Empujé la puerta con un golpe.
—Por supuesto que no estoy bien. —Las palabras resonaban mientras
troté por las escaleras.
—Lo siento mucho —dijo.
Me di la vuelta cuando llegué al descansillo, y casi chocaron conmigo.
—Deja de pedir perdón. No es culpa de nadie más que de Blane.
La cara de Bastian era suave.
—Traté de decírtelo anoche, pero te fuiste.
Jenni negó con la cabeza hacia él, herida.
—¿Por qué no me dijiste sobre Lily, Bastian?
198

—Porque no era mi secreto para contar.


Página

—¿Pero era el mío?


—Dijiste que ibas a decirle, Jen. Sabía lo que estaba pasando con ella y
Blane y pensé que podría ayudar a suavizar el golpe diciéndole primero.
—Simplemente no puedo creer esto —dijo Jenni—. Me siento muy
estúpida. Sabía que te gustaba, pero no sabía si todavía era serio después de
todos estos años. Durante todo el tiempo, me sentí culpable. No debería haberlo
hecho en primer lugar. Lamento mucho no hablarlo contigo primero, y después...
bueno, estaba esperando hasta que tuviéramos un minuto a solas para decirte.
Estaba mayormente adormecida, a excepción de mi pecho, que burbujeaba
con caliente maldito magma rojo de odio. No hacia Jenni, y ni siquiera hacia
Nadia ya. Sólo hacia Blane.
—¿Cuando sucedió?
Sus cejas se juntaron con preocupación y dolor.
—Antes de la actuación, antenoche.
Solté una respiración muy controlada.
—Me preguntó qué estaba haciendo esa noche, pero no tenía planes, por
lo que me manoseo en el ascensor. Estaba molesto cuando lo rechacé. —Me pasé
la mano por la cara—. Dios, esto es un desastre, y para nada. Fue el peor
revolcón que he tenido.
Jenni resopló, y vi sus hombros relajarse con alivio de que no fuera a
derribarla de un golpe, estoy segura.
—Quiero decir, en serio. Sabía que Nadia era una perra frígida ¿pero
pueden imaginar lo incómoda que es su vida amorosa?
—Era —interrumpió Bastian.
—Era. —Tomé consuelo en el hecho de que Blane estaba actualmente solo.
Ni siquiera Nadia tenía su espalda nunca más, así de malo era.
Bastian negó con la cabeza y comenzó a caminar de nuevo, y Jenni y yo
apresuramos nuestros pies y lo seguimos.
—No merece la pena ningún dolor o estrés.
Suspiré.
—No es tan fácil, Bas. Es como golpear tu mano en una puerta. Duele
como un hijo de puta, en parte porque te sientes tan estúpida. —Ellos se rieron,
pero negué con la cabeza—. Debería haberlo sabido.
—Para ser justos —interrumpió Bastian—, ¿has visto su culo?
—Ningún culo vale la pena todo esto. —Repetí las palabras de Blane, y la
comodidad que encontré en el nuevo significado en parte para amortiguar el
199

dolor.
Página

♥♥♥

El ensayo se prolongó durante todo el día, y no vi a Blane de nuevo hasta


nuestro ensayo de escenario para Morgen esa tarde. Sobreviví al pretender que
Blane no existía, como que no era más que un apoyo para bailar conmigo, una
herramienta sin alma. No estaba demasiado lejos, al menos.
Estuvimos en los extremos opuestos del escenario después, nosotros seis
escuchando mientras Ward nos dio las instrucciones finales y nos despidió.
Estaba ansiosa por salir de allí, pero no había hecho más que un puñado de
pasos cuando Ward me llamó por mi nombre.
Me di la vuelta, tratando de no parecer nerviosa mientras me hizo un gesto
hacia donde se encontraba cerca del borde del escenario, lejos de la fosa donde
la orquesta empacaba, lejos de los bailarines mientras se dispersaban. Blane se
volvió a mirar a nosotros, mandíbula apretada antes de desaparecer detrás del
escenario.
Los labios de Ward estaban apretados, la frente baja. Decepcionado.
Me dolía el pecho.
—Te he observado desde que por primera vez viniste a SAB, Lily. La
primera vez que te vi bailar, supe que tenías algo especial, sabía que ibas a llegar
lejos. Quería promoverte en tu primer año en la compañía ¿sabías eso?
Miré hacia abajo, humillada.
—No señor.
—Queríamos verte crecer, y lo has hecho. Desde que fuiste promovida, has
superado todas las expectativas. Te han dado una oportunidad. No lo tires a la
basura. Espero profesionalismo de todos ustedes. Lo que no espero es oír una
palabra más sobre esto. Si entro en el ensayo con mis bailarines peleando de
nuevo, habrá consecuencias para todos ustedes. ¿Soy claro?
—Sí, señor. —Las palabras quemaron mi garganta.
Su rostro se suavizó por un grado.
—Sólo te estoy diciendo esto porque creo en ti. Quiero que tengas éxito.
Pero tener éxito en esta empresa significa mantener la cabeza en el juego.
—Lo entiendo —dije en voz baja—. Gracias, señor.
Asintió, y di la vuelta y me alejé, tratando de no darme prisa mientras las
lágrimas quemaban mis ojos. Todo el mundo se había ido, entre bastidores
estaba tranquilo mientras me ponía la ropa sobre mi leotardo y recogía mi bolsa.
Volé fuera del edificio, necesitando tiempo y distancia.
200

Tenía cinco horas antes del espectáculo, y sólo había un lugar al que
quería ir, una persona con la que quería hablar.
Página

Me dirigí a la estación de metro y me puse mis auriculares mientras hice


mi camino hacia Columbia.
West
Me recosté en la silla de la oficina de Blackwell esa tarde, con los dedos en
los labios mientras leía un ensayo. Era impresionante, tranquilo y conmovedor.
Me di la vuelta de nuevo al principio e hice una nota del nombre del estudiante,
deseoso de mostrárselo a Blackwell.
Por lo general pasaba las tardes de los domingos trabajando en la
universidad, encontrando más fácil centrarse en la tranquilidad del campus
vacío que en mi apartamento con las distracciones de mis amigos. Especialmente
hoy. No quería ver a nadie. Sabía que todos ellos tendrían preguntas para mí que
no estaba listo para responder. No quería hablar de Lily con nadie más que Lily.
Había dejado su apartamento esa mañana con nuestro futuro en el aire y
la sensación de ella en mis brazos aún frescos. Ciertamente había estado
colgando de la esperanza de que me dijera que sentía lo mismo por mí. Pero
estaba confundida y molesta, todavía tratando de procesar todo. No podía
culparla por eso. Pero no estaba seguro de que las probabilidades aparecerían
en mi favor.
Tenía la sensación de que me iba a defraudar, a dejarme ir. Sólo esperaba
que lo hiciera con suavidad.
Alguien llamó a la puerta y alcé la mirada, sorprendido.
—Adelante.
La puerta se abrió, y Christine estaba en la puerta luciendo esperanzada.
Mi rostro se endureció.
—¿Sí?
Se mordió el labio y entró, dejando la puerta abierta.
—Tenía la esperanza de encontrarte aquí hoy. Te busqué el viernes, pero…
—¿Qué quieres, Chris? —No me había dado cuenta de lo molesto que
estaba todavía y respiré, tratando de moderar mi cólera.
Se acercó a la mesa más nerviosa de lo que creo nunca haberla visto. La
mujer segura que conocía no estaba por ningún lado.
201

—Lo siento. En realidad.


Página

Me suavicé cuando me di cuenta de lo mucho que significaba esto.


Ella inspeccionó mi cara.
—Sé que hablamos acerca de no ser exclusivos, de no estar juntos. Estaba
bien al principio, pero un día me di cuenta de lo mucho que me preocupaba por
ti. Quiero más. Sólo que no lo manejé bien. Tenía miedo de... bueno, esto.
—Pero yo no quería más.
Dolor pasó por su cara.
—¿Nunca has pensado en mí de esa manera? ¿Nunca consideraste más?
Suspiré y me levanté, sintiéndome culpable y responsable mientras
caminaba alrededor de la mesa para sentarme en la superficie frente a ella.
—Por supuesto que lo consideré, Chris. Pero nosotros no somos lo mismo,
tú y yo. No te amo. Apenas nos conocemos el uno al otro, cuando piensas en ello.
Ella sacudió la cabeza y se acercó más.
—No creo que quieras decir eso. Sé que puedes sentirlo. Estamos bien
juntos, West. —Puso una mano en mi pecho, y la cubrí con la mía—. Esto tiene
sentido.
—Sólo en eso es conveniente —dije suavemente—. Estoy enamorado de
otra persona. No puedo estar contigo, y no puedo pretender que lo estoy. Y
después de lo que dijiste en la fiesta...
—Sólo pensé que si pudiera mostrarte cómo se sentía al estar conmigo,
verías. Que lo entenderías. Que querrías tratar.
—Lo siento. —Moví su mano y la sostuve en mi regazo.
—¿Así que se acabó? —Había lágrimas en sus ojos.
Asentí. —Se acabó.
Chris tomó una respiración profunda, labios doblados en una sonrisa
triste.
—Entonces no hay nada que pueda hacer, sino decir adiós. —Tomó mi
mandíbula y me dio un beso, un acto final, reverente.
Antes de que pudiera apartarse, oí un grito y lo rompí. Miré a mi alrededor
de Chris para encontrar a Lily en la puerta, su mano en la boca y los ojos muy
abiertos. Ella parpadeó y se dio la vuelta, desapareciendo de mi vista en un soplo.
—Lily —dije en voz baja, oyendo el dolor en mi voz. Negué con la cabeza y
me levanté—. Lo siento, Chris. —Me quité, saltando fuera de la puerta.
La vi al final del pasillo, corriendo, y llamé su nombre. No se volvió, no se
detuvo, no hasta que me encontré con ella.
—Por favor, detente. —Toqué su brazo, y cuando se dio la vuelta, rompió
202

mi corazón. Lágrimas manchaban sus mejillas rosadas, los ojos brillando de


dolor mientras miraba hacia mí—. No es lo que piensa, Lil.
Página

Cerró los ojos y sacudió la cabeza.


—No importa, West. No tengo ningún derecho contigo. Puedes besar a
quien quieras.
—No, no puedo. —Te amo. Te necesito. Las palabras se amontonaron en
mi garganta—. Chris vino a disculparse, y le dije adiós. No la quiero a ella. Ya lo
sabes. —Quería tocarla tanto en ese momento, deslizar una mano en su cabello
y darle un beso. Apreté mis puños.
Lily asintió, pero no iba a mirarme a los ojos.
—Lo siento, me presenté sin previo aviso. Sólo... que fue un día duro, y
necesitaba... quería... —se miró las manos, incapaz de terminar, solo tomó una
respiración inestable.
—Ven aquí. —La empujé en mi pecho, entre mis brazos, y se fundió en
mí—. ¿Qué pasó? —pregunté después de un momento.
No respondió de inmediato, y sentí su pecho subir y bajar contra mí
mientras suspiraba.
—Blane estaba durmiendo con Nadia y con mi amiga Jenni, también.
Ninguna de nosotras lo sabía.
Aspiré una respiración mientras un cosquilleo frío subió a mi cuello.
—Ese hijo de puta.
—Y lo descubrimos justo antes del ensayo. Blane y yo nos metimos en ello,
y Ward estaba enojado. Me llevó a un lado y me habló, me advirtió que mi
reputación estaba en peligro. Estaba tan decepcionado de mí. —Su voz se
rompió.
La apreté con más fuerza con el corazón dolorido debajo de su mejilla.
—Todo está bien. Todo va a estar bien.
Lily sollozó.
—No podía quedarme en el teatro, y no quería ir a casa. Sólo quería... No
sé. Necesitaba verte. —Se apartó, limpiándose la mejilla con la palma de su
mano. Todavía no me miraba—. Debería irme.
El dolor era casi insoportable.
—Lo siento. Por todo.
—No es tu culpa.
—Eso no es del todo cierto.
203

Finalmente me miró, con los ojos llenos de pesar.


—Habla conmigo, Lily.
Página

Pero se limitó a sacudir su cabeza de nuevo y retrocedió.


