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PABLO RENÉ ESTÉVEZ

Edición: Lic. Soelia Teresa Santoya Díaz


Diseño de cubierta: María Elena Gil Mc Beath
Ilustración de cubierta: Jesús Enrique Vázquez Toledo
Diseño interior y emplane: Elena Faramiñán Cortina

© Pablo René Estévez, Cuba, 2008


© Editorial Pueblo y Educación, 2008

ISBN 978- 959-13- 1712-4

EDITORIAL PUEBLO Y EDUCACIÓN


Ave. 3ra. A No. 4605 entre 46 y 60,
Playa, Ciudad de la Habana,
Cuba. CP 11300.

2
A Mary,
mi rosa amada.

3
Educar no es dar carrera para vivir,
sino templar el alma para la vida.

José de la Luz y Caballero

La educación es como un árbol:


se siembra una semilla y se
abre en muchas ramas.

José Martí

4
ÍNDICE

A los instructores de arte que lean este libro /


Primera carta de Rosa Amada /
I. El mundo de los valores /
II. El mundo de la cultura /
III. La autoeducación /
IV. El papel de la Educación Estética en la formación general integral /
V. La Educación Artística y la Educación Estética /
VI. Indagar, investigar, experimentar /
VII. La ambientación estética /
VIII. Métodos del trabajo estético-educativo /
IX. El fin último de la Educación Estética /
X. La interrelación entre los valores éticos y los valores estéticos /
XI. La dimensión estética de lo feo /
XII. La personalidad estéticamente desarrollada /
XIII. Vivir para el bien y la belleza /
XIV. Los valores estéticos y el amor /
XV. Los ojos no ven /
XVI. El hombre del siglo XXI /
XVII. El buen gusto en las actividades escolares /
XVIII.La educación empieza con la vida /
Mi última carta /
Bibliografía /

5
A LOS INSTRUCTORES DE ARTE QUE LEAN ESTE LIBRO

Los colores del arco iris tiene una historia singular, pues se trata de un libro-carta o de
una carta-libro. ¡Quién sabe!
Todo comenzó en Santa Clara, en el Centro de Cultura Comunitaria, en un curso sobre
Educación Estética que impartí a un grupo de instructores de arte de casi todos los municipios
de Villa Clara, donde no podía faltar ¡claro está! Rosa Amada, una de esas muchachas
integralmente bellas, porque lo confieso, además de hermosa, Rosa Amada posee una
educación esmerada, que muy bien pudiera catalogarse de integral.
Y como era de suponer, entre el profesor ya entrado en años (ese soy yo) y la
instructora de arte, pronto se estableció un nexo de simpatía que, valga la amistad, me ha
mantenido bastante ocupado hasta los días de hoy; ya que ella es una de esas criaturas
extraordinarias que quieren saber hasta “dónde el jején puso el huevo”, y no para de escribirme
interminables cartas con las dudas, zozobras y dolores de cabeza, que la vida escolar suele
deparar a una recién graduada.
Así pues, para saciar en algo la sed de conocimientos de mi joven alumna, empecé
también a corresponder sus cartas las que iba dejando en el cuarto de Lurima (mi hija), quien
se encargaría de enviárselas por correo, mas, cuál no sería mi sorpresa cuando, con el paso
de los días, descubrí que las cartas dormían un sueño eterno en una de las gavetas de su
escritorio.
¡Qué pensará de mí Rosa Amada!, exclamé alarmado, y, en medio de la congoja, intuí
una solución “olímpica”, reunir las cartas en un libro a fin de que pudieran leerlas el resto de los
instructores de arte del país.
Al hacerlo, albergo la esperanza de que Rosa Amada perdone mi osadía, y de que
ustedes excusen mis propias dudas, zozobras y dolores de cabeza que, seguramente, no
serán pocos. Espero que comprendan, sobre todo, que en el arte de aprender y enseñar
nunca será dicha la última palabra, ni estará escrito el último libro.

El profe

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Primera carta de Rosa Amada

Querido profe:

Después de pasar varias noches sin dormir, de releer cientos de veces las notas de
clase y de consultar cuanto libro, revista y periódico existen en la biblioteca Martí, decidí
contarle mis dudas, zozobras y dolores de cabeza que, día tras día, enfrento en la escuela.
(Pues no olvide que soy recién graduada.)
Como puede suponer, lo hago como último recurso, y quizás para no volverme loca. Si
lo molesto con esto, le ruego me perdone. Para su consuelo, si eso puede consolar a alguien,
le añado que compartiré sus consejos con el resto de mis compañeros; a quienes ya prometí
leer sus cartas.
En nombre de la amistad, es que me decidí a poner en sus manos cuanto bulle en mi
cabecita de instructora.
Con todo el aprecio de una alumna que nunca lo olvida,

Rosa Amada.

7
I
EL MUNDO DE LOS VALORES

Profe, le pido perdón por abrumarlo con esta


duda que, posiblemente, le parecerá tonta. Aun
así, y a riesgo de que me juzgue mal, no tengo
más remedio que consultarle algo que me está
inquietando últimamente [...]. En fin, ¿cómo
orientarme en el mundo de los valores? Sé
que usted habló mucho de eso en el aula, pero
le confieso que no entendí bien. Por favor, no
deje de enviarme las referencias de cuanta
cosa mencione; pues así podré ampliar mis
conocimientos.

Rosa Amada:
Recibí tu carta con mucho placer, y nunca me sentiré abrumado con las dudas que
puedas tener. En realidad, diría que la vida transcurre como una ecuación donde, al despejar
una incógnita, abrimos otra. ¡Nada, que el mundo es infinito y, por tanto, son infinitas las
posibilidades del conocimiento! Tal vez por eso, Martí dijo: “[...] la educación comienza con la
vida y no acaba sino con la muerte.”1Así que nunca te juzgaré mal, mucho menos te
consideraré tonta por querer aprender algo. Todo lo contrario: pienso que esa es una señal de
tu inteligencia, pues solo los tontos pueden creer que lo saben todo. No olvides que, como dice
un dicho popular, el que solo sabe de una cosa no sabe ni de esa cosa.
Me haces una pregunta difícil, y como (por lo que veo) me harás muchas otras
preguntas así, quisiera advertirte de antemano de un riesgo, la posibilidad de que, a pesar de
tu interés y del mío, ninguno de los dos llegue a estar totalmente satisfecho con las respuestas.
En primer lugar, como ya te dije antes, las posibilidades de conocer son infinitas (porque el
objeto del conocimiento, es decir, los fenómenos y las cosas del mundo real, no permanecen
8
estáticos; sino que cambian con el tiempo y con el cambio de las condiciones del mundo
donde están insertados). Eso lo sabemos por la historia de cada una de las disciplinas y por los
cambios que, a lo largo de los siglos, ha experimentado la sociedad humana. Como has de
comprender, existen muchas diferencias entre los griegos de la antigüedad y los griegos de
hoy; como entre ellos y nosotros. No es igual la forma de pensar, de actuar, de construir, de
amar, pues los antiguos griegos pertenecieron a un mundo, que siendo el mismo de hoy, era
sin embargo muy distinto.
Quizás hayas oído esta idea; el mundo es único y a la vez, diverso. O esta otra; el
mundo es complejo. También habrás oído que el mundo está regido por las leyes de la
dialéctica, donde cada cosa tiene que ver con la otra, y donde cada vez aparecen nuevas
cosas que, siendo diferentes a las que les dieron origen, constituyen una prolongación de las
mismas. Esto, pensarás, es complejo. ¡Lo sé! Pero tienes que aprender a orientarte dentro de
esa complejidad. No es una tarea fácil, es cierto; pero no tienes otra alternativa, si de verdad
quieres hacer las cosas lo mejor posible: es decir, con conocimiento de causa, en lo cual
puede ayudarte mucho tu interés por la investigación. ¡Nunca olvides esto!
¿Cómo orientarse correctamente en el mundo de los valores? Es una pregunta que
me hace recordar a un gran comunista e intelectual italiano que murió en las mazmorras del
fascismo con solo treinta y siete años de edad: Antonio Gramsci.2
Él pensaba que el papel de la escuela no consistía en ofrecer una formación
enciclopédica, sino en preparar al individuo para orientarse en el mundo de los valores. Sin
embargo, hay maestros (y tal vez instructores de arte) que se esfuerzan por atiborrar a sus
alumnos con montañas de datos, conceptos y hasta frases hechas. Pero olvidan prepararlos
para la vida; para esa vida llena de encrucijadas, enigmas, amenazas y oportunidades con que
tenemos que aprender a lidiar.
¿Cómo discernir lo bueno de lo malo; lo bello de lo feo; lo elevado de lo bajo (eso que
pudiéramos llamar valores, porque son cosas que apreciamos mucho; o antivalores, porque
son cosas que rechazamos) en el mundo que nos rodea, es decir, en la naturaleza, en la
sociedad, en el arte y en todo lo que hace el hombre?
Esto, Rosa Amada, constituye un reto, y es uno de los objetivos fundamentales (si no
el fundamental) de la formación general integral. Para orientarnos, correctamente, en el mundo
de los valores tenemos que leer e interpretar bien lo que leemos; pues hay quienes nos
confunden, simplemente, porque tampoco han aprendido a orientarse bien, y otros (a quienes

9
identificamos como ideólogos) tratan de confundirnos para hacernos pensar como ellos
piensan o como quieren que pensemos los que les pagan. Por eso también hay que estar
alertas.
Por lo tanto, ante la magnitud de tu duda (aunque mucho lo quisiera) no puedo darte
una respuesta total. Solo aconsejarte lo que les aconsejó Vladimir I. Lenin, el gran líder de la
Revolución de Octubre, a los jóvenes tras el triunfo revolucionario: ¡aprender!3
Claro, él podía haber dicho también: ¡estudiar! En fin, solo aprendiendo, haciéndote
integralmente culta, podrás ir hallando, paulatinamente, respuesta para esta y muchas otras
dudas que la vida pondrá ante tus ojos. Y podrás discriminar, con conocimiento de causa,
valores y antivalores, y construir tu propia “brújula” para orientarte en el complejo mundo de los
valores, y, con más razón aún, orientar bien a tus alumnos: esos que un día te harán esa
misma pregunta, y necesitarán de tu brújula para que la vida no les salga al revés, como
advertía Martí.
Sé que al leer esta carta, quizás se acrecienten tus dudas. Pero es el reto que ambos
tenemos que afrontar. Si persistes y no dejas de escribirme, recibirás, con la exactitud de un
reloj, mis respuestas, aunque no puedo asegurarte que siempre satisfagan, al ciento por
ciento, tus inquietudes. Si fuera así, y es muy probable que lo sea, no debes sentirte triste: tal
vez sea lo mejor que pueda pasarte, pues el día que no tengas inquietudes, ni preguntas,
habrías dejado de asumir la dialéctica en razón de la cual se mueven los fenómenos de la
naturaleza, de la sociedad y del espíritu, y tu pensamiento habría dejado de moverse. ¡Lo peor
que pudiera pasarle a una instructora de arte!

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II
EL MUNDO DE LA CULTURA

Pienso, profe, que no habrá tenido tiempo


para aclarar mi primera duda y, sin embargo,
ya estoy planteándole otra. Es que, como le
dije mis inquietudes son muchas y siento que si no
le escribo, voy a volverme loca de remate.
Anteriormente, le pregunté cómo orientarme
en el mundo de los valores. Pero debo reconocer
que mi zozobra es mayor cuando trato de
orientarme en el mundo de la cultura. Sobre
todo, cuando tengo que explicarlo a mis
alumnos o llevar la cultura al Consejo
Popular.

Creo, Rosa Amada, que si hubieras recibido mi carta anterior donde di respuesta a tu
primera pregunta, quizás no hubieras tenido necesidad de hacerme la segunda. No obstante (y
probablemente, como muchas veces en un futuro no lejano) saldré con mi adarga al brazo
para atajar los “molinos de viento” que perturban tu paso por la Educación Artística. Y no lo
tomes como una dádiva de mi parte, sino simplemente como un tributo por el bien de la
educación que recibí de la sociedad.
Esta vez me hablas de cultura, y debo confesarte mis propias dudas acerca de ese
mundo. Un colega, coautor de un interesante libro titulado Lo general y lo específico en la
cultura me recordó un día que la Unesco había compendiado miles de conceptos que
pretendían definir lo que es cultura. Y, presumiblemente, ninguno de ellos ha sido capaz de
abarcar su contenido, pues la cultura es como esos ríos caudalosos que van ensanchándose
con el tiempo, y parecen rebasar sus propios causes. Las definiciones, por tanto, no dejan de
ser una camisa de fuerza que, más temprano que tarde, termina inmovilizando al infeliz que la
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lleva puesta. Es que el mundo cambia y, con él, la vida natural y social; los minerales fósiles, la
flora, la fauna y el propio hombre. Cambian, pues, los ecosistemas, las ciencias y las
disciplinas escolares. Entonces, ¿por qué no?, cambia también el concepto de cultura, su
definición, así como las definiciones de todas y cada una de las ciencias.
Cultura, para adelantar algo, proviene del vocablo latín cultura, que en algunos
diccionarios se asocia con saber, civilización y con la acción de cultivar.4
Siendo así, podemos asumir que todo lo que ha sido cultivado por el hombre hasta el
día de hoy, y todo lo que sea capaz de cultivar en el futuro, es y será parte de la cultura: trátese
del cultivo de una planta, de una obra de arte o del cultivo del físico del propio hombre. Todo lo
creado por él o, para ser más exacto, por la sociedad en su conjunto (porque el hombre no
puede existir fuera de la sociedad) forma parte de su patrimonio cultural. Por eso, a veces se
dice que cultura es todo lo que no es naturaleza (entendida esta como naturaleza virgen; es
decir, aquella parte no humanizada por la acción del hombre, una porción que, gracias al
desarrollo científico-técnico, resulta cada vez menos desconocida). Se trata, en síntesis, de un
proceso que se acelera en la medida en que vamos profundizando y ampliando nuestro
conocimiento sobre la naturaleza y las leyes que regulan el movimiento de la Tierra en
interacción con el resto de los cuerpos celestes que pueblan nuestra galaxia y la cadena infinita
de astros, estrellas y planetas que conforman el complejo cosmos en el que tenemos la suerte
de habitar.

