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política

Lugar en el gobierno: ¿Alibi1 o conquista?2

Maria Aparecida Schumaher y Elisabeth Vargas

D
e arriba a abajo de nuestra edad biológica y de militancia, nos en-
vuelve una certeza: no existen verdades absolutas. La evaluación
o juicio de la realidad depende del lugar desde donde se aprecie.
Tenemos una historia en el movimiento autónomo de mujeres a partir de
la década de los setenta y participamos también del grupo que propuso
la creación del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer.
La historia del movimiento de mujeres en Brasil ha sido contada
de muchas maneras, por muchas mujeres. Queremos recordar aquí un
poco de la historia más reciente, aquella que llevó a la creación de los
Consejos, Coordinaciones, Comisarías y otros organismos institucionales
de defensa de la mujer.
El feminismo aparece con fuerza inusitada en el Brasil a fines de la
década de los sesenta y sobre todo con ahínco a partir de 1975, cuando
fue instituida por la onu la Década de la Mujer. En ese año nació en
Río de Janeiro el Centro de la Mujer Brasileña. Primera organización
feminista del país, que tenía como propuesta la formación de grupos de
reflexión, provocando varias acciones en el sentido de visibilizar la cues-
tión femenina y combatir el papel subalterno de la mujer en la sociedad.
También en ese año nacieron dos publicaciones de periodicidad variada,
como sucede con toda la prensa alternativa: Brasil Mulher, en Paraná,

1
Alibi existe en la lengua castellana, es un sinónimo de "coartada", se usa más en
lenguaje literario que en el coloquial.
2
Este artículo fue publicado en 1993, en la revista Estudos Feministas núm. 2.
Teniendo en cuenta la actualidad del tema y las recomendaciones de la Plataforma de
Acción resultante de la iv conferencia mundial sobre la mujer, con placer nos encontramos
para "revisitar" este escrito, esperando así contribuir a una discusión regional sobre la
necesidad de creación y existencia de mecanismos gubernamentales relacionados con
la ampliación de la ciudadanía femenina.
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Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

al inicio no se declara feminista, pero va cambiando con el correr de las


publicaciones (en total 16); Nós Mulheres, con más identidad feminista,
nacido y creado en São Paulo, cuya vida duró 8 números.
Las mujeres que formaban parte de esos grupos, provenientes casi
en su totalidad de los agrupamientos de izquierda, se debatía con pre-
guntas de fondo: ¿feminismo o femenino? ¿lucha general o específica?
¿por dónde comenzar, cuáles son las cuestiones a abordar, qué mujeres
"salvar"? ¿Todas? ¿Las más oprimidas? ¿Quién es el enemigo principal,
los hombres o el capitalismo? Y al final, ¿quiénes somos? ¿Dónde está
nuestra identidad y nuestro placer? ¿Qué hacer con nuestra sexualidad?
¿En dónde colocamos nuestro afecto, nuestros hijos, nuestros hombres?
¿Seremos todas hermanas en la lucha por la igualdad? Y la libertad, ¿dónde
vamos a encontrarla?
La confluencia entre las feministas, las mujeres de los movimientos
populares y aquellas que priorizaban los partidos políticos, no se dio
sin conflictos. El debate político en ese momento se caracterizó por la
polarización de posiciones entre la lucha general y la lucha específica.
La segunda mitad de los años setenta fue, en gran parte, consumida
por esa discusión, necesaria e imprescindible, para llegar a 1979 con
un sinnúmero de grupos de mujeres esparcidos por todo el país, con un
amplio espectro de posiciones feministas: había separatistas, intelec-
tuales, pequeño-burguesas preocupadas con la sexualidad, defensoras
del movimiento autónomo, extranjeras, ex-exiliadas influenciadas por
el movimiento feminista europeo, etc. Este universo constituyó el mo-
vimiento de mujeres en el Brasil.
Los encuentros sectoriales de las metalúrgicas, químicas y otras
categorías dieron lugar a los Encuentros de Mujeres. Por primera vez se
despojaron de las diferencias para descubrirse en las semejanzas. La
palabra mágica incorporada fue autonomía, entendida por cada grupo
de manera distinta. Autonomía en relación a los hombres (muchas),
autonomía en relación a los partidos políticos (algunas) y autonomía
en relación al estado (todas). Siendo el gobierno una dictadura, era por
demás fácil defender la autonomía frente al estado. De la diversidad, e
inclusive de las diferencias surge la unidad.
Los encuentros se pautaban por discusiones que "unían", por tanto
las consignas se referían a temas incuestionables: igual salario, igual
trabajo, guarderías, lucha contra el control de la natalidad y, si bien apa-
recían asuntos como el aborto, la sexualidad y la violencia, éstos nunca
fueron prioritarios en las conclusiones finales.
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Durante este periodo la necesidad de hacernos visibles en la calle,