—Realmente debería irme. Todavía tengo que estar lista para el show de
esta noche. —Con cada paso que daba, mi mundo se puso un poco más frío—.
Te veré más tarde, ¿de acuerdo?
Asentí incapaz de hablar, y ella sonrió tristemente antes de que se girara
y se alejara de mí. Y todo lo que podía hacer era verla hasta que la perdí de vista.
204
Página
19
Bautismo con licor
Lily
Corrí por el pasillo conteniendo las lágrimas, bajé en el elevador tratando
de detenerlas, pero no pude, encontraron una manera de escapar, incluso con
mis ojos cerrados apretadamente. Salí disparada del edificio y en dirección al
metro con mi mente y los latidos de mi corazón acelerados, deseando que él me
hubiera seguido y aliviada de que no lo hiciera.
La imagen de Christine besándolo estaba grabada a fuego en mi mente, y
no podía alejarla. Le creía, le creía cada palabra. Sabía que él no la quería, pero
ese momento en el que pensé que todo era una mentira me había destripado,
dejándome vacía. Pero entonces él me sostuvo en sus brazos otra vez, y mi
corazón se llenó de nuevo, a pesar de que seguía agitado por toda la confusión.
Necesitaba su consuelo, razón por la cual había ido allí en primer lugar. Y de
alguna manera, me sentía mejor y peor.
Me dolió el corazón todo el camino de regreso al Lincoln Center, escociendo
mientras me ponía las zapatillas y ponía a Tchaikovsky, rota mientras bailaba el
último acto del Lago de los Cisnes sola en el estudio. Sentía la añoranza de
Odette, su pérdida. Su dolor era el mío mientras me movía con la música y
lágrimas corrían por mis mejillas.
Abrí los brazos, tratando de alcanzar al príncipe que nunca podría tener,
moviéndome hacia atrás, diciendo adiós, presa de la emoción de la danza y la
historia. Desde mi ingenuidad y mi confusión.
Nada volvería a ser igual.
205

La habitación estaba bañada por los rosas y amarillos del atardecer


mientras caía al suelo, con los brazos alrededor de mi cintura, apretando para
Página

mantenerme en una sola pieza. No tenía respuestas, solo dolor, pérdida y


confusión. Pero exorcicé las emociones una a una, lágrima por lágrima hasta que
no había más para llorar. Me sequé las mejillas con las palmas de las manos y
respiré, encontrando la paz después de la tormenta, con más claridad de la que
había sentido en días.
Me levanté del suelo, sintiéndome sola mientras me dirigía a mi bolso,
sacando mi teléfono para mandar un mensaje a Rose, sabiendo que me haría
sentir mejor.
Sal conmigo esta noche.
El teléfono sonó en mi mano: ¿Qué pasó con no beber nunca más?
Creo que las dos sabíamos que era una mentira. Ha sido un día difícil. ¿Por
favor?
Por supuesto que iré contigo. ¿Estás bien?
Estaré bien. Te veo en casa.
K. Xoxo
Limpié mi húmeda nariz y empaqué mis cosas. Era casi la hora de la
función, así que me dirigí al escenario, calmada y un poco entumecida, como
una piedra en el fondo de un río. No hablé mucho, solo lo necesario para hacer
mi trabajo. Me maquillé en piloto automático, y me puse mi traje Carolina
Herrera en un estado de adormecimiento. Me recogí el cabello y lo rocié con una
cantidad obscena de laca, me puse las zapatillas y las até. Y entonces, llegó la
hora de bailar.
Bailamos Morgen acompañados por una cantante de ópera soprano, tres
parejas que cambiaban a través del curso de la pieza, cada bailarín buscando el
amor dondequiera que podían encontrarlo. Era algo así como mi propia vida,
sobre todo cuando Blane y yo bailamos, nuestro drama olvidado mientras nos
cortejábamos mutuamente por el bien de la historia. Por un momento, me lo creí,
me entregué al movimiento, a la pieza. Hubo solo ese pequeño momento de
alegría, y luego lo dejé, me moví hacia otro hombre, y Blane encontró a otra
chica.
West estaba en mis pensamientos, en mi corazón mientras bailaba a través
del precioso tiempo en el escenario. Y luego se acabó. La pieza. La noche. Mi
golpeado corazón.
Salimos al escenario con el sonido de los aplausos, y atravesé el subidón
una vez más con mi mente en un retorcido nudo, deseando que todo se arreglara
por sí solo para que pudiera encontrar una manera de seguir adelante.
206

♥♥♥
Página

—No, Rosie. No hay cantidad de lubricante suficiente que podría haberme


ayudado a sobrevivir a Blane.
Ella rio tan fuerte, que soltó un bufido. El más pequeño y lindo, que nos
reímos aún más duro, esa risa silenciosa que tuerce tu cara y no puedes respirar.
Y cuando por fin puedes respirar, aspiras aire como un burro.
Había un montón de risa tipo “burro respirando” esa noche.
Tan pronto como me quedé sin aliento, agarré mi whisky de la tabla de la
barra y tomé un trago. Estábamos metidas en un rincón de Habits, exactamente
en donde habíamos estado durante horas mientras trataba de darle sentido a mi
vida. Ya había superado la parte difícil de la fiesta de autocompasión y sollozos,
y ahora estaba metida de lleno en la parte de la noche de "A Lily le deja de
importar un carajo". Llevaba al menos cuatro bebidas. Tal vez cinco. ¿Quién
sabía cuántas llevaba Rose?
Estábamos casi borrachas.
Me reí, mirando a Rose reír a carcajadas.
—Hablando en serio. Él solo lo metió. Fue tan raro. Ni siquiera sé si se
sentía bien para él, porque sé que no se sentía bien para mí. Tal vez no está
acostumbrado a las vaginas normales —me animé—. Tal vez la de Nadia es como
un pantano. Como si simplemente se lanzara en ella, e hiciera ese sonido como
cuando la bota se te queda atascada en el barro. —Hice un ruido grosero con mi
boca, y Rose se rio tan fuerte que no podía abrir los ojos. Hizo un movimiento de
limpiaparabrisas con la mano. Creo que quería que me detuviera.
—Joder, no puedo, Lily. En serio —hizo algunos sonidos chirriantes.
—¿Cómo puede alguien tan sexy ser tan malo en la cama? ¿Cómo es
posible? Fue lo peor. Tal cual como me imagino que sería follar con Pinocho.
Rose alzo sus brazos, fingiendo colgar de ellos como una marioneta
mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
—¡Soy un niño de verdad!
Me reí.
Ella limpió sus mejillas.
—Maldita sea, no me he reído tanto desde hace una eternidad.
Apoyé el codo sobre la mesa, sosteniendo mi bebida.
—Me alegra que mi patética vida sexual te divierta. ¿Estoy hablando muy
fuerte? Siento como que estoy hablando muy fuerte.
Ella agitó la mano.
—No, está bien.
207

Me hizo sentir mucho mejor acerca de todo al reírse de ello.


—No sé qué carajos le vi. —Tomé un trago.
Página

—Astrid lo llamó “el brillo de imbécil” de Blane.


Una risa salió disparada de mí.
—Eso es tan preciso. —Vacié mi vaso y lo sacudí para tintinear el hielo en
su interior.
Rose hizo una mueca.
—Ew, no hagas eso para llamar a Shelby. ¿No te he enseñado algo?
Me reí mientras Shelby se acercaba, una cosa pequeña, con pecas y el
cabello de color caramelo.
—Eres tan bonita, Shelby. Te ves como una hermosa pequeña hada.
¿Alguien alguna vez te ha dicho eso?
Ella sonrió, divertida.
—No recientemente.
—Bueno, es cierto. ¡Me alegro de que estés aquí porque necesito más de
whisky! —gorgojé.
Shelby asintió con las cejas arqueadas.
—Ajá. Parece que necesitas mucho más whisky. ¿Otro para ti también,
Rose?
Rose se encogió de hombros lentamente.
—Eh, por qué diablos no.
—Está bien, chicas. Ya regreso —dijo antes de regresar a la barra.
Me incliné hacia Rose.
—Probablemente me voy a arrepentir de esto en la mañana, ¿verdad?
—Probablemente —respondió ella.
Negué con la cabeza a mi vaso vacío.
—Ni siquiera puedo creer que esté haciendo esto ahora. Mañana, estoy
arreglando mis problemas.
Ella resopló.
—¿Empezando por?
Rodé los ojos.
—Ja, ja. Empezando por no beber, dormir a mis horas, y comer saludable.
—Y luego, ¿qué?
Mi nariz se arrugó.
208

—Y luego, no sé.
Rose asintió y se recogió el cabello largo y negro, tirando de la cola de
Página

cabello sobre su hombro.


—¿Qué vas a hacer con respecto a West? —Ella tomó un trago.
Tomé aire y lo dejé escapar.
—No sé tampoco. Fui a verlo hoy.
Levantó una ceja.
—¿A Columbia?
—Mmm...
Shelby nos trajo una nueva ronda de bebidas, y me sonrió.
—Gracias, Shelb.
—No hay problema. Ahora cállense. Están asustando a Bob. —Ella sacudió
con fuerza su barbilla hacia Bob, que se dejó caer sobre la mesa, roncando.
Nos reímos mientras Shelby se alejó.
—¿De qué estábamos hablando? —pregunté.
—¿Fuiste a Columbia hoy?
Asentí mientras agarraba la bebida. No podía sentir mis labios, pero
todavía podía sentir el impacto residual de mi visita sorpresa a West esa tarde.
Gracias al whisky, mis sentimientos estaban lo suficientemente amortiguados
para pretender indiferencia.
—Él estaba besando a Christine en su oficina.
Los ojos de Rose se abrieron con sorpresa y asentó su bebida, la boca
abierta.
—¿Él qué?
—Ella vino a hablar con él, y él rompió amigablemente con ella, supongo.
Eso es lo que dice, por lo menos.
—¿Le crees?
—Lo hago. Después de todo lo Blane, Nadia y Ward, solo necesitaba verlo.
Y él me hizo sentir... No sé, Rosie. Segura. Había tenido un día horrible, y luego
me abrazó, y nada me podía tocar. Todo tenía sentido. Durante un minuto por
lo menos.
—La pregunta es, ¿quieres estar con él?
Baje la mirada a mis bebidas. Había dos de ellas, cerré un ojo por lo que
solo había una. Eso está mejor.
—No lo sé. Me siento sobre West como me siento en este momento. Como
si tuviera visión doble, y no puedo decir cuál West es el verdadero. ¿Es el amigo
209

que he conocido todos estos años? ¿O es el reflejo de él, como un espejismo? Una
sombra de sí mismo, la parte de él que conozco. ¿Tiene sentido lo que digo?
Página

Asintió.
—No.
Me reí y moví en mi asiento, inclinándome hacia adelante.
—Está bien, tenemos al West que conozco muy bien. Vamos a llamarlo
amigo West. Y luego está esta otra parte de él de la que no tengo ni idea. Vamos
a llamarlo novio West. Sé lo que siento por amigo West. ¿Pero novio West? Ni
idea. Es como tener visión doble. Puedo ver a ambos, pero no sé a cuál de ellos
elegir, y solo una opción es la correcta. Y si trato de elegir la equivocada, podría
derramar toda la bebida sobre mí.
—Eso es jodidamente profundo, Lily —dijo Rose con reverencia.
Examiné la barra con un ojo cerrado.
—Necesito un parche de ojo.
Su rostro se iluminó.
—¡Oh! Debemos hacer parches desechables para ojos para gente borracha
en paquetes de aluminio como los condones.
—Eres un genio, Rosie. —Levanté la mano para chocarla con la suya
Ella la choco.
—En realidad lo soy. Poder flor, actívate. Así que necesitas un parche para
ojos de la vida ¿cuál West deberías elegir? Vamos a hacer una lista de pros y
contras.
—En serio, ¿cómo llegaste a ser tan inteligente? —Saqué un recibo y una
pluma de mi bolso—. Está bien. Contras. —Mordí el final de mi pluma—. No
puedo pensar en ninguna. Oh, espera. Cuando nos separemos, todavía
tendremos que estar cerca uno del otro. —Anoté.
—Quiero decir, eso es viable, pero es muy incómodo. Confía en mí.
—Todavía. Definitivamente un contra. De acuerdo, entonces ¿qué más? —
Levanté la mirada hacia las tuberías en el techo—. Podría perderlo para siempre.
—¿No es esa opción un poco como la otra?
—No, porque aprender a estar a alrededor del otro y la pérdida de un amigo
son dos cosas totalmente diferentes.
Rose levantó su copa.
—Suficientemente justo.
Añadí el punto y escribí otra, una que me hizo sentir un poco mareada.
—Podría hacerle daño.
210

—Mmm —añadió cuidadosamente.


Página

—Él me podría lastimar. —Fruncí el ceño mientras la añadía a la lista.


Ella entrecerró los ojos, concentrándose.
—Pero, quiero decir, ¿no es así en cualquier relación?
Me senté un poco más erguida y dije, de manera casual:
—Sí, pero las apuestas son más altas que una relación normal, Rose. Esto
no es como tomar la decisión de salir con un chico que conocí en un bar o algo
así. Este es West.
—Está bien. —Rose tomó un trago—. ¿Qué más?
—No sé. Vamos a pasar a los pros. —Dibujé una línea y escribí “pros” un
poco demasiado grande—. Él es sexy.
Ella se rio.
—Un moñito sexy.
—Siento que el estilo de un hombre llevando un ñoño es un pro en sí. —
Lo escribí—. Huele bien. Tiene modales. Es amable y generoso, humilde. Es mi
mejor amigo.
Rose hizo una cara.
—Oye.
—Además de ti.
—Gracias.
—Es inteligente. Me hace reír. Me conoce. —Me estaba quedando sin
espacio y volví el recibo de lado—. Me ama —dije en voz más baja—. Lo amo.
Ella me miraba con solemnidad.
—¿Como algo más que un amigo? ¿Te ves con él?
Pensé en ello, pensé en el brazo sólido bajo mi mano mientras
caminábamos los escalones del Met. Pensé en cómo se sentía cuando me sostuvo
esta mañana, esta tarde. Quería más. Quería todo de él. Mis ojos se llenaron de
lágrimas.
—Sí.
Rose agarró mi mano, y me miró a los ojos.
—¿Puedo decirte algo?
—Cualquier cosa, Rose.
Sus ojos estaban grandes y brillantes, y apretó mis dedos.
—Lo has amado siempre. Ustedes dos encajan entre sí sin tener que
trabajar, sin tener que probar. Tienen sentido. Como, los veo a los dos hablar o
211

tocarse, y es correcto. ¿Sabes lo que quiero decir? Ustedes tienen su propia


magia, como si estuvieran en su propia frecuencia. ¿Cómo es que no has estado
Página

atraída por él todo el tiempo?


—No sé. Es decir, sí, siempre me he sentido atraída por él, pero he
intentado solo pensar en él como un amigo. Pensé que no quería nada conmigo.
Pensé que no estaba disponible. Pero a veces siento, la conexión con él. La
empujo como si estuviera siendo tonta o una solitaria, sin permitirme considerar
hacer algo al respecto. Tenía miedo de lo que significaría si lo hiciera. Lo que iba
a perder.
—Pero ¿qué pasa con lo que ganarías?
Negué con la cabeza, con los ojos en mi lista.
—Yo... no lo sé. ¿Qué pasa si sucede algo terrible? Como, ¿y si verlo usar
el hilo dental me arruina la vida, o si es un besador horrible?
Rose resopló.
—Realmente, sin embargo. ¿Y si terminamos odiándonos el uno al otro?
¿Y si todo es perfecto? ¿Y si es mi para siempre? —Me dejé caer en mi asiento—
. Todos esos finales son igualmente aterradores. ¿Cómo puedo elegir?
—Porque hay una gran probabilidad de que él te haga feliz. Riesgo y
recompensa. ¿Vale la pena arriesgar a tu corazón por West?
Pero sabía la respuesta. Flotó hasta la parte superior de mi conciencia
como un chaleco salvavidas. Haría cualquier cosa por West. Haría cualquier cosa
por ser la mujer que quería.
—Él vale la pena.
Ella sonrió.
—Entonces ahí está tu respuesta.
—Quiero estar con West. —Probé las palabras, y se sentían bien. Un alivio
decirlo, reconocerlo—. Él quiere estar conmigo, y yo quiero estar con él. Todo lo
que tengo que hacer es decirle, Rosie. Tengo que decirle. —Empecé a levantarme.
Rose entró en pánico y me agarró del brazo.
—Guao, espera. No en este momento.
—¿Por qué no? —me opuse.
Ella rio.
—Porque estás borracha, y son casi las dos de la mañana.
Soplé y volví a sentarme.
—Bueno, ¿qué demonios se supone que debo hacer?
Puso los ojos en blanco.
—Dios, ustedes dos son tan parecidos.
212

—¿A qué te refieres? —pregunté.


