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Guía para la resolución de

casos prácticos D° Romano


Nociones básicas
3. EL NEGOCIO JURIDICO
La palabra latina “negotium” es el resultado de unir la
partícula negativa “nec” a la expresión “otium” para referirse a todas aquellas acciones
humanas con un fin económico; por oposición al “otium” no precedido por “nec”, que
debe entenderse no tanto como reposo o descanso sino como un espacio de tiempo
dedicado al espíritu. El negocio es, pues, una actividad económicamente utilitaria y el
ocio puede ser también una actividad, pero para satisfacer el espíritu. (Pintar un cuadro
para venderlo es diferente a pintar un cuadro sólo por el placer de hacerlo).

3.3.1 CONCEPTO DE HECHO, ACTO Y NEGOCIO JURÍDICO.

1. Los hechos son acontecimientos que pueden o no tener consecuencias jurídicas;


cuando tienen consecuencias jurídicas, los llamamos hechos jurídicos.
2. Los hechos jurídicos pueden provenir de la naturaleza o de la actividad humana. En
este último caso los llamamos hechos jurídicos humanos (por ej. nacer).
3. Los hechos jurídicos humanos pueden ser voluntarios o involuntarios. A los
voluntarios los llamamos actos.
4. Los actos pueden ser lícitos o ilícitos (permitidos o prohibidos por el derecho) y los
llamaremos respectivamente actos jurídicos o actos antijurídicos (delitos).
5. Los actos jurídicos pueden estar o no previamente delimitados por el derecho; si la
voluntad juega muy libremente estamos frente a un negocio jurídico (el pago no sería un
acto jurídico porque la voluntad no es tan libre ya que debo pagar cierta suma, en cierta
moneda y en cierto momento; pero una locación sería un negocio jurídico porque tengo
la libertad de arrendar o no, fijar el precio, los plazos, etc.). Aclaremos que para algunos
autores, todos los actos jurídicos son negocios jurídicos.
Podemos definir, entonces, el negocio jurídico como un hecho
jurídico, humano, voluntario, lícito, libremente realizado.

3.2  CLASIFICACIONES DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS


                Los negocios jurídicos suelen clasificarse según distintos criterios, aunque
debemos recordar que no fueron los romanos los autores de las clasificaciones.
1: según las fuentes los negocios pueden ser de derecho civil (es el caso de los negocios
provenientes del ius civile como por ejemplo la mancipatio) o de derecho de gentes
(cuando no sólo los romanos podían realizarlos, sino también los extranjeros, como la
compraventa)

2: Según los efectos se distinguen los negocios inter vivos (sus efectos se producen sin
que sea necesaria la muerte de ninguna de las partes -compraventa-) o mortis causa (los
efectos se producen como consecuencia de la muerte de una persona -testamento-)

3: Según la onerosidad son onerosos aquellos  en los cuales la mejora patrimonial de


una parte conlleva una contraprestación de la otra (compraventa), lo que no sucede en
los gratuitos (donación);
4: Según el contenido los negocios pueden ser causales (cuando la causa del negocio
aparece en la fuente -compraventa-) o abstractos (cuando no aparece la causa y sólo
importan las formas -stipulatio y, modernamente, el cheque-)

5: Según su eficacia son negocios principales si su eficacia no depende de otro negocio


y accesorios si su eficacia depende de la eficacia del otro; así sería principal el mutuo y
accesorio el pacto de intereses.

6: Según su suficiencia los negocios pueden ser unilaterales si basta la  voluntad de una
sola persona para que se configuren (testamento) mientras que para los bilaterales
hacen falta por lo menos la de dos (contratos).

