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APORTES DE ALAN TURING

Finalizada la guerra, Turing se dedicó por entero a la, entonces todavía inexistente, Ciencia de la
Informática.
De 1945 a 1948 trabajó en el Laboratorio Nacional de Física. En 1946 propuso el diseño del ACE,
una Máquina de Computación Automática. En dicho diseño proponía añadir un registro especial
donde se guardase la posición de la memoria que se estaba explorando por el programa, este
registro lo denominó “puntero de pila”, y proponía aplicarlo a un nuevo concepto inventado por
él, la subrutina y las bibliotecas de programas. La propuesta de la máquina fue rechazada, pues el
tamaño de la memoria, 1024 palabras se consideró inviable.
En 1949 fue nombrado director delegado del laboratorio de computación de la Universidad de
Manchester y trabajó en el software de una de las primeras computadoras reales, la Mark I.
También trabajó en el desarrollo de la cibernética, y de sus trabajos se derivan importantes
conceptos de sistemas de control, estableciendo el concepto de interfaz.
También practicó deporte. Comenzó a correr largas distancias con frecuencia, sintiendo que
necesitaba el ejercicio. Se sabe que ganó los campeonatos de las 3 y 10 millas de su club y que
quedó en 5º lugar en una maratón de aficionados de 1947. Turing pudo haber estado en el equipo
de atletismo que representó a Inglaterra en las Olimpíadas de 1948, de no haber sido por una
lesión de la cadera que le impidió seguir compitiendo.
Sin embargo, su aportación más famosa es anterior a la guerra, y es el concepto de la máquina de
Turing, que equivale al de algoritmo. El origen de este concepto proviene del
Entscheidungsproblem o problema de la decisión, inicialmente planteado por Leibnitz en el siglo
XVII, pero formalizado por David Hilbert en 1928, en un congreso casi al final de su vida. Allí
planteó tres preguntas, quizá las más importantes para las matemáticas del siglo XX:
1. ¿Son las matemáticas completas, es decir cualquier proposición puede ser probada o
rechazada?
2. ¿Son las matemáticas consistentes, es decir no es posible demostrar algo falso?
3. ¿Son las matemáticas decidibles, es decir cualquier proposición se puede demostrar como
cierta o falsa tras una secuencia finita de pasos?”
La idea de Hilbert es que la respuesta sería afirmativa para las tres cuestiones. Sin embargo, en el
mismo congreso, Kurt Gödel demostró, por medio de su célebre Teorema de Incompletitud que
las dos primeras preguntas no pueden ser ciertas a la vez para la teoría de los números. Fue un
mazazo para las matemáticas, pues eso significa, en palabras llanas, que si queremos saber la
verdad, y nada más que la verdad, no podremos saber toda la verdad. La verdad absoluta no
existe.
Quedaba la tercera pregunta. En 1936, Alan Turing, en su trabajo “On computable numbers”
introdujo el concepto de Máquina de Turing y definió la Máquina Universal de Turing, como idea
de lo que es un computador programable. A este respecto, nótese que en los años 30 del pasado
siglo, la idea de “computador” remitía a una “persona que realiza cálculos”, pues la idea de
“máquina que calcula” resultaba, entonces, inconcebible. Turing demostró con esta máquina
infernal que la respuesta a la tercera pregunta era un rotundo NO. Su tesis vino a demostrar que
las matemáticas eran un montaje intelectual con la misma envergadura metafísica que puede
tener el juego del ajedrez.
Durante la etapa de Manchester, en octubre de 1950, realizó estudios más abstractos y escribió su
famoso artículo "Máquinas de computación e inteligencia" donde trató la cuestión de la
inteligencia artificial y propuso su famoso experimento.
Con su histórica pregunta, con la que he encabezado esta disertación, “¿Pueden pensar las
máquinas?”, Turing propone revisar los conceptos "máquina" y "pensar". Definir el primero no
plantea problemas, puede ser una máquina de Turing. Para el segundo, eso no es tan fácil, y en su
lugar, propone cambiar la pregunta por otra alternativa.
La base es un juego social de la época, el juego de la imitación. Recordemos que no existían los
juegos de rol, la televisión, ni el Messenger. Este juego necesita tres personas, un hombre, una
mujer y un interrogador. El interrogador se queda en un cuarto, separado de los otros dos. Para él,
el objetivo del juego es determinar cuál de los otros dos es el hombre y cuál la mujer, por medio
de preguntas, y los resultados, bastante tópicos, de las respuestas.
La traslación propuesta es: "¿Qué pasaría si una máquina tomara un papel en este juego y un
humano otro?". ¿Decidirá el interrogador acertadamente con igual frecuencia, si el juego se
desarrolla de esta manera, que como cuando es jugado por un hombre y una mujer? Esta
pregunta sustituye a la anterior: "¿Pueden pensar las máquinas?".
La cuestión que nos planteamos entonces es: ¿Puede una máquina simular el comportamiento
humano y ser indistinguible? Está claro que todo el mundo convendrá en que una máquina puede
“simular” a un ser humano, no hay disputa en eso. La cuestión clave es que si la simulación se hace
de una manera tan eficaz, que es indistinguible de un pensamiento “auténtico” para un
observador externo, entonces, ¿Cuál es la diferencia?
De acuerdo al principio de identidad de indiscernibles, formulado por Leibniz, sabemos que no
pueden existir dos cosas diferentes, idénticas entre sí. Luego podríamos concluir que una
inteligencia artificial indistinguible de una humana, necesariamente debe ser idéntica.
El juego de la imitación, en esta formulación se conoce, desde entonces, como Test de Turing.
Sobre él se ha escrito mucho, desde el ámbito de las matemáticas, de la filosofía, la religión, e
incluso, la literatura, sobre todo en ficción científica. Recordemos, por ejemplo, el film de Ridley
Scot, Blade Runner, donde un magnífico Harrison Ford, en el papel de Rick Deckard, cazador de
androides, efectúa pregunta a pregunta a los sospechosos, hasta determinar si son humanos o
replicantes. El, así denominado en la película, test VoigtKampff que emplea el agente Deckard, es,
en realidad, un remedo del test de Turing.
Al día de hoy, el Test de Turing no ha podido ser pasado por ninguna máquina. Una aplicación
práctica de este hecho se utiliza para la eliminación de accesos automáticos en páginas web. Los
Test de Turing Inverso, o CAPTCHAS se han convertido en práctica habitual. La prueba más común
consiste en introducir un conjunto de caracteres que se muestran en una imagen distorsionada. Se
supone que una máquina no es capaz de comprender e introducir la secuencia de forma correcta,
por lo que solamente un ser humano podría hacerlo. Son comunes en creación de cuentas de
correo y de usuario, por ejemplo Messenger, Google, Yahoo, etc.
En 1951, Alan turing obtuvo un reconocimiento de la Academia inglesa por su trabajo, al ser
elegido Fellow de la Royal Society; entre sus padrinos estaba el matemático, y Premio Nobel de
literatura, Bertrand Russell.

