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Clase 4 Miércoles 26 de mayo de 2021

Clase 4: La lectura y su didáctica, primeros acercamientos.

La falta de lectura en el aula sumerge

a docentes y alumnos en un oscurantismo

que se adhiere a los ojos y clausura los aprendizajes.

Leer para perturbar la inmovilidad, el estancamiento,

para inquietarse con el futuro que nos rodea.

Angela Pradelli

Bienvenidos al mundo virtual de la clase 4 de Didáctica de la lengua y la literatura.

Tal como hice en el ciclo 2020, vamos a realizar un salto en el programa, dejaremos para
más adelante los siguientes puntos; no obstante deben leer la bibliografía señalada en las
clases anteriores, yo retomaré estas cuestiones en una clase presencial::

• El alumno y su relación con el conocimiento y el aprendizaje. Trayectorias


educativas.
• Lectura del Marco general de la educación secundaria – Diseño Curricular de la ESB
en PDL:
• La enseñanza de las Prácticas del Lenguaje
• Estrategias de enseñanza
• Orientaciones didácticas

Ustedes se preguntarán cuáles son las razones de este desvío. Lo explico a continuación.
Pensé en abordar la Unidad II y luego en relación con los temas de la misma establecer
una relación con las Trayectorias escolares y con el D. C. de Prácticas del Lenguaje. Vamos
a ir y venir de un punto a otro.

Objetivos para la clase (Estos objetivos no figuran en la clase en PDF):

• Leer y reflexionar con sus pares a través del foro sobre el proceso de lectura.

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• Vincular la lectura de la clase con vuestras experiencias personales tanto en el
secundario como en el profesorado.

A continuación les copio la Unidad II, así visualizan los contenidos y van organizando sus
materiales.

He pensado mucho en cómo comenzar a tratar un tema tan importante como es la


LECTURA; primero se me ocurrió hacer un recorrido por los marcos teóricos que respaldan
la enseñanza y el aprendizaje de la Lectura, luego pensé, mejor reflexionemos sobre la
lectura, leamos un texto literario... luego nos ocuparemos de las teorías.

El siguiente texto fue leído por Antonio Dal Masetto, escritor que acompañó a Angela
Pradelli en la ceremonia de la Feria del Libro durante la presentación del texto El sentido
de la lectura:

"Un día tomé un libro del estante de la biblioteca, no recuerdo el título ni el autor, aunque
estoy casi seguro que era alemán o ruso. Lo que si recuero fue lo que ocurrió con la
lectura".

"Me encontré con que el autor contaba su propia historia cuando era joven y ese joven
tenía mi edad, sus conflictos eran iguales a los míos, lo aquejaban las mismas dudas, se
hacía las mismas preguntas y estaba imposibilitado de comunicarlas. Fue una iluminación.
Así llegué a la conclusión de que no estaba solo en el mundo".

Lo tomé a modo de ejemplo de uno de los tantos efectos que puede producir la lectura,
me resultó significativo, muchas veces el encontrar un libro cuyas palabras parecieran
haber sido escritas justamente para nuestro espíritu, nos salva de nuestro dolor, nos
ayuda a atravesar una situación difícil, nos ilumina el alma.

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Les voy a dejar un link que los llevará al primer capítulo del libro mencionado donde la
autora presenta una narración vinculada con la historia de un judío polaco, que tiene
mucho en relación con la lectura y la escritura, por otro lado, la introducción que realiza la
autora en cuestión es un profundo análisis del proceso de la lectura.

Pradelli, Angela (2013) El sentido de la lectura. Buenos Aires: Editorial Paidós.

https://drive.google.com/drive/u/0/folders/1VyBrG7zMO-B9xl3AIeD08qwyja8y8kgH

Y como en toda clase inicial sobre la lectura, debe haber una lectura, les dejo el texto de
Julio Cortázar “Continuidad de los parques”

Disfruten de su lectura todas las veces que deseen, yo les puedo asegurar que lo he leído
tantas veces que no puedo enumerarlas, sin embargo, me sigue resultando una obra de
arte.

Continuidad de los parques

De Julio Cortázar

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes,
volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la
trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su
apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la
tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón
favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad
de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y
se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las
imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del
placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez
que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los
cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire

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del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los
héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y
movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la
mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama.
Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no
había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo
de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la
libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de
serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que
enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban
abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido
olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su
empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas
para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta
de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se
volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en
los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que
llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a
esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre
galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul,
después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera
habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz
de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre
en el sillón leyendo una novela.

La próxima clase vamos a retomar este tema y profundizaremos en cuestiones teóricas y


didácticas, pero sin perder de vista la idea de que la lectura es un hecho social e individual
a la vez, que, como dice Michèle Petit:

“Es cierto que un país o un ser al que uno descubre son algo demasiado novedoso. O un
libro. Porque en el fondo todo es lo mismo: el viaje, el amor, la lectura: una misma
aventura donde nuestro paisaje interior se trastorna” (Michèle Petit:: 2001)

Actividad para la clase de hoy:

1. Leer el material de la clase más la bibliografía indicada.


2. Participar en el foro. Voy a dejarles una reflexión sobre la escritura en este espacio.
Observen cómo escriben, si comenten errores, qué tipo de faltas se pueden
visualizar en vuestros textos. No escriban directamente en el foro, háganlo primero
en un documento y luego lo copian. Lean lo que escriben.

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Me despido por hoy y les dejo mis deseos de que todo mejore y los espero en los foros, a
la brevedad vamos a realizar un encuentro presencial, pero quiero esperar a ver quienes
participan de las clases y cómo se van sintiendo con ellas.

Un abrazo

Lic. Silvia Lareo

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