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corazón bombea por minuto. Este valor es determinado multiplicando la frecuencia cardíaca
por el volumen sistólico (la cantidad de sangre que bombea el corazón con cada contracción).
El volumen sistólico clásicamente está determinado por la precarga, la contractilidad
miocárdica y la postcarga (n FIGURA 3-1).
La precarga y el volumen del retorno venoso izquierdo y derecho del corazón, está
determinada por la capacitancia venosa, por el estado de la volemia y por la diferencia entre la
presión venosa sistémica media y la presión de la aurícula derecha. Esta diferencia de
presiones determina el flujo venoso. El sistema venoso puede ser considerado como un
reservorio o sistema de capacitancia en el que el volumen sanguíneo se divide en dos
componentes: 1. El primer componente representa el volumen de sangre que permanecería
en este circuito de capacitancia si la presión del sistema fuera cero. Este componente no
contribuye a la presión venosa sistémica media. 2. El segundo representa el volumen venoso
que contribuye a la presión venosa sistémica media. Aproximadamente el 70% del volumen
sanguíneo total está localizado en el circuito venoso. La relación entre el volumen venoso y la
presión venosa describe la tolerancia o elasticidad del sistema. Es este gradiente de presión el
que mantiene el flujo venoso y, por lo tanto, el volumen del retorno venoso al corazón. La
pérdida sanguínea agota este componente de volumen venoso y reduce el gradiente de
presión; consecuentemente, el retorno venoso se reduce. El volumen de sangre venosa que
regresa al corazón determina la longitud de las fibras musculares miocárdicas después del
llenado ventricular al final de la diástole. La longitud de las fibras musculares se relaciona con
la propiedad de contractilidad del músculo miocárdico de acuerdo con la ley de Starling. La
contractilidad miocárdica es la bomba que hace funcionar el sistema. La postcarga, también
conocida como resistencia vascular periférica, es sistémica. Dicho en forma simple, la
postcarga es la resistencia anterógrada al flujo de Sangre
TABLA 3-1 resume la pérdida sanguínea estimada y otras medidas críticas para pacientes
en cada clasificación del estado de shock.
FACTORES QUE CAUSAN CONFUSIÓN El sistema de clasificación fisiológica es útil, pero los
siguientes factores pueden causar confusión y alterar profundamente la respuesta
hemodinámica clásica a una pérdida aguda del volumen circulatorio. Todos los individuos
involucrados en la evaluación inicial y reanimación de pacientes lesionados deben
rápidamente reconocerlos: • Edad del paciente • Severidad de la lesión, con especial atención
al tipo de lesión y a su localización anatómica • Lapso transcurrido entre la lesión y el inicio del
tratamiento • Terapia con líquidos en el período prehospitalario • Medicamentos utilizados
para enfermedades crónicas Es peligroso esperar a que el paciente traumatizado sea
clasificado en un grado fisiológico preciso de shock antes de iniciar una reposición apropiado
de volumen. El control de la hemorragia y la reanimación balanceada con líquidos deben
iniciarse cuando los signos y síntomas tempranos de pérdida sanguínea sean aparentes o
sospechados, no cuando la presión sanguínea esté disminuyendo o esté ausente. Inicial
descritas en este capítulo. Pare la hemorragia
ALTERACIONES EN LOS LíQUIDOS SECUNDARIAS A LESIÓN DE LOS TEJIDOS BLANDOS
Lesiones severas de partes blandas y fracturas comprometen el estado hemodinámico del
paciente en dos formas. En primer lugar, se pierde sangre adentro del sitio de la lesión, sobre
todo en casos de fracturas mayores. Por ejemplo, una fractura de tibia o húmero puede
asociarse a una pérdida de hasta 750 ml de sangre. El doble de esta cantidad, 1500 ml,
frecuentemente se asocia a fracturas de fémur y varios litros de sangre pueden acumularse en
un hematoma retroperitoneal asociado a una fractura de pelvis. Los pacientes obesos están en
riesgo de graves pérdidas de sangre hacia los tejidos blandos aun en ausencia de fracturas. Los
ancianos también corren un riesgo mayor a causa de la fragilidad de su piel y tejidos
subcutáneos que se lesionan más fácilmente y con menor capacidad de taponarse, a lo que se
agrega menor elasticidad de vasos sanguíneos que no hacen espasmo y no se ocluyen con
trombo cuando son lesionados o seccionados. En segundo lugar, el edema que ocurre en el
tejido blando lesionado representa otra fuente de pérdida de líquidos. El grado de pérdida
adicional de volumen está relacionado con la magnitud de la lesión de las partes blandas. La
lesión tisular determina la activación del sistema de respuesta inflamatoria con la
producción y la liberación de múltiples citoquinas. Muchas de estas hormonas localmente
activas tienen efectos profundos en el endotelio vascular, incrementando su permeabilidad. El
edema tisular es el resultado de la transferencia de líquido desde el plasma hacia el espacio
extravascular y extracelular debida a alteraciones en la permeabilidad endotelial. Esto produce
una reducción adicional del volumen intravascular.
