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Fertilidad

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La fertilidad es la capacidad de un animal, planta o terreno de producir o sustentar una


progenie numerosa. En los animales, incluido el hombre, es el resultado de la interacción de
numerosos factores, tanto biológicos —la edad, el estado de salud, el funcionamiento del
sistema endocrino— como culturales —las prescripciones respecto al sexo y el matrimonio,
la división sexual del trabajo, el tipo y ritmo de ocupación—, que la hacen variar
espectacularmente entre situaciones distintas. En el sentido horticultural, es una medida de
la riqueza nutricional del suelo.

La fertilidad humana ha sido históricamente una cuestión culturalmente significativa. Al ser


los hijos una fuente crucial de mano de obra en sociedades agrarias o de economía de
subsistencia, la capacidad de ofrecer al núcleo familiar una prole numerosa era un rasgo
muy valorado en las mujeres, y en muchas tradiciones el marido estaba autorizado a anular
el matrimonio con una esposa infértil. La infertilidad masculina, de frecuencia similar,
permaneció mucho tiempo desconocida, atribuyéndose sólo a las mujeres la
responsabilidad de la reproducción, como parte del régimen patriarcal de Occidente.

En sociología, la tasa de fertilidad —medida como el número de hijos por mujer— se ha


usado como estimador fiable para el crecimiento vegetativo de la población.

[editar] Preservación de la fertilidad


En el caso de enfermos de patologías graves (como el cáncer) que son sometidos a
tratamientos agresivos para conseguir la remisión de la enfermedad (radioterapia,
quimioterapia), un efecto secundario frecuente es la pérdida de la capacidad reproductora,
debido a la destrucción de los tejidos productores de gametos, espermatozoides u óvulos.[1]
Por ello, una preocupación creciente en estos pacientes es la posibilidad de preservar su
fertilidad, para mantener su capacidad reproductora después de superada la enfermedad. En
el caso masculino, la solución más sencilla es la criopreservación de espermatozoides,
una técnica perfectamente desarrollada, y que permite al paciente mantener la capacidad
reproductora, aunque recurriendo a técnicas de reproducción asistida. En el caso femenino,
la situación es más compleja, debido a la menor tasa de producción de óvulos por ciclo, a la
dificultad de su extracción y a la mayor complicación en las técnicas de criopreservación.

En las últimas décadas la incidencia de cáncer ha aumentado, pero paralelamente la tasa de


supervivencia ha mejorado mucho: por ejemplo, en los últimos 25 años, la tasa de
supervivencia relativa de 5 años para todos los tipos de cáncer ha pasado del 56% al 64%
en pacientes femeninos,[2] por lo que las necesidades de preservación de fertilidad también
aumentan. El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales
(representa el 30% de todos los tumores y el 20% de las muertes relacionadas con
cáncer[3] ), mientras que la enfermedad de Hodgkin (HD) es el tumor sólido más frecuente
en adolescentes.[4] Por esta razón, las pacientes de éstos dos tipos de cáncer son
posiblemente las que con mayor probabilidad recurran a técnicas de preservación de
fertilidad.

Las opciones de preservación de fertilidad para las mujeres son las siguientes:[5] [6] [7]

 criopreservación de embriones: para ello es necesario obtener óvulos de la mujer,


fecundarlos mediante fecundación in vitro (FIV) y congelar los embriones para su
posterior implantación en el útero de la mujer; en este caso, o bien la mujer dispone
de pareja estable o bien se debe recurrir a un donante anónimo, lo cual puede
suponer un inconveniente. Este es el método utilizado con mayor frecuencia, con
una tasa de éxito del 40%.
 criopreservación de tejido ovárico: extraer y congelar tejido ovárico de la mujer
para reimplantarlo después del tratamiento contra el cáncer;[8] [9] en este caso las
principales complicaciones potenciales son el procedimiento de criopreservación
(que no parece ser el factor limitante), y el riesgo de daño isquémico, aunque se
están desarrollando con éxito técnicas para disminuir dichas complicaciones.[9] En
cuanto al desarrollo, los investigadores están aún trabajando en la mejor manera de
conectar el tejido ovárico implantado al riego sanguíneo, aunque ya han nacido
algunos niños utilizando esta técnica, que es la más prometedora en el caso de niñas
de corta edad con problemas de fertilidad.
 supresión ovárica: tratamientos hormonales para proteger el tejido ovárico durante
la quimio o radioterapia.
 transposición de ovarios: reposicionamiento de los ovarios mediante cirugía, para
alejarlos de la zona de exposición a la radioterapia.
 cirugía ginecológica conservadora: por ejemplo retirada del cérvix mediante
cirugía, pero mantenimiento del útero.

Una última técnica que se ha desarrollado es la vitrificación de ovocitos,[10] que puede


utilizarse en situaciones clínicas en las que otras opciones no son viables. Aunque cientos
de niños han nacido tras la congelación de óvulos, la tasa de éxito en la actualidad es de
alrededor del 3%. Sin embargo, se espera que esta tasa mejorará considerablemente en los
próximos años.