de unir esfuerzos y de encontrar un rumbo, cualquier cosa que apuntara
a un futuro brillante hizo que proliferaran congresos estatales, encuentros
nacionales y regionales. El 8 de marzo, fecha principal de estos grandes
momentos, y también la preferida por algunos sectores políticos que in-
tentaban manipular el movimiento de mujeres, crecía a cada encuentro.3
Registros de esa época señalan que para esas corrientes, el feminismo
aparecía como un movimiento separatista, divisionista que minaba la
necesaria unión y poco contribuía en la lucha contra la dictadura y a favor
del socialismo. Los enfrentamientos entre las formulaciones centradas
más en la especificidad de la cuestión de la mujer y la lucha general,
eran a veces violentos.
Sin embargo, contribuyeron a una mejor comprensión de la cuestión
de la "autonomía del movimiento en relación con los partidos políticos"
y, en consecuencia, para el fortalecimiento del movimiento autónomo
de mujeres.

Atropelladas por la democracia


En las elecciones parlamentarias de 1978, feministas individuales apoya-
ban candidatas que en su plataforma asumían el compromiso de combatir
la discriminación sexual.
Los dos partidos políticos existentes en ese periodo en el país, no
incorporaban en sus programas ninguna cuestión relativa a la mujer.
Brasil continuaba siendo una dictadura pero la sociedad civil se
organizaba de mil maneras. Conquistamos la amnistía en 1979, des-

3
"El Congreso de la Mujer tiene un final agitado", primera página de la Folha de São
Paulo del 10 de marzo de 1980: "El ii Congreso de la Mujer paulista, inciado el sábado por
la mañana y clausurado ayer en el Tuca, fue marcado por una intensa polémica y tumultos
causados por la actuación de diferentes corrientes políticas que, en algunos momentos,
hicieron perder el control a la coordinadora de las reuniones".
"Las controversias que surgieron en la organización del ii Congreso de la Mujer
paulista, fueron sistematizadas en una (falsa) división entre aquellas que están interesadas
solamente en la liberación del pueblo (esa entidad abstracta, sin sexo, color o edad) y otras,
que estarían más interesadas en mirarse el propio ombligo, una actitud llamada pequeño
burguesa, como si conocerse a sí misma fuese privilegio de pocos y actitud sin importancia".
("Los viejos conceptos están desgastados", artículo del grupo Nosotras Mujeres, publicado
en la Folha de São Paulo el 8 de marzo de 1981).
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pués surgió el movimiento de las "diretas já". El bipartidismo que hasta


4

entonces reinaba de una forma absoluta, nos situaba a todas —las de la


lucha general y las de la específica— en un mismo barco, minimizando
nuestras diferencias. Bipartidismo que comenzó a naufragar en aguas
de la democracia que se avecinaba.
En 1980, esa antigua y amplia izquierda se reorganizó con varios
matices, algunos fugaces: socialdemócratas, socialistas, socializantes,
comunistas, revolucionarios, centristas enrojecidos, etc.
Frente a este nuevo cuadro, las feministas reaccionaron de dife-
rentes maneras.
Eva Blay describe así ese momento que se iniciaba:
Participar de la política fue el dilema de los años 80. El periodo posdictadura abrió
algunas vertientes al movimiento de mujeres: continuar actuando en los movimien-
tos sociales o entrar en el poder legislativo y ejecutivo. Esta polémica atravesó al
movimiento feminista y al movimiento de mujeres (no feminista). La decisión tuvo
un carácter antes que nada partidario, las mujeres optaron por cada una de esas
vertientes, unas veces movidas por las directrices del partido, otras por opciones
personales.5

En 1982, en las elecciones directas para los gobiernos estatales es


elaborada en algunos estados una plataforma feminista y presentada a los
candidatos, un ejemplo de esto es Río de Janeiro con "Alerta Feminista".
En São Paulo, las feministas dividieron el apoyo entre dos candidatos. Y
las discusiones se encendieron cuando el grupo que apoyaba al candidato
del pmbd propuso también la creación de un órgano específico de políticas
públicas relativas a la mujer dentro del aparato del estado.
Pasada la elección, y con la victoria del pmdb en 1983, fue creado en
São Paulo (y también en Minas Gerais, aunque en contextos distintos) el
Conselho Estatal da Condição Feminina.

La Luna de Miel duró poco...


