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El primer año de vida Los bebés desarrollan una vida emocional intensa.
Desde muy temprano responden a emociones como la alegría, la angustia y el
enfado. Desde esta edad, se sienten desconcertados si la persona que se
encuentra con ellos permanece inmóvil o sin expresar ningún tipo de emoción.
Entre mayor respuesta del adulto, en cantidad y calidad, mayor habilidad
desarrollará el bebé para reconocer y expresas sus estados de ánimo. Sus
reacciones son instintivas.
Principios básicos El niño necesita, desde que nace, recibir ayuda y
asistencia en su desarrollo afectivo. La satisfacción de necesidades emocionales
corresponde prioritariamente a los padres, aunque pueden ser apoyados por otras
personas. Crear un clima cálido, gratificante y apropiado; generar actitudes de
respeto hacia el niño, que le dé seguridad. En la familia, debe haber firmeza,
autoridad, límites y normas claras, que se cumplan, equilibrando la libertad y el
autoritarismo.
Entendemos que las familias son fundamentales para que los niños y niñas
reciban una educación afectuosa y desarrollen habilidades que necesitan para ser
parte de la sociedad. El desarrollo de este afecto no se basa en la genética, sino
en relaciones significativas y por eso podemos decir que la “familia” va más allá de
los padres biológicos. Es un adulto responsable con quién hay vínculos afectivos y
sirve de referente para el niño o la niña. El valor nace y se desarrolla cuando cada
uno de sus miembros asume con responsabilidad el papel que le ha tocado
desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y felicidad de todos
los demás.