Perdóname, Rosa Amada, la anterior digresión. Olvídala por ahora; en verdad, podría
volverte loca de remate y yo me sentiría muy triste. Ya llegará el día en que, con menos dudas
acerca del mundo más inmediato que te rodea (el mundo del hogar, la escuela y la comunidad)
podrás abrir los ojos de tu intelecto y de tu corazón para penetrar en la parte más desconocida
y, por ende, más enigmática: los fenómenos del micromundo y del macromundo.
Todos esos valores como los artísticos, los estéticos, los morales, los relacionados con
el trabajo y muchos otros que configuran el ideal de la formación integral del modelo educativo
cubano son parte de la cultura y de una forma o de otra son cultivados. Precisamente, uno de
los mayores retos que habrás de enfrentar es el cultivo de esos valores en los niños,
adolescentes y jóvenes de tu escuela y de tu comunidad, por medio de la Educación Artística y
Estética que reciban en tus talleres. Claro, a ello han de contribuir también los contenidos de

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las asignaturas que se imparten en cada grado o nivel de la educación, y en general todo el
trabajo educativo que se realiza en la escuela, pues se trata de un cultivo colectivo.
Esos conocimientos y valores que modelarán la conducta de tus alumnos, dentro y
fuera de la escuela, te repito que son una parte importante de la cultura: de nuestra cultura
que, aun echando “ramas” universales, finca sus raíces en nuestra comunidad, en nuestra
localidad y en nuestro país. ¡Eso tampoco debes olvidarlo nunca; sobre todo, tú que eres
martiana! Martí extendía el concepto de “patria” a la humanidad y concebía el “injerto” del
mundo en “nuestras repúblicas”, siempre y cuando (y esto es lo importante) el “tronco” fuera
nuestro.5 Y es que Martí conocía bien el mundo y sabía orientarse entre sus recovecos.
Hay algo que tampoco debieras olvidar. Y es que cada comunidad, cada pueblo y cada país,
cultivan a su manera, y por eso las culturas son diversas. La diversidad cultural del mundo (que
no es otra cosa que la suma y síntesis de la riqueza cultural de cada comunidad, localidad y
país) es algo que debe cuidarse como la niña de los ojos. Ella es expresión de la diversidad del
desarrollo histórico-natural de los sentidos humanos, que ya Marx catalogaba como el fruto
más acabado de la esencia humana del hombre. Esto es particularmente importante recordarlo
en el mundo globalizado y neoliberal de hoy, cuando está en juego no solo la identidad cultural
de los pueblos; sino también su propia existencia.
Por eso, Rosa Amada, no vuelvas a escribir llevar la cultura al Consejo Popular. La
cultura solo se promueve en la comunidad (a partir de lo ya cultivado por sus miembros) y se
promueve con la humildad de una hermana o de un hermano que, por casualidad, viven fuera
de ella. No tienes derecho a pensar que tu cultivo es superior al cultivo de otros, pues con toda
razón, ellos podrán pensar lo mismo, pero a la inversa. El desarrollo cultural, y espiritual, tiene
que ser endógeno, esto quiere decir, desde adentro.
La cultura ni se lleva ni se inventa. Se promueve a partir de lo ya cultivado, de lo ya
valorado, de lo ya construido; aunque a eso nuevo a veces se le llame invento. Ya se sabe que
lo inventado sale de algo, aun en aquellos casos en que los hombres (no importa que tengan
grados de doctor o títulos de científico y de filósofo) digan que no tiene nada que ver con la
realidad.
Te aconsejo finalmente, hurgar en los diccionarios y en cuanto libro hable de la
formación cultural integral. De momento, voy a aconsejarte uno que trata del cultivo de la
6
personalidad en la escuela y que me gusta mucho: Ser y Vivir, de Lecsy Tejeda del Prado
Solo estudiando aprenderás a orientarte por ti misma, en el mundo de la cultura, y serás capaz

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de construir tu propia brújula. Sin ella, te será difícil transitar, con los ojos bien abiertos, por los
caminos del mundo globalizado y neoliberal de hoy, y sobre todo, ayudar a que otros (en la
escuela, en la comunidad o en cualquier lugar) puedan también mirar al mundo con los ojos
abiertos.

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III
LA AUTOEDUCACIÓN

Voy a hacer una confesión de esas que uno


solo hace a una persona muy especial (espero
que no se ponga orgulloso, profe). El asunto es
que ayer pasé una pena grandísima en el taller
de Artes Plásticas, pues no pude responder una
pregunta de una alumna. Entonces, me acordé
de usted que no paraba de darnos lata sobre la
necesidad de la autoeducación] ¿Podría
ampliar un poquito y responder la pregunta:
¿qué es la autoeducación y cómo traspasarla
a mis alumnos en los talleres?

Me es muy grato ampliar un poquito sobre el tema, pues es algo sobre lo cual se habla
poco en las escuelas. Recuerdo que hace ya muchos años, cuando hacía el doctorado en la
universidad Tarás Chevchenko, de Kiev, leí un libro que me dejó encantado; su título es El
poder sabio del colectivo, escrito por Vasili Sujomlinski (es posible que puedas encontrarlo, en
español, en alguna biblioteca). En ese libro, Sujomlinski escribió que la verdadera educación
es aquella capaz de despertar la autoeducación 7 el cual es un proceso que debía preparar al
niño, al adolescente y al joven para vivir en el mundo de lo bello y a la vez, hacerse bello a sí
mismo. En verdad, esto es bien difícil ya dura toda la vida, porque implica el cambio
permanente de la conciencia (sabes que los cambios en la conciencia son lentos). Pero iré por
parte.
¿Qué significa autoeducarse? Y, a primera vista, la respuesta parece obvia; educarse
por sí mismo, habiendo desarrollado hábitos de trabajo independiente en la escuela o en la EIA
(Escuela Instructores de Arte). De modo que el adolescente o el joven pueda orientarse en el

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mundo de los valores y obtener nuevos conocimientos sobre los fenómenos naturales y
sociales objeto de su interés. En tu caso, diría que es muy importante ampliar los
conocimientos en las esferas de la estética y de la teoría de la Educación Estética. Pero no
solo eso; es vital que profundices también en la esfera de la Educación Artística y
especialmente, en el dominio de las Artes Plásticas. Claro, dirás que no es poco lo que
tendrías que estudiar. Sin embargo, te advierto que aún no es suficiente; pues, ¿cómo ampliar
los conocimientos específicos sobre las artes y la estética, sin hurgar en la historia del arte, en
la historia de la filosofía, y hasta en la geografía y la política? Todo tiene que ver con todo, el
mundo es, en sí mismo, una complejidad donde todo está entretejido. Y de lo que se trata es
de obtener una imagen integral del mundo, que es la mejor brújula que pudieras construir para
orientarte en el maremágnum de los conocimientos y de los valores.
Ya sabemos, tanto tú como yo, que en el lapso de una vida es imposible que alguien
pueda asimilar el cúmulo de conocimientos que se multiplica en una proporción geométrica y
en un reducido lapso de tiempo. Por esa razón, te verás obligada a seleccionar los nuevos
conocimientos que habrás de adquirir a fin de alcanzar una formación integral; que es el
objetivo de la educación (y de la autoeducación).
En ese proceso de selección se corren muchos riesgos. En general, siempre resulta un
reto escoger, y ante todo, escoger bien. Algunos adeptos al modelo educativo neoliberal hacen
una apología del denominado “pensamiento digital”, dada la importancia de la computación
para desarrollar competencias altamente cotizadas en el mercado de trabajo (ellos piensan,
por supuesto, en un mercado capitalista). Y en consecuencia, aconsejan reducir los contenidos
humanísticos de los programas de estudio, empezando por la Educación Artística, la
Educación por el Arte y la Educación Estética que, aparentemente, poco tienen que aportar a
las anheladas competencias profesionales. Hay quienes llegan a proponer hasta la
desaparición de la escuela como institución estatal. Pero eso no debe sorprenderte: ya sabes
que un tal Fukuyama trató de sepultar la historia, anunciando a los cuatro vientos que había
terminado (¡vaya disparate!).
Todo esto, te lo repito una vez más, resulta complejo. Pero no tienes otra opción que ir
asimilando, poco a poco, esa complejidad; si es que de verdad quieres aprender a orientarte
con conocimiento de causa en el vasto dominio de la cultura (tu espacio habitual de trabajo).
En ese sentido, debes dedicar una esmerada atención a los contenidos humanísticos y,
especialmente, al arte y la literatura que son la máxima expresión de la cultura espiritual

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alcanzada por el hombre en su desarrollo histórico-natural. La cultura estética (quiero
adelantártelo desde ahora, pues estoy seguro que me preguntarás algo sobre ella) ejerce una
función integradora de la conciencia y desempeña, por tanto, un papel esencial en el estímulo
a la actividad creadora de la personalidad. En general, los valores artísticos y estéticos tienden
a compensar el despojo de los valores que la robotización, matematización o digitalización del
pensamiento (que acechan en cada encrucijada del conocimiento) pueda ocasionar a la
conciencia: un despojo que conduce a la formación unilateral de los educandos que, por esa
razón, no desarrollarán ojos ni oídos para captar la belleza del mundo.
De modo que si me pides resumir este asunto de la auto-educación en un solo párrafo
(aunque sea extenso) no vacilaría en decir que lo esencial está en desarrollar una cultura de
las emociones y de los sentimientos, y, primordialmente, la sensibilidad (¡ya sabes que
procede del vocablo griego Aisthesis. Solo las personas sensibles son capaces de apreciar la
belleza que los rodea, y no solo en el arte y la literatura, sino también en la naturaleza, en la
sociedad y en la vida espiritual. Además, son capaces de vivir armoniosamente en el seno de
la familia y en la comunidad, contribuyendo a la reproducción de lo bello en todos los espacios
de su convivencia social. Esas personas son capaces, como lo fueron Albert Einstein, Paul
Dirac y Werner Heisenberg (para poner tres ejemplos excelsos) de extasiarse con la belleza de
una fórmula matemática, de una flor o de un arco iris. Y, lo que constituye lo esencial: no serán
capaces de cometer una bajeza o hacer daño a sus semejantes, como opinaba Sujomlinski.
Ahora me preguntarás: ¿para qué necesita una instructora de arte desarrollar la
capacidad de autoeducarse? Esta es, por suerte, una pregunta que no requiere tanta “lata”.
¡Simplemente, porque nadie puede dar lo que no tiene! Quiere decir, que si una instructora de
arte (o un instructor) no posee la capacidad de emocionarse, difícilmente pueda emocionar a
alguien en sus talleres; pues el conocimiento entra primero por el fino “tamiz” de los
sentimientos, antes de refugiarse en el intelecto. Seguramente fue por eso que José de la Luz
y Caballero (ese gran pedagogo y filósofo nuestro) dijo: “instruir puede cualquiera; pero educar
sólo quien sea un evangelio vivo”.8
De modo que si un maestro no adquiere una formación integral (que incluye el
desarrollo de una elevada cultura estética), difícilmente sea un “evangelio vivo”, y ya dije por
qué.
Sin embargo, la formación integral no puede ofrecerla solo la escuela (por eficiente que
sea). Tampoco será justo pretenderlo. La escuela, como institución estatal, tiene una gran

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responsabilidad en ello: ante El estado y ante la sociedad en su conjunto. Pero la educación no
tiene límites. Y es muy probable que, pensando en esta idea, el Che previera que la sociedad
toda habría de convertirse en una gigantesca escuela.
Si todo esto es así, Rosa Amada, y no tienes por qué dudarlo, cada uno de nosotros
tiene que sentir tanta responsabilidad como la escuela en el objetivo de alcanzar una elevada
formación cultural y contribuir, con ello, a la formación integral de nuestros hijos y de los hijos
de toda la sociedad. Pero, ¿cómo lograrlo, si no desarrollamos la capacidad de la auto-
educación y no nos apropiamos de métodos efectivos para avanzar (con los ojos abiertos) por
el complejo mundo de los valores y de los conocimientos?
Por último, ¿cómo promover en tus alumnos el ansia de autoperfeccionamiento?
Bien, primero debo advertirte que hay cosas que no se pueden “traspasar”: tienes que ir
aprendiendo a partir de tu propia experiencia; que no por gusto se dice que es”la madre de la
sabiduría”. Pero ante todo, debes tener en cuenta que en la relación (armoniosa) que
establezcas con los alumnos, irás enseñándoles, y a la vez, aprendiendo de ellos, verás cómo
irá creciendo la brújula que cada uno de ellos habrá de construirse (como tú misma habrás
tenido que construir la tuya). Si ciertamente posees esa brújula, no tendrás que preocuparte
mucho por la de tus alumnos: ellos se irán percatando, por sí mismos, de la necesidad de
autoperfeccionarse en pos de alcanzar una formación integral: ¡la única brújula que vale la
pena construir!
Pero si eso no bastara, entonces explícales lo que yo traté de explicarte antes. Aunque
estés convencida, como yo, de que será insuficiente.

18
IV
EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN ESTÉTICA EN LA FORMACIÓN GENERAL INTEGRAL

Querido profe: vivo corriendo detrás del cartero,


sin embargo aún no he recibido su primera carta...
Pero no importa, no desmayo; pues mis dudas,
zozobras y dolores de cabeza aumentan en la
medida en que avanza el curso. Ahora estoy
trabajando en un proyecto, nada menos que de
Educación Estética, aunque de eso sé muy poco y
solo por las notas de clase. Ya fui a la biblioteca
y para mi sorpresa, encontré tres libros viejos y
unos cuantos en ruso. En las librerías, nada.
Algunos estudiantes se interesan poco por las clases.
¿Podría decirme la importancia de la Educación
Estética para la formación integral de mis alumno?

No desesperes, Rosa Amada; pues es seguro que las cartas están por llegar.
En cuanto a que tienes alumnos que no se interesan por tus clases es lamentable, y
solo se puede explicar a partir del desconocimiento y la ignorancia. Pero te advierto: debes
empezar hurgando en las deficiencias de tus propias clases, que seguramente tienen que ver
no poco con tu inexperiencia (lo cual resulta natural en una recién graduada). Pero es
importante que aquí tampoco desmayes. La experiencia llegará con el tiempo, y casi sin darte
cuenta (aunque auxiliada por la superación y, fundamentalmente, por la autosuperación
constante), y los alumnos algún día reconocerán su error. Es solo esperar.
En relación con la escasez de bibliografía en las bibliotecas y en las librerías es cierto y,
también, lamentable. Pero no dejes de ser optimista. Es de esperar que más pedagogos,
escritores y, por qué no, instructores de arte se decidan a escribir libros sobre la Educación

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Estética, y que editores sensibles las incluyan en los planes editoriales para que tú (y otros
como tú que tanto los necesitan) puedan encontrarlos en las bibliotecas, en las librerías y hasta
en la Feria Internacional del Libro.
Bueno, perdona la digresión. Pero es que ese “clavo” me molesta mucho. Por esta
penosa situación, es que me veré obligado a extenderme un poco en la respuesta, y espero
que al final mi lata no te canse.
Debo empezar por decirte, que le atribuyo una gran importancia a la Educación
Estética. Pero si realmente no la tuviera, ¿acaso valdría la pena insistir en ella?
Los valores estéticos (creo que ya lo dije en alguna de mis cartas) ejercen una función
integradora de la conciencia. Quiere decir, que pueden estar presentes en los más disímiles
fenómenos naturales, sociales y creaciones del pensamiento. Dicho de otro modo: todo
fenómeno u objeto puede ser valorado estèticamente y ser catalogado como feo o bello, bajo
o elevado, trágico o cómico, agradable o desagradable, etcétera, en cualesquiera de las
posibles relaciones que establece el hombre con el mundo circundante: en las relaciones
hombre-hombre, hombre-naturaleza y hombre-sociedad. En el marco de esas relaciones, el
hombre trabaja, ama, se recrea, hace arte, literatura, ciencia, en fin, desenvuelve su actividad
multifacética, donde se pone de manifiesto el nivel de desarrollo de su conciencia estética: sus
necesidades, intereses, convicciones, gusto e ideal estéticos. Se trata de la capacidad de
valoración y aprendizaje de los valores estéticos (naturales o artístico-literarios) que, aunque
potencialmente es dada en cada individuo, es necesario “cultivar”: una tarea de la Educación
Estética en la escuela. Ahora bien, ¿para qué necesita el niño, el joven y el adulto desarrollar la
capacidad de percepción estética? Es obvio: para deleitarse con el arte y la literatura; con el
paisaje natural y urbano; con la ciencia, el deporte, la amistad y el amor. En fin, para deleitarse
con el canto de un sinsonte, con una puesta de sol o con los colores del arco iris.
Pero también la Educación Estética, que se desenvuelve según Schiller9, en la esfera
de la “libertad”, ejerce un formidable estímulo para el desarrollo de la creatividad. Y es que el
dominio de “lo estético” no tiene fronteras: de la misma manera que no las tienen la fantasía y
la imaginación. Aquí, como en los cuentos maravillosos de Andersen, todo es posible. La
creación artístico-estética solo encuentra fronteras en la limitación de los sentidos no
suficientemente entrenados para ver, oír y sentir el influjo de la belleza que nos rodea a cada
paso de la vida.