Por más que la propuesta del Consejo haya sido ampliamente discutida,
su creación representó el marco que dividió al movimiento feminista y

4
Movimiento que se caracterizó por pedir elecciones directas.
5
Eva Blay, Mulher e estado, mimeo, ponencia presentada en el seminario Feminismo
en el Brasil, neim/ufba, 1988.
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de mujeres, tanto a las que estaban en contra de la propuesta como a


las que la apoyaban. Lo que se situó en el centro de esa discusión fue la
relación del "movimiento autónomo" con el estado.
¿Cómo garantizar la autonomía del movimiento? ¿Cuáles serían
las formas de organización dentro del gobierno? ¿De qué manera las
reivindicaciones feministas serían atendidas?
Es importante resaltar que en ese momento la opción de ese modelo
de organismo, cuya propuesta original era de composición pluralista y
suprapartidaria, fue acribillada por una parte significativa del movi-
miento. Por un lado, había quienes se resistían a participar en cualquier
organismo gubernamental, por temor a la descaracterización por parte
del estado de sus reivindicaciones y a la institucionalización de lo que
el feminismo tenía de "radical, creativo y revolucionario", provocando
consecuentemente la pérdida de la autonomía del movimiento de muje-
res. Y por otro, estaban también las militantes del Partido de los Trabaja-
dores, que comprendían el papel del estado en la conquista de algunas
reivindicaciones del movimiento, empero por razones más partidarias
que feministas, optaron por abstenerse.
Ana Vicentini comenta lo siguiente:
El grito de alerta dado por algunos sectores, se basaba en la dificultad que el mo-
vimiento sentía ante el inevitable diálogo a ser establecido con los órganos guber-
namentales y en el rechazo casi pueril de algunos sectores a ver al estado como un
posible interlocutor.6

En el proceso que precedió e involucró a las elecciones de 1982,


quedó claro que las mujeres redescubrieron la "Real Politik". El movi-
miento de mujeres de aquella época que estaba organizado en varios
grupos de reflexión, debate y actuación sectorial, al discutir la creación
de mecanismos específicos en el seno del aparato del estado, fortaleció e
incentivó, aun cuando no haya sido intencionalmente, la participación de
las mujeres en las instancias de representación política de la sociedad.
Por otro lado, la izquierda, ya dividida y segmentada, dirigió su
mirada a la "tan mentada cuestión de la mujer". Así, a partir de 1982,
parlamentarios de diversos partidos se manifestaron públicamente a
favor de reivindicaciones feministas.

6
Seminario Feminismo en el Brasil, Vislumbrando Nuevos Espacios, neim/ufba,
1988.
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Albertina de Oliveira Costa, en su ensayo "¿Es viable el feminismo


en los trópicos? —Residuos de insatisfacción" apunta:
La cuestión de las mujeres es suficientemente amplia, suficientemente evidente y
suficientemente legítima, para que los partidos de izquierda empiecen a interesarse
por ella.

Para Albertina también es evidente, "que la controversia va a


durar años entre feministas y femeninas. Entre la buena y la mala de
la mujer".
Con el cambio ya abierto, a partir de la creación del primer Consejo
de la Mujer en 1982, surgen en Brasil nuevas vertientes para la discusión
sobre la "institucionalización del feminismo".

Un lugar en el Gobierno Federal


Dos años después, en São Paulo, el grupo de feministas impulsoras de
la propuesta de creación del Consejo Paulista, organizó el Seminario
"Mujer y Política" con la participación de diputadas federales, estatales
y municipales. Una de las conclusiones de ese Seminario fue proponer
al Gobierno Federal la creación de un órgano nacional de defensa de los
derechos de la mujer.
La "nueva forma de hacer política" era uno de los slogans del semi-
nario pero parecía más bien una "vieja forma", ya que los pasos acelera-
dos de negociación política con el gobierno se daban sin una "amplia"
discusión con los grupos de mujeres y sin el "estimulante" consenso, base
de la mayoría de las acciones del movimiento feminista.
Temores y comentarios se esparcían por el movimiento de mujeres
del país, pasando por cuestiones que iban desde la polémica participa-
ción en un gobierno no legitimado por el voto directo hasta los rumores
sobre la composición del Consejo Nacional, un colegio de "notables",
supuestamente negociado con anterioridad, en que el poder estaría con-
centrado en las manos de un grupo liderado por Ruth Escobar (conocida
y polémica feminista).
En el vii Encuentro Nacional Feminista, celebrado en Belo Horizonte
en 1985, fue donde se discutió la propuesta de la creación de este organismo
y los ánimos se encendieron a tal punto que el debate ganó dimensiones
nacionales. Algunas feministas buscaron el apoyo del conjunto del movi-
miento para esa propuesta, mientras otras, al criticar la actuación de los
Consejos ya existentes, vislumbraban en ella una gran amenaza para la
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autonomía del movimiento. Las telarañas del poder, aparecían como una
intrincada red de obscuras y malignas intenciones. El estado y el sistema se
mostraban como grandes entidades ajenas a nuestra existencia. El estado
no merecía nuestra confianza y el sistema nos amenazaba:
Estamos conscientes de que el sistema, a través de los órganos oficiales del estado,
reconociendo el alcance de las ideas feministas, de nuestra militancia y no pudiendo
ignorarnos más, viene asumiendo nuestro discurso ideológico (...) Sin embargo sa-
bemos que es una utopía creer que las ideas feministas son asumidas por entidades
oficiales del estado.7

