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Retrato de un conquistador atípico

Cuando el licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada llegó al nuevo mundo en la década de


1530, poco imaginaba el amargo final con que el destino le sorprendería en medio de la
enfermedad, el olvido y las deudas; que poco antes de su deceso en 1579 ascendían a la
astronómica suma de 60.000 ducados.
Gonzalo no fue un conquistador típico, pero tampoco fue capaz de igualar la fama de
Pizarro o la épica de Cortes; ya que las penurias de su viaje a ultramar no solo no le
reportaron réditos proporcionales a los riesgos asumidos, sino que tampoco le aseguraron
un lugar en la historia comparable al de sus homólogos de México y Perú.
El fundador de la capital colombiana nació en la provincia española de Andalucía, hijo de
Isabel de Rivera y Luis Jiménez de Quesada, a quien mas allá de sus pequeños negocios en
el sector de los tintes y de su éxito como letrado en la real audiencia de Granada (Que el
propio Gonzalo emularía), se conoce por las especulaciones historiográficas en torno a una
supuesta ascendencia judía que jamás has sido confirmada mas allá de toda duda razonable
El paso de Quesada a América es difícil de explicar al tratarse de una travesía peligrosa
preferida por individuos que en general no tenían nada que perder, y más aún siendo
Gonzalo un hombre a quien la carrera judicial en su ciudad natal tras completar la
licenciatura de derecho en Salamanca, o incluso el alistamiento permanente en los ejércitos
regulares españoles que combatían a los enemigos del naciente imperio en Europa1 parecía
ofrecer perspectivas profesionales mas que suficientes para prosperar en el viejo mundo.
Independientemente de los motivos que le llevaran a embarcarse, se sabe que llegó a la
costa caribe colombiana como parte de la comitiva que acompaño a Pedro Fernández de
Lugo a asumir el mando de la gobernación de Santa Marta en 1535. Se trataba de un
territorio inhóspito en el que los harapientos colonos españoles diezmados por el hambre,
las enfermedades tropicales y los ataques de indígenas provenientes de las inmediaciones
de la Sierra Nevada; subsistían a duras penas mediante las precarias alianzas establecidas
con grupos como los Gaira y Taganga, que aportaban los hombres necesarios para defender
el incipiente asentamiento.
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Quesada sirvio brevemente en dicha fuerza militar durante las guerras de Carlos V en Italia en la decada de
1520, y aprovecho la ocasión para recopilar su experiencia en El Antijovio, un texto que traeria mayor fama
a su pluma que todos sus posteriores apuntes sobre la conquista y fundacion del actual territorio
colombiano de los que apenas se conservan copias
Una vez Integrado a su nuevo cargo, Fernandez de Lugo encarga a quesada la primera (y
mas importante) de las muchas expediciones al interior de los valles andinos en las que el
adelantado granadino tomara parte a lo largo de sus cuatro décadas en el nuevo mundo y
que, a pesar de abrir el camino para la colonización europea del interior, no salvaran al
adelantado de la amarga decepción experimentada ante la falta de reconocimiento oficial de
sus conquistas en el consejo de indias2 y posterior fracaso en su búsqueda del mítico
Dorado.
La expedición encargada por Fernández de Lugo parte desde el enclave de Santa Marta con
una cifra de hombres que las diversas fuentes disponibles sitúan entre 800 y 1000. De aquel
grupo, 200 debían remontar el rio Magdalena en barcazas mientras los restantes intentaban
seguirles el paso a través de sus no menos peligrosas orillas.
A pesar de que la fiebre amarilla, el hambre y las flechas venenosas de los indígenas dieron
buena cuenta de la mayoría de los expedicionarios, Quesada no pareció dispuesto a rendirse
y al alcanzar las tierras del altiplano cundiboyacense entre los años 1537 y 1538, se dispuso
a emplear a los 170 sobrevivientes de la azarosa travesía en el sometimiento de una
confederación muisca que, si bien distaba mucho de la sofisticación y la magnificencia
desplegada por las sociedades autóctonas de México y el Perú, se convertiría en un rival
igual de formidable para las ambiciones del rocambolesco grupo de aventureros.
El letrado granadino se valdría casi tanto de la fuerza bruta como de la negociación y las
imperceptibles enfermedades infecciosas para someter al pueble del altiplano que al igual
que sus contrapartes de México y Perú recibió con una mezcla de hostilidad miedo y
curiosidad a los Extraños Barbados.
Durante el proceso de fundación de Bogotá, los conquistadores españoles asesinarían
brutalmente a uno de los Zipa Tisquesusa en circunstancias que aún son objeto de debate,
ya que se desconoce la identidad del soldado que le ultimó. Su sucesor Zaquesazipa no
corrió con mejor suerte ya que si bien logro sellar una efímera alianza militar 3con el grupo
de Quesada para recibir asistencia en sus campañas contra las tribus panches del sur; fue
torturado y posteriormente asesinado al mostrarse reacio a rebelar la ubicación de un

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Quesada litigo por años en varias instancias judiciales para conseguir el titulo formal de gobernador de los
territorios conquistados a la confederacion muisca, al que tambien aspiraban el alemán Nikolaus von
federmann y su tristemente celebre compatriota Sebastián de Belalcázar
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Para obtenerla debió aceptar un juramento de fidelidad y vasallaje dispuesto por quesada como
representante del emperador Carlos V
supuesto tesoro que su antecesor habría escondido durante los primeros días que siguieron a
la llegada de los europeos.
El grado de participación directa de Quesada en estos hechos continúa siendo debatible ya
que tenia un control relativamente frágil sobre una tropa que durante la travesía del
Magdalena había intentado amotinarse en varias ocasiones ,y por otra parte su condición de
letrado le hacia estar al tanto de las disposiciones legales de la corona española sobre el
trato a la población nativa de América que habían entrado en vigencia en 1512(siendo
ignoradas por otros conquistadores intencionalmente o por desconocimiento).
Años después y tras el fracaso de su última expedición en busca del dorado, Jiménez de
Quesada muere en las cercanías del poblado de Mariquita a la edad de 70 años, aquejado de
una lepra que lo atormentaba desde mucho antes de exhalar su último aliento y siendo uno
mas de los muchos aventureros europeos para quienes la utopía del “viaje a lo
desconocido” no paso de ser mas que una amarga decepción.
La caída de su estatua en el campus de la Universidad del Rosario a manos de
representantes del pueblo misak en el marco de las turbulencias que sacuden al país desde
hace varios días debe tomarse con la mayor cautela posible, ya que si bien los monumentos
pueden no tener mayor que el del material en el que han sido fabricados; ningún país
latinoamericano puede desconocer su carácter mestizo y atribuirse una identidad netamente
indígena o afrolatina, convirtiendo el debate sobre la memoria histórica en una dicotomía
del eterno enfrentamiento entre “vencedores” y “vencidos” cuando la gran mayoría de
nosotros cuenta con un poco de ambos dentro de si.
En este sentido tampoco debería ser valido para ningún latinoamericano el atribuirse una
condición de “blancura” inherente al clasismo y el racismo que han marcado la historia de
la región en los últimos 500 años, y que por supuesto también constituye un negacionismo
histórico repudiable de los otros componentes de la identidad mestiza que he mencionado
anteriormente.
No es fácil saber si los miembros de la comunidad indígena hablaban de forma metafórica
al atribuirle a las elites corruptas del país un parentesco directo con el conquistador(quien
hasta donde se sabe no tuvo descendencia directa) pero sin embargo lo cierto es que
Bogotanos y Colombianos son tan hijos de Quesada como lo son de los últimos Zipas
muiscas del altiplano.

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