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Dije: “sentidos no suficientemente entrenados”, y lo hice con toda intención: pues para
construir la brújula estética es necesario, sobre todo, entrenar nuestros sentidos;
especialmente, la vista y el oído. Pero, además, hay que ver muchas obras de arte, leer
muchos libros de poesía y cuentos, y escuchar mucha música (no importa el género ni el
origen: lo esencial es que sea variada para que el oído no se habitúe a un solo tipo). El que se
habitúa a ver un solo tipo de arte o a escuchar un solo tipo de música, no desarrollará un buen
ojo ni un buen oído. Su gusto (estético) será pobre y especializado. Por eso, no hay poca
verdad en eso de que en la variedad está el gusto. Podríamos dispensar a un joven que
escuche reguetón si, con la misma pasión, es capaz de escuchar a Silvio, a Pablo o a Mozart.
Eso lo aprendí de una afamada concertista ucraniana que era, a la vez, una destacada
profesora de piano en el Conservatorio de Kiev. Ella era capaz de establecer la más inusitada
relación estética con todo lo que la rodeaba: las personas, los objetos, los animales, las
plantas; se deleitaba con Mozart, Bach y Beethoven, pero a ratos, escuchaba a Julio Iglesias y
rancheras mexicanas.
En cuestión de gusto es aconsejable tener cierta flexibilidad, y no olvidar lo que dijo
Schiller en sus Cartas sobre la educación estética del hombre: un libro que, algún día, tendrás
que leer.
La Educación Estética, dado el mencionado carácter universal de los valores estéticos,
goza de una virtud singular; la de contribuir a la configuración integral de la conciencia. Esto
tiene que ver con el hecho de que los valores estéticos se mueven en la esfera emocional, que
está presente en toda la actividad práctico-espiritual del individuo: ya que la capacidad de
emocionarse es innata en el hombre. La integralidad de la conciencia (que bien pudiera servir
de referente para la modelación de los proyectos educativos en la escuela: a partir de un
enfoque holístico, complejo, de la educación) explica también la natural interrelación entre los
valores estéticos y los éticos. Pues la dimensión ética es connatural a todo fenómeno social y
humano estéticamente significativo, y viceversa. Se integran, por decirlo así, en un todo
unitario: ¡la conciencia humana! Por lo que no deberán concebirse separados en el diseño de
las acciones educativas en la escuela.
En esto radica, precisamente, la posibilidad de articular un proyecto educativo con una
concepción integral, a partir de una motivación de carácter estético (por medio del arte, la
naturaleza y el trabajo) en lo que veo yo la importancia y la pertinencia del desarrollo de la
Educación Estética en la vida escolar. Por esa razón, bien vale la pena que no te rindas en el
estudio de la escasa bibliografía que puedas encontrar en la biblioteca, y de las orientaciones
metodológicas que norman las acciones del Programa Nacional de Educación Estética.10
Trabaja y no vaciles en rectificar sobre la base de lo estudiado cuando sientas que no vas por
el camino correcto. No olvides que rectificar es de sabios, y que la inacción no conduce a nada.

22
V
LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA Y LA EDUCACIÓN ESTÉTICA

Hoy sucedió algo que me ha dejado muy


triste, y es que los alumnos del taller de
octavo grado se han portado mal. Figúrese, que
hasta me entraron ganas de irme de la
escuela. ¿Le ha pasado algo parecido,
profe? ¿Será que no soy buena para la
Educación Artística?

A pesar de tomar muy a pecho lo que dices, no puedo dejar de sonreírme. Y es que
acuden a mi mente muchos momentos ingratos que sufrí en las aulas y que a veces, como a ti
ahora, me incitaron a abandonar la escuela. Por suerte, persistí y terminé enamorándome de
ella; de lo cual hoy me siento inmensamente feliz. Así que si me lo permites te aconsejo que no
desistas. Pasarán esos momentos, y un día te sentirás tan feliz como yo de no haberla
abandonado. Tampoco lo merecen tus alumnos que, en el fondo, no son los verdaderos
culpables de sus indisciplinas. Mas bien son sus padres, que no supieron o no pudieron
inculcarles buenos modales (ellos mismos tal vez no fueron disciplinados en la escuela), y lo
son los maestros que te antecedieron, y que tenían el deber de hacerlo.
Como ves, se trata de una larga cadena de omisiones que bien vale la pena olvidar,
porque no conduce a nada. Tu tarea consiste en empezar de cero y de conjunto con los
alumnos, tratar de reconstruir unas relaciones de trabajo armoniosas, basadas en el respeto
mutuo, la solidaridad y el amor. A esas relaciones puedes llamarlas “estéticas” (algunos las
denominan interactivas, intersubjetivas, empáticas y hasta existenciales); pero lo importante es
que constituyen la base de la educación estética.
Sin embargo, no te asustes: te explicaré mejor.

23
No sé si lo habré dicho ya en otra carta. De ser así, no importa (creo que es algo
esencial para ti). Hay maestros que consideran que el objetivo de la Educación Estética es
promover la creatividad en sus alumnos, fundamentalmente por medio del arte, otros creen
que es el cultivo del gusto artístico, así, constreñido a la esfera del arte y de la literatura, y los
demás ven en ella una poderosa vía para la Educación General Integral, estos parten del
carácter universal de los valores estéticos, y de su impacto integrador sobre la conciencia. Te
confieso que en este grupo milito yo, pues pienso que un alumno formado integralmente tiene
que ser creativo y poseer un gusto estético elevado.
Es bueno que te hable también de la diferencia entre la Educación Artística y la
Educación Estética, alrededor de lo cual ha existido siempre una gran confusión. Y es que
algunos dicen que el objetivo de la Educación Estética consiste en desarrollar la capacidad de
percepción y disfrute del arte; pero esto es realmente, una tarea de la Educación Artística. La
confusión tiene su origen, pues en la absolutización del arte como medio de la Educación
Estética, un mal sempiterno en las escuelas, que soslaya el papel del trabajo y de la
naturaleza: dos poderosos medios de la Educación Estética. El primero, fuente misma de los
valores estéticos en el proceso (catalogado por Engels) de “transformación del mono en
hombre”,11 y en cuyo seno este fue perfeccionando los sentidos humanos, “haciéndolos”
fisiológicamente aptos para captar la belleza en el mundo circundante, y el segundo (la
naturaleza), potenciado de valores estéticos naturales.
El arte es el medio fundamental para la Educación Estética: de eso no hay dudas.
Sobre su base, se ha desarrollado la teoría de la educación por el arte (o arte-educación) muy
popular, por cierto, en algunos países de América Latina donde muchas veces se reduce a un
proyecto de educación artística que, en muchos casos, no llega a promover la creatividad ni un
elevado gusto artístico (como pude constatar, personalmente, en escuelas de México y Brasil).
El arte y la literatura, operan como medios de la Educación Estética cuando, además de
contribuir al desarrollo de la capacidad de percepción y disfrute de los valores artísticos,
promueve la creatividad y el afán de autoperfeccionamiento en los alumnos, y los capacita
para construir relaciones armoniosas (estéticas) en el aula, en el hogar y en la comunidad; y
para percibir la belleza del mundo que los rodea y reproducirla en las esferas de la actividad
vital. Quiere decir, que la educación estética (por medio del arte) debe conducir a la
modelación de la conducta del educando de acuerdo con el ideal ético-estético de la sociedad:
lo cual presupone, en nuestro caso, la transformación cualitativa de la conciencia hasta

24
alcanzar el estadio correspondiente a la personalidad integralmente culta del “hombre del siglo
XXI”, como lo denominara elChe.12
Entonces, Rosa Amada, haces bien en apoyarte en el arte y en la literatura para
inculcar nuevos modales a tus alumnos, promoviendo entre ellos relaciones armoniosas; de
modo que mejoren su comportamiento, se interesen por el arte y luchen por mejorar su gusto
artístico: lo que constituye un reto porque, como ya vimos, implica seleccionar entre una obra y
otra; y si ya es difícil escoger en asuntos de poca monta, mucho más difícil lo es en arte. Pero
no hay que desesperarse: poco a poco, los alumnos lo conseguirán. Se trata, sencillamente,
de la construcción de la famosa brújula de que te hablé.
Para promover ese necesario “salto” de la conciencia, a partir de la Educación Artística,
puedes apoyarte en las obras de los artistas y escritores que viven en el Consejo Popular,
cerca de tu escuela; y después, en los de la propia localidad. Hasta que, partiendo de las
raíces, llegues finalmente a las ramas universales del arte. Pero lo habrás hecho siempre
desde lo más afín a la sensibilidad de tus alumnos: desde lo nuestro, desde lo cubano. Hay
quienes no piensan así, algunos dicen que a Roma se llega por diferentes caminos, no
desconozcas eso, pero soy martiano, y el camino que él propone me parece ideal.
¿Qué más podría decirte al respecto, Rosa Amada? Que nunca seas unilateral en lo
que haces, y que no absolutices al arte como medio de la Educación Estética. Apóyate
también en la naturaleza y en el trabajo; que son medios eficaces para promover, en tus
alumnos, la capacidad de relacionarse, estéticamente, con el medio natural y social que los
rodea: los padres, los maestros, los vecinos de la comunidad, la flora y la fauna. Aprenderán a
valorar el proceso de producción de bienes materiales como fuente de la riqueza social sobre
la cual se erigen los valores, y lo fundamental: amarán al trabajo. En el seno de la naturaleza, y
por medio del trabajo, el hombre logró formarse a sí mismo y, al mismo tiempo, humanizar al
mundo; penetrar en los secretos del átomo y elevarse hasta las estrellas... ¡Una hazaña de la
conciencia verdaderamente admirable!
Genéricamente hablando, el hombre no ha logrado todavía “poner riendas a la fiera” 13
que dormita dentro de sí y no ha podido, por lo tanto, construir relaciones estéticas universales
para regir su comportamiento de acuerdo con las “leyes de la belleza”.14 Es un reto,
desgraciadamente, al alcance de pocos pueblos (el capitalismo, por su esencia inhumana, es
el principal responsable por ello). Sin embargo, el pueblo cubano tiene una gran oportunidad

25
para alcanzarlo por medio de la educación. Y ustedes, los jóvenes, son los abanderados en
ese empeño. ¡No desaprovechen la oportunidad! Estudiar es el camino. Y nunca olvidar que
la bestia pasta en los solares yermos de la conciencia, y hay que acecharla con las finas redes
de los sentimientos; una vez que las hayamos tejido con las herramientas de la educación que
(por medio del arte, la naturaleza y el trabajo) seamos capaces de crear en las escuelas.

Domesticar a la bestia, responsable de los antivalores que amenazan, y a veces


amordazan al hombre, tales como: la fealdad, la codicia, la avaricia, la envidia, la maldad, la
crueldad y muchos otros males es el reto que todos tenemos; padres, maestros, promotores
culturales e instructores de arte.
¡Este es mi reto, y es también el tuyo!

26
VI
INDAGAR, INVESTIGAR, EXPERIMENTAR

[...] Sigo tropezando con mis dudas, y a


veces hasta me asusto pensando si no daré
con la verdad. ¡Ah, profe, qué difícil resulta
orientarse en el mundo de los valores! Ojalá
que algún día pueda sentirse orgulloso de mí,
y pensar que no soy tan mala instructora de
arte como parezco... ¡Cuánto me reconfortaría
saberlo!

¡Ay Rosa Amada, niña mía, qué ideas bullen en tu cabecita! ¿Estarás volviéndote loca
de remate con los dolores de cabeza? Lo digo en broma; pero si se mira bien, no podría ser de
otra manera. De ser verdad que muchos caminos conducen a Roma, seguramente que unos
serían más cortos y menos escabrosos que otros. Y son esos los caminos que debemos tomar
para llegar al de la formación general integral, con muchas más murallas y vericuetos que la
mismísima Roma Imperial. Se trata, no más, que de una búsqueda tormentosa que
compromete todas las neuronas del cerebro, y todos los cerebros de la sociedad, y, por ende,
montañas de dudas y zozobras. Pues tal es el camino del conocimiento y de la educación.
Nada está dado de antemano; todo ha de ser construido (o reconstruido) cada vez y por todos,
en un movimiento en espiral eterno que es el desarrollo de la propia vida). Por esa razón, no
puedo prometerte un elixir mágico para tus dolores de cabeza. No existe ese elixir, ni existirá
nunca. Quizás, por eso, Descartes postuló la “duda metódica” ante los enigmas del
conocimiento.
Pero si no es bueno dudar metódicamente de todas las cosas, tampoco lo es
aceptarlas acríticamente. Siempre será bueno indagar, investigar y experimentar primero
para llegar después a conclusiones. Aunque la vida las cambie y tengamos que rectificarlas

27
más tarde. Así es el movimiento natural de la vida, y de su reflejo en nuestra conciencia. Lo
importante es que estés preparada para el cambio y que nunca dejes de actuar.
Todo es relativo, querida alumna, es y a la vez está dejando de ser. Esto lo intuyó muy
bien Heráclito, uno de los primeros materialistas espontáneos de la antigüedad, cuando dijo
que nadie podía bañarse dos veces en un mismo río; pues las aguas fluyen, y cada vez será
otro el río, y otros los bañistas. A esto se ha dado en llamar dialéctica, pero lo esencial es
comprenderlo y aplicarlo. ¡Créeme que es el mejor consejo para que empieces a orientarte
correctamente en el mundo de los valores!
Si tomas mi consejo, como espero, entonces tendría muchas razones para sentirme
orgulloso de ti, y seguramente que tus alumnos también las tendrían para pensar que no eres
tan “mala” instructora de arte como te imaginas. Solo quien sufre ha sentido de veras la
necesidad de vencer lo que lo aflige, el malestar ante las dudas, esto es, la ignorancia y habrá
de encontrar el remedio para curarlo; pero ya el intento lo hace loable.
Así que bienvenido sea tu “dolor”. Estoy convencido que es el preámbulo de la luz que
te acecha al final del túnel ¡La luz, que te abrirá las puertas del camino que conduce a la mente
y al corazón de tus alumnos, por amuralladas que tengan la conciencia! Y cuando llegue ese
día venturoso, te sentirás doblemente reconfortada; por haber empezado a escalar la cima del
autoperfeccionamiento, y por haber contribuido a que por lo menos una parte pequeña de la
sociedad (tus alumnos), empiecen a escalarla. En esa entrega total, Rosa Amada, puede
radicar no solo la clave de tu éxito en la escuela, sino también la de tu felicidad y dicha
personal.
Hay un escritor ruso, autor de un libro que leí en la adolescencia y que nunca he
olvidado Así se templó el acero, quien dijo que era necesario vivir de tal manera que no
sintamos tristeza por los años vividos en vano, y que, al final de la vida, podamos decir que
todos nuestros esfuerzos, y nuestra inteligencia, fueron entregados al bien de la humanidad.15
Concordarás conmigo en que, quien ha vivido así, no morirá en vano, y siempre será
recordado por aquellos a quienes entregó, con humildad y pasión, lo mejor de sí mismo: los
pocos o muchos conocimientos que atesoró y los sentimientos que ardieron en su corazón; en
fin, el bien y la belleza que pudo legar a los demás.
Lo esencial, sin embargo, son los sentimientos. Pues ellos alimentan el fuego de la
pasión, sin la cual no es concebible el vuelo del espíritu hacia las “amuralladas Romas” que lo
desafían: ¡los enigmas del conocimiento y de la propia vida!