La elección entre las diferentes opciones depende de varios parámetros: el tipo y el


momento en el que debe comenzar la terapia contra el cáncer, el tipo de cáncer, la edad de
la paciente y la situación de pareja de la paciente.

Fecundidad
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Fecundidad es la realización efectiva de la fertilidad, es decir, la abundancia de la
reproducción biológica en cualquier especie biológica o incluso en la tierra misma.

Contenido
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 1 Conceptos
o 1.1 Concepto biológico
o 1.2 Concepto epistemológico
o 1.3 Concepto demográfico
 2 Fecundidad de reemplazo
o 2.1 Reproducción como balance entre fecundidad y mortalidad
 3 Políticas demográficas
o 3.1 Fecundidad en España
 4 Referencias
 5 Véase también

[editar] Conceptos
[editar] Concepto biológico

En biología, fecundidad es el potencial reproductivo de un organismo o población, medido


por el número de gametos, semillas o porpágulas asexuales. La fecundidad es controlada
tanto por la genética como por el ambiente, y es el principal indicador de fitness
(adaptación en evolucionismo). El término fecundación se utiliza como sinónimo de
fertilización.

En ecología de poblaciones, la fecundidad es un concepto importante y bien estudiado.


Puede incrementarse o decrecer dentro de una población según ciertos factores de
regulación. Por ejemplo, en malas épocas producidas por carencia de comida, la fecundidad
juvenil, e incluso la de los adultos, muestra tendencia a decrecer. En los ungulados, su
aumento muestra relación con los cambios climáticos.

[editar] Concepto epistemológico

En filosofía de la ciencia, se refiere a la capacidad de una teoría científica de abrir nuevas


líneas de investigación teórica.

[editar] Concepto demográfico

Como concepto demográfico, se mide por el número medio de hijos por mujer (índice de
fecundidad o tasa de fecundidad), o mediante la tasa de fecundidad general (número de
nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil en un año). No debe confundirse con la
natalidad, que es el total de nacidos vivos en un año.

Es característico del Antiguo Régimen demográfico una fecundidad muy alta, por encima
de cuatro hijos por mujer, y lo mismo ocurrió durante la transición demográfica, y
actualmente en los países menos desarrollados, que no la han completado.

[editar] Fecundidad de reemplazo


Desde la teoría de la transición demográfica se considera que el régimen demográfico
moderno reduce la fecundidad y se considera que la cifra que equilibra la población entre
generaciones o fecundidad de reemplazo debe ser de 2,1 hijos por mujer de promedio, con
lo cual se consiguiría una pirámide de población estable, o incluso por debajo de esa cifra,
con lo que las pirámides de población -apoyadas en estudios transversales- se convierten en
regresivas.

Desde la teoría de la revolución reproductiva se considera que esa cifra de fecundidad de


reemplazo mínima se construye entendiendo que cada mujer debe reproducirse a sí misma,
además de a su pareja, y, además, en parte, por eso la décima, a quienes no tienen hijos.
Para MacInnes y Pérez Díaz, aunque se haya utilizado con profusión y servido a políticas
natalistas y proclamas alarmistas este nivel de fecundidad es falaz, basicamente porque es
fruto de una utilización errónea del análisis de los fenómenos de la reproducción humana y
sus consecuencias en la población.[1]

[editar] Reproducción como balance entre fecundidad y mortalidad

Para la teoría de la revolución reproductiva la reproducción de las poblaciones depende de


la fecundidad y de la mortalidad. Si en una población apenas se llega a las edades
reproductivas la fecundidad de reemplazo del 2,1 es insuficiente. Y, una población que
supera con creces las edades reproductivas puede crecer aumentar sobremanera si se
mantiene esa tasa de 2,1 y, sobre todo, mantenerse en el tiempo con fecundidades inferiores
al 2,1 hijos por mujer.[2] [1]

[editar] Políticas demográficas


Las políticas demográficas son las que intentan incidir sobre la fecundidad, estimulando el
número de hijos por familia considerado idóneo por el Estado. Existen dos tipos:

 las políticas antinatalistas, que fomentan desde los años 1970 (sobre todo tras el informe
del Club de Roma sobre los límites del crecimiento) el control de la natalidad en los países
subdesarrollados. La más radical es la política de un sólo hijo en la República Popular
China, que se ha venido sosteniendo durante varias décadas, con consecuencias
demográficas profundas.
 las políticas pronatalistas, que fomentan las familias numerosas. Surgieron en Europa tras
la Primera Guerra Mundial, al detectarse el fenómeno demográfico de la disminución de la
natalidad en un periodo bélico, y se hicieron parte de la ideología de los régimenes
fascistas. Un planteamiento similar ocurrió en la España del franquismo, donde coincidió
además con la orientación nacionalcatólica de ese régimen (la Iglesia Católica condena el
uso de métodos anticonceptivos, aunque promueve una paternidad responsable, desde la
encíclica de Pablo VI Humanae Vitae -véase también Moral sexual católica-). En la
actualidad es la política demográfica de los países desarrollados, y sobre todo de Rusia y
algunos antiguos países socialistas del Este de Europa, con tasas negativas de crecimiento
natural.

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