3.3 ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURIDICO 


      Siguiendo siempre la teorización moderna y sin cansarnos de repetir que responde a
escuelas romanistas posteriores a Justiniano, se pueden distinguir diversos elementos en
los negocios jurídicos: los esenciales (aquellos que son requisitos de existencia y
validez del negocio); los naturales (los que están en el negocio pero pueden ser dejados
de lado por las partes) y los accidentales (son los que no están en el negocio pero
pueden ser incorporados por las partes).
1: Los elementos esenciales son la voluntad, el objeto y la causa.
       a) Voluntad. Para que exista un negocio es imprescindible que las partes así lo
quieran (nadie puede decir que compró o alquiló algo sin querer hacerlo). El primer
problema que se presenta es con la forma en que esa voluntad se manifiesta, ya que no
es lo mismo tener intención de algo que exteriorizar (hacer saber a los demás) esa
intención. Ninguna duda hay cuando la manifestación de la voluntad es expresa, es decir
cuando las partes dicen (o escriben) su intención de celebrar el negocio; pero hay
algunos casos en que el mero silencio se considera expresión tácita de voluntad como
sucede en la mancipatio. Cabe señalar que en el Derecho Romano la aceptación de la
manifestación tácita de voluntad es excepcional y la regla es que quien no se pronuncia
expresamente no celebra el negocio. 
       b) Objeto. Se entiende por objeto del negocio al contenido del mismo (en la
locación  de una cosa el “objeto” es el uso de la cosa misma  y el precio que se pague).
Este objeto debe ser lícito (permitido por el derecho), posible (no podría ser objeto de
un negocio algo que no esté en el comercio, como una estrella o un  templo, por
ejemplo) y determinado o determinable (no puede ser objeto de negocio algo
indeterminable como si se dijera que vende “líquido”, pero no se dijera qué líquido,
cuánto ni de qué calidad).
       c) Causa. Aquí debemos diferenciar entre la llamada “causa fuente” (lo que origina
el negocio) y la “causa fin” (la intención con la que se realiza). Tomemos como ejemplo
una traditio: la causa fuente podría ser que se efectúe porque hay una donación y la
causa fin sería que quiero convertirme en dueño o regalar la cosa. Los problemas que se
presentan en todo lo referente a la causa de los negocios jurídicos no son pocos y ya
verán que se han extendido a nuestro Código Civil, pero, por ahora, basta con que sepan
esto. 
2: Los elementos naturales son, como ya fue dicho, los que están en un negocio pero
pueden ser dejados de lado sin que el negocio pierda eficacia. Habida cuenta que la
enumeración debe hacerse según cada negocio, mencionemos solamente y a mero título
de ejemplo que, en el caso de la compraventa, el vendedor debe garantizarle al
comprador que la cosa objeto del negocio no tiene defectos ocultos (se denominan
“vicios redhibitorios”), pero esa garantía no es un elemento esencial sino natural del
negocio, por lo que, si las partes nada dicen, se considera que la garantía existe, pero
pueden expresamente prescindir de ella.
3: Los elementos accidentales son la condición, el plazo y el modo (cargo).
a. Condición: Es un hecho futuro e incierto de cuyo acontecer depende la eficacia
de un negocio jurídico. Debe ser obviamente futuro y debe ser incierto (que 
pueda acontecer o no) porque en el caso contrario, nos veríamos ante un plazo.
La condición puede ser suspensiva (es decir suspender los efectos del negocio
hasta que se cumpla) o resolutoria (si hace cesar los efectos del negocio cuando
se cumple). La doctrina moderna distingue también otras clasificaciones  de las
condiciones pero no parece relevante su inclusión en el estudio del Derecho
Romano porque depende -como ya fue dicho- de estudios correspondientes a
tiempos modernos.
b. Plazo. Es un hecho futuro y cierto del que se hacen depender los efectos de un
negocio jurídico. Por cierto que se sabe que ese hecho ocurrirá
indefectiblemente, pero debe diferenciarse el caso -certus quando- de que haya
certeza de cuándo se producirá ese hecho (te daré mi casa el próximo domingo);
del -incertus quando- que no haya certeza de cuando ocurrirá aunque sí se sepa
que ocurrirá indefectiblemente (te daré mi casa cuando muera fulano) .
c. Modo. Más propiamente debe denominárselo “cargo” y consiste en imponer al
beneficiario de una liberalidad (legado, donación) un hacer determinado. El
problema se presenta cuando el beneficiario no cumple con el cargo y debe
exigírsele que lo haga. En estos casos el Derecho Romano estableció una
compleja red de soluciones casuísticas que supera en mucho la exigencia del
estudio de grado.

3.4 NULIDADES Y VICIOS DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS 


         La voluntad -recordemos que es un elemento esencial de los negocios jurídicos-
puede ser interferida por diversas causas que, si son graves, pueden hacer caer el
negocio. También puede suceder que haya discrepancias entre la voluntad de una
persona y lo que ésta manifiesta.
          La doctrina ha distinguido los llamados vicios conscientes (es decir aquellos
casos en que una o ambas partes exteriorizan a sabiendas una voluntad distinta de la
verdadera) y los inconscientes (cuando la voluntad ha sido forzada maliciosamente por
alguien o engañada por distintas causas).
  