La propuesta presentada fue repudiada por su forma (Decreto—


Ley) y por el proceso (antidemocrático). Más allá de eso, el documento
(Carta de Belo Horizonte) mostraba todas las trampas que el estado
podría utilizar contra el movimiento:
Los órganos oficiales detentan el poder económico y ofrecen ventajas personales,
mientras que los grupos feministas no tienen nada que ofrecer; las entidades ofi-
ciales se apropian del discurso feminista cooptándolo y vaciándolo de contenido
hasta transformarlo en una moda. La garantía de la permanente formulación de una
política de vanguardia está en la autonomía del movimiento (...).

Paradójicamente el documento presentado al final del Encuentro,


por un lado repudiaba la creación del Consejo, pero por otro formulaba
sus exigencias:
Creación del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer me-
diante Proyecto de ley, como forma de garantizar amplia participación
de la sociedad civil y de mujeres.
Atribución de recursos presupuestales propios.
Identificación del órgano con la lucha contra la discriminación y opresión de la
mujer.
Cualquier parlamentaria que llegase a ocupar el cargo debería dejar su mandato.
Viabilidad de la participación del movimiento de mujeres en la elaboración, ejecución
y seguimiento de las políticas oficiales.
El Consejo debe expresar las reivindicaciones del movimiento de mujeres sin pre-
tender representarlo o substituirlo.
Exigir que el criterio para la integración del Consejo sea basado en la trayectoria
feminista de sus participantes.8

7
Carta de Belo Horizonte, publicada por el Centro de Informação da Mulher en abril
de 1985.
8
Ibidem.
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Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

Aunque las mujeres habían elaborado un documento crítico y con


exigencias explícitas, en él se puede visualizar la posición doble del movi-
miento. A pesar del discurso de unificación de las luchas y de compromiso
con la tentativa de una "nueva forma de hacer política", el movimiento
feminista no se encontraba inmune a los dobleces del poder.
Esta polémica no inviabilizó la creación del Consejo Nacional de
los Derechos de la Mujer que se fundó en agosto de 1985, a través del
Proyecto de Ley núm. 7353, aprobado por el Congreso Nacional. El pro-
yecto establecía como finalidad del organismo la formulación de políticas
con miras a la eliminación de la discriminación de la mujer. Ese objeti-
vo se dividió en alguna modalidades de acción específica, tales como:
formulación de directrices, elaboración de proyectos de ley, asesoría al
poder ejecutivo, consulta, seguimiento de la elaboración, ejecución de los
programas de gobierno y apoyo al desarrollo de investigaciones sobre
la condición de la mujer.
A pesar de todos los recelos de las feministas con relación al estado
y sus múltiples y maquiavélicas posibilidades de cooptación, el Consejo
Nacional de los Derechos de la Mujer tiene en sus objetivos, en su estruc-
tura y en su composición de cuadros (consejeras y técnicas) la marca de
las propuestas del movimiento de mujeres.
Desembarcamos en Brasilia llevando en el equipaje, el ideario de autonomía del
movimiento de mujeres, sus reivindicaciones y simultáneamente la convicción de
la importancia de ganar espacios en el estado y el desafío de las dificultades y de
las consecuencias de esa tarea.9

Política Pública: ¡Ay qué miedo, ahí viene el coco y nos comerá...!
Aunque diversos consejos/coordinaciones estatales y municipales, en
estos últimos diez años hayan desarrollado importantes acciones en el
campo de las políticas públicas, vamos a privilegiar la experiencia del
Consejo Nacional por tener una actuación en el ámbito federal.
El Consejo Nacional actuó desde muchos frentes: en el área de la
salud, por ejemplo, dio seguimiento al paism —Programa de Ação Inte-

9
Ver artículo "Condição feminina, políticas públicas e o papel do cndm" de Maria
Aparecida Schumacher presentado en el Seminario de nemge/usp en 1989.
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gral pela Saúde da Mulher, participando en las "Comissões de Estudos