28
VII
LA AMBIENTACIÓN ESTÉTICA

Acabo de leer su libro La revolución estética


en la educación y me quedé con un “bichito”
taladrándome la cabeza. Profe, ¿por qué le
otorga tanta importancia a la ambientación
estética? ¿Considera que las escuelas no están
bien ambientadas?

Te agradezco, Rosa Amada, la deferencia que has tenido con mi libro. ¡Y ojalá que se
multipliquen los “bichitos”! A mí también me “picó la curiosidad “y fue al leer tu última pregunta:
“¿considera que las escuelas no están bien ambientadas?” A todas luces, se trata de una
pregunta tramposa.
En asuntos relacionados con la belleza, no podemos absolutizar. Así que no puedo
afirmar que todas las escuelas están mal ambientadas; sería una suposición errada. Más aun,
sé que en muchas escuelas la ambientación estética constituye una prioridad. ¡Y para ello
hay sobradas razones! En realidad, todo lo que rodea al niño, al adolescente, al joven y al
adulto debiera ser hermoso: la ropa, la casa, la escuela, el centro laboral, los espacios
naturales y urbanos. Es indiscutible que la belleza de un jardín o de un monumento; de la
fachada de una casa o de un letrero lumínico, ejerce un impacto sobre la conciencia, que
tiende a inducir cierta predisposición del espíritu hacia lo armonioso, proporcionado, agradable,
simétrico y ordenado que, con el tiempo, va conformando un determinado gusto de acuerdo
con el cual aquellos empezarán a valorar el mundo de los objetos y de los espacios en que
desenvuelven su vida. Claro está, que este proceso no resulta tan sencillo como se describe
aquí, ya que sabemos de sobra, que el desarrollo de un buen gusto, implica un salto cualitativo
de la conciencia, y que requiere un tiempo prolongado. Pero de lo que se trata es de aprestar
las “herramientas” con que cuenta la sociedad para lograr ese objetivo. ¡Y la ambientación
estética es una no despreciable!
29
Ahora bien, ¿cómo garantizar una adecuada ambientación estética en el hogar, en la
escuela y en la comunidad? Ya eso es harina de otro costal: pues no existen, ni podrían existir,
reglas. Aquí, como en muchas disyuntivas que nos plantea la vida real, existen diversos
caminos para llegar a Roma. El reto consiste en no tomar la vía errada y preferentemente,
escoger el más recto. Pero, para eso, se necesita una buena brújula, es decir, un buen gusto.
Entonces aparece una paradoja que es frecuente en el proceso estético-educativo en
las escuelas; ambientar estéticamente sin saber exactamente cómo orientarnos en el mundo
de los valores estéticos, cuando andamos con una venda en los ojos o cuando nuestro gusto
es pobre y condicionado por lo kitsch, lo banal y hasta por lo vulgar; una consecuencia del
déficit cultural que arrastramos de nuestros “educadores”, quienes al parecer no supieron
educarnos.16
He ahí, Rosa Amada, una buena causa para promover a través de todos los medios
posibles un proyecto de Educación Estética que abarque a toda la sociedad, y en primerísimo
lugar: a los maestros, promotores culturales e instructores de arte.
¿Pero cómo se resuelve la paradoja?, insistirás. Y sin embargo, no es posible intuir una
solución de la noche a la mañana; pues es una paradoja que irá desapareciendo lentamente,
en la medida en que se vaya desarrollando individual y colectivamente la conciencia estética, y
se vaya conformando un gusto estético elevado sobre todo, en los propios maestros,
promotores culturales e instructores de arte. Es un reto, ¡uno más!, que hay que enfrentar y
vencer. En fin, el reto de la construcción de una nueva sociedad socialista que presupone la
transformación de la conciencia hasta alcanzar la cima de la sensibilidad humana: un fruto del
desarrollo histórico-natural de nuestra especie. Para lograr esto, no lo dudes, tienes que
afrontarlo con más estudio, y a la vez, con más experimentación lo que admite ver, observar,
escuchar, investigar, crear, valorar comparar y rectificar siempre que sea necesario para
nuevamente estudiar. Es el único sendero que puedes seguir ciegamente, porque muchos ya
lo han transitado con éxito.
Mientras tanto, Rosa Amada, habremos de lamentar ¡más de una vez! lo feo, banal,
arbitrario, grotesco y kitsch que pululan en el seno de muchos hogares, escuelas y hasta en
respetadas instituciones culturales; como monumento a la ignorancia, a la insensibilidad y a la
indolencia. Debemos decirlo así, llanamente, para ser honrados; aunque nos duela
reconocerlo.

30
Hace poco escribí un artículo para CartaCuba, el boletín cultural de la provincia, donde
revelaba la existencia de una plaga de “bichitos” (de esos que taladran el buen gusto) que se
disemina por Santa Clara al amparo de nuestra ignorancia, insensibilidad y, quién sabe, si
hasta de nuestra indolencia. Adopta la forma de escombros, desperdicios biodegradantes,
fachadas descuidadas, jardines en estado de abandono, murales atiborrados de recortes de
periódicos viejos, y de escuelas con puertas y ventanas convertidas en murales o excesos de
ficos y otras plantas “ornamentales” que se aglomeran en cuanto espacio libre queda en
oficinas, pasillos y hasta en las aulas. Y en otras ocasiones, pobladas de paisajes, escenas
bucólicas, personajes de historias maravillosas y hasta de mártires, pero con una pésima
factura artística: algunos pintados por “tías”, maestros y padrinos de la escuela.
Esto no es un cuento. Es infelizmente una verdad constatada en las escuelas (no en
todas y es justo aclararlo) pero sí en muchas de ellas.
Por eso es tan importante que te ocupes de la ambientación estética. Si consigues que
tus alumnos se sensibilicen con lo agradable y bello que puedas promover con su propia
participación (siguiendo un viejo principio pedagógico, que a veces se olvida: se educa, sobre
todo, en la actividad), es de esperar que la imagen visual de tu escuela mejore
significativamente, y que todos, sin excluirte a ti misma, reciban el influjo positivo que dinamice
el desarrollo de la conciencia estética en el colectivo; ¡el único camino para que la comunidad
toda empiece a moverse por las leyes de la belleza!, y pueda ascender lentamente al escalón
más alto de nuestra especie, síntesis de los mejores valores del hombre y de la más elevada
expresión de la sensibilidad humana.

31
VIII
MÉTODOS DEL TRABAJO ESTÉTICO-EDUCATIVO

Profe, dirá que no salgo de una para entrar


gen otra. Pero así va mi vida. Sé que para usted
la Educación Estética en un concepto amplio
es una herramienta ideal para la formación
integral de la personalidad; sin embargo, en
su libro menciona algunos métodos específicos.
Yo sé que es un asunto complejo, perdone
mi franqueza, pero es que parece contradictorio.

No dejas de tener razón, Rosa Amada. Se trata, ciertamente, de un asunto complejo. Y


debes alegrarte de que sea así, pues solo lo complejo suele ser interesante; por lo menos es lo
que nos plantea nuevos retos y nos impele a la búsqueda de la verdad.
La personalidad es una complejidad en sí misma, única e irrepetible y por lo tanto,
original. Tener en cuenta esto es primordial a la hora de escoger los métodos para el trabajo
educativo, porque no existe una metodología universal capaz de garantizar, por sí sola, la
formación integral de tus alumnos. Siempre tendrás que acudir, quieras o no, a muchos
procedimientos y aplicarlos creativamente de acuerdo con las características individuales y
colectivas del grupo. A eso suele llamarse enfoque diferenciado, y no deja de ser justa la
denominación, pues los niños, adolescentes, jóvenes y adultos siempre serán diferentes, y
tendrán diferentes necesidades materiales y espirituales. No tener eso en cuenta implica, al
menos, soslayar la esencia compleja de la personalidad.
Uno de los padres del pensamiento complejo, Edgar Morin, a quien tuve la suerte de
conocer personalmente ha insistido en que el hombre, además de consumir y razonar, “juega”,
“imagina”, “sueña”, “ama” y “escribe versos”.17 Y por esa razón, su conciencia es como un fino
“tamiz” de sentimientos, entretejidos de tal manera que resulta imposible separarlos; aunque el
maestro los separe en el aula para estudiarlos mejor. Lo malo de esto es que, a veces, nos
32
acostumbramos a mirar al niño de una manera parcializada y no integramos, en nuestra
mente, lo que en él (como en la vida y en el mundo) está unido. Es un mal que ha calado muy
hondo, sobre todo a partir de la modernidad, y que muchos filósofos y sociólogos critican con
toda razón.
De lo anterior, Rosa Amada, es importante que saques una conclusión elemental;
nunca debemos simplificar a nuestros alumnos ni en consecuencia, las acciones y métodos
para orientarlos en el mundo de los valores a fin de que cada uno vaya encaminándose por la
alameda que habrá de conducirlo a la cima de la sensibilidad humana: que es, tal vez, la más
escabrosa y amurallada de cuantas existen). Por eso, lo que te propongo es aprovechar las
bondades de esa alameda que no es otra que la ancha vía de la educación estética, pletórica
de goces y sorpresas para el espíritu, y cimentada con la arcilla de la belleza y de lo
imponderable; del juego, el sueño y el amor; la alameda que conduce al arte y a la poesía; a
los paradisíacos prados de la imaginación; al fino canto de los pájaros; al perfume de la flor y a
los etéreos colores del arco iris.
Educar no es llevar al niño de la mano como un lazarillo, al encuentro de sí mismo,
sino, como insistía Martí, en “[...] ponerlo al nivel de su tiempo para que flote sobre él [...]”18 y
entonces pueda, con sus propias alas, orientar su vuelo por la vida. En fin, entregarle
herramientas para que pueda cultivar lo bueno y bello y después reproducirlo en el medio que
lo rodea. En ese empeño, casi todo es válido: los métodos pedagógicos que se emplean en el
aula, los métodos del trabajo ideopolítico y los métodos específicos de la Educación Estética.
Especialmente, te recomiendo orientar el juicio artístico de tus alumnos sin imponerte,
sino estimulando en ellos el ideal de la perfección genérica; ya sea de un objeto, de un paisaje
o de una obra de arte. Eso entraña, claro está, el refinamiento de tu gusto y la consolidación de
tus propias convicciones estéticas. Parece algo complejo es verdad, pero en compensación,
muy reconfortante. También puedes impartir cursos, seminarios y talleres sobre estética o
sobre la teoría de la Educación Estética; siempre que no olvides que el conocimiento, por
importante que sea, es incapaz por sí solo de formar un buen gusto, pues la experimentación
es insustituible. Sin embargo, siempre es aconsejable contrastar nuestras opiniones con la de
nuestros semejantes y en lo que respecta al desarrollo de un buen gusto estético, diría que es
imprescindible; con una condición esencial: respetando al otro. No podemos obviar que nos
movemos aquí en el reino de la libertad y que toda imposición es desastrosa: ¡el fino tamiz de
los sentimientos estéticos es tan frágil, que no puede rozarse ni con el pétalo de una rosa!

33
También puedes utilizar el juego de roles, colocar a tus alumnos en el papel del crítico
de arte, del maestro y hasta del instructor de arte, a fin de inducirlos a sistematizar sus ideas, a
elaborar conceptos y transmitirlos al resto del colectivo estudiantil. Como habrás
experimentado por ti misma, nunca se aprende más que cuando se está obligado a enseñar
¡Ah, y algo para concluir! Todo lo que rodea al niño ha de ser bello: sus objetos, la
ambientación de los locales donde descansa o estudia; el jardín donde juega y la calle por
donde transita. Cada detalle es relevante para la alameda que habrá de conducirlo por medio
de la belleza, a la cima de sí mismo: ¡el mayor de todos tus retos!

34
IX
EL FIN ÚLTIMO DE LA EDUCACIÓN ESTÉTICA

Sigo sin recibir sus cartas, y eso me provoca angustia.


Pienso que usted se aburrió de mí,
y ya ni espero al cartero ¿Es que la
felicidad no existe? Recuerdo que usted
dijo que el “fin último de la educación
estética era la felicidad”... ¿No estaba
bromeando, profe?

Es hora, Rosa Amada, de que empieces a recibir mis cartas. No quiero echarle la culpa
al cartero, pero no debes confiar. Una vez más es importante que no desmayes y que no te
sientas angustiada debido a tus inquietudes.
Me preguntas si bromeaba cuando dije que el fin último de la Educación Estética era
la felicidad... ¡Pero no, no bromeaba! Y me atrevo a decir más: el fin último de la educación, en
general, es proporcionar las vías para que todos alcancemos la felicidad. Esto pudiera parecer
a primera vista una frase bonita, pero lo más importante es que es muy verdadera.
En realidad, se trata de una convicción a la que arribé en la época en que impartía
Filosofía de la Educación en una universidad del sur de Brasil, y tiene que ver con el ideal de
la educación. Si te hago un breve recuento al respecto, enseguida notarás algo extraordinario:
y es que a pesar de las diferencias espacio-temporales que han condicionado los procesos de
enseñanza-aprendizaje a lo largo de la historia ha persistido el ideal de una plena realización
humana; referida tanto a la perfección física, como a la intelectual y emocional. Y algunos
ejemplos significativos podrían ilustrarlo.
Los griegos crearon un término singular para sintetizar su ideal de formación integral, la
paideia, que abarcaba la excelencia física y la intelectual, pues no concebían el fomento de las
proezas físicas sin un aparejado crecimiento de las capacidades intelectuales y del espíritu.