Página

Su cara se arrugó.
—Nada.
—Oh, por Dios. Eres una mentirosa.
—No se suponía que dijera nada.
—¿Decir nada acerca de qué?
—Tengo una confesión que hacer.
—Bueno, ¡jodidamente confiésalo ya, Rose!
—¡Bueno! ¡Muy bien! —Tomó un trago, al parecer para darse valor, luego
se removió en su asiento para estar frente a mí totalmente—. ¿Recuerdas cuando
West dejó salir que te amaba en el club?
La mire sin transmitir nada.
—Sí, lo recuerdo muy bien.
Arrugó la nariz.
—Bueno, él como que me lo dijo esa mañana.
Mi boca se abrió.
—¿Qué?
—¿Recuerdas sobre ese desayuno con Patrick? Bueno, era realmente para
que West pudiera pedirme un consejo.
Solo me quedé sentada allí, mirándola.
—Lo descubrió en la ópera.
Mis labios se separaron y puse mis dedos sobre ellos, conmocionada.
—Oh, Dios mío. Casi lo besé esa noche.
—Sí, eso probablemente no fue de un solo lado. Ellos tramaron un plan
para emboscarme a las ocho de la mañana antes del desayuno.
—Me parece que, si hay un lugar adecuado para ser emboscado, es antes
del desayuno. —Se rio, pero yo estaba procesando lo que había dicho, poniendo
la línea de tiempo junta en mi cabeza—. Entonces, espera. ¿Tú y Patrick sabían
cómo se sentía acerca de mí antes de ir a Noir?
Se mordió el labio y asintió.
—Maggie y Cooper también sabían.
Tenía la boca abierta de nuevo.
—¿En serio?
—Y Astrid.
213

Alcé las manos.


Página

—¡Jesús, Rose!
—Bueno, no podía decírtelo hasta que tu cita se hubiera terminado —
explicó en tono de disculpa—. ¿De verdad crees que si West se hubiera acercado
mientras estabas bebiendo ginebra y rellenando tu sostén con silicón para
decirte que te quería hubieras sido feliz?
—Está bien, en primer lugar, no uso rellenos para sostén. Y, en segundo
lugar, tienes razón. —Suspiré—. No me gusta, pero tienes razón. Ustedes lo
mantuvieron en secreto y básicamente tomaron la decisión por mí.
Ella me dio ojos de cachorro.
—...pero habría estado molesta si me hubiera dicho entonces, y habría
arruinado la noche antes de que comenzara.
—Exactamente. Tuvo que jugar esa noche. Pero ninguno de nosotros
sospechaba que Blane haría algo tan despreciable.
—Sí, bueno —murmuré y tomé otro trago—. Me encanta el whisky.
Rose rio.
—A mí también. —Terminó el suyo y se echó hacia atrás—. Entonces,
¿cómo vas a decirle?
—Dios, ni siquiera lo sé. —Pensé en decirle de nuevo y luché contra el
impulso de buscarlo esta noche—. Me enteré hace dieciocho horas, y casi todo
lo que he tocado desde ese punto se ha vuelto contra mí. Deberías haberlo visto
hoy. Fue tan... no sé, Rose. Nunca lo había visto así antes. Estaba herido, y yo
solo quería hacerlo sentir mejor, hacer lo correcto. No sabía cómo. —Me dejé caer
en mi asiento—. ¿Estás segura de que no debería ir allí? Realmente me siento
como si tuviera que ir allí. No va a estar molesto.
—No, estaría molesto. ¿Pero realmente quieres hablar con él sobre todo
esto cuando estás borracha con whisky?
Suspiré.
—No, probablemente no. Pero casi no me importa.
—Bueno, déjame ser tu conciencia. No vas a ir allí esta noche. Esto es lo
que sí vas a hacer.
—Oh, fantástico. —Me animé—. Me hace sentir mejor que tengas un plan.
—Siempre tengo un plan.
La miré.
—Está bien, a veces tengo un plan. Así que, en primer lugar, bébete eso
que desperdiciar el alcohol es inaceptable. —Señaló a mi whisky
Me reí y lo llevé a mis labios.
214

—En segundo lugar, pizza.


Página

—Ooooh, sí. Pizza.


—A continuación, ibuprofeno y a la cama.
Fruncí el ceño.
—Siento que es muy temprano.
—Tu cerebro te está mintiendo. Por lo general estarías en la cama desde
hace cuatro horas.
—Soy muy aburrida.
Rose rio.
—De todos modos, entonces mañana, vamos a despertar y comer comida
grasosa de Genie’s mientras tramamos un plan para que le confieses tus
sentimientos a West.
Nervios revolotearon a través de mí.
—No puedo creer que vaya a hacer esto.
—¿Asustada?
—Estoy emocionada y aterrorizada. Es como saltar en bungee en un
carnaval muy dudoso. Puede que vaya a ser increíble, o, ya sabes. La muerte.
Resopló.
—Pero no hay nada que hacer, excepto decirle. No puedo no tocar la
campana. No puedo no decirle.
—Lo sé. Y va a estar bien.
—Dios, espero que sí. Lo sabremos a ciencia cierta mañana. Ahora,
¡aliméntame con pizza! —Hice un sonido de un látigo impactando.
Se rio y me tomó del brazo, y saludamos a Shelby mientras dejábamos
Habits. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que todo podría estar
simplemente bien.
215
Página
20
Estrellas y sonetos
Lily
El sol había estado agrediéndome durante horas antes de que finalmente
abriera mis párpados, inmediatamente cerrándolos de nuevo. Tiré de las cobijas
por encima de mi cabeza.
Eso está mejor.
Mis pensamientos vagaban de nuevo a la noche anterior, el día antes, y mi
corazón se agitó en mi pecho. Hoy, todo cambiaría y, tan asustada como estaba,
estaba lista. Él me amaba, y yo lo amaba. Y tan pronto como se lo dijera,
podríamos entrar en lo que viniera después. Juntos.
Extendí la mano y palmeé en mi mesita de noche por mi teléfono, y una
vez que mis dedos estuvieron a su alrededor, arrastré el teléfono bajo las cobijas
conmigo. Eran las diez. Mis ojos se abrieron. Tenía demasiado que hacer para
estar en la cama todo el día.
Quité mis cobijas y entrecerré los ojos mientras dejé caer mis pies en el
suelo y me levanté. O intenté. El cuarto daba vueltas, y me agarré de mi mesita
de noche.
—Vaya. Mm, está bien, tal vez un poco más lento.
Maggie salió disparada de la cama con su cabello rizado sobresaliendo en
todas direcciones, el antifaz en medio de su rostro.
—¿Qué diversión... barracuda?
—Vuelve a la cama —grazné y la despedí con la mano, ella se dejó caer
216

sobre su almohada, y tiró de las mantas sobre su cabeza. Me arrastré a través


del pasillo a la habitación de Rose y abrí la puerta. Su habitación era tan oscura,
Página

era como una cueva metropolitana, con cortinas opacas y un ventilador de fuerte
zumbido en la esquina. Sentí mi camino a través, doblándome cuando golpeé el
final del armazón de su cama.
—Mierda —siseé, agarrando mi espinilla—. Mierdajodermaldición.
Rose se agitó en la cama.
Cojeé y subí con ella.
—Rosieeeeeeee —dije en voz baja y alejé el cabello de su rostro.
No se movió.
—Rose —dije un poco más fuerte.
Nada.
Sacudí su hombro.
—¡Rose!
Ella chasqueó los labios y suspiró.
Le di una palmada en la mejilla, y sus ojos se abrieron de golpe.
—Buenos días, sol —dije con dulzura.
—¿Hmm? —Se dio la vuelta y se frotó el rostro.
—Son las diez. Me prometiste tocino.
Rose abrió un párpado.
—¿Cómo estás tan jodidamente animada en este momento?
—¿Pizza? ¿Ibuprofeno? ¿El galón de agua que bebí antes de acostarme?
Quién sabe. ¡Levántate! Hoy es el día. Tengo hasta que salga del trabajo esta
noche para arreglar mi mierda, y no tengo ni idea de lo que estoy haciendo.
Agarró una almohada y la metió en su pecho.
—Vamos a dormir un poco más.
Agarré la almohada y la arranqué de sus brazos.
—Ah, ah, ah. Anda despiértate.
—Uf, tirana. —Tiró de las mantas sobre su cabeza.
Se las quité. —Me amas.
—Te odio, vete. —Se acurrucó en una bola.
—No puedo. Necesito tu ayuda. Ahora levántate, y vamos a conseguir
tocino y café antes de desintoxicarme durante un año.
Resopló, y sonreí mientras bajaba de la cama y abría las cortinas, dejando
217

a su habitación con el sonido de sus siseos.


Página

Y así, comenzó mi día. Iba a decirle a West que lo amaba.


Rose y yo desayunamos en Genie y planeamos todo en una bonita lista,
ordenada. Ansiedad salió de mí cuando me encontré con Patrick para conseguir
su ayuda, la cual me concedió de buena gana. Esperaba que fuera suficiente.
West merecía algo épico.
La excitación revoloteó alrededor de mi pecho mientras me vestía hasta
después esa tarde, y me sentí eléctrica mientras sacaba las cadenas de luces y
diminutas estrellas de la caja en el patio de Habits. Y entonces, traté de no
desmayarme mientras esperaba detrás de la esquina para verlo entrar por esa
puerta para que pudiera decirle lo mucho que significaba para mí.

West
Bajé del tren esa noche después de lo que podría haber sido el lunes más
largo que haya tenido. No había visto a Lily, no había hablado con ella desde que
fue a Columbia el día anterior. Pero tanto como quería verla, ella había pedido
tiempo. Así que tiempo era lo que le estaba dando.
Eso no me impidió pensar en ella.
La noche anterior, estaba en la cama, imaginándomela en la cama al final
del pasillo, preguntándome lo que estaba pensando. Preguntándome si se
encontraba bien. Me había despertado esa mañana con su nombre en mis labios.
Me esclavicé a través de mis clases y corregí exámenes sintiéndome monótono y
gris. Y ahora me gustaría ir a casa y comenzar el ciclo de nuevo.
Mi teléfono sonó en el bolsillo mientras subía los escalones fuera del metro,
y mi corazón golpeó mi estómago cuando vi un mensaje de Lily. Me detuve en
seco en mitad de la escalera, apenas moviéndome cuando un transeúnte golpeó
mi hombro.
¿Nos vemos en Habits?
Mis dedos volaron. Por supuesto. Estoy a la vuelta de la esquina. ¿Estás
bien?
Sí, solo quería hablar. Nos vemos en un minuto.
La emoción dio una voltereta en mi interior mientras despegaba mis pies
y salía disparado. Ella quería hablar de nosotros. Me di cuenta en ese momento
que todo lo que había pensado en ello, no estaba preparado para su respuesta.
Todas las expectativas, cada escenario que imaginé se disipó, dejándome ciego.
Me sentí como si estuviera mirando hacia el sol.
218

Mi corazón sonaba mientras caminaba hasta Habits y abrí la puerta,


encontrando a Rose detrás de la barra. La sonrisa que me dio envió un rayo de
Página

esperanza a través de mí, y señaló con la cabeza hacia la puerta de atrás, donde
estaba el patio.
Era un hombre en fuego mientras caminaba a través de la barra y a través
de esa puerta.
Todo se ralentizó cuando la puerta se cerró detrás de mí, pero vi todos los
detalles. El atardecer pintaba sombras profundas contra las paredes de ladrillo
y las esquinas del pequeño patio, construido alrededor de un antiguo árbol de
manzano silvestre que se extendía hacia los tejados. Estaba en plena floración,
cubierto de flores blancas que caían cada pocos segundos, girando en el suelo
de adoquines como copos de nieve. El árbol estaba radiante, cubierto de luces
blancas, y de las ramas colgaban estrellas pequeñas y plateadas que captaban
la luz mientras se movían de vez en cuando, tocadas por los pétalos mientras
caían.
En la mesita frente a mí estaba una hoja de pergamino, y di un paso más
cerca para tomar el grueso papel.
Los bordes estaban pintados con tinta y acuarela, ramas que se extendían,
cubiertas con lirios y hojas contra el cielo nocturno y las estrellas. Y en el centro
estaban sus palabras.

Mi amigo, mi amigo siempre serás.


Y desde el principio
Eras tan firme como el mar
Y te di mi corazón
Pero solo como mi amigo, mi amigo
Porque no podíamos ser más
Y así nos comprometimos hasta el final
No habría más en existencia.
Y todo este tiempo con mucho gusto he pasado mis días y noches contigo,
Mi amigo, mi amigo, sin un atisbo de amor, sin una pista
De que estabas destinado para mí, mi amor y yo estaba destinada para ti.

Bajé el soneto y levanté la mirada para encontrarla de pie delante de mí.


El suave encaje de color rosa del que estaba hecho su vestido, su cabello rubio
en ondas, su piel, su sonrisa… cada cosa que era iluminada por las luces que
nos rodeaban. Los pétalos caían en lo que estábamos parados debajo del árbol,
219

y la miré a los ojos… esos ojos llenos de esperanza. Llenos de amor.