Manejo inicial del sHock Hemorrágico El diagnóstico y el tratamiento del shock deben
realizarse casi simultáneamente. En la mayoría de los pacientes traumatizados, los médicos
inician el tratamiento como si el paciente tuviera un shock hemorrágico, a no ser que
otra causa de shock sea claramente evidente. El principio básico del manejo es detener la
hemorragia y reemplazar la pérdida de volumen
. EXAMEN FíSICO El examen físico está dirigido al diagnóstico inmediato de lesiones que ponen
en peligro la vida e incluye la evaluación del ABCDE. Los registros basales son importantes para
monitorear la respuesta del paciente al tratamiento y la medición repetitiva de los signos
vitales, la diuresis y el nivel de conciencia son esenciales. Si la situación lo permite, debe
realizarse un examen más detallado del paciente. Vía Aérea y Respiración Establecer una vía
aérea permeable con ventilación y oxigenación adecuadas es la primera prioridad. Se
administra oxígeno suplementario para mantener una saturación de oxígeno por encima del
95%. Circulación: Control de la Hemorragia Las prioridades para el manejo de la circulación
incluyen el control de hemorragias evidentes, obtener accesos venosos adecuados y la
evaluación de la perfusión tisular. Las hemorragias por lesiones externas en las extremidades
habitualmente pueden ser controladas por presión directa en el sitio de sangrado, aunque la
pérdida sanguínea masiva de una extremidad puede requerir de un torniquete. Una sábana o
faja pélvica puede ser utilizada para controlar el sangrado de las fracturas de la pelvis. (Ver
video Faja Pélvica en la aplicación móvil MyATLS). Cirugía o angioembolización puede ser
requerida para detener una hemorragia interna. La prioridad es detener la hemorragia, no
realizar el cálculo del volumen de líquido perdido. Déficit Neurológico: Examen Neurológico Un
breve examen neurológico determinará el nivel de conciencia del paciente, lo cual es útil
para evaluar la perfusión cerebral. Las alteraciones en las funciones del sistema nervioso
central en pacientes que tienen un shock hipovolémico no necesariamente significan que haya
una lesión intracraneal directa y esto puede deberse a una perfusión cerebral inadecuada.
Reevalúe la función neurológica una vez restablecida la perfusión y oxigenación cerebral. (Ver
Capítulo 6: Trauma Craneoencefálico). Exposición: Examen Completo Después de atender las
prioridades para salvar la vida, se debe desvestir completamente al paciente para examinarlo
de manera cuidadosa de la cabeza a los pies en busca de posibles lesiones asociadas. Al
desvestir al paciente, es esencial prevenir la hipotermia, trastorno que puede exacerbar la
pérdida de sangre al contribuir a la coagulopatía y empeorar la acidosis. Para prevenir la
hipotermia, siempre utilice calentadores de líquidos y técnicas externas de calentamiento
activas y pasivas.