35
Platón, en particular, profesaba la educación del cuerpo y la del espíritu, que no podía
enajenarse del contacto directo con la belleza: una función que él delegaba al propio Estado.19
Para instituir tan elevado concepto de la educación, ya los antiguos griegos contaban
con un notable precedente: un sentido de la educación, preconizado por Buda y Jesús, que
apelaba a la sabiduría del corazón. Para Jesús era importante considerar al individuo no solo
como un ser intelectual; sino también como un ser emotivo.
Con el renacimiento, el ideal de la educación (asentado en una concepción
antropocéntrica del mundo se encaminaba a la perfección del hombre: que incluía el cultivo de
las ciencias, del arte y de los valores morales. Tal ideal humanista constituyó el asidero de
titanes como; Petrarca, Rabelais, Erasmo y Montaigne. Según Frederick Mayer, un destacado
historiador del pensamiento pedagógico, el ideal renacentista enarboló un sentido integrador
de la educación donde confluían motivaciones “físicas”, “mentales”,estéticas” y “espirituales.” 20
Un ideal semejante fue preconizado por el moravo Juan Comenio, quien estructuró un
concepto de la educación que tenía en cuenta la estrecha interrelación entre los factores
racionales y emocionales; y por los proyectos educacionales de la “Utopía”, de Thomas Moro;
de la “Ciudad del Sol”, de Campanella; de “La ciudad cristiana”, de Juan Valentín Andrea, y de
la “Nueva Atlántida”, de Sir Francis Bacon, pues partiendo de una concepción utópica de la
sociedad aspiraban a una educación progresista y humana, basada en el establecimiento de
relaciones sociales armoniosas y en el cultivo de las artes y de las ciencias.
El ideal de la educación como aspiración a la plenitud humana y a la felicidad es
también consustancial a la escuela cubana. Martí consideraba a la escuela como una fragua
de espíritus, y hasta llegó a decir: “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus
hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos [...] “ 21
El Che, por su parte, aspiraba a una escuela nueva que rescatara para el hombre el
ideal de su” [...] realización plena como criatura humana … ”22 un proceso que implicaba la
“[...] reapropiación de su naturaleza a través del trabajo liberado y la expresión de su
propia condición humana a través de la cultura y el arte.” 23
Finalmente, ilustrando una idea expresada en el V Congreso de la UNEAC acerca de
que la cultura era lo primero que había que salvar en el “período especial”, Fidel subrayó en el
2000: “Hemos confirmado que hoy más que nunca será decisivo el factor subjetivo y la cultura
del hombre para hacer avanzar la historia hacia los objetivos humanos de nuestra libertad

36
total.”24 Recuerda que la libertad sin la cual no es concebible la felicidad es un dominio natural
de lo estético.
¿Hará falta emborronar más cuartillas, Rosa Amada, para convencerte de que no
estaba bromeando?
Aún así, siento que es necesario explicarte qué entiendo por felicidad.
Una vez más voy a retomar a Martí: “La felicidad existe sobre la tierra, y se la conquista
con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo, y la práctica
constante de la generosidad [...]”25Antes ya él había dicho: “Feliz el que pensó lo bello, sintió lo
grande, amó a mujer, sirvió a la patria, habló su lengua, escribió un libro [...]”26
¿Podrá existir una definición más completa de felicidad? Lo dudo. El hombre o la mujer
que no ha pensado lo bello, sentido lo grande, amado a alguien, servido a la patria, identificado
con su cultura y dejado algo a los demás, no llegará a ser verdaderamente feliz, al menos en el
sentido de la plenitud humana; esa que, al final de la vida, permite decir que todos los
esfuerzos y toda la inteligencia fueron entregados al bien de la humanidad.
Educar para el bien y la belleza que es como educar para la felicidad es un fin que
conduce, a través de la cultura, al reino de “la libertad total “; donde no puede haber valor
estético “ … contra la felicidad del hombre”:27 entre otras razones, porque la esencia de la
felicidad es estética.
Cuentan que antes de morir, el poeta Enrique Heine visitó el Lovre, y que al pie de la
estatua de mármol de la Venus de Milo, fue feliz. En realidad, no sé cuánto hay de cierto en
esta anécdota; pero te aseguro que no existe un acto más sublime para expresar la esencia
estética de la felicidad. Comprenderlo es complejo, lo sé. Pero confío en que el amor por el arte
y tu sensibilidad te guiarán por los mismos pasos del poeta.

37
X
LA INTERRELACIÓN ENTRE LOS VALORES ÉTICOS Y LOS VALORES ESTÉTICOS

Profe, acabo de incorporarme a la Cátedra de


Valores de la escuela, y algunas maestras me
han invitado a participar en una investigación
sobre “valores morales en los adolescentes y
jóvenes”. Sin embargo, estimo que debo
investigar, específicamente, sobre valores
estéticos. ¿Qué opina de esto?

Haces bien en investigar, Rosa Amada, y quiero empezar la carta felicitándote, pues la
investigación proporciona herramientas para vislumbrar lo esencial en lo que nos rodea; eso
que, según El principito, es invisible a los ojos.
Creo también muy oportuno que te hayas incorporado a la Cátedra de Valores y que,
en cierto modo, te relaciones con la investigación sobre valores morales. En realidad no tengo
nada en contra de este tipo de investigaciones parciales; no obstante ya que me pides
opiniones quiero alertarte sobre algunas amenazas.
Ya había dicho antes que la personalidad es una totalidad en sí misma. Eso explica que
la conciencia exija un enfoque integral, tanto en la investigación como en las acciones
educativas dirigidas a su formación y desarrollo. Planteado así, habrás de concordar en que
parece una verdad de Perogrullo, pero infelizmente la práctica escolar revela, con más
frecuencia de lo deseado, el carácter unilateral de muchas de las investigaciones, y el de las
acciones educativas que tienen que ver con la formación de los valores en nuestros alumnos.
Es harto elocuente, por ejemplo, encontrar proyectos investigativos que se ocupen de manera
unilateral del estudio de los valores morales; o por el contrario, estéticos, ecológicos,
ideopolíticos u otros, sin tener en cuenta la interrelación que existe entre ellos. Dicha
interrelación es particularmente singular en lo que respecta a los valores éticos y a los
estéticos; por cuanto todo fenómeno ético posee una dimensión estética, y viceversa en
38
cualesquiera de las relaciones que establece el hombre en el mundo circundante. De modo
que huye de esa unilateralidad, y no olvides que en el individuo todo está “entretejido” y que no
debe perderse, en los estudios específicos, la visión del conjunto.
Esto es válido también a la hora de enfocar el estudio de los valores estéticos, que no
son más que una impresión positiva complejos de sensaciones o sensopercepciones de
aquellas cosas, cualidades y aspectos de la realidad que percibimos como hermosos o
agradables; en esencia como algo valioso, aunque sin un fin propiamente utilitario.
Sé que es difícil de asimilar. Pero no te asustes; iré por parte.
Hace poco participé en el III Congreso Iberoamericano de Pensamiento, en Holguín, y
conocí a dos jóvenes profesores del Instituto Pedagógico que investigan, precisamente, sobre
valores estéticos. Ellos también habían leído La revolución estética en la educación, y la
primera pregunta que me hicieron fue esta: ¿Con qué valores usted trabaja? Más tarde me
explicaron que la investigación les exigía definir los valores estéticos a formar en los
estudiantes lo que a todas luces, constituía para ellos un problema epistemológico; una
palabrita que a veces no podemos soslayar.
En realidad, partiendo del carácter integral de la conciencia, y, ante todo, del carácter
universal de los valores estéticos, siempre he sido partidario de medir la eficiencia de las
acciones estético-educativas por el grado de coherencia, caballerosidad, pulcritud, gracilidad,
prestancia y buen gusto que muestren los alumnos en sus relaciones interpersonales, y con el
entorno natural que rodea a la escuela: jardín, parques, bosques y prados. Un niño, un
adolescente y un joven educados estéticamente vestirán con elegancia el uniforme escolar;
serán caballerosos con sus condiscípulas; respetarán a los maestros y trabajadores de la
escuela; a los símbolos, héroes y mártires de la Patria, y serán solidarios. Pero además
apreciarán el color de las flores, el canto del sinsonte y el valor de un poema. En síntesis, serán
portadores no solamente de valores estéticos; sino también, éticos, patrióticos,
internacionalistas y ecológicos, reflejando el carácter integral de su formación general, el
objetivo que nunca debes perder de vista en el trabajo educativo.
A la formación integral no llega el alumno únicamente por la vía del conocimiento, sin
insertarse en el trabajo creador en las actividades docentes, extradocentes y extraescolares, y
sin la experimentación en el arte. Es decir, sin una fusión de los aspectos prácticos y teóricos
de la educación donde se imbrican, indisolublemente, todos los valores. Es por eso que la
pregunta de los jóvenes profesores, como la tuya ahora, me dejó en vilo. No obstante,

39
reconozco que a veces resulta útil discriminar y separar lo que en la realidad está entretejido,
siempre y cuando no dejemos de ser dialécticos, y seamos capaces de unir después los
elementos separados, artificialmente, en la clase o en la investigación.
Ahora, siguiendo esta misma lógica, podría arriesgarme a enumerar una serie de
valores que se manifiestan en el comportamiento de los alumnos y que tienen, sin lugar a
dudas, una esencia estética (aunque algunos puedan ser promovidos por motivaciones de
carácter ético o de otro tipo). Entre ellos:
 La caballerosidad (proletaria) manifiesta en las relaciones de género y de camaradería.
 La elegancia y graciosidad en el porte, la vestimenta y los modales.
 La pulcritud y cuidado en el aseo y apariencia personal.
 La prestancia y sobriedad en la compostura.
 La cortesía, cordialidad, simpatía y gracia en el trato.
 La amabilidad y bondad en las relaciones interpersonales.
 La delicadeza, gracilidad, mesura y escrupulosidad en el habla, en la elaboración de
juicios y en el trato.
 La terneza, sensibilidad y afección en las relaciones interpersonales, y con la flora y la
fauna.
 El buen gusto (artístico y estético) y creatividad en las clases de Educación Artística; en
el movimiento de artistas aficionados y en la ambientación estética, entre otras
actividades donde se ponga de manifiesto el desarrollo de la capacidad de percepción
estética, y sobre todo la capacidad para imprimir una huella estética en cuanto toca el
estudiante con sus manos.

Notarás que por lo general, en estos valores están presentes también motivaciones de
carácter ético, ecológico e ideopolítico. En fin, las motivaciones que promueve el ideal de
nuestro modelo educativo socialista. También podrás darte cuenta notarás que muchos de
estos valores se interrelacionan tan estrechamente, que dudarás si tuve razón para separarlos
en la enumeración. Reconozco y aplaudo tu duda, pero te digo más: es necesario que en el
proceso de la investigación vayas conformando tu propia enumeración de acuerdo con tu
experiencia, tus conocimientos y las condiciones específicas de tu escuela: porque no hay una
metodología universal; de la misma manera que no hay alumnos universales ni escuelas
universales. En esto te ayudará saber que la dialéctica se manifiesta en las relaciones

40
particulares y singulares existentes en todo lo que te rodea y especialmente,en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Finalmente, para alcanzar el nivel de eficiencia a que aspira tu escuela en la aplicación
del Programa Nacional de Educación Estética, debes calibrar bien tu brújula estética, a fin de
que apunte siempre a la medida y a la mesura, tal como aconsejó Martí en la carta a María
Mantilla cuando, refiriéndose a la “elegancia verdadera”, le advierte que “está en el buen gusto
y no en el costo”, y que quien “siente” la belleza, “no pondrá en un jarrón de china un
jazmín”[...] para que “el vaso no sea más que la flor.” 28
No aspiro, Rosa Amada, a que te “entusiasmes” con todo esto. Como decía una
inolvidable profesora de Lingüística que tuve en la antigua Escuela de Letras de la Universidad
Central de Las Villas (Mrs. Pruna), el conocimiento hay que deglutirlo “gotica a gotica” y
después de haberlo “masticado” bien.
¡Es un loable consejo!

41
XI
La dimensión estética de lo feo

Una vez usted dijo que gran parte de nuestra


misión consistía en luchar contra lo feo en
la escuela y en la comunidad partiendo de la
idea de que todo lo que rodea al alumno debe
ser hermoso. Sin embargo, también dijo que
lo feo se inserta, cada vez más, en el arte
contemporáneo. Si es así profe, ¿no resulta
contradictorio?

Tu pregunta Rosa Amada, pone el dedo en uno de los pares de categorías


fundamentales de la estética: lo bello y lo feo.
Lo bello fue considerado durante mucho tiempo como la categoría principal, hasta el
punto que en muchos diccionarios se define a la estética como ciencia de lo bello, solo en
épocas recientes lo bello ha sido relegado por lo estético. Ello ha sido así porque desde la
antigüedad griega, el arte fue proclamado como el reino natural de lo bello; de lo cual derivó,
en el siglo xviii, la conocida expresión de Bellas Artes que representaba la exclusión de “lo feo”
como un (anti) valor supuestamente ajeno, por su esencia, al arte.
La subvaloración de lo feo como objeto de representación artística se prolongó hasta el
siglo xvii, cuando pintores de la talla de Rembrand, Velázquez y Ribera lo auparon en sus
sobras, ya despojado de toda idealización que pretendiera convertirlo en su opuesto a través
de su representación bella en el arte. Hasta entonces, cuando lo feo real (un animal muerto, un
cuerpo decrépito, un árbol viejo) era acogido en el arte, como aconteció en La Edad Media, se
hacía solo para resaltar, por contraste, la supremacía de lo bello atribuido al mundo divino.
En realidad, no es hasta el siglo xix en que se cuestiona, abiertamente, la relación arte-
belleza, y en el arte contemporáneo (con artistas tan insignes como Roualt, Picasso, Orozco y

42
otros) que la fealdad irrumpe, con todo su potencial estético y con el viso de autenticidad que
ya le había sido reconocido por Aristóteles, en su Poética, veintitrés siglos atrás.
Ahora bien, la actitud del hombre con respecto a lo feo en la vida y en su
representación en el arte, suele ser diferente. Un animal enfermo, un árbol caído, un pájaro
muerto y una flor mustia pueden suscitar un auténtico sentimiento de rechazo y hasta asco.
Pero esto sucede cuando nos colocamos en una situación estética con respecto al animal, al
árbol, al pájaro y a la flor: lo que entraña cierto distanciamiento emocional. No ocurre así,
empero, en otro tipo de situación (no estética) como puede ser la relación médico-paciente,
donde este no es necesariamente asumido como ente feo; o en el caso del “tratante en
minerales” (mencionado por Marx )29 que, obcecado por el valor utilitario del mineral, no es
capaz de percibir su belleza. Solo en la relación estética, desinteresada, somos capaces de
discernir en términos de fealdad y belleza, tomar conciencia de lo feo y combatirlo en nuestro
entorno.
Cuando no hemos desarrollado la sensibilidad artística y no somos capaces de
establecer una relación estética con el contenido de la obra de arte, podemos confundir “lo feo”
representado con lo feo real. Existe una anécdota acerca de un espectador que, exaltado por
la crueldad del protagonista en una puesta escénica de Otelo, subió al escenario y lo apuñaleó.
En ese caso, el espectador no fue capaz de colocarse en una situación estética con respecto
al contenido de la conocida tragedia de Shakespeare y lamentablemente, tomó como real la
representación escénica.
Cuando el espectador (o el lector) es capaz de establecer una relación estética con los
personajes de una determinada obra de arte, y de valorar estéticamente su contenido,
entonces advertirá lo innegablemente feo que ha sido representado en ella: ya sea en El
contrahecho, de Ribera; en La pelliza, con esa Elena Fourment “pasadita de peso”, de Rubens;
en los rostros “con carita de cerdo” de La intriga, de Ensor; o las deformaciones de El Jorobado
de Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo. Pero en todos estos casos, con una
particularidad: recibirá un placer estético, y no confundirá la realidad de lo feo con su
representación simbólica. Pues el contenido de la obra de arte habrá pasado a través del fino
tamiz de sus sentimientos estéticos, suscitando el embrujo del arte.
¿A qué se debe, finalmente, esta especie de metamorfosis de “lo feo” en el arte y la
literatura? Sencillamente, a la potencialidad creadora del arte, que es capaz (cuando es
producto, por supuesto, de verdaderos artistas de la imagen y de la palabra) de transportarnos