No tenía palabras.
Página

Dio un paso hacia a mí, luego otro hasta que estuvo lo suficientemente
cerca como para que no pudiera respirar sin respirarla a ella. Su rostro se levantó
hacia el mío, y buscó mi mano, envolviendo sus dedos en los míos.
—Todo este tiempo, estuviste justo aquí. Estabas justo aquí frente a mí, y
no lo noté. —Levantó su mano hacia mi rostro, con suaves ojos maravillados—.
¿Cómo podría no haberte visto?
Deslicé mi mano en su cabello, con voz áspera, solo un susurro:
—Lily…
—Te amo, West.
Cerré mis ojos y tomé un respiro tembloroso, abriéndolos para encontrarla
en mis brazos todavía.
—Dilo de nuevo.
Sonrió, con lágrimas brillando en sus ojos.
—Te amo —susurró.
Y luego cerré mis ojos y la besé.
Y ese beso cambió mi vida.
Me aferré a ella como si me fuera a mantener de pie, mis manos en su
sedoso cabello, con un brazo alrededor de su cintura, sus labios tan suaves, tan
dulces contra los míos, prometiendo un para siempre. Mi vida cayó en su lugar
en ese momento, y sabía que ella era todo lo que quería.
Sus manos se deslizaron por mi pecho y mi mandíbula, sus dedos en mi
barba, en mi cabello. El beso se profundizó, sus labios se abrieron en sumisión,
y la respiré como un hombre ahogándose. Dijo que me amaba. Sería mía.
Ya era suyo, me perdí en ella hace mucho tiempo incluso antes de saber.
Finalmente redujimos el ritmo y nos alejamos, y ella se echó hacia atrás,
sosteniendo mi cielo con ojos brillantes.
—No puedo creer que me estuve perdiendo eso todo este tiempo.
Reí y presioné mi frente contra la suya.
—Dame tiempo para compensarte por ello.
—Toma todo lo que quieras. Soy tuya.
220
Página
21
Philmore
Lily
West presionó sus labios contra los míos de nuevo, y mis párpados
revolotearon cerrados, el corazón en mi pecho retumbando. Me derretí contra él,
porque no quería que se detuviera. Nunca.
El beso era tierno y fácil, y capturó mi labio inferior entre los suyos,
chupándolo suavemente. Estaba agradecida por sus brazos a mí alrededor,
porque no sabía si podría pararme por mí misma.
Se separó y me miró con ojos que me dijeron todo lo que necesitaba saber.
Estaba destinada para él. Ahuequé su mejilla, sintiendo la suavidad de su barba
entre mis dedos mientas le sonreí. Se apoyó en mi mano.
—¿Es esto real?
Asentí, mirando cómo los pétalos caían, trazando las líneas de su rostro,
las sombras proyectadas por el árbol brillando intensamente detrás de él,
memorizando cada detalle.
—Lo siento, no podía contestarte ayer.
—No lo sientas. Esto... esto es más de lo que jamás hubiera podido
imaginar, Lily. —Sonrió—. Me escribiste un soneto.
Le sonreí de regreso.
—Lo hice.
—Es hermoso. Perfecto. —Sus labios rozaron los míos, y se apartó. Mi
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corazón latía su nombre mientras lo miraba a los ojos.


»Entonces, ¿qué hacemos ahora? —Me dejó ir, y encontré su mano, sin
Página

querer separarme.
—¿Puedo comprarle una bebida, Sr. Williams?
West recogió el soneto y apretó mi mano, tirando de mí hacia la puerta,
sonriendo.
—Ni hablar, señorita Thomas.
La primera cosa que vi una vez que estuvimos en el interior fue a Rose
mirando fijamente la puerta de atrás, inquieta con su labio entre los dientes,
pero su rostro se iluminó como un árbol de Navidad, cuando nos vio radiantes y
agarrados de las manos. Ella se recuperó, aplaudiendo, antes de correr alrededor
de la barra y atraparnos, tirándonos en un abrazo.
—¡Finalmente! —Se apartó, mejillas rosadas, los ojos yendo y viniendo
entre nosotros—. Vamos, ustedes dos. ¿Qué van a beber? —Agarró mi mano y
nos arrastró a la barra.
Tomé asiento y West se sentó frente a mí, apoyando un pie en medio del
peldaño de mi taburete. Metió los dedos debajo de mi asiento y me llevó más
cerca de él, colocándome casi en su regazo. Su muslo estaba en contra de mi
taburete, mano en la espalda inferior. Podría haber sido la cosa más maravillosa
de mi vida. Alcancé su rodilla, sonriendo.
—¿Qué están bebiendo? —preguntó Rose, sacando los vasos.
—Whisky solo para mí —respondió West, desplazando los dedos contra mi
espalda. Mis ojos siguieron la línea de su nariz, la curva de sus labios antes de
que se girara hacia mí.
—Estás haciendo esta cosa no beber muy difícil para mí, Rose.
Ella estaba atolondrada, con ojos brillantes.
—Solo una copa de celebración. Lo serviré ligero para ti.
Suspiré.
—Gin tonic, por favor. —Me giré en el taburete para enfrentarme a él y
sonreí como una idiota—. Entonces, ¿te gustó mi soneto? No voy a mentir, podría
haber conseguido la idea de Diez cosas, pero pensé que era apropiado.
Shakespeare es el camino a tu corazón, y quería decírtelo de una manera que
significara algo más para ti que las palabras por sí solas.
Él lo sostuvo delante de nosotros, y lo examinó.
—Las palabras habrían sido suficientes, pero me encanta.
—Traté el pentámetro yámbico, pero sonaba tan mal.
Rio.
—Es perfecto. ¿Patrick ilustró esto?
222

—Lo hizo.
Página

—Por lo tanto, ¿todo el mundo sabe acerca de esto, menos yo?


Miré hacia el techo y asentí con timidez.
—Mmm, tal vez. La venganza por decirle a todos cómo te sentías acerca de
mí antes de que realmente me lo dijeras.
Rio, el sonido profundo y retumbante, y sonreí.
—En mi defensa, todos ellos me dijeron que esperara para decirte.
—Es bueno que lo hicieras No por ello es menos incómodo.
Rio entre dientes y miró sobre el pergamino de nuevo.
—Realmente es hermoso. Estoy impresionado. Eres una poeta.
—Y ni siquiera lo sabía. —Hice una mueca y rio.
Rose puso sus ojos en blanco.
—Me parecía que tenía al menos un par de semanas antes de que fueran
completamente cursis el uno con el otro.
West y yo tomamos nuestras bebidas y nos miramos frente a frente.
Levanté mi vaso.
—Por nosotros.
Alzó el suyo, chocándolo con el mío.
—Por lo que vendrá.
Chocamos nuestros vasos y tomamos un trago. Puse mi vaso en la barra
superior, sintiéndome atolondrada, y Rose sonrió, haciendo su camino alrededor
de la barra para atender sus mesas.
Yo era todo sonrisas.
—No sé qué hacer conmigo.
Agarró mi mano que yacía en su rodilla.
—Somos los mismos que estábamos esta tarde o hace un año, salvo que
ahora somos más de lo que éramos antes.
Pensé que mi corazón podría explotar cuando me quedé mirándolo,
sonriéndome.
—No puedo pensar con claridad. Tengo un millón de cosas que decir, y no
puedo encontrar las palabras para ninguna de ellas.
Me sonrió.
—Lo sé.
Tomé una respiración en un intento de calmarme, mirando su mano sobre
223

la mía, su pulgar mientras se movía contra mis nudillos.


—Una parte de mí se preguntaba si querías esto, sabes.
Página

Su frente cayó.
—¿No pensaste que lo quería cuando dije que te amaba?
Asentí.
—Me preocupaba que fuera impulsado por Blane, ¿sabes? Que estabas
molesto por él y que esto de alguna manera había... no sé. Distorsionado tus
sentimientos. Una parte de mí se preocupaba de que cuando te dijera que me
sentía de la misma manera, admitirías que no era real.
—Lo dije en serio. Sé que nunca he estado tan seguro de nada. A partir del
segundo que me di cuenta, se convirtió en una simple verdad, solo una parte de
lo que soy. Te amo, Lily. Ya sea que me ames de regreso o no, Te amo.
Las lágrimas llenaron mis ojos, y sonreí, tocando su mejilla mientras me
inclinaba hacia él, llevando mis labios a los suyos. Cuando me separé, tiró de mi
brazo, obligando a nuestras bocas de vuelta juntas por un momento más.
Se apartó, mirando su mano mientras tocaba mi cabello.
—Quiero besarte hasta que conozcas la sensación de memoria.
—Deberíamos practicar, entonces.
Sonrió.
—Oh, lo haremos. Pero no aquí. Me gustaría llevarte a salir, Lily Thomas.
Quiero que el mundo sepa que eres mía antes de que te tome por mía.
Mi interior se convirtió en gelatina.
—Vámonos ahora.
West tocó mi mejilla.
—Aún no. Tengo que hacer algunos planes.
Podría haber hecho un pequeño puchero.
—¿Qué deberíamos hacer esta noche, entonces?
—Bueno, ¿ya sabes de que show estamos retrasados?
—The Bachelor —dijimos al mismo tiempo.
—Vamos entonces. ¿Quién sabe qué travesuras consiga Celeste esta
semana? —Agarré mi bebida y tomé de un trago.
—No puedo creer que Eric no vea su locura. —Negó con la cabeza y tomó
su whisky antes de sacar su billetera. Rose corrió alrededor de la barra y golpeó
su mano cuando trató de dejar un poco de dinero en efectivo.
—Nop. Sal de aquí con eso.
224

—Vamos —insistió, empujando el dinero de vuelta a ella.


Lo golpeó lejos.
Página

—¡Dije que no! Considéralo mi regalo para ustedes en esta, la ocasión más
alegre.
Reí.
—Es mejor que te des por vencido, West. No está por encima de disparar
con la pistola de soda.
Rose la agarró y apuntó la boquilla hacia él.
—Está en lo correcto. Ahora lárgate.
West sonrió. —Gracias, Rose.
—De nada. Ahora no se metan en ningún problema, y cuelguen una media
en la puerta si hay desnudez sucediendo porque no estoy lista para eso. Ustedes
dos besándose en el bar ya es bastante raro.
Me incliné sobre la barra para besarla en la mejilla.
—Gracias, Rosie.
—No hay problema, Lil.
Nos despedimos con la mano y sonreímos en nuestro camino fuera de
Habits, a la calle en la noche temprano, tomados de la mano mientras corríamos
hacia nuestro edificio y subíamos las escaleras. Su mano estaba en mi espalda
mientras abría la puerta y entramos en el oscuro apartamento.
—¿Mags? —llamé—. ¿Estás aquí?
Silencio.
—Huh. Supongo que está fuera. —Hice clic en la lámpara, pateando mis
zapatos mientras arrojaba mis llaves en el plato, y West hizo su camino alrededor
del sofá y se quitó su bolsa. Me dirigí a la sala detrás de él, mirando por encima
de una vista que había mirado mil veces. Pero viéndolo dejar sus cosas y
estirarse, la larga línea de su torso, el perfil de su rostro y cabello, solo su pura
altura, me golpeó de una manera que hizo a mi corazón doler. Era posesión lo
que sentía. Era mío.
Sonrió hacia mí, y cuando lo alcancé, nos dejamos caer en el sofá hombro
con hombro, con los pies apoyados sobre la mesa de café como siempre lo
hacíamos mientras navegaba en el DVR y pulsé el botón reproducir.
Enlacé mi brazo alrededor del suyo, encontré su mano, y entrelazamos
nuestros dedos. Unos minutos más tarde, eso no fue suficiente, y dejó ir mi mano
para envolver su brazo a mi alrededor. Me incliné hacia él con mi mano en su
muslo y mis pensamientos se centraron en él con tanta atención que incluso el
más mínimo movimiento obtuvo mi atención.
225

Empezó una pausa comercial, y me moví, llevé mis rodillas arriba, así que
estaba casi en su regazo. Su mano encontró la parte exterior de mi muslo, y le
Página

sonreí.
Había planeado decir algo ingenioso, para iniciar una conversación para
disipar el zumbido de energía nerviosa a través de mí, pero luego lo miré, sus
ojos como el cielo de verano, el cabello oscuro recogido en un nudo, su barba
enmarcando sus labios, labios que ahora sabía que eran fuertes y suaves, y
estaba perdida. Me incliné hacia él, respirando el aroma de naranjas especiadas,
y encontré sus labios. Se movieron contra los míos, diciéndome cosas que sabía
eran verdad sin la complicación de las palabras o el pensamiento. Solo una
acción simple que me dijo que me necesitaba al igual que yo lo necesitaba.
Chupó mi labio inferior, y tarareé, mis dedos en su cabello. Se posaron en
el nudo y tiraron hasta que su cabello estuvo suelto. Mis dedos hambrientos
vagaron a través de él, y luego fue su turno para tararear. Su mano se deslizó
hasta mi muslo, tirando de mis piernas a su sólido pecho. Necesitaba estar más
cerca de él.
Me subí a su regazo y me senté a horcajadas, el beso conteniendo más
determinación ahora que estábamos cara a cara, con nada en nuestro camino,
más que un poco de tela. Sus manos estaban contra mi espalda, sus dedos
retorcidos en mi cabello, y rodé mis caderas mientras nuestras bocas y lenguas
se encontraron en ondas. Mis brazos estaban alrededor de su cuello,
manteniendo sus labios contra los míos a dónde pertenecían, y cuando sus
manos encontraron mi culo y me jalaron a sus caderas, su longitud presionada
contra mí, enviaron un escalofrío a través de mis muslos.
Rompí el beso con un suspiro, colgando mi cabeza hacia atrás.
—Lily —susurró contra mi cuello.
—Sí. —Mis caderas rodaron.
Flexionó sus caderas para encontrarse con las mías y tomó aire con un
siseo.
—Ah, Lil. Todavía no.
—¿Por favor? —Cubrí su boca con la mía, besándolo más profundo.
Se apartó, ojos calientes mientras me miraba.
—No puedo parar cuando me ruegas así.
—Entonces no lo hagas.
Trazó besos por mi cuello, a mi pecho mientras ahuecaba mi seno.
—Tengo que hacerlo —dijo contra mi piel.
Moví mis caderas de nuevo, moliéndome contra él.
—¿Quién lo dice?
226

Gruñó y me dio la vuelta sobre mi espalda. Un chillido salió de mí, y se


cernió sobre mí, respirando pesadamente. Ahuequé sus mejillas, pasando mis
Página

dedos en su barba.
—Dime. Vamos a ir a una cita antes de que te lleve a la cama, Lily Thomas.
—Me besó duro, un beso demandante que traicionó su castidad.
Jadeé cuando se separó. Mi cuerpo no estaba dispuesto a esperar por algo
tan tonto como una comida.
—Maldito tú y tu honor sureño. Te he conocido desde hace cuatro años.
¿De verdad crees que una cena importa en este momento?
Sonrió y se movió en el sofá, poniendo su torso entre mis piernas, su rostro
cerca de la base de mis costillas con sus caderas demasiado lejos de las mías.
—No importa. Con tanta mierda que le di a Blaney por no cumplir esto,
sería un hipócrita si no siguiera mi propio código moral, ¿o no?
Fruncí el ceño.
—Que se joda Blane y que se joda tu código moral y fóllame.
—Quiero que sepas que soy serio sobre ti, Lily.
—Creo que eres serio. Ahora bésame.
Rio.
—Mañana. ¿Puedes esperar hasta mañana?
—Tengo Spaghetti-O en la cocina. —Estaba casi lloriqueando—. ¿Podemos
hacerlos y llamarlo una cena?
—Nope.
—Ugh, West. —Gemí.
Su mano se deslizó hasta mi muslo, debajo de mi falda, y le di una palmada
en el hombro.
—No empieces algo que no terminarás, Weston.
—Mmm. —Apretó los labios contra mi estómago—. Debería irme. No creo
que pueda mantener las manos quietas.
Una parte de mí quería llorar, y el resto quería reírse de la brillante locura
de todo esto. Golpearía a una anciana si eso significaría que podría conseguir a
West para pasar la noche.
—No te vayas. —Hice un puchero.
Subió por mi cuerpo y me besó en la nariz.
—Mañana. —Entonces besó mis labios. Todo mi cuerpo respondió, sobre
todo mis piernas, que se envolvieron alrededor de su cintura. Se apartó y las
desenganchó, divertido.
Crucé los brazos sobre mi pecho, indignada.
227

—Bien. Supongo que seremos solo Phil y yo esta noche.