sobre Direitos da Reprodução Humana", interviniendo en la Campaña
de Combate y Apoyo al Control del Sida además de otras diversas in-
tervenciones que podríamos llamar políticas médicas en el país, como la
presión ejercida (victoriosa) contra la homologación de un anticonceptivo
llamado "Vacuna antiembarazo".
El Consejo actuó con gran éxito en la política de atención a niños
de 0 a 6 años. A esta antigua demanda del movimiento de mujeres
respondió con una actuación articulada, desdoblada en diversas ini-
ciativas: propuso la creación de un organismo nacional que aglutinara
los esfuerzos diseminados en varias instituciones existentes, exigió (y
conquistó) la implementación de guarderías en los Ministerios y demás
instituciones del servicio público federal, como principio básico para el
cumplimiento de la ley de obligatoriedad de guarderías en el local de
trabajo. Y además comprometió al Ministerio del Trabajo en la realización
de una fiscalización de esa ley no solamente en las instituciones públicas
sino también en las privadas.
Pero el mejor éxito del cndm en el sentido de formular una política
efectiva en ese área, fue lograr compromiso del bndes —Banco Nacional
de Desarrollo (Desenvolvimiento) Social— de incluir en su reglamento
que el apoyo financiero en las empresas se condicionara al cumplimiento
de esa legislación en todo el territorio nacional.
El corolario de este trabajo fue la publicación de una serie de ma-
nuales de orientación técnica sobre implementación y funcionamiento
de guarderías que, incluso hasta el día de hoy, es de gran utilidad.
En lo que se refiere al combate de la violencia contra la mujer, el
cndm se empeñó en una campaña nacional, que incluía la implementa-
ción en todos los estados, de comisarías especializadas en atención a la
mujer, siendo las agentes policiales capacitadas por feministas.10
El papel del cndm en este caso fue el de dar una coherencia nacional
a una política que tenía origen y ámbito estatal (São Paulo), a través de
encuentros de profesionales que trabajaban en estas unidades, asesora-
miento específico, distribución de literatura especializada e incentivo a la
organización de mujeres policías. Paralelamente, realizaba campañas pu-

10
Ver Decreto núm. 23.769 del 6/8/85, la primera comisaría especializada de atención
a la mujer creada por el gobierno de São Paulo.
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Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

blicitarias en los medios de comunicación para sensibilizar a la sociedad


sobre el grave problema de la violencia contra la mujer. Se consiguieron
con estas medidas una serie de avances. Decenas de comisarías de la
mujer fueron instaladas en las principales capitales del país. El Ministro
de justicia de aquella época, atendiendo a la solicitud del Consejo, no
solamente instó a los Secretarios de Seguridad Pública de los estados a
implementar comisarías especializadas de la mujer sino también llegó
a distribuir patrullas para las comisarías más necesitadas, teniendo en
cuenta el criterio establecido por el propio Consejo.
La comprensión de las acciones y el destaque que deberían tener,
asumía formas variadas, algunas de ellas hasta chistosas. Varios Secre-
tarios de Seguridad solicitaron al cndm orientación concerniente a la
mejor manera de implementar la comisaría, otros pretendiendo ofrecer
un "regalo-sorpresa" a las mujeres de su estado el 8 de marzo, pedían
sigilo en la consulta. Muchos querían saber qué color era el más adecua-
do para la comisaría. El de Piauí llegó a comunicar con orgullo que las
patrullas de la comisaría especializada de la mujeres serían color ¡rosa
"choque"!11 ¡Qué choque!
Otras acciones fueron emprendidas en áreas como: educación, tra-
bajo y el combate a la discriminación racial, con el programa de Mujer
Negra.
El cndm divulgó y publicó un sinnúmero de manuales sobre la
realidad de la mujer brasileña, con el objetivo de informar y ofrecer ele-
mentos para la elaboración de políticas públicas. Se pretendía, por un
lado, divulgar la línea de intervención pretendida por las mujeres y por
otro, sensibilizar y politizar sobre todo a la población femenina.
Otra faceta de su actuación, tal vez menos visible, fue la de impedir
la implementación de propuestas y proyectos que fortalecían la desigual-
dad entre sexos. Uno de ellos fue la propuesta de "protección al trabajo
femenino", considerando que gran parte de la legislación pertinente tiene
como meta proteger la "actividad reproductora", y muchas veces la moral
y las buenas costumbres.
Un episodio ocurrido después de la creación del cndm ilustra muy
bien esta faceta: El Ministerio de Desburocratización pretendió reducir

11
Las autoras, en este caso están haciendo un juego de palabras con el color rosa
fuerte que en portugués se dice "rosa choque" y el verbo chocar, que puede provocar ya
sea una reacción de sorpresa o de disgusto.
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la jornada femenina de trabajo, alegando que la mujer necesita de un