43
en los brazos de la imaginación y la fantasía, al reino de la “libertad” donde todo es posible. En
eso consiste, por ejemplo, el encanto de la literatura infantil, que opera en el marco de una
especie de “contrato” que establece el escritor con el receptor de su libro (el niño, el
adolescente o el joven) y por medio del cual estos le permiten operar libremente, en la esfera
de sus sentimientos a cambio de la libertad para recrear el mensaje literario a través de la
lectura personal de la obra.
Hasta aquí he intentado explicar, en unas cuantas líneas, la especificidad del reflejo de
lo feo en el arte y la literatura (que nos induce a asimilar, estéticamente, cosas que resultan
repulsivas en la realidad), revelando con ello la singularidad del arte y su supremacía como
medio de la Educación Estética.
Sin embargo, la percepción de lo feo sufre también una especie de metamorfosis
espacio-temporal, de acuerdo con la cual fenómenos y objetos, que en una época determinada
fueron considerados como feos, retornan revalorizados estéticamente y son asimilados por la
nueva sensibilidad reinante. La azarosa evolución de la moda es buen ejemplo; pues
vestimentas pasadas de moda a veces retornan (generalmente compulsadas por intereses
mercantiles) y logran reinsertarse en el gusto popular. De manera que lo feo (por su esencia
estética) disfruta de esa libertad que es consustancial a los fenómenos artísticos y estéticos, al
operar en la esfera emocional del individuo.
Cada uno de nosotros, únicos e irrepetibles por el cúmulo de vivencias y experiencias
dispone de un tamiz diferente para “filtrar” los mensajes artísticos y estéticos que recibimos del
arte, de la literatura y de los objetos y fenómenos del mundo circundante: una singularidad que
ha llevado a muchos a regatearle cientificidad a la estética, y a otros a decir, que como cada
uno tiene su gusto, no vale la pena discutir sobre ello.
Resumiendo: lo feo es una parte orgánica de la naturaleza y aun siendo opuesto,
comparte con lo bello su esencia estética, no en balde, ambos son categorías de la Estética.
Por eso la conciencia sobre su existencia, tanto en la realidad, como en el arte y la literatura,
contribuye al interés de embellecer la vida luchando contra todo lo feo que es reproducido por
el hombre, en el proceso del trabajo o como consecuencia de un estilo de vida agresivo para el
medio ambiente; así como en el proceso de degradación natural de los ecosistemas. Por tal
motivo, la justa apreciación de la dimensión estética de lo feo en los ámbitos natural y social
debe constituir un objetivo de la Educación Estética en la escuela.

44
Se trata de otro reto que puede provocar dolores de cabeza. Pero evitarlos será posible
viendo y leyendo una y otra vez; siempre con el corazón abierto y la pupila alerta, pues, al decir
de Ramp, el conocimiento, “al igual que la luz, está en todas partes, basta con abrir el ojo del
discernimiento y dejarle pasar”.

45
XII
La personalidad estéticamente desarrollada

Hace unos días tuve una inspección, donde la


metodóloga del municipio evaluó la aplicación
del Programa Nacional de Educación Estética.
En general, a ella le pareció bien lo que hago; sin
embargo, dijo que la escuela está lejos de
alcanzar los objetivos del Programa, y que de
esa forma los alumnos no llegarán a tener una
“conciencia estética desarrollada”. No sé lo que
realmente quiso decir con eso, pero enseguida
me asaltó una duda: ¿qué es ser estéticamente
desarrollado? ¿Podría abundar un poquito en eso?
profe.

Mi respuesta, Rosa Amada, pudiera llenarte de incertidumbres. Y es que los asuntos


que tienen que ver con la formación y desarrollo de la conciencia son peliagudos; pues se trata
del proceso de formación y consolidación de los deseos, motivaciones, necesidades, intereses,
valores y convicciones del individuo, donde intervienen no solo los conocimientos que le va
proporcionando la escuela; sino también la herencia recibida del hogar y las propias vivencias.
Pudiera ilustrar este proceso con la imagen de un caudaloso río con numerosos afluentes los
factores objetivos y subjetivos del macromedio y del micromedio que ejercen influencia sobre la
personalidad, las instituciones estatales; los medios de comunicación masiva; el arte y la
literatura; la familia; el colectivo estudiantil; las organizaciones políticas y de masas y los grupos
no formales. Estos factores promueven en el individuo un conjunto de valores que se
amalgaman configurando el sutilísimo tejido de la conciencia, que se revela en su
comportamiento como ciudadano.

46
La conciencia, ya se dijo, es integral; por lo que no puede ser separada en
compartimentos (útil a la hora de estudiar su estructura; pero nunca a la hora de diseñar las
acciones del Programa Nacional de Educación Estética). Por eso, soy partidario de trabajar
con un concepto amplio de la Educación Estética, que exige un enfoque integral, a través de lo
holístico, sistémico o complejo, de acuerdo con el cual debemos formar no solamente el
compartimiento estético; eso que habitualmente, denominamos conciencia estética, y cuyo
núcleo es el arte; pero que en la realidad, es una parte indiferenciada de la conciencia única e
indivisible del individuo.
Tal vez la metodóloga consideró que las acciones diseñadas en tu escuela tenían un
carácter unilateral, dirigido a desarrollar la capacidad de apreciación del arte y no a formar
integralmente a los alumnos; lo cual no favorece el cumplimiento del objetivo de la Educación
General Integral. Sea o no así, lo cierto es que no se debe desperdiciar la posibilidad que
ofrece la Educación Estética, por el carácter universal de los valores estéticos, para apuntar
con un mismo fusil a las diversas dianas del trabajo educativo.
¿Qué es ser estéticamente desarrollado?, preguntas, omitiendo un detalle que yo
podría formular por medio de otra pregunta: ¿cuándo y en qué lugar del mundo? Pues,
seguramente, no sería igual la respuesta si se tratara de países del llamado Primer mundo o
del Tercero; de un país capitalista o de uno socialista; en la Grecia Antigua o en el
renacimiento. Alguna diferencia importante debe haber, por lo que no resulta sensato perder
de vista la época ni el contexto. Por supuesto, doy por descontado que se trata de la Cuba
actual. Por lo tanto, partiendo del ideal de formación integral del modelo educativo cubano,
toda personalidad estéticamente desarrollada debe ser integral: lo que presupone la asunción
de los valores éticos de la Revolución Cubana, con sus implicaciones sociopolíticas; puesto
que aceptamos la superioridad y justeza de los ideales humanistas enarbolados por Fidel:
aunque no vivamos, por múltiples razones, en una sociedad perfecta. Por ende, pensamos en
una personalidad que asuma los valores de nuestro proyecto socialista y luche por su
concreción en la vida del país.
Por otra parte, concebimos a la personalidad estéticamente desarrollada con un
elevado nivel cultural. Y cuando hablo de cultura, quiero decir conocimientos de todo tipo ya
que quien sabe de una sola cosa no sabe ni de esa cosa, ¿recuerdas esa frasecita de cartas
anteriores? Pues bien, te hablo de ciencia, arte, literatura, política, deportes... En fin, de todo;
aunque no necesariamente de formación enciclopédica (imposible de obtener en el mundo de

47
hoy, donde los conocimientos se multiplican en reducidos lapsos de tiempo y en proporción
geométrica). Lo fundamental es saber orientarse en medio del maremágnum de valores y
conocimientos que afluyen a nuestros sentidos.
Coronando lo anterior, debe poseer una elevada sensibilidad que le permita
comprender y disfrutar el arte, la literatura y lo bello natural o reproducido por el hombre; pues
también ha de ser un profesional altamente competente y creativo. No tiene que ser,
necesariamente, artista o escritor ni tocar un instrumento musical; pero sí capaz de proyectar
su sensibilidad (estética) en su actividad vital. Y por supuesto, como parte de esa sensibilidad,
ha de ser solidario con sus compatriotas y dondequiera que alguien sufra, en el mundo, una
injusticia.
Los conceptos, Rosa Amada, cambian con el tiempo, que es decir con la vida, y es de
esperar que el desarrollo de la sociedad vaya planteando nuevas exigencias estético-culturales
que irán ampliando el concepto de personalidad estéticamente desarrollada, puesto que no
renunciaremos a la concepción dialéctica del mundo.
El hombre nuevo, como bien intuyó el Che, es de transición, y su imagen no está
acabada. Pero el Che dijo más: “[...] su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo
nunca ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de las formas económicas nuevas
[...]”.30 De aquí se infiere que el proceso de formación de personalidades estéticamente
desarrolladas también es ilimitado; lo que no debe constituir un pretexto para que dejes de
cultivar la sensibilidad en tus alumnos; sino por el contrario, un acicate para acelerar la
formación de personalidades integralmente cultas: que serán las únicas capaces de crear las
condiciones socio-económicas para acercar el porvenir hacia el cual encaminamos nuestros
pasos... El horizonte luminoso donde ya se vislumbra, con la silueta de tu propio rostro, al
hombre nuevo.

48
XIII
VIVIR PARA EL BIEN Y LA BELLEZA

Usted siempre repite: educar para el bien


y la belleza. Pero que yo sepa el bien no
es una categoría estética. No es que esté
en desacuerdo, profe,¿ pero cómo se explica?

Tienes razón, Rosa Amada. Me gusta repetir que debemos educar para el bien y la
belleza, tal como lo concibo, a partir del ideal de la Educación Cubana. Aunque, visto así, tal
vez constituya una redundancia, pues, ¿acaso el bien no es bello en sí mismo? Y lo bello, ¿no
presupone un bien?
Se dice, con razón, que todo fenómeno estético tiene una dimensión ética, y viceversa;
porque no se concibe a la belleza despojada de un sentido moral, ni al acto moral sin contenido
estético. Es por eso que Fidel no concibe un divorcio entre los valores morales y los estéticos,
dentro del ideal social de la Revolución, o que valoramos como bellos a los héroes y mártires
de la Patria (independientemente del físico y de la edad). Nuestra visión de Antonio Maceo,
José Martí y Máximo Gómez, como la de Frank País, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che
Guevara, es esencialmente estética; pues apreciamos como estético el contenido moral de las
hazañas que los inmortalizaron. Y de esa misma forma, valoramos a Fidel. Existe, por cierto,
una frase de Martí que ilustra cómo las cualidades, por ejemplo de un niño, pueden embellecer
su imagen independientemente de sus rasgos físicos, siempre que sea aseado y bueno.31
Un concepto de belleza semejante podemos encontrarlo en la relación del niño, del
adolescente, del joven y del adulto con la naturaleza, y que es calificada por la Ética Ecológica
(o Eco-ética) como una acción moral.
¿De dónde procede, realmente, el ideal de fusión de lo bello con lo ético?
Pues, como muchas otras cosas, de los antiguos griegos: específicamente, del ideal de
la denominada instrucción en círculo (kyklos paideia). Este ideal presuponía la formación
general del ciudadano, y en particular, educarlo en el sentido del bien y la belleza; para lo cual
49
los griegos concibieron un concepto singular: la kalokagathia, asumida por Platón como
“belleza moral”. ¡Ya ves qué hondo caló, entre ellos, la concepción de la belleza! Y es que,
como afirmó Raymond Bayer en el prefacio de su Historia de la Estética, “los valores estéticos
32
no se presentan aislados; son funciones de valores morales y políticos”. Esto es algo que
vale la pena recordar.
Preguntarás, Rosa Amada, para qué te sirve conocer esto a la hora de diseñar tus
acciones estético-educativas en la escuela. Pues bien, para saber que no solo puedes
apoyarte en el arte, en la naturaleza y en el trabajo (esos medios fundamentales de la
Educación Estética) sino que también puedes apoyarte en la historia sobre todo,
latinoamericana y cubana; tan pletóricas de hazañas y actos heroicos que constituyen, por sí
mismos, elevadas expresiones estéticas de la conducta humana. También sirve para
consolidar tu visión unitaria acerca de los valores como expresión de la unidad material del
mundo, que abarca la naturaleza y la sociedad humana y de su reflejo en la conciencia; algo
particularmente importante para superar el enfoque parcializado en el trabajo educativo, que
tanto daño ocasiona a los alumnos.
Si tuvieras suficiente interés y paciencia, dos aliados naturales de la autoeducación que
nunca debieran faltar en una instructora de arte, hurgarías nuevamente en los libros (como en
la Historia de la Estética, de Bayer), a fin de acrecentar el arsenal de tus herramientas teóricas
y metodológicas, para obrar en el aula con conocimiento de causa. Y debo decirte,
sinceramente, que no espero menos de ti.

50
XIV
Los valores estéticos y el amor

He tratado de explotar algunas inquietudes


que tienen mis alumnos sobre el amor, pues usted
sabe que el sexo motiva mucho. No sé si hago bien,
pero al menos sigo su consejo y aplico el enfoque
integral en mis talleres. Por cierto, profe, ayer
terminé con un poema de amor que gustó muchísimo.
Empieza así: “Puedo escribir los versos más tristes
esta noche , escribir, por ejemplo: La noche está
estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”

Rosa Amada, me has emocionado con los versos... Neruda es uno de mis poetas
preferidos, y este poema (el último de sus “Veinte poemas de amor y una canción
desesperada”) es mi favorito. Así que si tú también lo prefieres, ya compartimos algo
importante.
Pero no es solo eso lo que me ha emocionado, sino también constatar que sigues el
consejo que di en el curso, lo que significa que no “aré en el mar”. En realidad, no tienes por
qué dudar: haces requetebién y tus alumnos te lo agradecerán. Es lógico que el sentimiento
del amor esté presente en tus talleres; pues es connatural al ser humano, máxime cuando se
trata de adolescentes y de jóvenes. Pero digo más: es difícil encontrar algún otro sentimiento
más interrelacionado con los valores estéticos, claro, si se trata de un sentimiento de amor
puro, quiero decir, verdadero. De no serlo, ¿acaso valdría la pena hablar de él en el aula?
Tanto tú como yo sabemos que es otro tema complejo. Si no lo fuera, quizás no se
hablaría tanto de educación sexual en las escuelas, en la radio y la televisión, en los periódicos
y las revistas; tampoco se hablaría de tantos divorcios, embarazos precoces y otras
calamidades. Es algo triste, pero es así. Y constituye un estímulo poderoso para la inserción
del enfoque integral en tus acciones educativas, lo que merece felicitaciones y aplausos.
51
Ya insistí en alguna carta acerca de que la personalidad es única, y de que su
conciencia tiene un carácter integral; aunque podamos discriminar (artificialmente) diversos
valores en su estructura: entre ellos los valores relativos a la sexualidad humana, los éticos y
los estéticos. Estos últimos están presentes e íntimamente relacionados en la conducta sexual
del individuo: algo que, lamentablemente, a veces se olvida en la escuela. Por esa razón, no
solo es plausible; sino que es necesario incorporar objetivos de la Educación Sexual en el
diseño de las acciones estético-educativas; pues no tenemos derecho a olvidar, como
enfatizara Edgar Morin, que “[...] el hombre prosaico es también el de la poesía, esto es, el del
fervor, la participación, el amor, el éxtasis [...]”.33 Omitirlo, equivale a renunciar al carácter
integral del proyecto educativo de la escuela, al considerar al educando como un ente
compartimentado.
Creo que haces bien en utilizar la poesía como medio para el desarrollo de
motivaciones estéticas, con respecto al amor, en el colectivo estudiantil; especialmente,
cuando se trata de grandes poetas como Neruda. Y es que la poesía apela directamente a los
sentimientos, promoviendo las acciones más nobles de que es capaz el hombre (tal vez por
eso Martí consideraba que era tan necesaria a los pueblos). Estimular sentimientos de amor,
en un mundo amenazado por catástrofes que ponen en peligro no solo el acervo estético de la
humanidad, sino hasta su propia supervivencia, constituye un reclamo de la actividad docente
responsable como es un taller; pues a la condición de “evangelio vivo” (un imperativo para el
maestro y el instructor de arte de hoy) es consustancial también la condición de ser político.
Ahora bien, para que no seas unilateral en tus acciones, no dejes de incorporar otras
modalidades del amor: como el amor a la familia, a la escuela, a los héroes y mártires de la
Patria, a la Revolución y a Fidel. Porque en esas modalidades están presentes también los
valores estéticos, configurando una dimensión esencial de nuestra cultura.
Para terminar, reciprocando tu elevado gesto, te remito un soneto de Mariano Brull, que
exalta los sentimientos estéticos que suscita la belleza natural. ¡Espero que te guste!
Yo adoro en el Otoño la expresión transitoria
que llena los jardines de gracia pensativa,
y en que el gentil donaire del aura migratoria
idealiza el ambiente con una unción votiva.