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Quizá la aportación más importante de Turing fue establecer un nexo entre la algorítmica
(procedimientos de cálculo) y los autómatas (dispositivos automáticos). En 1936, en un artículo
titulado “Sobre los números computables con aplicación al problema de la decidibilidad”, proponía
el dispositivo que se conoce como la máquina de Turing. Inspirada en el modo de proceder de los
calculistas humanos, consistía en una
cinta infinita con casillas que podían
registrar ceros y unos, y una máquina de
estados finitos (o cabezal) que podía
avanzar o retroceder sobre la cinta y leer
dígitos o escribirlos según el estado en
que se encontrara. Inicialmente cada
máquina computaba una única función,
pero Turing se dio cuenta de que el
programa para calcular una función u otra
se podía codificar en la misma cinta que
los datos de entrada, lo que dio lugar a la Máquina Universal de Turing, modelo teórico del
computador digital. Dicha Máquina Universal podía emular cualquier máquina de Turing al recibir
como entrada la codificación de una máquina particular al mismo tiempo que los datos. Al
almacenar el programa en el mismo formato que los datos, quedaban delimitados los papeles que
iban a desempeñar el hardware (de propósito general) y el software (tanto de sistema como de
aplicaciones) en la informática actual

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En 1936 publicó el artículo “Sobre números computables, con una aplicación al
Entscheidungsproblem” (traducible como “problema de decisión”), que resultó ser el origen de la
informática teórica. En él definía qué era computable y qué no lo era. Lo computable era todo
aquello que podía resolverse con un algoritmo (conjunto de instrucciones finito que, mediante
pasos sucesivos, lleva a la solución de un problema). El resto eran tareas no computables.
Turing demostró que había problemas irresolubles, es decir, sin solución algorítmica. Para dar
forma al concepto ideó la famosa máquina que lleva su nombre, un dispositivo imaginario que,
una vez construido, podría ejecutar cualquier operación matemática resoluble por medio de un
algoritmo, y que, en el caso de programarse, se transformaría en un ordenador. Pero Turing jamás
llegó a materializar su proyecto, al no contar con los medios técnicos necesarios.
Turing predijo incluso los fallos que hoy afectan a nuestros ordenadores,
como el hecho de que se "cuelguen".
Antes de la existencia de los ordenadores, Turing no solo teorizó sobre la base de su
funcionamiento, sino que incluso predijo sus futuros fallos. Así, mientras ideaba su máquina,
definió el problema de parada, o halting problem , al afirmar que no existe ningún algoritmo
general que pueda averiguar si una operación iniciada será finita o no. Turing vaticinó de este
modo que los ordenadores se “colgarían”. Hoy, cuando una computadora cae en un bucle infinito,
debemos conformarnos con reiniciar la máquina

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