tiempo mayor para dedicarse a los hijos. Más allá de las implicaciones
ideológicas sobre la división sexual del trabajo, sabemos que cada vez
que se habla de "protección", el resultado práctico en el mercado de tra-
bajo se traduce en "discriminación". Un dictamen del consejo inviabilizó
ese anteproyecto.
El cndm asumió también la función de proponer y apoyar cual-
quier iniciativa que pudiera eliminar el sesgo sexista, que impregnaba
e impregna la regulación jurídica de la sociedad brasileña y se que aloja
en los lugares menores pensados. Atendiendo a una serie de demandas
de grupos específicos, propuso una revisión sobre la legislación trabajo
insalubre, no sólo por repensar la prohibición del trabajo femenino en
ciertas actividades —por ejemplo, las trabajadoras de las gasolineras—
sino para la inclusión de actividades no previstas por la ley. De esa for-
ma, fue revocado en 1988 el desgraciado reglamento de la Marina que
impedía a las mujeres ser pescadoras.
También se tuvo una negociación exitosa, con el Ministerio de la
Reforma Agraria para que la concesión de la titularidad de la tierra
fuera extendida a las mujeres, derecho que hasta entonces era exclusivo
de los hombres.
Antes de la constitución del cndm, el estado no poseía una política
pública específica para mujeres, salvo en algunos programas de salud.
En consecuencia, la política llevada a cabo por el Consejo provocó al-
teraciones en el escenario nacional. Actualmente sería difícil evaluar si
éstas fueron grandes, pequeñas, permanentes o no, de todas maneras lo
importante es que forman parte de un proceso histórico.
¿Se podría garantizar con estas actuaciones el acceso de las mujeres
a los mecanismos de poder político? Cualquiera que sea la respuesta, nos
queda la angustia de constatar que todavía no domamos al "cuco"*, ya que
muchas veces la política es devoradora de demandas sociales y puede
transformar una bella propuesta en un servicio burocrático (por ejemplo
la situación actual del Programa de Asistencia Integral de Salud de la
Mujer y/o de las delegaciones de Policía de Defensa de la Mujer).

* Es la palabra portuguesa que hemos traducido por "coco". (N. de la T.).


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Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

El cndm en el espejo: al derecho y al revés


Para definir el perfil del cndm tal vez sea necesario considerar su doble
faz: una de cara al estado, comportándose según los dictámenes de una
esperada conducta gubernamental, provocada por razones obvias de
sobrevivencia política. Y otra nítidamente vinculada a los intereses del
movimiento de mujeres.
Esa dualidad que marcó la actuación del cndm se manifestó en la
campaña nacional: "Constituinte prá valer tem que ter cara de Mulher"
("Para que la Constituyente valga debe tener cara de Mujer") que nace
después de la implementación del Consejo y que fue prioritaria en sus
cuatro primeros años de existencia. De esta forma defendió propuestas
feministas en la Constituyente, algunas contra los intereses del gobierno,
como la licencia por maternidad con goce de sueldo por 120 días y la
legislación sobre aborto, entre otras. Es importante señalar que el país
entero se inclinaba hacia la formulación de nuevas leyes. Movido por el
compromiso con las mujeres, el cndm acompañó de cerca el trabajo en
el Congreso Nacional, mantuvo un canal permanente con el movimiento,
e invirtió en una campaña que incluía televisión, anuncios callejeros y
todos los recursos de los medios de comunicación.
La demostración de fuerza del movimiento de mujeres, más el tra-
bajo de cabildeo del cndm, dio como resultado la incorporación del 80 %
de las demandas femeninas al nuevo texto Constitucional.
El cndm cumplió con las exigencias del Encuentro de Belo Horizon-
te, pero no fue capaz de garantizar su permanencia en la estructura del
aparato de estado en su concepción original. Incomodados com o avanço
da luta feminista un ministro de ocasión provocó la renuncia colectiva de
las integrantes del organismo y nombró un nuevo directorio colegiado,
sin ninguna identificación con el movimiento de mujeres. Los grupos
feministas se unificaron para expresar su unánime repudio a la postura
del Gobierno, declarando, a partir de ahí, el no reconocimiento de ese
organismo como instancia de interlocución. Para completar el desastre, en
seguida una medida provisoria en la era Collor12 acabó con la autonomía
administrativa y financiera del Consejo.
Analizando su corta trayectoria (85-89), se puede decir que su actua-
ción se volcó más hacia la articulación con el movimiento de mujeres que

12
Periodo en que el ex-presidente Fernando Collor de Melo gobernó al país.
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política