Si ha muerto ya el Estío, su muerte es ilusoria;

52
aún mora en la floresta como alma sensitiva:
viviendo el apogeo de una doliente gloria,
llenando los jardines de gracia pensativa.

Yo adoro la expresión rojiza, que en la fronda


remeda, persistente, la pasajera onda
de luz crepuscular con su melancolía,

y la hora exquisita de suprema belleza


donde, en nupcial momento de sagrada tristeza,
se funde en el Otoño la tarde en agonía. 34

53
XV
L0S OJOS NO VEN

Ayer fui a una exposición de pintura en la Casa


del Escritor y regresé con las alas caídas. Eran
cosas bastante raras y le aseguro que no entendí nada.
Entonces me acordé mucho de usted, profe “Hay
que tener ojos para la belleza”, nos decía a veces.
Pero parece que yo no tengo (aunque los necesite
mucho).

Es triste, ciertamente, que la visión no nos alcance para escudriñar más allá de la
apariencia “rara” de las cosas. Pero es que los ojos tienen que aprender a ver.
“Los ojos no ven”, es una frase que leí en un artículo del esteta mexicano Juan Acha. Él
decía que vemos con la ayuda de los conocimientos y de la experiencia acumulada por
nuestro intelecto.35 Por eso es importante leer estudiar, y en cuestión de pintura, ver y
experimentar mucho. Solo la lectura, el estudio y la experimentación puede aguzar la visión
para desentrañar la clave del pintor o del escritor; leer su mensaje y recrear su obra. Huelga
decir que dicha lectura que también pudiéramos denominar interpretación siempre estará
mediada por el gusto, las convicciones y el ideal estéticos formados en el contacto directo con
el arte, con la literatura y con la belleza de los objetos y fenómenos del entorno natural y social.
El gusto, las convicciones y el ideal dependen también de influencias locales, nacionales y
universales (porque todo está entretejido en el mundo). Saber esto es importante para construir
la brújula de que hablé en las cartas anteriores; porque cuando miramos “con los ojos bien
abiertos” alguna exposición de pintura, siempre lo hacemos a partir de cierto gusto personal,
de ciertas convicciones y de cierto ideal. Y por eso hay que rehuir de lo kitsch, lo vulgar, lo
trivial, lo chabacano, lo banal, lo grosero, lo feo y lo intrascendente; que nos acosan por
doquier y que lamentablemente, muchas veces terminan lacerando el fino tamiz de nuestros
sentimientos estéticos.
54
Créeme, Rosa Amada, que no existe otro camino más corto que la lectura, el estudio y
la experimentación para consolidar un buen gusto y sólidas convicciones estéticas, y tus
alumnos deben saberlo bien. ¡Pero lo esencial es que tú estés convencida!
Nada de esto, sin embargo, debe ser motivo para que andes con las “alas caídas”. En
realidad, es un privilegio pertenecer a la especie humana y vivir en el siglo xxi; pues hubo
tiempos en que los sentidos humanos (como el ojo y el oído) eran muy deficientes. Por eso
Marx dijo que “[...] Sólo por el despliegue objetivo de la riqueza del ser humano, la riqueza de
los sentidos humanos subjetivos (un oído musical, un ojo sensible a la belleza de las formas,
en una palabra, los sentidos capaces de goces humanos), devienen sentidos que se
manifiestan como formas del ser humano.”36 Y son los que nos permiten cuando están
entrenados, claro está, penetrar en la esencia de la obra de arte y desentrañar las claves del
autor.
Aún así, debes estar alerta ante los “cantos de sirena” que llegan a tus sentidos. Es
aconsejable que amarres bien el corazón, como hicieron los compañeros de Odiseo, para
repeler los fáciles deleites de los mensajes audiovisuales (de la radio y la televisión, inclusive)
que constantemente nos tientan. A veces hay que cerrar los ojos y taparse los oídos, porque
los ataques son implacables. Nunca estará demás que lo tengas en cuenta cuando te
acerques a un bicitaxi por las calles de Santa Clara; la única manera de estar protegido contra
un reguetón de mal gusto... ¡Pero, cuidado! Ese peligro acecha también en la casa, en la
escuela y en la comunidad; porque el mal está generalizado.
No quiero, Rosa Amada, atiborrarte con otras advertencias. Poco a poco, en la medida
en que avances en la Educación Artística, y sobre todo, te ejercites en la creación de valores
estéticos (como máxima expresión del autoperfeccionamiento que vayas alcanzando)
penetrarás en otras dimensiones del conocimiento. Entonces comprenderás que la forma de
verde cada individuo es única, porque (aun descontando la herencia genética y las patologías
oftalmológicas que afectan la visión), único es su acervo estético-cultural y su experiencia.
No está demás que conozcas, que el ojo humano está programado para hacer una
lectura armoniosa y simétrica de la naturaleza; lo que dio origen, entre los pitagóricos, a la
percepción del mundo como sinfonía musical universal, y más tarde, a las categorías estéticas
de la Poética de Aristóteles (como proporción, simetría, armonía, etcétera). Y es que la ilusión
de lo simétrico hizo suponer a los griegos que debía existir cierta legalidad en la manifestación
sensible de la belleza, dando lugar a la búsqueda de la relación matemática que

55
tentativamente está en la base de los fenómenos estéticos, y que pudiera ayudar tanto a
revelar su esencia, como a reproducir lo bello en el arte. Esto daría también la clave para
establecer la regla de oro del arte clásico griego, cimentado sobre el dominio de lo bello.
Leyendo y estudiando, llegarás a comprender que la naturaleza es mucho más
compleja de lo que suponían los antiguos griegos, y al igual que resultó inconsistente la
concepción atomista del mundo (sustentada en el supuesto de la indivisibilidad del átomo), es
ilusoria la simetría que nuestros ojos suelen apreciar en los objetos naturales: en las hojas de
un árbol, en el cuerpo de un animal, en las franjas de un arco iris, o en su representación
pictórica. Ya que el azar y el caos son también expresiones esenciales de la naturaleza.
Espero me excuses por esta larga charla sobre un asunto, al parecer, sencillo, pero así
es de complicada la realidad, y debemos mirar al fondo de las cosas. No te desesperes si de
momento, no ves los árboles en la espesura del bosque. Llegará el día en que lo harás, y
entonces (con los ojos bien abiertos) avanzarás hacia el reino de la libertad total: el más
elevado a que el espíritu humano pueda aspirar.

56
XVI
El hombre del siglo XXI

En la Cátedra de Valores nos referimos mucho al


Che; sobre todo, a sus ideas
acerca del “hombre del siglo xxi”
¿ Cómo cree profe, que yo pudiera
enfocarlo en mis talleres para
aplicarlo al Programa de Educación Estética?

Hace poco te hablé del amor a los héroes y a los mártires. Decía que en ellos están
presentes los valores estéticos, pues los actos heroicos tienen una dimensión estética que
hace bella a la personalidad independientemente de la belleza física, se trata de la belleza
moral de que hablaran los antiguos griegos. Entonces, ahí tienes una arista del Che que
puedes explotar en tus talleres; pues pocas figuras hay en nuestra historia con hazañas tan
sublimes como las de él, y por lo tanto, con un elevado contenido estético.
Pero la perfección del rostro del Che tiene por sí una innegable connotación estética, y
eso lo puedes comprobar por la mundialmente famosa foto de Korda.
Es decir, que en el Che la belleza moral se fusiona con la belleza física, reforzando su
imagen estética como paradigma del “hombre del siglo XXI”; acerca de lo cual puedes
reflexionar en tus talleres. Se trata, en síntesis, de una personalidad integral, bella por su físico,
por sus ideales y por sus actos; y digna de constituir por tanto un modelo para la más joven
generación que claman a los cuatro vientos: “¡Seremos como el Che!”
El Che, además, fue un creador en cada una de las esferas en que desenvolvió su
fecunda actividad; ya sea la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra o en otras “tierras del
mundo”; la construcción económica del país o las misiones diplomáticas que asumió tras el
triunfo de la lucha insurreccional; ya, su labor como teórico de la construcción del socialismo,
empezando por su formidable ensayo “El socialismo y el hombre en Cuba” y terminando con
sus Apuntes críticos a la Economía Política. El estilo literario de sus obras, exaltado por los
57
estudiosos, revela la voluntad de un escritor. De modo que esa arista (la de creador
multifacético y la de escritor) también puede ser explotada en tus talleres. Un pretexto loable
sería el poema que el Che dedicó a Fidel en vísperas de la partida de Tuxpan, donde la
inspiración lírica se une con el fervor revolucionario y con los más nobles sentimientos del
redentor:

Vámonos
ardiente profeta de la aurora,
por recónditos senderos inalámbricos
a liberar el verde caimán que tanto amas.

Vámonos
derrotando afrentas con la frente
plena de martianas estrellas insurrectas,
juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.

Cuando suene el primer disparo y se despierte


en virginal asombro la manigua entera,
allí, a tu lado, seremos combatientes,
nos tendrás.

Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos


reforma agraria, justicia, pan, libertad,
allí, a tu lado, con idénticos acentos,
nos tendrás.

Y cuando llegue el final de la jornada


la sanitaria operación contra el tirano,
allí, a tu lado, aguardando la postrer batalla,
nos tendrás.

58
El día que la fiera se lama el flanco herido
donde el dardo nacionalizador le dé,
allí, a tu lado, con el corazón altivo,
nos tendrás.

No pienses que puedan menguar nuestra entereza


las decoradas pulgas armadas de regalos;
pedimos un fusil, sus balas y una peña.
Nada más.

Y si en nuestro camino se interpone el hierro,


pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos
en el tránsito a la historia americana.
Nada más.37

Finalmente, hay una arista del Che que puedes y debes explotar, y es su elevada
concepción del trabajo como fuente de las riquezas materiales de la sociedad, y al mismo
tiempo, como medio para la formación de un hombre nuevo, En el proceso dialéctico del
“desarrollo de formas económicas nuevas”, según el Che, irán manifestándose los valores de
una personalidad libre de su enajenación, principalmente con la ayuda de toda la sociedad
(que habría de convertirse en una “gigantesca escuela”), y de la autoeducación convertida en
“hábito”. Lo fundamental es resaltar cómo el Che fue capaz de percibir la esencia estética del
trabajo, cuando dice: “ [...] Esta es la forma de educación que mejor cuadra a una juventud [...]
la forma de educación en la cual el trabajo pierde la categoría de obsesión que tiene en el
mundo capitalista y pasa a ser un grato deber social, que se realiza con alegría [...] en medio
de la camaradería más fraternal [...] que vigorizan a unos y otros, y a todos elevan”38, con lo
cual el trabajo es reivindicado como un medio para la formación estética de los jóvenes; algo
que se olvidó en el diseño de los programas de educación estética en no pocas escuelas.
Las cartas del Che, en particular, constituyen un reservorio de sentimientos y de valores
donde se pone de manifiesto el carácter estético de su personalidad. Entre ellas, sobresalen

59
las cartas a su hija Hildita 39 y a Fidel40, que revelan su elevada sensibilidad como hijo, como
padre y como revolucionario.
En fin, Rosa Amada, creo que en el Che (como en Martí, Fidel y otros tantos héroes y
mártires de la Patria) encontrarás una rica fuente de valores estéticos para estimular el
autoperfeccionamiento de tus alumnos y especialmente, para la modelación de la conciencia
estética dentro de un concepto de integralidad: un rasgo sustancial en la imagen vívida que
conservamos del Che.

60
XVII
El buen gusto de las actividades escolares

Profe, mis zozobras no acaban. Ayer se hizo


en mi escuela la premiación del concurso Mi
libro preferido, pero a última hora, los regalos
no aparecieron y los niños se sintieron muy mal.
Para remachar, alguien puso un reguetón. Dicen
que nunca había sucedido eso; pero yo lo dudo.
¿ Usted cree que así podré avanzar?