Página

Su frente cayó. —¿Oh? ¿Quién es Phil?


—Philmore Dix. Mi vibrador.
Una risa retumbante salió de él.
—Maldita sea, Lil.
—Piensa en mí mientras estás acostado en la cama solo.
Pero sonrió y apartó el cabello de mi rostro.
—Una noche. Y luego, eres mía. —Me dio un beso, y juro por Dios, gemí.
West se bajó del sofá y se ajustó sus pantalones, pero cuando volvió a
mirarme, se quedó paralizado. Su mirada se desvió hacia arriba y abajo de mi
cuerpo, haciendo una pausa donde mi vestido estaba enganchado. Sus ojos
estaban ardiendo cuando se encontraron con los míos de nuevo.
—Mañana. —Su voz era macilenta.
Suspiré. —Mañana.
Se movió alrededor de la parte trasera del sofá y se inclinó sobre él para
besarme de nuevo, un beso suave. Bastardo, totalmente tendido sobre mí. En
una escala de uno a la lava, era una manta eléctrica. Sus ojos brillaron hacia
mí.
—Dile a Phil que le mando saludos.
—Oh, lo haré —canté.
Tocó mi rostro con reverencia. —Valdrá la pena.
Mi rostro se suavizó. —Sé que lo hará.
—Duerme bien.
—Igualmente.
Y luego desapareció de encima de mí, y oí la puerta cerrarse.
—¡Esto apesta! —Lancé una almohada por la habitación antes de alejarme
del sofá para buscar baterías.

West
Ajusté mis pantalones otra vez mientras abría la puerta y me dirigí hacia
al apartamento vacío, no más cerca de calmarme de lo que había estado cuando
salía del apartamento de Lily. Cuando me fui, había estado un beso más lejos de
228

tomarla en ese mismo momento. Una gran parte de mi quería dar marcha atrás
y hacerlo de todos modos. Pero, al igual que había dicho, valdría la pena. Quería
Página

honrarla. Respetarla. Incluso si eso significaba que tenía una erección


directamente desde el infierno.
Me quité la camisa y los pantalones, cambiándome a pantalones de
chándal, sin camisa, sin poder sacarla de mi mente. Todavía era lo
suficientemente temprano como para no poder ir a dormir, no es que pensara
que sería capaz de dormir en toda la noche. Me tumbé en la cama y recogí El
Manantial, pero después de haber leído el mismo párrafo un puñado de veces,
me di por vencido. Encendí la música, pero la letra de la primera canción me
hizo pensar en ella, y suspiré, mirando a mi teléfono donde estaba puesto en mi
mesa de noche.
Ella estaba justo al final del pasillo. Tan cerca.
Recogí mi teléfono. Abrí los mensajes y encontré su nombre. He estado
recitando cuentas atrás desde que me fui, pero no me ha ayudado a dejar de
pensar en ti.
Mi teléfono vibró en cuestión de segundos. Es una lástima que no tienes un
Phil como yo.
Resoplé. Dudo que haría cualquier cosa por mí.
Es una pena. Hace tanto por mí.
De verdad quieres que vuelva por allí, ¿verdad?
¿Es tan obvio?
Mi sonrisa se amplió.
Solo un poco.
¿Qué estás haciendo?
Acostado en la cama, tratando de no pensar en ti y Phil.
¿Qué llevas puesto?
Mi corazón se aceleró un poco, bombeando más sangre exactamente donde
no quería.
Pantalones de chándal grises.
¿Y qué más?
Nada. Eso es todo.
Dios, West. No es justo, ¿sabes eso?
Reí.
Cariño, créeme cuando digo que ninguno de los dos está disfrutando de esto.
Bueno, tengo a Philmore, así que tal vez uno de nosotros lo está.
229

Gruñí. La siguiente vez que mi teléfono zumbó, era con una imagen, y casi
legítimamente arranqué la puerta y volví a su apartamento. Era una instantánea
Página

de su cuerpo mientras yacía de lado, muslos apretados, los planos de su


estómago desnudo, el pequeño triángulo de tela de color rosa que apenas la
cubría. Mi mano se deslizó en mis pantalones.
¿Aún aquí? Envió un mensaje. ¿Me dejaste?
No puedes enviarme una foto como esa y esperar que me comunique, Lil.
Prácticamente podía oírla reír desde apartamentos de distancia.
Me gustaría que te hubieras quedado.
A mí también.
Dime otra vez que valdrá la pena.
Valdrá la pena. Te amo.
Yo también te amo.
¿Dónde está Phil?
Oh, él está aquí. Lo acabo de encender.
Bueno, él y yo tenemos eso en común.
Envíame una foto.
Me eché hacia atrás, capturando la línea de mi estómago, mi mano en mis
pantalones alrededor de la larga sombra, lo suficientemente claro a través de la
tela para darse cuenta lo que estaba haciendo.
Tardó un minuto antes de responder. Sin embargo, no importaba, aún
tenía su foto abierta.
Joder, West. En serio.
Lo sé. Mañana. Lo prometo.
Te amo.
Soy tuyo.
230
Página
22
Todo lo que quiero
Lily
Yo tarareaba, sintiéndome como algodón de azúcar mientras agarraba mi
bolsa a la mañana siguiente, en dirección al final del pasillo para encontrarme
con West. Llamé a su puerta, mareada cuando le oí subir, más mareada aun
cuando lo vi parado en la puerta, viéndose bien. Llevaba una camisa de franela
sobre un suéter blanco, gorrita gris encorvada sobre su cabello que se asomaba
por el cuello, pantalones vaqueros y botas.
Su sonrisa era tan brillante como el sol.
—Buenos días.
Entré en la puerta con él y me apoyé en su pecho, inclinando mi rostro
cuando llegué a sus labios para darles un beso simple, pero completamente
satisfactorio.
—Buen día. ¿Estás listo?
—Listo —Agarró su bolso, cerró la puerta, y me tomó la mano.
—Así que, ¿a dónde vamos esta noche? —Le pregunté mientras
trotábamos por las escaleras.
—Es una sorpresa.
—¿Oh? Estoy intrigada.
—Bien. —Sonrió mientras sostenía la puerta abierta para mí—. ¿Qué es lo
que harás hoy?
231

Pasé junto a él y sobre la acera.


Página

—Evitar a Blane como al herpes. Acabar con mi Cisne Negro de una vez
por todas. Probar mi vestuario. Entonces soy toda tuya.
West tomó mi mano.
—Maldita sea, lo eres.
Caminamos hacia la tienda de café al final de la cuadra. —¿Qué hay de ti?
¿Cómo se ve tu día?
—Triste y frío, hasta que te vea de nuevo.
—Lo sé. Va a ser un día largo. —Caminamos en silencio por un momento—
. ¿Puedo confesar algo?
—Cualquier cosa.
—Estoy nerviosa.
Sonrió hacia mí. —Yo también. Pero sigo pensando en la noche anterior.
Vamos a estar bien.
—Pensé que sería más extraño de lo que es, ¿sabes? Como que, pensé que
tendríamos que facilitarlo. Pero después de la noche pasada, definitivamente no
quiero facilitar nada.
West se rió cuando nos acercamos a la tienda de café. —Yo tampoco. —
Abrió la puerta, y entramos.
Conseguimos nuestra solución de la mañana y caminamos el bloque por
Broadway hasta el metro, a través del torniquete y entramos en la terminal. Nos
paramos en la ruidosa estación, presionados pecho a pecho, tomando un largo
momento para despedirnos. La expresión de su rostro mientras movía mi cabello
de mi rostro... bueno, digamos que mis ovarios explotaron como palomitas de
maíz.
Me besó el tiempo suficiente para robarme el aliento antes de separarse.
—Te veré esta noche.
—Sólo unas pocas horas. ¿Me hablarás si piensas en mí?
Se rió entre dientes. —No creo que mi plan de datos cubra esa cantidad de
transferencia.
Le sonreí.
—Te mandaré mensajes. Que tengas un buen día. —Me besó una vez más
mientras el tren se detuvo.
—Tú también. —Me apresuré a entrar antes de que las puertas se
cerraran, moviéndome a tomar en un asiento, así que todavía podía verlo de pie
en la plataforma con las manos en los bolsillos. Puse mis manos en la ventana,
cerrando los ojos mientras hice una mueca de un beso, y él sonrió como si le
232

golpeara en el corazón.
Página

Llegué al Lincoln Center a las nueve y media, temprano para el día, y me


puse mis pantalones cortos de entrenamiento y calentadores. Agarré un nuevo
par de zapatillas de la sala de zapatillas como si estuviera flotando y me dirigí a
la clase de barra para estirar con una sonrisa imparable.
Hasta que entré en el estudio.
Me quedé helada cuando la puerta se cerró detrás de mí. Era la segunda
allí, el primero fue Blane. Un Blane mayormente desnudo. Pegado a la barra.
Con la palabra Puto escrita sobre el pecho en lápiz labial de color rosa caliente.
Suspiró, aliviado.
—Gracias a Dios que estás aquí. Corta esto. —Trató de extender sus
muñecas, pero no llegó muy lejos.
Mi boca se abrió en una sonrisa enorme mientras caminaba a su alrededor
para conseguir una buena mirada.
—Bien, bien, bien. ¿A quién más hiciste enojar, Blaney?
Una sombra pasó por su rostro.
—No quiero hablar de ello. ¿En serio vas a joder conmigo ahora? Si Ward
ve esto…
Mi sonrisa se cayó como un montón de ladrillos.
—Él va a pensar que tengo algo que ver con esto —Dejé mi bolso y cavé
alrededor de mi kit de costura—. Realmente no aprendes, ¿verdad?
Él sólo frunció el ceño. Estaba segura de que tenía algo que decir, pero por
su deseo de salir de su pequeño aprieto mantuvo la boca cerrada.
Mis dedos se cerraron alrededor de mis tijeras justo cuando se abrió la
puerta, y un grupo de bailarines entraron. Todo el mundo se detuvo junto a la
puerta que se cerró con un golpe, estropeando el silencio.
Una risa aguda, entró por la sala, de Jenni, y todo el grupo estalló en risas.
Oí el clic de una cámara mientras alguien tomó una foto. Nadia se puso de pie
en el borde del grupo con los brazos cruzados sobre el pecho, sonriendo.
Ella jodidamente lo hizo.
Una risa burbujeó fuera de mí, y Nadia encontró mis ojos con un
movimiento de cabeza. Blane estaba rojo llameante, y me compadecí del pobre,
humeante pedazo de mierda, agarrando mis tijeras para cortar la cinta. Apenas
había logrado liberarlo cuando Ward entró con el pianista.
Los bailarines se separaron, enmarcando la sala mientras tomaba la
escena. La habitación era un silencio sepulcral.
Sus ojos se encontraron con los míos, y me miraron.
233

—¿Qué está pasando aquí?


Casi me marchito en el acto.
Página

—No lo sé, señor. Blane estaba así cuando llegué.


Blane se levantó del suelo y miró a Nadia.
—Lily no tuvo nada que ver con esto, señor.
Los ojos de Ward estaban tan entrecerrados, que apenas podía ver lo
blanco.
—¿Y quién lo hizo?
Blane negó con la cabeza.
—Fue mi culpa.
Sus fosas nasales se ensancharon.
—Usted me verá en mi oficina después de la clase, Baker. Póngase una
maldita camisa.
Blane asintió, el rostro casi tan rosa como la palabra sucia en su pecho.
—Sí señor.
Ward, se dirigió a la habitación, con voz dura.
—Esto ha terminado. El siguiente incidente terminará con todos los
bailarines que participen en él, sin empleo. ¿Ha quedado claro?
“Sí, señor”, rodó a través de los bailarines, y Ward resopló hacia el piano
mientras esperaba con impaciencia a que todos llegaran y tomaran sus lugares.
Me dirigí a una de las barras portátiles en el medio de la habitación y puse mi
bolsa en el suelo, capturando los ojos de Blane. Articulé un “gracias” y él asintió
secamente antes de perderse deliberadamente e inspeccionar sus muñecas
cubiertas de cinta adhesiva. Arrancó una sola con un grito mientras que Nadia
dejó su bolsa junto a la mía.
—El karma es una perra —dijo con los ojos fijos en Blane y una sonrisa
en los labios.
—Y esa perra muerde. Bien jugado, Nadia.
Su rostro se suavizó con una expresión que nunca había visto en ella
antes. Humildad.
—Te debo una disculpa, Thomas. Tenía el enemigo enmarcado todo mal.
Me sorprendió en silencio durante un latido. Tal vez yo estaba en la
dimensión desconocida, o era un sueño, y estaba a punto de encontrarme a mí
misma completamente desnuda. Miré hacia abajo. No, todavía vestida. Me
encontré con sus ojos.
—Gracias.
234

Nadia sonrió.
Página

—Estoy contenta de que tu amigo lo derribara a golpes por follar a la


escoria en el club.
Me reí.
—Yo también.
Ella lo miró.
—No puedo creer que haya perdido años con ese idiota. ¿En qué estaba
pensando?
—El estupendo culo.
Ella se rió.
—Correcto. El estupendo culo.