hacia el gobierno. Tuvo el mérito de no haber actuado partidariamente


y de no haberse trasformado en "agencia de empleos". Tampoco fue
"materialista", en la medida en que siempre devolvió a los grupos a los
grupos de mujeres la responsabilidad de pensar en sus alternativas.
Tampoco se puede olvidar que cualquier evaluación sobre los ca-
minos y descaminos andados por este organismo debe tomar en cuenta
la coyuntura política de los gobiernos de los cuales formó parte. Si por
un lado su nacimiento ocurre en un contexto de gran movilización de la
sociedad, por otro, su espacio dentro del gobierno se ve menguando en
proporción inversa al fortalecimiento de las posiciones conservadoras
del presidente Sarney. Situación que se agravó por el "flujo" de las mo-
vilizaciones sociales, ya que la población estaba sumergida en planes y
más planes de combate a la inflación. Así en los dos últimos años de su
actuación, las posibilidades de articulación e interlocución del Consejo
se ven claramente disminuidas.
Contagiadas con el "éxito" inicial del cndm y de los Consejos
Estatales como el de Río de Janeiro y Sao Paulo, surgieron organismos
similares en diversos estados y Municipios. Algunos a partir de la rei-
vindicación de los diferentes grupos organizados de mujeres, otros con
fines meramentes electorales.
Sin embargo, independientemente de que estos organismos hayan
sido creados de abajo hacia arriba o viceversa, con apoyo o no de los
grupos de mujeres (sin hablar de los distintos grados de democracia en
la discusión del modelo de organismo que se pretendía y de la compo-
sición de sus integrantes), todos enfrentaban y enfrentan dificultades
semejantes, algunas elementales, como escasez de recursos materiales,
financieros y humanos.
A pesar de estos percances los organismos gubernamentales son
más de 40 en todo el país y acumulan una experiencia de más de 12
años.

¡Lo difícil finalmente!


Si conceptualizamos política pública de un modo estricto, entendiéndola
como un conjunto concatenado de medidas que apuntan la acción directa
del estado a una determinada área de su competencia y cuyo objetivo es
intervenir en una realidad social específica, entonces debemos reconocer
que la actuación de los consejos se guió por intervenciones puntuales
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Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

y acciones localizadas que no redundaron en la implementación de


políticas públicas.
Por lo tanto es fundamental comprender que la institucionaliza-
ción de las demandas feministas es un "arma de dos filos". Si por un
lado, la creación de los consejos trajo al escenario nacional el debate
público sobre los derechos de la mujer y la cuestión de la igualdad,
dándole visibilidad y legitimidad, por otro, su poder de intervención
efectivo demostró la incapacidad para permear la estructura del estado
en la implementación de tales políticas. Por lo tanto es fundamental
comprender que la institucionalización de las demandas feministas es
un "arma de dos filos".
También es verdad que en lo referente a políticas públicas de interés
social el estado brasileño ha demostrado una deficiencia generalizada.
Este hecho puede ser atribuido a la precariedad de la cultura política del
país que hace que cada nuevo gobierno, a través del saludable sistema
de recambio democrático se transforme en una caja de Pandora. Cabe
también mencionar, la "política de recursos humanos" del estado que,
con una veloz y permanente substitución de cuadros políticos, obedece
a criterios e intereses que no corresponden a las necesidades de la pro-
fesionalización y capacitación.
Nosotras hemos tenido dificultades para lidiar con la duplicidad
gobierno/estado. La propia configuración de los Consejos y similares
trae al aparato estatal cuestiones que todavía él no fue capaz de ab-
sorber.
Jaqueline Pitanguy, ex-presidenta del cndm, en su artículo "Mulher
y políticas públicas" considera que: "la experiencia de organismos como
los Consejos, ha sido sin duda extremadamente positiva a pesar de tener
una historia llena de obstáculos, resultantes de la difícil articulación entre
esos organismos —que representan la fase moderna y democrática del
estado y que sólo se fortalecen en la medida que se fortalece el poder
civil— y la organización estadual que todavía guarda fuertes resquicios
autoritarios".
Al evaluar hoy los resultados de la trayectoria del movimiento de
mujeres en Brasil, constatamos que, si bien nos enredamos en los lími-
tes colocados por la propia lógica del estado en nuestra relación con el
poder, también podemos afirmar que cuando se trató de defender las
cuestiones sustantivas de la lucha feminista, la tan apreciada autonomía
no corrió riesgo.
142
política

El movimiento feminista dejó claro, tanto en 1989 cuando todas las


integrantes del cndm renunciaron a sus cargos, como en 1993 cuando
se intentó restaurar el cndm, que no tiene interés en legitimar ninguna
instancia, donde los criterios de participación no se guíen por parámetros
democráticos y donde los recursos materiales, financieros y humanos no
estén claramente definidos.
En 1995, el nuevo gobierno retomó el cndm, sin embargo, las con-
diciones de escasez de recursos humanos y financieros continúan siendo
las mismas. Cuando se restituyó el cndm, el movimiento feminista y de
mujeres se encontraba movilizado preparándose para la Conferencia
de Beijing. A pesar de que esa articulación fue suficientemente amplia
(contó con la participación de 800 mujeres de diferentes grupos), du-
rante la elaboración de propuestas, no hubo una reflexión profunda
sobre qué tipo de organismo gubernamental queremos, cuál debe ser
su papel y cuál sería la estructura necesaria para hacerlo más activo y
permanente en la definición de políticas públicas con perspectiva de
género.
Un año después, el movimiento feminista y de mujeres parece no
haber encontrado todavía la sintonía deseada con el cndm.