Una vez más, Rosa Amada, tengo que darte la razón (aunque no totalmente). Una
instructora de arte (como un maestro) no tiene derecho a cansarse, por larga que sea la
jornada. Desgraciadamente, en la época en que organizaba Cátedras de Educación Estética
en las escuelas de Santa Clara (allá por los años noventa, en pleno período especial), supe de
concursos donde a veces los premiados no eran convocados a un acto de premiación. Eran
concursos que bajaban del municipio y que algunos maestros y bibliotecarias aceptaban como
“una tarea más” en sus abultados planes de trabajo. Y en esas condiciones, podía suceder
cualquier cosa. Pero hoy vivimos en otro período donde la chapucería, el mal gusto y el
formalismo deben ser erradicados, definitivamente, en las escuelas.
¡Y tú como instructora de arte tienes una gran responsabilidad en ello!
Dirás que es algo que se sale del contenido de tus talleres. Es verdad. Pero si piensas
así, estás obviando importantes facetas del trabajo educativo; que tiene como objetivo la
formación integral de la personalidad (una tarea de todos en la escuela; aunque también de la
familia y de la sociedad en su conjunto).
Los concursos son una vía eficaz para promover intereses estético-culturales en los
estudiantes, pero cuando son organizados con rigor desde la convocatoria y la selección de los
trabajos hasta el acto de premiación. Este último debe ser una expresión de buen gusto y una

61
excelente oportunidad para mostrar el desarrollo del movimiento de artistas aficionados (en lo
cual tú debes tener una participación sustantiva).
El reguetón, por sí mismo, no es malo. Tampoco podemos desconocer el atractivo que
ejerce entre los niños. Lo malo es no variar la programación musical, ni hacer reflexionar a tus
alumnos sobre el asunto en tus talleres. Cada niño tiene que ir construyendo su propia brújula
para orientarse en el complejo mundo de los valores artísticos, y para eso necesita las
herramientas que tú (y otros como tú) les proporcionen en las aulas. Cuando eso no ocurre, el
niño avanza a tiento, con una venda en los ojos que le impide ver más allá de lo estrictamente
mundanal que lo rodea.
La sociedad, ya lo dijo Engels, avanza de forma tal, que a veces predomina el azar41.
Hace solo unos días participé en un debate en la sede de la UNEAC donde se reflexionaba,
precisamente, sobre los concursos literarios y los premios. Yo llegué tarde y no pude escuchar
el texto inicial leído por el poeta Luis Manuel Pérez-Boitel. Pero el resto de lo que oí era como
para dejar caer las alas del corazón. El consenso entre los participantes era que los concursos
(tanto en Cuba como en el extranjero) son generalmente manipulados por quienes los
organizan, y que (con raras excepciones) los premios van a parar a manos de los
“predestinados”: ¡los amigos, en la mayoría de los casos! Siguiendo esa lógica, un laureado
escritor se ufanó de lo bueno que era así. “¿Vamos a premiar a los enemigos?”, se justificó con
una pregunta. El debate, por supuesto, llegó a una conclusión olímpica, puesto que los
jurados son manipulados, hay que dudar (metódicamente) de los resultados de los concursos
y no creer en las “jerarquías artísticas” que a veces se establecen, artificialmente, sobre su
base.
Bueno, no te agobio con más detalles del debate. Si lo traje a colación, es para decirte
que en la reunión había dos lamentables ausencias: ¡los valores éticos y los estéticos! Lo más
triste del caso para mí, es que en varias oportunidades he tenido el mismo presentimiento con
respecto a concursos en los que he participado.
¿Qué debiéramos sacar como conclusión de todo esto? Creo que, en primer lugar, lo
que me escribió en cierta ocasión un estimado autor de libros para niños (Enrique Pérez Díaz)
la necesidad de organizar los muebles en nuestras cabezas. Es decir, aprender a justipreciar
las cosas y a proteger adecuadamente nuestros sentimientos. No es posible relegar los
valores éticos y los estéticos a la hora de valorar actividades y hechos que tienen por sí, una
naturaleza ética y estética. No se puede hacer, por lo menos, sin menoscabar la imagen

62
personal ante una sociedad (como la nuestra) inspirada en elevadas motivaciones ético-
estéticas. Solo dos actitudes son coherentes ante esta situación, el rechazo tajante de la
conciencia y la reprobación social, pero al mismo tiempo, como aconsejara el Che: “[...]
Podemos intentar injertar el olmo para que dé peras, pero simultáneamente hay que sembrar
perales [...]”42 Los perales son esos niños que necesitan de ti para que un día no tengan que
lamentar tan sensibles ausencias en un debate.
Enseñarlos a honrar significa enseñarlos a obrar justamente, de acuerdo con una
escala de valores donde no sean discriminados los de índole ética y estética; a ser justos
consigo mismos, siendo justos con los demás y reconociendo a cada uno el mérito que
merece. Y hacerlo humildemente, aspirando a ser premiado, únicamente, por la propia
conciencia. Pues, como dijo Martí, “[...].no hay más que una gloria cierta, y es la del alma que
está contenta de sí.”43
Si actúas de esa manera Rosa Amada, estoy convencido de que tus alumnos podrán
avanzar fortaleciendo la mente y el corazón; lo que es mucho más importante que tu propio
avance.

63
XVIII
La educación empieza con la vida

Si viera, profe, cómo me quemo las pestañas


en la biblioteca, estoy segura que se sentiría
orgulloso de mí. Aún así, creo que estoy a cien
años luz de ser un verdadero “evangelio vivo”.
Solo aquella frase de Martí la que usted enfatizaba
tanto en el aula: “la educación empieza con la vida
y no acaba sino con la muerte” puede consolarme
un poco. Sin embargo, a veces pienso que no me
alcanzará la vida para formarme integralmente.

Rosa Amada, siempre tendré muchos motivos para sentirme orgulloso de ti. Eres una
de esas criaturas lindas por dentro y por fuera, aunque lo esencial es serlo por dentro.
En general, todos heredamos cierta belleza, quizás por esa razón todos los niños son
lindos. Pero a veces, el paso azaroso por la vida los va dividendo en dos bandos, Martí apuntó:
“[...] los que aman y fundan, los que odian y deshacen [...]”44 El primero de los bandos es el de
los lindos; el segundo, el de los feos. Por eso la educación debe ser como una gran brújula
que los vaya conduciéndolos por el camino del amor y de la fundación. No en balde, Martí
tenía un elevado concepto de ella, y bien valdría la pena que él te hablara por mí.
La concepción martiana de la educación asume ese ideal de integralidad que
inaugurara, en las condiciones específicas de la Antigua Grecia, la kalokagathia; al no concebir
al hombre sin la fusión de la belleza con la moral; pues para Martí, “[...] gustan siempre de lo
bello los hombres enamorados de lo noble.”45 Y “el verdadero objeto de la enseñanza es
preparar al hombre para que pueda vivir por sí decorosamente, sin perder la gracia y
generosidad del espíritu [...]”46

64
¡Ah, Martí dijo tantas cosas lindas sobre el hombre y la educación, que desearía juntar
todas sus frases para enviártelas en una carta interminable! Te juro que vale la pena quemarse
las pestañas leyéndolas, y espero que así lo hagas.
En realidad, Rosa Amada, no existe otra vía para domeñar a la “fiera” (en el espinoso
camino de hacernos hombres y mujeres, y hacer hombres y mujeres a nuestros alumnos) que
la vía del amor, la paciencia y el estímulo a los más nobles sentimientos de que es capaz el
alma humana: ¡dentro de los cuales sobresale el sentimiento de lo bello! Por eso, no debes
dejar de hurgar en cuanto libro te hable de la belleza (en la naturaleza, en el arte y la literatura)
y de la forma de inculcarla a tus alumnos a través de los talleres. ¡Es tan importante para ellos!

Quiero terminar hablándote de algunos escollos que, seguramente, te provocarán


dolores de cabeza necesarios: de esos que son como los dolores de un parto, y que no
pueden evitarse en la vida. En este caso, se trata del “parto” del conocimiento y de la verdad.
Según Moisei Kagan, ni filósofos ni estetas parecen ponerse de acuerdo con respecto
al objeto del estudio estético. Unos dicen que es la esfera sensorial humana; otros que es la
actividad estética y los terceros que es la cultura estética. Tampoco faltan los que afirman que
es la cultura artística y, específicamente, el arte. Mas, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Simplemente, son puntos de vista, y a ti te toca (como me ha tocado a mí) elegir. Kagan, por
ejemplo, define a la estética como “la ciencia que estudia las leyes generales de la apropiación
estética del mundo por el hombre, la estructura y las leyes del desarrollo de la actividad
artística de la sociedad”.47 Es una definición interesante, pero en los libros encontrarás otras, y
siempre te verás obligada a elegir.
Existen otros enigmas en torno a la naturaleza de la relación estética; a la cultura
estética y a la esencia de la Educación Artística y de la Educación Estética, que se podrían
sintetizar en forma de preguntas:
 ¿Por qué el gusto estético suele ser disímil?
 ¿Cómo se relaciona la cultura estética con la realidad?
 ¿Cuál es el lugar de la cultura estética en la estructura general de la cultura?
 ¿Cómo se interrelacionan la Educación Artística y la Educación Estética?

En fin, la enumeración podría ser mayor; porque la realidad es compleja y cada vez nos
proporciona más enigmas... Entre ellos, los que tienen que ver con el pensamiento estético, no

65
se sabe por qué generan ásperas polémicas. Algunos han renunciado a sus propias
convicciones estéticas al enfrentarse a los nuevos fenómenos del arte (digamos con la
irrupción de la posmodernidad), y otros le regatean a la estética su condición de ciencia.
¡Pero tú no renuncies a tus convicciones, sino después de muchas lecturas, reflexiones
e investigación! Pues no se puede andar de camaleón por el mundo o cambiando de opiniones
como de casaca. Y aunque, generalmente, de la estética se ocupan los filósofos y los críticos;
mientras que de la Educación Estética, los pedagogos y los metodólogos de Educación
Artística (lo que resulta paradójico) no dejes de hacer tus pininos en el conocimiento de lo
general; ya que práctica y teoría han de andar juntas para no caer en la improvisación, que es
como caer en una sima. Y eso solo se evita, lo repito una vez más, por medio del estudio
sistemático y de la investigación. Por esa razón, me encantó saber que estás quemándote las
pestañas en la biblioteca. La vida premia a quien se esfuerza, y algún día te sentirás tan
orgullosa de tus alumnos como yo me siento de ti.
Si saberlo te hace feliz, sé feliz, Rosa Amada, que tu felicidad se multiplicará en las
aulas... ¡Quién sabe, si como ese reino encantado de la “libertad total” del que hablara Fidel!
Por ese reino, vale la pena luchar toda la vida.

66
Mi última carta

Querida Rosa Amada:


Pronto saldré de viaje y, muy a mi pesar, tendré que dejar de escribirte. Sin embargo,
aspiro a que mi carta-libro o libro-carta haya contribuido en algo a paliar tus dudas, zozobras y
dolores de cabeza. Al menos, temporalmente. Pues es seguro que la vida se encargará de
renovarlos y una vez más, tendrás que empezar de nuevo. Siempre ha sido así, y no tienes
derecho a pensar que en el futuro será diferente. La clave del éxito está en prepararte bien
para enfrentar los nuevos retos, y sobre todo, en construir tu propia “brújula.”
Demás está decir que en esos retos siempre podrás contar conmigo. Creo que te lo has
ganado con tu afán de superación y perseverancia; dos cualidades que harán de ti, con el
tiempo, una instructora de arte integral, la única que podrá asumir plenamente la elevada
encomienda de Fidel, cuando dijo: “Los instructores de arte que hoy graduamos llevarán a sus
clases la riqueza cultural de nuestra nación a lo largo de su historia y prepararán a nuestros
niños y adolescentes para los caminos de cultura y sabiduría que la Revolución les abrió.”48
¡Ese es tu mayor reto, y debes asumirlo sin vacilación!
En esa batalla, considérate un soldado de fila. Recuerda a Martí, una vez más: “El
genio no puede salvarse en la tierra si no asciende a la dicha suprema de la humildad [...]”49 La
modestia, la sencillez y la bondad realzarán la belleza de cuanta cosa toquen tus manos, y te
harán más hermosa.
Rosa Amada, no quiero emborronar cuartillas y ya me despido. Solo me resta darte un
último consejo, no dejes nunca que la trivialidad del mundo haga trivial tu mirada sobre la vida.
Conserva siempre esa capacidad de asombro que da alas a la imaginación y fortaleza al
espíritu redentor. Mientras haya un niño que ría, un colibrí que libe en una flor y un arco iris en
el cielo, no tendrás motivos para ser frívola. Únicamente el que es capaz de sentir la belleza en
sí mismo, puede contribuir a que otros la sientan... ¡Una verdad sencilla que muchos olvidan!
Finalmente, deseo que seas feliz. Pues solo quien es feliz, puede contribuir a la felicidad
de los demás: quizás la misión más sublime de una instructora de arte.
Hasta el regreso.
Tu profe

67
P. S.: Adjunto a mi última carta las referencias con la esperanza de que esta vez,
tengas más suerte en la biblioteca. ¡Ojalá te resulten útiles para ampliar tus conocimientos!

1
José Martí: “Músicos, poetas y pintores”, La Edad de Oro, Obras Completas, p. 100.
2
Antonio Gramsci: “Socialismo y cultura”, Antología, p. 15.
3
Vladimir I. Lenin: “Tareas de las Juventudes Comunistas”, p. 477.
4
Pequeño Larousse Ilustrado, p. 296.
5
José Martí: “La revista literaria dominicense”, Obras Completas, t. 6, p. 17.
6
Lecsy Tejeda del Prado: Ser y Vivir.
7
Vasili A. Sujomlinski: El poder sabio del colectivo, pp. 28-29.
8
Aforismos de Luz y Caballero, p. 75.
9
J. C. Friedrich Schiller: Cartas sobre la educación estética del hombre, p. 24.
10
Es importante que estudies la circular: “Acerca del trabajo del instructor de arte en la escuela”, MINED-MINCULT,
2004.
11
Federico Engels: “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, Marx, Engels. Obras
Escogidas en dos tomos, t.2, pp. 74-87.
12
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Ernesto Che Guevara. Obras 1957-1967, p. 379.
13
José Martí: “Comentario al libro cuentos de hoy y de mañana”, en Ob. cit., t.5, p.110.
14
Carlos Marx: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, p.77.
15
Nikolai Ostrovski: Así se templó el acero.
16
Carlos Marx: “Tesis sobre Feuerbach”, ob. cit., t.2, p. 402.
17
Edgar Morin: Os Sete Saberes necessários à Educação do Futuro, p. 25.
18
José Martí: “Escuela de electricidad”, ob. cit., t. 8, p. 281.
19
Platón: La República, p. 98.
20
Frederick Mayer: Historia del Pensamiento Pedagógico, p. 179.
21
José Martí: “Educación Popular”, ob. cit., t. 19, p. 375.
22
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, ob. cit., t.2,
23
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, ob. cit., t.2. pp. 375-376.
24
Fidel Castro: “Por el camino de la cultura”, Granma, 10 de junio del 2000, p. 3.
25
José Martí: “Maestros ambulantes”, ob. cit., t. 8, p. 289.
26
José Martí: “Escenas mexicanas”, ibíd., t. 6, p. 318.
27
Fidel Castro: “Discurso en la clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura”, en Discurso, t. 1, p.
152.
28
José Martí: Obras Escogidas, t. 2, p. 38.
29
Carlos Marx: Escritos económicos varios, p. 87.
30
Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, ob. cit., t. 2, p. 373.
31
José Martí: “A los niños que lean la Edad de Oro”, La Edad de Oro, ob. cit., p. 5.
32
Raymond Bayer: Historia de la Estética, p. 7.
33
Edgar Morin: Os Sete Saberes necessários à Educação do Futuro, ob. cit., p. 58.
34
Mariano Brull: “Soneto de Otoño”, Antología del soneto hispanoamericano, p. 143.
35
Juan Acha: Ponencia en el Primer Simposium de la Facultad de Artes Visuales de la UANL, Memorias, p. 14.
36
Carlos Marx: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, ob. cit., p. 144.
37
Ernesto Che Guevara: “Vámonos”, p. 1.
38
Ernesto Che Guevara: “¿Qué debe ser un joven comunista?”, Ernesto Che Guevara. Obras 1957 – 1967, ob. cit.,
t.2, p. 165.
39
Ernesto Che Guevara: ibíd., pp. 694.
40
Ernesto Che Guevara: ibíd., pp. 694
41
Federico Engels: “Carta a Bloch”, Obras Escogidas en dos tomos, t.2, p. 492.
42
Ernesto Che Guevara: ídem., pp. 697.
43
José Martí: “Heredia”, Obras Completas, ob. cit., t. 5, p.168.
44
José Martí: “Albertini y Cervantes”, ibíd., t.4, 413.
45
José Martí: “Carta a Valero Pujol”, Epistolario de José Martí, ídem, t. 1, p. 79.
46
José Martí: “La Nueva Enseñanza”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, p. 18.

68
47
Moisei S. Kagan: Lecciones de Estética Marxista Leninista, p. 19.
48
Fidel Castro: “Discurso en el acto nacional de la segunda graduación de instructores de arte”, Tabloide especial
No 9, Juventud Rebelde, 2005, p. 8.
49
José Martí: “Azcárate”, Obras Completas, t. 4, p. 473.

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69
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