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LA SAL DE LA TIERRA

Nicolás Méndez Ayala


Ficha: 2067995
“Un fotógrafo te devuelve el disparo”, son palabras de Wim Wenders. Escucho la frase y
para mi cobra el sentido básico de la crítica de pares, porque mi colega sabe de qué va mi
trabajo, conoce las leyes que rigen mi profesión, los subterfugios, pero también lo sublime.
Así que, dar mi opinión sobre el documental de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado,
es un reto, no para quién es, sino para quien quiere ser su colega. Porque ahí está el
documental, que a cada palabra que yo ponga en este análisis le devolverá su disparo.
El documental narra la historia de Sebastião Salgado y tiene como eje su trabajo. Es muy
importante hacer está aclaración no sea que alguien espere como Walt Whitman en su
poema When I Read The book, encontrar en una biografía la vida de alguien, buscando lo
blanco y lo negro más todos los grises que hay en medio. No, aquí la biografía sirve como
excusa para la historia artística y filosófica de un fotógrafo. Se barajan varias ideas, un hijo
que quiere conocer de verdad a su padre, un cineasta que impresionado por el trabajo de un
fotógrafo quiere conocerlo, algunos comentarios del padre del fotógrafo, y el propio
fotógrafo comentando su trabajo. También está la figura de la esposa, Lélia Wanick, no
como narradora, sino como personaje, de la dupla que forma con Sebastião.
Es claro el eje que sigue el documental, el cuerpo biográfico se yergue sobre la obra de
Sebastião, su columna. La historia se abre con Wim Wenders contándonos su experiencia
con la obra de Sebastião, y su posterior acercamiento a su hijo Juliano. Poco a poco nos
adentramos a una narración más íntima, cambiando de puntos de vista, hasta sumergirnos en
la obra fotográfica de la mano de su propio autor. Desde este punto seguiremos el viaje
artístico y ético que empujaran a Sebastião a crear su obra sobre las experiencias que le va
dando el mundo. Una obra que se abre a la compasión y la empatía aunadas con el desprecio
por la destrucción y la violencia.
Es difícil precisar la función narrativa del color, pero es claro que se quiera o no, las escenas
que manejan color se contrastan con la obra fotográfica de Sebastião. Cuando el autor
comenta su obra, el documental está en blanco y negro. En las excursiones actuales se usa el
color, y vemos algunas entrevistas a Sebastião en blanco y negro y otras a color. Cuando
habla el padre de Sebastião, cuando habla Lélia también hay color. Uno podría aventurarse a
decir que el color crea un contraste entre la imagen fija y en movimiento, si se ignoran
pequeños tramos, excepciones no muy honradas.
A la composición la favorece mucho la historia que se narra. Los inmensos paisajes, unos
abundantes en vida como el Amazonas y Papúa Nueva Guínea, otros más desolados como la
excursión a Wrangel para ver la congregación de morsas. Se toman elementos
composicionales de la obra de Sebastião, para muestra los planos cercanos a los personajes.
En la excursión a Wrangel vemos a Juliano y Sebastião surgir apenas de las sombras,
imágenes similares a la fotografía favorita de Wim Wenders, la de la mujer tuareg ciega. Este
tema también es usado en los comentarios que hace Sebastião sobre su obra, esta vez no
emerge de las sombras sino de sus fotografías.
Debemos rescatar también la parte sonora del Film, y es que salva al documental de caer, por
momentos, en uno de los vicios más odiados en el cine: presentar una serie de fotografías
comentadas. Claro que el tratamiento de la imagen y su contraste entre imagen fija y en
movimiento también ayudan, pero quiero hacer un pequeño énfasis en el sonido. La narración
de Sebastião sobre su obra se ve acompañada de efectos sonoros que hacen a las fotografías
casi moverse. Cuando nos cuentan de los incendios en los pozos de petróleo en Kuwait, de
los éxodos de los pueblos africanos, de los músicos latinoamericanos nos sumerge aún más
si se puede, en la obra de Sebastião. Esto crea una dimensión propiamente cinematográfica,
una forma de narrar propia del cine.
El film nos lleva de un ambiente desolado a uno exuberante en vida. Del Ártico al Amazonas,
y de la finca erosionada al ahora instituto Terra. Una visión esperanzadora, que es la moraleja
de la vida de Sebastião. La reforestación del pasado y presente hogar de Sebastião es una
metáfora de su vida artística, y esto llama bastante la atención. Este hombre renuncia a la
economía porque para él es la fotografía la que le da los frutos necesarios para su espíritu.
Quiere decir que Sebastião ve la fotografía como un terreno fértil que trabajar y explorar.
Luego de aprender la técnica y de profundizar en su nuevo trabajo, Sebastião siente un
llamado social muy fuerte que lo lleva a fotografiar Latinoamérica, a los trabajadores y el
África. Su mundo comienza a erosionarse al contemplar la capacidad de hacer el mal que
existe en el ser humano. Se enfrenta a un orden humano absurdo que irónicamente solo
aumenta el dolor del prójimo. Su carrera se detiene en un pozo filosófico y moral del que
solo escapa al redescubrir el potencial creador en el mismo ser humano destructor. Al
alcanzar esta síntesis puede volver al trabajo, y su nueva obra, Génesis, encarna precisamente
eso, la creación.
Por todo lo anterior me parece que el documental presenta con un manejo técnico impecable,
una biografía que incompleta como todas, da un mensaje profundo sobre la dualidad del
hombre y hace un llamado a la creación. Para ello se ha valido de la historia de un hombre
extraordinario que es mucho más que un fotógrafo, y eso, aunque parezca una perogrullada,
lo hace un excelente fotógrafo.

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