West
—Dios, esto esta tan bueno, West. —Lily dio otro mordisco a su cena, y me
sonrió. Se veía tan hermosa; cabello rubio suelto, vestido negro, ojos brillantes,
el corazón lleno. El restaurante estaba lleno pero lo suficientemente tranquilo,
luz tenue. Nos sentamos en una mesa para dos cerca de una ventana que daba
a la calle.
—He oído hablar de este lugar y tenía que traerte. Me imaginé que
apreciarías algo de comida vegetariana limpia después de la última semana.
—En serio. Gracias por no llevarme a alguna parte que me tentara a comer
como una mierda absoluta. —Ella le dio otro mordisco y gimió—. Esto es
increíble. ¿Quieres un poco?
—He estado esperando que lo ofrezcas. —Me estiré a través de la pequeña
mesa por su plato, y ella alcanzó el mío.
La punta de la lengua se deslizó entre sus labios mientras atacó mi comida.
—Tengo que probar esta crema de maíz.
Tomé un bocado de sus espinacas y almendras.
—Ve a por ello.
Llevamos nuestros tenedores a nuestros labios e hicimos ruidos
apreciativos. Lily señaló con el tenedor hacia el plato.
—No sé lo que le untaron, pero lo acepto total y completamente. Maldición,
eso es bueno.
—Muchos chistes verdes.
—No hay muchos casos en los que se utilice "untar" que no suene sucio.
235

—O húmedo. Incluso cuando se trata de la torta.


Página

Lily rió.
Tomé un bocado de patatas dulces.
—¿Cómo estuvo tu día?
—Larguísimo, esperando por esta noche.
—Lo mismo. ¿Blane dejó de joder?
Su rostro se iluminó, y ella dejó el tenedor, la indicación de que venía una
historia.
—Oh, Dios mío, West. —Se inclinó sobre la mesa, con la cara animada—.
Resulta que entré en el ensayo de esta mañana y me encontré a Blane amarrado
con cinta adhesiva a la barra en el estudio vacío con una horrible palabra
garabateada sobre el pecho con lápiz de labios.
Una risa satisfecha salió de mí.
—Oh hombre. Dime alguien consiguió una imagen que me van a enviar.
Ella se rió.
—Creo que Jenni podría haber conseguido una. La mejor parte es que
Nadia le tendió una trampa.
Me encontré a mi mismo boquiabierto.
—¿En serio?
Lily asintió.
—Deja a Nadia hacer de la humillación pública un deporte sangriento.
Ward estaba molesto. Honestamente, creo que todo el asunto ha terminado.
Nadia y yo estamos en una especie de... no sé. ¿Tregua? Creo que ha terminado
con Blane de una vez por todas, y Ward amenazó nuestros puestos de trabajo si
no mantenemos eso fuera del estudio.
Negué con la cabeza mientras apilé un bocado de frijoles al horno y pan
de maíz en mi tenedor.
—Se merecía todo eso y algo más. —Tomé un bocado y suspiré, tomando
un sorbo de mi bebida una vez que había tragado. La vi por encima de la mesa,
sus grandes ojos brillantes, mi mirada siguiendo la curva de sus labios mientras
sonreía—. Lamento que te hiciera daño. No sé cómo podría haber hecho lo que
hizo.
—No sólo me hizo daño. Y, además, si no fuera por él, podría ser que tú y
yo nunca nos hubiéramos dado cuenta de esto.
Le sonreí y tomé su mano, envolviendo mis dedos con los suyos.
—Sabes, cuando me di cuenta de lo que sentía por ti, me imaginaba esto.
Las pequeñas cosas. Sostener tu mano. —Moví mi dedo pulgar sobre sus
236

nudillos—. Besarte. Me miras como si estuvieras bien en este momento. Una


parte de mí tenía miedo de que no fuera lo que me imaginaba. Pero en cambio,
Página

estoy... bien, todo esto sólo se siente bien. Como una progresión natural,
evolución.
—Sé lo que quieres decir. Es más fácil de lo que pensaba que sería. Creo
que he estado reprimiendo mis sentimientos por ti durante mucho tiempo, y
ahora es como un diluvio.
—Creo que he estado haciendo lo mismo. Debe ser, ya que todos los demás
en nuestras vidas sabían antes que nosotros. Simplemente no creía que pudieras
desearme. Que, si hubiese sido el caso, ya lo habrías hecho.
Ella se encogió de hombros y tomó un trago.
—Creo que sólo empezamos en una dirección y nos apegamos a ello.
Estabas con Shannon, y para mí, eso quería decir fuera de los límites. Y yo
estaba con el ballet. Ha sido mi amante durante años. No tenía tiempo para una
relación, y no tenía tiempo para conocer gente. Así que encontré chicos con los
que sólo podría salir sin condiciones y a mi conveniencia y permitir que eso fuera
lo que era.
—Lo entiendo.
—Y cuando llegó a mis sentimientos por ti, supongo que me di cuenta que
no estabas interesado. Eras mi mejor amigo súper caliente que vivía al final del
pasillo y no se inmutaba cuando me veía sin maquillaje o vomitando. O llorando
feo por a las películas que amo.
—Es cierto. La primera vez que vimos The Notebook fue un verdadero
testimonio de mi compromiso.
Ella hizo una mueca.
—No es mi culpa que Nicholas Sparks sea un bastardo manipulador
emocional que me hace sentir cosas. Y, de todos modos, lo maneja como un
profesional. —Me reí, y ella sonrió—. Aun así, ya sabes lo que quiero decir. Creo
que pensé que pensabas en mí como una hermana. Al igual, no hay forma de
volver a ese nivel de amor platónico.
Suspiré, sonriendo.
—Ni una sola vez pensé en ti como una hermana. Pensé que estabas fuera
de mi alcance.
Su cara se arrugó.
—¿Qué?
—Quiero decir, mírate. Eres hermosa e inteligente, la mujer más
impulsada que he conocido. Eres una bailarina profesional en una de las
compañías más competitivas y talentosas de bailarines del mundo. Soy un
especialista en inglés.
237

—En Columbia, querido señor. No es algo para quitarle mérito. —Ella


sacudió su cabeza y apretó mi mano—. Esto me sorprende porque pensaba que
tú estabas fuera de mi alcance.
Página

Me quedé de piedra.
—¿Cómo puedes incluso decir eso?
Miró a su alrededor, desconcertada.
—No lo entiendo. Casi a todo lugar que vamos, las chicas prácticamente
lanzan sus bragas hacia ti. ¿Siquiera ves a la camarera? Estoy bastante segura
de haber oído sus partes femeninas chillar cuando se acercó a la mesa.
Me reí de nuevo.
—No me di cuenta. Estaba demasiado ocupado mirándote, supongo.
Lily soltó mi mano para recoger el tenedor, pinchando unas espinacas. Lo
llevó casi a sus labios. —Bueno, lo estaba. —El tenedor desapareció en su boca,
deslizándose por entre sus labios vacíos.
—Mira quién habla de ser sexy, Lily. Si no hubiera tenido mis manos
encima de tu falda la noche anterior, juraría que tus piernas nunca terminaban.
Se rió, el sonido raro porque su boca estaba llena. Tragó. —No creo que la
longitud de mis piernas sea equivalente a tus feromonas. Bastante segura de que
tienen un radio de cuatro metros. —Apartó su plato—. Estoy súper satisfecha.
—Más espinacas para mí. —Mi tenedor se acercó a su plato.
Lily me miraba, divertida. —Mírate, sacrificando una cena de carne por los
verdes y las legumbres.
—Nena, comería coles de Bruselas por ti.
Se rió entre dientes.
—Ese es el verdadero amor, allí mismo.

Lily
El taxi estaba cálido y confortable, y suspiré contra el pecho de West.
Llevaba ese traje precioso suyo, y toda la noche me había hecho reír, me había
hecho derretirme, me había hecho desearlo. La noche había sido la magia que
había estado buscando con Blane, pero nunca encontré, y ni siquiera había
tenido que intentarlo.
Olvídate de la magia hecha por uno mismo. West era polvo de hadas.
Nos quedamos en silencio, satisfechos con el silencio, anticipando lo que
238

vendría cuando nos bajáramos del taxi y entráramos en nuestro edificio. Nos
conocíamos tan bien uno al otro que no hubo un período de gracia antes de que
Página

quisiéramos seguir adelante. El paso a estar juntos había sido fácil, algo que no
había sabido que había querido desde el principio.
Cada vez era nueva, cada toque, cada palabra y sonrisa. Pero West era tan
familiar para mí como lo fue siempre.
El taxi se detuvo frente a nuestro edificio, y el West pagó al conductor
antes de bajarnos, extendiendo una mano una vez que estaba en la acera. La
tomé, y me arrastró suavemente.
No habíamos hablado en algún tiempo, los dos nerviosos y excitados, creo.
Había sido más fácil caer uno en el otro la noche antes cuando no había ninguna
expectativa, pero esta noche ambos habíamos estado pensando en ello durante
todo el día. O por lo menos yo lo había estado. Había estado pensando en ello
desde que me había dejado con la excitación de mi vida en mi sofá. Por suerte,
Phil y yo teníamos un largo acuerdo.
Me preguntaba qué hizo West con su erección y me imaginé la foto que me
envió. Sonreí para mí.
—¿Qué es gracioso? —preguntó mientras nos acercábamos a su puerta.
—Oh, nada. —Esperé junto a él mientras la abrió. —¿Está Patrick en casa?
West me sonrió y abrió la puerta. —Se fue por la noche.
—Eso es muy conveniente. —Entré en el apartamento oscuro y me quité
los zapatos de tacón, y cerró la puerta detrás de nosotros, cortando la única
rendija de luz, además de la suave luz de la luna que entraba por las ventanas.
Y luego, West estaba detrás de mí, con las manos en mis caderas, su
respiración en mi oído. Me recosté contra él, temblando. —He estado pensando
en este momento desde que te dejé anoche.
Me costó encontrar mi voz y respiré. —Ahora me tienes. ¿Qué vas a hacer
conmigo?
—Oh, puedo pensar en una cosa o dos. —Me dio la vuelta en la oscuridad
y encontró mis labios sin perderse. Lo respiré, lo probé, ese olor suave de
especias nítido en mi nariz mientras me tragué una respiración, moviendo mis
labios contra los suyos.
Se separó, y casi me caí en él.
—Ven conmigo.
—A cualquier sitio.
Me remolcó hacia su habitación, aunque no podía ver nada en la
oscuridad, no hasta que llegamos a la puerta y la abrió. Tomé una respiración
profunda.
239

Las luces que había utilizado en el árbol en Habits se extendían a través


de su techo, las pequeñas estrellas colgando a distintas alturas, girando y
Página

agitándose lentamente, parpadeándome. La habitación estaba bañada en luz


dorada, y miré alrededor con asombro hasta que vi mi soneto colgando en un
marco junto a su cama.
—Ayer por la noche, quería que el momento se estirara para siempre.
Podría haberme quedado ahí contigo para toda la vida.
Me volví hacia él, superada.
—Me encanta. —Respiré.
Su rostro se inclinó con emoción. —Te amo.
Ahuequé su mejilla, sonriendo, mientras ponía su mano sobre la mía.
—Esas palabras significan mucho para mí, desde nuestra amistad a lo que
somos ahora y hasta lo que venga después. Quiero compartir mi vida contigo. —
Dejó caer su frente con la mía, me envolvió en sus brazos con sus manos en mi
espalda, tirando de mi cuerpo en el suyo—. Sé que es una locura decirlo, pero
es lo que siento. Como si todo en mi vida ha llevado a esto.
—No es una locura, West. Siempre te he amado, desde la primera vez que
puse mis ojos en ti. Me gustaría que no hubiéramos esperado tanto tiempo.
Desearía siempre haber estado contigo. Pero ahora... —Me dolía el corazón
mientras respiré—. Ahora puedo amarte aún más. Ahora puedo darte mi amor.
Ahora soy tuya y tú eres mío, y me siento como si estuviera completa. Yo ni
siquiera sabía que estaba rota.
—Te quiero, Lily. Quédate conmigo.
—Nada podría mantenerme lejos —le susurré.
El fantasma de una sonrisa pasó sus labios antes de que los presionara
con los míos con el alivio de la decisión, las promesas en nuestros corazones
hablando a través de los dedos y los labios suaves. El momento se extendió hasta
que envolví mis brazos alrededor de su cuello, y se enderezó, levantándome del
suelo, con sus brazos alrededor de mi cintura mientras me llevaba a su cama.
West me acostó, los suaves dorados y marrones profundos de la
habitación, hacían visibles sólo algunas partes de su cara mientras se cernía
sobre mí, el puente de su nariz, la línea de su pómulo, la curva de su labio. Nos
quedamos allí por un momento, sólo mirándonos el uno al otro, y yo
comprometida con cada detalle para el recuerdo. La hebra de cabello oscuro en
su frente. La inclinación de su cuello. La esquina de su labio que se sentaba solo
un poco más alta que la otra, doblada en la más pequeña sonrisa.
Contuve la respiración mientras sus dedos se arrastraron por mi
mandíbula, trazando mis labios antes de que se inclinara para tomarlos con los
suyos.
El beso fue lento, labios exigiendo sin ninguna necesidad de fuerza, un
240

beso que quemó más caliente con cada segundo mientras presionaba su cuerpo
contra el mío. Mis manos ciegas se deslizaron dentro de su chaqueta, y se sentó
Página

