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ORIGEN DE LAS PANDILLAS

El origen de las pandillas en El Salvador se entrelaza con la cultura de las


pandillas en los Estados Unidos (EE.UU.). Durante las décadas de 1970 y 1980
miles de salvadoreños emigraron hacia los EE.UU., huyendo de la exclusión
social, política y económica, la violencia y el conflicto armado interno en el país. Al
llegar a las ciudades norteamericanas, especialmente en California, empezaron a
organizarse en pandillas con afiliación étnica, a fin de defenderse del dominio
racial por parte de otras pandillas existentes en el “vecindario”. En la medida que
muchos de sus miembros fueron siendo encarcelados por la comisión de diversos
delitos, se fueron socializando en la cultura pandilleril presente en el sistema
carcelario norteamericano.
Al final del conflicto armado interno en El Salvador (1981-1992) no solo hay una
repatriación voluntaria de los salvadoreños a su país de origen, sino también se
inicia una política de deportaciones masivas, en la cual se incluían muchos
pandilleros con antecedentes criminales. Estos pandilleros traen El Salvador la
cultura pandilleril, que encuentra un terreno fértil en jóvenes socializados en la
guerra y la violencia. El problema se tornó transnacional cuando muchos de los
pandilleros deportados decidieron regresar ilegalmente a los EEUU y en su paso
por los países de tránsito fueron difundiendo su cultura pandilleril, generando que
surgieran pandillas en esos países.
Debido a su origen transnacional y a la presencia de grupos afiliados en
diferentes ciudades de Centroamérica y Estados Unidos, estas dos grandes
franquicias identitarias: MS y Barrio 18, son consideradas desde hace algún
tiempo como redes transnacionales, que han transitado hacia un claro
proceso de formalización (Cruz en Aguilar & Carranza, 2008. p. 5).
Es en El Salvador donde el fenómeno de las pandillas revela su versión más
cruenta y organizada. Dos son las principales pandillas en el país la Mara
Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18. Ambas pandillas han evolucionado de ser
grupos de delincuentes juveniles, que utilizaban armas artesanales a ser
organizaciones criminales transnacionales[xi] que utilizan armas con elevado
poder de fuego 

En El Salvador, una buena parte de los homicidios y otros delitos como las extorsiones son
atribuidos a las pandillas juveniles. Este se trata de un fenómeno multicausal de larga data al que
los gobiernos de turno y la sociedad en su conjunto no han prestado la debida atención. Las maras
tienen raíces sociales estructurales y han evolucionado en su dimensión criminal y violenta. El
fenómeno pandilleril en El Salvador se remonta a la década de 1970 con la existencia de pequeñas
células en colonias y comunidades típicamente marginales ubicadas en los alrededores del centro
de la ciudad capital6 . Se trataba de grupos de jóvenes autodenominados “mara”7 , que se reunían
para pasar el rato, consumir alcohol y drogas, ir a fiestas y cometer delitos menores. A mediados
de los años ochenta comenzaron a aparecer otras maras como la “Killer” quienes, según
comentan: “robaban, mataban y no tenían piedad de nadie”8 . No obstante, ese tipo de pandillas
juveniles iría perdiendo fuerza con la entrada en escena de pandillas como la Mara Salvatrucha
(MS) y el Barrio 18 (18). Ambas surgieron en las calles de Los Ángeles, Estados Unidos, y se
constituyeron en instancias donde muchos centroamericanos migrantes encontraron refugio y
protección en respuesta a la discriminación racial de la cual eran objeto.

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