En la orden del día...


La temida institucionalización del movimiento de mujeres, desde el
punto de vista de las relaciones sociedad civil/estado, que a nuestro
parecer, parecía digerida por el propio movimiento, se recoloca delante de
nuevas formas de institucionalización como, por ejemplo, el surgimiento
y fortalecimiento de las ong feministas. Este fenómeno, con seguridad,
está mereciendo la atención de todas nosotras; su crecimiento en América
Latina y en todo el mundo, se da paralelamente al proceso de colapso de
los sistemas de representación formal y la ineficiencia del estado.
A partir de los 80, en Brasil las ong surgen como nuevos actores,
fueron formadas por profesionales del área social, en general ex-mili-
tantes políticos, ex-exiliados que, al retornar al país desearon ejercer su
acción de forma autónoma, independiente del estado. La experiencia de
la militancia anterior contribuyó al establecimiento de una nueva rela-
ción con los movimientos populares. Sin embargo, esta nueva relación
muchas veces se ha confundido con representación de esos movimientos
y las ong feministas y de mujeres no son una excepción.
143
Shuma Schumaher y Elisabeth Vargas

Si la relación feminismo—estado estuvo marcada por el tema de


la legitimidad y representación, en relación al movimiento social, es
innegable que la cuestión no fue superada por la supuesta sustitución
del estado por las ong.
Problemas de esa naturaleza se colocan respecto de los criterios
de representación asumidos por los cuadros de esas instituciones en
relación con el movimiento de mujeres. Una cuestión nada simple, como
la profesionalización de la militancia y el carácter fragmentado de las
acciones que desarrollan, permanecen tal cual en el espinoso camino de
la pluralidad y de la democracia.
Sin embargo, es necesario reconocer que las ong feministas y de
mujeres representan una respuesta dinámica a la crisis sociopolítica
institucional brasileña. Se tiene que buscar un punto de equilibrio, en
la saludable diversidad de la actuación de las mujeres, en los espacios
conquistados y por conquistar en nuestra sociedad.
Tal cuadro merece una reflexión, la discusión no se acaba ahí, por
lo tanto es de suma importancia pensar, en cómo se da actualmente la
representación de la mujeres y cómo se expresa esa dinámica, la plura-
lidad de sus concepciones y actuaciones en este enmarañado escenario.
Así como también evaluar los modelos de estructura de instituciones
gubernamentales de mujeres existentes actualmente y su eficacia.
No será una tarea fácil, pues el movimiento feminista y de mujeres
hasta ahora no descubrió qué debe hacer con los organismos colegiados
que contribuyó a crear, cuál es su papel dentro del aparato estatal y cuáles
son las relaciones y compromisos que deben establecer con los gobiernos a
lo que están vinculados. ¿Cómo lidiar con el conflicto entre la autonomía
supuestamente garantizada por el formato que propusimos (colegio con
representación suprapartidaria de la sociedad civil) y la responsabilidad
de esta misma estructura, con la orientación de sus deliberaciones junto
a otras instancias sobre las que de hecho no tiene ningún poder? ¿Estos
organismos, pertenecen a los gobiernos que los crean y nombran a sus
cuadros, o al movimiento de mujeres que los inventó y casi siempre indica
a sus integrantes?
¿Podrían ser tal vez sustituidos por otro tipo de estructura estos
organismos que actualmente tienen como objetivo proponer políticas
públicas y que, sin embargo, no les compete implementarlas?
Una propuesta podría ser la de una estructura que contemplara
una asesoría al gobierno, vinculada al Gabinete Presidencial con pode-
144
política

res y atribuciones ministeriales, pero cuyos cuadros técnico-feministas


estuvieran diseminados en los diferentes órganos de ejecución política,
en calidad de comisiones de igualdad de oportunidades.
Esta fantasía o visualización del futuro sería un órgano guberna-
mental debidamente respaldado por un colegiado representativo del
movimiento feminista y de mujeres, formulador de directrices de las
acciones de los núcleos implementados en los diversos ministerios. Esta
propuesta pretende integrar la perspectiva feminista en el cuerpo del
estado como un todo y no solamente como un órgano aislado. Así, los
cuadros técnico-feministas interferirían concreta y directamente en las
políticas, programas y acciones del estado. Ese colegiado a su vez, podría
ejercer su función propositiva con efectiva autonomía.
Y como soñar no cuesta nada, queda allí nuestra sugerencia. No
necesitamos de álibis, lo que necesitamos es definir bien nuestra propues-
tas, sin tener miedo de pensar en los próximos espacios que queremos
garantizar dentro y fuera del aparato estatal.

Traducción: Amalia Fischer Pfaeffle

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