hasta eliminarla por completo, lanzándola en la silla del escritorio. Me senté con
él, tratando de alcanzar el nudo de su corbata, tirando de la seda mientras se
desabrochaba el chaleco. Llevó sus labios con los míos mientras yo deslizaba el
lazo de su cuello y empezaba con sus botones.
Me separé. —Demasiada ropa.
Sonrió y susurró:
—Demasiada —antes de tomar mi boca otra vez, presionándome de nuevo
en la cama para que pudiera sacarse los zapatos, aun soltando prendas de ropa
hasta que su pecho estaba desnudo y jadeante.
Puse una palma contra su piel caliente, y se apartó, los labios
entreabiertos y los párpados pesados. Deslizó sus manos por debajo de mi
espalda y se sentó una vez más, llevándome con él, y envolví mi cuerpo en torno
al suyo, apretando firmemente hasta que la piel de mis muslos estaba nivelada
contra su abdomen. Necesitaba estar cerca, necesitaba su piel contra la mía. Su
mano recorrió mi espalda hasta la cremallera de mi vestido que tiró hasta que
se detuvo. Sus ojos siguieron sus dedos mientras los pasó por encima de mis
hombros, mi corazón latía con fuerza mientras deslizaba las correas hasta que
colgaban sueltas contra mis brazos. El cuello de mi vestido caía, dejando parte
de mi pezón expuesto, y lo vi mirarme por un momento largo, reverente.
Me levanté hasta mis rodillas, y deslizó sus manos hasta mis muslos y
más arriba, empujando mi vestido hacia arriba mientras lo hacía, tragando el
aliento cuando llegó a mi culo desnudo. Más alto que iba, hasta mis caderas y
cintura, hasta las costillas, donde tomó un momento para trazar las viñas de mi
tatuaje, y levantó mis brazos mientras lo quitó por completo. Todo sobre sus
manos, sus ojos, hablaba de propiedad mientras me tocaba, poniendo su mano
sobre los planos de mi estómago y arrastrándola hacia abajo. Era tan hermoso
en la luz dorada, y cuando moví el cabello de su cara, me miró. La conexión era
tan profunda, tan real que era tangible.
Me tomó, deslizando una mano en mi pelo para tirar de mí hacia él,
besándome otra vez mientras presionaba mi cuerpo contra su pecho. Yo quería
piel. Lo quería él.
Me incliné hacia adelante para acostarnos, manos arrastrándose por su
cuerpo, el cinturón que tiré para abrir, botón que desaté, nuestros labios nunca
separándose, no hasta que puse mis manos en sus pantalones y encontré su
longitud, caliente y dura. Deslicé las yemas de mis dedos hacia arriba, rodeé su
corona y los arrastré hacia abajo una vez más, deslizando los dedos hacia abajo
llegando a su base.
Se retorció, dándonos vuelta, quitándose los pantalones, y nos acosté de
vuelta mientras nuestras piernas se enrollaron juntas, así podía mirar a su largo
cuerpo. Lo observé mientras sus suaves dedos recorrieron mi piel, la curva de
241

mi cintura, la curva de mi pecho, mi pezón, que alcanzó su punto máximo bajo


su tacto. Se inclinó, y lo observé rodear mi pezón, una vez más antes de cerrar
la boca sobre él, sus labios contra mi piel caliente y húmeda.
Página

Pero sus manos no se detuvieron. Se arrastraron por mi muslo, hasta


llegar a la parte superior y deslizó un dedo suave por dentro, apretando su palma
contra el manojo de nervios. Mi cuerpo lo apretó de nuevo, y jadeé mientras
rodaba su lengua al mismo tiempo que su dedo dentro de mí, me rozó con sus
dientes antes de separarse para lamer un sendero por mi estómago. Mis caderas
seguían moliendo contra su mano mientras estaba entre mis piernas para
enganchar mis muslos sobre sus hombros.
Sus manos sostenían la curva de mi cintura, tirando de mí hacia él. Podía
sentir su aliento en mí, y mi cuerpo dolía, necesitándolo.
Puse mis dedos en su cabello mientras me extendió abierta con los dedos
y pasó la palma de su lengua por mi longitud, cerrando sus labios sobre mi brote
cuando llegó a la parte superior. Aspiró con fuerza suficiente para hacer mis
muslos temblar, y gimió suavemente, enviando un estruendo directamente a mi
núcleo. Mis dedos se retorcieron en su cabello. Chupó de nuevo. Mis talones se
clavaron en su espalda. Chupó de nuevo.
—Sí —susurré, apretando mi agarre mientras apretaba el suyo, la costura
donde sus labios encontraron mi cuerpo una línea dura. Lo observaba,
demasiado cerca para cerrar mis ojos, si cerraba los ojos, todo habría terminado,
y no estaba preparada para que terminara.
Le toqué la cara, pidiéndole que viniera a mí, y sus ojos se abrieron. Sabía
lo que quería y me dejó ir antes de subir a mi encuentro, acostado sobre su lado.
Nuestras piernas se enredaron, corazones golpeando mientras rodaba mis
caderas contra su muslo entre mis piernas, y lo besaba con toda la urgencia que
me había dado.
Se separó, rodándome sobre mi espalda para llegar sobre mí a su mesita
de noche, regresando con un condón.
Cubrí su mano con la mía y sacudí la cabeza.
—Es seguro. Confío en ti.
Se alisó el pelo. —¿Estás segura?
—Estoy segura. —Me incliné hacia él, labios encontrando los suyos de
nuevo. En ese momento, todo mi mundo se construyó en torno a sus labios. El
peso de su cuerpo era pesado contra el mío, mi corazón latiendo con fuerza
mientras se separaba y me miró a los ojos. Cuando se movió para presionar su
corona contra mí, no podía respirar. Y cuando flexionó sus caderas y se deslizó
dentro de mí, yo era suya.
Ninguno de los dos se movió, no hasta que respiró estremeciéndose y salió,
flexionando de nuevo para llenarme hasta la empuñadura. Sus labios rozando
contra los míos.
242

—Esto —susurró—. Dios, Lily. —Trajo mi muslo hacia arriba, presionó mi


pantorrilla contra sus costillas mientras salía lento y entraba más profundo,
Página

haciendo girar sus caderas cuando llegaba al final—. Esto.


No podía hablar mientras se estrellaba contra mí otra vez, de nuevo,
parpados aleteando cerrados mientras nuestros cuerpos se encontraban y se
separaban. Cada movimiento trayéndome más cerca, respiración poco profunda,
pulso acelerado hasta que me quedé sin aliento, de nuevo chasqueando en la
cama. Un grito salió de mis labios mientras mi cuerpo se apretó alrededor de él,
exprimido por un largo momento y lanzado en un pulso al ritmo de mi corazón.
West estaba justo detrás de mí, y abrí los ojos cuando se estrelló contra
mí una vez y me mantuvo inmóvil por un soplo, dos veces y su frente se inclinó,
y la tercera vez, llegó con un jadeo y mi nombre en sus labios.
Estaba rodeada por él mientras se mecía en mí más y más lento, sus dedos
en mi pelo, sus ojos en mi cara como si estuviera viéndome por primera vez.
Alisé su cabello, arrastré mis dedos a través de su barba, y él puso un beso
en mis labios. No podía hablar. Las palabras no podían encontrarme, no cuando
se dio la vuelta y me llevó con él, y mi cabello caía a nuestro alrededor como una
cortina de oro. No cuando nos separamos, el anhelo por él instantáneo. No
mientras estaba de pie frente a su espejo del baño y me vi a mí misma, mejillas
rosadas y el pelo desordenado, luciendo viva.
Me arrastré de vuelta a la cama con él donde yacía bajo las mantas, me
deslicé cerca para sentir la longitud de su cuerpo contra el mío mientras me
envolvía en sus brazos. Nuestras cabezas estaban en la almohada, la mía
escondida debajo de su barbilla mientras sus dedos se arrastraron por mi
espalda arriba y hacia abajo de nuevo. Escuché el ritmo constante de su aliento,
su pecho subiendo y bajando contra mí, el latido de su corazón contra la palma
de mi mano, golpeando al ritmo del mío mientras nos quedamos dormido.
243
Página
23
Fe
West
El sol de la mañana apenas y salía por el horizonte cuando desperté. La
habitación aún estaba en su mayoría oscura, pero podía ver cada detalle del
rostro de Lily, las pequeñas pecas en su nariz, sus oscuras pestañas contra sus
mejillas, su cabello derramado a su alrededor, a través de su almohada y su
hombro. Las sábanas estaban lo suficientemente bajas que podía ver la piel
oscura alrededor de su pezón, y mis ojos siguieron la curva de su pecho que
desaparecía en las sombras.
Podía ser una de las cosas más bellas que alguna vez vi.
Me quedé allí por un largo tiempo observándola, tratando de ordenar mis
sentimientos. Nunca en toda mi vida me había sentido de esa manera. No con
Chris, ni siquiera con Shannon, con quién había estado todos estos años. Qué
era lo que sentía por Lily que dejaba todo lo demás hecho polvo.
Nunca creí en las almas gemelas, la idea de que sólo hubiera una persona
para ti, y que la pudieras encontrar, el poder de ese amor sería imparable. Las
leyes de compatibilidad dirían que hay miles de personas con las que puedes
encontrar la felicidad. Pero ahora que tenía a Lily, me di cuenta que había gente
que, cuando se encuentran el uno al otro, no tiene otra opción, nada que decir.
Necesitan estar juntos tanto como necesitan respirar.
Nada en esta vida es seguro. Pero por el tiempo que mi corazón este
latiendo, lo hará por ella. No existo solo para mí mismo nunca más porque soy
suyo, y ella es mía.
244

Respira profundamente y se mueve, parpados revoloteando mientras se


movía cerca, cavando en mi pecho.
Página

—Hueles bien —dijo somnolienta.


Mis brazos se cerraron a su alrededor, jalándola cerca.
—Buenos días. —Besé su cabello.
Ella tarareó. —¿Puedo quedarme aquí todo el día? No quiero ir al teatro.
Reí.
—Eso es lo primero.
Sus brazos serpentearon alrededor de mi cintura, una pierna encontrando
su camino entre las mías mientras nos envolvimos alrededor del otro.
—Tengo miedo de que, si te dejo, descubriré que todo fue un sueño. Como
cuando la magia desaparece.
Mis dedos se retorcieron entre su pelo sedoso.
—Creo que no podremos detener esto, aunque queramos.
Besó mi pecho.
—No quiero que se detenga. Quiero congelar el tiempo. Quedarme aquí
contigo. Sólo levantarnos para comer. ¿Podemos hacer que eso suceda?
Reí de nuevo. —Qué tal si tomo un descanso el próximo lunes y hacemos
eso. Domingo en la noche hasta el martes por la mañana. Tú. Yo. Comida China
para llevar. Ropa prohibida.
—Falta mucho para eso —se quejó.
Sonreí. —Quédate conmigo de nuevo esta noche.
—Lo haré. —Sus dedos trazaron perezosos círculos en mi espalda—. Tengo
una presentación, pero ¿puedo verte después?
—Cualquier cosa que tú quieras. —Las palabras eran una promesa más
allá de hoy.
Suspiró. —Tendremos que enfrentar a nuestros amigos en algún punto.
—Bueno, no somos un secreto. Incluso tienen una pequeña fiesta sorpresa
planeada.
Ella sonrió y se desplazó, trayendo sus caderas cerca de las mías cuando
mi mano se escabullo para acunar su trasero. Suspiró otra vez.
—¿Qué hora es? —preguntó perezosamente.
Miré hacia mi reloj.
—Seis y media.
—Todo el mundo se burla porque me levanto temprano, pero eso significa
que tengo más día de mi día. Es mi hora favorita, cuando todos aún están
245

dormidos y el día está lleno de potencial.


Me incliné hacia atrás para verla. —¿Tienes que estar en el trabajo a las
Página

diez y media?
Sus labios se estiraron en una traviesa sonrisa, sus ojos azules en mis
labios.
—Mmmhmm. —Arrastró una mano bajo mi pecho, bajo mi estómago,
luego más abajo—. Tengo horas.
Sus dedos rozaron mi pierna, y la jalé en un respiro, sosteniéndola
apretada.
—Dios, Lily, —Tomé un respiro. Nunca quise a alguien tanto, tan
profundamente.
—Lo sé, —susurró contra mis labios antes de sellarlos con los míos. La
atraje más cerca mientras profundizaba el beso, el deseo, la necesidad, por ello
me abrumaba.
Ella puso una mano en mi pecho y empujó gentilmente, inclinándome
hacia atrás, se movió junto conmigo, asomándose para besarme una vez más
antes de alejarse. Hizo su camino hacia la parte baja de mi cuerpo, una
respiración caliente pasaba en la piel baja de mi estómago. Cada pocos segundos
en los que se movía, algo cepillaba en mi contra, su pecho, su cabello, sus dedos,
y cada nervio estaba atento, anticipándola.
Apoyó la cabeza para que pudiera verla, ojos cerrados, labios separados,
lengua extendida mientras corría plana mi longitud, deteniéndose para besar la
corona, un ardiente beso húmedo enviando un choque a través de mis muslos.
Mi mano estaba en su cabello, ojos en sus labios mientras los cerraba a mí
alrededor y los dejaba caer. Desaparecí dentro de su boca.
Mis dedos se tensaron en su cabello cuando empujó hacia arriba y volvió
a bajar, otra vez, y de nuevo. Tomó cada pedacito de mi fuerza de voluntad no
estrellarme de golpe en su boca, inhalando profundo, mandíbula apretada, ojos
entrecerrados, mientras su mano trabajaba lo que no pudo tomar con su boca.
Encontré su cuello y bombeé, presionándola a venir a mí. Succionó lo
suficientemente fuerte para hacerme gemir mientras me deja ir, besando mis
abdominales mientras escalaba hacia arriba de mi cuerpo lentamente. No pude
ser paciente, y me senté para alcanzarla a medio camino, deslizando mi mano
entre su cabello de nuevo, con labios hambrientos, respiración pesada. Me
montó a horcadas, inclinando su cuerpo hacia mi corona, moviendo sus caderas
agonizantemente lento. Estaba tan mojada, tan caliente, y flexioné mis caderas,
mis manos en las de ella, empujándola hacia abajo hasta que nuestros cuerpos
estuvieron al ras.
Jadeó.
246