3.4.1 VICIOS CONSCIENTES:
          Se han distinguido tres vicios conscientes: la simulación, la reserva mental y las
declaraciones iocandi gratia (en broma).
a. Simulación: Se denomina de esta manera a aquellos casos en que las partes
aparentan la realización de un negocio aunque quieren en realidad hacer otro
(simulación relativa) o no hacer ninguno (simulación absoluta). Cuando la
simulación es absoluta el negocio es nulo, pero cuando es relativa, el negocio puede
tener validez siempre que haya una causa lícita.
b. Reserva mental: Puede suceder que una persona retenga para si el verdadero
sentido de lo que ha expresado “reservándose” el verdadero sentido de su voluntad.
La reserva mental no fue aceptada por el Derecho Romano y recién se comenzó a
utilizar en el Derecho Canónico para anular matrimonios con la excusa de que uno
de los contrayentes no había querido en realidad contraerlo.
c. Declaraciones iocandi gratia: Son manifestaciones hechas en broma o en
representaciones teatrales y no tienen ningún valor jurídico.
3.4.2 VICIOS INCONSCIENTES:
      Como ya fue dicho se trata de casos en que la voluntad expresada es verdadera pero
la persona que la expresa lo hace forzada o engañada como se da en los casos de error,
dolo o violencia. Es necesario aclarar, que la protección contra los vicios se dio en los
negocios del derecho de gentes gracias a la actividad del pretor. En los negocios del
derecho civil, donde la declaración conforme a las formas, obligaba, era irrelevante si
la declaración se encontraba viciada o no.
a. Error: Se da cuando una o ambas partes de un negocio actúan ignorando la
esencia del acto o un aspecto esencial del mismo. Se ha distinguido el error in
negotio (entrego una cosa pensando que la estoy vendiendo y el otro la recibe
creyendo que se la regalo); el error in persona (creo que le presto a una persona
muy solvente y en realidad le estoy prestando a un desposeído); el error in
corpore (creo que compro una casa y estoy comprando otra); el error in
substantia (creí que compraba liebre y me dieron... gato); error in qualitatem
(creí que compraba vino acunado en roble y me vendieron vino común) error in
quantitate (creí que compraba cinco litros de vino y me vendieron cinco botellas
de medio litro cada una). 
También fue aceptado por el Derecho Romano aunque sólo en ciertos casos y con
carácter tuitivo el error de derecho (ignorancia del contenido de las normas), por
esta razón se declararon nulos actos celebrados por menores de veinticinco años,
soldados, mujeres y personas de escasa cultura en general, en caso de que fueran
perjudicados.
b. Dolo: Se denomina de esta forma a la astucia, engaño, ocultación  o malicia con
que puede haber actuado alguna de las partes, debiendo distinguirse el dolo malo
(nulifica el negocio, si ocasiona un daño importante o determinante) del dolo bueno
(es la astucia normal con la que actúa cualquier persona para celebrar un negocio
presentando, por ejemplo, la casa que va a vender como que tiene “inmejorable
ubicación”) que es lícito y no anula el negocio. El dolo malo debe ser grave,
determinante de la acción, debe provocar un daño y no debe ser recíproco. El pretor
concedió la actio doli a la víctima del dolo para exigir una reparación cuando el
negocio ya se había cumplido. Por otra parte, cuando el autor del dolo demandaba
el cumplimiento del negocio, la víctima contaba con la exceptio doli para
defenderse y evitar el cumplimiento.
b. Violencia: Cuando hay una fuerza física o moral irresistible que  obliga a una
persona a celebrar un negocio contra su voluntad verdadera. La violencia física 
determina la nulidad del acto en forma indubitable pero la violencia moral, que
se da cuando una persona actúa forzada por el miedo a una amenaza, sólo genera
la nulidad si la amenaza es a la vez injusta, grave e irresistible de sufrir un mal
grave e inminente al que ha sido extraño en su persona, sus bienes o su familia.
Los remedios concedidos por el pretor en estos casos son la actio quod metus
causa y la exceptio quod metus causa.

3.5 REPRESENTACION EN LOS NEGOCIOS JURIDICOS.


       Los romanos no reconocieron eficacia a la representación en los negocios jurídicos
en la forma en que lo hacemos hoy. Si una persona realizaba un negocio para otro, los
efectos recaían sobre él mismo y no sobre el representado, dado que los negocios en
Roma son fundamentalmente formales y solemnes (mancipatio, in iure cessio,
stipulatio) y por ello el que decía “compro” compraba y el que decía “vendo” vendía.
Las figuras más parecidas a la representación moderna son el mandato, la gestión de
negocios y el obrar del tutor y el del curador. En todos estos casos, los que actuaban
adquirían los efectos para sí mismos, debiendo transmitirlos luego a sus
“representados”. 
     Se recomienda estudiar cada una de estas figuras en los capítulos pertinentes.

3.6 INEFICACIA DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS


La nulidad de los negocios jurídicos se da cuando falta alguno de los elementos
esenciales (voluntad, objeto o causa) en los negocios provenientes del ius civile. Luego
con el ius Gentium los casos de anulabilidad se daban también cuando los efectos se
cumplían, pero las partes podían pedir la anulación utilizando las herramientas que el
pretor manejó a través de las excepciones o alguna de las medidas extraprocesales a su
alcance. 
      Justiniano unificó los criterios en cuanto a los actos ineficaces admitiendo la
anulación o la anulabilidad de los mismos.

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