Sus parpados eran pesados, labios hinchados, dorado cabello caía en su


espalda mientras inclinaba sus manos en mi pecho, moviendo su cuerpo en una
Página

ola. Sus ojos estaban casi cerrados, sus largas pestañas cubriendo sus irises
mientras miraba hacia abajo, y arrastré mi mano por su cuerpo, trazando la
curva de su cintura, acunando su pecho, mi pulgar cepillando su pezón. Dejó
escapar un suspiro, ojos cerrados y rostro sereno lleno de satisfacción mientras
sus caderas rodaban más rápido.
Bajé mi boca hacia su pecho, y ella sostuvo sus brazos sobre mis hombros,
acunando mi cabeza en sus antebrazos, dedos enrollándose a través de mi
cabello mientras mis labios se cerraron sobre su pezón. Succionó un respiro con
un silbido cuando enrollé mi lengua con mis manos ubicadas contra su espalda,
y sus caderas se movieron con mayor intención.
Arrastré mis dientes gentilmente contra ella, y suspiré, flexionándome una
vez más con un grito mientras ella pulsó a mí alrededor.
El sentimiento de su cuerpo moviéndose bajo mis manos, contra mí, a mí
alrededor fue más de lo que podía soportar, sabiendo que mi toque le daba
satisfacción. Y cuando sus piernas se envolvieron a mí alrededor y sus brazos
me acunaron contra ella, enterré mi rostro en su cuello por un largo momento.
Estábamos atados juntos, y rodeado de ella, dentro de ella, tan cerca de ella de
lo que nunca estuve.
La incliné hacia abajo, su largo cabello cayendo a los pies de mi cama, sus
ojos ebrios de emoción y esfuerzo. Vi su rostro, enjaulada en mis brazos, manos
en su cabello mientras me deslizaba en su interior. Dejó caer su cabeza hacia
atrás, labios separados, y salí otra vez, llenándola con un empuje de mis caderas.
Y de nuevo mientras mi mano la presionaba fuerte contra mi cuerpo. De nuevo
con mis dedos apoderándose de su piel.
Sus ojos ligeramente abiertos, su mano encontrando mi mejilla, lágrimas
derramándose bajo su sien.
—Te amo, —susurró.
Mi frente haba hacia la suya, piernas temblando mientras golpeé el
extremo y me quedé allí. Mis ojos se cerraron, una mano debajo de su cuello,
una descansando en la parte posterior de su muslo, mi corazón latiendo con el
suyo.
Y mi respiración agitó su cabello cuando susurré en su oído,
—Nunca te detengas.
247
Página
24
Brindo por eso
Lily
Esa noche, estaba inclinada hacia West quien estaba sentado en un
taburete en Habits con sus brazos alrededor de mi cintura. Se reía de algo que
Cooper dijo, la vibración corriendo a través de mi pecho y sonrío. Estábamos
todos atontados, extasiados e intercambiando miradas que decían lo mismo.
Esto era una celebración. Una que marcaría nuestras vidas.
—Aún no puedo creer que ustedes finalmente solucionaran esto —dijo
Cooper, sacudiendo su cabeza—. ¿Sabes que teníamos una apuesta?
Jadeé. —No, no la tenían.
—Totalmente la teníamos —añadió Rose riéndose—. Yo gané.
—Deberías. —Puse los ojos en blanco
Cooper resopló. —Casi había perdido la esperanza de que lo resolvieran.
Fui el primero en perder. La primera vez que los vi juntos, pensé que los días de
Shannon estaban contados.
Me reí burlonamente. —Eso es horrible, Coop, y totalmente sorprendente.
Rose sacudió su cabeza. —Es tan raro. Y asombroso. Pero es realmente
raro verlos así.
Maggie encogió sus hombros. —La primera vez que los vi juntos supe que
acabarían aquí. Los dos juntos no parecían extraños en absoluto, además del
hecho de que West es mi hermano y pensar en él haciendo algo remotamente
sexual me hace asquear. —Todo el mundo se rio—. Algunas veces, las personas
tienen sentido estando juntas. Si lo ven o no, es irrelevante, si piensas en ello.
248

Todo termina funcionando.


Atrapé a Cooper mirándola fijamente con una mirada extraña en su rostro.
Página

West le estaba ordenando un trago con Rose y los ojos de Patrick también
estaban en Rose. Yo fui la única que vio a Maggie sonrojarse. Hice una nota
mental para preguntarle sobre lo que estaba pasando allí.
Rose dio una ronda de Makers para el grupo y un vaso de agua en las
rocas para mí. Se los pasó antes de levantar sus vasos.
—Por Lily y West. Para que su final sea feliz y sus hábitos continúen siendo
malos.
Nos reímos, coreando Así se habla y cambié mí posición en los brazos de
West para mirarlo, chocando mi vaso con el suyo. Pero sus labios rozaron los
míos antes de que mi vaso pudiera hacerlo.
249
Página
Epílogo
West
Todos en la audiencia estaban inmóviles como una piedra mientras la
música se elevó más, nuestros ojos estaban en Lily mientras bailaba, su rostro
contorsionado por el dolor y sus brazos extendidos hacia Seigfried, que llegó por
ella. Ella se despedía, tomando pequeños pasos hacia atrás en punta cuando los
cisnes se acercaban a su alrededor. La única luz en el teatro entero estaba detrás
de ella con su rostro cayendo en las sombras mientras lo alcanzaba, pero los
cisnes la envolvían. La música en crescendo. Ella desapareció. Se apagaron las
luces.
Di un grito ahogado, preso de la conmoción de mis emociones, mis ojos
ardían. Y entonces, el teatro estalló en aplausos.
Todos estábamos de pie cuando las luces regresaron y las cortinas se
abrieron una vez más. La compañía hizo su camino de regreso al escenario,
inclinándose con gracia. Lily estaba delante en ese hermoso traje, las joyas de la
blusa blanca y su tocado de plumas centellando. Una pierna extendida delante
de ella, con un brazo hacia un lado y otro curvado alrededor de su cintura
mientras se inclinaba. Estaba tan ruidoso, que no podía escuchar a Maggie
mientras se giraba hacia mí, sonriendo y gritando algo ininteligible con lágrimas
en sus mejillas. Me giré y miré de nuevo al escenario. De vuelta a Lily.
Podía ver sus lágrimas desde la primera fila donde nos sentamos, la curva
en la frente de la emoción mientras se inclinó de nuevo, extendió un brazo sobre
el cuerpo de bailarines detrás de ella y luego se inclinó a Blane, que devolvió el
gesto. Saludaron a la multitud y la condujo fuera del escenario mientras la
cortina se cerraba, lo que volvió a poner en marcha a mi corazón.
Bajé la mirada a la línea de asientos. Rose se limpiaba los ojos y Patrick y
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Cooper estaban asombrados jadeando de admiración y asombro. Maggie sacudía


su cabeza con los dedos en sus labios mientras observaba la escena con ojos
gigantescos. Lily y Blane salieron a la llamada de la cortina y los aplausos que
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se habían tranquilizado a un rugido sordo estallaron de nuevo. Lily se inclinó y


se volvió de nuevo hacia Blane, sonriendo y llorando. Inclinándose una vez más
y saludando antes de que hicieran su camino fuera del escenario por última vez.
En ese momento, mi corazón estaba tan lleno de orgullo y reverencia que
no sabía si mis nervios podrían contenerlo todo. Las luces de la sala surgieron y
nos dirigimos a la entrada lateral detrás del escenario mientras el resto de la
multitud se canalizó hacia la salida.
Lily sacó la cabeza por detrás de la cortina, nos saludó y me recargué por
las escaleras, recogiéndola en mis brazos, haciéndola girar mientras presionaba
mis labios en los suyos. Se separó y se echó a reír, con los brazos alrededor de
mi cuello y sus labios en mi oreja. El sonido era de alegría absoluta.
—Nunca había visto algo tan increíble en mi vida, Lil.
Apretó sus brazos, cerrando cualquier pequeña brecha que existía entre
nosotros.
—Siento como si pudiera volar.
Cerré los ojos. —Puedes hacerlo. Te vi hacerlo esta noche.
La puse en el suelo y se levantó sobre sus puntillas para besarme antes
de hacer su camino al grupo, riendo y abrazándolos mientras observaba desde
unos pocos centímetros de distancia.
No vi a Blane hasta que casi había llegado a Lily.
Todo el mundo se congeló cuando se acercó, la tensión colgando entre
nosotros. Mis puños se apretaron a mi lado y mi sonrisa se desvaneció. Si incluso
pensaba en arruinar esta noche para Lily, lo traería a un mundo de dolor.
Pero se limitó a sonreírle a Lily, una sonrisa teñida de arrepentimiento.
—Felicidades, Lily. Estuviste perfecta. Me siento honrado. —Se inclinó
ante ella.
Con las mejillas encendidas, los ojos moviéndose rápidamente hacia mí
para compartir su sorpresa.
—Gracias, Blane.
—Es la verdad.
Di un paso hacia adelante, con los ojos entrecerrados y Blane se giró para
irse, mirándome.
—West —dijo al pasar.
Crucé los brazos sobre mi pecho. —Blane.
Maggie era la única imperturbable. Con una sonrisa, tomó la mano de Lily.
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—Eso fue lo más bonito que he visto en toda mi vida.


Lily agarró la mano libre de Maggie con la suya.
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—Estoy muy feliz de que estuvieras aquí. —Nos miró a todos—. Todos
ustedes. Muchas gracias. He esperado esta noche desde que era una niña y
tenerlos aquí para compartirlo conmigo sólo lo es todo.
—Nunca nos lo habríamos perdido —dijo Cooper y tiró de ella en un abrazo
lateral.
Patrick me dio un codazo y me entregó el ramo de flores que olvidé que le
había traído.
Hice mi camino a su lado y extendí el ramo de peonías rosas, blancas y
melocotón. Dio un paso más cerca mientras las tomó.
—Estoy muy orgulloso de ti.
Tocó mi mejilla con lágrimas en los ojos.
—Gracias.
—¡Ahora, vamos a beber! —gritó Cooper y todos se rieron.
Lily sonrió, inclinándose hacia mi lado mientras se limpiaba una lágrima.
—No para mí. Tengo que descansar un poco. Pero ustedes diviértanse.
—Te llevaré a casa a salvo. —La apreté y envolvió un brazo alrededor de
mi cintura, sonriéndome.
—Sé que lo harás. Déjame correr y cambiarme. Luego podemos volver a
casa.
Besé su frente antes de dejarla ir. Se dirigió a los vestuarios, regresando
una media hora más tarde con la cara limpia y su tutú de plumas reemplazado
con leggins, zapatos bajos y un suéter. Dejamos el teatro en grupo y nos
dirigimos a la estación de metro para volver a casa con Lily bajo mi brazo, ambos
tranquilos y felices mientras mirábamos a nuestros amigos. Separamos caminos
con todos en Habits, diciendo nuestras despedidas y agradecimientos antes de
caminar las cuadras a nuestro edificio, subir las escaleras y a mi apartamento.
Estaba tranquilo adentro mientras ella dejaba su bolso y se quitaba mi
chaqueta.
—¿Cómo te sientes? —pregunté finalmente.
Sus ojos estaban animados y su sonrisa aun llena de asombro.
—Increíble. Emocionada. Mis piernas duelen y mis pies tienen calambres,
pero no me importa. —Puso sus brazos alrededor de mi cintura y levantó su cara
hacia la mía.
—¿Masaje de pies? ¿Ducha de agua caliente?
Tarareó, sin dejar de sonreír. —Sí, por favor.
—Pero primero... —Metí la mano en el bolsillo de atrás y saqué la carta.
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La tomó con curiosidad, su rostro alargándose por la sorpresa cuando vio


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la marca de agua de la Columbia en el sobre.


—Oh, Dios mío, West.
Me limité a sonreír.
Lily sacó la carta rápidamente en un torbellino de ojos muy abiertos que
se abalanzaban sobre ella antes de mirarme con las mejillas sonrojadas.
—Entraste —exhaló.
—Entré.
Gritó y saltó a mis brazos.
—Sabía que lo harías. Lo sabía.
La sostuve contra mí, la levanté y tomé un momento para apreciar cómo
se sentía en mis brazos y la alegría en su rostro.
—Y ahora tengo todo lo que podría posiblemente desear.
El beso que le di le dijo que era cierto.
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Próximo Libro
Todo el mundo sabe que nunca debes
decir nunca.
Cooper Moore nunca vio venir a
Maggie Williams. Ella era sólo la hermana
pequeña de su mejor amigo, la chica de
Mississippi de cabello rizado y rostro pecoso
que estaba absolutamente fuera de los
límites. Y nunca pensó en ella de otra
manera —no hasta que la vio esa noche, rota
y valiente. Desde ese momento, supo que
haría lo que fuera para protegerla, incluso si
eso significaba que tenía que mantenerse
alejado.
Maggie nunca esperó encontrar a su
prometido tirándose a su dama de honor una
hora antes de que se dispusiera a caminar
por el pasillo, pero la vida es así de graciosa.
La única opción para salvar su cordura es
salir de Jackson y mudarse a Nueva York
donde vive su hermano. La única desventaja:
Cooper también está allí. Y ella no sabe si
puede mantenerse alejada de él —el sucio
playboy rico y sexy que es alérgico al compromiso.
En cuanto Maggie lo vea de nuevo, se dará cuenta de que será imposible
resistirse a él. Afortunadamente, el compromiso es lo último que tiene en mente,
y Cooper es el escape perfecto. Mientras pueda mantener su corazón bajo
control, todo estará bien. Porque ella nunca podría tener sentimientos por él. O
al menos eso es lo que se seguirá diciendo a sí misma.
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Bad Habits #2
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Staci Hart
Staci ha sido muchas cosas hasta este
momento de su vida: diseñadora gráfica,
empresaria, costurera, diseñadora de
ropa y bolsos, camarera. No podemos
olvidarlo. También ha sido madre de tres
niñas que seguro que crecerán para
romper muchos corazones. Ha sido una
esposa, aunque no es la más limpia, ni la
mejor cocinera. También es súper,
doblemente divertida en una fiesta,
especialmente si ha estado bebiendo
whisky, y su palabra favorita empieza con
"f" y termina con "k".
Desde sus raíces en Houston hasta un período de siete años en el sur de
California, Staci y su familia terminaron estableciéndose en algún lugar
intermedio e igualmente al norte en Denver, donde la nieve es mágica y las
montañas se han convertido en su hogar. Cuando no está escribiendo, está
leyendo, jugando o diseñando gráficos.
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